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Las Meninas son un grito a la libertad. El grito de una ciudad representada en un barrio para decir que todavía está viva, que se niega a desaparecer sumida en una crisis crónica desde tiempos remotos y que sosteniéndose en el arte, ansía una recuperación. Las Meninas representan a una generación que se siente orgullosa de su tradición y que basándose en las raíces de barrio, se reconvierten en un nuevo concepto de urbanismo. Un barrio moderno social y económicamente creado a partir del Street Art. Las Meninas persiguen un fin, contagiar a toda la ciudad de ilusión y optimismo y sobre todo recuperar esa fe en si misma que desgraciadamente había casi perdido. “Las Meninas son una relación de amor entre el artista y su espacio, y de cómo esta relación contagia a otros creadores dando lugar a una intervención social, artística y cultural en la que el arte ilusiona y transforma un lugar degradado. Es un espíritu ilusionante y una manera diferente de interpretar el arte. Se cambia el lienzo por la pared, el escenario por una plaza abandonada, el papel fotográfico del fotógrafo pasa a ser un muro desconchado, y la propia acústica de una calle se convierte en el mejor amplificador de las palabras de un poeta. El barrio se ha reconvertido totalmente desde el punto de vista urbanístico, y sobre todo el orgullo de los vecinos. Lo que antes era un barrio acomplejado, lo que era solo un complemento a una ciudad decadente, pasa a ser un barrio orgulloso, seguro de sí mismo y envidiado, al que todo el mundo quiere venirse a vivir, incluso hijos y nietos de propietarios de casas que estaban abandonadas, vuelven a su lugar, reinventado también un poquito ese hogar. Es maravilloso que se complemente con tanta naturalidad la modernidad de las nuevas construcciones con el tradicionalismo de las casas antiguas, que puedan vivir en total armonía creando un urbanismo totalmente diferente como el que hay ahora. Casas de una planta o de dos plantas, en las que se recupera la piedra y la madera y conviven justo al lado de un edificio de un arquitecto super innovador, de espacios diáfanos, aceros en las fachadas y toda esa modernidad. El cambio sustancial también viene en parte de los mismos moradores, el propio concepto de barrio se convierte en un lugar muy atractivo y habitable.

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Las Meninas son un grito a la libertad. El grito de una ciudad representada en un barrio para decir que todavía está viva, que se niega a desaparecer sumida en una crisis crónica desde tiempos remotos y que sosteniéndose en el arte, ansía una recuperación. Las Meninas representan a una generación que se siente orgullosa de su tradición y que basándose en las raíces de barrio, se reconvierten en un nuevo concepto de urbanismo. Un barrio moderno social y económicamente creado a partir del Street Art.

Las Meninas persiguen un fin, contagiar a toda la ciudad de ilusión y optimismo y sobre todo recuperar esa fe en si misma que desgraciadamente había casi perdido.

“Las Meninas son una relación de amor entre el artista y su espacio, y de cómo esta relación contagia a otros creadores dando lugar a una intervención social, artística y cultural en la que el arte ilusiona y transforma un lugar degradado. Es un espíritu ilusionante y una manera diferente de interpretar el arte. Se cambia el lienzo por la pared, el escenario por una plaza abandonada, el papel fotográfico del fotógrafo pasa a ser un muro desconchado, y la propia acústica de una calle se convierte en el mejor amplificador de las palabras de un poeta.

El barrio se ha reconvertido totalmente desde el punto de vista urbanístico, y sobre todo el orgullo de los vecinos. Lo que antes era un barrio acomplejado, lo que era solo un complemento a una ciudad decadente, pasa a ser un barrio orgulloso, seguro de sí mismo y envidiado, al que todo el mundo quiere venirse a vivir, incluso hijos y nietos de propietarios de casas que estaban abandonadas, vuelven a su lugar, reinventado también un poquito ese hogar. Es maravilloso que se complemente con tanta naturalidad la modernidad de las nuevas construcciones con el tradicionalismo de las casas antiguas, que puedan vivir en total armonía creando un urbanismo totalmente diferente como el que hay ahora. Casas de una planta o de dos plantas, en las que se recupera la piedra y la madera y conviven justo al lado de un edificio de un arquitecto super innovador, de espacios diáfanos, aceros en las fachadas y toda esa modernidad. El cambio sustancial también viene en parte de los mismos moradores, el propio concepto de barrio se convierte en un lugar muy atractivo y habitable.

