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Crecimiento económico y desigualdad. La distribución de la riqueza en Buenos Aires durante la época de Rosas Jorge Gelman-Instituto Ravignani/UBA/CONICET Daniel Santilli-Instituto Ravignani/UBA El crecimiento económico y su relación con la distribución de la riqueza y del ingreso se ubican en el corazón de algunos debates de la historia económica. La persistencia y aún el agravamiento de las desigualdades entre las distintas regiones del planeta, así como entre los distintos sectores sociales en el interior de la mayoría de los países, no hace sino más urgente la búsqueda de respuestas sobre estos problemas. Se han hecho distintos estudios para algunos países y regiones, pero son casi inexistentes para el caso específico del territorio argentino o de Buenos Aires durante el siglo XIX, cuando la región conoce un proceso de expansión económica notable. La mayoría de los trabajos que se ocuparon del período insistieron en la creciente desigualdad, tomando como eje demostrativo la disparidad en la distribución del acceso al usufructo de la tierra pública. Sin embargo en general no tomaron en cuenta la evolución de la propiedad ya privatizada, ni consideraron otras formas de acceso a la tierra que podían permitir un uso de la misma menos desigual que el que los títulos de propiedad indicaban. Además no tuvieron en cuenta que la tierra no era el único indicador a tener en cuenta en un proceso de expansión agraria que, al menos hasta mediados del XIX, otorgaba en general más valor al ganado que a la tierra, a la vez que incluía activos comerciales muy significativos en la ciudad y en menor medida en la propia campaña. Uno de los problemas para avanzar en la dilucidación de estas cuestiones era la falta de fuentes apropiadas en este período. En el presente trabajo abordaremos la cuestión de la distribución de la riqueza en la campaña de Buenos Aires utilizando una fuente que no ha sido empleada hasta el momento y que se ha revelado muy útil y confiable. Se trata de unos censos económicos realizados por el gobierno de Rosas en 1839 a los efectos del cobro de un impuesto denominado Contribución Directa. Luego de evaluar la confiabilidad de la fuente, abordamos las cuestiones relativas a la distribución de la riqueza, utilizando los indicadores más corrientes en este tipo de estudio, como la distribución por deciles, la curva de Lorenz y el índice Gini. Esto nos permite alcanzar algunas conclusiones interesantes sobre los niveles de desigualdad en la campaña de Buenos Aires y su vinculación con las modalidades del crecimiento económico.

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Crecimiento económico y desigualdad. La distribución de la riqueza en Buenos Aires durante la época de Rosas

Jorge Gelman-Instituto Ravignani/UBA/CONICET

Daniel Santilli-Instituto Ravignani/UBA El crecimiento económico y su relación con la distribución de la riqueza y del ingreso se ubican en el corazón de algunos debates de la historia económica. La persistencia y aún el agravamiento de las desigualdades entre las distintas regiones del planeta, así como entre los distintos sectores sociales en el interior de la mayoría de los países, no hace sino más urgente la búsqueda de respuestas sobre estos problemas. Se han hecho distintos estudios para algunos países y regiones, pero son casi inexistentes para el caso específico del territorio argentino o de Buenos Aires durante el siglo XIX, cuando la región conoce un proceso de expansión económica notable. La mayoría de los trabajos que se ocuparon del período insistieron en la creciente desigualdad, tomando como eje demostrativo la disparidad en la distribución del acceso al usufructo de la tierra pública. Sin embargo en general no tomaron en cuenta la evolución de la propiedad ya privatizada, ni consideraron otras formas de acceso a la tierra que podían permitir un uso de la misma menos desigual que el que los títulos de propiedad indicaban. Además no tuvieron en cuenta que la tierra no era el único indicador a tener en cuenta en un proceso de expansión agraria que, al menos hasta mediados del XIX, otorgaba en general más valor al ganado que a la tierra, a la vez que incluía activos comerciales muy significativos en la ciudad y en menor medida en la propia campaña. Uno de los problemas para avanzar en la dilucidación de estas cuestiones era la falta de fuentes apropiadas en este período. En el presente trabajo abordaremos la cuestión de la distribución de la riqueza en la campaña de Buenos Aires utilizando una fuente que no ha sido empleada hasta el momento y que se ha revelado muy útil y confiable. Se trata de unos censos económicos realizados por el gobierno de Rosas en 1839 a los efectos del cobro de un impuesto denominado Contribución Directa. Luego de evaluar la confiabilidad de la fuente, abordamos las cuestiones relativas a la distribución de la riqueza, utilizando los indicadores más corrientes en este tipo de estudio, como la distribución por deciles, la curva de Lorenz y el índice Gini. Esto nos permite alcanzar algunas conclusiones interesantes sobre los niveles de desigualdad en la campaña de Buenos Aires y su vinculación con las modalidades del crecimiento económico.

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XIII Congreso de la Asociación Internacional de Historia Económica

Session 54-- Gauchos y gaúchos. Una aproximación a su historia económica desde la campaña de Buenos Aires a la de Rio Grande

do Sul, siglos XVIII-XX

Coordinadores: Juan Carlos Garavaglia (France), María Inés Moraes (Uruguay) and Helen Osório (Brazil)

Crecimiento económico y desigualdad. La distribución de la riqueza en Buenos Aires durante la época de Rosas

Jorge Gelman-Instituto Ravignani UBA-CONICET Daniel Santilli-Instituto Ravignani UBA

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Crecimiento económico y desigualdad. La distribución de la riqueza en Buenos Aires durante la época de Rosas

Jorge Gelman-Instituto Ravignani UBA-CONICET

Daniel Santilli-Instituto Ravignani UBA

Introducción El crecimiento económico y su relación con la distribución de la riqueza y del ingreso se ubican en el corazón de algunos debates de la historia económica desde hace tiempo y sigue despertando frecuentes debates en la actualidad1. La persistencia y aún el agravamiento de las desigualdades entre las distintas regiones del planeta, así como entre los distintos sectores sociales en el interior de la mayoría de los países, no hace sino más urgente la búsqueda de respuestas sobre estos problemas. La observación y el análisis de los casos históricos pueden aportar elementos en este sentido. Una buena parte de los autores que se han ocupado de estos temas asocian las etapas del despegue del crecimiento capitalista o más específicamente del desarrollo industrial con un crecimiento de la desigualdad social, a la vez que en etapas posteriores estos desniveles tendieron a moderarse, tanto por la dinámica de los mercados como por los conflictos sociales y la acción creciente de los estados. La hipótesis clásica en este sentido es la de Kuznets2, quien estableció una relación entre el desarrollo económico y la desigualdad, que se refleja en una curva en forma de U invertida. Esta indica que inicialmente, en el despegue, crece la desigualdad más que proporcionalmente, pero una vez alcanzado un grado significativo de desarrollo, medido en una renta per cápita alta, esta distancia decrece. O lo que es lo mismo, la distribución se hace menos desigual. Sería algo así como la teoría de la copa que derrama de la que tanto han hablado los economistas y políticos en los últimos años, para que tengamos paciencia para recibir la parte que nos tocaría de mantenerse un hipotético crecimiento de la economía en los países en vías de desarrollo... El enfoque de Kuznets parece cumplirse en ciertos contextos entre los siglos XVIII y XIX, sobre todo en la Inglaterra de la Revolución Industrial. Sin embargo es un tema que sigue generando intensos debates3. 1 Ver por ejemplo la discusión en el libro de Pierre-Noël Giraud, La desigualdad del mundo. Economía del mundo contemporáneo, FCE, México, 2000, (1ª ed en francés 1996), o diversos puntos de vista en Andres Solimano (comp), Desigualdad social. Valores, crecimiento y el estado, FCE/El Trimestre Económico, México, 2000. Un trabajo clásico es el de A.T. Atkinson, The Economics of Inequality, Claredon Press/Oxford, 1975. Para la Argentina hay diversos estudios referidos a períodos recientes como el de Susana Torrado, Estructura social de la Argentina, 1945-1983, De la Flor, Buenos Aires, 1992. Algunos desarrollos que muestran la actualidad del tema en Oscar Altimir y Luis Beccaria, "El persistente deterioro de la distribución del ingreso en la Argentina", Desarrollo Económico, 40:160, Buenos Aires, 2001. pp 589-618 o el galardonado ensayo de L. Gasparini, M. Marchioni y W. Sosa, Distribución del ingreso en la Argentina: perspectivas y efectos sobre el bienestar, Premio Fulvio Pagani, Buenos Aires, 2001. Por la cantidad y calidad de los estudios se destacan los referidos a Gran Bretaña y a los Estados Unidos. Más adelante nos referimos a algunos ejemplos. 2 S. Kuznets, Modern Economic Growth, Yale Univ. Press, New Haven, 1966 3 Así en Gran Bretaña luego de un siglo XIX que refuerza las desigualdades, se produce el fenómeno inverso a lo largo del XX. Tomando como indicador el porcentaje de la riqueza global poseído por el 1% más rico de la población adulta, se pasaría del 60 al 30% entre 1924 y 1968. En USA el proceso parece ser un poco más

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El caso de Buenos Aires en la primera mitad del siglo XIX es interesante para discutir estas cuestiones por diversos motivos. Por un lado conoce un crecimiento económico que hoy sabemos fue bastante notable y que se pone de manifiesto en la rápida expansión de la frontera agraria, el crecimiento demográfico, tanto natural como por inmigración, el crecimiento del stock ganadero y el incremento de las exportaciones pecuarias. Si la teoría general se cumpliera, este despegue debería estar acompañado por una creciente desigualdad económica, que en el caso específico aparece corroborada por casi toda la literatura. Esta además insiste en que la política de los gobiernos de Buenos Aires y en especial la de Rosas favorecieron esta tendencia a la desigualdad por las políticas adoptadas (tanto las fiscales que gravaron centralmente el consumo y favorecieron a los exportadores, como los repartos de tierras del estado, las políticas tendientes al disciplinamiento de la mano de obra, etc. son señalados como las pruebas de esta orientación4). Es decir que en este caso una tendencia económica “natural” se vería reforzada por políticas activas de un estado dominado férreamente por miembros de ese sector social beneficiario, denominado como la clase terrateniente. Sin embargo, esta interpretación se complica porque el fenómeno de la expansión fronteriza del período y con ello la relativa disponibilidad de tierras fértiles, apunta en un sentido inverso. Los modelos más aceptados explican que esto favorece una tendencia a la igualdad social en un sentido expuesto hace más de un siglo para la frontera norteamericana por F. J. Turner5. Sólo la implantación de sistemas de trabajo coercitivo podrían contrarrestar este fenómeno impidiendo el encarecimiento de la mano de obra que la oferta de tierra favorece. En este sentido, quizás, las políticas adoptadas por los gobiernos de Buenos Aires se podrían interpretar como intentos de moderar los efectos adversos que las condiciones de frontera generaban para los grandes estancieros y terratenientes, sobre todo obteniendo ventajas que compensaran los altos costos salariales que debían soportar. A pesar de la importancia del tema son pocos los trabajos que han encarado la cuestión de la distribución de la riqueza o los ingresos en la primer mitad del siglo XIX (o en el siglo en su conjunto). La mayoría de los trabajos que se ocuparon del período insistieron en la creciente desigualdad, tomando como eje demostrativo la disparidad en la distribución del acceso al usufructo de la tierra pública a través de la enfiteusis, o también de la compra de la misma

tardío, pero evoluciona en el mismo sentido. Ver los datos en Atkinson, cit (pg 132) y Giraud, cit. Sin embargo los niveles del fenómeno, sus explicaciones y la aplicación a otros casos sigue generando muchos debates. Algunos autores incluso señalan sus dudas sobre la magnitud de esta evolución planteando una mayor sofisticación de los sectores adinerados para ocultar partes crecientes de sus bienes a los ojos de un fisco cada vez más voraz. Ver por ejemplo los diversos trabajos incluidos en Solimano, cit. O la posición de Giraud, para quién las mayores o menores desigualdades en los capitalismos no son derivados de la sola lógica económica de los mismos, sino sobre todo de la intervención de los estados. 4 Ver algunos trabajos citados en nota 6. 5 Aunque este modelo haya sido muy discutido, es aceptada la idea sobre la mayor igualdad en las sociedades con oferta abundante de tierra, salvo que se desarrollen instituciones coercitivas poderosas. Un resumen de los debates sobre Turner en WEBER, David J. y Rausch, Jane M. (comp.) (1994) Where Cultures Meet. Frontiers in Latin American History. Wilmington, Scholarly Resources Inc. Sobre el modelo económico de frontera ver el planteo desarrollado por E. Domar. Un intento de evaluación del mismo para Buenos Aires en la época de Rosas en GELMAN, Jorge (1999) “El fracaso de los sistemas coactivos de trabajo rural en Buenos Aires bajo el rosismo, algunas explicaciones preliminares” en Revista de Indias, Nº 215

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durante el gobierno de Rosas6. Sin embargo en general no tomaron en cuenta la evolución de la propiedad ya privatizada, que en muchos casos tendió a una creciente fragmentación7, ni consideró otras formas de acceso a la tierra que podían permitir un uso de la misma menos desigual que el que los títulos de propiedad indicaban y sobre todo no tuvo en cuenta que la tierra no era el único indicador a tener en cuenta en un proceso de expansión agraria que, al menos hasta mediados del XIX, otorgaba en general más valor al ganado que a la tierra, a la vez que incluía activos comerciales muy significativos en la ciudad y en menor medida en la propia campaña8. En este sentido algunos trabajos recientes han tendido a matizar estas imágenes de desigualdad, considerando más seriamente las fuentes que permiten medirlo, así como incorporando elementos a la discusión que cuestionan esa imagen de polaridad social extrema, por ejemplo el tema de los salarios rurales, muy elevados en general, que ponen de manifiesto la necesidad de considerar otros factores que influyen en sentidos diversos sobre la distribución de la riqueza y los ingresos en esta época9. Los trabajos que intentaron medir la distribución de la riqueza en este período con mayor rigor son los de J.C. Garavaglia y L. Johnson, ambos basados en el análisis de los inventarios postmortem de pobladores de Buenos Aires. Estos estudios tendieron a moderar la imagen sobre la desigual distribución de la riqueza en esta provincia, aunque ambos insisten en que durante el período que incluye la segunda gobernación de Rosas se produce

6 Estos fueron temas repetidos por opositores políticos de la época y por la historiografía, que sin demasiado rigor utilizó algunos datos para afirmar esto, desde un combativo Sarmiento, pasando por los clásicos Oddone o Carretero y más recientemente Lynch o Azcuy Ameghino. Ver ODDONE, Jacinto (1967). La burguesía terrateniente argentina, Buenos Aires, ed. Populares Argentinas; CARRETERO, Andrés M. (1970) “Contribución al conocimiento de la propiedad rural en la provincia de Buenos Aires” en Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani, Nº 13, Buenos Aires, UBA; LYNCH, John (1986) Juan Manuel de Rosas. Buenos Aires, Hyspamerica; AZCUY AMEGHINO, Eduardo (1995) El latifundio y la gran propiedad colonial rioplatense. Buenos Aires, Fernando García Cambeiro. Ahora tenemos estudios más sistemáticos que matizan, aunque no modifican sustancialmente la visión que teníamos sobre el reparto de la tierra, por ejemplo INFESTA, M. E. (1997) “Avance territorial y oferta de tierras públicas. Buenos Aires, 1810-1850”, Anuario IEHS, 12 o Garavaglia, J.C. "La propiedad de la tierra en la región pampeana", mimeo. 7 Por ejemplo CANEDO, Mariana, (2000) Propietarios, ocupantes y pobladores. San Nicolás de los Arroyos 1600-1860, Mar del Plata, UNMP-GIHRR; MASCIOLI, Alejandra (1999) “Población y mano de obra al sur del Salado. Dolores en la primera mitad del siglo XIX” en FRADKIN, Raúl O., CANEDO, Mariana y MATEO, José (1999) Tierra, población y relaciones sociales en la campaña bonaerense (siglos XVIII y XIX ) Mar del Plata, Universidad de Mar del Plata o BANZATO, Guillermo (2001) “Análisis y comentario de fuentes para el estudio de la propiedad de la tierra en los partidos de Chascomús, Ranchos y Monte, 1779-1850” en Trabajos y Comunicaciones, (2ª época) Nº 25, La Plata, UNLP. 8 Ver nuestro trabajo sobre CD, GELMAN, Jorge y Daniel V. Santilli (2000) "La campaña de Buenos Aires en 1839. Un análisis desde la Contribución Directa". Ponencia presentada en la XVII Jornadas de Historia Económica, Tucumán, así como GARAVAGLIA, Juan Carlos (1999) “Un siglo de estancias en la campaña de Buenos Aires: 1751/1853”, Hispanic American Historical Review, 79:4, pp. 703-734 9 Por ejemplo en un trabajo reciente planteamos el tema de la capacidad para discutir los salarios por los trabajadores rurales, como un elemento para entender los limites del crecimiento de las grandes estancias en el período rosista. Ver GELMAN, Jorge (1999) “Las condiciones del crecimiento estanciero en el Buenos Aires de la primera mitad del siglo XIX. Trabajo, salarios y conflicto en las estancias de Rosas”, en Jorge GELMAN, Juan Carlos GARAVAGLIA y Blanca ZEBERIO (comps.) (1999) Expansión capitalista y transformaciones regionales. Relaciones sociales y empresas agrarias en la Argentina del siglo XIX. Buenos Aires, La Colmena – IEHS.

