fuego, poder y fe rituales, cotidianidades y...
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Fuego, Poder y Fe
Rituales, cotidianidades y sensibilidades en el Cementerio Central de Bogotá
Blanca Nubia Villalba Torres
Universidad Distrital Francisco José de Caldas
Facultad de Artes ASAB
Maestría en Estudios Artísticos
Bogotá, 2018
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II
Fuego, Poder y Fe
Rituales, cotidianidades y sensibilidades en el Cementerio Central de Bogotá
Blanca Nubia Villalba Torres
Trabajo de grado presentado como requisito para optar al título de:
Magíster en Estudios Artísticos
Director:
Juan Fernando Cáceres
Línea de Investigación:
Escrituras Artísticas y Goces Transdiscursivos
Universidad Distrital Francisco José de Caldas
Facultad de Artes ASAB
Bogotá, Colombia
2018
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III
Dedicado a mi madre, por
haberme acompañado, protegido, aconsejado y
apoyado, en los momentos más importantes de
mi vida.
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IV
Agradecimientos
A mi Dios y padre celestial Jehová, por su poder, protección y provisión. Sin su
acompañamiento hubiera sido imposible presentar este Trabajo de grado.
A mi director del Trabajo de grado, maestro Juan Fernando Cáceres, el consejero no sólo
académico sino también al paciente y considerado mentor durante este largo proceso de
reconstrucción del texto; sin su apoyo y confianza no habría sido posible reiniciar este camino.
A la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, a la Facultad de Artes ASAB y a la
Maestría en Estudios Artísticos por el tiempo que me concedieron para llevar a buen término
esta investigación.
A las directivas de la UAESP, quienes me autorizaron la entrada al Cementerio Central de
Bogotá, para que pudiera grabar, realizar entrevistas y tomar fotografías. Así mismo a la
administración del cementerio y vigilantes.
En lo personal a la Maestra Claudia Mondragón, por tener paciencia y consideración para la
entrega de este Trabajo de Grado.
Para mi querida hermana Amparito, por estar siempre a mi lado apoyándome y siendo la
mejor hermana del mundo.
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V
Resumen
El Cementerio Central de Bogotá se constituyó durante la presente investigación en un
laboratorio de conocimientos. Desde el mismo momento en que se cruza el umbral, las
posibilidades que brinda este espacio sagrado son innumerables: el patrimonio material con
piezas escultóricas traídas de los principales talleres europeos y el patrimonio inmaterial, que lo
constituye la ritualidad que se realiza cada lunes en torno a los dos más visitados beatos
populares erigidos por sus propios creyentes, como son Leo Siegfried Kopp y Julio Garavito
Armero, quienes se constituyeron en los benefactores de sus devotos.
Las creencias que se advierten vienen en aumento cada lunes, lo mismo que el número de
creyentes que se apostan al lado de cada monumento buscando afianzar la amistad y lograr la
comunicación en su ritual semanal con su santo. Las ofrendas y compromisos deben ser
cumplidos para lograr que la petición sea escuchada.
Los creyentes de cada uno de los santos populares han creado sus propios colectivos, uno se ha
constituido en el mismo cementerio por la cotidianidad que representa los días lunes por ser de
gran devoción, el otro en el Barrio Santa Fe, debido a que son diferentes los roles de cada uno,
pero apuntan en un mismo sentido, en que su visita semanal se convierte en una presencia
perenne.
Palabras clave: Colectivo, ritualidad, creencia, presencia y perenne.
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VI
SUBMIT
The Bogota Central Cemetery was built during the present investigation in a Knowledge
laboratory. Since same moment that you cross the threshold the possibilities that offers this
sacred space are many, the material patrimony with sculptures brought them from highest
workshops of Europe, and the immaterial patrimony it is constituted, the rituality, that it is
practised each Monday and that it concerns with the two popular most visited saints, erected by
their owns devotees, as they were Leo Siegfried Kopp and Julio Garavito Armero who were
established in the benefactors of their devotees.
The beliefs that are noticed are increasing each Monday, same as numbers of devotees that
placed behind each monument looking to reinforced friendship and accurate communication in
their weakly ritual with their own saint. The offerings and commitments must be fulfilled to
ensure that the petition is heard.
The devotees of each of one of the popular saints have created their own collective, one of it has
been constituted in the cemetery itself due to Monday’s representation of great devotion, the
other one it is at Barrio Santa Fe, resulting both with diverse roles, although they point at the
same sense, in which their weekly visit it converted in a perennial presence.
Keyword: Collective, rituality, belief, presence and perennial.
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VII
RESUMÉ
Le Cimetière Centrale à Bogotá a été constitué pendant la présente enquête dans un laboratoire
de connaissances. A partir du moment où le seuil est franchi les possibilités offertes par cet
espace sacré sont innombrables, le patrimoine matériel avec des pièces sculpturales issues des
principaux ateliers européens et le patrimoine immatériel est le rituel qui se déroule chaque lundi
autour des deux beats les plus visités bénis populaires érigés par leurs propres croyants comme
ils sont : Leo Siegfried Kopp et Lulio Garavito Armero, qui sont devenu les bienfaiteurs de leurs
dévots.
Des croyances qui se remarquent bien à l´augmentation tous les lundis comme le nombre des
croyants qui se tiennent à côté de chaque monument cherchant à renforcer l'amitié et à atteindre
la communication dans leur rituel chaque semaine avec son sainte. Les offres et les engagements
doivent être respectés pour que la pétition soit entendue.
Les croyants de chacun des saints populaires ont créé leurs propres collectifs, un a été constitué
dans le même cimetière pour la vie quotidienne qui représente les jours de lundi pour être d'une
grande dévotion, l'autre dans le quartier de Santa Fe, car les rôles de chacun sont différents, mais
ils pointent dans la même direction, c'est que votre visite hebdomadaire devient une présence
vivace.
Mots-clés: Collectif, rituel, croyance, présence et vivace.
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VIII
Contenido
Introducción ............................................................................................................................... 1
Estado del Arte ....................................................................................................................... 3
Problema del Trabajo ............................................................................................................. 5
Enfoque Metodológico ........................................................................................................... 6
Capítulo I .................................................................................................................................. 10
De intramuros en las Iglesias, a extramuros en el Cementerio Central de Bogotá .................. 10
Historia y Regulación ............................................................................................................... 10
Antecedentes en la regulación y construcción del Cementerio Central de Bogotá .............. 10
Diálogo entre definiciones del término Cementerio. ....................................................... 10
La muerte. ........................................................................................................................ 15
Precedentes para la Construcción del primer Cementerio Católico en Santafé. ............. 16
El Cementerio de Santafé en el contexto Colonial Español. ............................................ 19
Diferencias sociales en la colonia ........................................................................................ 25
Formación y Estratificación. ............................................................................................ 25
Disposiciones locales para la construcción del segundo Cementerio General de Bogotá ... 28
Transición del nombre de Cementerio General al de Cementerio Central. ..................... 31
La Iglesia llega a la Necrópolis ............................................................................................ 35
Concordato y construcción de la capilla del Cementerio Central de Bogotá. .................. 35
Cambios sustanciales en la administración del Cementerio Central de Bogotá. ............. 38
Renovación de la portada del Cementerio Central de Bogotá ......................................... 40
Ubicación del Cementerio Central de Bogotá .................................................................. 41
Cementerio Central como Espacio Sagrado ......................................................................... 43
Capítulo II ................................................................................................................................ 46
La Violencia como Elemento Transformador del Cementerio Central de Bogotá .................. 46
El día más impactante en el Cementerio Central de Bogotá. ........................................... 49
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IX
Entre la Religión y la Superstición. .................................................................................. 53
De la Religión a la Superstición ........................................................................................... 55
El Cementerio Central de Bogotá como escenario de Ritualidad ........................................ 57
Salomé la Primera N. N., que Subvierte el Área Elíptica del Cementerio Central de
Bogotá. .................................................................................................................................. 57
.......................................................................................................................................... 57
Capítulo III ............................................................................................................................... 61
El Cementerio Central de Bogotá como escenario de Ritualidad ............................................ 61
Las variaciones del mito en la ritualidad .............................................................................. 62
ºResignificación del ritual en el Cementerio Central de Bogotá .......................................... 63
El símbolo como eje de comunicación. ............................................................................ 64
El Ritual ............................................................................................................................... 65
La Estructura Semántica del Símbolo. ............................................................................. 66
Liminalidad. ..................................................................................................................... 66
Communitas. .................................................................................................................... 67
Santos populares Leo Kopp y Julio Garavito. .................................................................. 68
Leo Siegfried Kopp .............................................................................................................. 69
Creencias. ......................................................................................................................... 72
Julio Garavito Armero .......................................................................................................... 74
Creencias. ......................................................................................................................... 76
La Estesis Mediadora del Rito ............................................................................................. 78
Registro Léxico ................................................................................................................ 79
Registro Acústico. ............................................................................................................ 79
El ritual en Leo Kopp ........................................................................................................... 80
Análisis Estésico. ............................................................................................................. 81
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X
Julio Garavito: El Señor del Billete Azul ............................................................................. 84
Encuentro esperado. ......................................................................................................... 85
El ritual en el monumento de Garavito. ........................................................................... 89
Análisis Estésico. ............................................................................................................. 91
Registro Léxico. ................................................................................................................ 91
Registro Escópico. ............................................................................................................ 93
Presencia Perenne ................................................................................................................. 94
Capítulo IV ............................................................................................................................... 97
Ensayo Visual ........................................................................................................................... 97
Capítulo V ................................................................................................................................ 99
Epílogo ..................................................................................................................................... 99
Bibliografía ............................................................................................................................ 102
Tabla de Figuras ..................................................................................................................... 106
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Introducción
Figura 1 Figura. 1 Cronos dios del tiempo
Después de diez años de producirse la primera visita al cementerio para llevar a cabo una
investigación histórica, me encuentro escribiendo esta introducción. El tiempo transcurrido me
permitió el contacto con el universo de la muerte de diferentes maneras, sin que la vida misma y
la experimentación me hayan privado del dolor de haber dejado a seres amados en este lugar.
