fuerzas armadas contrainsurgencia de la globalizacion

8/18/2019 Fuerzas Armadas Contrainsurgencia de La Globalizacion

1/44

CIVILIZACIÓN O BARBARIE

Encuentro internacional «Desafíos y probleas !el un!o contepor"neo#

Los verdugos latinoamericanos

Las Fuerzas Armadas:

de la contrainsurgencia a la globalización

Por Miguel Bologna

(Universidad de Buenos Aires- Argentina)

1


2/44



Dedicamos este ensayo al nefasto recuerdo del general Julio Argentino Roca (1843-1914), exterminador y genocida de nuestros ue!los originarios" #recursor del general $idela y maestro de sus secuaces" %n total co&erencia con su sangrienta 'accinciili*adora+ y su 'conuista del desierto+ al sericio de la acumulacin originaria del caital, &oy su imagen rinde tri!uto a su nico Dios. un !illete de dinero" /ue suscr0menes del siglo 2, y los de sus disc0ulos del , ams se !orren de la memoria

oular"


3/44



Un pueblo sin odio no puede triunfar sobre un enemigo brutal

Ernesto Che Guevara

El protagonismo militar o de eso no se habla!

La historia latinoamericana no es más que la historia de la lucha de sus

clases. Esta lucha comienza aun antes de constituirse, con sus fronteras actuales,

los resectivos Estados-naciones del su!continente. El genocidio imlementado

contra los ue!los originarios durante la "olonia # la esclavitud masiva de ue!losrovenientes de $frica, deslazados or la fuerza del látigo, es quizás el rimer

indicador de una e%tensa # variada confrontaci&n social que se rolongará

inevita!lemente durante los siglos osteriores hasta nuestros d'as.

inguno de estos rocesos es aeno o indeendiente a la conformaci&n del

caitalismo como sistema mundial en e%ansi&n. *or el contrario, forman arte de la

acumulaci&n originaria del caital. o casualmente, en %l 5aital , +ar% seala!a

que %l descu!rimiento de las comarcas de oro y lata en Am6rica, el exterminio,

esclai*acin y seultamiento en las minas de la o!lacin a!origen, la conuista

y el saueo de las 2ndias 7rientales, la transformacin de frica en un coto

reserado ara la ca*a comercial de ieles-negras /esclavos negros0, caracteri*an

los al!ores de la era de producción capitalista" %stos rocesos id0licos

constituyen factores fundamentales de la acumulacin originaria12.

Asentado el caitalismo so!re sus roias !ases en los siglos osteriores 3

su!ordinando las más heterog4neas relaciones sociales a la l&gica del mercado

mundial3, cada Estado-naci&n de nuestro continente asistirá a futuras matanzas #reresiones sistemáticas.

5unto con la omniresente intervenci&n de las troas norteamericanas en

1 Cfr. Karl Marx: El Capital . México, Siglo XXI, 1986. Tomo I, Vol. III, p.939.


4/44



nuestra Am4rica6, las reresiones contra los ue!los latinoamericanos7 han tenido

un e"ecutor # un verdugo local siemre reetido las 8uerzas Armadas. "ada uno

de los inconta!les goles de Estado 3ese recurso rivilegiado de las clases

dominantes locales, estrechamente asociadas al imerialismo3 cont& con elrotagonismo indiscutido de los militares.

*resencia avasalladora que aarece #a desde los or'genes mismos de los

Estados-naciones latinoamericanos. Aunque toda generalizaci&n uede resultar

aresurada, # a esar de que muchos modelos1 o tios ideales construidos a

artir de una sociedad em'rica singular carecen de rango universal 34sa es,

recisamente, una de las matrices eistemol&gicas ha!ituales en toda ideolog'a

euroc4ntrica3, creemos que el ael de los militares de Am4rica Latina desde los

or'genes mismos de la construcci&n del Estado-naci&n durante el siglo 9:9 se

encuentra en ;ltima instancia mucho más r&%imo al modelo1 rusiano3

!ismari!c*lar am'o# proc"#o#: lar"pr"#i0! i!)"r!a co! la i!)"r>"!ci0! !or)"am"rica!a. Cfr. ;.S*&r" Salaar: Madre América. n siglo de violencia y dolor !1"#"$1##"%. ;a ?a'a!a, Ci"!cia# Social"#, 2@@3.3 /claramo# *" "! )o$o "#)" "!#a%o, c*a!$o *)iliamo# la "xpr"#i0! Ap*"'lo# la)i!oam"rica!o#Blo ac"mo# por "co!om-a $" l"!g*a(" para r"f"rir!o# a lo# p*"'lo# la)i!oam"rica!o#,i!$oam"rica!o# % afroam"rica!o#, al mi#mo )i"mpo.


5/44



las clases dominantes locales fundamentalmente los roietarios agrarios

terratenientes # los inciientes roietarios industriales # comerciantes ur!anos.

A diferencia del modelo1 econ&mico de la revoluci&n industrial inglesa (que

+ar% analiza en %l 5aital ) o del modelo1 ol'tico de la 8rancia revolucionaria(donde la modernizaci&n intent& oonerse al tradicionalismo, seg;n %l anifiesto

5omunista # otros te%tos clásicos), en la ma#or(a de los pa(ses

latinoamericanos los propietarios agrarios tradicionales $ueron

modernizando paulatinamente sus propiedades agr(colas sin realizar una

re$orma agraria ni modi$icar la estructura social, mientras los roietarios

!urgueses de las nacientes industrias # comercios locales, se vincularon a ellos

como socios menores, sin romper en ninguno de los casos la dependencia) el

subdesarrollo capitalista ni la subordinación al imperialismo=.

>urante casi todo el siglo 9:9 # el rimer tercio del 99, las 8uerzas

Armadas fueron el !razo armado eecutor de esa alianza de clases.

La teor'a socialdem&crata de la transici&n a la democracia1 retendi& a lo

largo de toda la d4cada de 2?@-2?? eludir esa resencia inoculta!le en toda

nuestra historia, rooniendo comleas # refinadas elucu!raciones de ingenier'a

institucional so!re el nuevo contrato social1, la fundaci&n de nuevas Ce;!licas1 ex

ni&ilo # otros motivos ideol&gicos # ficciones ur'dicas semeantes... siemre so!re la!ase del silencio total en cuanto a las 8uerzas Armadas. Daciendo comleta

a!stracci&n 3no como recurso metodol&gico sino como rocedimiento de

encu!rimiento ideol&gico3 de las relaciones de oder # de hegemon'a entre las

Por #*p*"#)o *" !o )o$o# lo# ca#o# #ig*"! "#)" par&m")ro g"!"ral. ;a r">ol*ci0! $"i!$"p"!$"!cia $" ?ai)- a comi"!o# $"l #iglo XIX +$" la *" ac)*alm"!)" #" co!m"mora! $o##iglo#+ f*" m*co m ra$ical *" "l r"#)o % ll"g0 a com'i!ar la i!$"p"!$"!cia !acio!al co! la"ma!cipaci0! $" la "#cla>i)*$. Tampoco #" a(*#)a "xac)am"!)" a "#)a $"#cripci0! la r">ol*ci0!m"xica!a $" comi"!o# $"l #iglo XX *", a p"#ar $" #* i!)"rr*pci0! % #* pro!)a '*rocra)iaci0!,ll"g0 a cri#)aliar $")"rmi!a$a# r"lacio!"# $" f*"ra# *" )ra#)ocaro! la "#)r*c)*ra agraria. ;omi#mo >al" para la r">ol*ci0! 'oli>ia!a $" 192. Si! "m'argo, "#)o# poco# "("mplo# $"r">ol*cio!"#, a*!*" !o #o! lo# !ico#, co!#)i)*%"! m 'i"! *!a "xc"pci0! *" *!a r"g*lari$a$"! "l co!)i!"!)". Para *!a cr-)ica $" "#)a p"r#p"c)i>a i$"ol0gica cfr. /)ilio or0!: Estado& capitalismo ydemocracia en América Latina. #./#.,


6/44



clases sociales, se retend'a resentar a los nuevos reg'menes reu!licanos,

formalmente electoral-arlamentarios (aunque escasamente democráticos), # a los

rocesos ur'dicos a ellos asociados, como si fueran el demiurgo a!soluto de la

realidad. "omo si no mantuvieran ninguna deuda o hioteca con la historia recientede luchas, resistencias, matanzas, genocidios #, finalmente, derrotas oulares.

Esa elusi&n # ese ocultamiento al interior del camo de las ciencias sociales

no era carichosa ni gratuita. >esu4s de las derrotas de los ro#ectos ol'ticos

revolucionarios # del alastamiento feroz de la insurgencia armada durante los F #

@, la cuesti&n militar1 se transform& en el gran secreto a voces de la familia

latinoamericana. "omo en los meores análisis de 8reud, lo no dicho1, lo rerimido #

deslazado, aunque oculto !ao la suerficie, segu'a oerando or detrás. >e eso

no se ha!la1 odr'a ha!er sido la consigna unificadora de la teor'a ol'tica oficial en

las Academias de aquel er'odo que, con su escandaloso silenciamiento en este

ru!ro, fueron c&mlices # contri!u#eron al discilinamiento del ensamiento cr'tico #

a la marginaci&n de las corrientes ol'ticamente radicalesG.

*ero el hecho de escamotear o evitar nom!rar a la cuesti&n militar1 3#a sea

or temor, or cootaci&n o or maniulaci&n3, no significa que 4sta no e%ista #

que no oere. o se uede entonces ensar el resente ni la realidad ol'tica,

social, econ&mica # hasta cultural de Am4rica Latina sin dar cuenta de sus 8uerzas

Armadas, instituci&n rivilegiada de nuestra historia en la cual se cristalizan

determinadas relaciones de oder entre las clases sociales.

Daciendo ho# un !alance cr'tico # un imosterga!le !eneficio de inventario

con las falsas e ilusorias romesas que el aggiornamiento de la dominaci&n de las

clases dominantes vernáculas desarram& en los @ # rimeros H?, se nos imone

a!ordar esa cuenta endiente, cu#a amenaza sigue susendida como la esada de

>amocles so!re la ca!eza de cualquier roceso de transformaci&n social radical en

6 Como #"Fala! C"c"Fa % Sa$"r: A Esta timidez para desarrollar un pensamiento crítico desde perspectivas epistemol,gicas& e incluso civili-atorias& distintas a la del pensamiento dominante&lleva a a(ordar temas +undamentales y donde lo esencial termina estando ausente las relaciones

de poder y las +ormas y contenidos de la *egemon/a& como ocurre en los anlisis so(redemocracia2 estado& poder y +ormas de go(ierno2 relaciones internacionales2 naci,n& territorio y +ronteras2 entre otrosB. Cfr. /!a


7/44



el continente.

