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JAIME DEL BURGO
JAIME IGNACIO DEL BURGO
HISTORIA DE NAVARRA
Desde la Prehistoria hasta su integración en laMonarquía española (S. XVI)
Pamplona2018
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Propietario de los Derechos: Fundación Popular de Estudios Vascos
Acuerdo de licencia:
Este libro está publicado bajo la siguiente licencia Creative Commons:
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ISBN 978-84-945037-5-7
©Fundación Popular de Estudios Vascos, 2017
Diseño portada: FPEV
Maquetación e impresión: FPEV
Colabora:
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ÍNDICE
PRESENTACIÓN
I.FILOSOFÍADELAHISTORIA
II-HISTORIOGRAFIA
III-GENERALIDADES
IV-PREHISTORIA
V.LOSVASCONES
VI.LOSVASCONESENLOSTEXTOSANTIGUOSYMEDIEVALES
VII.EXPANSIÓNDELOSVASCONES
VIII.LAVASCONIAFRANCESA
IX.NAVARRAYLOSNAVARROS
X.VASCOSYNAVARROS
XI.ELIDIOMA
XII.ROMANIZACIÓN
XIII.CRISTIANIZACIÓN
XIV.ELFUERO
Los fueros locales
El Fuero General de Navarra
XV.INVASIONESBARBARAS
XVI.LAPÉRDIDADEESPAÑA.LAINVASIÓNARABE(711)
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XVII.NACIMIENTODELREINO.IÑIGOARISTA(816-851)
XVIII.GARCÍAIÑIGUEZ(851-882)
XIX.FORTUNGARCES,ELMONJE(882-905)
XX.SANCHOGARCESI(905-925)
XX.GARCÍASANCHEZI(925-970)
XXII.SANCHOGARCÉSIIABARCA(970-994)
XXIII.GARCÍASÁNCHEZIIELTEMBLOROSO(994-1004)
XXIV.SANCHOIIIELMAYOR(1004-1035)
XXV.GARCÍASÁNCHEZIIIELDENÁJERA(1035-1054)
XXV.SANCHOGARCESIVDEPEÑALEN(1054-1076)
XXVIISANCHOVRAMIREZ(1076-1094)
XXVIII.PEDROSANCHEZI(1094-1104)
XXIX.ALFONSOSANCHEZIELBATALLADOR(1104-1134)
XXX.GARCÍARAMIREZELRESTAURADOR(1134-1150)
XXXI.SANCHOVIELSABIO(1150-1194)
XXXII.SANCHOELFUERTE(1194-1234)
XXXIII.CASADECHAMPAÑA(1224-1274)
Teobaldo I (1234-1253)
Teobaldo II (1253-1270)
Enrique I (1270-1274)
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Juana I (1274-1284)
Juana I y Felipe el Hermoso (1274-1305)
XXXIV.CASADEFRANCIA(1305-1328)
Luis I de Navarra (1305-1316) y X de Francia (1314-1316), llamado el Hutín oTestarudo.
Juan I de Francia y de Navarra (1316)
Felipe II de Navarra y V de Francia (1317-1322)
Carlos el Calvo, I de Navarra y IV de Francia (1322-1328)
XXXV.CASADEEVREUX
Juana II (1328-1349) y Felipe III (1328-1343)
Carlos II el Malo (1349-1387)
Carlos III el Noble (1387-1425)
Príncipe Carlos de Viana. Luchas e intrigas.
La sucesión del Príncipe de Viana. Asesinato de Blanca de Navarra
Clima de guerra civil
XXXVI.CASASDEFOIXYALBRET(1479-1512)
Leonor de Foix (1479)
Francisco Febo (1479-1483)
Catalina de Foix (1483-1512) y Juan de Albret (1484-1512)
Entre dos aguas
La hora de la verdad: o conmigo o contra mí
El tratado de Blois (1512)
La ocupación del reino
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Las bulas del papa Julio II
La primera reacción de los reyes destronados
El asedio de Pamplona
La retirada francesa
Guipúzcoa y los cañones de la batalla de Velate
Consecuencias del fracaso del primer intento de recobrar Navarra
La tercera bula Exigit contumacium obstinata protervia.
XXXVII.FERNANDOIELCATÓLICO,REYYSEÑORNATURALDENAVARRA(1513)
Reconocimiento de las cortes de Navarra (1513)
Luis XII abandona a Juan y Catalina a su suerte
Negociaciones del rey Fernando
Política interior
La lealtad de Juan de Jaso, padre de San Francisco de Javier, a Fernando el Católico
Esperanzas frustradas
Disposiciones de gobierno. Fidelidad de la Merindad de Ultrapuertos en Tierra deVascos.
El dilema de Fernando el Católico (1515)
La sucesión de la corona de Navarra (1515)
Segundo intento de recuperación del reino por los reyes destronados
XXXVIII.CARLOSIDECASTILLAYARAGON,IVDENAVARRA
Fin del feudalismo: demolición de castillos (1516)
Negociaciones de los reyes de Navarra. Conferencias en Noyon (9-13 mayo 1516).
Proclamación de Carlos como rey de España (30 mayo 1516)
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Muerte de Juan de Albret (17 junio 1516)
Navarra “reino de por sí” (10 de julio de 1516)
Segundas conferencias de Noyon (agosto 1516).
Ultimas gestiones de la reina Catalina. Su muerte y descendencia (12 febrero 1517)
Bajo la dinastía de los Austrias
Carlos, primer rey de la monarquía española (1516-1556)
Intentos de transacción sobre Navarra
Conferencias de Montpellier (1-13 mayo 1519)
Carlos I, rey de España, nombrado emperador de Alemania (28 de junio 1519-20octubre 1520)
La rebelión de los comuneros de Castilla
Francia invade Navarra (1521)
Sitio de Logroño y retirada francesa. Batalla de Noáin (30 junio 1521)
Los franceses se apoderan de Maya y Fuenterrabía (octubre 1521)
Rendición del castillo de Maya (19 julio 1522)
El juicio de Boissonade
Muerte del mariscal Pedro de Navarra (1522)
El fin del conflicto: el emperador Carlos jura los fueros en Pamplona (1523) y losagramonteses lo reconocen como rey de Navarra (1524)
La capitulación de Fuenterrabía
La postura del Doctor Navarro
El perdón general del emperador
XXXIX.INCORPORACIÓNDENAVARRAALAMONARQUÍAESPAÑOLA.
Efectos de la incorporación
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La unión real de Navarra y Castilla
Consideraciones sobre los sucesos de 1512
La batalla de la historia
EPÍLOGO
DESPUÉS DE 1515
¿Muerte o resurrección del reino de Navarra?
Austrias y Borbones
La voluntariedad de la unión
Tres siglos de bonanza interior
El carlismo y Navarra
El convenio de Vergara y los fueros
De la Ley Paccionada de 1841 al Amejoramiento del Fuero de 1982
El régimen foral de Navarra
Evolución del régimen foral
La Constitución de 1978
La Constitución de los Fueros
El Amejoramiento del Fuero
BIBLIOGRAFÍA
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PRESENTACIÓN Jaime del Burgo publicó en 1992 una Historia General de
Navarra, en tres tomos de mil páginas cada uno. A edad muyavanzada decidió escribir un compendio con finesdivulgativos. Por desgracia, una degeneración macular leimpidió culminar el trabajo de forma que la obra quedóinacabada.
Jaime Ignacio del Burgo encontró el manuscrito entre los
papeles del archivo de su padre. Valoró la oportunidad depublicarlo para contribuir al conocimiento de la historia deNavarra y a tal fin procedió a revisar y ampliar su contenido.
Para facilitar la lectura se ha prescindido prácticamente
de las referencias bibliográficas a pie de página, porque laobra es un fiel reflejo de la Historia General, donde seencuentra la fuente documental o bibliográfica de cada unade ellas.
Este volumen abarca la historia de Navarra desde la
antigüedad hasta el primer tercio del siglo XVI, momento enque el reino se incorpora a la monarquía española
Puesto que este año se conmemora el V centenario del
proceso de incorporación de Navarra a la corona de Castilla(1512-1515) se dedica una especial atención a estetrascendental acontecimiento, actualizándose la bibliografíautilizada en su día por el autor de la Historia General. En estepunto se reproduce casi en su integridad los capítulosdedicados a este episodio histórico trascendental para eldestino de Navarra.
Jaime del Burgo nació en Pamplona el 11 de noviembre
de 1912. Historiador y publicista obtuvo el Premio Nacional
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de Literatura (Menéndez Pelayo) en 1967. Fue académicocorrespondiente de la Real Academia de la Historia. En 1999el entonces ministro de Educación y actual presidente delGobierno, Mariano Rajoy, le impuso en Pamplona laEncomienda con Placa de la Orden de Alfonso X el Sabio.Falleció el 23 de octubre de 2005. Este año se cumple elcentenario de su nacimiento.
Jaime Ignacio del Burgo nació en Pamplona el 31 de julio
de 1942. Es doctor en Historia del Derecho y académicocorrespondiente de las Reales Academias de la Historia, deCiencias Morales y Políticas, y de Jurisprudencia yLegislación. Además de la revisión del manuscrito, suaportación ha consistido en la redacción de algunos de loscapítulos del libro, como el que trata de la foralidad y elúltimo capítulo relativo a la incorporación de Navarra a lamonarquía española, así como las notas explicativas a pie depágina y el epílogo, donde se hace un sucinto recorrido por lahistoria de Navarra a partir de la entronización de losmonarcas de la Casa de Austria.
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I. FILOSOFÍA DE LA HISTORIA La clave de la interpretación de la historia está
inevitablemente vinculada a la explicación que cadamomento de la filosofía acerca del hombre y de sus móvilessociales, de la aceptación del concepto de vida trascendenteo de la negación positivista de los valores de la espiritualidad.
Ciertas escuelas históricas llegan a postergar la historia
política en beneficio de la historia social, pero no se puedeprescindir de la historia política, como no se puededesconocer la historia eclesiástica.
La Edad Media es la edad de las Sumas, de las
Universidades, de las Sorbonas, de esas vastas síntesis comola de Santo Tomás de Aquino, donde la inteligencia humanaha intentado articular en sistema toda la herencia de losconocimientos recibidos de la antigüedad.
No cabe desconocer en la interpretación de la historia
del pasado remoto, el multisecular influjo que ejerció en lasmentes la idea de unidad en el tiempo, iniciado con el FiatMundus y que concluirá al son de las trompetas delApocalipsis.
La idea de la universalidad de la historia es una idea
cristiana que tiende a demostrar que todo está enlazado y sedirige a un mismo fin. Pero las nieblas del pasado remotoson, a veces, tan densas que es inútil tratar de penetrar enellas con los ojos del cuerpo y ha de recurrirse a ladeducción, a la comparación, al raciocinio, en resumidascuentas, a los ojos del espíritu.
