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For@jidos

Introducción General: Volvemos LiberArte hace su segunda entrega con el presente número y, debido al entusiasmo que causó su

primera versión, se propone ahora como una publicación bi -anual. El Colegio de Artes Liberales de

la Universidad San Francisco de Quito consolida de esta manera el ejercicio editorial de LiberArte e

inaugura una nueva modalidad de producción. A partir del presente número un profesor o

profesora de sus filas fungirá como editor/a invitado/a de la sección monográfica de la revista. En

esta ocasión la tarea recae sobre Jorge Luis Gómez, profesor y coordinador de área del

departamento de filosofía que inicia su tarea en torno de un tema puntual de la experiencia

política reciente en el Ecuador: los forajidos. Se denomina así al grupo ciudadano que en las calles

de Quito en el mes de abril pasado participaron activa y vocalmente en el derrocamiento del

entonces presidente ecuatoriano, el Coronel Lucio Gutiérrez. Este episodio abrió una serie de

debates a nivel local relacionados con los temas de la representación en el sistema democrático y

el activismo político y sus mecanismos puesto que el forajidismo, como algunos lo han llamado

cuestionó tanto la legitimidad de los gobernantes de turno como las formas tradicionales de

protesta y liderazgo. La prensa y los órganos de difusión cultural en el Ecuador han dedicado

grandes esfuerzos a comprender un fenómeno que desafía tanto las categorías convencionales de

comprensión de las expresiones públicas (levantamiento, rebelión, insurgencia) como las

explicaciones simples que aluden a la emergencia de “nuevos” actores sociales (la clase media

inconforme). LiberArte se propone en Libre Albedrío, su segmento monográfico, lanzar una mirada

distinta sobre el proceso, a partir de lecturas y rupturas vigiladas por nuestro editor invitado, Jorge

Luis Gómez.

En Radicales Libres, nuestro intento de ver y pensar en otra educación posible, incursionamos de

lleno en tres esfuerzos distintos por dinamizar y por viabilizar la praxis educativa como vivencia:

primero recogemos impresiones y palabras de los educadores/as del INEPE (Instituto de

Investigación, Educación y Promoción Popular del Ecuador) y registramos la visión de una

institución educativa enraizada en la Educación Popular comunitaria. Después presentamos la

primera parte de un intercambio epistolar que se irá desovillando durante los meses que nos

separan de nuestra siguiente entrega y que tiene lugar entre Mary Ellen Fiewegger, maestra y

actualmente editora de un periódico campesino en el norte del Ecuador y Álvaro Alemán, editor

de LiberArte. La idea es acercar a nuestros lectores, a la vez que pedimos sus opiniones y criterios,

la experiencia de un diálogo permanente, que busca atrapar, de forma efímera y personalizada, los

contornos de ideas e impresiones que emergen de la experiencia educativa diaria y que aparecen,

como fuegos fatuos, a veces, en el ejercicio de escritura. Más allá tenemos los escritos y criterios

de dos educadores distintos: la una, estudiante de pregrado y dubitativa instructora de poesía a

niños de la calle; el otro, profesor universitario e instructor de normalistas que, desde Montevideo

transmite sus dudas y deudas con el sistema educativo de su país, que sigue el camino de otros

países latinoamericanos.

Finalmente, en Caída Libre, presentamos tres lecturas de Crónicas, la última película del célebre

director de cine ecuatoriano Sebastián Cordero quien ha sido contratado hace poco para dirigir

una cinta de gran presupuesto en Hollywood. Valga la pena este intento de poner la crítica al día

con la producción cultural más influyente del mundo contemporáneo: el cine y de incursionar en

ese mundo con mayor rigor y profundidad.

Cerramos el segmento con reseñas de tres libros importantes que han aparecido en los últimos

meses: Memorias de un sicario económico, del estadounidense John Perkins, La globalización

desde la mitad del mundo del académico, también estadounidense Michael Handelsman, que ha

afincado su interés en el Ecuador desde hace tres décadas; del crítico y poeta Iván Carvajal su A la

zaga del animal imposible, texto importante que reúne meditaciones sobre el destino de la poesía

ecuatoriana en el presente y su significado en el siglo pasado. Por último, incluimos una reseña del

importante texto del filósofo chileno Martín Hopenhayn América latina desigual y descentrada

Y eso es todo, invitamos la lectura activa de todos/as e invitamos los comentarios, observaciones y

sugerencias de nuestras/os lectoras/es.

Galería de Carlos Echeverría Kossak

"VOLUNTARIOS AL PODER" Carlos Echeverría Kossak 52. 5 x 68 cm cada uno (2005)

"Mi poder en la constitución" Carlos Echeverría Kossak 118 x 206 cm (2005)

“Forajidos” Carlos Echeverría Kossak 238 x 118cm (2205)

Colaboradores de este número Gabriela Alemán.

Crítica, estudiosa del cine, cuentista y novelista ecuatoriana. Sus obras incluyen Zoom, Maldito

Corazón, Fuga Permanente y hace poco Body Time.

Álvaro Alemán

Crítico, profesor de literatura de la USFQ.

Jorge Luis Gómez

Coordinador del área de filosofía y profesor titular de la USFQ.

Carlos Espinosa

Coordinador de Relaciones Internacionales y profesor de Ciencias Políticas de la USFQ.

Freddy Álvarez

Filósofo y profesor de Filosofía Política de la USFQ.

Manuela Picq

Profesora de Relaciones Internacionales y Ciencias Políticas de la USFQ.

Francisco Bustamante

Profesor del Centro Regional de Profesores del Sur, Atlántida Montevideo, Uruguay.

Andrea Moreno Wray

Estudiante de Artes Liberales de la USFQ.

Mary Ellen Fiewegger

Educadora, activista, residente de la zona de Intag.

Beatriz León

Médica, Profesora de Medicina de la USFQ.

Álvaro Carrión

Psicoanalista, Profesor de Psicología de la PUCE

José Julio Cisneros

Decano de la facultad de Artes Liberales de la USFQ y profesor de Literatura de la USFQ.

Carlos Echeverría Kossak

Alumni de la facultad de Artes Contemporáneas de la USFQ, actualmente cursa el posgrado en

Ilustración en Polonia.

Libertinaje

Introducción a LIBERTINAJE

El tema tratado en estos cuatro ensayos es el análisis multidisciplinario del fenómeno social de

abril del presente año, conocido como “rebelión forajida de abril” . La relación entre la agitación

social en el Ecuador y los modelos interpretativos, la mediación textual y los fenómenos sociales,

merece una divulgación que comprometa a la sociedad en la construcción de lecturas diversas y

comprensiones variadas, no con el fin de presentar una lectura exhaustiva y definitiva de los

mismos, sino con el propósito de recrear la reflexión en la interpretación múltiple.

El primer ensayo que presentamos a continuación, el profesor de literatura Álvaro Alemán,

titulado “Todavía no: repensando el lugar de los forajidos” , intenta “ordeñar” el fenómeno desde

una lectura crítica de los primeros textos e interpretaciones que se han publicado sobre los

sucesos de abril, observando si los narradores son conscientes de su participación en lo narrado. El

autor descubre que junto a la interpretación clasista y racial, hay una interpretación regional y

machista, así como un énfasis retórico en la legitimación ética de los sucesos en cuestión. Para

superar estas interpretaciones, el autor sugiere una lectura de este fenómeno como “un

significado en sí mismo” , es decir, como “una transformación de la topología de abril en una

utopía” . Para el autor “abril es un significado, es decir, un lugar de contestación de sentido que se

resiste a desaparecer en su dimensión concreta” .

Para el filósofo Freddy Álvarez, el autor de “Que se vayan todos, ¿un sueño o una pesadilla?” , la

rebelión de abril es “el levantamiento a partir de la indignación y la vuelta a lo mismo en la

política” . Tomando las ideas de Badiou sobre la política, el autor considera que el horizonte del

acontecimiento rebasa la positividad del hecho político. Se trata de explotar la intensidad del

acontecimiento, eliminar lo ficcional del hecho, escapando así del vacío de lo político.” No basta

con saber qué ocurrió, develemos las marcas conceptuales que están detrás de los conceptos que

señalan lo ocurrido” . En los sucesos de abril ve nuestro autor una confusión. Se confunde la

preocupación por lo político, creyendo que esto es la política. La crisis no es de la política sino de

lo político.” El reto es desficcionalizar la política e ir a lo real como pensamiento interpretante” .

Con “La sociedad de los ilegalismos” , el filósofo Jorge Luis Gómez reflexiona sobre cómo pensar la

ilegalidad y la corrupción en el Ecuador desde el concepto de “ilegalismos” que Foucault presenta

en “Vigilar y Castigar” . Para el autor, la dinámica del ilegalismo ecuatoriano crea una sociedad sin

sujeto, la que intenta a duras penas frenar el desorden y la ilegalidad mediante reformas,

rebeliones populares, que no son más que creación y recreación del mismo ilegalismo que se

combate. En otras palabras, tanto el reformismo como la lucha contra la corrupción son

imposibles, en la medida en que no se asuma al ilegalismo y se piense desde él sin negarlo. Se

trata de “normalizar” el ilegalismo en el Ecuador.