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un incremento de la desigualdad10. En el caso de Garavaglia, considerando sólo la zona rural de Buenos Aires, entre la última parte del período colonial hasta la década revolucionaria y desde allí hasta mediados del siglo XIX, encuentra un crecimiento desproporcionado de las mayores estancias en el período más tardío. Y en el caso de Johnson, considerando la riqueza tanto urbana como rural encuentra un doble proceso: primero una disminución de la desigualdad entre 1800 y 1830 aproximadamente (producto de la disolución de muchas fortunas de tipo urbano-comercial en la década revolucionaria) y a posteriori un aumento de ese indicador, en medio de la expansión ganadera del periodo rosista y hasta 1855, que es el año que toma como referencia más tardía. De todos modos, concluye Johnson, esta creciente desigualdad del periodo de Rosas, no significa índices más desfavorables que el de sociedades contemporáneas que se consideraban mucho más igualitarias que la del Río de la Plata, como algunas de Norteamérica. A los efectos de este trabajo el ensayo de Johnson resulta más comparable con el nuestro ya que intenta, con procedimientos adoptados en otros contextos, aplicar la información que le brindan algunos inventarios, para calcular la distribución de la riqueza para el conjunto de la población rural y urbana. En el caso de Garavaglia, los cálculos son efectuados sólo sobre el universo de los propios inventariados. Esto permite que sus cifras sean mucho más realistas, pero nada nos dicen sobre la relación entre éstos y la mayoría de la población que no aparece reflejada en esas fuentes. En el presente trabajo abordaremos la cuestión de la distribución de la riqueza en la campaña de Buenos Aires utilizando una fuente muy distinta a la que utilizan estos dos autores, unos censos masivos de capitales realizados por el gobierno en 1839 a los efectos del cobro de un impuesto denominado Contribución Directa (en adelante CD). Antes de explicar las características de esta fuente y los métodos que empleamos para su estudio hay una cuestión de orden general que debe ser abordada. La mayoría de los estudios contemporáneos sobre desigualdad se han centrado en la distribución de los ingresos o la renta percibidas por las personas o familias a lo largo de un año determinado. Sólo unos pocos lo han hecho sobre las riquezas detentadas por las familias o las personas. Este último es un enfoque más común en los estudios para períodos más remotos, ya que las fuentes disponibles permiten medir con un poco más de precisión los bienes poseídos, siendo casi imposible determinar los ingresos. Esto plantea una cuestión metodológica e interpretativa importante. Si bien es esperable que haya una relación entre la distribución de la riqueza en una sociedad dada con las rentas que perciben sus integrantes, esta relación es compleja y a veces bastante distorsionada por una serie de factores a considerar. Lo primero que se puede señalar es que normalmente la riqueza está bastante peor repartida que los ingresos. Tanto porque la mayoría de quienes no poseen ninguna o casi ninguna riqueza perciben ingresos en formas de salarios, jubilaciones o servicios sociales, como porque los sistemas impositivos de buena parte de las naciones capitalistas desarrolladas tienden a corregir parcialmente la desigualdad con escalas progresivas a los mayores

10 J.C. Garavaglia "Un siglo...", Ob. Cit. y JOHNSON, Lyman L. (1998) “The frontier as an Arena of Social and Economic Change” en GUY, Donna J. y SHERIDAN, Thomas (comp) Contested Ground. Comparative frontiers on the Northern and Southern Edges of de Spanish Empire. Tucson, The University of Arizona Press.

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ingresos (aunque también a las mayores riquezas). Sólo en una sociedad socialista se debería esperar una distribución del ingreso peor que la de la riqueza, ya que se supone que no existe propiedad privada o la permitida está muy bien repartida, a la vez que los cargos jerárquicos de la nomenklatura perciben ingresos muy elevados y distanciados del resto de la población11. En todo caso está claro que en nuestro estudio sólo estaremos tratando de medir la distribución de la riqueza. En las conclusiones haremos algunas inferencias sobre la relación entre la misma y los ingresos de los distintos sectores de la población rural en la que nos centraremos. Desde ya podemos adelantar que la distribución de los ingresos en el sector rural era mucho menos desigual que la que van a reflejar nuestros datos sobre la riqueza.

La fuente y los métodos La fuente que estamos utilizando en esta ponencia son los libros de la Contribución Directa12, que era un impuesto que gravaba el patrimonio de cada propietario o “capitalista”, como se lo designaba en la época. Alcanzaba a la tierra y sus mejoras, el ganado, el capital comercial y las instalaciones necesarias para llevar adelante ciertos procesos de transformación de los “frutos del país”, denominados en su conjunto fábricas, y que incluía bienes tan diversos como la infraestructura de los saladeros, de las panaderías, etc. Este gravamen había sido creado en 1821, en reemplazo del diezmo que, a diferencia del que nos ocupa, alcanzaba a la producción y no a los capitales. Desde la fecha de su creación, este gravamen no había sufrido casi alteraciones y se percibía por lo que declaraba cada sujeto, con lo cual no hace falta ser muy imaginativo para suponer el grado de evasión que ello implicaba. Por tal causa, esta fuente no ha sido consultada con mayor asiduidad. En 1839 la forma de declaración y su percepción fueron objeto de una reforma que implicó una mayor transparencia en todo el proceso. La legislatura aprobó un proyecto que otorgó al Juez de Paz de cada partido la facultad de construir la declaración de cada vecino de su jurisdicción, para lo cual presidía una comisión rentada formada con los alcaldes y tenientes de alcaldes de cada cuartel, es decir por la mínima subdivisión administrativa y judicial del aparato del estado. De tal modo, el propio estado, a través de sus delegados, verificaba no sólo la veracidad de las declaraciones sino también se encargaba de la percepción del impuesto. Además desaparecía el mínimo no imponible fijado en 1821, que era de $1000 para los solteros y $ 2000 para los casados, montos que, a pesar de estar desactualizados por el proceso inflacionario iniciado en 1826 y profundizado en 1838, cuyos detonantes fueron los bloqueos portuarios brasileño y francés de esos años, significaron la universalización de la carga. Asimismo se incluyó entre los sujetos imponibles a los tenedores de tierras del 11 Para poner un ejemplo de lo primero en Gran Bretaña en 1970 tenemos un coeficiente Gini (ver la explicación de este método en el Apéndice Metodológico C) de 0,65 para la distribución de la riqueza, pero apenas de la mitad para la distribución del ingreso antes de impuestos. Y dado el sistema impositivo progresivo es esperable que el Gini baje aún más, después de impuestos. Ver esto en Atkinson, cit, pg 125 y sig. 12 Ya hemos empleado esta fuente en un trabajo presentado en las XVII Jornadas de Historia Económica, celebradas en Tucumán en el año 2000. Allí evaluamos centralmente la distribución regional de la riqueza y la composición del capital y el stock ganadero. Ver Gelman, J. y D. Santilli "La campaña de Buenos Aires...” Ob. Cit.

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estado bajo la forma de enfiteusis, que debían oblar, a más del canon previsto, el mismo impuesto que si fueran propietarios de la misma. Por último, ahora se obligaba a cada “capitalista” a declarar sus bienes en cada partido, evitando así el ocultamiento con el argumento de que los bienes habían sido ya declarados en un remoto lugar de la provincia, generalmente la ciudad de Buenos Aires. También fueron objeto de discusión las tasas que se aplicaban sobre cada tipo de bien. Pero la Sala de Representantes, a pesar del interés del ejecutivo en incrementarlas, decidió no hacerlo, concediendo a cambio la universalización del impuesto y la mejora en cuanto a su fiscalización. Los porcentajes aplicados desde 1822 eran del 0.8% al giro comercial, 0.4% a las haciendas, 0.2% a la agricultura, 0.6% a las denominadas fábricas y del 0.2% a los otros bienes no incluidos entre los anteriores. De tal modo, un productor pagaba por su ganado el 0.4% y el 0.2% por la tierra de la cual era propietario o enfiteuta. También debía incluir un 0.2% por las construcciones y mejoras introducidas en su establecimiento, como así también por las herramientas y medios de transporte con que contaba. No hemos encontrado valuaciones de productos de la agricultura, por lo que suponemos que no existían en el momento de las declaraciones o bien la costumbre hacía que no se tuvieran en cuenta, ya que como veremos el formulario que debían llenar los funcionarios administrativos no los preveía. Por lo tanto estimamos que el labrador sólo pagaba por sus herramientas y por la tierra de su propiedad o en enfiteusis. El arrendatario estaría sólo alcanzado por sus instrumentos de labranza y por las mejoras introducidas en la propiedad del arrendador, incluyendo su rancho. Pero también todo agricultor que tuviera algún ganado debía sufragar por él. El comercio y las fábricas abonaban por el capital invertido en el giro comercial y por las instalaciones y el herramental de las segundas, además de la tierra en la cual estaban instalados. Por supuesto, no vamos a ser tan ingenuos de pensar que todas estas nuevas medidas evitaban la evasión y el fraude, pero los hacían más dificultosos y debían necesariamente comprometer en ellos a la estructura del estado de la jurisdicción. Para notar el efecto de estas modificaciones basta ver el aumento que en los ingresos de la provincia produjo su aplicación, y en esto coinciden los diversos estudios realizados sobre la caja del estado.13 Eran el Juez de Paz y sus alcaldes los personajes indicados para llevar a cabo tal cometido, ya que ellos conocían mejor que nadie la sociedad en la cual se movían y los bienes con que contaba cada uno de los individuos que habitaban su partido. Son numerosos los informes que ellos efectuaban cada año sobre sus vecinos, por lo menos desde 1830, en que nominaban a cada uno por sus inclinaciones políticas, hasta los años aciagos para el régimen (1839-40) cuando procedieron a embargar14 los bienes de los unitarios

13 Esto es lo sostenido, con diversos matices tanto por Halperín, Guerra y finanzas en los orígenes del Estado argentino (1791-1850). Buenos Aires, Editorial Belgrano, 1982; como por Burgin, Aspectos económicos del federalismo argentino. Buenos Aires, Solar. ( 1ra. edición 1946), 1975; o por Alfredo Estevez, “La contribución Directa 1821-1852”, Revista de Ciencias Económicas, IV:10, 1960, UBA, Buenos Aires. 14 GELMAN, Jorge y María I. Schroeder (2000) Una compleja relación: Rosas y los embargos a los propietrios unitarios de la campaña de Buenos Aires. Ponencia presentada en la XVII Jornadas de Historia Económica, Tucumán.

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comprometidos en los levantamientos antirrosistas15, pasando por las propuestas de alcaldes y tenientes de sus jurisdicciones que efectuaban periódicamente.16 Por último, veamos en qué consiste esta fuente.17 Son los informes que cada juez de paz enviaba a la Colecturía General con la información detallada de los capitalistas que debían abonar la contribución directa y el monto de lo recaudado por tal concepto. Dichos informes se encuadernaban confeccionando dos libros por cada año, uno para la ciudad y otro para la campaña. Utilizaremos aquí el del año 1839, el primero después de la reforma mencionada. Cada informe consta de varios folios y están registrados, por columnas, los siguientes datos: Nombre del Capitalista

Cuartel Giro Fábricas Ganado Objetos no Especificados

Cuotas que deben pagarse

La información sobre el cuartel del partido en que está inserta la propiedad valuada, ha sido incluida por casi todos los Jueces. En la columna de “giro” se debía anotar el capital comercial del contribuyente; en la de “fabricas” el valor de sus inversiones en activo fijo para su actividad industrial; en la de “ganado” la valuación del mismo (lamentablemente no se discrimina el tipo de ganado ni la cantidad de cabezas), y en la de “objetos no especificados” el resto de bienes no incluidos en los anteriores, que como veremos era centralmente el rubro tierras e incluía tanto las que se tenía en propiedad como las originadas en la enfiteusis, a partir del año mencionado. Pero también se incluían las edificaciones, corrales, carretas, etc. En la última columna el juez debía indicar el monto calculado, a partir de los rubros anteriores, que debía pagar cada “capitalista”. A los efectos de poder analizar la distribución personal de la riqueza, que es nuestro objetivo en este trabajo, hemos unificado los registros correspondientes a un mismo contribuyente dispersos por diversos partidos de la campaña. Esta tarea es compleja por la existencia de homónimos cuyos capitales no se pueden siempre atribuir a una misma persona. Para reducir el margen de error en esta tarea utilizamos diversos métodos que explicamos en el Anexo Metodológico A. Además hemos construido una escala de frecuencias de los montos de riquezas que observamos, aplicando una serie de consideraciones que también exponemos en el Anexo Metodológico B, al cual remitimos. Pasemos al análisis de los datos.

Distribución de la riqueza personal en la sociedad porteña De acuerdo a lo explicado en el Apéndice A, de los 5657 registros de “capitalistas” de la campaña llegamos, por unificación de aquellos que tienen bienes en distintos partidos, a un

15 GELMAN, Jorge (2001) "La rebelión de los estancieros: Algunas reflexiones en torno a los Libres del Sur de 1839", ponencia presentada en las VIII Jornadas Interescuelas y Departamentos de Historia, Salta.. 16 Para una discusión más profunda sobre la validez de la presente fuente, ver nuestro trabajo. Gelman, J y Santilli, D Ob. Cit. Allí comparamos también estos datos con fuentes privadas y de otro tipo que nos permiten concluir en la razonabilidad de la CD. 17 AGN Sala III 33.4.7

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total de 5427 personas titulares de un total de $ 115.870.994. La primer aproximación estadística nos indica lo siguiente:

En primer lugar, la amplitud de los valores exime de todo comentario; el más rico tenía 9180 veces más capital que el menor. Además, el promedio es mayor más de dos veces a la mediana, el valor que se ubica en el justo medio de la cantidad de contribuyentes. La moda, el guarismo que más se repite, es la séptima parte del promedio. Cuanto más lejos estén entre sí estas medidas centrales,

indica que los valores individuales son más dispersos. Por lo tanto, en nuestro caso, estamos en presencia de una distribución sumamente desigual. Veamos cuál es ese grado de concentración entre los propietarios incluidos en la CD, es decir dejando afuera, por ahora, a los que nada tenían. Ello se puede observar en el cuadro 1 que se muestra a continuación.

Como se puede apreciar, la concentración de riqueza era muy aguda. En el gráfico 1, de distribución del capital por deciles de contribuyentes se observa el mismo fenómeno. Allí se ve que el 10% de los contribuyentes acumulaba más del 50% de los capitales y con el segundo decil superaban el 70%. En el otro extremo del gráfico tenemos que menos del 1% de la riqueza se repartía entre el 10% de los “capitalistas”, es decir 543 unidades censales. Estos indicadores nos muestran, entonces, un grado de concentración de la

Capital Total 115.870.994Total Contribuyentes 5427Valor máximo 1.836.000Valor mínimo 200Promedio 21350Mediana (9 veces) 8250Moda (278 veces) 3000

Gráfico 1 - Acumulación de Capital por deciles de

contribuyentes

0%

10%

20%

30%

40%

50%

60%

70%

80%

90%

100%

Cont ribuyent es Capit ales

Contribuyentes Capitales %0,1% más rico 6918300 5,971% más rico 23689585 20,4410% más rico 64915893 55,9040% más pobre 7888809 6,8320% más pobre 2687630 2,3410% más pobre 1055904 0,92

Cuadro 1 - Capitales por porcentajes de contribuyentes - Rangos seleccionados

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riqueza muy elevado. Y téngase en cuenta que sólo estamos incluyendo a los que tenían algún bien. Otro método estadístico frecuente para medir la distribución de la riqueza o de los ingresos en una población dada es el coeficiente Gini que expresa la desigualdad obteniendo un valor que varía de 0 a 1.18 Cuanto más se acerca nuestro coeficiente a la unidad, mayor es la concentración de la riqueza, mientras que el 0 expresaría una sociedad absolutamente igualitaria. Un primer cálculo de tal coeficiente arrojó un resultado de 0.6596 para nuestra base de 5427 contribuyentes en toda la campaña de Buenos Aires. Asimismo, hemos obtenido dicho valor para la ciudad de Buenos Aires en la misma fecha, siendo de 0.5926. En principio, puede observarse que en la ciudad la distribución sería menos desigual. Pero, como ya dijimos con anterioridad, muchos de los “capitalistas” registrados en la ciudad tenían también bienes en la zona rural, por lo que creímos conveniente aplicar las reglas de unificación que utilizamos para la campaña y que están descriptas en el apéndice metodológico. De tal modo, el coeficiente unificado para toda la provincia es de 0.6647. Como se puede apreciar, los contribuyentes que poseían bienes en ambas jurisdicciones hacen crecer el valor, hecho que nos previene acerca de considerar las mismas por separado. La influencia mayor está, por supuesto, en los grandes propietarios como el mismo gobernador de la provincia o sus primos los Anchorena, aunque no eran sólo los grandes los que poseían bienes tanto en la campaña como en la ciudad.19 Este Gini, bastante elevado, refleja la distribución desigual de la riqueza entre los que aparecen como propietarios en la CD de 1839. Por supuesto que será bastante mayor si consideramos a aquellos que no declaran ningún capital imponible. ¿Cómo evaluamos a ese sector de la población, aquéllos cuyas pertenencias, si es que las tenían, no eran alcanzadas por la CD?. En principio consideramos que con los bienes de estos contribuyentes se mantenía además del sujeto en cuestión, una serie de personas mayores y menores de edad, por ejemplo la esposa y los hijos. Éstos que conviven con el contribuyente, podrían ser considerados también como propietarios de parte de esa riqueza puesta en cabeza de él. ¿Y cuál es la cifra que representa a dichos sujetos? Es decir, ¿cuántos familiares con derecho a una porción de su riqueza vivían con el contribuyente? Dada la amplia preponderancia de la familia nuclear en la campaña y también en la ciudad, hecho en el que coinciden los estudiosos,20 y que está representada en los censos en lo que comúnmente la historiografía designa como unidades censales, creemos que una medida apropiada para salvar este escollo es considerar como totalidad del universo teóricamente

18 Este índice, a su vez es la expresión matemática de la curva de Lorenz, que es la forma gráfica usual de expresar la distribución de los recursos. Una explicación sumaria de esta metodología se encuentra en DOLLAR, Charles M. y JENSEN, Richard J. Historian’s Guide to Statistics New York, Holt, Rinehart and Winston, Inc. Igualmente remitimos al lector al Apéndice Metodológico C, donde resumimos la técnica empleada. 19 Para dar un solo ejemplo tomemos el caso de un capitalista mediano como Juan Crisóstomo Arroyo que tenía $ 19000 en Ensenada y $ 4000 en la ciudad. 20 MORENO, José Luis y MATEO, José (1997) “El `redescubrimiento´ de la demografía histórica en la historia económica y social” en Anuario IEHS Nº 12, Instituto de Estudios Histórico-Sociales, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad del Centro, Tandil.; SANTILLI, D. “La Familia y la economía de la campaña de Buenos Aires: Quilmes c.1770/c.1840” en Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. E. Ravignani Nº 23 (en prensa); SZUCHMAN, Mark D. (1988) Order, family and community in Buenos Aires 1810-1880 Stanford, Santford University Press; entre muchos otros.

