gadamer y su influencia en la historiografía actual

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GADAMER Y SU INFLUENCIA EN LA HISTORIOGRAFÍA ACTUAL

LILIANA REGALADO DE HURTADOConferencia en

Seminario Interdisciplinario de FilosofíaFacultad de LL.CC.HH. PUCP

31/05/05

1. Epistemología de la historia en el último cuarto del siglo XX

Los cambios han tenido que ver con las críticas a las concepciones mecanicistas del principio de

causalidad, a la filosofía analítica y a la "ilusión cientificista". Por supuesto, también se rechazó el

otro extremo, es decir aquellas posturas que pretendían convertír a la historia en un tipo de relato

ficcional a partir de las propuestas hechas por Hayden White. Se ha producido, sin embargo, una

revaloración de la retórica puesto que las apelaciones al "narrativismo" y a las tradiciones

hermenéuticas fueron recurrentes, y los autores más ensalzados, Paul Ricoeur, Michel De Certeau,

Henri I. Marrou, y Hans G. Gadamer. 1 Es así evidente que si bien se había producido un largo

debate teórico en torno al cuestionamiento del paradigma de la racionalidad y objetividad científica

-desarrollado a partir del siglo XVI y enfatizado durante los siglos XVIII y XIX – al finalizar el siglo

XX puede decirse que no podían considerarse descartados, sino todo lo contrario, los criterios más

elementales que sustentan el trabajo científico y la reflexión académica vigentes. Es decir, el

manejo de hipótesis, el razonamiento sistematizado, el rigor apoyado en la observación empírica o

el uso de referentes concretos (las fuentes o testimonios en el caso de la historia, por ejemplo), etc.

2. Situación de las ciencias y de la historia al iniciarse la década de los sesentas

De alguna forma Gadamer se refirió a ello cuando señalaba lo siguiente:

“Cuando a fines de 1959 puse fin al presente libro [Verdad y método] noestaba seguro de que no llegase ‘demasaidao tarde’ , de si el balance delpensamiento sobre la historia de la tradición que se hacía en él no sehabría vuelto poco menos que superfluo. Los signos que anunciaban una

1 Cariño, Micheline “La frontera del debate de la historia, en los albores del nuevo milenio” Artículo difundido por correo

electrónico por la lista de interés [email protected] en noviembre del 2001] p. 2

mailto:[email protected]






nueva ola de hostilidad tecnológica contra la historia se multiplicaban. Aesto respondía también la creciente recepción de la teoría de la ciencia yde la filosofía analítica anglosajona, y el nuevo auge que tomaron lasciencias sociales, sobre todo la psicología social y la socio-lingüística,tampoco parecían prometer el menor futuro a la tradición humanística delas ciencias del espíritu románticas. Y era ésta la tradición de la que yohabía partido.[...] Pero aún dentro de las ciencias del espíritu históricasclásicas se había hecho ya innegable un cambio de estilo en la orientacióngeneral, pasando a primer plano los nuevos medios metodológicos de laestadística, la formalización, la urgencia de planear científicamente yorganizar técnicamente la investigación. Se estaba abriendo camino unanueva autocomprensión ‘positivista’, estimulada por la recepción de losmétodos y planteamientos americanos e ingleses.” 2

La posición de Gadamer se basa en una apelación a la tradición humanística que sin embargo, no

le impide admitir el fracaso del historicismo considerando las nuevas dimensiones ontológicas que

surgen de los análisis fenomenológicos de Husserl y Heidegger. Gadamer señala que el

conocimiento histórico no puede ser descrito según el modelo de un conocimiento objetivista ya

que se trata de un proceso que tiene todas las características de un acontecimiento histórico. Es

decir la historicidad del conocimiento histórico.

A primera vista pareciera que la propuesta de Gadamer reflejara una suerte de entrampamiento

que lo coloca dentro de los parámetros impuestos por el paradigma tradicional y que lo hacen

orillar en el historicismo tradicional. Pero en realidad no es así.

3. Antihistoricismo de Gadamer

En efecto, se ha resaltado que,

“...los aportes gadamerianos importan una suerte de golpe fatal a lasperspectivas historiográficas de ascendiente positivista. Gadamer mostraráque el conocimiento de la historia, siempre inacabado e imperfecto, sehace desde la historia misma. Aquellas posturas que consideraban laposibilidad de prescindir de los efectos de la historia a la hora de pensar yhacer historia lograron reputación a la luz de una concepción ahistórica delconocimiento que respondía, ella misma, a una manera de legitimar el

saber avalada epocalmente, por lo que la ahistoricidad como garantía deobjetividad era a su vez, aprobada desde dentro de una perspectivahistórica.”3

En efector Gadamer considera que tal vez nuestra época está determinada, más que por el

inmenso progreso de la ciencia natural, por la racionalización creciente de la sociedad y por la

2Gadamer, Hans-Georg Verdad y método. Fundamentos de una hermenéutica filosófica. Ediciones Sígueme. Salamanca.

Cuarta edición 1991 pp. 6413

Borsani, María Eugenia “Tradición: pasado, presente y futuro” en Barros, Carlos (editor) 2000 Tm. 1 ( pp.299-304) p.304

