futuro bibliotecario. hacia una renovación del ideal humanista en la tarea bibliotecaria

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    El futuro bibliotecarioHacia una renovacin del idealhumanista en la tarea bibliotecaria

    Roberto Casazza

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    Investigacin fotogrfica: Anala Fernndez Rojo, Javier Storti y Roberto CasazzaDiseo Grfico: Sebastin Pardo, Axel Russo y Alejandro ruantRevisin ortogrfica y de estilo: Cecilia CalandriaCoordinacin Tcnica: rea de Produccin de Bienes y Servicios Culturales, depen-diente de la Direccin de Administracin Bibliotecolgica de la Biblioteca Nacional

    DirectorElvio Vitali

    SubdirectorHoracio Gonzlez

    Biblioteca NacionalAgero 2502

    Buenos Aires (C1425EID)Argentina

    el.: (54-11) 4808-6000E-mail: [email protected]: www.bibnal.edu.ar

    Casazza, Roberto.El uturo bibliotecario: Hacia una renovacin del ideal humanista en la tareabibliotecaria. - 1a. ed. - Buenos Aires : Biblioteca Nacional, 2004.96 p. ; 20 x 14 cm. - (Ensayos y Debates / dirigida por Horacio Gonzlez ; 1)

    ISBN: 987-9350-13-8

    1. Bibliotecologa-Investigacin 2. Proesin Bibliotecaria. I tulo CDD 020.7

    2004 Biblioteca Nacional

    ISBN: 987-9350-13-8Queda hecho el depsito que marca la ley 11.723

    Roberto Casazza(36) es egresado de la carrera de Filosoa(orientacin enFilosoa Clsica) de la Facultad de Filosoa y Letras de la Universidad deBuenos Aires. Entre 1993 y 1996 realiz estudios de posgrado en laUniversidad de Londres, donde complet una maestra sobre arte y ilosoadel renacimiento, y en la Universidad de Friburgo en Brisgovia. Desde 1997ha desarrollado actividades diversas en la Biblioteca Nacional, en la que esactualmente director del Programa nacional de catalogacin, reastauracin yestudio histrico-crtico de la bibliograa colonial actualmente existente en laRepblica Argentina. Es asimismo docente de Historia de la ilosoa medievalen la Universidad de Buenos Aires y de Historia de la ilosoa medieval y delrenacimiento en la Universidad Nacional de Rosario.

    Imagen de cubierta:Organizacin temtica de los libros de la

    Biblioteca de la Universidad de Leiden,retratada en un grabado de 1610.

    ColeccinEnsayos & DebatesDirector de la Coleccin: Horacio Gonzlez

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    Prlogo

    La Biblioteca Nacional se complace en editar, como primervolumen de su serie Ensayos & Debates, el trabajo de RobertoCasazza, El uturo bibliotecario. Las artes del bibliotecario estnsometidas hoy a un ostensible cambio de lenguaje. El idioma de larevolucin inormtica y el rastro de conceptos que la acompaan,como sociedad del conocimiento, soporte inormtico, dere-cho a la inormacin, etc., si bien pueden abrir nuevos temas a lacrtica o a la relexin, tambin pueden producir un involuntarioabandono de partes sustanciales de una memoria bibliotecaria quede por s, y desde hace milenios (pues de antiguo las bibliotecasacompaan el curso dramtico de las culturas con supropio drama-tismo), ha presentado el debate sobre cmo una biblioteca ha deestablecerse, consultarse, interrogarse, visitarse, y trabajarse en ella.

    Precisos conceptos, como el que acuara Aby Warburg, el

    libro que uno est buscando es el libro que est al lado del libroque uno va a buscar que Casazza trata con evidente simpata,proponen un cambio sensible en la relacin entre la biblioteca ysu usuario. Se trata de postular que toda bsqueda es incompletae ininita; que una bsqueda puede culminar tambin en unaausencia; que la cultura se compone de una trama de relacionesinsospechada y sorprendente de hallazgos y prdidas; que muchasveces un descubrimiento ocurre luego de haberse imaginado quela investigacin ya estaba satisecha; que el lector debe hacer de suacceso sico a los libros un acto de descubrimiento que completa

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    El futuro bibliotecario Prlogo

    la angustia de privacin que producen sus sustitutos digitalizadoso microilmados; que la visin espectacular de una biblioteca consus libros enilados en sus largos estantes con el ordenamientotopogrico que sea es de por s un llamado a la elicidad y alagobio del conocimiento y la lectura.

    Vanse las imgenes que acompaan a este libro: sin dudaentre la mquina de catlogos bibliotecarios que es mostrada en lapgina 72 en el grabado de Agostino Romelli de 1588, y unamicroilmadora, hay una continuidad de la imaginacin tcnica.

    Pero esa continuidad es un concepto que hay que constituir en susalcances reales de crtica, legado cultural y cautela interpretativa.Por cierto, Casazza no aboga a avor de ningn encierro en los

    criterios de la biblioteca que acompa el ciclo histrico de lasculturas pre-industriales y pre-inormticas. Pero seala el caminopara que las novedades de la alianza tcnica entre la herencia biblio-tecaria de la humanidad y el mundo denso de las nuevas lenguasclasiicadoras y catalogadoras no ignore su pasado hecho de losmismos problemas y posiblemente de las mismas y an mayoresagudezas al momento de preguntarse por las categoras de com-prensin que dan orma a un archivo.

    Ninguno de estos temas es ajeno al de las ilosoas del enten-dimiento y al debate sobre los mundos categoriales y precategorialesdel conocer desde Kant a las enomenologas del siglo XX por loque la biblioteca no es ms que el reverso, el complemento y elvstago aparentemente calmo pero en realidad inquieto y rebelde,de todas las ideas ilosicas que convulsionaron a la humanidad.

    El ideal del bibliotecario humanista por el que aboga Casazzano es otro que el de un gran proyecto de dilogo entre el legado delas bibliotecas antiguas y la visin del modo en que las bibliotecasmodernas se hallan solicitadas por nuevos saberes tcnicos e instru-mentales. No se trata dice de que los libros permanezcan encustodia precisa sino de que se arriesguen al mundo, llevando con-sigo el saber especico sobre cmo han de ser protegidos, pero quecon ese cuidado acten en el mundo. All est el lector, que nosolamente existe para devolver un libro a la consulta que prolonga

    su existencia entre los hombres, sino que l mismo el lector debeser creado por la biblioteca y llamado dnde no poda quizs ima-ginar que ira. Una biblioteca verdadera, en verdad es la que recibelectores y tambin los crea, recrea e inquiere.

    No se tratara, pues, de asociar la biblioteca al modo en queproceden archivos y museos. Casazza, que postula a un biblioteca-rio que conducir al libro de diversas maneras, y una de ellas con-siste en la hiptesis de que el bibliotecario es el primer lector ancuando sea, respecto a tal o cual libro, el ltimo en leerlo o no lo

    haya siquiera recuentado, nos dice que las bibliotecas pervivengracias a que sus uncionarios, empleados, su personal tcnico,administrativo, etc. (y Casazza, como yo mismo ahora, somos tra-bajadores de la Biblioteca Nacional), son portadores del drama dellibro, que es el drama de las culturas.

    A la biblioteca, cmo la interrogo, cmo me vinculo con ella,cmo evitar el camino desaortunado de un vnculo errado, si nopercibo que lo es, cmo sacar provecho del error de consulta o delacto de encontrar lo que no buscaba? La tesis de que lo importantees el libro de al lado como el recuerdo de los viejos sistemas declasiicacin, como el Jacques-Charles Brunet de 1809 lleva ainterpretar las bibliotecas no slo como rganos de consulta o comoprotectorados archiveros, sino como ormas vivas de la cultura. Elcuidado, en ellas, no ser un a priorique inhibe el trato vital consus tesoros, sino un acto real, y ahora s eectivo, de relacin dellibro con el lector y con los enigmas del proceso de conocimiento.

    Casazza, que adems es un medievalista, resume estos aprestostomo aqu sus palabras, pero no necesariamente lo que aqu digol deber compartirlo, aunque s lo digo inspirado por la lectura desu libro bajo la clsica consigna de ladocta ignorantia, esto es, elconocimiento que junto a su inevitable par, el desconocimiento,permite que sigamos aprendiendo. Quizs haya que discutir ms,

    junto al giro que han tomado diversas ilosoas contemporneas, elpapel del archivo, que Casazza ve como destino desaconsejable paralas bibliotecas. Sin embargo, al ponerse ya el archivo como uentedel juego mismo de las culturas y de las preguntas ltimas sobre las

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    nociones de tiempo y sociedad, adquiere una relevancia que slodebera llevar a que se vean como la parte escindida y necesaria quecomplementa a las bibliotecas. No sera conveniente usionar lasdos ideas, pero tampoco apartarlas como destinos divergentes.

    En in, este libro de Casazza, que para la Biblioteca Nacionalcubre con creces la posibilidad de retomar un hondo debate cuan-to ms, saliendo de sus propias ilas, al recordar las historiasbibliotecarias de las sociedades humanas y al indicar que las nuevasbibliotecas hijas de los ultimsimos lenguajes tcnicos deben inspi-

    rarse seriamente en ese pasado sin el cual no hay presente biblio-tecario, es una uente educativa y ilosica esencial para hacer deloicio bibliotecario una sutil aventura intelectual. No podemosperder la oportunidad del debate que este pequeo, incisivo y rele-vante libro nos orece.

    Horacio Gonzlez

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    Espasado el tiempo en que la biblioteca se pareca a unmuseo, en que el bibliotecario era una suerte de ratn entrehmedos libros y en que los visitantes miraban con ojoscuriosos los antiguos tomos y los manuscritos. Es presenteeltiempo en que la biblioteca es una escuela, en que el bibliote-cario es en el ms alto sentido un maestro y en que el visitan-te tiene la misma relacin con los libros que el trabajadormanual tiene con sus herramientas.

    Melvil Dewey

    I) El bibliotecario frente al espejo de la historia

    I.1) La apertura humanista

    El presente ensayo, cuyo principal objetivo es omentar ladiscusin sobre el sentido de la tarea y la misin del bibliotecario,pretende undamentar histrica y tericamente la principal tesis enl propuesta, a saber, que para la salud de la tarea bibliotecaria engeneral, para los propios bibliotecarios en tantopersonasen su ms

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    amplio sentido, para el desarrollo de la Nacin de un modo inte-gral y para el progreso general y armnico de las ciencias y las artes,resulta conveniente la ormacin de bibliotecarios humanistas, esdecir, bibliotecarios que se hallen abiertos a la bsqueda del cono-cimiento, entendido ste como un in en s mismo, y que sean portanto, en tal sentido, capaces de contribuir con su comunidadaun bajo la modalidad bibliotecaria como maestros en el msintegral sentido de la palabra1.

