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Gracia SUBLIME Con 10 meditaciones de Nuestro Pan Diario para Pascua

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GraciaS U B L I M E

Con 10 meditaciones de Nuestro Pan Diario

paraPascua

¡Graciasa DIOS

por su

don INEFABLE!

—2 Corintios 9:15

MM

GraciaS U B L I M E

Con 10 meditaciones de Nuestro Pan Diario

paraPascua

CUBIERTA: Jeremy Culp © Ministerios Nuestro Pan Diario

TRADUCCIÓN: Alicia Güerci Hotton, Grabriela De Francesco REVISIÓN: Gabriela De Francesco, Fernando Plou,

Luis Magín Álvarez, Sandra Leoni COORDINACIÓN EDITORIAL: Alicia Güerci Hotton

DIAGRAMACIÓN: Rebeka Werner

ESCRITORES:

Jennifer Benson Schuldt,Anne M. Cetas,

David McCasland,

Dave Branon,William E. Crowder,

Randy K. Kilgore, Keila Ochoa,

Poh Fang Chia

Excepto cuando se indique lo contrario, las citas bíblicas están tomadas de la versión Reina-Valera © 1960, por las Sociedades Bíblicas

en América Latina. (En todos los casos, el nombre «Jehová» ha sido sustituido por su sinónimo «Señor»).

Para la producción de los materiales de Ministerios Nuestro Pan Diario, se utilizan las actualizaciones de la Nueva gramática, la Ortografía y el Diccionario de la lengua de la Real Academia Española. Nuestro idioma es sumamente rico y variado, y su uso también se ve afectado por regionalismos que cambian el significado de ciertas palabras, lo cual podría hacerlas desconocidas o incluso ofensivas según el país. Por este motivo, si algún término o expresión utilizados en este material es desconocido, despierta curiosidad o incluso genera rechazo, por favor, consultar su significado en el Diccionario de la Real Academia Española. Con gusto, responderemos a toda consulta al respecto.

© 2015, 2017 Ministerios Nuestro Pan Diario. Todos los derechos reservados. Email: [email protected]

Impreso en EE.UU.Spanish ODB Edition

E ra una noche de frío glaciar, durante los años más difíciles de la Gran Depresión. Una mujer demacrada y vestida con andrajos se presentó ante un juez que

presidía un tribunal en la parte más pobre de la ciu-dad. La acusaban de haber robado una hogaza de pan, y ella no intentó defenderse. Explicó que el esposo de su hija había abandonado a su familia. Su hija estaba enferma y sus dos nietos se morían de hambre. Sin embargo, el comerciante que la acusaba no quiso retirar los cargos. Sentía que debía estable-cer un ejemplo en medio de un barrio difícil.

El juez dejó escapar un profundo suspiro. Miró a la mujer y le dijo que la ley no le dejaba alternativa. Era culpable, y la multa eran diez dólares (una suma

GRACIA DE PASCUA

introducción

imposible para la mujer) o diez días en la cárcel. Pero, mientras pronunciaba la sentencia, sacó un billete de diez dólares y se lo dio al alguacil para pagar la multa. Después, con un golpe de su martillo, declaró que multaba a todos los que estaban en el tribunal a pagar 50 centavos por vivir en una ciudad donde una mujer pobre tenía que robar pan para alimentar a su familia hambrienta. A los pocos minutos, la asombrada mujer salió del tribunal con más de 47 dólares; dinero recolectado de delin-cuentes de poca monta, infractores de tránsito, policías de guardia ¡y hasta del tendero iracundo!

Seguramente, esta mujer volvió a su casa exhausta de la montaña rusa emocional que había experimentado, pero feliz por su buena fortuna por completo inesperada. Había esca-pado de un castigo que merecía por ley y había recibido una bendición impensada e inmerecida. Personas que no le debían nada le proveyeron un regalo que, de inmediato, mejoraría sustancialmente la vida de su familia necesitada.

Cuando escuchamos la palabra gracia, podemos pensar en las acciones de este juez. O quizá imaginemos atributos de elegancia, encanto o belleza. Pero, cuando los cristianos hablan de la «gracia», se refieren a algo mucho más significa-tivo. Dios es completamente santo y sin pecado, y exige que nosotros también seamos santos. Sin embargo, como todos somos pecadores, no podemos alcanzar nunca su estándar perfecto. No obstante, Dios es un Dios de gracia, y eso cambia todo. La gracia es el carácter generoso del Dios, quien muestra un favor inmerecido y abundante a pecadores indignos.

