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Francisco Zúñiga LILY KASSNER Grupo de muieres en poisoie, 1957, acuarela, 29 x 43 cm Fotos: Ariel Zúñigo ( UandO Francisco Zúñiga llegó a México, procedente de Costa Rica, en 1936, tal vcr. huyendo de un ambien- te pacato y motalino ---contrario a su desarrollo como artista-, ya era todo un hombre, si bien joven, de veinticuatro años de edad. Y para ese entonces ya había adquirido los secretos de su oficio escultórico. En 1935 ganó, con Maternidad, el concurso convocado por un comité denominado Junta Organi- zadora, que sesionaba en el Patronato Nacional de la Infancia de San José, Costa Rica, para la edificación del monumento a la madre. La figura, en la que la influencia de Brancusi es evidente, iba a asentarse original- mente en un cubo con bajorrelieves en cada cara, pero causó agudas polémicas aun antes de su realización. Puritanos y academistas protestaron airadamente y consiguieron que fuera revocado el fallo del jurado. Sin embargo, gracias a una sociedad, Los Amigos del Arte ---que consiguió los fondos suficientes mediante colecta pública-, Zúñiga pudo esculpir en granito Maternidad, de la cual había realizado una maqueta en barro para su presentación en el concurso. Después de permanecer arrumbada por años en un sótano, hoy 33

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Page 1: Francisco Zúñiga - Revista de la Universidad de México Ariel Zúñigo (UandO ... sobre todo en sus esculturas de desnudos femeninos ... sobre todo si uno observa con detenimiento

Francisco Zúñiga•

LILY KASSNER

Grupo de muieresen poisoie,1957,acuarela,

29 x 43 cm

Fotos:Ariel Zúñigo

(

UandO Francisco Zúñiga llegó a México, procedente de Costa Rica, en 1936, tal vcr. huyendo de un ambien­

te pacato y motalino ---contrario a su desarrollo como artista-, ya era todo un hombre, si bien joven, de

veinticuatro años de edad. Y para ese entonces ya había adquirido los secretos de su oficio escultórico.

En 1935 ganó, con Maternidad, el concurso convocado por un comité denominado Junta Organi­

zadora, que sesionaba en el Patronato Nacional de la Infancia de San José, Costa Rica, para la edificación

del monumento a la madre. La figura, en la que la influencia de Brancusi es evidente, iba a asentarse original­

mente en un cubo con bajorrelieves en cada cara, pero causó agudas polémicas aun antes de su realización.

Puritanos y academistas protestaron airadamente y consiguieron que fuera revocado el fallo del jurado. Sin

embargo, gracias a una sociedad, Los Amigos del Arte ---que consiguió los fondos suficientes mediantecolecta pública-, Zúñiga pudo esculpir en granito Maternidad, de la cual había realizado una maqueta en

barro para su presentación en el concurso. Después de permanecer arrumbada por años en un sótano, hoy

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UNIVERSIDAD DE M¡;xICO

Desnudo deConcho,1947,éleoltelo,70 x 55 cm

Paisaje en azul,1934,éleoltelo,33.5 x 42.3 cm

Al respecto, Zúñiga declaró:

Los señores que voraron en conrra no sa­

bían nada de esto. Dijeron que no, que la

figura era muy fea, groresca. rosca. Ellos

querían una especie de virgen. más bien,

renían esa idea [oo.] La gente de la clase me­

dia, que manriene el orden de las cosas,

era muy reaccionaria, muy antigua [...) Yo

ya renía basranre culrura del arre moder­

no. Para mi edad y para esrar ahí. ya sabía

basrante. Yo recuerdo que ruve algunas in­

Auencias de artisras franceses, como Marisse.

como el viejo Brancusi. Yo los veía en las

revisras de La esfera, que mi padre recibía.

Siempre venía un artículo sobre las arres

plásricas en Europa, sobre rodo en Fran­

cia. (Revista DominicaL, 24 de noviembre

de 1991.)

se expone, sin los bajorrelieves del pedestal

en que fue concebida originalmente, en los

jardines de un hospital de su ciudad natal.