2



técnica científica de su dirección. El espíritu metodológico de la ciencia se impone en todo.[...] Pero

considera también que lo que tenemos ante nosotros no es una diferencia de métodos sino una

diferencia de objetivos de conocimiento.4

4. Las ciencias del espíritu y su importante perspectiva para la construcción del

conocimiento histórico

Asimismo, como hemos dicho, apela a la tradición científica que le es familiar para encontrar una

salida que permita desarrollar, a la historia en particular, una nueva forma de conocer y para ello

parte de un recorrido histórico acerca de las mismas para resaltar además su importancia dado

que sus métodos permiten un cierto tipo de conocimiento. Veamos:

a) El conocimiento en las llamadas “ciencias del espíritu” según Gadamer

La autorreflexión lógica de las ciencias del espíritu, que en el siglo XIX acompaña a su

configuración y desarrollo, está dominada enteramente por el modelo de las ciencias naturales. La

denominación “ciencias del espíritu” se introdujo fundamentalmente con la traducción de la lógica

de J.S. Mill en 1863 quien intenta esbozar, en un apéndice a su obra, las posibilidades de aplicar la

lógica de la inducción a las “ciencias morales”. También en estas disciplinas se trataría de

reconocer analogías, regularidades y legalidades que hacen predecibles los fenómenos y discursos

individuales. Sin embargo, el verdadero problema que plantean ahora las ciencias del espíritu al

pensamiento es que su esencia no queda correctamente aprehendida si se las mide según el

patrón del conocimiento progresivo de leyes. La experiencia del mundo socio-histórico no se eleva

a ciencia por el procedimiento inductivo de las ciencias naturales. Signifique aquí ciencia lo que

signifique, y aunque en todo conocimiento histórico esté implicada la aplicación de la experiencia

general al objeto de investigación en cada caso, el conocimiento histórico no obstante no busca ni

pretende tomar el fenómeno concreto como caso de una regla general. Lo individual no se limita a

servir de confirmación a una legalidad en el sentido de ley a partir de la cual pudieran en sentido

4Gadamer Op. cit. p.11

3



práctico hacerse predicciones. Su idea es más bien comprender el fenómeno mismo en su

concreción histórica y única5

Y sobre el aporte metodológico que proporcionan dice: “...las ciencias del espíritu históricas, tal

como surgen del romanticismo alemán y se impregnan del espíritu de la ciencia moderna,

administran una herencia humanista que las señala frente a todos los demás géneros de

investigación moderna y las acerca a experiencias extracientíficas de índole muy diversa, en

particular a la del arte.”6

b) Su propuesta

Se ha dicho acerca del pensamiento de Gadamer que reelabora en su hermenéutica filosófica, a

partir de los clásicos griegos y especialmente de Aristóteles, la hermenéutica de las ciencias del

espíritu. En dicha reelaboración ha tenido un importante papel el análisis de la estructura

existencial de la comprensión humana y de la historicidad recibido de Heidegger. Se puede decir

que Gadamer ha dado un giro realista u ontológico al idealismo de la hermenéutica romántica. En

su intento de abarcar todo el problema de la comprensión Gadamer ha prestado atención especial

a la experiencia del arte. Un aspecto especial de la hermenéutica gadameriana es la cuestión del

lenguaje y del entendimiento entre los sujetos. Aunque éstos estén separados por la distancia

temporal y por la diversidad de lenguajes, el entendimiento es siempre posible gracias a la razón y

a la apertura común al mundo. Pero como el asunto no es para este filósofo una cuestión

solamente lingüística sostiene que la experiencia hermenéutica llega tan lejos como llegue la

disposición al diálogo entre los seres racionales.7

Por ello creo que debe prestarse atención a un grupo de conceptos que proviene particularmente

de Verdad y método y de El problema de la conciencia histórica .En primer lugar está la idea de la

toma de conciencia histórica y la interpretaciónmodernas pues al respecto afirma que la aparición

de una toma de conciencia histórica es verdaderamente la revolución más importante de las que

hemos experimentado tras la llegada de la época moderna. Añade que su contenido espiritual

5 Ibidem pp. 31-33

6 Ibidem p. 10

7Sánchez Marcos, Fernando “La influencia de la historiografía germánica en España en el decenio de 1990-1999” en

Barros, Carlos (editor) 2000 Tm. 1 pp.(129-138) p. 134-135

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sobrepasa probablemente aquel que reconocemos en las realizaciones de las ciencias naturales,

realizaciones que tan visiblemente han transformado la superficie de nuestro planeta. La

conciencia histórica que caracteriza al hombre contemporáneo es un privilegio, quizá incluso una

carga que, como tal, no ha sido impuesta a ninguna otra de las generaciones anteriores. En suma,

conciencia histórica según Gadamer es el privilegio del hombre moderno de tener plenamente

conciencia de la historicidad de todo presente y de la relatividad de todas las opiniones. Esta claro

que esta toma de conciencia histórica no permanece sin efecto sobre el actuar espiritual de

nuestros contemporáneos. Pero, de inmediato, nos ofrece dos ideas fundamentales a manejar:

tradición e interpretación.

La noción de tradición es uno de los pilares sobre los que se organiza la neohermenéutica de

Gadamer, quien avala una postura continuista y acumulativa de la tradición. Presenta una

concepción dinámica de la tradición y al mismo tiempo envolvente, las transformaciones,

innovaciones y los cambios operados en el seno de una tradición quedan incorporados, nunca

descartados. La tradición se construye sobre la memoria, sobre lo que heredamos del pasado. El

protagonismo que le atribuye a la tradición da lugar a ciertas críticas que asocian la rehabilitación

de la tradición a una postura conservadora de statu quo. Entre otras miradas cercanas a posturas

modernistas, fue Habermas en sus dos textos (traducidos al español en 1991)8 quien opuso

resistencia a la noción gadameriana sosteniendo que la autoridad que se adjudica a la tradición

cercena la posibilidad de cambios y anula la crítica. Pero esta interpretación debería ser

considerada incorrecta ya que Gadamer invita a la revisión permanente de la tradición en la que

estamos inmersos lo que comporta por cierto una mirada al crítica. Además, la actividad

hermenéutica supone, al mismo tiempo, una acción de reconocimiento de la operatividad del

pasado como de interpelación que se realiza desde el presente mismo ya que Gadamer le adjudica

a la tradición un lugar central coincidentemente con la noción de conciencia histórica efectual, es

decir, el efecto de lo que la historia provoca y de la conciencia de dicha influencia como

determinante de la comprensión. La noción gadameriana de la tradición involucra a otras dos:

memoria e historia, conjugando el pasado real, el pasado vivido y recordado tallado como memoria,

8Se trata de Escritos sobre moralidad y eticidad. Barcelona: Paidos. 1991 y Conciencia moral y acción comunitaria

Barcelona: Península. 1991

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y también aquello que pareciera no haber dejado huella. La tradición no es concebida como un

reservorio de situaciones del pasado sino determinante de nuestro presente. La tradición posibilita

el reconocimiento de nosotros mismos y de nuestro protagonismo histórico en la construcción del

presente y a la luz del futuro.9

Además Gadamer no cree que entre tradición y razón haya que suponer una oposición

incondicional e irreductible y evidentemente, se desprende de su planteamiento que la tradición se

lleva bien con el cambio.