El género novela, lleno de trampas, es por lo atractivo y
brillante, suficiente para satisfacer el orgullo local y el
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patriotismo de campanario, por lo que no se extinguiránunca. De ahí la utilización de los textos a favor de tesispreconcebidas. No se trata de buscar la verdad histórica, sinolos argumentos en pro de particulares tendencias oconvicciones.
La historia moderna tiene mucho de propaganda política,
y por eso recordaba Balmes que antes de leer una historia esmuy importante conocer la vida del historiador.
En los manuales de historia empleados en diferentes
países, resulta divertido comprobar cómo se encuentratratada, por ejemplo, la misma guerra. A lo sumo, en loúnico que coinciden es en los nombres propios.
La historia no puede limitarse al relato de hechos
aislados sin conexión con el binomio tierra-vida. Tiene queafrontar el estudio de toda la compleja maraña que forma lavida misma, la cultura y el medio ambiente del ayer y el hoy,en perpetua e indisoluble continuidad. Únicamente un estudioglobal, mirando de arriba abajo y de izquierda a derecha conperspectiva histórica, permite registrar sin miopía, el avancede la humanidad.
La cultura es trashumante, va de un pueblo a otro, de
unas naciones a otras. Cuando una cultura decae oexperimenta regresión en un sitio, en otra parte semanifiesta próspera y floreciente.
No sirve abstraerse y dar valor a los propios
descubrimientos, ni desconocer las investigaciones ajenas.Los estudios históricos deben ser progresivos cuando tienenuna base firme de sustentación.
La historia general más próxima a Navarra es la de la
comunidad peninsular en la que se halla inserta por vínculosgeográficos, económicos, sociológicos, morales y políticos.
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II- HISTORIOGRAFIA
Algunos autores consideran fuentes historiográficas todocuanto procede de testigos y contemporáneos de losacontecimientos. Lo demás es bibliografía. Estas distincionesimportan menos a la hora de recrear la historia, que debedisponer de toda suerte de materiales. La Real AcademiaEspañola, en una segunda acepción, hace extensiva lahistoriografía a todo el ámbito bibliográfico y crítico de losestudios sobre la Historia y sus fuentes y de los autores quehan tratado estas cuestiones. La generalización permitesimplificar y reunir en un mismo contexto las fuentes de unou otro signo.
Corresponde al cristianismo la proyección al terreno de
la Historia de una nueva concepción de la vida humana comoobra de un Dios único, y la difusión de una doctrina que noadmite la división entre pueblos civilizados y superiores, ypueblos bárbaros, ya que todos proceden del mismo tronco ytienen un mismo destino.
Fue San Agustín el que nos dio una visión de conjunto
de la vida con criterio universalista. Su continuador Orosioinsistió en el tema, estableciendo que las causas másdispares y alejadas tienen una evidente correlación.
La historiografía española, propiamente dicha,
abundante en noticias más o menos fantásticas, aparece enla Edad Media, pues si algún hispano escribió antes, no lohizo como español, sino como romano.
Al escindirse el imperio romano comienzan las
historiografías nacionales, condicionadas por el hecho de quelos godos tenían el poder militar, mientras que la población
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hispana romanizada manifestaba una preponderancianumérica y cultural.
San Isidoro trató de configurar un conjunto homogéneo
de los pueblos que formaban el reino godo. Pero la invasiónmusulmana provocó un nuevo cambio en las estructurasreligiosas, políticas y sociales de la población hispana,interrumpiendo el proceso de desarrollo de la culturavisigótica.
Las primeras obras cristianas aparecen en Al-Andalus y
proceden de los autores mozárabes. En el siglo IX estaactividad se traslada en gran parte a los territoriosindependientes del norte.
Cuando la España occidental tiene una historiografía
importante, ni en los reinos de Navarra y Aragón, ni en loscondados independientes de Cataluña se produce ningúntexto histórico comparable a los conocidos de León y Castilla.
La Crónica Albeldense dedica a Navarra una extensión
menor que al León, y nada dice de sus primeros reyes.Ahmed ben Mohamed el Arrazi, o moro Rasis, escribió unacrónica que contiene una elogiosa mención de Tudela. LasGenealogías de Meyá dan noticias, a veces con indicacionesbiográficas, de los primeros reyes navarros. El Necrologio deRoda tiene una parte navarro-aragonesa que comprende losaños 925 a 1209. El texto histórico más antiguo redactado enromance navarro es el Liber Regum o Crónica Villarense.
El arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada, aunque nacido en
Navarra, apenas si se ocupa de la historia de su país deorigen en su historia “De rebus Hispaniae” o “Historia gótica”,que abarca desde los primeros tiempos hasta 1243.
La serie de crónicas y cronicones hispanos culminaron
en la Primera Crónica General, de Alfonso X el Sabio, obra
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capital de la historiografía y de la poesía. Crónica navarro-aragonesa llama Menéndez Pidal a un
manuscrito del año 1310 que contiene una reseña de losreyes de Aragón hasta 1328.
Fray García de Eugui, obispo de Bayona, escribió una
Crónica d’Espayña a finales del siglo XIV, con un breve apéndice tratado en ocasiones como obra independiente dedicado a la Genealogía de los Reyes de Navarra. TambiénGarcía Lápiz de Roncesvalles contribuyó a la historiografíanavarra con una crónica que se inicia con la introducción delcristianismo y termina en 1404, reinando Carlos III el Noble.
La historiografía navarra comienza a perfilarse en el
período de cerca de dos siglos que va desde la aparición de laCrónica del Príncipe de Viana hasta la publicación de losAnales del P. Moret. La Crónica del Príncipe de Vianarepresenta un avance considerable, aunque luego se vuelveal tipo de genealogías reales.
La historiografía nacional está representada por Rodrigo
Sánchez de Arévalo, Ocampo, Morales, Garibay y Mariana, alos que tendríamos que añadir el P. Flórez y Jerónimo Zurita.
Juan de Jaso, Sancho de Albear, Luis Correa, Antonio de
Nebrija, Diego Ramírez Avalos de la Piscina, Esteban deGaribay, Chappuis, Favyn, Sandoval, Pedro de Agramunt,Juan de Sada, Oihenart y Palafox llenan los siglos XVI y XVIIhasta la publicación de los Anales del P. Moret en 1674.
El P. Moret realizó en sus Anales del Reino de Navarra
una obra básica en la que prescinde de la historia primitivahasta el momento en que los romanos dieron noticias de laPenínsula. No obstante, participa también de la tendencia aponderar la antigüedad, méritos y excelencias del reino,anticipando cuanto puede su fundación como tal.
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La historiografía navarra vuelve a su atonía después de
la publicación de los Anales, continuados por el P. Franciscode Alesón. Parece como si ya se hubiera hecho todo.
En el ámbito nacional hallamos nombres como Agustín
López de Mendoza, Juan Ferreras, Francisco de Berganza,Pablo San Martín, Manuel José de Madrazo, José Ortiz y Sanzy Jaime Villanueva.
Buceando en la exigua historiografía navarra sólo
hallamos algunos manuscritos probablemente del siglo XVIII.Pablo Miguel de Elizondo, que fue el tercer cronista deNavarra, publicó en 1732 un Compendio de los Anales delReino de Navarra.
Procedería también citar a Schoeplin, Seccousse,
Traggia, Dihigo y Yanguas y Miranda, autor este último de unsegundo Compendio de los Anales, extracto sencillo y útilfácil de manejar.
A partir de 1840 la historiografía navarra se resiente de
evidente parcialidad, al estar sus seguidores inmersos en laspolémicas políticas y doctrinales de la época. El propioYanguas y Miranda, antes de convertirse en liberal-fuerista,redactó un escrito para la Diputación de Navarra dirigido alas Cortes de Madrid en el que se pedía la supresión de losFueros, por entender que eran incompatibles con laslibertades constitucionales.
La obra más importante de Yanguas y Miranda es su
Diccionario de antigüedades del Reino de Navarra, publicadode 1840 a 1843.
Navarro Villoslada no fue historiador, pero sí brillante
literato, autor de varias novelas históricas que han servido debase a no pocas interpretaciones legendarias e inexactas de
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la historia del reino. Ese es el caso de “Amaya o los vascosen el siglo VIII”, muy invocada nominalmente por laliteratura aberzale, omitiendo que el mensaje final del autores que Navarra nace a la historia de la fusión de vascones ygodos unidos por la fe cristiana y por la voluntad de librar aEspaña del dominio musulmán.
Tampoco las guerras carlistas cuentan con historiografía
propia navarra, y hay que recurrir a Bermejo, Pirala,Lafuente, Bonilla, Botella y Carbonell, Brea, FranciscoHernando, Nombela y Melchor Ferrer para encontrar noticiasreferentes a Navarra. Algunas Memorias, tardíamenteconocidas, como las del conde de Guenduláin, publicadas en1952, pueden ilustrar el período de la primera guerra carlista(1833-1840).
Iturralde y Suit fue un escritor romántico enamorado de
las cosas de su tierra, que publicó numerosos trabajosliterarios e históricos. El mismo carácter hay que atribuir aHerminio de Olóriz, aunque no se acredita como historiadordesapasionado e imparcial.
En 1896 se creó en Pamplona la Comisión de
Monumentos históricos de Navarra, que publicó un Boletín de1896 a 1936, en el que colaboraron los más distinguidosescritores de la época. También a finales del siglo XIX surgióla Asociación Eúskara de Navarra.
La figura más destacada de aquel movimiento romántico
es Arturo Campión, que en política fue primero liberal,después militó en el integrismo tradicionalista, se separó en1893 de Nocedal y derivó finalmente hacia el nacionalismovasco sin llegar a militar en él. Sus Euskarianas, en oncevolúmenes, constituyen un mosaico de temas de índole varia.Para Campión, las exageraciones del P. Moret en cuanto a lasexcelencias de la historia de Navarra sólo son "hijas del
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patriotismo". Realizaron una importante contribución a la
historiografía navarra Mariano Arigita (canónigo), JulioAltadill (militar español), Juan Albizu (sacerdote), GregorioVera, Eladio Esparza (periodista), Marcelo Núñez de Cepeda(sacerdote), destacando además el jesuita Antonio PérezGoyena (jesuita) y sobre todo José María Lacarra (catedráticode historia medieval), al que sucedió su discípulo y despuésmaestro de historiadores Ángel Martín Duque.
Sucesora de la Comisión de Monumentos Históricos de
Navarra fue la Institución Príncipe de Viana, creada en 1940y que, dirigida durante muchos años por José EstebanUranga, realizó una gran labor en la restauración demonumentos y en la publicación de libros principalmente dehistoria. Fue en los años cincuenta cuando surge la figura deJulio Caro Baroja.
