helicobacter pylori y el nobel de medicina 2005 a sus ... · vez primera, en 1975, la gastritis se...
TRANSCRIPT
Helicobacter pylori y el Nobel de Medicina 2005 a sus descubridores Warren y Marshall
J. Rico
A partir de 1983, dos científicos australianos, Barry J. Marshall
y J. Robin Warren, confirmaron en más de una publicación que la gastritis crónica y la úlcera péptica (hasta entonces calificada como subsiguiente al stress y la hiperclorhidria), eran debidas a una bacteria flagelada que fue denominada «Campilobacter pylori» (1, 2).Toda una era de investigaciones y estudios sobre la úlcera gastroduode- nal («sin ácido no hay úlcera»), con su clínica y medicaciones clásicas utilizadas en el tratamiento (alcalinos, dieta de leche, etc., etc.) se ponía en entredicho y comenzaba una serie de nuevos tratamientos ante este germen, hoy reconocido como Helicobacter. Dos momentos cruciales me han permitido ser testigo de excepción ante este hallazgo:1) El II Congreso Mundial de Gas- troenterología, celebrado en Munich en mayo de 1962, al que asistí como becario Humboldt en Alemania, cuando se estudiaba el estómago con papilla baritada y se utihzaba como gran revolución la «Magensaug-biopsie»
(biopsia ciega de estómago por aspiración) propuesta por el Prof. N. Henning de Erlangen. En ese Congreso, un japonés, el Prof. Nakamura, presentó en un intermedio de las sesiones, la «Gastrokamera» o gastro- cámara, que por vez primera permitía por endoscopia directa visualizar la mucosa gástrica en su totalidad y en forma incruenta (3). Aquello fue el principio de la endoscopia digestiva, gracias a la cual la biopsia de mucosa gástrica y duodenal selectivas permitiría el estudio macroscópico e histo- patológico, y con él, la visualización de unos raros objetos «en forma helicoidal» que aparecían en las tomas y tras tinción al Gram.2) La 98 Reunión de la Sociedad Alemana de Medicina Interna (abril 1988), celebrada en Wiessbaden, en la que amablemente fui invitado por el Prof. L. Demling (discípulo del anterior) a participar en una Mesa Redonda sobre «Tratamiento del ulcus péptico». Aparte los clásicos antiácidos, se utilizaban ya los anti H-2 (que habían producido espectaculares beneficios eliminando casi por comple-
Palabras clave: H elicobacter pylori. Warren y Marshall. Ú lcera gastroduodenal.
Fecha de recepción : D iciem bre 2 0 0 5 .
Seminario Médico Año 2006. Volumen 58, N.° 1. Págs. 115-120
to las complicaciones del ulcus) y el omeprazol. Pero además, ya se mencionaba a otro agente causal descubierto años atrás: El (todavía) Cam- pilobacter pylory como agente causal de la úlcera péptica. Y aparte el efecto de los anti-H2, se pasaba a discutir el posible papel que otras terapias (el bismuto, utilizado desde muchos años atrás y después abandonado) pudiesen tener en la curación del ulcus (4). Al leer la adjudicación del Premio Nobel de Medicina de 2005 a los doctores Warren y Marshall (5, 6) me han venido a la memoria estos recuerdos. Y con ello, el deseo de actualizar brevemente lo que desde entonces se conoce sobre el Helicobacter pylori (Hp). El descubrimiento de esta bacteria constituye uno de los mayores acontecimientos en la moderna historia de la gastroenterología y de otras especialidades médicas como veremos enseguida. Una magnífica revisión sobre el tema fue publicada en el año 2002 (7). Las publicaciones posteriores han añadido más interés al tema. Dada mi condición de internista me referiré preferentemente a los datos clínicos y terapéuticos que este germen plantea.
Etiología y epidemiología
Hasta finales del siglo XX se consideraba el estómago como un medio hostil para el crecimiento bacteriano. Por vez primera, en 1975, la gastritis se asoció con la presencia de una bacteria en la mucosa gástrica. En 1983 Warren y Marshall (1) cultivan un microorganismo gamnegativo que fue incluido en el género Campilobacter.
