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Page 1: hacia una definicion de las cronicas de indias

ISSN: 0210-4547Ana/es de Lfteraaíra Hispanoameuicana1999, 28: 227-237

Hacia unadefinición de las crónicasde Indias

JOSÉ CARLOS GONZÁLEZ I3oixoUniversidadde León

Para percibir la realidad tenemosque nombrarla y las palabrasfre-cuentementeno se ajustanal objetoquedesignan.Tal es lo que ocurre cuan-do hablamosde «crónicasde Indias»parareferirnosa un conjuntode tex-tos, preferentementehistóricos, que sólo parcialmentees denominadoasí,con el agravantedecometerun anacronismo,pues,en purezaterminológica,dicho vocablodefinela forma máscaracterísticade la escriturahistéricaenla EdadMedia. Sin embargo,no todala culpaes nuestrasi tenemosencuen-ta la dificultad que entrañacambiarun nombre afianzadopor la tradición.Al oficializar la Coronael cargode «cronistade Indias», el término fácil-mentese generalizóal resto de escritoscon característicasafines. Tambiénanacrónicoresulta hablar de «Indias», cuandotan pronto se demostróelerror que Colón no quiso admitir, pero,por uno de esosazaresde la fortu-na, el término siguió conviviendocon otros durantelargo tiempo. En vanobuscaremosen diccionariosy enciclopediasuna definición de «crónicadeIndias»: por un lado, se ofrece unadefinición de «crónica»como géneromedieval;por otro, se mencionaa los «cronistasde Indias», comocargoofi-cial nombradopor la Corona.

Ciertamente,los términos «crónica»y «cronista»,al ser de origenmedieval,pierdensu significadooriginal a partir del siglo XVI. Supervi-venciahay que explicarlapor el carácteroficial que la Coronada al cargode «cronista»hastael siglo XVIII. Así, se puedeobservarque Mártir deAngíeríaeracronistade la Corona,perono de «Indias».SusfamosasDéca-das se escriben,por lo tanto, comoiniciativa particulary no oficial. En rea-lidad, el cargo de «cronistade Indias» se crea por primera vez en 1526 y

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recaeen fray Antonio de Guevara,que ya era «cronistade Castilla».No setienennoticiasde que,en funciónde estecargo, escribieseobra alguna.Porello, el verdaderoprimercronistade Indiasfue Fernándezde Oviedo,nom-brado a tal efectoen 1532. El cargotieneparanosotrosun gran interésyaque el cronistateníaaccesoa la documentaciónoficial y podía, igualmen-te, exigir informesparticularesqueconsideraseconvenientesafin de redac-tar sucrónica, lo que en el casode cronistascomo Oviedo, contribuyóengran maneraa la historicidadde su magnaobra. No obstante,el cargo decronistadeindias, conserun honorrelevante,eracompatibleconotroscar-gos y, así,Oviedo fue sucesivamentedesdesu nombramientocomo cronis-ta, alcaldede la fortalezade SantoDomingo, portavozde la audienciayregidor perpetuode la ciudad de Santo Domingo. Es en 1571 cuandosecrea la figura de «cronistamayorde Indias»,desempeñadopor un funcio-nario, dictándoseordenanzasreales que definen los objetivos, al mismotiempo que se facilita estalabor a travésde complejosy minuciososcues-tionarios. Entre esasordenanzasmerecerecordarseuna de ellas: «tenersiemprehechadescripcióny averiguacióncumplida y cierta de todas lascosasdel Estadode las Indias, así de la tierra como de la mar, naturalesymorales,perpetuasy temporales,eclesiásticasy seglares,pasadasy presen-tes»’. Prácticamentese nos ofrece en esta cita unadefinición de lo quevamosa encontraren los cronistasde Indias: unainformación,lo máscom-pleta posible, sobre«todo» lo relacionadocon Indias. Aun así, veremos,quetal definición se quedacorta.Debetenerseen cuenta,además,la exis-tenciade otros cargosparalelosal de cronista,comoes el de «cosmógrafo»que llegaría a definirse como «CosmógrafoMayor de Indias», y que enocasionesse acumulaal de cronista,como es el casodel primer cronistamayor,JuanLópezde Velasco,cuyaobraGeograflayDescripciónUniver-sa/ de las Indias suponeun enormeesfuerzopor resumir lo quehoy díadenominaríamosgeograflafisica y humanareferenteal conjuntode Indias,con lo quepodemosapreciarla amplitud de objetivos quepuedensertrata-dos en las crónicas.La labordesarrolladapor estoscronistasmayoresfuefundamental.DesdeVelascoaJuanBautistaMuñoz queen 1793 publica laprimeraparte de su Historia del NuevoMundo, la sola enumeracióndealgunosnombresda fe de la importanciade estoscronistasoficiales:Anto-nio de Herrera,Antonio de León Pindo o Antonio de Solís. Sin embargo,