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UNIVERSIDAD DE M~XJCO

Retrato de Elena, 1950, óleo/cortón, 42.5 x 32.5 cm Retrato de muier, 1934, óleo/telo, 52 x 44.5 cm

En Maternidad, de tamaño un poco mayor que el natural, clave para el posrerior desarrollo de su obra,

encontramos ya el entendimiento profundo de la compenetración corporal-habría que repasar la ternura

inefable con que el pecho y los brazos maternales acunan al hijo- que, muchos años después, lograría su

más excelsa expresión en Los amantes (1975), portentoso mármol rojo mexicano; monstruo de dos espaldas

que recobra nuestra raíz divina antes de que, como cuenta Platón en el Banquete, los humanos fueran epara­

dos en dos mitades por la envidia de los dioses olímpicos.

Nacido en 1912, Zúñiga trabajó desde muy joven como aprendiz en el taller de su padre -quien

también había sido impresor-, donde se realizaban figuras religiosas. Así, el continuado ejerci io de la

talla direc,ta de madera y piedra sustentó su reconocida habilidad, que le valió en ontrar trabajo en M i­

ca (como' ayudante de Oliverio Martínez, en la elaboración de las esculturas del Monumento a la Revo­

lución), compartir afinidades, aprender nuevas técnicas y luego superar a los maestros mexi ano de

aquella época -como Guillermo Ruiz y RómuJo Rozo, quienes le brindaron su amistad y lo a ogier n

en un plano de igualdad-, así como acceder a un puesto docente (escultura y fundi ión) en La meral­

da, donde impartió sus conocimientos a varias generaciones de artistas plásricos durante m. de trein­

ta años.

Además, también encuentra en México otra fuente nutricia para su arre -que ya h. bla explorado en

su natal Costa Rica-: las esculturas prehispánicas, que dibuja con fruición duranre on tant vi ifa ;l!antiguo Museo de Antropología en la calle de Moneda. En un texro escrito en 1956, Zúñiga expli aria elporqué de esta actividad:

No es solamenre por un senrimienro romántico de lo indígena que vamo en busca de sus . í por d n­

rrañar ahondando en el hombre, en sus orígenes, en la rierra y la sangre de un pueblo del que lodo are reJdor

se nurre primero. Sabemos que el legado escultórico prehispánico es una cim. UllUral can imponJl1le COIllU el

griego o el egipcio, sus piedras nos dan una concisa arquirecrura, una claridad y riqUC"l.1 pi ci imJglIlJllVJ

insuperable, sensible a las condiciones en que se produce la obra, un ollcio perfe lO.

Para los nuevos arristas esro será siempre una lección y una bllsqueda necesaria. Pero n I vuelta al p.l ­

do, ni la repetición arcaizanre de sus decoraciones yesrilos, ino el con lacro, el arCJnque de la ICJdi i n popu

lar, con la tierra y su dramárica inrerpreración plásrica. (Brecha, año 1, núm. 2, oCtubre de 1956.)

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UNIVERSIDAD DE MEXICO

f:)

Para Zúñiga el dibujo no sólo ha sido antecedente directo de la obra escultórica, sino también expresión

plástica con valor propio, pues la seguridad de su línea, de firme y delicado trazo, le ha permitido magistra­

les creaciones en esta disciplina; asimismo, el dibujo, aunado a la amplia gama de su paleta, se encuentra

en el origen de su incuestionable destreza litográfica.

Sus inicios formativos, en la Escuela de Bellas Artes de San José, Costa Rica, en 1928, estuvieron mar­

cados por la ortodoxia europea finisecular que todavía imperaba en esa época. En sus trabajos escolares

es posible observar la comprensión del volumen y la firmeza de su línea, cualidades que nunca lo abando­

naron; por el contrario, al consolidarse con el transcurrir del tiempo, conformaron su innegable maestría

y virtuosismo durante el apogeo de su labor plástica, como anotamos anteriormente.

