hechos 20.32

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    HECHOS 20:32.

    Lectura bíblica:

    Hechos 20:32 “Y ahora os encomiendo a Dios, y a la palabrade Su gracia, que tiene poder para sobreedificaros y darosherencia entre todos los que han sido santificados”. 

    Comentario:

     Al final del tercer viaje ministerial de Pablo, en el ocaso de su vida y ministerio, él paso por la ciudad de Mileto, la cual se

    encontraba a unos 64 kilómetros al sur de la ciudad de Éfeso,la ciudad principal de Asia Menor; por lo que tomo a bien,mandar a llamar a los ancianos de aquella iglesia local (Hch.20:15-17) para dirigirles un discurso de despedida (Hch.20:18-36), que no solo es sumamente emotivo; sino quetambién está cargado de un amplio contendido espiritual.

    I. Encomendados a Dios.

    Es dentro de este discurso de despedida dirigido a losancianos de la iglesia en Éfeso que Pablo exhorta a losmismos, diciéndoles: “Y ahora os encomiendo a Dios”.

    En el griego,  paratithemai   (encomiendo) modifica tanto aTheô  (Dios) [algunos manuscritos leen aquí: el Señor (gr. Kyrios)] como a logô  (palabra). Así, que Pablo encomienda alos ancianos de Éfeso a dos cosas sublimes: (1) a Dios y (2) a la

    palabra de Su gracia.

    El verbo griego  paratithemai  (encomiendo) proviene de  pará (cerca de, al lado de) y de tithemai   (poner, colocar). Así queliteralmente significa: “poner o colocar a lado de”. Pablo pusoa los ancianos de Éfeso al lado de Dios, los deposito en Sus

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    manos (Mt. 4:6; Sal. 91:12); porque ciertamente, solo Dios “espoderoso para guardaros de tropiezos, y presentarnos sinmancha delante de Su gloria con gran alegría” (Jud. 24). Él esel único que puede confirmaros según el evangelio, es decir, la

    proclamación de Jesucristo, según la revelación del misterio,mantenido en silencio desde tiempos eternos (Ro. 16:25), y estambién, “Aquel que es poderoso para hacer todas las cosasmucho más abundantemente de lo que pedimos o pensamos,según el poder que actúa en nosotros” (Ef. 3:20), Él espoderoso para guardar nuestro depósito para aquel día (2 Ti.1:12). Así, que simplemente descansamos en Él (Sal. 23:1-3),porque Él nos guarda por Su poder mediante la fe para la

    salvación que está preparada para ser manifestada en eltiempo postrero (1 P. 1:5).

    II. Encomendados a la palabra de Su gracia.

    Luego, en segundo lugar, Pablo los encomienda a la palabra deSu gracia (cf. He. 13:9). Palabra aquí es logô, la palabraescrita, y gracia es charitos, el favor inmerecido. En medio deestas dos palabras griegas encontramos tês autou  (de Su), lo

    cual indica pertenencia. La palabra le pertenece a la gracia deDios.

    Según Juan 1:14, el Verbo (gr. logos) estaba lleno de gracia; yal comparar Gálatas 2:20 que nos dice: “ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”, con 1 Co. 15:10: “pero no yo, sino la graciade Dios en mí”. Nos damos cuenta que Cristo no solamenteestaba lleno de gracia; sino que Él es la gracia misma.

    Él es tanto la palabra (gr. logos) como la gracia (gr. charitos).Pero como ya lo dijimos, el punto aquí, radica en el hecho deque la palabra pertenece a Dios, de quien procede Su gracia(cf. Hch. 14:23, 26; 15:40). Debido a que la palabra pertenecea la gracia (Hch. 14:3) ella puede impartirnos el abundante

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    suministro de vida (Jn. 6:63) que está en el Espíritu (Gá. 3:5;Fil. 1:19), el cual es Cristo como poder (1 Co. 1:24; 1 Ti. 1:12)todo-suficiente (2 Co. 12:9; 1 Co. 15:10). Por ello, debemosrecibir la palabra con toda oración y petición orando en el

    espíritu con el Espíritu del Señor (Ef. 6:17-18; Jud. 20). Comoel salmista dijo:

    “Me anticipé al alba y clamé; en Tus palabras esperé.Se anticiparon mis ojos a las vigilias de la noche, parareflexionar sobre Tu palabra” (Sal. 119:147-148).