“Después de siete ediciones de Las Meninas, sentimos la necesidad de reinventarnos, dejamos a un lado todo ese aspecto reivindicativo, esa lucha de guerrillas para convertirlo en una acción o intervención artística social y cultural, y siento la necesidad de apoyarlo, formando un grupo de artistas que de una manera u otra hayan participado ya de Las Meninas. Entonces decidimos reagruparnos, reinventarlo todo, darle un giro a lo que habíamos hecho hasta ahora, y crear un nuevo concepto de intervención, manteniendo y siendo fieles a los principios con los que empezamos.”

“Tenemos la suerte de que una persona nacida en el barrio marchó a Paris hace cincuenta y muchos años, forme parte de una asociación de pintores impresionistas muy relevantes del panorama cultural francés, con un peso fortísimo y constituida por ministros, coleccionistas de arte, alcaldes de ciudades muy importantes, tenemos la suerte de que Ignacio regresa al barrio unas vacaciones y descubre todo lo que se está haciendo. El siente la necesidad y ese amor que llevaba guardado en su corazón durante tantos años, quiere compartirlo con nuestro proyecto. Entonces empieza a moverse y hace que las meninas se amplifiquen de tal manera que lleguen a ser promocionadas en lugares como Eslovenia, Italia, Francia, Alemania, Ucrania, y lo que es un hecho cerrado de barrio, en un mes se convierte en un acto de repercusión internacional.

Empiezan a participar artistas de Polonia, de Taiwan, de Francia, es decir, el barrio abre sus puertas y se da a conocer en toda Europa. Y sobre todo, se convierte también en un reclamo turístico al que acuden gentes que vienen a descubrir la ciudad, escolares que trabajan en la idea de esa intervención artística, y el ayuntamiento no puede evitar que esto se magnifique de esta manera y lo ofrece como uno de los reclamos turísticos de la propia ciudad. Se da a conocer en FITUR, la feria internacional de turismo, y esto hace que muchísima gente que desconocía esta iniciativa empiece a saber que existimos. Tuvimos la suerte también, por unas circunstancias ocasionales, de llegar a Ucrania, y el embajador (español) orgulloso de que en su país se hagan cosas como esta, nos muestra el público ucraniano en una acción espectacular, en un recinto ante la gente más relevante de la cultura ucraniana, da a conocer también nuestro barrio. El embajador viene luego a España, y conoce también en vivo las propias Meninas. Así, se van sumando circunstancias, y hacen que las Meninas pasen de ser el orgullo del propio barrio para convertirse en un referente de todo el país y una acción en la que todo el mundo quiere estar de una manera u otra vinculado: el público, los propios vecinos, los propios artistas. Es una acción en la que veinte o veinticinco mil personas cada año forman un núcleo común y hacen que sea un festival increíble.

Es el creador, el padre de la criatura. Un hombre enamorado de su barrio, con la ilusión y las ideas para llevar a cabo su sueño a través de una silenciosa protesta, una manifestación artística que dejara huella por todo el barrio y que ha ido creciendo hasta convertirse en lo que es hoy.

Artista polifacético, pintor, músico, fotógrafo y escultor.

Siempre buscando esa conexión entre el artista y su espacio.

El trabajo de campo en el que el propio soporte es el territorio.

Un hombre enamorado de la tierra que le vio crecer y en el que el tiempo se detiene para congelar las escenas cotidianas convirtiéndolas en obras de arte.

Un artista implicado que ansía encontrar sinergias entre el arte y el urbanismo. No concibe las ciudades sin la esencia de la pintura y la escultura compartiendo los espacios.

Un guerrillero urbano que comanda un ejercito de artistas que cambian sus lanzas por pinceles y recuperan tierras devastadas para devolverles su esplendor.

EDUARDO HERMIDA