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D L A A P T I T U D R E C R E A T I V A D E L A S P L A Y A S D EM É X I C O : U N A M E T O D O L O G Í A D E E V A L U A C I Ó N
D E L O R D E N A M I E N T O E C O L Ó G I C O C O M U N I T A R I O
D S I S T E M A S D E I N F O R M A C I Ó N G E O G R Á F I C A ,P E R C E P C I Ó N R E M O T A Y C O M U N I D A D E S
F O R E S T A L E S
I N E - S E M A R N A T M É X I C O
N Ú M E R O 6 8 • M É X I C O • 2 0 0 3 • $ 4 2
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D E L O R D E N Y L A N A T U R A L E Z AE N T R E L O S C O M C Á A C
D I N F O R M A C I Ó N E I N V E S T I G A C I Ó N S O B R E S U E L O S
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Las comunidades vegetales deMéxicoFrancisco González Medrano
Avances de México en materia decambio climático 2001-2002. INE
Tipología socioeconómicade la actividad agrícola: unaherramienta de síntesis parael ordenamiento ecológicoJosefina Gabriel Morales
Conservación de ecosistemas demontaña en MéxicoÓscar Sánchez, Ernesto Vega,Octavio Monroy-Vilchisy Carmen Donovarros-Aguilar(editores)(ya se encuentra disponible enformato electrónico)
Ríos, costas y mares. Hacia unanálisis integrado de las regioneshidrológicas de México
Alejandro Toledo
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Memorias del Primer EncuentroInternacional de Derecho Ambiental
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Manual para la evaluación deriesgos ambientales
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El bambú y el medio ambienteRafael Guillaumin F.
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POR LA SECRETARÍA DE ECOLOGÍA
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RESIDUOS SÓLIDOS
ECOTURISMO
EDUCACIÓN AMBIENTAL
ESTADÍSTICAS
GACETA ECOLÓGICAPublicación trimestralINE-SEMARNAT. México
Nueva época € Número 68 € 2003Trimestre: julio-septiembre
ISSN 1405-2849
ALBERTO CÁRDENAS JIMÉNEZ
Secretario de Medio Ambientey Recursos Naturales (SEMARNAT)
EXEQUIEL EZCURRA
Presidente del Instituto Nacionalde Ecología-SEMARNAT
IRMA P ÍA GONZÁLEZ LUNA
Coordinadora Generalde Comunicación Social-SEMARNAT
AQUILINO VÁZQUEZ GARCÍA
Director Ejecutivo de AsuntosJurídicos y Enlace InstitucionalInstituto Nacional de Ecología-SEMARNAT
CONSEJO EDITORIAL
Juan ÁlvarezCámara Nacional de la Industriade la Transformación
Juan Antonio CuéllarCámara de la Industriade la Transformación
Luis Manuel GuerraInstituto Autónomode Investigaciones Ecológicas
Sergio GuevaraInstituto de Ecología, Xalapa
Hans HerrmannComisión Ambientalde Norteamérica
Enrique LeffPrograma de Naciones Unidaspara el Medio Ambiente
Iván RestrepoCentro de Ecología y Desarrollo
Carlos SandovalConsejo Nacionalde Industriales Ecologistas
Víctor Manuel ToledoCentro de Ecología, UNAM
Raúl TornelConfederación de CámarasIndustriales de los EstadosUnidos Mexicanos
Editor: Raúl Marcó del Pont Lalli
Tipografía, diseño y cuidadode la producción:Raúl Marcó del Pont Lalli
Corrección de estilo:Eduardo Chagoya
El ordenamiento ecológico: conceptos y experiencias
HELENA COTLER
Breve introducción a los temas abordados en este número de la Gaceta
ecológica dedicado al ordenamiento y la conservación de ecosistemas.
El ordenamiento ecológico comunitario: unaalternativa de planeación participativa en elcontexto de la política ambiental de México
GERARDO NEGRETE Y GERARDO BOCCO
La necesidad de contar con esquemas de planeación para un
desarrollo local armónico requiere el uso y manejo de instrumentos
de política ambiental, como el Ordenamiento ecológico comunitario
participativo, aquí descrito con respecto, principalmente, a su
aplicación en áreas naturales protegidas.
Des-cubriendo...el orden, la naturaleza y
el territorio comcáac
DIANA LUQUE Y GABRIELA H. DOODE
Descripción de la puesta en marcha del ordenamiento ecológico
en la región indígena seri, en el noroeste mexicano, que sirve para
ilustrar y reflexionar sobre la forma especial que adquiere el encuentro
de la ciencia occidental y el conocimiento y la cultura indígena durante
la aplicación de uno de los instrumentos centrales de la política
ambiental.
El uso de la información edáfica en los estudiosambientales
HELENA COTLER
La ciencia del suelo ha ido evolucionando desde los levantamientos
tradicionales hasta llegar a la generación de información específica y
el uso de la percepción remota y a sistemas de información geográfi-
ca. En el presente artículo se plantean las necesidades y el tipo de
investigación edáfica que son necesarios en México.
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33
23
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Diseño de portada: Álvaro Figueroa
Fotos de portada y cuartade forros: Claudio Contreras Koob
Certificado de licitudde título: 9624
Certificado de licitudde contenido: 6709
Certificado de reserva de losderechos al uso exclusivodel título y del contenido:04-2001-081414250000-102
Derechos reservados: Secretaría deMedio Ambiente y RecursosNaturales-Instituto Nacionalde Ecología. Esta edición constade 1,000 ejemplares.
Se debe citar la fuente toda vez quese reproduzcan total o parcialmentecualesquiera de los materiales incluidosen este número. Los artículos nofirmados son responsabilidad deleditor. Los derechos sobre los artículosson de los autores.
DIGITALIZACIÓN, NEGATIVOS,IMPRESIÓN Y ACABADOS:Jiménez Editores e Impresores, S.A.,conforme a los términos de la invita-ción restringida del Instituto Nacionalde Ecología INE/IR-10/2003.
Para informes sobre suscripciones ydistribución, comunicarse al correoelectrónico: [email protected].
Este número y los anteriores de laGaceta ecológica (a excepción de losnúmeros 1, 3, 4, 30, 33, 34, 35, 36,37 y 40 que están agotados) puedenobtenerse en el Instituto Nacional deEcología. Periférico sur 5000, Anexo,Col. Insurgentes Cuicuilco, C.P.04530. Deleg. Coyoacán, México,D.F. Tel.: (55) 54 24 64 35,fax: (55) 54 24 52 41.
Foto de portada: Costas de isla Isabel,Nayarit.
Cuarta de forros: Mujeres purépechas.
Los sistemas de información geográfica y la
percepción remota. Herramientas integradaspara los planes de manejo en comunidades forestales
FERNANDO ROSETE Y GERARDO BOCCO
La realización de un plan integral del manejo de los recursos
naturales de una comunidad específica supone el conocimiento
de los aspectos espacial y temporal de estos recursos. Varias son
las herramientas disponibles para poder desarrollar este tipo de
planes: unas son conceptuales y otras son técnicas. Este artículo las
revista.
Criterios para evaluar la aptitud recreativa de las playas
en México: una propuesta metodológica
GILBERTO ENRÍQUEZ
El autor propone una aproximación metodológica para evaluar las
actividades recreativas que pueden desarrollarse apropiadamente en
una playa con base en sus características biofísicas y en los requeri-
mientos de cada actividad propuesta.
Carl Troll y la ecología del paisaje
GERARDO BOCCO
Semblanza de este geográfo y ecológo alemán que en 1938
introdujo en 1938 el concepto de ecología del paisaje.
Ecología del paisaje
CARL TROLL
Traducción de este texto clásico que aborda cuestiones
relacionadas con el paisaje, la fotografía aérea, la ecología,
y que debe servirnos para reflexionar sobre las escalas
geográficas y las prioridades de la investigación de la ecología
moderna.
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EL ORDENAMIENTO ECOLÓGICO: CONCEPTOS Y EXPERIENCIAS 7
El ordenamiento ecológico:conceptos y experiencias
Este número de la Gaceta ecológica está dedicado a diversos avances conceptuales sobre el tema del orde-
namiento ecológico que ha desarrollado y coordinado la Dirección General de Investigación de Ordenamiento
Ecológico y Conservación de Ecosistemas del Instituto Nacional de Ecología (INE).
El ordenamiento ecológico constituye uno de los instrumentos más importantes para la definición de
políticas y de criterios ambientales que dan sustento técnico y de gestión a la toma de decisiones en torno a la
densidad y formas de usos del suelo, que sean acordes con la planeación para el desarrollo regional. Por su
relevancia, este instrumento está en continua evolución y los artículos que presentamos en este número
buscan contribuir a su proceso de definición.
El artículo de Gerardo Negrete y Gerardo Bocco enfatiza el ordenamiento ecológico comunitario participa-
tivo como una herramienta que posibilita la planeación e instrumentación de políticas de uso del territorio a
nivel local, donde pueden conjugarse el conocimiento técnico con el tradicional. Este tipo de instrumentos ha
sido promovido y apoyado técnicamente por el INE.
El trabajo de Diana Luque y Gabriela H. Doode presenta una aproximación al encuentro de la ciencia
occidental con el conocimiento tradicional indígena, mediante un interesante y cautivador caso de estudio con
el grupo indígena comcáac. Para ese territorio, las autoras detallan los procesos de implementación y adapta-
8 GACETA ECOLÓGICA. NÚMERO 68
ción del instrumento de ordenamiento ecológico para explicar las formas de apropiación y organización de la
naturaleza como un mecanismo de transmisión del conocimiento tradicional a las nuevas generaciones.
La contribución de Helena Cotler enfatiza uno de los recursos más importantes y muchas veces menos
valorado del medio ambiente, el suelo. Ante la necesidad de dar respuesta a problemas ambientales cada vez
más intensos, la evaluación del recurso suelo y su monitoreo se encuentran ante nuevos paradigmas. Luego de
esbozar la historia de los levantamientos tradicionales de suelo y precisar sus limitaciones ante las nuevas
demandas, la autora sugiere que los estudios edafológicos en México requieren una forma distinta de estrati-
ficar el espacio y de integrarse con otras disciplinas.
El trabajo de Fernando Rosete y Gerardo Bocco revisa las herramientas conceptuales, a través del enfoque
secuencial: regionalización ecológica–evaluación de tierras–ordenamiento territorial y herramientas técnicas
necesarias para el desarrollo de planes integrales de manejo, como son las técnicas de observación y de
análisis implementadas en sistemas computarizados conocidos como sistemas de información geográfica. Los
autores especifican el uso integrado de ambas herramientas para los planes de manejo de comunidades fores-
tales.
El estudio elaborado por Gilberto Enríquez propone una aproximación metodológica para evaluar las
actividades recreativas que pueden desarrollarse apropiadamente en una playa con base en las características
biofísicas y en los requerimientos de cada actividad propuesta. Esta metodología permitiría asignarle a estos
ambientes el uso más adecuado.
Finalmente, en este número se incluye un texto clásico del geógrafo alemán Carl Troll, quien fue el primero
en enunciar el concepto de ecología del paisaje. Con el paso de los años este concepto fue retomado y desarro-
llado por varias escuelas. Hoy en día la ecología del paisaje constituye una ciencia trans y multidisciplinaria
cuyas aplicaciones cubren diversos campos como los del ordenamiento ecológico, el impacto ambiental y el
manejo de cuencas, entre otros.
Los planteamientos que se ofrecen en este número de la GACETA ECOLÓGICA tratan sobre aspectos técnicos
requeridos como insumos en el proceso de gestión del ordenamiento ecológico (aunque sin pretensión nor-
mativa). Para más detalles sobre el proceso de ordenamiento ecológico en México (reglamentación, etapas),
el lector podrá remitirse al portal de la SEMARNAT (Dirección General de Planeación Ambiental e Intregración
Regional y Sectorial) en internet, www.semarnat.gob.mx.
HELENA COTLER
Instituto Nacional de Ecología
EL ORDENAMIENTO ECOLÓGICO COMUNITARIO 9
INTR ODUCCIÓN
La participación de la sociedad en la planeación del
desarrollo en México adquiere cada día más impor-
tancia, en buena medida debido a la organización y
la preocupación de instituciones gubernamentales por
incluir el conocimiento y las propuestas de la socie-
dad. Sin embargo, este proceso todavía requiere de
El ordenamiento ecológicocomunitario: una alternativade planeación participativaen el contexto de la políticaambiental de México
GERARDO NEGRETE Y GERARDO BOCCO
muchos esfuerzos para convertirse en una planeación
participativa, que integre a todos los sectores de la
población y que considere la gran diversidad cultural
y ecogeográfica que caracteriza a nuestro país.
El territorio mexicano se encuentra ubicado entre
dos zonas biogeográficas, la neotropical y la neárti-
10 GACETA ECOLÓGICA. NÚMERO 68
ca. En combinación con la variabilidad del relieve,
explican la presencia de una de las mayores riquezas
en ecoregiones, ecosistemas y hábitat de América
Latina (CONABIO 2000). En cuanto a su división políti-
co-administrativa, el país está conformado por casi
200 mil localidades, distribuidas en 32 estados y 2,443
municipios, todo ello en una superficie cercana a los
dos millones de kilómetros cuadrados. Su población
indígena es muy diversa, cuenta con 62 lenguas (INE-
GI 2000), cuyos hablantes se distribuyen en poco más
de 20 mil localidades, casi todas ellas en sólo doce
estados del país (ver mapa 1).1
Alrededor del 1% de las localidades albergan pobla-
ciones mayores a 50,000 habitantes, lo cual contrasta
con el 99% de los asentamientos con población rural,
que cuentan con menos de 5,000 habitantes (INEGI 2000)
Las características ecogeográficas y etnográficas
de México, así como su historia, han propiciado una
particular forma de apropiación del territorio que ha
sido resultado de la organización social en usos y
costumbres, derivadas del conocimiento y manejo de
los recursos naturales. Todo ello ha sido poco consi-
derado en las políticas aplicadas por el gobierno, que
hasta hace poco no contemplaban la realidad social y
ecológica de las comunidades.
EL CONTEXTO HISTÓRICO DE LA PLANEACIÓN
Y EL USO DE LOS RECURSOS NATURALES
En el México antiguo, las poblaciones indígenas se vin-
culaban directamente con su medio natural, realizando
un manejo de recursos naturales, que algunos autores
consideran adecuado, al provocar poco deterioro, y con
un profundo conocimiento del medio (De la Maza 2000).
Con la Conquista española se propicia una fuerte explo-
tación de los recursos naturales y humanos.
En el México independiente, el territorio nacio-
nal se fue ocupando paulatinamente, sobre todo
MAPA 1. LAS PRINCIPALES REGIONES INDÍGENAS DE MÉXICO
Fuente: INI, PNUD 2000: 157.
N
0 50 100 200 400 km
EL ORDENAMIENTO ECOLÓGICO COMUNITARIO 11
GRÁFICA 1. MÉXICO: POBLACIÓN URBANA Y NO URBANA
aquellas tierras que se consideraban ociosas. A lo
largo del Porfiriato, entre 1881 y 1906, se deslinda-
ron 49 millones de hectáreas (cerca de la quinta parte
del territorio nacional), como respuesta a la llama-
da colonización de terrenos baldíos nacionales, con
lo cual se intentó que estuvieran disponibles para la
agricultura aquellas tierras consideradas improduc-
tivas. Esta situación propició la conformación de un
número considerable de localidades, el acaparamien-
to y uso intensivo de las tierras así como la intensi-
ficación en la extracción de recursos naturales (Mi-
chael 1991).
Por su parte, en 1934 se inicia, de manera institu-
cional, la planeación del desarrollo en México, con el
gobierno de Lázaro Cárdenas, durante el cual se ela-
bora el primer Plan Nacional de Desarrollo. En la pri-
mera mitad del siglo XX la planeación orientada hacia
el desarrollo capitalista buscó primordialmente el cre-
cimiento económico, propiciando la urbanización,
especialmente a partir de 1940 (ver gráfica 1), am-
pliando así la brecha entre pobres y ricos; sin embar-
go, aunque se incorporaron acciones a favor del de-
sarrollo social, estas no resolvieron la problemática,
puesto que el deterioro de los recursos no fue con-
templado como una variable importante (Bifani 1997).
Después de la Segunda guerra mundial, los orga-
nismos internacionales preocupados por lo poco exi-
tosas políticas de desarrollo capitalista (de produc-
ción y concentración de capital), con alto deterioro
del medio ambiente y que poco favorecieron al grue-
so de la población, especialemente en los países en
vías de desarrollo, abren algunas líneas de apoyo a la
planeación y la participación social. Ante esto, se fo-
mentaron esquemas de planeación, tanto en el con-
texto gubernamental como en el de la sociedad civil.
En la década de los años ochenta surge una nue-
va visión para la planeación y el desarrollo, la susten-
tabilidad, que incorpora la variable ambiental al de-
sarrollo. Este enfoque está alimentado por una fuerte
preocupación por lo que el planeta es capaz de pro-
60,000
50,000
40,000
30,00
20,000
10,000
0
Pobl
ació
n
1900 1910 1921 1930 1940 1950 1960 1970
Años
Población total
Población urbana
Población no urbana
12 GACETA ECOLÓGICA. NÚMERO 68
porcionar a los seres humanos para vivir. Estudios
como los realizados por Joel Cohen sugieren que a
mediados del presente siglo, la población bajo las for-
mas actuales de vida, habrá sobrepasado la capaci-
dad de carga.
Con este nuevo paradigma y la clara división en-
tre pobres y ricos, la preocupación por un uso del
territorio más sustentable llega hasta el nivel de los
usuarios o usufructuarios, incrementando los esfuer-
zos del gobierno y la sociedad civil para lograr una
planeación participativa que incorpore el conocimien-
to local y la tecnología, para proponer y buscar acuer-
dos sobre el mejor uso del territorio.
Bajo este esquema, entre 1988-1994 se instrumen-
tó una estrategia de apoyo compartido para las co-
munidades. A través de la conformación de Comités
de Solidaridad2 se desarrollaron muchas obras de in-
fraestructura y servicios con recursos del gobierno y
mano de obra de las comunidades.
A partir de 1997 se crearon los Consejos Consulti-
vos para el Desarrollo Sustentable, los Consejos de
Cuenca, los Consejos Técnicos Forestales, de Suelo y
de Áreas Naturales Protegidas, y actualmente, el Sis-
tema Nacional de Planeación Participativa, los cuales
están integrados por representantes de la sociedad
civil, de instancias académicas y del gobierno.
Por su parte, la sociedad civil ha fomentado, como
alternativa para el desarrollo participativo, la cons-
trucción de enfoques y métodos para la participación
social y evaluación en el ámbito comunitario y regio-
nal. Entre otros destacan la Evaluación rural partici-
pativa (ERP), el Diagnóstico rural rápido, la Evalua-
ción participativa y la Investigación acción participa-
tiva, con lo cual la participación en la planeación ha
sido ampliamente aceptada.
Aunque muchos de los métodos de participación
social para la planeación pueden ser útiles a varias
escalas, es en el plano local donde más se han aplica-
do. Este nivel resulta importante porque es allí donde
se aplican las políticas de uso del territorio; por lo tan-
to, es en la comunidad donde se deben articular las
políticas públicas con las propuestas comunitarias para
modificar y normar las formas de uso del suelo.
En la promoción del desarrollo con participación
comunitaria, la presencia de los organismos interna-
cionales y no gubernamentales ha jugado un papel
importante. Sin embargo, el rol del Estado y los go-
biernos es clave.
Las organizaciones no gubernamentales, han en-
focado sus esfuerzos al apoyo directo de las comuni-
dades, convirtiéndose así en la opción más cercana
para una planeación participativa. En este sentido, el
Estado ha reconocido la necesidad de reencauzar las
formas de planeación del desarrollo, construyendo
esquemas integrales de planeación y acercándose a
las comunidades para hacer aquélla más participati-
va. Un ejemplo es el caso del ordenamiento ecológi-
co, instrumento con el cual el gobierno federal, a tra-
vés de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos
Naturales, intenta dar respuesta a las necesidades del
uso sustentable del territorio, favoreciendo la planea-
ción participativa del desarrollo y el uso sustentable
de los recursos naturales.
EL ORDENAMIENTO ECOLÓGICO
El ordenamiento ecológico es un instrumento de la
política ambiental diseñado para caracterizar, diag-
nosticar y proponer formas de utilización del territo-
rio y de sus recursos naturales, bajo el enfoque de
uso racional y diversificado con el acuerdo de la po-
blación. Por su parte, el Ordenamiento ecológico co-
munitario participativo (OECP) es una forma particu-
lar del ordenamiento ecológico territorial.
El esquema metodológico técnico general está
conformado por seis fases que incluyen el trabajo téc-
nico y la gestión para la promoción, participación,
consenso e instrumentación (ver gráfica 2).
Es uno de los instrumentos de la política ambien-
tal que más interés ha generado en los últimos años,
EL ORDENAMIENTO ECOLÓGICO COMUNITARIO 13
dada la necesidad de definir políticas y criterios eco-
lógicos que den sustento técnico y de gestión para la
toma de decisiones en torno a la densidad y formas
de usos del suelo que, además, resulte acorde con la
planeación para el desarrollo regional.
El ordenamiento ecológico, como instrumento de
planeación y desarrollo regional, contempla como pi-
lar para la construcción de sus propuestas la partici-
pación de actores del sector público, privado y so-
cial, de tal forma que se conjuguen sus visiones bajo
la óptica del manejo sustentable de los recursos na-
turales en un mismo esfuerzo para decidir el queha-
cer regional.
Dicho instrumento permite orientar el gasto pú-
blico, el emplazamiento geográfico de las actividades
productivas y la definición de modalidades de uso de
los recursos y servicios ambientales, da certidumbre
a largo plazo y aporta elementos para la solución de
conflictos ambientales.
Por lo anterior, el ordenamiento ecológico se con-
vierte en un instrumento normativo básico de primer
piso, sobre el cual debe apoyarse la aplicación de otras
herramientas de planeación como la evaluación del
impacto ambiental, la regulación ecológica de los asen-
tamientos humanos, los programas sectoriales de de-
sarrollo urbano, los programas de desarrollo rural
sustentable y de desarrollo para la conservación en
áreas naturales protegidas, entre otros.
El ordenamiento ecológico comunitario participa-
tivo es una de las modalidades del ordenamiento eco-
lógico local. Implica la conjugación del conocimiento
técnico con el tradicional, el manejo del territorio co-
munitario con el manejo del territorio regional, la ad-
ministración comunitaria de los usos del suelo y la
tenencia de la tierra con las políticas de uso y manejo
del territorio así como la visión y el manejo de datos
a la escala comunitaria y a la escala regional.3
La vinculación del conocimiento técnico y el co-
nocimiento tradicional permite que la propuesta para
construir el OECP sea con la comunidad, actuando su
población no sólo como actor sino como autor; es
decir, la comunidad misma construye el OECP. La de-
finición del espacio territorial de análisis no sólo debe
considerar los límites de la comunidad sino que debe
enmarcarse en el contexto regional. Lo más sencillo
es analizar a la comunidad en el contexto de su cuen-
GRÁFICA 2. FASES METODOLÓGICAS PARA EL ORDENAMIENTO ECOLÓGICO
DESCRIPTIVA
¿Qué hay?
¿Cuánto hay?
¿Dónde está?DIAGNÓSTICO
¿Cómo está?
Posibles causas
PROPOSITIVA
Estrategias generales
. Políticas territoriales
. Ubicación adecuada de
actividades productivas
. Modelo de ordenamiento
}→
G E S T I Ó N
I N S T R U M E N T A C I Ó N
PROSPECCIÓN
Conformación de
escenarios
→
>>
14 GACETA ECOLÓGICA. NÚMERO 68
ca, ya que los procesos físico-bióticos son convergen-
tes. Para los aspectos socioeconómicos será impor-
tante considerar límites administrativos como, por
ejemplo, un conjunto de comunidades, un municipio
o parte de un estado, dependiendo del nivel de rela-
ciones que la comunidad mantenga con sus vecinos.
Uno de los aspectos más importantes a conside-
rar en el OECP es la tenencia de la tierra y la estructu-
ra sociopolítica; para lograr la apropiación e instru-
mentación del ordenamiento es necesario que las
políticas y criterios de uso del territorio resulten acor-
des con los instrumentos, leyes, reglamentos y nor-
mas que posee la comunidad.
En México, la definición de la tenencia de la tierra
es compleja. Se denomina precaria cuando sólo se otor-
gan algunas facultades temporales al tenedor para usar
el recurso. La posesión se da cuando el tenedor de los
bienes los puede usar y gozar en forma gratuita (si es
comunal o ejidal) u onerosa (si es arrendada). La pro-
piedad otorga el mayor grado de dominio al titular,
quien tiene derecho de usar, disfrutar y disponer de
los bienes. Este derecho a disponer es lo que diferen-
cia al poseedor del propie-
tario. Por otra parte, se de-
fine que la propiedad pri-
vada puede ser: a) peque-
ña propiedad rural y urba-
na, b) pública (la que po-
see el Estado) y c) social
(comunal y ejidal) (Franco
1998). En este sentido, la
posesión jurídicamente
sancionada en la tenencia
de la tierra es la base para
determinar los derechos y
las relaciones entre las per-
sonas, entre éstas y los re-
cursos naturales y entre es-
tos y las demás leyes. Sin
una clara definición de lo
anterior, cualquier propuesta de uso del territorio re-
sultaría poco viable y difícilmente operacional.
