heras gómez (2004) cultura política y democratización en américa latina

15
Ciencias Sociales 103-104: 23-37, 2004 (I-II) CULTURA POLÍTICA Y DEMOCRATIZACIÓN EN AMÉRICA LATINA 1 Leticia Heras Gómez RESUMEN El propósito de este artículo es analizar la forma en que los valores políticos heredados de la etapa colonial tienen una larga y profunda presencia en América Latina; y obser- var los efectos de los regímenes democráticos, en nuestras naciones, a lo largo del si- glo XIX y XX. El argumento central es que la democracia no comprende únicamente condiciones de bienestar económico y creación de sistemas políticos relativamente competitivos, sino que requiere desarrollo de valores democráticos, en particular en sociedades —que como las latinoamericanas— aún mantienen una pesada herencia cultural no-democrática. El análisis combina una aproximación histórica cualitativa, con la utilización de datos cuantitativos. PALABRAS CLAVE: * CULTURA POLÍTICA * DEMOCRACIA * TRANSICIÓN * ABSTRACT The purpose of this paper is to illuminate how the enduring political values inherited from the colonial epoch have had a long duree in Latin American countries, and the consequences for the installation of democratic regimes, throughout the 19th up to the end of the 20th century. The central argument is that democracy is not only about economic welfare or competitive political system, but is about how democratic values are developed in societies where, due to their heavy non-democratic historical inheritance, those ones hardly begin to root. In order to achieve this goal we combine a historical qualitative approach and a quantitative method using public opinion information. KEY WORDS: POLITICAL CULTURE * DEMOCRACY * TRANSITION * 1 El presente artículo forma parte de un proyecto de investigación de más largo alcance titulado: “Cultura y participación política en México” (clave 1619/2002) y que es auspiciado por la Universidad Autónoma del estado de México en México.

Upload: benenada

Post on 30-Jul-2015

22 views

Category:

Documents


2 download

TRANSCRIPT

Page 1: Heras Gómez (2004) cultura política y democratización en América Latina

Ciencias Sociales 103-104: 23-37, 2004 (I-II)

CULTURA POLÍTICA Y DEMOCRATIZACIÓN EN AMÉRICA LATINA1

Leticia Heras Gómez

RESUMEN

El propósito de este artículo es analizar la forma en que los valores políticos heredadosde la etapa colonial tienen una larga y profunda presencia en América Latina; y obser-var los efectos de los regímenes democráticos, en nuestras naciones, a lo largo del si-glo XIX y XX. El argumento central es que la democracia no comprende únicamentecondiciones de bienestar económico y creación de sistemas políticos relativamentecompetitivos, sino que requiere desarrollo de valores democráticos, en particular ensociedades —que como las latinoamericanas— aún mantienen una pesada herenciacultural no-democrática. El análisis combina una aproximación histórica cualitativa,con la utilización de datos cuantitativos.

PALABRAS CLAVE: * CULTURA POLÍTICA * DEMOCRACIA * TRANSICIÓN *

ABSTRACT

The purpose of this paper is to illuminate how the enduring political values inheritedfrom the colonial epoch have had a long duree in Latin American countries, and theconsequences for the installation of democratic regimes, throughout the 19th up tothe end of the 20th century. The central argument is that democracy is not only abouteconomic welfare or competitive political system, but is about how democratic valuesare developed in societies where, due to their heavy non-democratic historicalinheritance, those ones hardly begin to root. In order to achieve this goal we combinea historical qualitative approach and a quantitative method using public opinioninformation.

KEY WORDS: POLITICAL CULTURE * DEMOCRACY * TRANSITION *

1 El presente artículo forma parte de un proyectode investigación de más largo alcance titulado:“Cultura y participación política en México”

(clave 1619/2002) y que es auspiciado por laUniversidad Autónoma del estado de México enMéxico.

Page 2: Heras Gómez (2004) cultura política y democratización en América Latina

24 Leticia Heras Gómez

¿POR QUÉ LA CULTURA POLÍTICA ES IMPORTANTE EN EL PROCESO DE DEMOCRATIZACIÓN LATINOAMERICANO?

INTRODUCCIÓN

Los estudios sobre democratización enAmérica Latina generalmente incluyen dos as-pectos básicos: el económico y el político. Bri-llantes y numerosos trabajos se han abocado aexplicar como estos dos aspectos fueron, son yprobablemente serán puntos determinantes pa-ra entender el proceso democrático en el área.Sin embargo, los estudios acerca del contextocultural que permea las esferas política y econó-mica son más bien escasos. Dentro de este es-quema cultural destaca, sin duda, el sistema devalores compartido por la mayoría de quieneshabitan la región latinoamericana, aún toman-do en cuenta las diferencias propias de cadapaís. Además de un largo pasado de tradicionese instituciones político-sociales indígenas2, estesistema de valores tiene tres fuentes principales:la herencia española y portuguesa (de 1500 a1800), la cultura criolla, (españoles nacidos enAmérica, de 1800 hasta principios del siglo XX),y el más reciente, constituido por el conjuntode valores democráticos de mediados del sigloXX hasta la fecha. Tanto la herencia española-portuguesa como la criolla, parecen tener aúnuna importante presencia en los países latinoa-mericanos; la última, es decir, la democrática,ha empezado su incorporación sólo en las últi-mas décadas del siglo XX. Este hecho resultapreocupante con respecto al proceso de demo-cratización en el área, porque aún cuando cam-bios substanciales en lo económico y en lo polí-tico tengan lugar, los factores culturalesseguramente estarán deteniendo el proceso.

El propósito de este ensayo es precisa-mente examinar el impacto de la herencia espa-ñola y portuguesa en la cultura política deAmérica Latina en general y cómo esta pareceestar dilatando el establecimiento de la demo-cracia en el área, a pesar de que las otras dosesferas estén entrando en la arena democráticacon buenos bríos.

En el artículo se sugiere que para lograruna democracia de larga duración en AméricaLatina, han de ser alcanzados no únicamentefactores económicos y políticos, sino tambiénde manera paulatina los valores propios de lademocracia, los cuales necesitan ser asimiladosen la cultura política de sus habitantes3. Se sos-tiene la idea de que la democracia no significasolamente bienestar económico justo e iguali-tario, así como el desarrollo de un sistema polí-tico plural y competitivo; sino significa tam-bién la incorporación de valores democráticosen las sociedades donde todavía pesa mucho suherencia cultural no democrática.

Asimismo se propone una noción de cul-tura política que incluye aspectos de orden his-tórico, así como de orden pragmático. Es decir,la cultura política no solamente como acciónpolítica efectiva, sino acompañada por el pro-fundo contexto histórico social que la precede.

La primera parte de este ensayo es unarevisión teórica de la importancia de los valo-res culturales en el desarrollo de una demo-cracia de largo plazo, y se hace una propuesta

2 Si bien no se desconocen los patrones político-cul-turales heredados de dicha época, estos no seránanalizados en este ensayo, pues ello requeriría untrabajo mucho más largo y eminentemente histo-riográfico. De todas maneras a lo largo del ensayose recuperan algunas pautas generales de esa épo-ca, que fueron mezclándose con los valores de lacolonia, las cuales sin duda contribuyeron al afian-zamiento de la cultura política posterior.