    Debemos estar claros, que según Juan 6:63, el Espíritu como

    rhêma  esta corporificado en la palabra escrita (el logô). Esdecir, que el Espíritu está depositado en la palabra. Sitratamos de recibir la palabra que es Espíritu con nuestramente, es decir, que nuestra mente señoree a nuestro espíritu,obtendremos simplemente letra que mata (2 Co. 3:6) yconocimiento que envanece (1 Co. 8:1). Pero no obtendremosla vida que se recibe al poner la mente (cf. 1 Co. 14:15) en elespíritu (Ro. 8:6) para que él la gobierne y la subyugue a la voluntad de Dios (Ro. 8:27). Si nos allegamos a la palabra

    escrita (gr. logô) en oración, ciertamente que recibiremos elrhêma, la palabra hablada para el momento, como suministrode vida del Espíritu en medio de las circunstancias cotidianasque nos rodeen (Fil. 1:19). Esto, no es otra cosa que gracia, queel favor inmerecido de Dios de poderle disfrutar en el Hijo pormedio del Espíritu. Por ello, Pablo deposito a los ancianos deÉfeso a la palabra que pertenece a la gracia, la cual tiene poderpara impartirla como vida (1 P. 3:7) en nosotros.

     A. Que tiene poder.

    Poder aquí, es el verbo griego dynamenô, que puedetraducirse también como: “siendo capaz”, aunque la idea de‘dínamo’ que comporta tal palabra griega, hace que ‘poder’ sea

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    la mejor opción. Según el contexto de Hechos capítulo 20, “lapalabra de Su gracia” es “el evangelio de la gracia de Dios” (cf.1 Co. 15:2; Hch. 5:42) mencionado en el versículo 24. Esteevangelio de la gracia es “poder de Dios para salvación a todo

    aquel que cree” (Ro. 1:16). Y puesto que estas palabras estándirigidas a creyentes, como lo eran los ancianos de la iglesia enÉfeso. Es claro, que el poder para salvación no se refiere a lasalvación inicial, a la regeneración de nuestro espíritu (Ro.8:10); sino a la salvación realizada por la vida (Ro. 5:10),quien es el Señor mismo (Jn. 10:25; 14:6) en nuestro interior(2 Ti. 4:22; Fil. 1:6), es decir, a la salvación de nuestra alma (1P. 1:9; Fil. 2:12).

    B. Para sobreedificaros.

    Pablo dice que la palabra de Su gracia tiene poder parasobreedificaros (cf. Ef. 4:29 con Col. 3:16). Esto, el Señor ya lohabía mencionado en Mateo 7:24, cuando dijo:

    “Todo aquel, pues, que oye estas palabras [gr. logous]Mías y las pone por obra, será semejante a un hombre

    prudente, que edificó su casa sobre la roca”.

    Según el contexto de dicho versículo, la roca no es Cristo comomuchos opinan; sino las palabras dichas por el Señor (Mt.4:4). De tal manera, que Sus palabras son el fundamentosobre el cual podemos ser edificados. Ahora bien, no hay queperder de vista también que el Señor es la palabra (el logos,Jn. 1:1). Sus palabras son Su persona misma, de la misma

    forma que nuestras palabras expresan lo que nosotros somos(Lc. 6:45).

    El Textus Receptus  lee aquí epoikodomêsai   (sobreedificaros);mientras que Nestlé-Aland lee oikodomêsai   (edificar). Perosegún la revelación hallada en 1 Co. 3:11-12 y Ef. 2:20,

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    epoikodomêsai   es la lectura más apropiada aquí (véase 1 Co.3:10, 12, 14; Ef. 2:20; Col. 2:7; Jud. 20, donde se emplea lamisma palabra griega); y es muy probable también, que elescriba halla omitido, como un error visual, las letras griegas

    ἐπ (ep) al inicio de la palabra. 

    Pero bueno, el caso es que Pablo nos dice, que la palabra de Sugracia es poderosa para edificarnos encima de. Por ello, Pedroexhortaba a sus lectores: “desead, como niños recién nacidos,la leche de la palabra (gr. logikon) dada sin engaño, para quepor ella crezcáis para salvación” (1 P. 2:2).  Cuando crecemosen la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador

    Jesucristo (2 P. 3:18) por medio de la palabra, no soloobtenemos el fin de nuestra fe, que es la salvación de nuestrasalmas (Stg. 1:21; 1 P. 1:9); sino que también somos edificadossobre Cristo, el único fundamento (1 Co. 3:11), la piedra viva (1P. 2:4) y la piedra angular (1 P. 2:6; Ef. 2:20), como casaespiritual (1 P. 2:5) como morada de Dios en el espíritu (Ef.2:22). Por ello, también Pablo dijo: “sino que asidos a la verdad en amor, crezcamos en todo en Aquel que es la Cabeza,es decir, Cristo”  (Ef. 4:15). La verdad está en la palabra, por

    ello, la Escritura le llama: “la palabra de verdad” (Ef. 1:13; 2 Ti.2:15; Stg. 1:18). Pero la verdad también es el Señor Jesús (Jn.14:6; Ef. 4:21), quien es la palabra (el logos). Asirse a la verdades asirse a la palabra, la cual es Cristo, la Cabeza.

