gonzÁlez, gregorio - el guitón onofre

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"El guitón Onofre" (escrita en 1606; inédita hasta 1973)

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GREGORIO GONZLEZ

El guitn Onofre

Prlogo al lector.............................................................................................................................................3 Captulo I Cuenta Onofre su natural y quines fueron sus padres..................................................................................5 Captulo II Cuenta Onofre los malos tratamientos que la vieja su ama le hizo y cmo se veng de ellos.......................................................................................................8 Captulo III Sale Onofre de Palazuelos y llega a Sigenza. Cuenta lo que le succedi antes de hablar a su amo el sacristn y refiere una lecin que le dio y prctica que los dos tuvieron ....................................................................................................................15 Capitulo IV Cuenta Onofre una desgracia que le sucedi con los estudiantes de su casa......................................................................................................................19 Captulo V Cmo Onofre comenz a pasar mala vida despus de idos los estudiantes y el ardid con que se veng de la frutera......................................................................................................................23 Captulo VI Refiere Onofre lo que le succedi con el sacristn su amo y las pesadas burlas que le hizo movido de hambre y necesidad....................................................................................................................29 Captulo VII Prosigue Onofre el succeso del sacristn.....................................................................................................35 Captulo VIII Cuenta Onofre cmo, huyendo, sali de Sigenza y se acommod con un estudiante en el camino de Alcal de Henares...................................................................................................................................44 Captulo IX Cuenta Onofre la miseria que pas estando despedido de don Diego su amo en un mes que anduvo descarriado................................................................................................................................50 Captulo X Cuenta Onofre lo que le succedi con los teatinos y una burla que les hizo...............................................................................................................................57 Captulo XI Prosigue Onofre el succeso de los teatinos y da fin al cuento..........................................................................................................................................62 Captulo XII Cmo Onofre se fue de Salamanca huyendo por temor de los teatinos y cmo lleg a Valladolid y lo que all le sucedi mientras estuvo desacommodado...............................................................................................67 Captulo XIII Prosigue Onofre lo que le pas en la iglesia de Sant Salvador con unos clrigos y sacristn y la astucia que con ellos tuvo para comer aquel da......................................................................................73 Captulo XIV Cuenta Onofre la manera de vida que tom por no servir y cmo le prendieron por ella, el triste estado en que se vio y ardid con que se libr de la crcel.......................................................................................76 Captulo ltimo Cmo, librado Onofre de este peligro, se meti fraile dominico despus de haber aportado a Zaragoza.........................................................................................86

Prlogo al lectorCon justa causa son reprehendidos los que inconsiderada y atrevidamente se abalanzan a poner sus obras al juicio del vulgo, confiados en que no hay cosa tan mala que no tenga algo bueno, poniendo por ejemplo el decir que la piedra ms intil, la planta ms infrutfera y el animal ms ponzooso siempre tiene encubierto algn oculto bien que a los que con buenos ojos hacen especulacin de ello se les descubre. Razn, por cierto, buena, pero indigna de persona de buen entendimiento; porque los que le tienen no es justo que les satisfaga lo que hacen, pues, por bueno que sea, se le puede poner falta, que yo creo que no hay cosa tan acabada que no la pueda tener. Cuanto y ms que, cuando no la tenga, que es dificultoso, no faltar un Momo que diga a Venus que le suenan los chapines. Y, aunque esto sea falta del maldiciente, y no de la obra, por no ver las proprias, en este riesgo tendra por ms sano el sepultallas en el rincn del olvido, Bien conozco que la propria pasin ciega, pero el objecto que engaa los ojos exteriores no puede engaar apasionadamente los del alma; porque, aunque los hijos proprios son siempre ms amables que los estraos, es necio quien desconoce la hermosura ajena y loco quien no conoce su fealdad. Alguno me dir que tomara para m este consejo. y creo que, si mi voto se hubiera de seguir, no tuviera necesidad de decrmelo, porque, fuera de que yo conozco mi rudeza y lo poco que alcanza mi ingenio, la brevedad del tiempo en que se ha hecho y las muchas ocupaciones que en el oficio he tenido me mostraban con evidencia la poca substancia que este librillo poda contener; porque, como dice Cicern, non potest in eo esse succus diuturnus quod nimis celeriter est maturitatem assecutum, que quiere decir: no puede tener jugo perpetuo lo que con demasiada brevedad ha madurado. Pero, aunque es verdad que yo lo comenc por entretenimiento de una grave enfermedad y que no lo acabara por la poca satisfacin que de l he tenido y tengo, no faltaron personas a quienes no poda faltar que me apretaron de suerte que, hurtando al tiempo algunos breves ratos, le llegu a este estado. Que, aunque le tena trazado sin comparacin mayor, me pareci dejarle aqu, porque de lo malo poco basta. Y nadie crea que fueron estas obligaciones causa de un dao solo, que aun no fuera pequeo consuelo, pero hanme apretado de suerte que lo que jams tuve en el pensamiento, que fue sacarle a luz, me han hecho hacer a pesar de mi voluntad; que no estoy poco corrido, porque ya que ans hubiera de ser, quisiera haberme empleado en cosas de mi facultad, como espero en Dios que ser algn da, o a lo menos ms altas, como antes tena intentado y aun hecha buena parte. Que, a no haberme hurtado ciertos borradores de poesa, a que yo he sido aficionado, aunque tengo pocos, hubiera algunos aos que anduvieran por el mundo metidos en el peligro en que ste va puesto. y cuando esto no fuera, quisiera seguir a Horacio y guardarle algunos das para corregirle y enmendarle, que, ya que no tuviera nada bueno, por lo menos no fuera tan malo, pues sabemos que la tardanza vuelve la obra perfecta. Con todo eso, ya que me he metido en este labirinto y que no puedo escapar del juicio del vulgo, quiero humillarme a la opinin de los discretos, que no entran en su rstico concejo, y suplicalles que, pues no hay otra culpa en m sino haberle comenzado, me defiendan de malas lenguas y, si acaso hallaren en l alguna cosa que pueda ser de fruto, la estimen como salida a caso, que con esto me darn alas para que a ste le haga otra parte y comience cosas ms grandiosas de que pueda sacar algn fruto la repblica. Aunque tambin digo que los que con buenos ojos le miraren hallarn en l sentencias

dignas de alabanza, la ms parte de Cicern, buena parte de Demstenes, Horacio, Verino, Ennio, Marcial, Plauto, Terencio, Fausto Andrelino y otros muchos, que cada uno a su propsito me ha prestado lo que de mi ingenio fuera imposible sacar. Y, aunque en cosas de donaire y burla, como sta, parece dificultoso poner sentencias tan graves de que estos y otros autores usaron para cosas de tanta importancia, no hay dificultad que no la sobrepuje el trabajo. Dems que yo tambin he aadido lo que por ventura no he podido hallar en ellos, porque pocas obras hay en que el autor no ponga de su casa. Quise, al tiempo de imprimille, poner a la margen acotados los lugares donde estaba cada sentencia para hacer distincin de lo ajeno, pero al fin me pareci que para los discretos no era necesario, pues, sin sealrselo yo, lo tendrn visto, y para los necios basta decirles que no es mo para que no me vendan por ladrn, pues no es justo infamar a los que hurtan a tolerancia de sus dueos. Vale.

CAPTULO I

Cuenta Onofre su natural y quines fueron sus padresVarios succesos, infelices casos y adversas fortunas me han trado a tal extremo, que, viendo el mundo tan de burlas, porque ya las veras pierden de sus quilates como oro mal purificado, me he querido arriesgar a los peligros del vulgo arrojndome a seguir los pasos de los que primero con mi misma determinacin se pusieron en su juicio. Que, aunque de tan pestferas manos no podr escapar sino malparado, la osada es madre de la buena fortuna y yo tan bonito, que, sea bien o sea mal, con trabajo o sin l, no dejar de salir a puerto de promisin. Tal se la d Dios a quien mal me quiere cual yo le espero, que harta tendr malaventura, pues he de pasar por mar que da tales bramidos]. Pondr mi diligencia por ser de fruto, mas, como no somos ms los buenos de lo que quieren los malos, no s si me sirvir de algo. Comenzar en poco, pero sospecho que tengo de ser como vaho de muladar, que, aunque nace de principio humilde, como es su natural ir arriba, se sube al cielo. Pues la cada no hay que temer de ella, que torre con buen cimiento no se la lleva el aire. As lo digo como si este edificio que maquino tuviera traza de ser tan fuerte que no bastaran los vientos de una maldiciente lengua para humillar sus empinados chapiteles. Ay, cuitado de Onofre! Que lo peor es que tus races se ven tan sobre la haz de la tierra que, con el viento de las alas de un zngano de stos, darn con esa soberbia en la humildad que agora conoces. Eres solo como el espino. Ests cercado de contrarios. Ten paciencia; que no puedes andar con todos a puadas, porque habras menester ms manos que Briareo. Digan, que de Dios dijeron. Same yo Onofre Caballero, que s ser, y puta higa para el mdico. Aunque me digo Caballero, no es porque soy noble. Ms aqul se lo llama que por su virtud sube a ms alto lugar que no el que lo alcanza por calamidad de los otros, como yo, porque sola la virtud es poderosa de hacer los hombres buenos. Aunque si va a decir verdad, el lugar que yo he alcanzado tiene tan poco de alto que antes creo llegu a l por calamidad ma que por la ajena. Pero, querra yo saber: adnde va el seor Onofre tan descaminado? No parece sino que le han quitado los grillos y que sale a danzar sin ctara y sin son. Ay, Onofre, Onofre! Tente, tente, Onofre! Que vas a dar en las manos de tus enemigos y no tienes rienda si no es la de tu entendimiento. Por eso, bien que se es bueno, puedo yo decir entre los dientes. Reparar quiero; quiero volver en m. No perdamos en un punto lo que en toda la vida hemos ganado, si ha sido algo. Comencemos en bien, que, segn dijo el filsofo, las cosas para ser bien entendidas se han de tomar por su primer principio. Aunque en m poda cesar esa regla, porque yo soy tal, que quien ms adelgazare mi origen vendr menos en mi conocimiento. Pero al fin, por no ser menos que los otros, habrn de saber Vms. que yo nac en un lugar junto a la ciudad de Sigenza que se llama Palazuelos, y, por mal nombre, Engaapobres. No se veng l en eso de m, porque, aunque yo lo sea, pluguiera a Dios consistiera mi ventura en cul engaara a cul. Que, aunque yo est sin aparato, no hiciera l poco en llevrseme la joya. La tierra ni pone ni quita, que no puede dar lo que puede recebir, pues los varones ilustres la ennoblecen. Por...causa que le llamaban Engaapobres es porque el lugar es de brava ostentacin, de cercas muy buenas y levantadas, adornadas con muchos torreones y un famoso castillo que las hermosea, de suerte que quien no le conoce, vindole de lejos, con aquella

