heidegger, m - conceptos fundamentales. curso del semestre de verano friburgo, 1941

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MARTIN HEIDEGGER CONCEPTOS FUNDAMENTALES (CURSO DEL SEMESTRE DE VERANO, FRIBURGO, 1941) 3. El inicio como decisión sobre lo conforme a esencia de la historia acontecida occidental (en la modernidad: voluntad y técnica incondicionadas) El hombre moderno difícilmente se encuentra en lo conforme a esencia porque, en otro respecto, conoce demasiadas cosas e incluso se cree que lo conoce todo. Para él todo lo anterior es cosa pasada, algo que puede ser aclarado a conveniencia por lo posterior y propio. Como lo anterior no es experienciado en tanto que lo inicial de la historia acontecida, no tiene aquí ya poder alguno de decisión. Pero el inicio, en tanto que inicio, sólo es experienciable allí donde nosotros mismos pensamos inicialmente, en conformidad con la esencia. Este inicio no es lo pasado sino que, al haber decidido previamente todo lo por venir, es siempre lo adviniente; así es como tenemos que pararnos a pensar el inicio. Por inicio entendemos las decisiones originarias que portan e importan de antemano lo conforme a esencia de la historia acontecida occidental. A lo conforme a esencia pertenece prioritariamente la determinación sobre la esencia de la verdad a

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Conceptos Fundamentales. Curso Del Semestre de Verano Friburgo

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MARTIN HEIDEGGERCONCEPTOS FUNDAMENTALES(CURSO DEL SEMESTRE DE VERANO, FRIBURGO, 1941)

3. El inicio como decisin sobre lo conforme a esencia de la historia acontecida occidental (en la modernidad: voluntad y tcnica incondicionadas)

El hombre moderno difcilmente se encuentra en lo conforme a esencia porque, en otro respecto, conoce demasiadas cosas e incluso se cree que lo conoce todo. Para l todo lo anterior es cosa pasada, algo que puede ser aclarado a conveniencia por lo posterior y propio. Como lo anterior no es experienciado en tanto que lo inicial de la historia acontecida, no tiene aqu ya poder alguno de decisin. Pero el inicio, en tanto que inicio, slo es experienciable all donde nosotros mismos pensamos inicialmente, en conformidad con la esencia. Este inicio no es lo pasado sino que, al haber decidido previamente todo lo por venir, es siempre lo adviniente; as es como tenemos que pararnos a pensar el inicio.

Por inicio entendemos las decisiones originarias que portan e importan de antemano lo conforme a esencia de la historia acontecida occidental. A lo conforme a esencia pertenece prioritariamente la determinacin sobre la esencia de la verdad a cuya luz el hombre occidental busca y encuentra, asegura y transforma, lo verdadero.

El inicio, en tanto que inicio de la historia acontecida, slo est all donde hay libertad; esto es: all donde una humanidad se relaciona y comporta decisivamente con el ente y su verdad. Pueblos y razas pueden vivir sin historia acontecida cuando slo importa la mera vida; el mero curso de la vida no es todava historia acontecida, ni tampoco cuando en ello pasan muchas cosas, es decir, cuando desfilan ante uno muchas cosas.

El inicio de nuestra historia acontecida es lo griego; aqu vemos algo conforme a esencia que todava alberga en s decisiones no cumplidas. Este inicio para nosotros no es antigedad y la meditacin sobre ello no es una mera ocupacin con el propsito de salvar un patrimonio heredado. El pensador [44] de la historia Jakob Burckhardt (quien por fortuna no fue jams historiador) dijo, hace ya decenios, que el ocuparse de la antigedad se torna aqu y all algo as como asistir a un viejo pariente pobre al que dara vergenza dejar perecer.[footnoteRef:1] [1: J. Burckhardt, Weltgeschichtliche Betrachtungen, Ges. Ausg. Bd. VII: Historische Fragmente aus dem Nachla, hrsg. von A. Oeri und E. Drr, Berlin und Leipzig 1929, pg. 229.]

En el interior de la tarea de este curso, el instrumento que pertenece a la meditacin sobre el inicio slo es necesario de forma inmediata para aquel que intenta darle una oportunidad a la meditacin. Donde se precisa, pues, traer a la escucha la palabra griega de antiguas sentencias, puede bastar la traduccin a condicin de que en su dilucidacin no falte lo que la palabra nos dice y sea pensada a fondo a travs del horizonte de nuestro propio experienciar y saber. Por lo dems, el lenguaje de los alemanes es apropiado como ningn otro para traducir la antigua palabra griega, tanto ms si la palabra griega no es transportada a un uso a la mano de la lengua alemana, sino que sta misma, con ello y al mismo tiempo, es renovada y se torna inicial.

