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HISTORIA AGRARIA. n." 19 • 1999 pp. 195-212 © SEHA La formación histórica de los paisajes agrartos mediterráneos: una aproximación coevolutiva Enrie Tello Este texto se basa en las comunicaciones de José Mª Gaseó", Fernando Pa- rra", Francisco Quirós Linares", Felipe Fernández García", Ramon Buxó", José Ramón Menéndez de l.uarca" y José Luis González Rebollar? al V Encuentro entre técnicos e historiadores celebrado en Granada los días 4 y 5 de noviembre de 1999. No es un resumen exhaustivo ni una crónica fiel de las intervenciones y debates del encuentro, sino una síntesis reelaborada con posterioridad y dirigida a los historiadores para orientar las investigaciones que se presentarán en el siguiente seminario. Se organiza en forma de enunciados para facilitar su discusión y su incorporación, o no, a los diversos proyectos de estudio. Este texto constituye una síntesis del debate y propuestas de investigación del primer seminario sobre la evolución de los suelos y paisajes como punto de encuentro transdisciplinar, celebrado en Granada los días 4 y 5 de noviembre de 1999, en el marco del V Encuentro entre técnicos e historiadores. Enrie TELLO es profesor titular del Departamento de Historia e Instituciones Económicas de la Universidad de Barcelona. Dirección para correspondencia: Diagonal 690, 08034 Barcelona; e-mail: [email protected]. J GASCÓ (Departamento de Edafología de la Universidad Politécnica de Madrid), "Con- ceptos y dinámica de suelos". F. PARRA (Dirección General de Urbanismo y Planificación Territorial), "Conceptos y dinámica del paisaje". F. QUIRÓS (Departamento de Geografía de la Universidad de Oviedo), "Historia de la foto aérea en España". F. FERNÁNDEZ (Departamento de Geografía de la Universidad de Oviedo), "La posibilidades de la fotointerpretación en el análisis histórico". R. Buxo (Museu d'Arqueologia de Catalunya), "Palinología y arqueología del paisaje". J. R. MENÉDEZ DE LUARCA (Consultor), "Historia y topografía del Camino de Santiago". J. L GONZÁLEZ REBOLLAR (Departamento de Ciencias de la Tierra del CSIC), "Evolución de los paisajes mediterráneos". 195

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  • HISTORIA AGRARIA. n." 19 1999 pp. 195-212 SEHA

    La formacin histrica de los paisajes agrartosmediterrneos: una aproximacin coevolutiva

    Enrie Tello

    Este texto se basa en las comunicaciones de Jos M Gase", Fernando Pa-rra", Francisco Quirs Linares", Felipe Fernndez Garca", Ramon Bux", Jos RamnMenndez de l.uarca" y Jos Luis Gonzlez Rebollar? al V Encuentro entre tcnicose historiadores celebrado en Granada los das 4 y 5 de noviembre de 1999. No es unresumen exhaustivo ni una crnica fiel de las intervenciones y debates del encuentro,sino una sntesis reelaborada con posterioridad y dirigida a los historiadores paraorientar las investigaciones que se presentarn en el siguiente seminario. Se organizaen forma de enunciados para facilitar su discusin y su incorporacin, o no, a losdiversos proyectos de estudio.

    Este texto constituye una sntesis del debate y propuestas de investigacin del primer seminario sobre laevolucin de los suelos y paisajes como punto de encuentro transdisciplinar, celebrado en Granada losdas 4 y 5 de noviembre de 1999, en el marco del V Encuentro entre tcnicos e historiadores.Enrie TELLO es profesor titular del Departamento de Historia e Instituciones Econmicas de laUniversidad de Barcelona. Direccin para correspondencia: Diagonal 690, 08034 Barcelona; e-mail:[email protected].

    J M GASC (Departamento de Edafologa de la Universidad Politcnica de Madrid), "Con-ceptos y dinmica de suelos".F. PARRA (Direccin General de Urbanismo y Planificacin Territorial), "Conceptos y dinmicadel paisaje".F. QUIRS (Departamento de Geografa de la Universidad de Oviedo), "Historia de la fotoarea en Espaa".F. FERNNDEZ (Departamento de Geografa de la Universidad de Oviedo), "La posibilidades dela fotointerpretacin en el anlisis histrico".R. Buxo (Museu d'Arqueologia de Catalunya), "Palinologa y arqueologa del paisaje".J. R. MENDEZ DE LUARCA (Consultor), "Historia y topografa del Camino de Santiago".J. L GONZLEZ REBOLLAR (Departamento de Ciencias de la Tierra del CSIC), "Evolucin de lospaisajes mediterrneos".

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  • Enrie Tello

    1. HIPTESIS DE PARTIDA PARA UNA INVESTIGACiN HISTRICA SOBRELOS CARACTERES ORIGINALES DE LOS PAISAJES AGRARIOSMEDITERRNEOS

    1. El paisaje es una construccin humana. Llamamos paisaje al aspecto delterritorio. El paisaje existe en la medida que alguien lo mira y lo interpreta paradesarrollar algn propsito (econmico, esttico, ldico, etc.). No existira sin la me-diacin del ojo, la mente y la mano. Como marco de la actividad humana y escenariode su vida social el paisaje agrario, y los paisajes humanos en general, son unaconstruccin histrica resultante de la interaccin entre los factores biticos y abiticosdel medio natural, los usos de esas capacidades para sustentar el metabolismo eco-nmico de las sociedades humanas, y los impactos duraderos de esa intervencinantrpica sobre el medio. Es el trabajo humano el que crea los paisajes, al modificarla sucesin natural y mantener estados antrpicos intermedios convenientes y previ-sibles para los fines humanos. El paisaje es un algoritmo socioecotcqico? Sin inter-vencin antrpica ni fines humanos no habra paisajes. Slo ecosistemas.

    2. Clima, suelo y vegetacin: la intervencin humana sobre el medio natural.La estabilizacin de ese estado antrpico conveniente y previsible para la sustentacinde las diversas sociedades y culturas, al que llamamos paisaje, se produce y reprodu-ce mediante la intervencin del trabajo humano sobre los factores determinantes de laformacin y evolucin de los sistemas naturales. Tales factores, o complejos de facto-res, se resumen en tres: el clima, el suelo y la vegetacin (figura 1).

