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Por Michelle Schärer-Umpierre ¿Quién o qué es el pez león? E l pez león (Pterois volitans) o “lionfish,” como se le conoce en inglés, no pertenece a nuestro mar; es una especie “extra-marestre.” Viene con la intención de ocupar nuevas galaxias marítimas y asediar a casi cualquier forma de vida que se encuentre a su paso: peces, crustáceos y hasta humanos. Al igual que muchos otros organismos comercializados para la industria de acuarios y peceras de agua salada, el pez león es nativo del Océano Indo-Pacífico (Japón, Australia, India y el Pacífico sur). Su reciente introducción al Océano Atlántico se ha convertido en una emergencia ambiental que ha afectado las pesquerías. Sus espinas venenosas constituyen una potencial amenaza para los buzos, para los bañistas y para los pescadores. En este breve artículo presentamos lo que sabemos sobre la invasión del pez león. ¿Cómo se introdujo a nuestros mares? Para los acuarios y las peceras de agua salada, se importan peces y otros organismos de los distintos océanos del mundo. El pez león es una especie bastante comercializada en este negocio pero ha escapado al mar equivocado. Al parecer, varios individuos de pez león se salieron de un acuario cercano al mar en Miami durante el huracán Andrew en 1992. Desde entonces, se han visto más individuos de pez león a lo largo de la costa de Florida hacia el norte hasta Nueva York. Posiblemente, las corrientes marinas ayudaron a dispersar sus larvas. Actualmente, el pez león se está diseminando por todo el Mar Caribe. Este pez se estableció desde 2001 en islas como: Bermuda, Bahamas, Islas Turcas y Caicos y Cuba. A partir de 2008, se han observado individuos de esta especie en varias localidades de la República Dominicana, Puerto Rico, Haití y, eventualmente, en las Islas Vírgenes, Belice, Colombia, Costa Rica y México (Vea la Figura 1). ¿Cómo ha sobrevivido? El pez león es un carnívoro que pertenece a la familia de las rascanas y tiene espinas muy largas y venenosas. En el Océano Atlántico, el pez león se alimenta de una gran variedad de organismos que no lo Ojo con el “extra-marestre”: La invasión del pez león Programa de Colegio Sea Grant y el Centro Interdisciplinario de Estudios del Litoral (CIEL) de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez En este número Ojo con el “extra-marestre”: La invasión del pez león 1 Un domingo en la Villa Pesquera de Puerto Real 4 Invitación a pescadores, pescadoras de todo Puerto Rico que comen y/o cocinan pescado y mariscos 8 ANUNCIO: NOAA comenzará un estudio sobre costos e ingresos del sector pesquero 9 Afiches: Requisitos reglamentarios para construir nasas en Puerto Rico 10 En el próximo número . . . 12 Mayo 2009 Volumen 3, Número 2 Fuete y Verguilla Fuete y Verguilla Fuete y Verguilla Fuete y Verguilla es... una revista para el sector pesquero. un medio para informar y dialogar sobre asuntos de interés e importancia. una manera de estar al día. su revista.

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Por Michelle Schärer-Umpierre

¿Quién o qué es el pez león?

E l pez león (Pterois volitans) o “lionfish,” como se le conoce en

inglés, no pertenece a nuestro mar; es una especie “extra-marestre.” Viene con la intención de ocupar nuevas galaxias marítimas y asediar a casi cualquier forma de vida que se encuentre a su paso: peces, crustáceos y hasta humanos. Al igual que muchos otros organismos comercializados para la industria de acuarios y peceras de agua salada, el pez león es nativo del Océano Indo-Pacífico (Japón, Australia, India y el Pacífico sur). Su reciente introducción al Océano Atlántico se ha convertido en una emergencia ambiental que ha afectado las pesquerías. Sus espinas venenosas constituyen una potencial amenaza para los buzos, para los bañistas y para los pescadores. En este breve artículo presentamos lo que sabemos sobre la invasión del pez león. ¿Cómo se introdujo a nuestros mares? Para los acuarios y las peceras de agua salada, se importan peces y

otros organismos de los distintos océanos del mundo. El pez león es una especie bastante comercializada en este negocio pero ha escapado al mar equivocado. Al parecer, varios individuos de pez león se salieron de un acuario cercano al mar en Miami durante el huracán Andrew en 1992. Desde entonces, se han visto más individuos de pez león a lo largo de la costa de Florida hacia el norte hasta Nueva York. Posiblemente, las corrientes marinas ayudaron a dispersar sus larvas. Actualmente, el pez león se está diseminando por todo el Mar Caribe. Este pez se estableció desde 2001 en islas como: Bermuda, Bahamas, Islas Turcas y Caicos y Cuba. A partir de 2008, se han observado individuos de esta especie en varias localidades de la República Dominicana, Puerto Rico, Haití y, eventualmente, en las Islas Vírgenes, Belice, Colombia, Costa Rica y México (Vea la Figura 1). ¿Cómo ha sobrevivido? El pez león es un carnívoro que pertenece a la familia de las rascanas y tiene espinas muy largas y venenosas. En el Océano Atlántico, el pez león se alimenta de una gran variedad de organismos que no lo