presencia poderosa, piensan que hay dentro los tesoros de Venecia, y ans a l acuden pobres como moscas. Pero, como dentro no haya sino bien cuantas casas o, por mejor decir, chozas derribadas, qudanse a son de buenas noches, dndoles, por premio de su insaciable cobdicia, que bien se puede decir lo es la de los pobres, deseo de llegar a posada, dolor en los pies, fatiga en los cuerpos, arrepentimiento en el hecho y rabia en el corazn. Ved qu limosna para un buen renegador; de donde, como al bueno del lugar le sintieron la flaqueza, vino el llamarle Engaapobres. Mi padre se llamaba Jorge Caballero, mi madre Teresa Redondo, y, segn ellos solan contar, porque yo nac da de seor Sant Onofre, no quiriendo quitarme lo que Dios y el derecho me daban, me llamaron Onofre Caballero. Parece que el nombre me pronostic lo que yo haba de ser, porque, desde el punto en que comenc a tener entendimiento, que fue bien nio, me pareci que haba nacido para el efecto, y aun tantos ngeles vengan por mi nima como veces dicen que, tenindome en los brazos, me deca mi madre que mereca ser prncipe. Ellos hablaban por su boca, que quien tan buen pronstico sali no es menos sino que ngeles la alumbraban. Mis padres no eran ricos, pero, aunque labradores, que ste era su oficio, lo pasbamos de los que bien en el lugar. No son pobres los que poco tienen, sino los que mucho desean. El pobre ms infeliz es el que no tiene don de virtud. La verdadera riqueza es la sabidura, que nunca el sabio muri pobre ni el necio rico. Alguno me tendr en menos por ser labrador, pero yo no imagino que pierdo nada por eso, porque ms fcilmente aprende un labrador las cosas de la corte que un cortesano se acommoda a los trabajos de la aldea. Fue Dios servido al principio de mi niez de llevrmelos; con que yo qued hurfano y en poder de un tutor a quien mi padre, que fue el ltimo que de ellos muri, me dej encomendado. Cuanto mayor es la fortuna tanto menos seguridad hay en ella, que, aunque era su amigo, es tan incierta la amistad humana, que, en cubriendo un defuncto de tierra, luego lo desterramos de la memoria. Quedronme no s qu piecizuelas. y bien les puedo decir 'no s qu', porque, sabido lo que eran, no eran nada. No es rico el que posee muchos campos, sino el que le basta uno solo. Ni hay muerte rica ni casamiento pobre, que en balde busca riquezas el que le faltan los verdaderos bienes del nimo. Mayor pobreza es, teniendo, desear que, deseando, no tener. Muebles pocos tenamos; que la tierra es msera, y haya qu comer que no falta en qu se cueza, y, cuando no hubiera sino el estmago, los molinos de la boca lo remiten a l tan en su punto, que as hubiera cibera como ellos la despacharan. Semovientes tenamos hasta siete ovejas y dos gansos. stos en las obsequias de mis buenos padres, que Dios haya, se consumieron; que ms vale lo que all se lleva el cura de responsos que cuanto en otra parte tienen de renta. Al bachiller Olmeda dejo yo que lo diga si con su muerte no qued hecho un obispillo. Por l se puede decir que fin de muchos, bien para uno. Lo bien ganado a colmo llega. Augmnteselo Dios, que puede. Ay, padre y madre de mi alma! El os tenga en su sancta gloria, que, a lo que todos dicen, gozando estis de aquellas beatficas visiones, hollando con las plantas inmensidad de estrellas refulgentes. Al fin, erais buenos. Ans lo fuera yo, pluguiera a Dios. Vuestro hijo soy; pareceros, que, en efecto, un huevo se parece a otro, y los hombres a los suyos, que no a las bestias. De los bienes de fortuna no hay que hacer caso; que no se pueden llamar bienes aquellos que, aunque sobren, puede uno con su sobra ser miserable, ni las riquezas se han de contar entre ellos, porque cualquiera, aunque no las merezca, las puede tener. Rodrigo Serbn, que ans se llamaba mi tutor, aunque me trataba bien, tena un hijo: y Dios os libre de padre a quien no le duele, y ms donde hay hijo verdadero. Madre no la haba en casa, que era viudo, y ans tenamos una vieja para que nos sirviese y alimpiase,

que, aunque yo era su escoba, ojal ella valiera para ello. Desde tamaito comenc a ser travieso; tanto, que los hombres me llamaban hartas veces 'buenos cascos' y las mujeres 'mal quedado'. Nuestra buena vieja, que no era de mejor lengua que los dems, siempre tena cosas nuevas que llamarme, porque en la suya jams oa mi nombre. Yo deba de ser mal inclinado, pero lo malo que me dio naturaleza, si fue algo, lo enmend con buena crianza, porque muchas veces la costumbre buena prevalece contra la mala inclinacin. No tengo a la memoria la ocasin que cierto da me dio Julianico, que ans se llamaba el nio de casa, solamente que estaba llorando, porque l de poco tena harto; que era tan regalado que de ocho y ms aos le traamos en brazos. Y no es pequea falta el sello, porque los nios que en su tierna edad son regalados despus ni tienen prudencia para elegir lo bueno ni fortaleza para resistir lo malo. Al fin, yo, tambin que como era mayorcillo haba menester poco achaque, le di uno u dos bofetones. Los nios entre s con pocos daos reciben grandes enojos. El gastar de carne ajena me hizo que me pareciesen ms pequeos de lo que debieron ser, pero l era de buen quejar y ans al punto comenz de hacer pucheros y, aunque la materia no era de barro, quebrlos a voces. Quin fuiste t que tal hiciste? Al sagrario te has atrevido? Sacrilegio! Sacrilegio! salta mi vieja, que, aunque vala poco para perro de arco, aquella vez pareci de casta de pulgas, y cominzase de encarnizar en mis nalgas de manera que a pellizcos me las puso ms negras que el holln. Ausadas que yo qued cual digan dueas. Tan negro y tan asado tenga su corazn la puta vieja. Putos das vivas, bellaco me sola ella responder cuando alguna vez con enojo yo se lo llamaba. Plegue a Dios que no llegues a mis aos. Cuando me daba, solale decir bellezas; que la gravedad del dolor es maestro del bien hablar. Al fin, tiene la afrenta un aguijn que los hombres de bien le sufren con dificultad, y ans el dao recebido tiene fuerza de hacer retricos. No se me fue con el trueco del medio real, que bien me vengu de ella, pues desde entonces se me alter la sangre y cuantas pesadumbres le poda dar, tantas pona por obra, porque, aunque fuese a mi costa, gustaba yo de quebrarme el brazo a trueco de rompelle el dedo, porque haba odo decir que ms siente un viejo una sangra que un mozo una lanzada, y ans no me la haca que no me la pagaba. y tambin Dios, que no se olvida de los suyos, y mi buena diligencia me dieron venganza de ella. Entre muchas, pues, contar una que me aconteci.

CAPTULO II

Cuenta Onofre los malos tratamientos que la vieja su ama le hizo y cmo se veng de ellosUna de las cosas que ms incitan los hombres a mal hacer es el odio natural, porque si el aborrecimiento es cobrado por enemistad, o se pasa el enojo o se olvida la injuria. Pero al que le faltan causas de donde proceda es tambin fuerza que le falten para que se evite. Y ans no hay que espantar que, pues yo tan de mi cosecha se le tena a esta vieja, procurase su menoscabo. Cuanto ms que las ocasiones que ella me daba eran tan urgentes, que, cuando en m no fuera como era proprio el aborrecerla, sus persecuciones naturalizaran el adquirido rencor que contra ella tena, porque nunca vi ninguno que de malas obras esperase buenas correspondencias. Si bien me vengu, mejor me lo mereci. Pague, pague; que no hay da mejor para el agraviado que el de la venganza. El succeso fue, pues, que cierto da traamos unos peones que andaban en unos panes que estaban sembrados en heredades de casa, y, para dalles de comer, tena la buena vieja aderezada una olla con media cabezada de puerco que era sbado, y en aquel obispado se acostumbraba tales das a comer con algunos otros adherentes, a lo que a m entonces me pareca, de gusto y entretenimiento; y ms para quien tan necesitado estaba en aquellos medios de l como yo. No s por qu caso fortuito se fue Ins, que ste era el nombre de la vieja, a casa de una vecina, y me dej encomendada la olla, encarecindome primero el cuidado y diligencia de ella. Yo que, como dicen, aunque por entonces ya estbamos en paz, no las tena todas sobre m, porque la suya era como la paz de Judas andaba muy en los estribos, echando fuego, cubriendo y descubriendo mi olla, quitndole la espuma, revolvindola muy a menudo; porque como es quien manda ans se ha de obedecer, y porque haba odo decir que olla mecida dos veces cocida. Como era mal acondicionada, no me descuidaba, que, aunque amo perezoso jams hace criado diligente, hace el temor a veces lo que no puede la virtud. Pero el diablo, que es enemigo del sosiego y cuidadoso en el perseguirnos, comenzme a echar varillas de tentacin y a ponerme en el olfato un apetito insaciable y deseo desordenado, de manera que todo se me iba en poner y quitar la cobertera y en recebir aquellos vapores celestiales, que en aquel trnsito me parecan mejor que los blsamos aromticos ni perfumes odorferos, de tal suerte que este sentido, sin duda por sus vas, quiso contaminar al del gusto, siquiera porque a l no se le atribuyese toda la culpa de este delicto. Estoy por decir que dudo que fuese Eva tan tentada por la manzana, y aun que us yo de ms ardides y estratagemas para no incurrir en aquella torpeza: cruces hice, salves rec, credos y avemaras, pues el paternster y los mandamientos a veinte veces. No me qued cosa en la cartilla: hasta las obras de misericordia. No la hice yo pequea en remediar mi fatiga. Qu no invent? Pudo llegar a ms que a humillarme a sacar una escudilla de caldo y comrmela y a beber a la buena Ins, para divertir el gusto, ms de un cuarto de vino que ella tena escondido, que se me fue en gustaduras como el virgo de Justilla? y todo por ver si aprovechaba. Mas ni por esas ni por esotras: antes este remedio fue aadir dao a dao. Ojal fuera uno solo. Mas todo fue mal para el cntaro, pues al fin llovi sobre mis cuestas, y aun causa de encender ms la aficin harto lo estaba ella, porque, como el caldo y vino comenz a hacer operacin en el gusto, se acab de perficionar el de la olla.

Bien vengas mal si vienes solo. Poco me aprovecharon mis plegarias, mas yo creo que, aunque rezara el breviario entero, no fuera ms as que asado, porque cuantas veces meneaba el testuz en la olla, tantas me rebulla un hijo en el estmago: si le vea el ojo, hijo por el ojo; si la oreja, hijo por la oreja; si el hocico, hijo por el hocico. Hasta qu? Hasta darme deseo de una muela que le dej Ins por no podrsela quitar. Viose tal preado en el mundo? Cuando yo me vi en este punto, con tan sbita persecucin y tanta mquina de aflictiones, dije entre m: Gstese la hacienda y no malpara un hombre, que no es justo que se pierda una alma por el inters del mundo. Yo me arriesgu como desesperado y antepuse aquel gustillo a los infortunios que me sucedieron, Bien dicen que los contentos que se adquieren sin trabajo no son tan verdaderos como los que con l alcanzan los hombres. Por eso me supo tan bien el testuz de puerco: porque, como esperaba el tormento, finglo presente antes de comerla, como muerte por el derecho fingida y restaurada por el postliminio. Naide. vive sin pecado el sol, que es el que ms luz tiene, vemos que se obscurece; pero lo que es de doler, que vemos muchos que pecan y pocos que les pese de ello. En conclusin, yo me abalanc a mi olla. Firme fui como una roca, gran constancia mostr en el acto, aunque suelen decir que perseverar en el mal antes se llama pertinacia que firmeza. Y aun creo que tienen razn: pertinaz y desgraciado, pues, cuando estaba en mi prosperidad, el viento me daba en popa y caminaba a vela y remo por aquel mar de mi gusto, andando en lo mejor, a vista ya del puerto, se me levant la borrasca de mi tormento: alterronseme las aguas, cualquier ola pareca una montaa. y aun era poco, que al fin sent que Ins, con Julianico en los brazos, vena cantando: Una nega que vene re Frande, no quere comere scare cande. Negra sea tu vida, vieja del dimonio dije yo entonces, que l te debe de traer ac. Este sobresalto me rob la alegra de las manos y, lo que peor fue, juntamente el testuz. La obscuridad y tinieblas del desconsuelo echaron, de la posesin dulce y sabrosa en que estaba, a la verdadera luz que, del sol que de la cabeza haba reverberado, estaba apoderada en lo mejor del bienaventurado gusto. Con todo eso, aunque desconsolado, con la priesa que pude puse mi jarrillo en su lugar al punto, con la cantidad de agua que me pareci habra bebido de vino, porque no le sintiese la flaqueza si lo tomaba a peso, que lo sola hacer como si fuera cardo, tan tomado le tena el tiento. Met ans mesmo el poco testuz que tena; que las tres partes ya yo las haba despachado, como hiciera la otra a no venir aquel impedimento de consanguinidad. Cbrola y comienzo de soplar la lumbre. Tan saltados tengas los ojos cual el salto me diste en el corazn. Onofre, hola! comenz a decir desde la calle. Qu manda? Duermes? A dormirte t un poco ms dije entre m, vieras el sueo que haba hecho. A orlo pudiera ella decir: l se te volver el del perro. S, por cierto, durmiendo estaba dije yo fingindome alegre. Y, a la verdad, harto lo estuviera si con mi salto hubiera podido dar el de mata por no andar a ruego de buenos. No hay mayor necedad que poner en mano del enemigo lo que se puede remediar con la huida, porque, por misericordioso que sea, es ms el rigor de su misericordia que el trabajo de huir de ella. Ay, qu traza de cocina! Levntate de ah! Maldito seas! dijo la vieja. Cmo tienes esta olla sin hervir? A qu santo la dej yo encomendada?