En la última mitad del siglo XX el tema foral volvió a
tener actualidad con la publicación de la obra de JaimeIgnacio del Burgo, Origen y fundamento del régimen foral deNavarra (Pamplona, 1968), tesis doctoral que había obtenidoel Premio Biblioteca Olave 1967. Esta obra demuestra que laLey de Fueros de 1841 es de naturaleza “paccionada”, esdecir, fruto del pacto entre Navarra y el Estado. Fue pioneraen el estudio del Derecho público navarro en la épocacontemporánea que desde entonces cuenta con numerosasaportaciones monográficas.
No se deben desconocer los estudios de Claudio
Sánchez-Albornoz sobre la primera historia de Navarra, asícomo el Atlas de Navarra, Geográfico, Económico, Histórico.(Pamplona, 1976), aunque no está exento de errores. Fuesuperado por el Gran Atlas de Navarra de gran formato (46 x37 cm), editado por la Caja de Ahorros de Navarra en 1986.
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De 1989 es la Historia de Navarra en tres volúmenes
profusamente ilustrados coordinada por M. Ibáñez Artíca, yen 1990, la Caja de Ahorros de Navarra publicó la GranEnciclopedia Navarra en diez volúmenes, que recoge en lamisma sucesión alfabética temas y biografías de lospersonajes de todas las épocas, excluyendo los vivientes.
En las últimas décadas ha surgido un brillante plantel de
historiadores, la gran mayoría profesores universitariosaunque los hay también autodidactas. Nos referimos, sinánimo de ser exhaustivos, a José Andrés-Gallego1, RodrigoRodríguez Carraza, Ignacio Olábarri, Huici Urmeneta, JimenoJurío, Sorauren, Juan Carrasco, Víctor Manuel Arbeloa, JoséGoñi Gaztambide, Florencio Idoate, José Ramón Castro,Faustino Menéndez Pidal, Alfredo Floristán, Juan JoséMartinena Ruiz, Javier Fortín, Ángel García-Sanz, Juan JesúsVirto, Emilio Majuelo, Francisco Miranda, Carmen Estolaza,Eloísa Ramírez Vaquero, Francisco Javier Navarro, Juan JoséSayas, José María Usunáriz y Luis Marín Royo. Sobre lahistoria de las instituciones y del derecho foral destacanFrancisco Salinas Quijada Joaquín Salcedo Izu, María PuyHuici, Gregorio Monreal, Juan Cruz Alli Aranguren y MercedesGalán. Concepción García Gainza hará importantesaportaciones a la historia del arte y en la arqueología,imprescindible para el conocimiento de la prehistoria y de laEdad Antigua, sobresalen trabajos arqueológicos de MaríaÁngeles Mezquíriz.
Cerramos las citas con la Historia General de Navarra,
del autor de este libro, publicada en 1992 en 3 vol. in-4º, de1000 páginas cada uno, en la que pueden verse ampliadostodos los conceptos resumidos en este recuento histórico.
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III- GENERALIDADES Las condiciones geográficas y climáticas, la montaña y la
llanura, si bien no determinan de una manera definitiva elsujeto histórico, inclinan su voluntad, influyen en susmóviles, en su dinamismo o quietismo, y marcan en élcaracteres y peculiaridades que sólo la vivencia de otromedio puede a la larga borrar.
La Península Ibérica, precisamente por ser península y
estar separada virtualmente de la gran masa continental,parece a primera vista que es, geográficamente, un paíshomogéneo y continuo. Pero la verdad es que se trata de unode los más variados y montañosos de Europa.
A ella llegaron las razas procedentes del sur y del norte,
y durante milenios fue España una especie de fondo de sacodel mundo. El oriente, el mediodía, Europa y África volcaronsobre España oleadas de invasores que llegaron a dominarladurante siglos.
La amorfa configuración del reino pamplonés del siglo
VIII va moldeándose paulatinamente hasta alcanzar la siluetadel actual mapa, inmodificado en sus líneas generales desdehace cuatro siglos.
Al producirse la invasión musulmana, el territorio
navarro quedó dividido en dos, la Montaña cristiana y laRibera sarracena.
No todas las cuencas de agua llevan la misma dirección,
ni siquiera todas las de una comarca tiene vertiente común.En general, el sistema hidrográfico de Navarra se distribuyeentre el Cantábrico y el río Ebro, que vierte en elMediterráneo.
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Tradicionalmente se ha venido dividiendo a Navarra en
tres zonas: Montaña, Zona media y Ribera. Pero Navarra noes una unidad física, la unidad está en su historia, en supasado común. Caro Baroja dice que "Navarra, en sí, fue unestado, los navarros fueron considerados como grupo muycognoscible en el Occidente de Europa, y aquel estadopequeño no tenía unidad de lengua, ni de raza, ni siquieratenía unidad de paisaje".
El aspecto climático de Navarra es una encrucijada en
lucha permanente entre las influencias atlántica ymediterránea que condicionan la sucesión de sus tiemposmeteorológicos. Pero esa misma característica puedeatribuirse a los aspectos humanos, que ofrecen aún mayordinamismo en sus contrastes. Por eso podemos decir queNavarra es, ante todo, una comunidad histórica y política.
Los cálculos demográficos anteriores al siglo XIV son
incompletos e inseguros. No hace mucho se afirmaba que laPenínsula Ibérica contaba con 40 a 50 millones de habitantes al desaparecer el imperio romano, lo cual no es aceptable, pues una economía fundamentalmente agraria, con las técnicas de cultivo de la época, no podía ser capaz de alimentar a una población tan elevada.
La historia de España habrá de estar condicionada por la
lucha de los españoles contra la pobreza de las tierras quehabitaban. Hay que aceptar que durante 1500 años lapoblación se mantuvo estacionaria: seis millones durante ladominación romana y poco más de siete al morir Carlos II en1700.
En los siglos XI y XII hubo una explosión demográfica
que llegó a duplicar la población. En el siglo XIV comienzan allevarse los "libros de fuegos"2, pero el temor a la fiscalidad y
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a las leyes para el servicio de las armas, provocanocultaciones y omisiones.
Del informe de Quintanilla se deduce que en tiempos de
los Reyes Católicos, España podía contar con 8.500.000habitantes. Hay objeciones a estos datos.
La expulsión de los judíos y moriscos no dejó de tener
repercusiones demográficas y económicas. No hay acuerdoen la estimación del número de los expulsados.
En 1646 la población total de España no rebasaba los
seis millones. El economista navarro Jerónimo de Ustarizcalculó, entre 1712 y 1717, que era de siete millones. Elcenso de Ensenada (1748) totalizó 7.474.187. Al darcomienzo la guerra de Independencia, el geógrafo Antillóncalculó la población en doce millones.
En 1832 se da la anomalía de existir dos censos con
resultados contradictorios, pues, si uno llega a los14.660.000 habitantes, el otro se queda en 11.158.774.
El 18 de junio de 1.837 se promulga la ley para el
Estudio de la Población, en la cual se dispone que en losucesivo se haga el recuento general de los habitantes cadadiez años.
El censo de 1857 es el primero que se hace de forma
nominal directa, asignando a España 15.461.628 habitantes. La demografía propiamente navarra, dentro de una
tónica generalizada que sigue las relativas constantes delíndice peninsular, ofrece asimismo altibajos yestancamientos. Proporcionan datos los cómputos de 1350,1366 y 1427. En los siglos XIV y XV la población de Navarraoscilaba en torno a los cien mil habitantes.
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No se puede desconocer la incidencia que tuvieron lasgrandes epidemias de la humanidad en el desarrollo de lapoblación. Fueron particularmente mortíferas en Navarra lasde 1348, 1380, 1382, 1383, 1401, 1422, 1508 y 1564.
La gran peste de 1599 produjo numerosas defunciones y
muchos pueblos quedaron reducidos a su mínima expresión.De este año data la función de las Cinco Llagas con que seconmemora en Pamplona el fin de la epidemia. En el sigloXVI la población se situó en torno a los 150.000 habitantes.
En 1720 se adoptaron medidas rigurosas para prevenir
la peste de Marsella. Hubo nuevos brotes en 1771 y 1832. Afinales del siglo XVIII Navarra tenía unos 225.000 habitantes.
Una cierta base para los estudios demográficos son los
libros de Ramírez Arcas y de Sanz Baeza. El primero destacael alto nivel de criminalidad de Navarra, que en 1813 llegó a253 condenados por diversos delitos y en 1846, a 1071, delos cuales 646 no sabían leer ni escribir. A finales del sigloXIX la población navarra superaba los 300.000 habitantes.
En el siglo XX, Navarra ocupa un lugar muy alto en las
estadísticas migratorias. De 1900 a 1960, unos 100.000navarros abandonaron el territorio foral. Elemento correctorde la emigración fue el Plan de Desarrollo Económico de1964, aprobado por la Diputación Foral, que creó 30.000puestos de trabajo. En 1970 el censo de habitantes era de464.867 habitantes.
La población de Navarra es aún hoy escasa. Unos
seiscientos cincuenta mil habitantes, lo que da una media depoco más de 60 habitantes por kilómetro cuadrado3. En loque va de siglo, Navarra acusa un incremento del 51%,mientras Pamplona llega al 49%.
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La población de Navarra es menor que las siguientescapitales españolas: Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla,Bilbao y Zaragoza.
IV- PREHISTORIA Del penoso y difícil recorrido por el hombre en los
tiempos primitivos no hay documento escrito, ni siquieratradiciones o leyendas transmitidas. Y aunque con lastécnicas modernas puede llegarse a una concreción en lacronología de los objetos hallados en las excavaciones,tenemos que reconocer que las prácticas de laboratorio sonincapaces de profundizar en los sentimientos e inclinacionesde aquél.
La prehistoria o la arqueología prehistórica, como
prefieren algunos, suele dividirse en las edades por las quese considera que ha pasado la humanidad en el desarrollo desu cultura. Su cronología es muy incierta.
Los geólogos nos dicen que hace cerca de medio millón
de años o más comenzó el cuaternario europeo, durante elcual hizo su aparición el hombre en la tierra.
En el paleolítico inferior cabe suponer la existencia de
hombres que trabajaban la piedra. La cultura del paleolíticoinferior es la primera de que tenemos noticia en España, yresponde a una etapa avanzada del desarrollo culturalhumano. La presencia de numerosas piezas del paleolíticoinferior en el monte Limitaciones de las Améscoas, en lasterrazas del Ega y del Irati, y en las inmediaciones dePamplona, acusan la existencia de un taller de sílex al airelibre hace casi doscientos mil años.
En el paleolítico medio el hombre vive en cuevas y en
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este período tenemos en la Península el cráneo femenino deGibraltar y la mandíbula de Bañolas, restos de la raza deNeanderthal, de economía depredadora y recolectora. Mástarde aparece la variedad humana conocida con el nombre deCro-Magnon, cuyos restos óseos son muy abundantes enEspaña.
Al paleolítico medio pertenecen algunos materiales de
los yacimientos de Urbasa, entre los que se cuentan losrecogidos en el de Coscobilo (Olazagutía).
