gorelik - borges y coppola

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Las otograas de Horaco Coppola sobre Buenos Ares han sdo colocadas, en los últmos

años, en su conteto hstrco de produccn, de modo que se ha poddo ponderar con prec-

sn cmo, en apenas unos pocos años –de 1929 a 1936–, Coppola ue capaz de construr una

mrada sobre la cudad de larga productvdad en el magnaro porteño, especalmente por la

orgnaldad, la precsn y la sensbldad con que plasm en mágenes el descubrmento del

suburbo que Jorge Lus Borges vena ensayando en sus tetos de los años vente1. Aqu pro-

pongo una refen sobre el comenzo msmo de ese cclo y sobre la prmera manestacn

de esa mrada, concentrando el análss en las mágenes más tempranas de Buenos Ares que

Coppola tom: las dos otograas echadas en 1929 que lustraron el Evarsto Carrego en

1930, el lbro con el que Borges cerr, precsamente, su perodo de “crollsmo urbano de van-

guarda” dedcado a cultvar la “epopeya” de Buenos Ares2.

 

Lo prmero que cabe decr sobre estas dos otograas es que son las úncas mágenes conocdas

de Coppola sobre Buenos Ares echadas en 1929; las prmeras que tom, o al menos las úncas

de las que ha quedado regstro en ese año, seguramente gracas a su publcacn en el Evarsto

Carrego. Aparte de estas dos otograas, su sere sobre Buenos Ares comenza propamente en

1931, cuando hace una gran cantdad de tomas en las que ya es posble reconocer un releva-

mento sstemátco de la cudad, un ojo ormado y una mano segura, y un conjunto de motvos de

los más canncos de Coppola, que llegaran a ser de los más representatvos de Buenos Ares3.

En apenas dos años, entre 1929 y 1931, pasaron algunas cosas muy mportantes para el desa-

rrollo de Coppola como otgrao, especalmente el conocmento del pntor Alredo Guttero, que

lo deslumbr con su muestra en la Asocacn Amgos del Arte en el msmo 1929, recén llegado

de una larga estada europea. A partr de esa muestra, Coppola se acerca a Guttero y recbe de él

la prmera nstruccn ormal en artes vsuales –al menos la nstruccn más ormal que Coppola

vaya a aceptar: Guttero será sempre el únco artsta a quen le reconozca un magstero drecto

en la ormacn de su mrada–, y tambén el mpulso para un vaje ncátco por Europa –itala,

Alemana, Franca y España–, en cuya organzacn Guttero se nvolucra preparando un tneraro

detallado de artstas y museos que Coppola cumple entre dcembre de 1930 y mayo de 1931.

Volvendo a 1929, entonces, este carácter ncal de las dos otograas puede eplcar sus

mpereccones, as como el hecho de que ueron tomadas con una cámara muy elemental, una

cámara popular con lente de mensco, lo que se adverte en el hecho de que slo el centro de

las mágenes está propamente en oco4. Es evdente que Coppola era conscente de la bajacaldad técnca de estas dos otograas, y s una prueba de ello es que no las republc en su

álbum de 1936 (como s hzo con muchas de 1931), la mejor demostracn es que decd, en

cambo, volver a hacer una de las dos tomas, esta vez con absoluta pereccn, modcando

apenas el ángulo y la dstanca (las señas del paso del tempo entre las tomas de 1929 y 1936

se ven claramente en el tamaño del árbol). De hecho, Coppola no volverá a mostrar aquellas

dos mágenes ncales hasta la muestra antolgca de 1996 en Valenca, cuando su valor do-

cumental –haber lustrado el Evarsto Carrego– ya haba sdo puesto en evdenca5.

 

Pero en contraste con la mperca técnca de esas dos otograas de 1929, es realmente m-

pactante ver ya tan logrado en ellas uno de los motvos que marcará la mrada de Coppola

<1> He desarrollado este enoque de lasotograas de Coppola prncpalmente endos tetos: “imágenes para una undacnmtolgca. Apuntes sobre las otograas deHoraco Coppola”, en Punto de Vsta, n.° 53,Buenos Ares, novembre de 1995, artculoque se acompañ de una entrevsta a Coppolarealzada en el msmo año, “Horaco Coppola:testmonos” (la entrevsta se reproduceen el Apéndce Vi de este catálogo, véasep. 326, y “Vanguarda y clascsmo. LosBuenos Ares de Horaco Coppola y Facundode Zuvra”, ntroduccn al álbum Buenos

Ares [Coppola + Zuvría], Buenos Ares,Edcones Larvère, 2006.