3 Es importante apuntar que no todos los países lati-noamericanos desconocen la experiencia democrá-tica. Chile, Argentina y Uruguay por ejemplo ya tu-vieron periodos de implantación de esquemasdemocráticos y estos han dejado honda huella en laherencia de cultura política de sus habitantes. Elretorno a la vida democrática en dichas nacionescuenta ya con esta. Por supuesto el caso de CostaRica es claramente una valiosa excepción democrá-tica en el subcontinente. México puede ser un casosingular. Sin duda la ininterrumpida realización deprocesos electorales en el periodo posrevoluciona-rio del siglo XX, es un claro signo de orden demo-crático. Si bien, la experiencia permanece más enel terreno de la legitimación de un régimen hege-mónico, que como sustento para la edificación deuna cultura y participación democráticas (véaseMolinar, 1993).

Page 3: Heras Gómez (2004) cultura política y democratización en América Latina

25Cultura política y democratización en América Latina

de análisis concreta para el estudio de la cultu-ra política. En la segunda parte se lleva a caboun breve sumario de la herencia político-cultu-ral española y portuguesa que recibieron las co-lonias americanas, destacando el tipo de valorestrasmitidos tanto a la población en general co-mo a las élites gobernantes en particular. Porúltimo intentamos una aproximación a algunosde los valores que aún subyacen en la culturapolítica de nuestros países, como el anteceden-te de toda acción que en lo político efectúan losmiembros de una sociedad, en este caso la lati-noamericana4. Con todo ello estaremos en posi-ción de observar como dicho legado parece in-fluir todavía en procesos de democratización,que retardarán seguramente la implantación deun sistema democrático duradero.

1. VALORES DEMOCRÁTICOS

¿Por qué algunos países aún no alcanzanuna democracia razonable, a pesar de haber de-sarrollado ya un sistema político competitivo yun bienestar económico relativamente justo?¿Qué otros factores, además del económico y elpolítico tienen relevancia en la implantación dela democracia? Algunas explicaciones, cierta-mente plausibles, han intentado contestar a es-tas interrogantes. Una de ellas nos explica queson los valores culturales más arraigados histó-ricamente y anteriores a la instalación de la de-mocracia los que retardan o a veces obstaculi-zan la instalación de esta forma deorganización social.

La democracia es un proceso relativa-mente nuevo en muchos países. Hacia 1950 so-lo el 31% de la población mundial vivía bajo elsistema democrático (Freedom House, 2000).

Es claro que antes de que el sistema democrá-tico se implantara, otras formas de organiza-ción política y económica y sus correspon-dientes valores estaban ya presentes. En estesentido, al momento de la instalación del sis-tema democrático se da una confrontación en-tre los valores no democráticos anteriores ylos que definen a las democracias modernas.Si se considera a la cultura como el sistema devalores y creencias compartidas por las mayo-rías dentro de una sociedad, entonces es evi-dente que el proceso de democratización pue-de alterar y hasta chocar profundamente conel viejo sistema.

Es por ello que los estudios acerca de lademocratización deben incluir no solamenteaspectos tales como el desarrollo económico yla transformación política, sino también unaaproximación al sistema de valores prevalecien-te. Si la democracia es considerada en términosamplios como el sistema social que busca laigualdad en los derechos y las obligaciones, en-tonces ni el ingreso justo ni el sufragio efecti-vo, pueden ser vistos como un arreglo demo-crático completo. Los individuos debenadquirir los valores básicos de una democraciaque a su vez serán el soporte de toda la organi-zación social. Más aún, los valores democráti-cos son factores centrales para una democraciade larga duración y contribuyen de manera im-portante a la hora de confrontar los riesgos deun retroceso hacia formas pre-democráticas ohasta autoritarias. Como R. Inglehart argu-menta “En una sociedad que ha durado por lar-go tiempo, el sistema cultural generalmente es-tablece una relación de apoyo mutuo al sistemaeconómico y político” (1997:53). De ahí que losvalores culturales sean parte intrínseca de todocambio social y que en el tránsito hacia la de-mocracia, estos se vuelvan cruciales para lograruna permanencia más larga.

Desde este punto de vista una nociónamplia de cultura política ha de ser entendidacomo el “microcosmos de la cultura en generalque se enfoca específicamente en los valores yactitudes que tienen que ver con la conducta yvisión políticas de los individuos” (AiCamp,1996:55), que no es distinta o está separada dela cultura de los pueblos en general, ya que for-ma parte de ella, y que está constituida por el

4 Aludir al término sociedad latinoamericana no sig-nifica en este caso considerar que nuestras nacio-nes posean una idéntica cultura y desarrollo, sinoque la expresión corresponde a una cuidadosa ge-neralización necesaria cuando intentamos estudiarel área desde algún aspecto sociológico, político oeconómico que como región goza de cierta homo-geneidad y hace posible los estudios comparativos(véase Landman, 2000; Foweraker and Landman,1999; Martz, 1994).

Page 4: Heras Gómez (2004) cultura política y democratización en América Latina

26 Leticia Heras Gómez

conjunto de valores que una sociedad poseerespecto a lo político en particular, y con baseen los cuales define sus actitudes y crea suspropias tradiciones e instituciones. Desde estepunto de vista ningún pueblo carece de culturapolítica, pero esta asume las distinciones co-rrespondientes a su propio desarrollo político.

Así toda cultura política se nutre de lahistoria, la religión, el origen étnico, la econo-mía, y aún de situaciones geográficas exclusivasque definen el tipo de relación entre gobernan-tes y gobernados, entre la sociedad y el estado.Y las formas que adquieren la obediencia y elmandato, dentro de la esfera pública, poseenuna larga historia implantada en la memoriacolectiva, cuyo patrón se transmite de genera-ción en generación y que con muy pocas varia-ciones conforma la tradición política básica deuna sociedad. Consecuentemente la cultura po-lítica es una parte muy resistente al cambio entodas las sociedades, permaneciendo a menudoa través de muchas generaciones e incluso apesar de fuertes transformaciones políticas. Loscambios económicos pueden ser relativamenterápidos, los cambios políticos toman más tiem-po, pero los cambios culturales suelen ser demuy largo plazo (Bell, 1976). La cultura políti-ca de este modo, no es estática pero demandaperiodos más largos para lograr una transfor-mación. Esencialmente son los individuosquienes paulatinamente van incorporando losnuevos hábitos, creando las nuevas institucio-nes y edificando la nueva tradición política. Pe-ro también en las élites es un proceso de nego-ciación con las viejas pautas, de cuestionamientode los viejos valores, es un estira y afloja queinvolucra enfrentamientos entre las viejas éli-tes que aún poseen la cultura política pre-de-mocrática y las nuevas generaciones de go-bernantes que proponen y apuestan por elnuevo esquema.

