heinzelman, kurt. la economía de la imaginación, breviarios del fondo de cultura económica, ...

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l-i.,-' 1'\::- (+n¡^/u- , T, ( - l )

[r. v*.--¿-cL.^u I I I I . "LAS

¿J=€.-- . -* - ; - .

III ¡-"<t -

tfr.-*J*;r- . Ulao-- . 118'l

PALABRAS IRREALE,S' '

El lenguaie en la economía polí t¿ca

II-a economía política] trabaja en cir'

cunstancras especialmente di f íc i les:

los que son versados en sus abs$ac'

ciones sueien carecer de un contacto

verdadero co¡r los hechos de que tra'

ta; los que t ienen contacto con los

hechos sientet l , et l general , muY

p<r:r simpatía ¡xrr sus abstraccionesy

las conocen mal. l -os hombresde le '

t ras que escr iben acerca de el la em'

plean cont inuarnente lo que un gran-*r"r tro

l lama "palabras i rreales" '

(Wnurrn BA(;EHo-r, Los postulados d¿

la economía polí t ica inglesa).

Ln ronnlncróN del valor es una función crít ica de la

teoría económica, la parte constitutiva del discurrir

económico. Por cllo, el arte de la economía estuvo

asociado durante mucho tiempo con la fi losofía

moral, porque los valores éticos y económicos eratl

consideiados expresion(s que corroboraban l" q:Í

el Mammón de Spenser trataba rie aprovechar' x'l

desarrollo cle JJra ciencia económica reveló un pro'

pósito distinto. E,n efecto, como el objetivo de la

ciencia es crear una forma coherente, sisternáúcal

clara de discurrir (que no tiene que ser especial'

menr.e úti l para ,o,, 'ár decisiones ¿e carácter ético)'

los economistas del siglo xIX se propusieron inde'

pendizar a la "ciencia económica" de sus significan'

tes verbales no económicos, mediante la redéfinición138

..LAS PALABRAS IRREALES' '

de palabras heredadas tales como "producción","distribución", "artículo", "precio", "intercambio","ganancia", "crédito" y, más ampliamente, "rique-za", "dinero", "propiedad", "frabajo" y el "valor"mismo. Para fi jar principios científ icos, cosa demayor importancia, tuvieron que desarrollar defi-niciones nuevas y rnenos emotivas del tema mismode su interés. Hubo que distrnguir la "ciencia eco-nómica", disciplina que explora la operación fun-cional de fenómenos empíricos, de la "economía",que fue considerada o una disposición moral o unaorientación fi losófica dirigida a los problemas so-ciológicos. La creación del valor se convirtió in unaactividad polarizada. Quien se ocupara de las reali-dades de la ciencia económica no tenía que ser nece-sariamente versado en la "economía" en abstracto.

En el presente capítulo analizaremos una serie deobras de autores económicos, para descubrir cuáleseran las ficciones que se hicieron necesarias parareconstruir la "ciencia económica" como una solaformación discursiva unificadora. La mejor defini-ción aplicada de "formación discursiva" es dadapor Michel Foucault en su Historta de la locura enla época clásica, y en ese sentido uti l izaremus estaexpresión. I-a tesis de Foucault es que la "locura"-la idea, el concepto normativo- está contenida yexplicada en todos los estu,dios positivos de los "clí-nicos" sobre la locura.l FIe aquí cómo resume dichatesis en La arqueología del conacimiento:

Ciertámente sería erróneo tratar de descubrir lo que seha dicho de la locura en un momento determinadomediante el examen del ser mismo de la locura, de su

t Michel Foucault. ¡fistoria de larcr, 1977. Estos "clínicos" son losPlntores, etcétera.

lc,"ura en la éPoca clásica,poetas, teólogos, filósofos,

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140 LA LITERATTIRA Y LA E(lO¡-()N{ír\

contenido secreto y de su verdad silenciosa y autocon-tenida; padecimientos mentales, se decía en todos los

escritos eir que eran mencionados, clasif icados, descri-tos, explicados, y que exponían su desarrol lo, indica-ban sui diversas correlaciones, los juzgaban y posible-

meirte los dotaban de la palabra, articulando en su

nombre razonamientos que debían tomarse como sifueran suyos t . . . ] En cada uno de estos casos no se

tram de la misma enfermedad; no ienemos frente a.

nosotros a los rnismos loct-rs.z

La misma dif icultad se nos presenta en la estructu-

ración imaginativa de la "economía". Las ciencias

económicas de Aristóteles y de spenser son dist intas

cle la d.e Thoreau, cada una está estructurada sobre

una concepción diversa de la economía, cada una

trata de diferentes clases de hombres económicos. El

método de Foucault consiste en demostrar que un

tema dado -en su caso, la locura; en el nuestro, la

economía pol í t ica- nunca t iene una racional idad

l ineal n i una histor ic idad congruente. Cualquier

tema es afectado por lo que objetivamente se dice de

é1, cuando la locura (o la economía)son objeto de una

aserción. " ivfediante el examen del ser mismo cle la

locura", metodología que, según entiende Foucault,

es cohereiite con la concepción tradicional tie la

historia de las icleas, sencll lamente se l icga a una

compleja representación de la orienración histórica

de uno-mismo. Foucault ha hecho ver la crueldad

que la civi l ización se ha autoperpetrado en nombre

¿ie ta racionalidad, por medio de su convicción de

que la " locura" es una categoría racionalmente de-

drrcible, y por el lo advierte que otras formas más

generales del pensamiento -en nuestro caso, la es-

2 Michel Foucault, The Archaeology ol Knoutledge, aad' L'

M. Sher idan Smith, P. 32.

"LAS PALABRAS IRREALES" l4 l

tructura de la economía polít ica- también estánexpuestas a ser consagradas como categorías racio-nales.3 En cambio, una metodología . .arqueológica' ,más flexible puede revelar también la cálidad esen-cialmente imaginativa o ficticia de esas formulacio-nes discursivas.a

. Así pues, Foucaul t ¡ rone en g'ardia al h istor iadorintelectual contra la represeniación de sus faculta-des "racionales" mediante formas más complejas ent¡n contexto, y menos cornplejas en otrrrs:

A pesar de las apariencias, no debenrc¡s imaginar quealgunas discipl inas histr i r icas han pasado de lo cont i-. ,o a l<¡ discont inuo, mientras que otras han pasadocl. u 'a rnasa pululante de discont inuidades . . rrr idod",mayores e i r i intcrrurnpidas; no debemos imaginar queen el anál is is de la pol í r ica, de las inst i tuciones o de laciencia económica sc'ha incrementudo nuestra sensibi-l idad a las determinaciones generales, mientras que enel a.ál is is de las ideas v del c.onocimienro hemo, pr.r-tado más 1' más atención al juego de las di ferencias;

' . ,debemos imaginar que estas dos grandes formas dedesr:r ipcr ic ' rn se han cruzado sin reconocerse nArqueolo_gía d.el conocimiento, p. 6] .

Entonces, ¿córno sucecic ese "cruce"? En este pasaje,la meráfora de Foucault del cruza!se es precedid.aPor una metáfora tan cornúD, eue práciicamentepasa inadvertida. Nos pide prestar atención (on a

- _ 3 L,sa advertencia es reiterada por el ecc-¡nomisu moderno Frank

FI. Knight: "h l térrnino 'ec.nólnico' ha l lega<io. , r r^rr ."pra. , i -camelr te ( 'orno sin¡ in i lno <le intel igente o ra. i ( )nal" (The Ér.rrrrrr -mtc ()rgatt iza! ion, p. l ) .

^ ' "Nr, , , .u lme¡rre. ósta tambiÉn es la tesis de Foucai¡ l t en The

urder ol rh ings. dorrde Ia "cconomía pol í r ica" es comDaradaespe< í f icamente con otras forrnaciones discursir .as ta les cámo ta

otología" y la . ,gramát ica".

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142 LA LI'I ERAT'URA Y LA ECONOMíA

prété l tne at tent ion);5 la . t raducción hace posible

.up,ur^ admirablemente la importancia (económica)

exacta de la expresión francesv (,prét, "préstamo")'

Estas expresiones idiomáticas son precisamente las

que exigen nuestra atención, para P-od9r reconocer

uho.u .J "¡rr.go de las diferencias", la "masa pulu-

lante" (fourmillement, hormigueo) de semántica

informai y formulaciones sistemáticas del discurrir

económico.En el lenguaje cotidiano no empleamos a menu-

do ei modo de discurrir económicc¡ en su sentido

singularmente comercial, y rara vez, si acaso, lo usa-

-oi "r, el sentido específico de los teóricos de la

econotnía, ni hay razón alguna para que io haga-

mos. Acerca dellenguaje de la ciencia económica,

L. M. Fraser obserrra: "E,n primer lugar, no pretende

corresponder al lenguaje ordinario",u y procede a

explicar, con conceptos claves, tales como "precio"'

"valor"y"trabajo", ladiscont inuidaddelostroposeconómicos en las muy comunes y a veces incons-

cientes actividades de nuestra vida diaria.T Ya antes

(aunque menos categóricamente), Ruskin había se'

ñalado una dislocu.ión semejante del lenguaje, l le'

gando hasta apuntar las l imitaciones de su. gropiaconcepcrión, es decir, que el l lamar la atencil>n sen-

. .LAS PALABR.AS IRREALL,S' '

na del todo ni las resuelve. En la práctica, nuestraconciencia económica está unida tan integralmentea nuestros procesos ordinarios del pensamiento, quede continuo pensamos con términos económicoscuando deseamos pensar acerca de temas no cconó-micos que afectan los valores morales y estéticos.(En alemán, por ejempio, la palabra Schuld, que esbastante común, significa al mismo tiempo "endeu-damiento" y "culpa"-) El alejamiento del discurrireconómico de otros tipos de evaluación (como laestética o la moral) creó un lenguaje polarizado, loque para el econornista lord Lionel Robbins sondos niveles separados del discurrir.s Experimenta-mos al revés el fenómeno que Frcud l lama "de laspalabras básicas". El uso idiomático que hacemosde palabras tales corno "precio" o "valór" (o "pres-tar atención") es una confirmación de su significadoant i tét ico.e f )escle un punto de vista "c ient í f ico",estas palabaras demuestran la duplicidad esencial* la " i r real idad"- del lenguaje mismo.

Para evaluar la consistencia discursiva de la eco-nomía polít ica, primero tenemos que analizar, se-gun el vocabular io de Foucaul t , " la economía de laconstelación discursiva", que no es otra cosa que la

8 Lcrrti i- ionel Robbins, An E.ssay on the Nat,-;re and Signil i 'coTce ol Economic Science, p. 148. Hay ed. esp. FCE, México, 1944.

,,^s Sigmund Freud., " fhe Antithetical Meaning of Primal Words"

ll9l0)' en The Standard Edition o! the Comflerc Psychological'^'o'hs ul Signtund Í'reud, tracl. 1' eci. gral. -fames

Strachey coni \ l lna Frerrd, XI , l1 ' r3-162. Por suptrestc l , Frer¡d af i r rnaba qtre IasPalabras quc tienen significados aritiréticos (como las voces inglesasc,teytre, hender, y buckle,: 'ujetar) son restc),s dc una integridadPsiquica

l r r imordial del ic i i<¡ma. No r¡bsranle, en Ios términoseconr imi<os

aquí consic lerados. prrecle verse que la categor iza-

llun' to.iottalización y acción represiva de la conciencia hantogrado

dar real idacl a ur¡¿ tarc l ía i lusión de fundamental idad.

143

cil lamenre a tales diferencias verbales no las i luint'

5 Michel Foucault, L'archéologie du saucir (París: Gall imard,

!969).. L. n¿. Fraser, Economic Thought and I 'anguage, p' 33'

? Fraser distingue el significado "verbal" de una palabra y su

aceptaci<in "real i en c.onomia ( ib id ' , pp' l -20) ' Véans" las R!;

12-45y57s.apropósi todeladi ferenciaexistenteentre.Precroyl ,uul t r" . En el lenguaje ec<rnómico, " t rabajo" t iene un sent ido

áramáticarnente dit 'árró del que tiene cn el vocabulario .rdina'

r io (pp. 219 s.) , te ma que se.ái isc"t ido con mucho mayor detal le

en los capítulos v l a v l l l .

FErRFñ

trI

¡I!

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144 LA LITERA-TLIRA Y LA ECONOMIA

ciencia económica mism a (Arqueología.del conoci '

Á-iento, p. 6G). Revelando la relación existente entre

lu, d".írtaciones de carácter económico y otras for'

mas del discurrir, los escritos econémicos l levan a

"" .uir.¡ón sin salida; el lenguaje es refractario a los

".or-ro*istas. Karl Polanyi aiude a"la semánticade

la teoría económica" al mismo trempo que nos po'

;; ;" guardia contra el error de atribuir capacidad

e.onóÁica al lenguaje,r0 attnque el ouejarse-de las

áeficiencias de étle ei un lugai común en tcdos los

escritos de economía- "Desgraciaclamente -afirmó

trlitt ..t el siglo xlx-, desde que se empieza a Lratar

el tema hay que esforzarse por eliminar la formida'

Uf. u-Uigtiedacl del lenguaje'" rr Ya en el siglo xvttt '

sir Jamei-St..,t., había-advertido que "la imperfec'

cióir del lenguaje nos hace caer con frecuencia en

disputas que son meramente verbales" ' Y que cau'

* f ; ' tu piort i tución del lenguaj"" t l Y desde el s i '

t., *uir, Will iam Petty comprendió las especiales

dificultades verbales de la ciencia económica, las

cuales rrató de eludir por rnedio de un método arit '

-éti.o, definido .omó sigue: "El método que ern'

pleo para esto no es muy cornún; pues en luga; dt

r'rrur,únicamente palabras comparativas y.superlatr

vas y arÉiumentos intelectuales, he preferido (corno

.:"*pf. de la uiit*¿ti.a polít ica a que .he terrdido

por mucho tiempo) expresarme.en término-s ^!:::,.

mero, peso y med.id'a, emplear sólo argumentos sefl'

Karl PolanYí, PAME, P' 177 '

ffi; si.,l; i'i¡¡í,' i ¡ " [; p t"' o f - P-2 t 1 ! i c a t l' " " ?^] y," 2:i,.

. .LAS PALABRAS IRREALES' ' 145

satos y considerar únicamente las causas que sonbases visibles en la naturaleza." 13 Esta declaraciónimplica que el lenguaje mismo es incapaz de expre-sar la "sensatez". Idealmente, la cslrculación ecc¡nci-mica quedaría así l ibre de los "argumentos intelec-tuales", sustituyendo las ambigiiedades del discurrirverbal con la clara terminología aritmética de nú-mero, peso y medida. Es entonces irónico que el"método" de Petty, primitivamente estadístico, seano sólo el más "común", sino un factor sine qua nonde la teoría económica moderna.

La gran paradoja Cel valor, que trataron de resol-ver sobre todo Adam Smith y David Ricardo, seplantea porque "la palabra ualor [. . . ] t iene dosacepciones".l{ Consecuentemente, el análisis econó-mico tuvo que desarrollar su propia lingüística. Comoobse rvó el f isiócrala y etimólogo profesional francésA. R. Turgot, "el dinero es un lenguaje". No obs-tante, a renglón seguido Turgot aclara que el dine-ro también es el "común denominador que une atodas las lenguas".15 El significado de la palabra"leneuaje" o "lengua" en estas dos oraciones esequívoco, y no ayuda a aclarar su sentido ni siquie-ra la observación más precisa y sistemática de Po-lanyi: "No hay grarn {tica que todos los usos deldiner,-. tengan que respetar" (PAME, p. 178). En suprirner l ibro, Teoría de los sentirnientos morale",Adam Smith trató de demostrar que "las reglas de lajusticia son comparables a las reglas de la gramáti-ca", si bien en otra ocasión dijo implícitamente que

'3 Wil l iarn Petry, "Pref:rce" cle Pol i t ical Ar i thmetick, en TheEconomic Wrinn'gs of Vlitl iarn Petty, ed. C. H. Hull, f , 224.

'{ Adam Smith, WN,l, cap. rv. Hay ed. esp. FCE, l,{éxico, 1958.

^ tu A. R. J. Turgot, "Valueind Money" , en Precursors ol Adam

¡rni¿h, ed. Rcnald L. Ir.{eek, p. 79.