Las instituciones que actúan desde fuera de la
comunidad también son pieza clave en la instrumen-
tación de los ordenamientos. Éstas pueden ser de-
pendencias de gobierno, organizaciones civiles u or-
ganismos de financiamiento y empresarios. La comu-
nidad, durante el tiempo de realización de los OECP
reconoce a estos actores, pero no siempre le resulta
posible orientar su accionar de manera adecuada. De
esta forma, es necesario evaluar las acciones de las
instituciones y su incidencia en el funcionamiento de
la comunidad.
La mayoría de los enfoques participativos reco-
nocen la necesidad de aplicar herramientas para re-
conocer a los actores institucionales que inciden tan-
to en la comunidad como desde fuera, pero son po-
cos los casos en que se evalúan con precisión los me-
canismos, los objetivos y los tiempos en que lo ha-
cen, sobre todo con respecto a las instituciones que
inciden en la comunidad. La propuesta de OECP reco-
noce este aspecto y propone que durante el proceso
EL ORDENAMIENTO ECOLÓGICO COMUNITARIO 15
de ordenamiento todos los actores, y en particular las
instituciones de gobierno, participen en forma siste-
mática, con reglas bien establecidas.
LA INFORMACIÓN PARA EL ORDENAMIENTO
ECOLÓGICO COMUNITARIO
Los datos geográficos y estadísticos que se requieren
para la construcción técnica de los OECP son uno de los
aspectos más importantes de su desarrollo. Se necesita
tanto información obtenida en campo sobre aspectos
biofísicos y socioeconómicos, a través de encuestas,
como información derivada de la percepción remota.
En México, la generación de información estadís-
tica y geográfica le corresponde al Instituto Nacional
de Estadística, Geografía e Informática (INEGI); sin
embargo, a las escalas comunitarias (1:50,000 o ma-
yores) difícilmente se cuenta con los datos necesa-
rios, por lo cual es necesario crearlos mediante traba-
jo de campo, retomando el conocimiento local sobre
el territorio, sus recursos y su manejo.
La tecnología con que se cuenta en la actualidad
ha facilitado la generación y procesamiento de datos;
tal es el caso de la percepción remota y los sistemas
de información geográfica que se consideran básicos
para la realización del ordenamiento ecológico. La
generación, actualización y manejo de datos georre-
feridos así como la sistematización y la generación
de información para la toma de decisiones, utilizan-
do el conocimiento tradicional, favorece la apropia-
ción territorial y facilita la resolución de conflictos en
el uso y tenencia de la tierra.
Uno de los principios básicos del OECP es recono-
cer que las comunidades indígenas y, en general, to-
das las comunidades rurales son portadoras de una
importante experiencia y tradición en cuanto a la re-
lación sociedad y naturaleza, la cual debe servir de
base para armonizar los fines de una planeación para
el uso más sustentable del territorio con las formas
tradicionales de apropiación.
ALGUNAS EXPERIENCIAS DE OECP EN MÉXICO
A finales de la década de los años ochenta y princi-
pios de los noventa se comenzaron a desarrollar en
muchas zonas del país trabajos de planeación parti-
cipativa, entre los que se destacan los promovidos
por algunas organizaciones civiles. En el sur de la
Ciudad de México se ubica la subcuenca de Xochi-
milco, la cual ha presentado serios problemas de de-
terioro ecológico, entre otros, por la presión pobla-
cional y el crecimiento de la mancha urbana; allí se
desarrolló una experiencia importante de planeación
participativa promovida por el gobierno local y el
Grupo de Estudios Ambientales (GEA 1990). En años
posteriores, el OECP desarrolló muchas otras expe-
riencias en entidades del país como Guerrero, Chia-
pas y Oaxaca. Por su parte, en la región de los Tux-
tlas, en el estado de Veracruz, el Grupo Sierra de
Santa Martha ha apoyado a las comunidades de la
región en talleres de planeación participativa y de
ordenamiento ecológico; en el mismo sentido ha tra-
bajado en el estado de Chiapas, el Instituto para el
Desarrollo Sustentable de Mesoamérica, A.C. (IDES-
MAC 2000 y 1999).
El estado de Oaxaca es uno de los que más expe-
riencias ha dejado en planeación participativa espe-
cialmente en lo relacionado con el apoyo de la acti-
vidad y la conservación forestales. En algunas de
ellas se ha combinado el trabajo académico con la
aplicación de métodos y técnicas. Con estos y otros
trabajos realizados en México, así como con expe-
riencias de otra partes de América Latina, se fue de-
sarrollando el concepto de ordenamiento ecológico
comunitario.
EL PAPEL DEL INE EN EL OECP
En el contexto gubernamental, el Instituto Nacional
de Ecología (INE), como organismo desconcentrado
de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Natu-
16 GACETA ECOLÓGICA. NÚMERO 68
rales (SEMARNAT) tiene como una de sus funciones el
apoyo técnico para la realización del ordenamiento
ecológico y durante los últimos dos años apoyó ac-
ciones para mejorar el trabajo del OECP. En forma muy
activa se ha trabajado con la Comisión Nacional de
Áreas Naturales Protegidas (CONANP), ya que para con-
servar y proteger la biodiversidad se requiere de la
participación de las comunidades. Una alternativa
viable para este propósito es la aplicación del enfo-
que de la planeación participativa y el ordenamiento
ecológico.
EL OECP VINCULADO CON LAS ÁREAS NATURALES
PROTEGIDAS
En 1983 se creó el Sistema Nacional de Áreas Natura-
les Protegidas (SINAP) conformado por áreas natura-
les prioritarias de carácter federal, para proteger la
biodiversidad. En 1988 la Ley General del Equilibrio
Ecológico y la Protección al Ambiente (LGEEPA) in-
cluye a este sistema como parte de la normatividad,
cuya función principal es integrar las diversas cate-
gorías de áreas naturales protegidas existentes y sis-
tematizar los criterios para su administración y ma-
nejo. En el año 2000, el SINAP se convierte en un órga-
no desconcentrado de la SEMARNAT, la CONANP. Hasta
esa fecha, se apoyaron ordenamientos ecológicos en
19 estados que vincularon el trabajo de 39 áreas na-
turales protegidas (ANP) (SEMARNAT 2000).
La CONANP opera actualmente en 148 áreas natu-
rales, distribuidas en siete categorías, que cubren una
superficie de 17,498,676 hectáreas,4 sin incluir la su-
perficie de los santuarios de las playas tortugeras, ya
que el decreto no los incluye (ver cuadro 1).
Entre los objetivos más importantes de la CO-
NANP se encuentran los siguientes: promover la ges-
tión eficaz de las ANP mediante programas de ma-
nejo y programas operativos viables y consolidados;
ampliar la cobertura territorial y representatividad
ecológica de estas zonas; multiplicar y diversificar
los actores de la conservación y los compromisos
sociales en éstas, abriendo nuevos canales de co-
rresponsabilidad para el establecimiento, manejo,
financiamiento, administración y desarrollo susten-
table de las ANP; crear marcos territoriales e institu-
cionales para procesos regionales de desarrollo sus-
tentable, en el contexto de su declaratoria, adminis-
tración y manejo.
CUADRO 1. RESUMEN DE LAS ÁREAS NATURALES PROTEGIDAS POR CATEGORÍA
CANTIDAD
32
66
4
23
2
4
17
148
CATEGORÍA
Reservas de la biosfera
Parques nacionales
Monumentos naturales
Áreas de protección de flora y fauna
Área de protección de los recursos naturales
Áreas naturales protegidas. Otras categorías
Santuarios
SUPERFICIE EN HECTÁREAS
10,466,512
1,346,382
14,093
4,844,322
223,165
602,221
1,981
17,498,676
Fuente: Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas. Sitio en internet: www.conanp.gob.mx.
EL ORDENAMIENTO ECOLÓGICO COMUNITARIO 17
Con base en las funciones de la CONANP y del INE,
se ha iniciado un proceso de OECP en seis comunida-
des de tres estados (cuadro 2) para dar respuesta a la
necesidad del gobierno mexicano de continuar un
modelo integral de desarrollo sustentable con enfo-
que regional (PRODER), lo cual se ha convertido en res-
ponsabilidad de la CONANP.
manejo agrícola, silvícola y pastoril. Estos métodos
han demostrado ser una buena estrategia de acerca-
miento y sensibilización al realizar el trabajo del or-
denamiento, dándole a este proceso mayor eficien-
cia y efectividad.
Vinculado con el trabajo de la CONANP se está de-
sarrollando una estrategia para apoyar a más de 70
comunidades asociadas a la Reserva de la Biosfera de
Calakmul, una de las más importantes de su tipo en
México. Este trabajo se realiza conjuntamente con la
Agencia Internacional de Cooperación Técnica Ale-
mana (GTZ), cuyo apoyo ha permitido probar otra
forma de acercamiento y sensibilización. El método
propone la realización de talleres para la construc-
ción conjunta (entre comunidades, instituciones de
gobierno e investigación y privadas) de un proyecto
de OECP que parta de lo comunitario pero que inte-
CUADRO 2. PROYECTOS DE OECP VINCULADOS CON ÁREAS
NATURALES PROTEGIDAS
PRO YECTO Y COMUNIDAD
San José Trujapam
Arroyo Chivo, San Juan Lalana
Santa María Huatulco
Coapa (Costa)
Ignacio Zaragoza (Selva
Lacandona)
San José de La Joya
ENTIDAD FEDERATIVA
Oaxaca
Oaxaca
Oaxaca
Chiapas
Chiapas
Coahuila
Para el desarrollo de los proyectos se ha definido
que la unidad ambiental adecuada es la cuenca en la
cual se encuentra la comunidad y donde durante el
proceso deben vincularse los ejercicios existentes de
planeación participativa.
Las comunidades fueron elegidas porque en ellas
ya se había realizado trabajo relacionado con el desa-
rrollo rural sustentable, porque son poseedoras de re-
cursos de importancia ambiental y porque en la ma-
yoría de los casos existen asociaciones civiles que las
apoyan; con todo ello se espera que sean modelo para
la planeación en otras zonas.
Las ONG que apoyan los procesos juegan un pa-
pel muy importante al aplicar métodos participati-
vos de ordenamiento parcelario e integración de sis-
temas tradicionales con sistemas actuales para el
18 GACETA ECOLÓGICA. NÚMERO 68
gre a todas las comunidades en una visión y análisis
regional y municipal.
EL ORDENAMIENTO EN EL CORREDOR B IOLÓGICO
MESOAMERICANO
Existe una preocupación creciente por el manejo de
los recursos en la región sur-sureste de México (mapa
2), una de las más importantes en cuanto a biodiver-
sidad y aporte de bienes y servicios ambientales, ade-
más de ser un mosaico de gran riqueza cultural. La
planeación ambiental apunta hacia un mayor acceso
a los recursos genéticos y aprovechamiento del capi-
tal natural. En esta zona se puso en marcha el Corre-
dor Biológico Mesoamericano (CBM-México) integra-
do por cinco intra-corredores biológicos que conec-
tan a las áreas naturales protegidas.5
Para el funcionamiento del CBM, la SEMARNAT ha
desarrollado instrumentos legales bajo la denomina-
ción de conservación, diversificación del uso susten-
table, valoración de la biodiversidad y manejo de su
conocimiento e información. Esto es parte de uno de
los compromisos importantes del gobierno mexica-
no, y en particular de la SEMARNAT, que es establecer
los mecanismos de coordinación interinstitucional
para una mejor gestión del medio ambiente.
En este sentido, el manejo del territorio, como el
espacio con potencial productivo que tiene su base en
la riqueza natural y el conocimiento local, ha promovi-
do al ordenamiento ecológico como una herramienta
útil para el uso sustentable de los recursos naturales.
El INE, además de trabajar con los responsables
operativos del CBM en la documentación de experien-
cias relacionadas con el ordenamiento ecológico del
territorio para ser reproducidas, ha contribuido en al-
gunos procesos en países de Centroamérica con es-
quemas de planeación similares; asimismo, apoya téc-
nicamente esfuerzos en trabajos de ordenamiento te-
rritorial junto con el CBM regional.
Por otra parte, durante el año 2002, y como res-
puesta al convenio de colaboración técnica firmado
entre los gobiernos de México y Guatemala, se traba-
jó en la integración de un plan de OECP en la región
de los Cuchumatanes, que está fuertemente vincula-
MAPA 2. LA REGIÓN SUR-SURESTE DE MÉXICO
200 0 200 400 km
N
EL ORDENAMIENTO ECOLÓGICO COMUNITARIO 19
do al suministro de servicios ambientales en el esta-
do mexicano de Chiapas.
LOS PROYECTOS COINBIO Y MANEJO INTEGRAL DE
ECOSISTEMAS EN CUATRO ECO-REGIONES PRIORITARIAS
El proyecto de COINBIO/Conservación indígena de la bio-
diversidad inició su operación hacia finales del año 2001.
Se desarrolla en los estados de Michoacán, Guerrero y
Oaxaca. Entre sus objetivos está la búsqueda de la con-
servación de la biodiversidad en comunidades indíge-
nas, y como parte de sus componentes se propone la
participación de las comunidades para el desarrollo de
procesos de ordenamiento ecológico. En términos terri-
toriales, el proyecto inicial incluye tres millones y me-
dio de hectáreas: 940 mil en el estado de Oaxaca (en las
ecoregiones de la Costa, la Chinantla y Sierra Norte);
1,045,069 en el estado de Michoacán (en las ecoregio-
nes de Tancítaro, Coalcomán y Chincua) y 1,503,745 en
el estado de Guerrero (conformando las ecoregiones de
la Sierra Madre del Sur, Infiernillo, Trompetero, la Sierra
de Taxco y el Cañón del Zapote) (ver mapa 3).6
El ejecutor de COINBIO es Nacional Financiera y la
Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) es la responsa-
ble de darle seguimiento técnico al proyecto. Opera
con fondos del Global Environmental Facility (GEF) y
el Banco Mundial es el responsable de supervisarlo.
Además, está apoyado por el Programa de Desarrollo
Forestal (PRODEFOR), la CONABIO y el INE. En su ejecu-
ción, se vincula con organizaciones sociales que tie-
nen amplia trayectoria en planeación participativa y
ordenamiento ecológico.
La SEMARNAT también coordina el proyecto Manejo
integral de ecosistemas en cuatro eco-regiones priori-
tarias que articula los esfuerzos institucionales como
contraparte de los recursos semilla aportados por el
GEF, administrados por el PNUD (Programa de las Na-
ciones Unidas para el Desarrollo) y ejecutados por la
CONANP.
A través de un grupo operativo se ha puesto en
marcha el proyecto en la región de la Chinantla en
el estado de Oaxaca (mapa 3), con una extensión
de 461,000 ha, la región de la Montaña en el estado
de Guerrero, con 692,000 ha y la región de los Tux-
MAPA 3. ECOREGIONES
200 0 200 400 km
N
Los Tuxtlas
La ChinantlaLa Montaña
20 GACETA ECOLÓGICA. NÚMERO 68
tlas en el estado de Veracruz, con 165,000 ha. To-
das tienen en común una muy alta marginación,
con aproximadamente el 70% de su población eco-
nómicamente activa percibiendo ingresos menores
a dos salarios mínimos.
El proyecto apoya el fortalecimiento institucio-
nal, la planeación y el monitoreo participativo, el
desarrollo de los mecanismos políticos, legales y
financieros, la generación de modelos piloto para
el uso sustentable de los recursos naturales y el es-
tablecimiento de áreas de conservación; todo ello,
a través del manejo integral e intersectorial de eco-
sistemas y la adopción de prácticas sustentables.
De todas estas actividades, la relacionada con el
establecimiento de áreas de conservación ha defi-
nido como estrategia el contar con ordenamientos
territoriales, por lo cual el OECP es una de las pro-
puestas más viables.
LAS PERSPECTIVAS DEL ORDENAMIENTO
ECOLÓGICO COMUNITARIO EN MÉXICO
Para que el OECP sea útil para la planeación es im-
portante que el gobierno, en sus diversos niveles,
continúe y amplíe la relación con las comunidades
a través de mecanismos que fortalezcan el desarro-
llo institucional (Staudt 1991) y promuevan la coor-
dinación de las acciones entre sus dependencias;
sin ello no existirá una adecuada comunicación y
concurrencia de responsabilidades. Con su realiza-
ción, las instituciones de gobierno promoverán y
apoyarán con mayor eficiencia esquemas de pla-
neación participativa para el manejo ordenado y
responsable del territorio.
En el aspecto técnico, para que el ordenamiento
ecológico incida en el esquema de planeación partici-
pativa, es necesario contar con una propuesta con-
EL ORDENAMIENTO ECOLÓGICO COMUNITARIO 21
ceptual y metodológica así como garantizar la parti-
cipación de los diferentes actores. En este sentido, la
legislación vigente no incluye con el detalle necesa-
rio las responsabilidades y las capacidades para el
accionar de los diferentes actores en materia de orde-
namiento ecológico local, además de que no se defi-
nen los mecanismos de participación para la valida-
ción, puesta en marcha y seguimiento. Por esta ra-
zón, la SEMARNAT ha formulado la reglamentación de
la LGEEPA en materia de ordenamiento ecológico. En
cuanto a la parte conceptual y metodológica, el INE
está elaborando guías de ordenamiento ecológico y
ordenamiento ecológico comunitario.
Por otra parte, se busca la vinculación de la socie-
dad civil con todas aquellas iniciativas de conserva-
ción y manejo participativo de recursos naturales. Se
intenta así fortalecer las capacidades locales, las de
los consultores que apoyan la realización de los estu-
dios y las del cuerpo técnico de las comunidades que
requieren de la apropiación de estos procesos.
A partir del potencial del ordenamiento ecológi-
co para apoyar la resolución de conflictos y la toma
de decisiones, en poco tiempo se hará posible el es-
tablecimiento de mejores canales de comunicación
para que el gobierno (a diferentes niveles) incida
con mayor certidumbre en el desarrollo de las co-
munidades y para que las comunidades influyan con
mayor capacidad en los programas de gobierno y
por tanto, en el desarrollo del país.
La participación y el apoyo técnico con otros paí-
ses, especialmente aquellos con los que México ha
establecido convenios de colaboración seguirán sien-
do importantes, ya que los procesos ecológicos, el
uso del suelo y las políticas de globalización requie-
ren compatibilizar planes, programas y acciones en
un territorio sin fronteras. En este contexto, el orde-
namiento ecológico comunitario buscará incidir en
iniciativas, como la del Corredor Biológico Mesoame-
ricano, que abarcan tanto el ámbito nacional como el
internacional.
NOTAS
1. El 86% del total de la población indígena de México se
localiza en la zona centro y sureste del país.
2. Para la operación de estos comités se elaboraron
algunos métodos, como el descrito en el Cuaderno de
trabajo de Talleres de planeación participativa publicado
por la Secretaría de Desarrollo Social en 1993.
3. Por lo general, las escalas geográficas a las que se
trabaja el ordenamiento comunitario son 1:50,000 o
mayores y las escalas regional y nacional van de 150,000
a 1:250,000 y, en ocasiones, con fines de reporte, se
emplean las escalas 1:1,000,000 y 1:4,000,000
4. Inédito. Se puede obtener mayor información en:
www.conanp.gob.mx.
5. Los principales actores institucionales son, la Comisión
Nacional para el Conocimiento y uso de la Biodiversidad
(CONABIO), la Comisión Nacional de Áreas Naturales
Protegidas (CONANP), el Instituto Nacional de Ecología
(INE), la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente
(PROFEPA) y Nacional Financiera (NAFIN).
6. Carlos Gian. El Corredor Biológico Mesoamericano,
Tres Eco-regiones y COINBIO: esquemas del Banco Mundial
integrados a la política ambiental. Puede consultarse en:
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Los autores agradecen la revisión a este artículo por parte de Daniel Reygadas del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolasy Pecuarias (INIFAP) y de José Carlos Fernández de la Dirección General de Política y Economía Ambiental del INE.
Gerardo Negrete Fernández es subdirector de Ordenamiento ecológico general. INE. Correo-e: [email protected] Bocco. Director general de investigación de ordenamiento ecológico y conservación de los ecosistemas. Correo-e: [email protected]: Patsi Valdez.
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DES-CUBRIENDO... EL ORDEN, LA NATURALEZA 23
Des-cubriendo... el orden,la naturaleza y el territoriocomcáac
DIANA LUQUE A. Y GABRIELA H. DOODE
ISRAEL ROBLES B.Observaciones de campo. Febrero de 2002
Nosotros queremos aprender de los blancos lo que han inventado.
Lo que nos han enseñado también lo estamos aprendiendo bien,
y yo creo que eso no es un peligro para perder nuestras tradiciones,
aprender las cosas de los blancos. Estar al frente de una computadora
y teclearla y navegar en internet, yo creo que eso es bueno para nosotros...
Los blancos no quieren aprender de nosotros. Es que nosotros somos la naturaleza,
somos la tierra, somos el mar, somos el cielo, somos el oxígeno y el aire.
Y somos nosotros... nosotros: la gente. Nosotros somos las aves,
porque hasta las piedras tienen vida, porque sí... llevan dentro la vida.
Porque toda cosa o ser que vive y respira dentro de la naturaleza,
nosotros somos la naturaleza también. Por eso yo digo que los blancos
no quieren aprender de nosotros.
24 GACETA ECOLÓGICA. NÚMERO 68
INTRODUCCIÓN
La ampliación de los espacios de ejercicio de la polí-
tica ambiental ha alcanzado a los territorios de los
pueblos indios de México. Esto se observa, en parte,
en acciones que van desde el control y vigilancia de
las especies y espacios protegidos hasta la inclusión
de dichos grupos en programas de desarrollo regio-
nal sustentable. Este trabajo se enfocará en los proce-
sos de implementación de los instrumentos de pla-
neación ambiental que exigen las autoridades ambien-
tales en las áreas naturales protegidas, tomando como
caso de estudio al grupo indígena comcáac.1
Actualmente, este grupo están adoptando estra-
tegias de desarrollo sustentable entre las que desta-
can el manejo del territorio bajo la figura de Unidad
para la conservación, manejo y aprovechamiento sus-
tentable de vida silvestre (UMA). En ella incluyen
tanto la porción continental de su territorio, consti-
tuido en forma de ejido, como de la isla Tiburón,
bajo el regimen comunal, y que también forma par-
te del Área de Protección de Flora y Fauna Islas del
Golfo de California.
No obstante, a pesar de que el manejo del territo-
rio comcáac ha sido ejemplo para la política ambien-
tal nacional y que actualmente es dirigido por el go-
bierno tradicional, los indígenas consideran que aún
tienen que trabajar para que su conocimiento se con-
vierta en el rector de la gestión ambiental de esa re-
gión. Los comcáac no sólo se preocupan por garanti-
zar la autogestión de los recursos sino que buscan
que sea su cultura la que defina la forma de apropia-
ción de la naturaleza como proyecto político de re-
creación identitaria.
En el contexto ambiental resulta visible que se está
dando un encuentro de saberes entre la ciencia occi-
dental, de corte positivista, que domina en el sistema
de conocimientos que sustenta y legitima la política
ambiental, y la cultura comcáac, con un saber milena-
rio que ha permitido tanto la subsistencia misma de
este pueblo en el mar y en el desierto como la salud de
sus ecosistemas. Sin embargo, aunque este encuentro
(o ¿des-encuentro?) se manifesta en varias vertientes,
el presente artículo se centrará en lo concerniente al
ordenamiento ecológico del territorio.
ANTECEDENTES DEL PUEBLO COMCÁAC
Y SU TERRITORIO
Los comcáac son reconocidos en la cultura nacional
como seris. Se sabe que este grupo lleva al menos
dos mil años habitando lo que actualmente se cono-
ce como la costa central del desierto sonorense, la
isla Tiburón, la isla San Esteban y otras islas cerca-
nas, siendo el Golfo de California fuente de alimentos
y ruta marítima (ver mapa).
Se presume que los comcáac eran nómadas, reco-
lectores, pescadores y cazadores. La tradición oral
señala que el grupo se componía de varias bandas
con territorios bien definidos, pero que su organiza-
ción era bastante flexible y no dependía sólo de las
condicionantes ambientales sino también de los fac-
tores demográficos y político-económicos, internos y
externos.
A partir de la conquista española y del avance del
Estado mexicano, fueron diezmados severamente jun-
to con su territorio, casi al punto de su exterminio a
principios del siglo XX. Esto provocó profundas trans-
formaciones en su organización y composición inter-
na; sin embargo, el espíritu guerrero comcáac ha lo-
grado sobrevivir y defender parte de su territorio. Su
población ha aumentado y se sigue identificando como
un pueblo indígena que comparte la lengua, el terri-
torio y los usos y costumbres, lo que le otorga su
identidad cultural.