“La tradición es esencialmente conservación, y como tal nunca deja deestar presente en los cambios históricos. Sin embargo, la conservación esun acto de la razón, aunque caracterizado por el hecho de no atraer laatención sobre sí. Esta es la razón de sean las innovaciones, los nuevosplanes, lo que aparece como única acción y resultado de la razón. peroesto es sólo aparente. Incluso cuando la vida sufre sus transformaciones

más tumultuosas, como ocurre en los tiempos revolucionarios, en mediodel aparente cambio de todas las cosas se conserva mucho más legadoantiguo de lo que nadie creería, integrándose con lo nuevo en una nuevaforma de validez. En todo caso la conservación representa una conductatal libre como la transformación y la innovación.”10

Al decir que la conciencia moderna toma –justamente como “conciencia histórica”- una posición

reflexiva en la consideración de todo aquello que es entregado por la tradición. Este

comportamiento reflexivo cara a cara de la tradición se llama interpretación, este es otro

importante concepto que se debe tomar en cuenta. Parte Gadamer del reconocimiento de una

situación de hecho, es decir del papel que la interpretación ha alcanzado en las modernas ciencias

humanas. Añade que hablamos de interpretación cuando el significado de un texto no se

comprende en un primer momento y una interpretación se hace necesaria. Es decir, una reflexión

explícita sobre las condiciones que hacen que el texto tenga tal o cual significado y tal como se la

entiende hoy se aplica no sólo a los textos y a la tradición verbal sino a todo aquello que nos ha

sido entregado por la historia. Esta generalización de la noción de interpretación remonta a una

concepción nietzcheana. Nietzche concibió que todos los enunciados que reconstruyen la razón

son susceptibles de una interpretación, ya que su sentido verdadero o real no nos llega más que

9Borsani, María Eugenia “Tradición: pasado, presente y futuro” en Barros, Carlos (editor) 2000 Tm. 1 pp.299-304) p.299-

30110

Gadamer 1991 pp. 349-350

6



asimilado y deformado por las ideologías.11 De otro lado, interpretación, comprensión y lenguaje

están relacionados debido a que el lenguaje es el medio universal en el que se realiza la

comprensión misma. Pero la forma de realización de la comprensión es la interpretación.12

Otro concepto que a mi entender está ligado a sus ideas de tradición e interpretación es lo que el

autor llama interés histórico y que refleja de qué manera su posición se aleja del historicismo

tradicional. Así dice: “El interés histórico no se orienta sólo hacia los fenómenos históricos o las

obras trasmitidas, sino que se tiene como temática secundaria el efecto de los mismos en la

historia (lo que implica también a la historia de la investigación); “13

5. Gadamer y la metodología de la historia

¿Cómo se traslada todo esto a la historiografía?. Admitiendo el fracaso del historicismo y

considerando más bien las nuevas dimensiones ontológicas que surgen de los análisis

fenomenológicos de Husserl y Heidegger, Gadamer señala que el conocimiento histórico no puede

ser descrito según el modelo de un conocimiento objetivista ya que él mismo es un proceso que

tiene todas las características de un acontecimiento histórico. Así establecida su separación del

historicismo tradicional apela, como ya se ha dicho, a lo que más bien llama sentido histórico, esto

es, la disponibilidad y el talento del historiador para comprender el pasado, quizá incluso exótico, a

partir del contexto propio desde donde él se encuentra. Tener sentido histórico significa pensar

expresamente en el horizonte histórico que es co-extensivo con la vida que vivimos y que hemos

vivido.14 Pero también utiliza el concepto de historia efectual que alude al efecto de los fenómenos

históricos o las obras historiográficas en la historia. El verdadero objeto de la historia según

Gadamer es una relación en la que la realidad de la historia persiste igual que la realidad del

comprender histórico.15

Lo que está proponiéndonos es una nueva metodología histórica basada en la autorreflexión y por

ello comienza señalando que:

11Gadamer, Hans-Georg El problema de la conciencia histórica. Editorial Tecnos. Madrid. 1993 p. 41 y ss.

12Gadamer 1991 p. 467

13 Ibidem 370

14Gadamer 1993 pp. 42-43 y 95

15Gadamer 1991 pp. 370

7



“El metodologismo ingenuo de la investigación histórica ya no domina soloel campo. El progreso de la investigación ya no se entiende en todas partesúnicamente como expansión y penetración en nuevos ámbitos omateriales, sino que en vez de esto se atiende más bien a la configuraciónde etapas de reflexión más depuradas dentro de los correspondientesplanteamientos [...] Pero junto a ello empieza a entreverse una concienciahermenéutica que se vuelve hacia la investigación con un interés másautorreflexivo.”16

Para el quehacer historiográfico también resulta sumamente valioso su concepto de “fusión de

horizontes” puesto que cobra sentido en el contexto de la indagación acerca de la posibilidad real

de entendimiento entre sujetos separados por la distancia temporal y por su modo específico de

ser en el mundo, es decir, por su existencia irreductible a cualquier otra. El concepto de horizonte

se hace interesante porque expresa esa panorámica más amplia que debe alcanzar el que

comprende. Porque ganar un horizonte quiere decir siempre aprender a ver más allá de lo cercano

y de lo muy cercano, no desatenderlo sino precisamente verlo mejor integrándolo en un todo más

grande y en patrones más correctos.17

6. Koselleck y la historia conceptual

Se ha llamado la atención sobre los que han sido llamados polos emergentes de la historiografía

del siglo XX. Una historiografía sin lugar a dudas de carácter social, en el sentido más actual del

término pues como ha dicho Meter Burke, toda historia es por definición, social. Así, las nuevas

tendencias serían las siguientes:

1. La nueva historiografía rusa, alimentada por el marxismo pero opuesta a las "simplificaciones y

vulgarización" del marxismo soviético, se ha desplegado en el campo de la antropología histórica.