Dios envió a su Hijo Jesús, quien nunca pecó, a pagar la deuda de nuestro pecado. Como Jesús murió y resucitó, todos los que merecen el castigo de Dios por sus malas obras pueden recibir lo opuesto: perdón y vida eterna. Todos aquellos que aceptan el pago de Jesús por el pecado son declarados

introducción

perfectos y santos, y ahora pueden relacionarse con Dios. Por eso, la «gracia» expresa en una sola palabra por qué los cristia-nos celebran la Pascua.

La Biblia lo expresa con sencillez: «Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fue-seis enriquecidos» (2 CORINTIOS 8:9). El Señor Jesús, el Hijo eterno de Dios, era infinitamente rico. Sin embargo, quiso dejar el cielo y abandonar los privilegios que le pertenecían por derecho, para abrazar la pobreza de nuestra humanidad. Como hombre, no adoptó el estilo de vida de los ricos, famosos y poderosos. En cambio, vivió como una persona tra-bajadora común y corriente, rodeado de pobreza y sufrimiento. Lo peor de todo fue que murió de manera cruel, violenta e injusta a manos de personas malvadas. Nada estaba más ale-jado de la riqueza celestial que su muerte espantosa en la cruz.

Sin embargo, esa muerte dolorosa fue la razón misma por la que vino a la Tierra. Al morir, pagó el castigo de los pecados de la humanidad. No era una víctima indefensa. Murió en lugar de todos los que ponen su fe en Él. Su resurrección triunfante aquel domingo de Pascua confirmó que su muerte no había sido como las demás. Así es como nos hacemos ricos a través de su pobreza. Mediante su muerte, los que creen reciben un perdón completo y gratuito, entran a la familia de Dios y tienen infini-tas bendiciones espirituales. Los sucesos de Pascua son la fuente de la cual fluye con libertad la gracia divina.

En la mayoría de los casos, el mundo funciona según un principio sencillo: «Trabajé para obtenerlo; me lo gané; me lo

introducción

«Gracia» expresa en una sola palabra por qué los cristianos celebran la Pascua.

merezco». Sin embargo, la gracia de Dios es radicalmente dis-tinta. No podemos hacer lo suficiente para ganarnos el favor de Dios; no porque sea difícil complacerlo, sino porque nues-tros pecados siempre nos impiden alcanzar su estándar santo. La «gracia» es Dios que toma la iniciativa para resolver el problema. La recibimos como un regalo personal y maravilloso. No es una fuerza impersonal ni un producto que Él reparte. La «gracia» es Dios que se entrega a sí mismo por lo que Él es y a pesar de lo que nosotros hemos hecho. No tiene ninguna obli-gación de tratarnos con gracia. Sin embargo, lo hace. Lo que no podemos merecer o ganar, eso recibimos, porque Él nos lo da en forma gratuita y plena a través de su Hijo Jesucristo.

Tengo amigos que han recibido trasplantes de órganos de donantes vivos a quienes no conocían. Una amiga recibió un riñón que le donó generosamente una persona con la cual tuvo una conversación casual mientras paseaba sus perros. ¿Cómo le agradeces a alguien que hace algo como eso… algo que te transforma la vida y pone en peligro la del otro? Aunque nece-sitas con desesperación ese riñón y jamás podrías ganártelo, esa persona no tiene ninguna obligación contigo. Lo mismo sucede con la gracia. Lo único que aportamos nosotros es la humildad para reconocer que no la merecemos. La gracia es lo opuesto del karma. Gracia implica no recibir el castigo que merecemos y, en cambio, recibir lo contrario: la aprobación, la aceptación y el perdón de Dios. Recibimos estas cosas a través de la muerte de nuestro Señor Jesús en nuestro lugar y a nues-tro favor.

La gracia de Dios es un pago completo, no algo parcial. Él hace todo. Lo único que nosotros tenemos para aportar son nuestros pecados. Contrario a lo que muchos creen, no se nos pide que aportemos todo lo que podamos para que Dios pueda «completar» nuestros esfuerzos de cumplir con los requisitos

introducción

básicos. Somos salvos solo por gracia; es un regalo de Dios y no podemos hacer nada para ganarlo (EFESIOS 2:8-9). Pero, solo porque la salvación es gratuita, no significa que no tenga un costo. Así como el nuevo riñón de mi amiga le costó un sacri-ficio a una persona generosa, la salvación de Dios costó la muerte de su Hijo. Él no excusa nuestra deuda ni la ignora. La elimina al saldarla por completo, transfiriéndola a su propia cuenta en la cruz.

