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Hacia un Manejo Racional del Pastizal Natural Guillermo O. MARTIN (h)* INTRODUCCION El severo deterioro ambiental que está sufriendo el planeta, debe estimularnos a intentar diagramar campañas de concientización y conocimiento de los múltiples aspectos, factores y acciones antrópicas que inciden, desde hace varias décadas, en este proceso. Sin duda que una de las formas de hacerlo, es a través de la transferencia que permite el desarrollo de la docencia, en todos sus niveles. La docencia universitaria, en particular, es una vía sumamente efectiva para ello, en función de ser la formadora final de los profesionales que van actuar directamente sobre los procesos productivos. Advertidos de la cuota de responsabilidad que por el deterioro ambiental nos cabe a los integrantes de la comunidad agropecuaria, intentaremos en este trabajo, abordar temas concernientes al manejo racional que se debe hacer de los ecosistemas de pastizales naturales, que son el sostén de gran parte de la producción ganadera mundial. DESARROLLO Todo comienza cuando empezamos a tomar conciencia de porque tenemos hoy tantos problemas ambientales. El hombre se diferencia del resto de los seres vivos, por su creciente capacidad (con el transcurso de los siglos) de intervención y cambio sobre los ecosistemas naturales. La idea de que el hombre primitivo vivía en equilibrio y armonía con la naturaleza y el ambiente, es un mito. Si es cierto, que la escasa tecnología de entonces, le impedía realizar grandes modificaciones ambientales y de allí deriva la idea antes expuesta. Se puede decir que la historia de la agricultura, es la historia de la civilización. El incremento progresivo de las intervenciones antrópicas en el área agropecuaria, es una de las principales causas que han desencadenado a lo largo del tiempo, que los países desarrollados tengan actualmente serios problemas ambientales; aún mayores que los de los países en desarrollo (Love, 1982). ---------------------- * Ing. Zootecnista, Profesor Asociado de la Cátedra de Forrajicultura y Cerealicultura de la Fac. de Agron. y Zootecnia de la U.N.T. Av. Roca 1900, C. C. 125, C. P. 4000, S. M. de Tucumán, Argentina.

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Hacia un Manejo Racional del Pastizal Natural

Guillermo O. MARTIN (h)*

INTRODUCCION El severo deterioro ambiental que está sufriendo el planeta, debe estimularnos a intentar diagramar campañas de concientización y conocimiento de los múltiples aspectos, factores y acciones antrópicas que inciden, desde hace varias décadas, en este proceso. Sin duda que una de las formas de hacerlo, es a través de la transferencia que permite el desarrollo de la docencia, en todos sus niveles. La docencia universitaria, en particular, es una vía sumamente efectiva para ello, en función de ser la formadora final de los profesionales que van actuar directamente sobre los procesos productivos. Advertidos de la cuota de responsabilidad que por el deterioro ambiental nos cabe a los integrantes de la comunidad agropecuaria, intentaremos en este trabajo, abordar temas concernientes al manejo racional que se debe hacer de los ecosistemas de pastizales naturales, que son el sostén de gran parte de la producción ganadera mundial.

DESARROLLO Todo comienza cuando empezamos a tomar conciencia de porque tenemos hoy tantos problemas ambientales. El hombre se diferencia del resto de los seres vivos, por su creciente capacidad (con el transcurso de los siglos) de intervención y cambio sobre los ecosistemas naturales. La idea de que el hombre primitivo vivía en equilibrio y armonía con la naturaleza y el ambiente, es un mito. Si es cierto, que la escasa tecnología de entonces, le impedía realizar grandes modificaciones ambientales y de allí deriva la idea antes expuesta. Se puede decir que la historia de la agricultura, es la historia de la civilización. El incremento progresivo de las intervenciones antrópicas en el área agropecuaria, es una de las principales causas que han desencadenado a lo largo del tiempo, que los países desarrollados tengan actualmente serios problemas ambientales; aún mayores que los de los países en desarrollo (Love, 1982). ---------------------- * Ing. Zootecnista, Profesor Asociado de la Cátedra de Forrajicultura y Cerealicultura de la Fac. de Agron. y Zootecnia de la U.N.T. Av. Roca 1900, C. C. 125, C. P. 4000, S. M. de Tucumán, Argentina.

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Esto empieza con lo que Lloyd (1833; in Hardin, 1968) y Hardin (1968) llaman “la tragedia de las tierras comunitarias”, donde los recursos pastoriles eran compartidos por las familias integrantes de todo un pueblo o comunidad. Mientras cada familia mantenía una cantidad adecuada de animales a su cargo, el ecosistema podía absorber la demanda de forraje. La natural ambición humana de mejorar su calidad de vida, llevaba a algunas familias a incrementar el número de sus animales. Que dos o tres familias lo hicieran, no afectaba demasiado la productividad del pastizal; pero es casi imposible que viendo el progreso de unos, el resto de las familias no desearan lo mismo para sí. Resultado: todas las familias de la comunidad se sentían con derecho a tener también más animales y este comportamiento, determinaba inexorablemente la sobrecarga y posterior destrucción del pastizal. Si este esquema se repetía en el tiempo y el espacio, mediante la cultura del nomadismo, el deterioro ambiental, en muchos casos irreversible, afectaba grandes superficies de tierra. Como esta Serie Didáctica tratará acerca de la conservación y manejo de los recursos naturales renovables, es importante conocer cuales eran estos, al principio de la civilización. Shantz (1955), describe la magnitud de la vegetación terrestre y reconoce tres grandes tipos: Bosques, con 5.670 millones de hectáreas; Pastizales, con 3.300 millones de hectáreas y Tierras Desérticas, con 4.430 millones de hectáreas. La Tabla 1 discrimina la magnitud de los subtipos de pastizales naturales mundiales, dentro de los tres grandes tipos mencionados. TABLA 1: Subtipos y magnitud mundial de pastizales naturales (Shantz, 1955).

SUBTIPOS DE BOSQUE Millones de has 1) Tropicales 984

2) Regionales Templados 142

3) De Especies de Hojas Caducas 1680

4) De Coníferas 1970

5) De Regiones Aridas 518

6) De Especies Espinosas 85

7) De Vegetación Arbustiva Esclerófila 285

SUBTIPOS DE PASTIZALES

1) Sabana de Pastos Altos 725

2) Estepa de Pastos Altos 1010

3) Pastos Altos 414

4) Pastos Cortos 311

5) Sabana de Pastos Desérticos 596

6) De Regiones Montañosas 205

7) De Regiones Pantanosas 26

SUBTIPOS DE TIERRAS DESERTICAS

1) De Arbustos y Pastos 2590

2) Salitrosas y Desérticas de Arbustos 78

3) Desierto 626

4) Tundra 1140

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En las regiones tropicales y subtropicales del planeta, se encuentran tres tipos fundamentales de vegetación: A) en las zonas más secas, predominan desiertos y tierras áridas con escasa vegetación dispersa y en general, efímera; B) en las zonas más húmedas, dominan los bosques y selvas pluviales de árboles altos; C) en las zonas de humedad intermedia, existe una complejo gradiente de tipos de vegetación siempre acompañada por una cubierta de pastos (Sanford y Wangari, 1985). La familia de los pastos (Gramíneas o Poáceas) es una combinación cosmopolita de unas 10.000 especies anuales y perennes que se cuentan entre los vegetales evolutivamente más avanzados. Su dispersión (desde el Ecuador a las regiones árticas) y su variabilidad genética y fenotípica, los transforman en el recurso básico de la alimentación animal en todo el mundo. Sin embargo, por su grado de cobertura y sus valores productivo y nutricional, su importancia es vital en aquellas regiones de humedad intermedia (ni selvas o bosques, ni desiertos), en donde forman una cubierta vegetal casi ininterrumpida. Lo expresado puede visualizarse en la Tabla 2, que presenta el porcentaje de superficie cubierta por pastizales naturales, en diferentes continentes: TABLA 2: Porcentaje aproximado de cobertura con pastizales naturales, para los continentes con mayor importancia, desde el punto de vista de la actividad pastoril (Sanford y Wangari, 1985).

Continente Superficie cubierta de pastos (%) Africa 42 a 57 %

Asia 6 a 12 %

Australia 50 a 55 %

América del Sur 76 a 80 %

Las variadas formas o tipologías de pastizales naturales que existen en las diferentes regiones del mundo, están definidas en gran parte por el tipo de especies integrantes, su distribución espacial en el terreno, su porte o altura y su productividad. Sin embargo, es frecuente tener como sinónimo del tipo de pastizal más popular o conocido, a la “sabana”; esta es una formación vegetal propia de los trópicos y subtrópicos, cuyo nombre deriva de una palabra de origen indo-americano de la lengua de los indios Caribe y que fue utilizada por primera vez en 1535, para describir los pastizales de Venezuela, actualmente denominados “llanos”. La definición de sabana ha sido objeto de amplias discusiones y numerosos estudios científicos, sin llegar a un acuerdo total. En términos amplios, las sabanas africanas son típicas formaciones de pastos perennes de más de 2 m de altura, que forman una cubierta espesa con árboles y arbustos diseminados; sin embargo, en otras zonas de Africa la sabana muestra características sumamente variables, siendo en ocasiones de pastos cortos y escasos en áreas de baja precipitación o de bosque denso, en áreas subhúmedas y húmedas. En Australia, los pastizales se asemejan bastante en aspecto a los africanos y en ambos continentes, la aridez constituye una determinante esencial del desarrollo de las plantas. También algunas regiones de México, EE.UU. y la América tropical se parecen mucho a la sabana africana, aunque con pastos de menor altura. Los

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pastizales de Asia presentan la mayor diferencia con los mencionados, tal vez porque derivan de una formación estrictamente secundaria en términos ecológicos, pues son consecuencia de la tala y la quema de bosques, más que de condiciones edáficas y climáticas (Sanford y Wangari, 1985). En América del Sur y particularmente en Argentina, los pastizales naturales no solo cubren casi todo el territorio, sino que también han tenido un rol destacado en las acciones y políticas que han forjado nuestra fisonomía e idiosincrasia como nación. Los pastizales naturales (entendiendo por ellos, todas sus variantes desde el punto de vista de la estructura de vegetación nativa: pradera, sabana, parque, monte, arbustal, bosque, estepa, tundra, etc), se extienden sobre el 86 % del territorio nacional y proveen de sustento al 67 % del rodeo vacuno argentino. Dan origen así a una cadena agroalimentaria que mueve 7.000 millones de dólares anuales, desde los campos de cría extensiva hasta los frigoríficos y carnicerías que abastecen el consumo de las grandes ciudades (Asociación Argentina para el Manejo de Pastizales Naturales, 2001). Al mismo tiempo, los pastizales naturales constituyen: a) una fuente de abastecimiento de energía para fines domésticos (carbón, leña, etc); b) producción de madera en variadas formas; c) reservorio de un enorme potencial farmacológico - medicinal; d) hábitat de la fauna; e) sitio de captación y regulación de cuencas hidrológicas; f) fuente de captación de CO2 y purificación del aire y g) ámbito para la recreación y esparcimiento del ser humano. La evolución de los pastizales naturales en la República Argentina nos habla de su origen en la región patagónica, hace unos 45 millones de años, como consecuencia de los disturbios climáticos iniciados a mediados del Terciario (Mioceno) y seguidos con mayor frecuencia e intensidad a fines del Terciario (Pleoceno) y principios del Cuaternario (Pleistoceno) (Deregibus, 1988a). La formación de vastas planicies con praderas ocurrió durante el Mioceno tardío y las condiciones climático – ambientales que las originaron, persisten hasta hoy (Webb, 1978). Desde la colonización y durante estos últimos 5 siglos, nuestros pastizales han experimentado severos cambios en su estructura y productividad, fundamentalmente por 2 razones antrópicas que, empleadas irracionalmente, han contribuido al deterioro de estas formaciones vegetales: la tala y el sobrepastoreo. Antiguos pobladores de la Patagonia relataban que en muchos sitios de esa estepa, los pastos llegaban a la cincha del caballo (Soriano, 1956). Del mismo modo comentaba De Gásperi (1955), que, si observamos la estructura y evaluamos la productividad del bosque chaqueño actual, nos resultará difícil comprender que alguna vez fue una región de excelente aptitud ganadera. Frente a esta realidad, son variadas las soluciones que se han ensayado a lo largo y ancho del país, buscando recuperar, al menos en parte, el potencial perdido. Entre las metodologías más utilizadas están las Clausuras (Ragonese, 1956; Díaz, 1965), la reducción o control de la Carga Animal (Boelke, 1957), el Desmonte Total o Selectivo, el Desbajerado de arbustos y/o la Implantación de forrajeras mejoradas (Hernández, 1985).

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Las Teorías de la Dinámica del Pastizal Antes de comenzar a analizar los diferentes factores que deben tenerse en cuenta para implementar normas racionales de manejo en estos sistemas, es conveniente revisar al menos brevemente, las teorías que explican el comportamiento y la dinámica de los pastizales, según la intensidad de su utilización, el tipo de especies integrantes y la incidencia de las contingencias climáticas. Ellas son: 1) Teoría Sucesional (o de Clements, 1910, USA) y 2) Teoría de Estados y Transiciones (o de Westoby, Walker y Noy-Meir, 1980, Australia). La primera (Teoría de la Sucesión), infiere que el clima es siempre estable en un lugar o sitio. Determina así que los cambios sucesionales que pueda experimentar un pastizal a través del tiempo, serán consecuencia de la racionalidad o irracionalidad con que apliquemos estímulos sobre él, tales como Intensidad de Carga Animal, Tiempo de Pastoreo, Factor de Uso de la pastura, Sistema de Pastoreo, etc. Esta Teoría expresa que en cada momento del tiempo, un pastizal se encuentra en un Estado o Condición determinada, la que está dada por la estructura vegetacional de ese pastizal. Dyksterhuis (1949) define así (Figura 1), cuatro Condiciones básicas para los pastizales (Excelente, Buena, Regular y Mala), en función del porcentaje de cada tipo de especie, que los integran. Para ello se establecen categorías de especies, en razón de una serie de atributos de las mismas. Las categorías especificadas son: a) Decrecientes, que son las especies dominantes en la vegetación clímax y que desaparecen progresivamente con el sobrepastoreo, debido a su alta palatabilidad (o aceptabilidad). Tienen como atributos propios, ser especies perennes, de alta adaptación al medio, buena capacidad productiva, adecuada tasa de rebrote bajo pastoreo racional, buena semillazón y alto valor forrajero (calidad nutricional y digestibilidad); b) Crecientes, que son las especies subdominantes en la vegetación clímax, presentando abundancia relativa en los inicios de los períodos de sobrepastoreo pero disminuyendo luego, a causa de la continuidad en el tiempo de este proceso. Pueden ser de alta o baja palatabilidad y sus atributos más significativos son ser perennes o anuales, de buena adaptación, regular a buena capacidad productiva, tasa de rebrote similar a la de las decrecientes y valor forrajero medio. Son las especies que reemplazan en parte a las primeras, cuando estas comienzan a perderse por sobrepastoreo, y c) Invasoras, que son las especies generalmente ausentes o con escasa presencia en la vegetación clímax, que luego de un severo proceso de sobrepastoreo, pasan a dominar dentro de la estructura vegetal del área (tanto en densidad como en cobertura), tomando el lugar dejado por las categorías anteriores. Son especies de baja palatabilidad, escasa forrajimasa, en general espinosas o duras, de alta capacidad de invasión y/o semillazón para conquistar sitios desnudos y de muy bajo valor forrajero y nutricional. En algunos casos, pueden ser tóxicas (Nazar Anchorena, 1988; Díaz, 1992; Martín, 1996). (Ver FIGURA 1)

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A manera de ejemplos, se mencionan algunas clasificaciones de Condición para especies de Gramíneas (Poáceas) características de los pastizales del Sur de La Rioja (Tabla 3) (Vera, 1989) y de los pastizales del Norte de Córdoba (Tabla 4) (Karlin et al., 1979). TABLA 3: Especies de gramíneas indicadoras de Condición, en los pastizales del Sur de La Rioja (Vera, 1989).

Condición BUENA Condición REGULAR Condición MALA Trichloris crinita Pappophorum caespitosum Neobouteloua lophostachia

Gouinia paraguariensis Pappophorum phillipianum Sporobolus pyramidatus

Setaria leucophylla Aristida mendocina Tripogon spicatus

Digitaria californica Microchloa indica

Bouteloua aristidoides

TABLA 4: Especies de gramíneas indicadoras de Condición, en los pastizales del Norte de Córdoba (Karlin et al., 1979).

Condición BUENA Condición POBRE Trichloris crinita y T. pluriflora Bouteloua aristidiodes

Setaria leiantha, S. globulífera y S. geniculata Neubouteloua lophostachia

Chloris ciliata y C. polidactyla Eragrostis cilianensis

Digitaria californica Aristida adscencionis

Gouinia paraguariensis Sporobolus pyramidatus

Es importante hacer notar que una determinada especie podrá pertenecer a una Condición diferente, en diferentes situaciones; en otras palabras, una especie ocupará un lugar de privilegio entre las especies útiles o tendrá un lugar menos importante para el pastoreo, según cuales sean y en que proporción, sus especies acompañantes. Cuando una especie de buen valor forrajero, está acompañada por otras de escaso o menor valor, la primera pertenecerá sin duda al grupo de las especies Decrecientes, pero si esta misma especie, está acompañada en el pastizal por algunas de mejor calidad o productividad, podrá integrar el grupo de las Crecientes. Todo esto dependiendo de la densidad de plantas/ha, la diversidad específica, el sistema de pastoreo, las posibilidades de selectividad por parte de los animales, las variaciones climáticas y ambientales, etc, factores que según su intensidad o magnitud, harán variar la posición o grado de importancia de cada una de las especies forrajeras, en el esquema de las Condiciones. En definitiva, la Condición en que se encuentra un pastizal, puede ser determinada a través del tipo y frecuencia de las especies que lo integran; al mismo tiempo, el manejo posterior que hagamos de ese pastizal, también puede cambiar su Condición (Teoría de la Sucesión). En otras palabras, según el Estado o Condición en que esté nuestro pastizal, el que deberá ser evaluado en función del tipo y diversidad de especies que lo integran, serán las normas de manejo que le impongamos. Obviamente que pastizales con peor Condición, deberán ser consumidos menos intensamente, tener mayor tiempo de descanso entre pastoreos o disminuir su carga animal.

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La Teoría Sucesional expresa que según el manejo que hagamos del pastizal, podremos moverlo de una Condición a otra, de manera reversible, como si fuera una esfera corriendo sobre un plano, donde hacia un lado está el sobrepastoreo, la carga excesiva, la degradación y hacia el otro, la alta productividad o el clímax para la zona. La segunda Teoría (la de Estados y Transiciones) dice que la dinámica de un pastizal no se mueve sobre un plano, sino sobre una sucesión de colinas y valles, donde cada fondo de valle o cima de colina es un Estado y cada pendiente es una Transición entre Estados. Antes de acceder o salir de cada Estado, hay un Umbral de estímulos que es necesario superar para entrar en otra Transición y poder, moviéndose a través de ella, llegar a otro Estado. Esta teoría ya no pone al clima como estable, sino que acepta que el clima de un lugar puede ser permanentemente cambiante; es más, en zonas áridas o semiáridas, donde el manejo de pasturas es más complicado o más propenso a la degradación, es mayor la posibilidad de cambios en el clima por lo errático de las precipitaciones, básicamente (Martín, 1996). En esta Teoría se aclara que muchas veces, aún aplicando normas racionales para revertir una situación de degradación, el problema no se soluciona; esto se debe a que el pastizal no se mueve sobre un plano como dice la Teoría Sucesional. Es así que en algunos casos, cuando el Estado del pastizal a caído a un valle profundo (degradación severa), la aplicación de clausuras o disminución del pastoreo, no lleva a un mejor Estado del pastizal, porque estas normas de manejo no alcanzan para quebrar o superar el umbral crítico que separa este Estado del siguiente o de una Transición de mejor estabilidad. Un ejemplo de esto es: en un campo o potrero con muy baja densidad de plantas forrajeras, se decide reducir la carga animal/ha; esta medida, que en principio debería permitir la recuperación del número de plantas/m2 en el potrero, no logra ese objetivo, porque el stand de plantas original era muy bajo (estaba por debajo del umbral mínimo de plantas madres/ha requerido para una adecuada tasa de semillazón). Si el pastizal natural funciona en su estructura y estabilidad como la Teoría de Estados y Transiciones lo expresa, es fundamental saber que se puede correr el riesgo, una vez degradado el sistema, de tornar irreversible el proceso. Innumerables ejemplos de esto existen en el mundo, como consecuencia de la desmedida ambición de producción y lucro que el hombre pretende del ecosistema.

Estabilidad y Perdurabilidad del Pastizal Los pastizales naturales son comunidades vegetales mantenidas por los animales en pastoreo y por el manejo. El manejo puede incluir aspectos variados como el control de la carga animal, la intensidad y frecuencia de pastoreo o defoliación, la resiembra de especies, la fertilización o la modelación del sistema (desmonte, forestación, intersiembra, control químico, control biológico, etc). La estabilidad de un sistema pastoril está regulada por la magnitud de las variaciones experimentadas por la comunidad (o población) de animales que lo pastorean y por las cualidades de las plantas en función de la capacidad de mantener un equilibrio dinámico después de un disturbio (por ej.: pastoreo intenso, incendio, inundación, sequía, subpastoreo, invasión de malezas o leñosas, etc). Esto se corrobora en Margaleff (1969)

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cuando dice que un sistema es estable, si sacado de su estado de equilibrio, desarrolla fuerzas que tienden a restaurar la condición original. Debemos distinguir que factores como el clima, la topografía y la selectividad (elección de plantas o partes de la planta por el animal, durante el pastoreo), también originan cambios en la estabilidad o estructuración del pastizal natural, pero en general no lo hacen en una magnitud tan grande como en el caso de los disturbios antes mencionados; esto debido a que son contingencias más previsibles o moderadas y mantienen a las poblaciones pastoriles dentro de ciertos rangos de variación. La estabilidad, definida así como una “homeostasis”, es medida por las variaciones de la productividad en el largo plazo o por el tiempo requerido por la comunidad para retornar a su estado de equilibrio luego de un disturbio. En general, toda la Región Chaqueña Semiárida (tanto en el NOA como en Bolivia), presenta hoy severos síntomas de que la estabilidad y perdurabilidad del pastizal, están en niveles críticos. Terán Cardozo (1995) menciona que la característica general de la Región Chaqueña Semiárida – Arida es la degradación de la cobertura vegetal, en especial del estrato herbáceo, con sectores críticos fácilmente erosionables. Estos valles calurosos y fértiles de antaño, muestran hoy en diferentes grados, el impacto de siglos de intervención del hombre con actividades agrícolas, ganaderas y forestales no adecuadas. El mismo autor, indica que los síntomas más evidentes de pérdida de estabilidad y perdurabilidad del ecosistema chaqueño, son: - Acelerado desbalance del ecosistema, con procesos de desertificación en franco

desarrollo. - Empobrecimiento genético con extinción de especies (fundamentalmente en el estrato

herbáceo). - Cambios en la estructura y composición florística del bosque (observándose

dominancia de especies resistentes al ramoneo, pisoteo y suelos endurecidos). - Severos procesos de erosión, compactación, pérdida de capacidad de

almacenamiento de agua en el perfil e interrupción del normal reciclaje de nutrientes. - Aparición de nuevas plagas y enfermedades, aún en especies tradicionalmente

resistentes. Estos problemas son consecuencia directa de la combinación simultánea de: - El aprovechamiento forestal desmedido, extrayendo en la mayoría de los casos, los

mejores individuos que constituyen la fuente de germoplasma renovador del bosque. - Los hábitos de pastoreo y ramoneo extensivos y continuos, incontrolados, donde

además de la forrajimasa disponible se consumen cortezas, semillas, rebrotes y renovales; se suma a ello, el efecto del pisoteo permanente del ganado.

