gárgolas de la noche - artículo
DESCRIPTION
Psicoanálisis y travestismo. Artículo.TRANSCRIPT
qwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmrtyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklz
Gárgolas de la noche
Psicoanálisis y travestismo
12/06/2016
Artículo de internet
Este escrito se alimenta de una verborrea de especulaciones sobre el travestismo, amparadas desde la teoría psicoanalítica. Miramos en el travestismo un juego erótico entre un cuerpo sexualmente identificable y su imagen, entre la realidad y la fantasía, la completud y la falta, la imagen fija y el movimiento, lo visible y lo invisible, lo que doy a ver y lo que oculto, el goce y la muerte. En resumidas cuentas, un juego escópico, una trampa al ojo, una gárgola que encanta de día y espanta de noche…¿Qué puede haber más evidente, pero también más misterioso, atendiendo a la génesis de la imagen del cuerpo, que tener un cuerpo sexualmente identificable? Es una génesis eminentemente inconsciente regida por una dialéctica pulsional cuyas posibilidades y limitaciones se sitúan en las zonas erógenas. Una persistente tensión, que se aminora en momentos privilegiados, la pone en movimiento, el cual resulta de un doble proceso de identificación y proyección: ser uno mismo siendo lo otro y ser lo otro no siendo uno mismo1”
Las gárgolas son seres imaginarios clásicos, de apariencia por lo general grotesca, esculturas monstruosas de piedra, que ahuyentan a los brujos y demonios en la noche, pero que con el alba del sol, vuelven a petrificarse. Su nombre deriva del francés gargouille (gargouiller), que denota un ruido semejante al de un líquido en un tubo, de allí que las primeras gárgolas fueron conocidas como “grifo”, la cual era otra criatura mitológica, que se componía de una “figura doble”: en la parte superior era un águila gigante y en la parte inferior, un león. Si se piensa que de día es una imagen inanimada que contrasta con su capacidad de desplazamiento nocturno, mitad águila, mitad de león, la gárgola como ser mitológico reencarna “una representación del doble”: una erótica del impasse entre la imagen fija y la imagen en movimiento.Las gárgolas, como los grifos y las quimeras, han sido siempre imágenes atemorizantes, intencionadamente horribles y grotescas, las cuales parecen representar a dragones, diablos y demonios, símbolos del mal para el cristiano de la Edad Media. De esta forma, estas imágenes representaron la expresión perfecta de la habilidad del demonio para transformarse, para mostrarse ante el cristiano desprevenido bajo diversos disfraces2, es decir, para engañar al ojo humano.
TravestismoAsí como en la erótica del doble que encierra el artificio de las gárgolas, en el travestimo se desprende también, un goce de engañar al ojo humano. Somos testigos de esto, a través del testimonio de Marcela Alanis, bajo el titulo Porque soy travesti3,donde él-ella quién anatómica y sexualmente es masculino, aduce sentir placer en travestir su imagen a la de una mujer; pasa de “ser” un hombre a “estar” en la imagen de una mujer, debido a que admite que necesita convertirte “ un rato en mujer” porque esto le representa un “escape”, ya que su imagen femenina la hace olvidarse de su vida con un sexo masculino. Afirma también, sentirse una dama, a pesar de llevar una vida social y sexual de acuerdo a su sexo4. A partir de este relato, se podría plantear que la imagen femenina sería su doble, un escape que cómo él/ella mismo/a afirma, necesita para olvidarse de la permanencia de su imagen, en el juego especular de la imagen del doble. Alanis Marcela se “deslocaliza” de su imagen para desplazarse a su doble. De esto da cuenta ella-él misma/o cuando confiesa que gracias a su increíble dualidad, puede desconectarse mediante la transformación de su imagen y ser así, otra persona totalmente diferente.