Cuando la mujer salió de aquel tribunal, su deuda había sido saldada. El ley ya no tenía nada que exigirle. Además, vol-vió a su casa con un pequeño tesoro inmerecido e inesperado. Lo mismo sucede con la gracia. A cada momento de nuestra vida, encontramos la gracia de Dios. Por eso, la Biblia afirma que Él es «rico en gracia y bondad» (EFESIOS 1:7 NTV). Su gracia y su bondad se manifiestan en todo lo que ha hecho «para con nosotros en Cristo Jesús» (EFESIOS 2:7). En cada etapa de la vida, con sus desafíos y dificultades, Dios promete que su gracia será suficiente y estará a nuestro alcance (2 CORINTIOS 12:9).

Hace unos años, se realizó una conferencia para eruditos que estudiaban comparativamente las distintas religiones. Se dedicó una sesión a preguntar si había algo único que distin-guiera la fe cristiana. Una serie de respuestas fueron sugeridas y desestimadas. En un momento, el erudito cristiano C. S. Lewis entró a la habitación y le preguntó a un colega por qué había tanta conmoción. Cuando le contestaron que estaban debatiendo sobre qué distinguía al cristianismo de las demás religiones del mundo, Lewis respondió: «Ah, es muy sencillo. La gracia». Un extraño silencio inundó la habitación y el grupo admitió que Lewis tenía razón. Todas las demás religiones, de una u otra forma, afirmaban que era necesario ganarse el favor de los dioses. Los detalles cambian, pero el mensaje es claro: hay que hacer algo. Sin embargo, el evangelio cristiano es

introducción

completamente distinto. El mensaje ya está hecho, porque Dios mismo tomó la iniciativa de hacer por nosotros lo que jamás hubiéramos podido lograr. Cargó sobre sí nuestra culpa, vergüenza y desolación, y ofrece vida eterna y perdón a todo el que confía en Él. La salvación no se gana; se otorga de forma gratuita.

Y este es solo el principio. No solo la «obtenemos» por gracia; vivimos por ella. Imagina a una persona que se privó de cosas y por fin ahorró para cumplir su sueño de realizar un crucero. Sin embargo, ya no le queda casi nada para comprar comida a bordo del barco, así que llena la maleta con galletas. Después de unos días, su hambre es cada vez mayor, así que se acerca a un oficial del barco y pregunta si hay algún trabajo que pueda hacer a cambio de comida. Entonces, recibe una noticia maravillosa: «Señora, ¿acaso no lo entiende? Está todo incluido con su boleto. ¡Puede comer todo lo que desee!».

Lo mismo sucede con la sublime gracia de Dios. Siempre está ahí, cualquiera que sea nuestra necesidad. De principio a fin, la vida cristiana se trata de la gracia maravillosa de nues-tro Dios bondadoso. Por eso, la Biblia declara sobre Jesús: «Pues de su plenitud todos hemos recibido, y gracia sobre gracia» (JUAN 1:16 LBLA). Hay una fuente inagotable.

La Pascua se trata de una cruz y una tumba vacías. Y, gra-cias a que están vacías, nuestras vidas pueden estar llenas. «No está aquí, pues ha resucitado» (MATEO 28:6).

¡Gracias a Dios por su don inefable! (2 CORINTIOS 9:15).

GARY INRIG, PASTOR AND AUTHOR

introducción

10M E D I TAC I O N E S D E

paraPascua

Los siguientes devocionales tienen como propósito ayudarte en tu vida espiritual.

Cada artículo se ha seleccionado para ayudarte a entender más sobre el amor de Dios por ti.

Esperamos que, a través de estas páginas, encuentres ánimo, consuelo y paz verdadera

para esta época de Pascua.

Gracia sublime

L os ojos azules de mi hijo brillaban de emoción mien-tras me mostraba lo que había traído de la escuela. Era una prueba de matemáticas, marcada con una estrella roja y con la calificación máxima. Mientras

mirábamos el examen, me dijo que todavía no había respon-dido tres preguntas cuando la maestra le dijo que ya no había más tiempo. Des-concertada, le pregunté por qué había recibido una puntuación perfecta. Él res-pondió: «Porque mi maestra me trató con gracia. Me dejó terminar la prueba aunque se había acabado el tiempo».