E EsteveBarba.Historiografia indiana, Madrid, Gredas,1964.

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las obrasde los cronistasoficialessólo son unamínima partedel conjuntode obrasde carácterhistórico queagrupamosbajo la denominaciónde«crónicasde Indias».

Si enpurezaterminológicael título de«cronistas»les correpondea estosautoresen razónde sucargooficial, la generalizaciónde suusoal restodehistoriadoresde Indiasse observaya desdelasprimerasobrasdel sigloXVI.Vaciadosemánticamentede susignificadomedieval, la «crónicade Indias»equivale a «historia» o «relación».Así, es fácil observarya desdelos pri-meroscronistasla utilización indistinta de estos términosal referirsea susobras. Desdeun punto de vista técnico, la denominación«historiografiaindiana»es la máscorrecta.Es,por lo tanto,evidenteque nosmovemosenel campode la «historia», lo cual no invalida un acercamientoliterario adichasobras.Con el término«historiografia»nosreferimosal estudiocriti-co y bibliográfico de las obrasquetratan de la «historia»(incluyendotam-bién, si se quiere,«el arte de escribirla historia»,segúnconstatael DRAE)y, por lo tanto,el referenteúltimo que encontramoses el término«historia»:narraciónverdaderade los hechosdel pasado,segúndefinición al uso decualquierdiccionario. En consecuencia,las crónicasson obrasde historiaquequedanfácilmentedelimitadaspor un espacio,los territoriosbajoadmi-nistraciónespañolaen América—podemosdenominarlos«Indias»—,y porun tiempo,el transcurridomientrasdurala situaciónseñaladaantes,es decir,los siglos XVI, XVII y XVIII.

La definición quebuscábamospodríadarsepor sentada,pero,a pocoqueindaguemosen ella,veremosquecasi es un espejismo.La «historia»asídefi-nida se correspondetanto con el sentido clásicodel término como con elactual. Ya paraAristótelessuesenciaradicabaen ser«verdadera»frentea lo«verosímil»de las obrasquenosotrosencuadraríamosen la literatura.Tam-biénes eseel criterio actual, lo «verdadero»frentea lo «ficticio» y paraloscronistasde Indiastampocoparecehaberdudas,puesrepetidamenteseñala-rán el carácter«verdadero»de sus historias.Sin embargo,tambiénes ciertoque la historia tal como hoy se concibe,desdeunaposición cientifica, distamucho de parecersea los libros de historiaanterioresal siglo XIX, por másque podamoshallar en bastantescronistasde Indias el empleo de métodosque hoy consideramoscientíficosy que no dudemosde la validez históricade sus escritos.

Una vez másse pone de manifiestoel relativismode las palabrasal serempleadasen diferentesépocas,ya que un mismo término se utiliza paraidentificarobjetosque, conel pasodel tiempo,hanvariadosustancialmente.