    FIGURA 1: EL PAISAJE COMO CONSTRUCCIN SOCIAL

    VEGETACiN

    trabajo humano(:::J

    paisaje

    CL! MA....... SUELO

    (Fuente: Fernando Parra)

    Vanse, entre otras, las voces "paisaje" y "homestasis paisajstica" en R. FOLCH (1999: 172-175 Y 248-253)

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    A lo largo de la historia el trabajo humano ha actuado sobre la interaccin entreel suelo y la vegetacin, porque es la que proporciona una respuesta ms rpida.(Tambin porque era la nica que estaba tcnicamente a su alcance. Slo hasta laexplotacin masiva de los combustibles fsiles la especie humana ha adquiridoinvoluntariamente la capacidad de alterar el clima de la Tierra). Como escribi Fernan-do Gonzlez Bernldez en Ecologa y paisaje, "la humanizacin del paisaje es sobretodo profunda en zonas de antigua cultura agrcola y ganadera. (...) La historia de laagricultura y de la alimentacin humana es una de las mejores pistas para la inter-pretacin de los cambios en los paisajes con prolongada influencia antrpica."9

    3. Rejuvenecimiento y vulnerabilidad de los agroecosistemas (o la "maldi-cin de Adn"). La explotacin humana del suelo y la vegetacin hace retroceder lasucesin natural de un determinado biotopo, que sin esa intervencin tendera haciaestadios de mayor complejidad y organizacin en los que la biomasa almacenadasera mayor, pero tambin menor la biomasa producida.'? El retroceso en la sucesinsupone un "rejuvenecimiento" de los ecosistemas --por ejemplo desde un bosquecerrado hacia el cultivo anual de gramineas--, que se ven antrpicamente conducidoshacia estadios de menor biomasa y mayor produccin consumible directa o indirec-tamente por la poblacin humana. El precio de ese retroceso sucesional hacia com-binaciones ms productivas es la mayor vulnerabilidad a las fluctuaciones imprevis-tas, fruto de la simplificacin de los sistemas naturales de soporte. Lo que a su vezexige mayor aplicacin de trabajo para contrarrestar, prevenir o atenuar los efectos detales fluctuaciones. La modificacin de la interaccin entre el suelo, el agua y lavegetacin, y la moderacin de los efectos laterales inevitables, son las tareas bsi-cas que han dado lugar al desarrollo de las diversas tecnologas y culturas agrarias. "

    4. Huellas territoriales y "huellas ecolgicas": el paisaje como palimpsesto.En tanto que construccin histrica el paisaje es como un palimpsesto que registra enel territorio las sucesivas huellas territoriales directas --ya una escala mayor, tambinla "huella ecolgica" global ' 2 - - de las diversas sociedades que se han sucedido enel tiempo. Las formas y escalas de tales huellas dependen de los flujos de energia ymateriales extrados, de los impactos y residuos resultantes de su procesamiento, yde la seleccin entre especies existentes o introducidas en el medio por la interven-cin humana voluntaria e involuntariamente. Ese metabolismo socioecolgico estcultural y tecnolgicamente mediado. A cada complejo tecnolgico y a cada cultura

    F. GONZALEZ BERNALDEZ (1981:145-147).10 Vase "Paisaje y control de la naturaleza", capitulo 9 de Ecologa y paisaje de F. GONZLEZ

    BERNLDEZ (1981: 153-177).11 "Slo ecosistemas inmaduros son susceptibles de soportar una explotacin continua. (... ) El

    mantenimiento de ese ecosistema simple y productivo requiere un control muy importantepor parte del hombre (explotador), mediante aportacin de energia, laboreo, eliminacin deorganismos competidores (malas hierbas), parsitos y depredadores (oposicin a la evolu-cin y complicacin del sistema), fertilizantes (ciclos artificiales de materia acelerados) yexportacin de biomasa producida" (F. GONZLEZ BERNLDEZ, 1981: 154-155).

    12 Para el concepto de "huella ecolgica" y su clculo vase M. WACKERNAGEL y W. REES (1996).Para la diferencia entre huellas territoriales directas y huella ecolgica global vase E. TELLO(indito).

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    agraria le corresponde una huella territorial distinta, que a su vez se aade a otrosfactores naturales que tambin tienen su historia. "En un mismo paisaje encontramossiempre --escribe Gonzlez Bernldez-- retazos de pocas distintas, partes de edaddiferente superpuestas y entremezcladas como resultado de la distinta histresis opersistencia de procesos muy variados."13 Convenientemente analizado el paisaje nospuede reflejar el alcance y las formas de las huellas ecolgicas de las sociedadeshumanas del pasado y el presente. A su vez los factores tecnolgicos, culturales,demogrficos y sociales que determinaron los impactos de cada huella, y su super-posicin a lo largo del tiempo, pueden ayudarnos a desentraar las claves de lospaisajes que tenemos hoy. Es decir, las razones por las que unas determinadascondiciones naturales --clima, suelos, relieve, escorrenta y vegetacin potencial-- hanacabado generando unas combinaciones de especies y no otras.

    5. Intervencin humana y diversidad. La simplificacin resultante de la trans-formacin de un sistema natural en un agroecosistema antropomorfizado no siempresupone slo una prdida de diversidad (y, por tanto, de estabilidad ecosistmica).Tambin puede convertirse en un factor de estmulo a otras formas de diversidadbiolgica orientadas a los propios fines humanos. Su intervencin sobre el territorio haseleccionado unas especies tiles (cultivos, pastos, bosques y ganados) relegando aotras intiles o dainas ("malas hierbas" y "alimaas"). Pero ha tendido histricamentea modular los distintos aprovechamientos, y su misma intensidad, organizando elespacio en forma de mosaicos, retculas o anillos concntricos diversos y complemen-tarios (urbe, ager, saltus, silva). Ya Viturbo observ que "si el suelo no fuese hetero-gneo y desigual en humedad en toda la tierra crecera la misma especie de plan-ta."14 La mayor diversidad biolgica suele darse en espacios intersticiales de transi-cin -como los claros de un bosque o los mrgenes y setos del espacio cultivado-,donde la sucesin ecolgica no se interrumpe por completo pero se ve sometida areiterados impactos exteriores."