    A nadie escapa que los bibliotecarios y las escuelas de biblioteco-

    loga del pas se encuentran claramente en un proceso de introspec-cin y, al mismo tiempo, de reormulacin o a menudo de autoes-clarecimiento de sus objetivos y unciones especicas, y resulta porello mismo oportuna la relexin (y la consecuente discusin) acercadel norte al que se ha de tender a in de no perder el rumbo. Si entrminos generales algo padece nuestra Nacin es justamente la altade un proyecto colectivo y sta a su vez puede en parte ser explicadapor la alta de un ideal. Si se ha de mejorar la calidad de la educaciny la ormacin de los bibliotecarios del pas, si se ha de esperar de elloscapacidades mltiples que no desdeen los muchos problemas quehoy deben enrentar en su tarea especica teniendo incluso presentelas pobres condiciones en que, en trminos generales, desarrollan ydesarrollarn en el uturo cercano su tarea, lo primero que ha deintentarse es esclarecer qu tipo de bibliotecarios se pretende promo-ver2. Para ello ser, si no necesario, al menos til a la hora de indagaracerca de ese ideal bibliotecario (aun cuando el mismo no pueda, ensentido absoluto, sustanciarse empricamente) el aprovechar de la

    1. Quiero agradecer a Mario Caimi, Eduardo Glavich, Sebastin Scolnik, Daniel Sorn yHoracio Gonzlez por sus generosas lecturas y enriquecedores comentarios al manuscritodel presente trabajo.2. Immanuel Kant, al comienzo de su breve tratado Cmo orientarse en el pensamiento, destacaque todo acto de orientacin necesita de puntos jos respecto de los cuales acercarse o alejarse.Orientarse, dice, signica, en el propio sentido de la palabra, encontrar a partir de una reginceleste dada (dividimos el horizonte en cuatro regiones) las dems regiones y sobre todo el oriente.Si veo ahora el sol en el cielo y s que ahora es medioda, entonces s encontrar el sur, el oeste, elnorte y el este. (Cmo orientarse en el pensamiento, Buenos Aires, Leviatn, 1982, p. 37).

    historia misma de las bibliotecas, la cual provee numerosos ejemplosde eminentes bibliotecarios que han prestigiado y en la prcticadeinido la esencia de la labor bibliotecaria.

    Existe en su trazo grueso acuerdo en relacin a lo que unbibliotecario es, i.e. una persona que trabaja en o es responsable deuna biblioteca, aunque lo mismo no ocurre con el atributo huma-nista aqu propuesto como complemento conveniente al ejerciciode la tarea bibliotecaria. En esencia, el humanismo es simplementeuna actitud de apertura ininita al aprendizaje de todo lo digno de

    ser conocido y una disposicin constante hacia el ejercicio de lasartes y el incremento de la ciencia en general. El hombre de espri-tu humanista aspira a alcanzar un muy pleno desarrollo de suhumanidad, concibiendo a la elicidad como el ejercicio gozoso delas potencias especicamente humanas3. Hubo numerosos bibliote-

    3. La palabra humanismo suele ser utilizada, tcnicamente, para denotar al renovador mo-vimiento literario que procura recuperar el esplendor de las letras presentes imitando las ricasormas de expresin de la Roma clsica, movimiento que ue acompaado por un complejoproceso de descubrimiento de textos y de piezas artsticas antiguas, desarrollado sobre todoen Italia, con hombres de letras como Petrarca, Leonardo Bruno Aretino, Coluccio Salutati,Poggio Bracciolini, Niccol de Niccoli, etc. Los lmites cronolgicos del humanismo sonimprecisos, pero su desarrollo se inicia a nes del siglo XIV continuando durante todo el sigloXV, aunque particularmente durante su primera mitad. Sin embargo, al mismo tiempo, elhumanismo es, en sentido amplio y ser ste siempre el sentido dado al trmino en la pre-sente indagacin, una nueva actitud ante la vida que aparece a nes del siglo XIV y que, des-plazando al teocentrismo reinante en los siglos anteriores, se concentra en el valor del hombre

    en s mismo y procura el desarrollo pleno de todas sus capacidades. Hombres como Lorenzode Medicis, Pico della Mirandola, Leonardo Da Vinci, Miguel ngel Buonarotti o Erasmode Rotterdam encarnan plenamente esos valores. Esa nueva actitud propia de los humanistasadquiere prcticas y hbitos concretos en relacin al mundo del libro, y todos ellos se antici-pan ejemplarmente en la gura de Petrarca, el poeta laureado. Petrarca (1304-1374) se ocupcomo ningn otro intelectual anterior de acrecentar y cuidar de su biblioteca privada, no slocopiando personalmente o haciendo copiar numerosos manuscritos de textos clsicos sinotambin estudindolos y expurgndolos de sus errores. La actitud de Petrarca ser imitada porotros intelectuales y hombres de estado y de Iglesia, y as se conormarn importantes bibliote-cas, como la de Coluccio Salutati o la del papa Martn V. Con los humanistas tambin regresaa Europa el universo bibliogrco griego, ya que a partir del contacto con algunos intelectua-les bizantinos (Manuel Crisoloras, Jorge de repizonde, el Cardenal Bessarion, etc.) la lenguagriega comienza a ser estudiada y el proceso de cura y publicacin (y naturalmente tambinde estudio) de los textos clsicos toma un impulso que adquirir magncas dimensiones en

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    carios que ueron grandes humanistas, reuniendo en s mismos lapericia tcnica y el amor per se al conocimiento. Contribuir a larevitalizacin de ese ideal y a la reormulacin del mismo de acuer-do a los tiempos que corren es el objetivo principal del presenteesbozo. Pero a su vez, el mencionado propsito no podr ser alcan-zado sin recorrer un camino conceptual que permita, entre otrascosas, a) reconstruir histricamente las condiciones de surgimientode la igura del bibliotecario, b) describir y ejempliicar la tarea degrandes bibliotecarios, c) caracterizar al ideal bibliotecario aqu

    propuesto y rescatar las potenciales capacidades y virtudes de losbibliotecarios ormados segn la orientacin pedaggica propuesta,yd) poner en consideracin del lector, a modo de indagacin sobreel undamento y sin buscar alcanzar una orma prescriptiva deini-tiva, una serie de apreciaciones relevantes sobre el valor del libro ysobre el sentido del aprendizaje que son complementarias al idealbibliotecario aqu promovido.

    I.2) La disyuntiva originaria: bibliotecario-custodio vs.bibliotecario-estudioso

    Si se examina histricamente la igura del bibliotecario, senotar que a lo largo de los siglos sta ha vivido una doble relacincon lo conservado, y que, segn se conciba la tarea de una u otraorma, se estar ante un tipo u otro de bibliotecario. El primercatlogo del que tenemos noticia ue el realizado por algn gradua-do de la Escuela de Escribas de Sumer hacia el ao 3200 a. C.4. Ms

    los siglos siguientes. al era durante la primera mitad del siglo XV la ebre por la obtencinde nuevos textos de la antigedad clsica hasta entonces perdidos que el humanista PoggioBracciolini (1380-1459) pas varios aos de su vida buscando en monasterios del norte deEuropa obras de autores clsicos, las cuales, una vez halladas, copiaba y enviaba a sus amigosy compaeros de estudio en la Curia romana.4. Samuel Noah Kramer, La historia comienza en Sumer, Barcelona, Aym, 19784, pp. 294-299. Se trataba de un pequeo ragmento de arcilla de 60 x 35 mm. de supercie escrita, quecontena las primeras palabras de una serie de libros. El catlogo ue en principio conundido

    all de las hiptesis tejidas en torno a las actividades de los biblio-tecarios de Sumer, de cuya tarea casi nada sabemos, es posibleconjeturar, teniendo presente que las bibliotecas sumerias eran un-damentalmente colecciones de testamentos y certiicados de propie-dad, que el peril proesional de aquellos bibliotecarios sera cercanoal que pueden revestir actualmente los asistentes de escribano.

    Slo muchos siglos ms tarde, y con el desarrollo undamen-talmente en la Grecia clsica de una vasta literatura (ilosica,artstica, cientica, etc.) la tarea bibliotecaria ue desarrollada en el

    mbito mediterrneo mayormente por hombres que eran no yaslo clasiicadores-ordenadores-curadores de piezas sino tambinestudiosos. Por ejemplo, eorasto (ca. 372-287 a. C.), el dilectodiscpulo del Aristteles, ue quien hered la conduccin del Liceouna vez muerto el maestro y se ocup entonces de compilar todaslas obras del Filsoo, de editarlas y de cuidar de su biblioteca5.

    La tradicin del bibliotecario-estudioso goz de salud ininte-rrumpida hasta ines del siglo XIX, aunque es recin hacia mediadosdel siglo XIV cuando aparece una nueva actitud para con el materialescrito del pasado que ser la bisagra undante de la utura sistemati-zacin de los estudios bibliotecolgicos. La nostalgia por la antige-dad clsica perdida, sumada a la conciencia de que el trabajo cuida-doso de seleccin y cura de manuscritos poda restituir ese mismopasado devolvindole su antiguo esplendor, ue generando una red de

    por el propio Kramer con un poema religioso de oscuro sentido. El descubrimiento permitiidenticar otros catlogos entre supuestos poemas.5. La biblioteca de Aristteles, que ha de haber tenido considerables proporciones si se tieneen cuenta la gran cantidad de material bibliogrco que requirieron, por ejemplo, sus estu-dios comparativos de las constituciones de las diversas ciudades-estado griegas, suri nume-rosos avatares tras la muerte del maestro. eorasto ue su primer custodio y usuario, y deste pas a manos de Neleo, discpulo tanto de Aristteles como de eorasto. Segn cuentaEstrabn en Geographica17.1.8, Neleo llev la biblioteca a Scepsis y la leg a sus herederos,que no eran precisamente hombres de espritu, los cuales ante la amenaza de los reyes a tlidas,a quienes estaba sometida la ciudad de Scepsis, la ocultaron bajo tierra. Muchos aos mstarde, cuando los libros estaban ya deteriorados, la biblioteca ue vendida a Apelin de eos,quien restaur las obras y las public llenas de errores. El general romano Sulla (ca. 85 a. C.)llev los libros a laUrbscomo botn de guerra.

