guerra televisada de andrew hoskins.pdf

2
Alumna: Rebeca Sánchez Andrade Guerra televisada Andrew Hoskins En el texto que nos ocupa, el autor afirma que en las guerras contemporáneas -de Vietnam a Irak-, la transmisión en vivo, la instantaneidad de acontecimiento es la principal característica de la cobertura llevada a cabo por los medios de comunicación. A través de la pantalla de nuestros televisados podemos asistir a todo el proceso bélico desde la comodidad de nuestros sofás: amenazas entre países, invasiones, declaraciones de guerra, pactos, alianzas, bombardeos, ciudades devastadas... La guerras llegan al espectador convertidas en realities fácilmente digeribles, realities que se pueden ver en tiempo real – como si estuviésemos siguiendo un Gran Hermano sangriento- desde diferentes ópticas dependiendo de la cadena que emita la información y de su ámbito de influencia. Hoskins contrapone las coberturas que se dieron de la guerra de Irak (2003-2011) y de la guerra del Golfo (1990-1991). En la primera la transmisión del conflicto se hizo a través de la construcción de un discurso sobre la guerra, un discurso acompañado de imágenes que no situaban en el meollo ni de la acción ni de las penurias de la población civil. Esto evolucionó hacia una catarata de imágenes desde diferentes posiciones de la contienda. Lamentablemente, esta profusión de imágenes no ayuda a comprender las dimensiones reales del conflicto porque pocas veces vienen acompañadas de un discurso sobre lo que los televidentes están viendo. Es más, el autor expone que la nueva tecnología aplicada a los medios de comunicación, en lugar de darle más autonomía y capacidad para la indagar en los hechos, lo que hace es simplificar los hechos y distorsionar la realidad para amoldarla a un discurso que distorsiona, a conveniencia, los acontecimientos. Analizando las coberturas en vivo que se hace de los conflictos armados, Hoskins sostiene que la comprobación de las noticias provocaría una disminución en el torrente de informaciones, algo que una cadena que está haciendo una cobertura de 24 horas de la guerra no puede tolerar. Sin embargo, la falta de contexto, la ausencia de confirmación, los detalles que son obviados, hacen un flaco favor al público que busca información con contenido sobre el conflicto. Ver pedazos de una guerra, desde el punto de vista de un periodista o fotógrafo o cámara que se encuentra allí en ese momento no es lo mismo que saber lo que está ocurriendo realmente. En 2003 los medios llevaron un nuevo elemento tecnológico a la guerra de Irak, el videoteléfono, un elemento que modificó la forma de informar sobre la guerra. Este aparato permite las transmisiones en tiempo real desde cualquier lugar sin la necesidad de estipular turnos para un satélite aunque la imagen y la voz suelen aparecer algo distorsionadas. Fueron más de seiscientos los periodistas que se unieron a las fuerzas norteamericanas armadas con casi un centenar de cámaras de televisión por todo el campo de batalla. De hecho se incide en la posibilidad de que estos periodistas perdieran su imparcialidad al formar equipo con los militares. Hoskins cree que en esta guerra se pusieron en práctica nuevas formas de hacer la información que solo fueron posibles gracias a los avances técnicos ocurridos entre 1991 y 2003. El autor también estipula que hasta cierto punto parece que los avances técnicos de la televisión corrieron parejos al de la maquinaria bélica moderna. 1

Upload: rebeca-sanchez-andrade

Post on 21-Oct-2015

8 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: Guerra televisada de Andrew Hoskins.pdf

Alumna: Rebeca Sánchez Andrade

Guerra televisadaAndrew Hoskins

En el texto que nos ocupa, el autor afirma que en las guerras contemporáneas -de Vietnam a Irak-, latransmisión en vivo, la instantaneidad de acontecimiento es la principal característica de lacobertura llevada a cabo por los medios de comunicación. A través de la pantalla de nuestrostelevisados podemos asistir a todo el proceso bélico desde la comodidad de nuestros sofás:amenazas entre países, invasiones, declaraciones de guerra, pactos, alianzas, bombardeos, ciudadesdevastadas... La guerras llegan al espectador convertidas en realities fácilmente digeribles, realitiesque se pueden ver en tiempo real – como si estuviésemos siguiendo un Gran Hermano sangriento-desde diferentes ópticas dependiendo de la cadena que emita la información y de su ámbito deinfluencia.

Hoskins contrapone las coberturas que se dieron de la guerra de Irak (2003-2011) y de la guerra delGolfo (1990-1991). En la primera la transmisión del conflicto se hizo a través de la construcción deun discurso sobre la guerra, un discurso acompañado de imágenes que no situaban en el meollo nide la acción ni de las penurias de la población civil. Esto evolucionó hacia una catarata deimágenes desde diferentes posiciones de la contienda. Lamentablemente, esta profusión deimágenes no ayuda a comprender las dimensiones reales del conflicto porque pocas veces vienenacompañadas de un discurso sobre lo que los televidentes están viendo. Es más, el autor exponeque la nueva tecnología aplicada a los medios de comunicación, en lugar de darle más autonomía ycapacidad para la indagar en los hechos, lo que hace es simplificar los hechos y distorsionar larealidad para amoldarla a un discurso que distorsiona, a conveniencia, los acontecimientos.

Analizando las coberturas en vivo que se hace de los conflictos armados, Hoskins sostiene que lacomprobación de las noticias provocaría una disminución en el torrente de informaciones, algo queuna cadena que está haciendo una cobertura de 24 horas de la guerra no puede tolerar. Sin embargo,la falta de contexto, la ausencia de confirmación, los detalles que son obviados, hacen un flacofavor al público que busca información con contenido sobre el conflicto. Ver pedazos de una guerra,desde el punto de vista de un periodista o fotógrafo o cámara que se encuentra allí en ese momentono es lo mismo que saber lo que está ocurriendo realmente.

En 2003 los medios llevaron un nuevo elemento tecnológico a la guerra de Irak, el videoteléfono,un elemento que modificó la forma de informar sobre la guerra. Este aparato permite lastransmisiones en tiempo real desde cualquier lugar sin la necesidad de estipular turnos para unsatélite aunque la imagen y la voz suelen aparecer algo distorsionadas. Fueron más de seiscientoslos periodistas que se unieron a las fuerzas norteamericanas armadas con casi un centenar decámaras de televisión por todo el campo de batalla. De hecho se incide en la posibilidad de queestos periodistas perdieran su imparcialidad al formar equipo con los militares.

Hoskins cree que en esta guerra se pusieron en práctica nuevas formas de hacer la información quesolo fueron posibles gracias a los avances técnicos ocurridos entre 1991 y 2003. El autor tambiénestipula que hasta cierto punto parece que los avances técnicos de la televisión corrieron parejos alde la maquinaria bélica moderna.

1

Page 2: Guerra televisada de Andrew Hoskins.pdf

Alumna: Rebeca Sánchez Andrade

Las televisiones de los Estados Unidos disponían de los recursos y los medios para transmitir endirecto el conflicto. La Fox fue la que mejor aprovechó la oportunidad e hizo una amplia coberturade la guerra que se vio avalada por unos altos índices de audiencia. También hay que nombrar eneste caso a la CNN que organizó versiones diferentes de las informaciones facilitadas a losestadounidenses para ser utilizadas en los televidentes de Europa. Así satisfacía a diferentes tipos deespectadores pero por el camino se dejaba el rigor profesional. La competencia mundial por lasaudiencias parece que allana el camino hacia el paradigma de “noticias al gusto del consumidor”.

2