Ojo con el “extra-marestre”:

La invasión del pez león

Programa de Colegio Sea Grant y el Centro Interdisciplinario de Estudios del Litoral (CIEL) de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez

En este número

Ojo con el “extra-marestre”: La invasión del pez león

1

Un domingo en la Villa Pesquera de Puerto Real

4

Invitación a pescadores, pescadoras de todo Puerto Rico que comen y/o cocinan pescado y mariscos

8

ANUNCIO: NOAA comenzará un estudio sobre costos e ingresos del sector pesquero

9

Afiches: Requisitos reglamentarios para construir nasas en Puerto Rico

10

En el próximo número . . . 12

Mayo 2009 Volumen 3, Número 2

Fuete y VerguillaFuete y VerguillaFuete y Verguilla

Fuete y Verguilla es...

• una revista para el sector pesquero.

• un medio para informar y dialogar sobre asuntos de interés e importancia.

• una manera de estar al día.

• su revista.

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reconocen como su depredador. Se han observado, en los estómagos del pez león, juveniles de langostas y de camarones, así como también de peces loros, de meros y de pargos. Asimismo, el pez león ha consumido peces y camarones limpiadores que tienen una importancia ecológica en los arrecifes de coral ya que actúan como desparasitantes para otras especies de peces que habitan en este ecosistema. Aparentemente, el pez león se ha expandido sin límites porque no tiene un depredador que controle su población naturalmente. Los peces carnívoros del Océano Atlántico no lo reconocen como parte de su dieta. En diversos experimentos de alimentación, meros hambrientos y de gran tamaño le huyen a los juveniles de pez león. También, les han ofrecido el pez león a tiburones y éstos lo han rechazado. ¿Cómo afecta al ambiente? En los lugares en los que se ha establecido, el pez león alcanza un mayor número o una mayor densidad que las especies locales. El gran número

de extra-marestres en algunos arrecifes de coral del Caribe presenta un problema de sobre depredación de los juveniles de peces y de crustáceos locales –entre ellos, langostas– puesto que aumenta la competencia por alimentos. Por consiguiente, en los lugares donde se ha establecido el pez león, la cantidad de alimento para peces locales se reduce. Además, el número de juveniles de peces y de crustáceos que pueden llegar a la adultez disminuye. La invasión del pez león constituye una amenaza para la supervivencia de peces de importancia comercial en las pesquerías caribeñas tales como los meros y los pargos. Por ejemplo, en las Bahamas encontraron que los arrecifes en los que se encontraba el pez león tuvieron 79% menos reclutamiento de peces nativos comparado con arrecifes sin presencia del pez león.

¿Cómo controlarlo?

En las Bahamas y en los Cayos de la Florida, las agencias se han dado a la tarea de colectar los peces león con mucho cuidado. Los buzos, previamente entrenados, usan redes de acuario o fisgas de tres puntas (‘hawaiian spear’) para atraparlos y sacarlos de los arrecifes. A pesar de que se han llevado a cabo los mejores esfuerzos posibles para controlar esta especie, el pez león todavía está presente y sus poblaciones continúan aumentando. Estos esfuerzos de remoción parecen ser más exitosos cuando apenas comienza la invasión y los peces aún no se reproducen. Se ha comenzado a capturar el pez león para consumo humano ya que su carne es sabrosa y segura luego de remover las espinas con mucho cuidado y filetearlo. ¿Qué hacemos? El pez león ya llegó a Puerto Rico. Se ha reportado la presencia de esta especie en Vieques, en La Parguera, en Cabo Rojo, en Aguadilla (Vea la Figura

Figura 1 Mapa de distribución de reportes de pez león.