- El desordenado y destructivo aprovechamiento de los productos de uso doméstico,

tanto primarios como secundarios, provenientes del bosque.

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- El impacto directo del sol y las lluvias intensas sobre el suelo desnudo y compactado, favoreciendo la escorrentía superficial, reduciendo la infiltración e imposibilitando cada vez más, la germinación y producción normal de los pastos.

Si a lo enumerado por Terán Cardozo (1995), agregamos el laboreo excesivo de los suelos (con pérdidas de estructura y fertilidad), la aplicación incontrolada y abusiva de biocidas y la contaminación ambiental (a nivel de suelo, agua y aire), tendremos un panorama que explica en gran medida, la problemática expuesta. A medida que estos procesos se agudizan, el potencial productivo de los campos se reduce y trae aparejado un progresivo deterioro económico de los establecimientos agropecuarios; la entonces restringida capacidad de inversión para revertir la situación, torna cada vez más crítico el problema y es así como en muchos casos, las unidades de producción son abandonadas o subutilizadas, contribuyendo al empobrecimiento social. Es fundamental tomar conciencia entonces, que el adecuado manejo de un ecosistema o un sistema de producción, es no solo la “Ciencia” de conocer y combinar adecuadamente los conocimientos teóricos del funcionamiento, la estructura y la fisiología de las poblaciones y/o comunidades que los integran. Debemos sumar a ello, el “Arte” de poder percibir y discriminar, cuando, como y donde deberemos aplicar cada una de las recomendaciones técnicas, en función de las características propias y muy particulares de cada ambiente, establecimiento o parcela de campo. Esto se sustenta en el funcionamiento del binomio “Estabilidad – Productividad”, que son dos atributos de un ecosistema que pueden trabajar asociados o pueden resultar antagónicos. Estos atributos funcionan de manera semejante a los platillos de una balanza, donde si presionamos excesivamente sobre uno de ellos (por ej.: presionar al sistema con el objetivo de extraer la máxima Productividad posible), posiblemente con el tiempo y la intensidad de esta presión, produzcamos la ruptura de determinados niveles de equilibrio biológico y físico, que pueden traducirse en la reducción del otro atributo (en este caso, una disminución en la Estabilidad del ecosistema). El Arte del manejo de un sistema productivo, fundamentalmente polifítico como son los pastizales naturales, está en poder evaluar para cada situación, hasta donde se puede intensificar la presión en cada uno de los atributos, sin desequilibrar al restante; de esta manera estaremos logrando el funcionamiento asociado y complementario de estos (Estabilidad – Productividad), para maximizar racionalmente el desarrollo productivo.

Algunos Aspectos Básicos de Manejo El Manejo del Pastizal Natural, involucra a todas las prácticas que se implementan con la finalidad de obtener beneficios productivos y económicos a través de la utilización y aprovechamiento de las forrajeras naturales, sin poner en peligro su supervivencia y la estabilidad del ecosistema (Renolfi, 1989). La relación existente entre la producción pecuaria y la del pastizal, está en función de tres factores: a) cantidad de forraje; b) calidad de forraje; c) eficiencia de cosecha del forraje por el ganado. La correcta combinación de estos factores, es el objetivo principal de todo plan racional de manejo del pastizal (Heitschmidt y Walker, 1983).

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El objetivo primario de un correcto manejo de pastizales, es obtener sobre ellos la máxima producción animal posible, manteniendo el potencial productivo de los pastos y la estructura y fertilidad del suelo. El técnico en manejo de pastizales, debe poseer el dominio y conocimiento de una serie de tecnologías que permitan lograr estos objetivos, pudiendo discriminar para cada situación, cual y con que intensidad será la que debe aplicar. El manejo científico de pastizales, requiere el conocimiento de disciplinas tales como Botánica, Ecología, Fisiología Vegetal y Animal, Nutrición Animal, Forrajes y Manejo de Pasturas, Climatología, Etología y Economía, entre otras. Según Stoddart (1972), las principales fases del manejo científico de pastizales son: - Decidir el uso adecuado del pastizal: esto comprende realizar un correcto inventario

del recurso pasto, para posibilitar la determinación posterior de la o las épocas de apacentamiento, el tipo de animal a emplear, el sistema de pastoreo y la carga animal.

- Incrementar la capacidad de utilización del pastizal: en muchos casos nos

encontramos con pastizales en regiones abruptas o con escasez o mala distribución de aguadas y potreros. Esto dificulta el aprovechamiento adecuado y uniforme del sistema, lo que debe intentar solucionarse con herramientas como el alambre eléctrico, la distribución estratégica de panes de sal, la construcción de represas, la apertura de picadas, la provisión de aguadas o bebederos, etc.

- Mejoramiento de la producción de forraje: en situaciones de escasez de forraje natural

se debe intentar mejorar la oferta de pasto a través de control de malezas, desbajerado o raleo de arbustos indeseables, control de fauna herbívora, fertilización, etc; en caso que esto no sea posible dentro de tiempos prudenciales, se puede proceder a la siembra de pastos cultivados y/o la confección de reservas.

- Manejo del ganado: para aprovechar eficientemente el pastizal, deberá no solo

diagramarse un adecuado sistema de pastoreo para cada situación particular, sino cuidar los aspectos sanitarios, reproductivos y nutricionales, la calidad genética del rodeo y la comercialización de la producción.

- Complementación entre el uso pastoril de la tierra y otros usos: a medida que la

sociedad toma conciencia del valor ecológico de las tierras de apacentamiento, aparecen otros usos alternativos para las mismas. Se debe entonces aprender a valorizar económicamente la posibilidad del uso alternativo de los pastizales naturales como cotos de caza controlada, lugares de esparcimiento o turismo aventura, áreas de captación de agua, sitios de forestación, etc.

Habiendo definido lo que se entiende por manejo de pastizales y expuesto previamente cuales son los procesos que degradan el potencial de los pastizales naturales, vamos a analizar a continuación, algunos factores que inciden en el manejo correcto de estos ecosistemas, para evaluar la incidencia e importancia de cada uno de ellos:

A) Inventario de los Recursos Forrajeros; B) Factor de Uso de las Especies Forrajeras;

C) Estado o Condición del Pastizal; D) Intensidad y Frecuencia de Utilización del Pastizal;

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E) Sistemas de Pastoreo (Contínuo vs. Rotativo); F) Carga Animal;

G) Técnicas de Refinamiento del Pastizal; H) Tendencia del Pastizal.

A) Inventario de los Recursos Forrajeros: este aspecto se refiere a tomar conciencia que si no se conoce previamente lo que se tiene en el campo, en que situación está lo que se tiene y cuanto de ello es disponible, no puede planificarse correctamente ninguna estrategia de manejo racional. Ponernos en la tarea de manejar un sistema de pastizales, implica en primer término, tener claramente definidos los límites geográficos de la región o zona en la que nos encontramos. Esta definición del marco geográfico – ecológico donde se sitúa el establecimiento a administrar, nos llevará indefectiblemente a la necesidad de conocer parámetros como: 1) Región Fitogeográfica a la que pertenece; 2) Macroclima de la región; 3) Microclima de la zona particular en la que se sitúa el establecimiento; 4) Estructura de la vegetación nativa; 5) Diversidad de especies vegetales (intentando discriminar entre forrajeras útiles o potenciales y especies que no aportan al pastoreo); 6) Disponibilidad de los recursos forrajeros (determinando Cobertura, Densidad, Productividad (en Materia Seca/ha) y Contribución a la Dieta Animal). Los parámetros 1 y 2, pueden ser fácilmente obtenidos de estudios realizados al respecto, para cada una de las Regiones Fitogeográficas Argentinas. Estos datos permitirán la orientación acerca de potencialidades productivas muy generales, las que posibilitan en algunos casos, definir ciertos rasgos productivos regionales, tales como: “la Patagonia es productora de ovinos”; “los Pastizales Pampeanos Suhúmedos - Húmedos, son áreas de producción cerealera”; “los Pastizales Pampeanos Semiáridos son áreas de producción bovina”, etc. Estas caracterizaciones generales, sin embargo, pueden ser totalmente modificadas cuando se analiza en particular una zona o área determinada. Es por ello que la tarea específica de “Inventario de los Recursos Forrajeros” comienza con el punto 3 (Microclima de la zona en la que se sitúa el establecimiento). Una vez delimitado el establecimiento o área donde deberá llevarse a cabo el manejo del pastizal, debemos recabar lo más detalladamente posible, todos los datos climáticos que definen a la zona. Es importante conocer los registros de varias décadas, de: Precipitación Media Anual, Precipitación Media Mensual, Temperatura Media Anual, Temperatura Media Mensual, Frecuencia de Heladas, Fecha Media de Primera y Ultima Helada, Epoca y Dirección predominante de Vientos, Frecuencia y Duración Media de Sequías Estacionales, etc. Un aspecto que generalmente no es tenido en cuenta en el caso de pastizales naturales, es la determinación del Tipo, Calidad y Estado (o Estructura) del Suelo. Es conveniente realizar algunos muestreos sistemáticos del mismo y el posterior análisis en laboratorio, de todos los parámetros que definen los aspectos mencionados. El muestreo debe hacerse en función de las diferentes zonas o condiciones de terreno y pastizal que se puedan identificar a través del reconocimiento directo del terreno, del uso de fotografía aérea o el relevamiento satelital. Conocer el Tipo, Calidad y Estado del Suelo, para cada situación evaluada, permitirá planificar adecuadamente el tratamiento para cada potrero; puede darse así la situación donde el escaso crecimiento del pastizal sea debido a la

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compactación superficial del terreno, por excesivo pisoteo animal, lo que puede determinarse con la técnica del penetrómetro. Esto requerirá la ruptura de la capa superficial (por ej., con cincel), para mejorar la captación de agua por infiltración y permitir una mejor distribución del sistema radicular de la planta. En otros casos, puede llegarse a la conclusión de necesidades de fertilización de un lote o incorporación de alguna leguminosa consociada como aportante de N. A continuación, se debe trabajar en el conocimiento de los atributos de la vegetación existente. En relación al punto 4 (Estructura de la vegetación nativa), deberá identificarse cuantos estratos de vegetación se encuentran en la situación evaluada. Si tomamos como ejemplo un potrero típico de monte en la Cuenca Tapia - Trancas o en el Este de la Provincia de Tucumán, percibiremos que la vegetación está distribuída en 3 estratos: arbóreo, arbustivo y herbáceo. En este caso, se determina que estamos en presencia de una formación vegetal de bajo porte, con un estrato arbóreo caracterizado por 2 subestratos, siendo el de mayor dimensión el integrado por ejemplares de Schinopsis quebracho colorado (Schlecht.) Barkl. et Meyer (quebracho colorado) con una altura de entre 9,00 y 12,00 m.; el restante subestrato corresponde al integrado por Aspidosperma quebracho blanco Schlecht. (quebracho blanco), Prosopis alba Grisebach (algarrobo blanco), Prosopis nigra Gris. (Hieron.) (algarrobo negro), Caesalpinia paraguariensis (D.Parodi) Burkart (guayacán), Celtis spinosa Sprengel (tala) y Zizyphus mistol Grisebach (mistol) con una altura de entre 3,40 y 4,80 m (Martín et al., 2001). El segundo estrato es el arbustivo que presenta una altura promedio de 2,12 m (con un rango de 1,34 a 2,87 m) y donde las especies más frecuentes son Acacia aroma Gill. (tusca), Acacia praecox Gris. (garabato), Celtis pallida Torrey (talilla), Cercidium australe Johnston (brea), Geoffroea decorticans (Gill. ex Hook. et Arn.) Burkart (chañar), Mimozyganthus carinatus (Gris.) Bak. (lata) y Schinus sp. (molle) (Martín et al., 2001). Finalmente el tercer estrato es el herbáceo. En el caso de la zona antes mencionada, son numerosas las especies que lo integran, siendo importante en el relevamiento, discriminar entre Gramíneas o Poáceas y especies de otras familias (especies latifoliadas). La combinación de los diferentes estratos indicados o la ausencia de alguno o algunos de ellos en una zona determinada, será lo que defina la estructura de vegetación del área y permita caracterizar a los diferentes ecosistemas como Monte, Arbustal, Pradera, Sabana, Estepa, etc., formaciones que han sido descriptas en Martín (2003). Estamos ahora en condiciones de evaluar el punto 5 (Diversidad de especies vegetales), que nos permitirá tener una caracterización más certera del real potencial forrajero del campo o potrero. Este punto consiste en recolectar e identificar la totalidad de las especies vegetales presentes, en cada uno de los estratos. Para evitar recolecciones excesivas de material, debe usarse el criterio de selección en función de lo que más pertinentemente puede constituir forraje (alimento consumible) para la especie animal que vayamos a utilizar en el pastoreo. De no tener este conocimiento, es recomendable previamente recurrir a la bibliografía o al asesoramiento técnico, que pueda orientar al respecto.

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En general, la determinación de la Diversidad Específica (o de especies) con fines pastoriles o ganaderos, suele poner énfasis en la identificación y clasificación de las especies del estrato herbáceo (fundamentalmente Gramíneas), basándose en la premisa que son estas plantas, las aportantes de la mayor cantidad de forrajimasa consumible en un potrero. Si bien esto es cierto en la mayoría de los casos, deberá analizarse para cada situación, el aporte a la dieta animal que pueden hacer otras especies de buena calidad forrajera y excelente palatabilidad como algunas latifoliadas (tales los casos de Chaetothylax umbrosus Nees (sacha alfa o alfilla) y Ephedra triandra Tul. (tramontana) en nuestra región) o el ramoneo de ciertos arbustos y árboles (generalmente de la familia Leguminosas o Fabáceas). Un rubro que no debe descuidarse al momento de este relevamiento, es la identificación de especies tóxicas que puedan causar mortandad de animales. En Martín (2003), se presenta una lista de la Diversidad de especies y la caracterización de su valor forrajero (básicamente del estrato graminoso), para las distintas Macroregiones Naturales Argentinas. En las Tablas 5 y 6, se indican las especies integrantes del ecosistema del Parque Chaqueño Occidental del NOA, distribuídas por estrato e importancia forrajera en la dieta animal. TABLA 5: Gramíneas nativas del Parque Chaqueño Occidental, indicadoras de la Condición Forrajera del Pastizal (Martín, G.O.).

CONDICION BUENA CONDICION REGULAR CONDICION MALA Chloris ciliata Aristida mendocina Aristida adscencionis

Chloris virgata Cenchrus myosuroides Bouteloua aristidiodes

Diplachne dubia Chloris castilloniana Digitaria insularis

Gouinia latifolia Cottea pappoforoides Eragrostis cilianensis

Gouinia paraguariensis Digitaria californica Eragrostis virescens

Pappophorum mucromulat. Eragrostis ortochlada Microchloa indica

Setaria leiantha Pappophorum caespitosum Neubouteloua lophostachya

Setaria leucophylla Pappophorum philipianum Sporobolus pyramidatus

Trichloris crinita Tragus berterouianus

Trichloris pluriflora Tripogon spicatus Nota: las calificaciones indicadas no son definitivas. La ubicación de una especie en una determinada categoría de Condición, depende del tipo y densidad de sus especies acompañantes y de la Condición general del potrero.

Chloris ciliata Swartz, Setaria leiantha Hackel, Trichloris crinita (Lagasca) Parodi y Trichloris pluriflora E. Fourn., que son especies frecuentes en los pastizales naturales del NOA, son ávidamente consumidas por los herbívoros en estado verde tierno a maduro. Cenchrus myosuroides H.B.K., Gouinia latifolia (Griseb.) Hack. y Pappophorum mucromulatum Nees, no tan frecuentes como las anteriores, presentan brotación temprana y son consumidos en estado tierno, antes que el resto de las especies. Digitaria insularis (L.) Mez. y Digitaria californica (Benth.) Henrard se consumen preferentemente en estado seco (diferido) y son especies que tienden a predominar (sobre todo Digitaria insularis) en campos sobrepastoreados. La Tabla 6 indica las especies de leñosas arbustivas y arbóreas que presentan follaje consumible o no consumible por los herbívoros domésticos (bovinos y caprinos) y las

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especies leñosas cuya producción de frutos comestibles, cumple una importante función nutricional en épocas críticas (entre los meses de Marzo y Julio, fundamentalmente). TABLA 6: Leñosas del Parque Chaqueño Occidental del NOA, que aportan a la dieta animal de los herbívoros domésticos (Martín, G.O.).

FOLLAJE CONSUMIDO FOLLAJE NO CONSUMIDO FRUTO CONSUMIDO Acacia caven Acacia furcatispina Acacia aroma

Acacia praecox Aspidosperma queb. blanco Acacia praecox

Caesalpinia paraguariensis Cercidium australe Caesalpinia paraguariensis

Celtis pallida Jodina rhombifolia Celtis pallida

Geoffroea decorticans Larrea cuneifolia Geoffroea decorticans

Porlieria microphylla Larrea divaricata Mimosa detinens

Prosopis alba Prosopis nigra Prosopis alba

Ruprechtia triflora Vallesia glabra Prosopis algarrobilla

Schinopsis queb. colorado Prosopis kuntzei

Schinus sp. Prosopis nigra

Ximenia americana Prosopis torquata

Zizyphus mistol Ximenia americana

Cactáceas (cladodios) Zizyphus mistol

Cactáceas (frutos)

Un recurso que en general no se tiene en cuenta, pero que en los meses de mayor escasez de forraje en los pastizales naturales del NOA (mediados de Julio a fines de Octubre) adquiere importancia en la dieta de los animales, es la abundante hojarasca que cae en sitios con alta densidad de leñosas. Esta hojarasca está compuesta fundamentalmente por material senescente de Acacia furcatispina Burk., Aspidosperma quebracho blanco Schlecth., Celtis pallida Torrey, Celtis spinosa Sprengel, Prosopis alba Grisebach, Ruprechtia triflora Grisebach, Ximenia americana L. y Zizyphus mistol Grisebach. B) Factor de Uso de las Especies Forrajeras: las plantas requieren de sus raíces y hojas para sobrevivir. Por las primeras toman el H2O y los minerales del suelo y por las hojas realizan la captación de CO2, energía solar y la fotosíntesis. Existe una estrecha relación entre el volumen del follaje y el volumen radicular, variando esta relación a través del tiempo, en función del manejo establecido sobre el pastizal. Así podemos discriminar tres niveles de uso del pastizal, relacionados con la variación de volumen foliar vs. volumen radicular: - Sin Uso: la forrajera no pastoreada, tenderá a un máximo crecimiento foliar y radicular.

Si la especie es de bajo valor forrajero, este manejo le permitirá la perpetuación en el campo, en detrimento de las especies Decrecientes o Deseables. Si la especie es una buena forrajera, el no uso de la misma atentará contra la eficiencia productiva y económica del establecimiento y además, la no renovación periódica del material foliar determinará su deterioro en calidad nutricional.

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- Uso Excesivo: significa que estamos haciendo consumir el pastizal, a una mayor tasa de defoliación que la permitida para que la planta recupere durante su período de descanso, todas las reservas hidrocarbonadas necesarias para su supervivencia. Este manejo irracional, determina progresivamente reducción en el volumen radicular y como consecuencia de ello (por menor absorción de H2O y minerales), menor desarrollo aéreo. Después de varios pastoreos en esta situación, la planta agota totalmente sus reservas y puede morir (sobrepastoreo).

- Uso Adecuado: es el denominado “Factor de Uso” y se define como el porcentaje de la

productividad anual de forraje, que puede consumirse sin comprometer la producción, reproducción y longevidad de la forrajera (Nazar Anchorena, 1988). Este Factor de uso varía con la especie.

El Factor de Uso se refiere a cuanto de la masa vegetal de una planta, puede o debe ser defoliada por el animal, de manera tal de realizar un eficiente consumo de la Materia Seca ofrecida, sin dañar la productividad posterior ni la vida útil de la planta. En general se aconseja para nuestros pastizales naturales (fundamentalmente graminosos), una tasa de defoliación del 50 al 55 % (en peso) de la masa vegetal aérea, lo que en términos de perfil del canopeo del cultivo, involucra aproximadamente los 2/3 superiores. En el caso de especies rizomatosas y/o estoloníferas, este porcentaje puede incrementarse hasta 70 a 75 %. Es importante destacar que estas no deben ser medidas fijas, pues según la estructura de la mata (o planta) de pastura y el patrón de distribución de la Materia Seca a lo largo del canopeo, esta relación puede variar. El Factor de Uso es un parámetro propio para cada especie y a la vez puede no ser constante a través del tiempo, lo que complica enormemente el manejo de los pastizales naturales (en general, polifíticos), respecto del manejo de una pastura cultivada. Si bien un correcto manejo de pastizales exige conocer previamente al pastoreo animal, cual es el Factor de Uso apropiado para cada especie vegetal y establecer un nivel promedio de aprovechamiento entre todas las especies nativas de buena calidad forrajera presentes en el potrero o sitio de pastoreo (ya indicamos que en nuestros pastizales es el 50 a 55 % en peso, de la mata de forraje), debemos saber que son muchos los aspectos que pueden hacer que durante el proceso de pastoreo, algunas especies sean defoliadas en un nivel superior al previsto y otras lo sean en un nivel inferior; entre ellos están: la Diversidad de Especies, la Estructura de la Planta, la Parte Utilizada de la Planta, el Estado Fenológico de la Pastura, la Preferencia Animal, el Tipo de Animal, la Carga Animal y las características generales del Sitio de Pastoreo (topografía, distribución de aguadas, dimensiones del potrero, etc). El Factor de Uso para cada forrajera, se puede conocer cosechando la totalidad de la fitomasa aérea de la planta, llevándola a Materia Seca y pesándola. Se obtiene así el peso total de la mata; se debe a continuación averiguar a que altura de la planta corresponde el 50 a 55 % del peso a consumir. Para ello se comienza a seccionar, a partir del área apical, una franja o estrato de forrajimasa a la que se le determina el peso. Ese peso se relaciona porcentualmente con el peso total para obtener el porcentaje correspondiente. Si la fracción determinada no alcanza los valores antes indicados (50 a 55 %), se procede a cortar otra franja (siempre desde el ápice hacia el área basal) y se vuelve a pesar y realizar el procedimiento antes descripto. Una vez obtenido, por sumatoria con la fracción anterior, el porcentaje correspondiente al Factor de Uso

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estipulado, se procede a establecer a que altura (en cmts), corresponde el total del material de las franjas cosechadas y esa altura es la Altura de Defoliación que deberá guiarnos para establecer la Intensidad de Defoliación en el proceso de pastoreo. En relación a todo lo antes expuesto, corresponde aquí hacer una referencia a algunos sistemas de medición de la fitomasa o forrajimasa de una pastura, que derivan en el conocimiento de su Productividad (parámetro fundamental al momento de hacer pastorear un potrero). Entre los sistemas de evaluación de la fitomasa aérea es frecuente citar el “Método del Aro o Cuadrante”, mediante el cual se cosecha el pasto situado dentro de él y se procede a la determinación de su Peso Verde y Seco, para llevar estos valores a kgs. de forraje/ha. Es importante conocer que el tipo de estructura (o arquitectura) morfológica de la planta o mata de pastura, es decisiva para la distribución de la Materia Seca a lo largo de las diferentes franjas o estratos del canopeo de una forrajera. En estudios realizados por Cangiano (1999), se establece que en pasturas de porte medio (en general pasturas de áreas templadas), se puede diagramar la “distribución vertical de la densidad de Materia Seca por horizonte o estrato”, en función de la arquitectura de la planta (Tabla 7). TABLA 7: Distribución vertical (por estratos) de la Materia Seca en diferentes pasturas, en función de su estructura de planta (Cangiano, 1999).