La industria lítica (o de la piedra) alcanza una
extraordinaria perfección durante el paleolítico superior, y lasmanifestaciones de la vida dan paso a creencias y ritualesmágicos. El hombre de Cro-Magnon fabrica armas más útiles,emplea la cerámica y se expresa por medio del tallado desílex y del dibujo en la llamada pintura rupestre.
Al paleolítico superior cabe atribuir las cuevas habitadas
de Alkurdi y Berroberría en Urdax, Atabo en Alsasua, Lexotoay la Cueva de Brujas en Zugarramurdi y Coscobilo enOlazagutía.
Al final del paleolítico, que es el período más largo de la
vida del hombre sobre la tierra, los cazadores de la montañallegan hasta las tierras llanas en persecución de sus presas,dejando huellas de su paso en Lumbier y Liédena.
Durante el mesolítico surgen los grandes bosques y se
extinguen muchos animales de gran tamaño. El hombrerecurre subsidiariamente a la colecta de frutos y pesca, ycomenzaría a abandonar las cuevas. Vestigios del mesolíticopueden apreciarse en la ya citada cueva de Coscobilo y enotra a orillas del Zatoya, en Abaurrea Alta.
El neolítico o nueva edad de piedra es importantísimo
para el desarrollo cultural del hombre, que ha domesticado
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algunos animales y aprendido a cultivar semillas. Pulimentala piedra y se produce una auténtica revolución cultural. Elpastoreo adquiere una importancia capital y la trashumanciadel ganado pone en contacto a unos pueblos con otros. Eneste período se empieza a utilizar el cobre para la fabricaciónde armas y utensilios. Hay vestigios del neolítico no sólo enla montaña de Navarra, sino también en las comarcas mediasy en la Ribera del Ebro.
El conocimiento del cobre y del estaño originó un gran
movimiento comercial por los años 1780 a 1680 a. de J.C. Enesta época, se pone el nacimiento de la edad del bronce enEspaña.
La cultura megalítica del Pirineo se desarrolló en su
totalidad durante la edad del bronce. Se han localizado másde 250 dólmenes en las sierras de Aralar, Urbasa y Andía,Erro, Navascués, Bigüezal, Errazu y Artajona. Los talleres desílex al aire libre llegan a 35.
La edad del hierro inaugura un nuevo espacio de vida
del hombre y se divide en dos períodos, del 700 al 450 a. deJ.C. y del 450 al 50 a. de J.C. Es la época de las grandesinvasiones célticas que traen a la Península nuevas formas devida.
Del período hallstático –o primera edad del hierro–
existe en Navarra el importante yacimiento del cabezo de laCruz, en Cortes, así como las ruinas del cerro de Castejón deArguedas.
Durante la segunda edad del hierro, de tradición
celtibérica, abundan los emplazamientos en las alturas de laNavarra media y meridional, como los de Leguín, LeguínChiqui y San Quirico, en Echauri, Santo Tomás de Ibero, elCastellar de Javier, Eldorre de Artajona, la necrópolis de la
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Torraza de Valtierra y el poblado de la Peña del Saco deFitero.
La Ribera tudelana puede decirse que estuvo habitada
en la edad del hierro por pueblos de cultura centroeuropea.La expansión celtibérica pudo realizarse durante el siglo III yla mitad del II a. de J.C. y es muy probable que su vitalidadmotivara en buena parte la política filovascona de losromanos.
La Península Ibérica fue el receptáculo y la encrucijada
de etnias y culturas diversas. Era la meta final de todas lasinvasiones. El que llegaba no podría ir en busca de un másallá inexistente.
Toda la serie de teorías sobre el origen de los pueblos
primitivos se fundamenta en referencias de historiadores ygeógrafos que vivieron muchos siglos después. Lo queconocemos de la prehistoria y aún de los mil primeros añoshistóricos son, a veces, meras suposiciones basadas enrelatos tardíos o en la tradición.
Durante el primer milenio a. de J.C. se producen en la
Península choques de culturas diversas entre los invasoresque llegan por tierra procedentes de Europa continental, y losque vienen por mar de las costas tanto europeas comoasiáticas y africanas. En medio de una gran confusión,algunos identifican a los tartesios como los primerospobladores de la Península. Otros hablan de los ligures,haciéndoles filiales de la rama beréber. En el año 500 a. deJ.C. los iberos invadirían la Galia y ocuparían la Provenza yAquitania, rechazando a los ligures.
No faltan autores que niegan con buenas razones la
presencia de los ligures en España, alegando que lasargumentaciones de los liguristas se hallan desprovistas de
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base arqueológica. No se conocen con seguridad de dónde proceden los
iberos, a quienes tradicionalmente se considera como losprimitivos pobladores de España. Su llegada por el sur sesitúa a finales del neolítico, y no es aventurado suponer queles acompañaran otras razas. Se establecieron en Levante yMediodía, Pirineos ístmicos y sur de Francia.
En la antigüedad, se dio el nombre de Iberia a la tierra
que va de la parte meridional del país valenciano hasta elRódano. Hay quien sostiene que comprendía a todas lasregiones septentrionales y que precisamente el nombre deIberia procedía del río Ebro. Todo hace suponer que laextensión del vocablo a la totalidad de la Península fue másmoderna. Los romanos, por su parte, vulgarizaron el nombrede Hispania.
No falta quien afirma que los iberos no formaron un
pueblo nuevo, sino que hay que considerar lo ibero como unaexpresión cultural de los pueblos aborígenes que ocuparonuna parte de la Península, sin que se pueda atribuir a lapalabra un sentido etnográfico, sino meramente geográfico.
El primero que defendió su origen africano fue Bosch
Gimpera, para quien la población camita llegada a laPenínsula en el neolítico se identifica con los iberos, dequienes descienden los iberos históricos de que habla elperiplo massaliota que sirvió de base al poema de Avieno.Después de un proceso de mezcla y fusiones llegaron aconstituir la raza peninsular predominante.
Frente al testimonio de los partidarios de la tesis
africana está el de los que consideran a los iberos como unacorriente separada del tronco de la especie humanaconcentrada en la Alta Asia. Caro Baroja dice que el análisis
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histórico cultural está produciendo un desvanecimientoprogresivo de la "etnia" ibérica africana.
Se afirma que fue Asia la cuna y semillero de la raza
humana, aunque algunos se preguntan si no pudo serlotambién el continente africano.
Se habla de una raza, de un pueblo, incluso de un
estado indoeuropeo, pero en la actualidad hay más reservasy se piensa que lo que hubo fue una civilización común alconjunto de pueblos que vivían en las llanuras eurásicas.
Los indoeuropeos, indogermanos o arios llegaron a
dominar gran parte de Europa y Asia, considerándose comolos progenitores de los pueblos modernos. Entre 2000 y 1000a. de J.C. se volcaron por Europa en sucesivas oleadas,fundando las bases de las dos grandes civilizaciones delMediterráneo, la griega y la latina.
Se considera que los celtas son una rama del tronco
indoeuropeo que invadió la Península. Es posible que laprimera invasión ocurriera hacía el año 800 a. de J.C. ycontinuara a lo largo de varios siglos. La más característicaes la que se produjo en el siglo VI a. de J.C. por los pasosoccidentales del Pirineo. No faltan quienes opinan que losceltas vinieron también por mar. Los celtas introdujeron unalengua más en España.
Iberos y celtas, más o menos igualados en fuerzas,
lucharon entre sí hasta fundirse lentamente en la Meseta ydar lugar a lo que los escritos antiguos denominaronceltíberos.
Cuando los textos antiguos griegos y romanos aluden a
los pueblos de Iberia, a pesar de documentar históricamentesu existencia, reina una gran confusión. Lo único que se sacaen limpio es su variedad.
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A medida que nos acercamos a nuestra era son más
seguras las noticias que tenemos de España, pero losnombres históricos, incluso los usados por fuentes coetáneas,tienen a menudo mucho de convencional.
En conjunto, y comparativamente, cabe afirmar que la
Península Ibérica estaba mucho más retrasada que las demásregiones del mundo antiguo durante los períodos queacabamos someramente de reseñar. Y es precisamentedurante algo después del 1200 a. de J.C. hasta el siglo VII,en época histórica, cuando ocurren las grandes invasionesdocumentadas y la formación de las "etnias" conocidas porlos griegos y romanos.
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V. LOS VASCONES Tenemos que recurrir al testimonio de los antiguos y de
los cronicones medievales para tratar de reconstruir losorígenes del reino de Navarra, si bien la clave de suexistencia está precisamente en el proceso de laReconquista.
Por la sangre de los navarros corre la de muy diferentes
etnias. Vascones, romanos, visigodos, musulmanes, francos,provenzales y judíos llenan grandes períodos de su historiamejor conocida.
En el principio no de la prehistoria sino de la historia
aparece un pueblo al que los romanos llamaron “vascones”,pero aquí nos sumergimos en un mar de informacionesimprecisas y contradictorias que el investigador modernotrata inútilmente de desvelar.
Los que para la solución de los "orígenes" basan sus
teorías en criterios meramente raciales o sutilezaslingüísticas han perdido la noción del tiempo. Por encima delas ideas preconcebidas y las inclinaciones de partido, enhistoria –como en arqueología– hay que estar a lo que salga.Y no todo se ofrece en su integridad y al mismo tiempo, porlo que el revisionismo histórico es algo que está en lanaturaleza de las cosas, pues lo que hoy pareceincontrovertible mañana se derrumba ante la aparición dehechos nuevos que no se conocían.
Hay que desechar la literatura disparatada, novelesca e
irresponsable puesta en boga con intermitencias coincidentescon determinadas situaciones políticas que se dan de vez encuando en la vida de los pueblos.
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Telesforo de Aranzadi dice que es un tópico la oscuridaddel origen de los vascones y se pregunta si acaso lo tienenmás claro los indoeuropeos y los caristios.
Yanguas y Miranda afirma que a principios del siglo XIX
se contaban más de 290 opiniones a propósito del origen delos vascones. Lo mismo podría decirse de la multitud depueblos antiguos. Caro Baroja calificó esta preocupación porlos "orígenes" de desacertada e insoluble.
A pesar de todo, hay una literatura con ribetes de
racismo trasnochado que sigue manteniendo audacesopiniones, nacidas más bien de la pasión, de la mala fe ysobre todo, de la ignorancia.
A los que sin detenerse a establecer diferencias entre
raza o idiomas sostienen el parentesco beréber, Telesforo deAranzadi les dice que lo afirman sin saber nada ni devascuence ni de beréber.
Camilo Julián cita unas veinte razas como posibles
antecesoras de los vascones, entre las que se cuentan losturanios, los egipcios, los hebreos, los atlantes, los celtas, loscaucasianos, los fenicios y, por descontado, los iberos,ligures y pelagios.
Schulten sostiene que los ligures, de probable origen
africano, son los habitantes más antiguos de España, y quelos vascones representan restos del pueblo ligur. Otrosdefienden la primacía de los iberos, pero si los vasconesdescienden de éstos, ¿quiénes eran los iberos?