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habilitado para poseer riqueza la suma de esas unidades recontadas en el censo de 1838.21 Nuestra fuente puede ser comparada con el padrón mencionado, que dista sólo un año de aquél. Por esta razón, hemos tomado como total de potenciales tenedores de riqueza la suma de 13490 unidades censales para la campaña22 y de 11341 para la ciudad, detalle que puede apreciarse en el cuadro 2 (incluido al final del trabajo).23 Se nos escapan de nuestra cuenta los peones contados como integrantes de UC, los agregados o los esclavos. De tal modo, estaríamos incluyendo a éstos como propietarios de parte de esa riqueza que declara el jefe de la UC. Pero el censo nada nos dice acerca de la composición de cada unidad, más allá del número total de sus componentes. No tenemos elementos para determinar la cantidad de personas teóricamente habilitadas para poseer riqueza que convivían con un jefe de UC24. Hemos decidido en tal sentido tomar las cantidades mencionadas, dejando constancia que los resultados deben ser analizados como una primera aproximación. Entonces, incluyendo ahora a las UC que según la CD no poseían capital alguno, la desigualdad en la distribución de la riqueza aumenta considerablemente, sobre todo en la campaña, por la ampliación considerable de familias sin bienes imponibles. Nuestro coeficiente llega a 0.8629 para la campaña, 0.6947 para la ciudad y 0.8241 si unificamos registros de rurales y citadinos. La diferencia con los obtenidos tomando sólo el universo de contribuyentes es realmente notoria. El coeficiente sube 20 puntos en la campaña, 10 en la ciudad y 15 en el unificado. Además, la desigualdad en la campaña era mucho más aguda que en la ciudad, hecho que nos parece razonable teniendo en cuenta que el 75% de las UC de la ciudad poseía alguna riqueza, contra el 42% de la campaña.25 En la campaña, los más ricos multiplicaban por 200 la mediana de la totalidad, mientras que en la ciudad lo hacían 100 veces... Si comparamos estos datos con lo que obtuvo Lyman Johnson a partir de los inventarios, encontramos bastantes diferencias. Según este autor el Gini para 1830 en la totalidad de la provincia de Buenos Aires, incluida la ciudad, era de 0.63.26 Como se puede notar, al

21 AGN Sala X-25-6-2. Esta fuente ha sido utilizada por diversos historiadores, por lo cual no vamos aquí a discutir su validez. Ver Moreno y Mateo “El redescubrimiento...” Ob. Cit. entre otros. 22 En nuestro trabajo anterior habíamos estimado la cantidad de 12500 UC, resultado de dividir 88000 habitantes por el promedio de componentes de cada UC. Ver Gelman y Santilli Ob. Cit, . El análisis de los padrones de 1838, nos proporciona una cifra algo más elevada para la cantidad de UC, mientras disminuye el total de habitantes a 84685. 23 Se puede apreciar que el promedio de habitantes por UC para toda la provincia era de 6 personas, algo mayor, 6.3 para la campaña y algo menor para la ciudad, 5.8. Nos parece razonable estimar que se componían por los cónyuges y sus hijos en su gran mayoría. Volveremos a este cuadro cuando analicemos los datos por partidos y zonas. 24 Además, habría que estudiar cada partido con profundidad para cada uno de los casos mencionados, ya que no se puede evaluar de la misma manera el peón solitario que vivía en la estancia, como aquél que vivía con su familia en un puesto provisto por la misma estancia y que además era propietario de algún ganado o cultivaba algunas sementeras. Este dato es realmente importante ya que en los partidos donde la concentración de peones era más importante, presumiblemente el Sur II, paradójicamente, al incluirlos en una UC, trabajamos con un divisor de personas teóricamente habilitadas para tener bienes menor que en un partido donde no se daba esta situación. La paradoja sería entonces un Gini más bajo en el primer caso que en el segundo. 25 Ver columna 7 del cuadro 2 26Johnson, Ob. Cit Cit. Págs. 176 y 180. También calcula los coeficientes para los años 1810 y 1855, arrojando un resultado de 0.67 y 0.72, respectivamente. Su conclusión al respecto es que la distribución

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margen de los nueve años de distancia entre nuestro trabajo y el de este autor, la diferencia es abultada. Podemos pensar que la concentración en esos años se agravó, considerando la desigual distribución de las tierras nuevas conquistadas por Buenos Aires y la vuelta de Rosas al poder en 1835. Pero creemos que buena parte de esas diferencias se deben a la aplicación de diferentes metodologías. Mientras nosotros trabajamos con un universo completo, con las salvedades mencionadas en cuanto a la evasión, Johnson lo hace con una muestra de 169 inventarios, sobre la que aplica métodos conocidos, pero que implican algunos supuestos complicados para extrapolar al total del universo.27 En definitiva, estamos hablando de una muy alta concentración de la riqueza, 0.8241, casi 20 puntos más alta que la calculada para 1830 por Johnson. Este autor compara su índice de 1830 con el que obtuvo Alice Jones28 para las trece colonias de Norte América en 1774 y se pregunta por qué el valor de 0.73 al que llega esta autora era mayor que el de Buenos Aires, cuando la tierra estaba más concentrada en grandes latifundios aquí que en el norte. De ser

mejoró entre 1810 y 1830, a consecuencia de la desestructuración que provocó entre los ricos la revolución, pero entre 1830 y 1855 la concentración se acrecentó mediante la acción del gobierno rosista. Un cálculo anterior del mismo autor dio por resultado 0.71, 0.61 y 0.80, respectivamente .Ver JOHNSON, Lyman L. (1994) “Distribution of Wealth in Nineteenth-Century Buenos Aires Province: The Issue of Social Justice in a Changing Economy” en ANDRIEN, Kenneth y JOHNSON, Lyman (comp) The Political Economy of Spanish America in the Age of Revolution, 1750- 1850. Albuquerque, University of New México Press. Pág. 204. Agradecemos al autor el habernos facilitado este material. 27 Johnson “An Arena…” Ob. Cit. Pág. 170. El autor define su metodología a partir de la utilizada por Alice H. Jones en su trabajo sobre la distribución de la riqueza en las trece colonias inglesas de América del Norte en 1774 (JONES, Alice (1980) Wealth of a Nation to be. New York, Columbia University Press). (Hemos tenido acceso a un articulo anterior de esa autora donde aplica dicho método para algunas de las citadas colonias: JONES, Alice, 1970 “Wealth estimates for the American Middle Colonies, 1774” en Economic Development and Cultural Change, vol. 18, Nº 4). Allí establece que para la valuación de la riqueza global, a partir de una muestra de 200 inventarios, debe calcularse primero la porción de la población total que potencialmente podía tener bienes. Los define como todos los hombres libres mayores de 20 años y las viudas, lo que totalizaba el 22.5% de la población. El monto promedio de riqueza que obtiene de los inventarios es entonces multiplicado por esos potenciales tenedores de bienes. Para la totalidad de las trece colonias, ella obtiene un coeficiente Gini de 0.73. Algunos autores consideraron poco representativa esa muestra de inventarios para semejante cálculo, lo que fue criticado (ver por ejemplo la crítica de John J. McCusker en su reseña del libro citado en The Journal of American History 68:1, junio 1981), pero su estimación de los probables tenedores de riqueza nos parece razonable para la época. En nuestro caso, esos potenciales poseedores eran el 16.5% de la población total (ver cuadro 2, col. 5). Para Johnson, esos potenciales tenedores eran todos los adultos mayores de 20 años, sin descontar que las mujeres no poseían riqueza, salvo que fueran catalogadas como viudas. De tal modo, tomando datos del censo de 1827 en Buenos Aires, ( trabajado por Szuchman, M. Ob. Cit. Cit. Pág. 193) establece que el 58% de los 135000 individuos que poblaban ciudad y campaña, “tenía más de 18 años y poseía alguna riqueza” (“An Arena...” Pág. 217, nota 16). Multiplicando esta cantidad por la riqueza promedio según sus inventarios, 9499 pesos papel, obtiene un total de 744 millones de esa moneda (Pág. 170). Nuestra fuente, que no constituye una muestra sino el universo total de los declarantes, totaliza casi 217 millones. Si estimamos la evasión en un 40%, el máximo que habíamos calculado en nuestro trabajo previo (Gelman y Santilli Ob. Cit.), dicha suma ascendería a 362 millones. Y aún no hemos deflacionado el peso de 1839 con los valores de 1830. Creemos que el error de Johnson está sobre todo en su evaluación de los potenciales tenedores de riqueza. Si multiplicamos la porción que estableció Alice Jones, 22.5%, por ese promedio de $ 9499, el total obtenido, 288 millones, tiene algo más que ver con nuestros totales. Otra diferencia con los datos de Johnson es que el estima una concentración mayor en la ciudad que en la campaña en 1855 (Pág. 179). En nuestros cálculos, como vimos, es exactamente al revés, por lo menos en 1839. De todos modos en nuestro caso también se agudiza el Gini en general por considerar sin ninguna propiedad a más del 50% de las UC de la provincia, las que seguramente tenían algo, aunque fuera mínimo. 28 Jones, A. H. Wealth of a ... Ob. Cit. Ver nota anterior por cuestiones metodológicas.

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así, nuestro índice, más alto que el de las 13 Colonias, quizás refleje mejor esa diferencia. Por otro lado, los datos obtenidos sobre la base de censos de 1860 para Texas les permiten a Campbell y Lowe29 construir un coeficiente de 0.742. A pesar de la significativa presencia de esclavos en la frontera norteamericana, el de Buenos Aires parece ser más alto. En otro sentido, estos autores toman como teóricamente habilitados para poseer riqueza a todos los cabezas de UC, lo cual lo hace más estrictamente comparable con nuestros datos. Con estos datos hemos también construido la curva de Lorenz para la campaña, la ciudad y la unificación de ambos (gráfico 2). Debemos recordar que ésta última resulta de la unificación de los registros de un mismo contribuyente en ambos parciales.

Aquí puede apreciarse la bastante menor concentración de la riqueza en la ciudad. Pero la incidencia de los que no tienen riqueza es notoria: llegaba al 60% en la campaña, valor en el cual la curva construida se despega de la línea del 0. A efectos comparativos confeccionamos otro gráfico, únicamente con los contribuyentes, es decir excluyendo aquellas UC cuya riqueza habíamos evaluado como 0 (gráfico 3). En este caso la distribución parece más equitativa pero es sólo un efecto del achicamiento de nuestro universo: el primer 10% tenía alguna riqueza. Pero lo más notorio es el acercamiento entre las líneas de la ciudad con las de la campaña. De todos modos, nuevamente esto es engañoso, porque la magnitud de los que no tenían ninguna riqueza es mucho menor en la ciudad que en la campaña; al excluirlos, la zona rural parece tener una distribución más equitativa. 29 Campbell y Lowe, Ob. Cit Cit.. Pág. 46. También estos autores trabajan con una muestra, pero se trata de 5000 jefes de familia sobre una población total de 212000 habitantes, cuidando de conservar las proporciones entre las zonas en que dividen la totalidad de la entonces “Lone Star”. Ellos comparan a su vez sus cálculos con otros. hechos sobre la base de la distribución en jefes de hogar, verificando que los índices obtenidos son en general menores que para la totalidad de los estados de la entonces USA (ver capítulo 8). Al igual que en el resto de los Estados Unidos, la concentración en las pequeñas ciudades de Texas era más alta que en las zonas rurales del mismo estado. Pero las ciudades más grandes y viejas del norte y del sur estaban más concentradas que las pequeñas de Texas (Pág. 131). Esto último difiere notoriamente con nuestro estudio, según ya hemos visto. Otro cálculo hecho para Costa Rica para 1843-46, es decir antes del advenimiento de la masiva producción de café, dio un Gini de 0.838, algo más elevado que el nuestro. (GUDMUNSON, Lowell, 1983, “Costa Rica Before Coffee: Occupational Distribution, Wealth Inequality, and Élite Society in the Village Economy of the 1840s” en Journal of Latin American Studies Vol 15. Part 2)

Grá fico 3 - Curv a de Lore nz - so lo contr ibuy entes

0

10

20

30

40

50

60

70

80

90

100

0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100

Cont ribuy ente s

Ca

pit

ale

s

Grá fico 2 - Curv a de Lore nz - Tota l de UC

0

10

20

30

40

50

60

70

80

90

100

0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100

Cont r ibuy e nte s

Ca

pit

ale

s

Cam paña + ciudad

Cam paña

C iudad

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Llegado a este punto, debemos hacer algunas especulaciones con respecto a la evasión, que con anterioridad estimamos como máximo en un 40%. El motivo de nuestro razonamiento es, ahora, quiénes podían evadir. Dada la forma en cómo eran relevados los datos por el juez de paz y sus colaboradores, nos podemos encontrar con tres situaciones diferentes. En primer lugar, es probable que los muy ricos y medianos del partido declararan ante el funcionario unas cantidades que fueran creíbles para éste pero que seguramente no reflejaban en su totalidad los bienes poseídos. No nos imaginamos al magistrado o sus auxiliares contando los animales de los poderosos, aunque más no sea por imposibilidad material de hacerlo dada la crónica escasez de personal con que contaba. Además, ¿cómo evaluar los diferentes bienes muebles que podía encontrar en las estancias de algunos que la habitaban con cierto grado de confort? Es decir, tenemos un primer posible sujeto evasor. En segundo lugar, el caso de agricultores, que no aparecen valorizados individualmente en nuestra fuente. No hay un valor de sementeras o de granos almacenados; sólo podemos suponer que están evaluados, si lo están, conjuntamente con el rubro otros bienes. Debemos confiar en el buen ojo y la honestidad tanto del capitalista como del funcionario. Por último, estaban aquellos que para el censo no poseían riqueza alguna, que en el caso de la campaña eran el 58% de las UC. ¿A que se dedicaban si no poseían bien alguno? ¿Eran todos jornaleros o dependientes de los que sí tenían bienes? Dado lo que conocemos de las estructuras demográficas y productivas de la campaña, los peones, agregados, etc, estaban censados mayormente dentro de la UC de la que dependían. Normalmente, cada UC poseía su actividad económica más o menos independiente de otras UC, aunque algunos de sus componentes se conchabaran temporariamente en alguna unidad mayor. No nos parece que la masa de trabajadores rurales dependientes de la campaña en 1839 fuera de semejante magnitud. Más bien nos inclinamos a pensar que se trataba de pequeños productores cuya actividad era irrelevante a los ojos del juez o no estaba taxativamente gravada, como los sembradíos o el trigo guardado. Seguramente muchos de ellos se emplearan temporalmente en las empresas de los “capitalistas” de la CD, pero también una parte de ellos podría tener alguna cantidad de ganado que no estaba en el partido, sino en campos de otros en sociedad, o en tierras de su patrón,30 pero que ese otro no iba a declarar ya que no pagaría CD por el primero. Por lo tanto, podemos especular que la evasión fuera medianamente fuerte, si no en pesos en la cantidad de personas que de alguna manera poseían una pequeña porción de bienes que se escapaban de nuestra fuente. No podemos suponer que la gran evasión estaba entre éstos, sino que nos inclinamos a pensar que estaba entre los más grandes, agudizando la distancia entre ellos y los menos agraciados por la vara de la fortuna. Sin embargo, nuestra reflexión nos lleva a colegir que la cantidad de chicos que se incorporarían a nuestro trabajo haría que la proporción de los que no tenían ningún bien disminuiría notoriamente, bajando el coeficiente Gini y haciendo que la curva de Lorenz que, como vimos recién se separa del cero después del 60% de las UC, tenga otro dibujo. En resumen, a pesar de que la distancia entre los más ricos y los pobres se acrecentaría, habría muchos más pobres con algún tipo de bien que la fuente nos oculta. La presentación de estos gráficos números 2 y 3 tiene por objeto llamar la atención sobre esta particularidad; la de incluir dos parcialidades con diferente composición en la base. Y el hecho que cambia esa morfología es la cantidad de UC que tenían acceso a riqueza, que como vimos tenía una diferencia notoria entre ciudad y campaña: 75% en el primer caso y

30 Hemos encontrado casos de estos tipos en distintas fuentes, al igual que otros autores.

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42% en el segundo. Esto adquirirá importancia cuando analicemos más adelante los datos de las diferentes zonas y partidos que componían la campaña de aquella época.