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    Biblioteca encadenada (Catedral de Hereord)

    Libro encadenado en la Biblioteca de Zutphen (Holanda)

    Libro encadenado perteneciente a la Biblioteca Nacional. Se trata de unmanuscrito del s. XIV que contiene, entre otras obras, una de las

    pocas copias actualmente existentes del Comentario a la Fsicade Aristtelesdel sico y telogo rancs Juan Buridn.

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    prcticas heurstico-bibliotecarias que impregnaron potentemente elmodus cogitandide los hombres de letras renacentistas y modernos.

    Fue justamente el an humanista por el acopio, ordenamientoy estudio de libros lo que dio origen como consecuencia de lanatural complejidad de ese proceso a la clasiicacin si stemtica depiezas bibliogricas y tambin a sntesis diversas de dicha experien-cia. Segn la mayor parte de los historiadores de la bibliotecologaeste saber terico-prctico integral ordenado a la organizacin y laconservacin bibliogrica tiene su origen ormal en un corpuslite-

    rario especico, aunque algo amplio y amoro a una, publicadotibiamente ya durante la segunda mitad del siglo XVI y undamen-talmente durante el siglo XVII6. La publicacin, en un lapso relati-vamente breve, de obras como el Philobiblion de Richard de Buryobra originalmente escrita en el s. XIV, el Bibliothecae inventisideade Pieere Blanchart, el Idea bibliothecae viventis et mortuaedePere Leon, el De bibliothecae Escurialis instructione de BaptistaCardone, el Musoeo de Claude Clement, la Dissertatio pareneticaBibliothecae Gandavensisde Sander, el ableaux accomplis de tous lesarts liberaux de Christophe de Savigny, el Systema bibliothecaecollegii parisiensis societatis Iesu de Jean Garnier, elAdvis pour dresserune Bibliothquede Gabriel Naud, el Reormed Library-KeeperdeGeorge Dury, y otras obras de Justus Lipsius, Johannes Lomeier,

    Julius Caesar Scaliger, etctera, de ms amplios contenidos y tem-ticas pero que incluyen consideraciones biblioteconmicas, muestraque el brutal crecimiento de las colecciones bibliogricas durantelos siglos XV y XVI produjo una nueva necesidad prctica, queclaramente estaba llamada a ser cubierta por un proesional quedominara plenamente su tcnica y pudiera resolver autnomamen-te los problemas concretos que se presentaran en los diversos pro-cesos de ordenacin del abundante material bibliogrico7. Entre las

    6. Vase Le Gallois, raitt historique des plus belles bibliothques de LEurope, Pars, EstienneMichellet, 1680, p. 210 esta obra puede ser consultada en nuestra Biblioteca Nacional;Jean Key Gates, Introduction to Librarianship, Nueva York, McGraw Hill, 1968, p. 100.7. Le Gallois, raitt, p. 210. El crecimiento de las colecciones reales (que constituye

    obras que inauguran el gnero bibliotecolgico se destaca el men-cionado clsico de Gabriel Naud, quien uera bibliotecario de laBiblioteca del cardenal Mazarino, titulado Advis pour dresser uneBibliothque, obra que uera traducida luego al latn y al ingls.

    La teorizacin sobre el arte de disear bibliotecas plasm susconceptualizaciones en magnicas bibliotecas. Un gran ejemplo decmo el humanismo al rente de una biblioteca puede dejar unagran obra ocurri (y de un modo acaso no superado hasta ahora) enel caso de la biblioteca que undara el historiador del arte alemn

    Aby Warburg (1866-1929). Warburg, descendiente primognitode una muy rica amilia de banqueros de Hamburgo, cuando tenaapenas 9 aos propuso a su hermano menor celebrar un pacto. Leoreci cederle la primogenitura (y con ello la conduccin de labanca) a cambio de que su hermano le comprara de por vida todoslos libros que Aby quisiera. A pesar de lo extrao de la propuestaambos hermanos cumplieron cabalmente el pacto y as el creci-miento de la Kulturwissenschatliche Bibliothek Warburg reunien torno de s a magnicos intelectuales, hecho que propici laundacin de la Universidad de Hamburgo en 1911. La estructurade la Biblioteca Warburg, hoy albergada en el Warburg Institute enLondres, revela tambin cmo el inters de su undador alcanzuna plena expresin institucional. Warburg entenda al arte unda-mentalmente como una cristalizacin de la historia del espritu.Para l, explicar una obra de arte era esclarecer las condiciones desu surgimiento, emparentarla con otras obras que presentan rasgosanticipatorios de tal o cual caracterstica de la pieza analizada.Consecuentemente, el ncleo de la Biblioteca Warburg est consti-tuido por la ototeca, pero como la explicacin de toda imagenrequiere segn Warburg de algn texto histrico que de cuenta

    la base de las bibliotecas nacionales de Inglaterra, Francia, Austria y Espaa) ue en granmedida impulsado a partir del siglo XVI por leyes de depsito legal. La primera de esas leyesue la Ordenanza de Montpellier (1537), que dispona que una copia de todo libro impresouera remitida a la biblioteca real de Blois. Con el correr de los aos las restantes monarquaseuropeas ueron disponiendo normas anlogas (Vase Fred Lerner, Historia de las bibliotecasdel mundo, Buenos Aires, roquel, 1999, p. 147).

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    Benito Arias Montano (1527-1598),organizador de la Biblioteca de El Escorial

    (grabado incluido en el Libro de descripcin deverdaderos retratos de ilustres y memorables varones

    de Francisco Pacheco, publicado en Sevilla en 1599)

    El Cardenal Mazarino(aqu en un grabadopublicado por la casaFurne en Pars) ue ungran impulsor de lasletras y las artes y conor-m una notable bibliote-ca recuentada por loslibertinos parisinos

    Portada de una edicin de1876 delAdvis pour dresserune Bibliothque(1627) de

    Gabriel Naud (1600-1648), organizador de laBiblioteca del Cardenal

    Mazarino (Pars)

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    El futuro bibliotecario Historia bibliotecaria

    de ella, los pisos superiores a la ototeca han albergado, en sentidoascendente, segn la particular concepcin de Warburg, los librosde iconograa, literatura, historia, ilosoa, teologa, sociologa yantropologa. Quienes realizan investigaciones sobre historia delarte (o sobre cualquier otra disciplina humanstica) experimentanall cmo la estructura sica de la biblioteca imprime a la investiga-cin misma la orientacin histrico-cultural que Warburg quisodar a sus estudios sobre arte.

    Sin duda, otro muy acabado ejemplo de ello ue la magnica

    Sala Redonda de la antigua sede de la Biblioteca Britnica (muda-da en 1998 a su nueva sede a slo 500 metros de la antigua). Conuna disposicin que permita recorrer ordenadamente todas lasramas del saber, los ms de 130 metros de permetro de la Salapermitan acceder abiertamente a los libros ms importantes decada tema de estudio y desde luego a obras de reerencia.Sentndose a diario junto a la seccin de libros de historia, KarlMarx, por ejemplo, escribi El capital8.

    Era asimismo necesario que la visin humanista de la tareabibliotecaria derivara histricamente en la concepcin de labiblioteca como un universo de conocimiento llamado a adquirircompleja maniestacin sica tanto en la arquitectura como en ladisposicin de las obras. Hay abundantes ejemplos de ello, tambinen bibliotecas prehumanistas. En algunas bibliotecas cristianas ymusulmanas, por ejemplo, las obras estuvieron organizadas segnsu relacin con la palabra revelada. En las bibliotecas musulmanasse consideraba blasemo colocar libros seculares en estantes superio-res a los libros cornicos. Lo propio aconteca en bibliotecas cristia-nas medievales, donde los libros estaban clasiicados segn unorden jerrquico que comenzaba por las sagradas escrituras, conti-nuaba con elManual de las sentenciasde Pedro Lombardo (se trata

    8. Tomas Carlyle, William Takeray, Bernard Shaw, Vladimir Lenin, Mohandas Gandhiueron, entre muchos otros grandes escritores y transormadores sociales, asiduos visitantes dela Biblioteca Britnica. Vase Arundell Esdaile, Te British Museum Library: A Short Historyand Survey, Londres, George Allen and Unwin, 1948.

    de un compendio de teologa del s. XII), luego los comentarios a laobra del Magister sententiarum, luego las obras de santos y doc-tores de la Iglesia, inalmente las selecciones y las antologas. Acontinuacin se disponan las obras de los ilsoos antiguos, luegolos libros de medicina, artes liberales y jurisprudencia9.

    Desde luego cualquier clasiicacin de la realidad tiene en subase un modo determinado de entender el cosmos, sin embargo sonrelativamente pocas las bibliotecas del mundo que revelan en sudiseo una cosmovisin totalizante y jeraquizante del saber tal que

    permita una interpretacin integral tanto de la materia que se estu-dia como de la tarea misma que se est realizando. Dicho de otromodo, no es lo mismo leer un libro que aparece solo sobre un pupi-tre que leer una pieza que se revelaallcomo resultado de un esuer-zo colectivo por conquistar la ciencia. La tradicin acta en elsegundo caso como un subsuelo del libro que impone al lector unalecturarelacionadacon esa visin holstica del saber, dndole ade-ms, tcitamente, ricas herramientas de interpretacin, y hacindo-lo ipso acto parte necesariamente activa de esa misma tradicin10.

    En eecto, slo en una etapa muy reciente la tarea del bibliote-cario se convirti en una tarea ms bien tcnica escindida de la bs-queda del conocimiento en s mismo, ms cercana por tanto a laigura de los bibliotecarios de Sumer11. Sin embargo dicha consolida-cin de la igura del bibliotecario como tcnico en clasiicacin y

    9. Vase Lerner, Historia, pp. 113, 169.10. A principios del siglo VII, Virgilio el Gramtico menciona (vase Lerner, Historia, p. 50)la prctica usual de dividir los libros entre sacros y proanos como resultado de la tradicinromana de dividirlos entre griegos y latinos (esa distincin revela tambin cmo el mun-do romano asimil el mundo griego concibindolo undamentalmente como una venerableherencia, pero sin establecer unacontinuidad activade sus intuiciones e intereses, lo cual dehaberse cumplido seguramente habra redundado en bibliotecas org anizadas temticamente,retratando la eventual continuidad del pyowexistente en uno y otro mbito lingstico.11. El bibliotecario y sacerdote escocs John Dury public en 1650 su obraReormed Library-Keeper, en la que oreca una serie de recomendaciones para los bibliotecarios de institucionesque incorporaran las reormas protestantes. En esa obra, Dury se queja de que muchos bi-bliotecarios se dedican a cuidar los libros que les han sido dados en custodia para que no sepierdan ni sean daados por quienes los usan, y nada ms. Vase Lerner, Historia, p. 230.