Y aun por eso dije callandola he puesto yo en mi sepulcro para guardalla mejor. Toma la vieja la cuchara y comienza de dar vuelta a su olla. Cual estaba entonces mi corazn, no se me asaba ni se me coca. Plegue a Dios que no lo veas! Cigale Sant Antn! Mejor me oli a m la cabeza que yo oliera, si alguno me llegara a tentar en aquel punto. y ms cuando la vieja dijo: Mozo, t andado has en esta olla? Cunto andado he! dije yo entonces muy disimulado No me dijo que tuviera cuidado con ella? Cmo la haba de ver sin andalla? No quiero decir eso dijo Ins; que la has golosmeado, traidor, que te la has comido. Con los ojos intelectuales creo que penetraba aquella vieja lo interior de los corazones. Yo comer? Yo comer? dije llorando. Levntenos que rabiamos. La olla me haba yo de comer? Arriedro vayas tal testimonio dije santigundome. Arriedro vayas, bellaco! dijo ella. Por la pasin de Dios que se la ha comido toda. Qu te parece, enemigo? No has dicho mal dije yo entre m, que no le tengo yo mayor que t. Qu es del testuz de esta olla? Qu lo has hecho, mozo? replic. Por el siglo que mi nima ha de pasar que te lo he de sacar del cuerpo. Y diciendo y haciendo, sin encomendarse a Dios ni al diablo, seme de estas orejas y comienza de levantarme en el aire s levantadas tenga las alas del corazn y tambaletearme de una parte a otra como si fuera campana que la traan a vuelo. Y, an no contenta con eso, abalnzaseme a estos brazos y comienza de dar en ellos como en real de enemigos, ponindomelos de suerte que bien se le echaba de ver que haba usado ms el oficio de saltamonte que no el de madre. De los diablos lo sea ella. Que si es verdad que los corazones humanos se mueven ms con los ejemplos de los pasados que con las palabras de los presentes, no ser yo mal ejemplo de compasin a los que estn por venir, segn ella me trat. Con todo eso, cuando me vi tan afligido, acud a mi socorro publicando la mentira con apariencia de verdad, diciendo que la dira; a lo cual, dando vado a mi fatiga, dijo: Pues dila, bellaco, que, si no, aqu te tengo de acabar la vida, que ans me haces infermar el alma. Das ha que lo debe de estar dije yo pasito, y comenzando mi satisfacin, prosegu diciendo: Habr de saber que, mientras sal al corral, el gato de la vecina me derrib la olla y se llev el testuz. Yo, cuando vine, como la vi en el suelo, fui en su busca, que estaba haciendo destrozo de l debajo la cama; y eso fue lo que le pude quitar. Escapseme que, si no, yo le diera la salutacin, mas an no se me va entre renglones. Yo os la dar a vos dijo la vieja; acabaros tengo antes que me acabis. Pluguiera a Dios estuviera en mi mano dije callando. Ya la verdad, si alguno hubiera de ser homicida voluntario, yo lo fuera de aquella vieja, porque la quera como al diablo. Vuelve otra vez de nuevo y, como si fuera de alfeique, as me dej retorcido mi cuerpo. A ser Papas los cardenales que me hizo, no habra madera en Vizcaya para hacerles sillas de Sant Pedro. Lstima era de ver; que hasta Julianico lloraba vindome maltratar de tal manera. Los que loca y arrojadamente se encienden en clera siempre exceden el lmite de razn. Tal sueo le d Dios cual ella me dio el rato. Y ojal que aqu se resolviera todo, que quien algo quiere algo ha de hacer; no se cogen truchas a bragas enjutas; pues haba comido, forzoso era el escotar: mas no vi delicto tan castigado. Pocos

jueces hay que no quieran dar su pena; pobre el delincuente que tiene muchos, que no le arriendo la ganancia, y ms si son apasionados. Ella satisfizo bien su clera y me dej ms para la otra que para esta vida; y despus andaba ms solcita que otra Marta, aderezando su olla y componindola lo mejor que poda. Cuando el descuido dobla el cuidado, no es por bien del que se descuid. Para quien estuviera de buen humor, entretenimiento del alma fuera el verla: y digo de la alma, porque stos son los ms verdaderos. Siempre andaba rencillando y haciendo tantos visajes que se pudiera inventar otra nueva danza de matachines. Mas, al afligido, pocas veces le entran en gusto los deleites. Ya que lo puso todo en orden y yo haba desentonado un poco mi msica, toma una cesta dicindome: Tened aqu, honrado: no pensis que se ha acabado la fiesta, que an agora comenzamos. Para ser sin vigilia, a m harto larga me parece dije paso. An hablis? Yo os sacar la lengua me respondi. Qu decs entre dientes? Por vuestra alma se vaya esa oracin. Otras peores rezo yo por la tuya dije entonces; y a ella le respond: Qu tengo de decir? Que el justo lleva la pena del pecador; que tiene la culpa el gato, y el granizo de la nube descarga sobre mis hombros. Tir la piedra y escondi la mano. Dios sabe la verdad. Que, aunque los que se guan con esperanza se prometen cosas vanas, yo la tengo de que ha de parecer; que es como el aceite en el agua, que siempre anda encima. Saltronseme las lgrimas que quien me viera me juzgara por un apstol; mas fuera el malo, pues no tena yo ms culpa de la olla que l de la muerte de Cristo. Cargme la cesta, con los aparatos que para la comida de los peones fueron necesarios, en la cabeza, dicindome: Andad, seor, y no me lloris: no os llore yo las nalgas. Bien se me empleara el llorrmelas o hacrmelas llorar mas haba de ser en sus barbas, porque ninguna cosa poda convenir mejor que, tras ir cargado como asno, pagarme el trabajo a palos. Caminad, buena pieza me deca. Yo llevaba el canto llano y ella fue contrapunteando todo el camino, que no fue menos pena para m que el castigo ejemplar que me hizo. Para quien siente, no injurian menos las palabras que las obras. Llegamos presto y, apenas los haba alcanzado de vista, comenz a discantar diciendo: Por buena fe, Serbn, yo les traigo una buena comida. No tengo yo la culpa, el mocito que viene conmigo: l tiene un honrado criado. Sal de casa a lo que Dios me ayud, y, si le dijera 'cmete la olla', ans lo ha hecho. Qu paciencia me ha de bastar con l? Qu sufrimiento? La olla? dijo mi tutor. Yo se las sacar de las nalgas. Pobres de ellas dije entre m Qu de ejecuciones tienen para sola una fianza a que se obligaron! Atizada tengas el alma, que ans me atizas la vida. Y es verdad eso? dijo mi tutor. Cmo verdad? respondi la vieja. Como el avemara. Cundo suelo yo mentir? Agora le repliqu muy colrico y lloroso. Boca tan llena de mentiras la queris poner por maestra de verdades? Qu queris; que por vuestro testimonio me echen la ley a cuestas? Mirad ahora qu evangelista! A la comida me remito dijo ella, que bien veer cun presto se quedarn en blanco.

Blancos tengas los ojos, que, pues no puedo de otra suerte, en bendiciones te lo quiero pagar. Ms iba en que te alcanzasen. Cgeme entonces Rodrigo Serbn cabeza entre piernas y dame una de las que sola; porque no me alabase, que un mal se pagaba con una pena. Si mala me la dio la vieja, peor me la dio Serbn. Dados malos les d Dios a entrambos, que no me faltaba priesa en decirle que ya estaba castigado el delicto; mas poco me aprovech, que la vieja le ayudaba, porque se baaba en agua rosada de verme puesto entre sus uas. Dadle, dadle le deca, que los hombres no se pierden cuando viejos sino porque les dejaron hacer su gusto cuando nios. Dios me tuvo de su mano con aquella vieja. Pero, al fin, cuanto ms mal, ms merecer; que la verdadera paciencia en los mayores trabajos se conoce. Hasta los peones me eran contrarios, porque uno me deca: Cul te supo mejor? Otro: Saben tan bien los peces? Otro: Comstela con perejil? Bueno lo tena en mis dientes dije yo entre ellos. Y aun no me espanto que stos se holgasen de mi persecucin, porque no fue pequea la que a ellos les vino. Yo llev los castigos y la vaya, pero tambin me qued el testuz por consuelo. De lo poco que les dej, me pesa, porque me la dieran de veras. Cuando hubieron comido, dimos la vuelta a casa, que nunca mi ngel malo se me quitaba de encima; antes me vena ayudando a mal morir con decirme: Ans es menester; que los mozos no han de ser golosos. A la olla os le atrevis? Tomaos lo que os hallis. Qu querais? Una en saco y otra en papo? El cuero lleno y la suegra beoda? No era burla para pasar por alto: avivar el ojo, que ho hay para cada martes orejas. Y en aquello tena ella razn, que, si yo hubiera de pasar cada semana aquellos infortunios, no digo yo para cada martes, mas ni aun para cada Navidad. Al fin, llegamos a casa: yo tal como bueno y ella algo calorosa del camino y sol. Apenas hubo entrado en la cocina, cuando ase del jarrillo donde ella haba puesto el vino que an eso me quedaba por pasar; y, sin reparar en ello (mal tem en vindola, aunque dije entre m: Al pagadero me has venido; no es mal principio de venganza), diole dos besos que no parecieron en el salto sino canal de molino. Mal golpe de hacha fue para ella, porque el vino es leche de los viejos y quitrselo fue darle ponzoa. Buen cuidado tuvo; que apenas conoci el metal, cuando, quitndolo arrebatadamente de la boca, comenz de escupir a gran priesa. No pareca sino enfermo que haba tomado purga. No le faltaba sino el vino para jaguarse la boca. Conoci sin duda que yo era el perpetrador, porque me comenz de reir y, lo primero, me arremeti el jarro; y yo, a la puerta. No haba que fiar de ella, que estaba rabiosa: pongamos tierra en medio, que ms vale buen temor que mala confianza. De all, negando a pies juntos, comenc de proponer mis defensiones, y allegaba que, viniendo los dos de la pieza, cmo me poda haber bebido el vino? Silogismo en dari no tena respuesta. Con todo eso, lo quera aclarar y hacer averiguacin para araarme. El diablo se lo confesara. No hay cosa ms justa que negar lo que con mal fin se pretende. Hecha estaba una vbora de coraje. El vino suele hacer renegar los hombres, mas sta con el agua renegaba. Sospecho que si me cogiera entre las garras, que haba cado en el mes del obispo; porque orla era una excomunin. ste s que era pecado, que el de la olla quitse con el agua bendita. Bendita deba ella de estar, pues tan buena operacin hizo. El diablo, Onofre, te metiera en sus manos. Escapar de la llama y dar en la brasa. Ponte en salvo mientras consume aquellas espumajosas bascas, que es bravo el toro y est