ALFALFA % de fitomasa FESTUCA % de fitomasa

De 0 a 2 cm 3,00 De 0 a 2 cm 13,10

De 2 a 5 cm 3,00 De 2 a 5 cm 13,10

De 5 a 10 cm 7,50 De 5 a 10 cm 29,50

De 10 a 20 cm 35,00 De 10 a 20 cm 30,00

De 20 a 40 cm 51,50 De 20 a 40 cm 14,30

AVENA % de fitomasa ACHICORIA % de fitomasa

De 0 a 2 cm 11,50 De 0 a 4 cm 19,60

De 2 a 4 cm 11,50 De 4 a 7,5 cm 19,60

De 4 a 7,5 cm 23,00 De 7,5 a 15 cm 37,70

De 7,5 a 15 cm 32,00 De 15 a 30 cm 23,00

De 15 a 30 cm 22,00

MEZCLA GRAM. % de fitomasa SORGO FORRAJ. % de fitomasa

De 0 a 2 cm 11,70 De 0 a 5 cm 14,20

De 2 a 5 cm 11,70 De 5 a 10 cm 14,20

De 5 a 10 cm 21,00 De 10 a 20 cm 19,00

De 10 a 20 cm 39,50 De 20 a 41 cm 26,60

De 20 a 38 cm 16,10 De 41 a 82 cm 26,00

Como puede comprobarse, cada tipo de planta tiene una particular distribución de la Materia Seca en función de la dimensión de sus estratos de pastoreo. Estos datos son fundamentales para la determinación del Factor de Uso de una forrajera, pues permite saber que porcentaje total de la forrajimasa disponible podrá cosechar el animal, en función de la Intensidad de defoliación que establezcamos (ej: si en un avenal quiero dejar

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un rastrojo de 4 cm, sabré que la forrajimasa disponible será la correspondiente al 77 % de la Productividad total). En el caso del sorgo (único recurso forrajero típico de áreas subtropicales, de todos los mencionados), se observa que el desarrollo en altura es mayor y la distribución de la Materia Seca en los diferentes estratos es bastante homogénea, pero incrementándose progresivamente hacia los estratos superiores. En el caso de las especies templadas, es notorio el menor porte de crecimiento y la distribución de la Materia Seca es, en general, mayor en los estratos intermedios (festuca, avena, achicoria, mezcla de gramíneas). En alfalfa, la distribución es netamente favorable en los estratos superiores, pero con mucha mayor diferencia que en el caso del sorgo (en alfalfa, los 2 estratos superiores ofrecen el 86,5 % de la forrajimasa disponible, que además es de altísima calidad respecto de los estratos inferiores). Tener una estimación confiable y periódica de la cantidad de forraje por unidad de área (fitomasa aérea), permite hacer predicciones de la producción de pasto de un establecimiento o potrero, lo cual es fundamental para la planificación de la alimentación. Posibilita conocer la tasa de acumulación de forraje a lo largo del año, sobre la base de lo cual se puede ajustar la carga animal y planificar la confección de reservas y/o el uso de suplementación. Con la medición de la fitomasa, antes y después de un pastoreo, se puede estimar el consumo de los animales y calcular que proporción del pasto disponible fue consumida por los mismos (eficiencia de cosecha). También permite, entre otras cosas, evaluar el impacto que tienen ciertos insumos (fertilizantes, herbicidas, etc) o prácticas de manejo (carga animal, tiempo de pastoreo, etc), sobre la producción de una pastura (Cangiano, 1999). El adecuado conocimiento de la Productividad de un pastizal, es un parámetro que contribuye directamente a la planificación del manejo correcto del mismo. La Productividad es la cantidad de kgs. de Materia Verde y/o Seca, que produce por unidad de tiempo y superficie, un recurso forrajero. En términos de precisión para el correcto manejo de un pastizal, se debe conocer siempre el valor de la Productividad/ha en Materia Seca. La Productividad puede medirse a lo largo de un año, una estación, un mes, uno o algunos días, etc.; lo que realmente importa es tener bien cuantificadas esas magnitudes temporales, para poder realizar cálculos certeros de consumo. Existen numerosas metodologías para evaluar la cantidad de forraje producido por una pastura o un pastizal, sobre un área determinada. Ya expresamos párrafos antes, que la manera más convencional y tradicional de hacer esto, es mediante el método de corte y pesado con el empleo de un aro o cuadrante (de ¼, ½ o 1 m2). Este es un método “directo”, de gran precisión si el número de muestras es alto y representativo de la realidad a evaluar, pero en general, existe siempre un rango de error experimental que produce que en condiciones de pastoreo, sea frecuente encontrar valores de entre 15 y 20 % de Coeficiente de Variación en estimaciones de fitomasa aérea. El aro se coloca sobre el suelo en el pastizal a evaluar. Se toma todo el material vegetal de la o las forrajeras que quedan dentro de esta superficie y se procede a su corte con tijera de podar. La altura de corte es muy importante y se pueden dar dos situaciones: a) cortar a ras del suelo y b) cortar a la altura aconsejada de pastoreo, dejando un rastrojo o remanente que sea igual al que se pretende dejar en un pastoreo racional para ese pastizal (tener en cuenta aquí, lo mencionado como “Factor de Uso”). Se aconseja siempre adoptar la opción b.

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Este método exige que el material cortado sea puesto en bolsas de nylon o plástico, para ser pesado en Verde o Fresco lo antes posible (si así lo aconsejan los objetivos propuestos, las repeticiones de una misma medición pueden mezclarse, homogeneizando el material y extrayendo una alícuota (submuestra o parte) de 300 grs. aproximadamente, que se lleva a secar en estufa a 100 °C y hasta peso constante). Lo normal es colocar la muestra pesada en Verde, en una estufa de desecación para obtener el peso en Materia Seca. De no contar con estufa, se puede secar en horno microondas o de cocina, pero en estos casos, se requiere una puesta a punto para cada tipo de forraje. El valor de Peso seco obtenido, se relaciona finalmente con la superficie sobre la que se lo cosechó y se lleva a kgs. de Materia Seca/ha. Ej.: si en 1 m2 se cosechan 650 grs. de Materia Verde y si este material después de secado da 160 grs. de Materia Seca (alrededor del 25 %), la Productividad de ese pastizal es de 1600 kgs. de Materia Seca/ha. La determinación de la Productividad en leñosas arbustivas y/o arbóreas, es más compleja. Existen varios métodos (tanto destructivos como no destructivos), pero en todos ellos es sumamente importante antes, identificar cuales son las especies que realmente aportan forraje a la producción animal (esto es muy dependiente del tipo de animal). Una metodología propuesta localmente para estimar la Forrajimasa Foliar Ramoneable (F.F.R.) de las leñosas (Martín et al., 2002), es la siguiente: a) se debe conocer previamente la Densidad/ha de la especie que interesa; b) se mide sobre un número de ejemplares estadísticamente adecuado para la situación, los parámetros Altura de Planta, Diámetro de Copa y Distancia entre Superficie del Suelo y Comienzo de Follaje. c) con estos valores morfométricos, se obtienen las dimensiones promedio del “ejemplar tipo” de la población; d) se seleccionan a campo, 3 a 5 ejemplares que correspondan al rango del “ejemplar tipo”. e) sobre cada uno de estos individuos, se cosecha todo el material foliar presente hasta 1,80 mts de altura (altura normal de ramoneo de los herbívoros domésticos locales) y 0,20 mts de profundidad de la copa (sobre la periferia de la leñosa); f) todo el material recolectado en cada ejemplar, se pesa en Verde y se lleva a estufa hasta peso constante para obtener el peso en Materia Seca; g) el valor de peso de la Materia Seca, promedio de todos los ejemplares muestreados de una misma especie, se multiplica por la Densidad/ha de la misma y se obtiene el valor de Productividad de Forrajimasa Foliar Ramoneable/ha. Los métodos menos conocidos o no convencionales para estimar la Productividad, son los llamados métodos “indirectos”, que tienen la ventaja de ser más rápidos y permitir obtener un gran número de muestras, lo que disminuye el error experimental cuando la superficie a evaluar es de gran tamaño. El fundamento técnico de estos métodos se basa

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en el concepto del “doble muestreo”, que consiste en obtener muestras precisas de fitomasa por medio de cortes (método directo) y por otro lado, muestras indirectas de alguna variable altamente correlacionada con la fitomasa (altura, densidad, cambio de capacitancia, etc). La exactitud de los resultados, dependerá directamente del grado de correlación que exista entre los valores de los parámetros evaluados mediante ambos tipos de muestreo. Los métodos indirectos que vamos a analizar aquí, son: a) Método del Disco y b) Método de Estimación Visual (Cangiano, 1999). a) Método del Disco: registra valores de la altura del pasto, tomando en cuenta su densidad. La altura y la densidad son las variables que afectan en mayor medida la fitomasa y su correspondiente apreciación visual (Frame, 1993). De allí que las relaciones obtenidas de las alturas medidas con el disco y la fitomasa sean generalmente lineales. El disco consiste en una varilla de sección cuadrada (de 1,5 a 2,5 cm de espesor) de 1,50 mts de longitud, la cual se encuentra graduada en centímetros, desde los 50 cm a partir del suelo y hasta el extremo superior. Existe otra varilla hueca (que se introduce a lo largo de la antes descripta) de 50 cm de longitud y que lleva adosada a su extremo inferior, un disco de telgopor de 5 cm de espesor y una superficie de 0,2 m2. La presión ejercida por el disco sobre la pastura, varía entre 1,7 y 5 kg/m2. La medición se realiza dejando caer el disco libremente (siempre desde la misma altura) a lo largo de la varilla graduada y leyendo en la misma, la altura alcanzada. Previo a su utilización, se debe calibrar el disco realizando entre 4 y 6 mediciones en el potrero; cada medición se debe hacer en un sitio seleccionado, de tal manera que con las 5 o 6 mediciones realizadas, se cubran todos los rangos posibles de fitomasa presente. En cada caso se registra la altura obtenida con el disco y se procede a cortar a ras del suelo, la totalidad del forraje incluído en esa superficie (0,2 m2). De cada muestra se determina el peso en Materia Verde y Materia Seca. Se tiene así para cada una de las alturas tomadas con el disco, la cantidad de Materia Seca correspondiente (la que a su vez se puede llevar a valor de kgs MS/ha); con estos datos (altura y kgs/ha) se calcula una regresión lineal. La regresión lineal se expresa mediante la ecuación: y = a + b x donde, y: es la fitomasa aérea total (en kgs MS/ha); a: es la ordenada al origen (en kgs MS/ha); b: es el coeficiente de regresión (pendiente de la recta; en kgs MS/ha cm); x: es la variable independiente (altura promedio de la pastura en cm). Una vez calculada la pendiente de la recta que une los puntos que relacionan las alturas medidas con el disco (y situadas sobre el eje de las x, en un gráfico de coordenadas) con los kgs MS/ha medidos por corte, secado y pesado (valores que se ubican en el eje de las y), estamos en condiciones de empezar a realizar las mediciones de campo en el potrero en cuestión, para determinar el valor real de fitomasa aérea presente. Se recorre el terreno (puede ser de forma sistemática o al azar) y se mide la altura del pasto con el disco, en por lo menos 40 a 50 veces, en todas las variantes o situaciones diversas que se observan. Cuanto mayor número de lecturas se realicen, menor será el

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margen de error de la evaluación. Finalmente, el promedio de altura obtenido del total de las mediciones, es el valor que se introduce en la ecuación de regresión, para el cálculo final. Si de nuestras mediciones obtuvimos (por ej.) que a (ordenada al origen) representa 890 kgs MS/ha y que b (kgs de MS por ha y por franja de 1 cm de pasto) es de 96 kgs, el resultado será:

y = 890 + 96 x 29 (altura promedio en cm) = 3.674 kgs MS/ha.

El método del disco presenta ventajas y limitaciones. Las primeras son: lecturas rápidas y objetivas; permite un gran número de muestras; es no destructivo; de uso sencillo y económico; de fácil construcción del disco. Las limitaciones son: se puede usar solo en pasturas monofíticas o de 2 a 3 especies, que muestren un estado bastante parejo; necesita calibración para cada potrero o situación a medir; no es recomendable su uso en pasturas en estado reproductivo; no permite medir fitomasa aérea después del pastoreo; requiere un manejo mínimo de computación y cálculo. b) Método de Estimación Visual: es el más práctico y simple de usar, pero el que más errores puede tener por la imprecisión y subjetividad de los operadores (Forbes, 1987). Igual que con el disco, este método consiste en hacer un gran número de estimaciones, teniendo como patrón para calibrarlo, a algunas pocas muestras cortadas y pesadas. Dos o tres observadores deben recorrer el potrero, haciendo alrededor de 30 a 40 estimaciones al azar, de la fitomasa aérea. Es conveniente grabarse visualmente una escala (en general de 1 a 5, donde 1 es pastura muy rala, de baja productividad y 5 es pastura muy densa, de alta productividad; entre ellas se discriminan las 3 posibilidades intermedias). Al recorrer la pastura, se anotan en una planilla la cantidad de veces que el observador identifica o relaciona una de estas escalas con lo que observa en el terreno. Al mismo tiempo, en 10 de estas observaciones (puede ser al azar), se corta el forraje presente en una superficie de 0,2 m2 y se determina cantidad de Materia Seca en gramos; si se quiere obtener el valor de kgs MS/ha, se multiplica el valor en gramos por 50. Esta determinación le permite a cada observador corregir el valor de sus estimaciones, al comparar los pesos secos de cada muestra medida con sus valores obtenidos por observación visual. Se aplica este criterio a todas las muestras visualizadas y se obtiene finalmente el valor promedio de fitomasa aérea del potrero. Este método tiene limitaciones cuando se lo utiliza para comparar pasturas de diferente composición botánica o estado fenológico; el otro problema es que la cuantificación visual requiere de una elevada precisión mental y suele haber gran diferencia entre observadores, por lo que se requiere personal altamente entrenado. Si bien los métodos indirectos antes descriptos están particularmente adaptados para su utilización sobre pastizales cultivados, pueden ser perfectamente adoptados para ciertas situaciones de evaluación de la Productividad en pasturas naturales; se deberá tener en estos casos, la precaución de tomar un número mayor de muestras en función del grado de heterogeneidad del pastizal y la diversidad florística. La Productividad del potrero o sitio evaluado, será finalmente la resultante de la sumatoria de las Productividades obtenidas para cada una de las especies evaluadas (siempre en función de su grado de Cobertura y/o Densidad/ha).

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Cabe aquí, hacer la acotación que el valor de Productividad obtenido mediante cualquiera de los métodos descriptos, corresponde a lo que podríamos denominar “Productividad Bruta” del pastizal. Si tomamos en cuenta, que a diferencia de un cultivo agrícola, el forraje es solo un medio para la producción animal, la “Productividad Real o Neta” que pueda ofrecer el pastizal en términos de eficiencia productiva de un establecimiento ganadero, estará en función de cuanto de ese pasto ofrecido, es realmente asimilado por el animal. Entra a jugar aquí, un aspecto propio de la naturaleza del pasto (calidad forrajera) y su estado fenológico (calidad nutricional), como es el Coeficiente de Digestibilidad de su Materia Seca; puede entonces darse el caso que pastizales de mayor Productividad Bruta, tengan una menor Productividad Real a nivel de los animales pastoreadores; ej.: tenemos 2 pastizales, uno de 10000 kgs de Materia Verde/ha y otro de 8500 kgs MV/ha; suponiendo que los 2 tienen alrededor del 25 % de Materia Seca, tendríamos para el primero una Productividad Bruta de 2500 kgs MS/ha y para el segundo de 2125 kgs MS/ha; si el primero tiene un Coeficiente de Digestibilidad del 52 % y el segundo de 65 %, los valores finales asimilados por los animales serán de 1300 kgs MS para el primer caso y 1382 kgs MS para el segundo. Indudablemente que si queremos acotar aun más la posibilidad real de los animales de acceder al pastizal, debemos tener en cuenta además, que hacer un correcto manejo del pastoreo, significa también maximizar la “Eficiencia de Cosecha” del pasto disponible/ha por parte de los animales pastoreadores. En definitiva, el controlar a través del pastoreo, el Factor de Uso de las plantas, nos asegura no incurrir en demasiados errores al momento de establecer la Carga Animal a emplear y el tiempo en que puede finalizarse el pastoreo. Para este caso, es muy útil también utilizar el concepto de Especie Clave, que permite discriminar la secuencia y la intensidad de la defoliación potencial que sufrirán cada una de las especies (obviamente en un pastizal polifítico) a través del tiempo, teniendo en cuenta su disímil Calidad Forrajera, su Disponibilidad y su Indice de Preferencia Animal. Los conceptos antes citados (Especie Clave, Calidad Forrajera, Disponibilidad e Indice de Preferencia Animal), son factores fundamentales al momento de estimar cual será el real Factor de Uso de una forrajera natural, en relación a sus especies acompañantes en el pastizal. El más sencillo de entender es el concepto de Calidad Forrajera, que se refiere a la carga de principios nutricionales (Proteínas, H de C solubles, FDN, FDA, Minerales, Extracto Etéreo y Vitaminas) que tiene cada pastura como consecuencia de su genotipo y las condiciones ambientales en que se desarrolla. La calidad Forrajera es una condicionante del Factor de Uso, en el sentido que especies con mejor valor nutricional, serán generalmente más intensamente aprovechadas por los pastoreadores. La Disponibilidad es simplemente la cantidad de forrajimasa/unidad de superficie, que ofrece una especie forrajera en función de su Densidad, Cobertura, Productividad y Accesibilidad (facilidad de cosecha o consumo) Consecuencia de todo lo antes expuesto, es también el Indice de Preferencia Animal, que está referido a cual es el grado de preferencia de consumo que tiene una determinada especie forrajera respecto de las restantes especies del pastizal, para cada especie animal que pastorea. En otras palabras, los herbívoros (pastoreadores), cuando

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se encuentran frente a un sistema polífitico de pastizales, ejercen una marcada selectividad de los pastos a consumir, eligiendo activamente a algunos de ellos o partes de la planta y desechando otros, los que pasarán a ser consumidos en última instancia, cuando la Presión de Pastoreo sea alta o la Disponibilidad de Forraje sea reducida por que el tiempo transcurrido sobre el mismo lote, a determinado que los pastos preferidos han sido ya totalmente defoliados. Es importante conocer que según la especie animal pastoreadora, puede variar el lugar que ocupe una determinada especie forrajera nativa, en el gradiente de preferencia. Cada especie animal presenta preferencias dietarias diferentes, que deben establecerse para cada sistema de pastizales, a los fines de determinar cual o cuales serán las estructuras de vegetación más adecuadas a cada herbívoro o permitir saber si un pastizal puede ser utilizado complementariamente por dos o más especies pastoreadoras (bovinos y caprinos, por ej.). Estrechamente asociado a la Calidad Forrajera, el Indice de Preferencia Animal y la Disponibilidad de Forraje, está el concepto de Especie Clave, el que será desarrollado en el capítulo “Intensidad y Frecuencia de Utilización del Pastizal”. C) Estado o Condición del Pastizal: ya explicamos anteriormente algunos aspectos de este parámetro, pero debemos recordar que es fundamental conocerlo previamente al pastoreo, para saber hasta donde vamos a intensificar la extracción de forrajimasa del potrero, sin afectar su estabilidad, su diversidad y su productividad futura. La Condición del Pastizal es el estado actual que ese pastizal presenta, en relación al tipo y densidad de especies de valor forrajero que posee, a la mayor o menor presencia de especies indeseables para el pastoreo, al grado de cobertura o desnudez del suelo y fundamentalmente al grado de productividad de Materia Seca de forraje consumible. Se puede decir que la Condición es un indicador del “estado de salud” de un pastizal. Díaz (1992) expresa que la Condición es el grado de alejamiento que presenta la productividad forrajera actual de un pastizal, respecto de la productividad forrajera máxima sostenible en ese ambiente. Todo ecosistema posee una vegetación natural que es el resultado, después de un proceso evolutivo de millones de años, de la concordancia entre los factores ambientales (edáficos, topográficos y climáticos) y la aptitud genética y fenotípica de las plantas que lo componen. Este proceso que se denomina “Sucesión Ecológica”, es el que permite a través del tiempo, la instalación y dominancia de una determinada Estructura y Diversidad florística, en un área o región. Cuando esa Estructura y Diversidad de vegetación llegan a un estado de equilibrio estable con el ambiente en que se encuentran, se dice que estamos en presencia de la vegetación “climax” de ese lugar. Según Dyksterhuis (1949), la vegetación climáxica se corresponde con la Condición Excelente del pastizal natural (ver Figura 1) y gradualmente, a medida que se va perdiendo la Diversidad de especies o disminuye el porcentaje de Cobertura y/o Densidad de las mejores forrajeras, con la consiguiente reducción de productividad del potrero, la Condición se deteriora hasta llegar en etapas de severa degradación, a la Condición Pobre. La vegetación climáxica se caracteriza por ser: - Estable: es cerrada a la invasión masiva de nuevas especies.

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- Permanente y Equilibrada: está en perfecta armonía con las condiciones climáticas,

edáficas y topográficas del área. - Dinámica: si evoluciona, lo hace hacia niveles de equilibrio y desarrollo superior. - De Alta Productividad: debido a que presenta mínima erosión; máximo desarrollo de

los horizontes del suelo en relación al ambiente; buena tasa de descomposición de M.O. en relación a la dinámica de nacimiento y muerte de individuos; alta cantidad de Materia Seca forrajera/ha y/o maderable/ha.