Cuando mi hijo y yo comentábamos el significado de la gracia, señalé que Dios nos ha dado más de lo que merecemos por medio de Cristo. Por nuestro pecado, merecemos la muerte (ROMANOS 3:23), pero «siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros» (5:8). Éramos indignos, pero Jesús —que era intacha-ble y santo— dio su vida para que pudiéramos escapar del castigo por nuestro pecado y, un día, vivir para siempre en el cielo.

La vida eterna es un regalo de Dios. No es algo que gana-mos con nuestro esfuerzo. Somos salvos por la gracia de Dios, por la fe en Cristo (EFESIOS 2:8-9). JENNIFER BENSON SCHULDT

Calificado con gracia

Día 1

La gracia y la misericordia son bendiciones inmerecidas.

SOY PERDONADO

Romanos 5:8

… siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.

LECTURA BÍBLICA PARA HOY Romanos 5:6–15

6 Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. 7 Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. 8 Mas Dios muestra su amor

para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. 9 Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. 10 Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. 11 Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación. 12 Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. 13 Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado. 14 No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir. 15 Pero el don no fue como la transgresión; porque si por la transgresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo.

Gracia sublimeDía 2

L os «candados del amor» son un fenómeno creciente. Miles de personas enamoradas han colocado estos candados en puentes, puertas y cercas en todo el mundo. Las parejas graban sus nombres en ellos y los

colocan en lugares públicos como un símbolo de su amor eterno. A algunas autoridades no les gusta debido al peligro que pueden generar si se colocan demasiados. Algu-nos piensan que son actos vandálicos, mientras que otros los consideran obras artísticas hermosas y cuadros del com-promiso del amor.

Jesús nos mostró en un lugar público el verdadero «amor eterno». Lo exhibió en la cruz cuando entregó su vida para ofrecer el perdón de pecado. Además, sigue demostrándonos su amor cada día. La salvación no es solo una promesa de vida eterna con Dios, sino también una experiencia cotidiana de perdón, seguridad, provisión y gra-cia en nuestra relación con Él. El amor de Jesús hacia nosotros es el fundamento del desafío de Pablo a andar en amor para con los demás (EFESIOS 5:2).

El amor de nuestro Padre nos capacita para ser pacientes y amables. En su Hijo, nos ha dado el ejemplo supremo y el medio para amarnos unos a otros… para siempre. ANNE M. CETAS

Candados del amor

Jesús nos muestra cómo amar.

SOY AMADO EN PLENITUD

Efesios 5:2

Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros…

LECTURA BÍBLICA PARA HOY Juan 3:16-21

16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. 17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino

para que el mundo sea salvo por él. 18 El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. 19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. 20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. 21 Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.

Gracia sublimeDía 3

T odos los años, unos dos millones de personas de todo el mundo visitan la Catedral de San Pablo en Londres. Vale la pena pagar la entrada para apreciar la magnífica estructura diseñada y construida por Sir Christopher

Wren a finales del siglo xvii. Sin embargo, el turismo ocupa un lugar secundario en este sitio de adora-ción cristiana. Una de las misiones prin-cipales de la catedral es «permitir que toda diversidad de personas se encuen-tre con la presencia transformadora de Dios en Jesucristo». Si quieres recorrer el edificio y admirar su arquitectura, debes pagar una entrada, pero no se cobra nada para entrar y asistir a las reuniones de adoración que se reali-zan diariamente.

¿Cuánto cuesta entrar en la familia de Dios? La entrada es gratuita porque Jesucristo pagó el precio por nosotros con su sangre: «por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús» (ROMANOS 3:23-24). Cuando reconocemos nuestra necesidad espiritual y acepta-mos por la fe el perdón de Dios de nuestros pecados, tenemos vida nueva y eterna en Él.

¡Hoy puedes entrar en una vida nueva porque Jesús pagó el precio de la entrada! DAVID MCCASLAND

El precio de entrada

Jesús pagó el precio para que podamos entrar en la familia de Dios.

¡PUEDO ACCEDER A DIOS!

Romanos 3:24

Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús.

LECTURA BÍBLICA PARA HOY Romanos 3:21-26

21 Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; 22 la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia,

23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, 24 siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, 25 a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, 26 con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.