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De unacrónicade Indiasy un libro de historia actualquetratede las mismascuestionesse puedenobtenerunaseriededatosverificablesy coincidentesenamboscasos;sin embargo,la presentaciónformal de esosdatoses totalmen-te distintay, por otro lado, al margende esosdatoscoincidentes,los conteni-dos de otro tipo son tambiéndiferentes.Aplicar un mismotérminoa objetostan diferentespuedederivarenposturasequivocasa no serquese tengacla-ra concienciade las característicasde cadauno de ellos. Indagaren el con-ceptode «historia»,tal comohoy lo entendemos,no tienemayor interés,dadoque cada uno de nosotrosidentifica dicha materiaen términosgeneralesalencuadrarseentrelos conceptosconvencionalesde nuestraculturacontempo-ránea. Sin embargo,el criterio de «convencionalidadcultural» marcaunabarreraal tratarde épocasdel pasado.La historia en los siglosXVI y XVII,¿seentenderíade la mismaformaqueactualmente?Indudablementeno, debi-do a que en aquellossiglos funcionauna «convencionalidadcultural» dife-rentea la nuestra.Esto nos exige una adecuacióna cadaépocaque se anali-ce a fin de no distorsionarlas distintas realidadesque puedenencubrirtérminoscomunes.

Aunque en cierta maneranos hemosacercadoa una definición, apenassi poseemosmásque unosfrágiles conceptos,bastantenebulosos,a los quehay que dotar de contenido,de materialidad.Sólo así unadefinición comola que se ha dadopodrá considerarseválida,puestoqueen sí misma, si bienes exacta,apenaspuedecomunicarnadaal quela utiliza. El mejor mediodeconseguiresa entidadnecesariaes adentramosen las crónicasbuscandosu«clasificación».Al clasificar las crónicasdefinimostambiénparcelasparti-cularesy el conjuntode esasdefinicioneses el que da validez a la defini-ción general.

Al intentarhaceruna clasificaciónde las crónicasse puedenadoptardoscriterios: uno formalista;otro contenidista.En el primer casome refiero alos «modosde escritura»,es decir, una caracterizaciónde posiblesgénerosnarrativosen el conjuntode las cronícas.En el segundocaso,la clasifica-ción es de índoletemática,es decir, la agrupaciónde unaserie de crónicasse realiza en funciónde la materiao contenidode las mismas.Ha sido estesegundocriterio el másutilizado, tanto desdela perspectivahistóricacomodesdela literaria. Un ejemplode clasificacióntemáticalo encontramosenla obra de EsteveBarba, estudio fundamentalde la historiografia indiana.Combinandocriterios cronológicosy espaciales,los diversoscapítulosseorganizandesdela perspectivatemática:«crónicaoficial», «historiadoresdela Nueva España»,de «Perú»,«viajeros y descubridores»,«historiografia

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del Amazonas»,«cronistasindigenas»,«los religiosos»,etc. Una clasifica-ción de estetipo, basadaen aspectostemáticos,es necesariamenteincom-pletaporqueno es capazde recogerla enormevariedadde las crónicas.Lashay de contenido fundamentalmentehistórico, etnográficoy geográfico.Las hay generales,de grandesdimensiones(Oviedo, Fernandode Herrera),y las hay reducidasa episodiosmuy concretos.Frente a unahistoriografiaoficial nos encontramosdocumentosparticulares.En otrasocasionessiguenfielmente los cuestionariosoficiales que se imponena partir de 1570. Detodo estose puedededucirla ausenciade una metodologiaclasificatoriadelas crónicas, hecho explicable desdela perspectivadel historiador, paraquien prácticamentees suficienteunavisión cronológicay espacial,dadoque sus interesesradican en la constataciónde datosreferenciales,sin lle-gar a cuestionarla crónicaen su calidadde «texto».Así se explicatambiénque el historiadorutilice textos poéticos,comopuedenser los poemasépi-cos, siemprequeen ellosencuentreese dato referencialvaloradocomohis-tórico.

