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47 Hay una pregunta muy sencilla respecto a los mapas literarios: ¿qué hacen exactamente, es decir, qué hacen que no puedan hacer las pala- bras, porque, si se pueden hacer con palabras, los mapas resultan super- fluos? Tómese el ensayo de Bajtin sobre el cronotopo: es el mayor estu- dio jamás escrito sobre el espacio y la narrativa y no tiene un solo mapa. La Geografia e storia della letteratura italiana, de Carlo Dionisotti, tam- poco. The Country and the City, de Raymond Williams, tampoco. Espaces romanesques du XVIIIe siècle, de Henri Lafon… ¿Añaden los mapas algo a nuestro conocimiento de la literatura? I Los relatos de aldea fueron un género británico popular en el primer cuar- to del siglo XIX, que alcanzó su punto culminante con Our Village [Nues- tra aldea], de Mary Mitford, publicada en cinco volúmenes entre 1824 y 1832. La aldea era Three Mile Cross, en Berkshire (figura 1), 20 kiló- metros al sur de Reading, en la carretera hacia Hampshire, y la carretera se menciona explícitamente en el esbozo inicial de Mitford, donde tam- bién forma la base para que la autora presente la aldea como una casa tras otra a lo largo de una «calle desordenada, en curva». Así que uno piensa en Yonville 1 , y se imagina esta aldea de 200 ó 300 personas como un mero sitio de paso entre dos lugares más grandes (Effi Briest: «No, el expreso Gdansk–Berlín no para aquí…»). Fácil. Después, al hacer un mapa del libro, todo cambia. Los veinticuatro rela- tos incluidos en el primer volumen de Mitford, como muestra la figura 2, se disponen en forma de pequeño sistema solar, en el que la aldea ocupa el centro del patrón, con dos anillos concéntricos a su alrededor. El pri- ARTÍCULOS GRÁFICOS, MAPAS, ÁRBOLES Modelos abstractos para la historia literaria II FRANCO MORETTI 1 «Fuera de esto, pocas cosas quedan ya por ver en Yonville. La única calle, del largo que podría ser recorrido por un tiro de escopeta y en la que no hay más que unas pocas tien- das» (Madame Bovary, II. I [traducción tomada de la versión de Ediciones Orbis, Barcelona 1988, p. 87]).

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Page 1: GRÁFICOS, MAPAS, ÁRBOLES · tos incluidos en el primer volumen de Mitford, como muestra la figura 2, se disponen en forma de pequeño sistema solar, en el que la aldea ocupa el

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Hay una pregunta muy sencilla respecto a los mapas literarios: ¿quéhacen exactamente, es decir, qué hacen que no puedan hacer las pala-bras, porque, si se pueden hacer con palabras, los mapas resultan super-fluos? Tómese el ensayo de Bajtin sobre el cronotopo: es el mayor estu-dio jamás escrito sobre el espacio y la narrativa y no tiene un solo mapa.La Geografia e storia della letteratura italiana, de Carlo Dionisotti, tam-poco. The Country and the City, de Raymond Williams, tampoco. Espacesromanesques du XVIIIe siècle, de Henri Lafon… ¿Añaden los mapas algo anuestro conocimiento de la literatura?

I

Los relatos de aldea fueron un género británico popular en el primer cuar-to del siglo XIX, que alcanzó su punto culminante con Our Village [Nues-tra aldea], de Mary Mitford, publicada en cinco volúmenes entre 1824y 1832. La aldea era Three Mile Cross, en Berkshire (figura 1), 20 kiló-metros al sur de Reading, en la carretera hacia Hampshire, y la carreterase menciona explícitamente en el esbozo inicial de Mitford, donde tam-bién forma la base para que la autora presente la aldea como una casatras otra a lo largo de una «calle desordenada, en curva». Así que unopiensa en Yonville1, y se imagina esta aldea de 200 ó 300 personas comoun mero sitio de paso entre dos lugares más grandes (Effi Briest: «No, elexpreso Gdansk–Berlín no para aquí…»). Fácil.

Después, al hacer un mapa del libro, todo cambia. Los veinticuatro rela-tos incluidos en el primer volumen de Mitford, como muestra la figura 2,se disponen en forma de pequeño sistema solar, en el que la aldea ocupael centro del patrón, con dos anillos concéntricos a su alrededor. El pri-

ARTÍCULOS

GRÁFICOS, MAPAS, ÁRBOLESModelos abstractos para la historia literaria II

FRANCO MORETTI

1 «Fuera de esto, pocas cosas quedan ya por ver en Yonville. La única calle, del largo quepodría ser recorrido por un tiro de escopeta y en la que no hay más que unas pocas tien-das» (Madame Bovary, II. I [traducción tomada de la versión de Ediciones Orbis, Barcelona1988, p. 87]).

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mer anillo está más cercano a la aldea y se centra principalmente en lasrelaciones personales («Ellen», «Hannah», «Cousin Mary» [«la prima Mary»]);el segundo anillo, más numeroso, se encuentra a 3 kilómetros y resaltalos espectáculos naturales («Frost and Thaw» [«la helada y el deshielo»],«Violeting» [«la recogida de violetas»], «The first primerose» [«la primera prí-mula»]) y los acontecimientos colectivos como el críquet y la celebraciónde la fiesta de mayo. Pero en ambos casos, la senda «de B– a S–», tan pre-sente al comienzo del libro, ha desaparecido: aquí, el espacio narrativono es lineal, sino circular. Lo cual resulta sorprendente: mientras realiza-ba los mapas de los géneros del siglo XIX para Atlas of the European Novel I,encontré todo tipo de formas –trayectorias lineales, campos binarios,triangulaciones, relatos multipolares– pero nunca un patrón circular. ¿Dedónde proceden, entonces, estos anillos?

FIGURA 1. Three Mile Cross

Un pequeño vecindario es tan bueno en la sobria y despierta realidad como en lapoesía o en la prosa; un vecindario de aldea, como este caserío de Berkshire en elque escribo, una calle larga, desordenada y zigzagueante, al fondo de un hermo-so promontorio, con una carretera que lo atraviesa, siempre lleno de carros, caba-llos y carruajes, y últimamente avivada por una diligencia de B– a S–.

Mary Mitford, Our Village

Fuente: Thomas MOULE, The English Counties delineated [1837], Londres, 1994

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Three Mile Cross

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FIGURA 2. Mary Mitford, Our Village, volumen I [1824]

II

John Barrell, The Idea of Landscape and the Sense of Place 1730-1840:

Tenemos la sensación de que podría decirse que una parroquia de cam-pos abiertos a finales del siglo XVIII y principios del XIX [exactamente lo quees la de Our Village ] presentaba una geografía distinta dependiendo dequién la mirase: así, para aquellos de sus habitantes que rara vez traspa-saban los límites de la parroquia, ésta constituía, por así decirlo, el centrodel paisaje […]. Para aquellos habitantes acostumbrados a salir al exterior,sin embargo, y para los viajeros que la atravesaban, la parroquia […] no sedefinía por un sistema de geografía circular, sino lineal2.