agarrocheado. Vara fue la de la agua que se le debi clavar en el corazn, porque no tena ella mayor contrario en este mundo. Parceme a m que no le pudiera venir mayor azote de la mano de Onofre que darle a beber agua. Paso de la pasin fue para ella, que no le tena en menos que yel y vinagre. A sus voces y mi llanto se juntaron las vecinas, mas yo siempre en la puerta, que no hay mayor miedo que estar culpado. Quien no la hace no la teme, porque el pensamiento justo no puede temer cosa. Aun con su ayuda, no viva seguro segn estaba. Al fin, desflemando ella contndoles mis desastres a mil veces y consolndola ellas, se le vino a pasar la clera, que no fue poco. Perdonme, aunque yo siempre fuera, que el temor me haca cuidadoso. No lo anduve poco para vengarme en algo, y haciendo mi diligencia, que no fue tal como yo quisiera, sali mejor que sospech. Hacamos, pues, paos un da y dejme, mientras ella se fue a aderezar la casa, no era para m nuevo el serlo por tizonero para dar lumbre a la caldera. De mejor gana se la diera a ella, que las aliagas eran buenas para el efecto. Yo estaba de mi espacio, y, como vi el aparejo en las manos, pasme por el pensamiento y pselo por la obra. La ocasin hace el ladrn y el buen aparejo buen artfice. Comienzo de sacar pas de mis aliagas ms quisiera yo que fueran de un rastillo, y por entre las piedrizuelas con que estaba empedrada la cocina voy entretejindolas, muchas tendidas en el suelo, pero las ms puntas arriba, porque unas disimulasen con otras. y donde ms costumbre tena la vieja de asentarse, voylas asestando como tiros de artillera, que, aunque ellas no eran tan fuertes, el castillo era viejo y aportillado, y cualquiera municin lo pondra en aprieto. Buena cama le hice, aunque me apesar de no habrselas puesto en la que se acostaba. Bien haya mi poco atrevimiento, que, por no drmele la niez, me hubiera arrepentido de haberlo ejecutado. Mejor lo hizo Dios, porque, aunque me disciplinara por agua, no lloviera a ms buen punto. Ins viene; aderezo mi lumbre y pngolo todo a gesto porque, para reir, no tuviese achaques al viernes, que no haba menester ella muchos. No me descuid de mi ratonera, que, como gato, estaba asechando el ratn para cazalle. En entrando, dijo: Por qu no echas lumbre, mozo? Entrar ella sin reir fuera volverse el cielo cebolla. No lo hiciera por la vida: tal humor no le conoc despus que soy hombre. Y aun por eso, segn dicen que mentir deben, es el mo tan perverso; porque, de maestro mal acondicionado, pocas veces sale discpulo amoroso. Bien estuviera la cosa y la pusiera mal a trueco de reformar lo hecho. Un reino gobernara de su cocina: esto haba de haber hecho el obispo; estotro el Consejo; el Rey tiene la culpa, que no se lo manda. No dejara piedra en su asiento que no meneara: hasta a los sanctos les reformara los suyos. En efecto, lleg y, como acostumbraba, se hinc de rodillas de golpe. Apenas hubo dado en el suelo cuando comienza de vocear: Ay! Ay! No siente tanto gusto el galgo cuando dice el cazador Hela! como sent cuando dijo Ay! Ay!. S, espinas dije yo. Y, por remediar presto las rodillas, da de manos en las brasas. Cay en Scila por huir de Caribdis. Por huir del lodo dio en el pozo. Quiso remediar las manos, da una cabezada en la caldera, derrmasele a cuestas: abrasse viva. Harto lo voceaba. Yo, que acud al remedio aunque no se lo deba, doyle una vuelta de podenco y pngola lo mejor que pude. Pero, como la leja estaba hirviendo, por presto que me desenvolv que tampoco me di mucha priesa, porque no entend fuera tanto el dao, ya estaba la cabeza como palomino, y el pescuezo y manos, que otro sbado pudieran dar tan buen apetito como el testuz.

Cuando la vi de tal suerte, no dej de condolerme; que, aunque la quera mal, piedra es quien no se duele del mal ajeno. El menor suyo era el que yo intent, aunque, despus que la curamos y pusimos en la cama con algn sosiego, que no tena ella mucho, le quit yo algunos de los abrojos que en las rodillas tena hincados. A ser ella sancta, no nos faltaran reliquias con su sangre. As, as es menester le dije yo cuando hubo pasado buen rato. Dios me da venganza de mis enemigos. Castigo es ste suyo, que, como a m me le disteis sin culpa, no se olvida de sus siervos. No era negocio ste para pasar por alto. A la caldera os le atrevais? Qu querais, ta? Una en saco y otra en papo? Aunque tuviera testuz dentro. El cuero lleno y la suegra beoda? Avivar el ojo, que no hay para cada martes orejas. Pegule por los proprios filos como esgrimidor diestro, y como estaba en la cama que no se poda rodear, harto tena que decir: Vete de ah, mozo. Y yo atizar, que era para m tortillas y pan pintado, miel sobre hojuelas. Venid ac, ta le deca yo. Cmo fue? Cmo disteis en la lumbre? Cmo topasteis en la caldera? De dnde os procedi tanto mal? como si yo no lo supiera; sino que, como los males se renuevan trayndolos a la memoria, a trueco de verla rabiar, quisiera los refiriera a veinte veces. A Dios gracias que no tengo yo la culpa. l ha hecho por m: libre estoy. A lo menos una vez en el ao no tendris que reirme. Mudse el temporal; no haba de apedrear siempre en un trmino, que todos los tiempos no son unos. Aunque vos, ta, ya sois rbol seco, que, no digo yo la piedra, mas los rayos se perdera poco que os diesen, que al fin vivs de balde y, aunque tenis vida de limosna, de ms a ms os comis el sustento de vuestros succesores. Con estas y otras gracias, que no lo eran para ella, la sacaba de juicio, ya m no me faltaban si los cascabeles para danzar de contento. Que, aunque dicen que en muerte de otro es malo esperar salud, con el dao de sta lleg la ma, porque me refresc la memoria del mo, y no hay cosa ms dulce que acordarse del mal pasado. Bien sea verdad que agora echo de ver que lo hice mal con ella por tenerla como la tena en lugar de madre. Pues, aunque me castigase, estaba obligado a sufrillo. Porque el que desea ser viejo es necesario dar la debida veneracin a los que lo son. Pues sabemos que lo que hiciremos con nuestros padres, aquello harn con nosotros nuestros hijos. Pero entonces, por no tener entendimiento suficiente, se me pudo perdonar; que muchas cosas se permiten a los nios que, siendo grandes, si las hiciesen, mereceran pena por ellas. En este nterin, vino de Sigenza a Palazuelos un sacristn de la Iglesia Mayor a hacer cultivar unas heredades de una su capellana, y acert a posar en mi casa, que era de las mejores, y, como me viese vivo y al parecer de buen ingenio, rog a mi tutor me dejase ir con l para servirle. ste me dio ser de hombre, que hasta entonces de bestia le tena. Rodrigo Serbn se lo concedi y dijo me inviara en hacindome de vestir. Cumpli honradamente a costa de mi hacienda, y el siguiente domingo me part, dejando a mi persecucin en la cama con la suya, no poco contento de que Dios me hubiese sacado de sus manos con venganza.

CAPTULO III

Sale Onofre de Palazuelos y llega a Sigenza. Cuenta lo que le succedi antes de hablar a su amo el sacristn y refiere una lecin que le dio y prctica que los dos tuvieronComo llegu a Sigenza, que fue muy en breve por ser poca la distancia de lugar a lugar, luego pregunt por mi amo y, como no le hallase en casa, fuime a ver la ciudad; y, andando por ella atnito, como quien no haba visto otra, llegu a la Travesaa, que es el nombre de la calle ms principal y adonde est la contratacin de los mercaderes. Habame dado el buen Serbn un real en plata para mis necesidades, con que yo iba ms rico que mercader genovs. Vendan unos albrchigos que estaban convidando con sus cuerpos. Como me vi con aparejo, perd la vergenza y arremetmeles. Dios os libre de hombre determinado, que cierra como toro. Ped una libra a una frutera y dile mi real para que me lo trocase. Pes a otros que estaban primero y preguntme despus lo que quera. Djelo. Bien se me echaba de ver la leche, que, aunque en mi tierra era guila, aqu no pasaba mi moneda. En la tierra de los ciegos el tuerto es rey: vyase adonde ven y ver lo que pasa. Por eso dicen que vale ms ser cabeza de ratn que cola de len. Al fin me los dio y, como me pidi los dineros, elevme. Qu es esto? dije. No le di un real, seora? El de Manzanares replic ella. Eche aqu esos albrchigos, que le darn con la pesa. EI bobillo, con qu vena! Para eso me los haca pesar? No es sta la primera. iMirad si sabe el taimadito! Qu os parece? Seora... fui yo a replicar; y, hurtndome la palabra, me la quit de la boca como el real de la bolsa, diciendo: Vaya, amigo. Basta, hermano. A los de las gallaruzas, por su vida. Ensele ms su madre? Cundo vino, nio? Ponga aqu, acabe: que le darn con ellos. Faltronme palabras, que el terminillo incgnito me apeg la lengua al paladar. No era todo testuz. Como estaba en muladar ajeno, no os cantar. Hbeme de ir corrido, sin real y sin albrchigos: aun uno de lstima no me dio para proballos. Llegu a casa y hall a mi amo. Contle el succeso como lastimado, y, despus de haber solemnizado con risa mi bobera, dando con los dedos en los labios comenz de decir: Ba, ba, ba. Quiero darte una lecin. Desde hoy, Onofre, comienzas a vivir en otro mundo; all vvese vida de ngeles. La primera es sta: avisn, que asan carne. De los escarmentados salen los arteros. Si quisieres que no te engaen, no te fes de ninguno. Quien se te vendiere por amigo te vender, porque ya los amigos no duran ms de cuanto duran los dineros. De hoy en adelante abrir tanto ojo. Yo me tendr cuidado dije entre m, que no hay hombre tan discreto que no sea necio una vez. Lo pasado sea pasado prosigui l. Vaya el diablo para ruin; un real poco levanta. Da gracias a Dios que te ha puesto con amo que sabe perder ms en una hora que la frutera gana en un ao. En mi casa tendrs mil provechuelos. No es casa de poquedades, porque todo anda rodando por el suelo, y ans no hay que reparar en esa niera.