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fne :r" ;'; :;";; ;ii, " i'J''' " i á"ü ) i'i' p h ; ¡ e; ; ! i), { ; l' *; 1:l;t,Jr{17"1K'áíii'í,,"a worhs o¡ Joh'''{tuLrt uiil' "0, Í,'l;:?. f}Í"t',i; : d;'ffi ."; ; "i ; "*,

á',,o, rererimos a es ta edrir¿nHay ed. esp. F(rr . , México, l95l '

12 Sir James Steuart , An Inquiry into

tal Oetot tornY, I ' tx .

the PrinciPles of Polttr '

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I48 LA LITERATTIRA Y LA EL:ONOMIA

bras pueden estimular la imaginación poética, pero

en la prosa no tienen lugar, porque ésta "es el esti lo

.ott q,r" se hacen todas las cosas normales de la

vida, i 'dos los negocios y acuerdos. Nadie ha hecho

nuncz ui-r l rato en verso" (Retór ica, p ' 132) ' Los. ,valores" l ingt i íst icos de estos dos est i los verbales di-

versos son de áos clases, pero trno ha sido aceptado sin

ruido como más importante desdc el punto de vista

polít ico, gracias a la insistencia de los gramáticos en

que las eqlivocaciones y ambieüedade. (poéticas) no

pueden ".tto.

presentes en una retórica clara'

Mas decir que Smith pretende excluir la poesía

del comercio es una exageración; pues, en cier'-o

sentido, en su Retórica simplemente demuestra, que,

como Ben Jonson, prefiere la "claridad" del len-

guaje y la eionomía de esti lo clásica a las sententiae(cf . el cap. I). Pero Smith y sus continuadores logra-

ión algo más radical: la creación de una economíapolíticá q'e es una esrrucrura de ficción poseedora

áe la f.uefza creativa de la poiesis. Como forma sin

igual del discurrir, en efecto, la economía polít ica

ei producto de la imaginación artística y puede as-

piiar a una forma de interpretación más alta que la

simple "economía" moral- La ciencia eccnómicap,r.á. servir de contrapoetica. Recordemos la siguien-

ie afirmación cl-e Frank H. Knight: "El costo de la

vida, aun en el sentido más restringido del término'costo', siempre depende del 'nivel' de vida, el cual

es principalmente una Lategoría estética, y en un

sentido "r

qr_,. la estética comprende todos los valo-

res." Aunque concluye Knight que "la discusión de

cst.rs probiemas no es tarea de la ciencia econórni-

ca".is Hablando estrictamente, la mayor parte de

ts Cl. Melvi l le J. Herskovits, Economic Anthropology, p '5l l '

l-as observaciorres de Knigh¡ acerca de la labor de la ciencia

..LAS PALABRAS IRREALES' ' I49

los economistas modernos estarían de acuerdo enello. Pero para ser tan estrictos, los economistas hantenido que proponer otro concepto de "estétíca",según el cual hasta el mismo valor estético puedeser dividido en categorías, tasado e interpretado pormedio de "valores" económicos. Implícitamente, lamisma prosa recibe por part .e de Smith un valoren términos comerciales. Tenemos que afrontar aho-ra Ia cuestión de si la palabra nos permite diferen-ciar con el necesario rigor el "valor" lal como sedefine en la ciencia económica del "valor" definidoen otras formas del discurrir. Cuando, ante la nece-sidad de purif icar su propia semántica, la teoríaeconómica del siglo xIx codificó sus "palabras irrea-les" constituyendo una "ciencia" aparte, se encon-tró en el atolladero verbal de que habla el epígrafede Bagehot con que se inicia el presente capítulo.Para que la "economía polít ica" no se conviertaella misma en una "palabra irreal", los que son"versados en sus abstracciones" también tienen queestar "en contacto con los hechos de que trata". J. S.Mill, que fue tanto hombre de letras como econo-misa, nos dará el prirner exemplurn, ya que trat'óde emprender la difíci l tarea posaristotélica de com-binar (según dice Walter Bagehot)ia "simpatía" conel "conocimi.ento", y de establecer "tln verdaderocontacto" e¡ttre los hechos económicos de nuestravida y las abstracciones éticas por las que afirmamosvivir.

económica son una respuesta a la visión antropológica de laeconomía sustentada por Herskovits. L a discusión entre ambos,publicada originalmente en el Journal ol Polit ical Economy,49(1941), fue luego revisada y publicada como parte del l ibro de

Herskovi ts, pp. 508-531.

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I5O LA LITERATTIRA Y LA ECONOMIA

JoHN Sruenr l\{rr-r- y LA FoRrr¿¡cróN DEL LECToR

El t í tu lo el estudio de Mi l l nos da la c lavc'de su in-tención: Principios de economía polít ica con algu-nas de sus aplicac'iones a la fi losofía sociaL Asignan-do aphcaciones fi losóficas a sus principios econórni-cos, Mi l l t rata de eniazar la perspect iva humaníst icatradic ional , en la que el economisn era un f i lósofomoral, con la perspectiva científ ica y profesional deun economista acaCémico ) . , anal í t ico. Siendo alrnismo ticmpo Lrn compendio enciclopédico de lasprernisas, postulados y conclusiones de la economíapolít ica clásica desde Adam Smith hasta el mismopadre de Mill, su Economía polít ica tarnbién es unejercicio de teoría económica original, escrito porun br i l lante v ávido estudiante de la c iencia. Enla ¡rrimera página, Mill dice con toda razón que lahistoria estructural de la "ciencia económica" esuna ciencia tardía:

En todo sector de los asuntos humanos, la prácticaprececle considerablemente a la ciencia: la invest iga-ción sistemática de los modos de actt¡ar de las poten-cias de la naturaleza es el productr,¡ tardío de un largocurso de esfuerzos encaminados al empleo de tales po-tenciales para fines práciicos. En consecueniia, conce-bir como lrna !-arna de la ciencia a l¿i economía políticaes algo extrcmadarnente moderno; pero el tenra a que seref ieren sus invest igaciones ha sido siempre, necesa-riamente, uno de los principales intereses prácticos dela humanidad y, a veces, indebidamente exagerado

nObras, I I , 3] .

Mi l l t iene un doble propósi to: anal izar c l concepro,extremadamente moderno", de la ciencia económicamica comc sector distinto y separado de los asuntos

, .LAS PALABRAS IRREALES' '

humanos, y de guiarnos al mismo tiempo hacia unavisión más amplia de dichos asuntos, en la cual laciencia económica pueda considerarse uno de losmuchos métodos de lograr un entendimiento social.Así pues, apela a nuestro "indebidamente exagerado"interés en el asunto -es decir, a nllestra inclinaciónéticamente interesada-, demostrándonos ei granprovecho que obtendremos del estudio de la cienciaeconómicv y, z la par, cómo podremos emplear lainformación así obtenida, aplicándola a otras formasdel conocimiento. Dentro del campo de la econo-mía en cuanto tal, el doble impulso de los Princi-pios de Mill ha l legado a ser visto como dos meto-dologías diversas, la "deductiva" y la "inductiva".La primera ha sido considerada una visión fornta-l ista de la economía, una microeconomía, que seentiende como el estudio del mecanismo de la ofertay la demanda que controla los precios y determinalas condiciones del mi:rcado ya sea aLltorreguladora ono. La segunda ha sido l lamada vis ión sustant ivade la economía o macroeconomía, es decir, estudio, - l^ rcle la expresión y sat isfacción de las necesidadeshumanas en términos de la existencia mater ia l deun indiv iduo o de una scr iedad.2a La tesis de Mi l l es

. . -20 He interpolado las def in ic ior¡cs de Polanyi de eronomía"formal" y "susrant iva" (PAlvIE, pl¡ . 139.r . ) a las acostumbra-das def in ic iones de micro y macroeconomía. C/. Wi l l iam Brei t yHarold M. Hochman, eds., Readings in Mitr<teconornics, p. vul"La microeconomía es la rama de la teoría económica que selnteresa en la conducción de las familias y firmas individuales enel proceso de e lccción forzada." Generalmente se entiende que lalrlacroeconomía se refiere a las implicaciones sociales más am-plias de la administración económica, y según J. l"{. Keynes,Plantea un "análisis de la teoría del ingreso y del empl $". Cf .Harold R. Will iams y John D. Huffnafle, eds. MacroeconomicTheory, p. l .

l5t

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152 LA LI-TERATI]RA Y LA ECONOMIA

que ambas clases de ciencia económica son úti les ydeben estudiarse juntas.2r Insistiendo en esta con'junción, Mill se convierte en el írlt imo representantede la gran tradición fi losófico-económica británica,si se acept.a que la palabra "eccnomista" tenga els igni f icado, rnás ampl io, que tenía ¿r f ines del s ig loxvrr l y pr incipios del xtx y que permit ía incluir ental categor'ía desde Locke hasta FIume, pasando porColeridge y De Quincey.

Si la perspectiva pluralística de la ciencia econó-mica de Mill ha sido superada por sistemas de inves-tigación económica más especializados, parece po-nerlo fuera de moda, precisamente, lo que induce acrit icar nuestra exposición de la complejidad estruc-tural de la "ciencia económica", circunstancia his'tóricamente interesante pero de poca uti l idad eneste caso. Conforme a la opinión de Mi l l , }a " imaEl i 'nación" económica era todavía un concepto opera-tivo, identif icable y creíble . En sus manos, la cienciaeconómica, arte tardío, todavía no se convertía enuna ciencia t.otalmente miserable porque su espí'ritu creador aún era considerado una manifestaciónde la imaginación, de manera que la ciencia econó'mica seguía siendo, en último análisis, una partecsr,ructuralmente integrante de la [ r losofía socialdel hombre. Mill podía usar el iciroma de la cien-cia económica para hablar acerca de la estructul'acióneconómica misma, porque para él la "economía"

2r Por supuesto, Mill no usti las palabras "microeconomía" Y"ma(roeconomía", pero insistía en que la teoría económica abarcalas economías morales y funcionales, las teorías de la produc'

ción o del precio y las del usr, social. Véase la distinción hechapor Overton H. Taylor entre la "economía polít ica" de Mill y su

propia "ciencia económica", en A History of Economic Thought,pp. 247-270.

. .LAS PALABRAS IRREALES' ' I53

seguía conservando su doble definición de distribu-ción funcional y de disposición moral. El análisisde Mill revela el proceso del pensamienro econó-mico, que es el objeto de su examen económico,sobre la premisa de que el lenguaje y los conceptosde la teoría económica rienen que ser aplicables alidioma diario de la realidad, y de que debe existirun lazo estructural entre estos dos géneros del discu-rrir, la semántica de la teoría económica y la semán-tica del lenguaje común.

Para comprobar la validez de esre principio, Mil lpresenta, primero tácitamente y .lespués en formaexplícita, la imaginación del lector como un ele-mento de traba.¡o activo y necesario para la fi loso-f ía social de sus Pr inci¡ t ios. Y exrendió su plural is-mo hasta concebir al lector como testi€To plesen-cial de la validez social de las investigaciones eco-nómicas del autor. De esa manera, su pr imera de-f in ic ión de la c iencia económica debe examinarsecon gran cuidado, pues no es, como parece, unaverdad evidente. E,sa definición del tema de la "cien-cia económica" depende de lo que él ident i f icacomo objeto de la "economía": "Este tema cs larrqueza. Los autores cle economía política se ocu-pan de enseñar o investigar la naturaleza de la riquezay las leyts de su producción y distribución, e inclusodirecta o remotamente, la operaciórr de todas lascausas por las que la condición de la humanidad ooe cualquier sociedad de seres humanos alcanza ono la prosperidad respécto a su objeto universal deoeseo" ( .Obras,I I , 3) . Esta def in ic ión se basa en unaperspectiva sólidamente occidental, europea, capi-talisa y (como dijo Max Weber) prorestanre, peroIlo es necesariamente propia de'Mill, t¡uien, discreto,se mantiene a distancia de los demás "autores de

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I54 LA LITERATURA Y LA E,CONOMíA

economía polít ica", mediante el recurso de emplear

esta radical definición más que como un axroma

como pantalla o molde en que proyecta sus proble-

mas más ponderados. ¿Pueden en realidad estudiarse,

d.irecta o remotamente, todas las causas por las que

la condición de la humanidad es o no próspera? ¿Essiempre la riqueza un "objeto universal de deseo"?

No sin razón dice Mill "enseñar o investigár"' pues

esto i lustra Sus intenciones. Mientras los otros auto-

res de obras económicas "se ocupan" de una cosa o

de la otra, Mil l exhorta a los economistas a no aban-

donar su misión de persuasión moral solamente para

investigar lo que más adelante l lama "hechos econó-

micos'l Para é1, enseñar es investigar, porque el

economista no es un objeto de conocimiento uni-

versal, aun cuando su materia sea el "objeto univer-

sal cle deseo". L,s más, al terminar el pasaje citado

surge la sospecha de que el significado de "riqueza"

sea"ambigu;, con referencia al reino de la prospcri-

dad mateiial como ral o al del bienestar espiritual e

intelectual, que abarca toda la "condición de la hu-

manidad". f)ejando el concepto corlt i¿rrio de "no

prosperidacl" a la maleable imaginación del lector,iu ro, cle Mill se c'n'ierte, disimuladarnente, en la

de un predicador laico.La fú¡ ic ión quc Mi l l se asigna es subrayaCa unos

renglones más adelante cuando exhorta ai lector a

detinir la "riqueza", ya que el autor no lo ha hecho,

con las siguicntes palabras: "Todo el mundú tiene

una noción, suficientemente correcta para fines co-

munes, d.e lo que quiere decir riqueza. L a investiga'

ción relacionada con ella no corre el peligro de con'

fundirse con la que se relaciona con cualquier otrogran interés humano" (Obras, II, 3). "Comunes" es

in adjetivo de tono ambiguo, y la última frase puede

. .LAS PAI,ABRAS IRREALES' '

[omarse en sentido sarcástico. Ruskin no la captóasí, pero no le gusró; sencil lamente creyó que Mill,cediendo a la clase de definiciones comunes que"todo el mundo t iene", [o hacía otra cosa quejugar irresponsablemente con "definiciones verba-les fa lsas".22 Mas lo que salva a Mi l l de sucumbirante la exigüidad intelectual lamentada por Ruskines el reto planteado por la palabra "relacionar",usada reiteradamente. ¿Cómo se relaciona uno conel cornplejo tono de Mill y, aLa vez, con la cuestiónmás amplia de si nuestras nociones "suficientementecorrectas" sobre la riqueza económica están conec-todas con "cualquiel ' otro gran interés humano' l?"No fue simplemente un l ibro -escribió Mill en suAutobiograf ía, aludiendo a su Economía polít ica-0e ctencia abstracta, sino también de aplicación, yno trata de la economía polít ica como algo inde-Pendiente, sino como un fragmento de un todo ma-yor, como una rama de la fi losofía social, tan entre-lazada en todas las demás ramas que sus conclusio-nes, aun en su propio campo particular, son verdade-ras sólo condicionalmente porque esr.án sujetas a latnterferencia y la reacción de causas que no caeirqi¡ 'cctamente dentro de su esfera." z3 ¿Qué relacione.sPodemos, pues, imaginar entre los aJuntos prácti-cos: la ciencia de la economía polít ica, y los princi-pios absffactos: el arte, mediante el cuai la i ienciaeconómica se convierte en eiemento importante delasPecto rnoral de nuestra vida?

Ruskin -interpretó mal los Principios de Mill por,9ue, siendc un tipo de "l irerato" ál esti lo de Bage-

,^,".Th" Worhs ol John Rushin, ed. E,. T. Cook y Alexander've{derburn, XVII, 80. En el rexro nos referimos a esta edición.,^'" John Stuart M'lll, Autobiography, ed. Jack Still inger, pp.' tu ' t {1.

En el lexro nos refer imos a esra edición.

155

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156 LA LI-I'L.RA'[I-IRA Y LA I'(l()NOMi,\

hot, quería disecar la segunda parte de la preguntaanterior. el arte de la "economía" abstracta, anu-lando la importancia morai de la primera parte, laciencia de las "realidades" económicas. Después clecrit icar a Mill por menospreciar la "evaluaci<in com'parativa del moralista", a renglón seguido Ruskinrevela una ambivalencia más pi-ofunda y da la clavepara la comprensión de la obra de Mill, quien, segúné1, "merece ser honrado entre los economistas por'que sin darse cuenta desconbce los principios que él

mismo postula, y porque tácitamente introduce u¡lasconsideraciones morales con las que, según él mismo,su ciencia no t ienc relaci<ln" (Obras. X\/ I I I , 79). Sinembargo, la renuncia de Mill no es inconsciente,sino p-ersuasiva. La clif icultad para "relacionarse"

con las complejas exigencias de la obra de Mill strrgeporque su método de investigación es inductivo,mientras que los medios con que cuenta el lectorpara i lustrarse a la luz del l ibro son deductivos'Partimos de las nociones generales suficientementecorrectas de nuestra vida diaria, y de allí avanzamoshacia los principios económicos y directivos especí'f icos, tal es nuestra tarea como lectores. Mas el autofmismo parte de un punto dist into, ya que empiezapor los detalles de la ieoría económica, de lo que se'*r..r"

inductivamente hacia una apiicación rnás

amplia de los mismos al campo de la conducta ética'

nt tnjeto de estos d.os procesos es el mismo en el

lector y en el autor: cornprende cómo y por a-u.eestamos en un mayor "peligro" real si no;'cornbi'namos" la investigación económica con la otta grarr

actividad humana.2a Finalmente, se nos pide corn'

2{ Vale la pena señalar la insistencia de Mill a este reslrcto'

cl.of

"On the Definit ion of Polit ical n.ono*y;""¿ á" tft. Method

Investisation Proper to It", ensayo V de los Enssays on SoNigation Proper to It", ensayo V de los Enssays on SoN

. . t -AS PAI-ABRAS IRREALES"

binar nuestros conocimientos para no confundirnosrespecto a la importancia de la investigación econó-mica "como algo independiente". Lo que para Rus-kin fue, según su lectura, un rechazo inconscienre,en realidad es la dinámica de la lectura como larecomienda Mill: proceso de "acriva interferencia yreacción de causas que no caen directamente dentrode su esiera [de la economía polít ica]".