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2 John BARRELL, The Idea of Landscape and the Sense of Place 1730-1840, Cambridge, 1972,p. 95. Respecto a las fuentes de los dos mapas de Helpston (figuras 3 y 4), véanse laspp. 225-227.

1 milla

A visit[Una visita]

Hannah

Nutting[La recogida de nueces]

Tom Cordery

A country cricket match[Un partido de críquetcampestre]

Frost and thaw[Hielo y deshielo]

The great farm-house[La casa grande]

The first primrose[La primera prímula]

Cousin Mary[La prima Mary]

Ellen

The cowslip ball[El baile de las prímulas]

Violeting[Cogiendo violetas]

Bramley Maying[La fiesta de mayo en Bramley]

Lucy

The hard summer[El duro verano]

Aldea: Our village [Nuestra aldea]; Lucy;The talking lady [La dama que habla];An old bachelor [Un viejo solterón]A village beau [Un pretendiente aldeano];Mrs. Mosse; Aunt Martha [La tía Martha];A parting glace at our village [Una últimamirada a nuestra aldea]

Ciudad de BHannahModen antiques;[Antigüedades modernas]The talking gentleman[El caballero que habla]

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FIGURA 3. La parroquia de Helpston en 1809, antes del vallado

La sensación de espacio característica que producía la topografía y organizaciónde una parroquia de campos abiertos era circular, mientras que el paisaje de uncercamiento parlamentario* expresaba una sensación más lineal […]. La aldea deHelpston se encuentra en el centro de la parroquia, donde se juntan los tres cam-pos de la misma: estos campos forman en torno al emplazamiento una especie decírculo, que representa el área en la que los aldeanos trabajan y se mueven.

John Barrell, The Idea of Landscape and the Sense of Place 1730-1840

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* Parliamentary enclosure: vallado de tierras de labor y comunes mediante ley parlamenta-ria [N. de la T.].

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FIGURA 4. La parroquia de Helpston en 1820, después del vallado

La idea que un párroco tiene de camino es que debería avanzar de una aldea aotra como un hilo a través de las cuentas: piensa en la carretera como algo en cier-to sentido anterior a las aldeas que se asientan a su lado, y no en las aldeas queantes existían por separado.

John Barrell, The Idea of Landscape and the Sense of Place 1730-1840

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Un «sistema de geografía» circular y otro lineal: tras estas dos perspectivassubyace la drástica transformación del espacio rural provocada por loscercados parlamentarios, que Barrell tan bien visualiza en sus dos mapasde Helpston, y en la que un sistema perceptivo centrado en la aldea ais-lada es sustituido por una red abstracta de carreteras (figuras 3 y 4). Sobreeste trasfondo, el patrón espacial de Our Village se aclara: al comenzarcon una perspectiva lineal y después cambiar a otra circular, Mitfordinvierte la dirección de la historia, haciendo que sus lectores urbanos(Our Village fue publicado por Whitaker, Ave-Maria-Lane, Londres) mirenel mundo de acuerdo con el punto de vista «centrado», más antiguo, deuna aldea de campos abiertos. Y la clave de este cambio perceptivo seencuentra en el episodio más común de Mitford: el paseo por el campo.Relato tras relato, la joven narradora sale de la aldea, cada vez en unadirección diferente, llega a los destinos mostrados en la figura 2, despuésda la vuelta y regresa a casa. «Cuando un sistema es libre de extender suenergía en el espacio –escribe Rudolf Arnheim– envía sus vectores uni-formemente a todo su alrededor, como rayos que manaran de una fuen-te de luz. El patrón […] resultante es el prototipo de la composición cén-trica.»3 Exactamente: a partir de los movimientos libres de la narradora deOur Village, que se extienden uniformemente todo alrededor, como lospétalos de una margarita, cristaliza un patrón circular; como ocurre, yaveremos, en todos los relatos de aldea, de los que éste constituye el cro-notopo fundamental. Pero, para contemplar este patrón, debemos primeroextraerlo del flujo narrativo, y una forma de hacerlo es con un mapa. Noquiere decir, por supuesto, que el mapa sea en sí una explicación; peroal menos nos muestra que hay algo que debe explicarse. Vayamos paso apaso.

III

Un patrón circular en Helpston antes del vallado; y un patrón circular enOur Village. Pero con una diferencia: en los paseos de Mitford, el «círcu-lo aproximado […] en el que los aldeanos trabajan y se mueven» deBarrell se transforma en espacio de ocio más que de trabajo. Paseos len-tos y tranquilos, irreflexivos, felices, en compañía de un galgo llamadoMay; todo alrededor, un paisaje rural lleno de pintorescas vistas natura-les, pero en el que muy pocas personas están realmente haciendo algo.Decorativo: por cada página dedicada a las labores agrícolas, debe dehaber veinte sobre flores y árboles, descritas con precisión meticulosa. Enconsecuencia, si bien se consigue que los lectores urbanos compartan lapercepción espacial de la aldea, también es cierto que este espacio hasido profundamente gentrificado; como si Mitford hubiera viajado hacia

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3 Rudolf ARNHEIM, The power of the center. A study of composition in the visual arts, nuevaversión, Berkeley y Los Ángeles, 1988, p. 4 [ed. cast.: El poder del centro: estudio sobre lacomposición en las artes visuales, Madrid, Ediciones Akal, 2001].

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delante en el tiempo y descubierto lo que los moradores de las ciudadesquerrían encontrar en el campo durante una breve visita de fin de sema-na. No es sorprendente que los paseos campestres fueran, con mucho, laparte más popular de Our Village y siguieran imprimiéndose por separa-do, mientras el resto caía en el olvido.

Tras las figuras 2 y 3 subyacen, por lo tanto, experiencias del espaciosocial muy distintas. El «sistema geográfico» ofrecido por Barrell en 1809corresponde a la cultura omnipresente y prácticamente sumergida de lasrutinas diarias –la localización de los campos, los caminos locales, la per-cepción de las distancias, el horizonte– que los historiadores suelen lla-mar mentalité y que a menudo va emparejada con la realización del tra-bajo material. La pulcra estilización que Mitford hace del espacio rural, sinembargo –con su alquímica transmutación del «círculo aproximado» detrabajo en un anillo de placer–, no es mentalité, sino ideología: la visióndel mundo que tiene un actor social diferente (un visitante urbano), cuyosmovimientos reproducen el perímetro de la mentalité rural, pero al mismotiempo invierten completamente sus asociaciones simbólicas.