La riqueza personal en la campaña de Buenos Aires Para analizar las magnitudes de la riqueza personal en la campaña de Buenos Aires hemos construido una serie de categorías, que hemos explicado en el Apéndice Metodológico B, que a nuestro criterio representan distintos niveles de diferenciación económica en la época. Para hacer las consideraciones que vienen a continuación, hemos dejado momentáneamente de lado a aquellos que no tenían riqueza alguna. De acuerdo con dicha descripción, hemos construido el cuadro 3 y el gráfico 4 que se aprecian a continuación

Gráfico 4 - Capital Total - Distribución porcentual de las categorías

0% 5% 10% 15% 20% 25% 30% 35%

1 - <5000

2 - <10000

3 - <20000

4 - <40000

5 - <80000

6 - <160000

7 - <320000

8 - >319999

Val

ores

% de montos% de casos

PromediosCantidad % Cantidad % En pesos

1 Menos de $ 5000 1618 29,8 4.873.049 4,2 3.0122 Entre $ 5000 y $ 9999 1376 25,4 9.495.420 8,2 6.9013 Entre $ 10000 y $ 19999 1137 21,0 15.568.773 13,4 13.6934 Entre $ 20000 y $ 39999 714 13,2 19.423.499 16,8 27.2045 Entre $ 40000 y $ 79999 342 6,3 18.875.023 16,3 55.1906 Entre $ 80000 y $ 159999 149 2,7 16.433.195 14,2 110.2907 Entre $ 160000 y $ 319999 65 1,2 15.025.285 13,0 231.1588 Más de $ 319999 26 0,5 16.176.750 14,0 622.183

Totales 5427 100,0 115.870.994 100,0 21.351

Cuadro 3 - Distribución del Capital según categorías construidas

Categoría Casos Montos

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Lo primero que resalta es nuevamente el alto grado de concentración del capital; las tres categorías mayores, el 4,5% de los contribuyentes, poseían el 41% del capital. Como es posible observar a simple vista, se ha conformado una relación entre frecuencias de casos y montos bastante clásica: en la medida en que se incrementa el capital de cada categoría, disminuyen la cantidad de casos y se acrecientan los montos totales. Esto se explica mejor si se observa el gráfico. Como se nota en él, la pirámide, en lo que respecta a la cantidad de casos, disminuye regularmente, aunque aumenta la proporción de la mengua a partir de la categoría 4. Con respecto a los capitales, la pirámide invertida que se nos presenta se incrementa con cada escalón. Pero a partir de la categoría de más de $ 80000 los montos disminuyen o bien se mantienen, configurando un movimiento irregular. Esto nos hace pensar que estas cuatro categorías, 5, 6, 7 y 8, están fuera de la lógica de construcción de la pirámide. La disminución proporcional de casos es mucho mayor en las categorías más ricas, lo que muestra la mayor dificultad de acceder a ellas. En principio da la impresión que pasar de los $ 40000 era realmente muy difícil, por eso esa irregularidad de la pirámide en ese escalón. Y por eso también la mucho menor disminución de los capitales en ese grado. El caso distinto es el de los más ricos de todos cuya distancia con los anteriores en capital promedio es proporcionalmente mucho mayor. Este selecto grupo de 26 era a todas luces muy poderoso. Se podría colegir, una vez analizados estos números, que se trata de dos o quizás tres grupos diferenciados y el corte principal está dado por los $ 40.000 de capital. Por debajo de este monto tenemos cifras importantes de propietarios en todos los niveles. Por encima se reduce cada vez más los que lo alcanzan. Así visto, se puede establecer que las categorías 1 y 2, las que definimos como pobres sin posibilidad de acumulación en el Apéndice B, y que reunían al 55% de los contribuyentes apenas si poseían el 12% de los capitales. De acuerdo con estos datos, el 30% de los sujetos que debían pagar impuestos, es decir sólo la categoría 1, no tenían lo suficiente para vivir de su capital sin conchabarse, a menos que, como especulamos, pudieran realizar otra actividad que no se puede apreciar en esta fuente, como la agricultura en tierra ajena. Tal vez aquí se encuentre una parte de la mano de obra de las grandes estancias; aquella gente que todos los testimonios dicen que era muy difícil retener. Otro 25%, la cuarta parte, tal vez no se veía precisada a trabajar en relación de dependencia, pero no tenía posibilidad, en teoría, de salir de esa categoría salvo, otra vez, que se dedicaran a la agricultura en tierra ajena o que se encontraran en coyunturas familiares o económicas muy favorables.31 Las categorías 3 y 4, que designamos como medianos en proceso de acumulación, eran un 34% de los contribuyentes y poseían un no despreciable 31% del capital. De lo que se deduce que un tercio de los capitalistas estaban en proceso de acumulación, es decir con posibilidades de ascenso social tal como hemos definido en el Apéndice B. También es notorio que eran más numerosos los capitalistas que estaban más cerca del límite inferior que del techo de ambas categorías, eran más los que pertenecían a la 3 que los que clasificamos como 4. Las proporciones están totalmente invertidas entre la clase 3 y la 4; 21% de los casos y 13% del capital en la inferior y 13% y 17%, respectivamente, en la superior. Y, además, la suma de la categoría 3 y la 1 y 2, equivale aproximadamente al 75% de los más pobres que poseían sólo el 25% del capital. Veamos ahora la categoría 5, aquellos que hemos dado en llamar ricos, los que ya acumularon lo suficiente como para demostrar una posición medianamente estable. Eran

31 Decimos en tierra ajena porque si fuera propia esa situación se vería reflejada en el capital en el rubro otros bienes.

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apenas 342 contribuyentes y representaban el 16% del capital. Una exigua cantidad pero un respetable capital. Esto evidencia claramente que era difícil llegar a esa posición. Sólo 342 de las 13490 UC de la campaña estaban en ella. A partir de aquí, las diferencias por categoría responden más a las variaciones de la cantidad de contribuyentes que a las del capital total de cada clase. Más de $ 80.000 de capital corresponde a una riqueza equivalente a la posesión de 4000 vacas o 20 leguas cuadradas de tierras al sur del Salado.32 Ente estas tres categorías el esquema no es muy lineal, ya que los saltos de una a otra no guardan la misma relación, como ya vimos. En el Anexo 1 se pueden consultar los nombres de los componentes de estas tres categorías Ahora bien ¿cómo estaba compuesta esa riqueza en cada categoría?. O en otras palabras: ¿los distintos sectores económicos tenían sus capitales en los mismos rubros o había alguna diferencia?. El gráfico 5 nos proporciona los datos.

Vemos que en los primeros cuatro grupos, con menos de $ 40000 de capital, la proporción de ganado era prácticamente la misma, 55%, a lo que se le agregaba un 40% en tierras y mejoras y un 5% en giro comercial. A partir de la categoría 5, la proporción de ganado va en continuo aumento hasta pasar el 70% en la mayor de todas, en desmedro primero del giro comercial y luego de los otros bienes, que disminuía a menos del 30% en la mayor. Esto deja bien asentado que la riqueza en la provincia de Buenos Aires era principalmente el ganado y, en segundo lugar, la tierra necesaria para su reproducción. Cuando analicemos los diferentes partidos veremos que el peso de la tierra en la composición del capital difería de acuerdo con el valor de la misma según su ubicación geográfica.

32 Valuadas al precio que había fijado el estado, que no era el valor de mercado

Gráfico 5 - Composición porcentual del capital de cada categoría

0% 10% 20% 30% 40% 50% 60% 70% 80% 90% 100%

1 - <5000

2 - <10000

3 - <20000

4 - <40000

5 - <80000

6 - <160000

7 - <320000

8 - >319999

GanadoOtros Bienes

GiroFabrica

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Distribución por zonas y partidos Veamos si en el interior de las diversas zonas de la campaña se diferenciaban las frecuencias que hemos construido. Al respecto utilizamos la zonificación establecida por Garavaglia, con alguna pequeña corrección. Esta combina la geografía con la historia de cada partido, así como la actividad que por aquellos tiempos llevaban a cabo.33 Hemos incluido al final de nuestro trabajo el mapa 1 con la distribución de las zonas. En el cuadro 4 pueden observarse los coeficientes Gini de cada zona, calculados tanto tomando en cuenta sólo los contribuyentes como incluyendo a la totalidad de las UC. Una tercera columna indica el total nominal de la riqueza de cada zona.

Si trabajamos sólo con los contribuyentes, la zona más concentrada parece ser el Sur II, que coincidiría con una observación a priori: en ella estaban los más poderosos terratenientes y los establecimientos mayores. En segundo lugar estaría Sur I que,

recordemos, estaba al norte del Salado y al sur de la ciudad. En tercer lugar el Norte, eminentemente ganadero como habíamos visto en nuestro trabajo anterior.34 Luego Cercanías y por último el Oeste que aparecería como la zona con una mejor distribución de la riqueza. Las diferencias entre los valores son bastante abultadas, casi 20 puntos entre el Sur II y el Oeste. Pero cuando tenemos en cuenta la totalidad de las UC, que son, como habíamos descrito, nuestra base de habitantes teóricamente habilitados para poseer bienes, la relación cambia bastante. Pasa a ser la más concentrada la Norte, superando por casi cinco puntos al Sur II, que habíamos individualizado primero como el paradigma de la gran propiedad. Cercanías superaba por poco al inmediato sur y vuelve a aparecer como menos concentrada la zona Oeste, pero ahora más cerca de las zonas con mayor desigualdad. La diferencia central radica en que en el Norte (o en Cercanías), si bien la desigualdad entre los que tenían riqueza era menor que en Sur I y sobre todo que en Sur II, existía una cantidad mucho mayor de UC que no tenían ningún tipo de bien y por ende la distribución global era peor. Veamos esto con un poco más de detalle. En principio, la cantidad de cabezas de UC que no tienen acceso a bien alguno es mayor en el norte que en el sur. Basta con observar en el cuadro 2, al final del trabajo, que los partidos del norte como Arrecifes o Baradero tenían más de un 40 % de sus UC registradas en la CD, mientras que Monsalvo o Azul tenían más de un 70% de la misma proporción. Esto era más notorio aún en San Nicolás o San Pedro, con el 20% o Rojas y Salto con el 11% y el 17% respectivamente. Esto quiere decir que en el norte había más pobres, sin ningún tipo de propiedad registrada, que en el sur. El siguiente cuadro nos ilustra al respecto.

33 “Un siglo de estancias...”, Ob. Cit. Para una explicación más detallado ver nuestro trabajo anterior, Gelman y Santilli, Ob. Cit. 34 Gelman y Santilli, Ob. Cit.

Zonas Solo Contrib. Total de UC Total RiquezaNorte 0,6050 0,9052 14.041.468Oeste 0,5354 0,7805 14.733.792Cercanías 0,5692 0,8290 15.295.984Sur I 0,6281 0,8179 35.574.215Sur II 0,7200 0,8567 34.818.410

Cuadro 4 - Coeficiente Gini por Zonas

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La imagen que nos permite describir este cuadro es interesante. El Sur II era mucho más rico que el Norte. Este Norte, sin embargo, tenía casi el doble de población, bastante más UC que Sur II y, a pesar de ello, tenía la peor distribución de la riqueza, siendo que los capitalistas más ricos se encontraban en Sur II. Pero en esta última zona, la distancia con el resto de las UC era curiosamente menor que en el Norte más humilde. Una zona de antiguo asentamiento como era el norte mostraba más desigualdades en su interior que el nuevo sur, sobre el cual la economía de mercado se ha expandido recientemente y donde parte de la historiografía suponía hasta hace poco que los grandes estancieros habían establecido una sociedad cuasi feudal. Cabe también preguntarse acerca de la efectividad de la presión impositiva; tal vez en el sur haya sido más fuerte que en el norte, donde quizás dejaran escapar de la tributación a más gente para evitar ulteriores complicaciones. Tampoco podemos dejar de tener en cuenta que esos jefes de hogar del norte, sin bienes, establecidos como UC independientes, en el sur podían estar incluidos en el seno de otra UC de mayores dimensiones, es decir dependían de un patrón. La pregunta es ¿a qué se dedicaba ese 76% de UC del norte que no tenía bienes, por lo menos susceptibles de ser percibidos por el Juez del distrito? ¿Era la mano de obra de los grandes establecimientos ganaderos de Pergamino, Rojas y Salto y de los comerciantes y medianos productores de San Nicolás? Si suponemos que así era, ¿en el sur no había peones? Sin embargo, sabemos que tanto en las estancias de los Anchorena, de Prudencio Rosas, de los Sáenz Valiente, de Eustoquio Díaz Vélez y las del mismo gobernador, entre otros, había peones tanto fijos como temporarios. Tenemos que hablar por lo tanto de una relación diferente. Pareciera que en el norte, el jornalero que no tenía bienes, vivía mayormente en una UC independiente de su patrón, aunque pudiera aprovechar alguna actividad por cuenta propia. En cambio, en el sur el peón, aunque sea temporariamente, habitaba dentro de la misma estancia con más frecuencia y era registrado por el censista como formando parte de la UC del patrón. Además, en muchos casos y dada la extensión de las estancias en el sur, los peones solían tener una punta de ganado que se agregaba a sus sueldos relativamente buenos, como se ve por los niveles que Rosas pagaba a sus dependientes y por las concesiones que debía hacer en cuanto al usufructo de la tierra.35 De lo que podemos deducir que en el sur la distancia en la distribución de la riqueza no era tanto entre vecinos sino al interior de la estancia. Pero, como decíamos más arriba, también faltan en los censos muchos pobres del sur, porque sería más fácil pasar desapercibido en una región fronteriza que ofrecía facilidades a los que querían esconderse. Lo que sí positivamente sabemos es que estos dependientes incluidos en la UC de su patrón nos

35 J. Gelman, “Las condiciones del ...” Ob. Cit.

Zona Riqueza Total UC Contribuy. Habitantes % Contrib

1 2 3 4 sobre UC UC Contrib. HabitanteCol 3/Col 2 1/2 1/3 1/4

Sur II 34.818.410 1706 873 8819 51,2 20409 39884 3948Norte 14.041.468 2578 619 16211 24,0 5447 22684 866Relación Sur II/Norte 0,7 1,4 0,5 3,7 1,8 4,6

Promedios porCuadro 5 - Comparación entre las Zonas Norte y Sur II

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disminuyen el divisor de los teóricamente habilitados para tener riqueza, generando esa paradoja de la que hablábamos más arriba. En el anexo 2 se puede observar la distribución de la riqueza por partido de cada una de las zonas en que hemos dividido la campaña. La otra situación que debemos plantear en esta breve recorrida por las zonas es la de Cercanías. Tomando la totalidad de las UC, la zona aparece más concentrada que si se toman sólo los contribuyentes como base, incluso más concentrada que Sur I. Si observamos el cuadro construido comparando ambas zonas tendremos un panorama más claro.

En este caso Sur I tenía más UC y de ellas eran más las registradas en el censo; el 50% de ellas tenían alguna riqueza; también tenía más habitantes aunque la diferencia porcentual era menor. Los promedios en valores absolutos eran exactamente el doble en cuanto a riqueza por UC y por habitante. Pero también el sur era inmensamente más grande que cercanías, por lo que la densidad de población en esta última era mucho más alta. O sea mucho más gente en un espacio más pequeño con un acceso a los bienes más restringido, dada la antigüedad de apropiación de los recursos. Por ejemplo, se pueden comparar San Isidro y Quilmes (de cercanías), los dos partidos más poblados de toda la campaña, con más de 4000 habitantes, con Chascomús o Lobos, que por lo menos los doblaban en superficie, como se aprecia en el mapa, con más de 3000 habitantes. Ahora bien ¿Por qué Cercanías era tan rica? En primer lugar tenemos el alto valor de la tierra, tanto por su escasez como por ser el bien más preciado en vista de la producción para satisfacer el mercado de Buenos Aires. En segundo lugar, las mejoras introducidas en las chacras y estancias y los bienes de producción que poseían.36 En tercer lugar, pero no menos importante, la presencia de las ricas quintas de los grandes propietarios y comerciantes radicados en la ciudad, como Alzaga en San Fernando, Pueyrredón y Anchorena en San Isidro, Olivera en San José de Flores, Obligado en Quilmes, etc. ¿Cabe aquí una reflexión parecida a la que hicimos con respecto a Sur II y Norte? Una región de más antiguo asentamiento, como era Cercanías, observaba más inequidad en la distribución de la riqueza que otra relativamente más nueva.37 Esta similitud también la encontramos en Norte con respecto a Sur II. Todo ello nos hace pensar que la necesaria subdivisión de los bienes por herencia era ampliamente compensado por la valorización de la tierra y las mejoras introducidas, a la vez que se excluía del acceso a los recursos a una

36 Ver GARAVAGLIA, Juan Carlos (1993) “Las chacras y quintas de Buenos Aires. Ejido y campaña, 1750-1815” en MANDRINI, R. y REGUERA, A. (comps.) Huellas de la tierra. Indios, agricultores y hacendados en la pampa bonaerense. Tandil, IEHS. 37 Por ejemplo Chascomús fue fundada como fortín por el Virrey Vértiz y su proceso de apropiación de la tierra comenzó en las últimas décadas del siglo XVIII. BANZATO, Guillermo y QUINTEROS, Guillermo (1991) "La ocupación de la tierra en la frontera bonaerense. El caso de Chascomús, 1779-1821", en Ciclos, 1:1, Buenos Aires. pp. 199/208.

Zona Riqueza Total UC Contribuy. Habitantes % Contrib1 2 3 4 sobre UC UC Contrib. Habitante

Col 3/Col 2 1/2 1/3 1/4Cercanías 15.295.984 2962 1176 20100 39,7 5164 13007 761Sur I 35.574.215 3493 1711 23007 49,0 10184 20791 1546Relación Sur I/Cercanías 1,2 1,5 1,1 2,0 1,6 2,0

Promedios porCuadro 6 - Comparación entre las Zonas Cercanías y Sur I

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creciente cantidad de habitantes, sobre todo en las zonas más densamente pobladas. La conclusión que parece desprenderse de estos casos estudiados tanto para el Norte como ambos Sur y Cercanías es que la antigüedad de asentamiento producía mayor desigualdad. A medida que pasaban las décadas se acentuaban las inequidades en el seno de esa nueva sociedad. Sobre un espacio abierto se generaba en principio una sociedad, por supuesto no igualitaria, pero con algún espacio para la incorporación de los más pobres, incluso como mano de obra dependiente habitando la misma UC. Hasta serían funcionales a los establecimientos fundados. Esto suena bastante turneriano: posibilidades de acumulación en una frontera abierta y peligrosa. Pero con el correr de los años, la valorización de la tierra, su puesta en producción, la incorporación de mejoras, la división de la propiedad, las necesidades productivas, y la afluencia cada vez mayor de migrantes, hicieron que esas posibilidades se cerraran, limitando el acceso a la tierra y la producción a la creciente población, y haciendo que esa desigualdad no tan marcada al inicio se agudizara hasta esos extremos que hemos visto. Sin embargo en este cuadro que estamos trazando aparece una excepción, que muestra que la explicación debe incorporar otros elementos más: el Oeste. Como vemos en el cuadro 4 de coeficientes Gini era la zona que menos desigualdades contenía y una de las de más antiguo asentamiento. Se diferenciaba del norte y del sur por su menor vocación ganadera, a lo sumo tambera, actividad que podríamos suponer mas igualitaria que la de ganadero. De Cercanías la separaba la presencia de grandes establecimientos, sobre todo en Exaltación de la Cruz y San Antonio de Areco y la ausencia de esas ricas quintas que mencionamos, como así también la menor intensidad de la agricultura. En el Anexo II se puede ver en los coeficientes Gini de cada partido que los que eran muy bajos en relación con los que estamos viendo para el conjunto de la campaña eran los de San Andrés de Giles y la Villa de Luján. También en el cuadro 2 se aprecia que eran dos de los partidos con mayor proporción de contribuyentes sobre la totalidad de UC. En el Anexo 2 puede verse que a su vez dentro de cada zona los coeficientes Gini no son uniformes. Por ejemplo dentro de la zona oeste encontramos a Fortín Areco con un valor de 0.8965 al lado de la Guardia de Luján con 0.8169 y más allá la Villa de Luján con 0.6230, el más bajo de toda la campaña. Asimismo, en el Sur II tenemos a Azul con 0.7187, vecino de Fuerte Independencia con 0.8853. Por tal razón, para acercar la lente de observación, hemos volcado en un mapa de la entonces provincia de Buenos Aires una escala de esos valores asignándole colores diferentes. La escala está explicada en el mapa 2, inserto al final del trabajo.38 En primer lugar observamos un inmediato cordón alrededor de Buenos Aires con una mayor concentración en el norte y oeste, San Isidro, San Fernando, Flores y Morón, distinguiéndose de Quilmes y Matanza, con menor desigualdad, mientras que Conchas aparece aún más concentrado. Un segundo cinturón donde se evidencia la menor concentración de toda la región, tanto al norte, al oeste y al sur; Pilar, Luján, Giles y San Vicente. Un tercer círculo está conformado por un grado mediano de concentración, Exaltación de la Cruz (o Capilla del Señor), Navarro, Cañuelas y Magdalena. Luego aumenta paulatinamente la concentración a medida que nos dirigimos al norte de la provincia; Guardia de Luján, Areco y Baradero; y más aún Fortín de Areco, Arrecifes, Pergamino y San Nicolás. Por último, los tres partidos más concentrados de toda la

38 Los límites de partidos que se observan en el mapa son arbitrarios. No hemos hecho investigación alguna sobre su verosimilitud; sólo es una apreciación basada en la bibliografía y en nuestra experiencia.