Por último, “La espada de Bolívar. Bolivarianismo en Ecuador” del historiador Carlos Espinosa,

intenta mostrar la conexión de los sucesos de Quito con la ideología del Bolivarianismo

comandadas por el presidente Chávez de Venezuela. Para el autor, abril “es parte de un ajedrez

jugado por movimientos transnacionales” , queriendo mostrar que parte importante de las

políticas del gobierno post-abril de Alfredo Palacio, están orientadas desde un contexto

internacional bien definido.

Con estos cuatro ensayos, tenemos la intención de revitalizar la cuestión político social del

Ecuador en este año que ya culmina, explotando sus diversos afluentes, para construir mediante

un juego de interpretaciones posibles, aquella que más se adecue a la comprensión de los hechos,

pues verdaderamente hacía falta una dimensión expresiva capaz de narrar abril, coincidiendo con

el experimentalismo y la heterogeneidad viva de esas jornadas.

Quito, 7 de diciembre del 2005.

Todavía no: repensando el lugar de los forajidos Álvaro Alemán

Para María Paula

“Tomás Moro designó a la Utopía como un lugar, una isla en los distantes Mares del Sur. Esta

designación sufrió varias transformaciones subsecuentes de manera que dejó el espacio e ingresó

en el tiempo. De hecho, los utopistas, especialmente aquellos de los siglos dieciocho y diecinueve,

traspusieron la tierra del deseo hacia el futuro. En otras palabras, hay una transformación

de topos de lugar a temporalidad. Con Tomás Moro, la tierra del deseo aún estaba dispuesta, en

una tierra lejana, pero yo no estoy ahí. Por otro lado, al trasponerse hacia el futuro, no sólo que yo

no estoy ahí sino que la Utopía no coincide consigo misma. Esta isla ni siquiera existe. Pero no es

algo como el sinsentido o la ilusión absoluta; más bien se trata de un todavía no en el sentido de

posibilidad; en tanto estaría ahí sí sólo pudiésemos hacer algo al respecto. No sólo si viajamos ahí

sino en tanto lo hacemos, la isla utópica emerge del mar de lo posible—utopía-- pero con nuevos

continentes.”

Ernst Bloch, “Algo hace Falta” (Traducción mía)

En lugar de interpretar cosas

Interpretemos las interpretaciones

Montaigne, Ensayos

I

La insurgencia ciudadana que brota en Quito, del 13 al 20 de Abril del 2005 ha producido un

fenómeno editorial inusitado en una ciudad y un país que ha mostrado una relativa estabilidad y

una modestísima conducta al momento de imprimir textos [1]. En los días y meses posteriores al

fenómeno “forajido” , han aparecido por lo menos 10 libros, dos revistas dedicadas al tema, dos

exposiciones importantes en galerías y museos de la ciudad e incontables reseñas, artículos de

opinión, editoriales, entrevistas a involucrados, programas y revistas televisivas y radiales, blogs o

bitácoras de opinión en internet, páginas web abanderadas del tema, todos ellos interesados en

“ordeñar” el fenómeno de distintas formas y de mantenerlo vivo en el discurso público. El ejercicio

de LiberArte añade a esa cuenta y se suma a la larga lista de interesados que intentan conjurar el

significado, alcance y atractivo de un evento que experimenta hoy por hoy, una segunda vida.

El fenómeno se asienta en una textualidad distinta a la convencional práctica editorial que opera

en su mayor parte a través de circuitos profesionales y formales; es decir, a través de consejos

editoriales, pedidos públicos de textos, encomiendas a escritores conocidos y se aloja en circuitos

irregulares: textos auto editados, editoriales “fantasmas” , textos y sitios electrónicos y

multimedia, estudios y reportajes hechos por encargo, publicaciones oportunistas, incluida la

táctica extrema de publicar en los muros de la ciudad. La heterogeneidad de estas prácticas replica

el desdén que el fenómeno forajido reserva para los actores tradicionales de la democracia formal

ecuatoriana y alude a la necesidad de establecer líneas de comunicación y de expresión que

desborden y desafíen la textualidad vigente. De esta manera encontramos manuales, crónicas,

estudios, cronologías, sátiras, historias, poemarios, mapas y documentos que proponen distintas

vías de ingreso a un fenómeno aun fundamentalmente misterioso.

En lo que sigue me propongo examinar algunos de estos textos en aras de entender sus principales

mecanismos narrativos, sus principales tropos y recursos expresivos. La mayor parte de los textos

a manejar narran la historia de la insurgencia y al hacerlo, asumen responsabilidad por contar la

historia (la Historia) nacional. Me interesa en primer lugar indagar sobre posibles

transformaciones operadas a nivel formal, en el dispositivo de narrar en los distintos casos. ¿Existe

conciencia de la necesidad de transformar no sólo los contenidos de la democracia formal sino

también sus formas?

¿En qué medida la estructura argumentativa de las propuestas ciudadanas extiende o transforma

sus propias tesis?

Una segunda pregunta que se desprende de esta primera tiene que ver con la etnografía de la

insurgencia, ¿de qué manera los escritores/as que narran la experiencia histórica de abril manejan

su propia condición de partícipes-observador@s? ¿Hasta qué punto existe conciencia por parte de

quienes escriben, de los riesgos y las ventajas de su doble posicionamiento a la vez como

protagonistas y objetos de la Historia?

Aunque las distinciones no se marcan con claridad y de hecho la gama discursiva resulte omnívora,

en general las lecturas del proceso de abril pueden agruparse de la siguiente manera:

Textos analíticos, textos descriptivos y textos oportunistas

Los primeros intentan dar cuenta del fenómeno de abril en términos conceptuales, los segundos

narrar los sucesos y armar cronologías, los últimos aprovechar el interés aun latente que la

temática despierta.

Analíticos. La casi totalidad de textos campean su interés por dilucidar el fenómeno de las marchas

en algún punto, aunque algunas de las publicaciones apuntan directamente a aquello. Los textos

de Iconos, el órgano oficial de FLACSO pertenecen a este rubro, al igual que el libro de Franklin

Ramírez La insurrección de abril no fue solo una fiesta (y que ha sido extractado para el número de

FLACSO) y el de Mario Ramos, La rebelión forajida. Entre estos documentos se observan

diferencias que van desde la etnografía de la audiencia “Lo que pasó en CIESPAL” de Edison

Hurtado Arroba, pasando por el estudio de caso “El regreso de Abdalá” de Carlos de la Torre y el

balance de la coyuntura “La crisis del sistema político ecuatoriano” de Julio Paltán y “La frágil

legitimidad del príncipe democrático” de Catalina Pazmiño. Los textos más comprometidos con

una lectura interpretativa del fenómeno sin duda son los de Ramírez ya citados y de Teodoro

Bustamante “El fervor democrático quiteño: ¿mito, sueño o algo sustancial?”

Ensayemos una síntesis de las distintas lecturas de lo ocurrido en abril:

Augusto Barrera G identifica 3 grandes posturas:

1) Un conflicto inter-oligárquico que buscaba la restitución de los privilegios perdidos

2) Una ampliación democrática que resiste las formas patrimoniales autoritarias en el ejercicio del

poder

3) Una expresión de la crisis de representación del sistema político ejemplificada en el rechazo a la

política “profesional”

Franklin Ramírez G habla de tres “alucinaciones interpretativas” o lecturas erróneas del fenómeno,

a saber:

1) La alucinación del liberalismo político optimista que para Ramírez consiste en la adhesión de las

clases medias quiteñas a la agenda social demócrata y a su defensa del régimen de derecho. Esta

posición se lee con claridad, por ejemplo, desde las páginas de La Tendencia —revista de análisis

político, y sobremanera el número 3 de esta publicación, que aparece tan temprano como Junio

del 2005.

2) La alucinación de una izquierda desplazada que ve en las movilizaciones la reacción

conservadora (racista, regionalista y clasista) de las capas medias y altas en contra de su

percepción remecida de “lo propio” y lo apropiado en la política nacional

3) La alucinación de la burguesía oligárquica reaccionaria que consistiría en felicitar la acción de las

masas en contra de un peligroso caudillismo latinoamericano en construcción (pace Chávez)

Más allá de aquello aparece la hipótesis adicional de las marchas y movilizaciones, sobre todo

hacia el final, como simple defensa del territorio capitalino.