Gracia sublimeDía 4

E ra hora de arreglar los marcos de las ventanas de nuestra casa. Entonces, los raspé, los pulí y rellené los agujeros en la madera para, luego, poder pintarlos. Después de todos mis esfuerzos, incluidos una capa

de pintura base y de otra demasiado costosa, el marco quedó… bastante bien, pero no parecía nuevo. Solo se vería nuevo si cambiaba la madera vieja.

Está bien tener un marco de ventana dañado por el clima que luzca «bastante bien» a nuestros ojos. Sin embargo, cuando se trata de un corazón dañado por el pecado, no basta con tratar de remendarlo. Desde la perspectiva de Dios, necesitamos que todas las cosas sean hechas nuevas.

Esta es la belleza de la salvación por la fe en Cristo. Él murió en la cruz como el sacrificio por nuestro pecado, y resu-citó de los muertos para demostrar su poder sobre el pecado y la muerte. El resultado es que, a los ojos de Dios, la fe en la obra de Cristo nos hace una «nueva criatura» (2 CORINTIOS 5:17) y reemplaza lo antiguo con una «vida nueva» (ROMANOS 6:4). Al mirar a través de Jesús y su obra en la cruz por nosotros, el Padre nos ve nuevos y sin mancha.

Nosotros no podemos arreglar el daño que nos hizo el pecado. Debemos confiar en Jesús como Salvador para que nos dé una vida nueva. DAVE BRANON

¿Reparar o reemplazar?

Solamente Jesús puede darte una vida nueva.

EN CRISTO, SOY UNA NUEVA PERSONA

2 Corintios 5:17

… si alguno está en Cristo, nueva criatura es…

LECTURA BÍBLICA PARA HOY 2 Corintios 5:14-21

14 Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; 15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.

16 De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así. 17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. 18 Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; 19 que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. 20 Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. 21 Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.

Gracia sublimeDía 5

U n policía detuvo a una mujer mientras conducía porque su hijita no iba sentada en el asiento espe-cial para niños. Podría haberle aplicado una multa de tránsito, pero, en lugar de eso, les pidió a ambas

que lo acompañaran a una tienda cercana, donde él mismo compró el asiento requerido. La mujer tenía problemas financieros y carecía de recursos para comprarlo.

En lugar de recibir una multa por su infracción, se fue con un regalo. Los que conocen a Cristo han experimentado algo similar. Todos merecemos ser casti-gados por quebrantar las leyes de Dios (ECLESIASTÉS 7:20); pero, en su gracia, el Señor envió a Jesús para que no tengamos que sufrir las consecuencias de nuestro pecado y vivir separados de Él para siempre (ROMANOS 6:23). «En [Jesús] tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia» (EFESIOS 1:7).

Algunos dicen que la gracia es «amor en acción». Después de atravesar esa situación, aquella madre señaló: «¡Estaré agradecida de por vida! Además, en cuanto pueda, le devolveré el dinero». ¡Esta agradecida respuesta de corazón es un ejem-plo inspirador para quienes hemos recibido el regalo de la gracia de Dios! JBS

Una multa singular

El regalo de Dios es la gracia.

DOY GRACIAS POR EL DON DE DIOS

Efesios 1:7

En quien tenemos […] el perdón de pecados según las riquezas de su gracia.

LECTURA BÍBLICA PARA HOY Efesios 1:3-10

3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, 4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para

que fuésemos santos y sin mancha delante de él, 5 en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, 6 para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, 7 en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, 8 que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, 9 dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, 10 de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra.

Gracia sublime

Santiago 4:6

… Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.

D urante la época de Semana Santa, mi esposa y yo asistimos a una reunión en una iglesia donde los participantes procuraban representar los sucesos que Jesús y sus discípulos experimentaron la noche

antes de que Él fuera crucificado. Como parte de la reunión, los miembros del personal de la iglesia les lavaron los pies a algunos de los cola-boradores voluntarios de la congrega-ción. Mientras miraba, me preguntaba qué expresa más humildad en nuestra época: ¿lavar los pies de otra persona o que alguien lave los nuestros? Tanto unos como otros, los que estaban sirviendo y los servidos, mostraban distintos aspectos de la humildad.

Cuando Jesús y sus discípulos se reunieron para la última cena (JUAN 13:1-20), el Señor, en un servicio humilde, les lavó los pies a sus seguidores. Pero Simón Pedro se resistió, diciendo: «No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo» (13:8). Lavar los pies no era un simple ritual. También puede verse como un cuadro de nuestra necesidad de ser limpiados por Cristo; una limpieza que nunca se llevará a cabo si no estamos dispuestos a ser humildes delante del Salvador.