Un mapa de la ideología que emerge de un mapa de la mentalité, queemerge del sustrato material del territorio físico. Ciertamente, las cosas nosiempre están tan claras. Pero cuando lo están, resulta interesante.

IV

La «estilización» del espacio era claramente el objetivo secreto del geó-grafo alemán Walter Christaller en su ambicioso estudio Central places inSouthern Germany. Escrito a comienzos de la década de los treinta, ellibro explica la distribución espacial de los centros urbanos basándose enla división social del trabajo: las ciudades proporcionan servicios espe-cializados, escribe Christaller [«servicios bancarios, administración, ofertasculturales y espirituales (iglesia, escuela, teatro, organizaciones profesio-nales y empresariales), sanidad»], que para llegar a tantos clientes comosea posible se sitúan en «unos cuantos puntos necesariamente centrales,que deben consumirse en muchos puntos dispersos»4. Cuanto más espe-cializado sea el servicio, más «central» será también, y sobre este principiosociogeométrico surge la jerarquía urbana sintetizada por el propio Chris-taller en la figura 5. La norma aquí es sencilla: en torno al centro G de la

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4 Walter CHRISTALLER, Central places in Southern Germany [1933], Englewood Cliffs, NuevaJersey, 1966, p. 20. El modelo de Christaller presupone la existencia de un espacio «isotró-pico», en el que el movimiento puede darse con igual facilidad en todas las direcciones; esto,por supuesto, es una abstracción teórica, cuya validez se limita a los terrenos agrícolas lla-nos y homogéneos (como, de hecho, buena parte del sur de Alemania). La suposición deque se da un espacio isotrópico es el denominador común entre la teoría de Christaller y laestructura de los relatos de aldea; analizo brevemente la naturaleza problemática de estaidea en la nota 12.

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primera categoría hay una «región de mercado» que incluye seis centros Bde la segunda categoría, con servicios cada vez menos especializados; entorno al centro B hay seis centros K de la tercera categoría, y así sucesi-vamente, en una serie de hexágonos cada vez de menor tamaño que sub-dividen el territorio de acuerdo con el principio de «empaquetado com-pacto». En la parte inferior de la jerarquía, con un radio de 1 a 5kilómetros –un paseo en Our Village – radica lo que el libro llama la«región de orden inferior», y la figura 6, similar a la de Christaller, registragráficamente los servicios ofrecidos por la aldea de Mitford y por los otroslugares mencionados en su libro.

FIGURA 5. Lugares centrales

Fuente: Central places in Southern Germany

En la aldea: zapatero, herrero, carpintero, albañil; en Londres y en las otrasciudades: profesores de francés, sombrereros, sastres de moda, carreras decaballos. Necesidades diarias serias frente a superfluidades frívolas: ésta es lageografía social de Mitford. Tiene sus raíces en una de las formas narrativasmás antiguas y extendidas: el idilio. «Nacimiento, trabajo, amor, matrimonio,muerte», escribió Bajtin de su cronotopo de longue durée: «sólo algunas delas realidades básicas de la vida […] un mundo pequeño […] suficiente en símismo, no vinculado de manera intrínseca con otros lugares»5. Suficiente ensí mismo: por eso los relatos de la aldea se organizan en patrones circulares:un círculo es una forma sencilla, «natural», que maximiza la proximidad decada punto respecto al centro del «mundo pequeño» y que simultáneamentelo sella respecto al enorme universo que se encuentra más allá de su perí-metro. «Azúcar y café y sal: no necesitábamos nada más del mundo exterior»,

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5 Mikhail BAKHTIN [Mijail Bajtin], «Forms of Time and of the Chronotope in the Novel» [1937-1938],The dialogic imagination, Austin, 1981, p. 225.

Lugar G

Lugar B

Lugar K

Lugar A

Lugar M

Límite de la región G

Límite de la región B

Límite de la región K

Límite de la región A

Límite de la región M

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Sdeclara orgullosamente la protagonista de un relato de aldea alemán delmismo periodo, la Brigitta de Auerbach. Pero el pasado de ese «necesitába-mos» es señal de que los tiempos del idilio están contados.

FIGURA 6. Mary Mitford, Our Village: división espacial del trabajo

En Our Village, el coadjutor, el zapatero o la posada son servicios centrí-petos, mientras que los cazadores de ratas, de topos o de pájaros –que seencuentran fuera de la aldea y cuya ocupación radica, tanto desde elpunto de vista práctico como desde el simbólico, en la frontera entreel mundo humano y el natural– son ejemplos del tipo más antiguo, como elmemorable vendedor ambulante de tinte para marcar a las ovejas queaparece en The Return of the Native, de Thomas Hardy. La débil divisióndel trabajo que se da en la aldea produce también muchas entidades de

Hazelbyfarmacéuticoemigrado/profesorpub/colegiopastelería/biblioteca

cazador de ratascazador de toposcazador de pájaros

granjerosaldeanos

gitanos

asilo de pobres

coadjutorzapateroherrero/policíafabricante de cuelloscarpinterofabricante de ruedasalbañilposadabazar

AscotCarreras

Ciudad de B–sombrereromilitarescómica ambulante«esqueleto viviente»teatroferia

inquilinos cosmopolitasde Rosedale

Londressocios de la «casa grande»sastre de moda«señora habladora»Mr. Moon el mago

2 millas

Hay dos métodos principales por los que se pueden distribuir los bie-nes al consumidor: es posible ofrecérselos en un lugar central al queel consumidor debe acudir, o trasladarse con los productos y ofre-cérselos al consumidor en su residencia. El primer método conducenecesariamente a la formación de lugares centrales o plazas demercado; el segundo, sin embargo, no necesita lugares centrales. Entiempos más antiguos, el vendedor ambulante era mucho más fre-cuente que hoy. El buhonero, el afilador, el trovador de la EdadMedia y el sacerdote ambulante, todos ellos llevaban las mercan-cías al consumidor.

Walter Christaller, Central Places in Southern Germany

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propósito múltiple, como el «bazar de productos diversos» de la tienda dela aldea, el herrero que ejerce de policía, o personajes como John Wilson,«un tipo amable, que sabe hacer de todo: empajador de tejados, carpin-tero, albañil, pintor, jardinero, guardabosque».