II

Declaro a grito intenso y a todo momento

no tengo huevos ni escroto ni pene

con la garganta bien abierta y los labios bien mojados

Advierto:

Tengo una vagina para qué más

Así que no me vendan huevos

Que tengo todo lo que necesito

Para luchar

(Andrea Moreno Wray, “así que no me vendan huevos”

Poesía en tiempos forajidos)

Entre las múltiples interpretaciones de la “negatividad” de abril aparecen dos posturas críticas

muy marcadas. La primera insiste en el aprovechamiento de las marchas para el despliegue de un

sesgo de clase. Desde esta óptica, buena parte del rechazo a Gutiérrez proviene de una postura de

superioridad de las capas medias, desafiadas en su comodidad y privilegio relativo por el

advenimiento de sectores sociales ascendentes a pulso de su vinculación al botín estatal. Esta

lectura se desliza en la segunda tendencia interpretativa que “racializa” las protestas incluyendo

en sus discursos la retórica de descalificación racial. Clase, raza y región se funden en este proceso

para generar un entramado de razones y ganas que termina por reproducir lenguajes y prácticas

marcadamente conservadores y autoritarios.

Es aquí donde la fachada participativa y democratizante de las protestas corre el riesgo de

encausarse en mecanismos represivos e intolerantes que no hacen otra cosa que expresar sus

propias contradicciones; a saber, movimientos pluralistas e incluyentes, pero que actúan con

prepotencia y uniformidad, coaliciones ciudadanas no alineadas con el poder, pero que

reproducen los mismos vicios que denuncian. En todo esto, la estética cumple un papel crucial, al

diferenciar entre gustos y preferencias y al descalificar por la vía de la representación a quienes

han asumido el poder pero que carecen de refinamiento [2].

Desafinamientos

Los textos interesados en pensar abril exploran con asiduidad y rigor los recovecos de un

fenómeno complejo y muchos de ellos se resisten a la simplificación del mismo. El gesto crítico y la

denuncia de los “excesos” de abril se ven acompañado por “saludables”

menciones a la triple amenaza que pende sobre sus credenciales progresistas: el clasismo, el

racismo y el regionalismo. Resulta curioso, por lo menos, entonces, constatar la inexistencia (en

mis lecturas por lo menos) de una crítica preparada a denunciar el machismo profundo que

escoltó el proceso. Posiblemente este sea el punto ciego más notorio de las lecturas ensayadas

sobre abril. El machismo es tanto más notable en tanto buena parte de los textos, tanto

descriptivos como analíticos coinciden en señalar el papel protagónico asumido por miles de

mujeres, de todas las edades [3] , que compartieron un liderazgo disperso, que bautizaron las

movilizaciones (existe consenso absoluto en atribuir a una mujer anónima que se comunica a radio

La Luna, el empleo altivo y el giro semántico al término “forajido” , “entonces yo soy una forajida”

es la frase que inicia la asunción de una identidad en proceso) y que pusieron uno de los dos

cadáveres (el silente) que creó el proceso.

Más allá de que la cobertura ya representa una desproporción representacional grotesca en los

medios masivos de información [4] y de que, adicionalmente, la división sexual del trabajo

analítico/intelectual en esos mismos medios separa para los varones la tarea hermenéutica y para

las mujeres la “tarea” decorativa. Más allá de que esa misma división se extiende al torrente

crítico e interpretativo del cual este mismo escrito forma parte y que apenas registra dos lecturas

de mujeres entre 40 hechas por hombres está el sexismo de las proclamas de las marchas, la

representación de la “defensa de Quito” contra las “hordas” , “turbas” , “matones” y otros

calificativos similares que planteaba la lucha callejera como la provincia del cruce de testosterona

en donde el elemento masculino de la capital se aprestaba a defender el honor simbólico de una

ciudad “feminizada” y vuelta inerme. Todo esto a espaldas de la realidad evidente de que buena

parte, sino la mayoría de las “huestes” gutierristas, al igual que de la población dispuesta a la

defensa, consistía de mujeres sin voz ni opinión al momento de la lectura de los hechos.

Esta tendencia a regionalizar, racializar y tornar el conflicto en un juego de intereses de clase por

parte de sus (re) constructore/as posiblemente marque otro de los límites de abril: su incapacidad

para procesar el grado de represión de géneros excluidos no sólo del proceso de participación

democrática sino de la representación social misma [5].

E(s)tica

Las interpretaciones emplean distintos metalenguajes y en apariencia ocupan lugares de

enunciación distantes entre sí; pese a ello, el lenguaje común que atraviesa a todas es el de la

ética. La pregunta por la autenticidad o la duplicidad del discurso de las marchas—

deliberadamente orientado hacia la recuperación de una institucionalidad venida a menos

muestra la línea demarcatoria entre distintas versiones de los hechos. En el caso de que exista

autenticidad o sinceridad en la búsqueda de mayor representatividad y democracia la historia de

las manifestaciones deviene una gesta heroica que narra la epopeya de la dignidad ciudadana

pisoteada y luego recuperada del abismo del colapso institucional. Si por otro lado, desconfiamos

de aquella historia (y tenemos razones para hacerlo) debemos pensar en la falsedad de un

discurso oficialista camuflado de lucha por la consecución de verdaderos derechos civiles y más

bien interesado en la retención y la extensión de sus privilegios. Desde esta óptica, la moral se

convierte en un ejercicio retórico de legitimación /deslegitimación y en el terreno mismo de la

lucha por el significado.

La moral entonces, o simplemente ¿la moral burguesa? El discurso de lo ético ciertamente que

presenta un poderoso mecanismo retórico para señalar líneas de batalla; desde la moral se

defiende la misma institucionalidad que el ejercicio del poder ha privado de sentido (y este

recurso de hecho es el mismo que adopta el gobierno de Gutiérrez al acusar a facciones

oligárquicas de distorsionar sus éticas demandas [6] ) al mismo tiempo que se descalifica al rival de

turno. La moral entonces deviene o el grito de batalla de una nueva cruzada de pronto infundida

por valores universales o el gemido lastimero de segmentos desplazados del poder que ven su

última esperanza en la distinción que les otorga el idealismo. En cualquier caso, el gesto

representa un regreso a una estrategia discursiva anterior: allí donde en manifestaciones sociales

previas los reclamos apelaban a reivindicaciones culturales —como la identidad—y situaban el

enfrentamiento como una lucha entre culturas, abril revive el retorno a la ética como imaginario

nacional (y aquí el discurso neoconservador presenta curiosos ecos) [7] .

Vista a nivel global, la postura plantea el reconocimiento, por parte de la clase media local, de la

inevitable imposición del proyecto neoliberal para la región a la vez que la aceptación formal de

sus medidas draconianas. Esta aquiescencia, sin embargo, se ve temperada por el reconocimiento

de que el margen de maniobra que el momento histórico abre, radica en la adopción de

micropolíticas locales y que el discurso elegido para vehicular esas demandas sólo puede ser el de

la moral pública. Nos abrimos así a una lectura literalista de la política, que pretende tomarse en

serio, ya no el espíritu sino la letra del sistema de representación democrático. Se abandona así el

campo de la discusión de macroesquemas para asumir la implementación de esos esquemas en un

sistema ahora enormemente preocupado por las formas. Abril es entonces ágil en postular su

táctica puesto que este juego interesante de inversión de prioridades potencialmente alberga un

dispositivo mucho más radical: tomarse en serio la democracia. Si este fuera el camino entonces

podríamos decir que, en teoría, la subordinación histórica del sistema político al orden económico

podría desafiarse y de hecho, entre otras cosas, abril sugiere, insinúa, lo contrario. Es este el

sentido más profundo de la famosa autoconvocatoria ponderada por los medios: lo sorprendente

no es que las personas se agrupen solas sino que hayan visto en su soledad (política, como sujetos

de la democracia; económica, como sujetos de consumo) el vector principal para imaginar el

cambio, la autoconvocatoria forma el cambio y cambia la forma.

Las diversas lecturas existentes se dividen así en celebratorias, condenatorias e indecisas. Las dos

primeras opciones parten de una concepción voluntarista y a la vez racional de la historia mientras

que la tercera da cabida a pensar en la inmanejable heterogeneidad de los procesos históricos y

sus significados. Es esto lo que lleva a F. Ramírez a conjurar el fenómeno de abril tanto como un

acto colectivo de control institucional “la forma insurrección” como una manifestación espontánea

de rebeldía sistémica “la insurrección de abril no fue sólo una fiesta” ; es decir, una

carnavalización, una puesta de cabeza, del orden instituido. Es esto también lo que impulsa a T.

Bustamante a hablar de abril como el lugar en donde “una vez que surgió la posibilidad de

enunciar el tema de la democracia surge la necesidad de volver a expulsarla del espacio público” .

III

A mi manera de ver, tanto Gallegos como Bustamante aluden a la posibilidad de pensar abril ya no

como síntoma de un proceso sino como significado en sí. Me refiero con esto a la transformación

topológica de abril en utopía.

La costumbre de estos años ha insistido en la descalificación de la utopía. Este gesto toma distintas

formas, entre otras se asocia el utopismo con anhelos que persiguen lo imposible, junto a

versiones que, a nombre del “realismo” establecen los límites de lo alcanzable; alternativamente,

el utopismo se desestima también a nombre de la trivialidad, como algo que simplemente no

merece ser atendido.