Años más tarde pasó a ser incluido en el género Helicobacter adoptando el nombre actual (H. pylori), junto a otras 11 especies más halladas en la mucosa gástrica e intestinal de otros mamíferos. Después vino su aislamiento, caracterización y cultivo. Hoy se sabe que el Hp vive en la capa del mucus del estómago, lo que le protege del ácido clorhídrico. Esta bacteria segrega ciertas proteínas que atraen a los macrófagos y neutrófilos, produciendo inflamación en la zona donde se encuentra. Asimismo produce grandes cantidades de ureasa (muy útil este dato a la hora del diagnóstico) y segrega también proteasas, citoxinas (interleucina 8), FNT, interferon gamma y otros productos que son responsables del daño que produce en la mucosa gástrica (7).La infección por Hp está ampliamente diseminada por el mundo. Un 50% de la población mundial está infectada por el Hp. Y además, existe una relación inversa entre el grado de infección y el nivel socio-económico de la región correspondiente (8).Se conoce asimismo que la infestación se produce durante la infancia. La transmisión del germen se hace a través del agua, por vía oral-fecal u oral- oral e incluso se ha hablado por algunos de que el germen puede alojarse en las adenoides de los niños (9, 10, 11), aunque este extremo aún no se ha podido confirmar..La clínica de la infección por Hp es variada y aunque su manifestación parece ser preferentemente digestivas, también puede haber otras extradigestivas. Esto ha hecho crecer la
atención sobre el germen y sus posibles consecuencias clínicas.La infección puede ser totalmente asintomática a pesar de la gran incidencia con que afecta al ser humano. O sea: La ausencia de síntomas parece ser lo que predomina en el sujeto infectado.La presencia de cuadros dispépticos pasajeros se da con cierta frecuencia y especialmente en la edad infantil. Su aparición puede ser atribuida a la ingesta de ciertos alimentos o no ser objeto de atención dada su brevedad o carácter leve. De todos modos, este puede ser el comienzo de las manifestaciones clínicas. El Hp queda alojado en el niño a perpetuidad (7) a no ser que sea erradicado.Más importante en la clínica es la presencia de ulcus péptico a nivel gástrico o duodenal con todo su cortejo de manifestaciones. El alcohol y el tabaco agravan la sintomatología, hecho que ya era sabido antes de ser conocida la Etiología (12).La aparición de una gastritis crónica, con evolución a gastritis crónica- atrófica autoinmune es algo nuevo. Incluso, en este caso pueden aparecer anticuerpos anti-mucosa gástrica e bipergastrinemia, hecho de antes conocido, aunque su causa se creía autoinmune.Y esta gastritis crónica, si está localizada en el fundus, puede llevar a la aparición de una anemia perniciosa. Aquí aparecen ya las manifestaciones extra-digestivas. Al igual que determinadas anemias ferropénicas, no debidas a falta de ingesta de Fe sino a pérdidas microscópicas del mismo (13).
Más aún: Hoy se considera que el lin- foma MALT de localización gástrica, también tiene una relación directa con el Hp (15). Veremos después las perspectivas cjue esto plantea respecto al tratamiento.Y el gran hallazgo (aparte los anteriores) incide cada vez más en la relación entre cáncer gástrico y Hp. (16). Profilaxis y tratamiento del mismo quedan totalmente abiertos a discusión.Por último (basta hoy) parece que determinados tipos de púrpura trom- bopénica idiopática (17) son producidos o coadyuvados, por mecanismos aún no bien aclarados, por este mismo germen.La edad parece predisponer a la infección o al menos hace más vulnerable al sujeto (18). Este hecho y la presencia de cáncer gástrico en edades avanzadas es otra cuestión abierta a la investigación. Asimismo, el uso creciente de antiinflamatorios no este- roideos (AINEs) y de acetil-salicílico (tan utilizado como antiagregante pla- quetario), parecen agravar la infección, incluso en estadio latente, de este germen (19).Y no queremos insistir. Pero la investigación lleva a la coexistencia de arterieesclerosis, enfermedades coronarias, enfermedades cutáneas (rosá- cea, otras) e infección por Hp, de tal modo que llegamos a niveles insospechados de implicación que requieren un estudio más sosegado (20).El diagnóstico de la infección por Hp se puede hacer por varios procedimientos:El test de la ureasa, o «test del aliento», consiste en la aplicación de un