Así, el paso hacia otras formas de organi-zación social necesariamente involucra el cam-bio de las tradiciones profundamente arraiga-das, proceso que no solamente suele ser muylargo, sino que con mucha frecuencia incluyeuna especie de rebelión política contra el nuevomodelo. Esto sucedió por ejemplo en algunospaíses de Europa del este, en su tránsito haciael patrón cultural socialista, si consideramos

que este alguna vez ocurrió, porque ha sido de-mostrado como las tradiciones culturales anterio-res permanecieron en la clandestinidad por mu-cho tiempo, a pesar de la fuerza del socialismo.Ello también es cierto en el esquema democráti-co. No obstante que la democracia parece ser unade las más prestigiadas formas de gobernar y deorganización justa y humana, las sociedades conpesadas herencias de autoritarismo encuentrandifícil aceptar y cambiar sus tradiciones políticas.De ahí que en todo tránsito a la democracia el de-safío de largo plazo sea una constante lucha con-tra la vieja cultura política no democrática.

En este contexto, el estudio de la cultu-ra política supone la búsqueda de todos los va-lores, patrones y tradiciones políticos previosque son compartidos por una sociedad y que seconvierten en claves esenciales para entender,no solamente cómo es la cultura política de de-terminada región o país, sino además porquepueden constituir un obstáculo para el procesode cambio. Esta es justamente la intención eneste artículo, averiguar cuales son los valorespolítico-culturales que demoran en alguna me-dida el proceso de democratización en AméricaLatina en general y en México en particular.Porque finalmente la democracia “puede serimpuesta desde arriba, o desde el exterior, perosi esta sobrevive en los buenos y en los malostiempos dependerá de que sus instituciones ha-yan sido construidas sobre las profundas raícesculturales incorporadas a los ciudadanos” diceInglehart en defensa del estudio de los valoresculturales de la democracia (1997:163).

Estos supuestos analíticos básicos, comose puede ver, implican un concepto empírico yteórico mucho más rico de cultura política, res-pecto a la noción tradicional que mide a la cultu-ra política esencialmente mediante el voto popu-lar y que tiene en su haber un amplio desarrollodesde que Almond y Verba publicaron su obraThe Civic Culture en 1963; y que ha aportado a lapolítica comparada substanciales avances en lainvestigación de la participación política electo-ral5; pero que penetra poco en el bagaje de signi-ficados, tradiciones e instituciones políticas que

5 Véase Apéndice 1.

Page 5: Heras Gómez (2004) cultura política y democratización en América Latina

27Cultura política y democratización en América Latina

todo pueblo construye, mantiene y cambia a lolargo de su historia. Ciertamente el estudio deestos últimos constituye un programa de inves-tigación distinto, puesto que implica abordar lacultura política desde una perspectiva que tratade interpretar los significados y códigos pro-pios, y a veces exclusivos de cada sociedad, sincuyo conocimiento es difícil entender las con-secuentes actitudes políticas. Así, si se deseahacer un estudio comprensivo de la cultura po-lítica no podemos soslayar esta parte, y el desa-fío en consecuencia es tratar de juntar ambasnociones e intentar un estudio cuantitativo ycualitativo de cultura política6.

Teniendo en mente ambas proposicionesteóricas, tiene sentido empezar nuestro análisiscon una rápida mirada a las raíces históricas deAmérica Latina, su pasado colonial y su desa-rrollo político desde el siglo XVI hasta el presen-te. Este contexto ayudará a entender primero lacultura política latinoamericana, como el mar-co histórico ineludible del caso mexicano que apesar de considerarse sui generis, compartió, yaún lo hace, una buena dosis de la herenciacultural que América Latina recibió de sus me-trópolis colonizadoras en el siglo XVI.

2. HERENCIA CULTURAL ESPAÑOLA Y PORTUGUESA

Ha sido reconocido que los países deAmérica Latina, como región, tienen como de-nominador cultural común, no solo un largopasado indígena, sino también el heredado deEspaña y Portugal, y el que fue desarrolladodespués de las guerras de independencia en el

siglo XIX. Esta herencia, a pesar de observar di-ferencias específicas en cada país, estuvo cons-tituida en primer lugar, por las costumbres in-dígenas de los pueblos más desarrollados enMesoamérica, tales como una centralizacióndel poder político-religioso, y una clara divisiónentre la clase dominante y las clases subordina-das. Pero cuyo tejido social se sustentaba en va-lores como la reverencia a la autoridad religio-sa y el profundo respeto a la tierra comofecundadora de vida. Además Bonfil nos diceque “Los indios (eran) sabios prudentes, valero-sos y trabajadores” (2000:89). Valores que, sinembargo, fueron perdiéndose a lo largo de laconquista y que débilmente se fusionaron conlos valores europeos durante la época colonial.Quedando solamente algunos resabios en pe-queñas comunidades indígenas, muchas de lascuales aún subsisten7.

Justamente la colonización tenía comoveremos enseguida un propósito muy específi-co: la imposición de la cultura europea concre-tamente la española y portuguesa. Y esto in-cluía las ideas y percepciones acerca de lopolítico. Era en sí misma una nueva cultura po-lítica por imponer. Es decir no se recuperabanelementos indígenas en esta, muy por el con-trario se buscaba desvalorar todo lo indígena, amenudo con la fuerza de las armas.

El mestizaje fue el resultado más eviden-te de todo este proceso. El mestizo americanosin olvidar e incluso exaltar su pasado indígena,buscaba ser reconocido por su parte (cultura ysangre) europea (Bonfil, 2000). En este sentidola parte indígena que posiblemente pudiera ha-ber trascendido a la posterior cultura política,fue sistemáticamente abolida por el dominioeuropeo.

En segundo lugar esa herencia culturalcomún a América Latina está constituida por laorientación semifeudal, católica, y aristocrática

6 Para una aproximación a esta línea de investiga-ción los siguientes títulos son básicos: Berger, L.P. y Luckman T. (1995), Modernismo, pluralismoy crisis de sentido, Paidós, Buenos Aires; Crespi,Franco. (1997), Acontecimiento y estructura, Edic.Nueva Visión, Buenos Aires; Garfinkel (1932) Stu-dies in Etnomethodology, Prentice-Hall, N.J.;Geertz, Clifford. (1995), La interpretación de lasculturas. Gedisa, Barcelona; Ruiz Olabuénaga, JoséI. (1996), Metodologías de la investigación cualita-tiva, Universidad de Deusto, Bilbao; Ritzer, G.(1993), Teoría sociológica contemporánea, McGraw Hill, Madrid.

7 Comunidades como los indios tzotziles y tzotzalesen el sur de México (Chiapas) o los indios tarahu-maras en el norte de México (Chihuahua), conser-van casi de manera intacta los modos de vida origi-narios y valores primordiales, a pesar de lacolonización europea, pues casi no hubo procesosde mestizaje.

Page 6: Heras Gómez (2004) cultura política y democratización en América Latina

28 Leticia Heras Gómez

que tanto los españoles como los portuguesestrajeron a América en el tiempo de la conquista(Wagley, 1968:1). La primera parte fue honda-mente removida por la conquista y larga colo-nización española-portuguesa, y muchas de lasinstituciones y costumbres, o bien se mezcla-ron con las de los conquistadores, o paulatina-mente se sustituyeron8. La imposición, pero fi-nalmente adopción de la religión católica esuna muestra de lo anterior.

Pero veamos con más detalle cuales sonlos valores, tradiciones e instituciones que laorientación europea transmitió a nuestros pue-blos durante el periodo colonial.