En esa escuela aprendió grabado. Con esta técnica realizó una serie de animales, un bestiario encanta­

dor de finura y elegancia casi oriental. También aprendió a pintar al óleo. La temática de la producción tem­

prana en ambas técnicas marcó de manera indeleble la atmósfera de toda su obra posterior. El joven Zúñiga

no grabó ni pintó sino lo que veía, pero su mirada aguda hendió profundamente la realidad circundante paracrear imágenes esenciales donde lo cotidiano impuso su dominio. Trazados con una notable economía de

líneas, sus cuadros retratan de primera intención paisajes tropicales y momentos de la vida social, escenas en

interiores, en la calle o en el campo, en los que sus protagonistas son vistos en su medio habitual sin osten­

tar poses extraordinarias. Sus modelos platican, beben, juegan, descansan o meditan. La sencillez de la compo­

sición enfatiza, sin pretensiones costumbristas, la placidez inherente a esos momentos.

Sin embargo -y aquí se finca uno de los logros más relevantes de su arte-, existe una suerte de in­

trospección en sus personajes. El artista siempre ve más allá de la rutina para descubrirnos una sensualidad

subyacente. Esta operación, este modo peculiar de representar la realidad, intensificará su poder expresivo y dará

sus más logrados frutos durante su estancia en México, sobre todo en sus esculturas de desnudos femeninos

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Muieres de Cey/ón,1984,acuarela,20.5 x 25 cm

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Vaco,1985,acuarela,

23 x 30.5 cm

UNIVERSIDAD DE M~xlcO _

ovillados, acuclillados, recostados, estrechándose a sí mismos. Para este tipo de poses, por las que el escultor

muestra predilección, ha preferido como materia prima las piedras semipreciosas de la camera mexicana,

con lo que añade una dificultad más que superar: dada su conformación, la talla direcra de estas piedras

coloridas presenta mayores riesgos, pues pueden romperse fácilmente al golpe del cincel en su desbasre.

También desde sus inicios encontramos en su pintura la creación de retraros (casi siempre de rnmiliare

('ercanos) y autorretratos, en los cuales, con verosimilitud y colorido irreprochable, opta por un e tilo alejado

~anto de la abstracción como del barroquismo, de la abundancia de detalles como de la símesis caricarures .

esde el principio eligió una expresión formal que esquiva el exceso y se circunscribe a la delimirnción de lo

esencial; a la vez, sin folclorismos, ubica de modo explícito un entorno característico yauróctono. Estas uali­

dades persistirán en el desarrollo artístico posterior, hasta hacerse más profundas y afinadas, como puede corro­

borarse de modo sobresaliente en sus autorretratos. En ellos, no sólo se incrementa la intensidad de la defini·

ción, sino también la penetración psicológica. En este sentido, también pueden urilizarse como ejempl

valederos los extraordinarios dibujos que hizo de Elena Laborde, su esposa, modelo también de un sinnúmero

de creaciones escultóricas a lo largo de su vida.

Cuando llegó a México, encontró hospitalidad en el estudio del pintor Manuel RodrIgue'l Lozano -al u:ule entregó cartas de presentación de Joaquín Garela Monge y de León Pacheco-, quien comparrió su espa io

de trabajo con él. Ahí Zúñiga, además de conocer a varios notables intelectuales mexicanos, como don Alfan o

Reyes, pimó una serie de cuadros (óleos y temples) en los que la influencia de Rodríguez Lozano está presente.

sobre todo si uno observa con detenimiento la opulenrn carnalidad de sus desnudos insertos en la amplitud de

un paisaje desolado que culmina en la infinitud del horiwnte.Rodríguez Lozano, en un artículo titulado "Nuevos valores plásticos: Francisco Zúñiga", escribió:

Zúfiiga es singular por su heroísmo, pues heroico es renunciar a muchos bienes materiales por alcanzar una edu­

cación del espíritu; lo es también porque, venido de Centroamérica, en lugar de buscar e! éxiro engañando. alineán­

dose a las tendencias a la moda se sitúa en e! lugar de! trabajador desinteresado que con cuyo trabajo puede da! fruto

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UNIVERSIDAD DE MIOXICO --------------- _

estético a las masa5. (El Popular, 3 de julio

de 1938.)