papel impregnado de sustancia de- tectora de ureasa en la boca y la exhalación del aliento del sujeto. La sensibilidad y especificidad del procedimiento es alta (un 90%) y es además totalmente inofensiva y no agresiva (7).Otro test a utilizar (especialmente en niños) es el estudio de heces, con lo cual la detección de antígenos del germen se puede poner de manifiesto con una sensibilidad similar a la anterior. La presencia de anticuerpos al Hp en sangre facilita hacer otro estudio a veces seriado que nos va a permitir indirectamente detectar la presencia del germen o al menos el paso por el organismo, incluso después de su erradicación. Esto es un inconveniente cuando se desea comprobar con rigor la eliminación definitiva del Hp del organismo (7).El test más fiable es el estudio histo- patológico del germen en mucosa gástrica o duodenal, especialmente en adultos, personas con pérdida de peso o hemorragia digestiva. El hallazgo mediante la tinción con Gram nos dará relación exacta de la existencia del germen, así como su desaparición tras el tratamiento. El único inconveniente es la endoscopia gastroduo- denal, más o menos molesta para el paciente.El tratamiento de la infección por Hp ha sido objeto de diversas investigaciones. En todo caso, el uso de antibióticos (amoxicilina, claritromicina, etc) asociados a un anti-H2 parece el tratamiento de elección. Se han propuesto en este sentido varios esquemas, que exponemos a continuación
muy resumidos, ya que hay varias opciones:1. Omeprazol (40 mgr/día) + claritromicina (500 mgr/3 veces/día) durante 2 semanas, seguido de omeprazol 20 mgr/día, durante 2 semanas.2. Omeprazol (20 mgr/2 veces/día) + claritromicina 500 mgr/dos veces/ día) + amoxicilina (1 gr/dos veces/ día), durante 10 días.3. Subsalicilato de bismuto (250 mgr/4 veces/día) + metronidazol (250 mgr/4 veces/día) + tetraciclina (4 veces/día) durante 2 semanas + un anti-H2 durante 4 semanas.En vez del omeprazol se propone asimismo el uso de otros inhibidores de la bomba de protones (lansoprazol, esomeprazol) como terapias de primera línea (7).Y las indicaciones para realizar tratamiento de la infección por Hp vienen también expresadas en la misma revisión (7) tantas veces mencionada:— Ulcus gástrico o duodenal (activo o no).— Linfoma MALT.— Gastritis atrófica.— Cáncer gástrico reciente o resecado.— Dispepsia funcional (tras exploraciones efectuadas con test positivo).— Reflujo gastroesofágico (opcional).— Uso de AINEs o A.A.S. (opcional). También se ha planteado el problema de las recidivas. En un porcentaje no despreciable (un 20%) de los casos, tanto el tratamiento del ulcus como de la gastritis superficial puede ser o bien ineficaz, o bien el cuadro puede reaparecer. En estos casos la repetición del tratamiento o la utilización de otras pautas pueden entrar en consideración.
¿Y la profilaxis?
Parece obligado hablar de ella cuando nos encontramos ante una infección tan extendida.Aún estamos en plena investigación y no hay nada seguro. La confección de una vacuna parece lo más indicado, pero a corto y medio plazo hoy por hoy estamos en los principios. Los intentos efectuados hasta la fecha aún no han dado los resultados apetecidos.De todos modos algo se ha avanzado. Cuando recordamos los tratamientos propuestos hasta los años 89 (los antiácidos, la supresión de sal y especias, la dieta a base de leche), las complicaciones habituales del ulcus péptico (perforación, estenosis, hemorragia), los tratamientos quirúrgicos (gastrectomía subtotal, el Billroth I y II, la vaguectomía, etc)... todos ellos pasados ya a la historia (salvo las hemorragias digestivas), desde la aparición de los anti-H2 (con la cimetidina como primer fármaco eficaz), se
puede decir que mucho se ha avanzado en el tratamiento de esta infección.Y a punto de cerrar este trabajo llega a mis manos la conmemoración del Premio Nobel de Medicina 2005 a Warren y Marshall en el New En- gland Journal o f Medicine del 8 de diciembre de 2005 (20). Es muy interesante recordar que el famoso Hp ya había sido reconocido por otros autores tiempo atrás, aunque sólo en piezas quirúrgicas o de necropsia. Y que sólo los autores premiados (ante todo médicos clínicos) fueron capaces de reconocer la relación entre enfermedades y este germen. Y que sus estudios se vieron perfeccionados gracias a la endoscopia. Con lo que se cumple la frase de Pasteur: «El azar no favorece más que a los espíritus preparados». M
José Rico Irles, Catedrático Emérito de Patología Médica. Facultad de Medicina de Granada.