Haciendo un breve repaso histórico sepuede observar que junto con los intereses eco-nómicos y políticos de las coronas española yportuguesa, existía la preocupación por trans-mitir a las nuevas colonias los valores prevale-cientes en aquellos territorios europeos. Nosolamente las instituciones políticas, adminis-trativas y económicas fueron copiadas o trasla-dadas al nuevo mundo, sino también de mane-ra importante las creencias y costumbres quetanto españoles como portugueses tenían encomún. Esta tradición cultural incluía

… la tradición social basada en la fami-lia, la relación social ceremonial ficticia(es decir el sistema de compadrazgo), ladoble moral sexual, el énfasis en las dife-rencias de clases, el desdén por el trabajomanual, el alto reconocimiento por lasetiquetas formales, el énfasis sobre lossantos y las festividades religiosas...(Wagley, 1968:4) entre otros.

Estos valores tuvieron un gran impactoen los anteriores pueblos americanos, y en bue-na medida los suplantaron. Durante el siglo XVI

y XVII todas las clases sociales terminaron poraceptar y compartir aquellos valores, desde el

virrey hasta el pobre campesino, durante elcual “... era realmente imposible para un traba-jador de una plantación (libre o esclavo) o paraun campesino evitar el trabajo manual, pero sipodía en cambio admirar a su patrón (jefe oprotector), quien cuidadosamente rehuía el tra-bajo manual o de cualquier clase” (Wagley,1968:5), y quien cultivaba la admiración y agra-decimiento de sus trabajadores, mediante elcompadrazgo. El sistema del compadrazgo fueel medio por el cual la gente podía obtener fa-vores personales de otros, en este caso entre eltrabajador y el patrón, y se fue convirtiendo enuna relación social de privilegio. El patrón ejer-cía un poder extremo sobre los trabajadoresmanuales sin más restricción que la protecciónde sus propios intereses, y estaba a su vez edu-cado con un sentido de status superior en la so-ciedad. Las figuras del patrón y del compadraz-go se convirtieron en el arquetipo común en lacultura política latinoamericana y se reforzaroncon una acusada diferenciación entre clases.

Otro actor político central que estimulóeste esquema fue la iglesia Católica. Durante laconquista España y Portugal eran reinos semi-medievales, entonces divididos en muchos rei-nos pequeños y que recién se habían embarca-do en una especie de centralización del podereconómico y político, con el acuerdo y ayuda deuna de las ramas más ortodoxas del cristianis-mo en Europa, el catolicismo. España habíasostenido una larga lucha contra la culturamusulmana (llegada 800 años antes a la penín-sula ibérica) hasta que finalmente en 1492 lossoberanos católicos expulsaron a los musulma-nes del territorio español. El mismo año los ju-díos también fueron arrojados del reino. Isabely Fernando crearon la inquisición española en1478, con el objetivo esencial de perseguir a losno católicos, teniendo ello un enorme efecto enel diseño del nuevo estado-nación español quese construyó así como un estado extremada-mente intolerante. Aparentemente en contra deotras religiones, pero de hecho profundamentepreocupado por la creciente oposición políticay económica a la corona y la nobleza. Hacia di-cha oposición se enfilarían las acciones intole-rantes del estado.

Como todos los estados absolutistas dela época, España y Portugal consideraban a la

8 Si bien en algunos de los pueblos más aislados seconservaron muchas de las tradiciones político-culturales indígenas e incluso trascendieron a laconquista y colonización europeas, esto —como yase dijo— merece un estudio separado que escapa alos límites del presente.

Page 7: Heras Gómez (2004) cultura política y democratización en América Latina

29Cultura política y democratización en América Latina

nobleza con una condición superior en la socie-dad. La estructura de clases era muy clara: elrey, la nobleza y la servidumbre. Tanto la into-lerancia como esta estructura vertical y rígidade clases tuvo un significado especial para lascolonias, a saber, una forzada imposición de losvalores católicos, nobles y militares en todoslos territorios americanos. En 1495 la reformareligiosa isabelina “... aseguraba que la Fé seríallevada a las Indias por la fuerza de la élite delos clérigos...” (Keen y Wasserman, 1988:38).El papa llegó a algunos acuerdos con la coronaespañola conocidos como el patronato real “...por el cual la iglesia católica cedía ciertos dere-chos (...) a cambio de serle permitido el envíode clérigos o monjes en las expediciones (...)una oportunidad única de proselitismo en mi-llones de indígenas” (AiCamp, 1996: 25). Asífue como el monopolio de la iglesia católica seesparció en las colonias americanas. Ningunaotra religión fue permitida en los dominios co-loniales y aún más, cualquier otra expresiónera constantemente castigada por la Santa In-quisición en América. La intolerancia forzosafue el resultado inmediato de este monopolio, yun pretexto para castigar cualquier disidencia.A largo plazo los efectos de esta intolerancia seintegraron necesariamente en la cultura políti-ca: las élites latinoamericanas y aún más elpueblo mismo se volvieron muy intolerantesno solamente hacia otras religiones, sino tam-bién hacia ideas políticas diferentes y hacia for-mas distintas de organización social. Un espe-cialista nos dice que “El catolicismo no fuereligión solamente en el sentido espiritual delconcepto sino que se extendió profundamenteen la cultura política, dada su influencia en laeducación y en la organización social (...) y gra-cias a la falta de competencia de otras religio-nes” (AiCamp, 1996:26).

La mayor parte de los conquistadores asícomo los colonizadores trajeron consigo esosvalores, que además incluían, ideales aristocrá-ticos y militares (los llamados hidalgos), ambi-ciones personalistas, y un alto sentido de racis-mo (pureza de sangre). Ser hidalgo era un idealpara todos los españoles que habitaban en lascolonias americanas. Poseer un pasado aristo-crático y obtener éxitos militares eran conside-rados como los principales objetivos a los que

la gente podía aspirar. En el siglo XIX y XX estacaracterística sería un tema clave para enten-der otra particularidad de la cultura políticalatinoamericana: la difusión del caudillaje o li-derazgo carismático militar y político del sigloXIX y que más tarde derivó en los populismosdel siglo XX.

Todos estos valores fueron impuestos enlos países latinoamericanos. Con el tiempo estesistema adquirió algunas características pecu-liares de acuerdo con la situación política yeconómica de las colonias hacia la corona. Lascolonias constituían una fuente substancial derecursos para las coronas española y portugue-sa, pero estas ejercían un débil control políticosobre ellas. El virrey centralizaba el poder polí-tico-económico y a menudo también controla-ba la iglesia, tal y como lo hacía el rey en Euro-pa. Su único límite era el Consejo de Indias queaparentemente constituía “... la suprema insti-tución legislativa, judicial y ejecutiva de gobier-no” (Keen y Wasserman, 1988:38), pero que enrealidad era ya un poder decadente a fines delsiglo XVII. El virrey tomaba así las decisionesmás importantes en los territorios colonialesdebido a las nuevas condiciones y de larga dis-tancia de la corona.

Un virrey colonial —nos dice un histo-riador— era visto como un verdaderomaestro real, disfrutaba de una inmensaautoridad delegada (directa y únicamen-te) en él, la cual aumentaba por la dis-tancia que lo separaba de España y fre-cuentemente débil o con la naturalezadeshonesta propia de los oficiales meno-res (Keen y Wasserman, 1988:89).