V

La cambiante geografía de los relatos de aldea se pone especialmente demanifiesto en otro libro de la década de los veinte del siglo XIX, Annalsof the Parish [Anales de la parroquia] (1821), de John Galt. La parroquiaes Dalmailing, cerca de la costa occidental de Escocia, y el texto cubre elmedio siglo que transcurre de 1760 a 1810: cada año un capítulo, en elque el ministro Balwhidder registra los principales acontecimientos en unmodo de escritura analítica prolijo y a menudo confuso (incendios, bodas,guerra, nacimientos, portentos…), del que los primeros diez años dellibro –proyectados en la figura 7– ofrecen un ejemplo típico. Aquí, desdela aún idílica vida diaria de Dalmailing, en la esquina inferior izquierda(«nacimiento, trabajo, matrimonio, muerte…»), podemos seguir dos hilosposibles que unen los elementos fundamentales de la figura. El primeropasa por Irville (Irvine), Glasgow y Edimburgo, y muestra el funciona-miento del sistema de lugares centrales: la escuela en Irville, la universi-dad en Glasgow, abogados y médicos en Edimburgo las noticias desegunda mano en Irville y las de primera mano en Glasgow; banquete,luna de miel, lápida de mármol… A medida que los servicios comienzana ser más inusuales, «ascienden» en la jerarquía urbana y se alejan de Dal-mailing, pero, dado que el mundo de Galt está aún compuesto por nece-sidades diarias sencillas, rara vez se requieren dichos servicios, y los luga-res centrales como Edimburgo o Londres apenas se mantienen visibles.

Extremadamente visibles, por el contrario, son las múltiples «novedades»enumeradas en la segunda columna de la izquierda, que llegan a la parro-quia desde la Indias Occidentales, el Báltico y otros lugares sin especificar.Tras ellas se encuentra el Imperio británico, por supuesto, pero mucho másaún el mero hecho de la distancia: en Dalmailing, un loro, Rososolus, o uncocker-nut (la ortografía semineerlandesa que Balwhidder utiliza para coco-nut [coco]) son cosas verdaderamente de otro mundo. Maravillas. O, demanera más prosaica, lujos; productos del comercio de larga distancia quebrillan por un momento en el horizonte de lo cotidiano, dejando tras ellosuna sensación de universos inconmensurables: por un lado, el nacimiento,el trabajo, el matrimonio y la muerte; por el otro, el coco, el bálsamo deRiga, el loro y el cordial de Danzig. El Hogar y el Mundo. Pero, dado queel mundo no cambia realmente la existencia diaria (sus maravillas son todassingulares: un burro, un coco, una botella de esto y de aquello), la antíte-sis es radical al tiempo que irrelevante irrelevante: las maravillas aparecen,son admiradas y después se desvanecen (excepto el té, por supuesto). Elmundo es un lugar asombroso, pero el idilio de Dalmailing sigue comosiempre, «sin ligarse de manera intrínseca a otros lugares».

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Am

érica: rumores de rebelión

Noruega: expansión

del comercio de carbón

Edinburgh [100 km]:

consulta médica

un antiguo alumno se hace cargo

lápida de márm

ol

Glasgow

[40 km]:

va a la universidadel cuñado va al institutonoticias [de prim

era mano]

queso al mercado [ocasional]

nueva maestra

luna de miel

muchas cosas útiles

confección de trajes

gitanosLondreslord E

glesham visita sus tierras

Franciaregresa un prisionerovuelve un hom

bre de la academia m

ilitar«artilugios de som

brería franceses»

Irlanda: «irlandeses salvajes en busca de trabajo»

Dalm

ailing: vida diariaD

almailing: novedades

téperallorococoburroconfección de trajesnom

bres nuevos para los niñosbálsam

o de Riga

cordial de Dantzick

primer m

arino de D

almailing

taberna

Irville [4-5 km]:

los niños van al colegionoticias [segunda m

ano]m

antequilla al mercado

[con regularidad]la posada organiza el banquetela posada proporciona el carruajem

aestro de bailebarca para transportar carbón de B

elfast

Varias aldeas [8-15 km

]:encuentra a su prim

era esposaencuentra a su segunda esposacontrabandom

arinerospatrón de barco perdido en el m

arse hunden pozos de carbón

llegada del pastorllegada de la sra. M

alcolmm

atrimonios

nacen niños ilegítimos

nacen gemelos

nacen terneros gemelos

viruela«m

aravilla natural» [un sapo]m

uere el mecenas del

pastorm

uere el viejo maestro

muere la esposa del pastor

muere el destilador de

hierbasm

uere la maestra

arde el molino

incendio en una fincalocalcierra el colegio/vuelve a abrircontrabandoabre la m

erceríaarre glo del cam

ino real

FIG

UR

A 7: John Galt, A

nn

als of the P

arish: prim

era década [1760-1769]

India: un nabad

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Pero en 1788 se construye una hilandería de algodón –«nada parecido alo que habíamos visto antes, en nuestros tiempos y en nuestra genera-ción»– y con ella la ciudad fabril de Cayenneville; y las coordenadas espa-ciales de la parroquia cambian para siempre. Si se compara la primeradécada del libro con la última, esbozada en la figura 8, es imposible pasarpor alto la drástica recentralización de la vida social inducida por lasmanufacturas: el sentimiento de «región», tan fuerte una generación antes–la vida diaria de Dalmailing, el Irville donde los niños iban al colegio,las aldeas de donde procedían las esposas…–, ha desaparecido, sustitui-da por una «red de reciprocidades comerciales» (Cayenneville-Glasgow-Manchester-Londres), de las que «cada toque o conmoción se percibe ennuestra esquina» (año 1808). Entre el Hogar y el Mundo se ha introduci-do una nueva realidad espacial, que los subordina a ambos: el mercadonacional, cuya distancia intermedia está atravesada cada semana, si nocada día, por esas novedades regulares –libros, periódicos, políticas: todosplurales– que seguirán multiplicándose a lo largo del siglo XIX industrial.De la antigua Era de las Maravillas, sólo sobrevive una tortuga.

FIGURA 8. John Galt, Annals of the Parish: última década [1801-1810]

Glasgow:abre una iglesia católicael director de la hilandería de algodón va allíuna empresa compra la hilandería

Cayenneville [4-5 km]:una tortugalibreríadiarios londinenses Manchester:jacobinismo capataz de la hilandería de algodónse abre/cierra una iglesia

católicalos trabajadores «ingeniero inglés»

pagan su propia iglesia la empresa deja de pagar el capataz se suicida Londres:

una empresa compra parte de Cayennevilleel director de la hilandería va allí

Dalmailing: el hijo huérfano del capataz es enviado allípárroco poeta:la posada compra

su propio carruajedesfile en la aldearelajación de la

disciplina religiosaasientos vacíos en

la iglesianuevos hábitos en

los entierrosmatrimonios Francia:

temores de invasión

Año 1801: a menudo supone para mí una curiosa fuente de meditación el que, amedida que la parroquia aumenta en población, resulte haber menos causas dig-nas de registro. Las cosas que en días anteriores habrían causado gran discurso ycavilación se olvidan con el día en que suceden.