Quisiera en lo que sigue dirigir algunos comentarios a la rehabilitación del concepto de utopía

apoyándome principalmente en el pensamiento de Ernst Bloch. Bloch, ciudadano y filósofo alemán

asociado a veces con la Escuela de Frankfort, con la cual comparte una visión crítica del sistema

cultural del capitalismo, es considerado como el “filósofo político de la esperanza” ; su importancia

para América Latina se siente en particular en la influencia importante que ejerció (directa e

indirectamente a través de la teología política) para pensadores como Paulo Freire y Gustavo

Gutiérrez [8] .

Para Bloch, la utopía implica una masa enorme de prácticas y actos, unificados por ser portadores

de “sueños de un mundo mejor” . Estos materiales, que se distancian de la realidad presente, se

dirigen hacia un futuro en transformación. La utopía engloba el acto de desear y lo que se desea.

La importancia de los deseos utópicos radica en la naturaleza inacabada de un mundo en estado

de transformación constante. El futuro consiste en un “todavía no” y el en el reino de lo posible.

Sin embargo, para Bloch es necesario diferenciar entre dos distintos modos de imaginación

utópica, entre la utopía abstracta y la utopía concreta. La utopía abstracta es compensatoria,

consiste en soñar despierto; aquí, el deseo no se ve acompañado por la voluntad de

transformación. El sueño diurno contempla no un futuro transformado sino un futuro en el que el

mundo permanece esencialmente igual, salvo que el lugar que ocupa el soñador ha cambiado (por

ejemplo mediante el ganar la lotería). Dice Bloch: “La mayoría de la gente en la calle da la

apariencia de estar pensando en otra cosa. Esta otra cosa es fundamentalmente el dinero, pero

también aquello en lo cual puede transformarse el dinero” (Levitas 67). Otra versión de esto sería

un futuro distinto, pero inalcanzable. La utopía concreta, por otro lado es anticipatorio, se

extiende hacia un verdadero futuro posible e implica no sólo un pensamiento del deseo sino de la

voluntad. De nuevo Bloch “No hay nada suave relativo a la esperanza consciente y conocida, sino

una voluntad interna que insiste: así debe ser, debe convertirse en ello” (67). Para Bloch la utopía

concreta encarna la verdadera función utópica: la anticipación y la creación del futuro. De esto se

extrae que no todo sueño de una vida mejor es equivalente; mientras que la utopía abstracta

expresa el deseo, sólo la utopía concreta contiene esperanza.

La distinción evoca elementos de la diferenciación que hacen Marx y Engels entre versiones

científicas y utópicas del socialismo en las que castigan al utopismo. Pese a ello, existe una

reivindicación del utopismo como mecanismo crítico en contra del pensamiento burgués. Un

ejemplo del Manifiesto:

Esos cuadros fantásticos de la sociedad futura, pintados en una época en la que el proletariado

aun ocupa un lugar subdesarrollado y no tiene sino una concepción fantástica de su propia

posición, corresponde a los primeros deseos distintivos de esa clase para una reconstrucción

general de la sociedad. Pero estas publicaciones socialistas y comunistas también contienen un

elemento crítico. Atacan cada principio instituido de la sociedad existente. Por lo tanto, están

llenos de los materiales más valiosos para la ilustración de la clase obrera.

Tal vez sirva una clarificación comparativa en este punto, en particular con el pensamiento de Karl

Mannheim. Mannheim consideraba tanto a la utopía como la ideología como categorías

incongruentes con la realidad; sin embargo, una diferencia entre ambas consiste en que las

utopías se orientan hacia el futuro y consiste en aquellas ideas que transforman a la realidad en su

propia imagen a diferencia de las ideologías, orientadas hacia el pasado y que sirven para legitimar

el statu quo. Para Mannheim entonces, los sueños diurnos (entre los que hallamos no sólo los

productos de la fantasía individual sino los productos de la imaginación colectiva, incluidos los

medios masivos) consistirían en anhelos compensatorios y por lo tanto, ideológicos. Ambos

autores insisten en que sus distinciones son analíticas y que por lo tanto sus categorías consisten

en tipos ideales, en la realidad la utopía concreta incluye elementos abstractos, la ideología puede

incluir elementos utópicos y la utopía elementos ideológicos. La diferencia significativa radica aquí

en que, a diferencia de Mannheim, que condena buena parte del pensamiento antiutilitario al

basurero de la historia, Bloch propone recuperar lo medular de la utopía concreta de la

heterogeneidad de elementos con los que se ve comprometida.

Esta digresión posiblemente facilite el intento de ver en la rebeldía de abril, en conjunción con

quienes resisten la simplificación del evento, algo más que un síntoma o una marca definitiva

dispuesta a confirmar lo que el sistema hermenéutico ya estaba predispuesto a observar: que las

marchas ratifican o la capacidad de resistencia de una comunidad abatida por décadas de

entrampamiento político-institucional o la proteica capacidad de las oligarquías por mantener su

dominación y privilegio. Abril es así (y continúa siéndolo) unsignificado; es decir, un lugar de

contestación de sentido que se resiste a desaparecer en su dimensión concreta. Una analogía

posible consistiría en el viejo y enigmático pronunciamiento de Marshall McLuhan: “el medio es el

mensaje” , el postulado aquí consiste en aprender a habitar el sitio, la imagen, en que se construye

la significación, sin correr desaforados tras el siempre elusivo, tautológico y previsible resultado de

la investigación planteada.

El corolario de esta ocupación espacial de abril (que se convierte, al igual que la historia social de

la utopía y como queda registrado en el epígrafe de este ensayo, de un lugar en un tiempo, el

futuro) sería entonces la ocupación temporal de la ciudad de Quito. Digo ocupación temporal con

un ojo puesto sobre la idea de la protesta nocturna. Este gesto de descubrimiento de la capacidad

ciudadana de caminar en la ciudad implica una apertura importante hacia el inicio de una

recuperación del tiempo comunitario. La transformación vertiginosa de la ciudad en metrópoli, el

arrebato del espacio público en manos de impersonales circuitos de transportación ha sido

mayoritariamente aceptado con resignación por una ciudadanía en permanente retroceso ante la

virtual destrucción y privatización de la esfera pública. Las autoridades municipales han

abanderado todo un proceso de modernización y de industrialización tardía de las calles que, a

nombre del pragmatismo y la eficiencia ha re-organizado en pocos años la casi totalidad de los

mapas cognitivos urbanos que persistían en la memoria de ciudadanos anterior a la trolevía. En

términos concretos esto reporta en una conversión de facto de la calle para caminar en calle para

manejar. Las dimensiones de este gigantesco proceso aun no dejan sentirse y es posible que abril

haya registrado los primeros y tentativos pasos de una colectividad dispuesta a cuestionar los

nuevos trazos espaciales del poder. Esto también explicaría el rechazo generalizado de buena

parte de la comunidad de abril ante los intentos de los dirigentes locales (alcalde, prefecto

provincial) por liderar el movimiento contestatario. Muchas demandas se desplegaron en esas

fechas y no menos importante entre ellas estaría aquella del cuerpo urbano ávido de la memoria

de caminar en la ciudad [9] . Aquí podríamos también incluir a otro gran pensador de la utopía,

Louis Marin, con su aserto de que “una utopía no es una meta sino una orientación” (131).

Pero toda utopía propiamente explicitada merece o requiere una narración acompañante,

permítaseme en este punto ofrecer el primer acto de

La rebelión como literatura detectivesca

Acudo nuevamente aquí a E. Bloch en un corto artículo titulado “Una visión filosófica de la

literatura detectivesca” . En este texto Bloch, plantea el problema histórico de la aparición del

género detectivesco junto con sus principales características formales. Según Bloch, se trata de

antemano de entender de qué manera la literatura detectivesca adopta su propia especificidad

relativa a narrativas previas que tematizan la criminalidad. Desde Caín y Abel, pasando por Edipo y

Antígona hasta MacBeth y en adelante el acto criminal se manifiesta como un aspecto formal

significativo en distintos géneros, se necesita identificar entonces, una razón histórica para marcar

el rumbo de nuevos procedimientos narrativos agrupados en torno a la moderna novela

detectivesca. Bloch cree hallar este dispositivo en la aparición del juicio moderno de evidencias

que ofrece las características necesarias, tanto en forma como en contenido, para justificar la

aparición de este nuevo género. Los argumentos entonces se fraguan a partir de la búsqueda

sistemática de pruebas y de su aparición programática a lo largo de una obra.

En cuanto a las características formales de la literatura detectivesca Bloch menciona dos, la

centralidad de la develación y el desenmascaramiento junto a la característica de una narración

cuyo suceso central “no es narrado” ; esta última seña es lo que encierra para Bloch la

especificidad del género.