Sin embargo,el critico literario se mueve por interesesinversosa losdel historiador: es la formulacióntextual el objetivo de su estudioy no lacomprobaciónreferencialde los datos contenidosen la crónica;ni siquieralas cuestionesideológicasdebieranser estudiadaspor él, a no serque fue-sensignificativasdesdelaperspectivatextual.Ahorabien, cuandoobserva-mosel tratamientode las crónicaspor partede los criticos literarios lo pri-mero quellama la atenciónes la falta de una metodologiaapropiadaqueserefleja en unainadecuadaclasificación.En las historiasde la literaturapue-de observarseque se ha recurrido a criterios temáticossimilaresa losempleadospor los historiadores,dandopor sentadoel valor literario de lascrónicas,sin llegar a plantearseestacuestiónprioritaria. Una clasificaciónde las crónicasque las valoreliterariamentedebepartir de suconsideracióntextualo, lo que es lo mismo, desdeuna perspectivaformal. Sin embargo,hay que prevenirque los resultadosde esta clasificación sólo en ciertoscasospodría definir un determinadogrupo de crónicas como literarias,siendo lo másprobableque no se puedair más allá de la observacióndeciertasestructurascompatiblescon las empleadasen determinadosgénerosliterarios. Encontrarunas característicasque definan meridianamentelosaspectosliterarios de las crónicasno es factible por la propia indefiniciónde «lo literario» en zonasquepodríamosdenominar«marginales»,dondeexistenconfluenciasconotros génerostextuales:sabemos,en efecto, dis-tinguir muy biendeterminadostextos literarios,asignadostradicionalmente

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al campo artístico de la literatura(narrativa,poesía,dramaturgia)pero ladificultad surgecuandootros génerostextualesno literarios (la historia, lageografiaen su variantede «libros de viajes» y el ensayoen sus múltiplesfacetas)se consideranportadoresde valores literarios. Queesto es así noadmiteduda, nadamáshay queconsiderarla incorporaciónen las historiasde la literatura de obras que respondena estas característicasseñaladas.Efectivamente,al hablarde las crónicasnosencontramosen estesupuesto:tradicionalmenteincorporadasen lashistoriasde la literatura, sudefinicióncomo «literatura»ha sido muy vacilante,no cuestionándosesu inclusiónpor elpropiopesodela tradición,yaqueexisteel convencimiento,no razo-nado,deque formanpartede la literatura.Añadamos,además,unacuestiónlingúistica. La literatura, lo mismoque las demásactividadesartísticas,esfruto de una culturacuyo ámbito de acciónes másamplio queel quepue-dan marcarlas fronterasnacionaleso, en el casode la literatura, los distin-tos idiomas.Excepto en el caso de la literatura, las demásartes sonperci-bidaspor el receptorde manerasolidariay directa,sinmásbarrerasque lasestablecidaspor los particularismosculturalesque, desdeuna perspectivahistórica, tiendena desarrollarseen ámbitosgeográficosdeterminados.Laliteraturapresentalas mismascaracterísticasque las demásartes,pero tie-ne una inevitablelimitación: la lenguaque utiliza sólo puedeser entendidapor sushablantes,de modoquesi la literaturaquieresertan universalcomoel resto de las arteshabráqueacudira las traducciones,con lo queel valorartísticopuedeverseafectado.Desdeestaperspectiva—y en términoslite-rarios— sólo se deberíanconsiderarlas crónicasde Indiasescritasen cas-tellano. Este criterio restrictivo, por otro lado empleadosistemáticamenteen los estudiosliterarios,debesermatizadoen el casode las crónicas.Ins-critas en el mareo de la cultura hispánica(entidadparticular de la culturaoccidental),es lógico que la lenguaen que se expresensea el castellano.Sin embargo,unaserie de cronistasescribenen otras lenguas,algunosdeellos muy significativos por su difusión e influencia: Anglería, en latín;Vespucioy Pigafetta,en italiano; W. Raleigh,en inglés;N. Federmanny U.Schmídl,enalemán.¿Debemosprescindirde considerarsustextospor estarescritosen otras lenguas?Desdeuna perspectivalingilística estáclaro queno forman partede la literaturaen castellano,pero desdeun planoculturalsí: independientementedel idioma utilizado, se trata de un corpustextualúnico, con conexionestemáticasy formalesmúltiples.Es esainterrelaciónentrelas crónicasla queles da un sentidode unidaden el marcode la cul-tura hispánica,lo que no significa limitar su influencia al ámbito de una