    6. La diversidad como rasgo mediterrneo. En el pasado la complementariedadde los diversos espacios agrosilvopastorales ha sido un factor clave para su estabi-lidad y capacidad de sustentacin. Ese rasgo --la organizacin territorial de la diver-sidad en forma de mosaicos-- ha sido particularmente importante para los paisajesagrarios del Mediterrneo, donde la interaccin entre los suelos y la vegetacin debeadaptarse a un relieve muy abrupto y a una fuerte variabilidad de las precipitacionesque limitan la profundidad de esos mismos suelos exponindolos a una fuerte ero-sion." Las caractersticas edafoclimticas del mediterrneo aceleran de formadiscontinua los ciclos y fluctuaciones naturales del agua, la energa y los materiales.Eso provoca transferencias de materiales que tienden a estructurar el territorio enforma de clulas o mosaicos diversos, a los que se han adaptado la flora y la fauna

    13 F. GONZLEZ BERNLDEZ (1981:141).14 En De Arquitectura (siglo I a.n.e.). Citado por F. GONZLEZ BERNLDEZ (1981 :35).15 "Es un hecho frecuentemente observado la relacin de abrigo o proteccin de algunos

    animales con la parte madura del paisaje y la utilizacin trlica de las partes menos madu-ras", seala F. GONZLEZ BERNLDEZ (1981: 168-175).

    16 J. BACARIA, R. FOLCH y otros (1999).

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    autctonas." La diversidad biolgica de cada segmento espacial, a escala delmesorelieve y el microrelieve, es un factor clave para la estabilidad de todo el sistemaincluida la preservacin de su biodiversidad como patrimonio. lB

    7. El policultivo y la tendencia a la promiscuidad. A travs de un largoproceso histrico de ensayo y error la intervencin humana en el medio mediterrneoha tendido a recrear en el interior de sus paisajes agrarios aquella diversidad origi-naria, convirtindose en un factor ms del mantenimiento de su biodiversidad global.Como todo logro cultural de largo alcance, la variedad y promiscuidad de los paisajesagrarios mediterrneos son hijas de la necesidad. Las caractersticas edafoclimticasno permitan aqu, como en las grandes llanuras de la Europa septentrional y atlntica,la mera sustitucin de una cubierta forestal homognea por grandes anillos de cultivoso pastos -siguiendo la pauta espacial descrita por van Thnen, por ejemplo'9-- igual-mente montonos que aprovecharan durante mucho tiempo el reservorio de nutrientesacumulado por el bosque. La mera deforestacin de las asociaciones vegetales ori-ginarias induca aqu una rpida degradacin de la cubierta relicta en forma dematorrales o maquias (garriga) , que poda desequilibrar al territorio en su conjuntodenudndolo y sometindolo a una fortsima erosin.

    8. La importancia de la "cultura del rbol". El recurso a los cultivos arbreosy arbustivos, y su asociacin en el espacio agrario aprovechando su mayor capacidadradicular para acceder a la humedad acumulada en estratos inferiores y retener elsuelo frtil --sacando partido de sus frutos, su poda y tambin del follaje verde quea veces constitua autnticas "praderas suspendidas"--, debe considerarse una res-puesta original al difcil desafo que el medio mediterrneo pona al agricultor. Laintegracin del rbol en el conjunto agrario mediante plantos y cepas, y sus variadasformas de asociacin con otros cultivos --desde la dehesa ibrica hasta la combina-cin de la vid con el olmo, el chopo, el lamo, la morera y el nogal en el Valle del Po,por ejemplo-- configur multitud de labrantos arbolados o arbustivos estrechamentecomplementarios entre s. Adems de una gran variedad de alimentos esos cultivosasociados, y a veces tambin promiscuos, suministraban forraje y encamado para elganado, combustible y diversas materias primas esenciales para unos agroecosistemasde base orgnica dependientes del flujo energtico solar."

    17 F. GONZLEZ BERNLDEZ (1981:13-33.75-97 y 141-177).lB La diversidad biolgica no es exactamente lo mismo que la biodiversidad. La biodiversidad

    es un concepto "patrimonial": cantidad de especies inventariadas en una macroregin de-terminada. La diversidad biolgica es un concepto espacial a menor escala: la mezcla ocombinacin de especies distintas que conviven en un mismo espacio. Si existe una profun-da especializacin zonal, de modo que las diversas especies slo se yuxtaponen en espa-cios distintos y montonos, una elevada biodiversidad regional puede coexistir con una bajadiversidad biolgica sobre el terreno. Para la distincin entre microrelieve y mesorelievevase F. Gonzlez Bernldez (1981 :20-22).

    19 Para los anillos de van Thnen organizados alrededor de los ncleos urbanos vase D. GRIGG(1982135-150).

    20 P. BEVILACOUA (1989:643-676) y F. CAZZOLA (1996:35-54). F. GONZLEZ BERNLDEZ tambin sealaque en la pennsula ibrica "la "dehesa" y el olvar representan paisajes derivables delbosque mediterrneo por un aumento del control humano, representando zonas de madurezintermedia entre el bosque y el ager cerealista" (1981: 172).

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    9. El mosaico mediterrneo: paisajes diversos y diversos paisajes. La orga-nizacin del paisaje humanizado en forma de mosaicos puede considerarse "el resul-tado de una tensin entre explotacin y conservacin, correspondiendo cada situa-cin a opciones concretas en un gradiente de intensidad de intervencin humana." Enunas reas del conjunto territorial se maximiza la produccin (con la consiguienteasuncin de riesgos por inestabilidad), y en otras la estabilidad a travs de la con-servacin. "Se trata de una solucin del dilema conservacin-explotacin por mediode la localizacin en el espacio. "21 Gracias a ese rasgo diferenciador una de lasoriginalidades de los paisajes humanos mediterrneos ha sido su propia diversidad,en los dos sentidos de la palabra: la organizacin de una diversidad de especies encada paisaje, y de paisajes diversos caracterizados cada uno de ellos por combina-ciones distintas de especies diversas adaptadas a las condiciones especficas decada lugar: tipos de suelo y relieves, pluviosidad y escorrenta, oscilaciones trmicase insolacin. No existe un nico paisaje mediterrneo, sino muchos. (Por ejemplo loscultivos organizados en forma de bocage, las dehesas, los policultivos herbceos yarbustivos intercalados de forma promiscua, las diversas "culturas del rbol", etc.).Como tampoco existen paisajes mediterrneos montonos. Cada uno de esos paisa-jes, y sus combinaciones diversas, puede considerarse el resultado de una largahistoria de seleccin y adaptacin, por ensayo y error, a travs de la interaccin entreunas potencialidades naturales originarias y unas capacidades tecnolgicasculturalmente desarrolladas. Cada uno de ellos est formado por una variedad deelementos distintos en espacios diferentes y complementarios.