    Nunca debemos perder de vista, que por el lado individual, elcrecimiento es la salvación de nuestra alma; pero por el ladocolectivo, es la edificación mutua del Cuerpo de Cristo (Ef.

    4:12). Cuando Cristo, la gracia de Dios, crece en nosotros (Gá.4:19; Jn. 3:30) por medio de recibir la palabra con todaoración y petición en el espíritu, entonces “todo el Cuerpo, bien unido y entrelazado por todas las coyunturas del ricosuministro y por la función de cada miembro en su medida,causa el crecimiento del Cuerpo para la edificación de sí

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    mismo en amor” (Ef. 4:16). Ciertamente, que si recibimos lapalabra de esta manera, la palabra de Cristo morara ricamenteen nosotros (Col. 3:16), no habrá ninguna palabra corrompidaen nuestra boca, sino únicamente la que sea buena para

    edificación según la necesidad, a fin de dar gracia a los oyentes(Ef. 4:29). Nuestra palabra estará siempre llena de gracia, conla gracia proveniente de la palabra de Su gracia, estarásazonada con sal, para saber cómo responder a cada uno enamor (Col. 4:6).

    La iglesia se edifica (calidad) y se multiplica (cantidad) cuandoandamos en el temor del Señor (Fil. 2:12) y en el consuelo del

    Espíritu Santo (Hch. 9:31). Que no es otra cosa, quepermanecer en la consolación de las Escrituras (Ro. 15:4). Es aesto, a lo que Pablo se refiere, cuando dice que: “la palabra deSu gracia es poderosa para edificarnos encima de”. 

    C. Y daros herencia.

    Pero esta palabra, no solo es poderosa para sobreedificarnos;sino también, para darnos herencia (gr. klêronomian). La

    palabra griega aquí proviene de kléros  (parte o porción) y denomos (ley o repartir), el sentido literal es dividir o partir algopara darlo por posesión conforme a la ley o al derecho civil.Esta palabra griega es la misma que se utiliza en: Mt. 21:38;Mr. 12:7; Lc. 12:13; 20:14; Hch. 7:5; Gá. 3:18; Ef. 1:14, 18; 5:5;Col. 3:24; He. 9:15; 11:8 y 1 P. 1:4. Luis Bonnet y ArturoSchroeder comentan algo muy importante sobre esta palabragriega:

    “Esta palabra significa originalmente la parteatribuida por la suerte a las tribus de Israel en latierra de promisión (Mt. 5:5); y según esta figura, laparte de los redimidos en la Canaán celestial [cf. Gá.3:18; 4:26; 2 Ti. 4:8; He. 11:16; 12:22; 2 Co. 5:2; 1 Co.

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    15:49-50]” (Comentario al Nuevo Testamento, TomoII, Casa Bautista de Publicaciones, pág. 611, 1970).

    La herencia está íntimamente relacionada con tres cosas: (1)

    con el jubileo neotestamentario hoy (Lv. 25:8-17; Is. 49:7-8; 2Co. 6:2; Lc. 4:18-19; Hch. 26:18), (2) con el reino comorecompensa para los vencedores en la era venidera, la era delmilenio (cf. Jn. 3:5; Mt. 5:20; 18:3; 25:34; 1 Co. 6:9-10; Gá.5:21; Ap. 3:21; 20:4-6) y (3) con el disfrute pleno de Dios en laNueva Jerusalén en la eternidad (Ap. 3:12; 11:10; Ap. 21:9-11).Todos podemos disfrutar de la herencia hoy  si somosdiligentes en tocar al Espíritu, y todos disfrutaremos de la

    herencia en la eternidad , en el disfrute de la Nueva Jerusalén.Pero no todos, disfrutaremos de la herencia de la eravenidera, la era del reino. Sino solo aquellos que verdaderamente disfrutaron del anticipo de esta herencia en laera presente, la era de la gracia (Mt. 7:21-25).