Cada Condición del pastizal, se relaciona con un potencial de productividad forrajera por hectárea y por año, cuyos valores medios deben ser establecidos mediante evaluaciones cuantitativas, para cada situación en particular. Los dos métodos más conocidos para determinar la Condición de un pastizal natural son el Método Ecológico o Florístico y el Método Utilitario. El Método Ecológico o Florístico es aquel que clasifica a las especies integrantes del pastizal, en Decrecientes, Crecientes e Invasoras (conceptos que ya han sido explicados en el Capítulo “Teorías de la Dinámica del Pastizal”). En función de la determinación del porcentaje en que cada uno de estos grupos o categorías de especies integran el pastizal, se utiliza la Gráfica de Dyksterhuis (1949) (ver Figura 1), para conocer en que rango de Condición está el Sitio de Pastoreo evaluado. El Método Utilitario clasifica a las especies integrantes del pastizal, en Deseables, Intermedias e Indeseables: a) Deseables: son aquellas especies muy apetecidas por los herbívoros pastoreadores; son especies palatables y altamente preferidas, en cualquier composición florística o situación de manejo; b) Intermedias: especies no consumidas o poco consumidas, cuando están presentes las Deseables; a medida que estas escasean, su consumo aumenta progresivamente, y c) Indeseables: no utilizadas en ninguna situación, salvo en caso de sobrepastoreo. La Condición del Pastizal, desde el punto de vista Utilitario, puede expresarse como un porcentaje del Potencial Forrajero Máximo (P.F.M.) (Anderson, 1980). Esto significa elegir cual es el potrero o sitio de mejor potencial forrajero en el establecimiento, la zona o la región y determinar allí, la cantidad de forrajimasa disponible (en kgs. de Materia Seca/ha) teniendo en cuenta el grado de contribución de cada una de las especies vegetales presentes, en función de la categoría a la que pertenecen. Al valor obtenido se lo considera el 100 % del P.F.M. de la zona y en relación a él, se mide la productividad en los restantes potreros o áreas de pastoreo. La Condición para cada uno de ellos, se obtiene a través de la siguiente Tabla.

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TABLA 8: Condición del Pastizal, a través del Método Utilitario (Anderson, 1980).

CONDICION DEL PASTIZAL NIVEL DEL P.F.M. Excelente Productividad de 90 a 100 % del P.F.M.

Buena De 75 al 89,99 % del P.F.M.

Regular De 50 a 74,99 % del P.F.M.

Pobre De 25 al 49,99 % del P.F.M.

Muy Pobre Menos del 24,99 % del P.F.M.

La determinación a campo de la Condición, se hace evaluando algunos parámetros del pastizal mediante Transectas. Una transecta es una línea recta trazada sobre el terreno, a nivel de la superficie, para evaluar sobre ella la Cobertura y/o Densidad de plantas. Es una herramienta sumamente útil para diagnosticar el Estado o Condición del Pastizal y permitir el posterior correcto manejo del mismo. En un pastizal natural (generalmente polifítico), es importante definir la superficie de terreno homogénea (Sitio de Pastoreo) desde el punto de vista de la Estructura y Diversidad de vegetación, sobre la que se llevará a cabo la determinación de la Condición. Una vez definidos los límites de la superficie a evaluar, se debe calcular estadísticamente el número mínimo de transectas/ha a colocar y el diseño con que se distribuirán (aleatorio o sistemático), sobre el terreno. Una vez colocadas las transectas (dos estacas situadas entre 10 y 50 m de distancia, unidas por un alambre o piola), es conveniente identificarlas con un número para poder llevar un registro detallado de los datos que se consignan en ella. La lectura de información se realiza midiendo o contabilizando sobre la línea, cm a cm, la dimensión que presenta cada planta tocada por la piola y anotando dicho valor en una planilla (en cm o m). La dimensión de cada planta, se considera en función de la proyección foliar que cada mata de pastura tiene sobre la línea. De esa forma se leen las dimensiones de todas las plantas existentes sobre la línea, independientemente del tipo o familia a la que pertenezcan. Esto se hace a nivel del estrato herbáceo. En caso que el evaluador conozca adecuadamente el valor forrajero de las especies de la zona, podrá medir solo aquellas que considere consumibles por los pastoreadores, considerando al resto de la superficie, como no contribuyente a la productividad forrajera del pastizal. Otro parámetro que debe cuantificarse a través de las transectas, es la superficie de suelo desnudo. En la práctica, es aconsejable ir al campo con una planilla que contemple los siguientes rubros (Tabla 9):

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TABLA 9: Planilla para el relevamiento de información a campo, del grado de Cobertura y/o Densidad del Pastizal (Martín, G.O.).

POTRERO N° DIMENSIONES ( en cm o m) Transecta N° Gramíneas Otras Familias Suelo Desnudo Observaciones

1

2

3

4

5

Total Nota: como el relevamiento se hace en el estrato herbáceo y en los pastizales naturales del Chaco Occidental del NOA no hay Leguminosas herbáceas importantes, no se incluye este rubro en la planilla. Una evaluación mucho más detallada, debe contemplar la cuantificación que cada especie tiene sobre la línea, lo que permitirá conocer los valores finales para cada forrajera presente y no solo un valor general de la familia botánica. El procesamiento de los datos obtenidos permite estimar muy certeramente, los valores de Cobertura que cada especie tiene en el campo. Si como resultado de la evaluación, se obtiene que la especie Trichloris crinita se encuentra cubriendo sobre la línea 2,7 m y la transecta respectiva tiene una longitud de 10 m, la conclusión es que Trichloris crinita tiene un Grado de Cobertura del 27 % en el pastizal. Si hemos evaluado 8 transectas/ha y realizamos la sumatoria de los valores de Trichloris crinita entre todas ellas (por ej.: 19,4 m), ese total dividido en 80 (porque 80 m es la longitud total de las 8 transectas) y multiplicado por 100, será el porcentaje de Cobertura de la especie/ha (en este caso, 24,25 %). Esta misma operación, realizada para cada una de las especies evaluadas, nos permitirá tener una graduación de valores de Cobertura (desde la más frecuente a la más escasa), que nos orientará acerca del nivel de importancia o disponibilidad de cada forrajera en el potrero. Si conocemos el rol que cada especie cumple en el pastizal y discriminamos entre especies Decrecientes, Crecientes e Invasoras, estableciendo para cada caso el porcentaje promedio de Cobertura, tendremos un parámetro fundamental para utilizar el Gráfico de Dyksterhuis (1949) y establecer el rango de Condición del Pastizal. Si en vez de cuantificar las dimensiones de la proyección foliar de cada planta sobre la línea, solo cuantificamos el número de individuos presentes de cada especie sobre la línea, el procesamiento de los datos nos permitirá obtener valores de Densidad. Sin embargo debemos aclarar que para la determinación correcta de este atributo del pastizal, existen otros métodos más utilizados (Cuadrante y Transecta en Faja). Si a la Condición obtenida, le sumamos la determinación de la productividad del pastizal (en kgs de Materia Seca/ha), midiendo como forrajimasa potencialmente consumible solo aquella producida por las especies Decrecientes y Crecientes y hasta el Factor de Uso adecuado para esa situación particular, tendremos los datos fundamentales para establecer las normas racionales de manejo del pastizal.

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A modo de ejemplo, la Tabla 10 presenta los valores promedio de Productividad Forrajera que caracterizan las distintas Condiciones de un pastizal natural degradado, en el Chaco Arido (hasta 450 mm) de la Prov. de Catamarca (Díaz, 1982). TABLA 10: Productividad Forrajera de un pastizal natural degradado, del Chaco Arido de Catamarca, según tipos de Condición (Díaz, 1982).

CONDICION PRODUCTIVIDAD (kgs MS/ha/año) Pobre 300,00

Regular 600,00

Buena 1200,00

Excelente 2000,00

Un aspecto no siempre valorado en nuestra región (NOA), es que los pastizales naturales está conformados también por estratos leñosos (árboles y arbustos), que como hemos expuesto anteriormente, también contribuyen a la dieta de los herbívoros mediante el ramoneo de hojas, frutos y tallos tiernos, cuyos valores de productividad/ha también deben cuantificarse y sumarse a los anteriormente establecidos para el estrato herbáceo del pastizal. La Condición es un aspecto muy particular del lugar al que nos referimos. En general se tiende a creer que una determinada Area o Región Ecológica o Fitogeográfica, tiene una Condición homogénea o muy similar en toda su extensión. Esto es totalmente erróneo, en razón que la Condición depende del tipo de especies integrantes del pastizal, su distribución o densidad, su posición relativa en el gradiente de preferencia animal respecto del resto de las especies acompañantes y su calidad forrajera y nutricional. Al hablar de Condición es necesario hacer referencia a que está íntimamente relacionada al Sitio de Pastoreo, que es la unidad homogénea de terreno (homogénea en estructura de vegetación, tipo de especies integrantes y potencial forrajero y nutricional de las mismas), que permite inferir que la cantidad y calidad de forrajimasa obtenida por los pastoreadores en él, tendrá algún carácter diferencial a la obtenida en otro Sitio de Pastoreo. A modo de ejemplo de lo mencionado, podemos describir como, dentro de una misma zona ecológica como es el Pastizal Natural Semiárido de la Prov. de La Pampa, podemos encontrar varios Sitios de Pastoreo, cada uno de ellos con diferentes especies integrantes y disímil potencial forrajero (Nazar Anchorena, 1988). La Tabla 11 presenta solo las especies indicadoras de Condición Buena, frecuentes en cada uno de los Sitios que integran el pastizal pampeano; todas las especies citadas desempeñan en su Sitio de Pastoreo, el rol de Especies Decrecientes.

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TABLA 11: Especies Decrecientes, integrantes de los distintos Sitios de Pastoreo que caracterizan al Pastizal Natural Semiárido de la Prov. de La Pampa (Nazar Anchorena, 1988).

Especies Estivales Especies Invernales 1. BOSQUE DE CALDEN

Setaria leiantha Briza subaristata

Setaria leucophylla Bromus brevis

Trichloris crinita

2. ARBUSTAL Cottea pappoforoides

Digitaria californica

Pappophorum caespitosum

3. PASTIZAL DE GRAMINEAS BAJAS Eragrostis lugens Piptochaetium napostaense

Poa ligularis

Stipa longiglumis

Stipa papposa

Stipa tenuis

4. PASTIZAL SAMOFILO Bothriochloa springfieldii Poa lanuginosa

Eustachys retusa

Sorghastrum pellitum

Sporobolus crytandrus

5. MATORRAL Y PASTIZAL SERRANO Bouteloua curtipendula

Diplachne dubia

Basándonos en que cada Sitio de Pastoreo tiene una Condición particular y esta Condición se correlaciona con una determinada Productividad del pastizal, podemos utilizar estas relaciones para estimar la Productividad Total de un establecimiento ganadero. Esto puede hacerse delimitando primeramente los diferentes Sitios de Pastoreo del campo, mediante su diferenciación por fotografía aérea o satelital; mediante esta misma tecnología se puede determinar también la dimensión (en hectáreas) de cada Sitio. Con esta información para cada situación particular a la que llamaremos “Unidad de Manejo” y teniendo como premisa que para diferentes Sitios de Pastoreo de igual Condición, las Productividades son similares (Díaz, 1992), podremos calcular la Productividad Total como la suma de la Productividad/ha de cada Condición multiplicada por el número de hectáreas bajo esa Condición, en los distintos Sitios de Pastoreo. Ejemplificando: utilizando los valores expuestos en la Tabla 10, tenemos el caso de un establecimiento ganadero de 3.000 has en el Chaco Arido con las siguientes características (Tabla 12):

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TABLA 12: Esquema de clasificación de los diferentes Sitios de Pastoreo de un establecimiento ganadero, por Condición (Martín, G.O.).

N° de Sitios de Pastoreo por Condición (n° has) Excelente Buena Regular Pobre

Potrero 1 (800 has) ---- ---- 3 (412) 2 (388)

Potrero 2 (1.300 has) ---- 4 (755) 2 (545) ----

Potrero 3 (900 has) 1 (220) 3 (680) ---- ----

Total has/Condición (220) (1.435) (957) (388)

Para calcular la Productividad Total del campo, se procede a multiplicar los kgs de Materia Seca/ha/año medidos para cada Condición, por el número total de hectáreas de todos los Sitios de Pastoreo en igual Condición (Tabla 13). CUADRO 13: Cálculo de la productividad forrajera total (en kgs MS/ha) de un establecimiento ganadero (Martín, G.O.).

CONDICION CALCULO PRODUCTIVIDAD (kgs MS/año) Excelente 2000 kgs x 220 has (1 sitio) 440.000

Buena 1200 kgs x 1.435 has (7 sitios) 1.722.000

Regular 600 kgs x 957 has (5 sitios) 574.200

Pobre 300 kgs x 388 has (2 sitios) 116.400

TOTAL 2.852.600 Nota: las 3.000 has de este establecimiento, producen por año 2.852, 60 Tn de forraje, a razón de 950,86 kgs MS/ha/año (valor entre Condición Regular y Buena). Esta metodología tiene la facilidad de poder realizar la determinación de la producción de pasto por m2, en algunos pocos lugares representativos de cada Condición y luego interpolar estos valores, al total de hectáreas en esa misma Condición. D) Intensidad y Frecuencia de Utilización del Pastizal: son dos parámetros que bien empleados, prácticamente aseguran una adecuada vida útil de las forrajeras, minimizando las posibilidades de pérdidas de productividad por reducción del stand de plantas o selección indiscriminada de especies, en relación a las restantes. La Intensidad de Pastoreo está íntimamente relacionada al Factor de Uso de la pastura y nos indica el grado de defoliación a la que esta es sometida en el proceso de pastoreo, visualizándose como la cantidad o altura de forrajimasa que es consumida, a través del canopeo del cultivo. Cuando menor sea el remanente o rastrojo que se le deja al pastizal, después de un pastoreo, mayor ha sido la Intensidad de defoliación. La Frecuencia de Pastoreo, nos habla del lapso de tiempo (en días) que debe existir entre un pastoreo y el siguiente. Es el período de descanso que existe entre un proceso de defoliación y el siguiente. En un sistema de pastoreo Rotativo Intensivo, donde el animal está confinado en un pequeño potrero y tiene un corto lapso de tiempo para consumir todo el forraje disponible y pasar a otro potrero, la Frecuencia está bien definida

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pues no hay posibilidad de un nuevo proceso de defoliación de la planta, hasta que vuelve a tener su turno en la rotación, el mismo potrero. Esto en general involucra un período entre un pastoreo y otro, que puede variar entre 25 y 40 días (según sea el tipo de especie, la época del año y el manejo); esta es la Frecuencia de Pastoreo. En un sistema de pastoreo Continuo, donde la permanencia del animal en el potrero es en general superior a una semana y puede durar meses, la Frecuencia de defoliación de cada planta será variable y estará en función de factores como la Composición Botánica (por diversidad de especies), la Selectividad Animal (por disponibilidad, accesibilidad, palatabilidad, etc) y la Presión de Pastoreo (por carga animal). Tanto la Intensidad como la Frecuencia, son parámetros particulares de cada especie, pues la cantidad o volumen foliar máximo que puede consumirse por pastoreo en una planta forrajera, está directamente relacionado a la posibilidad de recuperación de ese volumen (Intensidad) en un tiempo fisiológicamente aceptable (Frecuencia), para que la pastura pueda tener un aprovechamiento adecuado por su longevidad, productividad y rendimiento económico. En general, a nivel de manejo de campo de las pasturas (tanto cultivadas como naturales), no se tiene en cuenta el aspecto citado y se somete generalmente a todas las especies, a una similar Intensidad de defoliación. Esto se comprueba con la tan conocida frase “hay que dejar como rastrojo del pastoreo, uno o dos puños de altura”. La principal razón por la cual esta metodología puede llevar a errores de manejo que terminan en el sobrepastoreo, está en las disímiles estructura (o arquitectura) de la planta y distribución de la Materia Seca, a lo largo del canopeo, que tienen las distintas especies. Será muy diferente la Intensidad de defoliación a la que debamos someter a una especie cuyos individuos son altos (ej.: 0,80 m), de porte erecto, bajo macollaje y hojas delgadas, que a individuos de escasa altura (ej.: 0,35 m), porte semirastrero y gran capacidad de macollaje con hojas anchas y suculentas. Para comprender mejor la diferencia, debemos establecer la relación entre la Altura de la planta y la Distribución del Peso (grs de Materia Seca) a lo largo de esa altura. La Tabla 14 muestra la relación mencionada, para el caso de una pastura de 0,40 m de altura y 2000 kgs de Materia Seca/ha (Díaz et al., 1970). TABLA 14: Relación entre Altura de Canopeo y Distribución del Peso (% de MS), por estratos (tercios del canopeo), en una pastura de 2000 kgs de MS/ha (Díaz et al., 1970).

ALTURA CANOPEO Kgs de MS/ESTRATO CALIDAD FORRAJERA 1/3 (área basal) 850 (42,50 %) Baja

2/3 (área media) 700 (35,00 %) Media – Alta

3/3 (área apical) 450 (22,50 %) Alta

La información expuesta, sumada a la premisa establecida precedentemente cuando tratamos el tema de Factor de Uso de una forrajera y expresamos que un correcto manejo del pastizal natural exige no hacer consumir más del 55 % del peso (en kgs de Materia Seca/ha) de la masa total de forraje de la planta, nos permitirá dimensionar certeramente la real Intensidad de pastoreo que debemos realizar sobre la pastura. Para este ejemplo,

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el 55 % del peso total está prácticamente incluido en los dos tercios superiores del canopeo (22,50 + 35,00 = 57,50 %). Si la Altura total de la pastura es de 0,40 m, los estratos correspondientes a los dos tercios superiores, significan 0,27 m; por lo tanto, la Intensidad de defoliación debe programarse para dejar al final del pastoreo, un rastrojo de 0,13 m. En estudios realizados para pasturas naturales del NOA, Renolfi et al. (1987), corroboran que la Intensidad de defoliación es un parámetro particular de cada especie (considerando un F.U. promedio del 50 %), tal como se detalla en la Tabla 15. TABLA 15: Intensidad de defoliación en pasturas naturales del NOA (Renolfi et al., 1987).

ESPECIE Altura rastrojo (en cm) para F.U. de 50 %

Relación Intensidad/Altura planta

Chloris ciliata 25 ½

Botriochloa media 17 4/5

Digitaria californica 31 ½

Gouinia paraguariensis 33 2/3

Pappophorum sp. 24 ½

Setaria fiebrigii 23 ½

Setaria globulifera 18 4/5

Trichloris pluriflora 25 4/5

Un factor que tiene influencia decisiva en la Frecuencia e Intensidad de defoliación, independientemente del Sistema de Pastoreo utilizado, es la “Presión de Pastoreo” (relación existente entre la Carga Animal y la Disponibilidad Forrajera). En la medida que aumenta la Presión de Pastoreo, o sea, es más alta la Carga Animal sobre el pastizal o menor la Disponibilidad Forrajera para una misma cantidad y categoría de animales, se incrementan la Frecuencia e Intensidad de defoliación. Al mismo tiempo, la alta capacidad de selectividad del animal sobre un pastizal polifítico, hace que un incremento en la Presión de Pastoreo, se traduzca en una mayor Frecuencia e Intensidad de defoliación de algunas especies (en general las Decrecientes) sobre otras (en general, las Crecientes e Invasoras), deteriorando aún más el pastizal, si esta Presión es inadecuada para la Disponibilidad y Productividad del sistema. Una herramienta técnica muy importante para tener a través del manejo del pastizal, un control de cómo se está desarrollando la dinámica del pastoreo (Intensidad de consumo) a través del tiempo (sucesivos días de pastoreo), es el empleo de las llamadas “Especies Clave”. Casi todo pastizal natural, presenta una estructura polifítica (muchas especies) en cada uno de los estratos de vegetación que lo componen. El estrato herbáceo en particular, suele ser variado en formas y tipos de plantas de diferente aptitud forrajera. El manejo racional de un pastizal, involucra tener un adecuado conocimiento de la diversidad florística presente y de las características más sobresalientes de cada especie, en relación a su real contribución a la dieta animal (Palatabilidad, Disponibilidad, Grado de Accesibilidad, Forma de Crecimiento, Capacidad de Reacción a la Defoliación, Valor

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Nutricional, Digestibilidad, etc). Los dos primeros parámetros (Palatabilidad y Disponibilidad), son fundamentalmente los que guían la elección que los animales realizan de las diferentes especies, al momento del pastoreo; son ellos los que en mayor medida debemos conocer, para llegar a definir cual o cuales de las especies de nuestro pastizal, pueden cumplir la tarea de Especies Clave. Una Especie Clave es aquella que los animales consumen progresivamente a medida que van pasando los sucesivos días de pastoreo del potrero; en otras palabras, es aquella especie que muestra a través del tiempo de pastoreo, una relación estrecha entre el Grado de Utilización o Intensidad de Defoliación de la pastura y la Presión de Pastoreo. Debemos recordar que realizar un correcto manejo del pastoreo en un pastizal natural, significa mantener los animales en el potrero solamente hasta el momento en que la forrajimasa disponible, se ha consumido en el nivel establecido para el Factor de Uso adecuado. Al respecto, se pueden visualizar tres tipos de comportamiento de consumo por parte de los pastoreadores sobre las pasturas: a) aquellas especies vegetales que son muy activamente buscadas y consumidas desde el primer momento de ingreso de los animales al lote o potrero y como consecuencia de ello, en muy pocas horas o días, son consumidas en el Factor de Uso máximo que se permite en estos casos (para nuestros pastizales naturales establecimos que era alrededor del 50 a 55 % en peso de la masa vegetal aérea, lo que en términos del perfil del canopeo significa aproximadamente, el consumo de los 2/3 superiores). Decidir el fin del pastoreo en este potrero, teniendo como patrón de medida a estas especies, es desaprovechar mucha forrajimasa disponible que aún queda en el campo y realizar un manejo antieconómico para el establecimiento. b) aquellas especies vegetales que son prácticamente rechazadas para el consumo durante todo el tiempo de pastoreo en que los animales pueden consumir otras especies y que solo comienzan a ser defoliadas cuando la escasez de forrajimasa en el resto del pastizal, es notoria. Dejar que el pastoreo se prolonge hasta que de este grupo de especies se consuma el 50 a 55 % de su masa vegetal, es contribuír a la degradación del pastizal, por sobrepastoreo. c) aquellas especies vegetales que, como dijimos antes, los animales consumen progresivamente a medida que van pasando los sucesivos días de pastoreo en el potrero. Estas son las mejores indicadoras de cómo está desarrollándose a través del tiempo, la relación Intensidad de Consumo – Forrajimasa Disponible Remanente. Este tipo de especie es la que debemos considerar como Especies Clave de nuestro pastizal y en función de la tasa de consumo de ellas, decidir el fin del pastoreo en el potrero cuando de las mismas se hayan consumido entre el 50 y el 55 % de su masa vegetal aérea. Love (1982) indica que si en un pastizal natural se realiza el correcto pastoreo de 3 a 4 Especies Clave del mismo, se ha realizado el correcto pastoreo de todo el pastizal. La Figura 2 presenta el comportamiento de consumo de cada uno de los tipos de especies mencionados, considerándose la curva 2 como la correspondiente a una Especie Clave. (Ver FIGURA 2)

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Cabe preguntarnos porque sucede lo expresado por Love, si decidir el final del pastoreo en el potrero por el comportamiento de las Especie Clave, significa en general que los animales no han llegado a consumir en su totalidad (y a veces casi sin consumo), las especies que presentan el comportamiento de ser rechazadas (punto b) y pueden haber sido sobrepastoreadas las especies muy preferidas inicialmente (punto a). La explicación es la siguiente: el comportamiento de selección del alimento por parte de los animales, es muy dependiente de los factores Palatabilidad y Disponibilidad. Mientras existe suficiente Disponibilidad de alimento para todos los animales presentes en un área determinada, la elección de la o las especies consumidas se hace fundamentalmente por el factor Palatabilidad (grado de aceptación de la pastura, por el sentido del gusto). Cuando la Disponibilidad de las forrajeras más palatables comienza a ser limitante, los animales modifican progresivamente sus preferencias dietarias hacia otras especies, siguiendo siempre un gradiente de Palatabilidad (prefieren primero lo de mejor aceptación dentro de lo que va quedando como forraje remanente). Este mismo mecanismo de selectividad del alimento, se da a nivel de planta, donde se prefiere primero el consumo de la porción apical del pasto a los estratos más bajos; es así que muchas veces, el animal prefiere consumir la porción apical de otra especie forrajera de menor Palatabilidad, que seguir consumiendo los estratos inferiores de la especie preferida antes. Veamos ahora, en función de lo antes expresado, como se desarrolla a través del tiempo, la dinámica de pastoreo en un potrero: en los primeros días, los animales tienen suficiente Disponibilidad de especies de alta preferencia y realizan un consumo importante de este grupo, fundamentalmente de su porción apical (tercio superior del canopeo). A medida que este tipo de material comienza a ser limitante, van incorporando progresivamente a su consumo, la porción media de algunas de las especies de alta preferencia y la porción apical de algunas de las especies de preferencia media (Especies Clave). Con el transcurrir de los días de pastoreo y el incremento de la Presión de Pastoreo (porque progresivamente va quedando menos pasto y los animales van ganando peso y aumentando su tasa diaria de consumo), los pastoreadores van incorporando a su dieta, la porción media de las restantes especies de alta preferencia, la porción apical de las especies de preferencia media que no han sido consumidas en la etapa anterior y la porción media de algunas especies de preferencia media. Finalmente se incorpora al consumo la porción media de las restantes especies de preferencia media y la porción apical de las especies de menor preferencia (las rechazadas inicialmente); es a partir de este momento donde se observa que las Especies Clave han sido consumidas en su Factor de Uso adecuado y decidimos el final del pastoreo en el potrero. Como vemos, se ha realizado un correcto pastoreo de todas las especies y en ningún momento se ha sobrepastoreado a las de alta preferencia, pues los animales no llegan a incorporar a su consumo el tercio inferior de estas (lo que significaría un sobrepastoreo de las mismas), porque lo reemplazan con material más palatable de estratos superiores de otras especies (debemos recordar que la Palatabilidad y la Calidad del tercio inferior de las gramíneas, es generalmente muy baja; ver Tabla 14). El concepto de Especie Clave suele ir acompañado del de “Area Representativa”. Este concepto significa que debe determinarse previamente, en que área o áreas del potrero se realizará la evaluación visual del grado de consumo o defoliación de las Especies Clave; en general, no deben elegirse las áreas de sacrificio, las cercanas a la aguada, los bordes de alambrados y los sitios sumamente alejados de la aguada.