*ortura # contrainsurgencia

uestra elecci&n temática no es ar!itrariaF. Un hecho ineserado conmovi&

recientemente /enero de 6=0 la vida ol'tica argentina # latinoamericana. "uando

muchos voceros del oder ha!'an olvidado1 3o retend'an olvidar3 a esta

instituci&n central en nuestra historia, organismos de derechos humanos entregaron

al go!ierno nacional argentino (# 4ste, a su vez, dio a conocer ;!licamente a la

rensa mundial) 2G fotograf'as eseluznantes tomadas en una sede del E4rcito

argentino en la zona rural de Iue!rada de la "ancha, rovincia de "&rdo!a,

durante 2?@G, !ao un go!ierno constitucional. Esas fotograf'as fueron difundidas

luego, tanto or las +adres de *laza de +a#o, como or otros organismos de

derechos humanos.

JIu4 mostra!an las fotograf'asK :mágenes de tortura en los test'culos de un

hom!re maniatado # aresado or varios soldados, un camo de concentraci&n

rodeado de alam!re de ;a, erros # diversos militares custodiando risioneros

tendidos en el iso o enterrados en el suelo # algunas otras imágenes, siemre con

el mismo tema la tortura.Los actuales efes militares de Argentina declararon que las fotograf'as

retrata!an un curso de comandos (en guerra contrainsurgente). Ese curso de

comandos se denomina, según los mismos militares, “Resistencia como prisionero de guerra,

evasión y escape”. Los prisioneros son encapuchados y golpeados siguiendo un método que

incluye garrotes de caucho. En las fotos también se observa el uso de picana eléctrica. A los

prisioneros se los encierra desnudos en un estrecho pozo que los mantiene forzosamente

sepultados. Ahí permanecen inmóviles por tres días hasta que pierden la noción del tiempo. Sólo

salen para ser interrogados. Cuando el actual presidente argentino reunió a su ministro de Defensa,

al jefe de Estado Mayor del Ejército, general Roberto Bendini, y a representantes de organismos de

derechos humanos, el jefe militar mostró un libro de Isidoro Ruiz Moreno, profesor de la Escuela


8/44



Superior de Guerra argentina, titulado Comandos en Acción . En dicho libro, se plantea que los

prisioneros —comandos militares— tienen que estar varios días recluidos, castigados, vigilados y

sepultados, “escuchando constantemente música popular centroamericana o proclamas

marxistas y subversivas , que un altoparlante propala sin cesar ”@. Obviamente, la referencia a “la

música popular centroamericana” y a las “proclamas marxistas” remiten a que el Ejército mantiene

todavía como hipótesis de conflicto la represión de las fuerzas revolucionarias latinoamericanas.

>urante esos entrenamientos, el Ejército Argentino —aún bajo gobiernos constitucionales—

siguió enseñando a torturar a sus efectivos y a los de la Armada, la Fuerza Aérea, la Prefectura

Naval, la Policía Federal y la Gendarmería Nacional.

Ante el escándalo rovocado, diversas fuentes militares 3desde los cuadros

li!erales1 hasta los nacionalistas1, desde los mandos actuales hasta los retirados3

se esforzaron or aclarar que ese tio de entrenamiento en la tortura era algo...

normal1 ara cualquier e4rcito del mundo.*or si esto no alcanzara, el general +art'n Balza, e% efe del E4rcito !ao la

residencia de "arlos +enem, actual em!aador en "olom!ia del go!ierno de

4stor irchner, sostuvo que esos entrenamientos ha!'an sido desarrollados entre

2?G # 2??2 (antes de que 4l asumiera la efatura, ara as' eludir las

resonsa!ilidades ur'dicas).

:ndeendientemente de las oiniones encontradas que rovocaron # de las

intenciones del go!ierno argentino al u!licarlas, lo cierto es que la difusi&n de las

fotograf'as del curso de guerra contrainsurgente reinstala, o!etivamente, un de!ate

que ermaneci& durante demasiado tiemo inconcluso, cu#o a!ordae # relanteo

se torna a!solutamente imosterga!le ara el resente # el futuro del camo

oular # las fuerzas revolucionarias argentinas # latinoamericanas.

En el mismo horizonte de ro!lemas que envuelve el de!ate so!re las

fotograf'as de la tortura, hace aenas unos meses (agosto de 67), se conocieron

las declaraciones de antiguos erarcas militares argentinos a la MN francesa, donde

reconoc'an que la tortura como metodolog'a ha!'a sido inculcada en las 8uerzas Armadas locales, or las 8uerzas Armadas de 8rancia, a artir del eemlo de

Argelia?.

8 Cfr. ?oracio V"r'i)#J%: ADasta 2?? El E4rcito ense& a torturar1. En #gina 1:, 2GO2O6=.9 T"#)imo!io r"cogi$o "! "l $oc*m"!)al )"l">i#i>o A


9/44



A esar del escándalo ol'tico que tam!i4n acoma& aquellas

declaraciones, la informaci&n de la influencia francesa so!re la reresi&n

latinoamericana no es nueva. Daciendo una reconstrucci&n hist&rica, un gruo de

militares constitucionalistas1 3ho# cr'ticos de la dictadura3 sealan Alrededor de19;; surgi un aliado ineserado ara los &om!res del #entgono" #or influencia de

un coronel argentino ue &a!0a reali*ado cursos en os ;?" =a manera de oonerse a ella fue encarada a partir del modelo francés,

ue 0!amos conociendo or u!licaciones y a tra6s de los oficiales ue cursa!an

estudios en institutos galos" @no de los rimeros ue or auellos a>os lante ms

seriamente el tema fue el entonces coronel, desu6s general, 5arlos Jorge Rosas122.

*or eemlo, ese modelo franc4s1 fue el que insir& untualmente al

general Acdel Nilas, a cargo del oerativo contrainsurgente en Mucumán(Argentina), !ochornosamente !autizado :ndeendencia1, antes de que se hiciera

cargo del mismo el general genocida Antonio >omingo Bussi. Este oerativo

desarrollado, rincialmente, contra el frente guerrillero rural del *artido

Cevolucionario de los Mra!aadores-E4rcito Cevolucionario del *ue!lo (*CM-

EC*), durante 2?F-2?FG, es decir !ao un go!ierno constitucional # reu!licano1,

de& como saldo aro%imadamente 2 desaarecidos. >urante el er'odo 2?FG-

"("c*)a$o# "! la cla!$"#)i!i$a$B. ali$0 la# )or)*ra#B, "! 4gina 1, 1N9N2@@3 % ATor)*ra# % $"#aparicio!"##"g! G"l mi!i#)ro $"l i!)"rior $" la $ic)a$*ra, g"!"ral /l>a!oH ?arg*i!$"g*%B, "! 4gina 1,2N9N2@@3. Ca'" aclarar *" *!o $" "#)o# ("rarca#, "# a*)or $" *!o $" lo# m compl")o# li'"lo#"#cri)o# por lo# mili)ar"# co!)ra la i!#*rg"!cia % la# l*ca# $"l p*"'lo arg"!)i!o. Cfr. 5"!"ralam0! 5"!aro E-a "##o!": 6uerra revolucionaria en la Argentina. #./#., C-rc*lo Mili)ar,1988.1@ Cfr. Coro!"l r4 ?.P. all"#)"rO Coro!"l r4 C.M.5ac0!O Coro!"l r4 .;. 5arc-a % Coro!"l r4 /..a))"!'ac: 7uer-as Armadas Argentinas. El cam(io necesario. *"!o# /ir"#, 5al"r!a, 198. p.8.11 Cfr. 5"!"ral "%!al$o ig!o!": Memoria y testimonio. #./#., Pla!")a. 1992.p.@.


10/44



2?@7, !ao mandato del general Bussi # en 4ocas de dictadura militar, esa cifra

de desaarecidos alcanza hasta más de @ (am!as cifras no inclu#en muertos ni

torturados que so!revivieron o fueron li!erados, sino tan s&lo ersonas

desaarecidas), solamente en esa equea rovincia argentina... donde se cre&el rimer camo de concentraci&n del a's...

ientras ola!a 3recuerda osteriormente el general Nilas3

acercndome, cada e* ms, al ue ser0a or esacio de casi un a>o mi trinc&era

de com!ate, reensa!a las ala!ras ue un especialista Coronel Roger

Trinquier del glorioso ejército francés en Argelia escribió en su libro que

lo fue de cabecera durante mi andatura tucumana que era «!ubversión "

revolución»# /su!ra#ado en el original. A continuaci&n, el general Nilas cita un

largo fragmento del estratega franc4s en contrainsurgencia, # más adelante

agrega0 $esde antiguo ven%a prestando atención a los trabajos editados en

&rancia or los oficiales de la 7A y del e6rcito franc6s ue luc& en 2ndoc&ina y

en Argelia /...0 %n !ase a esos clsicos y al anlisis de la situacin argentina,

comenc6 a imartir rdenes tratando, siemre, de rearar a mis su!ordinados126.

"oincidiendo con la confesi&n de Nilas, el general Qsiris R.Nillegas 3uno de

los rimeros # quizás el más riguroso de todos los te&ricos argentinos de la guerra

contrainsurgente3 reconoce que la >octrina de Seguridad acional1 (>S) queinsir& a los e4rcitos latinoamericanos en la lucha contrarrevolucionaria, a esar de

su denominaci&n, no es de origen nacional 5a!e acotar 3seala Nillegas3 ue la

susodic&a doctrina y metodolog0a oeracional, inserta en nuestros reglamentos

militares, no es inventativa /sic0 o producto genuino de los estados ma"ores

argentinos' sino adaptación de la doctrina, m6todos y rocedimientos uestos en

rctica or los e6rcitos occidentales ue tuieron ue enfrentar el conflicto !6lico

12 Cfr. 5"!"ral /c$"l


11/44



su!ersio, especialmente &rancia" 2ncluso reistaron en nuestra %scuela uerior

de Buerra, durante arios a>os, efes franceses eteranos de la guerra de 2ndoc&ina

y de Argelia -como asesores militares so!re la materia31 27.

+ás recientemente, tanto el ;ltimo residente de la dictadura militar 2?FG-2?@7, general Benito Bignone, como el ministro del interior del general Nidela, el

general Alvano Darguindegu#, volvieron a reconocer ;!licamente las enseanzas

francesas en el genocidio argentino. Seg;n Bignone /la reresi&n militar argentina0


12/44



guerra revolucionaria1, seg;n su oini&n, inicia la rutura entre los EEUU # la

UCSS osterior a 2?= # origina la emergencia mundial de este nuevo tio de

guerra 2G.

Si el origen doctrinario de la tortura como elemento de la guerracontrainsurgente roviene, en el cono sur latinoamericano, de las escuelas e

instructores militares franceses, resulta insosla#a!le que esos rocedimientos fueron

luego erfeccionados or los cursos de los militares (# olic'as, como fuerza au%iliar)

latinoamericanos en las escuelas del "omando Sur del E4rcito estadounidense 3

con asiento en *anamá3 # en el roio territorio norteamericano. Ellos fueron los

que retomaron la tradici&n francesa # la llevaron a su cenit, alicando durante

d4cadas la tortura a varias generaciones de militantes ol'ticos, sindicalistas,

estudiantes, sacerdotes comrometidos # revolucionarios latinoamericanos.