<2> Los lbros que componen el cclo decrollsmo vanguardsta de Borges son: lospoemaros Fervor de Buenos Ares, de 1923,Luna de enfrente , de 1925, y Cuaderno San

Martín, de 1929; y los lbros de ensayosinquscones, de 1925, El tamaño de 

m esperanza, de 1926, El doma de los

argentnos, de 1928, y Evarsto Carrego, de 1930. El térmno “crollsmo urbano devanguarda” ue acuñado por Beatrz Sarloa comenzos de los años 1980 en tetosponeros en el análss de esa zona de laproduccn borgana; puede verse su lbro desntess sobre el tema: Borges, un escrtor enlas orllas, Buenos Ares, Arel, 1995.<3> Gracas a la generosdad de Facundode Zuvra pude ver los contactos de todas

las otograas que Coppola tom en BuenosAres en 1931, que Zuvra organz en elarchvo de Coppola e mprm en una edcnlmtadsma.<4> Debo agradecer a Lus Pramo laeplcacn técnca sobre la cámara con queCoppola tom esas otograas, eplcacnque, por otra parte, él recb del propoCoppola.<5> La muestra abr en dcembre de 1996 enel iVAM, donde las dos otograas de 1929 seepuseron en nuevas copas; véase El Buenos

Ares de Horaco Coppola, Valenca, iVAM,Centre Julo González, 1996. Antes de 1995(véase nota 1) la relacn de Coppola conBorges era menconada en térmnos genércosen las reerencas bográcas de Coppola (porejemplo, véase el teto de Juan José Gutteroen el ascculo dedcado al otgrao en lacoleccn Fotgraos Argentnos del Sglo xx,Buenos Ares, Centro Edtor de Amérca Latna,1982), pero, por otra parte, Crstna Grauhaba reproducdo las dos págnas lustradasdel Evarsto Carrego en su lbro Borges y 

la arqutectura, Madrd, Cátedra, 1989, pp.23-24. Grau no estaba nteresada en Coppola–de hecho, n lo nombra–, pero es la prmeraque se detuvo en el hecho de que el lbrode Borges tuvera otograas, llamando laatencn de quenes slo lo habamos ledo 

en la edcn de las Obras completas, dondeademás de modcar partes del teto orgnal,Borges no publc n mencon las otograasque lo haban lustrado.

aDrIáN goreLIkhoracIo coPPoLa, 1929. BorgeS,Le corBUSIer y LaS caSItaS De BUeNoS aIreS

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horacIo coPPoLa FOTOGRAFíA

sobre Buenos Ares: la hlera de casas sencllas, de muros blancos descascarados, con sus

azoteas planas desplegando una cudad horzontal; las castas populares de la epansn su-

burbana. Y la repetcn cas eacta de una de las dos tomas en 1936 nos permte suponer

que Coppola tambén era conscente de lo anado de su ojo al haber plasmado ese motvo. En

1929 Coppola tena venttrés años y apenas dos de práctca con una cámara otográca, pero

todo ndca que ya saba cmo tena que mrar a Buenos Ares.

Las dos otograas muestran, en un escorzo bastante parecdo y con una smlar ocupacn del

plano (la dvsn trpartta, que desplega el motvo prncpal en una ranja que ocupa la mtad

central de la superce, mentras la otra mtad se la reparten, en los cuartos neror y superor,

la calle y el celo), la “blanqueada hlera de casas bajas” que dena para Borges el arrabal6.

Y la lectura atenta de los tetos de Borges por Coppola es el prmer dato al que debe atender-

se para entender la produccn de su mrada, a lo que se agrega la propa recuentacn del

escrtor –con quen Coppola compart algunas de las ya mtcas camnatas que haca por los

barros–, sete años mayor y ya una gura de culto entre los artstas jvenes de Buenos Ares

a partr de su prmer lbro de poemas de 1923. Las casas, junto con las calles rectas, era lo

que conormaba la esenca de esa Buenos Ares que Borges y Coppola buscaban, más allá de

“la humllacn transtora que logran nfgrnos algunos emnentes edcos”; porque aquella

Buenos Ares “épca” era una cudad chata y etendda como la pampa:

un trasunto de la plance que la cñe, cuya derechura rendda tene contnuacn en

la recttud de calles y casas. Las lneas horzontales vencen las vertcales. Las pers-

pectvas –de moradas de uno o dos psos, enladas y conrontándose a lo largo de las

leguas de asalto y pedra– son demasado ácles para no parecer nverosmles7.

 

En ese conteto, las casas:

consttuyen lo más conmovedor que este en Buenos Ares. Tan lastmeramente gua-

les, tan ncomuncadas en su apretujn estrechsmo, tan úncas de puerta, tan petu-

lantes de balaustradas y de umbraltos de mármol, se arman a la vez tmdas y orgu-

llosas. Sempre campea un pato en el costado, un pobre pato que nunca tene surtdor

y cas nunca tene parra o aljbe, pero que está lleno de patrcaldad y de prmtva

ecaca, pues está cmentado en las dos cosas más prmordales que esten: en laterra y el celo8.

Lo curoso de esos tetos en los que busca denr su Buenos Ares es que Borges hace un pa-

saje, cas nadvertdo, desde las casas colonales (de planta romana), organzadas a través de

una sucesn de patos en su eje longtudnal, caracterstcas de la Buenos Ares tradconal,

hasta las tpcas casas de los constructores talanos que en las prmeras décadas del sglo xx

estaban poblando el suburbo. De las prmeras habla en el Evarsto Carrego cuando descrbe

en los bordes de Palermo con el centro “los caserones con recta sucesn de patos, […] con

puerta en orma de arco […] y con delcada puerta cancel de herro”9 –Coppola tomará en 1936

varas otograas de esos patos señorales que todava quedaban en caserones del centro o