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Finalmente, si a través de los sucesivos años de manejo, determinamos que el grado de Cobertura o la Densidad de las Especies Clave se incrementa, significa que estamos realizando un adecuado manejo del sistema. Otro aspecto sumamente importante en el manejo de pastizales y que sirve para la correcta determinación del momento óptimo de pastoreo de las forrajeras, está dado por el conocimiento de lo que se denomina “la curva de crecimiento de los pastos” o “curva normal de Voisin”. Bonner y Galston (1952), explican la cinética del crecimiento vegetal de la siguiente manera: si seguimos el crecimiento de una planta durante todo su ciclo vital, midiendo su altura o determinando el peso total de su Materia Seca, determinaremos que este peso en la plántula joven, disminuye ligeramente después de la germinación, una vez agotadas las reservas de la semilla. En el caso de una forrajera en inicio de rebrote (inmediatamente después del pastoreo), esta fase del crecimiento se hace mediante incrementos pequeños de peso a través del tiempo, en función de la movilización y utilización de reservas hasta formar las primeras hojas fotosintéticamente activas. A partir de aquí (y para ambas situaciones planteadas), la presencia de material foliar fotosintetizante, produce con cada día transcurrido, cada vez mayor tasa de crecimiento en peso de la pastura, lo que se traduce en un crecimiento rápido y constante durante toda la etapa vegetativa de la planta. Cuando la planta ingresa al período próximo a la madurez (cuando va a pasar de la etapa vegetativa a la reproductiva), la tasa de crecimiento comienza progresivamente a disminuir y es la llamada “fase de incrementos decrecientes de peso”. En plena madurez, estos incrementos se hacen prácticamente nulos y en estadíos finales de senescencia, el peso de la Materia Seca de la planta, decrece. La Figura 3 presenta la curva sigmoidea (o en S), característica del crecimiento de los pastos. (Ver FIGURA 3) En esta Figura, podemos observar las 3 fases de crecimiento antes descriptas y determinar el momento óptimo de pastoreo. Este momento puede decidirse de dos maneras: a) teniendo en cuenta la variación de la Calidad Nutricional del pasto a medida que transcurre el tiempo desde la germinación (en las forrajeras anuales) o el rebrote (en las forrajeras perennes). La calidad nutricional es máxima en plántulas jóvenes (fundamentalmente en nivel proteico) y va decreciendo progresivamente hacia la madurez. Cuando la planta ingresa a la etapa reproductiva, su tenor de proteína (sobre todo en las gramíneas) es relativamente bajo o escasamente adecuado para la nutrición animal, mientras que se incrementa la fracción de Fibra Cruda en detrimento de los azúcares solubles y la Digestibilidad de la Materia Seca es mucho menor que en etapas anteriores. Teniendo en cuenta estos cambios fisiológicos, se aconseja que el momento óptimo de pastoreo se ubique alrededor del estadío fenológico de prefloración (a nivel de campo se suele identificar como el estadío de “hoja bandera”). b) teniendo en cuenta la variación en la Cantidad de Forrajimasa/ha disponible en el pastizal. Ya vimos anteriormente como la cantidad de Materia Seca del pasto, va progresivamente incrementándose desde la germinación o el rebrote (esto último, en caso de haber sido pastoreado previamente). Es así que Voisin (1974), establece que el

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momento óptimo de pastoreo debe ser cuando los incrementos diarios de kgs de Materia Seca/ha, comienzan a ser decrecientes; en otras palabras, cuando la planta está preparándose para pasar de la etapa vegetativa a la reproductiva (estadío fenológico de prefloración). La justificación técnica de pastorear en este momento, se debe a que se ha comprobado que seguir esperando es contraproducente, pues el tiempo insumido en aumentar unos pocos kgs de pasto/ha, determinan que el total de la forrajimasa disponible pierda Calidad y Digestibilidad, lo que en muchos casos significan menos kgs de pasto asimilado que en el momento técnicamente adecuado. En el caso de leguminosas tipo alfalfa, el momento óptimo de pastoreo se retrasa un poco, debido a que estas especies mantienen buena calidad por más tiempo y la cantidad de forrajimasa disponible/ha sigue incrementándose: el momento aconsejado es en principio de floración (entre 5 y 10 % de floración). La forma práctica de determinarlo es contando el número total de vástagos o tallos aéreos que el cultivo tiene en ¼ o ½ m2, contabilizar cuantos de ellos están en floración y efectuar la relación correspondiente. En general y para todo tipo de forrajeras, el momento óptimo de pastoreo es casi coincidente con el máximo Indice de Area Foliar (IAF) de la planta. Esto también explica porque no tiene mayor sentido seguir esperando el paso del tiempo para el pastoreo o corte de las forrajeras, pues las plantas en estado de IAF máximo no siguen translocando fotosintatos para la producción de nuevo tejido foliar (que en definitiva es el alimento buscado). En el caso de una pastura monofítica, no existe mayor problema a la hora de definir el momento oportuno de pastoreo, pues todas las plantas están en un estadío fenológico similar; en un pastizal natural como el del Chaco Occidental del NOA, que está constituído por unas 15 especies frecuentes en el estrato graminoso, la determinación del momento oportuno de pastoreo es mucho más compleja. En estos casos, se debe conocer la fenología y el valor forrajero (palatabilidad, productividad/ha, calidad nutricional, grado de importancia en la dieta animal) de las distintas especies presentes, para seleccionar 3 o 4 que se comporten como las reguladoras de la dinámica del proceso de pastoreo. El momento oportuno de ingreso de los animales al potrero, estará en función del día centro o medio, dentro del rango de dispersión existente entre las fechas de momento óptimo de pastoreo de cada una de ellas. La correcta determinación del momento óptimo de pastoreo, tiene también una influencia decisiva en un aspecto fundamental: ayudar a la persistencia y longevidad del pastizal. Esto tiene que ver con la dinámica de acumulación de reservas hidrocarbonadas, que constituyen la Energía a la que recurrirá la planta en momentos de necesidad de gran inversión de fotosintatos para la recuperación de la estructura foliar extraída por el pastoreo, el proceso de floración o el proceso de fructificación (por mencionar los momentos más relevantes en la vida de un vegetal). Cuando a través del manejo de un pastizal, los tiempos de “momento óptimo de pastoreo” y “reposo o descanso del pastizal” hasta el próximo momento óptimo de pastoreo, se respetan adecuadamente, estamos indirectamente logrando un equilibrio correcto en la dinámica de acumulación y gastos de reservas hidrocarbonadas de la planta, lo que favorece la persistencia del pastizal. Si en cambio, los tiempos antes mencionados no se respetan, es muy factible que puedan darse procesos de pastoreo donde a través del tiempo, van sucediéndose momentos de gran gasto energético (extracción de reservas para incrementar el IAF) seguidos de momentos escasos de producción de fotosintatos (no existe posibilidad de recuperar a nivel de los órganos de reserva, la energía antes extraída); este proceso conduce

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irremediablemente al sobrepastoreo, con todas las implicancias negativas que tiene el mismo para la productividad, eficiencia y economía del sistema. Es importante saber que si bien, la magnitud y dinámica de las curvas de acumulación y gasto de reservas hidrocarbonadas o fotosintatos en pastizales naturales graminosos, presentan particularidades propias en cada caso evaluado, a los efectos didácticos, podemos decir que en general, el proceso mencionado presenta a lo largo del año en una pastura natural de ciclo estivo – otoñal (caso del NOA), las siguientes características: - Entre los meses de Mayo y Setiembre, el pastizal presenta un nivel de fotosintatos de

reserva, inferior al nivel medio anual y el descenso de nivel es suave pero progresivo, desde Mayo a Setiembre.

- En Octubre se produce una caída mucho más profunda en el nivel de reservas

hidrocarbonadas y es debido a la gran cantidad de fotosintatos gastados por la planta, para el inicio de su período de rebrote; todo esto, sin haber todavía recuperación significativa de reservas por fotosíntesis, al tener la planta, una escasa superficie foliar fotosintetizante.

- Esta caída en el nivel de reservas, comienza a revertirse entre Noviembre y principios

de Enero, mes (este último) donde se llega al nivel de equilibrio o nivel medio anual antes mencionado.

- Entre los meses de Enero y Febrero, el nivel de fotosintatos de reserva se incrementa

progresivamente con el paso del tiempo, por la máxima actividad fotosintética presente. En este momento del año, el nivel de producción de fotosintatos y de translocación y acumulación de reservas es altamente eficiente, sobre todo en las gramíneas de tipo C4 que predominan en nuestra región.

- En Marzo el nivel de fotosintatos acumulados en los órganos de reserva, comienza

lentamente a decaer, en función de ya haber cubierto la planta su IAF y comenzar los gastos por el proceso de floración y posterior fructificación. En muchas especies, la floración es aún anterior a este mes.

- Finalmente en Abril, se vuelve al nivel medio anual de reservas, donde están

equilibrados los gastos y las ganancias y desde allí el ciclo descripto se reanuda. Es importante destacar que la dinámica de las reservas hidrocarbonadas en una pastura natural, está sumamente influenciada por el ciclo hídrico anual y la magnitud de las precipitaciones, que como sabemos, son altamente erráticas en el Noroeste Argentino; esto significa que las épocas indicadas para cada etapa, pueden sufrir variaciones según se adelanten o atrasen las lluvias en la región. E) Sistemas de Pastoreo (Continuo vs. Rotativo): Voisin (1974) definió sabiamente al pastoreo como “el encuentro entre el animal y el pasto”. Esta sencilla definición involucra un sinnúmero de interacciones que deben darse en la justa medida, para que el proceso del pastoreo sea beneficioso para el animal y no degradativo para la pastura. Finalizada la 2° Guerra Mundial (7 de Mayo de 1945), la Estación Experimental Ruakura de Nueva Zelanda inició sus investigaciones acerca de los múltiples factores que

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intervienen en la relación pasto-animal y sentó las bases para evaluar los diferentes Sistemas de Pastoreo que hoy se utilizan en el mundo. Sea cual sea el Sistema utilizado, debe aclararse que cuando mejor sea la cobertura del suelo por las pasturas, más atemperados estarán los cambios térmicos diarios y estacionales y la variación de humedad en el perfil, lo que favorecerá la eficiencia de los procesos microbianos que transfieren fertilidad potencial a actual, los fijadores de N, los celulolíticos y la mesofauna (lombrices, escarabajos, estercoleros) que produce el reciclaje de la M.O.. Desde el punto de vista del manejo animal, los Sistemas o Métodos de Pastoreo básicos se definen como “Pastoreo Continuo” o “Pastoreo Rotativo”, aunque son múltiples las variantes que pueden implementarse. Así Lundberg (1992), dice que una clasificación más completa debería ser la siguiente: - Pastoreo Mecánico: aquel donde el forraje verde cosechado con máquina, es llevado al sitio donde están los animales (corrales, comederos, etc). - Pastoreo Continuo: en este caso establece dos variantes: a) el Pastoreo Continuo Tradicional, que es aquel donde los animales permanecen todo el año o toda una temporada en el potrero y b) Pastoreo Continuo Controlado, donde los animales están toda una temporada en el potrero, pero periódicamente se gradúa o ajusta la Carga Animal de acuerdo a pautas de manejo que surgen del monitoreo continuo del estado de los pastizales. - Pastoreo Intermitente: es aquel en el cual las parcelas se pastorean con altas Cargas Animales durante tiempos de ocupación limitados y tiempos de reposo o descanso prolongados entre pastoreos. Se pueden distinguir dos modalidades: a) Pastoreo Intermitente Rotativo, donde se asigna un grupo de animales a un circuito compuesto por un número determinado de parcelas que se pastorean en un orden y con un tiempo predeterminados y b) Pastoreo Intermitente Racional, donde se asigna un grupo de animales a un circuito compuesto por un determinado número de parcelas que se pastorean de acuerdo al Estado Fenológico y Condición de cada una de ellas, o sea en un desorden ordenado que exige un monitoreo constante. A su vez, dentro del Pastoreo Intermitente Racional se pueden implementar dos tendencias: I) Racional Voisin (o P.R.V.), con parcelas de tamaño fijo, tiempos de pastoreo limitados por el momento de aparición de los nuevos rebrotes (entre 4 y 7 días) y gran Intensidad de defoliación y II) Racional Intensivo (o P.R.I.), con parcelas de tamaño variable de acuerdo a los requerimientos animales, tiempos de pastoreo muy cortos (desde algunas horas a 1 día) y con Intensidad de defoliación media. - Pastoreo Diferido: es el que consiste en pastorear forrajeras que están fuera de su momento óptimo de aprovechamiento (están pasadas o henificadas en pié) o sobre pastizales que ya han producido la semillazón, fundamentalmente de las Especies Clave. En ambos casos, el valor nutricional es bajo pero se usa como un recurso estratégico ante contingencias imprevistas que obligan a utilizar esos recursos forrajeros en épocas no adecuadas; esto es muy frecuente en establecimientos con poco apotreramiento o falta de previsión en la confección de reservas (heno, silaje, henolaje). En pastizales naturales, los Sistemas de Pastoreo frecuentemente utilizados son el Pastoreo Continuo y el Pastoreo Diferido. Otra manera de caracterizar a los diferentes Sistemas de Pastoreo, es la siguiente:

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- Sistema Extensivo: es aquel que se desarrolla sobre grandes extensiones de terreno, con escasa infraestructura de manejo, con pasturas de regular Calidad y Productividad (en muchos casos son pastizales naturales), en potreros de baja a mediana receptividad y para producciones animales de requerimientos nutricionales intermedios (cría, recría). Se usan en este caso, campos marginales para la agricultura y para Sistemas Intensivos de producción animal. - Sistema Intensivo: aquí se tiende a maximizar la inversión en pasturas de alta Calidad y Productividad, infraestructura, manejo, sanidad y genética animal, sobre superficies mucho más reducidas que en el caso anterior. Se desarrolla sobre terrenos de buena aptitud y se busca eficientizar la cosecha y conversión de forraje/ha por parte de animales de alta producción (inverne, tambo). Tiene costo operativo y rentabilidad/ha mayores que el Sistema Extensivo. De estos Sistemas se desprenden los Métodos de Pastoreo, que son: - Pastoreo Mecánico: tiene igual objetivo y metodología que en el caso anterior. Suele utilizarse para evitar daño a pasturas de alto valor económico, para maximizar la cosecha de forraje/ha o para impedir la entrada de animales a los potreros durante temporales de lluvia. - Pastoreo Directo: es todo pastoreo en el cual los animales ingresan al potrero y cosechan por sí mismos el forraje. En este caso, los animales además de consumir realizan sobre el pastizal una serie de acciones (deyecciones, pisoteo, etc), que inciden sobre el suelo y el pasto. Las variantes que pueden originarse a partir del pastoreo Directo, son: - Pastoreo Directo Continuo: en él los animales permanecen en el potrero desde uno o algunos meses a todo el año y requiere Cargas Animales muy bajas y un control periódico del Estado o Condición del pastizal; impide o complica el normal semillado y resiembra natural de las forrajeras y existe generalmente subpastoreo del forraje más alejado de la aguada. Suele emplearse en casos de escasa infraestructura y mala distribución de aguadas. Este tipo de pastoreo favorece la selectividad de consumo del forraje por parte del animal, una Intensidad de pastoreo despareja entre diferentes zonas del potrero y la posibilidad de sobrepastoreo en áreas cercanas a las fuentes de agua. En general, maximiza la perfomance animal individual (animales de más kgs/individuo), pero reduce la productividad/ha (soporta menor número de animales por unidad de superficie). - Pastoreo Directo Rotativo: aquí los animales permanecen menor tiempo en el potrero (desde 2 a 8 días; en casos excepcionales se puede llegar a 1 mes), en función de la estrategia productiva empleada. Consiste en rotar los animales sobre potreros medianos (de pocas hectáreas), a medida que se va consumiendo el pasto. Se requiere una buena infraestructura en apotreramiento y permite manejar racionalmente la Intensidad y Frecuencia de pastoreo, posibilitando la semillazón, la resiembra natural y minimizando el subpastoreo. Este sistema dificulta la selectividad de consumo, reduciendo así la perfomance animal individual pero incrementando la productividad/ha en relación al sistema anterior (permite mayor número de animales por unidad de superficie).

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- Pastoreo Directo Rotativo Intensivo: conceptualmente persigue los mismos fines que el Rotativo antes expuesto, solo que las superficies sobre las que se trabaja son pequeñas (en general menores a 1 ha), los tiempos de ocupación son cortos (desde horas a 1 o 2 días) y las Cargas Animales son elevadas. Consiste en diagramar un sistema que permita a cada potrerito un tiempo de descanso post-pastoreo y la recuperación de su forrajimasa, que le posibilite volver a ser consumido cuando nuevamente le toque el turno en la rotación. En este sistema es casi obligatorio el uso del alambrado eléctrico. Este sistema elimina la selectividad de consumo, impide el subpastoreo, reduce las pérdidas de pasto por pisoteo y deyecciones y maximiza la productividad/ha frente a una menor perfomance animal individual. - Pastoreo Directo Rotativo Alternado: tiene como objetivo permitir que algunos potreros (obviamente los que presentan signos más evidentes de sobrepastoreo o degradación), no sean consumidos durante el presente año, para permitir la recuperación de la Densidad de plantas/m2, el vigor de las mismas, incrementar el porcentaje de Cobertura del suelo, permitir la semillazón y la resiembra natural y mejorar la Productividad/ha. El diseño de la secuencia de pastoreo de los diferentes potreros, contempla que en la campaña siguiente, los lotes que hayan estado en Descanso se incorporen al circuito de rotación y sean el o los potreros en peor Condición los que reposen este año. En cuanto a la metodología de pastoreo, es similar y se cumplen los mismos efectos que en el Pastoreo Directo Rotativo Intensivo. - Pastoreo Directo Frontal: es un sistema muy sofisticado de Pastoreo Directo Intensivo, en el cual son los propios animales, los que pastoreando uno al lado del otro y en la misma dirección de avance, van moviendo hacia adelante el alambrado eléctrico, el que se desplaza sobre una especie de patines desarrollados al efecto. Con este método, se logra que los animales pastoreen como una segadora, evitando al máximo el pisoteo y el desperdicio por deyecciones. No es muy frecuente su utilización en Argentina. - Pastoreo Directo Diferido: tiene las mismas características que el Pastoreo Diferido descripto para la clasificación anterior. En general y al hacer consumir pasturas muy maduras (y en algunos casos, senescentes), es aconsejable utilizar altas Cargas Animales/ha para evitar la excesiva selectividad que pueden hacer los animales sobre el material vegetal, lo que intenta además reducir el desperdicio por pisoteo. En el caso de las gramíneas subtropicales diferidas (consumidas entre los meses de Abril y Junio), es posible encontrar todavía material foliar y de tallo verdes, en la porción interna de la base de la mata. Independientemente del Sistema o Método de Pastoreo empleado, se sostiene que con la cantidad “correcta” de animales respecto del tipo de pastizal a consumir, existen pocos elementos de juicio para determinar reales diferencias de eficiencia entre el Pastoreo Rotativo y el Continuo. Una de las razones para esta afirmación, se basa en que se ha demostrado que en el Pastoreo Continuo, también los animales se encargan de defoliar rotativamente a cada planta, pues al existir una Carga Animal más liviana, se permite la posibilidad que los animales no estén permanentemente consumiendo sobre las mismas matas, sino que hacen un consumo alternado según la disponibilidad y palatabilidad de forraje presente en cada una de ellas (Cosgrove, 1992). Para entender mejor esta explicación, es importante relacionarla con la que se desarrolló en el tema “Especies Clave”, al explicar como funciona la dinámica de pastoreo entre las especies de alta, media y baja preferencia.