En la novela detectivesca los detalles más pequeños pueden resultar indispensables; el

protagonista/detective se involucra en un proceso de descubrimiento y apreciación de materiales,

sucesos, percepciones y características que pasan desapercibidos por la sociedad más amplia y sus

representantes, la policía. Fuera de los canales normales de la rutina policíaca y al margen de las

prácticas culturales vigentes, el detective se constituye en una suerte de figura bohemia, fuera del

pragmatismo de la sociedad típicamente burguesa y cercano a la actividad artística. El Dupin de

Poe escribe poesía y Sherlock Holmes toca el violín. A esto se añade que la detección

misma aparece como una forma artística detenida y rudimentaria. Así, la metodología de la

develación aparece con toda su fuerza como una actividad paralela a la de los grandes

desenmascaradores del siglo XIX: Marx, Freud, Nietzsche, Ibsen.

Pero es para el último criterio narrativo de la novela detectivesca que Bloch reserva su mayor

entusiasmo. Se trata de la característica “más decisiva” ; a saber, la centralidad de un factor no

narrado y su reconstrucción. Aquí la referencia es concreta, se trata de la narración clásica de la

literatura detectivesca en la que se parte de un crimen que se convierte en el suceso central de la

historia pero que tiene lugar antes del inicio de la narración. Esto se diferencia de otros esquemas

argumentativos en los que se parte in media res pero en los cuales se restituyen las ausencias en

el transcurso del relato; para Bloch, la narrativa detectivesca está marcada por una “oscuridad

antes del principio” o, para decirlo de otra manera, en el plano de la interpretación, a una

resistencia a la aclaración.

Las coincidencias con abril son importantes. Para empezar, el significado de las protestas se narra,

en los textos “descriptivos” como una reacción colectiva, casi catártica (no en el sentido

Gramsciano sino Aristotélico) ante un “crimen” . Algunos textos (los analíticos que no los

descriptivos) simplemente omiten la lista de agravios (prominente en otros tipos de textos) y

hablan de “rupturas” , “traiciones” , “corrupción” y “exceso” . Se intuye cuando no se expresa de

forma directa que se ha cometido el equivalente a un delito/un crimen (pese al hecho de que aún

hoy, en noviembre, para cuando esto sale, la culpabilidad de los miembros del régimen gutierrista

apenas soporta el encarcelamiento del expresidente y de su hermano). En otras palabras: la

estructura narrativa de abril cumple con los requisitos formales de una relación detectivesca, en la

que aparece un sujeto/detective colectivo y en la que el indiciado es el sistema político en su

conjunto. Todos los recuentos revisados coinciden en señalar a la coyuntura de la sustitución

presidencial de abril como una extensión de la crisis institucional que afecta al Ecuador desde hace

décadas. El escenario entonces es el del origen opaco de la crisis, su causa ausente. De la misma

manera, a lo que se asiste a nivel textual (y en el discurso público vigente) es a una indagación

pública del crimen “asesinato institucional” al que concurren testigos y testimonios diversos. La

pregunta podría articularse en la forma detectivesca de ¿quién mató al sistema de Derecho? O

alternativamente, como lo ha hecho la Ruptura de los 25, como ¿Quién jodió al país? La lista de

sospechosos es amplia e incluye a los principales dirigentes políticos del país. Nuevamente nos

encontramos ante un escenario en el que la forma de la pregunta anticipa la respuesta preparada

de antemano, en el que el/los responsable/s ahuyentan el interés que pueda tener en sí, la

demanda. Una muestra de este falta de correspondencia entre el lugar de enunciación (abril) con

el origen (la crisis) radica en el paralelismo estructural desapercibido entre el tan mentado

apoliticismo (su desentendimiento de las ideologías) del régimen gutierrista y la igualmente

“despolitizada” sociedad civil [10]. Esta consonancia apunta a un nuevo grado de inconsistencia

sobre las lecturas de abril en donde el discurso de la “ética” y de la “ciudadanía” se develan como

auténticas coartadas en el emplazamiento a los múltiples narradores de abril de decir la verdad.

El problema con las lecturas de abril es que no son lecturas de abril sino intentos de narrar aquello

que es, esencialmente (y aquí estamos hablando ya de la Historia) inenarrable, en el sentido

específico de que la totalización de la compleja realidad social ecuatoriana inevitablemente

contribuye a la desaparición de su complejidad. No es que no sea esta una tarea, en determinadas

condiciones, meritoria, sino que su abordaje desde las tácticas narrativas convencionales (las de

las ciencias sociales, del reporterismo, desde la voluntad de transcribir los hechos) al igual que la

forma convencional de los partidos tradicionales en el Ecuador, simplemente no alcanza. Para

ponerlo de otra manera: falta una dimensión expresiva capaz de narrar abril que coincida con el

experimentalismo y la heterogeneidad viva de esas jornadas. Y no es que se trate aquí

sencillamente de hallar una presentación que “venda” más (aunque ciertamente que esa no es

una consideración despreciable) sino que se buscaría con esta nueva escritura (insinuada en los

carteles, graffitis y proclamas de las marchas) detener el apuro de las interpretaciones

fenomenológicas en aras de aprehender el “afuera” de lo forajido.

Deja vu, presque vu, re-conocimiento

Una vez aceptada la resistencia interna del acontecimiento histórico hacia la representación (salvo

por mecanismos indirectos), podríamos postular que parte de la dificultad de asignar

culpables/listar causas para el “delito” detonante de abril, radica en el peso de la “mismidad” .

Quiero decir con esto que resulta difícil hallar antecedentes y palabras para explicar la coyuntura

presente porque, de alguna manera, ésta ya ocurrió antes.

Esta apreciación algo abstracta encuentra su corolario en la sensación (más que la experiencia) de

haber vivido abril con anterioridad; y no sólo en el sentido de rememorar las caídas de Bucaram y

Mahuad sino de haber experimentado fuerzas históricas idénticas, con iguales resultados.

La categoría “histórica” del deja vu (lo ya visto) emerge entonces en una circunstancia que

requiere clarificación. ¿Qué significa haber estado en abril antes? Desde la perspectiva de la

recolección en Platón, el deja vu no tiene mayor sentido epistemológico, toda la realidad se

convierte en un gigantesco recuerdo. Si, por otro lado, pensamos en el re-conocimiento del

momento pasado—en su infusión por un novum –podemos desligar a abril de la compulsión

repetitiva. Re-conocer abril significa activar retazos de memoria de un pasado que no encuentra

una correspondencia simple con el presente. La tensión resultante ayuda así a la producción de lo

nuevo. Se trata de un acto de asombro creativo que, adicionalmente, como señala Bloch en otra

parte, constituye una “recuperación de la intención” . Lo impactante no es lo que se ha

vivido/visto, sino la recuperación de una intención interrumpida. El deja vu/presque vu (lo ya visto,

lo casi visto) manifiesta así una curiosa estructura. El asombro marca el impacto/reconocimiento

de lo no realizado aun, de una intención y auto orientación que ha sido activamente reemplazada

o desplazada. El temor o exceso afectivo en un presente siniestro no apunta hacia una repetición

incesante del pasado—sino que es un recuerdo de lo que intentábamos lograr antes, para el

futuro.

La posibilidad de narrar el pasado es así conmensurable con la necesidad de transformar

continuamente el pensamiento histórico, de contagiarlo de fusiones de lo genuinamente

distinto [11] . Un pasado revisitado continuamente con una misma malla interpretativa se priva de

su especificidad, la recitación cansada de sus mismos vicios y potencialidades (de los mismos

actores y circunstancias)—como un cedazo—logran un efecto similar. La producción de un futuro

diferente yace—en esta línea –en la emisión de un pasado distinto* --narrado con un ojo puesto

sobre la necesidad de padecer la incertidumbre y el riesgo de una historia que nunca será

suficiente para/pero. . .

Más allá de estos esfuerzos por reivindicar la función utópica de abril habría que intentar referir

este excursus hacia Bloch para comprender que de lo que se trata aquí, en definitiva, es de

rehabilitar en sí la noción de la esperanza. Toda la retórica previa intenta señalar, junto con este

fecundo pensador, que la esperanza no es sólo una proyección racional, una “creación mental” del

pensamiento humano sino una expresión de lo que es realmente posible. Al concepto de utopía le

pertenece no solamente el predecir nuevas posibilidades nunca antes imaginadas sino descubrir

aquellas posibilidades ya contenidas en el presente. Al mantenerlas vivas, las personas

transforman la realidad que les corresponde vivir, este es el “principio de la esperanza” . La

esperanza debe extraerse de lo objetivamente existente al mismo tiempo que debe producir una

actitud activa para alcanzarla. Abril entonces, es un lugar, pero también un tiempo: el crimen

cometido en contra de la nación requiere la recolección de nuevas pistas en el futuro.

Mi interés ha sido buscar una base textual para la esperanza política—apoyado en Ernst Bloch y en

alguna medida también sobre Benjamin y Marcuse.