En las escuelas norteamericanas del "anal de *anamá estudiaron, entre

2? # 2?F, 6.FGG militares argentinos2F. Momando en cuenta tam!i4n, además de

la Escuela de las Am4ricas, otras de Estados Unidos 3como 8ort Bragg ("arolina

del orte), 8ort Rordon (Reorgia) # más de 2= instalaciones en territorio

estadounidense3, el n;mero asciende, ara la misma 4oca, a 7.GFG. Dasta el

gole de Estado de 2?FG, se ha!'an graduado en la Escuela del E4rcito de las

Am4ricas (US Arm# School of the Americas -USACSA), u!icada en 8ort Rulice 4stos ;ltimos, @ militares ten'an como

lan de estudios, en el er'odo 2?F-2?F, determinados cursos escogidos en ellos

se graduaron once en oeraciones de contrainsurgencia1, siete en

contrainsurgencia ur!ana1, trece en oeraciones en el monte1, cinco como oficial

sin mando en inteligencia militar1 # seis en interrogatorio militar1.

"ontradiciendo la ingenua imagen del e%ceso1 ocasional en la tortura

cometido or alg;n reresor erverso # sicol&gicamente desequili!rado, en este

;ltimo curso, seg;n el testimonio directo de un militar chileno aellidado Ronzález,e%-alumno !oina negra del curso E-2G de Su!oficial de :nteligencia +ilitar, los

16 Cfr.Cla*$" E"l Ma#: La guerra revolucionaria. #./#., ?*"m*l, 193 prim"ra "$ici0! 19634. pp.9 % 3=68.1 /c)*alm"!)", "! "l aFo 2@@, la )"mi'l"


13/44



militares latinoamericanos eran torturados por sus propios instructores # a su

vez se torturaban entre ellos) para poder luego e"ecutar me"or ese mismo

procedimiento de interrogatorio! a su enemigo, es decir, a nuestros ue!los2@.

Evidentemente, el há!ito de torturarse entre los mismos articiantes de los cursosen contrainsurgencia 3que retratan las famosas fotograf'as, recientemente

difundidas or el actual go!ierno argentino3 no naci& en el cono sur...

En el er'odo 2?G2-2?F6 3durante el auge de la influencia ol'tica de la

revoluci&n cu!ana en nuestro continente3, el aarato de Estado de la Argentina

tam!i4n entren& en EEUU, con cargo al *rograma de Seguridad *;!lica de la Q:>

(Qficina :nternacional de >esarrollo) a ochenta # cuatro oficiales de olic'a,

caaces a su vez, de retransmitir su arendizae. Los cursos inclu'an simáticas

materias... como Electricidad !ásica1, :ntroducci&n a !om!as # e%losivos1,

Artefactos incendiarios1 # Armas asesinas1.

Los militares locales no reci!ieron enseanzas en tortura de sus maestros

norteamericanos ;nicamente en escuelas estadounidenses. Mam!i4n estuvieron en

Nietnam. En 2?G@, una misi&n militar argentina, al mando del general +ariano >e

evares (efe de la "a!aller'a # hermano del o!iso 5aime >e evares, luego

vinculado a la teolog'a de la li!eraci&n), que en ese momento ten'a a su cargo la

estrat4gica rovincia de Mucumán, visit& Saig&n. Seg;n las declaraciones oficialesdel ministro de defensa de aquella dictadura, comandada or el general 5uan "arlos

Qngan'a, su o!etivo en Nietnam era estudiar la luc&a contra las guerrillas y la

tctica ara la reresin de motines12?. Cecordemos que la ráctica de arroar

risioneros vivos desde los aviones, tan racticada en Argentina or las 8uerzas

Armadas en el r'o de la *lata, en Nietnam era utilizada or los norteamericanos

contra el Nietcong !ao la denominaci&n de Qerativo *hoeni%1.

Da!iendo reci!ido instrucci&n francesa # norteamericana, las 8uerzas

Armadas argentinas, con un grado de autonom'a oerativa interamericana nada

desrecia!le e%ortaron, durante fines de los F # comienzos de los @, la

18 Cfr. uince años después& una mirada cr/tica. #. /#,


14/44



contrarrevoluci&n a "entroam4rica. *rincialmente destinada a so$ocar la

revolución salvadore+a # guatemalteca) pero) sobre todo) a la sandinista. Los

cursos de contrainsurgencia # el adiestramiento en tortura, que ellos ha!'an

adotado de 8rancia # EEUU, a su vez lo trasladaron # rerodueron en Donduras,donde militares argentinos fueron los rimeros entrenadores de la contra

nicaragTense. Seg;n estimaciones del er'odo, los asesores militares argentinos

en contrainsurgencia con asiento en Donduras llega!an aro%imadamente a

cincuenta6. Men'an como finalidad articiar unto con militares norteamericanos,

en imartir instrucci&n en m4todos anti-guerrilleros al e4rcito # la olic'a

hondureos, # tam!i4n cola!orar en el entrenamiento de los gruos contras

nicaragTenses que hostiliza!an al go!ierno sandinista de icaragua62.

"orro!orando esa e%ortaci&n de la contrainsurgencia, en una nota del

CeH Ior Kimes, reroducida en +4%ico or el %xcelsior 66, se informa que la

articiaci&n estadounidense en las actividades clandestinas contra el go!ierno

sandinista de icaragua aumenta considera!lemente en 2?@6, cuando Argentina

dea de entrenar # a#udar a la contra, luego de que la administraci&n Ceagan

resalda a Rran Bretaa en la guerra de las islas +alvinas. En esta nota, se dice

que hasta los rimeros meses de 2?@6, las 8uerzas Armadas de Argentina han

sido las rinciales encargadas de financiar # entrenar a la contra nicaragTense,

incluso suerando or momentos a la a#uda estadounidense. Sea correcta o no

esta ;ltima estimaci&n, lo que resulta innega!le es que la resencia de las

8uerzas Armadas argentinas ug& un ael de rimer rango al interior de la guerra

civil centroamericana67.

2@ Cfr. ">i#)a 3umor 7 118, *"!o# /ir"#, 21N12N1983.21 S" p*"$"! "!co!)rar lo# !om'r"# $" lo# pri!cipal"# a#"#or"# mili)ar"# arg"!)i!o# co! a#i"!)o"! ?o!$*ra# "! la compilaci0! $" $oc*m"!)o# % ar)-c*lo# )i)*la$a A?o!$*ra#: la CI/ % lo#mili)ar"# arg"!)i!o# r"#po!#a'l"# $" la r"pr"#i0!B:))p:NNQQQ.$"r"co#.orgN!iJorNo!$*ra#N$ocNcia1.)mlC*rio#am"!)", o m"(or $ico, !o )a! c*rio#am"!)", *!o $" "#o# a#"#or"# "! )"rrori#moco!)rarr">ol*cio!ario r"gr"#a a la /rg"!)i!a +!o por pa)rio)i#mo, #i!o por co!flic)o# $" mafio#o#co! la CI/+ % "! #* pa-# $" orig"! a#*m" la ("fa)*ra $" i!)"lig"!cia mili)ar a )ra>é# $"l $"cr")o 7U $"l 8N1N198 ... "! pl"!o régim"! co!#)i)*cio!alW ...


15/44



Esos datos han sido corro!orados or el testimonio del caitán argentino

8ranc4s Rarc'a en un video, e%hi!ido el 7O22O2?@6 en la 8ederaci&n

Latinoamericana de *eriodistas (8ELA*), de +4%ico. El militar no era un desertor.

Da!'a sido caturado en la caital costarricense en un oerativo de la inteligenciasandinista. En su testimonio reconoc'a oy el ciudadano argentino G6ctor

os ingres6 al Latalln de 2nteligencia M?1, y en una

escuela de la roincia de Luenos Aires /Argentina0 rearada a tal efecto reci!0

instruccin en materias tales como reunin y anlisis de informacin, seguimiento

y contraseguimiento, t6cnicas de interrogatorio y contrainterrogatorio, fotograf0a,

escritura con medios eseciales y aertura y cierre de corresondencia1. Además,

ha!'a oerado como agente secreto en *anamá, El Salvador, Ruatemala #

Donduras. En este ;ltimo a's, revel&, e,ist(a un estado ma#or argentino que se

relaciona!a con un estado ma#or hondureo. Argentinos # hondureos dirig'an,

con orientaciones de la Agencia "entral de :nteligencia (":A), un estado ma#or de

la contra nicaragTense. Estados Unidos aorta!a los d&lares # los rinciales

equios de guerra Argentina suministraba los instructores) #a $ogueados en

la contrainsurgencia # en la desaparición de personas, Dondurasroorciona!a el territorio ara entrenamiento de los contras # las !ases de

ataque a icaragua.

Seg;n admiti& el general Leooldo 8ortunato Raltieri en una entrevista6=,

e%ist'a la osi!ilidad de que troas argentinas articiaran, además de en

icaragua, en la guerra civil de El Salvador. La misi&n argentina en Am4rica

"entral aunta!a a derrocar al go!ierno sandinista # frenar el suuesto fluo de

armas a los revolucionarios que com!at'an en El Salvador. "a!e destacar que losmilitares argentinos permanecieron en -onduras hasta los primeros meses

de ./01) cuando el presidente 2a3l Al$ons(n llevaba m&s de un a+o en el

gobierno constitucional. Ceci4n se retiraron de all', cuando la ":A los descart&6.

2 a ZorJ % p*'lica$a "! *"!o# /ir"# por la r">i#)a @iete 8/as "l19N8N1981.2 Cfr. o'"r)o ar$i!i: A;o# mili)ar"# $"


16/44



Evidentemente, los cursos comando1 realizados or el E4rcito argentino,

que reci4n ahora muestran las fotograf'as e%hi!idas or el actual go!ierno

argentino, conformaron una metodolog'a regular, lanificada, estudiada, alicada

en el roio territorio # e%ortada a otros a'ses de Am4rica Latina6G

. Aunque losmilitares acusa!an a los revolucionarios 3rincialmente a los de orientaci&n

guevarista o ol'ticamente solidarios con la revoluci&n cu!ana3 de desconocer

las tradiciones nacionales en aras de e%ortar la revoluci&n1, en realidad, quienes

e%orta!an 3la contrarrevoluci&n3 eran ellos.

La llamada 4guerra contra la subversión5

Una d4cada antes del escándalo de las fotograf'as del curso en

contrainsurgencia, algo similar ha!'a ocurrido con las truculentas confesiones del

caitán de cor!eta (r) # miem!ro de la Escuela Suerior de +ecánica de la Armada

(ES+A), 8rancisco Scilingo, encargado 3como muchos de sus c&mlices3 de

arroar risioneros vivos al r'o de la *lata.

Aquellas declaraciones del marino no aortaron a!solutamente ning;n dato o

informaci&n nuevos, aunque confirmaron 3or rimera vez de !oca de uno de suseecutores directos, # esto fue lo novedoso de aquella instancia 6F3 algunos de los

P*'lica$o por "l 'ol")-! "l"c)r0!ico $" A6EB4E@@.in+o. Cfr. la !o)a compl")a "! "l #i)io: O /!aaro!: AD! "x ("f" $" la CI/ r">"la #"cr")o# $"l g"!"ral 5al)i"ri. ;a g*"rra #*cia "!C"!)roaméricaB. i"r


17/44



erversos # sistemáticos m4todos utilizados or las 8uerzas Armadas en su lucha

contra la su!versi&n1.