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Es obvio establecer, que esto se mantiene mientras los tiempos y la Presión de Pastoreo ejercida a través del Sistema Continuo, estén dentro de los rangos racionales de manejo. Si en cambio, la utilización en forma continua de un potrero, no contempla ningún monitoreo que permita ajustes en el tiempo, son numerosas las experiencias que demuestran el efecto adverso que produce la defoliación continua de las plantas, tanto a corto como a largo plazo: a) a corto plazo, se alteran significativamente las relaciones de competencia entre las plantas defoliadas y las no defoliadas (por la selectividad animal), originando en las primeras, disminución del vigor y posible muerte; b) a largo plazo, estos efectos determinan disminución de la Abundancia Relativa de algunas especies, lo que se traduce en cambios en la composición botánica del pastizal (Renolfi, 1989). En numerosos estudios a lo largo del mundo, tendientes a establecer si existen ventajas de uno sobre otro sistema, se llega a la conclusión que aún cuando la mayoría de las investigaciones determinan cierta respuesta favorable al Pastoreo Rotativo (alrededor de 8 a 10 % de ventaja), estas diferencias no son estadísticamente significativas (Cosgrove, 1992). Sin embargo, en algunos aspectos puntuales pueden establecerse diferencias que permitan orientar sobre la adopción de uno u otro sistema, según los objetivos que nos propongamos: - El Sistema Rotativo permite un mejor control del Indice de Defoliación (o Intensidad)

de las pasturas e impide la selectividad de las partes más tiernas del vegetal. - El Sistema Continuo requiere menos mano de obra e infraestructura en alambrados u

aguadas. - La distribución de deyecciones (fertilidad potencial), es más homogénea en el Sistema

Rotativo. - En general, los pastos cespitosos, con rizomas o estolones, o de porte bajo a rastrero,

se adaptan mejor al Pastoreo Continuo. Los pastos con generaciones definidas de macollos o porte erecto, se adaptan mejor al Sistema Rotativo.

- Una ventaja muy importante del Sistema Rotativo frente al Sistema Continuo, está

dado por la capacidad de infestación de los animales de producción, por parte de los parásitos gastrointestinales. Se ha determinado que en un pastizal en Descanso (sin animales), la carga parasitaria en la pastura decrece con el paso del tiempo y se considera que a partir de las 7 semanas, el ciclo de reinfestación está casi cortado por una gran mortandad de larvas (Von Bernard, 2000). En el Sistema Continuo este ciclo no se detiene y los animales conviven con una alta carga parasitaria que afecta severamente su producción.

- Finalmente y como ya fuera expresado al caracterizar al Pastoreo Directo Continuo vs.

el Pastoreo Directo Rotativo, una diferencia sustancial entre ambos se expresa a través de una mejor perfomance animal individual (mayor tasa diaria de ganancia de peso por animal) para el Continuo, por la posibilidad de seleccionar sin la competencia de otros animales, las partes más tiernas, proteicas y digestibles de las forrajeras, mientras que se obtiene mayor productividad animal/ha en el Rotativo, porque permite el engorde de más animales por unidad de superficie (esto se traduce generalmente en una mejor producción de kgs/carne/ha). Esta relación inversa entre producción

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individual vs. producción/ha en función del tiempo de pastoreo y la magnitud de la Carga Animal, se explica a través del Modelo de Mott (1960) (Figura 4).

(Ver FIGURA 4) En la Figura 4 se muestra claramente, como a medida que se aumenta la Carga Animal por unidad de superficie (o sea que nos situamos cada vez más en el marco del esquema Rotativo), la productividad/ha se incrementa en detrimento de la perfomance individual. Sin embargo, esto tiene un límite que tiende a quebrarse cuando los niveles de Carga son tan altos que comienzan a configurar fenómenos de sobrepastoreo. En términos generales, Jones y Sandland (1974), concluyen que niveles muy bajos de Carga Animal se traducen en muy altas tasas de ganancia individual y muy bajas productividades/ha; niveles óptimos (apropiados o intermedios) se expresan en las máximas ganancias/ha y ganancias medias/animal; niveles muy elevados de Carga resultan en bajas tasas de ganancia tanto individual como por hectárea. F) Carga Animal: la American Society Range Management (Asociación Americana de Manejo de Pastizales) (1989), dice que “es el número de animales (expresado en Unidades Animales), que apacentan sobre un área específica en un tiempo específico”. También puede decirse que es la relación matemática que establece cual es el número de animales que un pastizal puede soportar por hectárea, sin degradarse o afectar su sustentabilidad productiva a través del tiempo. Otro concepto que se relaciona íntimamente con la Carga Animal es la Capacidad de Carga, que se refiere a la potencialidad que tiene un campo o establecimiento para soportar bajo pastoreo racional, un determinado número de Unidades Animales durante el año, en función de la productividad forrajera total de ese campo. La Capacidad de Carga es una medida bastante difícil de calcular, debido a que está afectada por muchos factores sumamente cambiantes a través del tiempo, entre ellos, las variaciones climáticas que determinan variaciones en la productividad del pastizal, la capacidad de consumo de los animales, el grado de selectividad y/o desperdicio que estos puedan hacer sobre el pastizal, el sistema de pastoreo empleado, etc. Para estimar la Capacidad de Carga o Carga Animal de un pastizal, es imprescindible conocer fundamentalmente dos parámetros: a) la productividad del pasto y b) la capacidad de consumo animal (o sus requerimientos nutricionales). La productividad del pasto, o sea el número de kgs de Materia Seca/ha que este produce en un determinado momento, se puede medir con cualquiera de los métodos que a este efecto se han explicado en el punto “Factor de Uso de las Especies Forrajeras”. La capacidad de consumo animal requiere saber que diferentes categorías (por peso, raza, edad, tamaño corporal o estado fisiológico), poseen distintos niveles de requerimiento nutricional energético, proteico y digestible (disímil cantidad y calidad de forraje), para cubrir sus necesidades dietarias. Para facilitar el cálculo de estas necesidades, se ha establecido un patrón de medida denominado “Unidad Animal” que “es el total anual de los requerimientos en consumo de kgs de Materia Seca, de una vaca de 400 kgs de peso vivo, que gesta y cría un ternero hasta los 6 meses de edad y con un peso final de 160 kgs y que incluye también el forraje consumido por este último”.

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Para poder elaborar este patrón, se ha determinado que un animal consume en promedio, alrededor del 10 % de su peso vivo en Forraje Verde y entre el 2,5 y 3 % de su peso vivo en Materia Seca. Esto significa que una vaca de 400 kgs, consume por día unos 40 kgs de Forraje Verde o entre 10 y 12 kgs de Materia Seca; si queremos ahora saber cual será el consumo anual que tendrá un animal determinado, solo multiplicamos el valor de sus requerimientos diarios (en kgs de Materia Seca) por 365 días: para el caso de una vaca de cría y tomando el mayor valor diario (12 kgs), sus requerimientos anuales serán de 4380 kgs de Materia Seca/animal/año. Con estas premisas y teniendo como medida patrón a la vaca, se establecen las siguientes relaciones (Tabla 16): TABLA 16: Valores de conversión de categorías animales en número de Unidades Animales (U.A.) (Americ. Soc. Range Manage., 1989)

TIPO DE ANIMAL N° de U.A. 1 vaca de cría o en lactación 1,00

1 vaca seca 0,80

1 toro 1,25

1 novillo o vaquillona de + de 300 kgs 0,85

1 novillo o vaquillona de – de 300 kgs 0,75

1 caballo adulto 1,30

1 cabra adulta 0,18

1 oveja adulta 0,20

De esta forma, se puede transformar fácilmente el número total de los animales de un establecimiento, en Unidades Animales, procediendo de la siguiente manera (Tabla 17): TABLA 17: Ejercicio de conversión del número de animales de diferentes categorías, en número total de U. A. (Martín, G.O.).

Animales del establecimiento Valor de conversión N° de U.A. 186 vacas de cría 1,00 186,00

10 toros 1,25 12,50

110 novillos de - de 300 kgs 0,75 82,50

45 vaquillonas de + de 300 kgs 0,85 38,25

12 caballos adultos 1,30 15,60

TOTAL: 363 animales TOTAL: 334,85

Se ha determinado que una vaca requiere consumir 4380 kgs de Materia Seca/año para cumplir adecuadamente con todas sus necesidades fisiológicas y productivas. Como una vaca es equivalente a una Unidad Animal, podemos decir que una Unidad Animal requiere por año el consumo de 4380 kgs de Materia Seca. El otro parámetro que debemos conocer, es la productividad forrajera/ha/año. A manera de ejemplo y para poder estimar la Carga Animal de un sitio específico, vamos a establecer que este valor es de 1000 kgs de Materia Seca/ha/año, considerando que el Factor de Uso es de 0,6 (o sea que la productividad total/ha es de 1665 kgs).

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Total de requerimientos animales (kgs MS/UA/año) 4380 Carga Animal: --------------------------------------------------------------------- : -------- = 4,38 has/UA Productividad forrajera (kgs MS/ha/año) 1000 Este resultado indica que para esta Condición forrajera del campo, se requieren 4,38 hectáreas para mantener a una Unidad Animal perfectamente alimentada durante todo el año, sin producir ningún deterioro en el pastizal. Si nos planteamos el mantenimiento de las 334,85 Unidades Animales que existen en el establecimiento, podemos calcular que se necesitarán para su alimentación, alrededor de 1467 hectáreas. Haciendo un planteo inverso, es decir, teniendo como conocidas previamente la productividad/ha y el número de hectáreas del campo, se puede determinar la Capacidad de Carga del mismo (o sea el número de Unidades Animales que puede mantener). Vamos a suponer que se trata de un establecimiento ganadero de 4200 hectáreas con una productividad forrajera consumible promedio de 1500 kgs de Materia Seca/ha/año; la producción forrajera total del campo es entonces de 6.300.000 kgs de Materia Seca/año. Sabemos que una Unidad Animal requiere aproximadamente 4380 kgs de Materia Seca/año y por lo tanto, la Capacidad de Carga (o Receptividad) del establecimiento será: Producción forrajera total (kgs MS/año) 6.300.000 Capacidad de Carga: --------------------------------------------------------- : --------------- = 1438 UA Requerimientos de 1 UA (kgs MS/UA/año) 4380 Se concluye que un campo con la dimensión y productividad mencionadas, tendrá capacidad para mantener y alimentar adecuadamente a 1438 Unidades Animales/año, valor este que deberá convertirse a número de animales a través de lo establecido en la Tabla 16, según el tipo y categoría de animales que se desee criar. Debe quedar claro que las determinaciones de productividad forrajera, pueden también hacerse en forma particular para cada potrero o sitio de pastoreo y para cada época o mes del año, como una forma de ajustar aún con mayor precisión los valores a relacionar y poder estimar Cargas Animales o Capacidades de Carga temporales, teniendo en cuenta que los pastizales no producen todo el tiempo ni al mismo ritmo; esta metodología permitirá realizar ajustes de Carga mucho más certeros a través del año. Otras maneras de expresar la Carga Animal, es relacionando el número de Unidades Animales que se poseen, con el número de hectáreas sobre las cuales se las maneja alimentariamente. Utilizando los valores del ejemplo precedente, serían: N° de UA/establecimiento 1438 Carga Animal: -------------------------------------- : ------------ = 0,34 UA/ha; o también N° de has/establecimiento 4200 N° de has/establecimiento 4200 Carga Animal: ------------------------------------- : ------------- = 2,92 has/UA N° de UA/establecimiento 1438 Tanto la Carga Animal como el Sistema de Pastoreo, constituyen dos variables del manejo del pastizal, que determinan la productividad individual y la productividad/ha de un

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sistema de producción ganadera (Mc Meekan y Walshe, 1963). La Carga Animal tiene un gran impacto sobre la productividad de un sistema pecuario, ya que, dentro del rango de uso práctico, la mayor productividad/ha que suele lograrse con un incremento de Carga, se relaciona en buena medida con una mayor eficiencia de utilización del forraje producido (Hodgson, 1983). El manejo que hagamos de la Carga Animal a través del tiempo, debe ser sumamente cuidadoso, pues Cargas sobredimensionadas (sea en la cantidad de animales/ha o en el tiempo de ocupación del potrero), pueden ser muy perjudiciales para la preservación de la composición botánica del pastizal y como consecuencia de ello, para la productividad forrajera a mediano o largo plazo. Curll y Davidson (1983), demostraron que altas Cargas Animales llevan a la extinción de especies perennes y al dominio de gramíneas anuales, a una afectación de la economía del N y a una reducción a largo plazo de la calidad del pastizal; esto puede obligar a períodos más largos de descanso, clausuras temporarias o necesidad de resembrar el potrero, lo que finalmente incrementa los costos de producción. G) Técnicas de Refinamiento del Pastizal: son las distintas técnicas y/o metodologías que pueden emplearse para mejorar la Condición del pastizal, favoreciendo la dominancia o instalación de especies de valor forrajero, incrementando su potencial productivo, liberando espacio para la germinación de los pastos, eliminando material vegetal senescente para favorecer el rebrote tierno de las forrajeras o permitiendo la recuperación natural (por Clausuras) o artificial (por Siembras e Intersiembras) del estrato herbáceo o la recuperación natural (por Protección de Renovales) o artificial (por Reforestación) del estrato arbóreo. Sin embargo, debemos antes de aplicar cualquier técnica, conocer si realmente el potrero o establecimiento a manejar presenta síntomas de degradación y si así fuese, cuan severo es el problema. Para ello debemos realizar previamente un reconocimiento del terreno y observar si se presentan los llamados “Indicadores de Degradación”, que son los siguientes: a) Grado de Cobertura: se refiere a todo tipo de material vegetal que cubre el suelo (vegetales vivos y mantillo). En potreros sin degradación, hay suficiente material vegetal y abundante mantillo; potreros con escasa vegetación, suelo compactado y ausencia de mantillo, están indicando degradación. b) Diversidad de Especies: si se compara la diversidad de especies con datos de años precedentes y se observa la desaparición o reducción de algunas de las de mayor valor forrajero, estamos ante un proceso de degradación. También puede determinarse si hay aparición o incremento de malezas y plantas tóxicas, que compiten con el pastizal sin ofrecer alimento o provocando mortandad, en el caso de las últimas. Es importante aquí hacer una referencia al caso de las plantas tóxicas, que son frecuentes en los campos naturales del NOA y es difícil combatirlas. Existe la creencia generalizada que cuando escasea el forraje normal, el animal trata de compensar el déficit diario de su ingesta consumiendo estas plantas; lo que ocurre en realidad es que el animal acostumbrado a la zona, siempre consumió (en una proporción pequeña y relativamente constante), estas plantas, solo que en un pastizal degradado, al no tener suficiente cantidad de forraje normal, esa porción tóxica consumida se potencia porque se incrementa en relación a la Materia Seca no tóxica y entonces el animal manifiesta síntomas de intoxicación que

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pueden llegar a la mortandad. La mejor forma de manejo para controlar el problema de las plantas tóxicas, es pastorear de manera de mantener siempre adecuadas Cobertura y Disponibilidad de forraje de buena calidad, porque en potreros no sobrepastoreados, el tóxico se diluye. c) Grado de Superficie Desnuda del Suelo: es el indicador inverso a Cobertura; obviamente que potreros con mayor porcentaje de suelo desnudo, están indicando procesos degradativos más severos. d) Movimientos de Suelo: se refiere a voladuras o pérdida de suelo por efectos eólicos o hídricos. Un correcto manejo de pastizales exige la presencia de un suelo estabilizado. e) Desplazamiento de Suelo por Pisoteo Animal: este síntoma es también indicativo de un proceso progresivo de degradación del pastizal, observándose primeramente deterioro en las esquinas de los potreros, en cercanía de las aguadas, en borde de alambrados y en sendas muy marcadas en todo el interior del lote; en casos de laderas, pueden observarse terrazas por desplazamiento de suelo, hechas por el ascenso y descenso de los animales. f) Plantas en Pedestal: se refiere a encontrar que en algunos sitios, se ha perdido todo el horizonte superficial y solo donde quedan plantas vivas se observa que está retenido el suelo original, de manera que las plantas quedan como situadas sobre un pedestal en relación al resto del terreno. Este es un síntoma muy severo de degradación. g) Pavimento de Erosión: consiste en la acumulación de pequeñas piedras que quedan entre las plantas, cuando se han volado los componentes más finos del suelo. Una vez formado este pavimento, la velocidad de deterioro del terreno disminuye, pero la capacidad de recuperación de cobertura, es también muy difícil. h) Zanjas Activas de Erosión: esto incluye todas las zanjas que se originan por el arrastre del agua que proviene de las partes más altas de la cuenca. El torrente incontrolado, indica erosión y sobrepastoreo en las partes altas; en estos casos se aconseja la suspensión temporaria (en la época de lluvias) o permanente del pastoreo en esas zonas y la implantación de especies de cobertura o la forestación. i) Cárcavas: es un síntoma sumamente severo de degradación, donde grandes superficies de terreno quedan imposibilitadas permanentemente y su recuperación es prácticamente irreversible. j) Arbustos y Arboles Deformados por el Ramoneo: cuando observamos que los arbustos han perdido su forma normal y su tamaño se vuelve achaparrado o cuando vemos que árboles como los algarrobos, guayacanes, talas o mistoles tienen su copa perfectamente cortada a una distancia de entre 1,50 y 2,00 mts del suelo, podemos asegurar que ya el estrato herbáceo no brinda sustento suficiente a los animales, los que se dedican a consumir exageradamente a las leñosas, a un ritmo tal que no les permiten recuperar el follaje perdido, produciendo las deformaciones descriptas. k) Relictos: se denomina así a zonas donde se ha perdido toda la vegetación y solo quedan restos de vegetales muertos o coronas decrépitas. Es prácticamente la última etapa de la degradación.

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Indudablemente que ante el primer síntoma de degradación de un pastizal, debemos aplicar alguna técnica de refinamiento o recuperación; esto siempre significa resignar en parte y por un tiempo que dependerá del grado de severidad del problema, terreno o productividad al proceso productivo, los que se recuperarán con creces si la técnica es correctamente implementada. Las principales Técnicas de Refinamiento de pastizales naturales son: Clausura (Permanente o Temporaria); Control de Leñosas (Control Químico o Rolado); Desmonte (Total o Selectivo); Quema Prescripta; Intersiembra e Inundación. - Clausura: es una herramienta de manejo sumamente útil al momento de intentar recuperar el potencial forrajero o la Condición de un sitio de pastoreo. Es bien conocido que en el NOA, casi la totalidad de los campos con monte, son bosques secundarios que han sufrido durante décadas los efectos de la tala selectiva y el sobrepastoreo, con un incremento incontrolado del proceso de arbustización (Martín, 1999a). En esas situaciones o en potreros con escasa vegetación herbácea, suele recomendarse la Clausura (a veces de varios años) con la intención de recomponer la Densidad, Cobertura y Productividad de los pastos. Si bien en el NOA las Clausuras son poco empleadas, algunas experiencias han demostrado buenos resultados, sobre todo en campos con pocas leñosas. Esto se debe en muchos casos, a que en esas situaciones existe menor competencia por H2O y nutrientes de las leñosas sobre los pastos, situación cuya real magnitud, no está fehacientemente probada. Clausurar un potrero significa retirar la totalidad de los animales del mismo, durante un tiempo determinado en función del grado de perturbación o deterioro que tiene el área, para permitir la recuperación de la diversidad florística y la productividad forrajera del pastizal. Para que esta acción de manejo produzca beneficios significativos, debe realizarse entre los meses de crecimiento vegetativo y/o reproductivo de las especies forrajeras naturales. En el caso del NOA, si la Clausura se hace entre principios de Octubre y primera quincena de Enero, estaremos favoreciendo la recuperación vegetativa del pastizal (mayor vigor y crecimiento aéreo de la planta, mayor acumulación de reservas, mayor productividad forrajera); si el descanso se hace entre mediados de Diciembre y fines de Abril favoreceremos el desarrollo reproductivo del pastizal (formación y maduración de semillas, acumulación de reservas, resiembra natural o semillazón, mejora futura en la densidad de plantas/m2). Kunst et al. (1987) presentan el caso de Trichloris crinita (Lag.) Parodi (una de las especies forrajeras naturales más importantes del NOA), indicando que el rebrote activo de macollos y hojas comienza días después de una precipitación efectiva primaveral. Ese es el momento desde el cual debe iniciarse la Clausura, si queremos recuperar el vigor del pastizal. Otra etapa importante es la aparición de las primeras inflorescencias (suele darse desde fines de Diciembre en adelante) y si se cierra el potrero al pastoreo a partir de este momento, se favorece la resiembra natural del pastizal. En potreros de Condición Regular o Pobre, es aconsejable clausurar durante uno o dos años (según la severidad de la degradación), para obtener algunos resultados positivos; de todas maneras es importante antes evaluar las reales posibilidades de recuperación natural del área, en función de determinar si existen suficientes plantas

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madres de las especies Decrecientes, en condiciones de semillar. Si esto es factible, en años sucesivos y a medida que el potencial forrajero se recupere, los períodos de descanso podrán ser cada vez menos frecuentes. Las Clausuras pueden clasificarse en Temporarias o Permanentes. Temporarias son aquellas que se implementan por espacios reducidos de tiempo (desde pocos meses, una estación determinada del año o hasta 2 años); las Permanentes implican períodos largos (de varios años y a veces décadas), según el grado de degradación del ecosistema. Las Clausuras Temporarias se hacen en aquellos sitios en donde se quiere por lo general, recomponer el Stand o Densidad de plantas/m2, pues se observa una reducción en este aspecto, fundamentalmente de aquellas especies más frecuentemente consumidas. En este caso y tomando a tiempo el problema, con solamente clausurar el potrero en la estación reproductiva (en nuestro caso desde principios de Febrero a mediados de Mayo), es suficiente para lograr una buena semillazón y dispersión de semillas de las forrajeras herbáceas; es importante previamente verificar que existe en el potrero, un suficiente número de plantas de las especies que se quieren favorecer, para que el proceso sea eficiente; esto nos indica que obviamente, esta metodología se utilizará solo en casos leves de degradación. Otra razón para utilizar una Clausura Temporaria es cuando se detecta cierta falta de vigor en el crecimiento de las forrajeras (plantas más pequeñas, retraso en las diferentes etapas fenológicas, menor macollaje por planta, etc). En este caso es aconsejable clausurar el potrero durante la estación de crecimiento (en nuestro caso desde mediados de Octubre hasta fines de Enero), para lograr que las plantas puedan llegar sin problemas a su IAF máximo y a partir de allí acumular suficientes reservas como para asegurarse un adecuado rebrote después de una defoliación. Este tratamiento, al igual que en el caso anterior, es muy eficiente si se aplica en casos leves de degradación. A medida que sean más severos los síntomas que se observen en el pastizal, serán más largos los períodos de Clausura implementados. En algunos casos será necesaria una Clausura Temporaria que incluya ambas épocas citadas (etapas de crecimiento y reproducción) y en casos más complejos será necesaria una Clausura de 1 a 2 años. Como ejemplo del grado de recuperación que puede obtenerse en la forrajimasa del estrato graminoso, citamos el caso de una Clausura de 2 años en el Rancho Corso (en el Chaco Semiárido Boliviano), donde después de este tiempo se obtuvo un incremento de casi el 200 % en la productividad forrajera del lugar (Terán Cardozo, 1995); es importante destacar que este resultado se obtuvo partiendo de un potrero en condiciones de degradación severa. Las Clausuras Permanentes son de varios años de duración. Esto significa necesariamente sacrificar cierta superficie del establecimiento durante ese período, lo que en muchos casos es difícil de aceptar por los propietarios, aduciendo fundamentalmente razones económicas. Se debe sin embargo, tomar conciencia que en estos casos, donde la degradación ya es severa, seguir utilizando esos potreros que están ofreciendo muy poco forraje consumible y en general de muy baja Calidad y Digestibilidad (porque las mejores forrajeras ya se han perdido), es también antieconómica la producción, con el agravante de hacer más irreversible el proceso año a año. Los objetivos perseguidos en una Clausura Permanente son:

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a) permitir en las primeras etapas de la recuperación, la aparición de las llamadas “especies de cicatrización” que son aquellas que en los primeros tiempos comienzan a cubrir el terreno protegiendo al suelo de la continua erosión; b) permitir la aparición y reproducción paulatina de especies de valor forrajero que tienen corta duración (por lo general anuales) y que van reemplazando en su cobertura a las primeras; c) permitir la aparición y reproducción paulatina de especies de valor forrajero de duración perenne, que van reemplazando en su cobertura a las anuales; d) permitir el incremento de la Diversidad de Especies en el estrato herbáceo; e) permitir el incremento de la Cobertura y la Densidad de estas forrajeras; f) permitir una continua semillazón e instalación de nuevas plantas a partir de las primeras instaladas; g) permitir la acumulación de restos vegetales y mantillo, para ir recuperando progresivamente el nivel de fertilidad del suelo. Para conocer si el proceso de recuperación se está llevando a cabo adecuadamente, se debe año a año, evaluar mediante la metodología de transectas (siempre en los mismos sitios), la dinámica de la Frecuencia, Cobertura, Densidad y Productividad de cada una de las especies que nos interesen. Esto servirá también para definir el momento de fin de la Clausura, cuando la Condición que podamos evaluar en el potrero, sea la que nos propusimos alcanzar al momento de decidir la Clausura. No siempre la Clausura es sinónimo de éxito en la recuperación del pastizal; ello dependerá mucho de la situación inicial de la que se parte y de la presencia de al menos una mínima proporción de especies forrajeras deseables, que aseguren su reproducción. Otro aspecto que complica la evolución de la recuperación del pastizal, es el grado de arbustización que puede sufrir el terreno, sobre todo en áreas donde la presencia del monte es frecuente. - Control de Leñosas: el mayor problema para el aprovechamiento de los pastos en sistemas muy arbustizados, está en las severas reducciones de la accesibilidad y el tránsito dentro del potrero, por parte del animal. Sin embargo, existen también otras razones para su control: los arbustos son generalmente empleadores ineficientes de agua y Dwyer y De Garmo (1970), han demostrado que los arbustos xerófilos requieren alrededor de 2,5 veces más agua por unidad de crecimiento, que los pastos; se sabe que un pastizal de pastos cortos necesita entre 300 y 400 kgs de agua para producir 1 kg de Materia Seca, mientras que el mezquite (Prosopis juliflora (Sw.) DC.), requiere entre 1700 y 1900 kgs de agua por kg de Materia Seca, de la cual además, muy poco es forraje. Otros investigadores como Sturges (1973) e Ingebo y Hibbert (1974), demostraron que la eliminación del estrato arbustivo incrementó en alrededor del 23 %, el flujo anual de agua en un pastizal semiárido, lo que se tradujo en una mejor utilización de esta por parte del estrato herbáceo. Por todas estas razones, se hace importante el Control de Leñosas, cuyos métodos pueden ser:

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a) Control Químico: se hace mediante Arbusticidas, hoy ya casi inexistentes en el mercado argentino (solo se encuentra el Togar, para aplicación al tronco, pero de alto costo), pero que de emplearse, deberían tenerse en cuenta aspectos tales como la época de aplicación, la susceptibilidad de la especie y el valor de la misma como forrajera (Martín, 2000); Para el uso eficiente de esta técnica se deben tener en cuenta cuatro aspectos básicos, según lo aconsejado por Sosebee (1999), a través de experiencias realizadas en Texas y California (EE.UU): - El estado fenológico de la especie a controlar. - El patrón fisiológico que está pasando la planta, lo que define el destino de los

fotosintatos producidos, para poder tomar decisiones. - Las condiciones ambientales relacionadas con la planta y en consecuencia, su mayor

o menor susceptibilidad al control. - El modo de acción del arbusticida. No todas las leñosas presentan la misma susceptibilidad al control químico. Un aspecto que define la metodología y eficiencia del control, es la forma en que particionan las distintas especies, la ubicación de los fotosintatos y sustancias de reserva (Energía) en sus diferentes órganos. Las especies anuales acumulan mucha E en los tejidos reproductivos (inflorescencia, flor, fruto, semilla), que emplean para diseminarse y sobrevivir; en estos tejidos pueden llegar a acumular el 65 % de sus reservas. Las especies herbáceas perennes, acumulan casi el 40 % de su E en raíces, rizomas, estolones, tubérculos y bulbos, que son las estructuras que permiten la supervivencia de la especie. En las leñosas, en cambio, solo una fracción menor al 20 % de la E es acumulada en los tejidos reproductivos; el gran porcentaje de la E (entre el 50 y el 55%) se acumula en raíces, troncos y ramas principales. Conocer el movimiento de los Hidratos de Carbono No Estructurales en el interior de la planta, es decisivo para el éxito del control, en función que serán ellos los que harán el transporte interno del arbusticida. Tradicionalmente se ha recomendado en nuestra región, la aplicación del producto en los momentos de hoja verde tierna a madura (Diciembre). En este caso, el resultado es que la gran movilización de fotosintatos hacia la parte aérea de la leñosa, lleva el producto a esa zona y trae como consecuencia la defoliación de la planta. Si bien en un primer momento esto permite una mayor entrada de luz y aprovechamiento del agua por el estrato inferior, con el posterior incremento de la productividad del pastizal (básicamente las gramíneas), los órganos basales de la leñosa permanecen intactos. Esta es la explicación de por que en numerosos casos, se observa en años subsiguientes, una alta tasa de rebrote de estas especies. Las experiencias realizadas aconsejan la aplicación del producto en estado fenológico de fruto a punto de madurez o maduro. En el caso de las leñosas pertenecientes a la familia Leguminosas (o Fabáceas), el crecimiento del fruto desde 1 cm a los 12 cm, se

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hace en pocos días. Esto se debe a la gran concentración de H de C solubles que son translocados a esa área. Con el comienzo de la fase de maduración de la legumbre, este fenómeno se revierte pues los frutos maduros se independizan del patrón fisiológico de la planta y la demanda de E por parte de ellos, decae significativamente. La planta comienza ahora a prepararse para el período de latencia invernal y los fotosintatos formados viajan en dirección descendente a constituir las reservas en raíces y troncos; el arbusticida aplicado va a ser acumulado entonces en esos sitios, originando la muerte de la planta en función del grado de susceptibilidad de la especie (Sosebee, 1999). Un parámetro que también debe tenerse en cuenta para un eficiente control, es la temperatura del suelo al momento de la aplicación del producto. Estudios realizados con Prosopis juliflora (Sw.) DC. y otras leñosas que rebrotan de raíz o desde la base, muestran que la T° del suelo es determinante del grado de control de la especie. En aplicaciones realizadas con T° del suelo (en los primeros 20 cm de profundidad) menores a los 20 °C, no se registraron mortandad de individuos, si bien se produjo defoliación total. Con aplicaciones a partir de los 25 °C de T° del suelo, la mortandad de leñosas alcanzó valores superiores al 90 % de los individuos (Sosebee, 1999). Un correcto manejo del control de leñosas, deberá entonces contemplar el estado fenológico de la planta y la T° del suelo, al momento de la aplicación. No es aconsejable intentar el control simultáneo de muchas especies pues no siempre estarán todas en idéntico estado fenológico o patrón fisiológico. Si la superficie de terreno a manejar es lo suficientemente grande como para justificar la aplicación aérea del producto, se deberá elegir como momento de aplicación aquel en el cual la especie más problemática del campo, esté en el momento óptimo de control (Martín, 2000). En cualquier planteo de control químico de leñosas, es también fundamental conocer previamente el valor como forrajera, que tienen las especies a controlar. Si la mayoría de las leñosas del potrero no tienen importancia como aportantes de alimento a los animales pastoreadores (por baja calidad nutricional, mala palatabilidad, estructuras de difícil consumo como espinas o sustancias tóxicas, etc), la aplicación aérea es lo más aconsejado. Si en cambio se presentan algunas especies de buen valor forrajero (ver Cuadro 6), se las podría preservar en una cantidad adecuada (en general no mayor al 20 % de cobertura del terreno) mediante la técnica del “desmonte selectivo”. b) Rolado, como una forma rápida de eliminar el sombreado de los arbustos y abrir el acceso a los animales. El rolado es también una buena alternativa para permitir la siembra de una pastura subtropical cultivada. En algunas experiencias en Sgo. del Estero, esta metodología permitió recuperar la productividad de pastizales naturales a valores de 5 a 6 Tn/forraje/ha y en el caso de siembra de Gatton Panic, elevar estos valores a 9 Tn/forraje/ha (Kunst, 2002, comunicación personal). El método consiste en la utilización de un rolo cortador de gran peso (con cuchillas intercaladas en su superficie), tirado por un tractor o topadora. Es conveniente su uso sobre piso firme, para que el trabajo de aplastado y picado se realice correctamente. Esta es una técnica eficiente de eliminación de leñosas, siempre que el sistema presente un grado de arbustización importante con especies de baja altura (no mayores a 2,5 m) y troncos delgados (hasta un máximo de 3 cm). El rolado produce el quiebre de los troncos y aplastado del arbusto, permitiendo la llegada de luz al estrato inferior (herbáceo), con lo que se favorece significativamente el rebrote de los pastos. En algunas situaciones, es

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conveniente proceder a la quema del potrero, posteriormente al rolado y después de secado el material, para limpiar el campo de restos de troncos y ramas. - Desmonte: se entiende por Desmonte a la extracción parcial o total de las especies leñosas (arbustos y/o árboles) de un área; esta metodología, sumamente utilizada en los últimos 40 años en el Chaco Occidental del NOA, para la habilitación de tierras a la agricultura de monocultivo (maíz, soja y en ocasiones, rotaciones con trigo), puede traer serias complicaciones si no se maneja adecuadamente. Son bien conocidos los problemas que han surgido del excesivo uso agrícola de los suelos desmontados de la región: erosión, disminución acelerada de la M.O. y de la fertilidad del suelo, alteración de la estructura edáfica y salinización o alcalinización (Casas y Michelena, 1983). Los tipos de desmonte que pueden emplearse son: a) Mecánico; b) Manual; c) con Fuego. Los dos primeros son los más difundidos en el NOA y la elección de uno u otro, depende de factores tales como la superficie a desmontar, el tiempo requerido para la terminación del trabajo, los recursos económicos disponibles, el destino productivo que tendrán esas tierras y el interés o no por la extracción de recursos del monte (rodrigones, postes, trabillas, leña, etc). Previo a cualquier trabajo de desmonte, es necesaria la planificación del mismo y la obtención de la correspondiente autorización por parte de la autoridad competente. Vamos a continuación, a analizar brevemente las características de los desmontes Mecánico y Manual. a) Mecánico: puede darse la variante de trabajar sobre montes bajos o montes altos. Para montes bajos (propios del Parque Chaqueño Occidental), que son los de aptitud ganadera, las metodologías utilizadas pueden ser: Desmonte por Topado, Desmonte por Cadeneado y Desmonte por Rolado. El Desmonte por Topado se hace mediante topadoras de oruga, las que después de abrir una picada central, topan el monte hacia ambos lados de la misma, formando cordones que luego deben ser quemados. Este tipo de topado, tiene el problema de arrastrar mucha suelo al cordón. Una forma de minimizar esto es con el uso de palas tipo rastrillo. El Desmonte por Cadeneado o Cadeneo se hace mediante la utilización de 2 topadoras a oruga, separadas entre sí 30 a 50 mts., las que arrastran una cadena pesada de 90 a 150 mts. (alrededor de 3 veces la distancia entre topadoras). Las topadoras avanzan lentamente sobre picadas previamente realizadas y la cadena va volteando la vegetación. La cadena debe tener entre 20 y 35 kgs por eslabón (cadenas de anclas de barcos) y puede llevar adosada una bocha de gran peso al medio, para evitar que se levante con la presión de la vegetación. Para una remoción más efectiva de las leñosas, se puede hacer el cadeneo en doble sentido. El Desmonte por Rolado, ya fue explicado anteriormente. El Desmonte Mecánico presenta ventajas e inconvenientes, los que son expuestos en la Tabla 18 (Nazar Anchorena, 1988).

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TABLA 18: Ventajas e Inconvenientes del Desmonte Mecánico (Nazar Anchorena, 1988).

VENTAJAS - rápida incorporación de grandes superficies a la actividad productiva

- mayor continuidad en el trabajo

- razonable disponibilidad de maquinaria adecuada en las regiones semiáridas

- menor mano de obra y menores dificultades en las relaciones laborales

INCONVENIENTES

- rápido y elevado desembolso de dinero

- no aprovechamiento eficiente de los productos del desmonte

- destronque poco eficiente

- remoción importante de la capa superficial del suelo

- dificultad para dejar árboles seleccionados por sombra o valor forrajero

En el Desmonte Mecánico, la capacidad de trabajo es la resultante del tipo de monte, el tipo de trabajo y la potencia de la maquinaria. A los efectos de dar ciertas pautas del rendimiento probable a obtener, se presenta la Tabla 19 (Nazar Anchorena, 1988). TABLA 19: Capacidad de trabajo (en N° has/día) de los diferentes equipos de Desmonte Mecánico, según el tipo de monte (Nazar Anchorena, 1988).

Capacidad de Trabajo (N° has/día) Tipo de Trabajo HP de Pot. Monte Bajo Monte Medio Monte Alto

Topado con Pala frontal 60-70 6-7 1-2 ----

Cadeneado (2 pasadas) 150-280 ---- 30-60 20-30

Topado y acordonado c/pala 150-280 3-4 1-3 0,5-2

Rolo cortador 60-100 12-20 6-10 ----

Rolo cortador + Pala frontal 150-200 28-32 12-18 ----

b) Manual: es aquel que utiliza la fuerza y destreza humana para la extracción de las leñosas; se puede aplicar sobre cualquier tipo de monte, pero en general no suele abarcar superficies muy grandes. La Tabla 20 presenta las ventajas e inconvenientes de este tipo de desmonte (Nazar Anchorena, 1988). TABLA 20: Ventajas e Inconvenientes del Desmonte Manual (Nazar Anchorena, 1988).

VENTAJAS - incorporación gradual de pequeñas superficies, en función del capital disponible

- aprovechamiento total de los productos del desmonte

- posible venta de estos productos, abaratando el costo del desmonte

- destronque muy efectivo, permitiendo la entrada posterior de maquinaria

- permite seleccionar y dejar árboles de utilidad

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- no produce movimientos importantes de suelo

INCONVENIENTES - es lento, se estima entre 0,5 y 1 ha/mes/hombre (depende del tipo de monte)

- escasez de mano de obra y discontinuidad en el trabajo

- relaciones laborales complicadas (por provisión de alimentos y refugio)

Los tipos de Desmonte descriptos, son los generalmente realizados para la habilitación de tierras con fines agrícolas, pero si el objetivo es que el destino del campo sea la producción ganadera, el Desmonte aconsejado es el Selectivo. En este caso, para planificar el Desmonte se debe conocer primero la contribución que cada una de las especies arbóreas y arbustivas del campo, pueden hacer al proceso productivo pecuario. Esto significa poder discriminar entre aquellas especies que aportarán sombra y/o alimento a los animales, de aquellas que no tendrán aportes significativos en estos rubros. El Cuadro 6 de este trabajo, presenta listas de especies leñosas de nuestra región, que nos pueden orientar al momento de realizar un Desmonte Selectivo, en relación a su contribución alimenticia. Con respecto al aporte de sombra por parte del estrato arbóreo, se ha probado fehacientemente que especies como Schinopsis quebracho colorado (Schlecht.) Barkl. et Meyer (quebracho colorado), Prosopis alba Grisebach (algarrobo blanco), Caesalpinia paraguariensis (D.Parodi) Burkart (guayacán) y Zizyphus mistol Grisebach (mistol), son fundamentales de preservar en el potrero, en al menos un rango de 15 a 20 % de cobertura de la superficie; en potreros sin sombra, el stress térmico de los animales, reduce hasta en un 20 % sus posibilidades de ganancia diaria de peso. Tampoco se debe perder de vista la posible utilización forestal de estas especies, si el objetivo de manejo del campo nos lleva a la implementación de un sistema de producción silvopastoril. Al momento de realizar el Desmonte Selectivo, es importante determinar previamente cuales, cuantos y en que ubicación quedarán los ejemplares leñosos a dejar en el potrero, para impedir que algunas áreas queden sobrecargadas de árboles o arbustos y otras resulten con una densidad insuficiente. Se deben dejar siempre individuos de buen porte y estructura, buenos árboles semilleros y algunos arbustos de buen valor forrajero y palatabilidad (recordar que los arbustos cumplen la función de “banco de proteínas” y rebrotan antes que los pastos, entrando en senescencia después de la deshidratación de estos, por lo que su período de aprovechamiento anual es más largo). Otras de las razones importantes por la cual se justifica dejar algunas leñosas en el campo, es la benéfica contribución que los árboles realizan sobre los pastos, en relación a disponibilidad de N, eficiencia en el aprovechamiento del agua de lluvia, protección de heladas y duración del ciclo vegetativo. Estos aspectos, no siempre tenidos en cuenta, permiten que los pastos situados en el área basal del árbol (sobre todo si este es leguminoso), puedan disponer de un mayor tenor de N en el suelo por aporte de la simbiosis con microorganismos y la descomposición de hojas caídas del árbol, de alto valor proteico (se han medido caso de pastizales con hasta 2 % más de Proteína Bruta bajo el árbol que en el abra); al momento de una precipitación, el árbol recolecta agua en toda su copa y la escurre por las ramas y el tronco depositándola en una superficie basal concentrada, pero aún más importante es el efecto posterior a la lluvia, donde por el sombreado retrasa la evaporación respecto de los sitios abiertos, resultando de estos efectos, una mejor eficiencia en la disponibilidad hídrica de los pastos bajo su influencia;

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sabemos que la deshidratación de los pastos es muy dependiente del efecto de las heladas sobre los mismos y el árbol protege de esto a los individuos situados bajo su copa, los que de esta manera se mantienen más tiempo en estado verde, alargando su ciclo vegetativo. Todas estas contribuciones que significan una mejor productividad para el pastizal, serán efectivas siempre que el número y distribución de árboles/ha, sea tal que no signifique la sobreutilización de su área basal por el ganado. Finalmente otra variante de Desmonte es el Desmonte en Franjas, que consiste en eliminar totalmente las leñosas en franjas de dimensiones variables (desde 100 a 500 metros de ancho), sembrando en esas áreas abiertas pasturas de alta producción o dejando recuperar el pastizal natural. En las franjas con monte (en general de aproximadamente 100 metros de ancho c/u), el ganado encuentra refugio, sombra y alimento suplementario. - Quema Prescripta: tiene por objeto eliminar el fachinal y el rastrojo lignificado de los pastos, favoreciendo un rebrote más rápido. Este método (que no está permitido legalmente en la provincia), suele ser muy empleado en los pastizales de altura en Tucumán, compuestos básicamente por Festuca hieronymi Hack. y Stipa ichú (Ruiz y Pavón) Kunth (Martín et al., 2002). La condición para la quema es tener una buena cantidad de material combustible en el sitio, cosa que en los pastizales muy degradados es difícil de conseguir. El fuego ejerce un fuerte impacto en los ecosistemas, modificando dramática y rápidamente los componentes estructurales del mismo. Los efectos del fuego se observan desde niveles de planta individual hasta todo un paisaje y a distintas escalas de tiempo (desde días hasta años). El empleo del fuego como herramienta de manejo de pastizales naturales, es mediante una metodología de quemado rápido que impide que se alcancen altas temperaturas de suelo, excepto en los 2 primeros cm donde se puede llegar a los 70 a 80 °C (Raison, 1979). Por esta razón, normalmente el fuego no ejerce un efecto directo sobre los micro y mesoorganismos del suelo, sino a través de los cambios que introduce en el aporte de sustrato para el mantenimiento y crecimiento de estas poblaciones (Seastedt y Ramundo, 1990). En los ecosistemas de pastizales, la conservación y reciclado de nutrientes entre las distintas fracciones del suelo y las plantas, son procesos fundamentales para mantener la productividad. Bajo estas condiciones, las funciones de la biomasa microbiana del suelo como reguladora de la dinámica de nutrientes y reservorio de los mismos, no es tan significativa (Jenkinson y Ladd, 1981). Como apoyo de lo expresado, Rice y Parenti (1978), encontraron mayor población fúngica en pastizales quemados anualmente que en los no disturbados y no hallaron diferencias en las poblaciones bacterianas y de actinomicetes. García (1993), indica que después de un quemado anual de un pastizal natural herbáceo, no se encontró diferencias en las poblaciones de bacterias, hongos y actinomicetes en la capa superficial del suelo; por el contrario, la mayor producción de raíces observada en las capas superficiales (hasta los 30 cm) bajo quemado anual, resultó en un incremento de las poblaciones microbianas debido al mayor aporte de sustrato.

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En cuanto a la dinámica de nutrientes, el fuego resulta en adiciones de P disponible en las cenizas, lo que estimula la fijación de N2 por cianobacterias; sin embargo, estas ganancias de N son inferiores que las pérdidas por combustión, resultando en una disminución del contenido de N del suelo bajo quema (García, 1993). El modelo de simulación Century, predice que en pastizales quemados todos los años, se produce una disminución del contenido total de N (de la mineralización neta de N y de la biomasa microbiana de N), a partir de los 8 años de esta práctica. A pesar de observarse un balance negativo de N en el largo plazo, los pastizales bajo quema mantienen una mayor producción que los sin quemar. Esta contradicción se explica por: a) una mayor eficiencia de uso del N; b) la posible sincronización entre la liberación de N por la biomasa microbiana y la absorción por la planta; c) una extensión de la estación de crecimiento de las pasturas, por el calentamiento temprano del suelo; d) la combinación de todas estas razones (García, 1993). Sin embargo, es importante tener en cuenta que el mayor o menor grado de afectación que pueda tener un ecosistema por la acción del fuego, dependerá de las características del ecosistema, la intensidad y duración del fuego y la frecuencia con que el área sufre el efecto del fuego. González et al. (1999), evaluando el efecto de un incendio accidental muy severo en la Reserva Forestal Chancaní (Chaco Occidental Semiárido de la Prov. de Córdoba), concluyen que: Efectos sobre el suelo: - Disminución del pH en los estadíos iniciales del incendio, pero con recuperación de los

valores normales después de 12 a 18 meses. - Disminución del contenido de M.O. en las áreas quemadas (tanto en pastizal como en

bosque), durante los primeros 6 meses; a partir de allí, la M.O. aumentó progresivamente hasta llegar a niveles similares al suelo no quemado, a los 18 meses.

- El N total del suelo quemado en pastizal, siempre fue mayor que en las áreas no

quemadas, aunque solo resultó significativo en el muestreo inicial (por esto se considera como un efecto directo positivo, solo en los momentos posteriores a la quema); en los suelos de bosque, no hubo diferencia en este aspecto para ninguna de las situaciones.