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2) y en la Isla de Mona. Afortunadamente, los individuos parecen ser solitarios; al menos por ahora. No obstante, una vez comiencen a reproducirse será mas difícil controlarlos. Si usted ve un pez león, debe observarlo con mucho cuidado y protegerse de sus largas espinas venenosas. Si puede y está preparado, debe removerlo del agua o tomarle fotografías para reportarlo a las autoridades que tienen una base de datos de su distribución. La página de Internet para hacer los reportes al USGS es http://nas.er.usgs.gov/SightingReport.asp. Existe otra página para hacer reportes a la NOAA cuya dirección es: http://www8.nos.noaa.gov/nccos/ccfhr/lionfishreport.aspx. Para esto debe tener la siguiente información: la localización, el número de individuos, el tamaño de éstos, la profundidad, la fecha de la observación y alguna foto, si es posible, para colocarla en la página del reporte.

¿Cómo cuidarse? Las espinas venenosas del pez león son peligrosas aun cuando el pez está muerto. Si se entierra una espina de pez león debe buscar ayuda médica de inmediato. Todos los pedazos de la espina que se enterró deben ser removidos. Para detener el efecto del veneno, debe sumergir la parte afectada en agua muy caliente durante 15- 20 minutos (lo más caliente que pueda tolerar, pero no más de 100-110˚F). Esto ayudará a controlar el veneno pero no el dolor. El dolor, por su parte, se trata con medicamentos para aliviarlo. Para los pescadores en alta mar, se sugiere usar el chorro de agua del sistema de enfriamiento de los motores hasta llegar a puerto. El veneno de pez león causa mucho dolor y puede provocar reacciones alérgicas como cualquier otra toxina. Hasta el momento, las fatalidades en accidentes relacionados al pez león han sido pocas.

Figura 2 Fotografía de pez león en Aguadilla, Puerto Rico.

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Por Jannette Ramos García

Dime qué comes y te diré quién eres Anthelme Brillat –Savarin,

abogado y gastrónomo francés

D e lunes a sábado vivo mis días corriendo a toda

velocidad. Cada día trae consigo mil responsabilidades y dispongo de poco tiempo para disfrutar de estar en casa con mi familia. Por eso, el domingo se convierte en el día dedicado a ellos. Ese día salgo tempranito en la mañana a la Plaza del Mercado de Cabo Rojo. Allí compro carnes en la

carnicería. Los vegetales, las viandas, las frutas y las verduras los compro en otro puesto. Ya para entonces, el color rosado que caracteriza al cielo en el amanecer se ha tornado azul y los rayos del sol prometen un día resplandeciente. Luego, me dirijo a la panadería de Penko a comprar pan de manteca. Lo prefiero “jincho” y poco tostado. Cuando salgo de la panadería ya la gente ha comenzado a levantarse. El tráfico vehicular ha aumentado alrededor del pueblo. Es entonces cuando regreso a

casa con mis compras, guardo lo que no voy a usar y preparo desayuno. Finalizo este ritual dominguero cuando salgo a comprar pescado y mariscos al poblado pesquero de Puerto Real en mi pueblo de Cabo Rojo. Puedo decir, sin lugar a dudas, que ése es el rato más brillante de mi día. Tengo gratos recuerdos de las comidas en que mis hermanas y yo saboreábamos el pescado que nos preparaba nuestra mamá. Cuando era pequeña –aún mi

Un domingo en la Villa Pesquera de Puerto Real

Botes de pescadores de la Pescadería Soltero y casas en la orilla, Puerto Real, Cabo Rojo, Puerto Rico, 2009.

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hermano no había nacido–, mi mamá nos freía pescado cada vez que podía y la economía del hogar lo permitía. Nos lo servía siempre haciendo la salvedad de que fuéramos cuidadosas con las espinas. El placer de saborear aquella carne blanca y suave, vive en mi memoria. Ella lo servía con harina o arroz blanco y caldo de pescado. No se me ocurre que exista mejor manera de comer pescado y que el caldo y la harina o el arroz blanco no sean sus acompañantes. Recuerdo también que nos cubría el uniforme de la escuela con toallitas de cocina para que pudiéramos comer tranquilas y sin ensuciarnos. Claro, es que el pescado lo comíamos con las manos. Aún esa costumbre sigue arraigada en mí. Pasar esa tradición gastronómica a mis tres hijas se dio de manera natural y ahora son ellas quienes experimentan con los pescados y van a los mercados donde se vende pesca fresca: una en Nueva Jersey, la otra en Brasil. La pequeña lo come en casa cuando yo lo cocino. El mar, la pesca y yo hemos estado conectados desde la niñez. El paseo dominguero a Puerto Real refuerza ese vínculo. Más que una salida para ir a comprar un producto específico, la travesía a Puerto Real es lo que yo llamo un viaje a otra vida; una fascinante, la vida de aquéllos cuyo trabajo se relaciona con la pesca y con el mar.