-

Sí, heroicamente sobrevivió, con su exi­

guo salario de La Esmeralda y trabajos oca­

sionales, los primeros años de su estadía en

México (donde echaría raíces y adoptaría la

nacionalidad mexicana), hasta que logró al­

gunos ingresos extras gracias a encargos de

obra pública, pues paralelo al auge del mura­

¡ismo, la escultura intensificó su presencia,

aunque en menor proporción, en plazas y

edificios públicos de nuestro país en aque­

llos años.En esta vertiente vasta y prolija de su obra

escultórica, Zúñiga, lejos de someterse a la

facilidad demagógica que el género permi­

tÍa, eligió soluciones estrictas, sin concesio­

nes, acordes tan sólo con la excelencia ar­

tística. Aun en la reiterada figura de Benito

Juárez, su interpretación se significa por la

intensidad anímica que proyecta, sedente, el

Benemérito, cuyas acciones se sustentaron

en el seguimiento indeclinable de la ley, co­

mo sugiere el monumento conmemorativo

de las Leyes de Reforma de 1857, ubicado en

Tamazulapan, Oaxaca (I 950), o la figura er­

guida del mismo prócer que se encuentra

en Morelia, Michoacán (1961). Lo mismo

podría decirse de las representaciones tridi­

mensionales que hiw Zúñiga de Hidalgo,

Cuauhtémoc, Morelos, Vasco de Quiroga,

Santos Degollado, etcétera.

Mención aparte merece, por el tama­

ño, complejidad, belleza y pertinencia de la

obra, la excelsa labor que desarrolló en los

bajorrelieves del edificio de Comunicacio-nes y Obras Públicas, cuya fachada presenta 50 m2 de figuras talladas en piedra chiluca. Esa obra. que está

inspirada en las técnicas prehispánicas de Teotihuacán, Malinalco y Xochicalco, le petmitió acometer

luego con extraordinario tino los frisos del Banco de México, en Veracruz, y tiene como antecedente elgrupo monumental realizado para la presa de Valsequillo.

Contrario al estatismo de las anteriores figuras hieráticas, Zúñiga propuso un dinamismo avasallador

en los monumentos La juventud (I964, bronce, 3.50 m de alto, Instituto Politécnico Nacional, Zacatenco,

México, D. E) y La juventud (Muchachas corriendo) [1964, bronce, 3.50 x 4 x 2 m, nueva sección del

Bosque de Chapultepec, México, D. E]; ambos ofrecen cuerpos desnudos en la plenitud de su fuerza, en

e! cenit de su desarrollo, desplegando la tonicidad de su musculatura. En el primero de ellos, una pareja

-hombre y mujer-, sostenida por el impulso de! conocimiento, aérea en su búsqueda del saber cientí­

fico, representado por las circunvoluciones del átomo, vuela, ostenta ingrávida sus soberbios cuerpos que

sólo el afán de saber mantiene aparentemente suspendidos en el aire. Una variante de este monumento es

también una alegoría escultórica: La flsica nuclear (1964, bronce, 5 X 6 X 4 m, nueva sección del Bosquede Chapultepec, México, D. E).

Sin la carga alegórica de la primera, y con más verosimilitud en la acción, La juventud (Muchachascorriendo) transmite el simple gow de vivir, la alegría del desplazamiento por el desplazamiento mismo, "la

dicha inicua de perder el tiempo", que tamo se añora en un soneto de Renato Leduc.

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Mu;eres deCeylán,198.4,acuorelo,25 x 20.5 cm

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UNIVERSIDAD DE M'. eX I ca

Por el contrario, en La riqueza del m (1952d 1 d ar , concreto, 3 50 X 9 "

esp ega a por dos pescadores tiene b" . m, veracruz) la fuerza humana. un o jetlvo: sacar del aguaal' ' ,

la red y hUIr entre las olas. El encono ten d 1 ti una opu enra sIrena que quiere evadir. . az e a uerza corporal la tensió d' á .

antltétlcos de la escultura, representa el r b . . l ' n In mIca de los dos extremosra aja que eXIge a recompen h 1 d

se la vuelto seña de identidad del pueblo jarocho. sa an e a a. Instalada en el malecón,

Mogueyes,1940,acuarela,34x46 cm

Zúñiga abandonó la escultura pública, enrre otras razones, porque

también había que deshacerse de las alegorías, porque esraban muy ligadas y yo dida que aún esr:ln a la rradi.