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    Nuevo ediicio(inaugurado en 1926) de la

    KulturwissenschatlicheBibliothek Warburg

    Aby Warburg

    Paneles en los que Warburgestudiaba, comparativamente,la supervivencia y las mutacio-nes de las rmulas patticas(tipos visuales emotivamentesigniicativos) de la antigedadclsica durante la edad mediay el renacimiento. Estepanel lleva por ttulo"Microcosmos-Macrocosmos".

    Aby Warburgen su estudio en Roma(invierno de 1928-1929)

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    conservacin bibliogrica ha sido a menudo revisada, principalmen-te en las universidades europeas, y se encuentra actualmente cuestio-nada por una concepcin ms integral y compleja de la tarea biblio-tecaria, que se basa en el modelo del bibliotecario-estudioso12.

    I.3) Los bibliotecarios y el estudio

    Una de las caractersticas de los antiguos bibliotecarios que con

    ms nostalgia puede ser mirada desde la actualidad es el grado deormacin en las diversas ramas del saber que tenan antao quienesdesarrollaban la actividad bibliotecaria. En la antigedad y en el pero-do helenstico no era imaginable que el trico de libros, y por lo tantode conocimientos, pasara por manos de personas legas, y por ellomismo el curador de las piezas que eran soporte de conocimientos nopoda ser otra cosa que un conocedor. En el prtico de la Academiaplatnica estaba escrita la leyenda gevmtrhtow mhdew efistv,nadie ingrese ignorando la geometra, por lo que bien podemospresumir que dentro de la Academia (institucin que tuvo ms denueve siglos de vida) los encargados de la clasiicacin de plantas, desiles de animales, de minerales y de piezas bibliogricas posean almismo tiempo una slida ormacin cientica y ilosica13. El Liceo,institucin de tambin larga vida undada por Aristteles (ca. 384-322a. C.), as como la Stoa y otras escuelas desarrolladas durante el hele-nismo tuvieron caractersticas similares a las de la Academia.

    12. No es casual que la especializacin en bibliotecologa sea considerada en Francia comoun posgrado de otras carreras y que en Alemania el estudio de la bibliotecologa sea siem-pre acompaado de un estudio paralelo de otra disciplina. En eecto, la cole NationaleSuprieure des Sciences de lInormation et des Bibliothques (ENSSIB) de Lyon slo admi-te entre sus alumnos a egresados de otras carreras, mientras que en las universidades alemanasla bibliotecologa constituye un Hauptach, es decir, uno de los dos tpicos principales quecualquier estudiante debe cumplir para adquirir su ttulo, pudiendo ser el otro cualquiermateria de estudio tradicional, por ejemplo, derecho, matemticas o historia.13. La Academia ue inaugurada en Atenas por Platn hacia el ao 387 a. C. y ue clausuradapor orden del emperador romano de Oriente en el ao 529 d. C.

    Cuando hacia el ao 300 a. C. Ptolomeo I, quien hered unade las partes ms ricas del vasto imperio de Alejandro Magno,und en Alejandra elMuseion (Museo u Hogar de las Musas) noslo reconoci inmediatamente la necesidad de adosar una biblio-teca al centro de estudios, sino tambin la importancia de atraerhacia ella a los intelectuales ms reputados de su tiempo. El Museoera una institucin de carcter religioso como tal era dirigida porun sacerdote y reuna a hombres ntegramente dedicados al culti-vo de las artes y las ciencias14.

    El bibliotecario era designado por el rey y era tambin tutorde la amilia real. Muchas veces los bibliotecarios aconsejaban alrey en cuestiones polticas o sociales, aunque estaban sustancial-mente dedicados al cultivo de las ciencias. El primer bibliotecariode la Biblioteca de Alejandra, Zenodoto de eso, contribuy alos estudios literarios con muy cuidadas versiones de laLa Iladay de La Odisea. Su sucesor, Apolonio de Rodas, escribi la

    Argonutica, una obra pica basada en la leyenda de Medea. Elsucesor de ste, Eratstenes, acaso el ms amoso de los bibliote-carios de Alejandra, ue apodadopentatlos (porque estaba entre-nado en cinco grandes campos del saber) y tambin, como con-secuencia de su vasta ambicin de conocimiento, beta(porque encada uno de ellos ocupaba un segundo puesto en maestra)15.Era poeta, illogo, crtico literario, gegrao, matemtico y astr-nomo. Su clculo de la circunerencia de la tierra vara apenastrescientos kilmetros de la real. ambin escribi una muydocumentada historia de la comedia antigua.

    La ama de sus libros y de sus bibliotecarios y eruditos visitan-tes hizo de la Biblioteca de Alejandra un gran centro de estudios.Entre sus usuarios se encontraron el gegrao Estrabn, el historia-dor Diodoro Sculo y Hermipo de Esmirna, autor de una enciclo-

    14. La Academia ue inaugurada en Atenas por Platn hacia el ao 387 a. C. y ue clausuradapor orden del emperador romano de Oriente en el ao 529 d. C.15. Will Durant, Te Story o Civilization, vol. 1: Te Lie o Greece, Nueva York, Simon andSchuster, 1936, p. 636.

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    Platn. Busto del siglo IV a. C.,actualmente en el Museo Nacional de Suecia, en Estocolmo

    Aristteles. Copia del siglo IV a. C.,actualmente en al Kunsthistorisches Museum de Viena

    Alejandro Magno en un relieve tardoantiguo

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    pedia literaria que sirvi de base a las amosas obras bio-doxogricasde Digenes Laercio y de Plutarco. La institucin uncionaba ade-ms como garante de la transmisin de intereses y como instrumen-to de ejecucin de empresas que por su naturaleza deban ocupar ams de una generacin. As, por ejemplo, la tarea crtica emprendi-da por Zenodoto ue continuada por sus tardos sucesores,

    Aristanes de Bizancio y Aristarco, quienes curaron a su vez lasversiones homricas de aqul cotejndolas con nuevos manuscritosadquiridos por la Biblioteca.

    La Biblioteca, que uncionaba en un ediicio anexo al museo yen constante comunicacin con sus miembros, reuna textos grie-gos clsicos, as como tambin obras de ciencia e historia. Hacia elao 335 a. C., por orden del rey olomeo III Evergetes I, laBiblioteca comenz a expropiar todos los libros que llegaban enbarcos a Alejandra y, tras copiar los textos rpidamente, las piezasbibliogricas originales eran guardadas en la Biblioteca al tiempoque se retornaban las copias a su anterior poseedor.

    De caractersticas semejantes ue la Biblioteca de Prgamo(cuya escuela competa con la de Alejandra), la cual lleg a contarcon 200.000 rollos, un quinto de los que se supone lleg a poseerla biblioteca alejandrina. Su bibliotecario ms reputado, Crates deMalos (l. ca. 160 a. C.) ue gegrao, crtico literario, incansableviajero y realiz una importante obra catalogrica.

    La rivalidad entre las bibliotecas de Alejandra y de Prgamoue constante y lleg a acciones concretas de mutua hostilidad. Elbibliotecario Aristanes de Bizancio ue puesto en prisin en vir-tud de la sospecha que pesaba en su contra de que abandonara

    Alejandra para trabajar en la Biblioteca de Prgamo. Asimismo,reiere el historiador romano Varrn, los Ptolomeos prohibieron,para evitar el crecimiento de la biblioteca pergamense, la exporta-cin de papiro a Prgamo, lo que deriv en la abricacin del per-gamino, material escriturario basado en el cuero de animales,undamentalmente vacas o cabras.

    Cuando Julio Csar (100-44 a. C.) visit, invitado porCleopatra, la Biblioteca de Alejandra, inmediatamente concibi

    la idea de orecer a Roma un espacio equivalente para el desarrollode las artes y las ciencias. Los aos siguientes lo ocuparon en sulucha contra Pompeyo, pero cuando hubo dominado completa-mente el mundo romano (49 a. C.), convoc al polgrao Marcoerencio Varrn (legado de Pompeyo en Espaa) para queemprendiera una reorma integral de las pocas bibliotecas existen-tes en Roma y organizara una nueva biblioteca pblica que con-tuviera un templo y dos salas, una para los autores griegos, otrapara los latinos. Varrn haba estudiado ilosoa griega junto a

    Cicern en Atenas y es clebre por su copiossima produccin,dejando ms de 60 obras, divididas en 700 libros. Entre sus obrasms prominentes se encuentran el De re rustica, el cual se conser-va ntegramente, y lasAntiquitates rerum humanarum et divinarum ,que es un compendio histrico de todas las divinidades romanas,obra luego muy criticada por Agustn de Hipona en el libro VI deLa Ciudad de Dios. ambin compuso una suerte de enciclopediatituladaDisciplinae, que incluye tratados dedicados a la gramti-ca, la dialctica, la retrica, la geometra, la aritmtica, la astrono-ma, la medicina, la msica y la arquitectura.

    Esa impronta de conservacin y cuidado de los textos escritosdel pasado por parte de intelectuales la mantuvo Roma inclusodurante el dominio godo. A comienzos del siglo VI, dos romanoseminentes, Flavio Aurelio Casiodoro (480-575) y Severino Boecio(480-529), amigos adems entre s, hicieron mucho por la conser-vacin bibliogrica, pero entendiendo justamente que el trasvasa-miento de la cultura antigua al nuevo mundo en gestacin pasabaprincipalmente por la revitalizacin de sus problemas y doctrinasms que por la mera conservacin sica de piezas, por la que ade-ms mucho hicieron. Boecio tradujo gran cantidad de obras de

    Aristteles al latn y escribi comentarios a algunos de sus tratadoslgicos. uvo Boecio una gran biblioteca personal, y tan ecundoue en su esuerzo de entregar la moribunda cultura ilosica almundo naciente que el desarrollo posterior del pensamiento occi-dental debe muchsimo a su plenamente consciente obra de cura-dor bibliogrico y transmisor de las riquezas conceptuales de la

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    antigedad16. Casiodoro, por su parte, so en su juventud conundar una suerte de universidad romana, para lo que reuni librosde todas las disciplinas. Aos ms tarde und un monasterio enVivario, al cual dio una uerte impronta intelectual. All los monjesdedicaban gran parte de su tiempo al estudio y la biblioteca deVivarium pronto alcanz gran ama.