    Pablo nos dice que la herencia no se recibe por la ley deMoisés; sino por la promesa dada a Abraham (Gá. 3:18), dichapromesa es el Espíritu (Gá. 3:14). Es el Espíritu que recibimos

    cuando creímos (Gá. 3:2) el que nos introduce en el disfrute deesta herencia (Ro. 8:23; Ef. 1:14), y este Espíritu, según Juan6:63, es la palabra, el rhêma, que nos es suministrado cuandonos allegamos a la palabra escrita, al logos, con toda oración ypetición en el espíritu. Así, que la herencia aquí, no solo esalgo futuro (1 P. 1:4); sino también, algo presente quedisfrutamos y acumulamos hoy (2 Co. 4:17; Mt. 6:20-21; Col.2:2; 1:27; Ro. 9:23; Ef. 1:18) cada vez que tocamos al Espíritu

    en la palabra. Por ello, Efesios 1:14 nos dice: que el Espíritu“es las arras de nuestra herencia, hasta la redención de laposesión adquirida”. ¿Pero cuál es nuestra herencia enrealidad? ¿Será algo material como muchos piensan o algoespiritual? Según Apocalipsis capítulo 21, nuestra herencia esDios mismo (cf. Ro. 8:17 con Jn. 4:24).

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    “Y oí una gran voz que salía del trono que decía: Heaquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y Elfijará Su tabernáculo con ellos; y ellos serán Sus

    pueblos, y Dios mismo estará con ellos y será su Dios”(Ap. 21:3).

    “El que venza heredará estas cosas, y Yo seré su Dios, y él será Mi hijo” (Ap. 21:7). 

    El Espíritu como primicia de la herencia (Ro. 8:23; Ef. 1:14)nos ha sido dado (Ro. 5:5) a todos por igual (Ro. 8:9). Pero

    solo disfrutan de ella en el presente, aquellos creyentes quedisfruta al Espíritu como la realidad del jubileoneotestamentario (Ro. 8:14). Por el lado del reino, la herenciaimplica responsabilidad, requiere nuestra búsqueda y nuestradiligencia (1 Co. 6:9-10; Gá. 5:21). Desde ese punto de vista, laherencia no es algo que se recibe de forma automática einstantánea. Porque yo recibí al Señor al creer (Jn. 1:12), porello, Dios está obligado a darme la herencia del reino. Eso noes cierto. Asimismo, hay que percatarse, que la herencia

    tampoco es un objeto material o físico de forma literal comouna ciudad o un tesoro. Pues Su palabra dice: “Fijad la menteen las cosas de arriba, no en las de la tierra” (Col. 3:2). Y el oroo la plata son “cosas corruptibles” (1 P. 1:18). Así, que nuestramente debe estar fija, no en “las cosas que se ven, sino [en] lasque no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, perolas que no se ven son eternas” (2 Co. 4:18). Dios no nos haprometido una mansión celestial; sino que Él nos ha

    prometido ser transformados hasta llegar a ser dicha mansión,la cual no es física; sino espiritual. Esto es algo muy diferenteal concepto religioso tradicional (cf. Ap. 3:12; 2 Co. 11:2; Ef.5:25-27; Ap. 21:9-11 con 2 Co. 5:1-6).

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     Así, que la herencia es algo espiritual, que se acumula desdeque somos regenerados al disfrutar al Espíritu que nos trae lagracia de Dios (Jn. 3:5; Gá. 4:29).

    Somos peregrinos en esta tierra (1 P. 1:17; 2:11); pero no losomos para pasar el tiempo en los deleites de este mundo (2Ti. 2:4), sino que estamos aquí con un propósito muy sublime y elevado, el cual tiene que ver con ganar a Cristo (Fil. 3:8),para disfrutar y acumular Sus inescrutables riquezas (Ef. 3:8)en nuestro ser.

    Somos vasos de barro que necesitan ser llenados con el tesoro

    de las riquezas de la gloria de Cristo (cf. 2 Ti. 2:20; Ro. 9:23; 2Co. 4:7), riquezas que serán en el futuro, nuestra herencia enplenitud (Col. 1:27; Mt. 19:29).

    Somos vasijas (Mt. 25:4) que necesitan del aceite que es elEspíritu (Is. 61:1; He. 1:9), el cual nos trae las inescrutablesriquezas del Hijo (Jn. 16:14-15); esto lo requerimos, para quenuestras lámparas (Pr. 20:27) puedan arder (2 Ti. 1:6; Ro.12:11; 1 Ts. 5:19) como el testimonio de Jesucristo (Ap. 1:2, 9)

    en esta era (Mt. 5:14-16; Fil. 2:15), y para velar en espera denuestro amado novio (Mt. 25:5-6, 10, 13), Él cual, como larealidad de Josué (He. 4:8-11), nos introducirá en la herenciade la era venidera y en la herencia de la eternidad.