Yanguas y Miranda afirmó que los vascones traen su
origen verosímilmente, de los habitantes de la otra parte delPirineo.
Vinson creía que los vascones sólo eran una pequeña
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tribu que moraba en los Pirineos occidentales. Para Zamácolalos vascones fueron los primitivos habitantes de España,aunque no dice si vinieron de alguna parte del mundo onacieron por generación espontánea.
Para hacer a los vascones autóctonos, que "no vinieron
de ninguna parte del mundo", se llega a negar el Génesis y aafirmar que el hombre no procede de un mismo tronco.
Se llegó a decir que los vascones eran un pueblo de
origen occidental, indoamericano, que pudo escapar a ladestrucción de la Atlántida4, o que fueron nada menos que elantecedente común de arios y semitas.
Otra tendencia hace a los vascones prearios, el último
vestigio de un asentamiento humano que se extenderíadesde el Cáucaso hasta el Pirineo. Campión afirma queconstituyen la primera raza desgajada del tronco ario. Pero siel problema de los indoeuropeos es uno de los grandesenigmas de la prehistoria, no nos hagamos ilusiones de poderpenetrar en el período preario.
Para Bochs Gimpera la expansión indoeuropea pudo
haber dejado algún grupo aislado en todo el interior delPirineo, y si hay un punto firme en la etnología peninsular,parece ser el carácter no ibérico ni celta de los vascones.
La tesis iberista, que identifica a lo vascónico con lo
ibero fue enunciada ya en el siglo XVI por el licenciado Poza.Los escritores vascongados se aferraron a la tesis delvascoiberismo cuando creyeron, como todo el mundo, queeran efectivamente los iberos los primitivos habitantes deEspaña. Al comprobar que nada se opone a que hubiera otrospobladores más antiguos, la abandonaron.
En el terreno puramente científico opusieron reservas a
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la tesis vascoiberista Caro Baroja, Luis Michelena y AntonioTovar.
Taracena y Vázquez de Prada afirman que Arguedas y
Echauri constituyen hasta ahora los únicos yacimientosobjetivamente conocidos de la edad del hierro de Navarra ylas industrias de sus cinco estaciones son de tiposcentroeuropeos, ilirios o celtíberos, pero no mediterráneos.Ello les induce a dejar en suspenso la hipótesis generalmenteaceptada del iberismo de los vascones. Con lo que en ésta,como en tantas cuestiones relativas a los orígenes, habremosde seguir en al oscuridad y en la duda.
Según una fábula antigua, la Península Ibérica fue
poblada por el patriarca Túbal, supuesto hijo de Noé, quecomenzó por instalarse en el Pirineo para proyectarsedespués por todo el territorio peninsular.
Textos antiguos recordados por Risco, afirman que Túbal
y sus descendientes se establecieron en el territorio de losvascones, tomando asiento en el lugar que tiene al presentela ciudad de Pamplona. En lo mismo abundan, con algunasvariantes, Jiménez de Rada y el obispo Sandoval.
El guipuzcoano Esteban de Garibay llegó a afirmar que
los descendientes de Túbal vivieron en Mondragón. Túbalanunció a los suyos la ley de la naturaleza y les dio orden debien vivir. La lengua vascongada sería, por consiguiente, laprimera de España. Para Navarro Larreátegui, Túbal poblótambién el Señorío de Vizcaya y la Cantabria.
Henao precisa que la venida de Túbal a España sucedió
después de la división de las lenguas, cuyo primer año fue el2932 a. de C. No menos contundente se muestra Iturriza,que precisa que Túbal en persona llegó a Bermeo.
Entre los escritores clásicos vascongados apenas si se
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oyó la voz discrepante de Soraluce, que en 1870 puso enduda el periplo de Túbal desde Asia al Pirineo.
Aunque el propio Yanguas y Miranda desdeñó ocuparse
de la leyenda "por suficientemente desacreditada" no faltanautores modernos que siguen sustentando el mito como si deuna verdad comprobada se tratara.
Tal arraigo tuvo, que en Tafalla figura la palabra TUBAL
en el escudo de la ciudad, considerándolo como fundador dela misma. También en los privilegios de los roncaleses sehace mención de la llegada de Túbal y los armenios.
Sánchez Albornoz dice que no es lícito admitir sin
reservas las diversas teorías, aunque cree posible elparentesco de los vascones con gran parte de la poblaciónprimitiva de España.
Por la remota antigüedad de los iberos en sentido
estricto en el valle del Ebro, y por sus contactos desde muypronto con los pueblos indígenas, se explica, según HugoSchuchardt, que ejerciesen sobre ellos cierta influencia y queentre los vascones puedan llegar a comprobarse elementosibéricos.
Otras hipótesis suponen a los vascones colonizados por
los iberos. Tampoco a Menéndez Pidal los vascones le parecen iberos, sino los representantes de los estratos primitivos de la población española.
Es una constante que los autores antiguos presenten a
los iberos como los primeros pobladores de España,suponiéndolos el mismo pueblo existente en el Cáucaso, bienque los asiáticos vinieran a la Península o que lospeninsulares invadieran el territorio de los hircanos. Por lasplumas de San Isidoro y Rodrigo Jiménez de Rada se difundióextensamente la teoría de una raza ibera única, cuyos
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representantes morarían en el Cáucaso y en el Pirineo. La consanguinidad de las dos Iberias fue defendida,
entre otros, por el P. Fita. Los iberos, la gente que pobló lasmárgenes del Ibero (Ebro), habrían salido de Iberia, regiónde Asia entre la Armenia y la Cólquida. Chaho inventó lafigura de Aitor, "el padre de todos los vascos", que no dejade ser una patraña incomprensiblemente recogida porCampión y sus seguidores.
Según Gárate, Chaho fue un amasijo de romanticismo y
socialismo, de revolucionario, carlista y enciclopedista. Debeconsiderársele como el precursor del nacionalismo vasco5.
Rodney Gallop reconocía que la obra de "este vocinglero
anticlerical, que tan claramente proclamaba no creer en lasEscrituras", son de una fantasía delirante. Fue el primervasco que se enterró civilmente en su país.
Todas sus obras abundan en denuestos a Castilla y a los
españoles, a quienes califica de cagots, y dice que no puedencompararse en pureza racial a los vascos.
También Campión participa de la animadversión a
España y particularmente a los castellanos, de quienes diceque "llevan siempre el honor en la lengua, pero no en elcorazón".
Pese a los esfuerzos de investigadores, antropólogos e
historiadores por despojar de su categoría histórica a losmitos, el de Aitor sigue teniendo vigencia.
Caro Baroja afirma que la significación del concepto de
raza en la Historia ha sido desarrollada, en términos teóricos,a lo largo de los siglos XIX y XX. La hipertrofia de conceptosque en sí pueden ser básicos para el entendimiento de laHistoria puede producir situaciones amedrentadoras.
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La exaltación racista no tuvo nunca eco en Navarra,
donde sin escrúpulos de ninguna clase se reconocía comonavarros, con arreglo al Fuero General, a todos los nacidosen Navarra, que en la Edad Media fue refugio de perseguidosde Castilla y Aragón, fueran moros, judíos o herejes.
Hay pueblos cuyos nombres todavía aparecen como
derivados de los primitivos (asirios de Assur; hebreos deHeber) pero otros ofrecen insalvables obstáculos paraencontrar por los vocablos el origen del mismo.
Para Schulten, el pueblo de los vascones es el testimonio
más antiguo que nos ha transmitido la literatura, y hemos deseñalar que se utiliza siempre en plural: pueblo de losvascones, territorio de los vascones.
Del período que va de las invasiones germánicas hasta
comienzos del siglo X, hay abundantes testimonios en laEspaña Sagrada del P. Flórez, continuada por Risco. En elsiglo VIII aparecen ya, perfectamente diferenciados, losnavarros.
Los navarros, de antiguo llamados vascones, según
Risco, hasta el tiempo de Augusto se les denominabacántabros, "nombre común -dice- a todas las regiones desdeel nacimiento del Ebro hasta el Pirineo".
La etimología de la palabra vascones es muy incierta.
Para el P. Moret significa montañeses, pero no tiene encuenta la extensión de los territorios que alternativamenteocuparon los vascones, lo que puede invalidar su afirmación.
Risco comenta un texto de San Isidoro deducido de
Virgilio, que habla de los vacceos, lo que fue un error detranscripción, ya que debió de leerse barceos y no vacceos.Sostiene asimismo que el nombre de vascones es en
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sustancia el mismo que se usaba antes de los romanos. Se ha propuesto también las formas vasconius, basclos,
blascones, basclenses, vásculos y vasclos. Para Campión existen las siguientes variantes:
euskaldún, euskeldun, eskaldun, uskaldu, según la diversidadde dialectos, pero la realidad es que en los textos antiguos serepite insistentemente la forma vascones, waskones owascones, que fonéticamente vienen a sonar igual.
Antonio Tovar estudió la forma barscunes, que junto con
bascunes aparece en monedas de una ceca de inciertalocalización. Nada se opone a aceptar por ahora, con lasnaturales reservas que hasta donde se ha podido llegar, seabarscunes, la forma más antigua de vascones.
Con un sentido meramente literario se han venido
empleado modernamente las voces Euskal-Erria, es decir, latierra o patria de los vascos, Euskaria y Euskería. SabinoArana inventó la palabra Euzkadi, que viene a significaragrupación de vascos, acepción difícilmente aplicable a larealidad demográfica de un territorio tan sumamenteheterogéneo.6
La referencia a Euskal Herria como denominación de los
territorios vascos la encontramos en la Biblia traducida alvascuence en 1571 y publicada en Francia por el pastorcalvinista, Juan de Lizarraga o Leizarraga. Se dice que fue elprimero utilizar dicha expresión para referirse al conjunto delos territorios vascos. Pero es ésta una verdad a medias. Escierto que escribe “heuscal herrian”, con minúscula, pero nopretende referirse a una comunidad política sino a la tierra devascos [heuscal quiere decir vasco y herrian tierra], que asíse llamaba la Baja Navarra, es decir, la comunidad a la quese dirigía la Biblia traducida: “... bat bederac daqui heuscal herrian
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quasi etche batetic bercera-ere minçatzeco manerán cer differentiá etadiuersitatea den...” [Cualquiera sabe lo diferente y diversa que es laforma de hablar en heuscal herrian casi de una casa a otra.] Más claroes el caso de Pedro de Aguerre y Azpilcueta, al que se conoce con elnombre de Axular por haber nacido en un caserío baztanés que así sedenomina. Axular fue un sacerdote fronterizo que acabó residiendo enFrancia. Escribió otra de las primeras obras en vascuence Gero, bipartetan partitua eta berezia (1643), conocida como Gero y se le atribuye, junto a Leizarraga, la paternidad de la expresión Euskal Herria: "Badaquit halaber ecin heda naitequeyelaeuscarazco minçatce molde guztietara. Ceren anhitz moldez etadiferentequi minçatcen baitira euscal herrian, Naffarroa garayan,Naffarroa beherean, Çuberoan, Lappurdin, Bizcayan, Guipuzcoan, Alaba-herrian eta bertce anhitz leccutan". Lo que significa: “Sé asimismo queno puedo extenderme a todas las formas del euskara. Ya que demuchas maneras y diferentemente se habla en euskal herria, en la altaNavarra, la baja Navarra, Zuberoa, Lapurdi, Vizcaya, Guipúzcoa y tierrade Alava y en otros muchos sitios”. Pero obsérvese que no estáidentificando a ningún país llamado euskal herria sino que en losterritorios que cita se habla la lengua vasca.