Santiago escribió: «Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes» (SANTIAGO 4:6). Recibimos la gracia de Dios cuando reconocemos su grandeza, ya que Él se humilló a sí mismo en la cruz (FILIPENSES 2:5-11). BILL CROWDER

Un cuadro de la humildad

Día 6

La posición más poderosa en la Tierra es arrodillarse ante su Creador.

NECESITO QUE JESÚS ME LIMPIE

LECTURA BÍBLICA PARA HOY Juan 13:1-11

1 Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin. 2 Y cuando cenaban, como

el diablo ya había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, que le entregase, 3 sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba, 4 se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. 5 Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido.6 Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies? 7 Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después.8 Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo.9 Le dijo Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza. 10 Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos. 11 Porque sabía quién le iba a entregar; por eso dijo: No estáis limpios todos.

Gracia sublime

Miqueas 6:8

… qué pide el Señor de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios.

P ocas personas me conocen tanto de niño como Francis Allen, el pastor que me guió a Jesucristo. Un predicador fervoroso y ardiente en el púlpito, fuera de allí era un ejemplo casi perfecto de la bon-

dad del amor de Dios.Desde un principio, Francis observó

en mí una tendencia a «ganarme» la apro-bación trabajando más esforzadamente de lo esperado y haciendo más de lo que la gente pedía. «Estas son cualidades bue-nas para ofrecerlas como regalo a otras personas —solía decirme—, pero nunca deberías usarlas para ganar la aceptación y el amor de la gente… ni de Dios».

Para ayudarme a entenderlo, me dijo que leyera la promesa de Jesús en Mateo 11:30 que dice que su «yugo es fácil»; decla-ración que, a veces, parece demasiado simple para ser cierta. Después, mostrándome Miqueas 6:6-8, agregó: «Ahora lee esto y pregúntate si hay algún regalo que puedas darle a Dios y que Él todavía no lo tenga». Por supuesto, la respuesta es no.

Entonces, siguió explicándome que a Dios no se lo puede com-prar; que el don de la gracia es gratuito. Como esto es cierto, ¿cuál debería ser nuestra respuesta? «… hacer justicia, y amar miseri-cordia, y [humillarnos] ante [nuestro] Dios» (v. 8). Aprendí que estos son actos de gratitud, no obras que buscan comprar algo.

Que Miqueas 6 nos recuerde que la gracia es gratuita y que una vida fiel es nuestra respuesta de gratitud. RANDY KILGORE

Actos de gratitud

Día 7

Las buenas obras no salvan; son su resultado.

SOY LIBERADO PARA AGRADAR A DIOS

LECTURA BÍBLICA PARA HOY Miqueas 6:1-8

1 Oíd ahora lo que dice el Señor: Levántate, contiende contra los montes, y oigan los collados tu voz. 2 Oíd, montes, y fuertes cimientos de la tierra, el pleito del Señor; porque el Señor tiene pleito con su pueblo, y

altercará con Israel. 3 Pueblo mío, ¿qué te he hecho, o en qué te he molestado? Responde contra mí. 4 Porque yo te hice subir de la tierra de Egipto, y de la casa de servidumbre te redimí; y envié delante de ti a Moisés, a Aarón y a María. 5 Pueblo mío, acuérdate ahora qué aconsejó Balac rey de Moab, y qué le respondió Balaam hijo de Beor, desde Sitim hasta Gilgal, para que conozcas las justicias del Señor.6 ¿Con qué me presentaré ante el Señor, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año? 7 ¿Se agradará el Señor de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma? 8 Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide el Señor de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios.

Gracia sublimeDía 8

H ace poco, le regalamos a nuestro hijo de dos años un par de botas nuevas. Estaba tan contento que no se las sacó hasta la hora de dormir. Pero, al día siguiente, se olvidó por completo de ellas y se puso sus zapatillas

viejas. Mi esposo dijo: «Ojalá supiera cuánto cuestan las cosas».Las botas eran caras, pero un niño

pequeño no entiende nada sobre las horas de trabajo, los salarios y los impues-tos. Un chico recibe los regalos de buena gana, pero sabemos que no se puede esperar que aprecie plenamente el sacri-ficio que hacen sus padres para darle cosas nuevas.