>eando a un lado los m;ltiles análisis sicol&gicos que se odr'an ensa#ar

so!re sus notorias am!igTedades, el caitán Scilingo 3ho# encarcelado en Esaa3 ha!'a sido claro # terminante en un unto. Sostuvo sin eufemismos que

Reci!0amos rdenes extremas, ero co(erentes en función de una guerra ue

se esta!a li!rando, tanto las de detener al enemigo como las de eliminarlo1, a lo que

más adelante agrega!a 3esecificando de qu4 tio de guerra se trata!a seg;n la

versi&n militar3 #orue si se emlearon tantos métodos no convencionales era

orue la guerra no era conencional 16@.

Q!viamente Scilingo no es el autor original de semeante interretaci&n,

cu#os mentores ideol&gicos roven'an de 8rancia # Estados Unidos. Sin em!argo,

one en el rimer lano del de!ate la cuesti&n 3aun ho# sin cerrar3 de la

caracterizaci&n de ese articular er'odo de la historia latinoamericana, cu#as

consecuencias todav'a seguimos adeciendo.

La convicci&n de que en Argentina ha!'a que alicar elementos de la guerra

contrainsurgente era una creencia com;n, comartida or diversos cuadros

militares, eclesiásticos # financieros. *or eemlo, seg;n reconoce el caitán-

ingeniero $lvaro Alsogara#, ministro de econom'a de varias dictaduras e ide&logotemrano del neoli!eralismo %n 19M:, con motio de la osi!ilidad de reeuiar

el %6rcito, discutimos el tema con mi &ermano, el general Julio Alsogaray, a la

sa*n, su!secretario de Buerra" i oinin era ue en ese reeuiamiento

de!0amos asignarle una alta rioridad a las armas y euios destinados a la

guerra antisubversiva, en articular a la ue odr0a desarrollarse en las grandes

ciudades16?.

ac)i>i$a$+ *a! Carlo# ol0! % /!)o!io P"r!-a#.28 Cfr.?oracio V"r'i)#J%: El vuelo. pp.28 % 3.29 Cfr. ^l>aro /l#ogara%: EFperiencias de 50 años de pol/tica y econom/a argentina. #./#.,Pla!")a, 1993. pp.11. Ca'" aclarar *" ^l>aro /l#ogara% p"r)"!"c" a *!a $" la# familia# m rica#$" /rg"!)i!a, >i!c*la$a al po$"r $" )o$o# lo# golp"# $" -!c*lo# "! "l po$"r fi!a!ci"ro $"


18/44



o s&lo los financistas como Alsogara# ensa!an eso. Manto aquellas

fracciones # tendencias de las 8uerzas Armadas, gen4ricamente identificadas con el

mote de li!erales1, as' como tam!i4n las autodenominadas nacionalistas1,

coinciden en caracterizar aquel er'odo como un guerra contra la su!versi&n17

.*or eemlo el general Lanusse, ;ltimo residente de la dictadura argentina

iniciada en 2?GG # uno de los e%onentes más l;cidos e ilustrados dentro de la

fracci&n li!eral del E4rcito, sostiene en sus memorias que %l secuestro del general

Aram!uru /realizado or +ontoneros en 2?F0 fue arte de una ofensia del

enemigo ara diidirnos y esclai*arnos" =a dia!lica alian*a de las fuer*as

totalitarias demostr, desde ese momento, ue estaban en guerra contra nuestra

li!ertad y contra nuestro rosito de iir en el clima creador de la democracia172.

En su interretaci&n, al igual que otros a'ses de Am4rica Latina, Argentina ingresa

entonces en un er'odo de guerra en el ao 2?F. Esta guerra marcará, desde su

&tica, todos los sucesos ol'ticos hasta el momento en que escri!e sus memorias

32?FF, lena dictadura del general Nidela3. :ncluso admitirá e%l'citamente que el

llamado a elecciones de 2?F7 no !usca!a la democratizaci&n del a's sino que ten'a

como rincial finalidad uitar todo argumento a la su!ersin1. Si !ien u!ica el

comienzo de la guerra en 2?F, no de!emos olvidar que #a en 2?G? este mismo

general ha!'a sostenido en el d'a del E4rcito que =a guerra &a cam!iado de forma/...0 ya ue la existencia ala!le de fronteras ideolgicas internas coloca al

enemigo tam!i6n dentro de las naciones mismas1 76.

>entro de la misma corriente militar li!eral1, el !rigadier "reso, efe del

$" *!a $i!a#)-a mili)arB. a $" T*c*m&! "l 23N2N196 como mili)a!)" $" laorga!iaci0! g*"rrill"ra Mo!)o!"ro#. Cfr. Mig*"l o!a##o: AL


19/44



Estado +a#or Reneral de la 8uerza A4rea durante el go!ierno del residente Ca;l

Alfons'n (2?@7-2?@?), aun reafirmando su fe reu!licana1, dea!a en claro una

d4cada desu4s que =a mentalidad ue &ace ue las emocracia ("E+:>A), sostendrá una caracterizaci&n distinta de las corrientes

rinciales # hegem&nicas. >esde su &tica, si !ien dean en claro que en la

33 Cfr.


20/44



Argentina hu!o dos VterrorismosW1 (ol'tico # estatal), al mismo tiemo lantean que

no hu!o com!ate1, sino que en realidad se imlement& una reresi&n17, lo que

equival'a a negar el carácter de guerra al conflicto social interno.

En el uicio a las untas militares argentinas or sus cr'menes # violaciones alos derechos humanos, realizado durante 2?@, toda la defensa ur'dica # ol'tica de

los comandantes de las 8uerzas Armadas estuvo centrada en demostrar que en la

Argentina el conflicto social alcanz& niveles de guerra1, con las consiguientes

inferencias que ueden deducirse de ello en lo que atae a m4todos de lucha7G. La

raz&n ur'dica se asenta!a rincialmente en los decretos de 2?F dictados or la

residenta constitucional eronista :sa!el *er&n e :talo Luder (°6G2 del de

fe!rero # directiva °2 del "onseo acional de >efensa del 2 de octu!re de ese

mismo ao) que dison'an te%tualmente el aniquilamiento de la su!versi&n1.

>urante los ;ltimos aos, si !ien el sector nacionalista del E4rcito argentino

3cada vez más marginal3 mantiene la caracterizaci&n de la suuesta guerra

contra la su!versi&n # el terrorismo1, ha intentado aggiornarse aelando a una

ret&rica nacional-oulista que mezcla la reivindicaci&n del eronismo como

movimiento nacional1 con el coqueteo 3uramente ver!al # ;nicamente discursivo

3 de una defensa difusa del chavismo e incluso de 8idel "astro. Uno de los

má%imos e%onentes ideol&gicos de este segmento militar es el e% asesor einstructor en comandos de guerra contrainsurgente en las escuelas de *anamá, el

Meniente coronel +ohamed Al' Seineld'n, quien estuvo casi una d4cada reso,

durante el go!ierno del residente +enem, a quien inicialmente ha!'a ao#ado. Las

declaraciones tragic&micas de suuesto ao#o1 a 8idel "astro 3en oortunidad de

3 Cfr. Coro!"l r4 ?.P. all"#)"r ") al).: =(ra citada pp.36 % 38=@. So'r" la# $i>"r#a# prop*"#)a#*" ma!)"!-a, $*ra!)" lo# prim"ro# aFo# po#)$ic)a$*ra, "#)" #"c)or mili)ar pop*li#)a, p*"$"!)am'ié! co!#*l)ar#": Mar-a S"oa!": A

#"!)imi"!)o !acio!al % pop*larB.


21/44



la visita del l'der cu!ano a la Argentina3 or arte de este militar de e%trema

derecha, ersiguen encontrar !ases de ao#o civiles en alg;n sector desrevenido o

desistado de la izquierda local #, fundamentalmente, de la !urocracia sindical

eronista, siemre nostálgica de los militares nacionales1. "oqueteos # iruetasdiscursivas al margen, el actual nacionalismo militar , aunque intenta desegarse

de la herencia econ&mica del gole de Estado de 2?FG (acusándolo de li!eral1

/JK0), mantiene intacta la necesidad de haber ani'uilado) incluso $(sicamente) a

la subversión!. Aunque el mono se vista de seda, mono queda.

En el otro e%tremo del arco ideol&gico, u!icado a la ca!eza de la vertiente

li!eral, se encuentra el #a mencionado general +art'n Balza, efe del E4rcito durante

la residencia de "arlos +enen # actual em!aador en "olom!ia de 4stor irchner.

"omo Seineld'n, tam!i4n Balza !usca su aggiornamiento # su desegue de

los vieos # desrestigiados militares de 2?FG. *ero en lugar de ceder a la r4dica

nacional-oulista # a los coqueteos seudo antiimerialistas1 al estilo del e%

instructor contrainsurgente Seineld'n, Balza ha referido asumir una ose

autocr'tica1 frente a la dictadura militar del general Nidela. *or eso realiz& una cr'tica

a!solutamente formal 3en la cual continu& resonsa!ilizando a la su!versi&n1 or

ha!er iniciado la lucha... # sigui&, a esar de todo, defendiendo al e4rcito...3 a lo

actuado or las 8uerzas Armadas durante la dictadura de 2?FG (la autocr'tica laformul& el 6 de a!ril de 2??)7F .

o o!stante la uesta en escena autocr'tica1 3realizada, sugestivamente,

or televisi&n...3 que tanto le ha valido ara romocionar ol'ticamente su figura

ersonal, al unto de conseguir una em!aada en la administraci&n actual, cuando

tres eriodistas del diario 5lar0n lo entrevistaron reguntándole or los datos de la

reresi&n ilegal1, el efe militar les resondi& sin du!itaciones Co &a!lo de

reresin ilegal" Ga!lo de todo lo actuado en la luc(a contra la subversión17@.

3 Cfr. ;o# p"ri0$ico# Clar/n % 4gina 1 $"l 26NN199. /#imi#mo, p*"$" "!co!)rar#" *!a>"r#i0! "xag"ra$am"!)" c"l"'ra)oria $" la po#ici0! $" ala "! lo# ar)-c*lo# $"l p"rio$i#)a ?oracioV"r'i)#J%: A/$i0# a la Eoc)ri!a $" la S"g*ri$a$ 7acio!al. E" /ram'*r* a alaB. " a r"p")ir "#" mi#mo )o!o c"l"'ra)orio a!)" la r"ci"!)"Aa*)ocr-)icaB $" la Mari!a fr"!)" a la


22/44



+ucho ruido, ocas nueces.