Recuerdo que hace algunos meses, me encontraba en el muelle de la pescadería mirando el paisaje que allí se asoma. Me rodeaba un cielo intensamente azul, un azul que apenas se reflejaba en las aguas que rodean el muelle donde estaba parada. Esta viva tonalidad de azul contrastaba drásticamente con las aguas del poblado de Puerto Real, las cuales, generalmente, se observan oscuras y fangosas, aunque no menos fascinantes a la mirada. Alrededor del muelle, había diversas clases de botes, desde botes pequeños pintados de amarillo y azul, hasta barcos pesqueros y lanchas de lujo. Los colores de las casas a la orilla del mar resaltan en el paisaje. Unas son anaranjadas, otras amarillas, verdes y azules y recrean su imagen sobre las aguas del mar. En el cielo, varias tijerillas volaban esperando, posiblemente, la comida fácil. Al otro lado de la orilla de Puerto Real se observa La Mela y los edificios de apartamentos que contrastan con la humildad de algunas de las casas en la orilla del mencionado poblado. Llevaba ya bastante rato contemplando detenidamente el paisaje cuando arribó un bote con dos pescadores. Para mí, que nací y me crié en el pueblo, el sólo verlos llegar fue una experiencia casi sublime. Estaba en contacto con un mundo diferente, con una experiencia nueva. En el muelle

Muelle de la Pescadería Soltero, Puerto Real, Cabo Rojo, Puerto Rico, 2009.

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Casa bote (azul y roja), Puerto Real, Cabo Rojo, Puerto Rico, 2009.

donde atracaron había un banquito de madera. Allí me senté a observar. No quería perder un minuto ni un detalle de todo lo que hacían. Ambos estaban sin camiseta y sus cuerpos se percibían curtidos por el sol. Uno de ellos saltó al muelle y ató el bote. El otro, mientras tanto, sacaba los pescados de un hueco en el bote y los tiraba a un balde. También, separaba los pescados de los mariscos, en este caso de las langostas. Luego, usaron una manguera que estaba conectada a la llave de agua del muelle para sacar la sal de sus cuerpos. Bajaron sus aperos y los enjuagaron. Se quitaron parte de su ropa mojada y guardaron en sus armarios sus cosas personales y sus herramientas de trabajo. Finalmente, entraron a la pescadería con sus baldes. Allí pesaron los pescados y los mariscos y les pagaron de inmediato. Mientras observaba el proceso, los escuchaba hablar acerca de cómo había estado la pesca. Sin embargo, lo que capturó mi atención fue la manera animada en la que conversaban y la complicidad que emanaba de sus risas. Su conversación giraba en torno a lo que comen, cómo lo comen y cuándo lo comen. El más joven de los dos le contaba al otro que había estado en una fiesta en la playa con su gente. Decía que habían llevado calderos repletos de asopao de pescado y de mariscos y que era él quien lo preparaba.

Le escuché decir que cocinaba riquísimo y que siempre que tenían fiestas o giras era a él a quien le correspondía confeccionar los alimentos. Todas las comidas que mencionó eran a base de pescados y de mariscos. Para entonces, ya yo no podía dejar de escuchar la conversación y tuve que intervenir y preguntar. Quería saber más sobre ese tema de la comida. ¿Cómo no se me había ocurrido que la gente relacionada al mar podía tener una cultura gastronómica diferente? ¿Cómo no pensé antes que, debido a que muchos de ellos pasan días en el mar, se ven obligados a aprender a cocinar? ¿Quién mejor que ellos para aconsejarme sobre qué pescado era mejor que otro para cocinar ya fuera en caldo, o tal vez frito o en filete? Mil preguntas y

pensamientos cruzaron por mi mente. No soy antropóloga ni tengo esa formación académica, pero tengo suficiente curiosidad e interés en conocer, en saber, en aprender, en mirar más allá, en querer descifrar por qué la gente hace las cosas, cómo viven y por supuesto, qué comen. Esas gastronomías que para muchos y muchas pueden parecer exóticas pero para ellos son comidas comunes. Tanta fue mi impresión con lo visto y escuchado que sentí que tenía que compartirlo con otra persona que apreciara y entendiera lo que yo había experimentado. Al llegar a casa con los pescados frescos, limpios y listos para cocinarlos apenas me pude contener y me senté a escribir un correo electrónico a