La estrategia retórica de Mill es una versión expo-sitiva de la estrucruración poética de Spenser rra-tada en el capítulo anterior, en la cual se intentainducir al lectcr a superar la ambigua percepciónaristotélica del proragonista poérico (Guyón) paracaptar la visión cristiana del poema por medio de laeconomía inrermedia de Mammón. En la obra deMill, esta visión mediatizacla convierte en prorago-nista al autor rnismo y al lector en su anragonistapoético. Nuestra percepción se convierte en un par-ticipante activo en el ágon del l ibro. Tenemos quecaptar una fi losofía más amplía por medio de laciencia económica. Sólo mediante la uti l idad de talesfuerzo podremos comprender los valores uti l i ta-rtos de la misma economía polít ica.

, Esta estrategia, además, resume la dinámica de la

ll:lytu cclmo queda revelado por el encuentro quervl l l l tuvo en su juventud con Wordsworth. El re lato0e esta experiencia, segú n la Autobiograf ía, ruvo

Unsett led Quest ions cf Pot i t icat Economy,pp. 120-164: " [ . . . ] es

Ydno esperar que se pueda llegar a la verdad, ya sea en ei campouc ta economía polít ica o de cualquier otra Civisión dc las cienciassociales, mientias veamos los héchos en lo con¡:reto, cubiertosPor toda la complejidad con que los ha rodeado la naturaleza, yqdtemos

de llcgar a una ley general rnediante un proceso de"¡qucción. [ . . .] no queda otro método que [. . . ] el de la 'e specu-'ot ton absrracra" ' (pp. 148 s.) .

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I58 T,A LI ' |ERATURA Y I-A ECONOMIA

lugar después de la crisis mental y severa depresiónsufridas por Mill en 1826-1827:

Lo que hizo que lcs pxtemas de \4/ordsworth fueran

una medicina para mi estado mental fue lo que expre'saban, no sólo la cabeza exter ior, s ino las condicioncsdel sent imiento, y del pensamiento matizado por el

sent imiento, bajo la atracción de la belteza. Parecían

ser la verdadera cul tura de los sent imientos que y0

buscaba. En el los parecía yo beber de un¿ fuente de

alegría inter ior, de placer afín e imaginat ivo, c le la

cual todos los seres humanos podían part ic ipar: y qu€

no tenía relaciór; alguna con luchas o imperfec.ciones,sino que se enriquecía con cualquier avance de la con'dición f ís ica o social del hombre [ . . . I E inmediata'mente me sentía al mismo t iempo más bueno y másfel iz, al i r quedando bajo su inf luencia fAu' tobiogra'fía, p. 891.

Wordsworth Mi l l veía no lo qEn los poemas deen sí mismos eran,"Durante mucho

sino lo que podían hac-er por él:tiempo reconocí a Wordsworil

menos valor pormedida de lo queAl afirmarse estepoiesis cede antehéroe dc cste pasajc n() es WorCsrvort t r , s ino Mi l l ,esdecir no es el poeta, sino el lector con espíritu crea'dor.

La "cul tura de los sent i in ientos" se conviertecomplemento dinámico de la cultura estáticagusto crít ico mediante la que, por lo gSeneral,juzga el valor de la poesía. Naturalmente, i '{ i l l rernoce y aprecra los "principios" de ésta; ello es biperceptible cuando observa que "seguramente

sus méritos intrínsecos eue por lahabía hecho por rní" ( ib id. , p. 90)hech-o, el mérito intrínseco delael valor uti l i tario de la lectura. El

existido, aun en nuestros tiempos, poetas rnás gra

. .LAS PALABRAS IRREALE,S,, I59

des que Wordsworth" (ibid., p. g9). Lo que Word.s-wolth proporciona a Mill no es un escape que d.elanálisis conduce a los sentimientos, sino la confir-mación de las costumbres analít icas por la emocióngenuina: "Y el placer que estos poemas me causa_ron demostró que en esta clase dé cultura no habíanada que terner de la más firme costumbre de haceranál is is" ( ib iC., pp. 89 s.) . El p lacer de que se habla95 personal e "interior", pero está basado en la con-fianza rrlálor de que "puede ser compartido portodos los seres humanos". Este .uevo paso tarnbiénes decisivo para el futuro lector imaginado en Eco_nomía polí.t ica. Proclamando la poiesis puesta enJuego por él mismo en calidad de lector en Words_worth, Mi l l insinúa que existe un lazo más fuerteentre la interpretación l iteraria y el ..avance de lacondición física o social del hombre", avance queliteralmente es un "estado cle ánimo',, ..ánriquecido"por la adición de sentimientos sociales. Veinte añosdespués, la realización de tal estado de ánimo seconvierte en el objetivo de su libro Economía política.

L,a primera vez que Mill señala que esta meta sepuede alcanzar, y consecuentemente que st¡ l ibropuede iograr "el tono general que lo distingue delas antcriores exposiciones de la economiapclítrca"(Autobicgrai ía, p. 148). coincide con su evl luaciónde la función de Harriet Tavlor en la creación de sulibro: "Lo abstracto y p,...r-.rrte científ ico en gene-ral era mío: t . . . 1 en todo lo relat ivo a laapl icaciónde Ia fi losofía a las exigencias de la sociedad y delprogreso humano, fu i iu discípulo" ( ib id. ,p. 49).Lrt 'ro. hay razón alguna para que nos rnteresemos enla justif icación profunda de la modestia aquí de-rnostrada por tvtill, porque en el contexto de lo queeS[amcs üatando su esposa no es más que otra ima-

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160 I-A LITERATURA Y LA ECONO]\, Í íA

gen del lector creador. En relación con la obra deMill sobre economía polít ica, Flarriet sencil lamentefunciona como antes el propio Mill respecto a lapoesía de Wordsworü, convirtiendo los pensamientosde su marido en "un principio vivo":

Como las generalizaciones económicas no dependende las necesidades naturales sino de las que se combi-nan con los arreglos ya existentes en la sociedad, [aeconomía polí t ica] t rata de el las sólo como algo provi 's ional y expuesto a una fuerte al teración por efecto del

avance del progreso social. Yo comprendí parcialmenteeste aspecto de las cosas gracias a los pensamientossurgidos en mí con el estímulo de las especulacionesde los sansimonianos. mas este aspecto se c<-rnvir t ió enun pr inc. ipio vivo, s iempre presente y animador cle rr t il ibro, grac' ias a las exhortacir¡nes de mi rntr jer l Ib id. 'p. l4el .

Lo que está siempre presente y anima la composi-ción del l ibro se convierte a su vez en el reto presen-tado por éste a su posible lector, que es abrirse pasopor medio de "la apreciación científ ica de la acciónde estas causas [económicas]", "poniendo el ejem-plo de no tratar dichas condiciones como si fuerandefinit ivas". El carácter "provisional." -es decir,"yiv6"- de la argumentación del l ibro depende,pues, de la interacción instructiva <ie la imagina-ción del lector', prefigurada en el primer gasto de Ha'rriet, en su inversión imaginativa. Sin es'.a partici 'pación, cl l ibro caería en un análisis científ ico y

estático; dicha participación es 10 que nos permiteesperar un cambio positivo en el progreso de lasociedad que dé por resultado un impulso hacia "laverdadera cultura de los sentimientos".

Como Mill insiste en que aduzc¿rmos nuestros prin'

"LAS PALABRAS IRRI-r\ l -E.S"

cipios económicos en el contexto de las verdaderasprácticas economizadoras del hombre y a la luz de"los arreglos va existentes en la sociedad", puedeentonces revelar que la "dinámica" de una conductaeconomica correcta deriva de otras experiencias sincarácter económico, tales como la lectura de obrasl i terar ias. Según Mi l l , la lectura es un proceso vi ta lpara la furrnulación del pensamiento, y la l i tera-[ura, en su sentido más amplio, comprende tambiénlos textos -como los de Mill- que hacen exposi-ciones no "l iterarias". Igualmente, el lector con espí-ritu creador también se convierte en el economiitaideal in paru'o.

. El punto que Mi l l quiere demosrrar es que la"economía pol í r ica" está sujeta al anál is is etonó-mico formal y no lo está, como resulta de la siguientecl ta: " l in real ic lad, la cconornía pol í t ica nunca hapretendido dar consejos a la humanidad sin másluces que las propias; aunque algunas personas, sinsaber ntós que economía polít ica (y consecuente-mente conociendo este mal), se asignaron la tarea dedar consejos, que sólo podían ,lar con las luces queposeían" ( ib id. . p. l4 l ) . Esra adverrencia nos rrae aIa memoria la descripción de los peligros que ¿ice-chan a los literatos y ecoiiomistas que tráten d. f"..rrr-dar unos campos de los otros, t.gúr. Ragehot, y entos Príncipios de econornía política, li/.lll inrentóencontrar el modo de neutraltzar tales peligros. Jus-tifica la orientación necesariamente do6le de su remarnediante la división de la tarea del economista enIuos campos: la "estát ica" y la "dinámica". L.a "está-u¡¡S c"mpos: la "estática" y la "dinámica". L-a "está-t lca" es "el campo de las realiclacles econórnicas";investigarl¿r es determinar córno se crea y dcfine latrqueza. Anál izandoia "se obr iene una vis ión colec-t ive ¡- r^- r^--1-^- r* : ^^^ -r^ r^ -^^:^,r^, f "

t6 l

va de los fenómenos económicos de la sociedad"

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162 LA LITERA-TURA Y I-A I,CONOMíA

(Obras, I lI, 707). En cambio, la "dinámica" es elcampo de la ficción económica; investigarla es dercr-minar cómo se aplica la riqueza y los medios quehacen posible intercambiar metafóricamente la ri-queza literal por un bienestar social más general.Una ', 'ez evaluada la estática, observa Mill, "todavíatenemos que considerar la condición económica dela humanidad como algo sujeto a cambios, más aúnt.. .] en todo momento sujeto a cambios progresi.vos. Tenemos que considerar lo que son estos cam-bios, cuáles son sus leyes y sus tendencias finales,agregando así la teoría del movimiento a nuestrateoría del equil ibrio, la dinámica de la econorníapol í t ica a la estát ica (O bras, l l l ,707). Precisamehreen este momento, la Ecortomía polít ica de Mill con-vierte su análisis de la producción económica en losprolegórnenos de su estudio de la distribución socialy uti l i taria. Pero como en todo el l ibro Mill hadicho que las leyes económicas aparenremente obje't ivas tienen que derivarse del conocimiento subje-tivo de los arreglos sociales, culturales y morales, enrealidad desde un principio desafía implíciramenteal lector a que él mismo aporte estos conocimientos,Precisamente un conocimiento subjetivo de esta clasele permitií¡ a Mill. durante la lectura de Wordsworrh,galvanizar su desesper¿.ión consciente <,onvirtién-dola en un principio conlpensarorio de avance cui-tural. Y el misrrro conocimiento por parte de sumujer hizo posible que escribiera en su forma defi-nit iva la Economía polít ica. lmaginada así, la cien-cia econórnica reveia sus verdaderas "relaciones" conla sociedad: simulráneamente debe derivarse de nues'tra disposición rnoral y ser un factor constiturivo deel la.

I-os "cambios progresivos" de la estática ala diná'

i:, .

. . I -AS PALABRAS IRREALES,' 163

mica de la economía política ya están, pues, prefi_gurados en la estrategia rerórica de la .á."páriciónde Mill.25 En las primiras páginas del l ibro,'"r u.r,o,implora a los economirtur qü. reconozcan las ..uti-lidades fijas e incorporadas en los seres humanos,,(obras, I I , 48): es más, er varor ut i r i tar io der rectorpara los juicios morales del propio Mill es precisa-mente-lo que indica que ras t '.,ralidudes

morares deIos trabajadores son tán importantes para la eficien_cia v valor Ce su trabajo como las intelectuales,,(Obras,I I , l0g). Mi l l puécle ser un auror ran revolu_cronarro y "activista" como Marx, porque iuegoestas "cualidades morares" son la baie aÉ ra mitacrde la teoría económica de Mill:

Las leyes y co'dic' io'es de ra procrucción de la riquezacomparte. er c'arár-ter rre l:rs r crrlacles físicas. En eilasno hay nada ni opcional ni arbi trar io.

No es así respecro a Ia disrr ibución de la r . iqueza,que es únicamente Lrn asunto de inst i tució¡r hur '¿ina.\ ln_a vez que están cl isponibles las cosas, la hum¿rni-dad, individual o corectlvame.re, ¡ruecle hacer con elrasIo que quiera. puede ponerlas a áis¡r ,rs ic i¿n áe quienle plazca, y en cualerqüi . .u términos [ . . . ] La c l is t r ibu-ción de Ia r iqueza, pues, clepende de las leve, y cosrum_bres de la socieclad fObra. i , i l , 199 s.s. ] .

La di f icul tad f i r ra l , por supuesto, es que . . las leyes ycosturnbres de la socredad" no de¡xnden de la .,vercladfísica" sino de las ambivalenciai

-",rf ir i.as y de !c' 's

caprichos de la vol¡rntad del hombre. En la Auto-btografía, Mill llega a la conclusión de que su máximo

25 OtraFrank I{ .ding the

opinión distinta sot¡re estos términos puede 1/erse en:Knight. "stat ics and f)vnamics: Some Queries Regar-Nlechanical Analogy in Economics", en History and

llIethod ol Economics, pp. 179-201.

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165r64 LA LI 'TERATURA Y LA ECONOMíA

logro "consistió principalmente en hacer una dis-tinción correcta entre las leyes de la producción dela riqueza. que son leyes reales de la naturaleza ydependen de las propiedades de los objetos, y losmodos de su distribuciórr, que dependen de la vo-luntad humana aunque están sujetos a ciertas con-diciones" (p. 148). Si para el economista las "leyesde la naturaleza" son reales,las leyes que afectan lavoluntad humana tienen que ser irreales, especial'mente en el sentido de que se expresan por medio dela imaginación y de que'se manifiestan en los arre-glcs ficticios que llamamos cultura y sociedad, loscuales están sujetos a la lógica económi.a y al mismotiempo no lo están. Si partimos del concepto deriqueza postulado como "el objeto universal del de-seo", ya hemos progresado hasta el punto en que elmismo "deseo" tiene que convertirse en objeto delanálisis econórnico. El dilema de la economía polí-t ica es que las leyes naturales no se aplican conexactitud a las cuestiones d.e la voluntad humana;mas si los economistas excluyen del razonamiento aésta, imponen una terrible pérdida a la misma ima'ginación humana. Mill plantea directamente la cues'tión del lug:ir de la imaginación en la ciencia eco'nórnica, apelando a la imaginación del lector comoparte dinámica de la invest igación "c ientí f ica".Naturalmente, como se verá, los economistas ytambién los l iteratos como Ruskin iebatirían esto,t i ldando la estrategia de Mi l l de intento de elu 'dir la cuestión económica por medio de "palabrasirreales".

Mi l l publ icó en I87l ia sépt ima y úl t ima edic iónde su l ibro. La Teoría de la economía polít ica de W.S. Jevons, aparecida ese mismo afio, cont.enía unadcfinición de la "cienciá económica" l"adicalmente

. .LAS PALAtsRAS IRREAT-L,S' '

diferente, y en consecuencia también del economista.Lo que para Mill era la conexión temática integralde la economía polít ica con la fi losofía sccial seconvirtió sencil lamente, para Jevons, en "la rela-ción de la ciencia económica con la ciencia moral".26En los últ imos párrafos de su introducción, Jevonstrata por fin esta "relación", como si se hubiesevisto obligado después de todo a decir algo, llegandoa la conclusión de que "aquí tratamos la especiemás baja de sentimientos" . La ciencia económica espara éi solamente una ciencia práctica y hasta prag-mática, más adecuada a los rnétodos del nuevocálculo que al discurrir razonado de la fi losofía. Yaunque, según Jevons, la fi losofía conserva su lugaren la negociación de la conducta ética, no por elloes necesaria en la exposición de la teoría económica,porque en realidad la ciencia económica está pordebajo de la fi losofía.