    10. La comunidad rural como constructora y mantenedora del paisaje. Lascomunidades rurales han sido histricamente el agente constructor y mantenedor delos paisajes agrosilvopastorales, y de sus equilibrios o desequilibrios. Por lo menos enprimera instancia, y antes de la gran ruptura producida hacia 1950 con la substitucindel aprovechamiento solar indirecto a travs de la fotosntesis, que constitua la baseenergtica de las economas orgnicas, por la explotacin masiva de los combustiblesfsiles del subsuelo y la consiguiente transformacin de la agricultura en un sectoreconmico energticamente subsidiado desde el exterior." En las sociedades agra-rias de base orgnica los mecanismos socioecolgicos de retroalimentacin asegura-ban que los efectos resultantes de las decisiones territoriales adoptadas por las co-munidades rurales repercutieran nuevamente sobre ellas, o su descendencia directa.

    11. La gran crisis de la gestin del territorio despus de 1950.23 Los me-canismos de retroalimentacin tradicionales, tendentes por lo general -pero no siem-pre- a propiciar estrategias sostenibles a largo plazo, y el papel de la comunidad ruralcomo mantenedora de los equilibrios territoriales antrpicamente logrados, han entra-do en crisis con la produccin agropecuaria y forestal caracterstica de la segundamitad del siglo XX en los pases industrialmente desarrollados. Las distintas partes

    21 F. GONZLEZ BERNLDEZ (1981:160 y 166).E. A. WRIGLEY (1993). Para el concepto de agroecosistema energticamente subsidiado des-de el exterior vase, entre otros, G. LEACH (1981), E. P. DUM (1995 2 ) y J. M. NAREDO (1996)

    ,3 J. M. NAREDO (1996) y F. GONZLEZ BERNLDEZ (1981:141-177). Para el ejemplo de la ValPadana, F. CAZZOLA (1996:64).

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    complementarias del ecosistema antrpico agrosilvopastoral se han visto desgajadasunas de otras, convirtindose en sectores aislados y dependientes de inputs exterio-res de origen industrial. Su localizacin o sus escalas respectivas han pasado aregirse por decisiones mercantiles y polticas casi enteramente dictadas desde elexterior. Han perdido con ello toda coherencia territorial con el lugar donde se asien-tan. (Por ejemplo: las cargas ganaderas que generan acumulaciones de purines im-posibles de asimilar por los cultivos, la sustitucin de las rotaciones por monocultivosmontonos, el abandono de las tcnicas de restitucin de materia orgnica a lossuelos, o la extensin de bosques igualmente montonos y degradados donde anteshaba mosaicos que actuaban de barreras a la propagacin de las plagas y el fuego).En consecuencia, las comunidades rurales estn perdiendo rpidamente, o han per-dido ya del todo, su funcin tradicional de cuidar y mantener los equilibrios propiosde un territorio antrpicamente gestionado. El resultado paisajstico es una extrema"trivializacin del medio". 24 Por eso las fuentes cartogrficas existentes hasta 1950, ylas primeras fotos areas sistemticas del territorio realizadas en el mismo perodo,son tan importantes para conocer los equilibrios o desequilibrios preexistentes antesde la gran crisis territorial de nuestros das.

    12. Las comunidades rurales nunca actuaron a su aire, ni los transportes agrandes distancias nacieron ayer. La atribucin de la capacidad gestora del territorioa las comunidades rurales del pasado no significa que tales comunidades carecierande conflictos o pulsiones internas y externas tendentes hacia actuaciones insostenibles.Las dos nicas ventajas reales de una gestin comunitaria ms o menos colectiva delterritorio, y de sus recursos naturales, es la tendencia a tomar decisiones adoptandohorizontes temporales ms largos en una situacin de mutuo control de la propensinindividual a "descontar" el futuro sobrevalorando el presente. Eso tampoco significa queaquellas comunidades tomaran sus decisiones colectivas libres de cualquier presin ointerferencia exterior. Al contrario, todas ellas estuvieron sujetas a presiones ajenasprocedentes de los seores feudales y de los Estados que les exigan rentas, presta-ciones y tributos. Tambin se vieron afectadas en uno u otro grado por las pulsionesde las redes comerciales, tanto las de radio corto por las que circulaban los intercam-bios intercomarcales como las de larga distancia tejidas por los grandes ncleos mer-cantiles organizados desde el sistema de ciudades. Slo teniendo en cuenta los efectospersistentes de las presiones seoriales, fiscales y comerciales ejercidas sobre la co-munidad rural podremos entender de forma cabal su manejo de los recursos naturales,su impacto territorial directo, y su "huella ecolgica" global.

    13. Parcelarios y redes viarias: la estructuracin social del espacio. Laorganizacin del terrazgo y las lindes, y su imbricacin con el hbitat de cada comu-nidad, revelan las pautas de asentamiento originarias a las que se superpondrandespus sucesivos parcelarios y nuevas construcciones a modo de palimpsesto. Lalgica territorial de cada forma de asentamiento no es independiente de las redes de

    24 F. GONZLEZ BERNLDEZ (1981: 151). "Tras un fugaz perodo de energa "barata" que permitiel olvido de condicionantes ecolgicos locales y facilit la adopcin de soluciones uniformes,parece necesaria una atencin mayor a las oportunidades y limitaciones especficas de cadaentorno" (idem:249).

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    mayor escala con las que estaban conectadas. Desde un enfoque socioecolgico lossistemas viarios pueden considerarse como corredores que transmiten informacin einfluyen, por consiguiente, en las pautas de asentamiento, parcelacin y organizacinterritorial. Del mismo modo que los ecosistemas no son slo una coleccin de orga-nismos, sino una estructura de informacin organizada que se mantiene y reproduceen el tiempo, los paisajes son tambin una estructuracin del espacio que incorporauna gran cantidad de informacin humana en un importantisimo legado colectivo."Linajes e identidades se construyeron sobre la toponimia que daba nombre a la es-tructura territorial del paisaje. La definicin de lindes y el control de los caminos fueobjeto de innumerables y violentos conflictos, porque abran (o no) el acceso a losrecursos.

    14. El paisaje como informacin organizada. En la evolucin histrica de larelacin entre la especie humana y el medio ambiente la informacin tiende a cambiarde lugar, desde el propio ecosistema hacia la sociedad. En los agroecosistemasdisminuye la cantidad de informacin autoorganizadora al aumentar el grado de ex-plotacin humana y retroceder su madurez. Pero la informacin y la capacidad deorganizacin del subsistema humano tambin crecen de forma correlatva." La con-juncin en el territorio del sistema de informacin y control de las sociedades huma-nas, con la informacin autoorganizada de los sistemas naturales, configura los diver-sos paisajes como sistemas de signos a descifrar sensorial-intelectualmente por losindividuos que viven en ellos. El problema de la sustentabilidad de ese cambio, en ellugar y el sentido de la informacin organizada, estriba en la coherencia o incoheren-cia entre el tipo de lgica que rige la masa creciente de informacin humana, y la quede todos modos sigue rigiendo el funcionamiento de los sistemas naturales de sostn.