La explicación del porqué inicie la introducción de este Trabajo de grado incluyendo la
fotografía de Cronos el Dios del Tiempo, ha sido el encontrar la representación simbólica de la
muerte a manera de hombre al ingreso del Cementerio Central de Bogotá, dando la bienvenida a
los que llegan realzando su posición de protector de la necrópolis. Desde el mismo momento en
que fue instalada esta pieza escultórica, se hizo necesario describir los elementos que hacen parte
del conjunto funerario que el autor apropio.
Esta pieza se encuentra coronando la portada en posición de espera, recostado sobre el
mundo, con el brazo derecho apoyado sobre un reloj de arena que representa la caída perpetua
del tiempo y el encuentro inexorable de la vida con la muerte. El brazo izquierdo sostiene una
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guadaña, símbolo de la cosecha de la nueva esperanza de renacimiento (Escovar Alberto, 2010,
pág. 304). La alegoría dice que Cronos:
“espera pacientemente que el reloj de arena marque la hora de cada uno de los mortales para que con su
guadaña recoja las almas de los que llegan de tránsito al cementerio para darles la bienvenida”.
Una vez examinada la portada, se observa como consta de dos elementos: escultura
alegórica y frase en latín, cánones propios del emblema.
El texto en latín escrito por Gonzalo Jiménez de Quesada “Esperamos la resurrección de los
muertos”, este emblema es concordante con mis creencias religiosas.
Como manifesté anteriormente, años atrás tuve el primer acercamiento con el Cementerio
Central de Bogotá donde se consideraron los temas de historia y simbología haciéndose
necesario llevar a la práctica las indagaciones por medio de trabajo de campo, con el propósito
de que posteriormente se depurara la información y estar documentada para dirigir los recorridos
temáticos los días lunes en la noche en el Cementerio Central de Bogotá. Haber tenido que
acudir a bastantes fuentes históricas de la ciudad, incidió para que optara por profundizar más
sobre la necrópolis, aprovechando que es el único museo patrimonial al aíre libre de la ciudad y,
también, estudiar el programa de Maestría en Estudios Artísticos de la Universidad Distrital
Francisco José de Caldas.
A partir de la información estudiada, decidí tratar el tema sobre el ritual, propuesta que
requería integrar, además de los objetos rituales, el contexto histórico que correspondía a la base
y fundamento para la construcción del culto religioso que se practica por parte de los creyentes a
fin de materializar el trato con su santo popular. El hecho de subvertir el espacio sagrado de las
elites bogotanas por parte de colectivos que se han apoderado de este lugar, ha permitido que
cada día el cementerio se sature de toda clase de creencias advenedizas, alterando las costumbres
religiosas y transformando el modo de percibir a la muerte.
Entonces corroboré que la violencia desatada en la regiones produjo la migración a la
ciudad, factor que fue fundamental para difundir las creencias religiosas a través de tradición
oral, convirtiendo al cementerio en espacio sagrado y centro de ritualidad los días lunes en torno
al culto a los difuntos, especialmente a los por ellos erigidos como santos populares.
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Además de acercar estas prácticas del rito, éste Trabajo de grado muestra la forma como los
colectivos organizados en el Cementerio Central de Bogotá, utiliza y objetan algunos símbolos y
creencias católicas formulando sus preceptos, su escatología y rituales. Profundizar en la
transformación que han tenido las costumbres funerarias y específicamente en las creencias que
se practican en el Cementerio Central de Bogotá los últimos sesenta años, hizo que se realizara
este Trabajo de grado al que denominé “Fuego, Poder y Fe“. Este título se fundamentó en los
principales elementos y valores que se manifiestan en los rituales.
En este sentido, es significativo resaltar al fuego como el elemento purificador que utilizan
los devotos en el monumento de Garavito. Derramando licor encima de las velas a fin de
intensificar la llama y lograr que el santo popular irradie el poder necesario sobre los presentes
para concederles trabajo y de esta forma ganar el dinero indispensable de la semana. En este
apartado se hace necesario establecer qué tanta fe depositan los devotos de esos santos populares
y qué misterio encierra el ritual a los difuntos en el cementerio que conduce a los creyentes a
estar perennemente al lado de su santo popular. Esta pregunta ha de persistir durante todo el
proceso del presente Trabajo de grado.
Estado del Arte
Para abordar esta investigación se hizo necesario reseñar algunos textos que en los últimos
veinte años han coadyuvado a ampliar el horizonte en el campo de los rituales en Colombia y,
más específicamente en la ciudad de Bogotá. Estos autores han aportado y despejado muchas
dudas que se presentan alrededor de las creencias religiosas. Ellos han de estar incluidos en la
bibliografía y serán mencionados durante el presente estudio y por ser artífices recientes los
cuales a continuación citaremos.
Siguiendo con el hilo cronológico el libro Testadores y Afinados de la historiadora Ana Luz
Rodríguez González. A través de esta publicación se da a conocer sobre la forma como se
desarrollaban los funerales, el contexto religioso, social y sanitario en la Santa Fe.
A partir de la documentación de Enrique Ortega Ricaurte es que el arquitecto Alberto
Escovar W., elaboró el artículo titulado El Cementerio Central de Bogotá y los primeros
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cementerios católicos de Colombia, y se constituyó en la base para la publicación años después
del libro Guía del Cementerio Central de Bogotá. Elipse Central.
Antropología de la Inhumanidad escrito por María Victoria Uribe. Después de 20 años de
investigación esta Antropóloga describe la violencia que ocurrió en las regiones colombianas.
Este documento fue publicado en el año 2004 y corresponde a una publicación esclarecedora de
las causas y procedimientos de ejecución que se realizaron en los campos de Colombia.
En el artículo sobre la Historia de la Cerveza, el ingeniero Ricardo Plano Danais, efectúa la
cronología de las cervecerías que han existido en Colombia, destacando al industrial Leo Kopp
como fundador de la cervecería Bavaria, quien da comienzo a la industria cervecera moderna del
país adquiriendo para tal efecto el lote donde se edificaría la fábrica el 4 de abril de 1889. Años
subsiguientes a su muerte se constituiría en uno de los santos populares más visitados en el
Cementerio Central de Bogotá.
Con el título Prácticas Estéticas e Identidades Sociales - Prosaica 2, publicación realizada
en 2006 por la maestra Katya Mandoki, se desarrolla las identidades colectivas de gente del
común, como una manera de explorar las interacciones sociales. Incorporar este libro fue
fundamental para el Trabajo de grado por las acciones que se realizan en el Cementerio Central
de Bogotá al momento de ejecutar el ritual.
La publicación de Adriana María Álzate Echeverri, cuyo título Suciedad y Orden
Reformas sanitarias borbónicas en la Nueva Granada concede la importancia de su estudio en lo
referente a la salubridad en los campos de salud, del conflicto creado alrededor de la chicha y
muy valioso como fue la investigación sobre el cementerio de Occidente o la pepita.
El Antropólogo Carles Salazar, publicó en 2014 el libro Antropología de las Creencias, un
texto muy significativo para el presente Trabajo de grado, por cuanto en su publicación da cuenta
de la mirada que se debe dar al credo religioso y no tomar una posición de censura sobre los
dogmas de las personas.
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Problema del Trabajo
Este Trabajo de grado tiene origen en un contenido religioso: el término cementerio posee
un significado para los habitantes del país como espacio en el que confluyen las creencias, los
rituales y la fe, lo que vienen a constituirlo en un sitio sagrado: un lugar diferente al que
usualmente solemos estar dentro del cotidiano, pero que es compartido con el resto de la
población en algún momento de nuestra vida.
Sin embargo, surge la pregunta ¿qué misterio encierra el ritual a los difuntos en el
cementerio que conduce a los creyentes a estar perennemente al lado de su santo popular? La
creencia religiosa adquirida por tradición oral. Si bien la problemática social puede ser un factor
decisivo que induce a las personas a creer en dioses, o espíritus, es la aceptación a las doctrinas
trasmitidas por un saber incorporado por los colectivos que comparten su conocimiento,
permitiendo un cambio en el oferente que lo altera transformándolo en un ser sumiso a dicho
poder.
Los iniciados en los rituales suelen estar acompañados de devotos pertenecientes a
colectivos ya constituidos que enseñan cómo realizar el rito. El ritual es actuado utilizando al
cuerpo que es el cimiento de la estesis, definida como la exposición del individuo al mundo,
donde la subjetividad manifiesta su condición de identidad colectiva, que corresponde a la
representación del sujeto, se forma en la familia, la etnia o religión. Es decir, ciudadano y
comunidades vienen a afirmar identidades, pertenencia y legitimidad institucional y social.