+ientras estamos escri!iendo estas l'neas, el actual efe de la +arina aca!a

de e%resar una autocr'tica1, esta vez referida al ael de la Escuela Suerior de

+ecánica de la Armada (ES+A) durante la reresi&n. Al igual que en su 4oca hizoBalza ara el caso del E4rcito, el efe de la +arina argentina, almirante 5orge

Rodo#, ha ronunciado un arreentimiento1 institucional llamando a la ES+A

s0m!olo de !ar!arie e irracionalidad 1. Sin em!argo, en su discurso autocr'tico1

vuelve a defender 3seg;n sus ala!ras e%actas3 el rol fundacional y esencial ue

en la Cacin deseme>a esta casi !icentenaria


23/44



antemano contra esa eligros'sima ilusi&n que tanta sangre # dolor nos infligi&,

constatamos que la realidad latinoamericana resulta ser mucho más comlea #

orfiada que dicho esquema.

S&lo se odrá eludir hacia el futuro la tentaci&n de ofrecer mansamente la

otra meilla #, una vez más, a!razar ingenuamente al verdugo, al enemigo hist&rico

de nuestros ue!los, si nos esforzamos or comrender los avatares sangrientos #

genocidas de esta instituci&n a artir de un registro hist&rico-social. Ese es el ;nico

camino ara no chocarnos dos veces con la misma iedra # ara volver inteligi!les

las rácticas del genocidio (que, ara el ensamiento osmoderno, or eemlo,

resulta inconce!i!le, indeci!le, inmostra!le, destinado a un ms all metaf0sico

sustra0do a toda comrensin1). Si las matanzas sistemáticas se inscri!en en unhorizonte hist&rico atravesado or las alianzas # las lucha de clases, toda la

incomrensi&n1 metaf'sica que las rodea se esfuma ráidamente.

Leos de nosotros, entonces, la ha!itual oci&n metodol&gica (de factura

ositivista) que se limita a coleccionar hechos uros1 3or eemlo, cuartelazos #

goles de Estado3, sin conte%to ni condicionamientos sociales. Man leos como la

oci&n osmoderna, que a!strae los genocidios de sus coordenadas hist&ricas,

considerando el resente como algo eterno # a!soluto, or lo tanto inmodifica!le.

Am!os untos de vista terminan a!ordando la cuesti&n militar1

latinoamericana (# su relaci&n con las clases sociales de la sociedad civil) como si

fuera algo insonda!le, enigmático e inserto en la metaf'sica del alma latina1, con

las ha!ituales atri!uciones euroc4ntricas a nuestros ue!los de caudillismo,

autoritarismo, falta de cultura c'vica, incaacidad ara autogo!ernarse, inmadurez

ol'tica # otros lugares ideol&gicos semeantes, que a!undan de modo

inconfesado en el ensa#ismo so!re la cuesti&n militar (rincialmente el de los

esecialistas acad4micos estadounidenses).

Al a!ordar entonces la historia de estos verdugos # sus nuevas1 funciones en

tiemos de glo!alizaci&n caitalista, artimos de los siguientes resuuestos.

En rimer lugar, las 8uerzas Armadas latinoamericanas no son una

instituci&n estatal a!solutamente aut&noma e indeendiente o recluida


24/44



e%clusivamente en la esfera t4cnico-militar. *or el contrario, constitu#en una

institución $undamentalmente pol(tica # su intervenci&n en la esfera ;!lica es,

siemre, ol'tica. Aunque en la historia latinoamericana los militares han logrado

un grado de autonom'a nada desrecia!le 3comrensi!le te&ricamente a artir de la autonom'a relativa que siemre conlleva la ol'tica # el Estado frente a las

l&gicas inmediatas de la acumulaci&n # la reroducci&n econ&mica caitalista3, el

comortamiento de la instituci&n se encuentra inscrito en un conte%to hist&rico,

ol'tico # social determinado. 9o se puede comprender la tr&gica repetición de

los cuartelazos # los golpes de Estado ni sus matanzas sistem&ticas si no se

tiene en cuenta la crisis org&nica del capitalismo latinoamericano # el d7$icit

hegemónico de sus clases dominantes # dirigentes.

En segundo lugar, a diferencia de lo que ha!itualmente sugieren

comentadores televisivos # oinadores1 mediáticos, las 88AA latinoamericanas

no siempre han mantenido el mismo tipo de v(nculo en su relación con las

clases sociales # los su"etos colectivos de la sociedad civil. Sus variaciones

# mutaciones no son, de ning;n modo, aenas a las transformaciones

socioecon&micas, ol'ticas, institucionales, ideol&gicas # culturales que ha

e%erimentado el capitalismo latinoamericano # las diversas alianzas de

clases que han tenido lugar en su seno durante el siglo 99 # lo que va del 99:.En tercer lugar, sólo atendiendo a la historia económica) social #

pol(tica de Am7rica Latina, en tanto parte inseparable del sistema mundial

del capitalismo # de la cada vez más agresiva dominaci&n del imerialismo,

pueden comprenderse las trans$ormaciones # adaptaciones espec($icas de

las FFAA de la región su cada vez más estrecha vinculaci&n con las 88AA de

Estados Unidos, sus diversas doctrinas militares, las influencias ideol&gicas

reci!idas, sus hi&tesis de conflicto (las antiguas # las nuevas), su ael

amenazante frente a la crisis institucional de las nuevas re;!licas, etc.,etc.,etc.

Las FFAA latinoamericanas durante el auge de los populismos la

e,pansión del bonapartismo militar;


25/44



Daciendo un recorte hist&rico a artir de la d4cada del 7, nos encontramos

#a en esa 4oca de Am4rica Latina con la emergencia de una crisis orgánica del

caitalismo deendiente # erif4rico. Si !ien resulta innega!le que el caitalismolatinoamericano ha sufrido 3# sigue sufriendo3 la crisis de reroducci&n de su

desarrollo desigual, com!inado # deendiente, los aos 7 constitu#en una d4cada

em!lemática. Al estar estrechamente conectado con los avatares del mercado

mundial en la fase imerialista del caitalismo metroolitano, las sociedades

latinoamericanas reci!en de manera directa e inmediata los efectos de la crisis del

6?. A artir de los 7, se resque!raa la relaci&n rivilegiada del cono sur con el

imerialismo ingl4s # ese lugar comienza a ser ocuado or el imerialismo

estadounidense (que, en el "ari!e, #a ocua!a ese sitio desde su intervenci&n de

2@?@ en la guerra hisano-cu!ana-norteamericana).

"on la crisis del 7, las !urgues'as locales inician un roceso de sustituci&n

aulatina de imortaciones cu!riendo los agueros vac'os # los ru!ros vacantes

deados or las industrias mono&licas # los caitales imerialistas. Se inicia de

este modo un roceso de seudoindustrializaci&n que consiste en una

industrializaci&n deformada # deendiente, que no modifica la estructura agraria

atrasada de nuestros a'ses. Al estar enca!ezada or los socios locales delimerialismo # el neocolonialismo, no logra romer el estrecho marco del

caitalismo erif4rico. Es una industrializaci&n a medias1 o seudoindustrializaci&n

'ientras la industria ligera necesita!a mercados ara la roduccin de art0culos

de consumo, la industria esada necesita tam!i6n mercados, ero ara su

roduccin de &erramientas" %stos mercados reemla*an a los de art0culos de

consumo17?. En el mismo sentido 'Denominamos al fenmeno

seudoindustriali*acin, arodia o caricatura de industriali*acin /...0 #or so!re

todo, se reali*a sin modificar sustancialmente la estructura social del a0s, y los

desla*amientos a ue da lugar dean en ie las antiguas relaciones de roiedad

y entre las clases" ,a seudoindustriali)ación no subvierte la vieja estructura

39 Cfr. Sil>io ro!$ii: La realidad argentina. Ensayo de interpretaci,n. GTomo I % Tomo IIH. #./#., Praxi#, 19 % 196. Pri!cipalm"!)" "l cap-)*lo A


26/44



sino que se inserta en ella1=. Entre las caracter'sticas de la

seudoindustrializaci&n, se encuentran (a) o aumenta la comosici&n t4cnica del

caital social, s&lo la mano de o!ra, (!) o se desarrollan las industrias !ásicas

que roducen medios de roducci&n, ni las fuentes de energ'a ni los transortes,(c) o aumenta la roductividad del tra!ao, (d) El incremento de la roducci&n de

art'culos de consumo so!reasa el incremento de la roducci&n de medios de

roducci&n # (e) La agricultura ermanece estancada # no se tecnifica. La alianza

de clases entre los roietarios !urgueses terratenientes # los industriales

comarte con el caital financiero el mismo inter4s en la eretuaci&n del atraso

de nuestros a'ses. Estos sectores s&lo ermiten el translante o el inerto de

islotes industriales en unas cuantas fá!ricas, manteniendo # reroduciendo la

estructura social de conunto atrasada # su!ordinada al imerialismo.

En medio de esa rofunda crisis econ&mica, que la seudoindustrializaci&n no

termina de conurar # que los diversos intentos de modernizar desde arri!a la

sociedad tamoco resuelven, el aarato de Estado uego un rol central. "omo

tam!i4n sucede en los caitalismos metroolitanos de la mano de la estrategia

"r#a #o'r" 5*gli"lm"lli, "#cri'i0#o'r" "l a>ia$or org" 7"Q'"r%, #o'r" lo# g"!"ral"# Mo#co!i prop*l#or $"l p")r0l"o4 % Sa>ioimp*l#or $" la i!$*#)ria $"l ac"ro4 % alg*!o# o)ro# m. Si"mpr" a la '#*"$a +i!fr*c)*o#a %


27/44



las 8uerzas Armadas asumen un rol crecientemente rotag&nico en la vida ol'tica #

econ&mica, e%cediendo largamente la esecificidad t4cnico-militar1.

Aarentando estar or so!re las clases, las 8uerzas armadas del er'odo

terminan cubriendo la ausencia de una burgues(a nacional autónoma # pu"ante,dado que la !urgues'a realmente e%istente mantiene un nota!le # evidente d4ficit de

hegemon'a social integradora. Mransformándose de hecho en un partido pol(tico<

militar , las 8uerzas Armadas se convierten en una esecie de ár!itro1 de la lucha

de clases que, mediante una ret&rica nacionalista # diversos intentos de alianzas con

industriales locales # las fracciones más reformistas del movimiento o!rero sindical,

terminan asumiendo el control del aarato de Estado. "a!e aclarar que durante este

er'odo nacionalista1 # oulista, la tortura olicial-militar se sigue imlementando

de modo ha!itual ara la reresi&n ol'tica interna=6.

La influencia ideol&gica del e4rcito rusiano (desde los lanes de estudio

hasta los uniformes...) se dea sentir en diversos e4rcitos del continente durante

)r&gica+ $" la A*!i$a$ c->ico=mili)arB... po#ici0! pol-)ica $" 'ocor!o#a m"moria $*ra!)" la$ic)a$*ra $" 196, c*a!$o #* corri"!)" pol-)ica )*>o m $" ci"! mili)a!)"# #"c*"#)ra$o# %$"#apar"ci$o#...2


28/44



este er'odo, mientras que la Armada de Rran Bretaa influ#e so!re las resectivas

fuerzas marinas=7. >esu4s de ha!er comletado entonces el sometimiento # el

aniquilamiento de los ue!los originarios 3e%roiándoles sus tierras # destru#endo

sus comunidades3, las 8uerzas Armadas se autoostulan, en un derroche dever!orragia nacionalista, como las fundadoras # guardianas de la so!eran'a del

Estado-naci&n1.