John Galt, Annals of the Parish

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VI

Una última colección, alemana esta vez. Schwarzwälder Dorfgeschichten,escrita por Bertold Auerbach entre 1843 y 1853, figuró entre los libros másvendidos del siglo, y la figura 9 esquematiza aproximadamente un terciode los Dorfgeschichten recogidos en la edición de 10 volúmenes editadapor Cotta en 1940. También aquí tres espacios se interrelacionan y com-piten por la atención. El primero es el compuesto por Nordstetten y lasotras aldeas de la Selva Negra, y sus rasgos deberían sernos ya familiares:ámbito geográfico reducido, necesidades diarias, servicios básicos; todocontenido en el mismo patrón circular que hemos hallado en Gran Bre-taña. Pero si la lógica espacial del idilio es más o menos la misma entodas partes (probablemente debido a su extremada simplicidad narrati-va), el espacio internacional de Auerbach es ya bastante distinto del deMitford o el de Galt: en lugar de maravillas esporádicas, encontramosrecuerdos de guerra (Alemania era «el campo de batalla de Europa», enpalabras de Thomas Mann), amenazas de competencia económica y,especialmente, el basso continuo de la emigración (América en primerlugar; después Suiza, Francia, Grecia, Rusia, España…). Excepto a Suiza,que está muy cerca, la narración nunca se traslada realmente a estos paí-ses extranjeros, presentando el mundo como una alternativa concreta a lavida en casa; y en los momentos más optimistas –la fundación de «Nords-tetten, Ohio», por ejemplo–, como un verdadero segundo hogar.

Pero mientras tanto, al igual que antes en Galt, un tercer espacio, cuasi-nacional («cuasi» porque aún falta casi una generación para que Alemaniase unifique), está penetrando a la fuerza en la vida de la aldea a travésde «lugares centrales» como Horb, Friburgo, Rottenburg y Stuttgart. Lo queencontramos allí, sin embargo, no son fábricas, como en Gran Bretaña,sino juzgados, cárceles, barracones del ejército, y similares. El Estado. ElEstado como represión: una lúgubre determinación de conseguir el mono-polio de la violencia legítima que declara ilegales las tradiciones regiona-les, recluta personas en contra de su voluntad, las lleva a juicio, las encar-cela si se escapan… «Habéis ordenado y mandado tanto que no quedanada por ordenar o mandar», se queja el representante de Nordstetten aun juez de condado en el relato titulado «Buen gobierno»: «Y acabaréis porponer un policía detrás de cada árbol para evitar que éste se pelee conel viento y beba demasiado cuando llueva»6. Aquí, hasta los rivales en elamor –guardabosques, soldados, agrimensores– pertenecen a cuerposrepresivos.

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6 Después, más amenazadoramente: «Queréis quitárnoslo todo: ahora, resulta que hay algoque estamos decididos a conservar». Levantando su hacha y rechinando los dientes, conti-núa: «Y, aunque tenga que partir todas las puertas que hay entre mí y el rey con esta mis-mísima hacha, no dejaré que me la quitéis de las manos. Desde tiempos inmemoriales tene-mos derecho a portar hachas».

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FIGURA 9. Schwarzwälder Dorfgeschichten [1843-1845], de B. Auerbach

La formación de los Estados-nación comportó un conflicto entre lealtadesnacionales y locales, escribió Charles Tilley, y helo aquí: la lealtad localhacia una patria más antigua y pequeña que se resiste porfiadamente a

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Tubinga:universidad

Rottenberg:juicio

Alsacia:emigración

Baden-Baden:gran hotelpérdidas en el juego

Pforzhelm:platero

posible demandanterival afortunado

Crailsheim[150 km]:viejo amigo

Schwäbisch may[130 km]:viejo amigo

Rottwell:convento/escuela

Ulm [80 km]:pipa famosa

Ehlingen [65 km]:convento/escuela

bodabodaboda asesinatocoadjutor

herreroalbañilcarpinteromaestrotabernaayuntamientomayo seducción

suicidio

paseo en trineobaileferiapeleascontrabandistas

Neustadt:viejo amigo

Freiburgo:juiciodisección de cadáver

Horb:ejércitocárcelcárceltribunalinstituto de secundariadoctoragrimensoroficial de reclutamientotraje de bodapérdidas en el juego

Stuttgart [80 km]:ejércitotribunal de apelacionesperiódicoespeculación fallidapintorrival afortunado

Ludwigsburg:ejércitopenitenciaría

Nordstetten

Otras aldeas

2 millas

Españamuere el hermanola armada se escapaemigraciónemigración

Suizaemigraciónemigracióncompetencia

Franciaejército invasorcompetencia

Balcanesun aldeano toma la nacionalidad turca

Rusiaemigraciónfallecen aldeanosreloj especial

Greciaespeculación fallida

Estados Unidosemigraciónemigraciónemigraciónemigraciónemigracióncompetenciaestafador

Brasiljuicioaldeano arruinado

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ser integrada en la Alemania que está a punto de llegar. Heimat frente aVaterland; los rituales colectivos tan queridos por Auerbach (y Mitford);nuestra aldea; nuestra sociedad (el título del primer capítulo de Cran-ford, la colección de aldea escrita por Elizabeth Gaskell, cuya última pala-bra es us, «nosotros»). «¡Estar autorizados a decir nosotros !», exclama Mit-ford en «A country cricket match» [«Un partido de críquet en el campo»]; ysi rastreamos la difusión de este pronombre en la cultura del siglo XIX, dosformas –dos formas rivales de identidad colectiva– sobresalen inmediata-mente del resto: los relatos de aldea y los himnos nacionales7. Que laforma local se inclina hacia la forma más próxima e «incluyente» (nos-otros, indicando yo + vosotros) y el himno nacional hacia la más marcial,la «excluyente» (nosotros, indicando yo + ellos frente a vosotros: guerra,enemigo, gloria…), es el adecuado toque final a la oposición simbólicade ambas.

En su animosidad contra la centralización nacional, los relatos de aldeadivergen drásticamente de las novelas provinciales con las que a menu-do se confunden y, en todo caso, se acercan mucho más a las novelasregionales: como queda claro en la explícita conjunción de Auerbach(relatos de Aldea de la Selva Negra), o posteriormente en Hardy. «Laregión es un lugar en sí mismo –escribe Ian Duncan–, la fuente de sus pro-pios términos de significado e identidad […], mientras que la provincia sedefine por su diferencia [de la capital].»8 Exactamente: aldea y región sonmás o menos patrias alternativas, mientras que las provincias personificanla capitulación de la realidad local ante el centro nacional: la idea queEmma Bovary tiene de que la vida es «quelque chose de sublime» en París(o Madrid, o Moscú) y un desierto en cualquier otro lugar9. Como la pro-