    15. La persistencia a largo plazo de la morfologa social del territorio. Tantolas vas de comunicacin a corta y larga distancia, por una parte, como las lindes delhbitat y el parcelario por otra, constituyen estructuras paisajsticas con una granpersistencia en el tiempo. Por lo comn, y hasta la gran ruptura territorial posterior a1950, las sucesivas etapas del poblamiento y los distintos sistemas agrarios tendierona reutilizar una y otra vez las mismas redes viarias, los mismos parcelarios y la mismaforma del hbitat. Por eso cabe considerarlos una segunda morfologa social, super-puesta e integrada a la natural, que organiza el territorio de acuerdo con una lgicay una intencin. Una de las vertientes del anlisis del paisaje como construccinhumana consiste en identificar la secuencia histrica de esa estructuracin social delespacio a partir de la red de comunicaciones y de la organizacin territorial delacceso a los recursos.

    25 Tal como observa Ramon Folch, el mar no puede acumular como informacin las huellas dela traza humana. Por consiguiente, tampoco puede configurar paisajes diversos: "El martiene historia, pero apenas memoria, porque se deshace constantemente en su resilentehorizontalidad. (...) El mar, uno de los paisajes pictricos ms apreciados, es el no-paisajesocioecolgico" (R. FOLCH, 1999:250). Por su parte Fernando Gonzlez Bernldez ya sea-laba en Ecologa y paisaje "la escasa histresis de la nubosidad que acompaa a un paisajeque est cambiando a cada minuto" (1981:141).

    26 F. GONZLEZ BERNLDEZ (1981:159).

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  • La formacin histrica de los paisajes agrarios mediterrneos: una aproximacin coevolutiva

    16. La huella territorial como registro de las etapas de ocupacin del suelo,y de la sucesin de sistemas agrarios. Las etapas sucesivas de ocupacin humanadel suelo, y de la organizacin de sus aprovechamientos agrosilvopastorales, debenrelacionarse con la conjuncin de demandas interiores originadas por el crecimientopoblacional, la superposicin de demandas exteriores de origen seorial, estatal ocomercial, y la evolucin de las capacidades tecnolgicas y culturales desarrolladaspara atender unas y otras demandas. Segn el grado de eficiencia o productividadalcanzada por cada sistema de aprovechamiento agrosilvopastoral, y cada conjuntode tecnologas agrarias aplicadas al manejo del suelo y el agua, tambin ser distintala traduccin territorial de tales demandas. Es decir, su traza directa en el territorio ysu "huella ecolgica" global. La investigacin histrica y arqueobotnica del territoriopuede ayudarnos a interpretar la formacin de los paisajes precisando, por ejemplo,la cronologa de la introduccin o extensin de ganados y cultivos, la abertura depastos, la construccin de terrazas, riegos o ramblas, y la modulacin en general delconjunto de aprovechamientos de los recursos del territorio (figura 2).

    FIGURA 2: EL PAISAJE COMO HUELLA TERRITORIAL DE LA INVERSiNDE TRABAJO Y LA ACUMULACiN DE CAPITAL-TIERRA

    paisajes agrarioshistricamente construidos

    organizacin del inversin entrabajo ..... capital-tierra

    fuente: elaboracin propia

    17. Los resultados de la intervencin humana sobre el medio: Malthus oBoserup? El proceso histrico de formacin y desarrollo de los paisajes agrariospuede leerse, en relacin al conjunto de demandas que deban proveer y sostener,como una combinacin de respuestas malthusianas y boserupianas. Dado un deter-minado manejo territorial preexistente -es decir, antrpicamente alcanzado con undeterminado sistema tcnico y cultural-, la ampliacin de las demandas originadaspor el crecimiento poblacional y las presiones exteriores tenderan a desbordar losequilibrios agrosilvopastorales, y sus mrgenes de adaptacin. Esa sera la tpicasituacin malthusiana generadora de rendimientos decrecientes. Pero tales situacio-nes no deben contemplarse como un destino fatal, sino como un desafo. Junto a otrasrespuestas adaptativas de tipo demogrfico -emigracin temporal o definitiva, restric-cin de la natalidad-, el desafo malthusiano tambin poda inducir un conjunto de

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    respuestas de signo "boserupiano": intensificar el trabajo humano aplicado en lainteraccin suelo-vegetacin (figuras 1 y 2) buscando nuevas formas de incrementarla produccin de biomasa derivable hacia usos humanos.

    18. Resilencia e histresis: la historia como bifurcacin. La histresis es uncambio de estado que no puede explicarse slo por las fuerzas actuantes en elmomento en que ste se registra, porque obedece tambin a la acumulacin previade factores causales en el pasado. Como la gota que desborda el vaso, desde unpunto de vista fenomenolgico parece una reaccin exagerada a una causa menor.La transformacin que origina slo puede entenderse recurriendo al pasado, es decira la historia." La resilencia es el fenmeno contrario: la tendencia de un sistema aseguir siendo lo que es. Para que predominen los comportamientos resilentes unsistema debe poder encajar dentro de un determinado nivel las perturbaciones inter-nas o externas que registra. Resilencia e histresis pueden considerarse manifestacio-nes fenomenolgicas de un factor comn: la existencia de umbrales de adaptacin alas tensiones o perturbaciones de un sistema. Cuando stas, o su efecto acumulativoen el tiempo, superan el umbral de resilencia se desencadena una transformacin decarcter irreversible. Ese cambio de estado puede considerarse una bifurcacin en latrayectoria del sistema como un todo. La irreversibilidad implica que el tiempo nopasa en balde, ni tiene marcha atrs: el movimiento no es una mera traslacin deelementos, sino un verdadero cambio." La historia de tales bifurcaciones es unadimensin imprescindible para comprender el sistema y sus cambios de estado.Estudiarlos supone identificar aquellos parmetros cuya acumulacin o combinacinpueden desbordar los sucesivos umbrales de adaptacin y resilencia.