    El Señor Jesús es tan rico, que en la tipología bíblica, Él es elcumplimiento tipológico de la buena tierra, la tierra deCanaán (Léase Col. 1:12; 2:6-7 cf. con Éx. 32:13; Nm. 32:22;

    Sal. 105:11; Ez. 47:14). Él es tan rico que de Su ser fluyen leche y miel (Éx. 3:8). Leche para nuestro sustento y crecimiento (1P. 2:2) y miel para nuestro disfrute (Sal. 119:103). En Susinescrutables riquezas, Él es justicia (1 Co. 1:30; 2 Ti. 4:8), vida (Jn. 11:25; Stg. 1:12; Ap. 2:10) y gloria (1 Co. 2:8; 1 P. 5:4),Él inclusive es el reino (Lc. 17:21); y lo glorioso es, que este

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    Señor también es Dios (Jn. 20:28; Ro. 9:5). Él es uno con lasotras dos hipóstasis de la Trinidad (Jn. 10:30, 38; 1 Co. 2:11),diferente pero no separado. Él es la porción de la herencia dela buena tierra asignada a los santos en luz (cf. Col. 1:12; Ap.

    21:23; 22:5). Así, que Él con todas Sus riquezas es nuestraherencia, y Él es la corporificación del Dios Triuno (Col. 2:9).Lo cual implícitamente quiere decir, que el Dios Triuno esnuestra herencia hoy, en la era venidera y por la eternidad. Elsalmista lo dijo bien claro, hablando de su persona misma y enforma de profecía mesiánica (cf. Sal. 2:7-8; He. 1:2):

    “Jehová es la porción de mi herencia [Su posesión] y

    de mi copa [Su disfrute]; Tú sustentas (Sal. 119:116) loque me tocó en suerte [cf. Nm. 26:55-56; 33:54;34:13; Jos. 14:2]. Las cuerdas de medir me han caídoen lugares placenteros; ciertamente para mí laherencia es bella” (Sal. 16:5-6).

    ¡¿Oh, cuánto de Cristo ha ganado usted a lo largo de su vidacristiana?! Nuestra herencia, es la herencia de la gracia de la vida (1 P. 3:7), es decir, de la vida que se encuentra en el

    Espíritu de gracia (He. 10:29; Ro. 8:2) que nos es impartidopor la palabra (Jn. 6:63; Ef. 6:17). Recuerde, que “el Espíritumismo da testimonio juntamente con nuestro espíritu, de quesomos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederosde Dios  y coherederos con Cristo, si es que  padecemos juntamente con El, para que juntamente con El seamosglorificados” (Ro. 8:16-17).

    D. Entre todos los que han sido santificados.

    Nuestra herencia es entre todos los que han sido santificados(cf. Hch. 26:18). Santificados aquí es el verbo griegohêgiasmenois. Un derivado de hêgiasmenê  (santificada) enRomanos 15:16. El verbo griego se encuentra en tiempo

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    perfecto voz pasiva modo participio caso dativo pluralmasculino, lo cual en palabras llanas, quiere decir que hacereferencia a aquellos que ya fueron santificados  en posición,pero que se encuentran hoy en día en el proceso práctico de

    ser santos  en la experiencia de la vida cotidiana con miras allegar a ser santos en plenitud  en la glorificación de nuestroscuerpos mortales. Jamieson, Fausset y Brown comenta algomuy importante sobre la ‘santificación’ en este versículo, ellosdice:

    “La santificación aquí se considera como el carácter ycondición finales de los herederos de la gloria”

    (Comentario Exegético y Explicativo del NuevoTestamento, Casa Bautista de Publicaciones, pág. 385,2002).

    Ser santificados en cuanto a la posición consiste en tener sóloun cambio en la posición (cf. Ef. 2:6; Hch. 3:14) y en elpropósito de nuestra vida (Hch. 11:23); mientras que sersantificado en cuanto al carácter (al alma), en el sentidopráctico, consiste en ser transformado en naturaleza por la

    naturaleza santa de Dios y con ella (2 Co. 3:18; 1 P. 15-16). Sersantificado consiste en ser saturado e impregnado con Dioscomo nuestra posesión para que le disfrutemos hoy. Nuestrasantificación tendrá su consumación cuando lleguemos a lamadurez (1 Co. 2:6; Ef. 4:13; Fil. 3:5; He. 5:14) a fin de sersemejantes a Dios (1 Jn. 3:2) y estar calificados para poseerle(He. 12:14) y disfrutarle plenamente como nuestra herencia enla era venidera y por la eternidad.