TravestismoEn este juego ella abandona el reflejo de ese cuerpo sexuado-marcado por la anatomía y el género, para convertirse en esa mujer con la que fantasea. Estatua de día, gárgola de noche. “Realmente me olvido de todo el mundo y sólo existo yo, la cámara y ya”, afirma. Con lo que evidencia su goce de mirar su imagen ante la cámara, el goce de darse a ver como una mujer.Este relato confidencia una erótica de este travesti por la des(localización) en el juego especular con su imagen. La deslocalización constituye una paradoja porque aunque el sujeto está, no es, ya que gracias a la fantasía puede gozar(se) mediante la deslocalización de su imagen. En esta erótica, Marcela Alanis, cual gárgola, en su día a día, asume un cuerpo petrificado-marcado por su anatomía, pero en la noche, se desplaza ante la cámara, con la imagen especular de su doble. En esta erótica de transformación del cuerpo se podría decir, que la cámara cumple la función de espejo. Y es que Lacan no cesa de regresar sobre el carácter estructural del espejo 5 como condición inseparable de la constitución de la imagen en la construcción de la función del Yo. Este psicoanalista en ánimos de explicar la relación entre el Yo y la imagen, se sirve del estadio del espejo, en el cual el lactante, a pesar de no tener control total de sus movimientos, supera alegremente los obstáculos, para fijar un aspecto instantáneo de su imagen ante el espejo, lo que constituye un momento sorprendente para el niño porque asume que esa imagen especular, es efectivamente la suya y corresponderá a la forma 4 “Necesitas convertirte un rato en mujer”…“Yo creo que, para mí esto es un escape, lo hago más cuando estoy tensa, me olvido, cuando estoy vestida me olvido del hombre y me olvido de mis problemas, y me olvido de mi futuro y me olvido de mi pasado, y lo único que me importa en ese momento es mi presente, sentirme bien, realmente me olvido de todo el mundo y sólo existo yo, la cámara y ya. Y me encanta poder desconectarme, y me encanta poder salir de la parte hombre poder ser otra persona y ser totalmente diferente y sentirme mujer y sentirme sexy y poder ponerme ropa de acuerdo a mi humor y poderme arreglar y pintarme de m il colores y hacer combinaciones y jugar con las combinaciones de colores y experimentar y ponerme a dieta, en fin son mil cosas maravillosas, que como hombre no las tengo y como mujer es increíble, tengo una dualidad que la verdad me encanta, la disfruto enormemente”5 O la cámara, en este caso total del cuerpo, como una Gestalt, cuya función es la de establecer, una relación del organismo con su realidad o, con el Umwelt 6.Para Le Gaufey, el Yo en Lacan, se forma de la tensión instalada entre el individuo (que él llamará su Yo) y esa imagen especular, en una reorganización pasional, por la
identificación 7 es decir, que en una relación erótica, el individuo se fija en una imagen que lo enajena y a la que llamará su Yo8. El sujeto se constituirá por ese corte que separa al Otro del Yo. Desde este sentido, el sujeto que atraviesa el estadio del espejo, se ve de nueva manera, en los dos tiempos: en (I) y en relación directa con a9. Lacan introduce una banda de Moebius justo donde se esperaba la imagen especular, con este movimiento aparece la imagen del deseo en acción con la fantasía, aparece entonces el artificio del doble; la imagen especular va a dar paso a la imagen del doble 10.Detrás de la majestuosidad de las gárgolas de piedra y la perfección de la imagen en el travestismo, en la espera del encuentro con lo idéntico, es la monstruosidad la que se asoma, porque esa gárgola que atemoriza y ese cuerpo que engaña en la noche, no son más que la imagen de un deseo de desplazamiento de a. Pues, todo deseo humano se basa en la castración, ese corte cuyo efecto es un doble: angustia y erotismo, de allí que lo monstruoso se le haga extrañamente familiar al sujeto. La relación entre este doble se entiende a partir de “lo ominoso” de Freud, que se refiere a esa casa angustiosa y erótica, donde todos hemos estado alguna vez: la casa del deseo, del objeto a.El objeto a refiere a eso que no se tiene, lo que nos falta, lo que nos hace sujetos incompletos, por lo tanto, sujetos deseantes. El deseo no tendría ningún límite si no fuera por el cuerpo, que lo limita y a su vez, lo hace extraño a sí mismo. Debido a esto, Melenotte considera que el registro imaginario se debe abandonar a la Gestalt de la imagen para pasar a las incesantes fluctuaciones del doble, lo que constituye una experiencia erótica que remite también a una erótica de la deslocalización11. En este sentido, cuando la imagen es fragmentada, y ya no permite hacer un reconocimiento en ella, se debe renunciar a esa ilusión de completud, de ser sin falta, para crear nuevas concordancias consigo mismo, en otras palabras, para sexualizarse de maneras imprevisibles.Lacan advierte que en la dialéctica del ojo y la mirada, vemos que no hay en modo alguno coincidencia, sino fundamentalmente señuelo12 el privilegio de la mirada es captar la función del deseo De este modo, Marcela Alanis se presenta como otro que no es y lo que se le da a ver no es lo que quiere ver, es decir, se presenta señuelo de la mirada del Otro. Estos juegos ópticos del deseo, como anteriormente se comentó, pueden leerse a la luz del estadio del espejo de Lacan y el extraño imaginario del doble, que es ese movimiento de la imagen según a, es decir, que no es más que un artificio, una trampa al ojo.