En la actualidad la comunidad tiene cerca de 1,000
habitantes, asentados en las localidades de Punta
Chueca, municipio de Hermosillo y El Desemboque,
municipio de Pitiquito, Sonora, México. Su territorio
contempla la isla Tiburón (120,756 ha) y una parte
DES-CUBRIENDO... EL ORDEN, LA NATURALEZA 25
MAPA 1. TERITORIO SERI
de territorio continental (91,322 ha). Además, el ca-
nal del Infiernillo y los litorales de dicha isla fueron
reconocidos por decreto presidencial como zona de
exclusividad pesquera de la comunidad comcáac. Sus
actividades de subsistencia están fuertemente vincu-
ladas con el sistema económico nacional y con el in-
ternacional. Obtienen sus ingresos principalmente de
la actividad pesquera, siguiéndole en orden de im-
portancia, la artesanal, la cinegética y el pequeño co-
mercio, conservándose rasgos de autoconsumo de la
producción pesquera y de la recolección de frutos y
plantas del desierto.
Los miembros de la comunidad comcáac tienen
derechos sobre el territorio, en calidad de ejidata-
rios y comuneros paralelamente, derivado de la po-
lítica agraria nacional. Dado que es poco el mesti-
zaje reconocido por el grupo, los derechos territo-
riales se diferencian según el grado de «pureza» ét-
nica. Esta es una medida preventiva que asegura la
integridad del territorio y el acceso colectivo a los
recursos naturales.
Las actividades productivas están organizadas en
torno al núcleo familiar extenso, que a su vez puede
estar integrado en sociedades cooperativas pesque-
Pitiquito
NOGALES
Puerto Peñasco
Puerto Lobos
Puerto Libertad
Punta Chueca HERMOSILLO
Bahía San Carlos
SONORA
BAJACALIFORNIA
BAJA CALIFORNIASUR
Golfode
California
Océano Pacífico
Guaymas
Límite actual aproximadodel territorio comcáac
Límite del territoriocomcáac antes de la
colonización
←
←
B. Kino
Fuen
te:
Felg
er y
Mos
er 1
985.
Ela
boró
: Jo
sé L
uis
Pére
z D
amiá
n
IslaTiburón
Isla de la Guardia
EE.UU.
26 GACETA ECOLÓGICA. NÚMERO 68
ras, aunque esto no es así en todos los casos. Sin
embargo, su marginalidad política dentro del Estado
define su actual situación económica de precariedad,
siendo ésta la principal amenaza a la conservación
de sus recursos naturales.
Cabe señalar que los intentos de las políticas
públicas por organizarlos en «comunidad» han es-
tado marcadas por dificultades, pues las estructu-
ras sociales basadas en el parentesco acaban por
vencer a ese tipo de organización. El sentido co-
munitario comcáac no se corresponde necesaria-
mente con los esquemas oficiales, y ello ha dificul-
tado el logro de consensos, como lo pide la legali-
dad nacional. Es importante recalcar esto, sobreto-
do porque las nuevas modalidades de planeación
ambiental demandan la «participación comunita-
ria» a la manera occidental.
Los comcáac son ejemplo de una sociedad nóma-
da caracterizada por una organización social poco
jerárquica y por ello, a lo largo de la historia, tanto su
organización política como su sistema de creencias
trascendentales han sido mal interpretados, calificán-
dolos como un pueblo «sin fe, sin ley y sin rey». Esta
concepción generalizada de que este pueblo ha dado
lugar a una serie de dificultades en su organización
interna y en su relación con el Estado mexicano: a
pesar de contar con instituciones propias, como el
Consejo de ancianos, o de líderes en caso de conflicto
o guerra, el gobierno estatal les ha exigido la elección
de representantes a través de la votación comunita-
ria. Como resultado de esto, cuentan con un presi-
dente de bienes comunales de la isla Tiburón, quien
a su vez funge como gobernador tradicional y un co-
misario para el ejido El Desemboque y su anexo Pun-
ta Chueca. De igual forma, tienen representantes en
las regidurías municipales de Pitiquito y Hermosillo,
elegidos mediante el voto comunitario.
Visto desde la sociedad yori,2 pudiera parecer que
el gobierno tradicional es sumamente inestable y obs-
taculiza el «desarrollo» comunitario. Sin embargo
después de cuatro años de observación, periodo du-
rante el cual han transitado cuatro gobernadores tra-
dicionales,3 se presume que los cambios ocurridos en
dicha estructura, más que ser una incapacidad de con-
senso interno es una estrategia comunitaria para ejer-
cer el poder político sobre las familias de la comuni-
dad como para beneficiarse económicamente, a tra-
vés de los puestos de representación ante el gobierno
mexicano. Asimismo, en los periodos de crisis políti-
ca el Consejo de ancianos funge como la autoridad
que mantiene el orden social, actuando bajo el prin-
cipio, compartido por otros pueblos indígenas, de
«mandar obedeciendo».
LA CONSTRUCCIÓN DE UNA INVESTIGA CIÓN
PARTICIPATIVA INTERCULTURAL
Como es sabido, toda investigación participativa tie-
ne un objetivo pragmático: que los resultados de la
investigación tengan sentido para la comunidad es-
tudiada, que dentro de un esquema participativo, se
transforma en un sujeto-objeto de análisis y se gene-
ra un proceso de diálogo constructivo con el investi-
gador, quien a su vez, para lograr cierto nivel de acep-
tación en la comunidad, también se transforma en
objeto de estudio del propio grupo analizado. Esta
relación sucede de tal forma que durante el proceso
de investigación no se sabe a ciencia cierta quién es-
tudia a quién, volviéndose inútil la pretensión objeti-
vizante de una investigación científica. Cada investi-
gación participativa presenta sus particularidades y
aquí se enlistarán únicamente aquellas concernien-
tes al proyecto en cuestión.
a) Una de las principales dificultades al trabajar con
los comcáac es su resistencia a ser objeto de in-
vestigación, debido quizás a la desconfianza que
les produce el uso de la información obtenida, la
cual pudiera derivar en mayores controles o vi-
gilancia por parte de las autoridades estatales y/
DES-CUBRIENDO... EL ORDEN, LA NATURALEZA 27
o federales. Si la duda persiste en ellos pero la
entrevista es inminente, se desentienden rápida-
mente presentando información circular o poco
veraz. ¿Por qué habría de confiar en los yoris un
pueblo cuyos abuelos vivieron en carne propia
el exterminio por decreto oficial?
b) Otra eventualidad son las constantes pruebas a la
probidad del investigador, y éstas van desde su
resistencia y aspecto físicos, solidaridad con las
necesidades de la comunidad hasta asuntos con-
cernientes a sus relaciones personales. Y en el caso
de que el investigador resulte ser «ella», tendrá
que demostrar que sus intereses respecto al sec-
tor masculino de la comunidad son meramente
académicos, para prevenir la furia colectiva de las
mujeres y la consecuente y segura expulsión de la
comunidad. Desde un inicio se debe aclarar al
sector masculino que «ella» mantiene una rela-
ción estable con un yori bastante macho, celoso,
violento y vengativo.
c) Otra cuestión fundamental es el respeto por par-
te del investigador, quien debe saber hasta dón-
de le es permitido «entrar» en la comunidad y
«para qué» es su acceso. Además, se debe estar
dispuesto a trabajar «la importancia personal» y
aceptar que le están haciendo un favor con de-
jarlo trabajar con los comcáac.
El conocimiento tradicional es guardado con re-
celo por temor a que su revelación conduzca a
un usufructo poco favorable para la comunidad.
Asimismo, dicho conocimiento es revelado sólo
a los miembros originales de la comunidad, como
una forma de mantener el orgullo por la identi-
dad étnica, protegiéndolo a través del cmique,
lengua virtualmente ininteligible para los yoris.
Esto marca de antemano un fuerte sesgo a la in-
vestigación y al papel del investigador, que más
que un recopilador del conocimiento tradicional,
debe convertirse en defensor de la legitimidad
del mismo.
d) Además, es importante identificar la coyuntura
de la investigación. Los primeros objetivos ge-
nerales serán vagamente cumplidos y deberán
coincidir con los deseos de la comunidad. Tam-
bién es necesario cerciorarse de que la «intromi-
sión» por parte del investigador no ocasione con-
flictos internos. Lo anterior tiene como principal
enemigo a «los tiempos»: los tiempos de los pro-
cesos internos de la comunidad, los tiempos de
las instituciones académicas y los tiempos de las
fundaciones financiadoras, todo lo cual ignora
por completo los efectos sobre la salud mental
del investigador.
EL PRO YECTO EN MAR CHA
Por lo que se refiere al presente estudio, la coyuntura
antes mencionada se dio a través de un compromiso
28 GACETA ECOLÓGICA. NÚMERO 68
adquirido con el Consejo de ancianos para apoyar el
proceso de transmisión del conocimiento tradicional
a las nuevas generaciones comcáac, de quienes se
dice que poco están aprendiendo sobre la riqueza de
su cultura. Dicho apoyo consistió en la asesoría para
crear una asociación civil denominada Ctam Coyai
A.C.,4 cuyo principal objetivo es definido por el pro-
pio Consejo.
Por otro lado, el gobierno tradicional tomó la ini-
ciativa de realizar un ordenamiento ecológico del te-
rritorio como una respuesta preventiva al proyecto
de turismo de la Escalera Náutica5 del Golfo de Cali-
fornia.
En este sentido, el Instituto Nacional de Ecolo-
gía (INE) apoyó la elaboración de la Propuesta me-
todológica para el ordenamiento ecológico del terri-
torio comcáac (PMOETC), la cual quedó inicialmente
en manos del Consejo de ancianos con el fin de ga-
rantizar la perspectiva cultural del grupo étnico,
posteriormente desarrollada a través de Ctam Coyai
A.C., hecho que infundía confianza en cuanto al con-
trol de la información y de los recursos financieros,
aspectos cruciales en la realización de un proyecto
participativo.
La PMOETC tenía varios objetivos. En primer lu-
gar, se trataba de definir una estrategia adecuada para
el grupo indígena. En segundo lugar, que dicha pro-
puesta se justificara ante las autoridades ambientales
para que posteriormente, de ser necesario o posible,
se realizara un ordenamiento ecológico del territorio
al estilo comcáac. Tercero, que al tiempo se reforza-
ran los esfuerzos realizados por el personal de la Re-
serva de la Biosfera de las Islas del Golfo de Califor-
nia (a la cual pertenece la isla Tiburón), que había
realizado ya el programa de manejo de la reserva y se
encontraba en la fase final del programa específico
para dicha isla.
Así, la PMOETC, entregada a las autoridades del
INE en marzo del 2002, contenía básicamente tres
partes:
1. La argumentación sobre la alianza entre la di-
versidad cultural y la biodiversidad, las diferen-
cias en torno a las matrices de racionalidad de
los distintos saberes y, finalmente, el manejo
actual de los recursos de los comcáac, enfatizan-
do los sistemas de regulación del acceso a los
recursos naturales regidos por su cultura.
2. La percepción general comcáac acerca de su pro-
blemática, definida por dos líderes de la comu-
nidad.
3. La propuesta para que en un futuro se realizara
el ordenamiento, debe considerar los siguientes
lineamientos:
a. La creación de una estrategia de apropiación
del ordenamiento por parte de los comcáac, de-
bido a que muchas veces no se enteraban de
estos procesos, generándose conflictos. Esta la-
bor sería realizada por ellos y parte de la estra-
tegia consistiría en que los propios miembros
de la comunidad elaboraran el documento bajo
sus términos y posibilidades. La información
sería generada y controlada por ellos.
b. Asegurar que el conocimiento tradicional fue-
ra el eje rector de dicho programa. Para ello se
proponía la elaboración del mapa de los sitios
de valor cultural, que sería la información de
fondo, ya que este conocimiento es parte del
sistema de regulación de los recursos natura-
les. Posteriormente se desarrollaría la informa-
ción sobre la biodiversidad del territorio.
c. La creación de una estrategia para que el conoci-
miento tradicional emergiera independientemente
de la compartimentalización que sufre la ciencia
occidental, y por encima de la división entre tie-
rra y mar que para ellos no es tan drástica.
Así, se planteó al equipo de trabajo comcáac6 una
estrategia para recabar información sobre el ordena-
miento territorial, que aceptaron inicialmente y poco
a poco fueron adaptando.
DES-CUBRIENDO... EL ORDEN, LA NATURALEZA 29
De este modo fue como nos «embarcamos», con
un equipo de cámaras de video caseras y un geoposi-
cionador satelital (GPS), a un destino y con un méto-
do que sólo el presidente del Consejo de ancianos,
don Antonio Robles Torres, conocía a ciencia cierta.
En esos días, una especialista en ordenamientos eco-
lógicos del territorio nos preguntó acerca de la meto-
dología que estabamos siguiendo, a lo que se respon-
dió: «La metodología se llama... SPA: súbete a la pan-
ga y luego averiguas». La división del trabajo era muy
clara: el investigador era el ayudante y el objeto de
estudio, eran los jefes quienes dirían cómo, cuándo,
dónde, qué y para qué.
RE-SIGNIFICANDO EL TERRITORIO
Así se iniciaron los recorridos por las rutas definidas
por el Consejo de ancianos. Se comenzó por unos
cuantos sitios prioritarios localizados tanto en la par-
te continental del territorio como al interior de la isla
Tiburón, pero con mayor énfasis en las costas de di-
cha isla.
En la primera etapa, los resultados consistieron
en la recuperación cultural de 106 sitios con sus nom-
bres en cmique. Los recorridos consistían en detener-
se en los lugares que señalaba el presidente del Con-
sejo de ancianos y ahí tomar las coordenadas con el
GPS y filmar o fotografiar el sitio. En algunos lugares
más especiales se filmaron las narraciones, historias,
leyendas y cantos relacionados con el lugar.
Posteriormente, los datos arrojados por el GPS fue-
ron vaciados en una imagen satelital donada por Co-
munidad y Biodiversidad A.C. (COBI, A.C.) y se pro-
cesó la información con la ayuda del Instituto del
Medio Ambiente para el Desarrollo Sustentable del
estado de Sonora (IMADES).
Para entonces resultó evidente que la concepción
que los comcáac tenían acerca de la naturaleza, el
territorio, la regulación de los recursos naturales y la
forma de consensar decisiones internas no resultaba
similar a la que rige los sistemas de planeación terri-
torial ambiental de la Federación.
Aprovechando la experiencia de la PMOETC se con-
tactó al Fondo Mundial de la Naturaleza (WWF-Pro-
grama del Golfo de California), que vinculó las peti-
ciones con la iniciativa de los «sitios naturales sagra-
dos» (SNS), basada en una argumentación muy simi-
lar a la presentada en la PMOETC.
El análisis de la relación entre la diversidad cultu-
ral y la biodiversidad permitió saber que los sitios de
mayor biodiversidad del mundo están habitados por
grupos indígenas. Esta afirmación la respaldan ejem-
plos tomados de lugares tan diferentes como Asia (In-
dia, Indonesia), África y América del Sur, que mues-
tran cómo los sitios que tenían un significado espe-
cial para algún pueblo indígena se hallan mejor con-
servados que los colindantes, por lo que fueron lla-
mados SNS.
Un antecedente de la iniciativa de la WWF sobre
los SNS es la recién creada área natural y cultural pro-
tegida de Wirikuta, en San Luis Potosí, para la cual se
integraron criterios científicos y culturales en la defi-
nición de esta «área natural protegida». Dicha zona
es uno de los puntos cardinales de la mitología wixa-
rika (huichol) y punto de arribo de peregrinaciones
provenientes de Jalisco.
Los wixarika estaban preocupados por el deterioro
ambiental de sus rutas de peregrinación, expuestas a
las «externalidades» del desarrollo moderno, con lo que
desaparecía una planta fundamental en su cultura: el
peyote. Ante ello, se emitió una nueva legislación am-
biental en San Luis Potosí para dar cabida a la protec-
ción de un sitio natural sagrado (Otegui 2002).
Dentro de este contexto, la WWF decidió apoyar
la continuación del mapa de los sitios de valor cultu-
ral como estrategia de conservación y ordenamiento
del territorio comcáac.7 El resultado de este apoyo es
un mapa impreso a escala 1:100,000, titulado Hant
icacoot hipix comcáac yaat quih ha ha. Taeöjc itel ha
Xepe Cosot ha (Mapa de los sitios de valor cultural
30 GACETA ECOLÓGICA. NÚMERO 68
comcáac. Litoral de la isla Tiburón y canal del Infier-
nillo), y que incluye los nombres en cmique de 262
sitios, 71 de los cuales están en el mar del canal del
Infiernillo.
Otro resultado de dicho apoyo es un mapa digital,
almacenado en un disco compacto multimedia que
presenta la imagen satelital que permite al usuario,
al pasar el cursor por encima de los sitios, observar la
información filmada en cada uno de ellos al tiempo
que se escuchan las narraciones y cantos en cmique,
propios de cada lugar.
El objetivo principal de tales documentos es la
transmisión del conocimiento tradicional a las nue-
vas generaciones, que por las características de la
cultura comcáac se convierten en instrumentos de
planeación y educación ambiental.
Este tipo de propuestas surgen del reconocimien-
to de que la cultura es la instancia mediadora entre la
sociedad y la naturaleza (Descola y Pálsson 2001, Por-
to-Goncalves 2001, Escobar 1996, Leff 2000), es de-
cir, la sociedad hace uso de sus recursos naturales a
través de un conjunto de significaciones con el que
ordena el cosmos, el territorio y la naturaleza. Así
surgió la hipótesis de que las diferencias entre la po-
lítica ambiental y el saber comcáac se presentaban en
el terreno de la significación, de lo conceptual, den-
tro de una trama política de inequidad. Para aclarar
esta idea, consideremos que:
... el proceso de apropiación de la naturaleza,
inherente a cualquier sociedad, no puede compren-
derse ––como por desgracia se ha hecho–– como un
proceso exclusivamente material, casi siempre de ca-
rácter económico, como si la apropiación material
careciera de sentidos. Toda apropiación material es
al mismo tiempo simbólica, puesto que se apropia
de lo que tiene o hace sentido. El mapa, por ejemplo
(instrumento tan preciado por los geógrafos), es una
forma de re-presentación de la realidad, y no la rea-
lidad misma, que como tal constituye una forma de
apropiación simbólica, condición de su apropiación
(...). Las identidades colectivas implican por tanto
un espacio hecho propio por los seres que las fun-
dan, vale decir, implican un territorio. Si es posible
extender a otras sociedades el concepto de desarro-
llo, despojándolo de su carácter moderno producti-
vista podemos afirmar entonces que el devenir de
cualquier sociedad, su desarrollo propio, se inscribe
dentro de un orden especifico de significados, entre
los que se encuentra el modo en que cada una mar-
ca la tierra o desde el punto de vista etimológico,
geo-grafía, vuelve propio, hace común un determi-
nado espacio, adueñándose de él. (Porto Goncalves
2001: 5-6)
LA INTEGRACIÓN DEL SISTEMA DE REGULACIÓN
DE LOS RECURSOS NATURALES COMCÁAC
Considerando el ordenamiento ecológico del territo-
rio como un proceso, el Mapa de los sitios de valor
cultural comcáac tiene varios sentidos:
1. El des-cubrimiento de un sistema de diferencia-
ción del territorio, muy especializado, que inci-
de en la forma de apropiación, acceso y organi-
zación de la naturaleza.
DES-CUBRIENDO... EL ORDEN, LA NATURALEZA 31
2. El des-cubrimiento de las diferencias en las ma-
trices del saber comcáac y el saber científico, en
donde el primero se manifiesta incorporando una
praxis cotidiana y donde parte del mismo es apre-
hendido a través de ejercicios trascendentales y
transmitido a través de cantos, danzas, mitos y
leyendas.
3. El des-cubrimiento de un conocimiento tradicio-
nal que distingue en la práctica alrededor de 400
plantas del desierto y una gran variedad faunís-
tica, lo que les ha permitido sobrevivir y mante-
ner en excelente estado de conservación su terri-
torio.
4. El des-cubrimiento de un instrumento de políti-
ca ambiental con gran potencial para impulsar
procesos de etnodesarrollo sustentable, desde
una perspectiva de re-apropiación conjunta de
naturaleza y cultura.
Este mapa puede considerarse como un insumo
de un proceso vivo dentro de este pueblo indígena: el
de la re-creación identitaria, que retoma las modali-
dades que le ofrece la sustentabilidad ambiental.
Queda pendiente dar seguimiento al proceso de siste-
matización del conocimiento tradicional impulsado
por el Consejo de ancianos y, sobre todo, generar es-
trategias de apropiación del mismo para las nuevas
generaciones comcáac.
Mientras tanto, la labor del sujeto de la investiga-
ción participativa consistirá en des-cubrir los siste-
mas de regulación implícitos en la cultura analizada,
que hasta ahora se ha detectado que se organizan en
tres rubros:
1. Sistema de regulación heredado a través del co-
nocimiento tradicional, como los significados
propios del territorio y su biodiversidad.
2. Sistema de regulación acordado internamente
para hacer frente a la forma de aprovechamiento
que les impone el estar inmersos en la economía
nacional y global (por ejemplo, vedas internas a
los productos de mayor explotación comercial).
3. Sistema de regulación impuesto por la legisla-
ción ambiental, vgr., vedas a especies bajo pro-
tección federal (caguama, totoaba, árbol palo-
fierro).
Finalmente, cabe señalar que el reconocimiento
de este conjunto de sistemas de regulación de los re-
cursos naturales va encaminado a fortalecer la auto-
gestión y la construcción de una sustentabilidad am-
biental en el marco de una pluralidad cultural.
NOTAS
1. Comcáac es el nombre con el que se autodenomina el
grupo indígena conocido en la cultura nacional como seri.
En cmique, lengua perteneciente a la familia lingüística
hokana, comcáac significa la gente. Herederos de esa
tradicion oral, actualmente se encuentran en un proceso
hacia la lengua escrita; es por ello que existen varias
forma de escribir comcáac, vgr. cunca’ac, comca’ac,
kunkaak. La forma utilizada en este trabajo es la que
sugiere Lorenzo Thompson, miembro de dicha comuni-
dad, quien es reconocido como uno de los mas serios
estudiosos de su lengua.
2. Yori es el término utilizado por los comcáac para
referirse a las personas ajenas a su comunidad, de origen
no indígena, generalmente mexicanos mestizos.
3. Según la Ley agraria, la presidencia de bienes comuna-
les tiene una duración de dos años. Los comcáac han
decidido que esta autoridad también sea considerada
como el gobierno tradicional. Ninguno de los últimos
cuatro gobernadores tradicionales han concluido su
periodo; sin embargo, cuentan con ejemplos de ellos o de
quienes incluso han sido reelegidos.
4. Traducido al español como guerrero comcáac.
5. Nombre del proyecto turístico promovido por el
gobierno federal y los gobiernos estatales de Baja
California, Baja California Sur, Sonora, Sinaloa y Nayarit.
32 GACETA ECOLÓGICA. NÚMERO 68
6. El equipo de trabajo de la PMOETC fue definido por ellos
mismos, quedando de nuevo dentro del núcleo familiar
don Antonio Robles Torres, David Morales Astorga y
Josué Robles Barnett. En esta etapa colaboró la investiga-
dora del CIAD, A.C., Blanca Rebeca Noriega.
7. El equipo de trabajo para realizar el Mapa de los sitios
de valor cultural quedó integrado de la manera siguiente:
Consejo de ancianos comcáac: Antonio Robles Torres, José
Juan Moreno y Guadalupe López Blanco (†) (autores).
Diana Luque Agraz, David Morales Astorga e Israel Robles
Barnett (compiladores). Xilonen Miranda Perez, Josué
Robles Torres, David Peña (asistentes). Instituciones que
colaboraron: Ctam Coyal, A.C., CIAD, A.C., INE y WWF.
Instituciones de apoyo: Comunidad y Biodiversidad, A.C.,
IMADES, Red Fronteriza de Salud y Ambiente, A.C.
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Geoderma 111: 249-265.
Los revisores de este trabajo fueron Gerardo Bocco y Helena Cotler de la Direccción general de de investigación de ordenamiento ecológico yconservación de los ecosistemas del INE.
Este trabajo presenta algunas reflexiones derivadas del proyecto de investigación Estrategias de desarrollo sustentable en el Golfo deCalifornia. Fase 1: territorios, saberes y naturalezas en la comunidad indígena comcáac.
Diana Luque es investigadora asociada del Programa de estudios ambientales de la División de desarrollo regional del Centro de Investiga-ción en Alimentación y Desarrollo, A.C. Hermosillo, Son. Correo-e: [email protected] H. Doode es maestra en lingüística, egresada de la Universidad de Sonora. Correo-e: [email protected]: Patsi Valdez.
EL USO DE LA INFORMACIÓN EDÁFICA 33
INTRODUCCIÓN
En las últimas décadas se ha hecho notoria la pre-
ocupación de la sociedad por los agudos problemas
ambientales, como la contaminación del agua y del
aire, la degradación de los suelos, la deforestación y
la pérdida de biodiversidad, entre otros. Ante esta
situación, varias disciplinas han evolucionado hacia
el estudio de los riesgos, la vulnerabilidad y la fragili-
dad de los ecosistemas, haciendo hincapié en los pro-
cesos de degradación originados por la actividad an-
trópica. La ciencia del suelo no ha sido ajena a esta
problemática, la necesidad de información edáfica se
ha vuelto cada vez más importante en términos de la
El uso de la informaciónedáfica en los estudiosambientales
HELENA COTLER A.