Referencias bibliográficas
1. WARREN, JR ., MARSHALL, BJ.: «U niden- liffied curved bacilli on gastric epithe- lium in active chronic gastritis». L an cet, 1983, 1, 1273-5.
2. Marshall, BJ.; Goodwin, CS., Warren, JR. et al.: «Prosoective double-blind trial o f duodenal ulcer relapse after eradica- tion o f C anip ilobacter p y lo r i» . Lancet 1988, 2, 1437-42.
3. TI Welt Kongres fiir G astroenterologie. M unich 1962. Resúmenes publicados en Edit. Karger. Basilea, 1962.
4. Demling, L.; Domske, W.; Rico-Irles, J., Arnold, R. et al.: «Rundtischgesprách: Ulkus therapie. 94. Tagung de Deutsche G esellschaft fiir Innere M ed izin ». K li- nische W schft. Suplem. XIII, 1988, 150- 153.
5. PlNCOCK, S.: «Nobel Price winners Robín W arren and B arry M arshall». L a n cet, 2005, 366 (9495); 1429.
6. WATTS, G.: «N obel price is awarded to doctors who discovered H. py lori» . Bril.M . J., 2005, 331, 7580; 789. '
7. SUERBAUM, S ., M lCHETTI, P : « M e d ic a l p r o g r e s s : h e l ic o b a c t e r p y lo r i in f e c t io n » .N. Eng. I. J. M ed., 2002, vol. 347, n.° 15, págs. 1.175-86.
8. Hernández T riana, M.: «Helicobacter pylory: la bacteria que más afecta al ser humano». Rev. Cubana A lim ent. Nulr., 2001, 15 (1), 42-54.
9. REAVtS, C.: «R ural health alert: h elicobacter pylori in well water». J. Am. Acad. N urse P ract., 2005, 7, 283-9.
10. Krumbiecelm R; Lehman, I., Alfreider, A. et al.: «H elicobacter pylori determi- nation in non municipal drinking water and epidem iológica! findings». Iso lopes Environ. H ealth Stud., 2004, 1, 79-80.
11. BlTAR, MA.; So w e id , A., M a fo u z , R. et al.: «Is helicobacter pylori really present in the adenoids o f children?». Eur. Arch. Oto- rrinolaryngol., 2005, mayo 29, 112-15.
12. C á r d e n a s , VM ., G r a m , DY.: «Sm oking and H elicoba cter p y lor i in fection in a sample o f U.S. adults». E pid em io logy , 2005, 4, 586-90.
13. H er sh ko , C.; H o ffb r a n d , AV., K eret , D. et al.: «R ole o f autoinlm m une gastritis, H elicobacter pylori and celiac disease in refractory or unexplained iron deficiency anaem ia». H aem atológica , 2005, 90, 5, 585-95.
14. Pa r so n n e t , J.; H a n se n , S., R o d r íg u e z , I. et al.: «H elicobacter pylori infection and gastric linphoma». N. Engl, J. Med., 1994, 330, 1.267-71.
15. FARINHA, P., G a s c o y n e m R D .: «H e lico bacter py lor i and M ALT lym phom a». Gastroenterology, 2005, 128, 6, 1.579-605.
16. F ic h b a c h , W.; C uan, A O .,W on g , BC. «H elicobacter pylori and gastric malig- nancy». H elicobacter, 2005, 10, supl. 1, 34-9.
17. St a si, R.; R o ssi, Z „ STIPA, E. el al.: «H elicoba cter p y lor i eradication in the managem ent o f patients with id iopatic th rom bocytopen ic p u rp u ra » . Am . J. M ed., 2005, 118, 4, 414-9.
18. PlLOTTO, A .: «Aging and upper gastrointestinal disorders». Best. Pract. Res. Clin. G astroenterol., 2004, 18, supl.73-81.
19. G a sb a r r in i, A.; C ar lo n i, E., Ga sb a r r in i, G. et al.: «H elicobacter pylori and extra- gastric diseases-Other helicobacter». H elicobacter, 2004, 9, supl, 1, 57-66.
20. PARSONET, J.: «C lin ician D iscoverers M arshall, W arren and H. p y lo ry » . N. Engl. J. Med., 2005, 353, n.° 23, 2.421-23.