    Según la Escritura, hemos sido santificados por medio de laredención del Hijo (1 Co. 1:2; He. 2:11; 10:14; 13:12) y pormedio del Espíritu de gracia (He. 10:29); de tal manera, que laEscritura nos dice que hemos sido lavados, santificados y justificados en el nombre (en la persona) del Señor Jesucristo

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     y en el Espíritu de nuestro Dios (1 Co. 6:11). Esto es sersantificado en posición. Pero ahora, se requiere de nosotrosque presentemos nuestros miembros como esclavos a la justicia para santificación (Ro. 6:19). La santificación es

    nuestro fruto (Ro. 6:22) y la vida eterna nuestro fin (Mt.19:29; Jud. 21). Necesitamos que el Dios de paz nos santifiquepor completo; y nuestro espíritu y nuestra alma y nuestrocuerpo sean guardados perfectos e irreprensibles para la venida de nuestro Señor Jesucristo (1 Ts. 5:23). Necesitamosque el Señor nos haga crecer y abundar en amor unos para conotros y para con todos, para afirmar nuestros corazones (cf.He. 13:9) irreprensibles en santidad delante de nuestro Dios y

    Padre, en la venida de nuestro Señor Jesús, el cual vendrá contodos Sus santos (1 Ts. 3:12-13). Esto es ser santificado encuando al carácter (al alma).

    Por lo tanto, ser santificados requiere de la palabra de Sugracia, como Juan 17:17 bien nos lo dice: “Santifícalos en la verdad; Tu palabra es verdad”. La herencia de la era veniderano es para aquellos creyentes que están en pasividad,creyendo que ya son salvos, y ciertamente lo son (cf. 1 Co.

    3:15); pero no están perseverando (Fil. 2:12; Col. 4:2; Ap.14:12) en la santificación para heredar a Dios en el futuro (cf.He. 12:14; 1 P. 1:15-16).

    Recordemos, que “si alguno se limpia de éstos, será un vasopara honra, santificado, útil al dueño, y dispuesto para toda buena obra” (2 Ti. 2:21). Y esta limpieza, es por la palabra (Jn.15:3). El Señor esta santificando y purificando a Su iglesia por

    medio del lavamiento del agua por la palabra, a fin depresentársela a Sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tengamancha ni arruga ni cosa semejante, sino que sea santa y sindefecto (Ef. 5:26-27). Pero para estar dentro de estelavamiento que nos santifica, necesitamos estar en el fluir delrío (Ap. 22:1) del agua de vida que es el Espíritu (Jn. 4:14;

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    7:37-39; 1 Co. 12:13) que nos es impartido como gracia (He.10:29) por medio de la palabra (Jn. 6:63; Ef. 6:17). Si tu norecibes la palabra escrita con toda oración y petición en elespíritu; ciertamente, que no recibirás el rhêma  del Espíritu

    que te traerá el suministro de vida necesario en medio de tunecesidad especifica (He. 4:16). Pero si la recibes de estaforma, no solo recibirás ese rico suministro; sino que tambiénestarás siendo salvado (Ro. 5:10), lavado (Jn. 13:10) ysantificado en tu alma (1 Ts. 4:3-4; 2 Ts. 2:13; He. 12:14) paratener derecho legal a la herencia entre todos los que han sidode igual forma santificados, entre aquellos que vendrán con elSeñor como Su ejército celestial (véase Ap. 19:14 cf. con Ap.

    3:4-5, 18; 6:11; 7:9; 19:8) a tomar posesión de su herencia enel inicio del reino milenial. ¡Aleluya!

    El Espíritu que es Santo está depositado en la palabra escrita,solo cuando nos allegamos a ella con toda oración y peticiónen el espíritu, esa naturaleza santa del Espíritu nos esimpregnada en nuestra alma (cf. Lc. 1:35) como un sello, quees el Espíritu (Ef. 1:13; 4:30), impregna el papel sobre el cuales colocado. Es de esa forma, que somos santificados, y

    preparados para poseer a Dios como nuestra herencia, no solopresente; sino también futura.

    III. Conclusión.

    Charles Haddon Spurgeon (1835-1892), el así llamado‘príncipe de los predicadores’, dijo una vez:

    “Nuevas minas de minerales preciosos se dará aconocer a su atónita mirada como cantera de riquezasque es la Palabra de Dios, y el martillo diligente parael uso de esta es la oración. Utiliza la oración comouna barra de hierro, y los pozos del agua viva saltarandesde las entrañas de la Palabra. ¿Quién tendrá sed

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    cuando el contenido de las aguas de vida es tan fácilde conseguir?” (Tomado del libro de Ray Graver, Señor Tú has dicho, pág. 78, publicado en inglés).