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campaña, junto con Conchas; dos marginales aún, como Salto y Rojas y otro muy importante, como San Pedro. Hacia el sur el panorama es de concentración mediana, tanto en Lobos, Ranchos, Chascomús y el inmenso Monsalvo, mientras que la concentración es mayor en Monte (allí estaba la estancia de Rosas), Dolores (propiedades de Nicolás Anchorena), y Fuerte Independencia (establecimientos de Alzaga y Díaz Vélez). En el sur también tenemos el llamativo caso de Azul, donde la concentración era relativamente baja y se vincula seguramente con una política de distribución de tierras en el período que favoreció a un nutrido grupo de propietarios medianos.39 Estos cinturones parecen reflejar los diferentes destinos productivos de cada partido, así como la diversa antigüedad de asentamiento y los modos de apropiación de los recursos que se aplicaron en ellos, en los cuales el estado tuvo un papel importante y variable. También junto a la mayor o menor utilidad de la tierra en cada lugar, un dato que se debe tener en cuenta es la cercanía al gran mercado urbano y al puerto de salida de la producción exportable.

Conclusiones Este estudio nos permitió acercarnos al conocimiento de la distribución de la riqueza en la campaña de Buenos Aires en 1839, en el corazón del gobierno de Rosas, aunque también en un momento de crisis importante del sistema federal, jaqueado por sus enemigos políticos, el bloqueo francés del puerto de Buenos Aires y poco antes del inicio de un movimiento rebelde en la propia campaña porteña. Los estudios más tradicionales sostenían el desarrollo de una profunda desigualdad social y económica promovida, en algunas versiones, por las políticas estatales destinadas a favorecer de manera coherente los intereses de las elites terratenientes (por la vía de los repartos de tierra, de las políticas fiscales, monetarias, el disciplinamiento de la mano de obra, etc.) y, en otras versiones, por la lógica económica que favorecía el desarrollo de la gran empresa agraria extensiva, en el marco de la apertura mercantil que siguió a la Revolución de Mayo. Por una u otra razón la economía rural de la primera mitad del siglo XIX habría conocido el final de la convivencia entre pequeños, medianos y grandes propietarios rurales, típica del período colonial tardío, favoreciendo ahora una concentración importante de la propiedad y la riqueza y un proceso paralelo de empobrecimiento, sino de proletarización completa de la mayoría de la población, forzada por las circunstancias y las políticas de los gobiernos a ofrecer su fuerza de trabajo a los grandes empresarios, para poder sobrevivir. Nuestro estudio confirma en ciertos sentidos estos asertos, pero en otros los matiza significativamente. No cabe duda que se conforma un segmento de propietarios en la campaña (con intereses también urbanos) que concentra en un alto grado la riqueza global. Y esto en el marco de un proceso de crecimiento económico, con intermitencias, pero muy significativo. Junto al incremento del territorio ocupado por los pobladores de Buenos Aires, aumenta

39 Ver INFESTA, María Elena. (1994) “Propiedad rural en la frontera. Azul, 1839” en AAVV Enrique M. Barba in memorian. Estudios de Historia. Buenos Aires, Academia Nacional de Historia; y LANTERI, María Sol (2001) Articulando un proceso colonizador en la frontera sur bonaerense. Las donaciones condicionadas del arroyo Azul en la primera mitad del siglo XIX Ponencia presentada en la Red de Estudios Rurales.

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abruptamente el stock ganadero, de lejos la principal riqueza de la provincia en este período,40 los que acompañan un aumento de la producción para el consumo local y sobre todo para las exportaciones de derivados pecuarios. Sin embargo nuestro estudio también nos muestra otros aspectos de este proceso de crecimiento económico. Por un lado, que los pequeños propietarios, ya sea de origen colonial o de nuevo cuño, no han desaparecido, sino que siguen presentes y aún han aumentado significativamente en cifras absolutas, aunque quizás su participación en el reparto de la torta global ha mermado. Nuestros datos todavía no permiten decir mucho sobre ello, ya que no hay fuentes similares a las que usamos aquí para períodos previos a 1820, aunque partiendo de los inventarios postmortem tanto Johnson como Garavaglia sostienen que se produjo un incremento de la desigualdad en el período que sigue a la expansión ganadera.41 Pero también resulta evidente que las pequeñas explotaciones se han multiplicado, tanto por procesos de división de las propiedades preexistentes en las zonas de vieja colonización, como por ocupación de nuevos espacios en las zonas de frontera e incluso al interior de muchas de las grandes propiedades privadas o terrenos en enfiteusis. Como vimos, cerca de un 40% de las UC rurales disponen de capitales declarados en la CD, que consisten mayoritariamente en capital productivo representado por ganado y/o tierra, además de algunos bienes comerciales y sospechamos que una parte del resto de las UC que no aparecen en esta fuente también dispondría de algún capital productivo, aunque estuviera radicado en tierras de otro. De cualquier manera es verdad que la distribución de la riqueza entre esa multitud de propietarios era muy desigual en 1839, y la misma se agudizaba fuertemente si consideramos a todas las familias que no declaran riquezas personales. De conjunto se podría decir que las zonas de ganadería vacuna, las más alejadas de la ciudad, son más desiguales que las zonas donde predomina la agricultura o la ganadería ovina. Por lo tanto se podría colegir que el tipo de actividad está determinando en buena medida los niveles de desigualdad, siendo la agricultura y la ganadería del ovino más propicias para una distribución algo más equilibrada. Esto se puede observar rápidamente en el mapa Nº 2, al final del trabajo. Sin embargo el análisis regional de la distribución de la riqueza permite avanzar un poco más y evaluar otras razones que parecen favorecer o atenuar la desigualdad. Como hemos visto la mayor parte de la riqueza y el crecimiento económico se produjeron en este período en las zonas del sur de la campaña y en especial de la frontera sur. Allí se encontraban sin lugar a dudas las mayores explotaciones ganaderas de toda la provincia, las mayores fortunas rurales. El verdadero paradigma de la nueva riqueza rural de Buenos Aires. Es en esa zona que se localizaban las principales estancias de los Anchorena, de Rosas, de los Ezeiza, Miguens, Piñeiro, Terrero, Ramos Mejía, etc. No obstante, la desigualdad social, como vimos, era más aguda en ciertas zonas de vieja colonización que en esa zona de expansión. El norte de la campaña presenta un aspecto más homogéneamente desigual y encontramos allí algunos bolsones de desigualdad extrema (Rojas, Salto y San Pedro). Estas regiones, colonizadas tempranamente y siendo más

40 En nuestro trabajo anterior calculamos un stock ganadero, con un mínimo de 3.000.000 de vacunos, 2,5 millones de ovinos y 600.000 equinos en esta misma fecha, cuando a fines de la colonia los vacunos rondaban el millón de cabezas y menores cantidades de los otros ganados. Ver Gelman y Santilli, cit. 41 En realidad, como ya dijimos, para Johnson hay inicialmente un decrecimiento de la desigualdad hasta que en algún momento de la década del 20 o desde 1830 crece la desigualdad.

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pobres en términos comparativos, conocen un proceso de diferenciación social mucho más agudo en algunos casos que las zonas de frontera. Y esto tiene una lógica, que hemos definido quizás arbitrariamente como turneriana: en las zonas de más antigua ocupación y con exiguas posibilidades de expansión, con tierra relativamente escasa y apropiada de antaño, una población creciente era excluida de los medios de producción y debe conformarse con el empleo dependiente. En las nuevas zonas del sur en expansión, junto a los nuevos y enormemente ricos propietarios seguía habiendo espacio para la instalación de pequeños y medianos productores, tanto en tierras nuevas como al interior de las grandes propiedades, donde sus titulares debían aceptar estas ocupaciones como forma de conseguir acceso a algo de trabajo o simplemente por presión de los vecinos y de viejas prácticas de expansión de las zonas nuevas42. Es decir que, si tenemos razón, la apertura de la frontera y el vertiginoso crecimiento económico que se produce sobre todo allí, no parece generar una mayor desigualdad en esa misma zona, a pesar de la constitución de enormes fortunas ganaderas y territoriales. Por el contrario la desigualdad es mucho mayor en ciertas zonas de vieja ocupación, donde la relación recursos/población es más desfavorable. Pero lo que también muestra de manera clara nuestro trabajo es que no hay una explicación única para entender el origen de la desigualdad. Ya señalamos que no en todas las zonas de antigua colonización hay una mayor desigualdad económica, sino que en muchas de ellas se mantiene un perfil más igualitario. Así sucede por ejemplo en la ciudad de Buenos Aires, donde nuestros datos indican una menor concentración de la riqueza que en la campaña. Esto probablemente se vincule con la crisis de algunas fortunas comerciales de origen colonial, con el creciente peso de las inversiones en bienes rurales en las coyunturas que siguen a 1826 y la inestabilidad monetaria, pero también con un problema de la fuente: mientras en la ciudad parece no escaparse a los censistas casi ningún pequeño propietario de al menos un modesto inmueble o un puesto comercial, pareciera, como ya dijimos, que una parte de los más modestos de la campaña no figuraran en el censo, por estar viviendo (sobre todo en los partidos nuevos) al interior de las propiedades de otros. Lo mismo sucede en distintas zonas rurales, con menor desigualdad que en el norte ganadero, y también que en el nuevo sur. Esto debe depender de otros factores, como ciertas lógicas económicas vinculadas por ejemplo a la agricultura o quizás también a la ganadería del ovino, la subdivisión de la tierra por herencia o la presión de ciertas políticas estatales y de las prácticas sociales que frenan procesos de concentración. Igualmente vimos que en las zonas de ganadería vacuna el proceso de concentración de la riqueza no es parejo. El contraste principal se produce entre el norte, más concentrado, y el nuevo sur, con distancias relativas menores. Pero a su vez hay varios casos que escapan de esta lógica general. En este sentido el caso de Azul es el más llamativo y nos advierte sobre el peso que las decisiones políticas del estado pueden tener sobre la distribución de los recursos. Quizás también influya en Azul, la mayor cercanía con grupos indígenas aliados del gobierno, que imponen ciertos límites a la expansión de los criollos. Esto, a la vez que limitaba la expansión fronteriza, condicionaba al gobierno que se vio obligado a repartir

42 Ver en este sentido R. Fradkin, (1995), ‘Según la costumbre del pays’: costumbre y arriendo en Buenos Aires durante el siglo XVIII” en Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani, Nº 11, Buenos Aires, UBA, por ejemplo) o GELMAN, Jorge (1998) “Un gigante con pies de barro. Rosas y los pobladores de la campaña”, en N. Goldman y R. Salvatore, (comp.) Caudillismos rioplatenses. Nuevas miradas a un viejo problema Buenos Aires, Eudeba.

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tierras de manera más equilibrada, para constituir con esos vecinos propietarios la base de contención militar de la amenaza indígena43. Ahora bien, todos estas consideraciones se refieren a la desigualdad en la distribución de la riqueza, de los capitales, pero no a la de las rentas o los ingresos de las familias. Como dijimos al inicio, los ingresos están normalmente mucho mejor distribuidos que los capitales, aunque más no sea porque las rentas que obtienen los capitalistas son un porcentaje reducido de sus bienes y se pueden acercar, al menos en los casos de los pequeños o incluso medianos, con los ingresos que pueden obtener personas o familias que carecen de propiedades, pero obtienen ingresos salariales. Y justamente en un contexto como el bonaerense, de expansión fronteriza y escasez relativa de mano de obra, el factor trabajo se puede llevar una parte nada desdeñable de las rentas anuales de las empresas agrarias. No tenemos espacio, ni las herramientas para hacer cálculos ajustados sobre los ingresos de los distintos actores económicos de la campaña, pero podemos hacer un cálculo grosero, a manera de simple aproximación al problema. Supongamos que los capitalistas obtienen una renta uniforme sobre sus capitales que se acerca al 10% anual. Por el otro lado supongamos que las familias que no tienen bienes propios susceptibles de pagar la CD, tienen al menos 1,5 personas de entre sus componentes, trabajando todo el año en unidades diferentes a la propia, al salario promedio de 50 pesos por mes,44 es decir que reciben unos 900 pesos papel durante todo el año, que equivaldría en nuestro supuesto con el “capitalista” que posee 9.000 pesos de capital.45 También podemos especular que todos aquellos capitalistas que no llegaban a esa renta de $ 900 anuales agregaban el monto restante de alguna manera para redondear esa cifra. Con estos supuestos el Gini para la distribución de los ingresos anuales, nos daría una cifra de 0.3542, asombrosamente bajo.46 Por supuesto que este análisis habría que refinarlo en gran medida, lo que no haremos aquí, pero nos parece que sirve para mostrar de manera aproximada la distancia que podía haber en el Buenos Aires rosista entre la distribución de la riqueza y la de los ingresos. Como se observa en este ejercicio la desigualdad se ve fuertemente reducida en relación con la distribución de los capitales, y refleja de alguna manera la situación de un contexto de frontera, donde la escasez de trabajo jugaba a favor de los ingresos de los sectores asalariados. Esto a su vez favorecía procesos de movilidad social ascendente, ya que

43 Sobre esta relación entre política de contención indígena y poblamiento campesino se puede consultar GELMAN, Jorge (1997) Un funcionario en busca del estado. Pedro Andrés García y la cuestión agraria bonaerense, 1810-1822. Quilmes, Universidad Nacional de Quilmes; también los estudios específicos sobre Azul (Lanteri, Ob. Cit. e Infesta, M.E. “Propiedad rural...” Ob. Cit.) o los efectuados sobre el negocio pacífico con los indios. (RATTO, Silvia (1994) Indios amigos e indios aliados. Orígenes del “negocio pacífico “ en la provincia de Buenos Aires (1829-1832). Cuadernos del Instituto Ravignani, Nº 5, Buenos Aires, UBA, entre otros) 44 Que es el salario promedio de un peón mensualizado en las estancias de Rosas en ese año. Gelman, J. “Las condiciones...” Ob. Cit. 45 Como se ve esta cifra de capital, que estaría equiparando los ingresos de una familia con 1,5 asalariados, es bastante elevada. Es algo superior a la mediana de la CD, es decir que la mayoría de nuestros "capitalistas" no alcanzan por la sóla renta de su capital a equivaler los ingresos de una familia sin capitales, pero que logra que uno y medio de sus integrantes trabajen todo el año. 46 Sobre todo si tenemos en cuenta que, como se puede ver en el Apéndice Metodológico C, el Gini para la Inglaterra de la Revolución Industrial era de 0.5153

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muchos de esos trabajadores dependientes, en la medida que las condiciones generales se mantenían, podían lograr procesos de acumulación que les permitía convertirse en propietarios, aunque sea modestos. Algo del disgusto que una situación de este tipo generaba en los mayores propietarios se refleja en las actitudes que tenían y en las políticas que trataban de promover desde el gobierno para limitar la capacidad de negociación de los trabajadores y procurar reducir el costo salarial. El mismo Rosas, con sus centenares de miles de hectáreas y de animales, se quejaba amargamente de la escasa rentabilidad de sus capitales, por los elevados salarios que debía pagar, por las tierras que le ocupan los pobladores, etc., etc.47 Volviendo a los datos más seguros sobre la distribución de la riqueza, ¿se puede decir que el caso de Buenos Aires refleja una mayor desigualdad que otros casos contemporáneos?. ¿Confirmaría una comparación esa imagen sobre la realidad latinoamericana y sobre el régimen rosista en particular de una mucho mayor desigualdad que en el contexto anglosajón, en Norteamérica u otros lados? Desde ya es necesario aclarar que esta comparación es tentativa, ya que los datos utilizados en éste y en otros trabajos no son del todo seguros ni comparables, al igual que las metodologías empleadas en cada caso. Sin embargo implican una aproximación a las realidades históricas que se pueden poner en relación para inferir ciertos fenómenos. En Buenos Aires, como vimos encontramos un Gini para 1839 de 0,82 para toda la provincia, que se eleva a 0,86 si consideramos sólo a la campaña y baja hasta 0,69 en la ciudad. Como ya dijimos, en el caso de las 13 colonias norteamericanas en 1774 se obtuvo un Gini de 0,73.48 En el estado de Texas hacia 1860 es de 0,74, muy cercano al de la fecha más temprana para el conjunto, pero a la vez inferior al de otras zonas norteamericanas en esa fecha tardía. Así por ejemplo hacia 1850 Massachussets alcanzaría a 0,84, cifra cercana al de otras zonas de vieja colonización.49 También mencionamos el caso de Costa Rica, donde un estudio señala para los años 1843-46, un Gini de 0,84.50 En resumen lo que podemos observar, es que si bien la distribución de la riqueza en Buenos Aires en plena expansión ganadera parece algo peor que en un estado como el de Texas hacia mediados de ese siglo o que el conjunto de Norteamérica en la misma época, sin embargo es muy parecido, e incluso levemente mejor que la distribución en zonas más antiguas de ese territorio o que el ejemplo de América Central. Igualmente algo que es llamativo y que debe advertirnos sobre la escasa originalidad del caso de Buenos Aires bajo el gobierno de Rosas es la cifra de distribución de la riqueza en Gran Bretaña en 1960. Esta llegaba a 0,76, no tan lejos del Buenos Aires rosista. Es verdad que en los años que siguen, el Gini se reduce en GB hasta llegar a 0,65 en 1970 y por supuesto las políticas socialdemócratas favorecían una mejor distribución del ingreso, a través de regímenes impositivos progresivos y políticas sociales distributivas51.