I-as observaciones finales de Jevons tieneir queser transcritas por entero, pues su artif icio lógicodepende de que logre hacernos apartar la vista de lapelota:

Aquí tratamos de la especie más baja de senrimientos.El cálculo de-ut i l idad t iende a sat isfacer las neccsida-des ordinarias del hombre col] el menor costo cieltta-bajo. A falta de otros motivos, se supone que toclotrabajador dedica su energía a la acumulación de ri-queza. Haría falta un cálculo más exacto de lo moral-mente bueno y malo, que nlostrara el mejor modo deemplear esa riqueza para el bien de los demás y de símismo. Pero si este al to calculo no produce ninguna

* 26 W. Stanley Jevons, The Theory of Pot i t ical Ecunomy, ed.

K. D. C.ollison Black, p. 91. En el texto nos referimos a estaedición.

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166 LA LITERATLIRA Y LA ECONOMíA

prohibición, necesitamos un cálculo bajo para obtenerel máximo bien en asuntos moralmente indi ferentes.No hay regla moral que nos prohíi-ra hacer que crezcandos hojas de pasto en lugar de una, si podemos lograrlomediante una mejor ut i l ización dci t rabajo. Y comoFrancis Bacon, ciertamente pode inos decir que "rnien-tras los f i lósofos discuten si el verdadero objet ivo de lavida es la vir tud o el placer, hay que proveerse de losinstmmentos de ambos" [p. 93] .

Al contrar io de los "pr inci¡- l i<- .s" imaginat ivamcri ieexpansivos de Mill, el truco de Jevons es quitar conuna mano lo que da con la otra. Así, la f i losofía es"suF)erior" a la ciencia económica, pero sólo en cuan-to a " cálculo strper ior" . Entonces, en el mismo mo-mento en que deja de formar parte de la metodologíacientíf ica del análisis económico. la fi losofía es ima-ginada en términos de éste. Más aún, Jevons insisteen tal s imultaneidad. El cálculo "super ior" i rnpl icael uso de la riq.reza una vez obtenida, mientras queel cálculo "inferi6¡" -sl problema de obtener lar iqueza- es moralmente indi ferente. Mi l l hace lamisma distinción, pero explica que la riqueza esobtenida de un modo y "captada" de otro, asunto degran importancia para la imaginación económica,que además no cabe tratarlo ni de modc ¡6¡¿|¡¡6nr€científico ni de modo totahnente matemático. Stnembargo dice Jevons que la moralidad misma puedeser una "palabra irreal". C.omo la obtención de larique;za es uno de los "asuntos moralmente indife-rentes", es dable, en realidad, que los principios delprogreso económico sean amorales. El trabajo puedeser explotado sin piedad (nrediante lo que Jevonsllama, sin ironía, "la sabia uti l ización"), para hacercrecer dos hojas de pasto en vez de una. En términosbaconianos, tenemos que callarnos y que pro\'eer'

. .LAS PALABRAS IRREALES' ' 167

nos de los instrumenros del placer y la virtud. Noobstante, los instrumentos ¿e la virtud. no son atri-buibles al mismo cálculo que la virtud misma, yJevons consuma su ruptura con Mill mediante elargumento de que el cálculo int'erior es, en realidad,ya fglma_superior del conocimienro, y de que la.discusión filosófica de la virtud. ., ,....rdaria res-pecto a la realizacíón económica. y así, al terminarel párrafo, los insrumentos de I¿r virtud han dejadode ser mo¡'almente indiferentes, a pesar de encarnaru.na- virtu{ q.r" la filosofía no püede comprendersin la ayuda de la ciencia económica. Al revaluar la"especie más baja cle sentimientos", que se co'vierteen el común denominador de nuestrá supervivenciacotidiana, Jevons la eleva por enci-u á" todas lasclemás cate.qorías de sentimienros.

Tratando de diferenciar la ciencia económica dela ética, Jevons sencil la y tal vez inconscientementetorzó el lenguaje hasta el punto de ruptura. En exa-me.n retrospectivo, la idea de '.valor" ha perdidoprácticamenre todo su significado, y en el sentidomás amplio el lenguaje mirmo se ha hecho mora!-mente indiferente, convirtiéndose en un conjuntode cifras "reales" que agrupan lo ..superior'; y lo"inferior" err la indifereñciá emocionui d" las esta-disticas. [Jn poco antcs, Jevons se ocupa- de toda la{loctnna utilitaria", atribuyendo al lenguaje cierta

falta de uti l idad, con estas palabras:,,Laaceptacióno rechazo de la base de la doctrina utilitaria dipende,en mi opinión, de la interpretación correcra del len-F^u1j. empleado" (p. 92). Exacramenre. Para Jevons,¡a r[terpretación correcta de la doctrina utilitariastgnifica aplicarla para mayor gloria de nrrestro pro-Plo razonamiento. Literalmente, tal artif icio es elPrecio del divorcio enrre la filosofía v la economía.

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t68 t.A I I - I -L,R¡\ ' I ' t rRr\ Y t ,A l -Cl()NON{lA

Este divorcio asigna al lenguaje cierto valor deintercambio propio, cierta disponibil idad. En seme-jantes condic iones, Marx observó que " la lógica esl¿t ntr¡ttetla de r uñr¡ r 'r¡rrien lc cle l:t rtrente. el t,ak¡respeculat ivo o del pensamiento del hombre y de lanaturaleza".2T Marx quiere decir que nuestra posi-ción económica es la base de todas nuestras declara-ciones epistenrológicas, metafísicas y éticas, premisaque puede ser rebat ida, pero no mediante el argu-mento .le oue nuestra posición económica no Lieneuna relación fundamental con la epistemología, lametaf is ica o la moral -n i con la. imaginación-,que es el que em¡r lea Jevons.

Este argtrrnento es expuesto con mayor ampl i tuden Norte y Srzr (1854-1855) c le El izabeth Gaskel l . Elseñor Hale, habiendo trasladado a su familia deFlelstone al poblado industr ia l norteño de Mi l ton(o sezr, Manchester, donde Jevons sería después pro'fesor de lógica en el Colegio Owen), admite lo quesigue: "Mal puedo hasta ahora comparar una deestas casas con las cabañas que teníamoi en Helsto-ne. Aquí hay muebles que nuestros trabajadoresnunca habrían pensado comprar, y comúnnlente s€consumen alimentos que ellos habrían consideradoun lu jo t . . . ] Es necesar ic aprender un lenguajediferente y usar unas medidas distintas, aquí en Mil 'ton." 28 El posterior advenimiento de una nuevaciencia económica hizo totaimente superflua unacategoría de lenguaje, como crrando Margaret, hijade Hale, pregunta al i r rdustr ia l John Thornton si

27 Kar l Marx, The tconomic and Phi losophic Mant¿scrtplsoli844, ed. D. J. Struik, Mart in Mi l l igan, p. 174.

2s Elizabeth Gaskell, North and South, ed. Marti;LD<¡clsn'orth(Harmondsr¡ 'or th: Penguin, l9?0), p.212. En el texto nos refer i 'mos a esta edic ión.

. .LA.S PALABRAS IRREALES' '

cierto colega suyo es "un caballero". Thornton (quesegún se sabe después es en verdad hijo de "un caba-llero") replica: "No comprendo exactaÍnente lo quequiere usted decir con esa palabra. Pero debo decirque este Morison no es un hombre de vcrdad." Mar-garet responde que sospecha que en[re "sus caballe-ros" están comprendidos los "hombres de verdad"de su interlocutor, el cual la corrige aclarándole quepara él "un hombre es un ser más alto y completoque'un cabal lero" . La conclusión de Margaret reve-la una de las percepciones ¡nás profundas de Eliza-beth Gaskel l sobre las di ferencias entre el "norte" yel ' 's l l r " :

¿Qué qtr iere uslü decir? -preguntóMarsaret-. Se¡4uramente entenderncts las palalirasdiversamente" (pp. 217 s.) . Mas Thornton no en-tiende la palabra dit,sysornente; con deliberación,no la ent ienclc en absoluto. Como Jevons, el teór icode Manchester, Ttron-_ ton, el industrial de Manchester,sólo dispone aquí de un conjunto de f ichas verbalespara explicar un r)rrevo conjunto cle exigencias eco-nómicas, a un nuevo hombre social . En.La f ormaen que ahora uitt imos ( 1874- 1875), Trollope enccnrróuna conexión más directa: "Corno durante muchosaños del pasado hemos aceptado papel en vez dedinero real por nuestros productos, así ahora pare-cía que, bajo el nuevo régimen de Melmotre, iba abastar un intercambio de palabras." 2e El punto im-portante no es sólo que el dinero constituye unaespecie de lenguajc, sino que los arreglos socialesparticipan en muchas economías. Y en el l ibro deTrol lope, unA especie dc c iencia ecr>nómica f ict icra/verbal también determina lcs arreglos sociales, yaque en realiclad Melmotte está en bancarrota: su

- a Anthony Trollope, The Way We Liue Nout, ed. Robert -fracy

(Indianápol is y Nuéva York: Bobbs-Merr i l l , 1974), p. 363.

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170 LA LITERATT]RA Y LA ECONOMIA .. I-AS PAI-ABRAS IRREALES', t7 l

nqueza (aunque no su "régimen") es totalmenteimaginaria. Así pues, el discurrir económico ayud.aa formular el "intercambio de palabras', que reco-nocemos; es más, se convierte en el intercambiornismo. "El crédiúo -dijo Marx en conclusión- esel juicio económico de la moralidaC del hombre." 30

Desde un punto de vista estructuralista, la argu-mentación de Jevons trata de presentar la cíenciaeconómica como algcl tan abierto corno contenido,degradando a la categoría "sociológica" el proble-ma ético de la conducta real del hombre ér, ,_,rrosituación económica dada. Así pues, la ..ciencia eco-nómica" puede disertar sobre la estructura de ,, laeconomía" sin necesidad de inreresarse en el con-cepto, igualmente elusivo, de "lo económico". ypor últ imo, una teoría autosuficiente, con torlas suspalabras irreales, define "la forma en que ahoraviv imos".

r a premisa del método de Jevons se originó me-dio siglo atrás con David Ricardo, quien rraró dedefinir la ciencia económica en términos d"e un sis-tema de aurorreferencia. Si dicha ciencia se apropiadel lenguaje cotidiano no especializado, io tránsfor-ma y emplea en formas especializadas, que en mu-chos casos son incomparibles con su sifnif icado yuso cornunes. Ricardo rebate a Smith y a I. B. Say,argumentando que la "riqueza" o simple abundan-cia material no necesariamente tiene "valor" econó-mico. En realidad, nuesrro senrido crdinario de la"riqueza" puede ser un obstáculo para la formaciónde valores econórrricos (es decir, del intercambio).En la exposición de "las vagas ideas asociad.as conla palabra valor", Ricardo identifica el verdadero

30 Writings of the Young Marx on Philosophy and Society, ed.y trad. I-yd D. Easton y Kurt H, Guddat, p. Z7O.

significado económico de esra palabra con ra ideade escasez: "EI valor, pues, es esencialmente distintod.e la

liqueza porque no depende de la abunáanciasino de la dif icultad o ia iacil idad de la froa,r.-ción."3r El efecro de esta definició"

". l"é lu ... i_queza" queda divorciada del si.qnificado que tieneen el uso cotidiano, punto a qré se refiereiambiénla siguiente generali iación de Ricarclo: ..En la eco-nomía polít ica, muchos errores se han originado enlos errores derivados de considerar er incremento dela riqueza y el incremenro del valor como la mismacosa, y err las infundadas nociones sobre ro que cons-:¡lr l. nornra para medir el valor" (p. lAbl. -Estastnlundadas nociones" son, s in embárgo, produc-

tos del uso semántico orclinarioI.a objeción hecha por Thomas de euincey a Ri_cardo amplía.t ' l significado de las ..pl ' lrb.u,

irr.r_f.t . Lre elurncey señaló que Ricardo no habíatnventado nuevas palabias, . i.ro solamente hiposta_siado la semánticá común, imponiendo u ,rru pu_labra.-en general ambivaíente, como ..valor,,_

1¡¡1solo significaclo de carácter económico. Enei.ig,ri.rr-te pasaje del " 'Diálogo de tres templari os,,, Xly.2.,uno de los parricipantes, p.orr.,rr. ia con fina ironíaqramática estas palabras:-

Creo que Ia base misma de su claridad [de Ricardo] espara mí la base de su aparente oscuridaá para algunosotros, es dectr, su inexorai-¡le coherencia en el uso delas palabras [ . . . ] en todas parres donde el hombre sena acostumbrado a emplear una palabra en dos sent i-

.r"rr David Ricardo, The Principles ol Political Economy andIaxation, p. 182. En el texto nÁ r.feiimos a esta edición de la

:veryman's Library. fPrinc:ipios de economía política y tribu'tqctón, pcu. Ivlóxico, 1959.]

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172 T-A LITE,RATURA Y LA ECONOMIA

dos, sin darse cuenta, un autor que corri ja este uso

negl igenteeimpongalaunidaddels igni f icadopare.."ú ii"-pr" ott.r.o, porque obligará a afirmar o ne'

gar consecuencias que hasta ese moÍlento no eran

ád'. 'ert idas debido a un constante, aunque inconscien-

ie, equí*roco de las dos acepciones [ ' ' ' ]' Por ende' no'

debe-sorprender que Malthus se queje i " ' ] de " la

extraña áplicación de ciertos términos comunes" que

hacequelaobradeRicardosea..di f íc i ldeenrenderpara mucha gente", aunque en verdad la forma en que

emplea much.rs términos no t iene nada de raro' aparte

de la constancia que muestra en la aplicacir in de una

palabra en un seniido dado.32

Ricardo es tan preciso que a muchos les parece os-

curo. De Quincey, en su aparente elogio de Ricardo

a través ¿e to que dice x. Y. 2., en realidad crit ica a

t6dos los ec6nomistas, lanzándose Contra lo que pa-

i. . i" su refugio más seguro: su aserción de que el

lenguaje mismo t iene un "valor" inmater ia l ' De

qrit t . .V insiste en qtre veamos que (Rica-r.do) susti-

túye las f ichas verbales no como "mera disputa so-

b.á la, palal- 'ras", sino como una alteración de la

"base" intelectual del razonamiento' Cuando Ricardo

invirt ió la lev de Say, afirmando que el valor de

intercambio precede en importancia al valor de uso'

esre cambio verbai fue la señal de una redistr ibu'

ción impoi ' tante de la lógica económica, segúrr De

Quincey.Hay que transcribir aquí el razonamiento de De

Quincey-, porque en su totalidad es el hábil resumen

& to que despues será el gri to de batal la de Blake Y

la premisa de Wordswot[h. E,tt los "Diálogos" de

!2 Thomas de Quincey, "Dialogues of f-hree -femplars ofl

polit ical Economy'; , en Letters on Self-Education, uith Hinr on

Style and Dialcg:ues on Polit ical Economy, pp' 478 s'

. .LAS PALABRAS IRREALES' '

De Quincey, Fedro insinúa que la controversia r i -cardiana es puramente verbal, a lo que X. Y. Z.responde:

" t lna simple discusión acerca cie las palabras" es fraseque se oye todos los días, y ¿por qué? ¿Somos de verastest igos todos los días de disputas causadas por sim-ples di ferencias verbales? Lejos de el lo, puedo decirque nunca me ha tocado estar presente en semejantet ioo de dis¡rutas en toda mi vida, ni en los l ibros ni enla convcrsación: de hecho. tomando en cuenta la esca-sez de sinónimos absolutos contenidos en todo idioma,es muy pocrr probable que una discusión sobre el s ig-ni f icado de las palabras sur ja sin ser al misrno t iernpouna discusión sobre las ideas (es decir , sobre las real i -dades). ¿Por qué, pues anda esta frase en boc:r de todos'si el caso real es verdaderarnente tan t'aro? l-a razón esla siguiente, Fedro: esta argumentación es un sophis-ma pigr i intel lectu, que intenta eludir el esf uerzo men-tal necesario para la comprensión y solución de cual-quier di f icul tad, bajo el engañoso pretexto de que setrata cle una cuest ir in de sornbras -v no de sustancias,que por supuesto un hombre de sent ido común que seprecie de serlo tiene que rechazar. Es un sofisma agta-dahle, ¡que al misn'o t iempo halaga la indolencia y lavanidad del hombre! [pp. 491 .s. ] .

Una discusión acerca del significado de las palabrasno es un asunto de sí;mbras, sino de sustancias;porque, a pesar de Adam Smith, el lenguaje contie-

le muy pocos sinónimos verdaderos. una nueva pala-bra indica una nueva idea, un nuevo modo de estruc-turación o hasta de juzgar la real idad. (No debesorprender que las " ideas" sean "real ic lades", d iceDe Quincey l ror impl icación, ni s iquiera a los prag-mát icos i r icduct ib les que intercambi¿rrr una mone-da simbólica en forma de dinero por objertos materia-

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174 LA LITERATLIRA Y LA ECONOMíA

les o inmateriales en forma de bienes y mano deobra.) Además, como el lenguaje es tan "real" comoel dinero, rambién puede depreciarse. Dicho másespecíficamente, el cambio en las acepciones econó-micas tie las palabras exige la realineación de lospárarnetros de todas las demás economías que nosplazca imaginar. Pero desgraciadamente las palabrasson al mismo tiempo reales e ir-reales.