    Por su parte, George Müller (1805-1898), el fundador deorfanatos, testificó en su autobiografía:

    “Al Señor le ha placido recientemente enseñarme una verdad sin mediación del hombre hasta donde sé,cuyo beneficio nunca he perdido; aún hoy, mientraspreparo la quinta edición de esta publicación, veo quehan pasado más de catorce años. Esto es lo que vi.

    Entendí que lo primero y más importante que debotener cada día es hallar gozo para mi alma en elSeñor. Debía preocuparme día a día por alegrar mialma y mantener mi hombre interior nutrido, no porcuánto debía servir al Señor ni cómo debíaglorificarle. No podría presentar la verdad a losincrédulos, beneficiar a los creyentes, aliviar a losafligidos ni comportarme como hijo de Dios en estemundo si no tuviese gozo en el Señor y si mi hombre

    interior no fuese nutrido y fortalecido, pues notendría el debido espíritu. Antes de esto, yo solíaentregarme a la oración después de levantarme en lamadrugada, pero ahora he descubierto que lo másimportante es leer la Palabra de Dios y meditarla paraque mi corazón sea confortado, fortalecido, instruido,reprendido y amonestado. De este modo, al meditar laPalabra de Dios, mi corazón es conducido a tener

    comunión con el Señor. Cuando empecé a meditar enel Nuevo Testamento bien temprano en la mañana, loprimero que hacía después de pedirle al Señor que bendijera Su preciosa Palabra, era meditar en ella buscando en cada versículo obtener bendición no conmiras a ministrar en público la Palabra, ni con el fin

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    de predicar lo que recibía, sino con el fin de alimentarmi alma. Después de algunos minutos mi alma eraconducida a confesar los pecados, a dar gracias, ainterceder o a suplicar y esto me conducía no

    exactamente a la oración sino a la meditación, aunqueme volvía inmediatamente a la oración y meencontraba por momentos confesando mis faltas ointercediendo o haciendo súplicas o dando gracias.Pasaba luego a otro versículo mezclando todo conoración por mí o por otros a medida que leía laPalabra de Dios, pero siempre teniendo en cuenta queel objetivo de mi meditación era alimentar mi alma.

    Como resultado surgía la confesión, elagradecimiento, la súplica o la intercesión, mezcladacon mi meditación, y mi hombre interior casi siempreera en gran manera nutrido y fortalecido. Para cuandoiba a desayunar, con raras excepciones, estaba en paz y mi corazón estaba alegre. El Señor estaba satisfechode comunicarse conmigo. Poco después o másadelante encontraba que me había convertido enproveedor de alimento para otros, aunque no por

    causa del ministerio público de la palabra que recibíaen mi meditación sino por el provecho que recibía mihombre interior...Inclusive ahora, desde que Dios meenseñó esto, es muy claro para mí que lo primero queun hijo de Dios debe hacer cada mañana esprocurarse alimento para su hombre interior. Asícomo el hombre exterior no puede trabajar pormucho tiempo sin alimento y debemos alimentarlo,

    asimismo lo primero que debemos hacer en lamañana es alimentar nuestro hombre interior.Debemos tomar el alimento con ese propósito; pero¿cuál es el alimento para el hombre interior? No es laoración sino la Palabra de Dios, y tampoco es lasimple lectura de la Palabra que pasa por nuestras

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    mentes como el agua por la tubería, sino elentendimiento y la profundización de lo que leemos yla retención de la misma en nuestro corazón. Cuandooramos, hablamos con Dios. Para que la oración

    persista requiere cierta medida de esfuerzo o deseosincero, y la mejor manera de valernos del alma espermitir que el hombre interior sea nutrido al meditaren la Palabra de Dios. Es allí donde nos encontramoscon nuestro Padre, quien nos habla, nos anima, nosconforta, nos instruye, nos hace humildes y nosreprueba. Por consiguiente, podemos meditar con la bendición de Dios, porque aunque somos débiles

    espiritualmente, cuanto más débiles seamos másnecesitamos la meditación para ser fortalecidos ennuestro hombre interior. Si nos damos a la oración sinhaber tenido tiempo de meditar, es muy posible quenuestra mente divague. Hago hincapié en este asuntoporque sé cuán grande es el beneficio y el refrigerioespirituales que he obtenido, y con todo amor ysolemnidad suplico a mis hermanos que mediten eneste asunto. Por la bendición de Dios, gracias a esto

    he recibido de Dios la ayuda y fortaleza que mepermiten pasar en paz por pruebas mayores que lasque había experimentado antes. Ahora, después decatorce años, con el temor de Dios, me atrevo arecomendarlo. ¡Qué gran diferencia se ve durante eldía en el servicio, las pruebas y las tentaciones cuandoel alma es reconfortada y recibe gozo en la madrugadade cuando carece de preparación espiritual!” (George

    Müller,  Autobiografía de George Müller, “Una vidade confianza”, 1861, reimpreso en 1981, págs. 206-210).