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esa persona. Su respuesta no se hizo esperar: “Estás hecha toda una antropóloga,” me escribió. Y casi me lo creí, pero sobre todo lo entendí. Tiempo después, este amante de la pesca me ofreció trabajar con él. Mi tarea entonces sería la de entrevistar pescadores y personas relacionadas al mar para conocer sus hábitos de alimentación. Además, a través de las entrevistas, debía identificar las posibles conexiones entre estos hábitos y las memorias, maneras, costumbres y recetas que han surgido en torno al consumo de pescados y mariscos. Actualmente, me encuentro en ese proceso. Leer sobre la gastronomía puertorriqueña ha sido parte de mi preparación para realizar esta encomienda. Esta tarea resulta sumamente atractiva para mí. Mi labor está cortada con la tijera perfecta porque siento que nací para preguntar, para entrevistar a la gente, para conocer vidas distintas a la mía. Al preguntarle a mi mentor cuál sería el resultado final de este proyecto me dijo: “Es para un libro,” lo que me emocionó aún más. Me llena de energía saber que estoy realizando un trabajo con la gente que me apasiona: la gente del mar, los pescadores, las personas que cocinan los productos del mar, las y los que se criaron en esa tradición y en ese modo de vida. Cuando comencé el trabajo, atravesaron por mi mente un sinnúmero de interrogantes: ¿Qué les iba a preguntar? ¿Qué comen, cómo lo comen, cuál es bueno para qué y cuál no? ¿Tienen tradiciones

familiares en torno al pescado y los mariscos? ¿Tienen creencias religiosas en torno a los mismos?

Desde entonces, ya he entrevistado a hombres y a mujeres relacionadas al mar y he aprendido que existen otras formas diferentes de comer pescado y mariscos. He descubierto que comer pescado o mariscos todos los días resulta para muchas personas la mejor experiencia gastronómica de sus vidas y también que lo que para muchos y muchas es un lujo, para otros es cosa común. Sin embargo, a pesar de lo cotidiano que pueda ser para ciertos grupos comer pescados y mariscos, este acto no deja de ser placentero y hasta festivo. En cada costa de nuestra Isla, las tradiciones gastronómicas son diferentes a pesar de que el territorio es pequeño. No

obstante, las comunidades pesqueras comparten pasiones, gustos, alegrías y desavenencias. La entrega al mar y a la pesca, las tradiciones y la vida en la costa las unen; pero también los embates del clima, el desasosiego ante las vedas y los reglamentos, la pobreza y los peligros del mar. Mi tarea es, por tanto, explorar esos vínculos, sumergirme en la cultura de la pesca y pintar los matices de sus tradiciones gastronómicas, de manera tal que, al igual que la fascinación que me provoca el contraste entre el intenso azul del cielo y la opacidad de las aguas de la bahía, pueda dejarme seducir por el mar y proyectar los tonos de la diversidad.

Botes en Puerto Real, Cabo Rojo, Puerto Rico, 2009.

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Si deseas participar en este estudio, lee la invitación que aparece en la próxima página.

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Invitación a pescadores

de todo Puerto Rico que comen y/o cocinan pescado y mariscos

¿Qué pescados y mariscos comes y con qué los acompañas? ¿Cómo, cuándo y con qué frecuencia los comes? ¿Sabes cocinarlos? ¿Cuáles son tus favoritos? ¿Asocias el comer pescado y mariscos con recuerdos de tu niñez o algún evento en tu vida? Estas preguntas son parte de un estudio que estamos llevando a cabo en diversas comunidades pesqueras. Tus respuestas son importantes para nosotros. Queremos conocerlas. Por eso, te invitamos a participar del estudio. Para ello, debes comunicarte con Jannette Ramos García al 787-649-5417 o escribirle un correo electrónico a [email protected].