<6> Cr. Jorge Lus Borges, “El doma de losargentnos”, en El doma de los argentnos [1928], Buenos Ares, Se Barral, 1994, p. 137.<7> Jorge Lus Borges, “Buenos Ares”, eninquscones [1925], Buenos Ares, SeBarral, 1994, p. 88.<8> ibdem, pp. 89-90.<9> Jorge Lus Borges, Evarsto Carrego,Buenos Ares, Manuel Glezer Edtor,1930, p. 20.

apu Horaco Coppola, Medaneras, 1931

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50 | 51aDrIáN goreLIk HORACiO COPPOLA, 1929. BORGES, LE CORBUSiER Y LAS CASiTAS DE BUENOS AiRES

aib Horaco Coppola, Casas de barro en Buenos Ares. Jaurés (antes Bermejo) al 1.000 , 1929(publcada en 1930 en Evarsto Carrego, de Jorge Lus Borges)abj Horaco Coppola, Esquna en las antguas orllas. Calle Paraguay al 2.600 , 1929(publcada en 1930 en Evarsto Carrego, de Jorge Lus Borges)

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horacIo coPPoLa FOTOGRAFíA

<10> Jorge Lus Borges, Evarsto Carrego,op. ct ., pp. 21-22.<11> Cr. Fernando Alata, “Casa chorzo”,en J. F. Lernur y F. Alata, Dcconaro de 

arqutectura en la Argentna, tomo C/D,Buenos Ares, Agea, 2004, pp. 29-32. Sedenomn “casa chorzo” en alusn alembutdo, ya que, como una tra de chorzos,la vvenda se compone de la alneacnnderencada de cuartos guales.

aib Horaco Coppola, Calle Paraguay, esquna Jean Jaurés (noroeste), 1936(publcada en el álbum Buenos Ares 1936)abj Horaco Coppola, Sn título, 1931 (publcada en Vejo Buenos Ares adós, 1980)

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el barro sur, vstos desde la lgrana de la puerta cancel–. De las segundas, cuya pobreza se

adverte en que sus patos no tenen n parra n aljbe, habla contnuamente, como ya vmos; en

el msmo Evarsto Carrego lo hace, por ejemplo, cuando descrbe, como lo más caracterstco

del barro, “una de esas casas petsas sn revocar de ventana baja de reja […] que la soledad

de Buenos Ares parece crar […]”10.

Ahora ben, ese pasaje, esa ambgüedad entre las dos clases de casa es avorecda por una

tpologa pecular de vvenda en Buenos Ares, la llamada “casa chorzo”, que es el modelo

de vvenda urbana popular más generalzado entre medados del sglo xix y las prmeras

décadas del sglo xx11. De hecho, durante mucho tempo se crey que la tpologa de la “casa

chorzo” se haba ncado, por razones econmcas, en la subdvsn de la casa colonal de

patos por su eje central longtudnal. Pero la “casa chorzo” surge, ya a medados del sglo

xViii con la complejzacn socal de Buenos Ares, como producto de una operacn especu-

latva especca que busca aprovechar los lotes angostos y proundos caracterstcos de la

cudad organzando una smple sucesn de habtacones ndstntas a lo largo de uno de los

muros medaneros. Báscamente, la tpologa consste en tres ranjas a lo largo del lote: una

ranja es la de la hlera de habtacones; otra, la de la galera eteror aberta, a la que dan

todas las puertas; y, nalmente, un espaco lbre que llega hasta el otro muro medanero como

pato alargado –usualmente, un muro bajo con reja cerra el rente de ese pato a la calle–. En

varantes más desarrolladas, la hlera de habtacones se corta en el medo con una habtacn

transversal que avanza sobre el pato, de lo que resulta una sucesn de dos patos, y de ah el

sml ormal con una casa colonal que se hubese partdo en dos por su eje central.

Lo que vuelve tan generalzado el uso de esta tpologa en Buenos Ares es su gran versatl-

dad, tanto por el carácter nderencado de las habtacones (que en el caso en que se cons-

truye para alquler permte alojar derentes grupos amlares –as surge el “conventllo”–),

como por la posbldad de construccn por etapas (que en el caso de la “casa propa” de los

sectores populares supona construr prmero una hlera mnma de habtacones, dejando para

cuando hubera más dnero la habtacn del rente –la prncpal–, y las del ondo –de serv-

co–); versatldad acorde al conteto de enorme movldad socal de la Buenos Ares moderna.

 

Por todo ello, se comprende que en la Buenos Ares de la década de 1920 la “casa de pa-

tos” o la “casa chorzo” eran completamente derentes, en térmnos socales y culturales.Y sn embargo Borges oscla entre ambas, apoyado en el parecdo que orecen dos rasgos:

la estenca del pato que se advna desde la calle –y hay que subrayar que el hallazgo de

“patrcaldad” en el pato de una de esas castas populares, de acuerdo a la cta reproducda

más arrba, es un gesto de ndudable provocacn vanguardsta de Borges rente a la cultura

establecda, que pretenda undar el lnaje patro en uentes ben dversas–, y la común senc-

llez de las achadas, orgnada en los reglamentos de construccn que desde comenzos del

sglo xix haban oblgado a despojar de ornamento los rentes, en una espece de neoclascs-

mo que generaba un contnuum oblgado entre edcos de los más dversos nveles socales.