La personalización del poder en el virreycomo autoridad civil y militar suprema “... ten-dió a devaluar la institucionalización de las es-tructuras políticas y estimuló la importancia delas personalidades” (Ai Camp, 1996: 29). Perso-nas y no instituciones fueron los actores cen-trales en la vida política de aquel tiempo. Nodebe entonces sorprender que este esquemaperdurara a lo largo del siglo XIX y parte del XX.La cultura política en América Latina fue dise-ñada no sobre leyes e instituciones sociales si-no en virtud de órdenes personalistas.

Page 8: Heras Gómez (2004) cultura política y democratización en América Latina

30 Leticia Heras Gómez

En la misma línea de argumentación, elvirrey al adaptar las leyes y reglas del Consejode Indias empleaba la contradictoria fórmulaobedezco pero no cumplo. Es decir, aparente-mente se obedecían las órdenes del rey, pero nose cumplían porque en la colonia las condicio-nes eran distintas, y porque además no habíaposibilidades inmediatas de sanción a la deso-bediencia. Este aspecto puede ser visto como laraíz de un precario Estado de derecho, en vir-tud de que colocaba al virrey por encima de laley y abría la posibilidad de hacer leyes que nose iban a cumplir.

La concentración de poder en el virrey,dio como resultado un siempre débil podereconómico y político de la provincia. El corre-gidor es decir el oficial real, el cabildo o ayun-tamiento ejercieron muy poco poder y muyfrecuentemente compartido con las autorida-des eclesiásticas, en donde también se seguíala fórmula obedezco pero no cumplo, y aúndescendió hasta las esferas administrativas delgobierno colonial. De manera que el Estado dederecho se volvió en buena parte solo una fic-ción. Este es otro aspecto de la cultura políti-ca de élites y mandos administrativos, y se vol-vió un hábito que el pueblo tenía queenfrentar cotidianamente.

Reforzando esta estructura vertical seencontraba la falta de representación a travésde cuerpos políticos o administrativos interme-dios. Eran únicamente el virrey y el pueblo, sinninguna institución política de por medio. Nin-gún otro corpus político podía representar le-galmente los derechos de la gente. De hechohabía muy pocos derechos individuales, excep-to para los miembros de la nobleza. Congresoso Parlamentos estuvieron ausentes durante to-do el periodo colonial, de ahí que fueran cuer-pos políticos bastante frágiles en el siglo XIX yXX. En tal virtud, la rama ejecutiva se volviómuy poderosa, las ramas legislativa y judicial apesar de aparecer en el diseño de los estados in-dependientes latinoamericanos, quedaron sinfuerza real en los años posteriores.

En relación con la estructura de clases,cuatro estratos eran dominantes de los siglosXVI al XVIII, los blancos que concentraban lasfuentes tanto del poder económico como delpolítico, y solamente las compartían un poco

con los criollos que eran la segunda clase socialen importancia, los mestizos, los indígenas ynegros que constituían la fuerza laboral en esaépoca, con muy pocas posibilidades de ascensoa clases sociales superiores, ni por el lado polí-tico ni por el económico. En este marco sociallos modernos estados latinoamericanos tuvie-ron como base una estructura de clases suma-mente estratificada, e impermeable a la in-fluencia de las clases inferiores en los asuntospolíticos; y por tanto los escasos intentos porrevertir o contradecir la situación fueron per-sistentemente castigados por las élites enturno. Esto dio como resultado una culturapolítica que restringía e inhibía toda forma departicipación política entre los individuos. Laausencia de la influencia popular en la toma dedecisiones en el orden político fue muy comúndurante el periodo colonial y a todo lo largo delsiglo XIX y hasta las primeras décadas del sigloXX. No hubo un desarrollo específico y paulati-no de las estructuras políticas necesarias paraestimular la participación política, aún cuandotodos los países latinoamericanos se erigieroncomo sistemas democráticos a mediados del si-glo XIX. De esta manera, las pautas generales enlos ciudadanos se fueron convirtiendo en un te-mor a comprometerse en asuntos políticos o enuna simple falta de interés, ambos se erigieroncomo patrones regulares de la cultura políticamás tarde.

En el siglo XIX los criollos tomaron elmando político a través de las guerras de inde-pendencia de las metrópolis. El orden políticofue parcialmente removido y los países latinoa-mericanos se fundaron como naciones liberalese independientes. Sin embargo, pocos cambiosocurrieron en la estructura social y se conser-varon la mayor parte de los valores culturalesanteriores, puesto que los regímenes criollosno tocaron profundamente las estructuras co-loniales. Además, el sistema capitalista de orga-nización económica se instaló en todos losjóvenes países, lo que aumentó de manera rele-vante las diferencias económicas, políticas y so-ciales entre las clases sociales. La existencia degrandes terratenientes dueños de enormes ha-ciendas, fue una de las principales característi-cas económicas de la época y muy a menudoaquellos eran el único actor político en ciertos

Page 9: Heras Gómez (2004) cultura política y democratización en América Latina

31Cultura política y democratización en América Latina

lugares. Ellos jugaron el papel del patrón paralos campesinos y obreros en vastos territoriosreforzando así el sistema de subordinación po-lítico-económica heredado del periodo colonial.En la esfera política también aparece el caudillocomo el líder carismático que protege todo elsistema, figura que —como ya vimos— tam-bién fue heredada de la colonia.

En resumen, para la segunda mitad del si-glo XIX se formó la siguiente estructura política:un ejecutivo poderoso (que se asemejaba al vi-rrey) al lado de cuerpos legislativos y judicialesdébiles, un gobierno central fuerte en contrastecon endebles poderes locales o regionales. Pocohabía cambiado el esquema colonial precedente.Por otro lado, a pesar de que la mayoría de lasnaciones latinoamericanas arribaron al siglo XX

con una constitución escrita de orden democrá-tico, el estado de derecho que con estas, se lleva-ría a la práctica, podía ser considerado una fic-ción muy parecida a la fórmula colonialobedezco pero no cumplo. Todo lo cual desarro-lló un sentido de participación política muy li-mitado, convirtiéndose en un aspecto general dela cultura política ya en el siglo XX tanto en losgobernantes como en la población misma. Estaadoptó, en general, patrones de conducta políti-ca de cierta apatía o poco interés en los asuntospolíticos, que fueron reforzados en buena medi-da por el alto sentido de intolerancia a diferentesideologías, un legado directo del catolicismo es-pañol y portugués, como ya se ha visto.

En este contexto se podría aproximar laidea de que la cultura política en los siglos pos-teriores a la colonización e independencia, fueconstruida de forma que los ciudadanos teníanpoco poder de protestar, reclamar o censurar lasacciones de las autoridades (el derecho democrá-tico conocido como the contestation right en laliteratura anglosajona) y obteniendo una míni-ma representación o posibilidad para ejercer susdemandas. Las escasas revueltas que lo intenta-ron fueron cruelmente reprimidas. Ejemplo deello fue la llamada Guerra de castas en Yucatán(México) en el siglo XIX (Rugeley, 1997).

