heidegger, entre el ser y el nazismo
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5/26/2018 Heidegger, Entre El Ser y El Nazismo
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Heidegger, entre el Ser y el nazismo
Filosofa. La edicin alemana de los Cuadernos negros resucita las acusaciones de antisemita
y nazi que han pesado sobre el gran filsofo.
POR MARIANA DIMOPULOS
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HEIDEGGER. Influy en toda la filosofa del existencialismo del siglo XX
HEIDEGGER. Influy en toda la filosofa del existencialismo del siglo XX
Etiquetado como:Martin Heidegger
"Solo diez cortos meses, segn lo defini su antigua discpula Hannah Arendt, haba durado el
entusiasmo de Martin Heidegger por el nazismo. No era ella la nica que, juda y filsofa, se
haba formado en los aos veinte con el gran maestro de Alemania. Herbert Marcuse,
Emmanuel Levinas, Hans Jonas, Leo Strauss y otros muchos haban peregrinado a Friburgo y
Magdeburgo para estudiar con aquel que haba venido a renovar por completo la filosofa. Que
entre mayo de 1933 y abril de 1934 hubiera sido rector de la universidad, nombrado por las
autoridades nazis, se reduca a un error poltico y al clima de una poca, dijeron otros. Sus
defensores argumentaron durante setenta aos que Heidegger jams haba escrito una lnea
antisemita. Las querellas entre seguidores y detractores se extendieron al ritmo de
interpretaciones y contrainterpretaciones. Hasta hoy, porque esas lneas acaban de salir a la
luz.
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Entre 1931 y 1970 Heidegger llev unos diarios de reflexiones filosficas llamados Cuadernos
negros, al parecer por el simple hecho de que sus tapas eran de ese color. Pocos ele gidos
tuvieron acceso a esos manuscritos, destinados por el mismo autor a ser publicados slo al
final de sus obras completas, que cuentan con ms de noventa volmenes. Es decir, segn lo
quisieron los avatares editoriales, en marzo de 2014. Su editor alemn, Peter Trawny,
reconoci que, a pesar de que las dbiles muestras del antisemitismo de Heidegger en los
documentos hasta ahora conocidos podan asociarse a un resentimiento de poca, con los
Cuadernos Negros cobraban una dimensin aterradora: por ser explcitas, por haber
mostrado que esas ideas haban dado ocasin a pensamientos filosficos.
El judasmo mundial, atizado por los emigrantes dejados salir de Alemania, es en todo punto
inaprensible y a pesar del despliegue de su poder no necesita, en ningn lugar, participar de las
actividades blicas. Frente a lo cual a nosotros no nos queda ms que sacrificar la mejor sangre
de los mejores de nuestro propio pueblo. Segn recuerda el mismo Trawny, ya Karl Jaspers
haba mencionado en su autobiografa filosfica que Heidegger le haba hablado alguna vez de
una peligrosa conexin internacional de los judos, ancdota que haba quedado, como
tantas otras, sustrada a la evaluacin por ser el simple testimonio de un tercero, no un
documento escrito. En los Cuadernos negros , el judasmo es condenado junto con otros
colectivos, como el americanismo y el bolchevismo, dentro de una suerte de topografa de la
historia del Ser en que quedan asociados al dominio de la tcnica.