Cremelo; pero, si yo no me los buscara, los provechuelos de su casa todos se resolvieran en hambre y ms hambre, que otros, en cuanto con l estuve, ni los llev ni los haba para tenerlos. Djome: Onofre, traza y aspecto tienes de hombre ingenioso. Quiero que sepas vivir, y, si tomas esta doctrina que te dar, ser cosa infalible el saberlo. Aprovchate de tu habilidad, que nadie en el mundo es ms estimado de cuanto aquello en que la muestra. No se lo dijo al perezoso, que tanto me aprovech que le pes de ello. Vive dijo l como honrado y tendrnte por tal; que la vasija que de nueva recibe algn mal sabor hasta que se quiebra no lo pierde, porque lo que en la niez se imprime es estampa grabada en diamantes, que es necesario quebrallos para deshacella. El que de nio es bueno con su bien permanece, y, si, al contrario, malo, su mal nunca se acaba. Jntate con los buenos y sers uno de ellos, porque quien los trata los imita; y, al fin, es sabido que la mala compaa hace al hombre malo. Que, como se dice, con los sanctos sancto y, con los que no lo son, convertirste de su metal. Preguntronle a un filsofo que por qu se pierden los mancebos, y respondi que porque les sobra tiempo para hacer mal y les faltan preceptores que los apremien a bien. Perdido es quien por perdido se tiene; no hay mejor maestro que el tiempo, que lo sabe todo. El hombre experimentado a todos hace ventaja en consejo. Diga el seor filsofo lo que quisiere, que con buenos maestros puedo yo ser malo, y, aunque me sobre tiempo para serIo, rebueno. No se lo saban todo los filsofos, que sus palabras no eran evangelios. Hartas veces, seor dije yo, deca mi buena Ins que el verdadero saber era el saberse salvar, y que toda la dems sciencia era como sciencia de agua y borra. Y aun deca bien dijo mi amo, que al fin aqulla es sciencia que ensea el camino de salvacin. Verdad, seor; mas tambin hay otra que, a mi parecer, no es mala repliqu yo. Y cul es? me pregunt. El saber comer le respond. Fuese la lengua a lo que estaba en el corazn, que, con el camino y no haber hallado a mi amo tan presto como quise, se me salan las tripas por la boca. Entre col y col, lechuga dijo l riyndose. Eso, por la misericordia de Dios, todos lo sabemos, Onofre. Mas yo te digo que no hay ms afrentosa prdida que perderse un hombre honrado por la garganta. La abstinencia es madre de la virtud. La virtud, la que da la honra. Ella es el primer escaln de la bienaventuranza divina y humana si humana la hay; nave segura que, por el mar de las miserias del mundo, nos lleva al puerto de la salvacin. Mira cunto vale ser los hombres templados, que todos los estiman, todos los aman, todos los honran. La regla y orden la guardan los discretos, que el hartarse es de bestias. No apetece la honra del nimo quien ama demasiadamente su cuerpo, porque ninguno hay que pueda llenar el vientre y el entendimiento. Que siempre veo que el hombre glotn vive abatido y ultrajado de todos, Pues yo dije callando, si por algo tengo de ser abatido, ser por eso. Qu murmuras? dijo l. Digo, seor, que, si alguna cosa buena tengo, es no ser goloso. Estimarte yo me replic, si tienes esa gracia en lo que fuere razn; que gracia es y mucha gracia, y aun no s yo cul mayor. iOh qu gran virtud! No la tengas en poco, que no todos gozan de ese celestial y maravilloso don; no todos tienen alhaja tan inextimable en su casa. El vicio del vientre no slo disminuye la vida, pero la quita; porque la gula hiere ms que un cuchillo de dos cortes. Cuanto el hombre se da ms al regalo, tanto ms le engaan los vicios del mundo. No hay peor cosa que ser los hombres epicreos. Oh qu infamia! Qu vituperio y bajeza es tropezar un hombre de bien en esa

tosca piedra! El nombre ofende las orejas: glotn! Qu mal suena! Qu vocablo tan impertinente! Desterrarlo tenan por vagamundo. De eso est segura tu lengua. Con ms razn dije yo entre m podran desterrar hoy mis dientes. As que, Onofre prosigui l, la moderacin limitada alimenta y cra. Como dijo el filsofo, comer para vivir y no vivir para comer; que toda demasa es daosa. Aqu dije entre m seguros estamos de adolecer de ahtos segn se van poniendo las cosas. Qu dices? dijo l. Seor le respond a tiento, que he odo yo lo contrario de eso. Verdad es me replic que otros filsofos tuvieron otras opiniones; mas de las controversias de los sabios se levantan los errores en los pueblos. Tomemos lo mejor, que en la buena electin hablando filosficamente consiste el buen entendimiento. Al diablo daba yo tanta filosofa. Sin duda l haba tenido a Aristteles en romance y le lea como libro de caballeras, porque a lo que agora juzgo el latn no se le sobraba por el colme. No digo yo prosigui l que no se coma, que el comer no se escusa. A casa has venido que no se sustenta del viento, pero cmese, saludablemente, poco y bien aderezado. Esto basta para la primera, que no se puede saber todo de un golpe. No, seor dije yo. Vmonos poco a poco, que ms das hay que longanizas. Aunque entonces, segn mi hambre, ms quisiera yo longanizas que das. Ms, con todo eso, no dej de agradarme esta prtica, porque no hay mejor manera de mandar que aconsejando. Cuanto de mayor estado los dueos, se han de mostrar ms humildes con los sbditos. Qutate dijo esa capa. Llama esos mozos; di que nos den de cenar. Gran palabra dijo el rey a los suyos dije yo. Esta voz angelical llen los vacos de mi estmago, clavseme en el corazn. sta me fuera sustento cuando me faltara la cena, segn el deseo tena de que hiriera mis orejas. Holgume con ella como el mdico con los cuartanarios, que son enfermedades largas y matan pocos. Haba en casa tres estudiantes pupilos, a quien mi amo por concierto sustentaba, que eran los mozos que me mand llamar. Cenamos moderadamente. Yo menos de lo que mi necesidad peda, pero, acordndome de su lecin y que era la primera vista del pleito, acommodme con el tiempo. Hicironme cama junto a los estudiantes, y luego hicimos camarada, que, aunque yo era el ms pequeo, no el ms bueno. Presto me hice de su masa, que hombre vergonzoso el diablo lo llev a palacio. Enseronme a vivir, que beber yo me lo saba. A la maana levantmonos (en buen pie lo diga). Fui con mi amo a la Iglesia. Quedme de verla absorto y embelesado: a quien poco ha visto poco le espanta; que, aunque era mucho, dicen bien, que la rareza de las cosas es madre de la admiracin. Diome mi amo cargo de barrer el sagrario y deshollinarlo, que de escoba no poda yo escapar. Acceptlo, porque, de mercedes de rey, no hay que desechar ninguna, pues no se acuerda de quien rehsa el trabajo. Dimos fin al nuestro cuando en el coro a la misa, y acudimos a casa, donde ya nos estaban esperando la mesa puesta y comida aderezada. Comimos, como dijo mi amo, para vivir. No estim yo poco su buen trmino, que, pues me ley la cartilla, seal que no se quera hacer de los godos. Practicamos en comiendo todos de conformidad una vana y dos vacas. No haba jugador tan torpe que no rechazase su pelota. En tocando a vsperas, acudimos a la obligacin, cumplimos con ella y, en acabando, dimos con nuestros cuerpos en el juego de bolos. Qu bien sabe el entretenimiento, echado el cuidado aparte! Holgume de verlo: todo lo nuevo aplace. Al

anochecer a casa, cena puesta y mesa aderezada. Esta vida padre y madre olvida. No la tiene mejor el Papa. No me acordaba de mi patria, porque aqulla lo es adonde al hombre le va bien. Gran gusto me dio este dia. Harto tenla que rogar a Dios que ansi fuesen todos; porque, como en poco espacio de tiempo no cabe gran bienaventuranza, aunque el dia me Ilenaba el ojo, aguardaba la revuelta, porque nunca vi placer sin contrapeso. A los alegres y serenos soles succeden nublados obscuros y turbulentos; a los gustos y apacibles ratos los ocupan incomportables dolores; a las risas y deleites los siguen Ilantos y pasiones intolerables. No hay descanso, no hay sosiego, no hay entretenimiento, no hay gloria a que luego no venga en su prosecucion fatiga, inquietud, tristeza, infierno. Quin fiara de un dia claro?, pues dice el refran que un golpe no derriba un robre. El temor es bueno y la incertidumbre justa, que, en efecto, no incurre en culpa quien, aunque no sea, teme lo que puede ser. y mas cuando la potencia esta tan proxima como en el subjecto de un sacristan; que, aunque entonces yo le tena por obispo, ya he llegado a conocer que su silla en el coro es el incensario. Con todo eso, por agora na tengo qu quejarme, porque con este orden y prospera fortuna pasamos hasta la navidad, que me corrio la ma con mis estudiantes, que, aunque contra m, no es para callada.

CAPITULO IV

Cuenta Onofre una desgracia que le sucedi con los estudiantes de su casaGrandes infortunios y desventuras son las que siguen a los hombres: no echan paso que no meten el pie en el barro. Quieto y sosegado me estaba yo, y me vinieron a sacar de quicio. No hay cosa que mas convenza al hombre que el deseo de alcanzar lo que pretende. Encandlase como perdiz con la calderuela. Ventura es todo: ponerse a lo que saliere, que, en efecto, para los hombres son los trabajos. El corazn enseado a sufrir hace las cosas mas leves de lo que son. El mo fue que, como ordinariamente suelen las madres contribuir con torreznos las Pascuas a los hijos, a uno de los de casa le enviaron unos solomos y no s cuantas morcillas. stas fueron principio de mi dao. El cabello se muda, pero no la costumbre, porque sta es otra naturaleza. Di tras ello y salime con eIlo. Todo es comenzar, que despus por la costura se desgaja como camisa mal cosida; aunque el primer yerro no es en mano del hombre, como el primer movimiento. Verdad si sta fuera la primera, mas fue la del testuz, y del pecado lo peor es la perseverancia. El seso falta cuando la voluntad priva la razn. Asi me falt a mi en este combate morclllero: que invent mil cosas para poder alcanzar alguna parte, mas no haIl traza que por entonces me conviniese; que pocas veces se miden los succesos con la vara de los deseos. Hasta que, dandolas cada dia nuevas, algn angel me alumbr el entendimiento en la obscuridad de mis tinieblas. Ninguna humana pasin es perpetua ni durable. Mucho puede el continuo trabajo. Una gotera agujera una piedra perseverando su corriente. Como yo madrugaba de ordinario para acudir a la Iglesia, en mi ausencia hacian eIlos su Sant Martin; y ansi no era mucho que me desvelase en este pensamiento como lo hacia; tanto, que no quitaba la imaginacin de mi deseo porque no me daase lo del sabio, donde dice que quien en muchas partes tiene dividida la memoria en ninguna la tiene segura. Al fin me determin en proseguir con lo imaginado, porque hombre determinado por dos vale. En una hora no se gan Zamora, mas con todo eso no ces la guerra. Pocas victorias habra si del primer golpe se hubiesen de acabar; paso a paso se hace la jornada, que no de un salto. La medicina que hoy daa una Ilaga maana la cura; como cur yo la ma, que todo el tiempo lo sazona. Era Francisco que asi se Ilamaba el dueo de la mercadura de los tres el mas pequeo y, por su ventura, capn. En la voz se lo ahorraba, que la tena buena. No s el misterio que tienen aqueIlas inextimables joyas, que a cualquiera que le faltan no slo es privado de eIlas, pero aun de inmensidad de gracias que las acompaan. Al nuestro le faltaba el animo, que, como son segunda especie de mujeres, imtanlas en las cualidades. No hay cosa mas fea ni abominable que el hombre afeminado. Vi en buen punto mi negocio y fue portillo por donde se combati la fortaleza. Tracle de dia, y a la noche le puse nombre con intento de baptizarlo con la sangre de las morcillas. Ya que nos hubimos acostado y ellos dorman habindoles primero metido en los cascos que la noche de antes habla sentido un ruido, me levant. Ayudme para ello haberse dicho que en aquella casa sola andar duende. Todos convenimos en la fama. La imaginacin hace el caso. Creci el cardo entre los panes y la sospecha en los corazones; salvo en el mo, que estaba hecho de piedra imn para atraer a si los solomos. Comenc de hacer ruido con un pedacillo de cadena, que para el efecto tena aparejado, hasta que yo senti que estaban despiertos. En volvindose a dormir, volva yo a mi obra, sin