Ninculadas a la arcial revitalizaci&n del mercado interno, gracias a la

seudoindustrializaci&n, las 8uerzas Armadas terminan durante este laso hist&rico

conformando la columna verte!ral de la dominaci&n en los caitalismos

erif4ricos, en el área de la ol'tica, ero con ramificaciones tam!i4n en la

econom'a. El auge de los oulismos se hace incomrensi!le si se hace

a!stracci&n de esa resencia inconfundi!le.

3 D! ca#o )o)alm"!)" a!"c$0)ico, p"ro *" !o $"(a $" #"r il*#)ra)i>o, "# "l $"l fun!a!or !e la0arina «nacional# ar&entina: Aorg*lloB para )o$o# lo# almira!)"# *" la a! $irigi$o a#)a "l pr"#"!)", $"#$" lo# *" 'om'ar$"aro! co! a>io!"# $" g*"rra a la po'laci0! ci>il "! la plaa $"ma%o, $*ra!)" 19, a#)a lo# *" orga!iaro! "l campo $" co!c"!)raci0! $" la


29/44



La inscripción de las FFAA latinoamericanas en la lógica del

dominio continental estadounidense del populismo al

neoliberalismo;

Agotado el modelo econ&mico de la seudoindustrializaci&n 3!asado, or

otra arte, en un fuerte redominio del caital varia!le # la e%lotaci&n e%tensiva

de la fuerza de tra!ao or so!re la d4!il inversi&n en caital constante #

tecnolog'a, en la e%tracci&n de lusvalor a!soluto or so!re el relativo, en la

su!sunci&n formal del tra!ao en el caital or so!re la su!sunci&n real, en la

e%lotaci&n en e%tensi&n or so!re la e%lotaci&n en rofundidad3, las 8uerzas

Armadas romen sus antiguas alianzas de clases de signo oulista. En el

imaginario militar de la alianza social !urguesa-oulista, el movimiento o!rero

organizado en sindicatos dea de ser !ase de manio!ra1 # columna verte!ral1

ara transformarse, vertiginosamente, en enemigo interno1. A artir de ese

momento, entra en crisis la ideolog'a estatal asentada en la identificaci&n entre

so!eran'a nacional X desarrollo industrial1. "onservando el rotagonismo

!onaartista # su autonom'a relativa frente al +ercado, reconfiguran sus alianzas

vinculándose con las fracciones más concentradas del gran caital transnacional.o es secundario que durante este nuevo er'odo, numerosos militares de rango

asan a formar arte de los directorios emresariales de las grandes firmas

multinacionales. En ese cam!io de rum!o # orientaci&n, la viea influencia

ideol&gica rusiana== es reemlazada or los instructores franceses #

;a i!fl*"!cia pr*#ia!a "! lo# "(érci)o# la)i!oam"rica!o# !o r"mi)" !icam"!)" a *!a c*"#)i0!formal como "l *!iform" % "l ca#co al"m&! *" "l "(érci)o 'oli>ia!o *)ili0, por "("mplo, a#)a lar">ol*ci0! $" 1924. ia +(*!)o co! la CI/+ a#)a *" f*" "x)ra$i)a$o a


30/44



norteamericanos.

El antiguo ael de guardianes de la so!eran'a del Estado-naci&n1 es

sulantado or el de fuerzas au%iliares en la nueva guerra mundial, la guerra fr'a

la guerra de las fronteras ideol&gicas1 # las áreas de influencia entre el Este # el

Qeste. +anteniendo la tortura como m4todo de reresi&n ol'tica, la misma se

convierte en un instrumento rivilegiado de dominaci&n social a nivel masivo. >e

recurso ara amedrentar # rerimir untualmente a los dirigentes sindicales # a los

cuadros revolucionarios, durante este nuevo er'odo la tortura se transforma en

recurso central de guerra. o de la guerra entre Estados-naciones, sino de la

guerra interna, contrarrevolucionaria, contrainsurgente.

Estados Unidos intenta entonces homogeneizar ideol&gicamente a las

8uerzas Armadas continentales en el anticomunismo galoante !ao la >octrina

de la VSeguridad acionalW=.

So>ié)ica4 para la i!#)r*cci0! $" lo# ca$")"# arg"!)i!o#. -a !o a'-a com"!a$o lallama$a g*"rra fr-a. ;a i!cl*#i0! $"l com*!i#mo como "!"migo >ir)*al "! "l fr"!)" i!)"r!o $"l pa-# +% !o m all& $" la# fro!)"ra#, como #"r-a $" #*po!"r "! *"ra# /rma$a# *" #" co!#)i)*%"! para la g*"rra "!)r" ol*cio!aria "! la

/rg"!)i!a. S* prim"r "#)*$io #i#)"m&)ico $" "#)a A!*">a forma $" g*"rraB $a)a $" 1962. Cfr.5"!"ral #iri# Vill"ga#: 6uerra revolucionaria comunista. #. /#., Pl"amar, 1963 "$ici0! $" lai'lio)"ca $"l ficial $" 19624. Allí/ a!e"s !e intro!ucir en el país la e(periencia !e Ar&elia yVietna/ aportaba una perspecti)a propia8 el estu!io !e 4la cuesti%n cultural53 Si! co!oc"r $ir"c)am"!)" "! a*"lla época a 5ram#ci, Vill"ga# r"alia'a *! mi!*cio#o % "xa*#)i>o ra#)r"o $"la# ac)i>i$a$"# c*l)*ral"# $"l Par)i$o Com*!i#)a PC4, ll"ga!$o i!cl*#o a#)a proporcio!ar *!a li#)acompl")a $" )o$o# #*# )"a)ro# % r">i#)a# li)"raria# +*" "! #* opi!i0! forma'a! par)", comoAacci0! p#icol0gicaB, $"l Aapara)o pol-)ico mili)ar $" la #*'>"r#i0!B+. Tr"# $éca$a# $"#p*é#,>ol>"r& a i!#i#)ir !*">am"!)" co! la !"c"#i$a$ $" i!corporar a la l*ca la $im"!#i0! c*l)*ral. Cfr.


31/44



Si en la 4oca del redominio de la alianza de clases entre el caital

industrial # el caital terrateniente, centrada en la seudoindustrializaci&n # el

mercado interno, la figura ol'tica de integraci&n social rivilegiada es la del

soldado-ciudadano1 (v'a la conscrici&n masiva # o!ligatoria de los &venes de 2@aos), en la transformaci&n neoli!eral de las antiguas 8uerzas Armadas

oulistas, la nueva figura em!lemática será la del agente de inteligencia. La

ciudadan'a integradora desde arri!a, desde el aarato de Estado, mediante la

conscrici&n o!ligatoria # de masas, dea lugar a la enetraci&n de las

organizaciones oulares, a trav4s del clásico ersonae militar del nuevo er'odo

el infiltrado1. Las guerras en tiemos del redominio del caital financiero #a no

son, fundamentalmente, entre Estados-naciones, sino guerras de reresi&n

interna. Ya no se trata de integrar # ciudadanizar a la o!laci&n en forma masiva,

en e%tensi&n, sino de infiltrar # enetrar a trav4s de la inteligencia selectiva, en

rofundidad=G. *aulatinamente, las nuevas 88AA, # no es casual, van

a!andonando la conscrici&n o!ligatoria ara convertirse en e4rcitos

5"!"ral .5.Vill"ga#: 'emas para leer y meditar . 'ra ci)a$a. P"ro, a $if"r"!cia $" 1962, "! 1993ac" r"f"r"!cia r"i)"ra$a % "xpl-ci)am"!)" a lo# Cuadernos de la crcel % al Amarxi#mogram#cia!oB +pro'a'l"m"!)" )oma!$o como r"f"r"!cia lo# par&m")ro# i$"ol0gico# $" lo#$oc*m"!)o# $" Sa!)a " I % II % la r"*!i0! $" lo#


32/44



rofesionales.

El enemigo est& dentro) habla el mismo idioma) le reza al mismo dios)

come la misma comida) le gusta el mismo deporte # se viste con la misma

ropa. *ara ese nuevo tio de guerra, resulta más enemigo1 # más eligroso

alguien que ha!la el mismo lenguae # comarte una misma historia # una misma

cultura, que quien ha!la otro idioma # ertenece a una otencia e%tranera =F. Las

8uerzas Armadas latinoamericanas se transforman entonces en virtuales e4rcitos

de ocuaci&n de sus roios ue!los. *ero, a diferencia de 8rancia en :ndochina

# Argelia o de Estados Unidos en Nietnam 3los dos casos aradigmáticos

emleados en la edagog'a militar del er'odo3, las 8uerzas Armadas

latinoamericanas no se diferencian or sus comonentes 4tnicos, religiosos onacionales, de su roio enemigo1 el ue!lo, la clase tra!aadora, los

revolucionarios, la su!versi&n1=@.

ia, "l g"!"ral 5ar% Pra$o "# 'i"!claro "! "#)" #"!)i$o. Para "l ia!o#, c*'a!o#, p"r*a!o#, arg"!)i!o#, "! #*ma, la)i!oam"rica!o#+ #o! A"l"m"!)o# a("!o# a!*"#)ra !acio!ali$a$B p.194, A"x)ra!("ro#B p.2@4 % "xpr"#a! A*!a agr"#i0! a la #o'"ra!-a!acio!alB p.194. a Ei>i#i0!B $"l "r#i0!B] S" $"limi)aci0! "# poco pr"ci#a. Ma!"(a! *! *#o r"#)ri!gi$o % o)ro amplia$o. V"amo# "l "("mplo arg"!)i!o. I!icialm"!)",i$"!)ifica! "! forma r"#)ri!gi$a como A#*'>"r#i0!B #0lo a la# Aorga!iacio!"# #*'>"r#i>a# )"rrori#)a#B:PT=oB,#"g! "l g"!"ral /g*#)-! ;a!*##", $a)a $" 19@. )ro# pla!)"a! "! cam'io *" #" origi!a "! la#r"'"lio!"# pop*lar"# $" 1969 % 191 cor$o'ao, ro#ariao, >i'orao, ")c.4. S* o'(")i>o co!#i#)ir-a "!$"#)r*ir Ala# forma# $" go'i"r!o occi$"!)al % cri#)ia!a#B, "#)o "#, la# r"lacio!"# #ocial"# propia# $"lcapi)ali#mo. S*# mé)o$o# #"r-a! pri!cipalm"!)" A"l )"rrori#moB, Ala i!fil)raci0!B % Ala acci0! p#icol0gicaB. S* fi!a!ciami"!)o, "x)"r!o +C*'a, DSS, Ci!a, ")c.+ o i!)"r!o +"xpropiacio!"# algra! capi)al+. S* )"rri)orio, )o$o "l pa-#. Po#)"riorm"!)", "! la $éca$a $"l `8@, lo# mili)ar"# ampl-a!

lo# l-mi)"# $" a*"l A"!"migo #*'>"r#i>oB +#i"mpr" $"!)ro $"l *#o r"#)ri!gi$o+ )a!)o a la )"olog-a$" la li'"raci0!, al marxi#mo gram#cia!o como al A!arco)"rrori#moB...4.