Desde los cincuentas estuvo atenta al desarrollo de la corriente de los Annales y tomando en

cuenta los trabajos de Mijail Bajtin. Algunos de sus representantes serían Yuri Bessmertinij y

Aaron Gurevich, siendo el anuario Odysseus su medio de expresión 2. La nueva historia social

alemana (Neue Sozial Geschichte). Esta historiografía ha empezado a producir trabajos en la

denominada "historia conceptual". Representantes de esta nueva historiografía social alemana

pueden considerarse a Reinhart Koselleck y a Jurgen Köcka. Este último ha escrito Nueva historia

16 Gadamer, 1991 p.35417

Sánchez Marcos Op. cit. pp.(129-138) p. 135

8



social y conciencia histórica. En general, esta historiografía recoge la herencia de la Escuela de

Franckfurt, Simmel, Marx, Weber o Norbert Elias pero está abierta al debate y la recuperación

crítica de los aportes de los Annales, la microhistoria italiana, la historia de la vida cotidiana o la

historiografía socialista británica. 3. La historia regional latinoamericana caracterizada por una

abundante y variada producción de alta calidad pero con carencias en el orden de la reflexión

teórica.18

Cuando Gadamer explicitaba su noción de pensar históricamente habría la puerta a la historia

llamada conceptual. Vamos a referirnos brevemente a ella y partamos de la noción gadameriana

que se acaba de mencionar: “Pensar históricamente quiere decir en realidad realizar la

transformación que les acontece a los conceptos del pasado cuando intentamos pensar en ellos.

Pensar históricamente entraña en consecuencia siempre una mediación entre dichos conceptos y

el propio pensar.”19

a) Planteamientos de Koselleck

Discípulo de Gadamer, Reinhart Koselleck se nutrió, en parte, de las líneas directrices de la

neohermenéutica y de la ontología de Heidegger. en sus estudios historiográficos. Presenta una

estructura del tiempo en la que el pasado y el presente intervienen de forma conjunta. Es decir que

organiza tanto un nuevo marco categorial para dar cuenta del tiempo histórico y diseña conceptos

tales como: espacio de experiencia para referirse a los fenómenos acontecidos y horizonte de

expectativas en relación al futuro. Acuña el término histórica para dar cuenta de la doctrina de las

condiciones de posibilidad de las historias particulares. Histórica es una noción que se orienta a la

formulación de condiciones metahistóricas que colaboran en la comprensión e investigación de

posibles historias.20

La corriente de la historia conceptual denominada en alemán Begriffgeschichte, posee una

impronta sociológica pues ya desde 1967 se hablaba de la relación de convergencia entre la

18Aguirre Rojas, Carlos A. Pensamiento historiográfico e historiografía del siglo XX. Ensayos introductorios. Rosario:

prohistoria & manuel suárez- editor. 2000 pp. 124-12819 Gadamer 1991 pp. 476-47720

Borsani, Op. cit. p.302

9



historia de los conceptos y la historia de la sociedad.21 Koselleck, autor de Futuro y Pasado. Para

una semántica de los tiempos históricos (aparecida en 1979 y traducida al español en 1993)

sostiene que, para el ámbito de la lengua alemana, se puede mostrar que, desde 1970

aproximadamente, surgieron una cantidad de nuevos significados para palabras antiguas y

neologismos que modificaron, junto con la economía lingüística, todo el ámbito social y político de

la experiencia y fijaron un nuevo horizonte de espera. Según este enfoque, los conceptos son

registros de la realidad y, a la vez, factores de cambio de la misma y que con cada concepto se

establecen determinados horizontes, pero también límites para la experiencia posible y para la

experiencia pensable. Por esto, la historia de los conceptos puede proporcionar conocimientos que

desde el simple análisis objetivo no se tomarían en consideración.22 Pero entiende que si bien la

historia conceptual supera y trasciende a la historia social en la medida que articula redes

significativas de largo plazo es, al mismo tiempo, deficitaria respecto de ésta debido a que nunca la

agota ya que los hechos sociales y la trama extralingüística rebasan al lenguaje en la medida de

que la realización de una acción excede siempre su mera enunciación o representación simbólica.

Por esa razón un concepto, en tanto cristalización de experiencias históricas, puede eventualmente

alterarse, frustrar las expectativas vivenciales en él sedimentadas ganando así nuevos

significados.23

Según Koselleck en un concepto se encuentran siempre sedimentados sentidos correspondientes

a épocas y circunstancias de enunciación diversas que se ponen en juego en cada uno de sus

usos efectivos. Por lo tanto, lo que define a un concepto es su capacidad de trascender desde su

contexto originario y proyectarse en el tiempo. En la medida en que sirven para articular

significativamente las diversas experiencias sociales, que forman redes discursivas que cruzan las

épocas y trascienden las esferas de sociabilidad inmediata, los conceptos tienen una función

interpretativa ya que servirán de indicadores de las variaciones estructurales y, al mismo tiempo,

uno de los factores de su constitución.