La investigación realizada en el Cementerio Central de Bogotá fue desarrollada con el
propósito de mostrar el ritual que se presenta todos los días lunes en torno a los monumentos de
Julio Garavito y Leo Kopp y las implicaciones socioestéticas que estas conllevan. La realización
del trabajo de grado surge de la necesidad que ha evidenciado la academia sobre el tema de la
ritualidad en inmuebles que como en este caso ha sido declarado Monumento Nacional, y que
envuelve en su interior parte de la riqueza del patrimonio material e inmaterial del país.
Esta investigación es pertinente en el aspecto personal, en virtud a que durante años he
estado asistiendo al Cementerio Central de Bogotá a partir de una experiencia profundamente
triste y estrictamente personal. A raíz de la pérdida de un ser querido, cuyos restos reposan allí,
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este espacio que inspiraba miedo y rechazo a causa de los relatos que lo asociaban con las
prácticas para hacer daño a la gente, pasó a convertirse en un lugar de descubrimiento y
encuentro con sus sonoridades, su plástica y su poética particulares. Las visitas cotidianas y la
posterior dirección de recorridos temáticos en este museo - asociados a una práctica laboral en el
Instituto para la Economía Social (IPES) -, permitieron un acercamiento más afectivo y
respetuoso, tanto con el lugar como con sus habitantes permanentes y ocasionales.
Este trabajo de grado se realiza con el propósito de plantear un avance de la forma de
descubrir el ritual no como la teatralización de creencias atrasadas e irracionales, sino una nueva
manera de ver al rito como actos religiosos, los cuales corresponden a realidades de colectivos en
el que la ritualidad es dinámica y se renueva adaptándose a los procesos de cambio que le plantea
la sociedad postmoderna. Este estudio contribuye socialmente al mostrar que los ritos, de hecho,
son formas sociales que se resisten a desaparecer por constituirse en elementos sustanciales de
las comunidades que los emplean. La ritualidad ha cambiado de contexto circulando de los
campos a la ciudad, ha evolucionado, pero continúan con sus funciones fundamentales para los
colectivos que los utilizan.
Esta investigación ha sido crítica respecto a la conservación patrimonial que se ha dado al
Cementerio Central de Bogotá por parte de los entes distritales como el Instituto Distrital de
Patrimonio y nacionales el Ministerio de Cultura. El descuido en que se encuentra este inmueble
ha permitido que vándalos hayan saqueado la mayoría de los monumentos del Área Elíptica
aprovechado la omisión institucional. Es lamentable que no haya una política que se interese en
el patrimonio no desde el escritorio, sino que nombren un ciudadano que conozca los bienes que
posee la ciudad y el estado de preservación para que actúe a favor de ella.
Enfoque Metodológico
Clifford Geertz plantea la forma como deben abordarse los fenómenos estudiados por las
ciencias sociales en su libro Conocimiento Local, donde manifiesta que “no se expresa mediante
leyes como la de Boyle, o en fuerzas como la de Volta, o a través de mecanismos como el de
Darwin, sino por medio de construcciones como las de Burckhardt, Weber o Freud: análisis
sistemáticos del mundo conceptual en el que viven los condottiere, los calvinistas o los
paranoicos” (Geertz, Conocimiento local, 1994, pág. 34). Pretende dar mayor importancia a los
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procesos sociales, mediante charlas que generen mayor producción de significados porque:” La
investigación se centra en los casos o en conjuntos de casos, y en las características particulares
que los distinguen “Geertz (1994).
Para desarrollar este proceso, Geertz propone tres formas analógicas para abordar los temas
sociales, los cuales se han de ubicar dependiendo del caso planteado, en primera instancia, se
tomaría como si fueran juegos como forma paradigmática de la vida, como representaciones
teatrales y como textos tomados como la compartimentación de la filología. De estos tres
enfoques el investigador determinará cuál ha de convenir como objeto de la investigación que
lleva según el caso. De estos tres enfoques para el avance del presente Trabajo de grado, he
tomado la segunda opción propuesta por Geertz, asumiendo la ritualidad como teatro. Y es que la
ritualidad refuerza los tradicionales vínculos sociales entre individuos, fortaleciendo la estructura
social. En el cementerio, los días lunes es común encontrar a colectivos de personas que realizan
toda serie de rituales al frente de alguno de los monumentos que han sido beatificados por ellos
mismos, pero también cada persona ejecuta su ritual de manera particular en el que dramatiza la
intención de establecer una relación más íntima con su santo popular.
En el Cementerio Central de Bogotá se presentan intervenciones estesicas realizadas por
colectividades que no buscan legitimar acciones escénicas, pero que sí contribuyen a representar
imaginarios y deseos colectivos que representan. El arte y el ritual son generados en zonas de
liminidad donde rigen procesos de mutación, de crisis y de importantes cambios (Turner, 1988,
p. 58). En la necrópolis los días lunes el rito se hace extensivo al colectivo representando
comportamientos religiosos reales y simbólicos que definen su condición social.
Geertz en su publicación Interpretación de la Cultura afirma:
“Uno de los principales problemas metodológicos que se presentan al escribir
científicamente sobre religión es el de hacer a un lado tanto el tono de los ateos de aldea como de
los predicadores de aldea, así como sus más refinados equivalentes, a fin de que las
implicaciones sociales y psicológicas de determinadas creencias religiosas puedan emerger a una
luz clara y neutra”. (Geertz, La Interpretación de las Culturas, 1973, págs. 115, 116).
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La interpretación metodológica que se desprende señala el hecho que las metodologías
científicas pasarían de lado la interpretación de las creencias religiosas, la ritualidad, la religión o
el ritual como repetición de actos fundadores que se realizan en un espacio como el Cementerio
Central de Bogotá, por cuanto en este caso no se puede dar respuesta a si una afirmación o
negación es falsa o verdadera, “se trata de las limitaciones que impone la perspectiva científica”
Geertz (1973).
En la publicación de Michel de Certeau Relatos de Espacio realiza una aproximación a las
realidades históricas, en ella afirma:
“La historia comienza al ras del suelo, con los pasos. Son el número, pero un número que no
forma una serie. No se puede contar porque cada una de sus unidades pertenece a lo cualitativo:
un estilo de aprehensión táctil y de apropiación cinética. Su hormigueo es un innumerable
conjunto de singularidades. Las variedades de pasos son hechuras de espacios. Tejen los lugares”
(Certeau, 2007, pág. 86)
Las visitas que se realizan los días lunes están llenas de pasos que se organizan para celebrar
los rituales a los santos populares en donde confluyen la creencia y la fe. Para legitimar el éxito
de la petición, “se trata de una fundación de espacio a las acciones que se van a emprender, crea
un campo que le sirve de base y de teatro” Certeau (2007).
Para lograr captar la expresión de la persona al ejecutar el ritual que realiza en el
cementerio, se hizo necesaria la elaboración de un ensayo visual como instrumento esencial para
la perceptibilidad de quien referencia a las fuentes. En este campo audiovisual, se tomó la
precaución de identificar continuidades y discontinuidades en las tomas realizadas a las personas
al momento de realizar su ritual. En este apartado se aclara que todas las tomas se realizaron con
autorización de las personas captadas por la lente. Este ensayo visual es un documento
fundamental del presente Trabajo de grado.
Ahora bien, de acuerdo con la propuesta metodológica de Clifford Geertz, “(no existe otro
verbo apropiado) es, como dice Becker, una forma de construir un texto, un modo de reunir
símbolos para construir una expresión. Para construirla, para comprender no sólo lo que
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significa, sino cómo significa, se requiere, según Becker nos dice, una nueva filología” Geertz
(1983).
Estructura del Texto
El presente documento fue realizado teniendo un orden cronológico de los hechos que
tuvieron una marcada incidencia en la creación del cementerio y los procesos y transformación
que ha tenido a través del tiempo. Se hace necesario recurrir a la historia desde el mismo
momento en que piso tierra americana la colonia española acompañada de los clérigos de la
iglesia católica, quienes desde el inicio de la evangelización trajeron consigo todo un conjunto de
ritos que intimidaron a la población en cuanto al destino del alma
En el primer capítulo se circunscribe el concepto de cementerio, la forma como la sociedad
abordo el término de enterramiento intramuros, creación del cementerio y la primera persona que
subvierte el espacio de la sociedad santafereña.
En segundo capítulo se centró en la violencia y como el cementerio fue el sitio elegido por
el desplazamiento para tomárselo y convertirlo en espacio de ritualidad.
El tercer capítulo, lo dejo para hablar de los dos principales santos populares Leo Kopp y
Julio Garavito Armero, que son objeto de ritualidad y fe, lo mismo el análisis que se realiza
mirándolo desde la estesis.
El cuarto capítulo, corresponde al ensayo visual.
El quinto capítulo, corresponde al epílogo
Los temas abordados en los capítulos III y IV, corresponden a los hechos más significativos
para esta investigación teniendo en cuenta que es allí que se centra la problemática de este
Trabajo de grado.