Esa homogenedad estlstca se romp con la multplcacn de estlos ecléctcos que trajo la

modernzacn desde nales del sglo xix, y es contra ese eclectcsmo –en rechazo tambén

52 | 53aDrIáN goreLIk HORACiO COPPOLA, 1929. BORGES, LE CORBUSiER Y LAS CASiTAS DE BUENOS AiRES

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horacIo coPPoLa FOTOGRAFíA

tpcamente vanguardsta– que Borges convoca la modesta “tradconal” de estas populares

castas modernas.

Pero este gusto vanguardsta por lo popular no le llega a Coppola slo a través de Borges. Es co-

nocda la mportanca que le do a las conerencas dctadas por Le Corbuser en Buenos Ares en

el msmo año de 1929. En el relato autobográco con que ntrodujo el álbum imagema, en 1994,

Coppola escrb que el análss de Buenos Ares que hzo Le Corbuser en sus conerencas en

Amgos del Arte ue la “base de ms uturas otograas”12. Y en una entrevsta posteror precs

que las conerencas de Le Corbuser le habran permtdo comprender “el esquema cerrado de

las manzanas y lotes de la cudad, ese sstema por el cual todas las construccones tenen un

solo rente entre dos medaneras”13. Como se sabe, esas ueron algunas de las descrpcones más

cáustcas de Le Corbuser, que lo llevaron a dagnostcar a Buenos Ares como “la cudad sn es-

peranzas”: la “calle corredor”, los lotes angostos, la generalzada estructura de amanzanamento,

contra las que el urbansmo modernsta se haba declarado en guerra proponendo a cambo las

grandes etensones verdes con altos edcos eentos. Es curoso que cuando Coppola recuerde

el nfujo que recb de Le Corbuser, sempre recordará ese tono crtco, como s hubera guar-

dado en la memora la nterpretacn que deron los arqutectos y urbanstas modernstas de

Buenos Ares, que compartan el dagnstco y hacan suyas esas propuestas.

Sn embargo, en algunas de las otograas más cláscas de Coppola son muy notoros la sens-

bldad y el aecto con que trat aquellas caracterstcas “negatvas” de Buenos Ares, especal-

mente la cuadrcula, motvo de rechazo generalzado en la cultura arqutectnca hasta hace

muy pocos años. Coppola la retrat etasado, compartendo la lectura soltara de Borges, con

varados recursos: a través de la celebracn de la horzontaldad –tpco producto de la epan-

sn amanzanada en un gran terrtoro vaco–, del énass en la recttud de las calles –con sus

“perspectvas nverosmles”– y del regodeo vsual con los muros medaneros –esa “lacra” para

arqutectos y urbanstas, que los tomaron sempre como la demostracn n exceso de la alta de

plancacn de la cudad, de su ealdad y su carácter especulatvo14–. Es más, podramos ver las

“correccones” que hzo en 1936 a la otograa de 1929 como una sutl ratcacn de la manza-

na –y tratándose de la únca otograa conocda que Coppola haya tomado dos veces, sus ajustes

de composcn podran darnos una psta nvalorable respecto del desarrollo de su mrada–: al

agudzar la perspectva de la calle que uga, Coppola está puntualzando como motvo la esquna

–muy atenuada en la toma anteror–, que es una de las claves de ntelgbldad de la cuadrcula.

De modo más especco todava, tambén es posble encontrar mplcta en las dos otograas

de 1929 una memora derente de las conerencas de Le Corbuser: se trata de las notables

resonancas que establecen con los dbujos con que Le Corbuser lustr su octava conerenca

en Buenos Ares, mentras le solctaba a un hpotétco estudante de arqutectura el ejercco

de “abrr los ojos” ante la realdad de la moderndad espontánea de las castas populares de

Buenos Ares. Claro, es muy probable que a Coppola le haya quedado grabada la novena con-

erenca, en la que Le Corbuser desarroll justamente sus deas y sus planes más mpactantes

sobre Buenos Ares; esa conerenca la do el 18 de octubre en Amgos del Arte –y Coppola

tena una relacn estrecha con esa asocacn, donde en agosto del msmo 1929 haba orga-

aib Le Corbuser, Ouvrr les yeux, esprt de vérté , dbujos que lustran la octava conerenca que dct enBuenos Ares, el 17 de octubre de 1929, publcadas en Précsons, sur un état present de l’archtecture et de l’urbansme , Pars, 1930. Pars, Fondaton Le Corbuserabj Le Corbuser, vsta nocturna de Buenos Ares desde el ro, con los rascacelos de su propuesta deCté des affares en prmer plano, dbujo que lustraba la novena conerenca que dct en la cudad el 18 de octubrede 1929, publcado en Précsons, sur un état present de l’archtecture et de l’urbansme , Pars, 1930. Pars,Fondaton Le Corbuser

<12> Horaco Coppola, imagema. Antología

fotográfca 1927-1994, Buenos Ares,Fondo Naconal de las Artes-Edcones deLa Llanura, 1994, p. 11 (véase p. 321 enApéndce iV de este catálogo).<13> Ver “Horaco Coppola: testmonos”,entrevsta ctada, p. 23 (véase p. 326 enApéndce Vi de este catálogo).<14> He desarrollado el tema de la tradcnde rechazo de la cuadrcula en la hstora deBuenos Ares, y en ese marco la orgnaldadde la mrada de Borges y Coppola, en La grlla

y el parque. Espaco públco y cultura urbana

en Buenos Ares, 1887-1936 , Buenos Ares,Unversdad Naconal de Qulmes, 1998.