Existe una marcada impaciencia ante la producción de mediaciones textuales de esta naturaleza;

casi una hostilidad hacia el esfuerzo de pensar en otros marcos interpretativos. Esto se puede

expresar como un deseo regresivo a favor de la inmediatez, como si las instituciones políticas

pudieran responder a nuestro mismo sentido de urgencia.

El planteamiento de la subsistencia con frecuencia ahuyenta la discusión de principios, lo

inmediato desconfía de las narrativas maestras y prefiere asentarse en un modo discursivo

atravesado por la solemnidad. En contra distinción a este contexto, Bloch escribió una vez, “El

hombre no vive sólo de pan, sobre todo cuando no lo tiene” .

Con todo, creo, junto con David Kaufman, que todo tipo de esperanza tiene lugar y que hay que

buscar lugares para la esperanza. La esperanza histórica, la esperanza basada en la historia “sólo

puede ocurrir en aquellos sitios donde la historia se reconstruye, enseña y debate. El problema no

radica en la existencia de instituciones sino en su ausencia y en la ausencia de flexibilidad siempre

inherente a la institucionalización” (47).

Bibliografía

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Varios. Iconos No. 23. Quito: FLACSO, Ecuador, Septiembre 2005.

Varios. El Abril de los Forajidos: Caída y fuga de Lucio Gutiérrez. Quito: Diario Hoy, Mayo de 2005.

[1] En el Ecuador, en promedio se publican 450 títulos al año; de estos, aproximadamente 250 son

textos “literarios” , el restante se distribuye en un amplio espectro editorial que recorre desde lo

educativo hasta el análisis de la política.

[2] Ver por ejemplo el artículo de Omar Espina García del 5 de enero del 2005, “¡Hay Clase Media!”

en donde el autor pone de manifiesto una visión política atravesada por el recurso al “sentido

común” . “Porque los dos mencionados fueron motivados más por la ética, por la estética y por la

higiene que por la política”

[3] Ver por ejemplo en Hoyxxxxxxxxxxxx y en Distancias xxxxxxxxx y en XXXxxxxxxxx

[4] Ver sobremanera el texto de Roberto Aguilar “La televisión no está en nada” que circuló en

internet al no ser publicado por El Universo en el mes de abril y reproducido íntegramente en

Cristóbal Rodríguez G. La Revolución de los Forajidos: 13-20 de Abril del 2005. Quito: Sol del Valle,

mayo del 2005.

[5] Ver al respecto, en este mismo número de LiberArte, Manuela Picq “XXXXX”

[6] Ver sobretodo el accionar propagandístico y de choque del grupo “Cero Corrupción” , brazo

oficial del gutierrismo que intentó enarbolar el discurso de la defensa de la moral pública mientras

obraba en sentido contrario.

[7] Aunque, propiamente, debemos diferenciar entre ética, como discurso interesado en pensar el

bien y el mal a nivel conceptual y moral, como la dimensión cuasi religiosa y normativa de ese

mismo discurso.

[8] Para una introducción a la trayectoria intelectual de Bloch ver “Traces of Hope: The Non-

Synchronicity of Ernst Bloch” , para un recuento más extenso sobre su influencia en la Teología de

la Liberación ver “Paulo Freire, Postmodernism, and the Utopian Imagination: A Blochian Reading”

, ambos en Not Yet: Reconsidering Ernst Bloch, editado por Jaime Owen y Tom Molían. Verso:

Londres, 1997.

[9] Ver al respecto la obra de Henri Lefebvre junto con el indispensable “Walking in the city” , de

Michel de Certau en Simon During, The Cultural Studies Reader. Londres: Routledge, 1993

[10] Un “forajidismo” sin planteamientos sino con arrestos para la liquidación de los peores vicios

del sistema vigente.

[11] Aquí resulta particularmente apropiado reflexionar sobre los luminosos epígrafes

seleccionados por Pedro Saad Herrería para su libro sobre el gutierrato, el primero, valga decirlo,

que salió a la venta de los muchos que siguieron. El uso de los Cantares del Pueblo Ecuatoriano,

recogidos por Juan León Mera en el último tercio del siglo XIX, es realmente magistral. El poder del

pasado reside en su complicada relación de similitud/disimilitud con el presente y Saad Herrería

saca pleno provecho del efecto de reconocimiento/desconocimiento del presente que esos textos

detonan. Transcribo apenas, por razones de espacio, el primero y el último de los epígrafes citados

por Saad, todos, sin embargo, merecen ser rememorados:

Cincuenta revoluciones

En cincuenta años tenemos;

Como no han sido bien hechas,

Hasta acertar las haremos

Y para finalizar:

De tantas revoluciones

El pueblo nada aprovecha;

Él sólo siembra su sangre

Y otros hacen la cosecha

QUE SE VAYAN TODOS ¿un sueño o una pesadilla? Freddy Javier Álvarez

Quisiera iniciar esta reflexión con un viejo relato. La historia es de Herodoto [1] y está consagrada

a la revuelta de los esclavos: Los Scythos acostumbraban a quitar los ojos a los esclavos con el fin

de dominarles y mejor someterlos a su esclavitud. De esta manera los condenaban de por vida a

las labores del ordeño. Un día sus dominadores partieron de Grecia en expedición al Asia y fueron

retenidos durante una generación completa. En esa generación nacieron los hijos de los esclavos

con los ojos abiertos. A partir de su mirada al mundo descubrieron que no había razón para ser

esclavos pues nacieron iguales a sus amos lejanos y con los mismos atributos. Las mujeres con la

educación se encargaron de enseñar a sus hijos que ellos eran iguales a sus amos. Al regreso los

amos se enteraron de la revuelta de los ordeñadores y supieron que los esperaban con flechas y

lanzas. Los esclavos estaban dispuestos a liberarse de la esclavitud pues se habían visto y sabían

que eran iguales. Los dominadores también se armaron para combatir la rebelión pero un

guerrero de los Scythos propone dejar las armas y tomar el látigo pues piensa que ellos durante

cientos de siglos han estado acostumbrados a éste. Si los enfrentan con armas ellos creerán que

son iguales mientras que con el látigo, ellos regresan al puesto que ocupan antes y

comprendiendo esto cederían; esa es la lógica del enfrentamiento. En otros términos, para

convencer a la personas de su inferioridad no hay como tratarlas con superioridad. Cada uno

recibe el trato de acuerdo a su condición.

La historia de Herodoto termina concediéndole la razón al guerrero Scyto puesto que los esclavos

no van a enfrentar a sus antiguos amos después de haber visto el látigo y regresan a la esclavitud

sin más. El imaginario es más fuerte que la realidad y la vista no es la garantía de la conciencia de

la emancipación. No se puede ver lo que está frente a nosotros sino a partir de aquello que ha sido

visto antes. Además, no se renuncia a la condición de esclavo por tener una estrategia

revolucionaria.

La guerra no es extraña a la política, esto lo sabemos desde siempre. La política es la continuación

de la guerra, decía Foucault [2] . Las estrategias de la guerra las encontramos en la política.

Herodoto con esta historia se refiere al paradigma de la guerra del esclavo revoltoso y servil como

el negativo de toda guerra. Hay guerras que se hacen para que el esclavo siga siendo esclavo o

para reducir a los otros a la esclavitud o como la única manera de liberación de la esclavitud. Sin

embargo, el problema no es liberarnos sino romper con los caracteres serviles que nos constituyen

en la política no obstante, no renunciar a la revuelta.

Paradójicamente, el esclavo vive en las condiciones en las que nace la política y contiene las

características de su propia negación. El hábitat de la esclavitud no posee de por sí los elementos

de la emancipación, por el contrario, las condiciones iniciales y constitutivas pueden convertirse

en la razón justificativa de toda esclavitud.

Cuando vemos la guerra por la igualdad desde el punto de vista puramente guerrero nos damos

cuenta que la transformación de la igualdad guerrera no produce efectos mecánicos con respecto

a la libertad política. Resulta escandaloso que se puede ganar desde el punto de vista de la fuerza

pero perder en el campo político, afirma Jacques Rancieré [3] , y esto es lo que sucede

normalmente. En tal sentido el 20 de abril con sus conocidos actores los forajidos es el

levantamiento a partir de la indignación y la vuelta a lo mismo en la política. Luego, mientras los

levantamientos sean excepcionales, el arte de la dominación por medio de la política la podemos

vislumbrar en la cotidianidad.

En esta reflexión intento interpretar la política separándola de lo político –más adelante explicaré

esta distinción- a partir de los Forajidos, entendiendo este sujeto como un lugar de enunciación a

partir de la expresión “que se vayan todos” , aclarando de antemano que no es la opinión

comodoxa lo que interesa a la filosofía sino lo que Deleuze llamaba la expresión siguiendo a la

Ética de Spinoza [4] . El posicionamiento privilegiado de la expresión nos permite aclarar que no es

porque tengamos que decir algo que existe la política ni la democracia. El tener que decir algo

funda la opinión y no la expresión, y la opinión es el vehículo de la impotencia y de la manipulación

común a los lugares enunciativos de poder.