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Capítulo I
De intramuros en las Iglesias, a extramuros en el Cementerio Central de Bogotá
Historia y Regulación
Antecedentes en la regulación y construcción del Cementerio Central de Bogotá
El presente capítulo examina la configuración del campo conceptual y actual del término
“cementerio”, visto por el cuerpo social como un lugar totalmente diferente a otros espacios,
pero que por su misma connotación de sitio de muerte hace vinculante a toda una sociedad que
siempre se va a relacionar con esta construcción. En la conferencia Des Espaces en 1964
Foucault habló por primera vez de las utopías de lugar y de no lugar, posteriormente en 1984 la
revista Architecture, mouvement, continuite publicó estudios que apoyaron la creación de la
ciencia que Foucault denominó heterotopología.
La heterotopología basa sus estudios en clasificar los espacios como diferentes o espacios de
no lugar denominándolos heterotopías. Esta ciencia comprende seis principios, El segundo
principio de esta descripción de las heterotopías es que, en el curso de su historia, una sociedad
puede hacer funcionar de una forma muy diferente una heterotopía que existe y que no ha dejado
de existir; en efecto, cada heterotopía tiene un funcionamiento preciso y determinado en la
sociedad, y la misma heterotopía puede, según la sincronía, de la cultura en la que se encuentra,
tener un funcionamiento u otro.
Foucault realizó un resumen en el que da a conocer las modificaciones sociohistóricas que
tuvo la necrópolis, al que finalmente consideró como lugar de exclusión; se hace necesario
aclarar, en el caso del Cementerio Central de Bogotá cuya ubicación geográfica vino a ser
afectada con el crecimiento de la ciudad, cercándolo y convirtiéndolo en espacio de convivencia
entre vivos y muertos. Igualmente, se analizan los antecedentes y las regulaciones para los
enterramientos intramuros y extramuros de la capital.
Diálogo entre definiciones del término Cementerio.
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Se hace necesario, en primer orden, registrar el significado dado al término cementerio, las
transformaciones y los cambios que este vocablo ha sufrido a través de los siglos. Esta fase de
acercamiento muestra los cambios surgidos en las estructuras sociales. Al consultar la última
edición del Diccionario de la Lengua Española, editado en el año 2014, el lector va a encontrar
la definición del término cementerio:
“Del lat. tardío coemeterĭum, y este del gr. bizant. κοιμητήριον koimētḗrion;
Propiamente 'dormitorio'. 1. m. Terreno, generalmente cercado, destinado a enterrar
cadáveres. 2. m. Lugar destinado al depósito de residuos de ciertas industrias o de maquinaria
fuera de uso. Cementerio nuclear, de coches” (RAE, 2014)
El Diccionario Tesoro de la Lengua Castellana de Sebastián de Covarruvias Orozco, de
1611, define el término cementerio así:
Cementerio, el lugar pegado có el mismo cuerpo de la iglesia adonde se entierran los cuerpos
de los fieles, y se les da eclesiástica sepultura; vale tanto como dormitorio, nombre propisimo, en
razón del artículo de Fé de la resurrección de la carne. Y conociendo esta verdad, universalmente,
a la muerte llamamos sueño, y al reposar los cuerpos en las sepulturas dormir. Es frasis de la
escritura llamar al morir dormir y tan ordinaria que son infinitos donde usa della [sic.] (De
Covarruvias, 611, p. 270).
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Figura 2. Portada Diccionario de la Lengua Castellana.
Fuente: (Cobarruvias, 1611, pág. 270).
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La última definición es tomada del Libro de las Leyes, del Rey Alfonso X el Sabio,
escrita entre los años 1252 al 1284, documento al que posteriormente en el Siglo XIV se le
denominó Las Siete Partidas. Esta publicación es importante en razón a que contiene las
normas que fueron utilizadas para la construcción de los cementerios extramuros, y todas las
normas religiosas que fueron implantadas por la Corona Española en América.
En la Primera Partida, Título XIII, Ley IV, el término cementerio fue definido:
Cementerio tomo nombre de Cimenterio, que quier tanto dezir (1), logar donde sotierran los
muertos, e se tornan los cuerpos dellos en ceniza. E los Obispos deven señalar (2) los Cementerios
en las Iglesias que tovieren por bien que ayan sepulturas, de manera que las Eglesias Catedrales o
Conventuales ayan cada una dellas quarenta pasadas (3) a cada parte para Cementerio, e las
Parroquias treinta. Pero esto se deve entender en esta manera: si fueren fundadas en tales logares,
que non gelo embarguen Castillos o casas (4), que estén muy cerca dellas: e este Cementerio debe
amojonar el Obispo, quando consagrare la Eglesia, segund la quantia sobredicha, si non oviere
embargo que qelo tnelga. E porque algunos dubdan,, en como se deven medir los passos, para
amojonar el Cementerio, departelo Santa Eglesia en esta manera: que en la pasada aya cinco pies
(5) de ome mesurado, e en el pie quinze dedos de traviesso[sic.] (De Castilla, 1284, pág. 263).
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Figura 3 Portada Las Siete Partidas del Rey Alfonso X.
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Comparadas las actualizaciones dadas al término cementerio por la real Academia de la
Lengua se evidenció que hubo adición y supresión de acepciones y de nuevos artículos que se
remiten a afirmaciones emitidas en el siglo en que fueron formuladas y reformadas; sin
embargo, los cambios lingüísticos que se han presentado desde la más antigua que se tiene
conocimiento en el año 1284 a la más reciente en 2014, se ha caracterizado por desacralizar
la palabra cementerio.
La muerte.
En el contexto colombiano los cementerios además de albergar muertos, se han convertido en
espacio sagrado de rituales. Sin embargo, la gran mayoría de veces los humanos desean morir de
una manera tranquila, con el tiempo necesario para dejar íntegramente en orden los asuntos
personales y poder fallecer en paz. Desafortunadamente, la violencia se atravesó a ese noble
pensamiento en los campos convirtiendo a Colombia en uno de los países con mayor índice de
violación a los derechos humanos. Anne Marie Losonczy afirma:
Los personajes santificados en el registro de mártir, cuyo denominador común es la muerte violenta,
trazan una lógica de emblematización existencial de un nosotros difuso, a cambio de los temas de la
persecución, la violencia y la transgresión del orden establecido. Este último es, de alguna forma,
compartido entre estas figuras y sus solicitantes; son las normas morales de la Iglesia que los solicitantes
subvierten, santificando a humanos cuya vida iba en contra de la corriente (Santificación popular de los
muertos, 2001, p. 16).
Los odios generados desde el siglo XIX por las clases políticas, dio nacimiento a la violencia
partidista ejercida por individuos de las mismas regiones que llegaron a perpetrar masacres
terribles generando miles de cientos de muertos, todo por seguir ordenes de dirigentes políticos.
Esta serie de asesinatos atroces permitió que muchas élites se adueñaran de los territorios
abandonados por el desplazamiento, mientras que en los campos aparece una nueva forma para
enterrar a los caídos ya no en bóvedas sino en fosas comunes tal como sucedía en Europa, siendo
para ellos estos lugares el sitio destinado a depositar cadáveres causados por las diferentes
pestes, en nuestro medio fueron utilizadas con la finalidad de acallar el libre pensamiento de un
pueblo.
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Esta serie de sucesos contribuyó a que a los cementerios después de pasados más de sesenta
años, se convirtiera en lugar de ritualidad alternativa para resistir el dolor de la muerte. Es una
norma para los grupos o colectivos honrar la memoria de aquellos que han muerto de forma
violenta y llevarla hasta su santificación, siempre hay una historia que habla de sus múltiples
sufrimientos durante su vida terrena
Paradójicamente los cementerios se construían para alejar a los vivos de la muerte, en
nuestros días los vivos se acercan a la muerte en busca de ayuda a su problemática social.
Precedentes para la Construcción del primer Cementerio Católico en Santafé.
A la llegada al Valle de los Alcázares, como bautizó Jiménez de Quesada a esta región ,
se encontró con la comunidad indígena muisca poseedores de éste territorio ancestral. Entre
sus costumbres funerarias estaban la de sepultar a sus muertos en cementerios extramuros,
siendo los principales: Los Cerritos del Santuario a lo que hoy llamamos Puente Grande, los
Cerritos artificiales de Techo y de Casa Blanca (Ortega Ricaurte, 1931, p. 12).
El arribo de los conquistadores trajo como consecuencia la evangelización que implicó la
enseñanza del credo católico y posterior bautizo de los indígenas muiscas convirtiéndolos al
catolicismo. No obstante que los indígenas aceptaran la nueva religión a la que se les obligaba a
cumplir con los rituales funerarios, los cultos a los dioses ancestrales persistió.
En el libro Cementerios de Bogotá, el historiador Enrique Ortega Ricaurte manifiesta que el
primer registro histórico que se encuentra sobre la disposición de construir un cementerio
católico en la ciudad de Santafé se remonta al año 1553, fecha en que el arzobispo franciscano
Fray Juan de los Barrios y Toledo ordena demoler el templo construido cuando se realizó la
fundación de Santafé en 1538 y dispone la construcción de un nuevo templo frente a la Plaza
Mayor (lo que hoy es la Plaza de Bolívar), incluyendo un terreno anexo a esta construcción de
treinta pies de extensión, para erigir el primer cementerio católico extramuros en este lugar
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(Ortega Ricaurte, 1931, p. 25,26) en observancia a las normas consignadas en el Código de las
Siete Partidas1
1 Esta serie de normas dictadas desde el siglo XII en España evidenciaron el grave problema de salud generado
por el exceso de muertos enterrados en las iglesias. Alfonso X el Sabio. Primera Partida, Título XIII, Ley II, p. 252.