    Muchos que pastorean a otros hermanos, se preguntan:¿Cómo hacer para que los hermanos, a la hora que nos toque

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    partir para pastorear a otros, y ya no podamos brindarles elcuidado tierno, puedan crecer correctamente en la gracia, ypuedan a la vez, edificar de manera apropiada el Cuerpo deCristo? La respuesta se encuentra en Dios y en la palabra de

    Su gracia. Dios es el único que da el crecimiento (1 Co. 3:6-7) yÉl es el único que edifica Su casa (Sal. 127:1). Él es también elúnico poderoso para guardarnos de tropiezos, y presentarossin mancha delante de Su gloria con gran alegría (Jud. 24). Asíque, debemos descansar en Él (Sal. 23:2; Mt. 11:28). Y porotra parte, debemos tener presente, que la única forma en queeste Dios se hace cercano al hombre (Ro. 10:8, 17), imparte Sugracia en Él (Ro. 1:5), edifica Su iglesia y cumple Su propósito,

    es a través de Su palabra, recibida de forma apropiada. Así, que lo que usted debe hacer, es simplemente enseñarlesprimero a recibir la palabra con toda oración y petición en elespíritu, a comer alimento sólido (He. 5:12, 14). Si usted lesenseña esto de forma práctica. Entonces, usted puedeencomendarlos con toda confianza a Dios y a la palabra de Sugracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros herenciaentre todos los que han sido santificados. Pablo hizo esto,

    porque él había enseñado a los creyentes efesios a tocar elEspíritu en la palabra, a recibirla con toda oración y peticiónen el espíritu (Ef. 6:17-18) para la edificación del Cuerpo deCristo (Ef. 4:12, 16, 29) con miras al disfrute de Dios (Ef. 5:25-27) como herencia, tanto presente como futura. Y por ello,pudo aquí en Hechos 20:32, encomendarlos a Dios y a lapalabra de Su gracia.

    Pero el problema radica, cuando no sabemos cómo recibir alEspíritu depositado en la palabra, cuando nunca hemossacado con gozo aguas de los manantiales de la salvación (Is.12:3) que se encuentran depositados en la palabra de Sugracia. Cuando no es nuestra experiencia ¿cómo podemosenseñarla a otros? O cuando, hemos aprendido a hacerlo, pero

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    debido a que hemos dejado nuestro primer amor (Ap. 2:4) y eldisfrute del Señor (1 P. 2:3), la pereza nos hace conformarnoscon dejar de hacerlo.

    El Señor dijo: “Si me amáis, guardaréis Mis mandamientos” (Jn. 14:15). La iglesia en Éfeso era deseable [que es elsignificado de la palabra: ‘Éfeso’] a los ojos de Dios, debido aque ella recibía el rico suministro del Espíritu contenido en Supalabra, y edificaba Su iglesia por medio de tal suministrorecibido; de tal manera, que ella cumplía el propósito de Dios.Pero cuando dejo de hacerlo, a causa de haber dejado suprimer y mejor amor, ella se volvió como un pámpano que

    había caído (Ap. 2:5; Jn. 15:2) del disfrute de la gracia de Dios(Gá. 5:4; Ro. 11:17), del disfrute de Dios en Cristo, quien es la vid verdadera (Jn. 15:1) y la gracia de Dios. Juan dijo: “el queguarda Su palabra (gr. logon), en éste verdaderamente el amorde Dios se ha perfeccionado; en esto sabemos que estamos enEl”  (1 Jn. 2:5); y según 1 Juan 2:14, si la palabra de Diospermanece en nosotros, somos fuertes (Ef. 3:16; Ro. 15:1) y vencemos al maligno (Ap. 12:11).

    ¡Oh Señor ayúdanos a comprender esta verdad en nuestroespíritu; y sobre todo, ayúdanos a vivirla en nuestraexperiencia diaria de Ti!

     Este comentario se escribió el 11 de agosto de 2015 por J. L. Flores

     para Disfrutando la Palabra. El mismo, es parte de la seriedenominada “Comentario Disfrute del Nuevo Testamento: Los

     Hechos de los Apóstoles”, volumen aun en preparación. 

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