Consolidando el "valor" con el valor de intercam-bio y reduciendo la importancia dc las ' , r iquezas' , ,Ricardo modificó el significado de la "riqueza". Dioa ésta por base la escasez; consiguientemente, el va-lor se incremenra en proporción directa a la falta deabundancia rnarer ia l . El anál is is humanista de Mi l ly su convencimiento de que la buena voluntad y unopt imismo imaginat ivo son las característ icas fun-damentales de un economista i lustrado, resul tandirectamente desment idos y en úl t ima insrancia re-chazados por la naturaleza misma de la re¿rlidad eco-nómica, es decir , por las nuevas inf lexiones <j .e i d is-currir econ<imico. Si la riqueza económica se funda-menta en la escasez de medios, su valor será creadopor la simpie dif icultad de su producción, por loque Foucaul t l lama una escasez funda¡nental . Laconclusión que sieue, escrita por Foucault, senci-l lamente l leva la observación de De e.rincey a sulógica y drásrica consecuencia tinal:

Así pues, lo que hace posible y necesaria la cienciaeconómica es una perperua y fundamental situaciónde escasez; ante r¡ i ia naturaleza que p()r sí rn isma esinerte y, salvó en pequeña p:rr te, estér i l , e l l iornbrearr iesga la vida. Ya no es en la acción recíproca de larei)resentación fentre los símbolos de la ' . r iqueza, ' , deldinero y los objeros que con ósre se compraá] donde laciencia ecol lónl i ra en( 'uent la sr¡ pr inci¡rro básico, s i ¡ lo

. .LAS PALABRAS IRREALES' '

cer-ca de la peligrosa región donde la vida riene queenfrentarse a la muerrc fEI orden d.e las ,or i . r ,pp. 256 s. l

Foucault revela la razón más urgente de nuestranecesidad de imaginar correctamente la ciencia eco-nómica: los medios y fines acerca de los que dichaciencia medita son asuntos de vida o muerte. Elanálisis de las discusiones verbales, hecho por DeQuincey, únicamente toca Ia superficie de la cienciaeconómica como estructura de ficciones. En el fon-do de su corazón, Foucault continúa con esia obser-vación: "El anál is is del pensamiento es s iempre ale-górico con relación al discurrir cle q,r" ," sirve"(Arqueología del conocimiento, ¡ : .27f . Aunque DeQuincey revela que en la ciencia económica los cam-bios verbales también son camt¡ios cognoscitivos,ahora podemos percibir que la propia fiencia eco-nómica no es un rr-rcdio verba! purá obtener un fincognoscitivo, sino una especie de tierra de nadiee.ntre el lenguaje y c l conocimient<1, cuyo discurr i rda fe de la insuf ic iencia fundament¿r l del conoci-miento que expresa. Y si por una parte la confron-tación de la vida con la muerte es "real", su urgenciaes demostrada por medios "irreaies". Así pues, loque hace posibie y hasta necesaria la cienciá econó-mrca es su pertección alegórica y la aurenricidad desu_digresión imaginativa en esa "peligrosa región,'.

Nuestro análisis de las "palabrás iriealcs" ñ<¡s haconducido hasta un punto desde clonde podemos sertes.tigos de i¡tre la descripci<in alegórica de la r,c<lno-rnía hecha por Spenser se cclnvierte en la "cienciaeconómica", construcción intc lectual que es por símisma una forma de alegoría. El c lominio s imbót i -co de Manrmón, concebido en términos de escasez y

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176 I-A L¡TERAT'TIRA Y T-A L,C]ONOMíA

abundancia, cede ante la "peligrosa región" de Fou-cault donde la vida tiene que enfrentarse a lamuerte. Flemos l legado así a Lrn punto más al lá deBagehot, en el cual la alegoría económica parecesuplantar a las abstracciones de la l i teratura conuna f icción propia, más profunda, y en é1, de he-cho, las funciones del l i terato y del economista secombinan; en lo sucesivo, la real idad y la alegoría,las palabras reales y las i r reales, no estarán sólo "enrelación", s ino quc se urnirán estrechamente. Porel lo hatrrá c¡ue estudiar l i is juntas.

El catal izador es histór icamente Malthus. Su in-quietante t ratado En.sayo .sobre el pr incipio de lapoblaciórz ( l79B) demostró que la "economía" pue-de producir u.na crisis rnoral de la ficcicln del c-onler-c io humaníst ico, s i se le i rnp<-rne que ref le je valoresét icos. Esta obra, más que ningl lna otra, indtr jo acal i f icar la economía de "c iencia depr i rnente", pre-cisamente porque su alegoría demostraba lo quepara muchos era una :rle.qoría errónea. La "férrealey del salario" malthusiana, parafraseadaa menudocomo la reducción progresiva del producto de laprosper idad, fue en un ¡rr incipio di f íc i l de confutar,pero resultó eviderlte qLle dicha "ley" económica deMalthus era contrar ia a () t ros in iperat ivos rnoralcs Icul turales más fuertes.

Para Malthus, las leyes econórnicas de la produc-ción conrercial t ienen una relación alegórica con laeconomía de la producción humana (sexual) . Alanalízar la segunda, fenemos que modificar nLrestracomprensión cle las f icc iones de la pr imera. El ar terepresentat ivo del ec-onomista, según Malt t r t ¡s, exi-ge tatrio rln nuevo moclelo cotno un nrlevo voc¿tbtt 'lario.33 Para "consider'¿rr ¿rl hornbre tal como es. inerte'

33 T. R. Malthus, An Essay on the Pr incipal o l Populat ion,

. .LAS PALABRAS IRREALES' ' 177

indolente y sin inclinación al trabajo, a menos quelo empuje la necesidad (y seguramente es la peorlocura hablar del hombre según nuestras burdasilusiones de lo que debería ser), podemos declararcon certeza que el mundo nunca habría sido pobla-do si no hubiese sido por la superioridad del poderde población respecto a los medios de subsistetrcia"(Pr incipio de la poblacíón, p. 205). El t rabajo se-xual de concebir es más intenso que el dedicado atarcas más estr ictamente económicas: "La perpetuzrtendencia cle la raz:r humana a aumeniar más allá dtllos medios de subsistencia es una de las le1'es gcne-rales de la naturaleza animada, qtte no tenemos r¿l-zón para esperar que cambie" ( ibíd. , ¡ t . 199). L: tprosperidad expresada en el precepto bíblico, "cre-ced y mult ip l icaos", n iega y en úl t ima instanciaempobrece tocla prosperidad econóntica que el hom-bre alcance por medios comerciales. f lna gran abtrn-dancia material, prometida por todas las economíaspol í t icas, genera un incremento c lesigual dc la po-blación, cle manera que, paradójicalnente, existc ttnasuperabundancia de gente que no puede subsist i r n isiquiera en virtud de una mayor eficienci¿r de laprodtrcción económica. Malthrts eleva la paradojasmithiana del valor a términos cósmicos: el hombre

ed. Anthony Flew, p. 174. en el texto nos refcr i rnos a esta edic i i ln.Respecto al modelo, lo que M¡l thus acentúa es que el econont is-ta, como "un joven impresor", a menudo trata de "copiar unailustración finamente acabada i ' perfecta", mientras que e I hom-bre no está tan bien ternrinado ni es tan perfecto. La necesidad det¡n nue\,() mr¡delo surge clel corazótr c lc la : r legoría rnal tht ts i¿rIra.En una obra subsiguiente t rató de def in i r e l razonamiento quesería permisible en el caso del economista practicante- C/. T. R.Malthus, Del tn i t ions in Pol i t ical Economy' preceded by an In 'quiry into the Rules Which Ought to ()uide Pol i t ical Í 'cono-rnists in the Definit ion and Use ol Thei¡ Terrns.

*¡¿a.

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r78 I -A LI ' I -ERA-TTIRA Y I-A EC]ONONTíA

trabaja ciegamerl.e para su propia exti.ció'. Segúnla enunciacic in malthusiana, ra ec.nomía porí i icadebería ser intermedia entre ras eco'omías in ' is i -b les de la producción sextral v las economías, rnásvis ib les, de la producción cornercial ; pero la alego_ría dc l¿r c ienr: ia eco'ór ' rc¿i rnal thusiana revela, conaplastanie ironí¿r, que e I bienestar del Estaclo <: polisse basa e. lzr (abrtrmaclora) prospericiacl cle l¿r casafarrr i l i¿rr u oiko.s,

-v q,e esta úl t ima economía, a f inde .rrc'.t:rs, clestrrrí¿t ..a estl-,ct,racidr. ecorlrirnic.a clel r la\ ( ) r ( . r l r t , t 'g,at l r r t a.

El prime. dcbate cre Malrrrus con wil l iam Godwiny la s igrr i t ' r r te. , r l t rovt ' rs ia surgieron p()r un eqrr ívo-co l in.qtiísrir--c¡ qu.e sc :rgravri y reveló una inc,mpa-t ib i l ic lad ide' l r ig ic 'a. i { Af i r rnanclo el pr incipio dé laj r rsr ic ia pol í t ica, Gc¡dwin planreó la perfec?iui t iauade las inte ' r : i r ¡nes humanas v demost¡ó que la pootL.et t , i ler . ' c le pobresl la exprcsaba, atrnq.r .

" r , f , r . , 'o

po.o aclec'r¡ada. cabikleri para ciue esa iey fuese am-pl iacl : r , p()rque, c ' ' f , r 'mc a su gran vis ic i 'sc¡c ia l , la

3a LIna cl i ferencia i r r r l ) ( ) r rante c.s el d.ble s igni f i r :ado cle , .me1o-ra" a¡r l i< ado l ar '< i , ' r 's e< c¡rrr i r . ic¿rs (e i r r r ' r ¡nraclr¡ l r l r rs i l rsr i tu-c io 'es pol í t icas). ¿r las a<:t i t .des m.rares 1" r t r . . r . f . r .o¿o u ru. 'f . rmas de rela. ic i ¡ r .s.< ia l . ( r . ( . I )ara Marrhus t . r r ían i r ' s igni f ica-d. m.y gráfic<i). (lr¡clrvrn afirrna qtre el rr.nrtrre |.,,r... ' r,rr"rr,.r,"i r rst i t t r< ' i r ¡nes ¡rrr t , rk ' r r s( ' r " l )cr . f )etrr ; t rn( , l l t ( , r ¡ t , . j . ¡ ¡ .¿¡ i ¡ , r r , , (¿ 1. 81¡6kI : of t l ie Powcrs of Nfan (ro 's iderd i r His s.c ia l cup) i i t1," ,

"u,wi l l iam ( i<xl* ' in, Enquiry con.er¡ t ing pol i t ica! . lu.st ice, cd. K.( lodel l Cl¿rr ter , pp. l7.s.r . ) . para Malrhus, Ia palabr: i . . rnejora, ,no

estaba rrecesar ia¡rr . 'nte exfruesta a ser interpr" ,"d, , r . r ,o econó-nr ica comc¡ moralme.te ar mi.smo t iempo (véase, en especial ,c¿r l ) . xrv de , .1 n F,ssrry on populal ior t , y>¡t . l6U_173). f Ina ve,rs i<irr( 'orrecta de esta ( ' ( ) . t rovels ia desi le un punto de

' is t¿r l i terar io

(aunque se refierc a la ' 'r,,ela

del siglo x'rrr v no a (krrlrvin y1\4al thus) ¡rued. lv 'ersc en er br i l la ' t i ' i : rpí tu l . , . r . Roy,-o.cr wi-I l iams, " ' rhe Morar i ty of Improve-".r t " , en The country and theCity, , pt , . 60-67.

. .LAS PALABRAS IRREALES"

pobreza era un impedimenro. Malthus defendió.casi en los mismos rérminos, un objet ivo diametral-mente opuesto; pues estaba convencido de que si elhombre era dejado solo, con sus intenciones natura-les, la vida misma lo iría l levando hacia la perfec-ción. En consecuencia, él también cabildeabá, peroa favor de una Poor Lau más restringida. Sin negarque la pobreza es un impedimenro, Malthus áiouna nueva definición de inrpedimenio. La produc-ción cconómica anárquica, en úitima initancia,privaría de todo sentido a las cuesriones de la uti l i-dad. Malthus no prerendía marar de hamhre a lospobres ne¡;ándoles ayuda, pero tampoco considera-ba las disposic iones car i iat ivas c le la pot¡r Lautcomo algunos econornistas conservadores consideranlos sistemas modernos cle asistencia social, es decir,cgTo medios que fomenran el desempleo y la ocio-sidad. Sencil lamenre señaló que

"m i"y había sido

concebida como parte de una perspectiva total deproduccirin económica inconrrolada. LIna ley deayuda a los pobres suf ic ientemente ut i l i tar ia nuncapodría ser elaborada sin antes aceptar la intrt i l idadinherente de la misnra r iqueza., En Malthus, pues, aparecen ampiiamenre reela-boradas la "ciencia ecc¡nórnica" y la "economía",las afirmaciones explícitamenre ecánómicas e implíc i tametr te mor-alei y el ' f uego que las di ferencia.Paia é1, la ciencir ..onó*iéa, iomo ciencia de laacumulación de la r iqueza, es fundarnentalmenteantieconómica. Por obra suya, nuestras palabras cla-r'es casi l legan a un c:rl lején sin s¿¡lida de carácterrltaniqueísta, debido a su observación de que hay una"a.otr.r*ía" de la respuesta humana, arraigada ennuestra misma calidad ontológica como crlaturasreprodrrctiv:rs, que invariablemente se opone a las

179

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180 LA LITERATURA Y LA ECONOMíA

mejores exposiciones racionales que podamos hacerde nuestra calidad económica: "Parece muy proba-ble que el mal moral sea absolutamente necesariopara producir la excelencia moral." 35

Jourv RusxIN Y EL MI-ro DEL TEXro

"El propósito de un mito -ha afirmado Lévi-Strauss- es proporcionar un modelo lógico capazde superar una contradicción." 36 El Renacimientocomprendió el impulso míticr¡ de la ciencia econó'mica. considerándolo un intento de sustituir la edadde oro con una edad de oro perdida, tal como elMammón de Spenser trató de hacer, sin lograrlo.Hay que notar que el dominio mítico de Mammónno se destruye (como en cambio es el caso, por ejem-plo, de la Morada de la Felicidad) en La reina de lashadas, ni tampoco las contradicciones que hemosvisto personificadas en Mammón se disipan por obrade la "ciencia" que se teje alrededor de ellas. En laimaginación, el propósito mítico de Mammón so'brevive en el "modelo lógico" elaborado por lateoría económica clásica.

Como el pensamicnto económico trata de revelaruna perspectiva racional y arrnonizante de la vidamaterial, necesariamente tiene que superar lo queparezca irracional. No obstante, muchas veces estosignifica hacer a un lado los conil ictos culturales

15 Malthus, Pr inciple of Populat ion, p.210 [hay ed. esp" rcr 'México, l95ll. Un análisis más dctallado del deba'.e históricosobre Malthus puede verse en: Ken¡reth Smith, The MalthusianControvetsl (Londres: Routledge and Kegan Paul, l95l).

t6 Claude Lévi-Strauss, Structural Anthropolog), rad. ClaireJacobson y Brooke Gn¡ndfesr Sctroepf, p. 229.

. .LAS PALABRAS IRREALES' '

latcntes. Generalmente se creía que Malthus (entre

otros) no lo había hecho, pero en realidad, mediante

la identificación del conflicto existente entre los

métodos de reproducción y los de producción eco-

nómica, dio a- entender, por implicación y de un

mod.o original, la calidad mítica de la ciencia eco-

nómica, revelando una nueva con¿radicción dc la

lógica económica. expresada con gran claridad por

Fñnk H. Knight: "La ciencia ecorrómica se interesaen la forma ¿é ta conducta, no en su sustancia ni en

su contenicio";57 en Malthus, sin embargo' fue ne-

cesario aceptar que la estructuración apropiada de

es¡,s formas ecohómicas desequilibraría hasta los

más íntimos detalles de nuesrra vida: las tendenciasde nuestra iamilia y de nuestra sexualidad; dicho deotro mod.o, la producción y la reproducción son.contradictorias éntre sí. Llevando aún más adelanteeste razonamiento, W. A. Weisskopf afirmó que' enrazón de su reglamentación de las formas de la con-ducta, la ciencia económica tiene forzosamente queimponer modelos imaginat ivos a su sustancia y

contenido.38 Malthus se arrogó de la Sagrada Escri-tura la autoridad metafísica que le permitió creer en

la teoría del , 'mal suficiente" del p.ogreso ect;nómi-co: "El mal de ahí derivado es suficiente hasta estedía." Mas nc todos los economistas tuvieron tantosrecrlrsos bíblicos cornc el reverendo l\4althus paraenfrentarse al "mal" económico, aunque Weisskopf'logró demostrar que el pensamiento económico ge-nera sus propios mitos porque toda estructura cco-

3? Frank FI.Essays, p. 36.