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cultura nacional, ya qué uno de los fenómenosmásinteresantesfue el delas múltiples traducciones(ejemplossignificativos son los de Colón, Ves-pucio, Angleria, Bartolomé de las Casas,Solís), lo que muestrala granrecepciónqueen los paíseseuropeostuvo el temaamericano.Sinembargo,¿cómosituarunacrónicaescritaen ingléso alemánen susrespectivascul-turasnacionales?Simplementees un texto extrañoque no encuentraaco-modo por carecerderelacionesconotrostextosde sucultura. Es desdeestaperspectivacomo se establecela necesidadde incluir dichostextos en elámbitode la culturahispánica,a pesardeestarescritosen lenguano espa-flola. Prescindirde ellos por una razónexclusivamenteIingtiística seda unerror quenosprivaría de testimoniosimportantes.

Otracuestiónquehayque teneren cuentaes quemuchosde los textosquehoy englobamosbajo el términogenéricode «crónicas»no se escribenconintencióndepublicarlos,y es lógico quenospreguntemossobreel pro-pósitodel autoral escribirsucrónica.En muchoscasos,todosaquellosenque no se busca la publicaciónen forma de libro, cabepensarque no sepersigueun interésliterario o históricoen la redaccióndel texto,por lo quela finalidad seríadocumental,informativa, justificativa de unos aconteci-mientose, incluso, en el casode un diario, una forma de recordaren elámbito de lo personal. Sin embargo,existendiversasposibilidadesal res-pecto:que el autor, aunqueexcluyala publicación, escribasu obracomosifuese a serpublicada,conforme a los modelosculturalmenteaceptadosdela historia o la literatura;que, en estesupuesto,difundasu obra por otrosmediosdistintosde la publicación.En el primer caso,la obratendriacarác-ter de documentoprivado hastael momentode supublicación,único modoen que los lectorespodríamosconocerla,de maneraque aunqueno hayasido intención del autor la publicación, el resultado es el mismo que sihubieseexistido esaintención: antenosotros,los lectores,apareceun textoqueno presentadiferenciascon el que se ha escritopensandoen un lector.En el segundocaso,la publicacióno no, es un problemaaccesoriopuestoquesi se intentadifundir la obra y, por lo tanto, el lector sí es tenido encuenta.

Por otro lado, puedeocurrir que el autor escriba un texto que no seamoldea los modeloshistóricos.y literarios, siendoentoncesel receptorelquedecideincluir la obra en esascategoríaso clasificarlo de otra manera.El problema,desdeunaperspectivaliteraria,ya no es sólo si podemoscla-sificar como literarios textosque, por escribirseen el ámbitode lo privado,carecenen el momentode la escriturade intencionalidadliteraria; la ver-

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daderadimensiónde la cuestiónradicaen que como receptorespodemosmanipularcualquierclasede texto, independientementede la intencionali-daddel autor, y conformeanuestrapercepciónde «lo literario» asignarestevalor a textos que, como las crónicas,en su generalidadse relacionanconla historia. La preguntalatente sigue siendo ¿cómovalorar literariamentelas crónicas?