34 GACETA ECOLÓGICA. NÚMERO 68
sustentabilidad del manejo de tierras, la salud del
ecosistema y de los ciclos biogeoquímicos. Para res-
ponder a esta preocupación, la evaluación del recur-
so suelo y su monitoreo se encuentran ante nuevos
paradigmas. Además del uso intensivo de tecnologías
de información (Rossiter 2000), hoy es ampliamente
reconocido que las respuestas a problemas ambien-
tales sólo podrán surgir de un enfoque multidiscipli-
nario (Mermut y Eswaran 2001).
El presente artículo tiene como objetivos: a) revi-
sar el sustento del levantamiento edafológico tradi-
cional, b) presentar las tendencias de las investiga-
ciones edafológicas, enfatizando la situación en Méxi-
co y c) identificar el tipo de información edáfica que
requieren los estudios ambientales en nuestro país.
LOS SUELOS : DISTRIBUCIÓN EN EL PAISAJE Y
SUS FUNCIONES
El suelo es un cuerpo natural, distribuido como un
continuo en el paisaje con variaciones determinadas
por las condiciones lito-climáticas del sitio, el drena-
je, la historia geomorfológica y el uso de la tierra.
Una característica básica de la cubierta edáfica
sobre la superficie terrestre (pedósfera) es que pre-
senta una estructura jerárquica anidada (Sposito y
Reginato 1992) (ver figura 1).
A escala regional, las geoformas principales están
caracterizadas por unidades o asociaciones de dife-
rentes tipos de suelo. A esta escala se pueden dife-
renciar catenas, donde los suelos se distribuyen en
función de la topografía y el material parental, in-
fluenciados por el flujo del agua. Los segmentos de
catena que corresponden a la misma unidad de suelo
se denominan polipedones (variaciones en espesor
de horizontes dentro de una misma unidad de sue-
lo), compuestos a su vez por pedones. El pedón es el
mínimo volumen de suelo, que comienza en la su-
perficie terrestre y comprende toda la secuencia de
horizontes hasta el límite entre la pedósfera y la litós-
fera. Cada horizonte está conformado por agregados
que consisten, a su vez, en partículas minerales y
orgánicas, formadas por moléculas y átomos.
Dado los procesos que participan en su forma-
ción, los suelos mantienen funciones que han permi-
tido la sobrevivencia de la población. La más conoci-
da y utilizada es la de soporte y suministro de nu-
trientes para las plantas. Sin embargo, cumple con
otras funciones igualmente trascendentes como la de
constituir un medio poroso y permeable, necesario
para la regulación del sistema hidrológico, influyen-
do en la retención y pérdida de agua, su contamina-
ción o purificación.
FIGURA 1. ORGANIZACIÓN JERÁRQUICA DE LA PEDÓSFERA Y
POSIBLES MÉTODOS PARA SU ESTUDIO
Pedósfera
Región fisiográfica
Toposecuencia
Catena/cuenca
Polipedón
Pedón
Horizonte
Agregados
Partículas primarias
Estructura mineral/
molecular
Continente
País/Estado
Municipio
Terreno agrícola
Parcela
Fuente: Sposito y Reginato 1992.
PERCEPCIÓN REMOTA
Y SIG
VISUAL
MACROSCOPÍA
ESPECTROSCOPÍA
}}
}}
EL USO DE LA INFORMACIÓN EDÁFICA 35
Además, según sus características, el suelo es el
hábitat de una miríada de organismos, muchos de
los cuales cumplen un papel fundamental en la salud
humana. Finalmente, en los ecosistemas urbanos, el
suelo juega un papel destacado no sólo como mate-
rial de construcción sino como cimiento para la infra-
estructura urbana (Brady y Weil 1999).
En síntesis, los suelos son una pieza clave en cuan-
to al soporte de todos los ecosistemas terrestres, de-
terminando su funcionamiento y productividad. Por
estas razones varios autores (Burrough 1993, Bac-
khaus et al. 2002, Hennings 2002, Purnell 1993, Va-
lenzuela y Zinck 1994) afirman que la información
edáfica es el sustento natural para la evaluación y
manejo sustentable de las tierras.
LOS INVENTARIOS DE SUELOS: SU UTILIDAD
Y SU APLICACIÓN EN MÉXICO
Tradicionalmente la información edáfica se obtiene
de los inventarios de suelos, los cuales «describen
las características de los suelos en una determinada
área, clasifican los suelos y trazan los límites de las
unidades de suelo en un mapa» (Soil Survey Divi-
sion 1993). Este tipo de trabajos se han venido lle-
vando a cabo por más de un siglo en Rusia, los Esta-
dos Unidos de América y Hungría y, durante al me-
nos cincuenta años en otras partes del mundo
(Boulaine 1989, Zinck 1995, Yaalon y Berkowicz
1997). En un inicio estos inventarios apoyaron las
decisiones de uso rural de la tierra, en particular la
adaptabilidad de los sistemas de producción con los
tipos de suelos (Bacic et al. 2003). Este conocimien-
to se sistematizó en el enfoque de aptitud de tierras
(Klingebiel 1991) donde los tipos de suelos se agru-
paron en función de su habilidad para sostener dife-
rentes clases de uso de suelo. A partir de la década
de los cincuenta se iniciaron los levantamientos de
suelos multipropósito para usos no-agrícolas (Bar-
telli 1996). En este campo, la FAO lideró el desarro-
llo de metodologías de evaluación de tierras (FAO
1976, 1983, 1984, 1985, 1991 y 1996). Los levanta-
mientos de suelos de propósito general que se ve-
nían elaborando respondían a la necesidad de cono-
cer al recurso suelo: sus características y su distri-
bución espacial, para que, a partir de ello, se pudie-
ra utilizar de una manera sustentable la tierra. En la
década de los setenta se realizó un esfuerzo siste-
mático para documentar el recurso suelo a nivel glo-
bal y mejorar el entendimiento de los factores y pro-
cesos que controlan su formación. En ese sentido, el
estudio elaborado por la FAO-UNESCO (1974) donde
se generó la base digital mundial de suelos constitu-
yó un hito para este tipo de levantamientos.
Actualmente resulta ampliamente reconocida la
necesidad de generar información edáfica para la pro-
ducción sustentable de cultivos (Alexandratos 1995),
su contribución en la planeación de uso del suelo y la
evaluación sobre los efectos del uso de la tierra en el
medio ambiente.
El tipo de preguntas que un inventario general de
suelos debe responder se pueden agrupar en tres te-
mas principales (Beckett y Burrough 1971 y Rossiter
2000):
1. Resumen de clases de suelos en toda el área de
interés: ¿qué tipo de suelos existen?, ¿en qué pro-
porción?, ¿qué proporción del área es ocupada
por suelos con propiedades específicas?. Esta in-
formación requiere principalmente de un mues-
treo estadístico simple.
2. Distribución geográfica de las clases de suelos y
sus propiedades en un sitio determinado: ¿cuál
es la clase particular de suelos en un sitio deter-
minado?, ¿qué propiedades de suelo se encuen-
tran en ese sitio?, ¿cuál es el patrón espacial de
clases de suelo en el sitio?, ¿cuál es el patrón
espacial de propiedades de suelo en el sitio?. Para
responder a este tipo de información se requiere
el mapeo de los suelos.
36 GACETA ECOLÓGICA. NÚMERO 68
3. Localización de áreas de interés, de un tipo de
suelo específico o características de éste: ¿dónde
se puede encontrar una clase determinada de sue-
lo?, ¿dónde se pueden encontrar propiedades es-
pecíficas de suelo?, ¿dónde se puede encontrar
un cierto patrón espacial de suelos?. Esta temá-
tica surge cuando se busca un área para un de-
terminado uso de la tierra, el cual generalmente
ha sido agropecuario.
Resulta claro que por el desarrollo de los levanta-
mientos de suelos ha dominado el énfasis utilitario, que
busca responder preguntas específicas sobre el compor-
tamiento del suelo ante un determinado uso, más que
un énfasis científico por entender al suelo como un cuer-
po natural, componente del paisaje.
Las actividades de levantamiento de suelos en
México se iniciaron en 1927 por la Comisión Nacio-
nal de Irrigación, institución que estaba a cargo del
desarrollo de los nuevos esquemas de irrigación en el
país (Takaki 1993). Durante las décadas siguientes, el
levantamiento de suelos tuvo como finalidad, prácti-
camente exclusiva, la de apoyar la ampliación de la
frontera agrícola. En la década de los setenta, con la
adjudicación del levantamiento de suelos al Instituto
Nacional de Estadística, Geografía e Información (INE-
GI) se inició la generación sistemática de mapas taxo-
nómicos de suelo a dos diferentes escalas, 1:50,000 y
1:250,000. Gracias a este arduo trabajo contamos con
más del 85% del territorio mexicano con informa-
ción edafológica a escala 1:250,000. Podemos enton-
ces afirmar que hoy conocemos, a nivel regional, la
distribución y las características de casi la totalidad
de los suelos del territorio mexicano. Es momento
entonces de preguntarnos cuál debe ser la siguiente
etapa para los estudios edafológicos en México, pero
antes de entrar a este tema en esta idea es necesario
precisar el tipo de información que puede obtenerse
de los levantamientos de suelos en el país.
Los mapas edafológicos en México se elaboraron
a partir de puntos definidos de perfiles de suelo, cuya
información fue generalizada y extrapolada utilizan-
do información fisiográfica. Como resultado se obtu-
vieron polígonos que pueden representar a una o más
unidades de suelo. Dado que en estos mapas las uni-
dades de suelo se refieren a datos provenientes de un
solo perfil, no se cuenta con representación estadísti-
ca (intervalo de confianza de los datos, varianza, etc.),
lo cual dificulta que los usuarios conozcan la preci-
sión de la información disponible y la variabilidad de
ésta en la unidad. Por otro lado, la generalización
edáfica no se basa en un sustento geomorfológico; es
decir, que a pesar de la estrecha relación existente
entre la forma del terreno (convexidad, concavidad
de ladera), los movimientos de agua (procesos mor-
EL USO DE LA INFORMACIÓN EDÁFICA 37
fodinámicos) y los procesos pedogenéticos, la repre-
sentación cartográfica de las unidades de suelo igno-
ran esta relación. Por lo tanto, la generalización de
una unidad de suelo puede cubrir diferentes formas
de laderas y hasta diferentes geoformas. Finalmente,
los perfiles de suelo están complementados por una
base de datos físicos y químicos, que constituyen ca-
racterísticas inherentes determinadas por los factores
formadores del suelo. Esta base de datos se encuen-
tran en archivos alfanuméricos que pueden ser ma-
nejados en plataformas de sistemas de información
geográfica.
Tradicionalmente en México, la información edá-
fica se ha utilizado en los diagnósticos de ordena-
miento ecológico a escala regional. En ellos, la utili-
zación de los datos edafológicos se basa casi exclusi-
vamente en la descripción del tipo de suelo domi-
nante, mediante la clasificación FAO vigente, hacien-
do hincapié en algunas de las principales característi-
cas físicas, químicas o morfológicas que estos suelos
presentan, tanto de manera general como particular
de la zona de interés (INE-Colegio de México 1998,
INE-SEMARNAT 2001). Este tipo de interpretación de los
datos de suelos presenta varias desventajas. La más
importante es la dificultad de inferir la aptitud de los
suelos a partir de las características diagnóstico esta-
blecidas en la clasificación. Por otro lado, este tipo de
interpretación no permite realizar un seguimiento de
la evolución de las propiedades del suelo en el tiem-
po y bajo distintos usos.
¿QUÉ SIGUE? NUEVAS TENDENCIAS EN LOS
ESTUDIOS EDAFOLÓGICOS
Como resultado de un taller internacional que abor-
dó las perspectivas y estrategias sobre levantamien-
tos de suelos de cara al siglo XXI (Zinck 1995), los
responsables nacionales de los levantamientos de
suelo coincidieron en la importancia actual de este
tipo de información, aunque convinieron en la nece-
sidad de mejorarla. En las últimas décadas la evalua-
ción del recurso suelo ha sufrido diversas modifica-
ciones debido a varias situaciones como: a) las prio-
ridades de la sociedad han ido variando de sólo au-
mentar la productividad a la preocupación de prote-
ger y preservar el ambiente (Mermut y Eswaran 2001),
con lo cual el suelo es evaluado en la totalidad de sus
funciones; b) el uso intensivo de sistemas de infor-
mación geográfica y percepción remota ha aumenta-
do y diversificado el tipo de usuarios, muchos de los
cuales carecen de conocimiento edafológico y c) el
aumento de la información edafológica a distintas
escalas en internet ha extendido el uso de la informa-
ción edáfica en muchos análisis ambientales.
Las tendencias en las investigaciones edafológicas
van desde el uso intensivo de tecnologías que permi-
ten el almacenamiento y conversión de datos, redu-
ciendo costos; la elaboración de mapas temáticos, uti-
lizando técnicas geoestadísticas para enfocarse en un
problema o en un manejo específico (Zinck 2003); es-
tudios sobre tecnologías de suelos que permitan reem-
plazar y reducir la aplicación de fertilizantes comer-
ciales y técnicas alternativas de cultivos; trabajos de
clasificación de suelos basados en microscopía, clasi-
ficación de suelos, desarrollo de instrumentos para la
comprensión de los componentes del suelo (Mermut y
Eswaran 2001) y sobre su calidad.
En México, a la vez que se ha venido discutiendo
sobre la pertinencia de la información edafológica
existente1 se han desarrollado nuevos enfoques con
diferentes requerimientos de información edafológi-
ca. La particularidad de estos trabajos reside en tres
aspectos. El primero es la escala, que varía entre 1:1
a 1:20,000, es decir, es una escala local para la cual se
requiere la adquisición de datos a través de diseños
de muestreo propios para cada nivel de observación.
El segundo es la integración de los datos de suelos
con otra información biofísica y/o socioeconómica
para la explicación de procesos ambientales. Un ter-
cer aspecto es la aplicación de herramientas que per-
38 GACETA ECOLÓGICA. NÚMERO 68
mitan la utilización y la generación de datos edafoló-
gicos y que facilitan su conversión y manipulación,
como la percepción remota, los sistemas de informa-
ción geográfica y la geoestadística.
Entre los temas edafológicos más relevantes se
encuentran:
1. El establecimiento de indicadores de calidad del
suelo (Masera et al. 1999, Astier Calderón et al.
2002) que utilizan la información edáfica de
manera conjunta con otras variables socioam-
bientales para definir las bases de una agricultu-
ra sustentable. Aquí es necesario enfatizar la di-
ferencia entre la información edáfica requerida
para evaluar la calidad del suelo de aquélla que
se obtiene de un levantamiento tradicional. La
evaluación de la calidad del suelo enfatiza tanto
las características inherentes del suelo (produc-
to de los factores formadores), que se mencio-
nan también en un levantamiento tradicional,
como las características dinámicas superficiales
(que se presentan en los primeros 20 cm, aproxi-
madamente) y describen el status o la condición
de un suelo específico como resultado de su uso
y manejo (Karlen et al. 2003).
2. El enfoque morfo-edafológico, donde la informa-
ción edáfica y geomorfológica sustenta la carto-
grafía de unidades de paisaje (Rossignol et al.
1987, Geissert et al. 1994) y permite la explica-
ción de la formación de los suelos y la evalua-
ción de la calidad del sitio.
3. El conocimiento tradicional del suelo y su con-
tribución a la elaboración de indicadores poten-
ciales para el desarrollo sustentable (Pulido y
Bocco 2003).
4. El suelo como sumidero para almacenar carbón
y reducir futuros aumentos en las concentracio-
nes de CO2 atmosférico (Etchevers et al. 2000).
5. La relación existente entre las prácticas de ma-
nejo y las características edáficas (Etchevers et
al. 2000, Sandoval et al. 1996, Velásquez et al.
2001).
6. Los estudios sobre degradación de suelos que
utilizan parámetros edáficos para evaluar la pro-
ductividad, para explicar los procesos de erosión
(Maass et al. 1988, Bocco 1993) y para elaborar
modelos de degradación de suelos.
7. Los monitoreos edafo-ecológicos multiescalares
que reconocen la jerarquía y multifuncionalidad
de los suelos en el espacio (Siebe 1999).
El usuario, en función de los conocimientos que
posee y de los objetivos de su trabajo, normalmente
integra la información de suelos con otros elementos
del medio natural, como el relieve, la vegetación, la
información climática, el uso actual de la tierra, ya
sea para elaborar modelos de aptitud (sensu lato FAO),
modelos de erosión o, en general, conocer la oferta
ambiental de cierta región. Cualquiera que sea el ob-
jetivo, la información edáfica constituye un insumo
básico para los tomadores de decisiones. Sin embar-
go, la formación, el desarrollo, las funciones, la ero-
sionabilidad y la aptitud de los suelos sólo pueden
ser entendidos al integrarse al interior de una unidad
de paisaje y, en ese sentido, algunos estudios edafo-
lógicos recientes en México muestran una clara ten-
dencia a integrar la información edáfica con otras va-
riables ambientales a distintas escalas. Esta situación
nos sugiere la necesidad de una forma distinta de es-
tratificar el espacio.
LA REGIONALIZACIÓN MORFO-EDAFOLÓGICA
Si bien el conocimiento de las características edáficas
nos permite inferir las calidades de los suelos, éstas
por sí solas no son suficientes para conocer el estado
de la tierra, como unidad integral, para ello es nece-
sario recurrir a un enfoque científico multidisciplina-
rio. Un método que responde a estas características
es el constituido por el enfoque morfo-edafológico
EL USO DE LA INFORMACIÓN EDÁFICA 39
(Tricart y Kilian 1979, Geissert y Rossignol 1987, Geis-
sert 2002), el cual nos permite obtener un conoci-
miento integral del medio natural y llegar rápidamente
a un diagnóstico global de la complejidad del medio
ambiente y de los principales problemas de ordena-
miento y de conservación de tierras.
La regionalización morfo-edafológica es el resulta-
do de una búsqueda metodológica realizada por
geomorfólogos y edafólogos, con el fin de obtener nue-
vas herramientas de evaluación del suelo para la pla-
neación de su uso (Kilian 1972, Tricart y Kilian 1979,
Geissert 2000). En México aún son escasas y localiza-
das las aplicaciones de este enfoque, que han puesto
énfasis en los procesos morfodinámicos (Campos 1987),
en los aspectos geomorfológicos (Gutierrez 1987), en
la explicación de procesos de degradación ambiental
en una cuenca endorreica (Barrera Bassols 1987), en
la cartografía morfo-edafológica (Rossignol et al. 1987,
Geissert et al. 1994), en la explicación de la formación
de suelos (Geissert y Dubroeucq 1995) y en la explica-
ción de la formación de suelos y evaluación de la cali-
dad del sitio (Cotler et al. 2002). La información pre-
sentada en la cartografía morfo-edafológica requiere
ser interpretada y traducida en términos de su aptitud
para un patrón de uso definido.
Este enfoque se basa en la premisa de que la for-
mación y el desarrollo de suelos se encuentran estre-
chamente ligados al conjunto de fenómenos que mo-
difican el relieve, dado que los factores formado-
res que en ellos influyen son los mismos. Así, la pe-
dogénesis se considera a la vez como componente y
como resultante de la morfogénesis: como compo-
nente porque se inicia con la descomposición de la
roca y condiciona la preparación del material que
posteriormente será sometido a los procesos de abla-
ción; como resultante porque se desarrolla en un
medio creado por la morfogénesis. En este sentido, la
geomorfología facilita la segmentación del paisaje en
unidades discretas donde puede explicarse la forma-
ción, el desarrollo y la vulnerabilidad de los suelos.
Las unidades morfo-edafológicas son porciones de
territorio que poseen una estructura, dinámica y pro-
blemas comunes. La estructura representa la organi-
zación espacial de las unidades, definidas por sus lí-
mites y sus componentes; expresa la organización de
la red hidrográfica y el arreglo de las formas de relie-
ve. La evolución expresa la estabilidad o la inestabili-
dad del medio a partir del balance morfogénesis-pe-
dogénesis. Los problemas clasifican las característi-
cas del medio en términos de restricciones (Geissert
y Rossignol 1987). Este tipo de estratificación del
ambiente es suficientemente flexible como para in-
corporar otras variables, como la vegetación y el uso
de la tierra, permitiendo la generación de unidades
de paisaje (sensu Zonneveld 1995). La unidad del
paisaje se conceptualiza como la mínima unidad car-
tografiable que permite denotar espacialmente los
principales componentes de un ecosistema (estruc-
tural y funcionalmente, sensu Velázquez 1993).
Las principales desventajas, que podrían salvarse
mediante un mapa morfo-edafológico, se refieren, por
un lado, a la pérdida de información ocurrida duran-
te el proceso de mapeo y elaboración de leyendas, ya
que mediante la regionalización morfo-edáfica la aso-
40 GACETA ECOLÓGICA. NÚMERO 68
ciación de suelos reflejaría la distribución edáfica en
el paisaje. Por otro lado, se podría evaluar la aptitud
de la tierra o mapas de calidad de la tierra, informa-
ción que es de gran utilidad para los tomadores de
decisiones (Hennings 2002).
CONCLUSIONES
Actualmente resulta muy extendida la necesidad de
información edáfica para la planeación de uso del
suelo, los impactos sobre el medio ambiente, los
estudios de ordenamiento y la evaluación de los
recursos. Por ello, sin importar el objetivo que se
persigue, la información edáfica constituye un in-
sumo básico para los tomadores de decisión. Sin
embargo, la manera de adquirir, presentar e inter-
pretar dicha información plantea nuevos paradig-
mas, ante los cuales se han abierto nuevos cami-
nos. Los principales cambios que sugieren las nue-
vas tendencias se relacionan: 1) con una forma dis-
tinta de estratificar el espacio y 2) con la integra-
ción de datos edáficos con otros datos socioambien-
tales mediante el uso de herramientas computacio-
nales y de geoestadística.
El enfoque morfo-edafológico podría dar res-
puesta a ambas necesidades posibilitando la seg-
mentación geomorfológica del espacio y la estruc-
turación de unidades de paisaje integrales, a partir
de las cuales sea posible la evaluación de la oferta
ambiental.
NOTA
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Este texto fue revisado por Pilar Ortega y por Silke Cram, ambos del Instituto de Geología de la UNAM.
Helena Cotler A. se desempeña como Directora de manejo integral de cuencas hídricas en la Dirección general de investigación deordenamiento ecológico y conservación de ecosistemas del Instituto Nacional de Ecología. Correo-e: [email protected]: Patsi Valdez.
LOS SISTEMAS DE INFORMACIÓN GEOGRÁFICA 43
INTRODUCCIÓN
La realización de un plan integral de manejo de los
recursos naturales disponibles para una comunidad
específica supone el conocimiento de los aspectos
espacial y temporal de estos recursos. En otras pala-
bras, se deben conocer su historia, la dinámica de su
Los sistemas de informacióngeográfica y la percepciónremota. Herramientas integradaspara los planes de manejoen comunidades forestales
FERNANDO ROSETE Y GERARDO BOCCO
desarrollo y aprovechamiento así como su arreglo o
disposición en el espacio comunitario. Supone tam-
bién que se contemple tanto el uso como la conserva-
ción de la diversidad biológica, paisajística y cultural
presentes en la comunidad (Velázquez et al. 2001).
44 GACETA ECOLÓGICA. NÚMERO 68
Existen varias herramientas para poder desarro-
llar planes integrales de manejo: unas son concep-
tuales y otras son técnicas. En este artículo se descri-
ben estos instrumentos geográficos básicos para apo-
yar el desarrollo de planes de manejo.
Las herramientas conceptuales se refieren a los
métodos para la delimitación de unidades paisajísti-
cas (ecogeográficas), con cierto grado de homogenei-
dad biofísica, necesarias para: 1) manejar el conoci-
miento acerca de la distribución de los recursos natu-
rales, 2) evaluar la aptitud productiva del territorio y
3) evaluar los conflictos potenciales entre aptitud y
uso actual. Estas unidades de paisaje permiten orga-
nizar espacialmente el territorio por medio del proce-
so conocido como ordenamiento territorial, que ope-
ra como elemento rector del plan de manejo integral
comunitario.
Las herramientas técnicas se refieren a un con-
junto de procedimientos que sirven para observar y
monitorear los recursos naturales así como almace-
nar y analizar el resultado de estas observaciones. En
la actualidad, estas técnicas de observación y análi-
sis se implementan en sistemas computarizados, que
globalmente se conocen como sistemas de informa-
ción geográfica (SIG). Para la generación de datos ac-
tualizados sobre terrenos específicos se recurre habi-
tualmente a la utilización de técnicas de percepción
remota, apoyadas con levantamientos y verificacio-
nes en campo. Ambas técnicas pueden emplearse tan-
to en el ámbito regional como en el local, por lo que
es de gran utilidad su empleo en el establecimiento
de planes integrales de manejo de recursos naturales
en el ámbito de la comunidad.