/l mi#mo )i"mpo, $*ra!)" la $ic)a$*ra $" 196=1983, #* *#o )am'ié! "# r"f"ri$o a *! #*(")o#ocial amplia$o, *" "xc"$" la# Aorga!iacio!"# #*'>"r#i>a# )"rrori#)a#B.


33/44



>urante este er'odo, las 8uerzas Armadas latinoamericanas conservan su

tradicional !onaartismo, ero desoado de todo gesto oulista # de cualquier

ademán que ueda asociarse a lo que Rramsci denomina!a cesarismo

rogresivo1. *ara contrarrestar el eemlo continental de la revoluci&n cu!ana, setransforman en un a4ndice a!solutamente servil # rastrero del comando sur del

E4rcito norteamericano. El saldo final de semeantes mutaciones ideol&gico-

ol'ticas resulta tristemente sangriento.

=os desaarecidos or motios de la reresin 3recuerda Ra!riel Rarc'a

+árquez al reci!ir en Suecia el remio o!el en 2?@63 son casi los 1:?"???, ue

es como si &oy no se suiera dnde estn todos los &a!itantes de la ciudad de

@sala" Cumerosas mueres arrestadas encintas dieron a lu* en crcelesargentinas, ero an se ignora el aradero y la identidad de sus &ios, ue fueron

dados en adocin clandestina o internados en orfanatos or las autoridades

militares" #or no uerer ue las cosas siguieran as0 &an muerto cerca de :??"???

mueres y &om!res en todo el continente, y ms de 1??"??? erecieron en tres

eue>os y oluntariosos a0ses de la Am6rica 5entral, Cicaragua, %l alador y

Buatemala" i esto fuera en los %stados @nidos, la cifra roorcional ser0a de

1"M??"??? muertes iolentas en cuatro a>os" De 5&ile, a0s de tradiciones

&ositalarias, &a &uido un milln de ersonas. el 1? or ciento de su o!lacin" %l

@ruguay, una nacin minscula de dos y medio millones de &a!itantes ue se

considera!a como el a0s ms ciili*ado del continente, &a erdido en el destierro

a uno de cada cinco ciudadanos" =a guerra ciil en %l alador &a causado desde

19Q9 casi un refugiado cada :? minutos" %l a0s ue se udiera &acer con todos

los exiliados y emigrados for*osos de Am6rica latina, tendr0a una o!lacin ms

numerosa ue Coruega1.

Pa'lo Poi: =posici,n o(rera a la dictadura. #./#., Co!)rap*!)o, 1988.pp.16./ #* )*r!o, "l g"!"ral ;*cia!o "!(am-! M"!é!$" +o)ro g"!oci$a $" 196, a cargo $" la

r"pr"#i0! "! la# pro>i!cia# $"l !oro"#)" arg"!)i!o+ $if"r"!cia $o# !i>"l"#.


34/44



Aquella frase famosa de %l 5aital , donde +ar% escri!'a 'i el dinero, como

dice Augier, Eiene al mundo con manc&as de sangre en una meillaF, el capital lo (ace

c(orreando sangre " lodo' por todos los poros' desde la cabe)a (asta los pies+ ,

arece ensada esecialmente ara Am4rica Latina...


35/44



Las FFAA en tiempos de transiciones %incumplidas% a la

democracia o el mismo perro con otro collar!;

>errotadas a sangre, tortura # fuego la ma#or'a de las insurgencias

latinoamericanas (a e%ceci&n de icaragua) durante los F # @, Estados

Unidos romueve en la regi&n un cam!io ol'tico cosm4tico # suerficial. Los

estrategas del oder imerial llegan a la conclusi&n de que ueden imlementar

los austes estructurales de los rogramas econ&micos neoli!erales, as' como

tam!i4n sus estrategias contrainsurgentes, con reg'menes formalmente

arlamentarios=?

. >e este modo, mantienen # reroducen su redominioecon&mico-ol'tico, ero evitando las disfuncionalidades1 # los dolores de ca!eza

asociados a las dictaduras clásicas. acen as' las democra-duras, las

democracias tuteladas # vigiladas, las democracias neoli!erales.

JIu4 rol uegan los militares en estos nuevos reg'menesK La resuesta no

es uniforme. En las sociedades donde contin;an oerando fuerzas insurgentes de

masas durante los @ 3caso "olom!ia, El Salvador o *er;3, las 8uerzas

Armadas se convierten en el oder real aralelo, tras la máscara formal deelecciones rotegidas1 or los fusiles # tanques militares. En los casos donde la

insurgencia #a ha!'a sido totalmente derrotada 3caso Argentina, Urugua# o

Bolivia3, los militares #a no hac'an falta ara la lucha ol'tica inmediata #

cotidiana. Cetirándose a los cuarteles, asaron a cumlir otro rol el de

guardianes1 # reaseguros1 de las instituciones ol'ticas de la roiedad rivada #

el +ercado, resignando la administraci&n del Estado a los cuadros de los artidos

ol'ticos !urgueses tradicionales. A cam!io de ese !ot'n, los artidos !urgueses

tradicionales 3or esa 4oca #a totalmente integrados a la ideolog'a neoli!eral3

9 Cfr. o*c"%, ;.ra!ci#O o!)ai!", og"r .O or$a!, Ea>i$ C.O S*mm"r, 5or$o!O Tam'#,;"Qi#


36/44



les garantizaron a los genocidas militares la imunidad or sus violaciones

sistemáticas a los derechos humanos # sus cr'menes de lesa humanidad. La tan

mentada transición! se convirtió) lisa # llanamente) en una transacción= El

eemlo del "hile ost-*inochet constitu#e el arquetio de esta retirada actadade los militares a los cuarteles.

Las consecuencias sociales de esa imunidad, actada # negociada entre

los militares # los artidos !urgueses tradicionales del continente (de la cual no

fueron aenos ni estuvieron al margen la erarqu'a oficial de la :glesia cat&lica, los

ueces o los grandes monoolios de comunicaci&n) tuvieron un aml'simo a!anico

de consecuencias. Si en el camo sicol&gico de la su!etividad de los torturados

so!revivientes, los resos li!erados # los millones de e%iliados, el desenfado de laimunidad de& una huella siniestra imosi!le de erosionar, en la vida cotidiana de

las clases su!alternas sucedi& algo similar. Manto en las áreas rurales, con las

guardias !lancas de los terratenientes # su ermanente hostigamiento de los

camesinos re!eldes o sin tierra, como en las grandes ur!es, con los

escuadrones de la muerte que asesinan nios de la calle, el recedente de la

imunidad militar se convirti& en un modelo reetido # recreado hasta el infinito.

*or eemlo, las numerosas violaciones que, d'a a d'a, se suceden sin castigo

alguno en las caitales latinoamericanas, son en alguna medida un roducto

secundario de aquella imunidad rimigenia.

>esligadas #a de las antiguas alianzas de clases integracionistas,

desarrollistas # oulistas, # ha!iendo transitado or las guerras de !aa

intensidad, las 8uerzas Armadas de este nuevo er'odo asumen un rol tutelar de

los frágiles reg'menes electoral-arlamentarios (reetimos escasamente

democráticos). Al ha!er quedado comletamente diluidos los t'midos intentos

!urgueses locales or deslegar un modelo de desarrollo de caitalismo asentadoen el mercado interno, las hilachas # los retazos que resta!an de la !urgues'a

nacional1 terminaron acolándose a los grandes conglomerados de emresas

transnacionales. "ada monoolio local diversifica en esos aos sus mercados

(desligándose de los ciclos econ&micos del mercado interno), integrando al mismo

tiemo firmas industriales # gruos de !ancos, que oeran dentro # fuera de cada


37/44



a's. o es casual, entonces, que las 8uerzas Armadas latinoamericanas

a!andonen definitivamente las vieas ilusiones desarrollistas o nacional-oulistas

# asuman con !om!os # latillos las tareas au%iliares asignadas or el

imerialismo en las misiones internacionales1 en :ra


38/44



Las FFAA latinoamericanas en la 7poca de la globalización # la

crisis actual del neoliberalismo

Ante la actual crisis latinoamericana rovocada or la aertura a!soluta de

las econom'as deendientes durante un cuarto de siglo # or los rogramas de

auste estructural del 8+: # el Banco +undial, Jcuáles son las nuevas hi&tesis de

conflicto de los militares vernáculosK JLas 8uerzas Armadas latinoamericanas

han cam!iado sus doctrinas # su agenda de seguridad1 hemisf4rica en tiemos

de glo!alizaci&nK.

+ás allá de uestas en escena, iruetas de artificio, autocr'ticas1 our la

galerie, mala!arismos ver!ales # recurrentes camaas mediáticas destinadas a

recomoner su consenso en el seno de la sociedad civil del continente, creemos

no equivocarnos al afirmar que los rinciales cuadros ol'ticos de las 8uerzas

Armadas latinoamericanas se han adaptado sólo discursivamente a la nueva

institucionalidad ol'tica surgida en el hemisferio, tras las crisis de las dictaduras

clásicas de los aos F # @.

o o!stante su acetaci&n a regaadientes de las re;!licas formalmente

electoral-arlamentarias (# la consiguiente reducci&n del gasto ;!lico, incluido el

militar, que 4stas han llevado a ca!o alicando las recetas del 8+: # el Banco

+undial), los rinciales ide&logos # estrategas de las 8uerzas Armadas locales

siguen su!ordinados untualmente a los dictados estrat4gicos de las 8uerzas

Armadas # el Estado norteamericanos. Si esto no fuera as', no se entender'a, or

eemlo, orqu4 las diversas 8uerzas Armadas nacionales contin;an realizando

eri&dicamente los tradicionales eercicios militares conuntos, !ao la direcci&ndirecta del comando sur del E4rcito norteamericano. Al crecer # a;n rofundizarse

la #a tradicional sueci&n de los militares latinoamericanos al *entágono, a las

8uerzas Armadas # al Estado norteamericano, la antigua ráctica de la

e%ortaci&n de la contrainsurgencia se va rogresivamente reemlazando or otro

tio de internacionalismo1 la articiaci&n de las 88AA latinoamericanas en las


39/44



misiones glo!alizadas de az1 # en las incursiones militares en diversos

continentes de las ;ltimas administraciones #anquis, or eemlo la de Bush.

J>&nde se encuentra ahora, en la nueva agenda de seguridad1, el

enemigo1K Cesulta sintomático que las nuevas doctrinas # agendas de

seguridad1 hemisf4rica de los militares latinoamericanos, aunque cam!ian el

lenguae, siguen manteniendo a los roios ue!los como enemigos internos #

futuras amenazas en otencia. >ichas doctrinas han reemlazado al antiguo

fantasma omniresente del comunismo 3t'ico de la guerra fr'a # de la suuesta

amenaza de una tercera guerra mundial3 or el terrorismo # el narcotráfico1,

ero mantienen inalteradas las relaciones de sueci&n ol'tica con la otencia

hegem&nica del continente 3los EEUU3

. *or suuesto que, cuando losmilitares ha!lan de com!atir al narcotráfico1, no están ensando en los grandes

traficantes 3algunos de los más imortantes tienen sede en Estados Unidos3

sino en los emo!recidos camesinos latinoamericanos.