Los forajidos como lugar de enunciación y su expresión “que se vayan todos” no significa un lugar

privilegiado ni mucho menos un lugar de verdad o de bien moral. Un lugar es considerado

comolocus de enunciación en la medida que nos acerca al horror de la realidad, es decir a lo

real [5] .

La reflexión sobre dicha expresión “forajida” la he dividido en tres hipótesis que intentaré

demostrar de modo secuencial y circular. La primera es la prioridad de la ética en la política y el

nuevo comienzo en la ética de la indignación ya no como hecho sino como acontecimiento [6] . La

segunda es advertir que desde la indignación se pasa al vacío de la política en el momento que

aparece el quienes que se sitúa en contra de las definiciones. Tercero, a partir del vacío de la

política podemos volver al reconocimiento que hicieron los antiguos de que la política solo puede

existir como lucha contra la dominación y no como orden o derecho en el sentido de Hobbes,

Locke y Montesquieu. Esta lucha es lo que hace que toda política sea contingente no importa el

orden que ella constituya y su inspiración en la justicia.

Primero, la prioridad de la ética en política y la emergencia del acontecimiento

Estar indignado no es lo mismo que estar molesto [7] . Nos indignamos cuando la impotencia gana

la batalla. Pero ¿qué tiene que ver esto con la política? El juicio a la política de hoy es ético. El reto

es superar el juicio de las buenas costumbres en un ambiente de corrupción política que ha

existido desde siempre. La gente vive indignada con el descaro y la rapacidad de los gobiernos y las

reglas del juego internacional. Luego la entrada a la política de hoy se realiza desde la ética de la

indignación. Esta entrada es novedosa aunque la política nunca ha sido extraña a la moral.

El ingreso a la política desde la ética tiene una serie de consecuencias: primero, el reclamo es ético

y no político. A la política se le recuerda la deriva moral de Maquiavelo desde una Ontología del

Movimiento [8] . Segundo, no está en cuestión el qué de la política sino el quiénes. No importa

qué ofrece la política sino quiénes son los que ofrecen. Tercero, el ingreso de la ética en la política

muestra un lugar vacío: quienes nos han representado, en realidad no nos han representado.

Primero, a la política no se le acusa de no hacer política sino de no ser ética: en cierto sentido

recobra actualidad más Platón que Aristóteles puesto que si los dos consideran la ética

indispensable, el “quienes” está señalado específicamente en La República. La virtud es

irrenunciable en política, pero qué virtud? He ahí el otro problema. Cómo ser ético en política?

Esta es la pregunta que necesitamos resolver en estos tiempos, pues se puede: estar en la

anticorrupción sin llegar a ser ético, ser ético sin hacer política y hacer política sin ética.

Segundo, no está en cuestión la política sino la ética: no es que la política sea intocable sino que la

prioridad está en la ética y desde aquí se de-construye por primera vez después de que durante

siglos la política se ha apropiado de la ética y la moral. En efecto, la ética es la única que lanza la

pregunta por el quiénes. Podemos hacer política moderna sin preguntarnos por quienes tienen

que hacer esta política pero no podemos hacer ética sin la pregunta sobre quiénes dicen y hacen

la ética. Luego la relación entre política y ética invierte los términos de causalidad y abre el espacio

insospechado de la casualidad.

Tercero, la pregunta por el quiénes muestra un lugar doblemente vacío. Uno, está el vacío del

lugar que supone el nacimiento de las reglas de la democracia. La democracia nace con el lugar

vacío que deja el rey o el dictador. Dos, cuando preguntamos por quiénes hacen la política nos

encontramos con una tronera. No hay quienes aunque haya discursos, saberes, promesas y

partidos.

El 20 de abril del año 2005 lo que se percibió en Quito fue los intersticios del acontecimiento [9] .

El acontecimiento no es la factualidad ni es la realidad. No por referirnos a la situación estamos en

el acontecimiento. ¿Qué significa que algo sea comprendido como acontecimiento y no como

hecho? Los hechos suceden y dentro de ellos buscamos sentidos, hasta podemos pensar en sus

estructuras, sus causas y efectos. Los acontecimientos están más allá de la realidad y de los

sentidos. Ellos buscan lo real [10] . El acontecimiento no es un sentido ni su multiplicidad, es el

origen de los sentidos. Aclaremos este concepto:

Primero, el acontecimiento no es el hecho. Podemos hablar sobre lo que ocurrió. Ir al archivo y

demostrar que aquello de lo que estamos hablando en realidad sucedió. Pensamos que aquello

que contamos realmente sucedió pues otros lo pueden confirmar. Sin embargo el acontecimiento

no es la realidad ni es aquello de lo que todos pueden hablar. No es la experiencia ni la

comunicación. Nosotros no hacemos el acontecimiento porque hablamos y hacemos consensos

sobre él o porque estamos en la experimentación pragmática [11] . Todos lenguejeamos [12]sobre

lo mismo y resulta que lo mismo no es lo otro sino lo otro convertido en lo mismo. Por ejemplo, el

suceso no es lo que ocurre pues antes que ocurra están los saberes que anteceden a las opiniones

y ciencias. Las interpretaciones conforman la naturaleza de los hechos. Ellas están antes del hecho.

Tal como diría Nietzsche, no hay hechos sino interpretaciones. -Es sorprendente que cientistas

sociales sigan hablando de hechos cuando las ciencias exactas han tenido que revisar sus

exactitudes epistemológicas, precisamente por no ser exactas-.

Por el contrario, el acontecimiento es lo más cercano a lo real porque paradójicamente es lo más

lejano de él. En cierta forma, el acontecimiento no es lo que pasa sino el horror que aparece tras

las fisuras de lo que pasa. Así, en la expresión que se vayan todos, aparece el horror en todo lo que

es comprendido por lo visible a pesar de que sus causas no se puedan definir con claridad. Pero

aunque podemos dirimir sobre las causas no lo hacemos sobre sus efectos pues estos se perciben

y se sienten en casi todos los espacios de acción.

En el acontecimiento podemos descubrir intensidades, privilegiar secuencias pero no podemos

evitar su asomo entre “las sábanas” de nuestras comodidades intelectuales. Algo está ocurriendo

en lo que ocurre, a través de él y más allá de él. Este algo es el acontecimiento.

Segundo, el acontecimiento no es aquello que ocurre fuera de nosotros. Él no es lo que cuenta

sino aquello que nos cuenta o el relato que permite contarnos. A la manera de la paradoja de

Epímones, nosotros somos hablados en aquello que hablamos. Una de sus directas consecuencias

es que nos hace héroes o villanos, en todo caso, por fin protagonistas, pues no hay como contar

sin contarnos en lo que se cuenta. Este es el peligro, pues no podemos estar fuera del

acontecimiento y la indiferencia ya es una manera de ser definido por él. En efecto, el

acontecimiento genera importantes procesos de subjetivación bajo flujos sorprendentes de des-

politización.

Después del fenómeno de la politización de lo social, en la década del sesenta cuando la izquierda

con el marxismo eliminó la reflexión de la política y se cayó en un crítica ciega por la prioridad de

la práxis, nos incrustamos en la despolitización de lo social de los años 90 hasta nuestros días. La

política se convirtió en lo malo, en lo sucio, en el asunto de un grupo de personas que delinquía

legalmente. De los lugares políticos de la fábrica, la calles, el sindicato, las universidades, se pasó a

la formalidad de los legalistas, a la funcionalidad de la política, con sus formas más educadas y

serviles. Terminamos hablando de lo político y creyendo que esto era política. Las universidades

no escaparon a esta tendencia.

Comenzamos no a pensar la política sino a hacer lo político, pues era lo único que tenía sentido. Lo

que estuvo en el orden del día fue la gestión, con toda su carga triunfalista y ficcional:

descentralización, administración pública, TLC y otros remedios. De pronto, tuvimos que

confrontarnos con la Corrupción. Nos dijimos: esto es un asunto de honestidad y de personas

éticas. Así vivimos atrapados en el reduccionismo, todavía sin poder escapar a Descartes y a

Platón.

Ahora nos encontramos en un momento de una increíble re-politización con el acontecimiento

que se filtra entre los intersticios y que se evade por la enorme carga de escándalo, pero todavía

bajo ciertas ilusiones del pasado inmediato: por ejemplo, creyendo que el problema está sólo en

las personas que hacen la política, entonces todo puede ser reducido a cambiar personas, pero

seguimos creyendo que no se puede salir de la política de la representación y de los partidos

políticos. Solo tendríamos que volver a Hobbes y al orden de la ley o elegir a líderes fuertes.

La prioridad de la ética nos puede hacer pensar que todo es un asunto de auto-depuración que no

la hace la sociedad civil, sino los propios políticos. Ingenuamente no advertimos que el sistema

que ha funcionado durante años no puede ser desmontado por tumbar un presidente o por

cambiar nombres. En suma, todo lo que sucede en el acontecimiento dista de ser ejecutado en la

plaza de la indiferencia pero sobretodo con las viejas conceptualizaciones y respuestas.