Efectos sobre los microorganismos: - Las poblaciones de microorganismos fijadores libres de N y de amonificadores de las

áreas quemadas, no mostraron diferencias significativas con las no quemadas en ninguno de los casos (se debe aclarar que en las parcelas no quemadas, se registraron los valores más altos). La razón de la no afectación severa de estas poblaciones por acción del fuego, se debe a la presencia de formas resistentes como esporas y microcistos.

- La población celulolítica fue reducida significativamente por el fuego durante los

primeros 90 a 100 días, tanto en bosque como en pastizal. A partir de allí, los valores de densidad se asimilaron progresivamente a los normales en suelos no quemados, siendo esta recuperación coincidente con el incremento de los valores de M.O.

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- El número de microorganismos nitrificadores siempre fue menor en los sectores quemados. En los primeros 30 días, se detectó diferencia significativa, tanto en suelo de pastizal como de bosque; entre los 60 y 150 días se notó una recuperación de los nitrificadores en áreas quemadas, casi hasta valores normales; a partir de los 180 días y en concordancia con la época invernal, nuevamente la densidad de nitrificadores disminuyó en los sitios quemados. Se concluye que estos microorganismos que son un grupo funcional muy específico y poco diversificado, sufren marcadamente las alteraciones ambientales (como la quema) y las condiciones climáticas de la época seca, recuperándose en períodos de humedad.

La Quema Prescripta es el fuego aplicado de manera conocida, por personal calificado, a cualquier tipo de material combustible en un área específica y bajo condiciones climáticas seleccionadas, para lograr objetivos de manejo predeterminados (Kunst, 1993). La premisa fundamental de esta metodología, es lograr algún cambio positivo en la estructura o productividad del área quemada, sin afectar otras áreas. El fuego prescripto puede utilizarse para variados objetivos, tales como: - Reducción de material combustible en bosques naturales o artificiales, para evitar

incendios accidentales o provocados. - Control de enfermedades y plagas. - Mejorar el hábitat a la fauna, incrementando la oferta de alimento o variando la

cobertura. - Controlar vegetación competitiva (ej.: mantener un balance adecuado entre leñosas y

pastos). - Favorecer el rebrote anticipado y de calidad, en los pastizales naturales. - Remover material no palatable o poco nutritivo (material muerto o senescente). - Facilitar la accesibilidad a áreas muy cerradas (arbustales densos). - Mantener especies dependientes del fuego periódico. - Mejorar la Condición del pastizal, al cambiar la composición botánica. - Acelerar el reciclaje de nutrientes (ej.: al causar una rápida mineralización de la M.O.). La aplicación de fuego prescripto sobre un pastizal, no exime de un adecuado manejo posterior del mismo; el fuego es solo una herramienta más. La correcta planificación de una quema prescripta, exige tener en cuenta varios aspectos. El primer paso es la perfecta delimitación del área a quemar, lo que puede hacerse con cortafuegos (franjas de terreno libres de vegetación) realizados a mano, con maquinaria o con contrafuegos (fuego en retroceso). El ancho del cortafuego será variable en función de la altura de la vegetación a quemar, el tipo de vegetación cercana, la posibilidad de diseminación de “pavesas”, el tipo de fuego empleado, etc. Las distancias pueden así variar desde pocos metros a casi un centenar de metros.

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Los restantes factores que influyen sobre el comportamiento del fuego son: Temperatura del aire (T), Humedad Relativa del aire (HR), Velocidad del viento (VV), Topografía, Turbulencia del aire y Cantidad y Densidad del combustible (Kunst, 1993). Los tres primeros, que son directamente dependientes de las condiciones climáticas del lugar, nos indican que antes de la quema se debe contar con una información climatológica precisa para el día previo y el o los días de trabajo. La T es importante pues cuando mayor es, menor es la energía o calor que se precisa para que el material combustible entre en ignición. Al mismo tiempo, altas T colaboran en la creación de “corrientes de convección” cercanas al suelo, que actúan como chimeneas y acarrean pavesas que pueden encender áreas no deseadas. La T adecuada para evitar estos problemas debe estar entre los 10 y 27 °C (con un óptimo entre 15 y 24 °C) (Wright y Bailey, 1982). La HR es fundamental porque el combustible mojado o húmedo, no quema. Los combustibles secos (material muerto) que son los que alimentan el fuego, absorben humedad atmosférica o la pierden, dependiendo de la HR. Una HR de 40 % es el umbral clave; por debajo de este valor los combustibles finos queman fácilmente y con igual intensidad hasta una HR de 20 %. Por debajo de este valor, es alto el peligro de pavesas (Wright y Bailey, 1982). La VV es un factor que a mayor provisión de Oxígeno, acelera la tasa de combustión. También transporta aire caliente aumentando la temperatura del combustible inmediatamente delante del frente de fuego; esto seca el material y favorece la ignición. En general, no se aconseja la quema prescripta sin viento o con velocidad muy baja (menos de 5 km/h) por la posible formación de remolinos de fuego. Por encima de 30 km/h, el peligro de escapes de pavesas es muy alto. Lo ideal es un viento constante en dirección y velocidad, con valores de entre 10 y 25 km/h (Kunst, 1993). El restante factor significativo al momento de quemar el pastizal, es la Cantidad y Densidad del material combustible. La celulosa y otros hidratos de carbono (que constituyen más del 50 % de la estructura vegetal), son los responsables directos del calor de combustión de los materiales (Kunst, 1993). En relación a la Cantidad, Wright y Bailey (1982), establecen que una cantidad mínima de 600 a 1000 kgs de Materia Seca/ha de material combustible fino (diámetro menor a 5 mm), es suficiente para conducir una quema prescripta en pastizales y sabanas, aunque fuegos accidentales o fortuitos pueden ocurrir con solo 300 kgs/ha. A manera de referencia y como síntesis de todo lo antes expuesto, se aconseja para una quema prescripta de pastizales naturales en el NOA, con cierto grado de invasión de leñosas, las siguientes condiciones (Kunst, 1993): - Cantidad de combustible fino (pasturas): 3000 a 3500 kgs de Materia Seca/ha. - T entre 20 y 27 °C. - HR entre 25 y 40 %. - VV entre 15 y 25 km/h. Respecto de la dinámica del fuego y tipos de fuego a emplear, podemos decir que cuando un punto del terreno se enciende, el área circular originalmente quemada, adquiere al poco tiempo forma ovoidea o elíptica según el efecto incidente del viento.

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Pueden darse así, tres posibilidades: a favor del viento (Fuego Frontal); en contra del viento (Fuego en Retroceso) y hacia los laterales (Fuego de Flanco) (Martín, 1999b). El Fuego Frontal es generalmente el más usado por la simpleza de su direccionamiento y la eficiente capacidad de quemado/hora que presenta, en función de la gran intensidad y liberación de energía que alcanza en condiciones ambientales óptimas. Requiere iniciar su ignición a lo largo de un camino o picada, mediante una línea de encendido continua. Se usa mucho en quemas prescriptas de arbustales o monte cerrado, pues por la gran cantidad de material combustible, la masa vegetal experimenta un precalentamiento elevado que favorece su encendido, asegurando la quema de leñosas (llegando al cambium de la planta). En el caso de quema de pastizales, se requiere un pasaje rápido del fuego para eliminar el material foliar senescente, pero evitar daños severos a las áreas basal y radicular de la mata de pasto; para ello se emplea un Fuego Frontal “Frío”, con T ambiente menor a 20 °C y HR mayor al 50 %. El Fuego Frontal presenta el mayor largo de llama de todos los tipos antes mencionados y el desprendimiento de energía que produce, supera en 10 a 12 veces al de un fuego en retroceso en idénticas condiciones ambientales. El Fuego en Retroceso avanza en dirección contraria al viento. En este caso, tanto la longitud de llamas como la energía desprendida son reducidas y por lo tanto, no hay precalentamiento del material a encender (el viento lleva el calor en dirección contraria). El lento avance de este tipo de fuego, puede ocasionar mayor afectación a la capa superficial del suelo, que en el caso anterior. Entre las aplicaciones más frecuentes de este tipo de fuego, están la de limpieza de sotobosque en plantaciones forestales y la construcción o ampliado de la superficie de cortafuegos (mediante quemas sucesivas de pequeñas franjas de 0,20 a 0,50 m), para un posterior Fuego Frontal. El Fuego de Flanco requiere de un diseño de ignición más complejo que en los casos anteriores. Consiste en el encendido de líneas de fuego en sentido paralelo a la dirección del viento; se encienden varias líneas al mismo tiempo, cuidando que las centrales sean un poco más largas y adelantadas que las laterales, lo que busca provocar un efecto de convección hacia el centro, alejando el fuego de los costados. La intensidad obtenida, es intermedia entre los tipos de fuego descriptos anteriormente. Así como el fuego es una herramienta de manejo sumamente útil cuando está bien empleado, puede ante un manejo irresponsable, transformarse en un elemento altamente destructivo de los bienes e intereses de la empresa agropecuaria; esto se refleja perfectamente en un proverbio sudafricano que reza: “el fuego es un buen sirviente, pero un mal amo”. - Intersiembra: tal como la palabra lo indica, es sembrar una especie sobre un terreno ya cubierto por la misma u otra forrajera. Esta técnica se utiliza para el cumplimiento de dos objetivos:

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a) cuando observamos que un potrero tiene síntomas de deterioro en lo que respecta al grado de Cobertura de las especies forrajeras; en otras palabras, cuando determinamos que las forrajeras útiles están siendo raleadas por efecto de un inadecuado manejo. Es entonces cuando debemos recomponer el stand o número de plantas/m2 para impedir la invasión de malezas o leñosas. La intersiembra consistirá en la diseminación de semillas de las especies deseadas, en épocas cuyas condiciones ambientales aseguren la germinación de nuevas plántulas; mientras esto sucede es conveniente mantener clausurado el potrero, hasta que la implantación de los nuevos individuos esté asegurada. La dificultad más importante para la realización de lo antes expuesto, se basa en la posibilidad de tener semilla disponible de las especies naturales que queremos recuperar. Esto, tratándose de pasturas nativas, para las cuales no existen semilleros, es un inconveniente manifiesto; una posible solución es la implementación de los denominados “polos de germinación”, que son pequeñas áreas (donde observemos más raleadas estas especies) donde se diseminan las semillas obtenidas. Para ello, se debe recolectar en la época adecuada (durante el período de semillazón de la o las especies que nos interesen), semillas de plantas madres de buena producción que estén situadas en los potreros de mejor Condición; con este material intersembraremos los potreros más afectados. La técnica de intersembrar en un potrero, varios polos de germinación convenientemente distribuidos y realizar la clausura del mismo hasta el establecimiento y semillazón de las nuevas plantas, asegurará con los años y un correcto manejo, la diseminación de semillas e instalación de nuevas plantas en otras áreas afectadas. b) la otra alternativa para decidir una intersiembra es cuando queremos mejorar o diversificar la calidad del material forrajero del potrero; si por ejemplo, tenemos un lote compuesto sólo por gramíneas, podemos intersembrar algunas leguminosas para obtener una oferta forrajera de mejor calidad para los animales (más proteína/ha). En este caso y si las condiciones ambientales de la zona así lo permiten, se pueden intersembrar leguminosas tropicales rastreras como Glycine javánica o wightii L. (soja perenne), Desmodium intortum (Mill.) Urb. (desmodio de hoja verde), Macroptilium atropurpureum (DC) Urb. (siratro), alguna leguminosa herbácea de porte erecto como Melilotus albus Medik. (trébol de olor blanco) o una leguminosa arbórea como Leucaena leucocephala (Lam.) De Wit (leucaena). Si el objetivo, en cambio, es querer incorporar al potrero especies graminosas de alta producción/ha, se puede optar por resembrar con pasturas subtropicales cultivadas como Chloris gayana Kunth (grama Rhodes), Cenchrus ciliaris (L.) Link. (pasto salinas) o Panicum maximun Jacquin (panico, pasto colonial). Es importante recordar aquí, que cuando más variada sea la diversidad de especies de buen valor forrajero en un potrero, mayor estabilidad funcional tendrá el mismo, en razón que las gramíneas incrementan el nivel de M.O. del suelo y recomponen su estructura en superficie, mientras que las leguminosas restablecen el nivel de N del mismo y actúan estructurando en profundidad. Una recomendación conveniente es que, previo a la intersiembra de cualquier forrajera, se realice un pastoreo intensivo para reducir la cobertura foliar del campo y luego roturar la capa superficial del suelo con una rastra liviana o un cincel; esto tiene su fundamento en que una de las razones principales de la pérdida de plantas/m2 en un

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potrero, es, además de manejos incorrectos de la Carga Animal y los tiempos de Pastoreo y Descanso, la paulatina y progresiva compactación del horizonte superficial del suelo. - Inundación: es una metodología de control de leñosas que no se emplea en el NOA, por la escasez de agua y el peligro de salinización de los suelos. Sin embargo, en Argentina es frecuentemente utilizada en la zona de los esteros de Chaco, Formosa y la Mesopotamia, para el control de renovales de Prosopis ruscifolia Gris. (vinal), cuyos ejemplares juveniles son muy afectados por esta práctica. H) Tendencia del Pastizal: es el Estado o Condición que adoptará el pastizal, después de haberse aplicado sobre él, algunas normas de manejo tendientes a modificar una o más de sus características ecológicas o productivas. Este parámetro pone énfasis en el seguimiento estacional o anual que hagamos de nuestros potreros y el análisis de los resultados obtenidos a través de estas evaluaciones. La Tendencia nos habla entonces de la evolución o involución ecológica y/o productiva que experimenta el pastizal natural, a través del tiempo; según sean positivos o negativos los parámetros medios a través de ella, sabremos que normas de manejo mantener o cambiar en el futuro. La Tendencia es una medida de la sustentabilidad del sistema. La Tabla 21 muestra algunos parámetros indicativos de Tendencia positiva (significan adecuado manejo del pastizal). TABLA 21: Parámetros indicativos de la Tendencia del Pastizal (Martín, G.O.).

Parámetros indicativos de Tendencia Tendencia Mayor diversidad florística de valor forrajero +

Mayor vigor o desarrollo de las buenas forrajeras + Mayor tasa de reproducción de las buenas forrajeras +

Mayor densidad de plantas forrajeras/m2 + Mejor condición de suelo (Estructura, % M.O.) +

Mayor cantidad de mantillo + Mayor productividad (kgs M.S./ha) de las buenas forrajeras +

Menor superficie de suelo desnudo + Menor cobertura de malezas y plantas tóxicas +

Escasas matas defoliadas por encima del Factor de Uso + Area basal de árboles sin sobrepastoreo +

Adecuado estado nutricional de la hacienda + Para conocer la Tendencia del Pastizal, es aconsejable medirla cada año, por lo menos en los primeros cinco años de manejo; posteriormente puede hacerse cada dos o tres años, si se comprueba que la Tendencia está estabilizada o es positiva. La forma más práctica de establecer la Tendencia es mediante la lectura de transectas. Es importante que las transectas evaluadas, estén situadas en los mismos lugares que se colocaron en oportunidad de medir la Condición o Estado del Pastizal; para ello es conveniente dejar instaladas en el campo, las estacas correspondientes a cada transecta,

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con su número de identificación. Esto permitirá comparar los resultados obtenidos año tras año y determinar si los patrones indicativos de buen manejo, presentan tendencia positiva a través del tiempo. Si bien como hemos visto, son numerosos los factores y acciones que inciden y hacen a un buen manejo de los pastizales, se puede sintetizar que de una forma u otra, todos ellos tienden a confluír en tres aspectos fundamentales que pueden ser perfectamente controlados por el hombre: los Pastoreos, los Descansos y el Impacto Animal. Deregibus (1988b), esquematiza a través del siguiente Cuadro, como el manejo de estos tres aspectos puede influír positivamente sobre algunos procesos funcionales del ecosistema pastizal, que aseguren una Tendencia favorable a través del tiempo; esos procesos funcionales son el Flujo de Energía, la Partición del Agua, la Circulación de Nutrientes y la Sucesión Ecológica y a continuación se detalla como impactan sobre ellos, los aspectos de manejo mencionados (Tabla 22). TABLA 22: Efecto de los Pastoreos, los Descansos y el Impacto Animal, sobre el Flujo de Energía (FE), la Partición del Agua (PA), la Circulación de Nutrientes (CN) y la Sucesión Ecológica (SE) (Adaptado de Deregibus, 1988b).

FE PA CN SE PASTOREOS

Permiten aumentar la captación de E, al estimular el rebrote y la actividad fotosinté- tica de las plantas

Mantienen activas a las hierbas, redu- ciendo percolación y escurrimiento

Aceleran la CN, por el procesamiento de tejidos vegetales en el tracto digestivo animal

Al disturbar los canopeos, permiten la instalación de nuevas plantas y el rebrote de especies de porte bajo

DESCANSOS

Permiten aumentar la captación de E, por la vigorización de las plantas herbáceas; esto se traduce en mayor productividad

Incrementan el uso eficiente del agua, porque las plantas vigorosas exploran mejor el perfil del suelo

Mejoran la explora- ción del suelo por las raíces y así mejoran la capta- ción de nutrientes

Favorecen la suce- sión, al permitir el triunfo de plantas perennes más vigo- rosas y una mejor semillazón

IMP. ANIMAL

Reduce la forrajimasa mediante el consumo, y estimula el rebrote con captación de E

Rompe por pisoteo costras del suelo y acumula residuos vegetales, lo que mejora la infiltración

Pone en contacto residuos vegetales con los descom- ponedores del suelo

Al romper costras y mezclar residuos, favorece la creación de micrositios para la germinación de nuevas plantas

Basándonos en los conceptos desarrollados y planificando el uso ordenado de estas acciones o aspectos de manejo, es posible implementar una metodología de utilización racional de los pastizales naturales, para evitar o revertir sus procesos de deterioro. Una primera acción determinante es agrupar a los animales de todo el establecimiento en función de su categoría (por edad o peso), para proceder a la diagramación de un número adecuado de potreros por cada grupo animal. En general, se deberían tener entre 8 y 12 potreros, para planificar el movimiento de los animales por los mismos, respetando los tiempos de descanso requeridos por cada uno de ellos, después de cada pastoreo; estos tiempos no deberían ser mayores a 30-35 días en épocas de lluvia o en verano-otoño y entre 70 y 90 días en períodos secos o en invierno-primavera.

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Ocupando durante poco tiempo cada potrero y permitiendo su adecuada recuperación, se evita el principal flagelo de los pastizales naturales: el sobrepastoreo. La clave del manejo es variar la velocidad de movimiento de los animales entre potreros, en función de la velocidad de rebrote de las forrajeras en cada caso; esto mantiene a las plantas permanentemente estimuladas a rebrotar y además se evita en gran parte el deterioro de su calidad por retrasos respecto del momento oportuno de consumo. Por supuesto que no todo es rotar de potreros por rotar. Se debe procurar usar los Pastoreos, los Descansos y el Impacto Animal en la promoción de los procesos funcionales del ecosistema pastizal. Esto significa que los potreros no tienen por que ser de iguales dimensiones, ni tampoco iguales los tiempos de ocupación en cada ciclo o pastoreo. Así, algunos potreros podrán en ciertos años ser salteados o pastoreados más intensamente o quemados o intersembrados o subdivididos en base a una planificación estratégica estacional o momentánea. El monitoreo permanente de los resultados obtenidos, orientará los ajustes que en cada caso se requieran. Esto significa que el manejador de pastizales, deberá tener claros algunos conceptos básicos de funcionamiento de un ecosistema pastoril y del efecto de las interacciones del mismo con los animales de producción. A todo esto deberá sumar su habilidad, capacidad de observación, flexibilidad de criterio y constancia. Al decir de Deregibus (1988b), sólo con el uso intensivo de intelecto y dedicación (dos productos de bajo costo), podrán obtenerse permanentes y productivos resultados.

REFLEXIONES FINALES A lo largo de este trabajo, hemos desarrollado las técnicas y herramientas de manejo más aconsejadas, para asegurar un correcto y eficiente aprovechamiento de los recursos forrajeros naturales. Si pretendemos asegurarnos de obtener productividades importantes y sustentables sobre estos ecosistemas, no podemos prescindir de planificar en tiempo y forma, un paquete tecnológico básico para el manejo de pastizales que puedan ser vulnerables a procesos de degradación, el que debe incluir necesariamente: 1. Relevamiento Aéreo o Satelital de la zona. 2. Relevamiento de los Recursos Naturales: Estructura de vegetación, Diversidad,

Densidad, Cobertura, Fenología, Productividad. 3. Determinación de la Condición del pastizal natural. 4. Frecuencia, Intensidad y Factor de Uso del proceso de pastoreo. 5. Determinación de las Especies Clave. 6. Sistema de Pastoreo a emplear. 7. Carga Animal adecuada. 8. Medición anual o bianual de la Tendencia del pastizal. 9. Técnicas de Refinamiento del pastizal: Descanso oportuno, Clausura, Rolado,

Desmonte (total o selectivo), Control Químico, Intersiembra, Quema Prescripta. 10. Apotreramiento del Campo (convencional o eléctrico). 11. Distribución de Aguadas. 12. Estacionamiento de Servicios y Pariciones. 13. Categorización de Animales. 14. Plan Sanitario preventivo. 15. Mejoramiento Genético Animal progresivo: Selección, Cruzamiento, Absorción.

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Es importante tener en cuenta que no debe teorizarse demasiado acerca de la realidad que a veces se considera para los pastizales naturales del NOA. Nos referimos a la situación de creer que todo el Chaco Occidental presenta los mismos problemas y puede ser abordado con las mismas soluciones. Es necesario concientizarse que cada lugar, cada zona, cada potrero y aún más, cada sitio de pastoreo, tiene una problemática particular que debe ser profundamente conocida por quien va a manejarlo. Es allí donde factores tales como la Productividad o Peso (en kgs de Materia Seca/ha) del pastizal, su Densidad, su Frecuencia y su Cobertura, comienzan a tomar real significación al momento de tener que decidir sobre el manejo. Parámetros meramente agronómicos como la Productividad y la Densidad de plantas/m2, son claves a la hora de caracterizar un pastizal e inferir su potencial productivo bajo pastoreo. Parámetros más ecológicos como la Frecuencia y la Cobertura, ayudan en muchos casos a realizar más finamente esta tarea. Todos ellos, sumados al conocimiento de la Diversidad Florística, el Valor Forrajero de las especies y la Condición del pastizal, serán los factores que nos deberán orientar sobre el Sistema de Pastoreo y la Carga Animal que nos aseguren la sustentabilidad del ecosistema con una adecuada ganancia de peso por animal y/o por hectárea, que son las finalidades últimas de todo buen programa de Manejo de Pastizales Naturales.

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ANEXO

Figura 1: Dyksterhuis, 1949. Condiciones del Pastizal.

Figura 2: Love, 1982. Especies Clave del Pastizal.

Figura 3: Voisin, 1974. Curva de crecimiento normal de una forrajera.

Figura 4: Mott, 1960. Sistema Continuo vs. Sistema de Rotativo.

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FIGURA 1: CONDICIONES DEL PASTIZAL

FIGURA 2: ESPECIES CLAVE DEL PASTIZAL

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FIGURA 3: CURVA NORMAL DE CRECIMIENTO DE UNA PASTURA

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FIGURA 4: HIPOTESIS DE MOTT: PASTOREO CONTÍNUO vs. ROTATIVO