Y tampoco se creó el hábito de exigir de-rechos o reclamar por su incumplimiento. Porsu parte las élites solían gobernar sin tomar encuenta nada más que sus propios intereses. Enconsecuencia el principio de responsabilidad

para con los gobernados (accountability en laliteratura anglosajona) también estuvo ausen-te de la cultura política. Los gobernantes te-nían poca o nula responsabilidad para con losderechos ciudadanos, que —como ya vimos—eran casi siempre letra muerta. El caciqueejercía un dominio sobre los trabajadores deplantaciones o enormes extensiones agrícolas,pero su autoridad solo llegó a ser cuestionadahasta entrado el siglo XX. Aún más la cons-trucción de los estados latinoamericanos en elsiglo XIX significó un desconocimiento delpueblo en favor del Estado y los grupos domi-nantes (Florescano, 1999). Los proyectos deEstado, si bien de orden democrático, contem-plaron muy de pasada la real implantación deestos derechos y obligaciones.

Cuando se voltea al siglo XX, todos estospatrones culturales son sorprendentementepersistentes, a pesar de que profundos aconte-cimientos políticos (tales como las guerras deindependencia) hayan supuesto un cambio enlas instituciones políticas. Desde este punto devista, todo el siglo XX podría ser consideradocomo la lucha entre estos viejos valores, tradi-ciones e instituciones políticas y los recién ad-quiridos de la democracia. Las revoluciones,los regímenes militares, los sistemas autorita-rios representan, sin duda, parte de esta dolo-rosa lucha.

La larga herencia colonial provee los ci-mientos de la cultura política latinoamericanadel siglo XX. Y no obstante el impacto que hantenido los innumerables cambios ocurridos enel área, los valores políticos que provienen deesta raíz parecen estar todavía presentes.

Si bien esta breve aproximación históri-ca a la vida política latinoamericana de los si-glos anteriores muestra la persistencia de dichosistema de valores, quizá hacen falta mayoresevidencias que refuercen nuestra argumenta-ción y nos permitan actualizarla. Datos de en-cuestas acerca de valores culturales pueden seruna buena fuente. En la parte siguiente se in-tenta un acercamiento más cuantitativo-cuali-tativo al tema, que utiliza del amplio desarrolloestadístico obtenido a la fecha en materia dedatos sobre la opinión pública en América Lati-na en general y México en particular. Veamoscual es el resultado.

Page 10: Heras Gómez (2004) cultura política y democratización en América Latina

32 Leticia Heras Gómez

3. VALORES POLÍTICOS CONTEMPORÁNEOS EN AMÉRICA LATINA: UNA APROXIMACIÓN

Debe aclararse que la democracia, comoorganización social y régimen político que in-cluye igualdad en derechos y obligaciones, es re-lativamente nueva en América Latina. A pesardel establecimiento de regímenes formalmentedemocráticos en el área durante el siglo XIX, mu-chas naciones abandonaron la democracia parainstalar regímenes militares, autoritarios, y sola-mente dos civiles (México y Costa Rica); y el pri-mero de estos solo bajo una definición limitadapuede ser considerado como democrático.

En términos de cultura política, la ma-yoría de estos regímenes no tuvieron prácticasdemocráticas de manera regular. Valores de-mocráticos como la tolerancia, la confianza, laparticipación y el disenso, no han sido fácil-mente integrados a la cultura anterior. Másaún, la instrumentación de gobiernos basadosen un Estado de Derecho sólido no es comúnen América Latina. En un texto Méndez, O’Donnell y Pinheiro describen este hecho como“el no-Estado de derecho en América Latina”.Ellos consideran que muchos países latinoame-ricanos necesitan alcanzar y enraizar los dere-chos civiles y políticos básicos de una democra-cia, que actualmente son a menudo merasformalidades, pero aún están lejos de ser apli-cados (Méndez, et al., 1999).

Fenómenos políticos como el peronismoo cardenismo en los años treintas y cuarentaspudieran no ser considerados ejemplos de valo-res y prácticas democráticas. Estos gobiernospopulistas en lugar de procurar la instalaciónde valores democráticos, propiciaron un tipo departicipación y cultura política controlada porel régimen, tanto en lo económico como en lopolítico, aunado a una lealtad entre las élitesgobernantes.

Muchos hechos podrían ser evidencia delos valores que subyacen a la cultura políticalatinoamericana, tanto en los grupos dominan-tes, como en la población. A través de estos esposible observar que los principios y valores dela democracia aún no han enraizado lo sufi-ciente como para contribuir a la estabilidad ylarga duración de los nuevos regímenes demo-cráticos en el área. Algunos ejemplos de las dos

últimas décadas del siglo XX. El 60% de votospara Pinochet en Chile, contra solo el 39% pa-ra la oposición en 1989, a pesar de la tremen-da experiencia del gobierno militar de los chi-lenos; los fallidos liderazgos neopopulistas ydemagógicos de Fujimori o Menem en Perú yArgentina; los notoriamente corruptos gobier-nos de Salinas de Gortari y Collor de Melo enMéxico y Brasil respectivamente, y la obten-ción, a pesar de todo, de votaciones mayorita-rias hacia todos ellos, no son ejemplos de ins-titucionalización de la democracia. Es decir,con ellos se podría aproximar que los valoresdemocráticos aún no han sido incorporadosen la cultura política de públicos y élites lati-noamericanas. Sin embargo, sería importanteexaminar algunos datos acerca de los valorespolíticos en grupos masivos en algunos de lospaíses latinoamericanos, medidos en términoscuantitativos, con objeto de proporcionar unsoporte más sólido a nuestra discusión. Hayque recordar que hoy en día la precisión de lasmuestras en las encuestas y sondeos de opi-nión pública ya está en su fase avanzada y tie-nen un alto grado de confianza.

La actual investigación basada en técni-cas cuantitativas en ciertos ámbitos de la cultu-ra y participación políticas puede proveer im-portantes evidencias sobre lo que la gentepiensa, siente o percibe sobre la política, el go-bierno, las autoridades, etc. Y si bien no se pre-tende un estudio detallado de los valores cultu-rales latinoamericanos, una breve aproximacióna estos ilustrará mejor nuestro argumento. Ob-viamente investigaciones de otra envergaduraserían necesarias para este propósito.

Para nuestros objetivos, se considera unapublicación importante, el Barómetro Latino9,una organización chilena de opinión pública,cuyos métodos de muestreo y encuestas están

9 Barómetro Latino es una corporación que lleva acabo una encuesta anual de opinión en los 17 paí-ses latinoamericanos. Expresa las opiniones, acti-tudes y conductas de alrededor de 400 millones dehabitantes de la región. La encuesta empezó enocho países en 1995 y se extendió a 17 en 1996. Esuna iniciativa privada no lucrativa para uso de lossectores social y político de la región.

Page 11: Heras Gómez (2004) cultura política y democratización en América Latina

33Cultura política y democratización en América Latina

respaldados por la Encuesta Mundial de Valores(World Survey Values) de 1990-1991, conduci-da por R. Inglehart de la Universidad de Michi-gan en los Estados Unidos.