hacerles ningn dao por no atemorizarlos del todo. Al fin, se pas ans la noche; mala la pas yo, pero no quisiera parte de la suya. A la maana, contamos a mi amo el succeso; que, por dormir lejos de nosotros, no lo poda haber odo. Todos reamos harto, pero yo mas que ninguno. Francisco, como mas cobarde, llev mas parte del miedo. Vino la noche y yo luego apliqu mi duende a mi deseo: De cenar pide este duende. Odo he decir por muy cierto que, dejndoles qu comer, no hacen mal. Como le conoca la enfermedad, aplicbale la cura. El principio de la salud es conocer la dolencia. Yo lo dije de taI suerte que se lo dej estampado. No hay mejor impresor de mentiras que el miedo. Dando vino la cena de ojos al conjuro como conejo al silbo. Aunque estuvimos primero dudando lo que comera mejor; pero, como yo tena la llave de su estmago, absolv la dificultad fingindolo grande amigo de cosas de puerco. Pusmosle solomo con pan y vino, porque todos de conformidad escotamos a ochavo para dos noches, si con la primera nos iba bien. Yo se lo facilitaba de suerte que poner miedo y quitar miedo era en m como mazos de batan, que se levanta uno cuando da otro. Presto nos dormimos, digo se durmieron; que no es grande el cuidado que hace paces con el sueo. La esperanza larga aflige el corazn, y as, al mo, cualquier momentneo intervalo lo molestaba con tardanza. Apenas hubieron cerrado los ojos, cuando Onofre abri los del alma con su solomo, que, como en los bienes es mejor el acto que la potencia, la captiva voluntad con l se rescat de la prisin. Ya que satisfice a mi deseo, me volv a la cama, habiendo hecho primero tinieblas con mi instrumento hasta despertarlos, con que los dej sosegar. Ans pasamos bien cuantas noches hasta que, por mis pecados, se acab el solomo. Aconteci otra despus que yo haba dado carta de horro a un poco de morcilla que le habamos dejado: que la ama olvid a la lumbre un puchero con algunas reliquias que para ella deba tener ocultadas. Pocos andan en la masa que no se les pegue de ella, porque no es mucho que el carbonero ande tiznado. Olilo un gato, que buscaba su vida como yo la ma, y, por comerlo, metila cabeza dentro mas apremiadamente que le fuera necesario. Cuando se hubo satisfecho, que la quiso sacar, no tuvo remedio, porque le vena tan justo, que dijeran que le haban tomado medida. Quien ha de salir con su empresa no ha de mirar inconvinientes. No hay consejo do hay deseo; que si el gato le tomara, no cayera en la trampa. Qued tapado como quien juega a la gallina ciega; solo faltaba quien diera con los zapatos. Oh cuantos tiene el mundo que por no atender al dao venidero, ciegos del apetito que los rige, han cado en tales yerros, que, aunque procuran favor para levantarse, su misma razn les niega la mano que le piden! El negro gato encontr con nuestro aposento, que estaba enfrente, y se nos meti en l. Como traa el puchero rodando y el no acostumbrado peso en la cabeza, aqu caa, acull se levantaba, ora encontraba con la pared, ora con la puerta. Todo era ruido; todo trpala; todo estruendo, alboroto y desasosiego. En conclusin: no haba cosa quieta ni segura. En sintindole, como era duende extraordinario, atemoricme yo; que los dems ya le tenan perdido el miedo. No hay cosa tan espantosa, que su presencia ordinaria no afloje al temor las riendas. Llam a los otros que no fue poco poder sacar la voz del cuerpo sospechando que era alguno de ellos, mas, como todos me respondieron en la cama y el gato andaba dando de cabezadas con su puchero por buscar salida, acabseme de verificar el temor. Sin sacramento hubo confirmacin. Por cierto tuve que era el duende: jurara que se me haba echado en los pies, tanto puede la imaginacin. Cre que se haba enojado, porque le haba hurtado el oficio; que, como dicen, quin es tu enemigo?, etc. Harto tena que pedirle perdn, hincado de rodillas sobre la cama: todo el ao malo, mas, al peligro, hecho un santico; y aun no es poco acordarse hombre de Dios en la tribulacin. Decale:

A lo menos, seor duende, es Vm. un duende muy honrado. De los buenos es perdonar las culpas. No es verdadera fuerza ni poderio dar el mal que se puede; antes el vencedor queda mas vengado del rendido dndole vida que quitndosela. Vivo, seor, ya ser de algun fruto, que sirvir yo a su merced en cuanto pueda; mas si acaso me mata, ser un cuerpo sin provecho. Haga Vm. lo que gustare, que aparejado estoy para todo. Seor duende, por amor de Dios que yo le doy mi fe y palabra de no meterme mas en cosa que a su oficio toque, porque de las burlas una basta. Entonces conoc que causa mayor pena al delincuente esperar la rigurosa sentencia que la ejecucin de ella, porque sent mas el esperar cundo me dara la mortal herida que sintiera la muerte si me la hubiera dado. En sonando el golpe, cuando arremeta con alguna pared o puerta, Santa Barbara, abogada de los truenos! decia yo. Bien me holgara entonces con un relmpago, siquiera por la luz. Caro me cost el solomo: no son en mas tenidas las cosas de en lo que son compradas. No tienen mas valor de lo que cuestan, porque el de la estimacin no esta en la cosa; y as es dificultoso querer mucho y costar poco. Oh cul estaba mi corazn! Si la venta del miedo corriera como la del aceite, cantidad tena yo para darlo a buen precio. Yo abaratara la mercadura de suerte que a todos se les hiciera commodidad, y aun no quedara tan pobre que no me quedara provisin para casa. De esta suerte se pas la noche hasta que la luz nos vino a ver, que jurar que no la he visto ms tarde en mi vida. Amanec hincado de rodilIas: el canto a los pechos me faltaba para parecer San Jernimo. Mi duende nunca cesaba, porque an estaba en sus tinieblas. Levantmonos todos, y, como vimos el gato menear y dar aquelIos encontrones, uno deca: Bruja es que no acierta a salir. Otro: No es sino alma en pena que nos quiere encomendar algo que hagamos por ella. Y, a la verdad, como la luz aun era poca y l tena la cabeza tan grande y no se discerna que fuese olla, pareca otro animal bien diferente. Nadie se le osaba acercar, y yo menos que todos. En el pecho atemorizado no hay lugar para el nimo, que el mal que una vez se arraiga tarde se desecha. Cobr miedo, salme con ello, apoderse en m y hceme su esclavo, de suerte que an hoy es el da que no estoy bien libre de su cautiverio; no porque el temor me dura, sino por la cuita del estado en que me vi. Todos estbamos afligidos, pero no hay prenda tan rematada por sus cabales, que no pueda admitir alguna cosilla. y ans, aunque medrosos y tmidos, no falt uno a quien le qued un resquicio por donde le entr una vislumbre de animo para poder coger un palo que all estaba y tirarle con l; que no fue poco, pues fue rescate de mi salud. Tuvo el arcabucero tan buen tiento y asest de suerte al gato, que, sin dao de barras, como quien da a la ave en la pluma sin herirla, le quebr la olla en la cabeza, dejndole libre y desencarcelado para que pudiese buir, como lo hizo, mas ligero que el ligero viento. Todos le reconocimos y todos descansarnos, pero yo mas que nadie: quien mas trabajo pasa mas necesitado esta de reposo. Volv en mi ser, recuper mi aliento; que el desengao es padre de las glorias. Yo estuve en elllLa en saliendo de mi cuidado. Gran duda puso a los compaeros el pasado duende. Todos estaban en que habra sido otra cosa semejante y decan ser gato el que se coma la cena. Procur de divertir aquelIos desatinados y prolijos pensamientos por no perder el rspice de mi consuelo, la ayuda de costa de mi deseo, el besamano y ofrenda de mis sacrificios; que no se enderezaban a otra cosa. Quien al bien esta enseado, la sombra del mal le atemoriza. Hceles creer haba sido el duende que, con apariencia de gato, nos haba dado aquel picn. No fue menester mucho, que la mentira adornada suele hacer efecto de verdad. Slo el mayor, aunque lo crey, dud. Parceme que deba de estar como Sancto Tomas y que me deba de decir

entre dientes: Si yo no metiere las manos en la boca de ese duende que decs, no dejare de creer que es gato. Mas disimul con estraa prudencia, porque, aunque en lo extrinseco me ayudaba a fortificar mi ficcin, en lo interior senta otra cosa, como pareci despus. No es todo oro lo que reluce, no es blanco todo lo que no parece negro. El inters proprio le mova, que no el favorecerme; como al podenco, que caza mas por el suyo que por el del dueo. Con todo eso, con lo que me ayud y les dije, aqulla, como las dems noches, le dejarnos al duende su morcilla por habrsenos acabado como esta dicho el solomo. Haca yo por l y haca mi dao. No fuera mucho que el seor duende que era el seor Onofre tuviera cuidado con su propria persona y previniera el mal que le amenazaba. La mayor prudencia es, antes que venga el dao, proveer que no pueda venir. Como la noche de antes haba pasado taI persecucin por nosotros, imagin que ellos estaran alerta como soldados en centinela, y, como estaba necesitado de sueo, dando reposo al cansancio, difer mi lance para mas tarde. Alonso, que asi se llamaba el incrdulo, tena imaginado lo que yo hartas veces por la obra haba puesto, que era levantarse a comer la morcilla. De cosario a cosario no se llevan si los barriles. Los mejores ingenios se encuentran. Un pensamiento le digieren muchos. Dos ballesteros tirando de partes diferentes succede que dan en un blanco. Decir lo mismo y aadir sobre ello. As hizo Alonso. Levantse cuando nos sinti dorrnidos y hurtme la bendicin, hacindose Jacob del duende. Dio recado a su morcilla y, porque yo no quedase sin l, despus de habrsela comido, le pareci bien desocupar el vientre de otra que en l tena sobrada, ocupando como ocup con ella el desocupado plato, en el cual, en lugar de la verdadera, la dej, creyendo que el duende haba de darnos algn sobresalto como sola. Morcilla fue que no me le dio a mi pequeo. De amor se la coma como la gallina el huevo. Mi desgracia fue que aun hubo de ser dura porque en el tacto tuviese apariencia de verdadera morcilla. Acostse y vel el succeso; que quien una vez entra en sospecha mal sale de ella. Al fin me levant y, como tena de costumbre, comenc de sonar mi cadena. Quin duda que l dira entre si, como quien mira de talanquera: Bien puedes hablar, que ya estas conocido, o, por mejor decir: Bien puedes comer, que buena morcilla tienes? Tal sueo te d Dios, bellaco. Con ella te desayunes en lugar de conserva. Qu contento tendra cuando conociese el duende! Call como discreto: no hay mayor prudencia ni dificultad que saber callar a su tiempo. La quietud me convidaba y el deseo me daba priesa. No repar mucho; sal ligero; llegu temprano; as con gana; mord con gusto, y al fin gust de la morcilla. Pue mi boca necesaria de los excrementos alfonsinos. No parece sino acto de teologa en el nombre. Cuando reconoc la especia, que no ola a jengibre, commenc de escupir; mas, segn con la eficacia que haba mordido, apenas me la poda desasir de los dientes. Alonso, que no estaba descuidado, mas tard a sentirme que a encender luz, y, con ella levantada, sali diciendo: Ecce lumen Christi, seor duende. Cuando me vi en tai afrenta, no quisiera ser nacido. Quien mal hace aborrece la claridad: yo por mi proprio mal la aborreca, porque l harto tema que vocear a los compaeros: Hola! Hola!, que tengo el duende en el lazo. Favor! Favor, no se escape! Cogironme con el hurto en las manos y la salsa en la boca. Mi amo, que se levant a las voces, harto tena que consolarme y defenderme en mi trabajo, porque no haba brazo tan temeroso que, como me vieron en la plaza, no me tirase su vara. Con esto nos dej el duende quietos y sosegados de all adelante, quedndome yo siempre con el gusto de mi morcilla y con la vergenza de mi afrenta.