Knight, The Ethics ol Contpetition and Othe¡

l8 l

58 Walter A. Weisskopf,texto nos referimos a esta

The PsychologY ol Econom¿cs. En eledición.

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I82 I-A LITERATURA Y t ,A ECONOMíA

nómica da origen a un "sistema inconsciente devalores".

Basándose inicialmente en la definición de la éti-ca protestante del trabajo hecha por Max Weber,Weisskopf revela la contradicción psicológica exis-tente entre la ét ica ant icrematíst ica presentaciacomo modelo por la ¡radición religiosa y los "objeti-vos puramerlte individuales" de la economía polít icaclásica (que, dicho sea entre paréntesis, son aproba-dos por otros aspectos de las creencias religiosas):"Como herencia psiconatural de la ética anticrema-tística, la persecución del propio interés económicose consideraba moralmente censurable. Ent<lnces,tenía que demostrarse que su resul tado es el b ienes-tar general, y que, a pesar de ser consideracla inmo-ral para el indiv iduo, es 'moral ' desde un punto devista total" (p. 46). En el caso de Adam Smirh,Weisskopf alega que " la f icc ión de la mano invis i -b le y ' de la armonía natural de intereses" se emplea-ron para corntrinar la ética individualista y subjerivade la ciencia económica clásica con "una rígida ad-hesión al s istema de valores, que acentuaba entresus últirrros fines factores objetivos" tales como "elt rabajo" (p. 162). De la contradicción rel ig iosa sur-gió un mito "psicoculrural" ; t ratando de expl icar laci .encia económica postsmithiana (o, según el chistei-le Marx, pu>tadámica), Weisskopf presenta el deci-sivo argurnento de que los sistemas económicos hanabsorbido otras mitologías en la s i iya propia: "Elpensamiento económico no sólo ha servido paraexpl icar e interpretar el s istem¿r econ<lrnico. I -a im-portancia de la actividad económica en !a rluevasocierlad empuió al pensamiento económicc¡ haciacl centro del sistema ideológico de esa época, el cualse convir-t ió en una especie de cosmología clandesti '

. .LAS PAT,ABRAS IRREALES' ' I83

na de la que formaban parte algunas ideas mani-f iestas de la ant igua mitología" (p. 145).

La principal contradicción advertida por Weiss-kopf en el pensamiento económico clásico es sexual:"El confl icto primordial de lo activo con lo pasivo,del macho con la hembra, se expresa en las concep-ciones del tabajo y la tierra, cuando menos en lossistemas ideológicos de Nlalthus v de Ricardo" (p.145). Weisskopf amplía esta tesis más al lá del lazoMalthus-Ri,cardo. a fin clc incluir en eila a econo-mistas renacentistas como Will iam Petty (para quienel trabajo es el padre o principio activo de la rique-za, y la tierra es la madre) o de la Ilustración como

John l-ocke (para quien la "propiedad" restrlta dela fecundación de la naturaleza por medio del tralla-jo del hombre, que "mezcla con ella su esftterzo,uniénclola con algo que le es propio, y así la con-vierte en su propiedad") y a los economistas posclá-sicos como Marx. El mito económico lucha porsuper¿rr la contradicción sexual existente entre' latierra y el trabajo. Por ejemplo, Marx atribuyó todoel valor al trabajo del varón, que se aulogenera (osea, que es productor de sí mismo) y es míticamenteanálogo al nacimiento de Atenea por obra de Zeus.Weisskopf identif ica con la masculinidad del traba-jo el temor primorCial de Marx de que la creacióncapitalista de la plusvalía sea una castración simbó-lica ciel trabajador, porqtre lo priva del valor cl'e sutrabajo:

En ei s istema de Marx la función del padre es desem-

¡reñada por el capi ial ista, que es dueiro de los medios

de proclucción como el padre "es dueño" de Ia madre'

Así corno el padre impide ei acceso del hi jo a la madrey a la hembia, así el capital ista impide el acceso del

trabajador a los medios de producción. Y como el pa-

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184 r-A Lrt-ERA-ftrRA y r_A r,CoNoMiA

dre pr iva al hi jo de su pene así el capital ista pr iva alt rabajador de la plusval ía. I . . . ] En el pensamiento deMarx [a castración] s igni f ica el desposeirniento de laplusvalía, representada ¡xrr el s igno 1l ' i r rro. l -n la l<irnrrr-la del l ) r 'o(es() c 'a¡ ; i ta l is ta c le c i r< ' t r l : r<. i r i i r , I ) - t r1-D'Ic l inero-mercancía-dinero] e l s igno clue sigue ¿r la se-gunda /) representa l¿r plusval ía. Es, con evidencia, unsímbolo fál ico. Y de esto, exactarnente, el t ratrajaclor esdesposeído por el capital ista. Sería di f íc i l enconrr¿ir r¡ncaso más claro de conf irmación de las teorías fretrdia-nas, y en el cual sus sírnbolos aparezcan nr: is evic lente-ntenle cn el ¡ - letrs:rrnie nto so(- i ( ) ( ' r '<xr<'rrrr i r o [ ¡ r ¡ r . I i r ( i s .s. ] .

En la perspect iva rnás ampl ia c ie Weisskopf, la c ien-cia econónr ica se corrv ier te err una estructura s i rnbó-l ica, también rní t ica en el sent ido de I-évi-Strauss.

Por supuesto, e l "modelo l i lg ico" de Lóvi-Strausses igualmente f ic t ic io, pues en él e l mito esrá t rasotro rnito. Partiendo cle los descubrimientos de Weiss-kopf, podemos ahora proceder a ohservar esta su-prema ficción: córno la potencia ficrici¿r de cadapalabra de la economía polít ica depende de una"lógica" q.re es a su vez una sínresis imaginar iva,una gramática mítica. Por ejerrrplo, al elaborar elsistema prototípico del mercado la teoría económi-ca clásica nlanteó la clicotomía valor de mercacioz'valor real . Los economist . ls c lásicos tenían que ex-plicar de alguna manei'a el significa.lo del valor realen un contexto económico en que el único valoreconómicamente significativo de un prorlucto erasu valor nominal, su precio de mercado aceptadopor todos. Ricardo, corrlo hemos visto, diferenciabael "valor" de la "riqueza", 1, efl consecuencia se vic'rforzado a fi jar una nueva norma o medida paradefinir el valor. Pero, ¿c<imo podía presentarse como"medida" real y constante el valor de intercambio

, . I -A.S PAI.ABRAS IRREALES"

de un artículo, que por definición es siempre fluc-tuante respecto a la oferta y la demanda y a loscaprichos psicológicos de la situación de un merca-do dado? Ricardo resolvió poéticamente este proble-ma, definiendo el valor de intercambio como ficciónque tiene la fuerza de la realidad. Así, después dereconocer que "no hay artículo que no esté expues-to a las mismas variacic¡nes que las cosas cuyo valort iene que ser comprobado" (p.27), Ricardo hace lasiguiente declaración: "Entonces, para facil i tar elobjeto cle la presente encuesta, y aunque .reconozcosin reservas que el dinero hechg de cro está sujetocasi a las mismas variaciones que las demás ccisas,uoy a suponer que es inuar iabl¿, y qLle consecuente-mente todas las alteraciones de un precio son causa-dos por alguna alteración de valor del artículo deque se [rata" (p. 29; las cursivas son nuestras). Eldinero, que para Ricardo es "la medida normal delvalor", se presenta, pues, como concepto imaginati-vo que existe en el reino ficticio del corno si.

Clon todo, el ejemplo más dramático y amplio delcarácter f icticio de la teoría e.onómica y de la cali-dad imaginativa del "precio" aparece en la obra deAdarn Smith, cuyos pasajes más intrincados sonaquellos en que debe tratar de explicat la dicoto-mía del valor real (natural) y el valor de mercado(nominal o en dinero). El primero, afirma Smith, esel precio natural del trabajo, o sea, la cantidad detrabajo apl icada a la producción ( l /N, l . I , cap. r ' ) ,mientras que el segundo, siempre computado entérminos de dinero, es la canticiad de trabajo que eltrabajo aplicado a la producción puede exigir en"el mercado". El precio de mercado "puedc ser másalto, m.ás bajo o exactamente igual a su precio natu-ral" (WN, l . I , cap. vrr) . El precio natural , para

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l

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l86 LA t- I f -ERATITRA Y LA T.-( ]ONON{IA

Smith, es una cifra fi ja porque expresa canridadesde trabajo invertidas y recuperadas, aunque a pesarde todcr parece variar. De aquí, la insistencia deianálisis de Smith en el aspecto:

Pero, aunque para el trabajador siempre tengan igual.valor idénticas cantidades de trabajo, no ocurre así conla persona que lo enrplea, pues para ella tíene unas vecesmás, y, otras, rnenos valor. Las compra, en unas ocasio-nes, con una mayor can¡idad de bienes, y en of-ras, conmenor cant idad de lcs mismos, por lo cual s¿ hace laidea de que el precio del trabaj o varía como el de ¡odaslas demás cosas, sic¡-rdo unas veces caro y otras trarato.En realidacl, son los bienes los que scrn caros r,r baraf os,en un caso o en otro.3e

A pesar de la supuesta di ferencia que existe entre laapar iencia y la real idad, en úl t ima instancia la;rpa-r iencia t iene importancia ec'oncimica. Si b ien Srni thinsiste en la real idad del valor real o nartrr '¿ l l , suanálisis pnocede corno si el valor de me rc¿rdo fr¡erael único sujeto vál ido. Su ace¡r tacic in inconcl ic ionalde esta paradoja metafísica es tan sorprcnde nte aho-ra como lo fue para sus contemporáneos: "Siendo,pues, el precio norninal o en dinero der un artícruloel que en úl t i rno anál is is c letermina la pruclencia oimpruciencia de tclda c<lrnpra o venta, ,v que por estoregtrla casi todas las transacciones de i¿i vida diariaen que tiene parte el precio, no podemos sorpren'dernos de que se tome más en cucnta quc el precioreal" (WN, i . I , cap. r ' ) . Ln efecto, e l prec. io en cl ine-ro es la "realidad" sobre la que se basa la rcoria

3e Smith, t | /^1 , l . I , cap. v las cursivas son nuestras. Ricardoaf i rmab:¡ que tambrí :n el precio narural puede f luctuar. No obs'tante, "el precio del t rabajo en el mercad<¡ es c l precio r¡ue en lareal idad se paga por é1" (Prtnciple.s ol Pol t t ical Ecr¡not¡¿1,, p. 53).Hay ed. esp. FcL., México, 1973.

. .LAS PALABRAS IRREAI-E,S' '

económica, a pesar de tocias sus fluctuaciones ficti-cias y de la encarnación sólo aparente del valor no-minal. Por el conrrario, la realidad (económica) exi-ge la intervención de ficciones míticas para poderexplicar en palabras sus cimientos "irreales". En elmundo de la ciencia económica de Smith, vivimos yprosperamos literalmenre por la fuerza de la imagi-nación, mas ni siquiera la poesía da una importan-cia tan singular al valor de la imaginación directacomC¡ factor explicativo.4o

La crisis de significaclos, generada por el empleoexcesivo de la imaginación por parre de Smith, fuevcrbal porque, según este análisis, el lenguaje,tieneel efecto rctórico de un "hecho" real. Engels, cüyaimaginación puede calif icarse jusram"nié d. frir,Pudo ocultar a duras penas su rabia:

La di ferencia entre el valor real y el valor de intercam-bio se basa precisamenre en el hecho de que el valordeun objeto es dist into del l lamado equivalente dado pori : l en el contercio; es decir , su equivalente no es unequivalente. Este l lamado equivalente es el precio delobjeto, y s i e l economista f r ¡era honrado, emplearíaeste término para el valor comercial . Pero t iene quemantenc'r hasta donde pueda la f icc i<in de que el pre-

. '0 Smith aprendió de los f is iócratas esta economía de las apa-r tencias. Obsérvese Ia dist inción de - furgot enrre el "<l inero reáI"(es dercir, las monedas) y el "dinero ficñcio" (monnaie i ictitte o

bnurnerar io") en Precursors of Adnm Smith, ed. Meek, p. 81.r urgot también sugiere que el pr imero sea l lamaclo moneta y elseg,'-rndo pecunia (pp. 83 s.), porque sus usos son diferentes yr?cla Lrsrr diferente requiere una gramática separada. En La caídade.Ll iper iún, Kears le cambió el nomt¡re a la diosa, l larnaclaPrlmerarnente Mnemosine y luego Moneta, y K. K. RuthvenJuzga que esto se debió a razones no sólo eufónicas, sino tambiéneco¡rómicas: "Keats r^¡¡¡p¡s¡clió que en los reinos mismos deloto losf problemas financiero. t.ñí^r, ,,_, santuario supremo'.1 f teats and Dea Moneta", p. 456).

187

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I88 LA LIf-ERATL]RA Y LA E'CONOMíA

cio está ligado en alguna forma con el valor' para que

iu inr.ro.u-tidad del "comercio

no sea tan obvia'al

La crít ica de Engels contiene y desarrolla la tests

i l";; weisskopi 9:!á :: embrión' Para Engels' la

cuestión de la "iealid'ad" está oculta bajo una apa- '

r iencia verbal: "precio" no es un verdadero sinóni-

mo de "valor". La no equivalencia de ambos términos

,i 'ñii.^ que de ahí eriaclelanre un artículo será' se'

;1;; ñ pulutrru, de Marx, "Lrna cosa misteriosa' sen'

cil lamerr,. ' ¡ro.l1ure en él el carácter social dei traba-

i" J"f homtre parece ser una característica ob'etiva'uár.gu¿" at pád.tcto de ese trabajo"' Los artícu-

los adquieren así las características de iconos o ídolos

rel ig iosos,de"cosassocialescrryascual idadessonalmiáo tiempo perceptibles e imperceptibles para

lossent idos, , .a2Loqueenunpr incipioeralainsis.ten. iadelalógicaeconómicaclásicaenelasl ]ecto 'produjo .r., *ód"lo casi.religioso en el que se con-

firmaba a la imaginación la iorrección de str idea de

que lo d" -uyJr-uuiot

es "lo imperc.ep-tible"' Si la

compara-or. lon la for lna cn que Weisskopf ent ien'

á" u^ Marx, la manera como Marx entiende la pro-

ducción capitalista revela la esencia circular de la

lqú ".orró*i.t,

de las contradiccioncs verbales

suigió un modelo religioso, ) con esta religión su'

pernumc raÍLa la ciencit "toáó-ica

clásica definió

su proPósito rnítico'Éolanyi intentó identif icar las raíces de este catác'

ter circular, alegando que los economistas teóricos

ar Fr iedr ich Lngels, "()r r t l i t res ol

nomy", en: Marx, Econotnic anda ( i r i t ique of Pol i t ical Eco-

PhilosoPhic Manuscriqts ol

1844, p. 207.{2 Karl Marx, capital, ed. Frie<lrich Engels, trad. Samu:jM""*

Edward Aveling, l ' 72' lHay ed" esp' rcr' México' 1979'

, .LAS PALABRAS IRRL,ALES' '

clásicos, incluso Marx, usaron en sus razonamren-tos científicos precisamente las contradicciones ima:ginativas que tanto crit icaban en la econornía, ta-chándolas de i lógicas. Sin recurrir al vocabulariopsicoanálit ico de Weisskopf, y en términos estric-tamente económicos, Polanyi señala " la extremaartif iciosidad de la economía de mercado" (PAME,p. 33), ent idad f ict ic ia comparable a algunas expre-siones de la l iteratura de ficción. Por ejemplo, laciencia económica clásica tuvo que definir el trabajo,la tierra y el dinero como artículos de compraventapara poder conceptuar "el mercado" como un lugardonde muchas cosas se compraban y vendían. Lanecesidad psicológica también era epistemológica,pues, como Midas, los economistas clásicos teníannecesidad de que lo que relumbrara fuera de verdadoro; necesitaban basar sus teorías en algunos hechosfísicos, para que, como afirma Aristóteles en rela-ción con los estudios retóricos, "los hechos tambiénconfirmen nuestra teoría".a3 Pero el trabajo, la tie-na y el dinero r?o son, evidentemente, artículos deconsumo general, dice en conclusión Polanyi, y cuan-do los economistas hablan de mercado no están que-riendo decir el ágora, sino el mecanismo o nexoverbal mediante el que podemos decir que la ofertaY la demanda coinciden:

{3 Ar istóteles, Poét ica (1453a). t rad. Ingram Bywater, en TheRhetor ic and The Poet ics ol Ar istot le. p.239. El concepto esdistinto, por ejemplo, del de Rousseau, quien comienza su D¿.r-cursr¡ .sobre el origen de la de.sigualdad con la siguiente insinua-ctón: "Empec€mos, pucs, dejando a un lado todo los hechos.. .lCommencott.s dont par écarter t¡r¡tt.s le.s fait.s, car i l .s ne touche¡ttP.oint d la quest ion. l " (Discours sur l 'or igen et le.s jundements dertnégal i té parmi les hommes, ed. Henr i Francois Mul ler y Renét. G. Vai l lant , p. 4) .

r89

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t90 LA LITF-RA-TTIRA Y LA ECONON'{íA

iI

Eltrabajoessóiootronombredeunaact iv idadhuma-,ru .o-puñera de la vida misma; act iv idad que' a su

vez, no es producida para la venta' s ino l lor razones

completamente cl ist intas, y no es posible separar la del

resr; de la vida, ni almace'ar la ' i

movi l izar la; la t ierra

no es más que otro tnoclo de designar a la naturaleza'

que no es proclucicla por cl hombre; por úl t i rno' el

dirr"ro real és sólo un signo del poder adquisi t ivo, que

generalrnen[e no es productg q" nada, sino que surge

áecl iante el rnecani imo de la banca o de las f inanzas

estatales. Ningunzr de est¿ts cosas se produce para la

Venta.Cal i f icardeart ículocl t rabajo, lat ierraoeldinero es totalmente f ict icío l I 'AI l1E, p' 32i '

El , .s igno" metafí t r ic-O del dinero se convierte el l

una ,.ós a,,; la activi<l¿rcl real cle I trabaj. se convierte

en una abstracción. Polanyi procede a dem<lstrar

que la lógica económica ha construido un sisterna

estructurti*"t t. coherente alrededor de estos con-

ceptos art i f ic ia les. Y con todo y que Polanyi .nunca

se siente a €fusto con los elernentos de ficcidrn que

clescubre .n-lu teoría económica, sll mismo repudio

de los artif icios econirmicos l leva implícita una coln-

prensión más fértil de la autoridad intelectual y emo'

tional que tienen taies ficciones:

Sin ernbargo, pre< isamcl l te cotr el atrxi l io de esta f ic '

c ión se orgar-r i ia. los mercados mater iales del i iabajo'

la t ierra y-ól di . r" .o ' [ . . - ] La f icción de que son art ícu'

los propctr< ' iona, p.r . t , un ur incipio v i ta l dt 'orgalr iza-

ción, relatirro a la totaliclacl de la sociedad y que afecta

a casi todas sus inst i tuciones del rnodo más vari : ldo' es

decir , " l

p, i ' . ip io clc ' ( l t re I}() dc} lería pernr ir i rst ' l : r t .s is.

ter lc iacleningúrrarreglcrniact i tudquepucl ierainrpe-dir e l funcionamiento matcr ia l t le l me( 'anlSñlo ( t t '

mercado según dicha f icción l ib id ' l '

ll ,.;i

. .LA.S PALABRA.S IRREAI,E.S' ' l9 l

La tensión de este párrafo i lustra el dilema conteni-do en el núcleo de la lógica económica. por unaparre, las ficciones del mercado son prohibit ivas ypreceptivas. y sancionan írnicamente los arreglosy acrirudes coherenres con la operación activa dé lasmismas f icciones; y por otra, revelan , ,un pr incipiovi ta l de organización".

L-as ficci 'nes de esta clase so. el únic. meclio deqre disponemos para imaginar y presenrar icleasabstractas en forma palpable. Igualme' te, la i r real"semántica de Ia teoría económica" nos permite ha_blar conceptualmente cie fenómenos <¡ue de otra ma-nera serían inexpresables en términos del lenguaje.La sugere ncia de Polanyi cle quc las ficciri.es tie'enel poder cle los hechos, podei que está presente nosólo en l¿r ec.nomía sino " también e. casi toclas iasfJ^loemas I rnst i r r rc iones Ide la sr<. iedar l ] " , , r , <,rrv ier teruego en ia tesis de su obra pr incipal , La gran trans_formaciót¡ . ' "L-os oríqenes^t le l catacl ismá [ la ( i ranDepresir i . y las c los girerras nrunci ia leslestá ' en losesfuerzos trtópicos del l iberal isrno ecdn<imico porcrear un sisterna de rnercado autocontrolaclo. Semc_Jaltte tesis parece r-evestir tal sistema con poderescasí mít ic 'os."aa Aquí polanyi emplea el termino"lnít ir :o" casi con sorna, pero si puede crit icar esos,, tSl t lc i z, ts utc ip icos" es porque toma ccmo base una

,1. : , t ' - mr¡c i ro más ambivalenre y poco f i rme, esqeclr, la de qtre de tales f icciones obienernos, entreotros bt 'ncf ic ios, la facul tad de uni f ic .ar una socie-l - r ,ua^o hetel 'osónea ¡ror nredio de un conj unto de inst i_tuciones funcic lnantes.

*Si b ien Polanyi , corno casi toclos los ecc¡nomistas'rrot lentos, dtrda que exista un t ipo de pensamiento

ra Karl Fol:rnyi, ' I 'he ()reat Tran-sfr,trmatton, p. 29.

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t92 LA LI ' IERATURA Y LA EC]ONOMÍA

que recurra a ficciones y que pueda o deba tener talcredibil idad, también tiene que reconocer que sejmeianic discurrir f icticio tiene una notable capaci'dad de ser creído, quizá irracionalmente. El mitoeconómico se basa en la noble mentira de la poesí4de que las ficciones funcionan, aun cuando se lesreconozca su carácter f icticio. El amplio significadodel mito económico es confirmado luego por lordRobbins, quien también expone la conveniencia dercalizar un estudio l iterario de la imaginación eco'nómica: "No es exagerado afirmar la imposibil idadde comprender la evolución y el significado de lacivil ización l iberal occidental sin que se comprcndade algún modo la economía polít ica clásica." 45 Po'lanyi da la prueba de que Robbins tiene razón. Sinresolver el "problema" planteado por Bagehot, Po-lanyi identif ica los aspectos "irreales" de la lógicaeconómica, encontrando que son condiciones indis'pensabies. Ante esta dif icultad, también asigna a loséconomistas la obligación de comprender las impli 'caciones de las ficciones que ellos mismos han ela'borado, para ic¡ cual podrian contar con la ayuda de

los l iteratos, según John Ruskin. La siguiente "evo'lución" de la civilización occitiental dcpenderá en'tonces, según Ruskin, de una mayor comprensióndel "significado" de csos poderes míticos.

A los ojos de Ruskin, explorar el propósito míti 'co y el modelo lógico de la ciencia económi ca eraequivalente a educarse en términos de una "culturlmoral" (Obras, XVII , 147), que es la f icc ión me'diante la que se cronstruyen todas las institucion€sde la sociedad. El primer paso de tal educacióil,para Ruskin, era el iminar la fa lsa comprensibi l idad

a5 Lord Lionel Robbins, The Theory of Econontic Policy inEngl ish Classical Pol i t ical Economy, p. 4.

. . t ,AS PAI-ABRAS IRREALES' '

del discurrir econórnico distinguiendo los simples"hechos" del lenguaje de sus "falsas definicionesverbales". Ruskin afirmó que los economistas ha-bían confundido la "economía polít ica (la econo-mía de un Estado o de los ciudadanos)" con "laeconomía mercantil, la economía de los 'productos'o del 'pago" ' (Obras, XVII , 44, s.) .La "c ierrc ia"económica" desarrollada por los economistas no nosdecía nada de la casa (oihos) porque la adquisiciónde riqueza por medios mercantiies no revelaba nadaacerca de la poli.;. Ruskin inr, 'entó entonces la pala-bra i l l th pa¡¡a emplearla como el verdadero anróni-mo de utealth,* demostrando así en su opinión laestrecha pobreza mental del discurrir económico.Además, "valor" debía ser una cualidad de los va-lientes, y "uti l idad" tendria que referirse al uso co-rrecto cle las cosas, con el significado recíproco defalta de ab-uso.ao El ejemplo más impresionante cleequívoco económico dado por Ruskin es la palabra"traba.io".++t* I\{ediante el contraste del trabajo cleparto con el trabajo manual que los hornbres creenpoder comprar y Vender, Ruskin revisó el principiodela thanatos de la ciencia económica posmalthusia-Íta: "Casi todo el trabajo puede ser clasificado, porbrevedad, en positivo y"negativo. E-. positivo el queproduce vida, y negativo el qtre produce muerte; ei

{6 Véase la totalidad tiel ensayo IV, intitulad¡¡ "Acl Valorem",e1 t /nto This La.st (Worh.s, XVII , 77- l l4) , y el capítulo r , "Def i -nt t icrr :s" , en hlunera Puluer is (Worhs, XVII , 147-163).

* Juego de p;rlabras intraducible. Parece que está basaclo en la

semejanza de ¡rronunci¿r<' i< in de ueII (que equivale al adverbiooterr) <on u,eal th (r ic¡ucza), sustant ivo ( lue er] cambio der iva detuerzl ( ¡ r rosl¡er ic lat l ) . El conccpto ()pr:cst() c le utel l ( t r ien) es i l lr rnal) ,

) , ¡>rrr consieuiente el antr in im<t c le ut :a l t l¿ sr : r ía i l l th. [ ' f . ]-

** En i r rg lés labctr , palabra:rpl icacla también al ¡ r r r . rceso f ís icoQue prececli ;r l ¡>arto. [T.]

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t94 LA LITERAf'TiRA Y I-A ECONOMIA

más directamente negativo es el homicidio, el másdirectamente positivo es el parto" (Obras, XVII, 97).La ciencia económica malthusiana nos enseña queestas dos clases de trabajo actúan en proporcióninversa: mientras más productivas sean nuestras for-mas de trabajo positivo, más negativos serán losresultados de la otra especie. Ruskin no logró eludiren su totalidad el pesimismo de Malthus; pero, re.chazando la afl icción simplemente matemática deéste, preparó urr terr-eno más firme pera la esperan.za. Para é1, rodo trabajo se convirtió en una compe-tencia con lo opuesto: "El trabajo es el sufrirnientoen acción. Es la canridad negativa o la canriclad dederrota* que t iene que contabi l izarse junto con toda}:.azañ,a, y dé defecto frente a todo hecho o acción dellrombre. En suma, es ' la cantidad de esfuerzo quenos causa la muerte" ' (Obras, XVII , lB3).

Este pasaje es una ilustración ex post faAo delmétodo de trabajo empleado por Ruskin en sus rra.tados económicos. La labor del economisra es ela.borar un nuevo texto de economía comercial y de.mostrar, por ejempl. , "que las verdaderas vetas de lariqueza son moradas, y no se encuentran en la roca,sino en la carrre".** (Obra.s, XVII , 55 s.) . Para lo-grarlo, primeramenre tiene que desmantelar el usodel lenguaje quc hacen los economistas, colocándo-lo en una nueva matriz en la que la nutrición de lavida t iene pr ior idad sobre el fomerrro de una ganan-

* Nuer 'os j r regr>s <lc ¡ralabras intradt¡c ib les: Rr¡skirr j t rega conrleleat (dt'rrota) y leat (traz:rñ:r), ( '()nto si la <lerrota ftrcr¿r l-tazaña¡rrecedida de trn str f i jo neg:r t ivo; y con defect (defccro), ( .omo stft¡era el ":rnti-hc<'h()", lx)r la scrnej:rnza ¡rrosr!<lica clc .f er t ple'm(:nt() dt defect) y. fact (hccho). [-f.]

*r Ac¡uí se confunden los dos significados de uein en inglés:veta y vt 'na. [ ' I ' . ]

. .LAS PALABRAS IRREALE.S' '

cia o provecho. En semejante matriz, el "verdadero"significado de "provech6" -"s5 decir, una 'hechu-ra anticipada' o una 'hechura a favor de' (derivadode prof ic io)"- sería el mejoramiento de la condi-c ión humana misma (Obra.s, XVII , 90). El provechcrdebe aumentar y favorecer la procreación, la abun-dancia de la producción humana: "El resultado fi-nal ,y consumación d.e toda riqueza es producir elmayor númeio posible de criaturas humanas de res-piración profunda, ojos bri l lanres y corazón feliz.La riqueza de nuestro tiempo, creo yo, t iene másbien la tendencia contraria; la mayoría cle los eco-nomistas polít icos parecen considerar que una mul-titud de criaturas humanas no produce riqueza, oen el mejor de los casos sólo si permanece en unacondición caracrerizada por los ojos apagados y elpecho estrecho" (Obras, XVII , 56). t lna economíaverdaderamenre polít ica puede surgir de su análo-ga, la economía mercantil, tal como el positi ' , 'o tra-bajo del parto niega en cierro senrido el trabajonegativo del homicidio por la proli j idad de su pro-pio ejemplo, y ta l como, en úl t ima instancia, lalabor del desrnantelamiento interpretat ivo da vida auna nueva forma de expresión econrimica. Este in-vento de Ruskin se convierte en el inuentum que es,en su sentiCo etimológico, la ioma de conciencia odescubrimiento de antiguos "hechos", así como lacreación de nuevos. El idioma se convierte al mismoticmpo en el medio de esta reforma 1'en ia cosa ¡]crhal lar , en la demostración sustant iva de que el nue-vo " texto cornercial" dc Ruskin es inevi tat¡ le (Obras,XVII , 58).

Baste sólo un ejemplo más, de carácter l i terario.Histór icamente, af i rma Ruskin, " la palabra cher o'caro' pasa del sentido en que la usa Shylock (com-

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196 T,A L]TERATT]RA Y LA ECONOMíA

prar barato y vender caro) al de Anronio: la tiernaexpresión chéri, con el énfasis de una i f inal, y seconvicrte en la noble palabra inglesa cherish [acari-ciar, abrigar], callada y tranqulla".aT Según Ruskin,aquí el progreso del idioma misrno desmiente congran eficacia las reducciones y falsas represenracio-nes de los economistas. Mas para sacarle todo elprovecho posible ¿1 este ejemplo tenemos que apren-der a leer de otro modo.

Las radicales (y a veces fantasiosas) etimologíasruskinianas del " lenguaje pol í t ico-económico"(Obras, XVII , 80) nos recuerdan que, al igua! queotras estructuras intelectuales, la c iencia económicano es una discipl ina surgida por mandato div ino,s ino un acto de interpretación hunrana a pr ior i . Elintérprete adquiere una irrrportancia primordial enla identif icación y arreglo de esas esrructuras. Trascualquier texto desmitif icado exisre un lector míticoo, por lo menos, un lector con capacidad mítica.T'omando su economía corno " texto comercial" ,Ruskin i lustra el mismo acto de lecrura ordenadoen Sésamo y l ir ios.' "Y entonces, en primer lugar tedigo seriamente y con mi autoridad (sl que terlgorazón) que ante todo tienes que aclquirir la costum-bre de mirar intensamente las palabras v de asegu-rarte de su significado sílaba por sílaba, e i¡¡clusoletra por letra." 48 Esta inrensidad talrnúdica i lumi-na la degradada economía de las letras. La acostum-brada falta cl-e atención de los economistas al signi-

a7 Ruskin, W'orhs, XVII, 225 n. Ruskin prosigue : "I ' l lector ncrdebe creer que se pierde esfuerzo buscando las conexiones v elpoder c ie las palabras."

48 Ibid. , XVII I , 64. En For.s Clat , isrra, Ruskin " iee" de veraslas letras v símboios insc¡ i tos en las mc¡nedas inglesas; cf . I l ,8-13(carta 25\.

. .LAS PALABRAS IRREALES' ' 197

ficado preciso de las palabras no es más que unsíntoma del poco aprecio que en general tienen porlos textos impresos como tales. En la esfera estricta-mente comercial o mercantil, la calidad física de loslibros se ha degenerado notablemente, en lo queestarían de acuerdo las dos distintas corrientes desocialismo practicadas por Ruskin y por Will iamMorris. En cierto sentido se puede juzgar un l ibropor su exterior, y su texto por sus letras, porque lagérresrs de la imprenta confirma las sospechas deRuskin sobre la complicidad inmediata y perma-nente de la ciencia económica con el arte. Para adu-cir un ejemplo que el mismo Ruskin no da, tomemosel segundo libro que se imprimió en el mundo,inmediatamente después de la Biblia de Gutenberg:el Catholicon, tamhiién impreso por Gutenberg, ycuyo tipo, "un tercio más pequeño que el de laBiblia de cuarenta y dos líneas", hizo "más econó-mica" su producción y "señaló un paso irrrportantehacia la variación en la impresión de l ibros y lareducción de su costo, mediante la selección cuida-dosa del t ipo más conveniente".4e Puede observarseque el primer paso hacia la economía se dio inme-diatamente y casi en el momento mismo en que selnventó la imprenta; fue un paso hacia una econo-mía inmaginativa, porqlre el Catholicon también esuna versión económica e imaginativa de la Bibiia,ya que sustituye el texto original con una enciclo-pedia de historias populares acerca de ella. La eco-nomía mejorada dei segundo libro de Gutenberg vade la mano con la reducción intclcctual d.el prime-ro, coinc,idencia reiteradamente señalada por Rus-kin en el'"lenguaje político-económico", que reduce

- {s S. H. Steinberg, Fiue Hundred Years ol Printing, ed- James

Moran, 3" ed. rev. (Flarmondsworü: Penguin, 1974), p. 18.

