gomorra, la economía criminal, la partitocracia y las autonomías en españa

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Artículo. La economia criminal, descripción resumida y reflexiones sobre el disparate del sistema de desarrollo de la administracion autonomica en España.

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Page 1: Gomorra, la economía criminal, la partitocracia y las Autonomías en España

GOMORRA, LA ECONOMIA CRIMINAL, LA PARTITOCRACIA Y LAS AUTONOMIAS

EN ESPAÑA 16 de Marzo 2011

Hace no mucho tiempo me encontraba en la estación del tren de alta velocidad

de Madrid y, para matar el tiempo, entré en un kiosco y compré un libro:

Gomorra, de Roberto Saviano.

Había oído que este autor, tras haber pertenecido a las organizaciones mafiosas

de Nápoles, resolvió apartarse de esa forma de vida y divulgar su existencia y

funcionamiento escribiendo el libro que yo adquirí. Su éxito fue planetario y

además recientemente se había estrenado una película que también tuvo gran

difusión y fue galardonada. Según informaba el resumen de solapa del propio

libro, fuera cierto o con intereses de marketing evidentes, esta puesta en público

de los entresijos de la economía criminal propia de los clanes mafiosos le había costado al autor

varias amenazas de muerte y el tener que vivir bajo protección policial constantemente.

Las primeras líneas del libro ya te hielan la sangre. Describen como, en el puerto de Nápoles, al

soltarse una eslinga de un contenedor de barco, éste se abre por accidente mientras se estaba

cargando en un buque y comienzan a caer cadáveres de seres humanos. Se trataba de chinos que

habían pagado una especie de seguro de enterramiento durante su vida en Italia, o Europa, o quién

sabe dónde y que, tras fallecer, previa identificación con su etiqueta en el dedo pulgar del pié con su

nombre y lugar de procedencia en China, eran enviados a algún puerto en dicho país oriental donde

se suponía que alguien los haría llegar a su destino para que se les diera sepultura en su lugar de

origen. Todo esto sucedía sin que nadie se inmutase en los alrededores del contenedor accidentado.

Se recogieron los cadáveres, se solucionó todo y se siguió con el trabajo. Por esa razón era tan difícil

encontrar personas chinas enterradas en cementerios occidentales. Vaya, buen comienzo para una

lectura.

El libro cuenta con bastante detalle, aunque con algo de desorden, bastantes episodios que vienen a

ilustrar la existencia de una economía criminal en nuestra civilización que está adquiriendo cada vez

más relevancia. La economía criminal, por supuesto, pasa por actividades manifiestamente ilegales

como el tráfico ilegal de armas, de drogas o de mujeres y menores y la consecuente prostitución

forzada y tiene un ámbito de actuación mundial. Lleva además consigo de forma inseparable la

actividad delictiva de blanqueo de dinero. Pero, quizá sobre todo a través de esto último,

actualmente está presente en un gran número de actividades económicas consideradas

perfectamente legales. En estos casos todo parece normal, incluso estamos ante actividades o

industrias que generan empleo y riqueza en la sociedad donde actúan. La diferencia entre lo normal

y lo criminal, a veces está en lo sutil, en jugar con ventaja, y siempre pasa por la influencia.

Influencia que se ejerce con el miedo y casi siempre se compra corrompiendo a alguien. Y ese alguien

suele ser algún respetable servidor de lo público: políticos, jueces, policías, altos funcionarios, ¿quién

si no? El industrial, el político, el abogado y demás implicados son criminales a tiempo parcial. Hoy

en día ya se genera y se mueve una inmensa cantidad de dinero en economía criminal con aspecto,

digamos, normal.

Pero todavía queda una gran parte que viene de un origen más sombrío como drogas, armas, trato

de personas, prostitución, etc. que necesita blanquearse, de modo que no debe extrañarnos que, allá

por los primeros años de la década de los 2000, Pino Arlacchi, director de la oficina de Naciones

Unidas para el control de la droga y la prevención del crimen, evaluase en mil millones de dólares al

día el montante de los ingresos del crimen inyectados en los mercados financieros de todo el mundo.

Manuel Lacarte

es economista y consultor de

empresas

[email protected]

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Las cifras reales son, obviamente, muy opacas, por lo que solamente podemos sospechar que la

magnitud de este fenómeno es tremenda a día de hoy, pero es imposible conocer con exactitud su

verdadera dimensión.