A veces, me comporto como una niña. Con brazos abiertos, recibo los regalos de Dios y sus infinitas misericordias, pero ¿soy agradecida? ¿Considero el precio que se pagó para que yo pueda vivir una vida plena?

El costo fue muy alto… más que «cosas corruptibles, como oro o plata». Como leemos en 1 Pedro, se requirió «la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin con-taminación» (1:18-19). Jesús dio su vida, un alto precio que pagar, para transformarnos en parte de su familia. Y Dios lo levantó de los muertos (v. 21).

Cuando entendemos el costo de nuestra salvación, apren-demos a ser verdaderamente agradecidos. KEILA OCHOA

Entender el costo

La salvación es infinitamente costosa, pero absolutamente gratuita.

MI NUEVA VIDA COSTÓ MUCHO

1 Corintios 6:20

Porque habéis sido comprados por precio…

LECTURA BÍBLICA PARA HOY 1 Pedro 1:17-21

17 Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; 18 sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana

manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, 19 sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, 20 ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros, 21 y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios.

Gracia sublimeDía 9

D urante 2016, compañías de teatro de varias partes del mundo estuvieron realizando producciones especia-les para conmemorar el 400.º aniversario de la muerte de William Shakespeare. Conciertos, conferencias y

festivales han atraído a multitudes para celebrar la obra perdu-rable de este hombre, considerado el más grande dramaturgo de la lengua inglesa. Ben Jonson, uno de sus contemporáneos, escribió: «No fue de una época, sino para todos los tiempos».

Aunque la influencia de algunos artis-tas, escritores y pensadores puede durar siglos, Jesucristo es el único cuya vida y obra trascenderán el tiempo. Él afirmó ser «el pan que descendió del cielo […]; el que come de este pan, vivirá eternamente» (JUAN 6:58).

Cuando muchos que escuchaban sus enseñanzas se ofen-dieron por sus palabras y dejaron de seguirlo (vv. 61-66), Jesús preguntó a sus discípulos si ellos también querían dejarlo (v. 67). Pedro respondió: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo» (vv. 68-69).

Cuando invitamos a Jesús a entrar en nuestra vida, nos unimos a sus primeros discípulos y a todos sus seguidores en una nueva vida que durará para siempre. DAVID MCCASLAND

Más allá del tiempo

Jesús, el Hijo de Dios que trasciende el tiempo, nos da vida eterna.

DIOS ME DA VIDA ETERNA

Juan 6:68-69

Señor, ¿a quién iremos? Hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo…

LECTURA BÍBLICA PARA HOY Juan 6:53-69

53 Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. 54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el

día postrero. 55 Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. 56 El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. 57 Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. 58 Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente.59 Estas cosas dijo en la sinagoga, enseñando en Capernaum.60 Al oírlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír? 61 Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: ¿Esto os ofende? 62 ¿Pues qué, si viereis al Hijo del Hombre subir adonde estaba primero? 63 El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. 64 Pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar. 65 Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre. 66 Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. 67 Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros?68 Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. 69 Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.

Gracia sublimeDía 10

T odos los días, un padre estiraba su cuello para mirar a lo lejos, esperando que su hijo volviera, pero todas las noches se iba a la cama decepcionado. Sin embargo, un día, apareció un puntito: una silueta solitaria se recor-

taba en el cielo rojizo. ¿Será mi hijo?, se preguntó. Luego, dis-tinguió el andar conocido. ¡Sí, es él!

Cuando el hijo «aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericor-dia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó» (LUCAS 15:20). Es sorprendente que el patriarca haya hecho algo considerado indigno en la cultura de Medio Oriente: corrió para recibir a su hijo. El padre rebosaba de gozo ante el regreso del muchacho.

El hijo no merecía tal recibimiento. Cuando le pidió a su padre que le diera su parte de la herencia y se fue de su casa, fue como si hubiese deseado que su padre muriera. No obs-tante, a pesar de todo lo que el joven le había hecho, seguía siendo su hijo (v. 24).

Esta parábola me recuerda que Dios me acepta por su gra-cia, no por mis méritos. Me asegura que nunca me hundiré tanto como para que la gracia del Señor no pueda alcanzarme. Nuestro Padre celestial está esperando correr con los brazos abiertos hacia nosotros. POH FANG CHIA

Un padre que corre

«Merecemos castigo y recibimos perdón; merecemos la ira de Dios y recibimos su amor». —PHILIP YANCEY

TENGO UN PADRE CELESTIAL AMOROSO

Lucas 19:10

… el Hijo del Hombre vino […] a salvar lo que se había perdido.