CAPTULO V

Cmo Onofre comenz a pasar mala vida despus de idos los estudiantes y el ardid con que se veng de la fruteraAcabada esta desventura que lo fue para m; aunque no me quiero llamar desdichado pues tuve sufrimiento en la desdicha, que, segn dijo el filsofo Bas, no matan a los hombres las adversidades, sino la impaciencia que tenemos en ellas, con otras mil nieras que nos succedieron, que por no ser prolijo no las cuento, se lleg la Resurectin y los buenos de los estudiantes nos descombraron la casa juntamente con la ama, que estaba por su cuenta. No lo sent yo poco, que, con mis trabajos, ramos grandes amigos. La amistad es prenda del alma, porque el amigo es otro yo. Quedme solo. Ved que sintira, pues dijo el refrn que una alma sola ni canta ni llora; que, aunque mi vida no era mala, de ninguna prosperidad es buena la posesin sin compaa. Mas, segn los males me succedieron de all adelante, poca necesidad tuve de ellos para contaIles mi bien. Era mi sacristn, segn la hilaza fue mostrando cuando quedamos solos, sayal de lo basto y, en lo que toca a tratarse, la misma miseria. En pedille una blanca se le arrancaba el alma; que antes, como era hacienda de modorros y rozbamos a costa de pobretes, gastbamos como fcares. No de lo nuestro; porque del pan de mi compadre buen zatico a mi ahijado. Trabajo tienen los avarientos: si roban, acuan; si deben, no pagan; si guardan, se desvelan; si tienen, desean; si gastan, lo lloran; si comen, les duele; si ganan, viven; si pierden, se ahorcan. Lacerados de sus corazones, que lacerada vida gozan. No hay gusto, no hay contento, no hay descanso, no hay sosiego, no hay gloria, no hay consuelo que no les sea aborrecimiento de s mismos. Pues, qu sera si les faltase el entretenimiento que tienen con su dinero? All s que sera ponerles las cabras en corral. Parceme que ahuyentados saldran todos con sus penates a cuestas huyendo de las llamas de Troya a trueco de no perder sus dioses. Que para estos tales no debe haber otro, porque all son sus oraciones y plegarias, all viven y all animan; el cuerpo preso en Sansuea y en Pars cautiva el alma. All est su Apolo, que como orculo responde a sus desventuras. Querisla mayor que ver que pongan su bienaventuranza en cosa tan caduca y perecedera como los bienes de este suelo? Aun no me espanto que quien mucho tiene quiera tener ms, que sa es la primer herencia, y aun la primera miseria, de la hacienda, y, al fin, como dicen, de casta le viene al galgo ser carilargo. Pero que un triste sacristn que aun no tiene renta para cebarse como halcn, teniendo el vientre de elefante, quiera limitarse como pollo por conocer de qu color es el oro, aadiendo a su mala ventura otra ventura mala, comiendo a comer pan y cebolla y a cenar cebolla y pan, esto es lo que me atierra; perder los estribos y aun la silla, que este frisn da grandes brincos y corcovos. Distinto humor deba tener aquel que dijo que contento con poco am siempre la pobreza. Mas no me espanto que lo dijese, si saba que ninguno es ms seor de las cosas que el que no desea ninguna. Llamme mi amo y, por no ensearme primero la horca que el lugar, me dijo: Onofre, solos estamos: buena vida pasaremos. As quiera Dios dije yo entre m. No hay sino alzar las faldas prosigui l. Manos a labor. Mozo eres, hacerte a toda broza, a polvo y lodo, que quien no sabe ms de un agujero presto le cogen. Quien

no tiene ms de un ojo a pique est de cegar. Aprender, que quien ms sabe ms vale. Madrugar y trasnochar y tener tu casa como el oro, que el hombre dormilln, como lo dicen ellos, pocas veces es buen filsofo. Tenerlo todo bien aderezado, que lo bien compuesto a todos parece bien y lo mal ni a Dios ni al diablo. Plelo y asalo, pues deseas ser virtuoso; que no es pequeo principio de virtud la curiosidad y limpieza. Como comiremos dije yo entre m. Qu dices? dijo. Que soy, seor, grande artfice de guisar una olla. Todo es bueno replic l, mas eso es lo de menos. Quien bien almuerza espera hasta la cena. Una tostada por la maana y cada sancto con su blanca. Cada uno a su menester, que a la noche a la cama se va la persona. Buena vida te has gozado. En el mundo, Onofre, de todo se pasa. Si por ventura no fuere talla que se siguiere, compensars lo uno con lo otro, lo presente con lo pasado; que, en efecto, el bien y el mal tienen la misma correspondencia que padre y hijo, porque de uno se engendra otro. Lo que tena bueno, que luego me desengaaba. Primero me daba la mala nueva que el mal rato; que no era poco de agradecer. Pasaremos dijo como podamos, que cada da olla amarga el caldo. De lo dems cuidemos, que los dientes aparejados estn para hacer su oficio y trabajar. Ans tuviesen ellos en qu dije yo como eso es verdad. Mas, a lo que veo, antes les faltar a ellos tarea para su labor que a m forma para mi vida. Tu racin dijo l es cada cuatro das un pan de tres libras y cada da dos maraveds. Si quisieres hacer olla, est en tu mano; si asado, nadie te lo estorba. La casa tienes por tuya: hulgate, que en tu vida te amanecer ms claro. Gzate en el mundo, que agora es tu tiempo: comers bien, bebers mejor. No habr duque como t. Ni ducado ms bien guardado que el tuyo dije yo, si a tu silo llega. Tal sea tu salud cual la verdad dices de mi holgura. Con esta racin tan miserable se me angusti el alma, los espritus vitales perdieron su vigor y fuerza, la sangre se me cuaj en el cuerpo, los niervos se me quedaron helados y yertos como si en un riguroso puerto me hubiera cogido la nieve sin poder llegar a poblado. Slo la palabra no se me hel, porque tuve nimo para decirle: Pues, Vm., seor, no ha de comer en casa? De m, Onofre, no hay que tener pena me respondi, que yo soy perrillo de muchas bodas. Hcese hombre rezongln hoy con un amigo, maana con otro. Aqul me convida, con ste me hago convidado. El uno me lo da de voluntad, el otro no me lo niega de respecto. Mudo tabancos y as paso la vida. Eso s dije yo: aplicar lo mostrenco como frailes trinitaros. Algo se ha de hacer me replic para tener un cuarto. El hombre pobre todo es trazas. Quien todo se lo come ni tiene ni ahorra; que el bien, sin buscallo, pocas veces se entra por la puerta. Pues, seor dije, donde Vm. comiere, no comer yo? No es mejor que nos ahorremos tambin mi gasto? Sabe Dios con la intencin que yo lo deca. Un hombre solo, Onofre replic, comoquiera se apega. De dar poco, pocos dudan; pero mucho, a todos se les hace de malo. No hay cosa ms aborrecida que el dar. A m, cuando me lo den de mala gana, no me muestran mala cara. Como soy de buena condicin, paso por todo. A ti podransete atrever, como eres mochacho, y declararte sus pechos para que viniese a mi noticia. No conviene. Importa huir de los inconvinientes: si quieres buen fin, mira los fines, que quien presto se determina presto se arrepiente. Algo se ha de gastar; mas quien no escusa el gasto escuse el largo, que muchos pocos hacen un mucho. Ya lo entiendo, seor dije yo, que para m no son menester muchas arengas.

No dio tantos documentos Catn a su hijo como este sacristn saba, y todos en derecho de su dedo. Jams parti mensajero de su lengua que no fuese camino de su bolsa. Decs que tena el pobrete mucho? Cuando alcanzaba veinte reales, haba entrado por nuestra puerta la flota de Indias; y stos no se hartara de contallos y recontallos de aqu al da del juicio. Bolsa ms fatigada no la vieron los cambios. En el pecho la traa, y aun la sotana rozada de tantas veces como la molestaba para sacalla. No hay estado ms msero que el del miserable, porque ans le atormentan los deseos de tener como las tempestades del invierno turban las sosegadas aguas. No consiste la riqueza en la cantidad del oro ni de la plata, porque la verdadera virtud es la mayor riqueza. Mas como su pensamiento es de tierra, no se les levanta de ella; porque no miran que no hay hombre que muera rico sino el que vive pobre. En estando en casa, al punto me deca: Qu te parece, Onofre; que ricos estamos? Agora, seor deca yo, muy gentil dinero hay. Bien podemos comer. Anda, bruto me replicaba. Todo lo quieres para comer. No se espante Vm. deca yo, que quien no come no vive. Si me muero, no pare ya mi madre. La vida quiero, que la hacienda ella se viene. El oro para gastar se allega, que de las riquezas no tiene Vm. otra cosa sino el uso; y no gozando de ste, con la vida se acaban. No hay quien te entienda deca l. T tienes tu racin, tu pan, tu dinero. Qu te falta? De qu te quejas? Trtase mejor al rey? Come ms ningn prncipe que pan y dinero? As, as; pngale buen nombre Vm. deca yo. Llene la boca, que eso no cuesta blanca; as la llenara yo de pan. Maldiciente eres me replicaba. Boca ms mordaz no la vi en mi vida. Pues cierto, seor dije yo, que no se ejercita mucho en morder; no s yo cmo es tan mordaz ni quin se lo ha enseado. Quiero callar dijo l, que en ninguna cosa se echa de ver mejor un sabio que en saber sufrir un necio. Eso fuera, si yo lo fuera dije entonces. Mal me quieren mis comadres, porque les digo las verdades. Qu quiere Vm.; que coma con dos maraveds y un cuartern de pan de a tres libras? Que no tengo para untarme los dientes. No est dijo l en tu mano comprarlos de lo que t quisieres? Estrbotelo yo? Pngote algn impedimento? Hgote dueo de mi hacienda y an malagradecido. Si tratis de berzas, mi padre tiene una albarda dije pasito. No quiero decir eso le respond a l, sino que es poco, en buen romance. Que es poco? dijo l. Procura compasar el estmago con la posibilidad. Si a poco te acostumbras, poco te bastar; y si a mucho, la hacienda de Creso no ser bastante para llenarte el ojo. Ni aun el estmago dije yo, que es de mejor contento. Hartos das pas con esta miseria, que mi amo cumpla su palabra y coma fuera lo ms del tiempo, cuando aqu, cuando all, lo menos en casa. Al fin, con esto y algunos percances del sagrario, pas mala ventura hasta que Dios y mi buena diligencia me la dieron mejor. Aunque no me tena poco afligido esta desventurada racin y el ver con la miseria que mi cuitado dueo me trataba, no me faltaban otros cuidados. Porque tena tristes y diversas imaginaciones, y de stas es fuerza que hayan de nacer diversas penas. Entre otros, no era el menor el considerar que la frutera me hubiese hecho el real moharril ya m bobo con tan comn papilla. Que an, si fuera cosa de ingenio, pasara por ello y sobrellevara mi ignorancia como bastaran mis fuerzas, pero ans la paciencia se me