Esa transformaci&n # readataci&n doctrinaria, tan s&lo formal # discursiva,

se asienta en un nuevo tel&n hist&rico de fondo la crisis de los Estados-naciones

erif4ricos # la comleta renuncia de las !urgues'as vernáculas a la so!eran'a

nacional (si es que alguna vez la tuvieron...), en aras del li!re comercio (AL"A,

Mratado de Li!re "omercio-ML" o A8MA, etc.) # la integraci&n hemisf4rica, en un

roceso de creciente militarizaci&n continental.

En ese nuevo conte%to hist&rico de crisis amliada surge, nuevamente, la

amenaza semiterna de la intervenci&n militar (ara frenar las crecientes

resistencias) # la inesta!ilidad institucional. Las nuevas alianzas de clases,

teidas entre la fracci&n financiera de las !urgues'as locales de Am4rica latina # el

caital financiero transnacionalizado, no han abandonado el recurso de las

Fuerzas Armadas como guardianes pol(ticos del orden interno, ara aquel

momento cuando la crisis orgánica (econ&mica # ol'tica al mismo tiemo) se

torne demasiado e%losiva # emera una osi!le re!eli&n oular. *ara cuando los

@ Cfr. ;*i# 5ara#i!o: AE"fi!"! la coop"raci0! r"gio!al co!)ra "l )"rrori#moB.


40/44



de a!ao no quieran # los de arri!a no uedan, como sol'a decir alguien que

conoc'a un oco de estos temas. Las nuevas hi&tesis de conflicto 3

suuestamente renovadas # adatadas al nuevo orden internacional3 encu!ren,

!ao nuevas formas, el vieo ro#ecto de sueci&n de las sociedadeslatinoamericanas al tal&n de hierro de la dominaci&n imerial, la violencia

sistemática # el control social.

El imerialismo de nuestros d'as, aunque lural 3Samir Amin se refiere a

4l como el imerialismo de la tr'ada13, sigue teniendo como uno de sus centros

rivilegiados a los Estados Unidos. A esar de la crisis econ&mica interna, este

;ltimo retende continuar con la ofensiva que lo ha caracterizado durante el ;ltimo

cuarto de siglo. En ese esfuerzo or conurar su roia crisis, de!e inscri!irse el AL"A, el *lan *ue!la-*anamá, el *lan "olom!ia, el reforzamiento de las antiguas

!ases militares norteamericanas en Am4rica Latina, la instalaci&n masiva de

nuevas !ases # la aroiaci&n de los recursos naturales estrat4gicos de nuestro

continente como el etr&leo, la !iodiversidad, los esacios naturales selváticos #

el agua.

+ientras las econom'as latinoamericanas naufragan una a una, la

militarizaci&n interna # la enetraci&n norteamericana aumentan d'a a d'a. El

nuevo rete%to es la #a mencionada nueva hi&tesis de conflicto1 la lucha contra

el narcotráfico # el terrorismo1. Ya ha# !ases militares de Estados Unidos en

+anta (Ecuador), Mres Esquinas # Leticia ("olom!ia), :quitos (*er;), Ceina Beatriz

(Aru!a), Dato ("uraZao), Nieques (*uerto Cico), Ruantánamo ("u!a), Soto de

"ano (Donduras). A esto se suma el intento de construir nuevas !ases en Mierra

del 8uego (Argentina) # controlar la !ase de Alc[ntara (Brasil)2

1 Cfr. CampaFa co!)i!"!)al co!)ra "l /;C/: A;a mili)ariaci0! $" /mérica la)i!aB.


41/44



Esa violenta militarizaci&n hemisf4rica 3que conuga el avance de troas

norteamericanas # sus nuevos asientos en territorio latinoamericano con la ma#or

sueci&n de las 8uerzas Armadas locales al amo imerial3 corre area con el

intento de imlementar el li!re comercio1 del AL"A, una nueva manera deconcretar la viea estrategia estadounidense destinada a controlar # dominar todo

el continente6. +ientras tanto, como una herramienta más de dominaci&n, al

conunto de los a'ses del Mercer +undo se les e%ige el ago de intereses #

utilidades de una deuda de 6, millones de millones de d&lares (de ellos, ?.

millones corresonden a Am4rica Latina). \Una deuda comletamente

fraudulenta].

E%cetuando o!viamente a "u!a # al roceso social actualmente en curso

en Nenezuela !ao liderazgo de Dugo "hávez, en la inmensa ma#or'a de las

8uerzas Armadas continentales no han e%istido resistencias visi!les a la resencia

masiva de militares norteamericanos en la regi&n. *ara que esto sucediera,

de!er'an darse, como m'nimo, una serie de condiciones de osi!ilidad cu#a

e%istencia realmente no se visualiza en el horizonte. Entre todas ellas, la rincial

de!er'a ser el resurgimiento de una !urgues'a nacional1 latinoamericana,

aut&noma, indeendiente, antiimerialista, que ueda oonerse, de forma realista

# via!le, a la estrategia estadounidense. "ontra todas las ilusiones # fantas'ascomensatorias de los #a clásicos ide&logos nacional-oulistas # desarrollistas,

que viven soando con el renacimiento de una !urgues'a nacional # de un

emresariado local antiimerialista, confundiendo asiraciones con realidades,

ho# en d'a asistimos a una creciente internacionalizaci&n de los caitales

latinoamericanos (el comortamiento neoli!eral de los emresarios !rasileos

!ao el go!ierno de Lula es un claro indicador en esa direcci&n). Dace rato que las

!urgues'as locales han deado de ser nacionales1 (si es que alguna vez lo

fueron...). Su tasa de ganancia está asociada desde larga data a los avatares del

mercado mundial. *or eso, dif'cilmente ao#en o alienten rocesos de

indeendencia nacional centrados en una nueva alianza social focalizada en el

?"r"$ia: AImp"riali#mo, g*"rra % r"#i#)"!ciaB G2N1N2@@3H.


42/44



mercado interno, en el desarrollo industrial autártico, # en la recreaci&n

hegem&nica de un nuevo liderazgo !onaartista militar de signo oulista.

Es más que ro!a!le que si las 8uerzas Armadas latinoamericanas

asumen nuevamente un rotagonismo !onaartista, indeendizándose de las

reresentaciones ol'ticas clásicas de los artidos !urgueses tradicionales, será

más !ien ara enfrentar # rerimir rocesos de re!eli&n oular e indeendencia

nacional, antes que ara enca!ezarlos. Si se o!serva desreuiciadamente la

realidad actual de nuestro continente, el fen&meno del residente Dugo "hávez #

su valiente # encomia!le intento or indeendizar Nenezuela de la !ota

norteamericana # de la !urgues'a venezolana a ella asociada7, resulta más !ien

una e%ceci&n a la regla antes que una regularidad continental.

Entre otras razones, antes que deositar falsas ilusiones en ro#ectos de

aventuras militares que aelan a ret&ricas nacional-oulistas ara ganar

consenso civil, ero siguen manteniendo las aeas hi&tesis de conflicto

antioulares, de!er'a atenderse a la desigual conformaci&n social de las 8uerzas

Armadas del continente. JQ acaso no e%isten notorias diferencias # claras

asimetr'as entre el comonente social de clase 3# hasta 4tnico3 de la oven

oficialidad de Nenezuela encolumnada unto a "hávez # las aristocráticas #

elitistas 88AA de "hile, Argentina o BrasilK. Sin dar cuenta de esta varia!le, entre

muchas otras, no odrá evaluarse con realismo los alcances # los l'mites de

cualquier osi!le generalizaci&n de la e%eriencia militar venezolana ara el resto

del continente (desde nuestro unto de vista, ma#ormente invia!le).

Los seuelos ideol&gicos del terrorismo1 # la lucha contra la droga

(adotados or la inmensa ma#or'a de las 88AA regionales como ca!allito de

!atalla de sus eercicios militares conuntos con EEUU), son más !ien intentos

destinados a renovar, readatar, resignificar # reroducir funciones antiguas de

control social # dominaci&n ol'tica. Es decir, no anuncian ning;n roceso de

indeendencia nacional. Modo lo contrario conforman nuevos roaes ara

3 Cfr. ?*go C&>" r-a# G"! $i&logo co! Mar)a ?ar!"cJ"rH: A;o# mili)ar"# "! la r">ol*ci0! 'oli>aria!aB.


43/44



disfrazar las vieas hi&tesis estrat4gicas de contrainsurgencia. En ese sentido,

resultan ;tiles ara reinsertarlas en la nueva agenda glo!alizada1 que los artidos

ol'ticos !urgueses del continente arue!an en las resectivas cámaras

legislativas sin levantar un solo dedo o emitir una sola voz de rotesta.

Mras la crisis del neoli!eralismo, # frente a la creciente radicalizaci&n del

conflicto social latinoamericano # el avance de la resistencia oular, la llamada

glo!alizaci&n 3reetimos hegemonizada en Am4rica Latina or EEUU3 reserva

a las 88AA locales una nueva # al mismo tiemo viea funci&n de antiguo e4rcito

de ocuaci&n (en el er'odo de las dictaduras clásicas) a olic'a interno de la

regi&n (en 4ocas de re;!licas formalmente arlamentarias). *ero, al mismo

tiemo, aquellas sufren un de!ilitamiento aralelo # acorde con la nota!lefragilidad de las !urgues'as nacionales1. En la medida en que acetan el rol

asignado or Estados Unidos, se van convirtiendo rogresivamente en un

gigantesco # agresivo olic'a dom4stico, comartiendo sus áreas de influencia con

las olic'as # gendarmer'as actualmente e%istentes. *or eso la tendencia a largo

lazo de ese roceso, si es que el movimiento oular latinoamericano no logra

enfrentarlo # no vuelve a lantearse seriamente una estrategia ara la cuesti&n

militar1 3olvidada durante dos d4cadas3, es que se onga en riesgo el

monoolio del uso estatal de la violencia considerada leg'tima1. o tanto or arte del ue!lo insumiso # re!elde sino más !ien or arte de olic'as rivadas

ur!anas (caso la Argentina), or guardias !lancas rurales (caso Brasil o +4%ico), o

or gruos aramilitares (como los que asolaron "olom!ia). Modos ellos,

o!etivamente, contrarrevolucionarios.

En suma, las nuevas re!eliones latinoamericanas del siglo 99:,

antiimerialistas # anticaitalistas, no vendrán seguramente del liderazgo militar

de las 8uerzas Armadas continentales, sino de la mano de la resistencia de losue!los, de la lucha de la clase tra!aadora # de sus aliados, los camesinos

o!res, los estudiantes # las caas medias. Es más que ro!a!le que, cuando

esas re!eliones se roduzcan, los militares latinoamericanos se ondrán de la

vereda de enfrente, en la que or otra arte siemre estuvieron. Ellos, los fieles

erros guardianes del imerialismo, los verdugos

fuerzas armadas contrainsurgencia de la globalizacion

Documents