47 Ver los trabajos de Gelman, “Un gigante...” y “Los límites...” Ob. Cit. 48 Jones, A. Ob. Cit. 49 Campbell y Lowe, Ob. Cit. Un estudio muy reciente verifica un considerable aumento en la concentración de la riqueza en el estado de Massachussets entre 1820 y 1910; partiendo de un coeficiente de 0.72, ascendiendo a 0.836 en 1850, 0.877 en 1880 y concluyendo en 0.910 al final del período. STECKEL, Richard y MOEHLING, Carolyn (2001) “Rising Inequality: Trends in the Distribution of Wealth in Industrializing New England” en The Journal of Economic History, Vol 61, Nº 1. 50 Gudmunson, Ob. Cit. 51 Los datos anteriores de GB en Atkinson, Ob. Cit.

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Un último aspecto que intentaremos abordar se refiere a la evolución de la desigualdad en Buenos Aires, a través del tiempo. Como ya dijimos, no podemos especular hacia el pasado, por lo menos con esta fuente. Tampoco se puede recurrir a la CD para los años inmediatamente posteriores ya que luego de 1840, para superar la crisis del gobierno, se establecen importantes exenciones al pago de la CD por la defensa de la causa federal, así como son embargadas las propiedades de los identificados como unitarios y éstas tampoco aparecen en la fuente impositiva, por pertenecer al estado. Luego de caído el rosismo, hay que esperar varios años para que los registros de esta percepción impositiva vuelvan a tener alguna validez. Pero con un inconveniente que la hace sólo parcialmente comparable con nuestros datos: la CD se ha convertido en un impuesto sobre la propiedad inmueble, desapareciendo los otros rubros de la fuente, como los ganados, el capital comercial, etc.52. Por lo tanto sólo podemos intentar comparar, por ahora, este aspecto. A. Irigoin evaluó para 1863 los datos de algunos partidos, que cubren las mismas zonas en que hemos dividido la geografía de la provincia. En este año la subdivisión de que fueron objeto muchos de los partidos de 1839 hace que para poder compararlos debamos unificar algunos de la fecha más tardía, como el caso de Chivilcoy y Mercedes que en 1839 constituían una sola unidad administrativa, Guardia de Luján. Compararemos los propietarios de 1863, con los que pagaban CD por "otros bienes", es decir por la tierra y sus mejoras, en 1839. Asimismo, veremos qué porcentaje de esos valores concentraban el primero, segundo y tercer contribuyentes en cada uno de esos años, que son los indicadores que utiliza esta autora. Veamos el cuadro 7, previniendo desde ya que se trata apenas de una aproximación, que esperamos abordar más seriamente en el futuro.

52 En ese sentido es evaluada para el año 1863 por IRIGOIN, Alejandra (2000) La expansión ganadera en la campaña de Buenos Aires, 1820s-1860s. Las consecuencias de la inflación y el uso del papel moneda en la financiación del déficit fiscal. Ponencia presentada en las XVII Jornadas de Historia Económica, Tucumán. De aquí tomamos los datos que siguen.

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Nos encontramos con situaciones diversas y de explicación compleja. En todo caso podríamos resumir los datos de este cuadro -con toda las precauciones ya señaladas- de la siguiente manera: De las zonas aquí consideradas, parece que aquellas de más antiguo poblamiento (como San Vicente y Cañuelas) no conocen un agravamiento de la desigualdad en el período considerado. Por el contrario este fenómeno es muy notable en Ranchos, un partido intermedio y en otros dos, Guardia de Luján y Monsalvo, que eran de frontera en 1839 y parecen tener un proceso de creciente desigualdad en el cuarto de siglo transcurrido53. El caso que desentona aquí es el de Dolores, un partido de ocupación reciente en 1839 y que apenas ve crecer el indicador de desigualdad aquí considerado. Es verdad que en este caso el nivel de concentración de la riqueza en la fecha más temprana era tan elevado, que parecía difícil aumentarlo aún más. Igualmente la comparación puede resultar engañosa porque en los datos de 1863 falta el partido de Dolores propiamente dicho. 53 El partido de Monsalvo no es comparable en cuanto a la cantidad de contribuyentes, ya que Irigoin no ha tomado otras divisiones administrativas que formaban parte de ese partido en 1839, como Lobería y Tuyú. Pero sí podemos ver, aunque sea sólo como referencia, que la concentración entre los tres máximos tenedores ha aumentado considerablemente.

Cantidad Variación 1º 2º 3º SumaGuardia de Luján en 1839 273 3,2% 2,4% 2,2% 7,8%Chivilcoy+Mercedes en 1863 793 191% 5,3% 4,7% 3,3% 13,3%

0San Vicente en 1839 256 5,1% 3,5% 3,4% 12,0%San Vicente en 1863 220 -14% 4,0% 3,0% 3,0% 10,0%

Ranchos en 1839 112 10,3% 5,0% 4,9% 20,2%Ranchos en 1863 178 59% 16,0% 10,0% 6,0% 32,0%

Cañuelas en 1839 121 6,3% 4,8% 4,8% 15,9%Cañuelas en 1863 176 45% 6,0% 5,0% 5,0% 16,0%

Dolores en 1839 103 18,2% 11,8% 6,4% 36,4%Tordillo+Pila en 1863 139 35% 26,0% 6,0% 5,6% 37,6%

Monsalvo en 1839 226 7,9% 5,5% 4,1% 17,5%Ajó+Marchiquita+Monsalvo en 1863 128 -43% 16,9% 6,7% 4,3% 27,9%

Fuente: Irigoin Ob Cit. Pág. 26 y 28 para 1863 y AGN Sala III 33.4.7 para 1839

Porcentaje acumulado del total del rubro por los primeros tres

contribuyentes

Cuadro 7 - Evolución de la CD sobre tierra y mejoras entre 1839 y 1863

Cantidad de Contribuyentes

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De todo esto quizás se podría concluir que en los partidos de mayor antigüedad de asentamiento de los aquí estudiados, donde la propiedad de la tierra ya estaba consolidada en la fecha más temprana, la estabilidad posterior fue un rasgo distintivo del período. En cambio, en aquéllos cuyo proceso de apropiación estaba recién iniciándose, la situación empeoró para los más pobres. Este empeoramiento de las condiciones en las zonas más nuevas estaría en concordancia con nuestra hipótesis que indica que a medida que el tiempo transcurría, el cierre de las oportunidades para los migrantes pobres hacía más difícil acceder a los bienes necesarios para mantener un cierto grado de autosubsistencia. En definitiva, las zonas de más reciente incorporación a la economía de mercado tendían, con el tiempo, a parecerse más al norte que al oeste. Luego de una etapa donde la frontera abierta promovía la incorporación de nuevos productores, independientes o no, en condiciones favorables para lograr un buen pasar o tal vez incrementar su patrimonio, sobrevenía un lapso en el cual esas condiciones desaparecían o se hacían mínimas, por lo que los nuevos emprendedores se encontraban sin posibilidades de automantenerse, engrosando la cantidad de pobres y produciéndose entonces una concentración de la riqueza más por aumento de éstos que por acaparamiento de los grandes (aunque quizás también por la valorización del bien ahora escaso, la tierra). De esta manera, los ricos parecían más ricos en la medida en que estaban rodeados por mayor cantidad de pobres.

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1 2 3 4 5 6 7

Arrecifes 1440 239 101 6,0 16,59 7,01 42,27 (1)Azul 2265 284 213 8,0 12,54 9,40 75,00Bahía Blanca 114 19 8 6,0 16,59 7,01 42,27 (1)Baradero 1743 230 101 7,6 13,20 5,79 43,91Cañuelas 1749 266 125 6,6 15,21 7,15 46,99Chascomús 3205 569 284 5,6 17,75 8,86 49,91Conchas 992 205 37 4,8 20,67 3,73 18,05Dolores 2924 485 205 6,0 16,59 7,01 42,27 (2)Ensenada 1178 214 87 5,5 18,17 7,39 40,65Exaltación de la Cruz 1234 365 221 3,4 29,58 17,91 60,55Fortín de Areco 1877 308 59 6,1 16,41 3,14 19,16Fuerte de la Independencia 582 563 193 1,0 96,74 33,16 34,28Fuerte Federación 43 18 3 2,4 42,27 7,01 16,59Guardia de Luján 5404 780 306 6,9 14,43 5,66 39,23Lobos 3630 514 225 7,1 14,16 6,20 43,77Magdalena 2108 361 204 5,8 17,13 9,68 56,51Matanza 1814 239 141 7,6 13,18 7,77 59,00Monsalvo 3048 374 262 8,1 12,27 8,60 70,05Monte 1954 324 137 6,0 16,59 7,01 42,27 (1)Morón 2778 370 142 7,5 13,32 5,11 38,38Navarro 4078 541 228 7,5 13,27 5,59 42,14Patagones 1171 194 72 6,0 16,59 6,15 37,07 (2)Pergamino 2571 370 96 6,9 14,39 3,73 25,95Pilar 2188 363 195 6,0 16,59 8,91 53,72 (3)Quilmes 4237 648 327 6,5 15,29 7,72 50,46Ranchos 2131 314 126 6,8 14,73 5,91 40,13Rojas 827 226 25 3,7 27,33 3,02 11,06Salto 1380 278 47 5,0 20,14 3,41 16,91San Andrés de Giles 1089 175 122 6,2 16,07 11,20 69,71San Antonio de Areco 1668 248 81 6,7 14,87 4,86 32,66San Fernando 2465 325 90 7,6 13,18 3,65 27,69San Isidro 4246 639 166 6,6 15,05 3,91 25,98San José de Flores 3568 536 273 6,7 15,02 7,65 50,93San Nicolás 5158 836 172 6,2 16,21 3,33 20,57San Pedro 3049 381 74 8,0 12,50 2,43 19,42San Vicente 2974 390 295 7,6 13,11 9,92 75,64Villa de Luján 1803 299 215 6,0 16,59 11,93 71,91 (3)Subtotal 84685 13490 5658 6,3 15,93 6,68 41,94Ciudad de Buenos Aires 65344 11341 8497 5,8 17,36 13,00 74,92Total 150029 24831 14155 6,0 16,55 9,43 57,00

(1) Cantidad de UC y de población estimados(2) Cantidad de UC estimadas(3) Población estimadaFuente: AGN Sala X-25--6-2

Promedio habitantes por UC

(1/2)

%potenciales tenedores de

riqueza (2/1)

% población contribuyente

(3/1)

Cuadro 2 - Habitantes, Unidades Censales y Contribuyentes según padrón de 1838

HabitantesPartido Unidades Censales

Contribu yentes

% de UC contribuyentes

(3/2)

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Anexo 1 – Ranking de Contribuyentes de Campaña – Tres primeras categorías

Contribuyente Total % Contribuyente Total % Contribuyente Total %

1 Anchorena, Nicolás y test de JJ 1836000 1,58 1,58 81 Pizarro, José María 177500 0,15 25,46 161 Massota, Federico 108500 0,09 34,862 Rosas, Juan Manuel 1613000 1,39 2,98 82 Miguens, Felipe y Eusebio 177500 0,15 25,61 162 Casajemas, José 107000 0,09 34,963 Anchorena, Nicolás 1476800 1,27 4,25 83 Miró, José María 176500 0,15 25,76 163 Plomer, Pedro 106750 0,09 35,054 Ramos Mejía, Ildefonso 1094000 0,94 5,20 84 Gonzalez, Vicente 176000 0,15 25,91 164 Barragán, Félix 106000 0,09 35,145 Terrero, Juan Nepomuceno 898500 0,78 5,97 85 Almarante, Feliciano 175300 0,15 26,07 165 Vela, Felipe 106000 0,09 35,236 Díaz Velez, Eustoquio 755000 0,65 6,62 86 Farran, Francisco 175000 0,15 26,22 166 Carreras, Francisco y Cía 105500 0,09 35,327 Sociedad Rural 709000 0,61 7,23 87 Lastra, José 170000 0,15 26,36 167 Ibarrola, Mariano 105000 0,09 35,418 Piñeiro, Felipe y Cía 700000 0,60 7,84 88 Rodriguez, Gregorio 167000 0,14 26,51 168 Saubidet, Juan 104500 0,09 35,509 Suarez, Joaquín (test) 651500 0,56 8,40 89 Saenz Valiente, Pedro 166750 0,14 26,65 169 Angenilo, Basilio 104000 0,09 35,59

10 Martinez, Ladislao 582000 0,50 8,90 90 Baudrix, Mariano 161500 0,14 26,79 170 Gauna, Nicasio 104000 0,09 35,6811 Alzaga, Martín 479000 0,41 9,32 91 Chavez, Pedro y Hnos 160000 0,14 26,93 171 Galindez, Ignacio y Cía 103250 0,09 35,7712 Rosas, Prudencio y Cía 442750 0,38 9,70 92 Chineco, Manuel y Cía 158000 0,14 27,06 172 Arroyo de López, Juana 103000 0,09 35,8613 Fernandez, Mariano 410500 0,35 10,05 93 Obligado, Tomás 157500 0,14 27,20 173 Obligado, Manuel 102500 0,09 35,9514 Atkinson, Plower y cia 402000 0,35 10,40 94 Guerrico, José Manuel 157500 0,14 27,34 174 Pacheco, Angel Gral 102000 0,09 36,0415 Fernandez, Juan Nepomuceno 392000 0,34 10,74 95 Insua y Díaz, José 157000 0,14 27,47 175 Naon, Luis 101500 0,09 36,1216 Molina, Juan y Cía 383500 0,33 11,07 96 Pereyra, Manuel 152000 0,13 27,60 176 Planes, Juan 100500 0,09 36,2117 Fernandez, Victoria 356500 0,31 11,38 97 Bermes, Ana 152000 0,13 27,73 177 Rojo, Camilo 100400 0,09 36,3018 Dique, Amores 354000 0,31 11,68 98 Crespo, Pedro 150500 0,13 27,86 178 Lewis y Dowadal 100000 0,09 36,3819 Alzaga, Félix (hijo) 339500 0,29 11,97 99 Sosa, Benito 150000 0,13 27,99 179 Tayleur y Cía 100000 0,09 36,4720 Cano, Juan 334200 0,29 12,26 100 Letamendi, Antonio Francisco 150000 0,13 28,12 180 Molina, Antonio (test) 98500 0,09 36,5621 Piñeiro, Francisco 333500 0,29 12,55 101 Ortiz Basualdo, (test) 150000 0,13 28,25 181 Botet, Felipe 98500 0,09 36,6422 Peña, Juan Bautista 330000 0,28 12,84 102 Tollo, Antonio 150000 0,13 28,38 182 Vidal, Gregorio 98500 0,09 36,7323 Vela, Juan y Mancebo, Blas 330000 0,28 13,12 103 Rodriguez, Isidora 147500 0,13 28,51 183 Ramos, Matías y Madero, Fco 98000 0,08 36,8124 Achaval, Joaquín 328500 0,28 13,40 104 De la Rosa, Luis Mariano 146000 0,13 28,64 184 Godoy, Hermenegildo 98000 0,08 36,8925 Rufino, Laureano 324000 0,28 13,68 105 Miguens, Estanislao 145500 0,13 28,76 185 Uriarte, Lorenzo 97000 0,08 36,9826 Anchorena, Tomás Manuel 321000 0,28 13,96 106 Llanos, Alejo 144500 0,12 28,89 186 Navarro, Felipe 96500 0,08 37,0627 Lastra, Agustín 316750 0,27 14,23 107 Ludlan, Juan 144000 0,12 29,01 187 Avalos, Santiago 96400 0,08 37,1528 Correa, Ignacio 294000 0,25 14,49 108 López, Marcelino 142750 0,12 29,13 188 Olivera, Domingo 96250 0,08 37,2329 Saenz Valiente, Francisco 292000 0,25 14,74 109 Gándara, Leonardo 142500 0,12 29,26 189 Galán, José 96000 0,08 37,3130 Castex, Vicente 289000 0,25 14,99 110 Acevedo, Francisco José 141000 0,12 29,38 190 Areco, Antonio Juan 95500 0,08 37,3931 Arroyo y Pinedo, Manuel 288000 0,25 15,24 111 Echegaray, Pedro José 140900 0,12 29,50 191 Miguens, Felipe y Santiago 95500 0,08 37,4832 Pestaña, Manuel 287250 0,25 15,49 112 Ezeiza, Valentín 140000 0,12 29,62 192 Tartiel, Domingo 95000 0,08 37,5633 Saenz Valiente, Bernabé 285500 0,25 15,73 113 Muján, Vicente 140000 0,12 29,74 193 Saenz Valiente, Anselmo 94250 0,08 37,6434 Senillosa, Felipe 279000 0,24 15,97 114 Morillo, Manuel 139500 0,12 29,86 194 Luna Cil, Sebastiana 93500 0,08 37,7235 Pudicón, Esteban 277250 0,24 16,21 115 Lastra, Domingo 138500 0,12 29,98 195 Ford, Guillermo 93000 0,08 37,8036 Ezeiza, Ramón Juan 276000 0,24 16,45 116 Gomez, Ramón 138000 0,12 30,10 196 Vela, Pedro y Atucha, Jorge 93000 0,08 37,8837 Paula, C Y B Francisco 275835 0,24 16,69 117 Romero, Bernardo 137000 0,12 30,22 197 Los, Juan 92500 0,08 37,9638 Cobos, Manuel 271500 0,23 16,92 118 Viamonte, Juan José 136500 0,12 30,34 198 Algrabe, Leonardo 92000 0,08 38,0439 Piñeiro, Felipe 265000 0,23 17,15 119 Vidal y Freire 135000 0,12 30,45 199 Ponce, Pedro Pablo 91500 0,08 38,1240 Herrera, José 264000 0,23 17,38 120 Ximenez, Faustino 135000 0,12 30,57 200 Piedrabuena, Leonardo 90860 0,08 38,2041 Nonell, Juan 263500 0,23 17,61 121 Velez, Dalmacio 134250 0,12 30,68 201 Cueli, Francisco 90000 0,08 38,2742 Dorrego, Luis 263000 0,23 17,83 122 Duval, Manuel 134000 0,12 30,80 202 Palacios, Pedro 89500 0,08 38,3543 Saenz Valiente, Casto y Anselmo 263000 0,23 18,06 123 García, Pantaleón 133500 0,12 30,92 203 Goulu, Felipe 88500 0,08 38,4344 Delgado, Agustín 259000 0,22 18,28 124 Casco, Vicente 133250 0,11 31,03 204 Martinez, Norberto y ot. 87500 0,08 38,5045 Silva, Juan Manuel 259000 0,22 18,51 125 Quintana, José 133000 0,11 31,15 205 Andrade, Vicente y Cía 87500 0,08 38,5846 Piñeiro, Hipólito 257750 0,22 18,73 126 Quinteros, Roque 133000 0,11 31,26 206 Rojo, Francisco 87500 0,08 38,6547 Rodriguez, Marcelino 257500 0,22 18,95 127 Ortiz Basualdo, José 133000 0,11 31,38 207 Vel, Tomás 87500 0,08 38,7348 Huergo, Carlos 256000 0,22 19,17 128 Quiroga, Facundo 131000 0,11 31,49 208 Aplellan, Benjamín 87500 0,08 38,8149 Rosas, Juan de 250000 0,22 19,39 129 Perez Millán, Casimiro 130500 0,11 31,60 209 Luzuriaga, José Manuel 87200 0,08 38,8850 Rosas, Manuelita de 250000 0,22 19,61 130 Huergo, Bonifacio 130500 0,11 31,71 210 Galeano, Martín 87000 0,08 38,9651 Jujuer, Guillermo (Jung) 250000 0,22 19,82 131 Urquiola, Ramón (test) 130500 0,11 31,83 211 Lumb, Eduardo y Arroyo, Inoc. 87000 0,08 39,0352 Rosas, Gervasio 244000 0,21 20,03 132 Agüero, Fernando y Hno 130000 0,11 31,94 212 Games, Brígida 86500 0,07 39,1153 Miller, Juan 240000 0,21 20,24 133 Sierra, Diego 130000 0,11 32,05 213 Irigoyen, Matías 86500 0,07 39,1854 Lynch, Patricio 239000 0,21 20,44 134 Villanueva, Eugenio 127475 0,11 32,16 214 Gomez Santos, José 86000 0,07 39,2555 Suarez, Francisco 238400 0,21 20,65 135 Ludueña, Fermín 123250 0,11 32,27 215 Girado, Felipe 86000 0,07 39,3356 Miguens, Benito y Martiniano 235500 0,20 20,85 136 Saavedra, Manuel 123000 0,11 32,37 216 Caxaraville, Manuela (test Bavio) 86000 0,07 39,4057 Machado, Jacinto 233500 0,20 21,06 137 Pardo, Juan de Jesús 122600 0,11 32,48 217 Davila, Concepción 86000 0,07 39,4858 Harrat, Juan y Cía 233000 0,20 21,26 138 Castex, Alejo 121250 0,10 32,58 218 Cardozo, Matías 85500 0,07 39,5559 Terrero, Máximo 231500 0,20 21,46 139 Gonzalez, Bonifacio 121000 0,10 32,69 219 Pividal, Rafael 85500 0,07 39,6360 Sheridan, Pedro 230000 0,20 21,65 140 Barrenechea, Juan 120000 0,10 32,79 220 Acosta, Pilar 85250 0,07 39,7061 Fernandez, N Juan 228500 0,20 21,85 141 Barragán, Pedro(test) y ot 120000 0,10 32,89 221 Gainza, Julián 85000 0,07 39,7762 Cascallares, Juan Antonio 228000 0,20 22,05 142 Cascallares, Antonino 118500 0,10 33,00 222 Rosas, Francisco 84500 0,07 39,8463 Castellanos, Aarón 226000 0,20 22,24 143 Peña, José María 118000 0,10 33,10 223 Girado, Hipólita 84500 0,07 39,9264 Otamendi y C José 226000 0,20 22,44 144 Ponce de León, Silverio 118000 0,10 33,20 224 Rocamora, Bernarda 84000 0,07 39,9965 Villegas, Justo 224000 0,19 22,63 145 Girado, Francisco José 117600 0,10 33,30 225 Newton, Ricardo 83500 0,07 40,0666 Pereyra, Simón 223500 0,19 22,82 146 Alzaga, Félix 117500 0,10 33,40 226 Casco, Pedro Celestino 83500 0,07 40,1367 Dunao, Antonio Mariano 220000 0,19 23,01 147 Martinez, León 117000 0,10 33,50 227 Rodriguez, Fermín 82750 0,07 40,2168 Miguens, José 219750 0,19 23,20 148 Ponce de León, Silverio y ot. 117000 0,10 33,61 228 Fernandez, Manuel 82500 0,07 40,2869 Sociedad de Sanchez 218000 0,19 23,39 149 White, Guillermo 115000 0,10 33,71 229 Vazquez, Dámaso 81260 0,07 40,35