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Figura 4. Ley II de las Siete Partidas del Rey Alfonso X
Finalmente, la iglesia es inaugurada y bendecida el 6 de enero de 1555, pero el cementerio no
fue construido, por apelación presentada por los vecinos, quienes se acogieron a la Real Cédula
del Rey Carlos II, en el libro I. Título XVIII, Ley Primera que dice: “Que los vecinos y naturales
de las Indias se puedan enterrar en los Monasterios o Iglesias que quisieren” (De Paredes, 1681,
p. 203).
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El Cementerio de Santafé en el contexto Colonial Español.
Fray Juan de los Barrios, primer Arzobispo del Nuevo Reino de Granada, a su llegada a
Santafé en 1553, dispuso un terreno anexo a la iglesia para la construcción del primer
cementerio católico extramuros, observando la regulación estipulada en el libro Las Siete
Partidas, proyecto que no se llevó a cabo.
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Alberto Escovar, en su artículo El Cementerio Central de Bogotá y los primeros
cementerios católicos, afirma:
Las instrucciones reales fueron acatadas por el virrey José de Ezpeleta, quien mandó a
construir, por decreto del 11 de abril de 1791, un cementerio para esta ciudad y encomendó para
esta tarea al comandante de artillería Domingo Esquiaqui (1737-1820), quien había llegado a
Bogotá procedente de Cartagena para hacerse cargo de los trabajos de reconstrucción de la ciudad
a raíz del terremoto de 1785 y con la excusa del diseño del cementerio aprovechó para dibujar el
primer plano que se conoce de la ciudad. El sitio escogido estaba situado al occidente de la ciudad,
sobre el costado sur del camino que conducía a Fontibón, a la altura de la actual Estación de La
Sabana (Escovar, 2002, p. 155).
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Figura 5 Primer plano geométrico de Santafé, elaborada por Domingo Esquiaqui, Instituto Distrital de
Patrimonio IDPC.
La construcción del primer cementerio extramuros se realizó a finales del Siglo XIX,
rompiendo con toda tradición funeraria existente hasta ese momento en la ciudad de Santafé,
lo que desembocó en alteraciones entre los vecinos de la ciudad y las autoridades civiles,
discusiones que versaban en torno a los enterramientos intramuros contra extramuros, por la
concepción religiosa existente en la sociedad santafereña que consideraba las inhumaciones
en espacio abierto como profanas, dejando en peligro el destino final y la salvación eterna
del alma.
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Figura 6. Portada Recopilación de las Leyes de los Reynos
Para que se construyera el primer cementerio extramuros en la capital del Nuevo Reino de
Granada, fue necesario que pasaran más de dos siglos después de impartida la primera orden para
su construcción y que el contagio por viruela arrojara la cifra de 3.000 muertes, según informe
enviado por el virrey Caballero y Góngora a la corte española (Álzate E, 2007, p. 212). Este
flagelo obligó a la ciudadanía a dar la discusión sobre la pertinencia o inconveniencia de
continuar las prácticas de inhumación de cadáveres en las iglesias y conventos. Sin embargo, una
vez pasada esta pandemia, vecinos de mayor poder económico seguían enterrando sus familiares
en los templos.
Al rey Carlos III le correspondió iniciar el proceso de transformación de las costumbres
funerarias. Para tal efecto tomó como base la Real Pragmática o Cédula expedida el 3 de abril de
1787, la que sustenta estos cambios, teniendo en cuenta los innumerables problemas de salud que
se presentan en la población, causada por la aglomeración de cadáveres en las iglesias. los cuales
ocasionaron epidemias. En ella afirma: “Se harán los cementerios fuera de las Poblaciones
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siempre que no hubiere dificultad invencible o grandes anchuras dentro de ellas, en sitios
ventilados e inmediatos a las Parroquias, y distantes de las casas de los vecinos […] (Sánchez,
1803, pp. 595-596). Esta nueva ordenanza contribuyó para que en la ciudad de Santafé, capital
del Nuevo Reino de Granada, se instaurara definitivamente la construcción de un cementerio
católico extramuros, por cuanto el Convento Hospital San Juan de Dios no contaba con espacio
para albergar más muertos, causados por la propagación de la viruela.
Por su parte, la historiadora Adriana María Álzate afirma en su libro Suciedad y Orden que
el costo para dicha construcción equivalía a la suma de $74.429 pesos; sin embargo, la falta de
presupuesto hizo que fuera bendecido solamente una parte del cementerio el 30 de noviembre de
1793, el cual fue destinado para los pobres que murieran en el Hospital San Juan de Dios.
A partir de esta inauguración, se presenta un desacuerdo ante el Virrey por parte de la alta
sociedad santafereña y la Iglesia. La sociedad santafereña consideraba como una afrenta el hecho
de enterrar extramuros a un familiar. Álzate afirma:
Entre otros aspectos, era una lógica o de diferenciación la que subyacía en las prácticas
sociales ante el entierro. Distinguir es marcar límites, nosotros y los otros; esas marcas de
superioridad o de igualdad expresan la voluntad de mantener una jerarquía, de asegurar un lugar en
el orden del mundo del más allá. Para la sociedad Neogranadina, el entierro en el cementerio era
sinónimo de pobreza, pues, a cambio del reposo definitivo en la iglesia era necesario asumir
diversos y, en ocasiones altos costos (Álzate E, 2007, p. 218).
No fue fácil para la Iglesia Católica acatar las disposiciones contenidas en muchas de las
cédulas reales expedidas por los monarcas españoles referente a la instauración de cementerios
extramuros en la capital del Nuevo Reino de Granada, teniendo en cuenta que sus ingresos
dependían principalmente de los enterramientos intramuros que realizaban en los templos y
conventos; así como durante muchos años se apartaron de las ordenanzas que venían de España y
continuaron realizando funerales en las iglesias de manera secreta.
Los enterramientos en los templos y conventos continuaron efectuándose por parte de la alta
sociedad santafereña. Ideología impuesta por el catolicismo en América Latina desde la
conquista hasta el virreinato, produjo temores impuestos hacia la muerte. La historiadora Ana
Luz Rodríguez en su artículo Testadores y Finados del Anuario Colombiano de Historia Social y
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de la Cultura, afirma que “La creencia en esta relación otorgaba efectividad a la mortaja, al lugar
de sepultura y al acompañamiento a la hora de la muerte en relación con la salvación del alma”,
Éste fue un factor determinante para solicitar con insistencia que sus familiares yacieran en las
iglesias.
En los años 1801 y 1802, se presenta un suceso que produjo alarma en la ciudad: la
reaparición de la viruela, falleciendo 330 personas, lo que posibilitó los enterramientos en
cementerios extramuros. Sin embargo, esta medida fue aceptada mientras duró el contagio, una
vez superada la epidemia volvieron a acudir a las iglesias (Álzate E, 2007, p. 213).
Diferencias sociales en la colonia
Formación y Estratificación.
La relación que existió desde el primer contacto entre comunidades indígenas y las
españolas a su llegada a América generaron procesos de transformación en las relaciones
sociales internas, dando lugar a la construcción de una nueva sociedad santafereña. El trato dado
por los representantes del régimen español a los grupos nativos creó configuraciones específicas
que se transformaron a medida que esas interacciones cambiaban en conflictos.
Basta con señalar que los conquistadores utilizaron como medio de dominio la superioridad
militar, mientras que para los aborígenes su fortaleza se basaba en la rebelión, por lo tanto las
relaciones de poder fueron desequilibradas y el sometimiento al indígena fue riguroso y
deplorable. Ante estas circunstancias, se hace necesario situar en contexto aquellos antecedentes
que llevaron a deponer un gobierno a través de una serie de batallas que finalmente culminó con
la Independencia.
El siglo XVI puede considerarse como el período de formación de dos nuevas clases
sociales en la Nueva Granada, concebidas a través de las relaciones de los nativos y de los
conquistadores europeos, permaneciendo la misma consonancia de beneficiados y desposeídos.
Estableciéndose las primeras diferencias de estrato la de los ibéricos encomenderos poseedores
de las tierras, haciendas, minas y cuyos miembros desempeñaban los cargos públicos y, los
aborígenes, a quienes se les había despojado no sólo de su lenguaje chibcha en proceso de
desaparición, sino de sus terrenos y bienes.
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Las distancias de poder entre españoles y los aborígenes eran tan grandes que no causaba
tensiones socioraciales. La relación de la Iglesia con las autoridades civiles era absoluta, al
compartir las responsabilidades con el gobierno, no así, con las comunidades indígenas al
respaldar la esclavitud y la guerra contra estos, imponiendo la religión católica a la fuerza,
prohibiendo el culto a sus dioses y destruyendo los templos y todos los santuarios sagrados
existentes.
El siglo XVII se caracterizó por la división racial, surgiendo el término casta como forma
para designar a los grupos sociales mestizos, es el caso del mulato o pardo (nacido de la unión de
blanco con negro), los zambos (vínculo de negro e indígena) y el grupo étnico negro. No se
incluye a los indígenas ni a los blancos. Este período se va a caracterizar por el predominio del
color de piel, lugar de residencia y trabajo realizado, lo que a la postre va a reflejar el
crecimiento económico logrado por los habitantes de la ciudad y la manera en que las diferencias
patrimoniales acentuaban aún más la brecha de estratificación social.
