hans kütemeyer (1895-1928) los días en que fue difícil ser nacionalsocialista

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Hans Kütemeyer (1895-1928): Los días en que fue difícil ser Nacionalsocialista Este blog inicia este artículo como descripción breve de la vida y muerte de uno de los mártires del III Reich, como relato en sí y como posible introducción a la etapa inmediatamente anterior a la subida del NSDAP al poder. Optamos por una figura relativamente desconocida, en vez de optar por otra más conocida como Horst Wessel, para dar a conocer un nombre nuevo y de forma indirecta, también apuntar la existencia de cientos de personas que, como Wessel o Kütmeyer, cayeron en esta etapa de agitación y violencia política para ser posteriormente tratados como mártires durante el dominio del III Reich. Como introducción breve recordamos que después de la excarcelación de Hitler, aún llevó unos años reformar y reorganizar el NSDAP en Alemania. Para mediados de 1920 existían cotos de población votante que estaban férreamente protegidos; la socialdemocracia y los comunistas (SPD y KPD especialmente) protegían los barrios obreros como propiedad exclusiva, con el uso de la violencia en caso necesario, creyéndose los únicos con derecho de hablar a la clase obrera. Naturalmente, por filosofía y principios, el NSDAP esperaba recabar grandes apoyos en este sector social, y esto sólo podía hacerse a través de la propaganda y la difusión en masa de su ideario; mediante mítines, reuniones públicas, panfletos, gacetillas y periódicos. Es decir, labor directa a pie de calle. Era evidente que antes o después fuerzas tan opuestas, en una situación social límite, buscando apoyos en los mismos barrios llegarían pronto a situaciones de violencia, palizas, tiroteos y muertes. La historia de Hans Kütemeyer es precisamente una muestra de esta época. El texto original alemán apareció publicado originalmente el 26 de Septiembre de 1928, en Der Angriff, periódico editado por el Dr.

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Hans Kütemeyer (1895-1928) Los Días en Que Fue Difícil Ser Nacionalsocialista

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Hans Ktemeyer (1895-1928): Los das en que fue difcil ser NacionalsocialistaEste blog inicia este artculo como descripcin breve de la vida y muerte de uno de los mrtires del III Reich, como relato en s y como posible introduccin a la etapa inmediatamente anterior a la subida del NSDAP al poder.

Optamos por una figura relativamente desconocida, en vez de optar por otra ms conocida como Horst Wessel, para dar a conocer un nombre nuevo y de forma indirecta, tambin apuntar la existencia de cientos de personas que, como Wessel o Ktmeyer, cayeron en esta etapa de agitacin y violencia poltica para ser posteriormente tratados como mrtires durante el dominio del III Reich.

Como introduccin breve recordamos que despus de la excarcelacin de Hitler, an llev unos aos reformar y reorganizar el NSDAP en Alemania. Para mediados de 1920 existan cotos de poblacin votante que estaban frreamente protegidos; la socialdemocracia y los comunistas (SPD y KPD especialmente) protegan los barrios obreros como propiedad exclusiva, con el uso de la violencia en caso necesario, creyndose los nicos con derecho de hablar a la clase obrera.

Naturalmente, por filosofa y principios, el NSDAP esperaba recabar grandes apoyos en este sector social, y esto slo poda hacerse a travs de la propaganda y la difusin en masa de su ideario; mediante mtines, reuniones pblicas, panfletos, gacetillas y peridicos. Es decir, labor directa a pie de calle.

Era evidente que antes o despus fuerzas tan opuestas, en una situacin social lmite, buscando apoyos en los mismos barrios llegaran pronto a situaciones de violencia, palizas, tiroteos y muertes.

La historia de Hans Ktemeyer es precisamente una muestra de esta poca.

El texto original alemn apareci publicado originalmente el 26 de Septiembre de 1928, enDer Angriff, peridico editado por el Dr. J. Goebbels. sta es una traduccin al espaol redactada por el blog en base fundamentalmente a otra traduccin al ingls, por lo tanto suponemos que difiere de la fuerza y estilo del original.

Ktemeyerpor J. Goebbels.

Un da vino a nuestra oficina y pregunt si poda colaborar en algo. Dijo que no tena empleo, que viva con su mujer modestamente del subsidio de desempleo y que prestara gustosamente sus servicios al Partido. Era callado y tmido. Se sienta en el lugar que se le indica y apenas habla de su servicio voluntario. Despus de cuatro meses haba puesto nuevamente en orden, con afanosa laboriosidad, el fichero completamente revuelto a causa de la prohibicin y la persecucin.

A la maana es el primero en llegar, y a la noche el ltimo en irse. El saludo al llegar y al irse es casi lo nico que dice durante el da. Si por casualidad paso por su seccin, se levanta de un salto de su asiento, se cuadra y me estrecha la mano, nervioso como un nio.