Or-den

Or-den

% acum

% acum

% acum

Or-den

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Anexo 2 – Porcentajes de riqueza por partido y por zona

GiniMonto % Monto % Monto % 0,0000

Arrecifes 383500 11,8 1703250 52,2 50500 1,5 0,8655Baradero 277000 11,3 1243000 50,8 53500 2,2 0,8426Fuerte Federación 0 0,0 0 0,0 0 0,0 0,0000Pergamino 177800 7,9 949970 42,0 43973 1,9 0,8827Rojas 334200 55,6 401200 66,8 9640 1,6 0,9739Salto 196000 21,5 492500 54,0 39000 4,3 0,9369San Nicolás 262000 10,3 775500 30,5 147250 5,8 0,8789San Pedro 132000 6,6 733000 36,7 56450 2,8 0,9139Total Zona Norte 1726200 12,3 6813670 48,5 383743 2,7 0,9052

GiniMonto % Monto % Monto % 0,0000

Exaltación de la Cruz 255500 12,5 1024500 50,0 49750 2,4 0,7664Fortín Areco 68500 7,2 305000 32,2 55000 5,8 0,8965Guardia de Luján 404500 9,9 1660500 40,6 157000 3,8 0,8169Pilar 132000 6,2 743000 35,0 102325 4,8 0,7189San Andrés de Giles 87000 4,9 694500 39,0 43950 2,5 0,6970San Antonio de Areco 87500 7,5 435250 37,5 41225 3,6 0,8427Villa de Luján 143000 5,5 895000 34,6 111700 4,3 0,6230Total Zona Oeste 1265750 8,6 5919097 40,2 518675 3,5 0,7805

GiniMonto % Monto % Monto % 0,0000

Conchas 34000 16,5 100500 48,8 12000 5,8 0,9108Matanzas 247000 10,3 1198750 49,8 29000 2,5 0,7856Morón 104250 7,4 660500 46,6 57028 4,0 0,8269Quilmes 535000 12,3 2130250 48,8 122500 2,8 0,7993San Fernando 67700 8,5 257200 32,5 47500 6,0 0,8434San Isidro 145000 8,1 585000 32,8 90781 5,1 0,8537San José de Flores 570000 13,2 1899500 43,9 162500 3,8 0,7695Total Cercanías 2049250 13,4 6972450 45,6 525309 3,4 0,8290

GiniMonto % Monto % Monto % 0,0000

Cañuelas 115000 6,4 701000 38,9 86000 4,8 0,761Chascomús 721835 12,1 2933260 49,2 295750 5,0 0,8172Ensenada 235000 16,1 689000 47,2 51425 3,5 0,8252Lobos 484000 12,6 2085250 54,4 102250 2,7 0,8515Magdalena 1056500 20,0 2805500 53,2 128250 2,4 0,7987Monte 1400000 19,7 4531500 63,9 116500 1,6 0,8826Navarro 285000 8,4 1309050 38,4 154000 4,5 0,7906Ranchos 190000 8,2 994250 42,8 82250 3,5 0,8123San Vicente 489500 11,1 1849750 41,9 159875 3,6 0,6466Total Sur I 6578335 18,5 18589360 52,3 946300 2,7 0,8179

GiniMonto % Monto % Monto % 0,0000

Azul 510750 9,2 2750750 49,6 124875 2,3 0,7187Dolores 1521000 33,8 3062000 68,0 100000 2,2 0,8874Fte. Independencia 938500 11,8 4268750 53,8 154250 1,9 0,8853Monsalvo 3271000 19,4 10116400 60,1 200670 1,2 0,8076Total Sur II 7045000 20,2 21693660 62,3 524145 1,5 0,8567

Nota: Los totales de cada zona no equivalen a la suma de los partidos de la mismsino a la elaboración sobre el padron general de contribuyentes de la zona

1% más rico 10% más rico 20% menos rico

1% más rico 10% más rico 20% menos rico

Zona Sur II

1% más rico 10% más rico 20% menos ricoZona Norte

Zona Sur I

1% más rico 10% más rico 20% menos rico

Zona Oeste1% más rico 10% más rico 20% menos rico

Zona Cercanías

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Apéndice metodológico A

Criterios utilizados para la unificación de contribuyentes. Como habíamos visto en nuestro trabajo anterior54, la base total de contribuyentes de la campaña incluía 5657 capitalistas, entre los cuales encontramos muchos nombres repetidos. No podemos deducir automáticamente que se trata de la misma persona que tiene capitales en distintos partidos, o incluso en el mismo. Si adoptáramos ese criterio, a igual denominación, igual individuo, nuestra base total de la campaña se reduciría a 5021 contribuyentes. Pero este criterio es inaplicable, ya que no podemos asegurar que siempre se trata de la misma persona. Por ejemplo, un señor llamado Juan Antonio Rodríguez aparece nombrado 20 veces en la ciudad, es decir que podría ser propietario de 20 fincas dentro del ejido de la ciudad. Con nombre y apellido tan común, ¿cómo asegurarse que no estamos ante varios homónimos. También, es probable que en algunos casos se trate de la misma persona, pero no tenemos el menor indicio que nos lo indique. Otro ejemplo, ahora de la campaña. Gregorio Díaz aparece cinco veces; en Quilmes, Monsalvo, Luján y dos en San Vicente. Tampoco en este caso sabemos si se trata del mismo individuo; nuevamente, es posible que lo sea, pero no podemos asegurarlo. Otra variante se presenta cuando aparece el mismo apellido y uno de los dos nombres, por ejemplo Joaquín Haedo y Joaquín Martín Haedo; Carlos Huergo y Carlos María Huergo; Juan Otamendi y Juan Eusebio Otamendi, Ramón Montes de Oca y Ramón José Montes de Oca, etc. Se puede presumir que es la misma persona, pero también puede tratarse de padre e hijo, u otro tipo de parentesco. Descartado este criterio, podemos pensar entonces en el otro extremo, que cada registro es un contribuyente. Pero éste también es irrealista, porque sabemos positivamente que muchos tenían varias propiedades en la campaña.55 Es necesario entonces tomar una posición intermedia, que implica revisar cada uno de los registros verificando si hay alguna posibilidad de unificarlo con otros. Para ello, hemos aplicado algunos criterios que pasamos a explicar. En algunos casos no tenemos duda alguna: se trata de nombres y apellidos archiconocidos, como Nicolás Anchorena, que aparece en 6 oportunidades en la campaña y 12 en la ciudad; Eustoquio Díaz Vélez, dos en la campaña y tres en la ciudad; Luis Dorrego, dos y siete respectivamente; o el mismísimo gobernador, que figura dos veces en la campaña y cuatro en la ciudad. Pero debemos tener en cuenta la posibilidad de homonimia entre padres e hijos. Sin embargo, los contemporáneos eran conscientes de este problema y cuando podía haber alguna confusión los diferenciaban. Así, en las fuentes, el gobernador es Juan Manuel de Rosas, o el Ilustre Restaurador, mientras que, presumiblemente, su hijo es Juan de Rosas; o Félix de Alzaga (padre) e idem (hijo). Otra situación que debemos considerar es la de nombres y/o apellidos que son lo suficientemente raros para la época y el lugar como para pensar que se pueden encontrar homónimos. Esto pasa con todos los apellidos anglosajones, por ejemplo Atkinson, Armstrong, Garraghan, Sheridan, Robinson, etc. Otros como Feliciano Almarante, Mariano Bufill, Casimiro Falques, Paulino Lagosta, Juan Nonell, Pedro Plomer, etc. es difícil por su rareza en cuanto a la combinación que se encuentren homónimos. En otros casos, hemos unificado a partir de ciertas condiciones que nos hacen presumir que se trata de la misma persona. La proximidad puede ser un rasgo que nos dé ese tipo de indicios. Sabemos por numerosos testimonios recogidos a lo largo de años de estudio, que muchos pequeños y no tan pequeños productores tenían su rancho con algún cultivo y algún ganado menor en un determinado pago donde vivían. A su vez, en algún otro partido cercano, a veces en el mismo, tenían una majadita que estaba al cuidado a veces de terceros.56 Hemos encontrado, por ejemplo que Agustín Cernadas vivía en San Nicolás y tenía algún ganado en Rojas; entre Luján y Pilar, encontramos a Hilario Espinosa; entre Matanza y Morón, a Manuel Posadas, etc.

54 GELMAN, Jorge y Daniel V. Santilli (2000) La campaña de buenos aires en 1839. Un análisis desde la Contribución Directa. Ponencia presentada en la XVII Jornadas de Historia Económica, Tucumán. 55 Tanto en los legajos de sucesiones como en distintos informes elaborados por los jueces de paz de cada distrito aparece esta información. 56 Ver MAYO, Carlos (1995) Estancia y sociedad en la pampa 1740-1820. Buenos Aires, Biblos; o GARAVAGLIA, Juan Carlos (1999) Pastores y labradores de Buenos Aires. Una historia agraria de la campaña bonaerense 1700-1830. Buenos Aires, Ediciones de la Flor.

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También nos ayudó en esta tarea de unificar datos nuestros trabajos anteriores sobre embargados y desembargados, como José Insúa en la campaña y en la ciudad; los Lastra, Saenz Valiente, Machado, Ramos Mejía, etc. Nuestros estudios sobre censos, archivos parroquiales y sucesiones de Quilmes nos han proporcionado pistas para unificar a Ciriaco Negrete, Mariano Cárdenas, Francisco Rincón, Manuel Grigera, Bernabé Garay o Juan Crisóstomo Arroyo, entre otros. Otra posibilidad es considerar la onda expansiva hacia el sur; hemos encontrado muchos casos de modestos productores del antiguo sur que aparecen con otra explotación en el nuevo sur, por ejemplo Leandro Montes de Oca y Calixto Barboza, de Chascomús, tenían una explotación en Dolores y Azul, respectivamente; Pedro Chiclana, de Ranchos, también estaba en Azul; Antonio Cuestas, en Dolores y en Tandil; Agustín Pardo, en Monte y en Azul; Eduardo Roldán, en San Vicente y en Azul, etc. Esta enumeración de pautas fue construida adrede en un grado que va de la mayor certeza de que se trata de la misma persona a una seguridad mucho más relativa. Si no tenemos dudas sobre la identidad en el caso de los archiconocidos, el grado de arbitrariedad que se puede encontrar en el último de los criterios es mucho mayor y por lo tanto la certeza menor. Para que nuestro lector pueda evaluar por sí mismo estas cuestiones, presentamos el siguiente cuadro:

La aplicación de estos criterios, arbitrarios pero que consideramos realistas, nos llevó a una ardua revisión para cada uno de los 5657 registros de la campaña. Así, hemos llegado a un número razonable de 5427 capitalistas. La diferencia, algo así como el 4% de ellos, tenían dos o más capitales diferenciados en diversos partidos de la campaña sujetos a la contribución directa. Como puede apreciarse, hemos afinado nuestros cálculos; en nuestro trabajo anterior57 habíamos

llegado a 5499 individuos. Pero lo que hay que hacer notar es que ese escaso 4% de los capitalistas contribuían con el 18% a la masa total de capitales imponibles. Este indica la importancia de esos señores. Con este criterio, somos conscientes, los conocidos, es decir los grandes se evalúan muy cerca de la realidad que permite una fuente de este tipo. En cambio los desconocidos no, por lo que aumenta la cantidad de los pobres, que son precisamente los innominados, los que no han trascendido por su nombre. Tenemos entonces sobrerrepresentados en cantidad a los más chicos, es decir mayor cantidad de contribuyentes que tienen menor capital imponible. Pero es posible que estén subrrepresentados una serie de personas que son los mismos y que por tanto pasarían tal vez a una categoría superior. Este dato lo hemos tenido en cuenta cuando analizamos los montos. También debemos tener en cuenta que la fuente ignoró a aquellos demasiado chicos y que pasaron desapercibidos para el juez de paz, esto es pobladores, agregados, puesteros, medieros que no vivían en la jurisdicción del funcionario, etc.