.d**-

I

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I9I ] LA LI- I-T-RAf-TIRA Y I-A ECONOIVTíA

el significado "orisinal" de las palabras y las obrasa su sentido comercialmente comunicable.

.Educando al públ ico a leer " letra por letra", laobra de Ruskin también recuerda la erimología de" l i terar. t r ra", der i r . ,aci / r ' del Iar ín l i t tera ( let ia delal fabeto¡. En su acepción or ig inal , como ha af i rma-do recientemenre Ray'mond Wil l iams, s igni f icaba"una condición de lectura", la condición "de saberleer o cle haber leídcl" .5a La literatura comienza, pues,como "categorÍa de uso y condición más bien quecle producción".5r Ruskin insiste en que leyendoletra poi ietra podremos devolver a la l i teratura suutil idad primigenia, la condición de ser leída. Loseconomist.as no han percibido esta categoría de usoy condición respecto a sus propios escritos, y porello sus rexros carecen de precisión y de l iteralidad.El efecto cle los econornistas i lerrados y de unos lec-tores igualmente poco exigenres es señalado tantopor Ruskin como por De Quincey:

L,n una edad de lecruras apresuradas y de desprecio atoda la rnaquinaria de distinciones escolásticas, no pue-de esperarse que los autores gasten demasiada errergíaen cualidades que han dejado de ser meritorias, en unafinura de dist inción que el presuroso lector no capta, oen un concienzudo mantenimiento de la coherenciaque nc, poclría beneficiar al autor si no es aprecradomediante un estudio severo. Así surge inmediatamentela explicación del descuido en la forma de la exposi-ción que por todas partes ha desfigurado la modernaciencia de la economía polír ica.rz

50 Raymond Wil l iams,5t lb id. , p. 47.52 ' fhomas De Quincey,

gina 13.

Marxism and Literature, p. 46.

The Logic of Polit icat Economy, pá-

. .LAS PALABRAS IRREAL¡-S' ' 199

El aspecto fundamental de la educación económicaptopügtt.da por Ruskin es devolverle a este "presu-roso lector" la capacidad y la autorid.ad literal dellector creador de Mill (aunque, como hemos visto,el propio Ruskin no leyó así a Mill). El mal lectorno capta la economía vivificante del lenguaje, por-que no puede penetrar el sentido de los corrompi-dos textos mercantiles. En la misma forma se hacorronrpido el arte de escribir, porqlle los autoresgeneralmente no son interpretados ccn una intensi-dad que pueda ser calificada de "letra por letra"-Este círculo vicioso exige una radical reeducación,en la cual el actt-, incial debe ser anticonstructivo, esdecir, la ruptura del hábito de descuido mental.Tanto De Quincey como Ruskin arguyeron que lanegligencia intelectual, como la estrechez mental enlas actividades mercantiles, es una incapacidad ad-quirida, una manifestación (económica) más de esevalor negativo que es el trabajo ciego y moribundo.

En La economía polít ica del arte, dos conferen-cias que Ruskin pronunció en 1857 ante un grupode comerciantes de Manchester, este problema seexpone con sumo dramatismo. I-a tesis dc Ruskin, aveces cornbativa y a veces de tono condescendiente,no es que debería existír una ciencia económica delarte, sino que ya exist,e. Nos impide desarrollar unamenos falsa economía de la producción artística elhecho de que la ciencia económica comercial ya esuna gramática singular y affogante que pretendeJuzgar lo méritos sociales, polít icos y estéticos. Rus-kin fue más allá de Marx para comprender el arte dela economía polít ica y la euidente relación que exis-te entre el discurrir económico y otras formas deldiscurrir. Insistiendo en que, como cualquier otroarte, la economía polít ica debe ser "leída", dio la

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2OO I-A I.-I:I-ERA'IT]RA

penetran te inrerpretaciónmía polít ica depende, enpolít ica del arre.

Y T-A ECONOMíA

de que el arre de la econo-realidad, de la economía

Cuando reediró aquellas conferencias en 1980,Ruskin fonó el tema deliberadamente, intitulándo:las Una alegría perenne (y su precio en el ftLerca-do). El cambio de tírulo, según explica en el prólogode una edición posterior, esrá justif icado pór la re-petición de la tesis de que el arte debe rener perma-nencia económica pata poder contar con autoridadr¡roral y estética. 'fodas estas formas del discurrirt ie.e' que hablarse e'trc sí, como implica el lerna deKears tomado por Ruskin: "No obstante, e l lemaftre escogiclo con una felicidad incomprenclida, puesnunca hubo ni puede haber ninguna belleza esen-cial poseída por una obra cle arte que no se base enla concepción de su honrosa permanencia y de suinf luencia local" (Obras, XVI, I I ) . Se espera, pues,de nosotros que cnrendamos todas ias impl iCacio-nes del t í tu lo; en pr i rner lugar, qrre el atract ivo deuna cosa bella c'rece.53 Los coleccionistas de objetosde arte lo comprenden como verdad evidente: al co-rrer el t icmpo, la individualidad de una gran obrade arte parece hacerse más rara y más preciósa, y, porconsiguiente, su valor rnonetario aurnenta. pero mim-bién hay que leer las palabras de Kears con unai¡rtensidad rurskinesca, sílaba por sílaba. y así, almismo tiempo se incrementa específicament e el atrac-tiuo, en oposición a la escasez o vai,,r comercial delobjeto. Una cosa bella se vuelve más bella con eltiempo y también más cosrosa. La apreciación de su

53 Como en los primeros versos Crel Endirnión de Kea¡s: LInacosa bel la es una elerna alegría: , su encanto cÍece.. . (Tlr tP_oetical Wc¡rks ol John Keats, cd. H. W. Garrod, 2, ed. [Oxford:Clarendon Press, 19581, p. 65).

. .LAS PALABRAS IRREALES' '

belleza, captada simultáneamente en sus dos senti-dos, revela la economía polít ica del arte. Cualquie-ra que sea realrnente su "precio en el mercado" comocosa o artefacto hermoso, también pagamos su atrac-tivo como cosa bella, como obra de la imaginación.Este últ imo precio se deriva del trabajo de interpre-tación que reiteradamente hacemos, pero funcionapara nuestro provecho y no sólo a costa de nosotros.En el arte, la ciencia econórnica del trabajo lleva un"signo noral" diferente.5a tlna cosa bella no deni-gra nuestros esfuerzos interpretativos, sino que loshonra y magnifica, pidiendo más. Educados por laobra de arte terminada, qtreclamos "para siempre" endeuda con ella. Deberíarnos ¡ronerle un.alto precio, unsigno económico que reflejara claramente tanto suvalor para nosotros como su capacidad de aumen-tarlo a medida que vayamos comprendiendo porqué todo esto es así.

Ruskin entendió que el lenguaje de la cienciaeconómica se desplaza continuamente hacia acep-ciones más suti les, de manera que los arreglos ficti-cios de la teoría económica no constituyen verdade-ras ficciones, que, como las de la pintura y la l i tera-tura, nns habrían ayudatio a vivir. Ruskin no deseabaotra co.-sa que volver a dar realidad a tales ficciones,revelar que ias "palabras irreaies" de los economis-tas pueden tener una palpable riqueza cle significa-dos, basta irnaginarlas correctamente, y demostrarunos "principios que no son más que la aceptaciónliteral y práctica del proverbio que se encuentra enboca de todob los hombres buenos, el de que son losadministradores o agentes de los talentos que hanrecibido" (Obras, XVI, 98). Citando la parábola bí-

5{ Ruskin afirma que el "valor verdadero" de la riqueza "de'

Pende del signo moral que se le agrega. .." (Worhs, XVII, 52)'

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202 LA LITERATURA Y LA ECONOMíA

blica de los talentos, Ruskin señala el fracaso esen-cial en la confianza de la ciencia económica, que esincapaz de interpretarse l iteralmente a sí misma:

Sólo que, y nt l es extraño, si bien aceptamos más omenos el significado del proverbio, mienrras sea consi-derado metafórico, ¿por qué nunca aceptamos dichosignificado en sus propios términos? Sabemos qüe senos da la lección en forma de una hist¡rria acerca deldinero que s€ daba a los sirvientes para c¡ue lo usaran: els irv ientc improduct ivo lo enterró, escondió el dincroque el señor le había entre.gado. Pues bien, apl icándo-la ¡xrética y espirituzrlmente, nosotros clecirnos que, porsupuesto, c l inero no quiere decir c l inero, s ino inge-nio, intel igencia, inf luencia en los al tos círculos, cual-quier cosa en el mundo menos dinero mismo (()bra.s,XVI, 98 s.) .

Tomando literalmente "en forma de una historiaacerca del dinero" se nos revela la paradoja supre-ma de la ciencia económica de Ruskin. Al progresarla lectura de esta historia vamos percibiendo el temasubyacente: las razones de que el vehículo económi-co de la parábola sea un modo apropiado de hablarde los dones o genio individuales. El significadoeconómico del "talento" metafórico o del genio in-ciividuai es tan real como el valor metafórico que seasigne al talento l iteral o a la riqueza individual;encontraremos este manifiesto, en forma más refi-nada, encarnado en la poética radica! de Blake (véa-se, más adelante, cap.rv). Como Blake, Ruskin creiaen Ia imposibil idad de que esta relación furrcioneen ambos sentidos simultáneamente, a menos quese tenga fe en los poderes literales de la imagina'ción, en la imaginación como poder verdadero.Para decir que el dinero habla, en prirner lugarhay

.LAS PALABRAS IRREALES' ' 203

que creer que el lenguaje, el "habla", t iene unaautenticidad y una influencia moral mucho rnayo-res de lo que la mayoría de los economistas estaríandispuestos a reconocerle.

Según Ruskin, a los economistas polít icos les fal-taba sensibilidad hacia el proceso alegórieo de supensamiento, porque no eran suficientemente sen-sibles a la realidad del lenguaje. Esta apreciación lollevó a proponer una contraalegoría o, más exacta-mente, a demost.rar que el carácter simbólico y ficti-cio del discurrir económico sólo había sido reali zadoa medias. Gracias a las luces dgl conocimiento co-mercial , vemos que la r iqueza mater ia l t iene'queaspirar a la condición del bienestar moral. PeroRuskin proporcionó la otra mitad, tan necesaria, deQsta i lustración: el "poder moral" también tiene unvalor monetario; con esta concepción, señaló unmodo para que la ciencia económica de la imagina-ción pueda afirmar una alegoría más refinada, paraque la economía política represenLe tanto los he-chos visibles de un commercium funcionante comolos hechos invisibles de una economía moral igual-rnente funcionante:

En este poder moral, por muy inescrutable e incon-mensurable que sea, existe un valor monetario tan realcomo el que representan otras rnonedas más aprecia-üs. Un hombre puede tener la mano llena de oroinvisible, y con su ademán o su apretón logrará másque otro ccn una lluvia de inetal precioso. Además, eseoro invisible no necesariamente disminuye al ser gas-tado. Bien harían los economistas políticos si algúndía se dan cuenta de ello, aunque no lo puedan medirlObras, XVII, 54 s.l.

Ruskin mismo recurre a El mercader d,e Venecia deOlünakespearc para "rnedir" ese "oro invisible"- En

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204 LA LITERA TURA Y LA ECONOMíA

su interpreración de la obra, ra misericord.ia cristiana,si cs percibida correctamente, está en el corazón mis-mo de la merces económica. cuando shylock es l ire.ralmente l lamado para cobrar su l ibra'de carne sintocar el corazón, sin provocar el derrame de unasola gota de sangre, entonces, según R.uskin, la jus-ticia radical se enfrenta a la désmedida usu.a deShylock, por Io cual ésre, en última instancia. es

frustrado mtrdiante un recurso l i terar a la gran ley m*ral de que la carne y la sangre no p,r.á.. pesarse,hecha c'mplir por "porcia', (.rporcíóÁ,,), t ipo de For-tuna divina que no se encuentra en el orá ni en laplata, sino en el plomo, es d.ecir, en Ia resistencia y enla paciencia, no en el esplendor; y f inalmenre tambiénes enseñada por sus labios, declarando, en lugar de laley y la-cualidad de la merces,la ley

-ás g.Jrde y la

cualidad de la misericordia,* que no se fuerza, sinoque cae como la l luvia, bendiciendo tanro al q'e dacomo al que roma fObras, XVII , 223 s. l .

Para el economista -en este caso epíteto metoními-g9 d" Shylock- "misericordia" es i'? palabra irreal.Y lo sigue siendo par-a Ruskin, a menos que se com.prenda que también la misericordia r iene u. podereconómico y polít ico y nc únicamente rnoral. En elsiguiente capítulo anali¿aremos co¡r mayor detal leesta correspcndencia, al ver que Blake tomó una"palabra irreal" como "precio;, para tratar de defi.

' i r su "poder moral", y ál mismá t iempo demostró

que conceptos abstractos tales como "misericotdia"," justicia" y "bendición" habían adquir ido un sig.

* La pronunciación inglesa del latín merce., (recompensa) esmuy semejanre a la d,e mercy (misericordia, piedaa¡ i i. l

. .LAS PAI-ABRAS IRREALES,, 205

nificado polít ico-económico que debía ser imagina-do de nuevo para poder.uptar su ,,oro invisible'r.s5

considera¡rdo la ciencia económica una formacióndiscursiva, pues, hemcs podido comprender su cali-dad simbólica de estruclura imaginativa, de mitotemporal y remporalizante. También hemos vistoque la ciencia económica clásica puede comprenderel concepto cornún de "economíá" sólo en sL modoficticio. En los textos de Mill hemos enconrrado lamodalidad ficticia de la ciencia económica ctrmocorrelativa del arreglo social humanístico y de lafi losofía moral. f,n vida de Mill, las obras de je,ron,demostraron el inevitable malogro de esta cárrela-ción y el fracaso imaginarivo clJciertas posibil ida-des ficticias en e! campo cle la irnaginación econó-mica, en el misnro momento en que otras estabansiendo consagradas. La novedosa definición de Ri-cardo, según la cual el valor de intercambio es laescasez, y la promulgación por parre de Malthus dela teoría del mal suficiente del progreso econórnicollevan a una inevitable polarizr.i¿" del método eco-llómico, que los pensadores posteriores del siglo xrxtendrían que desenredar y s intet izar.

R.uskin comparó retóricamente todas estas econo-rnlas, ofreciendo una estrategia de reconstruccióntextual y afinmando que los textos económicos tie-nen que estar poéticamente i luininados. Por medio

*-55 Bl¡ke proporciona un antecedenre más directo que Shakes-Pe.are de la opinión decimonónica de Ruskin sobre las econo-nl tas ¡r , r i . t ica r ' ¡ ro l í t ic 'a. Pero también purer le, I rcnsarse que, comoPresl¡rr id inrerprer:rr : ión de El mercader de tr /eneci¿, la dialéct icaruskirr iana

de la "miser icordia" y de ia merces requiere un ma-

lfr a¡nvo. En el epílogo del prese-nre estudio se da .in ejemplo de

LUmo ( 'sta act i t r ¡d ¡ruede adaptarse a u¡ la interpretación más sis-ternát ica,

der i r ada de la economía de la imaginación.

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LA LITERATT]RA Y LA ECONOMíA

de él hemos entendido que la ciencia económica esla forma de discurrir menos económica (en el senti-do de ausrera o frugal), y que la economía de supropia constelación discursiva aspira aIa autarheiao autosuirciencia aristotélica, comprendiendo míti-camente sus propias contradicciones. Y como la es-tructura de "la economía" conserva su base tradi.cionalmente ética en la idea de "economía". laciencia económica empirica tiene una inherent.e autor idad imaginat iva. Hahlar contra ta i arr tor idad eshacerse vulnerable a las "palabras i r reales". Y s inembargo, gracias a tales palabras irreales", el len-guaje de la teoría y cle la pr'áctica económicas pue-den ser intermediar ios entre los mundos l i teral yf ict ic io, empír ico e imaginat ivo, funcional y moral ,o v is ib le e invis ib le. L, l d iscurr i r econ<imico es asícapaz de otrser'\ 'al sus pro¡ri:rs palabras irreales enuna alegoría autocontenida de la dtrra condiciónhumana, de la confrontación de la vida con lamuerte.

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