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7 De los veintiocho himnos europeos que yo he podido comprobar, veintidós establecen uncampo semántico significativo en torno a la primera persona del plural, comenzando porsupuesto con la mismísima primera palabra –Allons– del mayor de todos. Nada parece tanesencial en los himnos nacionales como este signo gramatical de identidad colectiva; inclu-so el nombre del país recibe menos menciones (20), mientras que el campo semántico de«gloria» tiene 19; «pasado» y «guerra», 15; «enemigo» y «naturaleza», 13, y «Dios», sólo 12. Esmuy interesante que los tres himnos nacionales más antiguos que la Marsellesa –el holan-dés, el inglés y el danés: Guillermo de Nassau, Dios Salve a la Reina y Rey cristiano– pon-gan en primer plano la figura del soberano y no muestren interés por la primera personadel plural (excepto el Dios salve a la Reina, que, sin embargo, lo coloca en la posición deobjeto: «Que reine mucho tiempo sobre nosotros», «Dios nos salve a todos», «Que ella defien-da nuestras leyes»). La diferencia entre la base de identidad dinástica y colectiva queda her-mosamente captada en este detalle gramatical.8 Ian DUNCAN, «The Provincial or Regional Novel», en Patrick BRANTLINGER y William THESING

(eds.), A companion to the Victorian novel, Oxford, 2002.9 Probablemente la razón de que Londres no disfrute de la misma categoría mítica que otrascapitales europeas sea que las provincias inglesas poseían una mayor confianza en sí mis-mas que sus homólogas continentales, especialmente después de «sus» revoluciones indus-triales (Manchester, Birmingham, Leeds, Sheffield…). El vacío sentimiento de irrealidad deEmma Bovary o de Ana de Ozores o de las tres hermanas Prozorov es, por consiguiente,difícil de imaginar en lugares como Milton o Middlemarch: llenos de problemas, ciertamen-te, pero donde la vida es absolutamente real.

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vincae de la antigüedad, sometida a Roma pero a la que se niega la ciu-dadanía plena, las provincias son entidades «negativas», definidas por loque no está ahí; lo cual también explica, por cierto, por qué no se pue-den hacer mapas de las novelas provinciales; es imposible proyectar loque no está. Sucede; hay formas no proyectables (los relatos de Navidadson una, por razones diferentes), y estos inconvenientes, que al principiodecepcionan, son en realidad el signo de que un método todavía se man-tiene en contacto con la realidad: la geografía es una herramienta útil, sí,pero no lo explica todo. Para eso tenemos la astrología y la «Teoría».

VII

Qué hacen los mapas literarios… Primero, son una buena forma de pre-parar los textos para el análisis. Se elige una unidad –paseos, juicios, bie-nes de lujo, lo que sea–, se busca las veces que aparece, se localiza en elespacio… o en otras palabras: se reduce el texto a unos cuantos elemen-tos, se abstraen y se construye un objeto artificial nuevo. Un modelo. Y eneste punto empezamos a trabajar en un nivel «secundario», alejado deltexto: después de todo, un mapa siempre es una mirada desde la distan-cia; o resulta inútil, como el mapa que Borges hizo del imperio. La lectu-ra distante, he llamado a este trabajo en otra parte; en la que la distanciano es sin embargo un obstáculo, sino una forma de conocimiento especí-fica: menos elementos, y por consiguiente una percepción más aguda desu interrelación general. Formas, relaciones, estructuras. Patrones.

Y los patrones son de hecho lo que yo he estado analizando en este artícu-lo. ¿Pero son también el objeto adecuado del estudio geográfico? En unainteligente crítica al Atlas of the European Novel, el geógrafo italiano Clau-dio Cerreti ha cuestionado esta suposición, argumentando que los patro-nes implican una reducción cartesiana del espacio a la extensión, en laque «los objetos se analizan en función de posiciones y distancias recí-procas […] independientemente de que estén cerca o lejos unos de otros».Pero esto, continúa, no es realmente geografía: es geometría; de la mismaforma que las figuras del Atlas no son mapas, sino diagramas. Los dia-gramas parecen mapas, sí, porque se han «superpuesto a un plano carto-gráfico»: pero de la manera en que yo los analizo emerge inconfundible-mente su verdadera naturaleza, que hace caso omiso de la especificidadde los diversos emplazamientos, para centrarse casi por completo en susrelaciones mutuas; que es de hecho la forma de interpretar los diagramas,pero ciertamente no los mapas10.

Permítanme dar un ejemplo de lo que Cerreti quiere decir. La figura 10,reproducida del Atlas of the European Novel, es un mapa de jóvenes pro-tagonistas de novelas parisinas y de sus objetos de deseo; y recuerdo la

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10 Claudio CERRETI, Bollettino della Società Geografica Italiana, 1998, pp. 141-148.

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pequeña revelación que experimenté ante esta figura, al darme cuenta deque la mayor parte de los jóvenes viven en una orilla del Sena y sus ama-das en la orilla opuesta. La revelación, en otras palabras, fue París enforma de diagrama11: un conjunto de relaciones, no una agrupación deemplazamientos individuales. Veía que los jóvenes estaban en el BarrioLatino, por supuesto, y las mujeres en el creciente que va de FaubourgSt-Germain hasta la Caussé d’Antin, y lo expliqué; pero sin entusiasmo.Las posiciones específicas parecían ser la premisa de la cartografía, másque su resultado. Estos emplazamientos en sí no parecían muy significa-tivos, si se comparaban con las relaciones que el mapa había reveladoentre ellos.

FIGURA 10. Protagonistas de las novelas parisinas y sus objetos de deseo

Las relaciones entre emplazamientos resultan más interesantes que laslocalizaciones en sí… Pero para la geografía, los emplazamientos son sig-nificativos en sí mismos; la geografía no es sólo «extensión» (Cerreti denuevo) sino también «intensión»: «La cualidad de un espacio dado […], laestratificación de cualidades intrínsecamente diferentes y fenómenosheterogéneos»: en otras palabras, el Barrio Latino en cuanto Barrio Lati-no. Y tiene razón, por supuesto, y la razón por la que seguí «olvidando»

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11 O mejor, de nuevo, una sucesión de diagramas (figuras 46abcd del Atlas): primero, dóndeviven los muchachos; segundo, qué desean; tercero, dónde se abandonan a sus fantasías;cuarto, dónde acaban. Cada mapa fotografiaba una fase determinada del argumento. Fran-co MORETTI, Atlas of the European Novel, Londres, 1998, pp. 96-99 [ed. cast.: Atlas de la nove-la europea, Madrid, Trama Editorial, 2001].

Objetos de deseo

Du Tillet

Wenceslas

Popinot

Louis Lambert

D'Arthez

Lucien 2BlanchonRastignac

LousteauRaphaelLucienDerville

Martinon

Frédéric

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la geografía para centrarme en la geometría fue, ante todo, la ignorancia:para escribir el Atlas of the European Novel estudié algo de cartografía,pero sólo la había aprendido hasta cierto punto, y por eso cometí erro-res. Cierto. Pero, si seguí haciendo diagramas, y aún los hago –todas lasfiguras de este artículo son diagramas, que decidí no «superponer» a losmapas de Berkshire o del suroeste de Alemania para dejar más claro elargumento–, si sigo haciendo diagramas, es porque para mí la geometría«significa» más que la geografía12. Más, porque un patrón geométrico esuna forma demasiado ordenada como para ser fruto de la casualidad.Indica que aquí hay algo en funcionamiento; que algo ha hecho el patróncomo es.