acababa y el corazn se me afliga, porque muchas veces da mayor sentimiento el modo como acontecieron las cosas que el succeso de ellas. Tambin me augmentaba la pena ver que se me hubiese encenagado el entendimiento de tal manera, que, de mil quimeras que forj para vengarme con detrimento suyo y ejemplo de los otros, ninguna se me cuajaba ni tena efecto. Porque, con su sagacidad y providencia sin entenderlas, en el aire, como cohete, deshaca las trazas en que yo tena puesta mi felicidad. No hay mejor cirujano que el bien acuchillado. Ella lo estaba, y ans penetraba las cosas de suerte que, del primer bote y voleo, daba en pantana con todas mis mquinas, y, aunque las tena yo por muy buenas, me quedaba a escuras y ella tan libre y salva aunque le puse hartos como si ningn lazo le hubiera puesto. El agraviado no deja cosa por tentar. Verdad sea que no pude salir con ninguna imaginada, mas cuando faltan las fuerzas no se ha de vituperar la voluntad. Cuanto ms que me vengu, aunque la venganza me vino de repente como copla redondilla. Mas eso no es de menospreciar, porque todas las cosas repentinas son ms estimadas. Al fin a quien por muchas partes le pican por alguna salta, que no hay ingenio tan capaz que, en diversidad de materias, no se confunda. Yo hice lo que pude, y ans me puedo alabar que no se me qued por corta ni mal echada, pues, en cuanto me era posible, acuda a su tienda no con celo de mejorarla, porque el bien hecho al malo siempre se convierte en mal. Antes no me mova otra cosa sino el esperar que se me ofreciese coyuntura en que me viniese al pagadero. Quien hambre tiene en pan suea. El mismo agravio es estmulo de venganza. Yo estaba asado, y ans, como he dicho, cursaba su posada por ver si me caera en las uas, aunque, segn lo poco que tenamos que comprar, no era el curso tanto como yo quisiera. Mas cualquiera ganancia, aunque fuera a costa de mis amigos, ora poca, ora mucha, sirviendo yo de arcaduz aportaba a sus manos, y a las mas lo que de las suyas poda adquirir por la va de gafaut que nunca en esto me descuid estafndole, lo ms a mi salvo que poda, hoy uno y maana otro. Porque, aunque el hurto de suyo es malo, no se puede tener por tal el que se hace con nimo de restaurar lo proprio, pues sabemos que a cada uno le es lcito el pagarse de sus manos. y ms, que es bienaventurado el que posee. Como dicen, a quien le duele la muela, que se le saquen. Ms vale que mi enemigo desee de m lo que yo tengo de desear de l que no desearlo yo y ser terrero de su risa. Mas, pasando a mi venganza, dejo esto; que ya por mi pura diligencia, sin habrmelos restituido, no me deba los menudos del real, pues, como he dicho, le haba redimido del cautiverio en que le puso mi ignorancia hacindole menos cuanto le agarraba. Tena yo en la mejilla izquierda una seal de una quemadura, que, siendo pequeito, me dej un da mi buena madre Teresa que Dios haya junto al fuego, y haba cado y quemdome en l la mitad del rostro. No estaba tan feo ni se me echaba tanto de ver, que por ello no pudiera presumir de gentilhombre, como despus lo fui, mas al fin era seal y aquello le bast. Aun bien que tuve ventura que no fuese natural, porque, a serIo, algn curioso me dijera que no era sin misterio el haberme sealado la naturaleza. Aunque muchas veces estuve en conversacin con la frutera, nunca me acuerdo fuese tan de prosopopeya como agora. No s la tentacin que le vino. Estaba de espacio y sin duda necesitada de entretenimiento y quiso pagarme el real en tomarle conmigo, mas no se lo consent. Eso no. Puta y pechera? El dimonio que lo sufra. Sobre cuernos penitencia? Llevseme el real y quera escorrozo de tripas con mi conversacin. Ni por lumbre; que valgo poco para tamboril o juglar, pues me precio de derramasolaces, como lo ver por la obra. Llegu una tarde al anochecer a su tienda a comprar, como sola, dos maraveds de caamones tostados, por ver si le poda hacer algo invisible. En achaque de trama, est ac nuestra ama? Cualquiera cosa, aunque fuera mucho, lo disimulara mi necesidad; y si

poco, me fuera de alivio para mi hambre. Que, por la misericordia de Dios, eso tuve bueno mientras con el sacristn estuve: que nunca dir que se me quit la gana de comer, si no fuese que de puro desfallido no sintiese lo que me faltaba. Porque muchas veces la excesiva necesidad desmaya, de suerte que quien la tiene ni se acuerda de s ni de ella. Tom mis caamones, pagule y detveme all, comiendo con ms espacio que peda mi necesitado estmago, por ver si se descuidara. Mas fue trabajo perdido, porque era astutsima; y as, para poder hacerle algo trampantojos, era necesario cogerla con priesa, porque a ro vuelto ganancia de pescador. Comenz de preguntarme algunas cosas que no eran para m de mucho gusto, pues quisiera ms que me dejara respirar con algn socorro de su tienda. Porque lo que ms se estima es lo que en la necesidad aprovecha. Mas, con todo eso, le respond sumariamente a trueco de que no me tuviese por descorts. No hay cosa que ms desacredite los buenos que, conociendo la cortesa, dejar de usar de ella, porque el no tenella procede de soberbia, y es cierto que sta es capital enemigo de la bondad. Bien s que me oye un grave que me dice que no todos se han de tratar igualmente. Confisotelo; mas no me negars que no hay estado tan humilde que no tenga igual cortesa con que tratalle. Dcesme que s? Pues, por qu t, ms cargado de gravedad que nube de granizo, ms hueco que atambor destemplado, ms pomposo que veloz navo, ms hinchado que sus aladas velas, fabricando un trono de majestad en tu imaginacin, quieres con tu descortesa no slo hacerte temer, sino aun adorar por Dios, tratando al pobre con soberbia y al rico con menosprecio slo para significamos que t eres el que todo lo puedes y todo lo vales? y no miras que, quirindonos desvanecer, eres t el desvanecido y el que, con la hinchazn que en ti de tu mal trmino se engendra, desacreditas la grandeza de tu cualidad, si alguna tienes. Ya yo te digo: si te enojares, llvalo en dos veces. Que, pues Dios me dio lengua, sin duda fue para que me aprovechase de ella y te aprovechase a ti. Mas creo que ser predicar en desierto, porque t has de pasar con tu necedad adelante, aunque se venda el burro y aun la albarda. Vuelvo a mi frutera. Preguntbame de dnde era, quines eran mis padres, con quin estaba, dnde viva y otras muchas cosas a que le satisfice bien contra mi voluntad por parecerme que no ha de vender las palabras el que de ellas espera sacar fruto. Pas ms adelante y djome: Mancebito, esa seal que tiene en el rostro, de qu le procedi? Que me parece debi ser alguna gran herida. Herida, seora? le respond por va de burla. Y cmo si fue! Fue una desgracia suma, un milagro muy notable, un lastimoso succeso y una venturosa suerte. Jess! dijo ella con mucha admiracin. Por su vida, hermano, que me lo cuente. Que me holgar de saberlo. Como la vi deseosa, ofreciseme un fingido engao y, sin ms consejo, lo puse en ejecucin. Que a las veces aprovecha ms la brevedad en el hecho que la ponderacin en el peligro. Pero sobre todo acierta el que, como yo, se mueve con razn y no con enojo. Djele: Pues Vm. lo desea saber, estme atenta y sabr un succeso el ms horrible, el ms lastimoso y espantable que habr odo jams. La compasin la oblig a escucharme, porque son tan compasivos los corazones humanos, que hasta de los castigos justos la tienen. Diome pie y, sin ser poeta, hice la glosa dicindole: Sabr Vm., seora, que, siendo yo algo ms nio porque mis padres, como he dicho, eran labradores y trataban cundo en su labranza, cundo en unos ganadillos, solan inviarme al campo a que tuviese cuenta con ellos. Y, aunque por mi niez no la poda dar tal como convena, por escusar costa que no estbamos muy aventajados supla la falta que haca un mozo, y al fin acommodbamos la carga conforme a las

costillas. La labranza, seora, cualquiera, aunque sea el ms noble, se puede preciar de ella, porque los labradores tienen, entre otros muchos, dos particulares bienes: el uno, que no conocen certidumbre en la ganancia, el otro, que esperan aquella que sacaren de su trabajo; y no hay vida ms bienaventurada que la que de s propria se sustenta. Succedi que un da, en un ribazo de una heredad, me qued dormido andando en mi entretenimiento. Por tallo tena yo, porque las cosas de que se saca inters y fruto, aunque sean trabajosas, son ya los hombres de tal condicin que las tienen por pasatiempo y regalo. Por la tarde, donde yo dorma, vino un hombre que andaba con su escopeta a caza y, habindosele ofrecido ocasin en que emplear su instrumento, sin verme a m, que, como he dicho, estaba dormido, ms cerca que yo quisiera tir a la caza, matla, y aunque en ella hizo presa, no estaba yo tan lejos ni tan avieso de la puntera que no fui el blanco de ella. Diome con los perdigones en este lado y, aunque no me dej hueso ni muela en l, no doy pocas gracias a Dios de haber quedado con la vida. sta, en suma, fue mi desgracia. Admirse del caso y djome: Luego en este lado no tiene huesos? Por sus pasos contados se vino al degolladero. No, seora le respond. Ni huesos, ni muelas, porque todas me las derrib el arcabuzazo. Ensee a ver me dijo, por su vida. Meta Vm. el dedo y ver como est todo cado. Ella, que no estaba en mi malicia, como corderillo inocente me dio crdito. Yo, que por la misericordia de Dios estaba sano, como cog el dedo en mi boca, apret de suerte que se lo hice astillas. ste dije fue uno de los malhechores que me cogi el real. Sufra y llore, que donde cometi el delicto pag la pena. El prudente apenas ha de creer a s mesmo, cuanto ms a los otros. Mas, como por entonces no lo fue, dile un arcabuzazo harto peor que el que yo dije haba llevado. Daba ferocsimas voces, pero, con todo eso, no solt hasta que fenec mi hecho. El succeso es maestro de los necios, porque de l aprenden los que, a no serIo, tuvieran sabido. Yo estoy cierto que no le cogern en otra, y aun que le pes de sta. Tem que me asiera; mas no pudo, porque el dolor proprio no le dejaba atender al dao ajeno. Dejle el dedo hecho aicos y a ella dando gritos que los pona en el cielo, y piqu a casa con la solicitud que el caso requera, donde, con mucha quietud y regocijo, cont a mi amo el retorno que la frutera haba llevado; que no se holg poco. El mal o bien que hicieres, se espera; que ya por los agravios no vuelven rosquillas. Pagmelo. No como lo mereca; mas, al fin, ella era tal, que puedo decir que aun con menos me contentara, porque, del mal pagador, en pajas. y ms que tambin hemos de perdonar algo a nuestros deudores, que no se ha de llevar todo por el 'bien lo vale'.

CAPTULO VI

Refiere Onofre lo que le succedi con el sacristn su amo y las pesadas