Gigote de tiburón

Página 9 Volumen 3, Número 2

L a Administración Nacional de la Atmósfera y Océanos (NOAA, por sus siglas en inglés)

comenzó, a principios de mayo de 2009, a recolectar información socio-económica para evaluar el estado financiero del sector comercial pesquero en Puerto Rico. Diversas leyes federales, incluidas la Ley Magnuson-Stevens de Conservación y Gestión de Pesquerías (Magnuson-Stevens Fishery Conservation and Managment Act) y la Ley de Flexibilidad Regulatoria (Regulatory Flexibiltiy Act) requieren que la NOAA y los Consejos de Administración Pesquera evalúen los efectos de las regulaciones sobre las pequeñas y las medianas empresas del sector pesquero. Esta información permitirá a los administradores pesqueros estimar el impacto económico de las regulaciones sobre la rentabilidad de la industria y cuantificar su contribución a la economía local. Además, estos datos posibilitarán el desarrollo de un perfil socio-económico del sector

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ANUNCIO: NOAA comenzará un estudio sobre costos e ingresos del sector pesquero en el

Estado Libre y Asociado de Puerto Rico a principios de mayo de 2009

pesquero. La encuesta solicitará información demográfica sobre el pescador y su hogar, su participación en diferentes pesquerías y los costos de operación e inversión en embarcaciones y equipos de pesca. La información recolectada sobre cada pescador será confidencial y estará protegida por los estatutos de las leyes federales. La NOAA sólo reportará promedios de la industria para proteger la confidencialidad de la información provista. Su participación en esta encuesta es voluntaria. Si tiene preguntas o si desea saber más de este estudio, puede comunicarse con el señor Manoj Shivlani de la firma Thomas Murray & Associates, 10600 SW 131 Court, Miami, Florida 33186 al (305) 968-7136. La firma Thomas Murray & Associates fue contratada por la NOAA para la recolección de datos para este estudio. También, puede comunicarse con Juan Agar de la NOAA, Southeast Fisheries Science Center, 75 Virginia Beach Drive, Miami, Florida 33149 al (305) 361-4218.

Yolas en la Playa Crashboat, Aguadilla, Puerto Rico.

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La siguiente información sobre las regulaciones de las nasas será distribuida, en afiches y en hojas sueltas, por el Consejo de Pesca del Caribe. En Fuete y

Verguilla les adelantamos la misma, reproduciéndola para su información.

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Para más información acerca del uso correcto de las nasas y de los cajones puede acceder la siguiente página electrónica: http://www.drna.gobierno.pr/oficinas/

oficina-de-prensa-y-comunicaciones/comunicados-de-prensa/comunicados-de-prensa-2009/junio-2009/drna-y-guardia-costanera-realizaran-inspeccion-de-nasas-y-cajones-de-pesca/

Programa de Colegio Sea Grant Recinto Universitario de Mayagüez Call Box 9000 Mayagüez, Puerto Rico 00681-9000

Tel: (787) 832-8045 Fax: (787) 265-2880 E-mail: [email protected] http://www.seagrantpr.org

Sobre Sea Grant

La misión de Sea Grant consiste en conservar y usar de manera sustentable los recursos y los ecosistemas marinos y costeros de Puerto Rico. Para alcanzar su misión el programa cuenta con proyectos de investigación, de educación y de extensión marina.

Sobre el CIEL

El CIEL es un centro interdisciplinario para el estudio de procesos sociales costeros. Ponemos atención a la relación entre los seres humanos y la naturaleza. Colaboramos en planes de manejo de las reservas naturales y marinas. El CIEL es subvencionado por el Colegio de Artes y Ciencias, el Instituto Caribeño de Arrecifes de Coral y el Programa Sea Grant del Recinto Universitario de Mayagüez.

Nuestra página es:

http://amp-pr.org/ciel

Fisheries Enhancement Grant

Esta revista ha sido producida con fondos para mejoras en los servicios de extensión para las pesquerías (Fisheries Extension Enhancement Grant) del Programa Sea Grant.

Programa de Colegio Sea Grant y el Centro Interdisciplinario de Estudios del Litoral (CIEL)

Este número de Fuete y Verguilla se publicó bajo la dirección de Manuel Valdés Pizzini. Fue escrito por Michelle Schärer-Umpierre, Janette Ramos García, Juan Agar y Manoj Shivlani. La edición del texto fue realizada por Cristina D. Olán Martínez, la diagramación es de Delmis del C. Alicea Segarra y la impresión la llevó a cabo Guillermo Damiani González, todos miembros del Componente de Comunicaciones del Programa Sea Grant, dirigido por Milton D. Carrero Galarza. El mapa y la fotografía que aparecen en el primer artículo son cortesía de Cecil Pedrosa. Las demás fotos fueron provistas por Jannette Ramos García y Doel Vázquez.

¡Continúe leyendo Fuete y Verguilla! En este número hemos adelantado, debido a su urgencia, información valiosa sobre el pez león. En el próximo incluiremos artículos sobre: el censo de pescadores, el estatus de la pesca en Puerto Rico y las características más prominentes de esta actividad en nuestro país.

En el próximo número...