Pero ¿qué?

VIII

«En todos los casos puede establecerse por igual –escribe D’Arcy Thomp-son en su extraño y maravilloso libro On Growth and Form– que la formade cualquier porción de la materia, ya sea viva o muerta, se debe a laacción de la fuerza. En resumen, la forma de un objeto es un “diagramade fuerzas”.»13 Diagrama: espacio cartesiano. Pero diagrama de fuerzas. Ladistribución de los acontecimientos entre las aldeas de la Selva Negra ylas ciudades administrativas es el diagrama de un conflicto entre las fuer-zas locales y las nacionales; los anillos de Mitford, el resultado de la atrac-ción gravitacional de la aldea sobre su deambulante narradora; el Parísdividido de Balzac, el campo de batalla entre la antigua riqueza y la ambi-ciosa juventud pequeñoburguesa. Cada patrón es una clave; casi una hue-lla digital de la historia. «La forma de un objeto es un “diagrama de fuer-zas”, en el sentido, al menos, de que a partir de él podemos […] deducirlas fuerzas que […] han actuado sobre él.» Deducir de la forma de un

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12 La geometría significa más que la geografía: pero raramente tiene significado en sí misma.Aquí, la elección de los relatos de aldea como base para este esbozo teórico tal vez no hayasido la adecuada, porque el espacio isotrópico tan común en este género tiende a hacerexcesivo hincapié en el papel de la geometría a expensas de la geografía: un hecho del quesólo me di cuenta tras largos y detallados intercambios con Claudio Cerreti y Jacques Lévy(que tienen toda mi gratitud y no deberían ser en absoluto considerados responsables delas opiniones que yo estoy expresando). De hecho, el tipo más común de mapa literario (enel Atlas of the European Novel, en cualquier caso) se parece menos al de Our Village que alde las novelas parisinas, en las que el patrón geométrico está distorsionado por la especifi-cidad de la geografía social de París, como queda especialmente claro en el caso de los trespersonajes que empiezan en la orilla «equivocada» del Sena. (Respecto a dos de ellos, DuTillet y Popinot, la explicación es sencilla: pertenecen al espacio del comercio y no al de lavida intelectual del Barrio Latino; respecto al tercer personaje, Wenceslas, no encuentrorazón satisfactoria.) En una nota relacionada, he encontrado el espléndido Essai de géomé-trie sociale (París, 2000), de Hervé Le Bras, demasiado tarde para analizar sus extremada-mente sugerentes ideas en este artículo.13 D’Arcy Wentworth THOMPSON, On Growth and Form [1942], Mineola, Nueva York, 1992,p. 16.

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objeto las fuerzas que han actuado: ésta es la definición más elegantesobre lo que debería ser la sociología literaria. Y para D’Arcy Thompsonestas fuerzas son de dos tipos básicos: internas y externas. «La estructuraen su forma definitiva es, por así decirlo, el núcleo interno moldeado dediversas maneras por las características del elemento externo», escribióGoethe (a quien D’Arcy Thompson sigue en este tema): «Es precisamen-te por eso por lo que el animal retiene su viabilidad en el mundo exte-rior: está modelado tanto desde fuera como desde dentro»14.

FIGURA 11. Mary Mitford, Our Village, volumen III [1828]

Modelado tanto desde fuera como desde dentro… Pero también lo estála narrativa. A este respecto, los cinco volúmenes de Our Village ofrecenun espléndido caso práctico. Recuérdese que en el volumen de 1824 laaldea era el centro indiscutible del campo circundante: los efectos centrí-petos de la fuerza «desde dentro» eran omnipresentes, mientras que lafuerza «desde fuera» no se veía por ninguna parte: la narradora se movíalibremente en todas las direcciones de su pequeño mundo idílico y des-

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14 Johann Wolfgang von GOETHE, «Toward a general comparative theory» [1790-1794], Scien-tific studies, Princeton, 1995, p. 55.

«una ciudad catedralicia»My godmothers[Mis madrinas]

Grace Neville

A new-married couple[Una pareja de recién casados]

The bird-catcher[El cazador de pájaros]

Our maying[Nuestra fiesta de mayo]

The village schoolmistress[La maestra de la aldea]

Olive Hathaway

The queen of the meadow[La reina de la campiña]

MademoiselleThérèse

Dora Creswell

The mole-catcher[El cazador de topos]

Wheat-hoeing[Cavando el trigo]

Jessy Lucas

Hay-carrying[El transporte del heno]An admiral on shore

[Un almirante en tierra]

«una ciudad»A quiet gentlewoman[Una señora callada]

Oxfordshire:Lost and found[Perdido y hallado]

Dorset:A country apothecary[Un boticario de aldea]

Cranley [50 km]:A country barber[Un barbero de aldea]

Sussex:The chalk-pit[La cantera de creta]

Aldea:A Christmas party[Una fiesta de Navidad];The two Valantines[Los dos enamorados];Whitsun-Eve[La fiesta de mayo enBramley]

1 milla

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pués volvía por el mero placer de volver a casa, sin sentirse nunca limi-tada por una fuerza contraria (como, por ejemplo, Jude Fawley en Christ-minster, cuando se ve brutalmente obligada a volver a Wessex). «Todo loque se expresa [embody] con cierta libertad adquiere una forma circular»,establece otro de los aforismos de Goethe, y la forma circular de la figu-ra 2 era de hecho la expresión de una forma literaria –una mentalité, unaideología– para la que la vida de aldea seguía siendo fundamentalmenteindependiente de las fuerzas externas.