CONCEPTOS
Las herramientas conceptuales referidas como unida-
des de paisaje o unidades ecogeográficas tienen por
base las unidades de roca, relieve y suelos que des-
criben los resultados de los cambios topográficos (rup-
turas de pendiente, cambios de altitud) en términos
de las formas de relieve, la hidrología de las laderas y
el desarrollo de suelos resultante. Además, estas uni-
dades consideran la información sobre tipos de vege-
tación y hábitat de fauna, para poder configurar uni-
dades integrales, biofísicas y de paisaje. Estos proce-
sos de integración se realizan en el marco del SIG,
con apoyo en trabajo de campo y percepción remota.
Estas son las unidades básicas que se evalúan en
términos de su aptitud. A este proceso lo conocemos
como evaluación de tierras y se realiza para diferen-
tes sistemas productivos (agro-silvo-pastoriles), se-
leccionados por la comunidad. Cada unidad tendrá
un cierto grado de aptitud para uno o más sistemas
productivos. Este proceso desemboca en la definición
de unidades no sólo biofísicas sino también producti-
vas (ver Bronsveld et al. 1994 y Beek 1978).
Estas son las unidades de manejo comunitarias y
representan la última etapa del análisis ecogeográfi-
co implementado en un SIG. Estas unidades son par-
te básica de la información para la toma de decisio-
nes locales generadas en un SIG y constituyen uno de
los ejes fundamentales de los planes integrales de ma-
nejo comunitarios. El fin último es diversificar la ac-
tividad productiva comunitaria, con base en una ade-
cuada interpretación de la relación oferta ambiental-
demanda comunitaria en un marco de sostenibilidad,
conservación y aprovechamiento.
El método de análisis para obtener un plan de
ordenamiento del territorio coherente con la realidad
consiste en abordar tres niveles clave de manera se-
cuencial en el entendimiento del área de estudio. Es-
tos niveles son la regionalización ecológica (RE), la
evaluación de tierras (ET) (o evaluación de aptitud de
los suelos) y el ordenamiento territorial (OT) propia-
mente dicho (Rosete y Bocco 1999) (figura 1).
La RE representa un primer nivel de trabajo, en
donde se caracteriza al terreno en función del relieve
(utilizando un sistema jerárquico de clasificación) y
los suelos presentes. Las unidades resultantes, uni-
LOS SISTEMAS DE INFORMACIÓN GEOGRÁFICA 45
dades geo-pedológicas o morfo-edafológicas, son la
materia prima para realizar una evaluación de tierras
según su aptitud para diferentes tipos de utilización
del suelo, de acuerdo con algún esquema conocido,
como, por ejemplo, el de la FAO (ver FAO 1976, 1983,
1984 y 1992).
La síntesis de los resultados obtenidos en la ET
representa la oferta ambiental del territorio en estu-
dio. Esta oferta tiene que cotejarse con el uso actual
del suelo (demanda) para detectar los conflictos y las
coincidencias existentes. La relación RE-ET-OT es de
crucial importancia para que los resultados obteni-
dos se apeguen a la realidad del terreno analizado, ya
que en caso contrario, el esfuerzo y los recursos in-
vertidos no generarán información útil y aplicable en
la planeación de un espacio determinado (Rosete y
Bocco 1999).
Si no se conoce con exactitud la oferta ambiental
del espacio bajo estudio, al confrontarlo contra la
demanda social, los resultados serán inexactos. En la
situación de la planeación del desarrollo sustentable
el tomador de decisiones debe contar con informa-
ción precisa en la definición de tipos de uso, ya que
se encuentra en juego mucho más que el plan de or-
denamiento en sí mismo.
TÉCNICAS
Las herramientas técnicas se refieren a un conjunto
de procedimientos que sirven para observar y moni-
torear los recursos naturales así como almacenar y
analizar el resultado de estas observaciones. En la
actualidad, estas técnicas de observación y análisis
se implementan en sistemas computarizados, que
globalmente se conocen como sistemas de informa-
ción geográfica (SIG) (para una revisión más com-
pleta se sugiere revisar Burrough 1986 y Valenzuela
1991a).
¿QUÉ SON LOS SIG?
Los SIG son sistemas que permiten la captura, ingre-
so, almacenamiento y análisis de datos geográficos
así como la presentación de la información resultan-
FIGURA 1. SECUENCIA DEL PROCESO DE ORDENAMIENTO
ECOLÓGICO TERRITORIAL
REGIONALIZACIÓN
Definición de Unidades Homogéneas (UH)
(Geo-morfológicas, paisaje, ambientales)
EVALUACIÓN DE APTITUD
Definición de la oferta ambiental de c/UH
Identificación de la demanda ambiental y social
Confrontación de la oferta y la demanda en c/UH
ORDENAMIENTO ECOLÓGICO TERRITORIAL
Propuesta para la resolución de conflictos
Atención a zonas prioritarias
↓
↓
46 GACETA ECOLÓGICA. NÚMERO 68
te. El objetivo central de un SIG es generar informa-
ción válida para la toma de decisiones. En este senti-
do, los tomadores de decisiones y los generadores de
información deben ser una parte integrante del SIG;
de lo contrario, el sistema no cumple con su cometi-
do principal.
Un SIG es un poderoso grupo de herramientas para
colectar, almacenar, recuperar, transformar y desple-
gar datos espaciales del mundo real para un grupo
particular de propósitos (Burrough 1986). Bocco et
al. (1991) definen a un SIG como un conjunto de pro-
gramas y equipo de computación que permite el aco-
pio, manipulación y transformación de datos espa-
ciales (mapas, imágenes de satélite) y no espaciales
(atributos) provenientes de varias fuentes, temporal
y espacialmente diferentes.
Los SIG están integrados por cuatro elementos:
el módulo de entrada de datos (selección y captu-
ra), el módulo de manejo de datos (almacenamien-
to, recuperación, base de datos geográficos), el mó-
dulo de análisis de datos (modelamiento, reglas o
normas de análisis, monitoreo) y el módulo de sali-
da de la información (productos generados, inter-
medios o finales).
Los SIG son importantes por que integran infor-
mación espacial y no espacial en un sistema simple,
ofreciendo un marco consistente para el análisis de
los datos geográficos. El objetivo general de los SIG
es generar información válida para la toma de deci-
siones. Los objetivos específicos son manejar bases
de datos grandes y heterogéneas referenciadas geo-
gráficamente, interrogar a las bases de datos sobre la
existencia de ciertos fenómenos (qué sucede, en dón-
de y cuándo), permitir la interacción en forma flexi-
ble del sistema y el intérprete, incrementar el conoci-
miento sobre el fenómeno estudiado e implementar
modelos sobre su comportamiento.
Las principales ventajas de un SIG en relación
con otros sistemas no digitales son la gran capaci-
dad de almacenamiento de datos, el hecho que es-
tos se almacenen y presenten en forma separada y
el que se puedan presentar múltiples niveles de da-
tos. También, ofrecen una gran capacidad de mane-
jo de información, lo que permite editarla y actuali-
zarla de forma rápida y eficiente, proporcionan ve-
locidad en la operación del sistema, gran capacidad
para establecer una relación coherente entre datos
espaciales y sus atributos así como para manipular-
los simultáneamente y una amplia capacidad de
análisis y de implementación de modelos que repre-
senten a la realidad.
Sin embargo, los SIG presentan algunas limitacio-
nes en comparación con los sistemas no digitales, entre
las que tenemos: un costo relativamente alto de ad-
quisición y mantenimiento del sistema, altos costos
y problemas técnicos en la captura y transferencia de
datos, insoslayable necesidad de formación de cua-
dros especializados para su operación y una falsa sen-
sación de permanente exactitud (por tratarse de una
tecnología relativamente novedosa, a la que se le otor-
ga mayor verosimilitud).
Para generar datos especialmente para una comu-
nidad en particular es muy común que se recurra a
técnicas de interpretación de fotografías aéreas y/o
de imágenes obtenidas desde satélites. Estas técni-
cas, denominadas en conjunto de percepción remota,
se conocen comúnmente como fotointerpretación,
utilizando estereoscopios, para poder apreciar las ca-
racterísticas tridimensionales de las formas del relie-
ve, o bien como clasificación de cobertura del terre-
no, mediante el tratamiento computarizado de imá-
genes. Otra técnica que está ganando importancia es
el uso del video convencional.
CONSIDERACIONES GENERALES SOBRE LA
PERCEPCIÓN REMOTA
Los estudios de la superficie de la tierra utilizando
técnicas de percepción remota suponen el registro de
la radiación electromagnética reflejada o emitida por
LOS SISTEMAS DE INFORMACIÓN GEOGRÁFICA 47
la superficie terrestre mediante sensores a larga dis-
tancia. Entre los sensores más comunes se encuen-
tran las cámaras fotográficas, las cámaras de video y
los satélites especializados.
Su objetivo de estudio es obtener información
cualitativa y cuantitativa de la radiación electromag-
nética reflejada o emitida por la superficie terrestre.
Las fotografías aéreas, las imágenes de satélite y las
imágenes de radar son algunos ejemplos de informa-
ción obtenida a partir de la percepción remota.
El método general de la percepción remota cons-
ta de cinco componentes principales: la energía, la
fuente de radiación, el blanco sobre el cual incide la
radiación, el sensor y la vía de transmisión. La fuente
de radiación más importante y de la cual se derivan
las radiaciones más utilizadas en la percepción remo-
ta es el sol.
La energía solar que llega a la Tierra puede refle-
jarse, absorberse, emitirse o transferirse en función
de las propiedades físicas de los objetos. Los objetos
(blancos o escenas) que registran los sensores remo-
tos pueden ser de diversa índole, y cada uno de ellos
tiene una respuesta diferente cuando un rayo de luz
solar incide sobre su superficie, precisamente por sus
características físicas particulares, ya que la respues-
ta de cada objeto en la superficie terrestre puede con-
siderarse como única.
Los sensores remotos se dividen en activos y pa-
sivos. Los primeros cuentan con una fuente de ener-
gía propia que dirigen hacia el blanco particular y
posteriormente recogen la señal de regreso (como los
satélites de radar). Los segundos registran directa-
mente la energía reflejada y/o emitida de la superfi-
cie terrestre. Los sensores cuentan con instrumentos
y mecanismos que permiten reconocer diferentes res-
puestas espectrales de la luz reflejada. Estos captan
información de las diferentes longitudes de onda del
espectro electromagnético y la intensidad (reflectan-
cia) del reflejo de los objetos en la superficie de la
Tierra.
Para poder elegir adecuadamente el tipo de datos
que requieren adquirirse mediante técnicas de per-
cepción remota, utilizando imágenes de satélite, para
un estudio específico en una comunidad, es necesa-
rio conocer las características de la información que
puede estar a nuestro alcance. Para esto, debemos
saber a qué se refiere cada una de esas características
que tienen los datos generados por cada satélite en
particular y decidir en función de nuestras necesida-
des y posibilidades.
Cuando hablamos de percepción remota tenemos
que existen cuatro tipos de resolución:
Resolución espacial: es la distancia mínima entre dos
objetos, de tal manera que el sensor los pueda
separar como objetos distintos (tamaño de cel-
da). Se refiere al objeto más pequeño que puede
distinguirse como unidad independiente y es re-
presentada por el tamaño de un pixel (celda).
Resolución espectral: es el ancho del espectro elec-
tromagnético medido y el número de canales em-
pleados, es decir, el número y ancho de las ban-
das espectrales registradas por el sensor.
Resolución radiométrica: es la sensibilidad del sen-
sor para diferenciar una señal, es decir, qué par-
tes del espectro electromagnético registra, su ca-
pacidad para detectar variaciones en la radian-
cia espectral que recibe.
Resolución temporal: es el lapso mínimo comprendi-
do entre la toma de dos imágenes de una misma
zona, esto es, la periodicidad con la que el sen-
sor adquiere imágenes del mismo punto de la
superficie terrestre.
Para poder interpretar las imágenes generadas por
medio de la percepción remota es necesario darles
un tratamiento previo, que consiste en la corrección,
eliminando la distorsión propia del proceso de toma
(adquisición) y recepción de la imagen, así como ajus-
tarlas al relieve del terreno en particular, por medio
48 GACETA ECOLÓGICA. NÚMERO 68
de la fotorrestitución, para las fotografías aéreas y la
georreferenciación para las imágenes de satélite, en
donde se ubica el área de estudio en relación con sus
coordenadas geográficas.
Las diferentes bandas que los sensores registran
se pueden analizar en forma individual para obtener
información sobre recursos naturales y la evaluación
de las actividades productivas sobre un terreno dado,
pero el análisis se enriquece con la utilización de com-
binaciones de bandas.
La fotografía aérea es el resultado generado por
percepción remota más difundido y utilizado. Este pro-
ducto, aún con la disminución de la resolución espa-
cial en las imágenes de satélite, seguirá siendo utiliza-
do en el futuro por la amplia difusión de las técnicas
con que se analizan las fotos y la existencia de un
mayor grupo de intérpretes especializados en ese tra-
bajo y el menor costo relativo en comparación con las
imágenes producidas por sensores en satélites.
LA APLICA CIÓN DE LOS SIG Y LA PR EN
LA ELABORACIÓN DE PROGRAMAS DE MANEJO
FORESTAL COMUNITARIO
La aplicación de los SIG en el sector forestal puede dar-
se en diversos ámbitos relacionados con esa actividad.
Los SIG son una poderosa herramienta que permite ela-
borar y actualizar la cartografía forestal con base en
fotografías aéreas, ubicar las diferentes áreas de corta
y marcar los tratamientos efectuados, generar mode-
los del método de manejo forestal practicado así como
predecir las tendencias o los escenarios futuros (como
se muestra en Fregoso et al. 2001, Velázquez et al. 2001,
Bocco et al. 2001a y Bocco et al. 1999).
De esta forma, podemos identificar que la utiliza-
ción de los SIG y la PR en el manejo forestal puede
auxiliarnos en los cuatro grandes componentes de un
programa de manejo: elaboración, ejecución, evalua-
ción y actualización, así como en la presentación de
los documentos (mapas, textos, cuadros) a las auto-
ridades correspondientes (figura 2).
Durante la elaboración podemos generar el mapa
base, agregar información sobre diferentes aspectos
(temas) del territorio de la comunidad, digitalizar el
mosaico de la rodalización y restituirlo o digitalizar
el resultado de la restitución mecánica, vincular ba-
ses de datos de los sitios de muestreo en campo con
los subrodales y realizar operaciones lógicas o arit-
méticas para identificar áreas de corta, programar la
secuencia del ciclo y del turno o simular el crecimiento
y desarrollo de la masa forestal a través del tiempo.
El mapa base es la plataforma topográfica con las
referencias de las obras realizadas por la gente en el
espacio territorial de la comunidad que, por un lado,
sirve de referencia para ubicar los diferentes parajes
y, por otro, como fuente de información sobre la to-
pografía, el relieve y la altitud que se presenta en el
LOS SISTEMAS DE INFORMACIÓN GEOGRÁFICA 49
territorio. Se pueden generar capas de información
sobre diversos temas, como el uso del suelo, los tipos
de vegetación, los tipos de suelo, las unidades del
relieve, la red hidrográfica o las características climá-
ticas con base en la información existente, generada
por medios de PR (validada en campo) o por levanta-
mientos en campo.
Una vez que se tiene el mosaico de la subrodali-
zación en forma digital se procede al etiquetamiento
de cada rodal y subrodal, esto es, se le asigna un
valor o categoría para identificarlo del resto de los
subrodales. Durante este proceso se genera una base
de datos asociada a cada subrodal identificado, mis-
ma que puede ser tan extensa como se desee, de tal
forma que no sólo se le puede asignar su clave pro-
pia, la clase diamétrica a la que corresponde o las
existencias reales totales, sino también otro tipo de
información, como el tipo de suelo, su profundidad,
la inclinación del terreno, el porcentaje de pedregosi-
dad o la existencia de otro tipo de recursos naturales
de interés para la comunidad, como la fauna silves-
tre, los hongos comestibles y las plantas medicinales.
También es posible vincular los datos levantados
en campo con los rodales y subrodales, de tal forma
que podemos ampliar más nuestra base de datos re-
lacionada a ellos con información como: la edad pro-
medio del arbolado, el porcentaje de cobertura de cada
especie, el ICA, el tiempo de paso, las existencias rea-
les por hectárea, el tratamiento aplicado, etc.
Con esa base de datos es posible realizar opera-
ciones aritméticas, como multiplicar la altura prome-
dio por el diámetro promedio de cada rodal, u opera-
ciones lógicas, como identificar las áreas arboladas
sobre pendientes mayores a 30° o las zonas desmon-
FIGURA 2. UTILIZACIÓN DE LOS SIG Y LA PR EN LOS CUATRO PRINCIPALES COMPONENTES DE UN PROGRAMA DE MANEJO FORESTAL
ELABORACIÓN
Elaboración del
mapa base
Mosaico de la fotoin-
terpretación y restitu-
ción automatizada
Generación de la base
de datos
Vinculación de la base
de datos
Elaboración de los
mapas de manejo
EJECUCIÓN
Seguimiento de los
trabajos en el monte
(por áreas de corta,
subrodales o parecelas)
Representación
de avances
EVALUACIÓN
Monitoreo de los
cambios (selección
de indicadores)
Identificación de los
tipos de cambio
Comparación entre lo
esperado y lo observa-
do en campo
ACTUALIZACIÓN
Bases de datos
Representación
cartográfica
Preparación de
ajustes al programa
de manejo
Preparación del
siguiente programa
de manejo
→ →→
50 GACETA ECOLÓGICA. NÚMERO 68
tadas en donde no se ha establecido la regeneración
natural y es necesario reforestar.
La ejecución o avance de los trabajos en el monte
puede ser representada en el SIG, ya sea a nivel de
parcela o de área de corta en general, lo que permite
tener disponible en forma rápida una imagen del avan-
ce de los trabajos programados a realizar año con
año, mes con mes, e incluso semana por semana. De
esta forma es más fácil llevar el seguimiento en el
cumplimiento del programa de manejo autorizado,
así como detectar los rezagos o acciones emergentes
ejecutadas en campo.
En la evaluación del programa de manejo los SIG
y la PR son herramientas tan importantes como en la
etapa de elaboración, ya que se pueden monitorear y
representar los cambios ocurridos en el territorio de
la comunidad por la realización de las actividades de
manejo en el monte (actualización de la información,
sea esta base de datos o cartografía) y hacer las com-
paraciones con la situación encontrada antes de la
ejecución de los trabajos. Los cambios provocados
pueden ser tanto positivos como negativos a nivel
productivo, forestal, ambiental o social.
De esta forma es posible identificar las transfor-
maciones provocadas en campo como resultado del
manejo forestal, por lo que la comparación entre lo
esperado y lo observado puede resultar un proceso
relativamente sencillo. Con estas herramientas es po-
sible llevar un control sobre la regeneración natural
en las zonas intervenidas, el reclutamiento de indivi-
duos, su crecimiento y desarrollo hasta alcanzar las
tallas comerciales.
Sin embargo, también es posible monitorear y
evaluar los cambios en el ambiente provocados por
el manejo forestal, tales como el incremento en el
aporte de materiales en suspensión hacia los cuerpos
de agua, la presencia o ausencia de poblaciones de
fauna silvestre o los impactos al suelo forestal.
Con base en los resultados de la evaluación del
programa es posible que sea necesario realizar ajus-
tes al programa de manejo originalmente aprobado.
Toda la información almacenada en el SIG puede ser
utilizada para la justificación y presentación de la in-
formación solicitada para la realización del trámite
correspondiente a la autorización del ajuste necesa-
rio al programa de manejo.
El contar con información generada durante la
etapa de elaboración representa un ahorro en tiempo
y costo considerable, ya que no es necesario realizar
de nuevo todos los documentos, mapas y tablas. Así
mismo, cuando sea necesario presentar el programa
de manejo para un nuevo ciclo de corta, toda la infor-
mación base y del ciclo anterior estará disponible para
su elaboración, por lo que se reduce el gasto realiza-
do por la comunidad y el tiempo de elaboración del
nuevo programa de manejo.
A continuación se describe, a nivel técnico, el
procedimiento aceptado para la utilización de un SIG
en la elaboración de un programa de manejo fores-
tal (este procedimiento se basa en el trabajo desa-
rrollado por Bocco et al. 2001b) (figura 3). Las fuen-
LOS SISTEMAS DE INFORMACIÓN GEOGRÁFICA 51
tes básicas de datos son aerofotografía reciente, una
base topográfica de la comunidad a escala adecua-
da (en general 1:50,000 o más detallada) y cartogra-
fía temática (suelos, climas, etc.). En caso de no
contarse con la base topográfica es imprescindible
construir una mediante técnicas aerofotogramétri-
cas convencionales. Esto escapa a las capacidades
de un SIG estándar, aunque sí es posible manejarse
aceptablemente la información ya generada, por lo
que una vez que se cuente con la base topográfica
terminada (impresa) se proceda a su digitalización,
con la finalidad de ingresar la información conteni-
da en la carta al SIG.
Sobre la base topográfica se digitalizan la red de
brechas, caminos y carreteras, la red hidrográfica, los
poblados y cualquier otro elemento creado por el
hombre (hoyas de agua, vías férreas, líneas eléctri-
cas, etc.).
Con la carta topográfica en forma digital se crea
un modelo digital de terreno (MDT), que describe
la forma del relieve del área en cuestión. Con este
MDT se puede generar un mapa de pendientes, de
FIGURA 3. PROCEDIMIENTO ACEPTADO PARA LA ELABORACIÓN DEL PROGRAMA DE MANEJO FORESTAL
MAPA BASE
Relieve (curvas de nivel)
Vías de comunicación
Líneas de electricidad
Cuerpos de agua
Inclinación del terreno
Altitud de pisos altitudinales
Modelo digital del terreno
FOTOINTERPRETACIÓN Digitalización del mosaico
Digitalización del mosaico
impreso
Restitución automatizada
Vinculación con BD levantadas en campo
Análisis de datos (clasificación, modelamiento)
Mapas de manejo forestal
Presentación de documentos
→
→ →
→Restitución mecánica Etiquetamiento de polígonos→
↓
↓↓
↓
↓
↓
52 GACETA ECOLÓGICA. NÚMERO 68
orientación de laderas, hipsométrico (altitud) o mo-
delos sombreados del terreno. El mapa de pendien-
tes es de importancia fundamental para decidir los
tratamientos a realizar sobre la masa forestal y los
trabajos de protección durante las actividades en
el monte.
Es recomendable incorporar información sobre los
tipos de suelo y las formas del relieve del área de
estudio para que se pueda trabajar con áreas homo-
géneas en cuanto a estas variables ambientales, la
vegetación forestal existente y sus dimensiones.
Estas áreas homogéneas son de gran utilidad para
la planeación de las actividades productivas, ya que
pueden funcionar como las unidades más gruesas de
conservación y manejo de los recursos naturales, por
lo que no solamente son de utilidad para la actividad
forestal u otras relacionadas directamente (extracción
de resina, aprovechamiento de hongos y plantas sil-
vestres o manejo cinegético de alguna especie de fau-
na silvestre), sino también para la agricultura, la ga-
nadería o alguna otra actividad productiva realizada
en la comunidad.
En forma paralela se tiene que trabajar en la roda-
lización, por medio de fotointerpretación, de la su-
perficie forestal. Una vez terminada la rodalización y
la subrodalización en las aerofotografías, tiene que
transferirse a la plancha topográfica que se digitalizó
o a un fotomosaico corregido geométricamente para
los fines requeridos. Es muy importante recalcar que
no se puede digitalizar directamente la rodalización
en la aerofotografía, ya que es una representación en
dos dimensiones de la realidad y se tiene que ajustar
con la topografía del terreno. Normalmente este ajus-
te se realiza por medios mecánicos con base en una
plancha topográfica y las aerofotografías trabajadas
en un proceso conocido como restitución. Sin embar-
go, existen algunos SIG que pueden realizar el proce-
so de forma automatizada si se cuenta con el mosai-
co de la subrodalización en forma digital y el MDT de
la base topográfica original.
El resultado de la restitución por medios mecá-
nicos se puede digitalizar directamente, ya que el
ajuste ha sido realizado. Una vez transferida la su-
brodalización, se procede a su digitalización. Una
vez digitalizados los rodales y subrodales, que son
manejados como polígonos en el ambiente del SIG,
se procede a su etiquetamiento, es decir, a nombrar
con un indicador distintivo cada uno de los polígo-
nos generados. Posteriormente se pueden realizar
las operaciones necesarias con los datos requeridos
para alcanzar los objetivos del plan de manejo fo-
restal así como la vinculación de las bases de datos
generadas en campo y la clasificación de subrodales
según su altura, diámetro, composición, volumen,
ICA, etc.