    Aunque no proveniente de la intelectualidad romana (comoBoecio y Casiodoro), Benito de Nursia und en el ao 529, enMontecasino, una orden religiosa que tambin dedic gran energa a

    la conservacin del legado escrito. En el scriptorium de las bibliotecasbenedictinas (y tambin de otras rdenes) miles de monjes transpor-taron (copiando pacientemente uno a uno los textos de la tradicinclsica) la dbil antorcha del saber de la antigedad hasta la tierrairme de Gutenberg, cuando la reproduccin masiva de textos garan-tiz la supervivencia de las obras del pasado, aunque creando tambincierta ilusin respecto de su permanente vigencia cultural.

    En las bibliotecas medievales tambin se agudiz la improntaintelectual del bibliotecario al punto que los abades solan encargarla tarea bibliotecaria a los monjes con mayor experiencia, quieneseran a su vez responsables de establecer convenios de intercambiode piezas bibliogricas con otras abadas o monasterios. Los inter-cambios se daban a veces entre ciudades muy distantes, y a menudose enviaba un escriba a otro monasterio para que copiara obras detal o cual autor o tema. ambin era comn el intercambio decatlogos bibliogricos entre diversos monasterios. El bibliotecarioera igualmente un evaluador de la calidad del acervo bibliogricode la institucin y un impulsor de la copia de algunos manuscritosconsiderados indispensables, ora para la enseanza de las artes libe-

    16. Resulta particularmente interesante para la temtica del presente ensayo el hecho de quela ms importante obra de Boecio, La consolacin de la Filosoa, haya sido escrita sin accesoa la biblioteca personal del autor. En circunstancias de mximo pesar (Boecio se encontra-ba preso, enermo y a la espera de su inminente condena a muerte, nalmente cumplida)Severino Boecio escribe, con el solo recurso de su memoria, su ms prounda y conmovedoraobra, lo cual avala la tesis posteriormente desarrollada aqu, de que no siempre el acceso ainormacin avorece la creatividad y la originalidad de una obra.

    rales o para la prctica de la medicina, ora para la renovacin litr-gica o para el ejercicio del derecho civil o cannico.

    El desarrollo de la bibliotecologa durante la edad mediaestuvo undamentalmente ligado a la economa (material y espiri-tual) de las diversas instituciones y no cristaliz salvo excepcionesen reglas o parmetros universales. En el siglo XIII, Richard deFournival escribi un pequeo tratado titulado Biblionomia, en elque describe una biblioteca ideal y aconseja el uso de colores paraidentiicar temas. Un siglo ms tarde la Biblioteca de la Universidad

    de Pars ue organizada segn principios similares17

    .Durante la edad media hubo tanto en oriente como en el mundorabe un desarrollo de bibliotecas (y de conductas relativas a ellas)paralelo al europeo, y en ambos mbitos la igura del bibliotecarioestuvo principalmente ligada al estudio ms que a la custodia. El eru-dito chino Cheng Chiao (1103-1162) escribi un libro cuyo ttulo

    Jiao Chou luo signiica algo parecido aeora de la ciencia bibliotecariay bibliogrica. En esa obra establece ocho mtodos para reunir y com-prar libros, los cuales han sido citados y recomendados, particular-mente en su mbito cultural de origen, numerosas veces en los siglossiguientes. Cheng Chiao compara una biblioteca mal organizada conun ejrcito indisciplinado que disemina sus soldados, por lo que insis-te en que la clasiicacin temtica, pilar de toda buena biblioteca, debeser realizada mediante un atento estudio de cada libro18.

    El mundo rabe vivi, desde su expansin en el siglo VII, uncomplejo proceso de lucha entre e y razn (con el triuno de la esobre la razn a partir de la segunda mitad del siglo XIII). Esa luchatuvo gran inluencia en la concepcin de las bibliotecas y en laconsideracin del bibliotecario. Durante el apogeo intelectual delmundo rabe s. IX a XII numerosos intelectuales tradujeron delsiraco y del griego las obras cienticas y ilosicas de los grandesautores griegos. Esas obras permitieron un importante y autnomodesarrollo de la medicina (Hunayn ben Isaak, Costa ben Luca,

    17. Lerner, Historia, p. 113.18. Ibid., p. 73.

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    Johannes Gutenberg

    aller de impresin del siglo XVII, en un grabado de Abraham von Werdt

    Folio del Deuteronomio de la Biblia de Gutenbergque perteneciera al Cardenal Mazarino,

    impresa en Maguncia hacia 1456(actualmente en la Sala del esoro de la Biblioteca Nacional)

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    Avicena), de la ilosoa (Alkindi, Alarabi, Avicena, Averroes), de laastronoma (Albumasar), etctera, desarrollo que ue posible graciasa la cura, el ordenamiento y el estudio de manuscritos, prctica quepermiti asimismo el surgimiento de ricas bibliotecas, custodiadasa su vez por bibliotecarios muy conocedores del contenido de suspiezas. Con el triuno de la corriente religiosa a partir de ines delsiglo XIII la uncin del bibliotecario ue decayendo en nivel, con-virtindose en hereditaria, al tiempo que la nica exigencia para eloicio ue la de tener amplios conocimientos religiosos, por lo que

    ue reduciendo su responsabilidad, su salario y su prestigio. No escasual que en dicho proceso uera transormada tambin la tareamisma del bibliotecario, concentrndose en el segundo perodo enel cuidado, la conservacin y la preservacin19.

    Abundantes son tambin los casos de intelectuales del renaci-miento que, amparados por algn prncipe, se ocuparon de lacoleccin y estudio de tal o cual temtica que interesara al mecenasde turno. Sobresale, entre muchos, el caso de Marsilio Ficino(1433-1499), a quien Cosme de Mdicis entregara todos sus librosplatnicos (escritos en griego) y le encomendara su traduccin.Con el crecimiento de la biblioteca iciniana en la Villa de Careggi,de cuya tarea se ocup grandemente il Ficino, se incrementtambin la comunidad de platnicos lorentinos al punto queLorenzo el Magnico, nieto de Cosme, consolid la amosa

    Academia Platnica de Florencia.Por otra parte, el creciente proceso de intelectualizacin y cien-

    tiizacin de la nobleza produjo que una importante cantidad dehombres de letras se inmiscuyera en asuntos de gobierno y, viceversa,que hombres de gobierno tuvieran como alto inters la conormacinde vastas bibliotecas20. Un caso eminente de ello es el del ingls

    19. Ibid., p. 94.20. Paradigmtico de este doble carcter es el caso de Francis Bacon (1561-1626), quien ueraChancellor de Jacobo I, rey de Inglaterra, y tambin gran deensor y divulgador de los beneciosde la lgica inductiva y del experimentalismo, propiedades metodolgicas constitutivas de laciencia moderna. Bacon dedic similar energa a las tareas de gobierno (que le valieron ademsuna condena aparentemente justa por corrupcin) y a sus investigaciones cientcas.

    Filosoa, rodeada por las Artes Liberales en el Hortus deliciarumde Herrade de Landsberg, manuscrito del s. XII

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    homas Bodley, beneactor de la biblioteca central de la Universidadde Oxord, hoy conocida como la Bodleian Library. Bodley ue pio-nero en la adquisicin de manuscritos y libros en las ms diversaslenguas, algunas de ellas (griego, hebreo, turco, persa, chino) casidesconocidas por entonces en Inglaterra, y en alguna medida esainiciativa, sumada al apoyo que dio a numerosos intelectuales, con-virti con los aos a Oxord en una de las capitales mundiales de lailologa. Por lo dems, la Biblioteca Bodleiana garantiz desde susorgenes la libertad heurstica y avoreci la ampliacin del conoci-

    miento cientico. El primer bibliotecario de Bodley, homas James,sostena lo cual ilustra la mayor apertura hacia nuevas ideas existen-te en el mbito protestante que en el catlico que la mejor gua parala compra de libros de provecho era el Index librorum prohibitorum,publicado peridicamente por la Iglesia Catlica, la cual, bajo lainluencia de la Contrarreorma, vea entonces en el progreso de laciencia un peligro para la vigencia de la religin cristiana21.

    Igualmente Gottried Wilhelm Leibniz (1646-1716) desarrolluna parte importante de su monumental obra ilosica y cienticatrabajando como bibliotecario en la Herzog-August-Bibliothek

    Wolenbttel. Su experiencia como bibliotecario la inici en labiblioteca de Johann Christian von Boineburg, quien uera ministrodel arzobispo y elector de Maguncia, cuando siendo an muy jovenle uera encargada la preparacin de un catlogo ordenado por mate-rias. En el ao 1672 viaj a Pars, donde tom contacto con losbibliotecarios y hombres de letras Nicols Clement y EtienneBaluze, y con otros cienticos y ilsoos. En 1676, tras arribar aHannover, ue nombrado bibliotecario e historiador de la corte delduque Johann Friedrich de Braunschweig-Luneburg, y poco des-pus ue nombrado bibliotecario de la exquisita biblioteca que elducado posea en la an hoy pequea ciudad de Wolenbttel, cargoque ocup hasta su muerte ocurrida cuarenta aos ms tarde (aun-que cuatro o cinco de esos aos los dedic a viajar y a discutir per-

    21. Lerner, Historia, p. 128.

    sonal y epistolarmente con otros savants europeos sobre diversasmaterias ilosicas y cienticas)22. El bibliotecario Leibniz se ocuppersonalmente de la compra de libros para ambas bibliotecas y lograsimismo para la Biblioteca de Wolenbttel el traslado a un nuevoediicio que permita el acceso de luz natural. Leibniz conoci laamosa obra de Gabriel Naud,Advis pour dresser une Bibliothque,y en varias de sus obras expone aun cuando no haya escrito untratado sistemtico ricas ideas sobre bibliotecas, sobre libros valio-sos y sobre el modo ms adecuado de aprovechar de ellos y de orde-

    narlos. Para Leibniz, el valor de una biblioteca no se mide por susrarezas sino por el contenido de sus obras, ya que entiende al librocomo un instrumento de la ciencia y a sta como unaconditio sinequa non de la mejora del hombre mismo. Los libros que no aportanal progreso de la ciencia en el amplio sentido que tiene esa palabraen el siglo XVII acaso no hacen ms que ocupar precioso lugarsico y, eventualmente, conundir a los lectores. De hecho Leibnizotorgaba ms valor a un buen tratado de agricultura que a los nume-rosos volmenes de comentarios redundantes de la literatura clsicaa la que conoca magnicamente bien y amaba proundamente.