    19. Los procesos de produccin y destruccin humana del suelo. Tal comoargument Esther Boserup, los suelos agrarios y su fertilidad agrcola tambin son unproducto de la actividad humana." En el proceso natural de la formacin del suelointervienen: 1) la litologa; 2) las pendientes, orientaciones y escorrentas resultantesde la geomorfologa; y la interaccin entre 3) el clima y 4) la vegetacin zonal quecorresponde a aquellos substratos y a dicho clima. La conjuncin de esos cuatrofactores --clima, vegetacin, geomorfologa y litologa-- determina un suelo zonal. Peroen la formacin natural de los suelos tambin juega un importante papel un quintoconjunto de factores azonales, estrechamente ligados al tiempo." Es decir, a la his-toria. Son los efectos persistentes y acumulativos de la accin erosiva del agua, elviento y la insolacin. Esos factores generan arrastres de materiales en unos puntos(laderas y quebradas denudadas, crcavas, arroyadas, ramblas) y acumulacin enotros (vegas, marismas, deltas)." La aplicacin de trabajo humano para colaborarcon la Naturaleza en la formacin y el mantenimiento de suelos agrarios productivos

    27 F. GONZLEZ BERNLDEZ (1981:20 y 51). R. FOLCH (1999:294-295).28 l. PRIGOGINE (1997 y 1999).29 E. BOSERUP (1967).30 J. M GASC (1993 Y 1996)31 La "celularidad" caracterstica de los mosaicos paisajsticos mediterrneos es un reflejo

    territorial de la importancia que en ellos adquiere la azonalidad: F. GONZLEZ BERNLDEZ (1981:13-33).

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  • La forman histrica de los paisajes agrarios mediterrneos: una aproximacin coevolutiva

    puede considerarse desde un punto de vista agroecolgico un factor "azonal" ms,que unas veces mantiene y otras acelera los procesos preexistentes de formacin odestruccin de suelos. Tambin desde ese punto de vista es enorme la ruptura repre-sentada por los usos agrarios antes y despus de 1950 3 2

    20. El suelo como capital natural histricamente acumulado. En la agricul-tura industrializada el supuesto de la sustituibilidad ilimitada de cualquier recurso hallevado a convertir los suelos agrarios en un mero soporte inerte, acelerando losprocesos erosivos de destruccin muy por encima de los de formacin de nuevosuelo. Los colores pardos ricos en materia orgnica del horizonte A apenas son yareconocibles en el paisaje mediterrneo, donde en los suelos ms caractersticossuelen predominar los tonos rojizos arcillosos del horizonte B, mientras en muchospuntos de fuerte erosin algunos suelos intensamente labrados ya dejan al descubier-to los colores blancuzcos del horizonte C calizo. Ese consumo de suelo tambinsupone una prdida notable de su capacidad de retencin de agua, que en el Me-diterrneo es el factor limitante ms severo para la capacidad de produccin debiomasa. Dada la menor profundidad y la mayor vulnerabilidad de los suelos medite-rrneos, esa dilapidacin de un activo ecosocial de vital importancia es an msirresponsable que en otras partes del mundo. En el Mediterrneo el complejo formadopor la interaccin suelo-agua es un capital "natural" histricamente acumulado, frutode las diversas estrategias agrarias "boserupianas" del pasado tendentes a generary mantener suelos frtiles y profundos." En la actualidad, y a consecuencia de la grancrisis territorial posterior a 1950, se registran prdidas anuales de suelo superiores a15 toneladas por hectrea en casi un tercio del territorio circumediterrneo.>' Lainvestigacin histrica y arqueobotnica de los paisajes mediterrneos puede recupe-rar la memoria de dicho capital en la consciencia social. Quiz contribuya con ello aauspiciar las actuaciones necesarias para recuperarlo y mantenerlo en la reatidad.>

    21. La alternancia de etapas de "creacin" y etapas de degradacin. Laprofundidad y gravedad de la ruptura representada por el antes y el despus de 1950podra tender a borrar los claroscuros de un pasado que no fue homogneo ni lineal.La larga interaccin histrica entre las sociedades humanas y su medio natural regis-tr sin duda muchos y significativos vaivenes que dejaron su huella en el territorio.Cabe suponer a modo de hiptesis que a lo largo de las sucesivas etapas delpoblamiento, y de la explotacin agrosilvopastoral de los recursos, se sucedieronmomentos de "creacin" boserupiana y otros momentos malthusianos de sobrepresinsobre las capacidades productivas existentes hasta el momento. Las primeras acumu-

    La cantidad de minerales removidos por la actividad humana asciende a unos 67.000 millo-nes de toneladas anuales (1995), multiplicando por cuatro los arrastres de todos los ros delmundo (J. M. NAREDO y A VALERO. 1999: 11) Muchos de esos ros se encuentran tan regula-dos. canalizados o desviados que en su desembocadura apenas aportan agua, limos ynutrientes a las plataformas marinas.

    33 R. GARRABOU y J: M. NAREDO edits. (1999).34 J. BACARIA, R. FOLCH y otros (1999:31 y 76).

    Vase J. M GASC (1993 Y 1996). Para la nocin general de "capital natural" desde laeconoma ecolgica vase Th. PRUGH edil. (1995).

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    laron en el territorio mayores dosis de capital-tierra, o aumentaron su productividadmediante aterrazamientos, sistemas de riego, plantaciones, mejoras ganaderas o utillajesy prcticas agrcolas ms eficientes, permitiendo sustentar mayores demandas direc-tas o indirectas sobre el mismo territorio. Pero si las nuevas demandas originadas porel crecimiento poblacional, las exacciones seoriales o tributarias, y las nuevas nece-sidades generadas por la intensificacin de los intercambios superaban las capacida-des y los mrgenes de adaptacin de aquellos activos territoriales, el desafomalthusiano y los rendimientos decrecientes ricardianos entraran de nuevo en esce-na.>

    22. Aterrazamientos, riegos y plantaciones: localizar y datar el capital-tie-rra." Tal como se ha sugerido desde la demografa histrica, la correlacin entredensidades de poblacin y capacidades productivas por habitante parece haber re-gistrado sucesivas "burbujas boserupianas" dentro de las cuales habran operado lastendencias asintticas hacia un "techo malthusiano". Entre "burbuja" y "burbuja" sehabran producido cambios en profundidad en el manejo de los recursos, con nuevasacumulaciones de capital-tierra y de saberes agrarios que habran permitido "saltar"hacia la mayor capacidad de sustentacin de la "burbuja" siguiente. De ser as, en elpalimpsesto del paisaje deben haber quedado especialmente registradas aquellasetapas de inversin boserupiana dirigidas a ampliar la capacidad de sostn humanodel territorio. Precisar la geografa y la cronologa de los aterrazamientos, las planta-ciones o los sistemas tradicionales de riego y drenaje, o de sus mejoras y ampliacio-nes ulteriores, es una parte importante de la tarea a realizar. Identificarlos con losinstrumentos de la geografa histrica puede ayudar tambin a vindicarlos como unaverdadera "arquitectura del paisaje", a mantener y preservar para el futuro.