Para este período, la Iglesia toma distancia frente a las autoridades civiles, por cuanto sus
ingresos se ven afectados por las diferentes cédulas reales emanadas por los Reyes de España, en
las que se prohibían los enterramientos en las iglesias y conventos. Los misioneros de esos días
deciden entonces estrechar las relaciones con las personas más pudientes de la población, con el
fin de conseguir recursos que le posibiliten la subsistencia, entre diezmos, limosnas, pagos por
administrar sacramentos, donaciones y testamentos legados por fieles a través de las cofradías y
capellanías, con el propósito de continuar con la obra católica en la ciudad.
A finales del siglo XVIII, se consolidan las clases sociales y, como se afirmó anteriormente,
esta estratificación vino a reflejarse en el color de la piel, los cargos desempeñados, los lugares
de residencia y en el número de esclavos y sirvientes que poseían para sus servicios. De los ocho
barrios existentes en la ciudad de Santafé, tres fueron los preferidos por la alta sociedad: San
Jorge, la Catedral y el Príncipe.
En su publicación denominada Mestizaje y Diferenciación Social en el Nuevo Reino Jaime
Jaramillo menciona la denominación dada en el lenguaje de la época a los pobres que
conformaban estratos inferiores, considerándolos plebeyos o “infames” siendo el lugar de
domicilio los cinco barrios restantes de la población.
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Las autoridades españolas desplegaron políticas de segregación racial, cuyo objetivo
principal fue la de conservar la legitimidad y pureza de la raza blanca. Para tal fin recurrió a
tomar medidas extremas a fin de ejercer vigilancia sobre los matrimonios constituidos en la
ciudad de Santafé, disposición adoptada con el propósito de detener el excedido crecimiento del
cruce en la población que afectaba el poder de la corona española.
El ingreso a la educación superior estaba condicionado a que los aspirantes probaran
“limpieza de sangre2”, por lo que los únicos que podían aspirar a alguna de las dos carreras,
jurisprudencia y eclesiástica, fueran los españoles y los criollos. Algo similar ocurría con los
cargos nobles que eran ejercidos por los limpios de sangre, se contaba con los profesionales en
leyes y oficios eclesiásticos; entre tanto, las labores que realizaban los plebeyos las
desempeñaban los mestizos, los indios y negros, su labor se dirigía a realizar trabajos manuales,
artesanales, profesores de escuela y cirujanos.
El panorama social en Santafé se convirtió en una insoportable discriminación racial, de los
blancos con los mestizos, lo mismo que entre criollos y españoles se crearon tensiones que
fueron el detonante para que se gestaran las batallas de la Independencia. La Iglesia fue
protagonista en este período, la participación de los religiosos criollos contribuyó al estudio
ideológico y, como capellanes del ejército independista, al respecto en el Ideario de las órdenes
religiosas en la Independencia de Colombia se afirma: “La independencia americana nació en el
interior de los conventos y la gestación de este fenómeno comenzó, desde fechas muy tempranas,
protagonizada por los frailes criollos” (Mantilla, 2010).
En el siglo XIX, la estratificación social era cada día más marcada por cuanto los ricos eran
más ricos ya que para ellos estaban reservados los cargos importantes de la ciudad, mientras que
las oportunidades para un pobre de llegar a ocupar un cargo medianamente honorable eran
completamente nulas, siendo este el factor más apremiante para las clases sociales de media a la
baja; en esta no se encontraban los indios ni los negros, porque si bien a ellos se les consideraba
personas, no eran dignos de pertenecer a alguna de las clases sociales existentes.
2 La limpieza de sangre y hasta lo que los granadinos llamaban "nobleza" podía probarse ante la Real Audiencia aún por
medio de testimonios, es lo mismo que gozar de la calidad de español”. Jaramillo Uribe Jaime, Mestizaje y diferenciación social
en el Nuevo Reino, págs. 29 y 30.
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Otra dificultad que se sumó al infortunio de las clases más pobres fue el problema de
salubridad debido al contagio con la viruela, enfermedad infecciosa grave que ocasionó la
muerte, principalmente a los niños, El trato indigno a que eran sometidos los pacientes en los
hospitales les obligaba a ocultar al máximo la afección, ya que consideraban que llegar allí era
deceso seguro.
Al mismo tiempo, la Iglesia se constituyó como una institución que ideológicamente había
adoctrinado a los ciudadanos en relación con el destino del alma. Un testamento ostentaba un
carácter público-religioso, es decir tenía una función legal y tomaba en cuenta el valor espiritual
que presionaba la ejecución del legado Ana Luz Rodríguez al respecto afirma:
La preocupación por la salvación eterna ocupaba un lugar central en los testamentos: en una
cláusula se encargaban misas por el alma dejando parte de los bienes para su ejecución. En otros
casos los testadores creían más efectivo fundar una capellanía, memoria de misas por el alma, para
lo cual dejaban parte de sus bienes, nombraban patrono y capellán y elaboraban escritura de
institución. Llegaba a tal grado la preocupación por la salvación del alma que decidían nombrarla
como "heredera universal" de sus bienes o disponían que compartiera sus propiedades con los
familiares. Legar bienes al alma significaba invertir su producto en misas por la propia salvación,
cuestión que estaba a cargo del albacea (Rodríguez, 1998, p. 42).
Referente a este tema, una de las cláusulas que se encontraba consignada en los testamentos
comprometía al testador a dejar una parte de su herencia para que se repartiera a las personas
más desfavorecidas si lo acompañaban a su última morada, la situación económica en la capital
era muy difícil, por esta razón la mayoría de los ciudadanos de clase pobre asistían a los
funerales. La Iglesia era igualmente beneficiada al momento de la lectura de los testamentos, por
cuanto en muchas ocasiones las personas dejaban a su buen recaudo sus bienes para cancelar los
derechos funerarios y el pago de cientos de misas.
Disposiciones locales para la construcción del segundo Cementerio General de Bogotá
El problema de salubridad que agobiaba a la capital hacía perentoria la construcción de una
nueva necrópolis por cuanto el cementerio de Occidente se había cerrado por no existir acogida
por la sociedad santafereña, por ser un sitio utilizado para que se enterraran individuos pobres y
sin familia. Así mismo, las personas que podían pagar un entierro seguían solicitando que se
pudiera enterrar a sus familiares en templos y conventos.
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Álzate en su libro Suciedad y Orden, relata la apelación realizada por Cándido Nicolás
Girón en San Gil y el Socorro para que se permitiera el enterramiento en Iglesia a sus
poderdantes presentando tres argumentos, el primero que la viruela ya había sido erradicada; la
segundo, que todos tienen derecho a ser sepultados en Iglesias y, como tercer argumento, que al
estar en la ciudad los cementerios extramuros, los gases que son expelidos por los muertos podía
precipitar nuevamente la epidemia.
Todos los argumentos presentados en las diferentes ciudades del país no tuvieron efecto ante
los cabildos y, por el contrario, retomaron los proyectos para las construcciones de cementerios
extramuros.
En el año 1822, el alcalde de Santafé, señor Buenaventura Ahumada Gutiérrez inicia la
gestión administrativa ante el Cabildo Distrital con el propósito de que sea dispuesto un nuevo
terreno para la construcción de un segundo cementerio, trámite que era oportuno por causa de la
crisis de salud pública existente en la ciudad. En vista de las presiones ejercidas con el propósito
que se realice tal construcción, se reúne el Consejo de Gobierno el día 26 de abril de 1826, a fin
de establecer y desarrollar las directrices del proyecto de ley aprobada en la Cámara y Senado,
así como los procedimientos para su aplicación.
Presidiendo el excelentísimo jefe del poder ejecutivo, se reúnen los miembros del consejo;
acto seguido el secretario del interior por orden de su excelencia lee:
Un proyecto de ley que pasó en el senado y cámara de representantes el día 25 del corriente,
por el cual se dispone la construcción de cementerios en todo el territorio de la República, con la
finalidad de que ningún cadáver se entierre en las iglesias […] (Fundación para la Conmemoración
del Bicentenario del Natalicio y del Sesquicentenario de la Muerte del General Francisco de Paula
Santander, 1988).
El vicepresidente Francisco de Paula Santander, presenta su conformidad en cuanto a la
argumentación contenida en el proyecto de ley; sin embargo, objeta la publicación de manera
inmediata, por lo que sugiere presentarlo hasta el año siguiente, en razón a las innumerables
leyes que reforman al clero y al hecho de aprobar y presentar al mismo tiempo la instauración de
cementerios extramuros, lo que originaría protestas por parte de la ciudadanía. No obstante,
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ordenó publicar el documento en la Gaceta de las Leyes Españolas para dejar constancia que ya
había sido aprobada su construcción por el Ejecutivo.
Finalmente, se da la autorización de la construcción del segundo cementerio por parte del
Presidente Libertador Simón Bolívar en el Consejo de Gobierno Ordinario del sábado 13 de
octubre de 1827. El Acta en el apartado correspondiente al tema “cementerio” expresa:
El Libertador presidente ordenó al secretario del interior extendiera un decreto por el cual se
prohíba que en ninguna iglesia, convento ni monasterio de esta capital se entierre cadáver alguno,
sin excepción de sexo, edad ni profesión. Se acordaron las bases de este decreto, cuyo fundamento
son las leyes españolas que se hallan (Tomado de la Edición de la Fundación para la
Conmemoración del Bicentenario del Natalicio y el Sesquicentenario de la Muerte del General
Fundación para la Conmemoración del Bicentenario del Natalicio y el Sesquicentenario de la
Muerte del General Francisc, 1988).