LECTURA BÍBLICA PARA HOY Lucas 15:11-24

11 También dijo: Un hombre tenía dos hijos; 12 y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes.13 No muchos días después, juntándolo todo el

hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. 14 Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. 15 Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. 16 Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba.17 Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! 18 Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. 19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.20 Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. 21 Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. 22 Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. 23 Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; 24 porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.

HACERLO PERSONAL

Alguien dijo: «Saber que Cristo murió… eso es historia. Creer que murió por mí… eso es salvación». Una relación personal con Cristo empieza en el momento en que somos salvos. Solo cuando nacemos espiritualmente, nos transformamos en miembros de la familia de Dios y de su reino espiritual.

Aunque quizá no sepamos exactamente cuándo comienza esta nueva vida, podemos entender los pasos que tenemos que dar para empezar esta relación.

1. DEBEMOS ADMITIR QUE ESTAMOS PERDIDOS.Todos nacemos hijos de una humanidad caída. Llegamos

a este mundo separados de la vida de Dios y consumidos por el interés de encontrar satisfacción y trascendencia según nues-tros propios términos. No tenemos un deseo natural de cono-cer al Dios que nos hizo para su gloria (ROMANOS 3:11-12).

La Biblia enseña que todos llegamos a este mundo vivos en el aspecto físico, pero espiritualmente muertos. El apóstol Pablo escribió: «Por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios» (ROMANOS 3:23), «no hay justo, ni aun uno» (ROMANOS 3:10), y «la paga del pecado es muerte» (ROMANOS 6:23).

2. DEBEMOS SABER LO QUE DIOS HIZO POR NOSOTROS.

La palabra evangelio significa «buena noticia». El evangelio de Cristo es que Dios mismo nos amó tanto que envió a su propio Hijo al mundo para rescatarnos de nuestro pecado (JUAN 1:1-4; 3:16). La buena noticia es que Jesús vivió la calidad de vida que Dios quería para nosotros. Amó a su Padre celestial con todo su

corazón, sus fuerzas y su mente, y nos mostró lo que significa amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

Después, para resolver el problema de nuestra relación rota con el Padre, Jesús murió en nuestro lugar, ofrecién-dose  como el sacrificio perfecto para pagar el precio del pecado. Como no solo era un hombre, sino también Dios nues-tro Creador (JUAN 1:1-14), su muerte tuvo un valor infinito. Al resucitar de entre los muertos, probó que había muerto en nuestro lugar para pagar el precio de todos los pecados: pasa-dos, presentes y futuros.

3. NECESITAMOS CREER Y RECIBIR PERSONALMENTE EL REGALO DE DIOS.

Aunque todos nos ganamos la paga del pecado que es la muerte espiritual y la separación de Dios (ROMANOS 6:23), nadie puede ganarse una relación con el Señor… este es un regalo de su amor y misericordia. Nadie se salva por intentar ser bueno; nos salvamos al confiar en Cristo: «Porque por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe» (EFESIOS 2:8-9).

Tal vez parezca demasiado simple. Sin embargo, hace falta un milagro de la gracia de Dios para romper nuestro orgullo y nuestra autosuficiencia. Es necesario que el Espíritu de Dios nos atraiga a esta clase de relación personal. Las palabras que le decimos a Dios para recibir su regalo pueden variar. Lo importante es creerle a Dios como para poder decir: «Padre, sé que he pecado contra ti. Creo que Jesús es tu Hijo, que murió por mis pecados y que resucitó de los muertos para probarlo. Ahora acepto tu ofrecimiento de vida eterna. Acepto a Jesús como tu regalo para mi salvación».

Si esta es la expresión sincera de tu corazón, ¡bienvenido a la familia de Dios! Mediante una fe sencilla y similar a la de un niño, has comenzado a relacionarte personalmente con Aquel que te creó y te salvó para sí mismo.

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«¡Gracias a Dios por su don inefable!» 2 Corintios 9:15

racia. Es una palabra sencilla de seis letras, pero su significado explica todo el sustento de la fe cristiana.Dios nos mostró gracia inmerecida cuando Jesús pagó en la cruz el castigo por nuestros pecados. Lo único que te pide es que aceptes su gracia y permitas que te transforme. Celebra esta Pascua con estas diez reflexiones que hablan más sobre el maravilloso regalo de la gracia divina.

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