<15> Le Corbuser, Précsons, sur un état present de l’archtecture et de l’urbansme ,Pars, 1930 (la traduccn al castellano estátomada de la publcacn de las conerencasque realz la Socedad Central deArqutectos de Buenos Ares en homenaje alcncuentenaro de la vsta de Le Corbuser: Le Corbuser en Buenos Ares, 1929 , separata deln.º 107 del Boletín nformatvo de la Socedad Central de Arqutectos, Buenos Ares, 1979,p. 59). Los mejores análss de la vsta de LeCorbuser a Buenos Ares los ha hecho JorgeF. Lernur; actualmente está en prensa su lbrodentvo sobre el tema (en colaboracncon Pablo Pschepurca), La red Austral. Obrasy proyectos de Le Corbuser y sus dscípulos

en la Argentna, 1924-1965 , Buenos Ares,

Unversdad Naconal de Qulmes, 2008.<16> Stanslaus von Moos, “Gedon e lsuo tempo”, en Rassegna, n.º 25, Mlán,marzo de 1986.<17> Jorge Lus Borges, “Las nscrpconesde carro”, en Evarsto Carrego, op. ct.,pp. 117-118.<18> Jorge F. Lernur (en colaboracn conPablo Pschepurca), La red Austral…, op. ct.

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nzado el prmer cne club de Buenos Ares–. La octava conerenca ue, en cambo, el da an-

teror en la acultad de Cencas Eactas, y vale la pena ctar n extenso el ragmento en el que

Le Corbuser se acompañ de los dbujos de las castas populares:

¿Qué es lo que mras cuando camnas por la cudad? Dces: “no tenemos nada, nues-

tra cudad es muy nueva”. Los arqutectos hacen venr de Europa revstas y álbumes

de arqutectura. Nos muestran entonces con orgullo los pequeños barros de cottages 

ngleses nsertos en el mar nmenso de las pequeñas casas de Buenos Ares. ¿Qué nos

lleva a protestar? ¿Por qué esos cottages nos hacen el eecto de una boetada? Vean,

dbujo un muro de cerramento, abro una puerta en él, el muro se prolonga por el tran-

gular tejado a la zquerda de un cobertzo con una pequeña ventana en el medo: a la

zquerda dbujo una galera ben cuadrada, ben neta. Sobre la terraza de la casa elevo

ese delcoso clndro: el tanque de agua. Ustedes pensan: “¡Caramba, he aqu lo que

compone una cudad moderna!”. Nada de eso, dbujo las casas de Buenos Ares. Hay as

cncuenta ml. Han sdo hechas –son hechas cada da– por los contratstas talanos.

Son una muy lgca epresn de la vda de Buenos Ares. Sus dmensones son justas,

sus ormas armonosas, sus respectvas ubcacones se han encontrado con habldad.

Es vuestro olclore; hace cncuenta años y todava hoy ustedes me dcen: “¡¡¡¡No tene-

mos nada!!!!”. Yo les respondo: tenen esto, un plan standard , y el juego de las ormas

hechas bajo la lumnosdad argentna, un juego de muy bellas, muy puras ormas15.

Nuevamente, el gesto vanguardsta que se nserta, por certo, en una tradcn de “estetza-

cn de lo cotdano y ennoblecmento de lo banal” –por usar los térmnos de Stanslaus von

Moos16–. Borges era muy conscente de la pertenenca de su propo gesto a tal tradcn, y as lo

hzo eplcto –no sn certa autorona– en el msmo Evarsto Carrego, cuando justc su ala-

banza a las leyendas pntadas en los carros en “la democrátca superstcn que postula mértos

reservados en cualquer obra annma, como s supéramos entre todos lo que no sabe nade,

como s uera nervosa la ntelgenca y cumplera mejor en las ocasones en que no la vglan”17.

Lamentablemente, no hay orma de saber con eacttud en qué momento de ese annus mrab-

ls de 1929 tom Coppola las dos otograas, s antes o después de la vsta de Le Corbuser.

Pero en realdad tampoco sabemos con eacttud qué dbujos vo hacer ante sus ojos el públco

de Buenos Ares, porque los que nos quedaron ueron realzados a posteror por Le Corbuser–durante su vaje de regreso en barco–, cuando reorganz todos los materales de las coneren-

cas para la publcacn en Précsons. No se trata, por lo tanto, de establecer lacones drec-

tas, sno de entender las notables resonancas de las mágenes. Porque, por otra parte, el juego

de “nfuencas” que se da entre Le Corbuser y la cultura porteña es completamente crcular.