21Relacionada a los planteamientos del historiador Reinhart Koselleck además de otros textos tiene que ver con la

publicación del Léxico histórico del lenguaje polítgico-social en Alemania editado bajo la dirección de Brunner, Conze yKoselleck entre 1972 y 1992.22

Sánchez Marcos Op. cit . pp. 131-13223

Palti Op. cit. pp.18

10



Los conceptos proveen a los actores sociales las herramientas para comprender el sentido de su

accionar, elevan la experiencia cruda, la pura percepción de hechos y acontecimientos en

experiencia vivida. De esta forma conectan entre sí las diversas vivencias en unidades de sentido,

actúan de soporte para sus conexiones estructurales. De su noción de que el mundo está

interpretado por el lenguaje parte la distinción entre historia de las ideas (o palabras) e historia de

los conceptos. Señala, en primer lugar que, entre ideas e historia hay solo un vínculo externo. Las

ideas son “eternas” por definición ya que su aparición o desaparición es eventual y marca una

característica externa a ellas. Por consiguiente, el análisis histórico de las mismas solo verifica su

presencia o no en un contexto particular pero no informa acerca de su significado y de las

alteraciones operadas en el mismo. En cambio, cuando una palabra o idea se carga de

connotaciones particulares diversas se convierte en un “concepto” en la medida que condensa una

experiencia histórica articulará redes semánticas.24

De esta forma -siguiendo a Koselleck- es posible señalar que la historia posee una bilateralidad

puesto que alude a los nexos entre acontecimientos como a su representación.25

El vínculo de estas nociones con la teoría lingüística es tan evidente como que Ricoeur reconoce el

carácter esclarecedor de las nociones de espacio de experiencia y horizonte de expectativa de

Koselleck. Añade que las esperas o expectativas deben ser determinadas, es decir finitas para no

convertirse en utopías y además deben suscitar un compromiso responsable. Ese horizonte de

espera debe ser acercado al presente a través de un escalonamiento de proyectos intermedios

posibles de realizar. Lo mismo que Gadamer cree en la reapertura del pasado, en su caso

reavivando las potencialidades incumplidas o destrozadas.26

En cuanto al hiato que separa realizaciones y expectativas. Koselleck ofrece dos respuestas: la

primera remite a la existencia de pluralidad de actores en la historia, lo que hace que la resultante

nunca coincida exactamente con las expectativas particulares de ninguno de ellos. Esta respuesta

–dice Palti- supone, sin embargo, un concepto “débil” de la contingencia histórica. La segunda

recoge un motivo heideggeriano presente antes en Dilthey: la posibilidad del olvido, quiebras en la

memoria colectiva (es decir que los contenidos ideales de la conciencia no están siempre

24 Palti Op. cit. pp. 14-1625 Ibidem. 19 supra y nota 2426

Borsani Op. cit. p.302

11



disponibles a los sujetos). Este olvido será también para Koselleck una condición esencial de

nuestra existencia, inherente a la historia humana por lo que toda ganancia de experiencia supone

al mismo tiempo una pérdida.27

La quiebra del pensamiento evolucionista, producido a finales del XIX transformó los conceptos de

la temporalidad y, asimismo, los modos de comprensión de la subjetividad. El ego fenomenológico

neokantiano será ahorala fuente del cambio, el que introduce la contingencia en la historia. Solo la

acción intencional quiebra la repetibilidad de la historia y da sentido a la expresión “hacer la

historia” y así surge un nuevo concepto de subjetividad que a su vez se constituye en uno de los

soportes del pensamiento de Koselleck.28

Tiene Koselleck una teoría general sobre las formas de la experiencia histórica. Ellas no se

relacionan con ninguna época en particular sino con condiciones a priori de la inteligibilidad

histórica remiten entonces al plano de las determinaciones antropológicas y, en última instancia

biológicas. Con este enfoque define tres metodologías históricas fundamentales encarnadas en

Heródoto, Polibio y Tucídides y que se repiten en los más diversos contextos históricos y

conceptuales. Cada una nace de las distintas formas humanas posibles de relacionarse con las

estructuras de la temporalidad enraizadas en condiciones establecidas a un nivel biológico y que

expresan, a su vez, tres maneras diferenciadas de adquisición y pérdida de conocimiento.

Koselleck retoma la categorización braudeliana de corta, media y larga duración pero buscando

sus fundamentos antropológicos últimos. Así el corto plazo expresa un modo inmediato de

experimentar la sucesión de los acontecimientos, propia de los contemporáneos, en su

singularidad e irrepetibilidad. El método que corresponde es el de “la historia que se registra” a la

vez que constituye la forma básica y originaria de la conciencia histórica. El mediano plazo se liga

a la experiencia generacional que permite descubrir patrones y recurrencias entre fenómenos

diversos determinados por condiciones estructurales más o menos estables en el tiempo. Solo

aquí se puede hablar de un proceso de aprendizaje o ganancia de experiencia. El método es el de

“la historia que se desarrolla” que permite conjugar experiencias dispares a un nivel superior de

agregación y descubrir reglas de sucesión diacrónica. El largo plazo remite más bien a las formas

27 Palti Op. cit. pp. 28-2928 Ibidem p. 23

12



intergeneracionales de adquisición de conocimiento pero también de pérdida del mismo lo que

permite observar cómo las propias condiciones estructurales se modifican. El método es el de “la

historia que se reescribe” que permite descubrir la yuxtaposición e imbricación de factores

heterogéneos que dan lugar a transformaciones epocales en las formas de la experiencia.29

b) Los fundamentos y la metodología de su Historia conceptual

Las ideas de Koselleck se corresponden muy bien con el ámbito académico alemán neokantiano

en el que se formó este historiador de tal manera que retoma la preocupación de Wilhelm Dilthey

quien, entre fines del siglo XIX y comienzos del XX, se propuso una crítica de la razón histórica

para completar el esfuerzo iniciado por Kant. Koselleck tamiza esta herencia con el llamado “giro

lingüístico” considerado por el propio Gadamer y de esta forma considerará que el mundo está

siempre interpretado por el lenguaje.

