gabriela mistral siempreviva

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Charla dictada el año 2005 en Montegrande

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Page 1: Gabriela Mistral Siempreviva

Documentos de Trabajo Museo Gabriela Mistral de Vicuña

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GABRIELA SIEMPREVIVA1

Fernando Graña Pezoa2

Existe una flor que nunca muere, conocida comúnmente como “siempreviva”. Esta

flor muchas veces acompaña a los cuerpos de quienes han iniciado el viaje eterno.

Si bien sus colores no contrarrestan al de otras flores efímeras, su gran merito lo

constituye la permanencia, siempre está ahí, frente a nuestros ojos. Sin importar

las inclemencias del tiempo, el agua, el calor o el frío cordillerano, esta flor

perdura.

Alguien me pregunto una vez ¿de qué murió Gabriela Mistral? La respuesta

no resultó del todo fácil. Desde mi quehacer en el Museo, siento que Gabriela no

ha muerto; mientras la humanidad la lea, estudie y recuerde en todas sus

dimensiones, ella nunca morirá. Ella esta viva en nosotros, especialmente en la

gente de Elqui, en aquellas personas que ven sus cerros, sus ríos, quebradas, y

sus algarrobos, en quienes recuerdan a nuestros antepasados indígenas, en

quienes disfrutan sus rondas y en quienes reflexionan con sus recados.

Gabriela Mistral y su obra constituyen una suerte de encarnación hecha

letra, encarnación de nuestra tierra. En ella y en su obra están reunidos

armónicamente todos y cada uno de los diferentes elementos que componen

1 Charla pronunciada el 10 de enero del 2005, en el poblado de Montegrande, en el acto conmemorativo del fallecimiento de Gabriela Mistral. 2 Profesor de Historia, © Magíster en Ciencias Sociales, Museo Gabriela Mistral de Vicuña. [email protected]

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nuestro valle. La naturaleza, la cultura y la historia de Elqui encarnados en una

mujer viajera y errante en la geografía. Sus raíces mestizas la llenaban de orgullo,

el recuerdo de su vida en el valle nutrió su espíritu hasta sus últimos días.

En tierras lejanas, un día jueves 10 de enero de 1957, a las 5 de la

madrugada Lucila inicia el viaje a la inmortalidad. Su cuerpo cansado y enfermo ya

no debería continuar tolerando los embates de la enfermedad; desde aquel

momento un solo Norte guiaría sus destinos.

El escritor Rolando Manzano nos dice: “Gabriela Mistral creía en la otra vida

y en la presencia terrena del alma, para ella la vida no es más que un proceso

divinizado en un paréntesis de eternidad. Su entrada en la muerte era el regreso a

la semilla, era volver a empezar, por lo tanto su cuerpo presente en Montegrande

nos anuncia, nos informa de su segunda presencia, de su segundo nacimiento en

el valle de Elqui.”3

Por su parte el destacado intelectual nacional, Volodia Teitelboim, decía

hace pocos años: “Gabriela Mistral muerta y sepultada en Monte Grande ¿Está

viva? ¿Sigue conmoviendo los corazones... y permanecerá con esa capacidad de

emoción para el lector, a medida que avance el tiempo, incluso cuando ella

prefiera una sombra lejana y cuando todos los escritores sean sometidos al

examen de la posteridad? Creo que es una pregunta pertinente porque al fin y al

cabo Gabriela es más que un poeta, es más que una figura problemática, solitaria,

conflictiva de la historia literaria. Gabriela, a mi juicio, se ha convertido en una

figura paradigmática de Chile y creo, de América Latina. Su significación trasciende

su poesía y también la crónica de su existencia que fue accidentada, tormentosa y

a ratos trágica... Chile la necesita porque ella dejó tarea pendiente, muchas de las

3 En Manzano, R. “Gabriela Mistral: crónica de su muerte”, Ediciones Centro Mistraliano,

Universidad de La Serena, 1994.

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necesidades de este país, de nuestro continente fueron formuladas por Gabriela

Mistral y gran parte desoídas, pero están en sus libros.” 4

Este autor continúa: “ella es un ser extraordinariamente complejo, de

carácter también muy fuerte, sin nada de diplomática que decía las cosas a veces

con una verdad tan valerosa que resultaba incluso hiriente e insultante para otros,

un personaje que se salía de la norma cortesana para erigirse en esa verdad que

generalmente no suele decirse y verdad entera, era una rebelde, era una

revolucionaria, también no se atribuía ninguna condición, digamos, sobrenatural”.5

Para conocer a Gabriela no basta una vida. Hay tantos de sus poemas,

recados, pensamientos, ensayos, correspondencia y manuscritos inéditos por leer.

Nos faltarían vidas para conocerla y comprenderla en plenitud.

Muchos de quienes la conocieron en vida nos la describen con nostalgia y

admiración. En 1953 la ensayista Mirta Aguirre nos describe así a Gabriela: “El pelo

que era negro, platea. El gris se ha hecho blanco. Una mujer alta, recia y fuerte

como una cordillera comienza a declinar en ojos débiles, en salud precaria. ´He

adelgazado mucho – dice Gabriela-, y si no se me nota más es porque soy criatura

de mucha osamenta´. A Gabriela le agrada cuando se le rumorea lo indio que hay

en ella, como le agrada hablar de su ascendencia vasca”. Gabriela nos decía ´El

indio no es fuerte..., el vasco sí. El indio lo era. Pero lo han tratado tan mal que le

han acabado con la fortaleza. El mundo ha ido haciendose pequeño y convulso y

lleno de todas partes de ecos de guerra. La gente se ha olvidado de las veces que

se repite en los Evangelios la palabra paz”. 6

4 En Teitelboim, V. “Conferencia inaugural de Feria del Libro de La Serena, 2003”, Boletín 6, Museo

Gabriela Mistral de Vicuña, 2004. 5Teitelboim, V. Op. cit. 6En Depestre, L. “Gabriela Mistral en Cuba”, Boletín 6, Museo Gabriela Mistral, Vicuña, 2004.

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Otro testimonio, expresado por la poetisa Rafaela Chacón nos describe a

Gabriela con: “Ojos verdes muy abiertos a la luz, rostro tallado en piedra andina y

majestad infinita: he ahí los rasgos que mucho me impresionaron... cuando vi en

persona, es decir, en carne y hueso, a Gabriela Mistral. Y digo esto porque yo la

había imaginado antes, la había „visto‟ y sentido gracias a la magia de la poesía”.7

¿Cuántos de nosotros no hemos visto a o imaginado a Gabriela cada vez

que leemos sus poemas y recados?

Gabriela „siempreviva‟, te pienso como una flor que resiste el paso del

tiempo, una flor que nos alegra la vida, que nos regocija frente a la soledad del

desierto, una flor cuya belleza se funde con las montañas de nuestro valle.

Para finalizar estas breves palabras venga un texto de la misma Gabriela:

No me lloren, no me busquen

en cementerio perdido

ni cuando cae la nieve

ni travesea el granizo.

Vendré olvidada o amada,

tal como Dios me hizo,

como una fruta cogida

que vuelve dulce la marcha

y me inventa compañía.8

7 Depestre, L. op. cit. 8 En Samatan, M. “Los días y los años de Gabriela Mistral”, Editorial José Cajica, Puebla, México,

1973. p.443