Jorge Lernur ha mostrado la mportante nfuenca que tuvo Alredo González Garaño, contacto

de Le Corbuser en Pars y factotum de su vsta, en la construccn de la mrada del arqutecto

sobre la Argentna. González Garaño ntrodujo a Le Corbuser en un núcleo de la élte socal e

ntelectual argentna que concda en la vsn deolgca “crollsta” –Rcardo Güraldes, las

hermanas Del Carrl, más tarde Vctora Ocampo18–. Y la mejor demostracn del talento de

aDrIáN goreLIk HORACiO COPPOLA, 1929. BORGES, LE CORBUSiER Y LAS CASiTAS DE BUENOS AiRES

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horacIo coPPoLa FOTOGRAFíA

Le Corbuser se ve en el modo en que supo hacer sntonzar sus propuestas urbanstcas para

Buenos Ares con aspectos esencales de aquel relato mtco de la élte que lo recb. Eso es

muy claro en la propuesta de la Cté des affares (la plataorma de rascacelos a través de la

cual se propona recuperar el ro y el vejo corazn de la cudad), pero tambén aparece ntdo

en el nal del párrao ctado, cuando Le Corbuser mencona “el juego de las ormas bajo la

lumnosdad argentna”. Se trata de esa cualdad pampeana tan celebrada por el vanguardsmo

crollsta: los celos de Buenos Ares –y en 1936, Coppola ttulará varas otograas Un celo

de Buenos Ares, compuestas por una ndscernble lnea de cudad en la base y el “pavoroso”

celo de la pampa ocupando todo el plano.

En esa octava conerenca, Le Corbuser le propuso al públco porteño aerrarse a un “olclore”

moderno, las castas populares, en el que artcul el sentdo clásco de “lugar” y la epresn de

una cualdad arqutectnca abstracta, el plan standard . Y es esta combnacn de lo más arca-

co con lo más moderno, a través del “olclore” de una tpologa arqutectnca sn arrago, pres-

tgo n lnaje, lo que más sorprende de las resonancas entre la propuesta de Le Corbuser y las

otograas de Coppola. Porque Coppola es el prmero en Buenos Ares que produce en mágenes

esa realdad, hasta entonces slo nombrada –provocatvamente, como vmos– por Borges. Pero

aqu convene ser muy enátco: Coppola no “traduce” en mágenes a Borges; da a luz una orma

arqutectnca y urbana radcalmente novedosa, porque a derenca del resto de la vanguarda

que rodea a Borges, es capaz de ver, con Borges y Le Corbuser, una Buenos Ares derente.

Esto se vuelve muy evdente s cotejamos otras representacones. Como se sabe, en la cul-

tura de vanguarda de 1920 era muy ampla la etensn de ese motvo arstocratzante –la

sabdura popular de la casa modesta contra la proleracn estlstca de la modernzacn

de una nueva burguesa nculta y “rastacuera”–; pero s observamos algunos casos de quenes

lo puseron en mágenes, vamos a notar que la ambgüedad borgana desaparece, y que la

“casa modesta” remte sempre a un popular-tradconal –evdencado en los vejos caserones

vendos a menos– y no al popular-moderno de las castas suburbanas de los nmgrantes. Por

ejemplo, pueden verse los cuadros de Pedro Fgar –el vejo pntor uruguayo levantado por la

vanguarda porteña–, que retrataba con buscada ngenudad escenas de costumbres de la

Buenos Ares crolla (la mtca “Gran Aldea”, nantl y elz, que buscaban recrear todos los

memoralstas desde el comenzo msmo de la modernzacn, haca la década de 1880), o los

dbujos de Slvna Ocampo a propsto del lbro de Borges Luna de enfrente , que reprodujo larevsta Martín Ferro en 1927, en los que se puede ver un pato central de proporcones nada

modestas y un tpco “almacén rosado”, sn duda componente undamental de la mtologa bor-

gana, pero muy lejos de su otra preocupacn por lo popular-moderno.

En este sentdo, sobresale por lo radcal y soltaro el populsmo vanguardsta de Borges y

Coppola, como se percbe en las otograas de 1929; radcaldad que Coppola no hará más que

ahondar luego, consoldando el “cubsmo espontáneo” de esas castas “talanas” como uno

de los tpcos esencales en la dencn de la pecular moderndad urbana de Buenos Ares.

Ntese por caso la otograa de 1936 de Desde avenda del Trabajo y Lacarra (en los bordes

de la cudad al sudoeste): al otograar ya no una casa desde su achada, o la secuenca de

aib Pedro Fgar, Festa en el pueblo, s/. óleo sobre cartn, 50 70 cm. Coleccn partcularabj Slvna Ocampo, Pato con luna y Almacén rosado, dbujos nsprados en el lbro de poemas de Borges,Luna de enfrente  (1925), publcados en la revsta Martín Ferro, n.º 42, juno-julo de 1927, p. 8.

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casas a lo largo de una calle ya ormada, sno el contrarente de una sere de casas a través

de una manzana en ormacn, apenas delneada para su loteo, Coppola plasma con enorme

deldad el modo en que se produce la Buenos Ares popular en esos años, la multplcacn

de las castas en medo de la doble abstraccn de la llanura y la geometra del plano cuadr-

culado, proceso en el que la cultura establecda slo reconoca especulacn y aán de lucro

de los nmgrantes.

En el caso de Borges, la radcaldad populsta llama la atencn porque supone seros confc-

tos en el nteror del programa estétco de la vanguarda crollsta, empeñada en preservar una

“lengua naconal” hablada por “los argentnos sn esuerzo” contra los embates del “cocolche”

nmgrante19. El caso de Coppola, por su parte, nos permte apromarnos a la peculardad de

un lugar socal ben derente: hjo de nmgrantes, la remsn de Coppola a la alta tradcn

cultural talana –que tan an era al estrcto retour à l’ordre en que Guttero lo ncaba– no

poda ocultar sn embargo que el sostén econmco amlar provena del trabajo manual (la

carpntera del padre). ¿Eplca este orgen socal-naconal su sensbldad ante lo popular-nmgrante? ¿Podra leerse en esas otograas una secreta revndcacn de ese orgen?