Otra vertiente que le permitió tamizar el pensamiento de Dilthey fue la tradición de inspiración

heideggeriana que todavía después de la segunda guerra siguió siendo influyente en el ámbito

universitario alemán.30

Para este autor las nociones de espacio (ámbito) de experiencia y horizonte de expectativa o de

espera son categorías del conocimiento que ayudan a fundamentar la posibilidad de una historia

puesto que no existe ninguna historia que no se haya constituido mediante las experiencias y

esperanzas de personas concretas. La historia se juega en la tensión entre experiencia (pasado

“presentizado” en el que se funden racionalidad y comportamiento inconsciente) y expectativas de

futuro (donde se anticipa y “presentiza” el futuro) de forma condicionada por un contexto social.31

En 1967 define su proyecto metodológico de historia conceptual en base a las siguientes

preguntas: ¿hasta qué punto era común el uso del término estudiado?, ¿su sentido era objeto de

discusión?, ¿cuál era el espectro social de su uso?, ¿en qué contextos aparece?, ¿a qué otros

términos aparece ligado, ya sea como su complemento o como su opuesto?, ¿quién emplea el

término y para qué propósitos, a quién se dirige?, por cuánto tiempo estuvo en uso?, cuál era el

29Ibidem pp.29-3130

Ibidem pp. 10-14 y 2431 Sánchez MarcosOp. cit. p. 136

13



valor del término dentro de la estructura del lenguaje político y social de la época?, ¿con qué otros

términos se superpone?, con el tiempo ¿converge con otros términos?32

c) La Crítica y crisis...de Koselleck

Su tesis doctoral, terminada en 1954 y publicada en 1959 en Friburgo. se conoció en español como

Crítica y crisis en el mundo burgués es considerada su obra fundamental y un clásico en la

historiografía contemporánea de las ideas.33 pues no solo presenta el marco para comprender el

origen y el sentido de su proyecto de una historia de los conceptos sino que se refiere a la etapa

que considera formativa de la modernidad y que llama Sattelzeit.

Analiza el tipo de dialéctica que se establece entre el proceso de surgimiento de las filosofías

modernas de la historia (en las que se plasma la idea moderna de progreso) y la crisis del sistema

absolutista que acompaña la progresiva afirmación del mundo burgués. Esa dialéctica es vista

como una secuencia interrelacionada de fenómenos. Puntualiza que las premisas de la crítica

ilustrada que llevaría a la crisis y disolución del Estado absolutista se encuentran, paradójicamente,

en la estructura del absolutismo.34

Establece así Koselleck lo que considera la idea moderna de la historia. La era de las

exploraciones que abre el horizonte europeo a la diversidad y el progreso tecnológico

desencadenan la crisis del concepto pedagógico de la historia. Ambos fenómenos combinados –

añade el autor- proporcionan el sustrato histórico para la gestación de la idea moderna del

progreso. A partir de ello se considerará que el tiempo tiene una direccionalidad que imposibilitaría

mantener la antigua idea de la iterabillidad de la historia.35 El futuro ya no será legible en las

experiencias del pasado. Sin embargo, para Koselleck el hecho que realmente produjo la quiebra

de la idea premoderna de la historia fue la Revolución de 1789. Con ella emergerá una nueva

perspectiva histórica que afirmó la “constructibilidad” de la historia. La temporalidad deviene en una

dimensión inmanente, algo que los sujetos desencadenan con su mismo accionar. La premisa para

32Publicó el manifiesto “Richtlinien für das Lexikon politisch-sozialer Begriffe der Neuzeit” en Archiv für Begriffgeschichte 11

1967 (pp. 81-99). Palti Op. cit. p.10 infra33

Koselleck, R. Crítica y crisis en el mundo burgués. Madrid, Rialp 196534

Palti Op. cit. p.2435 Iterabilidad en este caso quiere decir que se repiten las mismas situaciones básicas. Esta era una de las característicasde la noción premoderna de la historia ya que solo así se podrían inferir leyes generales aplicables a toda época.

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el conocimiento histórico ya no es la repetibilidad, que permite la predicción racional, sino la propia

manipulabilidad de los hechos que impide iterabilidad.

La historia será concebida con las siguientes características fundamentales:

1. Aparece la idea de la historia como colectivo singular, un sistema que engloba y unifica a

las historias particulares. La Historia se convierte en un concepto reflexivo, en sujeto y

objeto de sí misma (en sí y para sí).

2. El tiempo histórico se vuelve irreversible y creativo y adquiere la cualidad de generar

experiencia. Dicha experiencia, aplicada retrospectivamente, permite siempre ver al

pasado de una manera distinta y renovada. Surge la idea de la relatividad de la historia y la

misma noción de progreso hará que los valores principios con los que juzgamos el pasado

se modifiquen necesariamente con el tiempo

3. La temporalización de la historia permitió ubicar en un orden secuencial la diversidad

cultural revelada por la expansión ultramarina, es decir, situar diacrónicamente aquello que

aparece sincrónicamente. Junto con ello, la idea de progreso permite establecer un antes y

un después atrbuir a cada fenómeno su lugar en la lógica del desarrollo inmanente de la

Historia.

4. En la medida de que la temporalización de las estructuras históricas impide las

generalizaciones y extrapolaciones entre épocas diferentes, la idea de ley histórica solo

podrá remitirse a las formas vacías de la temporalidad, a las condiciones transhistóricas

del cambio.

Para entender mejor este último punto hay que tomar en cuenta las categorías consideradas por

Koselleck para definir las formas propiamente históricas de la temporalidad: espacio de experiencia

y horizonte de expectativas. Ellas indican los diversos modos posibles de articular presente,

pasado y futuro. El distanciamiento progresivo entre espacio de experiencia y horizonte de

expectativas determina la aceleración del tiempo histórico, marca característica de la modernidad.36

Koselleck plantea una crítica acerca de la interpretación de la modernidad y, para hacerlo, retoma

la tesis de Karl Löwith quien en 1949 denunció el mito de la modernidad como autofundación