    Al igual que en el caso de Platn (cuya versin del valor de lo escri-to comentaremos en seguida en detalle), no es la de Leibniz unaactitud de desprecio en trminos absolutos hacia lo impreso sinode plena conciencia de que no todo lo que alcanza el papel tiene elmismo valor, idea que acaso resulte extraa al bibliotecario del siglo

    XXI, pero que es necesario revivir. El bibliotecario debe, segnLeibniz, procurar contar con un presupuesto adecuado y adquirir enla medida de lo posible las obras ms valiosas entre las publicadasrecientemente, as como tambin organizarlas eicientemente paraque sean de cil acceso mediante catlogos tanto de autores como

    22. mile Boutroux, Notice sur la vie et la philosophie de Leibnitz, en Leibnitz, LaMonadologie, edicin anotada y precedida por una exposicin del sistema de Leibniz pormile Boutroux, Pars, Delagrave, 1968, p. 12. Vase tambin G. E. Guhrauer, GottriedWilhelm Freiherr von Leibnitz. Eine Biographie (1846). Debo estos datos, al igual que losorecidos sobre Kant, al Dr. Mario Caimi, proesor titular de Historia de la flosoa modernaen la Universidad de Buenos Aires.

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    homas Bodley

    Biblioteca Bodleiana(Oxord)

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    de materias. Gottried Leibniz dise asimismo un sistema de clasi-icacin (heredero del de Naud en gran medida) y propuso lapublicacin (la idea se concret de algn modo en la universaliza-cin del ISBN y del ISSN) de un peridico de vasta diusin querecogiera cada seis meses los ttulos de las nuevas publicaciones exis-tentes. Para ello era indispensable que las recientemente creadassociedades cienticas de la mayor parte de las naciones europeastrabajaran mancomunadamente en dicha empresa23.

    No muy dierente a la de Leibniz ue la relacin que tuvo

    Immanuel Kant (1724-1804) con la actividad bibliotecaria24

    . Antenada es conveniente destacar que Kant persigue la obtencin de unpuesto como bibliotecario justamente como espacio apropiado parael estudio (y de ningn modo ha de interpretarse en ello una trai-cin a la tarea asumida). al como Ernst Cassirer seala, en unacarta dirigida al Prncipe el 24 de octubre de 1765 Kant se presen-ta como competente para el cargo en razn de conocer la literatu-ra, y declara su inters por tener acceso a la bibliograa cienticay, por supuesto, tambin al sueldo de 62 tleros anuales. La cartadirigida al Prncipe dice as25:

    23. Hiplito Escolar Sobrino, Historia de las bibliotecas, Madrid, Pirmide, 1990, pp. 273-76.24. Ernst Cassirer, Kant. Vida y Doctrina (Kants Leben und Lehre, 1948), Mxico, FCE,1948, trad. Wenceslao Roces, p. 145.25. Vase Immanuel Kant, Briewechsel, seleccin y notas por Otto Schndrer, actua-lizada por Rudol Malter, Hamburgo, Meiner, 19863, p. 34 (la traduccin al espaol ue

    realizada por el Dr. Mario Caimi):"Allerdurchlauchtigster Gromchtigster Knig // AllergndigsterKnig und Herr, Da der Horat Goraiski seine bisher gehrte Stelle einesSubbibliothecarii bei der hiesigen Schlo-Bibliothek niedergelegt hat, soergehet mein alleruntertnigstes Ansuchen an Ew: Knigl: Majestt, mir durchConerierung dieser Stelle sowohl eine er wnschte Gelegenheit zum Dienste desgemeinen Wesens als auch eine gndige Beihle zur Erleichterung meiner sehrmilichen Subsistenz au der hiesigen Akademie angedeihen zu lassen.

    Die allergndigste Gesinnung, welche Ew: Knigl: Majestt in Absicht aumich in dem huldreichen Reskript d. d. Knigsb: d. 16ten Nov: 1764 zu uerengeruhet haben, lt mich hoen, da diesem meinem alleruntertnigsten Gesuchdurch Hchst Dero allergndigste Genehmigung werde gewillhret werden.

    Ich ersterbe in tiester Devotion // Ew: Knigl: Majestt // alleruntertnigsterKnecht // Immanuel Kant // Knigsberg, d. 24. Oktober, 1765".

    Knigsberg, 24 de octubre de 1765

    Nobilsimo poderossimo rey,clementsimo rey y seor:

    Puesto que el consejero ulico Goraiski ha dejado elcargo que hasta ahora tena, de subbibliotecario de laBiblioteca del Palacio en esta ciudad, dirijo a vuestra majes-tad real mi humildsimo pedido de que, conirindome ese

    cargo, me conceda una anhelada oportunidad de servir alEstado y tambin una graciosa ayuda para aliviar mi muymenesterosa subsistencia en la universidad de este lugar.

    La muy avorable voluntad que con respecto a mvuestra real majestad ha querido expresar en el benvoloescrito dado en Knigsberg el 16 de noviembre de 1764me hace esperar que ste mi humildsimo pedido seravorecido con su altsima y clementsima aprobacin.

    Con la ms prounda devocin,

    el ms humilde servidorde vuestra Real Majestad,

    Immanuel Kant

    Kant cumpli con mximo celo sus unciones como bibliotecarioauxiliar en el palacio real de Knigsberg (Hilsbibliothekar im knigli-chen Schlo), cargo al que renunci en mayo de 177226. La aprecia-cin de Arsenij Gulyga nos orece otros matices de esa experiencia:Kant no tuvo ms remedio que contentarse con que se le adjudicase,a peticin suya, el cargo de subdirector de la biblioteca del palacio realde Knigsberg, retribuido con un sueldo anual de 62 tleros [...].Sabemos que sirvi durante varios aos este cargo que por la incapa-cidad de su superior, el bibliotecario Bock, echaba sobre sus hombros

    26. Arsenij Gulyga, Immanuel Kant, Frankurt, Suhrkamp, 1985, p. 391.

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    Biblioteca Imperial (Viena, 1711)

    Estudio de astrnomo(dibujo de J. Stradamus, grabado hacia 1520)

    Immanuel Kant

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    todo el trabajo que la direccin de la biblioteca impona con la respon-sabilidad y la puntualidad que pona en todo, lo mismo en lo pequeoque en lo grande. Y slo solicit que se le relevara de aquel puesto enabril de 1772, dos aos despus de haberle sido adjudicada su ctedracomo proesor titular, alegando que no poda hacer aquellas tareascompatibles con sus nuevas obligaciones acadmicas y con la distribu-cin de su tiempo. Sus tareas en la biblioteca no se limitaban al orde-namiento de libros y al cuidado de los ricos volmenes que a l llega-ban. Ms all de esa actividad, que cumpla con eiciencia, en esos aos

    madur, recorriendo los tradicionales tratados de lgica y otros quepresentaban las ilosoas de Wol, Leibniz y otros autores emblemti-cos de las as llamadas escuelas, su crtica a la metasica tradicional y surevolucin copernicana, hito undacional de la ilosoa idealista.

    Los casos de Leibniz y Kant no son aislados entre los pensadoresy literatos modernos. Goethe (1749-1832) ue bibliotecario en la cortede Weimar y en la Universidad de Jena. Christian Gottlob Heyne(1729-1812), eminente historiador de la literatura clsica que dej unacantidad importante de estudios sobre Homero, Pndaro, Virgilio,etctera, dirigi brillantemente la Biblioteca de la Universidad deGttingen. El caso de este illogo clsico es particularmente interesan-te por su colosal, planiicada y constante obtencin para su biblioteca,ya mediante la compra, ya mediante la solicitud de donaciones, depiezas bibliogricas cuidadosamente seleccionadas. Entre sus recomen-daciones se encuentran la de evitar la compra de libros lujosos sloaptos para la ostentacin, y la de procurar que las adquisiciones abar-quen la totalidad de las ciencias y las artes27. El crecimiento sostenidode la Biblioteca de la Universidad de Gttingen hizo de ella la mejorbiblioteca de Alemania. Durante la gestin de Heyne la Biblioteca pasde 60.000 a 200.000 piezas bibliogricas y entre 1777 y 1787 se com-plet el catlogo alabtico, cuya publicacin ue solicitada, en virtudde su calidad, por otras bibliotecas universitarias28.

    27. Lerner, Historia, p. 162.28. Klaus-Gnther Wesseling, s. v. HEYNE, CHRISIAN GOLOB, en Biographisch-Bibliographishes Kirchenlexikon, Band XVIII, Herzberg, raugott Bautz, 2001.

    El italiano Antonio Panizzi (1797-1879) lleg como exiliadopoltico a Inglaterra, donde desarroll una gran obra bibliotecariaen la British Library. Panizzi sumaba a sus dotes como gran cono-cedor de las colecciones (de hecho haba servido durante casi veinteaos, entre 1837 y 1856, como Keeper o Printed Books) una granvisin histrica de la importancia de las bibliotecas. Durante sugestin logr que el Parlamento otorgara a la Biblioteca 10.000para compra de libros, y durante algunos aos debi devolver trescuartas partes de ese dinero ante la imposibilidad de albergar los

    libros que planeaba comprar. ras convencer a los representantesde la urgencia de ampliacin de la Biblioteca obtuvo del Parlamentouna partida especial de 150.000 para la construccin de la mag-nica Sala Redonda, con su Iron Library anexa para almacenaje delibros. La Sala, diseada por el ingeniero Sydney Smirke, ue inau-gurada en 1857 y actualmente es considerada una de las mirabiliaLondini. De carcter combativo y entusiasta , la impronta de Panizziqued tambin relejada en sus Ninety-one Rules o Cataloging, queson consideradas la base de las reglas anglo-americanas. Panizzi uePrincipal Librarian de la British Library entre 1856 y 1866. Suedicin anotada del Orlando Furioso de Ludovico Ariosto es igual-mente prueba de su capacidad como crtico literario. En 1932, el

    joven Panizzi sintetiz as su ambicin como bibliotecario: Quieroque el estudiante pobre tenga los mismos medios para satisacer sucuriosidad intelectual, para perseguir sus propsitos racionales, paraconsultar las mismas autoridades, para llevar adelante la ms intrin-cada investigacin, que el hombre ms rico del reino29.

    El trasvasamiento de la cultura europea a Amrica deriv en unintento, por lo general allido, de recrear las condiciones de estudioeuropeas en el nuevo continente. En nuestro pas el proyecto deSarmiento (un magnico lector y gran amante de los libros y de lasbibliotecas) haba preparado el terreno para el lorecimiento de

    29. Esdaile, Te British Museum Library, p. 7: I want a poor student to have the same meanso indulging his learned curiosity, o ollowing his rational pursuits, o consulting the sameauthorities, o athoming the most intricate enquiry, as the richest man in the kingdom.