Coppola nunca menconará que haya tendo algún tpo de tensn con esa élte crollsta, a cuyo

programa él msmo se ntegr enátco. Pero esto no hace más que mostrar la complejdad

soco-cultural de la Buenos Ares de las prmeras décadas del sglo xx, en la que ue tan ácl

y al msmo tempo tan costosa la ntegracn de los nmgrantes20.

Queda todava analzar una últma cuestn sobre las dos otograas de 1929: ¿dnde ueron

tomadas?, ¿dnde están ubcadas esas castas? Esta es una cuestn central para comprender

cabalmente su nclusn en el Evarsto Carrego y, a través de ella, aspectos del programa bor-

gano que suelen desatenderse. Como se sabe, el lbro trata sobre Palermo, el barro en el que

abj Horaco Coppola, Desde Avenda del Trabajo al 5.000 y Lacarra (sudoeste), 1936(publcada en el álbum Buenos Ares 1936)

aDrIáN goreLIk HORACiO COPPOLA, 1929. BORGES, LE CORBUSiER Y LAS CASiTAS DE BUENOS AiRES

<19> Véase el amoso “Manesto” en eln.º 4 de la revsta Martín Ferro, y el análssque ha hecho Beatrz Sarlo en “Vanguarda ycrollsmo. La aventura de Martín Ferro”, enC. Altamrano y B. Sarlo, Ensayos argentnos.De Sarmento a la vanguarda, Buenos Ares,Centro Edtor de Amérca Latna, 1983,esp. pp. 152-158. “Cocolche” es ladenomnacn despectva que se le do en laArgentna al español mezclado con talanoque hablaban los nmgrantes y, por etensn,pas a sgncar mezcla descualcaday de mal gusto.<20> Y s cabe alguna duda, véase el msmoEvarsto Carrego, donde s, por una parte

se publcan las otograas de Coppola y serevndcan esas castas “talanas”, asmsmoestá salpcado, como toda la obra de Borgesde la década de 1920, de rases en las quese mezcla la autorona haca su clase conun crudo despreco haca “lo grngo”; porejemplo: “Es de común observacn que eltalano lo puede todo en esta repúblca,salvo ser tomado realmente en sero porlos desalojados por él. Esa benevolencacon ondo completo de sorna, es el desqutereservado de los hjos del país”, en Jorge LusBorges, Evarsto Carrego, op. ct., p. 35. ¿Sehabrá sentdo Coppola tomado en sero porese hjo del país que era Borges?

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horacIo coPPoLa FOTOGRAFíA

vv el poeta Carrego, que le nteresa a Borges porque es el suyo propo, en el que haba s-

tuado su amosa “undacn mtolgca de Buenos Ares”21. Pero nnguna de las dos otograas

es de Palermo, como se adverte en sus leyendas orgnales: Casas de barro en Buenos Ares.

Jaurés (antes Bermejo) al 1.000 y Esquna en las antguas orllas. Calle Paraguay al 2.600 . En

el álbum de 1936, cuando publque su nueva versn de esa segunda otograa, Coppola pre-

csará la esquna: Paraguay y Jean Jaurés. Es muy ácl encontrar en cualquer mapa actual de

la cudad esos stos y comprobar que ambas otograas están tomadas en el rado de un par

de cuadras, en una zona ya en 1929 bastante céntrca, ben alejada de Palermo, ubcada en el

lmte de Barro Norte (Plar) con Balvanera, a apenas unas pocas cuadras de Plaza Once22.

Es decr que las otograas que lustran un lbro sobre Palermo –y es el únco lbro que Borges

dedc enteramente a un barro y en el que ncluy otograas–, resultan ser de otro barro. Sa-

bemos que Borges no tena nngún problema con la utlzacn de materales apcros –nade

preocupado como él en la construccn de mtos podra tenerlo–. Sn embargo, en lugar de ha-cer pasar las otograas como lustracones mudas de “su” barro, puso las leyendas que es-

peccan el desajuste. Podran encontrarse muchas eplcacones, comenzando por los tpcos

juegos de Borges, su rona, sempre socavando el propo trabajo mtologzante que lo ocupaba.

Pero aqu me nteresa eplorar una eplcacn que resde en la epresn “antguas orllas”.