También se pueden realizar cuantificaciones de
los rodales y subrodales para agruparlos según su
calidad y su tratamiento, combinar calidad y tipo de
tratamiento, diseñar programas de protección a zo-
nas semilleras, diseñar una red de brechas, etc. En
otras palabras, se puede analizar el estatus de la masa
forestal, modelar sus perspectivas y con base en ello
proponer un manejo sustentable de los recursos fo-
restales que permita diversificar la producción y con-
servarlos adecuadamente para no disminuir su capa-
cidad productiva ni los beneficios ambientales que le
brindan a la sociedad y al ecosistema.
Lo importante es conocer críticamente estas he-
rramientas, sus alcances, sus limitaciones y la cali-
dad de los datos iniciales. El grupo humano encarga-
do de su utilización debe contar con una buena capa-
citación técnica, que incluya los aspectos conceptua-
les y tener una visión multidisciplinaria para poder
manejar información de diversos temas: forestales,
ambientales y socioculturales.
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Los revisores de este trabajo fueron: Daniel Reygadas del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) yArturo Arreola del Instituto para el Desarrollo Sustentable de Mesoamérica A.C. (IDESMAC).
Fernando Rosete es subdirector de Ordenamiento ecológico regional y local. INE. Correo-e: [email protected] Bocco. Director general de investigación de ordenamiento ecológico y conservación de los ecosistemas. Correo-e: [email protected]: Patsi Valdez.
LA APTITUD RECREATIVA DE LAS PLAYAS EN MÉXICO 55
INTRODUCCIÓN
La línea de costa se define como el límite natural en-
tre la tierra, el agua y el aire y cuenta con una serie de
rasgos que constituyen ambientes de gran fragilidad
pero con un gran potencial para el desarrollo de las
actividades humanas. Entre estos rasgos, las playas
ofrecen diferentes servicios ambientales a la pobla-
ción y al medio ambiente entre los que destacan los
de recreación, protección contra eventos de tormen-
ta, explotación de arena, minerales o materiales pé-
treos, así como sitios para la protección, anidación,
alimentación y reproducción de distintas especies
marinas y aviarias.
Criterios para evaluarla aptitud recreativa delas playas en México:una propuesta metodológica
GILBERTO ENRÍQUEZ HERNÁNDEZ
56 GACETA ECOLÓGICA. NÚMERO 68
En la actualidad, el valor más representativo de
esta área es el de recreación ya que provee de empleo
a localidades de bajos recursos donde otro tipo de
desarrollo no es posible (Farrell 1986). Esto ha moti-
vado a muchas naciones en desarrollo a considerar al
turismo como una fuente potencial de ingresos exte-
riores. Sin embargo, estos países carecen de la expe-
riencia y de las instituciones necesarias para planear
una industria sustentable. Existen ejemplos donde
dicha actividad no ha sido bien manejada y no sólo
se ha provocado la disminución en los recursos natu-
rales sino también se han afectado a las comunida-
des locales (Kay y Alder 1999: 34).
La mayoría de los problemas asociados con el
desarrollo turístico caen dentro de dos categorías:
biofísicas y socioeconómicas. Los problemas ambien-
tales incluyen los impactos en el medio abiótico y
biótico a causa del desarrollo de la infraestructura
turística como hoteles, parques, campos de golf, ma-
rinas y estructuras sobre la costa, las cuales alteran
el paisaje natural causando cambios estructurales o
contaminación, además de los daños producidos en
las comunidades bénticas por el anclaje de los bo-
tes, sobrepesca y generación de basura (Kay y Alder
1999: 34).
La presencia de personas en la playa y nadando
en la zona de rompiente tiene un marcado efecto so-
bre las actividades de algunas especies de crustáceos
y aves playeras. Sin embargo, a pesar de esto no se
puede abogar por el cierre de las playas al público,
debido a que son áreas de recreación primordiales y
de gran importancia socioeconómica como atracción
turística y como ayuda para la relajación de la pobla-
ción humana local. Pero existe un límite hasta donde
la playa puede ser explotada para recreación y una
frontera también en cuanto al número de personas
que pueden estar en dichos sitios en un momento
determinado (Brown y McLachlan 1990: 270).
En el caso de México, los ingresos captados por
turismo en 1999 sumaron 7,223 millones de dólares
estadounidenses, ubicando al país en el 13° lugar
mundial en ingresos turísticos (INE-SEMARNAP 2000:
23), debido en parte a la abundancia de destinos tu-
rísticos como Cancún, Acapulco, Ixtapa y Los Cabos,
entre otros. Estos sitios tienen una creciente deman-
da por parte de turistas nacionales y extranjeros quie-
nes, en busca de experiencias recreativas asociadas a
los servicios ambientales y el confort que ofrecen las
playas de estas regiones, han provocado su paulatino
deterioro.
Lo anterior se debe principalmente a la ausencia
de elementos para normar sus usos, a pesar de que
existen tres instrumentos de planeación generados
por la Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Na-
turales (SEMARNAT) que inciden en su cuidado: el or-
denamiento ecológico regional, la evaluación en ma-
teria de impacto ambiental y el programa especial
de aprovechamiento sustentable de las playas, la
zona federal marítimo terrestre y los terrenos gana-
dos al mar. Además, del programa de turismo sus-
tentable el cual depende de la Secretaria de Turismo
(SECTUR).
Esto implica la necesidad de implementar méto-
dos de evaluación que permitan conocer el estado de
las playas del litoral de México, para evitar su degra-
dación y mantener los servicios que se derivan de
este ambiente, ya que en algunos sitios juegan un
papel importante en la economía de la región (Lizá-
rraga-Arciniega et al. 2001). En este artículo se pre-
senta una propuesta metodológica para evaluar la
aptitud de la playa para realizar diferentes activida-
des recreativas con base en las características biofísi-
cas dadas.
UNA DEFINICIÓN OPERATIVA DE PLAYA
El concepto de playa está definido desde el punto de
vista científico como un rasgo geomorfológico que
responde a las condiciones de suministro de sedimen-
to, oleaje, marea, corrientes y viento en una escala de
LA APTITUD RECREATIVA DE LAS PLAYAS EN MÉXICO 57
tiempo que va de horas a miles de años (Committee
on Coastal Erosion Zone Management 1990: 23) y que
varia de un lugar a otro.
A pesar de que el término playa es común, existe
muy poca consistencia entre las definiciones que se
encuentran en los libros de texto (Davis 1982: 140).
De acuerdo con la Ley general de bienes nacionales
de México en su artículo 29, fracción IV, la playa se
define como las partes de tierra que por virtud de la
marea cubre y descubre el agua, desde los límites de
mayor reflujo hasta los límites de mayor flujo anua-
les (DOF 1982).
Para Davis (1982: 140), la playa es la acumulación
de sedimento no consolidado limitada por la marea baja
de lado del mar y por el límite que produce la acción del
oleaje de tormenta de lado de la tierra.
Por su parte, Komar (1998: 45) la define como la
acumulación de sedimentos no consolidados (are-
na, grava, matatenas y guijarros) que se extienden
desde la línea media de bajamar hasta algún cambio
fisiográfico tal como un campo de dunas o el punto
donde se establece la vegetación permanente. Esta
definición no incluye aquella porción que se encuen-
tra permanentemente bajo el agua y en donde los
procesos de oleaje y transporte de sedimento son
más importantes.
Para los propósitos de este trabajo se utilizaron
las ideas anteriores para definir a la playa como: una
unidad geomorfológica conformada por la acumula-
ción de sedimentos no consolidados de distintos ti-
pos y cuyos límites se establecerán de acuerdo con
Komar (1998: 45):
Límite inferior: está definido por el punto donde las
olas ponen en movimiento el material no conso-
lidado del fondo y que corresponde a una pro-
fundidad de 20 m, la cual se conoce como la
profundidad de cierre de la ola.
Límite superior: esta definido por la presencia del
primer cordón de dunas, de cantiles costeros, la
presencia de vegetación natural permanente o
de algún tipo de infraestructura.
Entre los límites de la playa se define un perfil de
ésta que se modifica de acuerdo con las variaciones
estacionales y el cual puede dividirse en tres zonas
de acuerdo con Carranza-Edwards y Caso-Chávez
(1994) (figura 1).
FIGURA 1.- DESCRIPCIÓN GENERALIZADA DE UN PERFIL DE PLAYA
PLAYA
Supraplaya Mesoplaya Infraplaya
Canal a lo largo dela playa
Bara a lo largo dela playa
Nivel medio del mar
Parte sumergida (área de baño)Parte emergida
Límite superior Límite inferior
Duna costera >
>
>
>
> >
>
>
> > >
>→
58 GACETA ECOLÓGICA. NÚMERO 68
1) Infraplaya: se encuentra entre el límite inferior
de la playa y la mesoplaya. Esta zona siempre
está cubierta por agua y durante eventos de tor-
menta combinados con mareas altas o tsunamis,
la zona se desplaza hacia la tierra cubriendo la
mesoplaya y la supraplaya.
2) Mesoplaya: se localiza entre la infraplaya y la
supraplaya. Esta zona está continuamente cubier-
ta por agua y expuesta al aire de forma rítmica y
alternada entre el límite de la zona de vaivén
marcado por el máximo retroceso del relavado
en marea baja hasta el máximo avance del lava-
do en marea alta.
3) Supraplaya: se encuentra entre la mesoplaya y el
límite superior de la playa y en condiciones nor-
males se encuentra seca con predominio de agen-
tes eólicos sobre los hídricos, ya que el agua sólo
invade ocasionalmente esta zona durante even-
tos de tormenta combinados con mareas altas o
tsunamis. También es conocida como berma.
Para fines recreativos la playa se divide en dos
partes.
1) Parte emergida: se extiende entre la parte superior
de la playa y una porción de la mesoplaya (ver
figura 1). En esta zona se realizan las actividades
recreativas terrestres y la zona continental adya-
cente adquiere un gran valor económico debido a
que favorecen el desarrollo de centros turísticos.
2) Parte sumergida: comprende entre la parte infe-
rior de la playa y una porción de la mesoplaya
(ver figura 1). En esta zona se realizan las activi-
dades recreativas acuáticas, las cuales pueden
desarrollarse más allá del límite establecido como
la parte inferior de la playa. También se le deno-
mina área de baño.
Las divisiones propuestas anteriormente son las
que funcionalmente se usarán para diferenciar los si-
tios donde se podrán realizar las actividades recreati-
vas. De acuerdo con su grado de atropización las pla-
yas también pueden clasificarse en dos categorías.
1) Playas urbanas o turísticas que se encuentran
dentro de grandes polos de recreación o urba-
nos.
2) Playas no desarrolladas alejadas de los polos de
recreación o urbanos y cuyo uso es limitado.
EVALUA CIÓN DE LA PLAYA
Las investigaciones relacionadas con las activida-
des costeras recreativas al aire libre y estéticas se
encuentran dentro de dos grandes grupos: (1) aque-
llas que se enfocan a las características físicas del
ambiente y (2) aquellas que se centran en los atri-
butos psicosociales de los turistas o visitantes (Carls
1979).
Actualmente existen diferentes sistemas para eva-
luar las características físicas de la playa, los cuales
LA APTITUD RECREATIVA DE LAS PLAYAS EN MÉXICO 59
son utilizados para conocer su calidad para la re-
creación (Williams y Morgan 1995, Leatherman
1997).
SISTEMA DE EVALUACIÓN
European Blue Flag
Tidy Britain Group Seasaid Award
Good Beach Guide
NRA (South West) & the Norwich Union
Coastwach Survey, UK
Sistema de Ranqueo para las Playas de
Costa Rica
Beach Quality Rating Scale
Beach Rating
AUTORIDAD O DEPENDENCIA
Federation of Environmental Education in Europe
Tidy Britain Group Seasaid Award
Marine Conservation Society, UK
South West Region of the National Rivers Authority
Esquema aplicado en Costa Rica por: R. Chaverri
Esquema desarrollado por la Universidad de Glamorga,
UK/Maryland, E.U.A.
Esquema aplicado en E.U.A. por: Healty Beaches Campaing.
CUADRO 1. SISTEMAS DE EVALUACIÓN PARA PLAYAS*
*Todos los sistemas de evaluación de playa que se muestran fueron tomados de Williams y Morgan (1995), a excepción del último, tomadode Leatherman (1997).
Estos sistemas de evaluación (cuadro 1) se utili-
zan en playas que ya tienen un uso y garantizan a los
usuarios las condiciones óptimas para recreación a
través de la aplicación de prácticas de manejo. Los
sistemas de evaluación planteados por Tidy Britain
Group Seasaid Award y Beach Quality Rating Scale,
cuentan también con esquemas para playas de uso
rural (no desarrolladas).
Sin embargo, actualmente no se cuenta con un sis-
tema que evalúe la aptitud de una playa para conocer
si sus condiciones físicas y biológicas son las apropia-
das para el desarrollo de determinadas actividades re-
creativas en playas donde el uso sea escaso o nulo.
Como alternativa al procedimiento de ordena-
miento ecológico se adaptó y simplificó el procedi-
miento básico de la evaluación de tierras propues-
La aptitud de la playa se define como la compati-
bilidad que tienen las características biofísicas de una
playa para el desarrollo de un tipo específico de acti-
vidad recreativa. La determinación de aptitud se hace
por comparación entre los requerimientos de la acti-
vidad y las propiedades físicas y biológicas presentes
en la playa.
Los estudios realizados a los usuarios de las playas
muestran que la mayoría de las personas van a este sitio
para disfrutar, relajarse, realizar ejercicio o practicar al-
guna actividad vinculada con el sitio (Bird 1996: 219).
El número de actividades recreativas que pueden
desarrollarse en las playas dificulta generar una clasi-
ficación ya que éstas dependen del tipo de usuario y
de playa. Sin embargo, en el cuadro 2 se enumeran
las actividades más comunes que se realizan en la
to por la FAO (1983, 1985a y 1985b), para conocer
la aptitud que tienen las playas para actividades
recreativas.
60 GACETA ECOLÓGICA. NÚMERO 68
parte emergida y sumergida de la playa, las cuales
precisan de ciertas características para poder desa-
rrollarse satisfactoriamente.
METODOLOGÍA
Para conocer la aptitud de una playa para cierta acti-
vidad, el primer paso consiste en realiza un listado
de aquellas características físicas y biológicas de la
playa que tienen influencia sobre las actividades re-
creativas (FAO 1985a: 61) y en el caso de las playas
existen pocos listados sobre sus características que
puedan ser utilizados para estimar la aptitud para
determinada actividad.
Para este estudio, el listado se generó consideran-
do una serie de 50 características de tipo físico, bioló-
gico y de impacto humano, propuestas por Williams
et al. (1992) y Leatherman (1997), de las cuales sola-
mente se seleccionaron 14 características biofísicas y
se agregaron dos más de tipo biológico, obteniendo
un total de 16 características (cuadro 3), tomando en
cuenta que si se seleccionan un gran número de va-
riables, pueden generarse costos elevados en evalua-
ción, tiempo y recursos, donde el efecto de las carac-
terísticas realmente importantes se pierda (Cendrero
y Fischer 1997).
El modelo teórico del cuadro 3 consiste en algu-
nas características apreciables visualmente y otras me-
dibles. Cabe aclarar que las características como la
presencia de sitio de arribo, refugio, alimentación y
anidación de tortugas y/o aves en la parte emergida
de la playa, así como la de biota bentónica en la par-
te sumergida de la playa se consideraron con el fin
de conocer si estas pueden ser utilizadas como atrac-
tivo recreativo, para conservación o ambos. En cual-
quiera de las tres modalidades, la decisión debe estar
sustentada en un conocimiento previo de las condi-
ciones de las especies y su susceptibilidad a la pre-
sencia humana.
a) Una vez obtenidas las características (cuadro 3)
se realiza una ponderación de factores, donde
se muestra en qué medida los requerimientos
de una actividad recreativa, en este caso, es sa-
tisfecha por la condición de la correspondiente
característica de diagnóstico. La ponderación o
calificación de factores se elabora para cada ca-
racterística seleccionada, por lo que diferentes
tipos de actividad tendrán diferentes calificacio-
nes (FAO 1983: 59 y 1985a: 70).
Cada ponderación se expresa por medio de un
grupo de valores críticos, los cuales determinan
los límites entre las clases del ranqueo (FAO 1983:
60). Los valores críticos extremos para cada cua-
lidad se indican en la cuadro 3, y se selecciona-
ron tomando en cuenta las cinco clases propues-
tas por Williams et al. (1992) y Leatherman
(1997), en las que dividen cada característica.
Muchos de los factores que presentan estos au-
tores carecen de un valor definido, especialmente
para las clases alta, media y baja, por lo que en
CUADRO 2.- ACTIVIDADES RECREATIVAS DE PLAYA
EN LA PARTE EMERGIDA
· Baños de sol
· Caminatas
· Colecta de conchas
· Paseos a caballo
· Paseos en moto
· Práctica de deportes
· Fotografía y avistamiento
de aves
EN LA PARTE SUMERGIDA
· Natación
· Snorkeleo
· Contemplación de
paisajes sumergidos
mediante buceo
· Kayakismo
· Surfing
· Wind Surf
· Sky
· Sky jet
LA APTITUD RECREATIVA DE LAS PLAYAS EN MÉXICO 61
CUADRO 3. CARACTERÍSTICAS QUE DETERMINAN LA APTITUD DE UNA PLAYA
Características de la parte emergida
1. Ancho de la parte emergida de la playa
en marea baja*
2. Material de la berma
3. Pendiente de la berma
4. Color del material que constituye
la berma**
5. Presencia de material ajeno en la berma
6. Variabilidad estacional de la berma
7. Accesibilidad
8. Sitio de arribo, anidación y alimentación
de aves y/o tortugas
Características de la parte sumergida
1. Profundidad del área de baño
2. Temperatura del agua
3. Turbidez
4. Material de la parte sumergida de la playa
5. Rango de marea
6. Exposición al oleaje
7. Corrientes de retorno
8. Biota bentónica en la parte sumergida
de la playa
MUY ALTA (MA)
(1 - 0.9)
> 100 m, ancha
Arena fina
Sin pendiente
Blanco
Ausencia de
acumulación
Acreción
Bueno
No frecuente
MUY ALTA (1)
2 m
Tibia
Clara
Arena fina
< 1 m
Bajo
Ninguna
Sin presencia
PO TENCIAL RECREATIVO
PO TENCIAL RECREATIVO
ALTA (A)
(0.8 - 07)
60-100 m
Arena media
-----------------
Dorado
-----------------
ALTA (2)
2-3 m
-----------------
-----------------
Arena media
1-2 m
-----------------
-----------------
-----------------
MEDIA (M)
(0.6 – 0.5)
30-60 m
Arena gruesa
Pendiente suave
Café
Estable
-----------------
Frecuente
MEDIA (3)
3-4 m
-----------------
-----------------
Arena gruesa
2-3 m
Medio
Débiles
Presencia de
parches de flora
y/o fauna bentónica
BAJA (B)
(0.4 – 0.3 )
10-30 m
Clastos
-----------------
Café obscuro
-----------------
BAJA (4)
4–5 m
-----------------
-----------------
Clastos
3-4 m
-----------------
-----------------
-----------------
MUY BAJA (MB)
(0.2 – 0.0)
< 10, angosta
Afloramientos
de rocas
Pendiente abrupta
Gris
Acumulación
abundante
Erosión
Limitada
Muy frecuente
MUY BAJA (5)
> 5 m
Fría/caliente
Turbio
Afloramientos de
rocas
> 4 m
Alto
Fuerte
Abundancia de
flora y/o fauna
bentónica
* El ancho de la parte emergida de la playa comprende desde la mesoplaya hasta el límite superior de la playa.** El color de la arena se determina considerando el material seco sobre la berma de la playa.
62 GACETA ECOLÓGICA. NÚMERO 68
los casos donde fue posible se dividió el rango
en partes iguales por simplicidad (FAO 1985a: 70).
Con los valores que determinan cada uno de los
rangos para cada característica, se comparan con
las condiciones que existen en campo para una
playa que se desee evaluar, obteniendo una serie
de aptitudes parciales llamadas calificaciones de
aptitud de la playa (FAO 1985a: 73).
b) Posteriormente se combinan las clasificaciones
de aptitud individuales de cada característica en
una clasificación general de aptitud, mediante
un proceso de combinación que puede seguir di-
ferentes métodos (ver FAO 1983: 145). Este pro-
cedimiento de unión se realiza a través de ajus-
tes sucesivos o interacciones (FAO 1985a: 59).
El resultado numérico que se obtiene se compara
con los valores del potencial recreativo del cua-
dro 3 para conocer la aptitud total de la playa. En
este mismo paso, se combinan los requerimien-
tos de la actividad que se propone desarrollar, para
obtener un valor del potencial total requerido, si-
guiendo el mismo procedimiento para obtener la
aptitud total de la playa. Es importante señalar
que el potencial recreativo medio sirve como va-
lor límite que indica qué playas pueden desarro-
llar cierta actividad.
CUADRO 4. CARACTERÍSTICAS DE LA PLAYA LOS ALGODONES
Características parte emergida
1. Ancho de la parte emergida de la playa en marea baja
2. Material de la berma
3. Pendiente de la berma
4. Color del material que constituye la berma
5. Presencia de material ajeno en la berma
6. Variabilidad estacional de la berma
7. Accesibilidad
8. Sitio de arribo, anidación y alimentación de aves y/o tortugas
Características parte sumergida
1. Profundidad del área de baño
2. Temperatura del agua
3. Turbidez
4. Material de la parte sumergida de la playa
5. Rango de marea
6. Exposición al oleaje
7. Corrientes de retorno
8. Biota bentónica en la parte sumergida de la playa
Calificación
0.4 (B)
0.9 (MA)
0.5 (M)
0.7 (A)
0.6 (M)
Dato no disponible
0.7 (A)
1 (MA)
0.8 (A)
1 (MA)
Dato no disponible
1 (MA)
0.8 (A)
0.8 (A)
Dato no disponible
1 (A)
LA APTITUD RECREATIVA DE LAS PLAYAS EN MÉXICO 63
c) El valor de la aptitud total de la playa, se compara
con el valor deL requerimiento total de la activi-
dad o actividades que se desean desarrollar, lo
cual nos indicará qué tan apta es la playa para el
desarrollo de las actividades. Es importante men-
cionar que sin importar el método que se utilice,
la evaluación siempre involucrará decisiones acer-
ca de la aptitud física y biológica de una playa
para un tipo dado de actividad (FAO 1985b: 31).
DESCRIPCIÓN DEL ÁREA DE ESTUDIO
Aunque el procedimiento está contemplado para asig-
nar las actividades recreativas a una playa cuyo uso
sea escaso o nulo, a manera de prueba se seleccionó
la playa Los Algodones, ubicada en Bahía Los Algo-
dones, en el área de Puerto San Carlos, a 158 km de
Hermosillo, Sonora. Esta playa presenta una conside-
rable afluencia de turistas nacionales durante la tem-
porada de Semana Santa y de visitantes extranjeros
en los meses de invierno. El resto del año la playa
presenta poca afluencia de turistas.
El límite superior de la playa se encuentra delimi-
tado en un amplio segmento por una duna cuya altu-
ra máxima es de aproximadamente 6 m. La vegeta-
ción natural y la altura de la duna han sido modifica-
das por el paso constante de vehículos y personas
hacia la parte alta. En otros segmentos de la playa, la
duna fue removida para la edificación de infraestruc-
tura turística como el Club Med, El Palmar Oasis, Hotel
San Carlos Plaza y Marina Real.
El límite inferior de la playa se estableció con base
en una profundidad de 20 metros. Sin embargo, el
Hotel San Carlos Plaza delimitó su zona de baño frente
al hotel mediante un rosario de boyas.
Debido a la extensión de la playa, se seleccionó el
segmento que se encuentra al norte del Hotel San
Carlos Plaza como sitio para realizar la evaluación y
cuyo límite superior se encuentra delimitado por una
duna.
El cuadro 4 muestra las características de la playa
Los Algodones con base en los datos de campo.
La característica de variabilidad estacional de la
berma no fue posible asignarle un valor debido a que
se requiere más tiempo para conocer el comporta-
miento, mientras que la turbidez y las corrientes de
retorno no fueron evidentes al momento de realizar
la evaluación.
Las actividades que se identificaron en la parte
emergida son baños de sol y caminatas, además de
paseos en moto que se realizan en la duna adyacente
a la playa, por lo que esta actividad no fue considera-
da para la evaluación. En la parte sumergida se iden-
tificaron las actividades de nado y kayak.
Para conocer la aptitud de esta playa de acuerdo
con el cuadro 5, se proponen los requerimientos nece-
sarios y sus valores para el desarrollo de diferentes
actividades recreativas. Los valores de los requerimien-
tos se seleccionaron tomando en cuenta que la playa a
evaluar debe tener las mejores características (con base
en el modelo del cuadro 3), con el fin de garantizar el
cumplimiento de los requerimientos mínimos para el
desempeño de las actividades recreativas.
COMPARACIÓN DE LAS CARACTERÍSTICAS DE
LA PLAYA CON LOS REQUERIMIENTOS DE LAS
A CTIVIDADES
Para saber si la playa Los Algodones cuenta con la
aptitud para el desarrollo de las actividades de baños
de sol y caminatas en la parte emergida, así como las
actividades de natación y kayak en la parte sumergi-
da, se realizó la comparación entre las características
de la playa (cuadro 4) con los requerimientos de cada
una de las actividades (cuadro 5).