Antes deestudiarsi unaclasificaciónde tipo formal puedeaportaralgu-na luz aesapreguntaquiero señalarotro aspecto.Cuandohablamosde lascrónicaspensamosen textos en prosa,pero tambiéndebemostenerpresen-tes un buen númerode poemasépicosque relatanepisodiosde la conquis-ta. Alrededorde unaveintenade poemasépicos de temahistoriográfico,escritosen los siglosXVI y XVII, danfe del tono heroicoqueacompaflóalprocesode conquista,cualidadtambiénmuy importanteen las crónicasdeIndias. Por suacercamientoa Ja estructuranarrativade las crónicasdestacauno de estospoemas;me refiero a las famosasElegías(113.607versos)dei. de Castellanos.Sabemosque su autorescribióla obra en prosaantesdetrasladarlaaversoy estáprobadotambiénel rigor históricoconquela com-puso.Si en el resto delos poemasépicos,los autoressepermitenfantasías,propiasde la libertad queda el escribir en las coordenadasde un géneroliterario, Castellanosse mantendráfiel a la verdadhistórica,esosi, ador-nada con toda la retóricapropia de la poesíaépica. Resulta,por lo tanto,queparael historiador la obra de Castellanoses de singularimportancia,equiparableal resto de las crónicas.¿Y parael crítico literario? El rasgoformal de estarescritaen versoLa sitúaautomáticamenteen el campode loliterario y, en cuantotal, hayqueenglobaríaentrelos «poemasépicos».Sinembargo,no puedeolvidarseque presentaotras característicasidénticasalas de las crónicas,por lo que no seríaequivocadocalificar dicha obra de«crónicaen verso».

Hechasestasconsideraciones,pasemosa analizar la clasificación delas crónicasde Indias segúnun criterio formal o textual.Paraello tomarécomo referenteel trabajode Walter Mignolo2, uno de los escasosanálisisclasificatoriosquesiguenestalínea.Adentrándonosya en su clasificación,hay que tener en cuenta la compleja terminologíaque emplea: cuandohabladeformacionestextuales,(<nivel institucionalde la actividad verbal

2 w Mignolo. «Cartas,crónicas y relacionesdel descubrimientoy la conquista»,

Historia de la Literatura Hispanoamericana, coord. 1. Madrigal, Madrid, Cátedra, 1982,págs.57-116.

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escrita»3,se refiere a las grandesclasificacionesde los textos (literatura,filosofia, ensayo,historia) y cuando mencionatipos discursivos, «todoacto escritode lenguajese pliegaa una“forma” (tipo) preestablecidaen lasociedaden la cual elacto de lenguajetiene lugar»4, aludea las divisionesmenores(ej. diario, carta) formeno no partede las formacionestextuales.Por último, los tipos discursivospuedensertextualizados,si culturalmen-te se ha institucionalizadosu función (ej. la novela en relación con laliteratura).

La primera clasificaciónque señalaMignolo es la de carias re/atonas,«las cartasque relatan con cierto detalle un acontecimiento;distinguiendoasi las cartasrelatorias,culturalmentemarcadas(por ejemplo, Colón, Cor-tés),del gran cúmulo de cartasquese intercambianentrelos conquistadoresy Ja Coronaen Indias»5. La segundaclasificaciónes la de relacionesde laconquista:«Estegrupo de textos, debidoa las crecientesexigenciasprácti-cas,es el quemenosconexionestrazacon la cultura «letrada»y el quemásse ajusta,derechamente,a la informaciónquetransmitey organiza»6.El cri-terio utilizado por Mignolo es tan restrictivoquedeteetalos aspectosno lite-rarios de las crónicasperono llega a afirmar quécrónicaspuedenserinclui-dasen la literatura.Tanto las carias como las relacionesson consideradascomo «tipos discursivos»que tiendenfundamentalmentea «informar».Las«relaciones»siguen las instruccionesde la Coronaen cuanto a informarminuciosamentede la geografia, riqueza, población, algo quecomienzaasolicitarseal propioColón (de manerareiterada,además).Por ello, no deberesultarextrañoque los cronistascoincidanen facilitar datos al respecto.Estaetapallegaria hasta1547, añoen quese oficializa la obligaciónde res-pondera cuestionarioselaboradosparatal fin. Al efecto,Juande OvandoyGodoy, primero,y Lópezde Velasco,después,creancuestionariosqueen suversión másutilizadaconstabande cincuentapreguntas.Por otro lado, hayqueteneren cuentaotrasobrasque, sin responderal criterio de los cuestio-narios,estánmuy influenciadasporestos.En cuantoa las «cartas»,tal comose definían anteriormente,Mignolo excluye aquellasque tienen carácterpuramentedocumental<informes,solicitudes,etc.),de las «cartasrelatorias»que, partiendode un determinadotipo discursivo,se incorporana unafor-

Ibid., pág. 58n.IbidIbid. pág. 59.Ibid. pág. 70.