Para complicar más las cosas, el caso es que en las
excavaciones realizadas en el casco histórico de Pamplona,dirigidas por María Ángeles Mezquíriz, ha aparecido cerámicay otros utensilios propios de los celtas, pues no se haencontrado ningún elemento arqueológico identificador de losvascones. ¿Y si éstos hubieran sido una tribu celta? Amuchos se les caerían los palos del sombrajo. Los mismo quecuando la verdad de los hechos derriba mucho tópicos omitos al uso. Es lo que pasa cuando la memoria histórica nose reivindica para saber qué es lo que ocurrió sino paracorromper el pasado con el fin de ajustar cuentas a alguienen el presente.
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VI. LOS VASCONES EN LOSTEXTOS ANTIGUOS Y
MEDIEVALES Resalta la conveniencia de recopilar las noticias sobre los
vascones en orden cronológico para evitar la mezcla de unascon otras, pero sin desconocer que la ordenación de los datoscon arreglo a la época en que vivían sus autores, obliga aaveriguar si éstos las habían obtenido de fuentes anteriores.El tema fue tratado por Schulten y Blázquez.
Hay indicios de la existencia de los vascones en el año
179 a. de J.C. Pero la primera noticia concreta aparece enTito Livio (59 a. de J.C.-17 a. de J.C.) con motivo de laguerra sertoriana (año 76 a. de J.C.). La segunda la daSalustio (86 a. de J.C.-34 a. de J.C.), en el fragmento 93 dela Historia de Roma.
Aunque Estrabón (¿63? a. de J.C.-19 d. de J.C.) no
estuvo en España, las noticias que da sobre la Península sonparticularmente valiosas. Se cree que los datos de Estrabónsobre los vascones están tomados de Timágenes.
El polígrafo Varrón (116 a. de J.C.-26 a. de J.C.), que
publicó sus Antiquitates el año 50 a. de J.C., dice que laparte oeste de los Pirineos se llamaba "Vasconum Saltus".Las noticias de Varrón fueron recogidas por Plinio el Viejo(h.23-79).
Pomponio Mela, en el 43 ó 44 de nuestra era habla de
los pueblos que limitan con el territorio de los vascones. SilioItálico (25-100) emplea la forma vasco en su Bella Punica.
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Tácito (55-119) habla de unas cohortes vasconas que llevóGalba a Roma el año 69 y contribuyeron a la derrota de Civil.
Juvenal (47-127) da noticias del sitio de Calahorra, en el
que los vascones practicaron el canibalismo. Por Tolomeo (s.II) sabemos que después de los várdulos
estaban los vascones, cuya vida y condición detalla. También citan a los vascones el obispo Hipólito,
martirizado el año 236, el Itinerario de Antonino, la Vita Alex.Severi de la Historia Antigua, que se fecha en el siglo IV, y elpoeta Ausonio (309 o 310-396) en su correspondencia conSan Paulino de Nola (353-431).
En el poema de Avieno (346-395) se alude a los
vascones en los versículos 249 al 251 como gente inquieta, yen Prudencio (348-410) se relata el sitio de Calahorra.
Del siglo IV es el Liber Generationis que sitúa a los vascones al
lado de los autrigones. Hay también referencias en San Gregorio deTours (538-595), en el Cosmógrafo de Rávena y en San Isidoro deSevilla (¿560?-636). El Chronicon Fredegarii, del siglo VII, habla delos vascones en varios pasajes. Lo mismo puede decirse de laHistoria excellentissimi Wambae regis de Wamba de San Julián deToledo (+690) y de las Epístolas de Tajón (h.651).
La Vita S. Amandi confunde a los vascones con los vacceos.
Amando fue abad de Blaudin en el año 700. Isidoro Pacense, el Astrónomo y el Chronicon Albeldense
siguen citando a los vascones. A partir del siglo VIII los autores empiezan a distinguir
entre vascones y navarros. La primera noticia de los navarrosaparece en los Anales Regios con referencia al año 778, haceexactamente doce siglos. Poco después los vascones harían
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mutis por el foro de la historia, sin que se sepa cuál es larazón de este hecho singular.
Antes de que se configurase Navarra como estado
medieval con características propias, se advierte en suterritorio la presencia de un grupo étnico que ocupaba unaextensión muy similar a la de la Navarra actual, entidadconstituida por los llamados vascones.
Todos los pueblos del norte de la Península Ibérica
poseían territorios distintos, y en tiempos anteriores a ladominación romana luchaban aliados. En las guerras de losaquitanos, los cántabros combaten contra los romanos enterritorio francés. Várdulos y caristios, con cántabros yastures, luchan juntos bajo la dirección de Afranio en lasguerras civiles romanas.
Caro Baroja advierte que al hacer el estudio de la
repartición geográfica de estos pueblos debe rechazarse elsentido cultural y etnológico que modernamente se ha dado aestas divisiones.
Los vascones entran en la historia al producirse la
invasión romana, y Estrabón no duda en calificar de bárbarosa todos los habitantes de Iberia y en particular a los pueblosdel norte.
Los romanos ocuparon desde el primer momento los
territorios más llanos, desde la actual Pamplona y su líneahasta las márgenes del Aragón y del Ebro. La conquista deAquitania les obligó a establecer comunicación con los pasosdel Pirineo, llevando así su influencia a las regionesmontañosas.
Para Schulten la región de los vascones empezaba al sur
de Calagurris (la Calahorra actual). En uno de los pasajes dePlinio se dice que los vascones habitaban los Pirineos
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occidentales, y en otro, que la parte oeste de los Pirineos erael "Vasconum saltus".
Estrabón precisa que los vascones lindaban al oeste con
los cántabros y que Calahorra era una de las ciudadesvasconas. Según este autor, todos los habitantes de lasmontañas, desde los galaicos al Pirineo, tenían el mismomodo de vivir. La extensión que se da al territorio de losvascones en el siglo I es casi igual a la que a mediados delsiglo II les atribuye Tolomeo.
La frontera septentrional de los vascones la señalan
Tolomeo y Plinio. Plinio dice que en el mismo Pirineo estabanlos ceretani, tras los cuales venían los vascones. "Partiendodel Pyrinaeus, y siguiendo la ribera del Océano, hallamos elbosque de los Vascones".
Tolomeo cita quince ciudades vasconas, todas ellas
extendidas a orillas del Ebro, entre Calahorra y Zaragoza yen los valles laterales al norte, sobre todo a orillas del ríoArga. A estas quince ciudades de Tolomeo hay que añadir lasque se deducen de los textos de Tito Livio, Estrabón, Plinio yel Itinerario de Antonino.
El territorio que poseían los vascones era, como hoy, de
muy variada estructura. El "status" jurídico de estas ciudadesdata de la época de César o de Augusto, e indica que sehallaban fuertemente romanizadas. Estas "ciudades-estado"eran de tipo semejante a las de la Meseta o la zona orientalde la Península.
Como resumen de las informaciones de los textos
antiguos podríamos repetir que el territorio de los vasconesera muy semejante, aunque algo mayor, al de la actualNavarra. La frontera septentrional coincidía con los Pirineos,en una línea cuyos extremos pueden ser Jaca y Oyarzun con
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salida al mar. Bosch Gimpera sugiere que la frontera oriental pudiera
estar indicada geográficamente por la región de lasBardenas, subiendo hasta la sierra de Peña. Al suroesteestarían los edetanos, al sur los pueblos celtíberos y al oestelos berones y várdulos.
A grandes rasgos, y con nomenclatura actual, los
vascones dominaban el extremo noroeste de la provincia deGuipúzcoa, es decir, el valle de Oyarzun y promontorio deJaizquíbel, un trozo de la hoy autonomía de la Rioja, y otrode las provincias de Zaragoza y Huesca, con Jaca y Ejeainclusive.
Pero la tierra clásica vascona que da el ser de Navarra,
en opinión de Caro Baroja, es la regada por los ríos Arga, Egay Aragón y sus afluentes, dejando aparte la vertienteatlántica, siempre menos conocida, con el Bidasoa y elUrumea que hacen de frontera.
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VII. EXPANSIÓN DE LOSVASCONES
De un modo general sostiene Schulten, de acuerdo con
su tesis de que los vascones representan un resto del puebloligur, que en un principio su territorio comprendía solamentela mitad de Navarra y que se extendieron en época anterioral año 50 a. de J.C. por los montes hasta llegar a Oyarzun yal mar.
Luego ocuparían los territorios de várdulos, caristios y
autrigones en una época que puede fijarse entre los añosposteriores a Tolomeo -que vivió en el siglo II de nuestra eray reduce todavía el territorio de los vascones a Navarra- y elaño 580. En la tercera fase los vascones invadirían laAquitania en 587.
La aceptación de la primera hipótesis plantearía el
problema de la pervivencia en la zona del Ebro, y no en lamontaña, de un resto de la supuesta rama ligur preconizadapor Schulten. Al vascón se le identifica siempre en los textosantiguos como el habitante del monte.
En realidad, la bajada del monte al valle y el repliegue al
monte, según las circunstancias, parecen movimientosnaturales de estos pueblos primitivos. Si algún resto de larama ligur sobrevivió en Navarra, lo lógico sería suponerla enla montaña, mejor que en las codiciadas y disputadas tierrasdel Ebro.
El territorio de los várdulos, caristios y autrigones se
identifica, con ciertos retoques, con los actuales territorios deGuipúzcoa, Alava y Vizcaya, es decir, el actual País Vasco.
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Algunos historiadores y geógrafos de la antigüedad dan elnombre genérico de cántabros a todos los pueblos situadosdesde el nacimiento del Ebro hasta el Pirineo incluyendo a losvárdulos, caristios y autrigones. Pero esto puede serconsecuencia del desconocimiento que los romanos tenían enun principio de la España septentrional. Luego se iríanprecisando los contornos.
Los várdulos ocupaban la parte oriental de la llanada de
Alava y casi toda la provincia de Guipúzcoa, desde el Deva aloeste hasta las cercanías de San Sebastián al este, y lallamada sierra de Cantabria al sur.