36 Ibidem pp.20-22

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soberana de la razón. Koselleck insiste en la ruptura epocal que significó el arribo de la modernidad

y, siguiendo a Hans Blumenberg quien había negado la secularización y la continuidad entre la

modernidad y las épocas precedentes, señalará que las articulaciones entre los distintos períodos

se sitúan exclusivamente en el plano de las estructuras formales de la historia. Opone al

determinismo de las tradiciones y nociones heredadas el carácter creativo de la acción subjetiva e

inversamente, a la ilusión de una autodeterminación radical del sujeto, que conduce a otra forma

de determinismo, opone la existencia de estructuras objetivas de largo plazo que limitan la gama

de actitudes y orientaciones históricamente disponibles a un sujeto dado.37

Señala que “Los modos más habituales en que los historiadores tratan el tiempo se agrupan en

torno a dos polos. En uno de ellos el tiempo es representado linealmente, algo así como un hilo

temporal, ya sea teleológicamente o con un futuro abierto. En el otro, el tiempo es pensado como

algo recurrente y circular [...] De ambos modelos se puede decir que son insuficientes pues toda

secuencia histórica contiene tanto elementos lineales como elementos recurrentes.38

d) Unicidad y repetición del tiempo

Aquí se puede apreciar la visión de Kosselleck discutiendo y profundizando las perspectivas

aportadas por la nueva historiografía del siglo XX y la forma en que hace ingresar el tema de la

subjetividad, la relatividad y su propia idea del cambio histórico:

“El primer dato de experiencia cuando se pregunta por el tiempo en losprocesos históricos, es por supuesto, la unicidad. Los acontecimientos sonvividos en un primer momento como sorprendentes e irreversibles, de loque cualquiera tiene experiencia en su propia biografía [...] las sucesionesúnicas vinculadas con acontecimientos pueden ser enumeradaslinealmente y sobre dicha línea cabe registrar todas las innovaciones. Elprogreso es pensable y posible porque el tiempo, en la medida de quediscurre como sucesión de acontecimientos únicos, también liberainnovaciones que pueden interpretarse progresivamente.”39

Sin embargo, considera que la idea de repetición resulta fundamental y, a mi juicio, constituye

también una versión peculiar seguramente enraizada en la noción de tradición de Gadamer,

37 Ibidem pp. 27-2838 Koselleck, R.Los estratos del tiempo: estudios sobre la historia. Barcelona-Buenos Aires-México. Paidos I.C.E./ U.A.B.2001. Traducción de Daniel Innerarity e introducción de Elías Palti p. 3539 Ibidem pp. 36-37

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particularmente si se toma en cuenta que para referirse a la repetición histórica parte de una

reflexión sobre el lenguaje:

“Pero esta unicidad es sólo la mitad de la verdad, ya que toda la historiadescansa al mismo tiempo sobre estructuras de repetición que no seagotan en la unicidad [...] Sin retorno de lo mismo –al menos de lo análogoen la planificación- y sin organización es imposible realizar acontecimientosúnicos [...] Para que un acto único de habla sea comprensible, todo elpatrimonio lingüístico ha de permanecer a disposición como algo dado. Losactos únicos de habla se apoyan por tanto en la recurrencia del lenguaje,que es actualizado una y otra vez en el momento de hablar y que semodifica a sí mismo lentamente, [...] las estructuras de la repeticiónadquieren el carácter de la unicidad: en la medida de que se muestrancomo modificables [...] no solamente los acontecimientos repentinos yúnicos llevan a cabo modificaciones; también las estructuras de largaduración – que parecen estáticas pero que también cambian- posibilitan lasmodificaciones.”40

De esta manera nos define al tiempo histórico como único y repetitivo, a la vez pero dentro de una

continuidad que permite encontrar el sentido y las diferencias de los acontecimientos, tomando en

cuenta la idea de “lo nuevo”:

“Experimentar una sorpresa significa que algo sucede de distinta manerade cómo se había pensado [...] De repente se está ante un novum, esdecir, ante un minimum temporal que se genera entre el antes y eldespués. El continuo que une la experiencia anterior y la expectativa de loque vendrá se rompe y debe constituirse nuevamente [...] El gremio de loshistoriadores no pregunta sólo por lo que ocurrió en su unicidad, sinotambién cómo pudo suceder. En esta medida busca los motivos, cuya

fuerza probatoria reside en su repetibilidad. La unicidad sólo puede ser hecha plausible por motivos cuando éstos se repiten [...] a la experienciaúnica de una sorpresa se añade un saber creciente acerca de lasposibilidades de tales sorpresas únicas.”41

Se ha dicho que en el pensamiento de Koselleck se puede encontrar un modelo biológico-

antropológico para la historia, particularmente por su propuesta acerca de las unidades individuales

y generacionales a la hora de tocar el asunto de las experiencias históricas.

e) Las unidades individuales y generacionalesAl respecto, consideremos el asunto de las unidades individuales y generacionales que se apoya

en el hecho simple de la finitud biológica y de la contemporaneidad de los individuos que

conforman una generación.

40 Ibidem pp. 36-3741 Ibidem pp. 39-40

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“...los tiempos históricos se apoyan en finitudes biológicas. La experienciaacumulada y la capacidad de procesar las experiencias únicas constituyenun patrimonio finito, distendido entre el nacimiento y la muerte de unhombre, y que no puede extenderse ilimitadamente ni sobrecargarse enexceso. Un hombre solo no puede procesarlo todo. En esto consiste ladeterminación individual de cada generación, que se puede extender fácilmente a los que viven en el mismo tiempo, cuyas disposicionessociales y experiencias políticas se parecen entre sí. De este modo seestablecen las unidades generacionales.”42

Pero Koselleck va más allá y plantea la cuestión de las unidades intergeneracionales de la manera

siguiente:

“Hay tiempos históricos que sobrepasan la experiencia de individuos ygeneraciones. En este caso se trata de depósitos de experiencia queestaban disponibles antes de las generaciones contemporáneas y queseguirán actuando muy probablemente tras las generacionescontemporáneas [...] Existen, no obstante, numerosas posibilidades de

repetición que van más allá de una generación y alcanzan a la sucesiónempírica de las generaciones, en la medida en que pueden entenderseoralmente entre sí. Estos fenómenos que rebasan lo cotidiano puedendenominarse “trascendentes” [...] las explicaciones posibles -de largaduración, que se repiten y sólo cambian de manera latente- se podríancaracterizar como trascendentes respecto de todos los datos empíricos [...]en el sentido de que rebasan los límites de las generaciones presentes.”43