Se utilizó el procedimiento multiplicativo, para
combinar las aptitudes individuales de la playa y los
requerimientos individuales de las actividades y ob-
tener la aptitud total de la playa y de los requerimien-
tos para cada actividad (cuadro 6).
64 GACETA ECOLÓGICA. NÚMERO 68
CUADRO 5. DESCRIPCIÓN DE LOS REQUERIMIENTOS DE ACTIVIDADES RECREATIVAS
ACTIVIDADES
Baños de sol
Caminatas
Colecta de conchas
Paseo a caballo
Paseo en moto
Prácticas de deportes (fútbol,
voleibol)
Fotografía y avistamiento
de aves
Natación
REQUERIMIENTOS DE LA ACTIVIDAD
Parte emergida
Material de la berma
Ancho de la parte emergida de la playa en marea baja
Color del material que constituye la berma
Presencia de material ajeno en la berma
Sitio de arribo, refugio, alimentación y anidación de tortugas y/o aves
Material de la berma
Ancho de la parte emergida de la playa en marea baja
Color del material que constituye la berma
Presencia de material ajeno en la berma
Sitio de arribo, refugio, alimentación y anidación de tortugas y/o aves
Material de la berma
Sitio de arribo, refugio, alimentación y anidación de tortugas y/o aves
Material de la berma
Accesibilidad
Sitio de arribo, refugio, alimentación y anidación de tortugas y/o aves
Presencia de material ajeno en la berma
Material de la berma
Accesibilidad
Sitio de arribo, refugio, alimentación y anidación de tortugas y/o aves
Material de la berma
Ancho de la parte emergida de la playa en marea baja
Presencia de material ajeno en la berma
Sitio de arribo, refugio, alimentación y anidación de tortugas y/o aves
Accesibilidad
Sitio de arribo, refugio, alimentación y anidación de tortugas y/o aves
Parte sumergida
Profundidad del área de baño
Temperatura del agua
Material de la parte sumergida de la playa
Exposición al oleaje
VALORES
MA-A
MA-A
MA-B
MA-A
MA
MA-A
MA-A
MA-B
MA-A
MA
MA-M
MA-A
MA-B
MA-B
MA
MA-A
MA-B
MA-B
MA
MA-A
MA-A
MA-A
MA
MA-A
M-MB
MA-A
MA-A
MA-A
MA-A
(Continúa)
LA APTITUD RECREATIVA DE LAS PLAYAS EN MÉXICO 65
ACTIVIDADES
Snorkeleo
Contemplación de paisajes
sumergidos
Kayakismo
Surfing
Wind surf
Sky
Sky jet
REQUERIMIENTOS DE LA ACTIVIDAD
Corrientes de retorno
Biota bentónica en la parte sumergida de la playa
Profundidad del área de baño
Temperatura del agua
Material de la parte sumergida de la playa
Exposición al oleaje
Corrientes de retorno
Biota bentónica en la parte sumergida de la playa
Temperatura del agua
Exposición al oleaje
Corrientes de retorno
Biota bentónica en la parte sumergida de la playa
Turbidez
Exposición al oleaje
Corrientes de retorno
Biota bentónica en la parte sumergida de la playa
Exposición al oleaje
Corrientes de retorno
Biota bentónica en la parte sumergida de la playa
Exposición al oleaje
Corrientes de retorno
Biota bentónica en la parte sumergida de la playa
Exposición al oleaje
Material de la parte sumergida de la playa
Biota bentónica en la parte sumergida de la playa
Exposición al oleaje
Material de la parte sumergida de la playa
Biota bentónica en la parte sumergida de la playa
VALORES
MA-A
MA
MA-B
MA-A
MA-A
MA-A
MA-A
MA
MA-A
MA-A
MA-A
M-MB
MA
MA-A
MA-A
MA
M-MB
MA-A
MA
M-MB
MA-A
MA
MA-A
MA-B
MA
MA-B
MA-B
MA
CUADRO 5. DESCRIPCIÓN DE LOS REQUERIMIENTOS DE ACTIVIDADES RECREATIVAS
66 GACETA ECOLÓGICA. NÚMERO 68
tividades recreativas a pesar de que el resultado de la
aptitud en la parte emergida de la playa indica lo con-
trario, pero sin perder de vista que el ancho de la playa
puede limitar en gran medida la cantidad de usuarios
que pueden estar en ella a un mismo tiempo.
En el caso anterior se resalta la importancia de
adecuar los valores del cuadro 3, mediante el conoci-
miento de las características biofísicas a evaluar y su
variación a lo largo del año en el área donde se pre-
tenda determinar la aptitud de la playa o playas, con
el fin de asignar los valores apropiados a las caracte-
rísticas que determinan el potencial recreativo.
Los resultados obtenidos para conocer la aptitud
en la parte sumergida de la playa se consideran preci-
sos, al contrario de los obtenidos en la parte emergi-
da, debido a que los valores que se asignaron a cada
una de las características evaluadas para las activida-
des de natación y kayak, reflejan las condiciones en
que se encontraba la parte sumergida. Por ello tam-
bién se recomienda continuar con estas actividades.
Es importante mencionar que los datos tomados
en campo se obtuvieron utilizando un solo observa-
dor y sin considerar un periodo adecuado, lo cual
puede aumentar la incertidumbre acerca de las ca-
racterísticas que se evaluaron y su variación.
Las 16 características biofísicas que se utilizaron
para conocer la aptitud de la playa para actividades
recreativas se consideran las más adecuadas para este
fin. Sin embargo, la belleza del paisaje que ofrecen
las playas es una cualidad clave que no fue posible
incorporar debido a la variedad de factores que de-
terminan su percepción estética y a la subjetividad
inherente que existe en su evaluación (Rivas et al.
1994), así como a la escasez de información para la
evaluación de las formas escénicas de la costa (Willia-
ms y Lavalle 1990, Williams et al. 1992).
El procedimiento propuesto permite asignar uno
o varios usos recreativos a la playa y es una alternati-
va para mejorar el proceso de planificación que se
realiza a través del ordenamiento ecológico del terri-
CUADRO 6. APTITUD TOTAL DE LA PLAYA EN LA PARTE
EMERGIDA Y SUMERGIDA Y REQUERIMIENTO TOTAL POR ACTIVIDAD
VARIABLES
Aptitud total de la parte emergida
Baños de sol
Caminatas
Aptitud total de la parte sumergida
Nado
Kayak
CALIFICACIÓN
0.15 (Muy bajo)
0.40 (Bajo)
0.40 (Bajo)
0.64 (Medio)
0.64 (Medio)
0.80 (Alto)
ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS
En el caso de la aptitud de la playa en la parte emergi-
da, el valor obtenido fue muy bajo (0.15), mientras que
las actividades de baños de sol y caminatas obtuvieron
un valor bajo (0.40). Ambas actividades se vieron des-
favorecidas por el valor asignado (0.40) a la caracterís-
tica del ancho de la parte emergida de la playa en ma-
rea baja, lo cual afectó considerablemente la aptitud de
la parte emergida de la playa.
En el caso de la aptitud total de la playa en la parte
sumergida, el valor obtenido fue medio (0.64), mien-
tras que la actividad de natación obtuvo el mismo re-
sultado y la actividad de kayak alcanzó un valor alto
(0.80). Ambas actividades se vieron muy favorecidas
por la ausencia de biota bentónica en la parte sumer-
gida de la playa cuyo valor fue muy alto (1).
Los resultados para conocer la aptitud en la parte
emergida de la playa deben manejarse con cautela ya
que la evaluación se realizó tomando en cuenta los
valores asignados en el cuadro 3, los cuales tal vez no
sean los adecuados para describir las características
del ancho de la parte emergida de la playa en marea
baja, en el área de la playa Los Algodones. Con base
en lo anterior, se recomienda seguir realizando las ac-
LA APTITUD RECREATIVA DE LAS PLAYAS EN MÉXICO 67
torio en zonas costeras, con el fin de disminuir la
enorme presión que existe por parte del sector priva-
do para desarrollar áreas costeras adyacentes a las
playas, las cuales no cuentan con las características
idóneas para un tipo de actividad determinado.
Los sistemas de evaluación, como el de Williams
et al. (1992), Leatherman (1997),1 European Blue
Flag,2 y Tidy Britain Group Seasaid Award,3 propor-
cionan estrategias de manejo para mejorar las facili-
dades recreativas y favorecer el cuidado de la playa.
Es importante remarcar que las facilidades de recrea-
ción costera son necesarias para apoyar las activida-
des de esparcimiento y hacerlas posibles, no para
crearlas (Carls 1979), ya que cada playa cuenta con
características particulares que determinan su uso.
Por último, es necesario profundizar en el conoci-
miento de los mecanismos físicos de formación y equi-
librio de las playas, en su dinámica, en sus ritmos
naturales (Torres-Alfonseca 1997: 109) así como en
conocer los patrones de uso, las preferencias y las
opiniones de los usuarios para el desarrollo de los
sitios recreativos (De Ruyck et al. 1995).
Estos elementos deberán ser incorporados en fu-
turas investigaciones a fin de optimizar el proceso de
toma de decisiones en la evaluación de playas, si es
que se desea controlar las actividades que en ellas se
desarrollan, ya sea para la protección de los recursos
costeros o para mejorar la experiencia recreacional
de los turistas, pues es necesario entender cuáles son
los factores que originan la intensidad de este uso
(Mijic et al. 1981).
CONCLUSIONES
La aptitud de la playa Los Algodones para la parte emer-
gida fue muy baja (0.15); sin embargo, se recomienda
continuar con las actividades recreativas de baños de
sol y caminatas, sin perder de vista que el ancho de la
playa puede limitar en gran medida la cantidad de usua-
rios que pueden estar en la playa a un mismo tiempo.
Mientras que la aptitud para la parte sumergida de la
playa fue media (0.64), por lo que se recomienda el
continuar con las actividades de nado y kayak.
Los resultados obtenidos deben de ser tomados con
cautela debido a que las observaciones se obtuvieron
sin considerar un periodo adecuado y a que fueron rea-
lizadas por un solo observador, lo cual pudo generar
sesgos en las estimaciones de la aptitud de la playa.
Las 16 características que se proponen en el mo-
delo del cuadro 3, para determinar la aptitud de la
playa para actividades recreativas representan un es-
quema general y su número y rangos de valores pue-
de variar dependiendo de la calidad y cantidad de la
información disponible en cada área.
Las playas que por su naturaleza sirvan como sitios
de protección, alimentación, refugio o reproducción de
alguna especie marina o aviaria, tendrán la posibilidad
de ser preservadas para mantener el hábitat de estas
especies y diminuir su deterioro, aunque no fue posible
determinar esto mediante este estudio de caso.
NOTAS
1. Para conocer el tipo de evaluación realizada por
Leatherman (1997) ver: www.topbeaches.com.
2. Para conocer el tipo de evaluación realizada por
European Blue Flag ver: www. blueflag. org/Eucriteria. asp.
3. Para conocer el tipo de evaluación realizada por Tidy
Britain Group Seasaid Award ver: www.
seasideawards.org.uk/sea2.htm#resort.
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pp. 251-263.
Román Lizárraga Arciniega, Liliana Espejel y Anamaría Escofet fueron los revisores de este artículo.
Gilberto Enríquez Hernández es investigador en la Dirección general de ordenamiento ecológico y conservación de los ecosistemas,Instituto Nacional de Ecología. Correo electrónico: [email protected]: Patsi Valdez.
CARL TROLL Y LA ECOLOGÍA DEL PAISAJE 69
Carl Troll y la ecología del paisaje
GERARDO BOCCO
Carl Troll, ecólogo y geógrafo, intro-
dujo el concepto de ecología del
paisaje en 1938. El texto del profe-
sor Troll que reproducimos en este
número de la Gaceta ecológica, ha
sido citado en múltiples ocasiones
pero relativamente poco estudiado.
En él, Troll describe el concepto, los
antecedentes, el contexto y, particu-
larmente, los alcances, tanto de la
idea de paisaje como de la ecología
del paisaje; ésta última como una
disciplina que resulta de la intersec-
ción de la geografía física y la eco-
logía. También plantea la idea que
la ecología del paisaje, más que una
nueva disciplina, es una perspecti-
va espacial, geográfica, para enten-
der fenómenos naturales comple-
jos. Aún más, al señalar las posibili-
dades de aplicación práctica de este
enfoque en la planificación, pone
énfasis en los aspectos sociales de
los ecosistemas.
A diferencia de otros especialis-
tas de su talla que se caracterizaron
por un trabajo más vinculado al ga-
binete que al campo (como por
ejemplo William Morris Davis, inicia-
dor del “ciclo geográfico”), Troll de-
70 GACETA ECOLÓGICA. NÚMERO 68
sarrolló conceptos que marcaron
hitos en la historia del pensamiento
geográfico y ecológico a partir de
una vasta experiencia en el terreno.
En este sentido, retomó la vieja tra-
dición de la escuela naturalista ale-
mana, uno de cuyos exponentes más
cercanos a la América Latina fue Ale-
jandro de Humboldt. Destacan sus
trabajos pioneros en glaceología y
geografía física en las altas cumbres
de los Andes y en las montañas de
Asia (Troll y Finsterwalder 1935, Tro-
ll 1942 y 1972). Curiosamente, desa-
rrolló también conceptos cercanos
a la geografía cultural de Carl Sauer,
tal como el de la adaptación de la
agricultura pre-hispánica a las con-
diciones ecológicas andinas, en las
inmediaciones del lago Titicaca, en-
tre Perú y Bolivia. De acuerdo con es-
tudiosos del tema, sus planteamien-
tos ayudaron a entender la alta con-
centración de población (más de un
millón de personas), en torno a un
sistema productivo localizado a más
de 4,000 m sobre el nivel del mar.
Profesor de geografía en la Uni-
versidad de Bonn, Carl Troll nació en
la víspera de Navidad de 1899 y fa-
lleció en 1975. En ese año fundó la
Comisión sobre Geoecología de
Montañas de la Unión Geográfica
Internacional, sociedad científica de
la que había sido presidente entre
1960 y 1964. Este hecho influyó des-
de entonces en el desarrollo de la in-
vestigación integral sobre las mon-
tañas, su ecología y su gente. Al me-
nos dos proyectos internacionales
sobre montañas (UNESCO MAB-6 y el
de la Universidad de las Naciones
Unidas) han retomado y profundiza-
do el enfoque iniciado por Troll.
Cultivó disciplinas tales como la
geomorfología, la fitogeografía, la cli-
matología, la glaciología y la geoeco-
logía. Troll vinculó su actividad teóri-
ca y de levantamiento sobre el terre-
no con una intensa aplicación de téc-
nicas aerofotográficas y fotogramé-
tricas, tal como puede apreciarse en
el presente artículo. El Servicio Geo-
lógico de los E.U.A. considera que sus
mediciones de campo en los glacia-
res de Bolivia en los años 1930 fue-
ron tan precisas que permiten en la
actualidad medir el retroceso de los
mismos con gran exactitud, utilizan-
do ahora modernas tecnologías, no
disponibles durante los trabajos ini-
ciales.
El texto que reproducimos ana-
liza los siguientes temas: paisaje y
ecología del paisaje, ecología y eco-
logía humana, aerofotografía y eco-
logía, sistema ecológico, ecotopo y
sucesión paisajística, ecología del
paisaje y sociología de plantas. En
otras palabras, discurre sobre algu-
nos de los temas que se ubican en-
tre las prioridades de investigación
de la ecología moderna a escala re-
gional.
Esperamos que este texto sirva
para fortalecer una reflexión funda-
mental sobre las escalas geográficas
y ecológicas, lo integral en lo ecoló-
gico, así como entender el paralelis-
mo entre diferentes tendencias en la
ecología del paisaje actual. Como su-
giere Michael Moss, expresidente de
la Asociación Internacional de Ecolo-
gía del Paisaje, tal vez caminamos
hacia una síntesis enriquecedora.
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che Mitteilungen, v. 81(11):
393-399 y 12: 445-455.
Gerardo Bocco. Director general de investigación de ordenamiento ecológico y conservación de los ecosistemas. Correo-e: [email protected]: Raymond Strapans. Portero I (1993) y Kastens Tree (1999).
ECOLOGÍA DEL PAISAJE 71
Ecología del paisaje
El término ecología del paisaje abarca dos conceptos
que, por si mismos y por sus implicaciones, provie-
nen de un desarrollo científico que tuvo que reafir-
marse frente a la especialización y a las divisiones
constantemente crecientes dentro de la investigación,
con la consecuente orientación hacia el tratamiento
analítico de procesos naturales (nuevos y ya estable-
cidos) y también frente a la visión sintética de los
mismos.
CARL TROLL
El concepto ecología del paisaje festeja este año
(1963) su 25 aniversario. En 1938 lo introduje por
primera vez en la terminología científica, con rela-
ción a la interpretación científica de la fotografía aé-
rea (Troll 1939: 297). Durante los últimos años este
término ha cobrado un éxito creciente entre geobotá-
nicos, sociólogos de plantas (los estudiosos de las
comunidades de plantas), limnólogos y pedólogos,
en particular dentro del lenguaje de la planificación
72 GACETA ECOLÓGICA. NÚMERO 68
del paisaje y de la protección de la naturaleza. Se
llegó incluso al punto de que el Consejo Alemán de
las Ciencias pidiera al Ministerio Alemán de Cultura
una encuesta sobre la pertinencia de crear una facul-
tad de ecología del paisaje, encuesta cuyos antece-
dentes desconozco...
Los dos conceptos, ecología y paisaje, están re-
lacionados con el entorno del hombre, con la parti-
cularmente variada superficie terrestre que éste tie-
ne que usar de manera adecuada para su economía
agrícola y forestal con el fin de aprovechar las mate-
rias primas, al igual que la explotación minera o la
fuerza hidráulica que producen energía para impul-
sar sus industrias; un entorno natural que el hom-
bre, con sus actividades, transforma siempre de un
paisaje natural a un paisaje económica y cultural-
mente aprovechado.
1. PAISAJE Y ESTUDIO DEL PAISAJE
Desde hace medio siglo el concepto de paisaje se ha
convertido en un motivo particular de investigación
en la geografía moderna. El término ciencia del pai-
saje apareció por primera vez en 1884 para desiertos
absolutos o lugares de influencia glacial, de los cua-
les interesaban exclusivamente los procesos físicos.
En la fragmentación natural del paisaje —hoy
hablamos conscientemente cuidando la distinción
entre divisiones naturales y unidades (conjuntos)
naturales— la consideración del orden de pertenen-
cia juega un papel decisivo. Existe toda una jerarquía
de unidades de paisaje de distintas dimensiones, desde
las grandes unidades, las fajas de paisajes que atra-
viesan el continente (como, por ejemplo, taiga, pra-
dera, Sahel, desierto) hasta unidades paisajísticas cada
vez más pequeñas, como fragmentos de rocas dimi-
nutos, que integran los paisajes singulares como los
intersticios entre las piedras de un mosaico. K.H. Pa-
ffen (1948), en su estudio metodológico, dividió la
investigación del paisaje en siete niveles: cinturón de
paisaje, zona de paisaje, región de paisaje, grupo de
paisaje, gran paisaje, pequeño paisaje y célula de pai-
saje.
Yo definí (Troll 1950) como paisaje geográfico «una
parte de la superficie terrestre con una unidad de es-
pacio que, por su imagen exterior y por la actuación
conjunta de sus fenómenos, al igual que las relacio-
nes de posiciones interiores y exteriores, tiene un ca-
rácter específico, y que se distingue de otros por fron-
teras geográficas y naturales.»
Por su sustancia geográfica (Bodek y Schmithü-
sen 1949: 112-120) los objetos de un paisaje pertene-
cen a tres ámbitos que los colocan bajo leyes muy
diferentes:
1. El mundo abiótico, puramente físico–químico,
que depende del proceso físico de causa y efec-
to. Ciertamente, hay que subrayar que el entor-
no abiótico no puede explicarse solamente me-
diante métodos de la geografía física, puesto que
este complejo es el resultado de periodos pasa-
dos de la historia terrestre, como se puede ver
en las formas terrestres resultado de diferentes
generaciones.
2. El mundo viviente sujeto a leyes peculiares de la
vida como son el crecimiento, la multiplicación,
la expansión, la adaptación o la herencia. Estos
fenómenos derivan en todas las demás obras del
paisaje natural del sentido de la causalidad bio-
lógica.
3. El mundo del hombre, que depende de las puras
comprensiones causales y motivaciones de los
individuos o grupos sociales, y por lo tanto, de
principios de orden socioeconómico, los cuales
interfieren con la naturaleza.
2. ECOLOGÍA
Para todos los paisajes naturales, se trata de la rela-
ción entre los seres vivos, las biozonas correspon-
ECOLOGÍA DEL PAISAJE 73
dientes, y su unión funcional con los factores físico–
químicos del ambiente. En ciencia contamos desde
hace tiempo con el concepto de ecología. La palabra
la acuñó Ernst Haeckel en 1866 con relación al cono-
cimiento de la naturaleza local (Haeckel 1888), de la
cual sólo le interesaban, en un principio, los vínculos
de un ser vivo con su ambiente, es decir, lo que hoy
se define como autoecología. Más tarde, cuando se
pasó al estudio sistemático de las comunidades de
seres o biocenosis (Möbius 1877) se desarrolló la si-
necología o estudio de la dependencia funcional, en
el sentido de unión intercambiable entre seres vivos
de una biocenosis y su ambiente. Eugen Warming
(1909) le otorgó reconocimiento internacional a este
concepto con su obra sobre la ecología de las plantas.
Bajo la guía de dos botánicos de Chicago, F.T. Cle-
ments (1905) y A.C. Cowles, esa ciudad ascendió a cen-
tro americano de estudios de ecología de las plantas.
Hoy la Ecological Society of America reúne a bo-
tánicos, zoólogos y limnólogos que estudian las rela-
ciones de seres vivos y grupos de seres vivos con su
ambiente.
Una idea importante de Clements (1928) fue la
observación de las sucesiones de plantas, desde el es-
tadio pionero hasta el llamado clímax o estadío final.
Ésta fue la enseñanza de los ciclos biológicos. La Ame-
rican Association of Geographers, fundada en 1904,
ligó a la escuela de ecología de Chicago con la escuela
de geomorfología de W. Morris Davis (1899) en Har-
vard. En 1899, Cowles (1899) describió la sucesión de
la vegetación en las dunas de arena del lago Michigan;
ese mismo año, Davis publicó su trabajo sobre el ciclo
geográfico que analizaba la sucesión de formas de pai-
saje, como el aplanamiento de un terreno elevado que
pasa del estadio de un relieve abrupto a un paisaje
renivelado, de pendiente suave.
Los ciclos de estudio de la génesis de las formas
dieron gran impulso a la geomorfología, que en el
ámbito internacional se adoptó con entusiasmo, en
parte por sus métodos puramente deductivos, gra-
cias al libro de A. Oppel (1885) que lleva por subtítu-
lo Intento de fisonomía de la totalidad de la superficie
terrestre. Posteriormente, fue el geógrafo de Hambur-
go S. Passarge quien sustituyó el concepto de geogra-
fía del paisaje, que se usaba desde 1919, por el de
estudio del paisaje y que, durante los siguientes años,
tratando el estudio del paisaje en libros, en ensayos y
en trabajos escolares, intentó, con notable esfuerzo,
darle una nueva validez a dicho estudio como rama
de las ciencias de la Tierra (Passarge 1919-1920, 1921-
74 GACETA ECOLÓGICA. NÚMERO 68
1930, 1922, 1929, 1930). Definió al estudio del paisa-
je de la siguiente manera: «es el aprendizaje del or-
den y penetración de los espacios y de su fusión con
componentes singulares de un territorio.» En reali-
dad no dio una definición, o por lo menos no una
clara y lógica, porque los espacios que se penetran
pueden difícilmente fusionarse en componentes úni-
cos. De cualquier manera, sus palabras muestran lo
que el autor procuraba dar a entender. Leo Waibel
(1933) vio en el estudio del paisaje de Passarge un
intento de pensamiento biológico–geográfico, cierta-
mente sin fundamento biológico; hoy podríamos de-
cir que carente de fundamento ecológico. Passarge
(1933a: 464ss) buscó también en las formas econó-
micas autóctonas del hombre, incluso viendo el com-
portamiento de éste en relación directa con el paisa-
je, lo que hasta cierto punto, hecho con prudencia,
puede resultar fructífero. Pero se equivocó al cargar
también en sus trabajos académicos con un pensa-
miento fuertemente determinista ambiental. La inves-
tigación histórica del paisaje cultural, que tuvo mu-
cho éxito en Alemania bajo la guía de R. Gradmann y
O. Schlüter, fue casi completamente abandonada por
el análisis del paisaje cultural hecho por Passarge
(1933b). El intento de subrayar la independencia de
las manifestaciones culturales con respecto a los prin-
cipios del paisaje natural, tuvo más tarde un reflejo
positivo de consideración histórica, aunque ya había
sido utilizado con anterioridad, primero por Spencer
y F. Ratzel hasta llegar a E. Semple, hoy se percibe en
la nueva literatura americana con E. Huntington y
Griffith Taylor (Hassinger 1919).