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    rinity Collage, Dublin Concierto en lasterreichischer Nationalbibliothek (Viena)

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    bibliotecarios que reunieran las caractersticas de Paul Groussac(1848-1929)30. El joven Groussac comenz su experiencia en laadministracin pblica siendo inspector de escuelas en el norte delpas, y siendo an joven, le ue encargada en 1884 la direccin de laBiblioteca Nacional. Groussac realiz una obra undante para lainstitucin, propiciando el crecimiento de las colecciones en las msdiversas materias, creando los primeros catlogos metdicos (i. e.temticos) y obteniendo para el pas documentos de relevante valorpara la reconstruccin de la historia colonial. l mismo escribi

    importantsimas obras histricas, entre ellas, Santiago de Liniers(1907) yMendoza y Garay(1917). Para la coneccin de esta ltimaobra utiliz Groussac los documentos coloniales relacionados con elRo de la Plata que un empleado por l enviado a Sevilla transcribie-ra junto a un grupo nutrido de copistas sevillanos en el ArchivoGeneral de Indias. Esa coleccin de documentos, denominadaGaspar Garca Vias en honor al emisario, es una magnica prue-ba de cmo el compromiso intelectual del bibliotecario da orma ala biblioteca y de cmo ese compromiso abre a la vez vastos camposde estudio para los continuadores de esa misma tradicin. A partir

    30. Respecto de la relacin de Sarmiento con los libros resulta ilustrativa la experiencia au-tobiogrca narrada en Recuerdos de provincia, segn la cual el joven Domingo Faustino,abrumando por su tarea como almacenero en la poco letrada ciudad de San Juan intuyeque, aun no teniendo acceso all al conocimiento, en algn sitio deba ser posible acceder aese conocimiento: Pueblos, historia, geograa, religin, moral, poltica, todo ello estaba ya

    anotado como en un ndice; altbame empero el libro que lo detallaba, y yo estaba solo enel mundo, en medio de ardos de tocuyo y piezas de quimones, menudeando a los que seacercaban a comprarlos, vara a vara. Pero debe haber libros, me deca yo, que traten especial-mente de estas cosas, que las enseen a los nios; y entendiendo bien lo que se lee, puede unoaprenderlas sin necesidad de maestros; y yo me lanc en seguida en busca de esos libros, y enaquella remota provincia, en aquella hora de tomada mi resolucin, encontr lo que buscaba,tal como lo haba concebido ... Los he hallado!, poda exclamar como Arqumedes, porqueyo los haba previsto, inventado, buscado ... All estaba la historia antigua, y aquella Persia,y aquel Egipto, y aquellas Pirmides, y aquel Nilo de que me hablaba el clrigo Oro. La his-toria de Grecia la estudi de memoria, y la de Roma en seguida, sintindome sucesivamenteLenidas y Bruto, Arstides y Camilo, Harmodio y Epaminondas, y esto mientras vendayerba y azcar, y pona mala cara a los que me venan a sacar de aquel mundo que yo habadescubierto. (Recuerdos de provincia, Buenos Aires, 1966, p. 211). Debo el sealamiento deeste emotivo pasaje a Alejandro Ranovsky.

    de la publicacin de la obra de Groussac, numerosos historiadorestomaron el hbito de consultar en la Biblioteca Nacional la nuevacoleccin de copias de documentos sevillanos. Groussac era tambinmuy consciente de la importancia de la tarea del bibligrao para elavance de los lectores en el estudio, y es sin duda se el mayor mvilde la pesadsima tarea que acometi hacia 1890: la publicacin deun catlogo metdico de todos los libros de la Biblioteca Nacional(empresa que supervis personalmente con mximo rigor). eniendosiempre en mente la utilidad para el lector, recomendaba para la

    catalogacin elegir un mtodo claro y sencillo que a travs de clasi-icaciones usuales responda a las analogas ms naturales y eviden-tes31. No es el catlogo el encargado de servir a los lectores, segnGroussac, sino los libros contenidos en el catlogo, los cuales hablanpor s mismos. El bibliotecario debe asimismo evitar convertirse enun Bacon de trastienda (lo cual es considerado por Groussac comouna pedantera), en alusin a la posible voluntad de complejizar lasclasiicaciones olvidando la uncin del bibliotecario como media-dor entre el libro y el lector32.

    Ms cercana todava a nosotros, y tambin dentro de nuestrapropia Biblioteca Nacional, puede ser incorporada a esta tradicindel bibliotecario-estudioso la rica experiencia que Jorge Luis Borges(1899-1986) tuvo como bibliotecario. Borges ue director de nues-tra Biblioteca Nacional entre 1955 y 1973. En esos aos, en los queescribi magnicos cuentos (La intrusa, Historia de Rosendo

    Jurez33, El evangelio segn San Marcos, El inorme de Brodie), librosde poemas (El hacedor; El oro de los tigres; El otro, el mismo), y com-

    31. Paul Groussac, Historia de la Biblioteca Nacional, en Catlogo metdico de la BibliotecaNacional, tomo I, Ciencias y Artes, Buenos Aires, 1893, p. LVIII.32. Francis Bacon orece en su obra Te Advancement o Learning, Divine and Humane(1605) una divisin de las ciencias de gran infuencia en otras clasicaciones posteriores. Di-cha clasicacin baconiana sirve de base a la clasicacin general de las ciencias de la amosaEncyclopdie ou Dictionnaire raisonn des sciences, des arts et des mtiers, par une socit de gensde Lettres, editada por Diderot y DAlembert entre 1751 y 1777.33. La escena principal de ese cuento transcurre en un bar de la esquina de Bolvar yVenezuela, a escasas cuadras de la antigua sede de la Biblioteca Nacional.

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    Sarmiento, en su gabinete de estudio,retratado en un leo de Alejandro Mrquez,actualmente en el Palacio del Congreso de la Nacin

    puso el memorable Poema de los dones, tuvo el bibliotecario Borgespor tarea principal el estudio de las lenguas anglosajonas34. All, enla calle Mxico, en el despacho del director en el primer piso delelegante ediicio, un grupo no demasiado nutrido de estudiantes sereuna con ese hombre mayor, ciego, algo tartamudo, a estudiarvarias lenguas muertas y sus ricas literaturas. Es justamente ese per-manente deseo de aprender lo que caracteriz al Borges biblioteca-rio35. Si bien es cierto que la gestin de Borges como director de laBiblioteca Nacional descansaba sobre la eiciente tarea tcnica de

    otros bibliotecarios, y quizs por ello pudo ser Borges un bibliote-cario intelectual, no debe sin embargo dejar de servir de ejemplorespecto de un arraigado prejuicio bibliotecario que, segn mi con-sideracin, sera bueno desterrar. A ese prejuicio me reerir detalla-damente en uno de los siguientes apartados.

    I.4) Valor fsico y valor ultrafsico del libro

    La historia de la bibliotecologa en tanto saber terico-prcticode carcter autnomo es mucho ms reciente que la historia de lasbibliotecas y que la de los bibliotecarios. Sin embargo, el relativamen-te reciente aianzamiento del statusepistemolgico especico de staha acentuado ms bien su carcter tcnico, perdiendo con ello laintegralidad que caracterizaba al oicio bibliotecario en sus orgenes,integralidad que implicaba undamentalmente una amplia y vorazdisposicin a aprender y una concomitante conciencia de la propiaignorancia. Eectivamente, el crecimiento de las colecciones biblio-gricas ha obligado a prestar mayor atencin a los problemas dealmacenamiento, identiicacin y traslado de piezas, pero ese proceso

    34. Como resultado de esos estudios public en 1965 la compilacin de ensayos, redactadosen colaboracin con Mara Esther Vzquez, tituladaLiteraturas germnicas medievales.35. El poeta Leopoldo Lugones (1874-1938), quien uera director de la Biblioteca Nacionalde Maestros, tuvo tambin una actitud semejante a la de Borges en su relacin con los librosy con su tarea como bibliotecario.

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    no deba necesariamente conducir a la disolucin del an enciclope-dista del bibliotecario, con su consecuente ordenamiento mental (yluego sico) del conocimiento objetivado. El riesgo de la prdida deesa integralidad no es menor. El divorcio cada vez creciente entre elorden de la inormacin y el valor de la inormacin producir, cuan-do dicha separacin alcance su mxima expresin, una nueva ormade ceguera, que, al ser explicada, se adjudicar, errneamente, msbien al exceso de luz que a la atroia del rgano. (Una tal experienciasuele ser surida a menudo durante las bsquedas en Internet: la inor-

    macin ininita provoca de no mediar alguna accin ordenadora porparte del cibernauta ante nada una angustia ininita.) Slo una inatamizacin conceptual de esa vastedad, la cual no ser adquirida porel bibliotecario si no concentra su energa en el conocimiento mismoms que, como suele ocurrir, en el soporte sico o virtual de ste,permitir producir los iltros necesarios para que la ininita luz de lainormacin tome las recortadas ormas necesarias para su incorpora-cin en cualquier estructura psico-gnoseolgica. La experiencia deestudio es dierente a la experiencia de coleccin de inormacin y slosi el bibliotecario es tambin un hombre de estudio ser capaz demostrar a otro que est estudiando el escondido atajo hacia el saber.Caso contrario proveer con suerte inormacin, pero incapaz deevaluarla, no habr cumplido su uncin social, que es undamental-mente la de reunir al que no conoce con su objeto de estudio. Por otraparte, es menester cuanto antes integrar al bibliotecario en una nuevared (hoy inexistente) de conocimientosal modo de lo que en el renaci-miento tardo se conoci como res publica litteraria. La publicacinde una obra era entonces orecida a la comunidad de estudiosos delorbe y eran ms que recuentes las cartas entre autores discutiendo talo cual asunto recientemente publicado. La incorporacin de una obraa cualquier biblioteca era tambin un acto de anexin de una nuevaprovincia a esa vasta repblica espiritual en continuo crecimiento36.

    36. El poeta Leopoldo Lugones (1874-1938), quien uera director de la Biblioteca Nacionalde Maestros, tuvo tambin una actitud semejante a la de Borges en su relacin con los librosy con su tarea como bibliotecario.