FIGURA 12. Mary Mitford, Our Village, volumen IV [1832]

Esto, en 1824. Dos colecciones después, en 1828 (figura 11), el campogravitacional es ya más débil: los paseos son menos frecuentes, y supatrón se ha hecho más amplio, menos regular; hay menos relatosambientados en la propia aldea, mientras que algunos suceden fuera deBerkshire, en ciudades distantes e indefinidas (y a menudo también en elpasado). Algo va mal en la fuerza ejercida desde dentro, pero como aúnno hay fuerzas en contra que se le opongan, el patrón básico, aunque unpoco inestable, se mantiene. Pero en 1832 todo ha terminado (figura 12):

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Ciudad de B:A widow gentlewoman[Una dama viuda]

The rat-catcher. A sketch[El cazador de ratas. Un esbozo]

The freshwater fisherman[El pescador de agua dulce]The fisherman in his married state[El pescador en su estado de casado]

The haymakers[Los segadores]

Old master Green[El viejo señor Green]

Haddonleigh Hall [100 km]:Christmas amusements. I Christmas amusements. II Christmas amusements. III Christmas amusements. IV Christmas amusements. V Christmas amusements. VI[Distracciones navideñas]

The foster-mother[La madre adoptiva]

The runaway[La huida]

The neighbouring countyThe incendiary[El incendiario]

Londres [50 km]:Caroline ClevelandThe residuary legatee[El último legatario]

Sea-side recollections[Recuerdos de la orilla del mar][160 km]

Cranley [50 km]:The cousins[Los primos]

A moonlight adventure[Aventura a la luz de la luna][100 km]

Aldea:Farewell to our village [Adios a nuestra aldea];Young master Ben [El joven señor Ben];The lost keys [Las llaves perdidas];The Cribbage players [Los jugadores de naipes];

1 milla

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la fuerza centrípeta de la aldea ha quedado reducida a la nada, y el con-junto del libro se traslada, a 50 kilómetros, a 100, a más, para jugar absur-das partidas de juegos de mesa en las mansiones de la elite (y, asimismo,cada vez más frecuentemente hacia el pasado). Algo ha ocurrido aquí, ydos de los relatos sugieren qué: la quema de almiares. «Oh, el horror deesos fuegos; que estallan noche tras noche, de manera repentina, peroesperada», dice el primer relato del volumen, «The incendiary« [«El incen-diario»]; «Vivíamos en medio de los distritos trastornados», añade «Youngmaster Ben» [«El joven señor Ben»], y «nadie que viviera al alcance del cam-pesinado armado […] se libraba de la vaga idea de que el peligro podíallegar en cualquier momento». Los campesinos armados de los levanta-mientos de 1830 (figura 13): ésta es la «fuerza desde fuera» que ha «actua-do sobre» Our Village, alterando su patrón narrativo hasta hacerlo irreco-nocible. La figura 14, que esquematiza los tres volúmenes juntos, resumela desintegración del cronotopo de Mitford.

FIGURA 13. El ludismo, 1811-1812, y los disturbios protagonizados por elcapitán Swing, 1830

Fuente: John Langton y R. J. Morris (eds.), Atlas of Industrializing Britain

IX

Permítaseme concluir volviendo brevemente al comienzo. El mapa deBerkshire realizado por Thomas Moule, reproducido en la figura 1, nos dabauna buena idea del tipo de geografía que congeniaba con la forma idílicamoderna: parques, ríos, asientos en el campo, urbanización baja (y sin ferro-carril en la década de los veinte del siglo XIX, cuando Mitford empieza a

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0 50 millas

Destrucción de maquinaria

Revueltas salariales

Situación aproximada de la aldea de Mitford

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escribir). La figura 15 es otro de los mapas de Moule, Cheshire esta vez, yKnusford, cerca del centro de la figura, es el «Cranford» de Gaskell, dondetranscurre la reinterpretación de Our Village que ésta hizo en 1853. En estecaso, el mapa de Moule precede a la novela en quince años, pero ya pro-voca una sombra en el proyectado idilio de Gaskell: la urbanización es máselevada, Manchester está sólo a 30 kilómetros y, por una extraña coinci-dencia, el típico paseo de Mitford acaba más o menos en la línea férrea dela Grand Junction Railway, donde uno de los personajes más atrayentes dellibro, distraído por el número más reciente de Pickwick –la novela por entre-gas que acaba de llegar de Londres–, muere atropellado por un tren. La geo-grafía social no concuerda aquí con la forma del idilio y, para mantener vivoel género, Gaskell debe poner literalmente a su aldea en hibernación: pre-senta Cranford como un lugar sitiado, apenas vivo, donde nadie se atreve air a ningún lado y todo se conserva concienzudamente (velas, alfombras,prendas de vestir, relatos…) para hacer que dure lo más posible y, aun así,sólo la casi mágica llegada de la riqueza india puede prolongar esta exis-tencia artificial. Llega un momento en que la forma interna de cada género

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0 2 millasaldea

1824 1828 1832

FIGURA 14. Mary Mitford, localización de los relatos en los volúmenes I, III y V

En gran parte de la morfología, nuestra tarea esencial radica en la comparaciónde las formas relacionadas, más que en la definición precisa de cada una; y ladeformación de una figura complicada puede ser un fenómeno de fácil compren-sión, aunque haya que dejar la figura en sí sin analizar o definir [...]. La condi-ción esencial es que se descubra que la forma de toda la estructura objeto de inves-tigación varía de manera más o menos uniforme.

D’Arcy Thompson, On Growth and Form

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es ya incapaz de representar los aspectos más significativos de la realidadcontemporánea, escribí en el primer artículo de esta serie (NLR 24): en esepunto, o bien el género traiciona su forma en nombre de la realidad, y acabapor desintegrarse, o bien traiciona a la realidad en nombre de la forma, con-virtiéndose, en palabras de Shklovsky, en un «torpe epígono». Mitford en1832 y Gaskell veinte años después son dos extremos del espectro: OurVillage explota y Cranford es la idea que Madame Tussaud tiene de un rela-to de aldea.

Figura 15. Cranford

Fuente: Thomas Moule, The English Counties Delineated

No nos confundamos: Moule, Barrell, Langton y Morris han hecho mapasde espacios reales ingleses, reproduciendo características reales de suentorno material; yo he hecho mapas/diagramas de mundos ficticios, enlos que lo real y lo imaginario coexisten en proporciones variadas, y amenudo esquivas. Las figuras son diferentes. Pero, cuando se cotejan yyuxtaponen, nos ofrecen un atisbo de lo que D’Arcy Thompson tenía enmente en su gran capítulo final sobre «The theory of transformations» [«Lateoría de las transformaciones»]:

Ascendemos de una concepción de la forma a una comprensión de lasfuerzas que dieron lugar a ella […] y en la comparación de formas aná-

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logas […] distinguimos la magnitud y la dirección de las fuerzas que hanbastado para convertir una forma en otra15.

En la comparación de las formas análogas de Our Village en 1824, 1828y 1832 y de las décadas inicial y final de Annals of the Parish y de losrelatos de aldea británicos y alemanes, distinguimos de hecho las diver-sas direcciones en las que la lucha de clases rural, el despegue industrial,y el proceso de formación del Estado han «transformado» la forma de losidilios del siglo XIX. Como experimento, la fuerza ejercida «desde fuera»por los grandes procesos nacionales altera la estructura narrativa inicialhasta hacerla irreconocible y revela la relación directa, casi tangible, entreel conflicto social y la forma literaria. Revela la forma como diagrama defuerzas; o quizá, incluso, como nada más que fuerza.

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15 D’Arcy Thompson, On Growth and Form, cit., p. 1027.