57 Gelman, J y Santilli, D. Ob. Cit.

Criterio Cantidad % Monto %Archiconocidos 61 26,64 11564300 55,46Apellidos poco comunes 32 13,97 2505900 12,02Embargados 15 6,55 1198500 5,75Mismo Partido 32 13,97 1818750 8,72Partidos cercanos 40 17,47 1402260 6,72Quilmes 7 3,06 461510 2,21Expansión al sur 42 18,34 1901500 9,12

229 100,00 20852720 100,00% sobre total registros 4,05 18,00

Cuadro 8 - Influencia de los registros unificados

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Apéndice metodológico B

Justificación de las frecuencias Para poder analizar la distribución de la riqueza en la campaña de Buenos Aires hemos confeccionado una escala de capitales que, siendo arbitraria como toda escala, creemos que refleja ciertos niveles de diferenciación económica. Para hacerla tratamos de tomar en cuenta los testimonios históricos, es decir los cánones de la época a que nos referimos y no los construidos con posterioridad. En definitiva tratamos de que aquel individuo que nosotros consideramos rico o pobre, lo fuera también para sus contemporáneos. El otro condicionamiento que nos impusimos tiene que ver con la transparencia hacia el lector. Toda esta elaboración debe ser totalmente explicable y comprobable para éste. Y, además, en un lenguaje claro y sin subterfugios. Nada de construcciones que son tan engorrosas que parecen esotéricas. Fijada esta posición, pasemos a las justificaciones. En principio, vamos a basarnos en una categoría que había establecido Garavaglia58 para los pastores y labradores de principios del siglo XIX. Y ello tiene que ver con fijar un valor que permita la supervivencia. Nuestro patrón de medida será el ganado porque parece ser el valor definitorio en el ordenamiento que elijamos para trabajar. Pero también es cierto que si quisiéramos medir por medio de otra variante ligada a la producción que, por ejemplo, tuviera que ver con la agricultura, no encontraremos nada en esta fuente, salvo la tierra. Según Garavaglia, el pequeño productor, aquél que poseía no más de 500 cabezas, vendía anualmente en el mercado, en la década de 1820, entre 35 y 45 cabezas. Además, consumía para su subsistencia 5 a 8 animales. Esto es equivalente a un porcentaje que oscila entre el 8 y el 11% del stock. Con este valor, el productor no sólo mantiene su stock sino que además provee a su aumento, ya que según el mismo autor, el procreo anual era para misma época igual al 22% del stock vacuno. Este pastor de Garavaglia que tenía 500 vacunos poseía un capital en ganado equivalente a $10000.-59. Para mantener tal stock ¿cuánta tierra necesitaba? Según el cálculo que efectuó Garrigós en el reporte del proyecto de ley de CD que como miembro informante de la honorable sala leyó en el recinto, una legua cuadrada albergaba un millar de vacunos; por tanto este señor necesitaba ½ legua cuadrada para su cometido.60 Esto significaba un valor de $2000 al sur del Salado o $2500 si estaba ubicada al norte de tal río, según el precio que fijó la ley de venta de tierras de 1836.61 A su vez, el mismo Garrigós valuaba las viviendas construidas en las estancias en $ 2000.- y nosotros asignamos un valor de $ 500.- a las instalaciones y mejoras efectuadas. Es decir que el capital de este señor estaba compuesto como sigue:

58 Garavaglia, JC Pastores y labradores... Ob. Cit. 59 Valuados a $ 20.- cada uno según el valor que aplicamos en nuestro trabajo ya citado. Ver Gelman, J y Santilli. Ob. Cit. 60 Para cálculos actuales sobre la tasa de recepción del ganado en la época, ver GARAVAGLIA, Juan Carlos (1998) “Intensidad de uso de la tierra y tasas de ocupación ganadera en la pradera pampeana (1816-1852) en Quinto Sol Revista de historia regional Nº 2, Instituto de Historia Regional, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de La Pampa, Santa Rosa. Nosotros utilizamos el criterio del contemporáneo, ya que el de Garavaglia no es general para toda la provincia, aunque podemos adelantar que, de aplicar dicho criterio, este pastor de 500 cabezas necesitaría menos tierra. El informe de Garrigós en ESTEVEZ, Alfredo (1960) “La contribución directa 1821-1852.” Separata de la Revista de Ciencias Económicas. Año XLVIII Serie IV n° 10. Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires, Facultad de Ciencias Económicas. 61 ROBA 10/5/1836

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Esto es así si es propietario de la tierra o, en el caso de nuestros contribuyentes, si era un enfiteuta. En el caso de un arrendatario, para nuestra cuenta necesitaría más ganado, ya que con ese recurso debía además pagar la renta de la tierra. En definitiva, se podría fijar entre 10.000.- y 15.000.- el capital de un pastor medio, que podía vivir de su ganado e incluso acumular.62 Pero veamos todo desde otro ángulo. Si vendía o consumía entre el 8 y 11% de su stock anualmente, su gasto en alimentarse, vestirse y reproducir su fuerza de

trabajo era equivalente a más o menos $ 1000.- al año; lo que es equivalente a poco más de $ 80 mensuales, al precio de $ 20 cada animal. Se nos puede decir que ese es el precio final que percibe el productor que llega al mercado, cosa que puede ser cierta. Pero en Azul, lugar muy alejado del gran mercado que es Buenos Aires, el censista de 1839 valorizaba las vacas en $ 20.-63 Y seguramente este no era el único ingreso que podía obtener un pequeño productor, ya que, como producto del cultivo de algunos cereales u hortalizas que luego vendería en el mercado del pueblo más cercano o en la pulpería,64 se haría de otros pesos para proveer a esas necesidades. Pero, si no tenemos en cuenta esos pesos adicionales y sólo comparamos con los provenientes de la ganadería, esta cifra de $80 mensuales, no nos parece escasa. Porque, ¿cuánto ganaba un peón rural en 1840? Alrededor de $ 50 si estaba conchabado como fijo.65 Los trece comisarios que atendían las diferentes seccionales policiales de la ciudad ganaban $200 cada uno66, y debemos suponer que ése era su único ingreso. Los soldados de los diferentes juzgados de paz de la campaña ganaban $ 35.-, aunque éstos sí deberían tener otros ingresos. Y estamos hablando de un piso mínimo de ventas que les permitía quedarse anualmente con una cantidad más o menos igual de animales provenientes del procreo. Con este criterio podemos suponer que este pequeño productor, en teoría, podía llegar a incrementar anualmente la cantidad de cabezas que poseía, previendo una acumulación de capital bajo la forma de ganado según el siguiente cuadro.

62 Podemos suponer que un pequeño productor agrícola de las cercanías podía sobrevivir con un capital similar. 63 Bartolomé Ronco, “Documentos. Censo de propietarios y ganaderos de la frontera del Arroyo Azul levantado en el mes de julio del año 1839 según borrador existente en el archivo del Juzgado de Paz”, Azul, I:3, abril 1930. 64 Lugar donde además podía vender otras producciones no tan específicamente consideradas (plumas y huevos de ñandú y otras cacerías), u obtenidas en el comercio con los indios. 65 Rosas pagaba en sus estancias en ese mismo año y por mes a su administrador o capataz general $ 150; a un capataz, como promedio $ 52; a un peón fijo, alrededor de $ 45 y a un peón por día $ 5; estos valores oscilaban de acuerdo a la inflación y las condiciones del mercado, pero ese año no parece ser muy diferente al resto. GELMAN, Jorge (1999) “Las condiciones del crecimiento estanciero en el Buenos Aires de la primera mitad del siglo XIX. Trabajo, salarios y conflicto en las estancias de Rosas”, en Jorge GELMAN, Juan Carlos GARAVAGLIA y Blanca ZEBERIO (comps.) (1999) Expansión capitalista y transformaciones regionales. Relaciones sociales y empresas agrarias en la Argentina del siglo XIX. Buenos Aires, La Colmena – IEHS. 66 AGN Sala III 16-2-5 Departamento de Policía

Ganado 10000 Tierra 2500

Rancho 2000 Varios 500 Total 15000

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Como podemos apreciar, partiendo de un stock de 500 vacunos, al cabo de 7 años, el productor habría duplicado su stock, logrando triplicarlo a los 10 y cuadruplicarlo a los 13 años de iniciada la actividad. Por supuesto, esta situación ideal no se daba en la realidad en todos los casos, pero distintos testimonios indican que la posibilidad existía. Nuestros capitalistas que estaban entre los $ 10000 y $ 20000 estaban en condiciones teóricas de lograr esa acumulación o ya estarían realizándola. Suponemos entonces que estos sujetos tenían un aceptable nivel de vida y se estaban capitalizando. Este es nuestro escalón de partida y nos moveremos hacia arriba y hacia abajo de este valor. Llamaremos a esta categoría la número 3, (<20000), es decir entre $ 10000 y $ 20000. Por debajo de estos valores, hemos establecido dos categorías. La número 2 cuyo techo es $10000.- y su piso $ 5000 (<10000), que con sus ganados sólo lograban mantenerse sin consumir su capital, pero no lograban acumular. Por supuesto estas situaciones no son estáticas y podemos suponer que algunos de estos contribuyentes podrán superar esas barreras que nosotros establecemos y comenzar un proceso de acumulación que les permitirá ascender en la pirámide que vamos a plantear luego. Pero aún más abajo, nos vamos a encontrar con la categoría número 1, cuyo capital era menor a $ 5000. (<5000). Evidentemente, desde el punto de vista que estamos utilizando, estos capitalistas (designación irónica en este caso) no podrían atender a su supervivencia sólo con el recurso de su capital. Es probable que parte de su actividad no quede plasmada en este tipo de fuentes, como el cultivo, aunque sí la tierra necesaria para ello. Pero así y todo, no podemos asegurar que este era su único medio de subsistencia. Nos inclinamos a pensar que no sólo agregaban para su mantenimiento el producido de sus huertas y quintas, sino que además se veían en la necesidad de conchabarse durante un tiempo para complementar sus ingresos.67 Pero, ¿con quiénes se conchababan? La categoría N° 4, entre $ 40000 y $20000 (<40000) es la primera que por su capital estaría en condiciones de requerir mano de obra y poder pagarla. Por lo menos mano de obra en la ganadería, ya que una familia (en un buen momento en cuanto a edades y cantidades de componentes), a

67 En definitiva, parecen los campesinos que describíamos para la Banda Oriental de principios de siglo.GELMAN, Jorge (1998) Campesinos y estancieros. Una región del Río de la Plata a fines de la época colonial. Buenos Aires, Editorial Los libros del Riel.

22% 11%1º 500 110 552º 555 122 613º 616 136 684º 684 150 755º 759 167 75 (1)6º 851 187 757º 963 212 758º 1100 242 90 (2)9º 1252 275 100

10º 1428 314 12011º 1622 357 15012º 1829 402 20013º 2031 447 20014º 2278 501 25015º 2529 556 250

(1) El consumo y la venta se estabilizan por la satisfacción de las necesidades(2) Para manejar más de 1000 vacas es necesario el auxilio de mano de obra externa por consiguiente, es necesario vender más ganado

Cuadro 9 - Posibilidades de Acumulación de un pequeño pastorConsumo y

ventaAños Stock Procreo

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principios de siglo, estaba en condiciones de atender 1000 cabezas de ganado vacuno68. Ya veremos cómo se componía ese capital en cada caso. La siguiente categoría, la número 5 de hasta $ 80000 eran aquellos que habían logrado acumular como para ser considerados ricos. Si nuestro razonamiento es aceptable se puede suponer que muchos de ellos comenzaron con un rebaño modesto a principios de la década del ’20 en los partidos del sur y que, al cabo de casi 20 años, han logrado acumular un capital suficiente como para ingresar en este nivel destacado. Por encima de estas cifras estaban los verdaderamente ricos. A los efectos de poder estudiarlos mejor, hemos construido tres categorías, 6, 7 y 8, que nos permitirán observarlos con detenimiento. Entre éstos encontraremos a aquéllos que tenían propiedades en varios partidos a la vez y en la ciudad. En resumen, el siguiente es un cuadro explicativo de estas categorías que estamos describiendo.

1 Menos de $ 5000 2 Entre $ 5000 y $ 9999

Pobres sin posibilidad de acumular

3 Entre $ 10000 y $ 19999 4 Entre $ 20000 y $ 39999

Medianos en proceso de acumulación

5 Entre $ 40000 y $ 79999 Ricos 6 Entre $ 80000 y $ 159999 7 Entre $ 160000 y $ 319999 8 Más de $ 319999

Poderosos

68 En la Estancia Las Vacas, 2 a 3 peones atendían 1000 vacunos. Gelman, J. Campesinos y ... Ob. Cit. En las estancias de Rosas, entre los años 1838 y 1845, se puede visualizar la siguiente carga:

Establecimiento Año Vacunos Peones de a Chacabuco 1838 34000 50 80 1845 100000 80 100 Rosario 1838 8200 20 25 1845 46000 32 32

De lo cual se desprende que una familia con un hombre adulto más algunos adolescentes podría hacerse cargo de hasta 1000 animales aproximadamente.

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Apéndice C

La curva de Lorenz y el Coeficiente Gini La curva de Lorenz refleja en forma gráfica la desigualdad entre cada décima parte de habitantes en cuanto a la posesión de la riqueza. Es decir, cuánta riqueza, medida como porcentaje del total, tiene cada 10% de una población dada. Para ello, previamente se deberá ordenar por cantidad de riqueza la totalidad del universo, de menor a mayor. El primer decil, el primer 10%, será el de menor cantidad de riqueza, luego se incorporará el segundo decil, adicionándose la riqueza al primero y así sucesivamente hasta cubrir el 100% del universo. Estas cifras se vuelcan a unas coordenadas donde X será cada decil de sujetos e Y el porcentaje acumulado de riqueza de cada uno de ellos. La distribución perfecta indicará que por cada 10% de personas se incrementará otro 10% la riqueza, es decir cada decil poseerá exactamente un 10% de la riqueza. Así, la línea de igualdad perfecta proporcionará una diagonal equidistante de ambas coordenadas, como se ve en el diagrama que sigue a continuación, mostrada como la línea ideal. La distancia entre la curva de la distribución real y la ideal marcará el grado de desigualdad de una sociedad dada. En el ejemplo que se ve en el gráfico, hemos tomado el prorrateo del ingreso individual en dos momentos diferentes de la historia de Inglaterra, antes de la revolución industrial y luego del despegue.

Como se ve, la línea que representa la distribución ideal, la línea de igualdad, pasa exactamente por el cruce de cada una de las que representan el 10% de los habitantes y el 10% de los capitales. En cambio, la distribución real forma una curva por debajo de ese ideal. En el cuadro, se puede notar que por cada decil de habitantes, la ratio de la riqueza no se incrementa en la misma proporción. En la representación gráfica, la distancia entre la recta de 45º y la curva de la distribución, la curva de Lorenz, marca el grado de desigualdad de la entera sociedad. Más aguda será la misma, cuanto mayor sea esa distancia. Si la perfecta igualdad dibuja un triángulo equilátero cuyos lados son la línea de la igualdad y las coordenadas X e Y (trasladando ésta a la derecha), la curva de Lorenz dibujará con las coordenadas una figura con uno de sus lados cóncavos. El área encerrada de ese modo puede medirse con el coeficiente Gini, que es su expresión numérica. La medición de ese plano se realiza descomponiendo la figura en N triángulos y N-1 rectángulos, donde N represente la cantidad de sujetos, los triángulos los encerrados entre la curva de Lorenz y las prolongaciones de las coordenadas de cada punto; y los rectángulos el espacio encerrado entre la prolongación de la

Curva de Lorenz

0

10

20

30

40

50

60

70

80

90

100

0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100

Habitantes

Cap

ital

es

Ideal

Inglaterra1801/3

Ingleterra1688

1688 1801-30 0,00 0,00

10 2,80 2,8020 4,60 4,6230 6,00 7,5040 9,00 10,7750 14,00 16,6560 20,00 22,0070 30,00 31,0080 39,00 39,0090 62,00 58,00

100 100,00 100,00Fuente: Atkinsons, A.B. Ob. Cit., Pág. 22ss

% de IngresoDistribución del ingreso en Inglaterra

% de Habitantes

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coordenada Y y la coordenada X. Pero si esta descripción es engorrosa, es mucho más sencilla la construcción matemática de la medición de ese espacio, sobre todo teniendo a mano una computadora que haga los cálculos por uno. La fórmula es la siguiente:

G = 1 –2 Σn Pi Cum Yi + Σn Pi Yi Donde P es el porcentaje que cada sujeto representa del total de habitantes, Y es el porcentaje de riqueza que posee, e i la cantidad de registros, en nuestro caso sujetos o habitantes. En primera instancia ordenamos la base en orden creciente. El porcentaje (P) de cada sujeto sobre el total de habitantes es una constante en nuestro caso. A continuación insertamos una columna en la que calculamos para cada individuo el porcentaje (Y) de riqueza, que varía con cada uno de ellos. Una segunda columna indicó el valor del símbolo Cum Y, que es el acumulado de riqueza a medida que se asciende en la pirámide (o mejor dicho se desciende en la base de datos). En la tercer columna calculamos en valor de P por Cum Y y en una cuarta el producto de P por Y. Si el cálculo se ha hecho correctamente, la suma de la columna P debe ser igual a 1 y la última fila de la columna Cum Y, los acumulados de riqueza, debe ser también igual a 1. El símbolo Σn indica sumatoria, por lo cual procedimos a sumar las columnas 3ª y 4ª, para luego aplicar la fórmula indicada: 1 – 2 * suma de columna 3ª + suma de columna 4ª. Se debe tener cuidado en calcular los porcentajes como coeficientes, es decir si el resultado es 10%, se debe representar este valor como parte de la unidad, 0.1. El siguiente cuadro muestra el cálculo para el ejemplo citado más arriba de Inglaterra.

El resultado de esta fórmula debe estar entre 0 y 1. La mayor cercanía a la unidad indicará mayor desigualdad, mientras que cuanto menor sea el coeficiente más cerca se estará de la perfecta igualdad, que se representa con 0.69

69 Para la aplicación de esta metodología hemos seguido a DOLLAR, Charles M. y JENSEN, Richard J. Historian’s Guide to Statistics New York, Holt, Rinehart and Winston, Inc. Pág. 121 a 126. Agradecemos a Javier Balsa el habernos hecho llegar una copia de esta publicación.

P Y Cum Y P*CUM Y P*Y P Y Cum Y P*CUM Y P*Y0,1 0,0280 0,0280 0,0028 0,0028 0,1 0,0280 0,0280 0,0028 0,00280,1 0,0180 0,0460 0,0046 0,0018 0,1 0,0182 0,0462 0,0046 0,00180,1 0,0140 0,0600 0,0060 0,0014 0,1 0,0288 0,0750 0,0075 0,00290,1 0,0300 0,0900 0,0090 0,0030 0,1 0,0327 0,1077 0,0108 0,00330,1 0,0500 0,1400 0,0140 0,0050 0,1 0,0588 0,1665 0,0167 0,00590,1 0,0600 0,2000 0,0200 0,0060 0,1 0,0535 0,2200 0,0220 0,00540,1 0,1000 0,3000 0,0300 0,0100 0,1 0,0900 0,3100 0,0310 0,00900,1 0,0900 0,3900 0,0390 0,0090 0,1 0,0800 0,3900 0,0390 0,00800,1 0,2300 0,6200 0,0620 0,0230 0,1 0,1900 0,5800 0,0580 0,01900,1 0,3800 1,0000 0,1000 0,0380 0,1 0,4200 1,0000 0,1000 0,0420

Suma 1 1,0000 2,8740 0,2874 0,1000 1 1,0000 2,9233 0,2923 0,1000

Gini=1-2*suma P*CUM Y+suma P*Y 0,5252 0,5153

1801/3Calculo del Coeficiente Gini para la distribución del Ingreso en Inglaterra

1688

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