    Una tal actitud de permanente evaluacin de la calidad cient-ica o literaria del papel impreso recibido en una biblioteca esimprescindible puesto que el mximo peligro que enrenta el aspi-rante a bibliotecario es conundir inormacin con conocimiento,la posesin sica de piezas bibliogricas o virtual de unidades deinormacin con la incorporacin real de un aprendizaje. Platn(ca. 428-347 a. C.), uno de los ms excelsos y proundos escritoresde la antigedad y enseguida se comprender por qu motivo sedestaca aqu esa actividad suya, echando mano de un antiguo mito

    egipcio reerido en su dilogo Fedro 274c-275

    a, rechaza el inventode la escritura sosteniendo que la conianza en que lo transmitido

    oralmente pueda ser recuperado a travs de la lectura traer a lasuturas generaciones la prdida deinitiva del muy saludable ejerci-cio de la memoria. El mito, que ha de ser interpretado con mximoequilibrio a in de no conundir el mensaje del ilsoo, dice, enboca de Scrates, as:

    Pues bien, o decir que vivi en Egipto en los alrededores de

    Naucratis uno de los antiguos dioses del pas, aqul a quien le est con-

    sagrado el pjaro que llaman Ibis. Su nombre es heuth y ue el prime-

    ro en descubrir no slo el nmero y el clculo, sino la geometra y la

    astronoma, el juego de damas y los dados, y tambin las letras. Reinaba

    entonces en todo Egipto hamus, que viva en esa gran ciudad del alto

    pas a la que llaman los griegos la ebas egipcia, as como a hamus le

    llaman Ammn. heuth ue a verle y, mostrndole sus artes, le dijo que

    deban ser entregadas al resto de los egipcios. Preguntle entonces

    hamus cules eran las ventajas que tena cada una y, segn se las iba

    exponiendo aqul, reprochaba o alababa lo que en la exposicin le pare-

    ca que estaba mal o bien. Muchas ueron las observaciones que en uno

    y en otro sentido, segn se cuenta, hizo hamus a propsito de cada

    arte, y sera muy largo el reerirlas. Pero una vez que hubo llegado a la

    escritura, dijo heuth: Este conocimiento, oh rey, har ms sabios a

    los egipcios y aumentar su memoria. Y aqul replic: Oh, heuth,

    excelso inventor de artes, unos son capaces de dar el ser a los inventos

    del arte, y otros de discernir en qu medida son ventajosos o perjudicia-

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    Portada de laEncyclopdieou Dictionnaire raisonndes sciences, des arts et desmtiers, par une socit de

    gens de Lettres, editada porDiderot y D'Alembertentre 1751 y 1777 enPars y Neuchastel

    Francis Bacon

    Denis Diderot, en unretrato de Michel van Loo(1767), actualmente en elMuseo del Louvre en Pars

    Jean le Rond dAlemberten un grabado del s. XVIII

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    El futuro bibliotecario Historia bibliotecaria

    les para quienes van a hacer uso de ellos. Y ahora t, como padre que

    eres de las letras, dijiste por cario a ellas el eecto contrario al que

    producen. Pues este invento dar origen en las almas de quienes lo

    aprendan al olvido, por descuido del cultivo de la memoria, ya que los

    hombres, por culpa de su conianza en la escritura, sern trados al

    recuerdo desde uera, por unos caracteres ajenos a ellos, no desde den-

    tro, por su propio esuerzo. As que, no es un remedio para la memoria,

    sino para suscitar el recuerdo lo que es tu invento. Apariencia de sabi-

    dura y no sabidura verdadera procuras a tus discpulos. Pues habiendo

    odo hablar de muchas cosas sin instruccin, darn la impresin de

    conocer muchas cosas, a pesar de ser en su mayora unos perectos

    ignorantes, y sern astidiosos de tratar, al haberse convertido, en vez de

    en sabios, en hombres con presuncin de serlo.

    Platn, un hombre que vive en una poca en que el intercam-bio econmico de libros es ya un hecho de considerables propor-ciones, recoge este mito no en primera instancia como rechazoabsoluto al valor de la transmisin textual sino ms bien comoadvertencia (de hecho el Fedro es un dilogo que trata sustancial-mente sobre el arte de componer discursos) de que la escrituradebe estar al servicio del conocimiento y que, si ello no ocurre, laescritura no slo no sirve para nada, sino que resulta incluso con-traproducente37. En eecto no hay nada ms banal y presuntuosoque quien cree conocer aquello que no conoce. Platn en otros desus dilogos se ocupa de desenmascarar a personajes de esta ndole.Por ejemplo, en el Eutirn, el personaje homnimo resulta ridicu-lizado cuando Scrates le demuestra que, creyendo l (Eutirn)saber lo que es la piedad no es en absoluto piadoso. Lo mismo vale

    37. Vale la pena tener presente la experiencia narrada en el Fedn 98a-101c por el propioPlatn (aunque en boca de Scrates) de la lectura del libro de Anaxgoras, en el que se orecela bella armacin de que el intelecto (now) es el principio de todas las cosas. Platn se quejaall de que Anaxgoras no explica en todo el libro por qu es el now el principio de todo,dejando al lector completamente desanimado y vaco. Luciano de Samosata (ca. 120-190d. C.), en su comediaLa venta de flosoas, tambin retrata, aunque satricamente, diversosaspectos del mercado de ideas y de libros.

    Scrates. Busto del s. IV o III a. C.,actualmente en la Villa Albani en Roma

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    para todo otro conocimiento, y en ese sentido la apropiacin yacumulacin de libros ha operado tradicionalmente como un exce-lente camulaje de la ignorancia. El bibliotecario, ms que nunca,debe ser sumamente consciente de lo que el libro puede y lo queel libro no puede dar, y debe tambin saber que el cuidado dellibro debe ser secundario en relacin al cuidado del espritu38. Unatal actitud, lo llevar seguramente a tener una disposicin dieren-te respecto del acceso del lector al libro. El libro es de la humani-dad, no es ni del autor, ni del librero ni del bibliotecario, y como

    tal debe ser orecido a los hombres y mujeres que lo requieran. Elcelo en la custodia del libro en lugar de lograr lo que supuestamen-te se propone, a saber, la reserva de la memoria colectiva, produceuna mayor ignorancia respecto del pasado39.

    38. En ese sentido, el concepto mismo de biblioteca es uncional a la cosmovisin de quiendispone de los libros. Narra Le Gallois en su raitt historique des plus belles bibliothquesde L'Europe(p. 7) que la biblioteca del emperador Alejandro Severo contaba tan slo concuatro libros, a saber, Horacio, Virgilio, Cicern y Platn, mientras que la del reormadorMelanchton contaba con otros tantos, Aristteles, Plinio, Plutarco y Ptolomeo. Por su parte,

    Sneca, en De tranquillitate animi4.8.2, recomienda no comprar ms libros que los necesa-rios y evitar la ostentacin.39. Al respecto vale la pena tener presente la dierente poltica existente en la bibliotecaspblicas de Inglaterra y de Alemania respecto del prstamo de manuscritos e incunables.Mientras en Inglaterra se procura que los jvenes investigadores accedan a manuscritos eincunables considerando que sin ello no ser jams conocido el valor de las colecciones ylas obras originales son, no sin mximo cuidado, prestadas para su lectura directa en salasespecialmente acondicionadas, en Alemania, por el contrario, se orece en el mejor de loscasos el microlm, y en caso de que ste no exista, se ponen requisitos de tan dicil cumpli-miento que la pieza culmina no siendo jams examinada. El resultado es previsible. Mientraslos investigadores que trabajan en Inglaterra publican gran cantidad de ediciones crticas demanuscritos antiguos, medievales y renacentistas, los que trabajan en Alemania enrentanpara realizar una tarea equivalente numerosas dicultades que, a menudo, desmotivan lacontinuidad de ese ejercicio.

    II) El ideal bibliotecario

    II.1) Lmites de la concepcin instrumental de la tarea bibliotecaria

    He mencionado anteriormente la existencia de un prejuicio quelimita el desarrollo del bibliotecario. Ese prejuicio puede enunciarseas: El bibliotecario es un instrumento del investigador. Es justa-mente la concepcin instrumental del bibliotecario la que condena aquienes son ormados desde una tal perspectiva a no poder servirplenamente al in que, se supone, intentan servir. Cmo ha de eva-cuar una duda sobre sica un bibliotecario que no conozca mnima-mente los rudimentos de esa ciencia? Cmo ha de asesorar unbibliotecario a quien busque por ejemplo obras que retraten lainluencia del arte de la antigedad clsica en el renacimiento, si noconoce al menos aspectos bsicos de la escultura clsica y las princi-pales obras de arte realizadas por Raael, Miguel Angel o Leonardo?

    Ello no implica que el bibliotecario deba conocer todo, o que en todabiblioteca deba haber especialistas en todas las ciencias. Lo que aquse expresa es slo unaorientacin, una direccin en la que sera salu-dable avance la ormacin de bibliotecarios. En una institucin en laque el trato con estudiosos y conocedores de diversas ramas del saberes recuente, el progreso en la ciencia y en el arte es ms constante,aceitado y proundo. El bibliotecario debe procurar serpor lo menosuna persona muy culta, y, mejor an, una persona especialista enalguna rama (o en varias) del conocimiento humano. Imaginemosuna biblioteca de grandes dimensiones, con treinta o cuarenta biblio-

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    tecarios que sean al mismo tiempo matemticos, historiadores, qu-micos, arquitectos, mdicos, etctera. Acaso suene extrao un pensa-miento tal, pero las buenas bibliotecas (hay actualmente muchas enEuropa, en Norteamrica y tambin algunas en nuestro pas) no hansido y no son otra cosa que eso1. Slo llega a ser una buena bibliote-ca aquella que crece como resultado de una tradicin de estudio,aquella que est poblada de personas que conocen los libros de esamisma casa de estudio. El proceso raramente ocurre de modo inver-so, es decir, que producida la adquisicin y el ordenamiento de los

    libros se produzca el estudio. De no recuperarse el antiguo moduscrescendide las bibliotecas, las uturas se parecern ms a depsitos delibros o, en el mejor de los casos, a libreras donde empleados conacceso al catlogo on-line dirn si tal libro est o no est, sin capaci-dad alguna de participar de y eventualmente colaborar en la diicul-tad heurstica de quien est llevando a cabo la bsqueda. Si bien noes posible airmar (sin demostrar con ello gran ignorancia) que nin-gn libro es irremplazable, puede sostenerse con certeza que casitodos los libros existentes en particular en el campo de la investiga-cin pueden ser remplazados por otra pieza bibliogrica (para elloresultarn undamentales los conocimientos metabibliotecolgicosque posea el bibliotecario consultado)2.

    1. La Biblioteca del Instituto Warburg, que tiene aproximadamente 380.000 piezas biblio-grcas, recibe a diario a unos 150 visitantes, adems de los investigadores estables del ins-

    tituto, que han de