Descubrimiento francs
Pero fue en Francia donde la noticia de los cuadernos provoc las reacciones ms apasionadas,
de bienvenida y de rechazo. A partir de la Segunda Guerra Mundial, fue en ese pas donde la
filosofa del maestro de Alemania tuvo su recepcin ms fecunda, desde el existencialismo
hasta las teoras de la deconstruccin. El escndalo actual estuvo precedido por otro no
menor: un libro de Vctor Faras de 1987, presentado en su momento como una demostracin
definitiva de la adhesin militante al nazismo de parte de Heidegger. Aquel mismo ao se
publicaba tambin un texto de Philippe Lacoue-Labarthe sobre esa incursin poltica que
resultaba filosficamente incomprensible, titulado La ficcin de lo poltico . Este pensador
francs resuma por entonces lo que se vino repitiendo en las acaloradas defensas de
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Heidegger: que su compromiso con el rgimen haba sido muy breve, que en ese puesto de
rector haba defendido alumnos perseguidos ante las presiones de las autoridades nazis, que
haba prohibido que se cuelgue el afiche racista contra los judos en la universidad. Y sin
embargo, con certeza Lacoue-Labarthe sealaba que es difcil hablar de un error, que hay
algo donde el compromiso de Heidegger es de una coherencia absoluta con su pensamiento,
al menos de ese tiempo. Pero al igual que otros lectores y seguidores de la obra de Heidegger,
sostena tambin que ese error, lo fuera o no, haba terminado en 1934. Los Cuadernos
negros indican que no es as, y que esa historia del Ser que Heidegger desarroll en los aos
treinta y cuarenta, por momentos teida de pathos heroico y de preocupacin por el destino
histrico de Alemania, sigui adelante al menos hasta 1938 en cierta afinidad con ideas del
rgimen de Hitler. De hecho, varios indicios sugieren que su alejamiento del Fhrer no fue
producto de distancias ideolgicas profundas, sino que estuvo motivado por la falta de pureza
del rgimen.
Para entrados los aos cuarenta, tal como lo dejan entrever ciertos pasajes de sus famosas
clases, Alemania haba pasado a encarnar el mayor de los aparatos tcnicos, y ya no se
diferenciaba, al menos en ese punto, del condenado americanismo, bolchevismo y judasmo.
Sin embargo, fue el clebre silencio de Heidegger, su negativa a formular cualquier tipo de
mea culpa, lo que ms perturb a sus antiguos discpulos y a una buena parte de sus lectores
modernos. Inmediatamente despus de la ocupacin por parte de los Aliados y de la Unin
Sovitica, los ciudadanos alemanes fueron sometidos a una famosa desnazificacin; tambin
Heidegger, y aunque al principio el comit le fue favorable, durante al menos cinco aos el
gran maestro de Alemania no fue reintegrado a la actividad universitaria. Para entonces, su
fama era mundial. En sus memorias, su antiguo alumno Hans Jonas describe hasta qu punto,
durante los aos cincuenta, l emigrado y Heidegger reinstalado en el mundo acadmico
alemn, era vital preguntarse por ese silencio.
Otro de sus profesores, Bultmann, le aseguraba haber hablado de ese delicado tema con
Heidegger y que este le haba prometido una declaracin pblica sobre su colaboracin con el
nazismo. Pero la declaracin nunca lleg. Lo nico similar a un descargo fue una clebre
entrevista con el semanario Der Spiegel hecha en 1966 pero publicada cinco das despus de
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su muerte en 1976, nuevamente por mandato del autor. Todo lo tocante al nazismo deba
postergarse, ser pstumo. En ella, Martin Heidegger repeta la versin puramente universitaria
de su compromiso con el rgimen, recalcaba haber sido vctima de persecuciones durante el
nazismo y, luego, objeto de las calumnias de sus enemigos.
Para haber dudado hasta ltimo momento de aceptar su candidatura al rectorado, segn
cuenta la versin oficial, apenas asumido el cargo Heidegger despleg un gran celo
organizativo en el mbito universitario; sus circulares no carecan de tono militar.
El ltimo proyecto, antes de su dimisin, fue crear en Berln una academia al estilo platnico,
donde docentes y estudiantes vivieran juntos en una rutina diaria de alternancia natural de
trabajo cientfico, relajacin, contemplacin, juegos de guerra, trabajo fsico, marchas, deporte
y festividades. Debido a internas dentro del gobierno nazi, incluyendo la lucha por convertirse
en el primer idelogo del movimiento, la academia nunca se concret y al poco tiempo, en
1934, Heidegger dimiti de su puesto. Sin embargo, este proyecto parece ser una prueba ms
de esa esperanza que el pensador de Friburgo haba depositado en el carcter novedoso, si se
quiere revolucionario, o al menos de absoluta renovacin que inspir en muchos alemanes elarribo del nazismo al poder.