Los caristios o carietes se extendían por la mayor parte
de la provincia de Vizcaya, desde el Nervión hasta el río Devaen Guipúzcoa y una porción septentrional y occidental deAlava. Tenían al norte el mar, al sur a los berones, al este alos várdulos, y al oeste a los autrigones.
Los autrigones, en el extremo occidental de Vizcaya y
Alava y parte de Burgos hasta Briviesca, limitaban al nortecon el mar, al sur con los turmogos y berones, al suroestecon los turmogos, al sureste con los berones y al este con loscaristios propiamente dichos. Ocupaban, pues, todo elterritorio de las Encartaciones de Vizcaya, varios valles de laprovincia de Burgos y la parte occidental de Alava.
Estos pueblos eran independientes de sus vecinos e
independientes entre sí, y es preciso observar que losromanos, respetuosos con las divisiones naturales gentiliciasde los pueblos, adscribieron a várdulos, caristios y autrigonesal convento jurídico cluniense, mientras que los vasconesdependían del de Zaragoza.
Además de Schulten, han admitido la entrada de los
vascones en el territorio de los várdulos, caristios y
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autrigones, Oyenart, Gómez Moreno, Menéndez Pidal ySánchez Albornoz.
Hay autores que consideran a los autrigones como rama
desprendida del tronco cántabro, mientras otros pretendenque los várdulos eran vascones. Para Gómez Moreno, elsubstrato de la toponimia de las Provincias Vascongadas noes vascón, y la línea divisoria del idioma y de la raza, seguíala frontera trazada entre várdulos y vascones.
Sánchez Albornoz opina lo mismo, y hace notar que
jamás confunden los autores clásicos, desde Estrabón aTolomeo, a vascones y várdulos.
Estrabón, si bien cita a los várdulos, no dice que
estuvieran en la costa, mas como las fuentes que utiliza elgeógrafo son muy precisas, pudo ocurrir que, efectivamente,los cántabros ocuparan en un tiempo todo el litoral, y quedespués de su derrota, várdulos, caristios y autrigonesalcanzaran el mar. Tolomeo, en el siglo II, distingue ya en lacosta occidental, a oriente de los cántabros, a los autrigones,caristios y várdulos. La separación de los diversos pueblosera ya un hecho consumado en los tiempos de la guerracántabra.
Sánchez Albornoz habla de la desbordante actividad de
los vascones durante el siglo V, estimulada por la anarquíaque sucedió a la caída del imperio romano. Durante siglo ymedio, los vascones vivieron a su arbitrio, y no sólocombatieron a los godos, sino también posiblemente a susvecinos del noroeste, várdulos y caristios.
A mediados del siglo V, todavía ocupaban los várdulos la
zona donde los colocaron los autores clásicos. Pero en losprimeros siglos de la Reconquista ya aparecen desplazados aOccidente y establecidos en las antiguas sedes de los
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autrigones, mientras los vascones ocupaban Alava. Sólopodemos explicarnos estos cambios de residencia suponiendoque durante ese siglo y medio de libertad y de potencia delos vascones, de la misma manera que después cruzaron losPirineos y se establecieron en las Galias, se extendieron haciael noroeste vasconizando las tierras limítrofes.
Los invasores vascones del solar de los várdulos y
caristios pudieron llevar consigo un idioma que seguíanempleando, como lo llevaron también al sur cuandorepoblaron la Rioja en el siglo X. Sánchez Albornoz dice quehay que distinguir entre penetración política o humana oinvasión lingüística. Pudieron los várdulos, caristios yautrigones hablar una lengua análoga a la de los vasconesdurante los siglos V y VI. "Gemelo del vascón era el aquitanoy no cabe dudar de la invasión de Aquitania por losmoradores de la Vasconia cispirenaica a fines del siglo V".
Con motivo de las luchas de los godos con los bagaudas
vascones y la presencia en el Pirineo de las masas godascuando en los días de Alarico penetraron en España, comoreacción contra las dos presiones, los vascones se habríancorrido al solar de los várdulos y caristios y habrían entradoen las Galias.
Se insiste en que várdulos, caristios y autrigones son
invadidos por los vascones, y por tanto vasconizados,probablemente en los siglos V y VI. Esta invasión de lasactuales provincias vascongadas, o más propiamentevasconizadas, explicaría a la par las diferencias que separanaún a navarros y vascos, porque ninguna colonización extirpalas viejas esencias de los pueblos colonizados.
Ana María Echagüe ha demostrado que los topónimos en
-oz sólo se conservan en el norte de Navarra y susvecindades, es decir, en el primitivo solar de los vascones,
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siendo de notar su ausencia en tierras de várdulos ycaristios. Sánchez Albornoz se pregunta cómo sería posibleesto si várdulos y caristios hubieran sido desde siempre delmismo tronco que los vascones navarros.
Sólo una parte de los várdulos y caristios aparece
desplazada hacia lo que hoy es Castilla. Los nombres devárdulos, caristios y autrigones no figuran ya en los textosmedievales. Hay que entender que unos y otros, invasores einvadidos se fusionaron tanto étnica como lingüísticamente,creándose unos caracteres nuevos distintos del pueblovascón originario, que a su vez siguió un proceso similar,pero en dirección opuesta.
Paralelamente a la desaparición en los textos de los
várdulos, caristios y autrigones, van surgiendo nuevosnombres con significado geográfico e histórico diferente: asílos de Navarra, Vizcaya, Alava y Guipúzcoa.
En el siglo VIII los escritores hablan de los navarros en
lugar de los vascones, llegando a distinguir entre navarros yvascos. El nombre de Vizcaya figura en la Crónica de AlfonsoIII, escrita el año 886. Aparece también Guipúzcoa, y a partirdel siglo IX se repite el nombre de Alava.
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VIII. LA VASCONIA FRANCESA Los aquitanos fueron tenidos por iberos, más afines a los
pueblos hispanos que a los galos. En la actualidad, laAquitania comprendería los departamentos de Haute-Garonne, Altos Pirineos, un tercio de los Pirineos Atlánticos,Gers, Lot-et-Garonne, Landas, Gironde, Dordogne, Lot yAveyron.
En los tiempos de César, el territorio de Aquitania estaba
limitado por los Pirineos, el Océano, el río Garona y la provincia Narbonense. Con la nueva división que hizo Augusto se ensanchó la Aquitania por el norte y el este,desde los Pirineos hasta el Loira, y desde el Océano Atlánticohasta las Covenas.
La provincia de Augusto se dividió a su vez en tres
partes: Aquitania prima, Aquitania secunda y Aquitania tertiao Novempopulania. Esta última estaba situada al sur,inmediatamente a los Pirineos. El nombre deNovempopulania viene de los nueve pueblos principales quela componían: los tarbellos, voios, vasates, auscios, elusates,osquidates, bigerrones, convenios y consorrianos.
La Aquitania fue asolada por los vándalos, suevos y
alanos, a quienes Geroncio (+409), encargado porConstantino de la vigilancia de los Pirineos, obligó a pasar aEspaña. Asentados después los visigodos en la Aquitania conacuerdo del emperador Horacio, en el año 412 Ataulfo arrasael país y se apodera de Tolosa7 y Narbona, desde dondeintentó reanudar sus relaciones con Roma, pero Horacio seopuso y su general Constancio le forzó asimismo a entrar enEspaña el año 415. Un siglo después, a consecuencia de labatalla de Vouillé (507), en la que Clodoveo I (461-511)
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derrotó y dio muerte por su mano a Alarico II, la Aquitaniapasó a formar parte del reino de los francos8, viéndoseforzados los visigodos a replegarse hacia la Península Ibérica.
En el siglo VI, y debido a las guerras, hambres y
epidemias de la época, así como al debilitamiento del poderfranco, los galorromanos que poblaban la Aquitaniaalcanzaron una relativa independencia, y es a finales del siglocuando se produce la expansión de los vascones hacia elnorte, calificada por algunos como incruenta, añadiendo quefueron recibidos como amigos y que vascones y aquitanosformaron una confederación para luchar contra los francos.
Más bien parece que el movimiento de los vascones fue
debido a la presión por el sur de los visigodos de Leovigildo,que los empujó hacia el Adour y más tarde hacia el Garona,de suerte que cayeron sobre Burdeos e hicieron huir a losfrancos.
De entonces data el nombre de Vasconia que dieron al
territorio ocupado, que luego se convirtió, por corrupción dellenguaje, en Gascuña.
Fueron combatidos los vascones por el rey franco
Chilperico (539-584), quién envió contra ellos al duqueBladastes, que perdió en la empresa la mayor parte de suejército y su propia vida.
Schulten sitúa en el año 587 la penetración de los
vascones en Aquitania, con base en un texto de San Gregoriode Tours (538-595) que dice que los vascones, bajando delos montes, descienden a la llanura, arrasan los campos yviñas, incendian las casas y se llevan cautivos y rebaños.
Estos vascones comenzaron a actuar
independientemente de los que habían quedado en el Pirineo.
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En los años siguientes los francos intentaron desalojar a losvascones de Aquitania y acabaron por someterlos,obligándoles a pagar tributos y a aceptar como duque aGenial.
El año 627 hubo una sublevación de los vascones, y en
el 628, el rey de los francos Dagoberto I (600-631), al objetode defenderse de aquéllos, segregó una parte de Aquitaniacompuesta por los condados de Tolosa, Cahors, Agen,Périgueux y Saintes, y la entregó a su hermano Cariberto II(628-631), quién derrotó a los vascones y ocupó toda laVasconia ultrapirenaica.
Muerto Cariberto en el año 631, repetidas revueltas
obligaron a intervenir a Dagoberto I, quién reclutó un fuerteejército en Borgoña, mandado por diez duques y varioscondes. El ejército de Dagoberto ejerció duras represalias ylos vascones se presentaron ante él con su duque Aighino,jurándole fidelidad.
Los orígenes de la Vasconia francesa coinciden con los
de la primitiva provincia romana de Aquitania tertia oNovempopulana, que a finales del siglo VII fue erigida por lamonarquía franca en ducado de Vasconia y en el siglo IX sellamó Vasconia y luego Gascuña, a causa del cambio de la v,en g muy frecuente entre los aquitanos. El territorio podríaidentificarse como lindante con el Garona, los montesPirineos, el Océano Atlántico y la senescalía de Burdeos.Schulten coincide con Oyenart en admitir que en Gregorio deTours aparece por primera vez que Vasconia es igual aGascuña. El seudo Fredegario emplea la palabra Vasconiaaplicada a los vascones de la antigua Novempopulana.
En la relación de sus duques se habla de Ainando en el
año 637. Estos duques, al final del siglo VII, son de origenmerovingio y tienen su capital en Tolosa. Gobiernan la
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Aquitania comprendida entre el Loire y los Pirineos y actúan aveces con independencia de la monarquía merovingia. Todosu empeño consiste en crear un estado independiente,teniendo como súbditos a los vascones.