El 15 de octubre de 1827, es firmado por el Libertador Presidente Simón Bolívar el decreto
ordenado en el Consejo de Gobierno mediante el cual se prohibía en iglesia, convento o
monasterio de esta capital se entierre cadáver alguno, sin excepción de sexo, edad ni profesión,
cuyo fundamento son las leyes españolas que se hallan vigentes en este mandato fue ratificado el
mismo día por el Intendente de Cundinamarca General Pedro Alcántara Herrán.
El cementerio de Occidente o la Pepita continuó prestando servicios funerarios hasta el año
1819. Después de que se presentaran numerosos inconvenientes económicos que no permitían la
construcción de un nuevo camposanto, se dio como alternativa financiarlo cobrando la
expedición de licencias de enterramientos en las iglesias, la estrategia para percibir ingresos fue
aceptada por la ciudadanía.
El encargado de la construcción de la necrópolis fue el señor José Pío Domínguez del
Castillo, pero por causa de las quejas presentadas por los ciudadanos en el Diario el
Constitucional de Cundinamarca, donde le solicitaban que rindiera un informe en que explicara
cómo se había invertido el dinero recaudado por el alto costo en las licencias de enterramiento y
al lento adelanto de la obra, provocó que fuera reemplazado por Rafael Álvarez Bastidas,
contando con la asistencia del maestro Nicolás León. Finalmente fue inaugurado en 1836 por el
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gobernador de Bogotá Rufino Cuervo, bajo la Presidencia del General Francisco de Paula
Santander, constituyéndose en el cementerio más antiguo que funciona actualmente en la ciudad.
Transición del nombre de Cementerio General al de Cementerio Central.
En principio, el nombre asignado fue Cementerio General de Santafé inmediatamente
después de su inauguración se cambió de denominación a Universal y, en razón al acelerado
crecimiento de la ciudad esta construcción fue envuelta por la metrópolis, motivo por el cual se
designó como Central hasta la fecha. Por su connotación simbólica, el diseño de la elipse
empleada por el Ingeniero Italiano Domingo Esquiaqui fue conveniente para las autoridades de
la ciudad, porque fue aprovechada como estrategia con la finalidad de persuadir a los
santafereños que, al ser sepultados en este lugar del cementerio, las almas llegaban más rápido al
cielo. Fue imprescindible además el pronunciamiento del gobernador de Bogotá Rufino Cuervo
Barreto al comprar la bóveda No. 1, la que posteriormente fue utilizada en el año 1837 con el
propósito de enterrar a su hijo Ángel María y la del Presidente de la República General Francisco
de Paula Santander, quien igualmente manifestó que al morir demandaba que sus restos
reposaran en el camposanto.
Figura 7 Plano de Santafé, con ubicación del Cementerio General.
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Figura 8 Plano de Bogotá realizado por Agostino Codazzi en 1852.
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33
Figura 9 Plano del Cementerio Universal, descripción de don Alberto Urdaneta, en el Papel Periódico
Ilustrado de 1884.
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En consecuencia, fue la Iglesia Católica la que administró desde su construcción el
Cementerio Central de Bogotá, utilizando su diseño para efectuar una separación de clases
sociales, tal es el caso del área elíptica, la que estaba destinada a la alta sociedad. El argumento
del clero sobre el rápido ascenso al cielo al realizar el enterramiento en este sitio atenúo la
oposición de los habitantes de la ciudad que se negaban a ser sepultados en espacios extramuros,
argumentando que se comprometía seriamente la posibilidad de salvación del alma del difunto,
pues esto era considerado como un ultraje a la familia y a la memoria del muerto. Otros motivos
por los que se oponían rotundamente a ser enterrados en estos lugares fueron los de estar en el
mismo sector de la clase pobre y compartir su entorno.
El decreto del 15 de octubre de 1827, firmado por Bolívar, incluía sanciones económicas al
clero en general (comunidad, párroco o mayordomo) que llegara a sepultar un muerto en alguno
de sus iglesias, conventos, capillas, criptas dentro del poblado o casas particulares. Esta
disposición motivó a que se presentara la necesidad urgente de construirse un sitio donde enterrar
a los muertos y fue la razón que tuvo el señor Rufino Cuervo Barreto para que hiciera una
entrega anticipada de 153 bóvedas y, al momento de la inauguración, las 200 restantes que
componían el área elíptica.
Entretanto, el área que estaba destinada con el propósito de sepultar a los pobres carecía de
alguna construcción. Las inhumaciones las realizaban en tierra. Es conveniente anotar que el
Cementerio Universal fue utilizado antes de su inauguración por no existir otro sitio habilitado
para realizar sepelios extramuros.
El efecto causado por hombres preeminentes que manifestaran su sentir de querer ser
enterradas en este sitio motivó a los ciudadanos de la elite a considerar la compra de una bóveda
o de un terreno para enterrar a sus muertos. Existieron dos personas que disputan el honor de
haber sido enterrados primeramente: Buenaventura Ahumada, alcalde de la ciudad, a quien se le
da la primacía; sin embargo, el historiador Enrique Ortega en su libro Cementerios de Bogotá
afirma: “En diez y ocho de junio de mil ochocientos treinta y ocho, con licencia del infrascrito
Cura Rector, fue sepultado en la iglesia de la Candelaria el cadáver del señor Buenaventura
Ahumada”[…] (Ortega Ricaurte, 1931, p. 48, 49). Consecuentemente el primer ciudadano
enterrado fue José Fernández Madrid, presidente, escritor, poeta, científico y diplomático.
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Figura 10. Antigua Portada del Cementerio Central de Bogotá en 1876. Oleo de Luis Núñez Borda.
La Iglesia llega a la Necrópolis
Concordato y construcción de la capilla del Cementerio Central de Bogotá.
Figura 11 Capilla del Cementerio Central, planos de Nicolás León.
La capilla del Cementerio se construyó en 1839, por el maestro Nicolás León en el extremo
del eje mayor de la elipse, opuesta a la entrada corresponde a una construcción sencilla, de 15 x 9
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metros y de doble altura, de forma rectangular, terminada en dos aguas. Esta obra fue costeada
por el arzobispo Caycedo y Flórez.
El cementerio se encontraba bajo la custodia de la municipalidad, para bien de este
inmueble, es nombrado como Gobernador de la Provincia de Bogotá el Coronel Alonso Acevedo
Tejada, quien decide priorizar la reconstrucción de la necrópolis, dado que era evidente el
abandono y descuido en que se hallaba.
En 1842, el Concejo de Bogotá dicta el correspondiente acuerdo para el nombramiento del
capellán del cementerio, siendo elegido el presbítero Agustín De Francisco. Su posesión fue el
día 1º de febrero de 1843. Enseguida que la Iglesia se posiciona en el camposanto, la sociedad
santafereña decide rodear y apoyar al cementerio entregando al presbítero De Francisco
cuantiosas sumas de dinero para que invierta en el embellecimiento de la ermita y en el arreglo
de las avenidas internas con árboles. Además de donaciones económicas, resuelven entregar
cuadros con imágenes místicas traídas de diferentes países, litografías del viacrucis, retablos,
grabados y otros. Se puede afirmar que fue a partir del momento en que el catolicismo asume la
regencia de la capilla, se advierte el cambio de postura referente a los enterramientos extramuros,
realizando ceremonias religiosas en su interior, bendiciendo la construcción produciéndose
alteración de ese espacio tomando la connotación de sagrada
La capilla estilo colonial está compuesta por la portada, en la que se localiza al costado
derecho un ángel en altorelieve tocando la trompeta, simbolizando la resurrección de los
muertos. Se halla sostenida por un arco de medio punto ejecutado en piedra y, sobre el centro, se
encuentra un vitral con la figura del señor Jesucristo. A la entrada se encuentran dos columnas de
corte románico, cada capitel termina con rostros humanos que están sosteniendo el dintel. La
columna comunica el cielo con la tierra.
La presencia de la Iglesia en este camposanto hace que la aristocracia santafereña acepte las
inhumaciones, por lo que deciden comprar terrenos y encargar a los más acreditados talleres
europeos la ejecución de obras escultóricas para ser colocadas en los panteones familiares. Como
se manifestó anteriormente, la llegada del presbítero De Francisco a la necrópolis en calidad de
capellán, incidió a fin de que la alta sociedad se pronunciara apoyando decididamente con sus
recursos el desarrollo material, aportando estatuaria a sus mausoleos traídas de los principales
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estudios de Europa y que hoy forman parte del único museo patrimonial al aíre libre Cementerio
Central de Bogotá.
Una vez interesada la aristocracia en embellecer los lotes entregados por el Concejo
Municipal a las familias de los personajes sobresalientes que tuvieron incidencia en la causa
libertadora. Por esta razón, los familiares de Ezequiel Rojas ideólogo que contribuyó en la
Independencia de 1819 deciden encargar al escultor florentino Pietro Costa el altorelieve de una
doncella orando, exaltando sensibilidad y dolor en su conjunto.