    23. El paisaje como logro de una dinmica coevolutlva." Entender la historiadel paisaje desde una perspectiva socioecolgica significa identificar los factoresambientales que determinaron las capacidades y "vocaciones" de un medio natural,por una parte, y esclarecer por otra los factores demogrficos, sociales, econmicos,tecnolgicos y culturales que permitieron sustentar en aquel territorio las demandascrecientes de recursos, absorbiendo a la vez los residuos y los impactos generadospor las mismas sociedades humanas. En la medida que quiere explicar la interaccinde doble sentido entre estas sociedades y aquel medio natural, la visin socioecolgicadel paisaje no puede admitir ninguno de los dos reduccionismos --econmico oecolgico-- en los que se puede incurrir cuando se considera a la especie humanacomo algo intrnsecamente distinto y separado de su entorno natural, o cuando sepresenta al medio natural como algo completamente separado e incompatible con la

    36 Para esta sntesis dinmica de los enfoques de Malthus y Boserup vase R. D. LEE (1986,1987 Y 1990)

    37 Para la nocin de capital-tierra, y la diferencia clave entre su significado fsico y su valora-cin monetaria, vase P. CAMPOS (1993:288-289).

    38 Para el concepto de coevolucin en ecologa vase E. P. dum, 1995": 192. La aplicacin delconcepto a las relaciones entre las sociedades humanas y el medio natural supone consi-derar que "la agricultura, y cualquier forma de explotacin del territorio, es un pacto entrepredadores" (R. FOLCH, 1999:174)

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    accin humana. Las sociedades humanas y los paisajes comparten una larga historiade coevolucin. Esa visin coevolutiva considera a cada paisaje singular como algoms que el resultado de una mera necesidad. Es un logro cultural. Las culturasagrarias, y las culturas humanas en general, han moldeado con formas distintas eintenciones diversas la intrnseca heterogeneidad del marco espacio-temporal en elque discurren los procesos naturales y sociales. A ese marco construido que los sereshumanos heredamos de las generaciones pasadas y legamos a las generacionesfuturas, le llamamos paisaje. Sobre l seguimos construyendo nuestra identidad per-sonal y colectiva.

    24. "Dependencia histrica" de la coevolucin: cuando la historia tambincuenta." Los ejes originales de estructuracin del territorio, y su ampliacin o modi-ficacin ulterior por cada una de las sucesivas comunidades que debieron satisfacersus demandas explotando los recursos naturales, tecnolgicos, polticos o culturalesa su alcance, delimitaron las posibilidades posteriores de usar ese mismo espacioheredado. El legado de las generaciones anteriores posibilitaba, y limitaba a la vez,las opciones existentes para cada nueva generacin. Esa trayectoria a largo plazoimplica una "dependencia histrica" de la direccin tomada en cada caso por lacoevolucin entre sociedades y paisajes (path dependences." En cada caso, y encada bifurcacin histrica, la introduccin de una determinada modificacin espacialse convertir en un factor condicionante de lo que puede o no puede ocurrir en elfuturo, o de su probabilidad. Las decisiones territoriales codeterminan la evolucinfutura del sistema territorial, tanto en su composicin "natural" como en su aprovecha-miento social y su capacidad de sostn. Para entender la coevolucin entre socieda-des y territorios como una dinmica no lineal, y para interpretar cabalmente nuestrospaisajes actuales, la historia cuenta.

    25. Leer y entender el paisaje: un reto holstico. En tanto que logro culturallos paisajes son algo ms que una simple conjuncin de procesos sociales, econ-micos y medioambientales que conforman un espacio concebido como mero contene-dor de la actividad humana. Cada uno de ellos ha surgido de un proceso coevolutivodinmico y singular. Partiendo de una estructuracin originaria, que requiere ser dataday entendida, la definicin de unas arterias primarias de comunicacin a travs delugares, ros, caminos y sendas abrieron acceso, con formas distintas en cada caso,a una constelacin de asentamientos y aprovechamientos del territorio que slo ha-ciendo abstraccin de aquellas estructuras puede parecernos aislada o inconexa.nicamente una visin transdisciplinar que integre la informacin procedente de laecologa, la geografia, la demografa, la economa, la sociologa y la historia puede

    39 Este y los siguientes epgrafes se basan especialmente en la comunicacin de R. Bux, "Laarqueologia del paisaje en el anlisis histrico" al V Encuentro entre tcnicos e historiadores(Granada 4-5/11/1999), yen otros trabajos suyos (R. Bux, 1997; J. MCGLADE, M. PICAZO, F.BRETON, R. Buxo, R. CONGOST, D. SAURi, E. SAGUER et alll, 1997; R. Buxo, J. MCGLADE, J. M PALETY M. Picxzo, 1998).

    40 W. B. ARTHUR (1988) citado por R. Buxo, J. MCGLADE, J. M PALET Y M. PIcAza (1998:409). Parala admisin desde el mbito de la economa de la path dependency, y la persistencia deciertos componentes culturales o materiales de la tecnosfera humana -el fenmeno llamadoQWERTY-, vase P KRUGMAN (1992:110).

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    explicar de forma holstica por qu nuestros pasajes mediterrneos son los que son,explicando coevolutivamente cmo llegaron a serlo. "No es difcil concluir que para lainterpretacin de paisaje y para la correcta gestin de los recursos que sta permiteel enfoque histrico es una necesidad."41

    11. SUGERENCIAS DE MTODO

    La caracterizacin morfolgica, ecolgica y sociohistrica del espacio de estu-dio elegido requiere una aproximacin transdisciplinar mediante la superposicincartogrfica --por ejemplo a la escala 1:50.000 de los mapas topogrficos, o a 1:25.000de la fotografa area-- de sucesivas representaciones territoriales: soporte geolgicoy relieves, mapas edafolgicos e hidrolgicos, mapas de usos del suelo (actuales yremotos), asentamientos humanos, corredores naturales y organizacin de la red viaria,toponimia, estructura del parcelario, terrazas y sistemas de riego, etc. Toda esa va-riada informacin espacial puede combinarse despus con los sistemas de informa-cin geogrfica (SIG).