La adquisición de las experiencias históricas –dice Koselleck- está ligada a la narratividad porque

toda historia trata, directa o indirectamente, de experiencias propias o ajenas. Por eso cabe

suponer que los modos de contar las historias o elaborarlas metodológicamente pueden referirse a

los modos de hacer, recoger o modificar experiencias. Cada adquisición y modificación de la

experiencia se despliega en el tiempo de modo que de ahí surge una historia.44 Entonces se ve

cuánto se hace necesario el método histórico pues el quehacer historiográfico permite a los

hombres incrementar su propia experiencia histórica: “Los hombres son olvidadizos y tienden

fácilmente a hacer valer sus propias vivencias como únicas fuentes de su experiencia. Para poder

hablar de incremento de experiencia se necesita el método histórico que ordene sistemáticamente

el curso diacrónico.45

f) Tipos de experiencia histórica42

Ibidem p.4043

Ibidem pp. 41-4244 Ibidem p. 5045 Ibidem p. 63

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Visto lo anterior estamos ahora en situación de poder mencionar a los diversos tipos de experiencia

histórica contemplados por Koselleck, a saber:

1.Originaria. Es singular e irrepetible. Se trata de la que se instala por sorpresa. Contenida en la

adquisición de conocimiento ocasionada por una sorpresa en aquella diferencia temporal mínima

entre el antes y el después o entre el demasiado pronto y el demasiado tarde. Un modo de

expedrimentar que es vivido y sufrido de nuevo por cada hombre consciente o inconscientemente.

Este modo de experimentar impresiona a la persona singular.

2. Repetitiva. Experiencias que se recogen y son el resultado de un proceso de acumulación en la

medida en que se confirman o se asientan corrigiéndose entre sí. El espacio temporal mínimo se

estiende a los períodos que configuran la vida, la modifican o estabilizan en el itinerario que va

desde el nacimiento hasta la muerte. Los espacios de tiempo de estas experiencias son en gran

medida específicos de una generación y se sigue al hecho biológico de que toda vida individual

está marcada por la diferencia temporal entre los padres y los hijos.

Si es verdad que los movimientos de la experiencia política son percibidos y procesados de distinta

manera según la edad o la posición social también es cierto que los acontecimientos políticos

evocan en todos algo común mínimo por encima de las diferencias de edad, de modo que se

puede hablar de unidades generacionales políticas por encima de la generación biológica y social.

Por eso es que existen umbrales y plazos de experiencia que, una vez institucionalizados o

superados, establecen una historia común.

3. De largo plazo. Se trata de cambios de experiencias de una duración o un ritmo tal que nadie se

siente afectado y desplaza las experiencias generacionalmente asentadas o adormecidas. Estos

procesos a largo plazo actúan en todo conflicto o contribuyen a provocarlo, permanecen presentes

como experiencias de trasfondo. Se trata de un cambio de sistema que va más allá de una persona

o una generación del que somos conscientes retrospectivamente gracias a la reflexión histórica.

Es estrictamente diacrónico ya que se inscribe en secuencias que rebasan a una sola generación y

escapa a la experiencia inmediata.46

46Ibidem pp. 50-54

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Como se ha podido apreciar Kosselleck plantea toda una reflexión acerca del conocimiento y la

metodología de la historia convirtiéndose en un historiador bastante completo y que abre

interesantes perspectivas para el quehacer histórico.

7. La prospectiva histórica

Finalmente, de manera muy apretada voy a señalar unas cuantas ideas acerca de la denominada

“prospectiva histórica”, que a falta de otra denominación calificaremos de tendencia historiográfica

pero que indudablemente tiene que ver con el concepto de horizonte de expectativas. La

prospectiva histórica nació después de la finalización de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo,

Bloch al parecer se hubiera adelantado si hubiese terminado su Apología de la Historia ya que

entre sus apuntes se encontró el bosquejo de un capítulo más, el séptimo, bajo el título de “El

problema de [la] previsión”. E. H. Carr en su libro What is History? 47se refirió al papel

desempeñado por el pronóstico en la historia respondiendo de esta manera a la observación

acerca del carácter científico de la historia puesto que de ella no era posible aprender lección

alguna. Para Carr el asunto del pronóstico histórico debería encararse distinguiendo entre lo

general y lo específico; entre lo universal y lo singular. La imposibilidad de la historia para prever lo

particular no niega que, por el contrario, las inferencias que se puedan hacer desde la historia

sirvan para orientar el futuro. A mediados de los setentas Pierre Chaunu publicó su libro De la

historia a la prospectiva48 y partiendo de la constatación de una ignorancia recíproca entre la

historia y la prospectiva añade que se hace necesario vencer dicho desconocimiento pero bajo el

supuesto que la historia no podía pretender constituirse por sí misma en proyección y a fortiori en

prospectiva. Plantea una prospectiva global que implicaba el “desenrollado” de la historia, su

carácter total o global e integrada en las ciencias del hombre. Una prospectiva histórica de tal

índole serviría para rectificar o reducir los proyectos infantiles, prisioneros del tiempo corto. A

finales de los setentas R. Koselleck rescató el planteamiento de Lorenz von Stein, un autor del

siglo XIX quien en 1850 había sostenido que a la historia le era posible predecir el porvenir siempre

y cuando no se pretendiera profetizar lo particular. De la misma manera, toma en cuenta a Droysen

47Libro editado en 1961 fue la recopilación de una serie de conferencias pronunciadas en la universidad de Cambridge. Su

versión en español data de.....48

Chaunu, Pierre De l’historie a la prospective. París:Editions Robert Laffont, 1975.

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y Marx quienes sacaban de la historia su impulso para intentar influir en un futuro en función de sus

diagnósticos históricos.49

49Navajas, Carlos “De la historia del pasado a la historia del tiempo” en Barros, Carlos (editor) 2000 Tm. 1 (pp.327-340)

p.329 y ss.

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gadamer y su influencia en la historiografía actual

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