ciones de los que encargaban el trabajo. Como siempre las hablan visto, ése era el lenguaje que enrend(:ln y la

ambigüedad que hay en toda alegorla les imped(a definirse frente a la forma. Defender lo pasos que iba uno

ganándole a la forma era continuar en el camino que uno se habla trazado r... l

"Los pasos que va uno ganándole a la forma." Esta frase podría ilustrar e mediante el njunl e uJ·

tórico Tres mujeres caminando (I 981, bronce). Una acción común, cotidiana, que requiere, in embar o,

de una precisión impecable e implacable para su representación tridimensional que detiene el riemp yelmovimiento en un espacio trascendente, tiene en esta creación una naturalidad extra rdinaria. Al re pe .

to, Arie! Zúñiga, hijo de! escultor, escribe:

El caminar en las figuras es desplazamiento, pura dinámica. lensión de la forma, y ha e rada p me d de elinicio como puede verse en el Demudo caminando, en yeso, una de 1. prime e UIIU que Fr.ln i o ZÚlllg~

realiza en México [...] En los grupos de figuras que caminan, iempre una de dI e d pl;¡1..l en scnlldo opllnlO

a las otras, separándose define individualidad, ya no es solamente manir. 1 ci n de unll v;¡rillnle de la 1m ma

figura. Paradójicamente, ese caminar remire a la fijeza de los grup ,unid en d ¡n !tiempo. m all de

la comunicación o el vínculo social, como manifesración propia dd el' [... '

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UNIVERSIDAD DE Ml!xlCO ------------ _

Zúñiga tiene una serie de relieves en bronce, cuya temática comparten dibujos y litografías, en los

que, a pesar de lo cotidiano de la acción, el misterio participa de su atmósfera inquietante. En esos relieves

hay un muro donde ocasionalmente existe una ventana y siempre una puerta que se abre unas veces al

exterior y otras hacia el interior de una habitación. El espectador atestigua, desde dentro o desde fuera de

estos espacios austeros y estrictos, la llegada o la partida de seres que anuncian o se llevan. por la circuns­

pecci6n de sus gestos, algo inevitablemente secreto.

Pero su obra escultórica más característica (a pesar de las muestras de su interés por paisajes. arqui­

tectura. desnudos masculinos, dinamismo corporal, etcétera) la constituyen mujeres de amplio cadera­

men, envueltas en ropajes típicos del sur del país que al mismo tiempo encubren y descubren sus formas.

Sedentes, son geométricamente una pirámide triangular cuyo manto deja apenas entrever un fragmento

del rostro y de donde escapa a veces una mano. Volúmenes que surgen de una cabal monumentalidad y

expresan un fervor sagrado, oran seguras de que Dios las oye.

Asimismo destacan las múltiples variantes de aquella Maternidad. cuestionada en 1935 en su natal

Costa Rica, donde la madre o la abuela acomodan en las salientes o entrantes de sus cuerpos --caderas,

pechos, muslos, hombros, brazos- al infante que adecua su cuerpo a la masa femenina que lo sostiene y

de donde, aunque no lo sepa, surgió su vida.

Sobresalen también las mujeres de pie, erguidas, verticales a pesar de su provecta edad, envejecidas

pero firmes sobre unas piernas rotundas que sostienen su masa ingente y dolorida.

Izquierdo:Lo señal (detalle),1981,modero,151 x 41.5 x 43.5 cm

Derecho:Cabezo de mujer(detalle),1961,bronce,30.5 x 17 x 24 cm

Por otro lado -nos dice Zúñiga- me impresio­

na mucho la genre que se está destruyendo. gente

que uno ha conocido llena de vitalidad y que se va

como carcomiendo. Como esos modelos que uno

deja bajo la lluvia y que se van transformando. Es

muy poco el tiempo durante el cual uno crece como

una planea, muy rápidamenre empieza uno a des­

truirse.

El maestro quedó ciego por un tratamiento

contra el cáncer en la sinus. Siguió trabajando. Sus

últimas obras, terracotas de pequeño formato,

son muestras conmovedoras de la constancia en la

labor de uno de los más grandes escultores de todos

los tiempos.•

Cabezo,1991,terracoto,23 x 26 x 23 cm

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