En su marcado talento por el clculo, los judos viven ya desde hace mucho segn el principio
racial, y es por eso que se resisten del modo ms violento a su aplicacin ilimitada.
Bajo la luz de las leyes de Nremberg, que prohiban la unin entre alemanes y judos y
profundizaban las persecuciones y el boicot general que haba comenzado apenas instalado
Hitler en el poder, estas palabras de Heidegger son, a lo menos, de un indudable cinismo. Y
aunque ms tarde haya renegado del principio racial en general, la mencin del clculo es
muestra de hasta qu punto su posicin coincida con los estereotipos del ms corriente
antisemitismo.
El juicio
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Peter Trawny indica que an es pronto para evaluar en toda su envergadura los pasajes de
indudable contenido antisemita de estos cuadernos, tal como lo declar el presidente de la
sociedad Martin Heidegger de Alemania; que habr que considerarlos en su contexto, textual,
epocal y filosfico. En Francia, apenas llegados generaron un revuelo que dej en evidencia la
importancia de la herencia de Heidegger en ese pas; un periodista dictamin poco ms tarde
que la noticia de los Cuadernos negros significaba una debacle para la filosofa francesa,
opinin que los viejos y nuevos detractores slo habrn de celebrar.
Uno de sus primeros crticos fue un contemporneo y compatriota de Heidegger: Theodor
Adorno. En su libro La jerga de la autenticidad, el filsofo de Frankfurt desmenuza en tono de
denuncia el tramado que une la particular lengua del pensamiento de Heidegger y toda una
ideologa de la tierra, de la sangre y de lo autntico. Por ser ideolgico, este libro fue
condenado. Que su autor fuera de tradicin marxista lo desautorizaba.
Y es cierto que Adorno se neg, por una vez, a hacer una crtica inmanente de algo que no
consideraba filosofa sino ms bien un Om-om sobre el Ser. Y se resista a reconocer,
corriendo tambin riesgos, esa ajenidad al mundo propia de algunas tradiciones filosficas:Cunto de social es inherente al anlisis que hace Heidegger de la autenticidad lo admite, de
mala gana, su uso del lenguaje. La crtica de Adorno recuerda que lo que est en juego no es
slo el pensamiento de Heidegger, sino tambin el concepto mismo de filosofa. Hannah
Arendt represent, por el contrario, un caso testigo usado por muchos de los defensores en el
juicio al que Heidegger ha sido sometido. Pero los modos en que puede entenderse esa
reconciliacin y ese perdn por parte de Arendt, que tuvo lugar muy pronto, en los aos
cincuenta, van desde un reencuentro filosfico hasta los motivos ms cercanos a la novela
rosa.
Cuando uno de sus seguidores lo inquiri por carta en 1960 sobre su participacin en la
administracin nazi, argumentando que esto le resultaba un impedimento para leer su
filosofa, Heidegger se compar con otros ms grandes: Hegel haba visto en Napolen el
espritu del mundo, tambin Hlderlin lo haba incluido como prncipe en la fiesta de los
dioses. Es decir: Hitler elevado a un hroe metafsico y geopoltico.
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Pero hay ahora algo definitivo? Los marxistas y los perseguidos por el nazismo poco dudaron
de ciertas tendencias de Heidegger y de la posibilidad de leer su obra, o al menos una parte de
ella, bajo la luz del conservadurismo del suelo, de la lengua y el destino trascendental de
Alemania, acaso bajo el hechizo de ciertas ideas del romanticismo.
Los lectores y reivindicadores de su obra, sobre todo en Francia, temen ver en esta revelacin
de los cuadernos el renacimiento de una lgica implacable: si Heidegger fue un gran pensador,
entonces no fue un verdadero nazi; pero si fue un verdadero nazi, entonces no fue un gran
pensador. Si fuera esta la dificultad, con los Cuadernos negros para algunos quedar resuelta.
Mariana Dimopulos es ensayista y narradora. Su ltima novela es Pendiente (Adriana Hidalgo).