En eecto, la zona en la que ueron tomadas las otograas estaba en las orllas de la cu-

dad en el tempo en que Borges stúa su relato sobre Carrego (1889), al punto de que en el

plano de 1887 que realz Armando Sant-Yves, con un cudadoso relevamento topográco, n

squera aparece trazada la manzana de Paraguay y Jean Jaurés, que se advna en la ranja

ndecsa en que la cudad comenza a desfecarse en Pampa23. Quere decr que esas castas oto-

<21> “Fué una manzana entera y en m barro:en Palermo.// Una manzana entera pero enmtá del campo/ Presencada de auroras ylluvas y suestadas./ La manzana pareja quepersste en m barro:/ Guatemala, Serrano,Paraguay, Gurruchaga”, en Cuaderno

San Martín, Buenos Ares, Edtoral Proa,1929, p. 10.<22> La republcacn de las otograasen los catálogos recentes de Coppola hatenddo a conundr el barro del Evarsto

Carrego con el de las otograas. En elcatálogo del iVAM la otograa de Paraguay 

al 2.600 gura como Palermo, 1929 , y en elálbum de Coppola y Zuvra, como Paraguay 

al 2.600, Palermo, 1929.<23> Armando Sant-Yves, Mapa general de la

cudad de Buenos Ares, Buenos Ares, igonHnos. Edtores, 1887, depostado en el Museoy Centro de Estudos Hstrcos Ferrovarosy reproducdo en Horaco A. Drer (dr.),Atlas de Buenos Ares, tomo ii, Buenos Ares,Muncpaldad de la Cudad de Buenos Ares,1981, pp. 162-179.<24> Cr. Crstna Grau, Borges y laarqutectura, op. ct., p. 20. Cto a Grau, perocas sn ecepcones las nterpretacones dela obra de Borges han reterado ese tpco.<25> Jorge Lus Borges, Evarsto Carrego, op.ct., pp. 27-28.<26> Jorge Lus Borges, “Dos esqunas”, en El

doma de los argentnos, op. ct., pp. 124-125.

abj Horaco Coppola, Calle Bulnes entre Sarmento y Cangallo (oeste), 1931(publcada en el álbum Buenos Ares 1936)

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graadas por Coppola en 1929 no pueden ser de antes de 1890, menos antguas todava que los

escasos cncuenta años que Le Corbuser le daba al “olclore” de la moderndad arqutectnca

de Buenos Ares. Y es que lo que busca lustrar Borges, y Coppola capta a la pereccn, es lo

contraro de lo que se le adjudca ya mecáncamente a su obra juvenl –es decr, el ntento de

“jar en mágenes durables el pasado de la cudad”, de resttur sus restos crollos prevos a la

modernzacn24. Eso seguramente buscaban las mágenes de Fgar o Slvna Ocampo. Pero estas

castas de Coppola y Borges no tenen nada de tradconales, o al menos se trata de una “trad-

cn” de menos de trenta años, y es eso lo que las vuelve valosas para ellos. Porque la esenca

que busca capturar Borges es la de una cudad propamente moderna, y las otograas de las

castas de Coppola están orentadas a ponerla en evdenca. Probemos restturles como epgrae

esta dencn del tempo hstrco que da Borges en el msmo Evarsto Carrego:

Yo armo –sn remlgado temor n novelero amor de la paradoja– que solamente los pases

nuevos tenen pasado; es decr, recuerdo autobográco de él; es decr, tenen hstora vva.

S el tempo es sucesn, debemos reconocer que donde densdad mayor hay de hechos,

más tempo corre y que el más caudaloso es el de este nconsecuente lado del mundo. [...]

Yo no he sentdo el lvano tempo en Granada, a la sombra de torres centos de veces más

antguas que las hgueras, y s en Pampa y Trunvrato: nspdo lugar de tejas anglzantes

ahora, de hornos humosos de ladrllos hace tres años, de potreros catcos hace cnco25.

La matera con que se amasa el mto de Buenos Ares no puede sno ser su “hstora vva”, su

“recuerdo autobográco”, porque la esenca de esta cudad moderna es el fudo sucederse de

los cambos. S Borges y Coppola buscan los bordes deshlachados de la cudad con la Pam-

pa, no es para reencontrarse con una réplca del pasaje urbano de la cudad tradconal que

la modernzacn del centro habra desplazado haca el suburbo, sno porque es all, en esos

bordes movedzos, donde se epermenta a ondo la “transtoredad permanente” que dene la

moderndad de Buenos Ares. La radcaldad de esta mrada que presenta lo más nuevo y cam-

bante como lo más especco y tradconal es la base en la que se apoya Coppola para oto-

graar sus austeras castas como s uesen objetos del más puro dseño de vanguarda, como

quera Le Corbuser y tanto le costará entender a la arqutectura argentna.

En El doma de los argentnos, su lbro publcado poco antes de que las dos otograas del

Evarsto Carrego ueran tomadas, Borges descrb el encuentro con una esquna en una desus camnatas nocturnas al azar. ¿Habrá estado en ella Coppola? Su otograa de la esquna

de Paraguay y Jean Jaurés ben podra lustrarla:

La calle era de casas bajas, y aunque su prmera sgncacn uera de pobreza, la se-

gunda era certamente de dcha. Era de lo más pobre y de lo más lndo. Nnguna casa

se anmaba a la calle; la hguera oscureca sobre la ochava; los portonctos –más altos

que las lneas estradas de las paredes– parecan obrados en la msma sustanca n-

nta de la noche. […] Me quedé mrando esa sencllez. Pensé, con segurdad en voz alta:

esto es lo msmo de hace vente años… Conjeturé esa echa: época recente en otros

pases, pero ya remota en este cambadzo lado del mundo26.

aDrIáN goreLIk HORACiO COPPOLA, 1929. BORGES, LE CORBUSiER Y LAS CASiTAS DE BUENOS AiRES