    La fotointerpretacin mediante el anlisis esteroscpico detallado de las fotosareas ms antiguas, y su contrastacin con la visin actual sobre el terreno, puedeofrecer muchas claves sobre la estructura territorial vigente hacia 1950 y sudesestructuracin posterior." A su vez ese reconocimiento de la estructura territorialheredada constituye un punto de partida para un anlisis retrospectivo basado enotras fuentes documentales y arqueolgicas. Las fuentes documentales de archivo(cartografa histrica, censos, amillaramientos y catastros, recuentos decimales, librosde viajes, memorias, documentacin patrimonial y notarial, etc.) son suficientementeconocidas por los historladores." A su vez, mucha de esa informacin documentalpuede representarse cartogrficamente siguiendo los mtodos de la geografa hist-rica, apoyndose en el reconocimiento previo de la estructura territorial con la ayudade los SIG. Finalmente, el registro arqueolgico, arqueobotnico y palinolgico puedeesclarecer muchos aspectos, o desmentir falsas pistas, ms all del alcance de ladocumentacin escrita conservada y accesible."

    Una vez identificada y procesada, para interpretar esa variada informacintransdisciplinar se requieren teoras y modelos de anlisis. Los resultados obtenidosdel estudio histrico de las tcnicas agrarias, y de los cambios en la productividadagrcola en distintas etapas y sistemas, permite disponer de diversas estimaciones decoeficientes tcnicos (producciones por hectrea, necesidades de ganado y nutrientes

    41 F. GONZLEZ BERNLDEZ (1981: 146).42 Vase a modo de ejemplo el Atles ambiental de la Mediterrania/Environmental Atltas of the

    Mediterranean recientemente editado por J. BACARIA, R. FOLCH y otros (1999: esp. 80-81, 109,127-133, 158, 174-175, etc)

    43 Vase a modo de ejemplo The Making of the English Landscape (1981 '), el clsico estudiode W. G HOSKINS publicado por primera vez en 1955.

    44 Vase, a modo de ejemplo, J. L. ARAUS, A. FEBRERO, R. Bux, M. D. CAMALlCH, D. MARTIN, F.MaLINA, M. O. RODRGUEZ-ARIAS y 1. ROMAGOSA (1997)

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    por hectrea, etc.)" que son susceptibles de traduccin a unidades de superficiepara calcular sus respectivas "huellas ecolgicas" (esto es, las dotaciones de tierrade cada tipo -cereal, pastos, bosque, etc.- requeridas para obtener una unidad deproducto o para mantener una determinada poblacin y/o un volumen determinado deexcedente). Tales estimaciones deben integrar la variedad de productos y serviciosnecesarios para el sostn global de las comunidades rurales y urbanas -cereales,legumbres, carne, combustibles, fuerza de tiro, material de construccin- y, por con-siguiente, tambin los equilibrios agrosilvopastorales necesarios para sustentarloscerrando el ciclo de los nutrientes segn los sistemas de fertilizacin disponibles."

    La traduccin a "huellas ecolgicas" de tales demandas y requerimientos per-mite calcular las dotaciones globales de tierra para distintas densidades de poblacinen un mismo territorio, dadas tambin unas determinadas extracciones (rentas, im-puestos, ventas) y entradas (compras exteriores). Esa aproximacin debera permitirdetectar en qu momentos pudo darse una situacin de sobrepresin sobre los recur-sos disponibles, y en qu momentos se generaron respuestas innovadoras para acre-centar su capacidad de sustentacin mediante cambios en los sistemas agrarios ynuevas inversiones de trabajo en la dotacin de capital-tierra existente. Tales hipte-sis pueden confrontarse despus con los registros documentales, arqueolgicos yarqueobotnicos, para corroborarlos o desmentirlos. El trabajo de campoarqueobotnico puede incluso rescatar simientes de especies o variedades antigua-mente cultivadas, y que se pueden volver a cultivar en campos experimentales paracomprender mejor los tipos de utillaje y manejo del suelo a los que estaban asocia-dOS 4 7

    Esa aproximacin a la huella territorial desde las demandas econmico-socialesy los requerimientos tcnicos debe permitirnos establecer una secuencia de "bifurca-ciones", cada una de las cuales habr dejado un impacto sobre la estructura territorialcondicionando las opciones en la encrucijada siguiente. Una vez datadas y explica-das las respuestas concretas dadas por los grupos humanos a las encrucijadas deaquella secuencia territorial a largo plazo -mediante la adaptacin de especies exis-tentes o la introduccin de otras nuevas, la edificacin de terrazas y riegos, la deri-vacin de tarquines mediante ramblas, la estimulacin del avance del bosque o suretroceso para la abertura de pastos, el recurso a plantaciones, etc.- los resultadosde la investigacin histrica y arqueobotnica pueden volver a confrontarse de nuevo,

    Vase, a modo de ejemplo, B. M. S. CAMPBELL y M. OVERTON edits. (1991).Partiendo del balance nutrientes en una agricultura atlntica de base orgnica que practica-ra una rotacin trienal clsica, ROBERT S. Shiel ha calculado, por ejemplo, que para alcanzarla mayor productividad la proporcin ptima de superficie cultivada (ager) en relacin a lasuperficie agraria total (ager+sa/tus+silva) no debia superar el 15% (R. H. SIHEL, 1991 :70).Adems de los coeficientes tcnicos para cada cultivo o producto tomado aisladamente, esesencial que el clculo de las "huellas ecolgicas" se base tambin en esos umbralesptimos del equilibrio agrosilvopastoral caracterstico de las sociedades de base orgnica.Para el entorno Mediterrneo eso significa tomar en consideracin las complementariedadesentre territorios y paisajes diversos, que podan explotarse por ejemplo a travs de loscircuitos de trashumancia (J M GASC, 1996:48).Vase R. Bux (1997)

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    cerrando el crculo, con la vegetacin potencial que segn los modelos tericos dis-ponibles debera corresponder a las caractersticas naturales de la zona: substratoedfico y pendiente, pluviosidad y escorrenta, temperatura, etc." Cuanto ms difie-ran ambos resultados --salvo error u omisin en la aplicacin sobre el terreno de unoy otro rntodo->, ms hondo habr sido el impacto antrpico duradero que ha dejadosu huella incorporada en el paisaje.

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