La certeza estadística de estos estudiosestá ampliamente probada. Las muestras lleva-das a cabo en cada país (al 95% de confianza, y*-2,5 a 3,0 de margen de error) tienen ampliomargen de confianza. Se trata de encuestas deopinión pública que responden a toda una co-rriente de estudios cuantitativos y cualitativos,cuyo principal exponente es el equipo de R. In-glehart. Dicho equipo emprendió desde fines delos años ochenta un proyecto de investigaciónsobre el cambio político, social, económico ycultural de las sociedades tradicionales, a lasmodernas y, a las postindustriales, llevando acabo encuestas a escala nacional en numerosospaíses, primero de Europa occidental, pero quea fines de la década de los noventa ya abarcabaalrededor de dos tercios del total de los paísesde todo el orbe. El proyecto cuestiona muchasde las teorías de cambio social vigentes y lo ha-ce aportando datos significativos sobre la opi-nión de grandes estratos de población. Es decir,estamos hablando del proyecto de investigaciónde mayor calibre, en su tipo, que se haya reali-zado hasta ahora en el nivel mundial, en térmi-nos de política comparada. Por ello los datosque aporta para América Latina están amplia-mente respaldados estadística y teóricamente.

Sin embargo, a pesar de las amplias posi-bilidades que dicho banco de datos y los análi-sis consecuentes pueden aportar a la investiga-ción socio-política, aquí solamente se toman encuenta un número específico de ellos; en virtudde las limitaciones propias de un trabajo corto.Es claro que hacerlo con toda la dimensión re-querida implicaría mucho más que ello.

Es oportuno aclarar que no nos interesatanto el nivel de participación política a travésdel sufragio, es decir la medida del abstencio-nismo o de la votación, cuyos datos son cadadía más precisos y oportunos en casi todos lospaíses latinoamericanos, pero que no son tansignificativos para una noción amplia de cultu-ra política como la aquí propuesta. Lo que aquíse pretende es una aproximación a los valoressubyacentes a esa participación. Por lo tantoopiniones acerca de asuntos relacionados con

lo político pueden ser más ilustrativas que losnúmeros fríos de voto popular, si consideramosdicha noción de cultura política.

Así tenemos que en la tabla (véase páginasiguiente) permite una idea general acerca decómo piensan las poblaciones del área respectoa asuntos políticos como la democracia y todolo que esta incluye. En este cuadro se muestrala preferencia de la gente por la democracia opor los gobiernos autoritarios. En promedio so-lamente el 47% de los latinoamericanos prefie-ren la democracia como forma de gobierno. Es-to significa un poco menos de cinco de diezestán de acuerdo con ella10.

Además de la relativa novedad de la de-mocracia, las respuestas tienen que ver tam-bién con el deficiente desarrollo de los gobier-nos democráticos en la región, particularmenteen relación con los factores de bienestar econó-mico, pero aunados a las pobres cualidades de-mocráticas en los gobernantes. En términos devalores en la tabla se indica que cerca del 20%(dos de diez) habitantes favorecen los regíme-nes autoritarios, lo cual puede ser interpretadoal menos de dos formas: la gente rechaza la de-mocracia por su pobre desempeño, o la gentetodavía duda de la democracia como forma degobierno, y el proceso de aceptación de los va-lores democráticos aún esta en curso.

En general entre 1996 y 2001, ha habidoun decreciente apoyo para la democracia en to-da el área en promedio. Mientras que en 1996la preferencia era de 60%, en el 2001 solo al-canzó un 47% aproximadamente. Resulta difí-cil una interpretación al respecto; sin embargo,podría decirse que no solamente la democraciano se instala plenamente en América Latina, si-no que tampoco ha tenido buenos resultadoscomo sistema de gobierno.

Otra inferencia puede hacerse respectoa los países centroamericanos. Todavía atravie-san por un periodo de rápidos cambios de opi-nión acerca de la democracia, y los númerosen general sugieren una escasa satisfacción

10 Solo para hacer una comparación, en estudios si-milares en España esta cifra asciende al 75% (TheEconomist, Print Edition, July 28th 2001, Lon-dres).

Page 12: Heras Gómez (2004) cultura política y democratización en América Latina

34 Leticia Heras GómezTA

BLA

¿DE

CR

ATAS

DU

DO

SOS?

¿EN

CU

ÁL D

E L

AS S

IGU

IEN

TES

AFIR

MAC

ION

ES

EST

Á U

STE

D M

ÁS D

E A

CU

ER

DO

? %

LA D

EM

OC

RAC

IA E

S PR

EFE

RIB

LE A

CU

ALQ

UIE

R

EN

CIE

RTA

S C

IRC

UN

STAN

CIA

S, U

N G

OB

IER

NO

OTR

A FO

RM

A D

E G

OB

IER

NO

AUTO

RIT

ARIO

ES

PRE

FER

IBLE

A U

NO

DE

MO

CR

ATIC

O

1995

1996

19

97

1998

20

00

2001

1995

19

9619

97

1998

20

00

2001

Arge

ntin

a76

7175

7371

5811

1515

1616

21B

oliv

iaN

.D1

6466

5562

54N

.D.

1716

2213

17B

rasi

l41

5050

4839

3021

2419

1824

18C

hile

5254

6161

5745

1919

1616

1919

Col

ombi

aN

.D.

6064

6550

36N

.D.

2013

1723

16C

osta

Ric

aN

.D.

8083

6483

71N

.D.

79

216

8E

cuad

orN

.D.

5241

5754

46N

.D.

1823

1912

23E

l Sal

vado

rN

.D.

5665

7863

25N

.D.

1213

1010

10G

uate

mal

aN

.D.

5148

5445

33N

.D.

2126

2921

21H

ondu

ras

N.D

.42

6357

6457

N.D

.14

179

158

Méx

ico

4953

5251

4548

1523

3328

3435

Nic

arag

uaN

.D.

5868

7264

43N

.D.

1419

96

22Pa

nam

áN

.D.

7571

7162

34N

.D.

1010

818

23Pa

ragu

ay52

5944

5148

3520

2642

3639

43Pe

rú52

6363

6384

6223

1316

1213

12U

rugu

ay80

8085

8084

798

97

99

10Ve

nezu

ela

6062

6460

6157

2119

1725

2420

Fuen

te:L

atin

obar

omet

ro, h

ttp:

//ww

w.la

tino

baro

met

ro.o

rg

Page 13: Heras Gómez (2004) cultura política y democratización en América Latina

35Cultura política y democratización en América Latina

sobre esta, tanto como sistema de gobierno, co-mo organización socio-económica.

Finalmente una débil confianza en lasinstituciones democráticas deja a la vista unproblema mayor: la necesidad de desarrollaruna cultura de valores democráticos, incluyen-do la tolerancia, la confianza, la participación yel disenso, es decir toda la pesada herencia co-lonial. Como dijimos arriba, la democracia nosolo significa un sistema político competitivo, oun relativo sistema económico justo, sino tam-bién tiene un amplio componente de culturapolítica.

CONCLUSIONES

En resumen América Latina heredó deEspaña y Portugal los siguientes valores: unafuerte noción de poder político y económicocentralizado, parcialmente removido por lasguerras de independencia del siglo XIX; unimportante sentido de intolerancia haciaotras religiones, hábitos, e ideas (incluyendoideas políticas) estimuladas en buena medidapor la iglesia católica. Asimismo, se heredóun sólido sentido de diferenciación social yracial, que en la esfera política se tradujo enuna mayor relevancia de las personas por so-bre las instituciones.