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mación textuaL Las«cartasrelatorias»queMignolo analizason las de Colón(tipo discursivo«diario»), Vespucio, Cortés y Anglería («epístolas»),cuyovalor «informativo»quedasuperadopor la función queasumenen el campode la cultura, lo que permiteconsiderarlascomoformacionestextuales.Elproblemaestriba en definir a qué formación textual se corresponden,¿lite-raria o historiográfica?Es algo que Mignolo no define. Si, por una parte,paraMignoloestáclaroqueel grannúmerode textospublicadosbajo el títu-lo de Cartasde Indias (1974)no forman partede la literaturapor su carác-ter documental,por otra parte,a la hora detratar los textos quetradicional-mentehansido incluidosen lashistoriasde la literatura,tampocose muestramuy explícito al calibrar sus valores literarios. Por ejemplo, al hablardeColón, no ve intencionalidadliteraria,«se proponíasimplementeinformarechandomanode los recursosmásinmediatosparahacerlo»7;y tratandodesus descripciones,consideradaspor algunoscriticasherenciade la literaturamedieval, dirá que «no garantizade ningunamanerala literariedadde lascartasde Colón» y que «esquizás másadecuadover en estehechono unadimensiónliteraria,sinounadimensióncognitivo-expresiva».La mismareti-cencia se observacuandoestudialas cartasde Cortés: apreciandociertosrecursosretóricos, señalaque «no nos equivoquemosy vayamosa pensarque, al fin, encontramosunosprincipios “literarios” en lasepístolasde Cor-tés: lo que encontramoses oficio; o, si se quiere, arte en el sentidoque lapalabrateníaen el siglo XVI»8.

El tercergrupo que distingueMignolo es el de las «crónicas»o «histo-rias», teniendoen cuentael uso indistinto de ambosvocablos.Lo que lascaracterizaes la concienciade los autoresdeestarescribiendoobrashistóri-cas,por lo que se acomodarána las corrienteshistoriográficasde la época.De esta forma, lo queMignoloanalizaes la concepciónhistóricadediversosautores,dandopor sentadoquesonobrasquepertenecenala «historiografia»y no a la literatura.La conclusión,despuésde habernosdetenidoen el estu-dio de Mignolo —enprincipio, de graninterésdebidoal intento de establecerunaclasificaciónde tipo formal— es bastantenegativa.Ninguno de los tresgruposseñaladospor élparecenestarmarcadosliterariamentey,por otrolado,no aludea un buen número de obras, las relacionesparticulares,que —talvez— podríanvincularsea la actividadliteraria.

Ibid. pág. 61.Ibid. pág.67.

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Lo ciedoes quehay un granvacíoen la teorizaciónsobrela considera-ción literaria de las crónicasde Indias, a pesarde algunosloablesintentos9.Una investigaciónqueintentepaliarese vacíodeberíateneren cuentadiver-sosaspectos:la valoracióndelos aspectosficticios, latextualídadde las cró-nicasrespectoa las poéticasy retóricasde suépoca,surelación conla his-toriografia clásica,medieval y renacentista,la posibilidad —bastanteprobable—de quelas crónicascreasenun «modelopropio»,la relaciónconla narrativade ficción. En definitiva, unaseriede análisisen los queaún noseha avanzadodemasiado.

R. GonzálezEchevarria. «Humanismo,retórica y las crónicas de la conquista», en A.Carpentier, el al., Historia yficción en la narrativa hispanoamericana,Caracas, MonteÁvila,1984,págs. 149-166.

E. Pupo Walker. La vocación literaria del pensamiento hislórico en América, Madrid,Gredos, 1982.

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