1 M. Bouvet: 1967:420 citado por Sami-Ali, M. (1989). Cuerpo real, cuerpo imaginario: Para una epistemología psicoanalítica. Paidós: Argentina.
2 Bueno, Mar Rey (2009). Seres Mitológicos. Gárgolas y Quimeras. En Revista Enigmas.
3 Video recuperado el 1-07-2014, bajo el titulo: “Porque soy travesti”, en: http://www.youtube.com/watch?v=Xy7ZscHptEI4 “Necesitas convertirte un rato en mujer”…“Yo creo que, para mí esto es un escape, lo hago más cuando estoy tensa, me olvido, cuando estoy vestida me olvido del hombre y me olvido de mis problemas, y me olvido de mi futuro y me olvido de mi pasado, y lo único que me importa en ese momento es mi presente, sentirme bien, realmente me olvido de todo el mundo y sólo existo yo, la cámara y ya. Y me encanta poder desconectarme, y me encanta poder salir de la parte hombre poder ser otra persona y ser totalmente diferente y sentirme mujer y sentirme sexy y poder ponerme
ropa de acuerdo a mi humor y poderme arreglar y pintarme de m il colores y hacer combinaciones y jugar con las combinaciones de colores y experimentar y ponerme a dieta, en fin son mil cosas maravillosas, que como hombre no las tengo y como mujer es increíble, tengo una dualidad que la verdad me encanta, la disfruto enormemente”
5 O la cámara, en este caso.
6 Lacan, Jaques (1996 [1946]). El estadio del espejo como formador de la función del yo tal como nos es revelada en la experiencia psicoanalítica. En Escritos I, Seminarios Completos. Paidos: Argentina. Pág. 12 y 14.
7 Le Gaufey, Guy (1998) El lazo especular. Un estudio travesero de la unidad imaginaria. Buenos Aires: Edelp. (p. 76).
8 Op. cit. 105.
9 Op. cit.176.
10 Melenotte, G-H. (2005). Sustancias del imaginario. École lacanienne de psychanalyse: Paris. Pág. 174 y 179.
11 Op. cit. 195.
12 Lacan (1996 [1964]). Op. cit.: s.p.
13Citado por Melenotte (2005). Op. cit. 195.
14 Op. cit.233
15 Ibid.:102
16 Lacan (1967), citado por Melenotte (2013), Cicatriz y medida. En: Revista Me cayó el veinte: Paris. p.20
17 Lacan (1996 [1964]). Op. cit.: s.p.
18 “A veces me he preguntado sí ¿yo pudiera dejar de ser travesti?, si existiera alguna medicina no, ¿lo haría?, quizás si lo haría porque el riesgo de ser travesti pues es muy grande, principalmente por la familia…pero pero la verdad tengo que reconocer que se disfruta muchísimo y que las sensaciones que tengo nunca las he sentido como hombre y que es algo muy padre y me hace sentir totalmente completo”
19 Lacan 1966 en Melenotte, p.12 20 Op. cit.16. 21 Ibid.:17. 22 Melenotte (2005) p..61