Sirvi en el frente durante la guerra como valiente soldado. Despus de la guerra se hizo comerciante pero la inflacin le quit pan y trabajo. Trabaj en una granja, pero perdi su empleo por sus convicciones polticas. Volvi a la ciudad y se integr al ejrcito de los tres millones de alemanes en paro. La tarde antes de la asamblea de Hitler va con camaradas a pegar carteles. Hasta el amanecer est en las calles. Muerto de cansancio vuelve a casa. Su mujer, solcita, lo hace dormir tres horas; despus estar de nuevo dispuesto para el servicio.

Hoy el corazn le late a estallar. El rostro plido, demacrado, enrojece repentinamente cuando piensa que a la noche va a ver y a oir por primera vez a su Fhrer. A las cinco se presenta para el servicio de caja en el Sportpalast. Cuando se despide en la oficina pregunta profticamente a un camarada: Quin ser el prximo a quien enterraremos?

Cuando a eso de las seis y media llego al Sportpalast para un breve control, lo veo trabajar en la ventanilla. No puedo recordar haberlo visto reir antes alguna vez. Ahora re. Todo el rostro est radiante por una inmensa alegra. Cuando me alejo, me grita algo que no entiendo en el barullo.

A las 8.15 le dice el administrador de la caja:Ktemeyer, usted an no ha odo a Hitler, haga pronto las cuentas y luego en marcha a la sala.Hace las cuentas. Exacto hasta el ltimo pfennig: 420,40 marcos. Ahora el recibo, y luego adis. Se aprieta en la ltima fila, porque todo, todo est abrumadoramente lleno. Ah est, entre la puerta y el gozne, viviendo el jbilo atronador cuando Hitler entra en la sala, escuchando con el corazn palpitante el evangelio de la joven Alemania. Al trmino se levanta con otros diecisis mil y canta con lgrimas en los ojos:"Alemania, Alemania sobre todo, y en la desgracia ms que nunca.

Quin podra censurarlo si vuelve de mala gana a la realidad de su vida diaria? Durante dos horas est sentado con los camaradas en alegres y excitados debates. Luego quiere volver a casa para estar con su mujer, que se haba ido enseguida al terminar la asamblea.

En una esquina lo ataca la chusma. l se defiende. Con superioridad veinte contra uno, se lo echa por tierra. Su cara resulta aplastada en el acto, como un sangriento Ecce-Homo; el hueso nasal roto, los ojos inyectados en sangre, los labios desgarrados. Consigue escapar vacilante hacia la tranquila orilla del ro. All espera escapar en la oscuridad de la jaura sanguinaria, o quizs tambin encontrar a alguno de sus camaradas que, como l, estn siempre perseguidos, de a uno, en las calles solitarias.

Un taxi se acerca a travs de la lluvia. Est lleno de sanguinaria escoria roja. El conductor re con sorna y acelera.

All est recostado sobre la baranda un hombre, con la cara aplastada en una masa sangrienta.A l! A por ese perro!

Algunos golpes con barras de hierro en la cabeza lo dejan inconsciente.Agarradlo! Tiradlo sobre la baranda al canalla, adentro del canal! Est ya muerto o se est muriendo ahora?

Se oyen gritos de auxilio, mientras el taxi se aleja a toda velocidad. En las fras, fras, aguas se hunde un alemn. Es slo un trabajador. Qu vale eso? Uno de los tres millones.

A las seis de la maana se rescata el cadver. En su bolsillo se encuentra un carnet de afiliado y panfletos de propaganda del Partido. Nada ms. Ni dinero, ni pual, ni pistola. Slo un papel con el nombre de Hitler escrito. El empleado del Partido que fue a identificarlo a la morge apenas lo reconoce de tan magullado que est su rostro.

A las cuatro de la noche se despierta su mujer. Le parece or gritar a su maridoMam, Mam!.Esa fue la hora en que muri.

Suicidio! Accidente! Borracho! Ahogado!balbucea la journaille.

La polica habla desatinadamente de un lamentable paso en falso en la orilla. Un hombre herido de muerte ha tropezado a travs de una baranda de un metro de altura. A la cabeza de la polica est un hombre de la raza juda. El muerto es slo un trabajador alemn.

Las gorras fuera y las banderas bajas en seal duelo! Pero slo un instante! Despus ajustad las correas y comenzad la venganza contra los aniquiladores de nuestro pueblo. A trabajar, camaradas, a trabajar!

Tambin este muerto tiene derecho a exigirnos eso.Extrado del Foro NacionalSocialista Ortodoxo.http://nsargentino.blogspot.com/2010/05/hans-kutemeyer-1895-1928-los-dias-en.html