En el año 685, Eudo o Eudes obtuvo la soberanía de
Aquitania y Vasconia, pero tuvo que luchar con Carlos Martelen el año 718, con quién firmó una tregua en el año 720.
Al año siguiente hubo de rechazar la invasión
musulmana, pues los árabes, establecidos en Narbona,irrumpieron en el ducado de Aquitania y pusieron sitio aTolosa. Eudo acudió en auxilio de la ciudad y derrotó a losmusulmanes, pero en el año 731 quedó rota la tregua conCarlos Martel, y éste invadió la Aquitania, causando gravesestragos. Por si estos males fueran pocos, los árabesvolvieron a la carga, y después de derrotar a Eudo entraron asangre y fuego en Burdeos.
Eudo pidió ayuda a Carlos Martel, quién accedió
mediante muy duras condiciones, ya que guardó para sí granparte del territorio, y exigió, además, a Eudo juramento defidelidad y sumisión.
Pocos meses después, los árabes eran derrotados
definitivamente por Carlos Martel en la famosa batalla dePoitiers (732) y parece que Eudo halló el medio de recuperarla Aquitania y la Vasconia, pero no la Provenza ni los paísescomprendidos entre el Ródano y los Alpes.
Sus sucesores sostuvieron encarnizadas luchas con
Martel y Pipino el Breve, quedando en el año 768 la Aquitaniaunida a la corona de Francia y desvinculada de la Vasconia.
En el año 769, Carlomagno, con el pretexto de prevenir
eventuales incursiones de los sarracenos, alguna de lascuales había llegado hasta Burdeos, se apoderó de Aquitania
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y la convirtió en provincia del reino carolingio, gobernadaprimero por condes, y constituyendo después un reino quedio a su hijo Ludovico Pio, niño a la sazón de tres años.
A fines del siglo IX fue cedida en feudo al conde Rainulfo
de Poitiers con el título de duque. Las rivalidades entre losseñores feudales devastaron el país, que después de habersido alternativamente reino y ducado y de haber cambiado sunombre por el de Guyena, fue incorporado a la corona deFrancia en 1137 por el matrimonio de Luis VII con Leonor,hija de Guillermo X de Guyena.
Anulado el matrimonio en 1152, Leonor contrajo nuevas
nupcias con Enrique Plantagenet, aportando como dote elducado de Aquitania, y al subir Enrique II al trono deInglaterra, incorporó oficialmente la Aquitania a la coronainglesa (1154).
Durante la dominación inglesa, las sublevaciones de los
barones y los intentos de reconquista de los reyes de Franciaprovocaron graves daños al país. En el siglo XIII se sustituyela denominación de Aquitania por la de Guyena paraidentificar a los territorios dominados por los ingleses,después de la independencia del Bearne y de la renuncia delrey Enrique III de Inglaterra a sus pretensiones sobre elAunis, el Anjoy y la Normandía por el tratado de París de1.259.
Después de que en 1451 los franceses conquistaran
Burdeos, la batalla de Castillón (1453) dio fin a la guerra delos Cien Años, pasando la Aquitania a dependerdefinitivamente de la corona francesa. En 1512, Eduardo VIIIde Inglaterra se sumará a la Liga Santa del papa Julio IIcontra Luis XII de Francia y tratará de recuperar la Guyenacontando con el apoyo de Fernando el Católico. El pactoanglo-castellano será el desencadenante de la intervención
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militar que determinó la definitiva integración de Navarra enla Corona española.
Inmersa en la historia de Aquitania hemos visto surgir la
nueva Vasconia de allende los Pirineos. Los escritoresfranceses identifican la nueva Vasconia unas veces con elterritorio de la Novempopulana o Aquitania tertia y otros, contoda la Aquitania, hasta el Loire. La Vasconia nueva,sometida al reino de los francos, llegaba, según Fredegario,hasta la raíz del Pirineo, pero no tenía parte en susmontañas.
La circunstancia de que la Vasconia francesa estuviera
regida por duques hizo pensar a algunos que constituiría unaentidad política propia de los vascones, pero el hecho es queno se trataba de jefes autóctonos, sino impuestos por losreyes franceses, de quienes dependían.
La idea de que los reyes de Pamplona son los sucesores
de los duques de Vasconia carece del menor rigor histórico.9 El territorio de los antiguos vascones de la parte sur de
los Pirineos, que si en un principio denotó un conjunto étnicomás que una unidad política, se irá también aglutinando ytransformando y transferirá su nombre más tarde al territoriode los várdulos, caristios y autrigones, que esaproximadamente el de las actuales provincias de Álava,Guipúzcoa y Vizcaya (Vascongadas), mientras que en supropio territorio originario aparecerán en el siglo VIII losnavarros, que habrán de constituir primero el reino dePamplona, y después el de Navarra, título que perdurarádurante siglos con una peculiaridad y significación históricasprecisas que tienen plena vigencia.
En la vieja Vasconia francesa dejó profunda huella la
colonización vascona, pero su vida está vinculada a la nación
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en la que se halla inserta por vínculos geográficos, históricosy humanos.10
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IX. NAVARRA Y LOSNAVARROS
En el siglo VIII, de una manera paulatina, va
desapareciendo el antiguo nombre de vascones en su paísoriginario para dar paso al de navarros, llegando a borrarseenteramente aquél, que quedó limitado durante algún tiempoa la zona pirenaica y a la nueva Vasconia de laNovempopulana francesa.
Risco dice que después de la irrupción de los árabes se
introdujo en los vascones cierta división, llamándose los dePamplona y sus comarcas navarros, y reteniendo los delPirineo su nombre primitivo.
Caro Baroja afirma que “de modo rápido, allá por el siglo
IX, los ‘vascones’ se esfuman y aparece, primero, un rey dePamplona que después es rey de Navarra: título queperdura”. Y añade: “Puede pensarse que Pamplona, la ciudadsiempre clave, objeto luego de expediciones y aundesmantelamiento por parte de los emires y califas deCórdoba..., cercada por los normandos asentados enBauyonne, tenía una significación estratégica como tal,diferente a la de la tierra o territorio que dio ser a aquellosprimeros caudillos que se titularon sus reyes. Este territorio,llamado Navarra por antonomasia, según tradiciónconservada hasta fines de la Edad Media, era pequeño ylindante con el de Pamplona mismo. Es decir que así comoCastilla en su comienzo era ‘un pequeño rincón’ y luego elnombre fue cargándose de contenidos geográficos distintos,así también ocurrió con Navarra... y otro territorio próximoque se constituye asimismo al pie del Pirieneo, que es el deAragón. Al que dio nombre un río conocido, de curso en gran
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parte navarro hoy, vascón en su totalidad en lo antiguo”. Los navarros o navarri aparecen cuando la denominación
de vascones se pierde. Esta distinción habrá de tenerse muyen cuenta si se quiere llegar a entender los textosmedievales.
Los navarros defendieron, según Vicens Vives, su
independencia frente a musulmanes y carolingios y afirmaronsu personalidad dando estructura al reino de Pamplona,eslabón intermedio entre la tribu de los navarros y el reinode Navarra.
En el Códice de Roda, escrito en los últimos años del
siglo X, no figuran los vascones, sino el reino y los reyes dePamplona. En una segunda redacción años más tarde sealude a García el de Nájera como rey de Navarra: “et exeadem genuit regem Gartiam Navarre”.
Los primeros documentos en que aparecen los navarros
son de la época carolingia y se refieren a la expedición deCarlomagno a España en 778. Esto permite suponer que suexistencia sea más antigua, pues no habrían surgido porgeneración espontánea con tal motivo.
Los más antiguos textos que aluden a los navarros están
contenidos en los Annali Regii, hasta el año 801. En unpasaje se alude a la destrucción de Pamplona por elemperador Carlomagno, del que dicen regresó victorioso aFrancia después de derrotar a los vascones hispanos ytambién a los navarros11, sin aludir a la emboscada deRoncesvalles.
Los Annales Mettenses priores, hasta el año 805 son del
siglo IX y mencionan también a los navarros12, aunquevienen a reproducir el pasaje anterior de Annali Regii.
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Eginhardo, educado en la escuela palatina del
emperador Carlomagno, escribió la Vita Karoli Magni entrelos años 829 y 836, sirviéndose de fuentes orales, ya quetenía trece o catorce años cuando se produjo la expedición aEspaña. Afirma que el Ebro nace cerca de los navarros, y quePamplona era su fortaleza.
También son de comienzos del siglo IX los Annales
Laureshamenses, hasta el año 803, a los que siguen losAnnales Laurissenses minores, hasta el año 817, llamadospor algunos Anales Reales. En ambos se habla de lacapitulación de Pamplona en la expedición de 778 y de ladestrucción de sus muros para que los vascones españoles ylos navarros no pudieran rebelarse. Y dan noticias del año806, en que los pamploneses, después de liberarse de losmusulmanes habían vuelto a la fe cristiana bajo el dominiodel emperador13.
Figuran asimismo los navarros en la Chronica de San
Adón, que distingue entre vascones y navarros, en los versosde Saxón o Saxónico de los Annales de gestis Caroli Magni,donde se habla de Pamplona como noble castro de losnavarros, y en el Chronicon Moissiacense, hasta el año 819,en el que se refiere la derrota de Roncesvalles pero sin aludirni a Pamplona ni a los vascones.
Del siglo X es la Chronica universal acabada en 906 por
Reginon, así como el cartulario de Juan Tilio denominadoAnnales Tiliani o Annales Francorum Tiliani, el ChroniconFontanellensis, y los Annales Mettenses posteriores. En estosúltimos se reproducen los “priores”, pero omitiendo lareferencia a los vascones hispanos y a los navarros.
Ya en el siglo XI, encontramos referencias de los
navarros en los Anales Anianenses o Rivipullenses y en el
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siglo XII, en la Chronica Silense o Seminense. Especial mención merece el Libro de Santiago o Codex
Calixtinus. Se atribuye a un monje francés, Aymeric Picaud,que acompañó en 1109 al papa Calixto II en su peregrinacióna Santiago de Compostela. Se escribió probablemente hacia1140 y en él se incluye una guía para los peregrinos dondese habla extensamente de Navarra y los navarros,distinguiendo a éstos de los vascos. Vascos son loshabitantes de los países pirenaicos y navarros los de más alsur, hacia Pamplona, incluyendo Álava y Vizcaya coincidiendocon uno de los pocos periodos en que estuvieron sujetas a laautoridad del rey de Pamplona.14
El monje Hugo también hace la distinción en su Chronica
de hacia 1160. A ella se referirá en el siglo XVI el geógrafofrancés Valesius que adscribe a España el territorio de losvascones (“Bascoscle”) y de los navarros (“Navarreneses”). De 1236 es la Chronica del Tudense, que atribuye a losnavarros el territorio de los antiguos vascones. Lo mismodice Elías Vinet cuando escribe que se llamaban navarros losque en otro tiempo se denominaban vascones.
El origen de los nombres de Navarra y navarros ha dado
lugar a