Por tanto, la economía criminal no se centra solamente en los clanes mafiosos, sean estos italianos,

rusos, japoneses, colombianos, chinos, mexicanos, albaneses o de cualquier tipo. La economía

criminal, tiene muchos más jugadores, por supuesto que sí. Y todos ellos aceptan unos principios,

unos valores que se están imponiendo en la humanidad y entre los que el enriquecimiento propio

ocupa el primer e indiscutible lugar. A continuación transcribo dos citas que el propio Roberto

Saviano introduce en las páginas previas a su obra Gomorra y que creo que invitan a reflexionar

sobre lo que acabo de exponer:

-“Los que vencen, cualesquiera que sean los medios empleados, nunca se avergüenzan” (Nicolás

Maquiavelo)

-“La gente es escoria y debe seguir siendo escoria” De una grabación de un teléfono pinchado por la

policía, se entiende

Me parece interesante el juego de poder que, en definitiva, se disputa entre los estados y estas

organizaciones.

Estas organizaciones buscan únicamente el beneficio económico y para ello necesitan tomar ventaja

sobre el resto de agentes económicos lo que implica necesariamente no someterse a la fiscalización

que impone el estado ni cualquier organización supranacional sobre sus actividades. Siempre ha sido

así. Para lograr sus objetivos harán lo que sea preciso, comisión de todo tipo de delitos incluida.

Esto supone una insumisión, amén de la actividad delictiva, que los Estados no podrían tolerar. Y esa

es oficialmente su postura. Pero la realidad es que las organizaciones existen, operan en todo el

orbe y para ello necesitan y consiguen la colaboración de personas que desempeñan diversas

funciones clave y de todo tipo en los estados.

Tomar ventaja sobre los demás. El abuso, esta es la clave. Esto es lo contrario a lo que se supone que

desean los hombres de bien ¿o debería decir los hombres y mujeres de bien? Bueno, ya está dicho,

aunque yo creo que quedaba clarísimo. Y esto es evidente como queda constancia desde las raíces

mismas de nuestra civilización, remítanse al cristianismo u otras religiones o a las constituciones o

bien a cualquiera de los distintos cuerpos legislativos de los países que se dispersan en la tierra.

Se toma ventaja mediante la extorsión, el miedo, la compra de voluntades o el soborno y viceversa,

etc., pero hay otras muchas formas de tomar ventaja como traficar con influencias para obtener una

adjudicación de un contrato de la administración pública a través de un amigo una y otra vez, colocar

a mis amigos y familiares, aunque sean unos inútiles en mi partido político o en la institución en la

que gobernamos, y tantas otras que hasta, por increíble que parezca, llegan e estar consideradas de

ganadores e incluso hasta “de buen gusto”. Ninguna de estas prácticas favorece a la competitividad

de una sociedad. Eso seguro.

Muchas veces, tras leer el libro Gomorra, he reflexionado sobre la economía criminal y el impacto

que tiene y que puede llegar a tener en nuestras vidas. Y lo más curioso es que casi cada vez me he

sorprendido viendo discurrir mi pensamiento hacia el sistema partitocrático actual español y el

fenómeno del desarrollo de las Autonomías con sus ridículos 17 parlamentos, gobiernos y enormes

cohortes, nombradas al efecto, de gentes que viven de eso, para mayor pompa e influencia, y los

inexplicables acontecimientos que están sucediendo en una sociedad como la española. El último del

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que se va sabiendo algo es el famoso caso de los E.R.E.s en la Junta de Andalucía gobernada por el

PSOE desde hace 30 años.

¿Cómo hemos podido llegar a este disparate autonómico?, o mejor dicho a estos 17 disparates.

¿Somos conscientes de lo que significa todo esto? A mí me parece que hay que dejar de aguantar a

estos que dicen que la gran mayoría de los políticos son gente intachable y honrada y que solo

alguno, como en cualquier colectivo, sale torcido y corrupto. No, no creo que deba admitirse tal

afirmación.

Creo que hay que afrontar la verdad que es justamente la contraria, quizás haya que confiar en que

habrá alguno honrado y limpio de conciencia porque, aunque sea por omisión, no se puede admitir

que se haya estado en política y se haya permanecido totalmente callado ante todo este deterioro,

eso sí, aceptando los beneficios y prebendas. Eso no es servir al pueblo, eso es servirse a uno mismo

y eso está más cerca de seguir un conjunto de valores como los que apunto al hablar de la economía

criminal que de observar los valores propios de nuestro sistema democrático. Valga como muestra el

caso de los EREs de Andalucía, tan de actualidad en la prensa.