Pero lo que propiamente aleja al hombre moderno del inicio de su historia acontecida no es, ni nica ni primeramente, el lenguaje, que ciertamente es otro, sino el modo transformado de la interpretacin del mundo y el emplazamiento fundamental en medio del ente. El emplazamiento fundamental de la modernidad es el tcnico. Dicho emplazamiento no es tcnico porque haya mquinas de vapor y posteriormente motores de explosin, sino al contrario: si hay cosas tales es porque la poca es tcnica. Eso que llamamos tcnica moderna no es slo una herramienta, un medio en contraposicin al cual el hombre actual pudiese ser amo o esclavo; previamente a todo ello y sobre esas actitudes posibles, es esa tcnica un modo ya decidido de interpretacin del mundo que no slo determina los medios de transporte, la distribucin de alimentos y la industria del ocio, sino toda actitud del hombre en sus posibilidades; esto es: acua previamente sus capacidades de equipa [45] miento. Por eso la tcnica slo es dominada all donde, entrando previamente en ella y sin reservas, se le dice un s incondicionado. Esto significa que la dominacin prctica de la tcnica y su despliegue carente de condiciones, presupone ya la sumisin metafsica a la tcnica. A esta sumisin acompaa la actitud de poner a todo bajo planes y clculos para, a su vez, aplicarlos a amplios perodos de tiempo, con el fin de poner a buen recaudo de una manera consciente y voluntaria a lo susceptible de duracin, mediante una duracin tan grande como sea posible.Una cosa es que haya reinos que perduren milenios por perpetuarse en su estado[footnoteRef:2] y otra cosa bien diferente es que dominios universales sean planificados a sabiendas por milenios y se asegure este estado a propsito, viendo as una meta conforme a esencia en el hecho de que dure lo ms posible el mayor orden posible de contingentes humanos tan grandes como sean posibles. Esta voluntad es, desde hace tres siglos, la oculta esencia metafsica de la modernidad. Aparece bajo esbozos y ropajes diversos que no estn seguros ni de s mismos, ni de su esencia. Que esta voluntad obtenga en el siglo veinte la figura de lo incondicionado, lo ha pensado ya de antemano Nietzsche con claridad. Tanto el querer acompaar a esa voluntad de dominacin incondicionada del hombre sobre la tierra como la ejecucin de esa voluntad, albergan en s esa sumisin a la tcnica que, por ello, no aparece tampoco ni como contravoluntad, ni como no-voluntad, sino como voluntad, lo que significa que tambin aqu es realmente efectiva. [2: Orig.: Bestand. Tambin duracin, existencia y existencias en tanto reservas depositadas para un posterior aprovechamiento o utilizacin. En este sentido ser retomado el trmino posteriormente en el escrito que retomar buena parte de las tesis aqu anunciadas: La pregunta por la tcnica (trad. Adolfo P. Carpi) en Epoca de Filosofa, n. 1. Barcelona, 1985, pgs. 7-29.]

Donde se interpreta la ejecucin de esa voluntad metafsica como producto del egosmo y arbitrariedad de dictadores y estados autoritarios, slo habla el clculo poltico y la propaganda, o bien la carencia de presentimiento metafsico de un saber atascado desde hace siglos, o ambas cosas juntas.

Puede que las circunstancias polticas, las situaciones econmicas, el crecimiento demogrfico y cosas similares sean los motivos y sectores ms prximos para la ejecucin de esa voluntad metafsica de la historia acontecida del mundo moderno, pero nunca son su fundamento ni su meta. La voluntad de conservacin, y esto significa siempre la voluntad de incremento de la vida y de su duracin, trabaja a sabiendas contra el ocaso, sin ver en aquello que tiene poca duracin ms que lo defectuoso y sin vigor.

Por el contrario, en lo griego, por lo que respecta al inicio de nuestra historia acontecida, el ocaso era lo que slo da una vez, lo instantneo, lo magno y digno de gloria; pero en este caso hay que distinguir, desde luego, entre ocaso, por estar en camino a algo que slo se da una vez, y perecer a base de estancarse en lo habitual. Lo imperecedero del inicio no consiste ni en que sus consecuencias perduren el mayor tiempo posible, ni en la extensin lo ms amplia posible de sus efectos, sino en la rareza y unicidad del retorno transformado de lo en l originario. Por eso no podemos experienciar tampoco el inicio mediante la posesin de meras nociones histricas de lo precedente, sino slo en un poner en obra aquello que en el inicio le advino esencialmente al saber.