Figura 12 . Doncella, monumento a Ezequiel Rojas
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Cambios sustanciales en la administración del Cementerio Central de Bogotá.
La Ley del 14 mayo de 1855 dispuso que la administración del cementerio pasara a mando
de la Iglesia Católica, efectuándose en el año de 1856. Sin embargo, el día 3 de enero de 1862,
con la Ley de Desamortización de Manos Muertas promulgada por el general Tomás Cipriano de
Mosquera, el camposanto retornó a dominio de las autoridades civiles, quedando bajo inspección
de la Municipalidad de Bogotá, volviendo a caer en el abandono.
Con la firma del Concordato de 1887 Estado y Santa Sede, la Iglesia nuevamente toma la
administración de los cementerios del país entre ellos el Cementerio Central. La élite santafereña
reanuda la actitud de acompañar al catolicismo aportando la familia Blanco una de las piezas
escultóricas más significativas de toda necrópolis como fue el Ángel Duma o del Silencio.
Figura 13. Ángel del Silencio, mausoleo de la Familia Blanco
Así mismo, todos los cementerios del mundo poseen en su espacio interior un ángel del
silencio, quien vela por la tranquilidad y paz de sus residentes. La historia comenta que a la
medianoche baja y recorre la necrópolis, evitando que sea interrumpido el reposo y la serenidad
del lugar. Al administrar la necrópolis, la Iglesia Católica invitó a la sociedad santafereña a
embellecer los monumentos de sus familiares con piezas religiosas.
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Como rectora del Cementerio Central de Bogotá, la Iglesia católica tomó una actitud
desmedida al reglamentar nueve cánones adicionales, discriminando a todo ciudadano que el
catolicismo no considerara apto o no cumpliera con los preceptos exigidos por la cristiandad. A
este tratado se adicionan los artículos del 15 al 21, declarados por el Arzobispo Bernardo Herrera
Restrepo, el 21 de octubre de 1893, donde decreta:
Art. 1 Son indignos de sepultura eclesiástica conforme a las leyes canónicas:
1. Los infieles, cualesquiera que sean, paganos, judíos, mahometanos
2. Los apóstatas de la fe católica, como los que siendo bautizados enseñan o
propagan de palabra o por escrito el ateísmo, el deísmo, el panteísmo o de
cualquier otro modo niegan la revelación divina
3. Los herejes, que profesan públicamente sus errores, los fautores de éstos y
los cismáticos notorios
4. Los excomulgados vitandos y los entredichos nominalmente, siempre que
mueran sin dar señales de arrepentimiento
5. Los suicidas por desesperación, no los que mueren por exceso de demencia
6. Los que mueren en duelo, aunque antes de morir den prueba de
arrepentimiento
7. Los pecadores públicos y notorios que mueren impenitentes
8. Los que estando próximos a la muerte rechacen obstinadamente los santos
sacramentos
9. Los niños que mueren sin recibir el santo bautismo.
La Iglesia buscó que la ciudad construyera otra clase de necrópolis destinado a personas no
católicas, sin embargo, por no existir otro camposanto, debió asignar un espacio en el cementerio
hacia dicho fin, por lo cual destinó el sector en que se depositaba la basura como bóvedas para
los mal denominados por ellos “indignos”.
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Renovación de la portada del Cementerio Central de Bogotá
Figura 14 Portada del Cementerio Central de Bogotá
En 1904, durante la administración de Julio Daniel Portocarrero, fue seleccionado Julián
Lombana, uno de los arquitectos y diseñadores bogotanos más importantes del siglo XIX, para la
construcción y diseño de la nueva portada del Cementerio Central de Bogotá, Por esta ejecución
no cobró un solo peso. Su vasto conocimiento en construcciones lo llevó a trabajar al lado del
arquitecto francés Gastón Lelarge; entre sus obras sobresalientes se encuentran el Palacio
Liévano y la Iglesia de Lourdes, obra que no pudo contemplar terminada.
La portada fue ejecutada al estilo neoclásico de 10 metros de altura en piedra muñeca, tiene
un arco de medio punto enmarcado en dos pilastras de orden toscano que sostienen un frontón en
el que se encuentra tallada una inscripción en latín ordenada por el doctor Rufino Cuervo en
memoria del fundador de Bogotá Gonzalo Jiménez de Quesada, quien la eligió para que le
sirviese de epitafio y que expresa “Expectamus resurrectionem mortuorum” (Esperamos la
resurrección de los muertos).
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Figura 15 Umbral exterior e interior a la entrada del Área Elíptica
La importancia ritual del umbral, independiente de las valoraciones que se le quieran dar en la
transición del tiempo, se explica así mismo por su función separadora. En cuanto a este término
en el Diccionario de los Símbolos se afirma: “Paso entre lo exterior (profano) y lo interior
(sagrado), es la frontera de lo sacro que participa ya de la transcendencia del centro – la puerta”
(Chevalier, 1986, p. 1037).
Produce inquietud saber qué hay más allá de la puerta. Esos metros que separan al umbral
del interior crea la necesidad de realizar una preparación anterior, pues se quiere penetrar a un
lugar desconocido.
Ubicación del Cementerio Central de Bogotá
Por las órdenes impartidas de los Reyes de España, referente a la distancia y ubicación que
debía tenerse para la construcción de cementerios extramuros en todo el territorio del virreinato,
con la intensión de detener la trasmisión de las epidemias con el propósito de evitar que la
ciudadanía se contagiara de uno de los dos males que atacó a Santafé como fueron la viruela y el
mal de San Lázaro o Lepra por lo que debían estar fuera de la ciudad. Desde la fecha que fue
promulgada esta orden por las autoridades españolas y reglamentada por el Consejo de Gobierno
Nacional, el cementerio fue construido a las afueras de la ciudad, la expansión de la capital hizo
que la necrópolis se localice en el centro de la urbe.
El cementerio se encuentra ubicado en la Localidad de los Mártires, entre las calles 24 y 26
con carreras 18 a la 20. El 26 de septiembre de 1984 fue declarado Monumento Nacional, por lo
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tanto, éste patrimonio pertenece al conjunto de inmuebles del sector urbano que por su valor
estético, artístico, simbólico y técnico es representativo de Colombia, constituyéndose en
elemento central de nuestra historia y cultura.
Los barrios Samper Mendoza y Santa Fe forman parte de la Localidad de Los Mártires;
fueron construidos a mediados de los años cuarenta, siguiendo el Plan de Ordenamiento de
Occidente como respuesta al proceso de crecimiento, a la expansión y a las necesidades de la
ciudad. Por causa del aumento demográfico que se presentaba en ese período, estas viviendas se
construyeron bordeando al Cementerio Central de Bogotá. En principio, estuvieron habitadas por
obreros que trabajaban en los ferrocarriles; posteriormente fue ocupado por importantes familias
de la capital y personalidades, entre ellas el maestro León de Greiff, quien poseía su domicilio en
este lugar. Así también por inmigrantes judíos. Debido al expansionismo, los habitantes se
desplazaron a la zona norte. Hoy en día las casas del barrio están destinadas al ejercicio de la
prostitución y para inquilinatos.
El hecho de que un espacio se constituya en un lugar sacro, hace que por su misma
connotación se efectué una separación espacial que rompa con toda relación profana. Así como
en las construcciones de la ciudad existen límites que generaron cambios en su composición y
forma a través del tiempo, veamos la manera que la persistencia de esa ruptura señala sus límites:
Al oriente se encuentra el Cementerio Británico. Estos terrenos fueron entregados el día 14
de diciembre de 1825 por el general Francisco de Paula Santander, para que fueran sepultados
los restos de los miembros de la Legión Británica que fallecieron en Colombia. Esta donación
fue realizada en reconocimiento a los aportes de soldados valerosos que lucharon en la campaña
libertadora junto a Santander y Bolívar.
Al occidente limita con la carrera 20, en donde se ubican las marmolerías, el Centro de
Memoria y el Parque Renacimiento. En este sitio se depositaron los N. N., muertos en el
Bogotazo.
Al sur, está localizada la calle 24, que recorre la ciudad de oriente a occidente pasando por
el barrio Santa Fe, sitio de tolerancia, círculo laboral de trabajadoras (es) sexuales e indigentes.
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Al norte, está situada la calle 26, que atraviesa la ciudad de oriente a occidente hasta el
Aeropuerto el Dorado.
Figura 16 Fotografía del Cementerio Central de Bogotá, tomada en 1948
Cementerio Central como Espacio Sagrado
Desde su creación el Cementerio Central ha sido testigo de cientos de acontecimientos
ocurridos en la ciudad, albergando a personajes que fueron fundamentales para la construcción
de la nación. La memoria histórica que conserva debe ser tenida en cuenta por las instituciones
encargadas de conservar el patrimonio de un país, no solo limitándose a incluirlo dentro del
inventario de Bienes Patrimoniales, y abandonando su responsabilidad de salvaguarda.
Incluir en este apartado al conjunto escultórico de los hermanos Araujo es oportuno, por el
deterioro en que se encuentra, en donde la piedra ha sido inexorable al paso del tiempo, sin
encontrar alguna Institución que se haga responsable de su cuidado.
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Figura 17 Resurrección, vistas laterales del monumento a Simón y Alfonso Araujo
Este conjunto escultórico de los hermanos Simón y Alfonso Araujo, es una pieza