Sin duda Passarge dio un gran impulso al desa-
rrollo de la geografía. La investigación del paisaje se
colocó en el centro de la investigación geográfica.
En 1919 H. Hassinger (1919) estableció que la
geografía del paisaje, como región natural, contaba
con un objeto propio y ninguna otra ciencia debía
ponerlo en duda. Esto resulta de suyo valioso porque
ninguna otra ciencia distingue las múltiples relacio-
nes que se establecen entre las manifestaciones de la
naturaleza viva y la no viva, y con las personas de
diferentes estratos sociales que actúan por motivos
económicos; relaciones que en el transcurso de los
eventos históricos fueron continuamente trastrocadas,
incluso durante el corto plazo de una vida humana.
ECOLOGÍA DEL PAISAJE 75
El concepto de paisaje cuenta con testimonios
antiguos de su uso en el sentido de la delimitación de
una región (Regio). Las evidencias datan del año 830
citado en la evangélica tatiánica en donde se usó va-
rias veces la frase omnia regio circum Jordanem, «el
paisaje natural en torno a Jordania».
Durante el Renacimiento el concepto de paisaje
se extendió incluso a la descripción de un lugar natu-
ral y del cuadro paisajístico, como sucede con Albre-
cht Dürer, que ya hablaba de pintura paisajística, lo
mismo que Hans Sachs. En 1884 A. Oppel en su estu-
dio del paisaje tenía en mente únicamente el carácter
fisonómico de éste cuando hablaba de paisaje como
«espacio terrestre que se presenta completo desde
cualquier punto de vista.»
Lo anterior, en el sentido del lenguaje común, como
la base del concepto de paisaje fisonómico, que deja fija
en la mente la realidad y la eficacia de una representa-
ción paisajística. La geografia llevó esto a su noción cien-
tífica de paisaje con el objetivo de investigar los detalles
que se encuentran detrás de las apariencias. Carl Sauer
(1925: 19-53) introdujo en 1925 el término paisaje (lands-
cape) en la geografía americana y la definió como «la
unidad espacial de fenómenos interdependientes.» En
Elements of Geography de Finch y Trewartha (1949)
podemos leer: «Se denomina paisaje natural al conjun-
to de características naturales interrelacionadas dentro
de una región.» Un paisaje natural se puede entender
sólo incluyendo los procesos biológicos.
3. ECOLOGÍA HUMANA
H. H. Barrow, un geógrafo de la Universidad de Chi-
cago, fue quién finalmente definió la geografía como
human ecology en su Presidential Address en la Asso-
ciation of American Geographers en 1922 (1923: 1-
14). Predijo, y los desarrollos posteriores lo confir-
maron parcialmente, que las ciencias sociales le hu-
bieran sido de utilidad científica a la geografía. En su
preferencia por los nuevos aspectos sociales de la
geografía, Barrow descuidó la parte científica de ella
y llegó al punto de eliminar de la geografía la geomor-
fología, la climatología, la hidrología y la biogeogra-
fía, dejándole solamente tres ramas, la geografía eco-
nómica, la geografía política y la geografía social. Por
ecología humana entendía las relaciones de las per-
sonas entre sí y también el intercambio de relaciones
entre personas y el medio ambiente.1
Sólo dos años después, en 1924, R. D. McKen-
zie, un famoso sociólogo de la escuela de Robert
Ezra Park en Chicago (Park 1936) escribió sobre «el
contexto ecológico del estudio de las comunidades
humanas.» Y explicó: «la ecología humana es el es-
tudio de las relaciones en el tiempo y el espacio de
los seres humanos influenciadas por la distribución
selectiva y las costumbres del entorno» (McKenzie
1924). Este último autor tomó de Clements el estu-
dio sobre la sucesión y lo traspasó a la sociedad
humana. Ésta tiende a un desarrollo cíclico, a un
estado balanceado entre población y producción, a
un clímax. Mediante el concepto de human ecology
la sociología americana analizó principalmente so-
ciedades urbanas sin ninguna relación con la natu-
raleza, por ejemplo, los barrios urbanos de Chicago
(Hobohemia, Little Sicily, Black Belt, Gold Coast)
(Anderson 1923, Zorbugh 1929, Frazier 1932), y sólo
en un segundo plano se incluyeron los problemas
de la sociología rural en el concepto de ecología
humana.
Muchos sociólogos americanos concuerdan en
que el concepto de la ecología humana constituye
una gran parte de la sociología. Con Quinn leemos:
«ecología humana es el estudio de las relaciones
subsociales entre hombres», «ecología humana es
el estudio de las distribuciones espaciales», «ecolo-
gía humana es el estudio de áreas socioculturales»,
«la ecología humana está atada al estudio de co-
munidades y regiones». En todas estas afirmacio-
nes es evidente la prof unda influencia del pensa-
miento geográfico.
76 GACETA ECOLÓGICA. NÚMERO 68
Yo mismo soy definitivamente partidario de que,
como la entendió su precursor, la palabra ecología
esté relacionada con el entorno inmediato, limitándo
su empleo al ámbito biológico, sin darle un alcance
social–económico–cultural. En el mundo de los estu-
diosos las relaciones causales, con las cuales se vin-
culan el mundo físico y biológico, de reacciones y
motivaciones psicológicas, incluyen también casos tra-
dicionalmente complicados. El uso del término eco-
logía pondría las relaciones de tiempo y espacio al
mismo nivel. Pero se puede hablar de las bases eco-
lógicas de la actividad humana, si consideramos en-
teramente las premisas biofísicas, a las cuales se su-
bordinan dichas actividades. Así, por ejemplo, se ha-
bla correctamente de ecología agraria o de ecología
forestal y se entiende únicamente al entorno inme-
diato, del cual dependen también las plantas cultiva-
das y el conocimiento de la aptitud del terreno, pero
se excluye la sociología agraria y la interdependencia
económico–productiva.2 También los asentamientos,
las poblaciones perdurables dependen de ciertas con-
diciones ecológicas. Así, debería efectuarse un estu-
dio desde la prehistoria, mucho más cuidadoso de lo
que se ha hecho hasta la fecha, sobre los fundamen-
tos ecológicos y económicos de este tipo de pobla-
mientos.
4. IMAGENES AÉREAS E INVESTIGACIÓN DE LA
ECOLOGÍA DEL PAISAJE
El concepto de ecología del paisaje es, como se dijo
en un principio, resultado de la interpretación cientí-
fica de la imagen aérea. La amplitud que ofrece la
fotografía aérea para el estudio de la superficie te-
rrestre se sustenta en el gran espacio que abarca esta
visión con respeto a los límites de una perspectiva a
nivel del terreno y que este espacio, con las divisio-
nes naturales de la superficie terrestre, es de mejor
percepción gracias a la perspectiva perpendicular. Con
respeto a la visión en el terreno, ofrece una vista más
completa, en parte también una con más profundi-
dad. En los años 1920 y 1930 muchos científicos apren-
dieron a aprovechar esta ventaja.
FIGURA 1. PRESENCIA DE PLANTAS RECONOCIBLES
MEDIANTE IMÁGENES AÉREAS
1. Sonneratia alba. 2. Manglares (Rhizophora spp.). 3. Palma Nipa.4. Selva tropical en suelos de climas áridos. 5. Pastizal y arbustosde suelos de climas áridos. El cinturón de Sonneratia en la franjacosteña muestra la inundación periódica del mar, así como suexpansión hacia el mar causada por el flujo de depósitos aluviales.La barrera entre Sonneratia y manglares es la franja central deaguas altas, la zona de palmas Nipa divide la selva húmeda salobrede la selva húmeda de agua dulce.
Así nacieron los primeros trabajos sistemáticos
en arqueología, a partir de imágenes aéreas, sobre
todo en Inglaterra (O.G.S. Crawford) y en Oriente
(R.P.A. Poidebard); posteriormente, la investigación
con este tipo de imágenes se amplió a los bosques, la
economía forestal y la vegetación (en Alemania en
particular con R. Hugershoff, en Canadá en el Depar-
tment of Lands and Forests, en Gran Bretaña con R.
Bourne, C.W. Scott y C.R. Robbins dentro del Impe-
1
2
3
4
5
ECOLOGÍA DEL PAISAJE 77
rial Forest Institute). Los primeros estudios de foto-
geología salieron de los Estados Unidos de América,
gracias a las experiencias de la aviación militar reali-
zadas en Francia durante la Primera guerra mundial
(A. H. Brooks). Las prospecciones y la geología pe-
trolíferas fueron las que sacaron mayor provecho de
las ventajas de la inspección por medio de imágenes
aéreas, en particular la Bataafsche Petroleum Maats-
chappij (J. Krebs) y la Nederlandsch-Nieuw Guinea
Petroleum Maatschappij (W.C. Klein). H. Helbling in-
tentó resumir toda la interpretación de la imagen aé-
rea mediante el concepto de fotogeología. Muy pron-
to las ventajas de la investigación a través de imáge-
nes aéreas fueron apreciadas también por la geomor-
fología y el análisis del territorio.
De cualquier forma, aunque ya empleada por la
arqueología o por el estudio del territorio, la inter-
pretación de las imágenes aéreas es, en realidad, la
descripción del paisaje geográfico y de los compo-
nentes ecológicos. Como normalmente en una ima-
gen aérea se ven sólo uno o dos elementos del pai-
saje, en particular el estrato de bosque y, en espa-
cios con mucho relieve, se observan también los ti-
pos de forma del terreno. Para mas observaciones se
tienen que usar las imágenes difusas (landscape pat-
tern), como en el caso de los límites de formaciones
rocosas o las zonas de influencia de las aguas en el
subsuelo. La imagen aérea por si sola no nos puede
mostrar todas las condiciones de un lugar (por lo
que resulta imprescindible la inspección ecológica
terrestre) pero sí nos brinda una amplia imagen de
las asociaciones de plantas, del color del terreno, de
las unidades geomorfologicas etc., con la cual pode-
mos conocer o imaginar determinadas relaciones de
los factores paisajísticos, que deberán aclararse pos-
teriormente mediante el reconocimiento terrestre. En
este sentido se empleó en Rusia la noción de aero-
landscape (Havemann y Faas 1940).
Un ejemplo relativamente sencillo de lo que he-
mos expuesto lo constituyen las selvas tropicales
periódicamente inundadas o manglares. Sus dife-
rentes tipos, inundados regularmente, que pueden
ser fácilmente identificados por imagen aérea, nos
enseñan claramente los limites de aguas saladas,
salobres y dulces en territorios sujetos a inunda-
ciones o deltas de costas tropicales. La figura 1 es
un buen ejemplo de la costa de la isla Bangka en
Indonesia, ya que nos permite distinguir fácilmen-
te el cinturón externo claro de Sonneratia, la zona
obscura de manglares Rhizophora, el bosque mixto
de agua salobre, la porción de palmas Nipa y final-
mente la selva tropical en tierra firme con su impo-
nente cubierta boscosa.
Otro ejemplo es la región de sabana del oriente
africano. Los bosques de sabana seca del tipo bosque
de miombo, hasta la extensa planicie y los peñascos
intercalados de África oriental (Tanzania, Congo, Zam-
1. Selva de miombo en suelo seco. 2. Pastizales periódica-mente inundados (dambo). 3. Sabana húmeda (dambohumedal). 4. Bosque higrófilo de termitas, siempre verde.
FIGURA 2. ORDEN DE VARIANTES EDÁFICAS
1 2 3 4
78 GACETA ECOLÓGICA. NÚMERO 68
bia, Zimbabwe, Mozambique), son planos atravesa-
dos por cañones, los llamados mbugas o dambos. Se
trata de canales de desagüe, que en épocas de lluvia
se inundan y por lo tanto reciben depósitos aluviales
oscuros. En estos dambos se substituye el bosque por
pastizales (las figura 2 muestra un ejemplo en Zam-
bia). La frontera entre el dambo y el bosque está cla-
ramente indicada por el límite de inundación. En los
dambos hay un límite suave por el desagüe sin cau-
ce... aquí la inundación dura mucho tiempo creando
una humedad notable, lo que da lugar a un humedal
de sabana. En el pastizal frecuentemente existen
manchas redondas oscuras muy reconocibles espar-
cidas por el terreno. Son islas de bosque siempre ver-
de, instalado en lomas construidas por las termitas.
Dentro del suelo pesado y arcilloso de los dambos,
estas construcciones, como resultado de la actividad
de las termitas, crean una situación ideal para la ve-
getación (suelo bien aireado, abonado y arriba del
nivel de inundación, lomas igualmente beneficiadas
de buenas condiciones de humedad en temporada de
seca), y sobre las cuales, por condiciones edáficas, el
bosque crece bien (figura 3).
5. SISTEMA ECOLÓGICO, ECOTOPO, SUCESIÓN
PAISAJÍSTICA
Una pequeña unidad espacial, como el ejemplo de
la loma boscosa de las termitas, resulta un biotopo
en el lenguaje de los biólogos (A. Thienemann 1941,
1956) y biocenosis la construcción de las termitas
con su bosque húmedo y sus seres vivos. Para la
comprensión de la división espacial de este biotopo
en los bajos dambos y los bosques dentro del miom-
bo es necesario considerar todo el paisaje y el com-
plejo de las manifestaciones paisajísticas. La loma
de termitas junto con los animales que viven allí
(aunque se trate de construcciones de termitas aban-
donadas) y su selva húmeda es un ecosistema se-
gún la definición de A.G. Tansley (1939) que reza
así: el complejo total de organismos y factores am-
bientales en una unidad ecológica de cualquier ca-
tegoría. Las uniones de un sistema como éste, con
una dependencia recíproca, conformar un macropai-
saje o paisaje climático, rocas, mantos acuíferos y
sistemas fluviales, relieves, clima de la superficie (to-
poclima), erosión, vegetación, microclima, mundo
animal y clima del subsuelo (véase figura 4). En este
sistema ecológico, la asociación vegetal depende del
clima, de las rocas y su erosión y de los mantos acuí-
feros. Por su parte, la asociación vegetal, con sus
diferentes niveles, así como el clima del suelo, por
la disminución del manto acuífero y sus residuos en
el suelo (humus) influyen en el clima del paisaje, de
microclima o el clima amplio. El clima del suelo, así
como el mundo vivo en la tierra, dependen de los
residuos y el agua presentes en el suelo así como del
microclima. Si el hombre cambia la cubierta vegetal
o, por agotar el agua, modifica artificialmente el ni-
vel del manto acuífero, automáticamente cambia
todo el ecosistema. En el estudio geográfico–paisajís-
tico de las imágenes aéreas africanas se trata de una
división de espacios naturales de tres dimensiones.
Toda la entidad paisajista representada es parte de
La frontera entre el bosquecillo de termitas y el
pastizal está claramente determinada porque cuando
queman los pastos el fuego no alcanza a penetrar en
el bosque húmedo.
FIGURA 3. CORTE TRANSVERSAL DE UN BOSQUE INSULAR
DE TERMITAS
En el límite del pastizal quemado con el bosque húmedo siempreverde se encuentran hierbas (pirofitas).
ECOLOGÍA DEL PAISAJE 79
un único paisaje, que por el clima y la situación geo-
lógica–morfológica se puede considerar como bos-
que miombo integrado al paisaje de la planicie. Las
tierras bajas dambo son, dentro de este paisaje, par-
te del mismo, con peculiaridades pedológicas, hi-
drológicas y vegetación particular. Dentro de estas
partes del paisaje, los pequeños bosquecillos de ter-
mitas son las entidades de paisaje más pequeñas,
para las cuales introduje el concepto de ecotopo. R.
Bourne habla en este caso de site, K.H. Paffen de
celda de paisaje (Landschaftszelle). En Rusia I.V.
Larin habló de micropaisajes, L.G. Ramenskij de Epi-
fazies, V.N. Sucacjev de biogeocenosis y otros espe-
cialistas de paisajes elementales o geoformas . Re-
cientemente pedólogos ingleses han usado la noción
de facette (Webster 1963: 143-148). La palabra ecoto-
po, que copia el exitoso término biotopo, trata de
expresar su relación con el ecosistema entero.
Geógrafos alemanes (H. Bobek y J. Schmithüsen
1949) hablaron de mosaicos para designar a las enti-
dades más pequeñas excluyendo las bases abióticas,
y Schmithüsen (1948: 74-83) hizo referencia también
a los fisiotopos excluyendo los elementos abióticos
del paisaje, al igual que E. Neef. Sin embargo, hay
que precisar que en muchos casos hay lugar a dudas
cuando las bases físicas de un ecotopo las determina
el mundo viviente: por ejemplo, un pantano elevado
en el caso anteriormente citado del bosque insular de
termitas o el que el orden de los microclimas y climas
del suelo derivan del estrato vegetal... De cualquier
manera, el principio de cada sucesión de plantas es
un paisaje abiótico, que justifica la expresión de fi-
siotopo. El desarrollo de un ecosistema completo
empieza sólo con un asentamiento de plantas pione-
ras, aunque al mismo tiempo surge el intercambio
del mundo viviente, los depósitos del suelo y el mi-
FIGURA 4. ESQUEMA DE CONSTRUCCIÓN ECOLÓGICA DEL PAISAJE DE UN LUGAR DETERMINADO EN EL SENTIDO DEL ECOSISTEMA
MACROCLIMA(CLIMA REGIONAL)
MIC
RO
CLI
MA
Clima del estrato deldosel
Clima del estrato deltronco o fuste
Clima cercano alsuelo del suelo
Clima del suelo
Estrato del dosel
Estrato del tronco
Estrato cercano a la superficiedel suelo
Superficie del suelo
Suelo en el sentido estricto(solum)
Man
tos
acuí
fero
s(r
egió
nfr
eáti
ca)
NIVEL FREÁTICO
SIM
BIO
SIS
INTE
RVA
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IO)
Roca
Clim
a de
la
zona
cap
ilar
y ag
ua d
ead
hesi
ón Horizonte A
Horizonte C (diagénesis)
Horizonte B
80 GACETA ECOLÓGICA. NÚMERO 68
croclima, por lo que propuse la definición de suce-
sión paisajística para todo el procedimiento (Troll
1963).
Nuevos análisis,3 realizados por expertos alema-
nes en ecología del paisaje, se dieron por un lado con
la escuela de E. Neef y por otro bajo el impulso de W.
Czaika. El primero buscó una profundización con el
registro de los mantos acuíferos locales en su rela-
ción con el tipo de suelo (Neff 1960: 272-282). Sus
estudiantes usaron el método de ecología del paisaje
sobre todo para los trabajos prácticos de división de
los espacios naturales: G. Haase (1964: 8-30) en la
zona cálida alta de transición de la montaña a zonas
bajas, H. Hubrich en la Sajonia del Norte plana en
transición de la zona de orilla y Löss a la planicie
limosa. Durante un viaje de investigación con H. Ri-
chter y H. Barthel en Mongolia (Hasse et al. 1964:
489-516), G. Haase usó los puntos de vista de la eco-
logía del paisaje también en un espacio extenso, la
larga cadenas de montañas Changai. En la República
Federal Alemana, hasta ahora H.J. Klink (1966: 257)
ha hecho la más profunda y equilibrada representa-
ción, desde el enfoque de la ecología del paisaje, de
un espacio con relación a sus formas superficiales,
clima, suelo y asociaciones vegetales. Las diferencia-
ciones topoclimáticas con respecto a las unidades de
ecología paisajística fueron estudiadas por primera
vez por M. Bjelanovic tomando como ejemplo las co-
linas de esquisto en Renania (1967: 232).
6. ECOLOGÍA DEL PAISAJE Y SOCIOLOGÍA DE LAS
PLANTAS
Con lo antes mencionado, se asume la definición del
concepto de ecología del paisaje. Es el estudio del
complejo de elementos interactuantes entre la aso-
ciación de seres vivos (biocenosis) y sus condiciones
ambientales, los cuales actúan en una parte especifi-
ca del paisaje. Esto se manifiesta espacialmente en
una muestra especifica y delimitada (Landschaftsmo-
saik, landscape pattern, mosaico del paisaje) o en una
división natural de espacio en distintos órdenes de
tamaño. Estos órdenes están normalmente determi-
nados por la estructura geológica y por el estado de
desarrollo geomorfológico. La distinción de las uni-
dades espaciales homogéneas más pequeñas (fisioto-
po, biotopo, ecotopo) es la expresión de la relación
de intercambios entre macroclima, rocas sobresalien-
tes, relieves, mantos acuíferos, topoclima, depósitos
en el suelo, vegetación, mundo animal, microclima y
clima del suelo. El paisaje local puede ser estaciona-
rio siempre que no haya una dependencia de unión
con el complejo de los elementos actuantes. Los cam-
bios en el estado geomorfológico, de acción lenta o
imprevista, como también las intervenciones artifi-
ciales por la actividad económica humana, dan lugar
a transformaciones del paisaje local que resumimos
con el concepto de sucesión paisajística. Ésta puede
ser un evento natural, como es el caso de un asenta-
miento inicial del suelo que produzca la formación
de depósitos con las plantas y los animales (estado
pionero) y que converja en un estado maduro final
(climax paisajístico). Cambios del paisaje local debi-
dos a la intervención humana en el estrato de vegeta-
ción, en las relaciones de suelo y agua por deforesta-
ción, fuego, drenajes, fertilización, riegos, poda de
pastos y árboles etc., traen aparejados cambios lo que
con W. Lüdi (1919) queremos definir como sucesión
secundaria. El concepto de ecología del paisaje, por
contenido y por objetivos, sigue siendo cubierto en
buena medida por el concepto de geobiocenología in-
troducido por V.N. Sucatjev en 1944 (Sucatjev 1953).
¿En que relación está la ecología paisajística fren-
te a la sociología de las plantas en el sentido de J.
Braun-Blanquet y de R. Tüxen? La sociología de las
plantas busca definir la asociación de las plantas
por su composición floral, por la cantidad de espe-
cies, por la proporción de cantidad y confiabilidad
social. Supone, ciertamente, que dentro de un de-
terminado lugar de especies florales, con espacios
ECOLOGÍA DEL PAISAJE 81
de igual carácter ecológico, se encuentren tam-
bién las mismas asociaciones de plantas. Su
objetivo final es un orden de asociaciones de
plantas en unidades de distintos grados, sub-
asociaciones, círculos, órdenes y clases, defi-
nidos según la composición floral y la confia-
bilidad social. La distribución espacial de la
vegetación la establecen sus condiciones eco-
lógicas. El sistema ecológico de diferentes es-
tados se asume de la sistemática de familias
de plantas, aunque la experiencia nos mues-
tra que también asociaciones de plantas eco-
lógicamente muy próximas pueden posicionar-
se en estados de orden más alto.
Frente a ello, la ecología del paisaje deriva
de la sinóptica de las manifestaciones ordenadas por
espacios geográficos naturales, es decir, de la armonía
ecológica funcional del suelo, del agua, del aire y del
mundo viviente. Los diferentes niveles de unidades eco-
lógicas paisajísticas son espacios paisajísticos y vitales
de distinto tamaño, de la unidad más pequeña, el ecoto-
po, hasta la más grande, la zona paisajistica, climática
y vegetaciónal. De esta forma la ecología del paisaje es
la manera más completa de contemplación para la in-
vestigación del paisaje natural, es la observación si-
nóptica de la naturaleza por antonomasia. Para la in-
vestigación del paisaje cultural (paisajes agrícolas y de
asentamientos) se tiene que descubrir y disponer de
los contextos de posibilidades que la naturaleza le ofre-
ce al hombre. La manera de aprovechar las posibilida-
des ecológico–paisajísticas depende todavía de condi-
ciones sociales, económicas y también psicológicas y
políticas, que reconocidamente están sujetas a la trans-
formación histórica continua. A pesar de los distintos
objetivos, la ecología del paisaje y la sociología de las
plantas no presentan contradicciones entre sí. El análi-
sis de la asociación de la sociología de plantas tiene un
lugar también dentro de la ecología paisajística, preci-
samente en el análisis de las asociaciones de plantas
de los ecotopos individuales. Para alcanzar este objeti-
vo debería transcenderse del análisis vegetacional al
análisis completo de las biocenosis.
NOTAS
1. Es imposible llegar aquí a una discusión sobre la vasta
literatura dedicada a la sociología humana de los últimos
treinta años. En el texto de James A. Quinn (1950) se
resumen los pensamientos hasta esa fecha.
2. De geografía agraria ecológica habló en primer lugar
Krzymowski (1917). Diez años después aparece el concepto
de ecología agraria en Italia con Girolamo (1928).
Sin conocimiento de esta obra, Karl Friedrich escribió, en
su segunda obra de 1930, sobre ecología agraria y
bosques. El primer producto importante del uso de la
ecología en los paisajes agrícolas y culturales.
La versión más reciente es la obra de W. Tischler 1965.
3. En este y en otros asuntos puede haber nueva literatura
después del simposio de 1963.
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D S I S T E M A S D E I N F O R M A C I Ó N G E O G R Á F I C A ,P E R C E P C I Ó N R E M O T A Y C O M U N I D A D E S
F O R E S T A L E S
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