Si bien las naciones latinoamericanasadoptaron una constitución democrática desdeel siglo XIX, es notorio el sentido tan débil delEstado de derecho que la población posee, y deresponsabilidad en las autoridades públicas, asícomo la tímida participación política en losasuntos públicos, disminuida en gran medidapor la estructura vertical de gobierno. Esto úl-timo produjo una rama del ejecutivo muy po-derosa y centralizada y al mismo tiempo un frá-gil desarrollo de los derechos civiles y políticos.Estos valores están presentes en buena parte delos pueblos y élites latinoamericanas de acuer-do con recientes sondeos de opinión pública.Varios hechos en la arena de las élites políticaslo demuestran también.

Es posible que la instalación de una confia-ble democracia política, contribuya a derribarmuchos de los obstáculos señalados y se avanceen el desarrollo de una democracia substancial en

América Latina. De todas maneras la mutación detoda cultura política es siempre de orden paula-tino y no observa cambios espectaculares, peromucho ayudará que las nuevas instituciones yreglas democráticas sean consistentes para go-bernantes y gobernados.

Una última conclusión. En el ámbitoteórico se necesitan más investigaciones sobrelos valores culturales frente a todo cambio so-cial, en este caso de cara a la implantación du-radera del sistema democrático, ya que los va-lores culturales constituyen los soportes clave,una vez que factores económicos y políticoshan alcanzado ciertos niveles. Los valores de lademocracia, son esenciales para estimular laparticipación política entre los ciudadanos, pa-ra edificar sociedades plurales y respetuosas delas minorías, exigentes con los derechos yconscientes de sus responsabilidades ciudada-nas, para sumar confianza en las institucionesy con todo ello legitimar los procedimientosdemocráticos. Son importantes porque permi-ten que la democracia se implante por largotiempo, alcance estabilidad, y con ello evite la-mentables retrocesos autoritarios. El estudiocomprensivo de la cultura política no es un fac-tor menor en el proceso de democratización enAmérica Latina.

BIBLIOGRAFÍA

Abramson, P. R. and Inglehart, R. (1995) ValueChange in Global Perspective, TheUniversity of Michigan Press, Michigan.

AiCamp, R. (1996) Politics in Mexico, OxfordUniversity Press, Oxford.

Bell, D. (1976) Las contradicciones culturalesdel capitalismo, Alianza Universidad,México.

Bonfil Batalla, G. (2000) “Sobre la ideología delmestizaje”, en Valenzuela Arce, J.(coord.) Decadencia y auge de las identi-dades, Plaza y Valdez, México.

Florescano, E. (1999) “Etnia vs. Nación”, en NE-

XOS. Nro. 258, junio, México.

Page 14: Heras Gómez (2004) cultura política y democratización en América Latina

36 Leticia Heras Gómez

Foweraker, J. y Landman, T. (1999) “IndividualRights and Social Movements: AComparative and statistical Inquiry”, enBritish Journal of Political Science, nro.29. Cambridge University Press,Cambridge.

Inglehart, R. (1997) Modernization andPostmodernization, Princeton U J,Princeton University Press.

Keen, Benjamin and Wasserman, M. (1988) AHistory of Latin America, BostonHoughton Mifflin, Boston.

Landman, T. (2000) Issues and Methods in Com-parative Politics, Routlegde, Londres.

Martz, J. (1994) “Comparing Similar Countries,Problems of conceptualization andcomparability in Latin America”, enDogan, M. y Kazancigil, A. ComparingNations: Concepts, strategies andsubtance. Blackwell Reino Unido.

Molinar, H. J. (1993) El tiempo de la legitimi-dad, Cal y Arena, México.

Méndez, J.; O’ Donnell, G and Pinheiro, P.S.(1999) The (Un) Rule of Law and the

Underprivileged in Latin America,University of Notre Dame Press,Indiana.

Rugeley, T. (1997) “Los mayas yucatecos delsiglo XIX”, en Leticia Reina (comp.): Lareidización de América, Siglo XXI,México.

Wagley, Ch. (1968) The Latin AmericanTradition, Columbia University Press.

PUBLICACIONES PERIÓDICAS Y ELECTRÓNICAS

1) Freedom House (2000). En http://www.freedomhouse.org/

2) The Latinobarometro poll. “An alarmcall for Latin America’s democrats” enThe Economist, Print Edition. July 28th

2001, Londres.

3) LATINOBARÓMETRO. En http://www.latinobarometro.org/inisobrepro.htm

4) University of Michigan (1991) WorldSurvey Values. Michigan.

Leticia [email protected]

Page 15: Heras Gómez (2004) cultura política y democratización en América Latina

37Cultura política y democratización en América Latina

Los siguientes son solo algunos de los

más recientes títulos que se han editado en

México y en algunos otros países respecto al

tema, si bien algunos no son recientes siguen

siendo fuentes obligadas o clásicas del tema.

Ilan, Bizberg. (1997) “Legitimidad y cultura

política: una discusión teórica y una revisión

del caso mexicano”, en Revista Mexicana de

Sociología, UNAM, 1/97, México; Durand P.,

Manuel (1997) “Cultura política de masas y el

cambio del sistema político: el papel de la am-

bigüedad cultural”, en Revista Mexicana de

Sociología, UNAM, 1/97, México; Durand P.,

Manuel (1998) “La cultura política de los

alumnos de la UNAM”, UNAM, México; Peschard,

Jacqueline (1997) La cultura política demo-

crática, IFE, México: El texto pionero en esta

línea es el de Rafael Segovia La politización

del niño mexicano de El Colegio de México,

1975; y su más reciente reflexión al respecto:

“Una cultura política inmóvil” en NEXOS, nro.

223, México. Un estudio parecido es el de José

Antonio Crespo titulado “La participación po-

lítico-electoral de los universitarios en Méxi-

co” (1991) en Movimientos políticos y proce-

sos electorales en México, publicado por la

Universidad de Guadalajara, México. Y otro

mucho más cercano a lo electoral, es el de So-

ledad Loaeza, (1992), titulado Cultura electo-

ral en México. IFE, México. Dos artículos que

intentan un enfoque más comprensivo son:

Castaños, Fernando (1997) “Observar y enten-

der la cultura política: algunos problemas fun-

damentales y una propuesta de solución”, en

Revista Mexicana de Sociología, 2/97, UNAM,

México; y Durand P., Manuel y Smith M. María

(1997) “La educación y la cultura política en

México: una relación agotada”, en Revista Me-

xicana de Sociología, 2/97, UNAM, México. Fi-

nalmente un artículo bastante crítico de la

tradición norteamericana sobre cultura políti-

ca es el de Alfredo Echegollen G. (1998) “Cul-

tura e imaginarios políticos en América Lati-

na” en Metapolítica, nro. 7, México.

Otros textos son: Inglehart, Ronald.

(1989), Observations on Cultural Change and

Posmodernism, Sage Pub. London; Welch,

Stephen. (1993), The Concept of Political

Culture, St. Martin’s Press, New York;

Diamond, Larry. (1989), Political Culture and

Democracy in Developing Countries, Lynne

Riemer Pub. London.

Mayo, 2003

APÉNDICE