Que el acontecimiento no esté fuera de nosotros no significa ni que nos pertenezca ni que sea

totalmente interior a nosotros. Podemos buscar la identidad aún de cosas que no nos pertenecen

y luchar contra ella con elementos que constituyen nuestra historia.

Tercero, el acontecimiento es el momento de la asignación de la verdad. La verdad política no se

construye como acomodación ni como concordancia o correspondencia a la manera de

Aristóteles, Descartes y Wittgenstein. Las verdades de la política provienen de acontecimientos.

Por ejemplo, hay quienes piensan que en política lo importante es la legalidad y el orden. Otros

todavía piensan que la política se organiza a partir de la revolución tal como lo señala y critica

Francois Fouret [13] . Incluso podemos creer que no hay política sin definir los flujos de la

economía. Por consiguiente las verdades en política provienen de los acontecimientos los cuales

contienen saberes, creencias, convicciones. De este modo la mentira en política proviene del

acontecimiento que asigna las verdades.

Cuando decimos con Foucault que el poder imagina e inventa la verdad, lo que estamos señalando

es el acontecimiento. En consecuencia, la verdad deviene un problema secundario o sin sentido

pues ella no es lo importante. Aún, las verdades pertenecen al movimiento de las

fragmentaciones, las discontinuidades, las derivas y las disonancias. Luego, las verdades asignadas

no aparecen ni de manera pura ni estable. Más allá de la verdad y el bien, interesa el

acontecimiento y el mito que lo envuelve. Así, la política tiene dos particularidades: primero, ella

es pletórica de verdades que no son verdades. Segundo, los creyentes de estas verdades casi

nunca están dispuestos a ponerlas en cuestión. Tal como dirá Morin la verdad que poseemos es

una verdad que nos posee [14] .

La verdad del acontecimiento rompe las anteriores verdades y la pregunta sobre sus fracturas no

es ajena al poder, aún proveniente de los que están fuera del poder. Esas verdades que nacen del

acontecimiento son las que intentan ser banalizadas o ridiculizadas cuando provocan fracturas en

los sistemas anteriores. Por ejemplo, para muchos los forajidos son una masa informe de clase

media o alta indignada. Algunos descalifican esta emergencia porque ni están en la explicación

marxista ni son los proletarios que Marx considero como la representación del hombre nuevo.

Hasta los anarquistas validan y descalifican estos hechos. Para algunos, abril no se entiende sin

Sorel. Todos comenzamos a buscar entender lo que pasa desde nuestros sistemas de verdades

provenientes de acontecimientos pasados y el gran defecto es tratar de acomodarlo todo a ese

sistema sin atrevernos a cuestionar los lugares conceptuales en los que nos parapetamos dejando

que los acontecimientos apenas rocen nuestros modos de interpretar y de intervenir [15] . En el

fondo, la comodidad epistémica intenta evitar el escándalo de las verdades del acontecimiento

emergente. Pero cuál es ese escándalo?

Cuatro escándalos rodean el acontecimiento.

Un primer escándalo es la pérdida de sentido de los partidos políticos. ¿Reformar o refundar o las

dos cosas? ¿Se puede pensar la política fuera de los partidos políticos? Es una cuestión casi de

decencia [16] comenzar a pensar la política fuera de los partidos políticos.

Un segundo escándalo es sobre la retumbante y arcaica emancipación de los movimientos de

izquierda. Tenemos necesidad de emancipar la emancipación, de volver a pensar la emancipación.

Un tercer escándalo es sobre la dialéctica en política. Qué sentido sigue teniendo hablar de

izquierda y de derecha? o para qué una dialéctica que sigue atrapada en la lógica de los opuestos?

En el fondo tenemos que atrevernos a pensar en la relación estrecha entre los paraísos de la

utopía y la necrópolis de su implantación. Badiou propone salir de la dialéctica e ingresar en “la

torsión comunicante”

Un cuarto escándalo es sobre la institucionalidad del Estado y los poderes que lo conforman: las

Fuerzas Armadas, la Iglesia y los grupos económicos de este país. Qué tipo de institucionalidad

aparece en las prácticas y los discursos del fortalecimiento y crítica del Estado? De modo muy

simple diremos que la institucionalidad de este país no ha estado a la altura de los

acontecimientos, pero decir esto es casi como no decir nada. No hay instituciones decentes. Por

qué?

En política, la verdad asignada desde el acontecimiento es básicamente ficcional. La verdad

política es una invención a pesar de reafirmarse y justificarse en los hechos. Luego, la democracia,

la revolución, el terrorismo o cualquier otro hecho son ficciones de acontecimientos que las

recrean, los interpretan y los desvían de sus sentidos profundos.

Las nuevas verdades ingresan o como oblicuidad según Derrida, o como torsión comunicantesegún

Badiou o como flujos decodificados según Deleuze y Guattari. Nuevas verdades aparecen en el

marco de la crítica mordaz. El papel de la ortodoxia se desorienta, mientras la hetorodoxia o el

relativismo se convierte en la nueva ortodoxia.

La asignación de la verdad no viene por lo fáctico, pero si nos llega a partir de la pregunta por lo

fáctico. No basta con saber qué ocurrió, develemos los marcos conceptuales que están detrás de

los conceptos que señalan lo ocurrido, hablemos de esas nuevas verdades que crean nuevas

mentiras dentro del nuevo acontecimiento.

Hay otras verdades que debemos colocarlas frente a nuestros ojos, verdades provenientes de

barbarismos emergentes: el aspecto villano de los héroes con su rancio regionalismo, la poca

altura de los “elegidos” , el cálculo de las Fuerzas Armadas, la falsedad de la anticorrupción, la

política sin lo real, la inconsistencia de los conjuntos y el epitafio de la representación, entre otras.

Podemos hacer política separándonos de la ficción? Los forajidos son una ficción y su expresión lo

es más. La justicia como el blaberon y no solo el sumferon es casi una pesadilla desde la Política de

Aristóteles cuando con el logos distingue lo útil de lo inútil y lo justo de lo injusto. La ficción de la

política rompe lo real de la política por eso la política es una gran ficción. El político se construye

en la promesa y la promesa es válida por el hecho solo de prometer; no puede ir más allá tal como

lo constatamos con los actos del habla de Searle. Ella es efectiva desde el momento que se

enuncia. Pero por el hecho de ser una ficción, no nos exonera de esa responsabilidad a la que se

refería Levinas [17] . Así, por ejemplo, decir con el movimiento de las mujeres que la política debe

ser el respeto por las diferencias es mantenernos en la ficción. Decir que tenemos que

preocuparnos más por la democracia es seguir en la ficción. Insistir en una democracia

representativa es una de las más estúpidas de las ficciones. No hay duda que necesitamos romper

con la representación no porque no funcione sino que en realidad nunca ha habido

representación. Vivimos en una gran ilusión, creemos que todo se puede caer menos la

democracia, cuando nunca ha habido democracia y no hay nada en la realidad que pueda ser

considerado democrático. En realidad el reto es desficcionalizar la política e ir a lo real como

pensamiento interpretante, volver al gran escándalo de la política que la Filosofía descubre pero

que las Ciencias Políticas intentan ocultar, precisamente porque ellas no resisten el escándalo

aunque pretendan, en algunas ocasiones, escandalizar.

Cuarto, el acontecimiento como un fenómeno de la política pero no de lo político. El

acontecimiento está en la política y no en lo político, es decir el problema no es saber si

descentralizamos o si construimos las autonomías o si nos volvemos más participativos. El núcleo

está en otro lado. No se trata de recomponer el orden sino de hacer del caos algo más creativo.

Spinoza decía en 1670 en el Tratado Político que el derecho natural no se perdía con el Estado

Civil, yéndose en contra de toda la tradición que Cicerón había logrado institucionalizar en

occidente juntando las corrientes de Platón, Aristóteles y los Estoicos y que incidía en Hobbes. La

preponderancia del sabio griego es sustituída por la homologación entre el sabio y el loco. La

inexistencia de un mundo pre-social es anulada, el mundo presocial existe como un hermoso caos

creativo. Las cosas no son esencias sino intensidades. Los deberes no son lo primero; lo primero

son los derechos. Así, el acontecimiento desde la crisis implica un entendimiento de lo real de la

crisis. Podemos creer que el objetivo es no tener crisis. Vivir en el equilibrio, en la estabilidad ese

es el deber de la moral. Confundir la preocupación por lo político y creer que esto es la política,

ésta es la trampa. Ingenuamente nos preguntamos qué sistema queremos, a la Suiza, a la inglesa,

a la escandinava? Siempre lo político y nunca la política. Muchas crisis no son de la política sino de

lo político, afirmará Badiou.

Segundo, de la indignación ética hasta la aceptación del vacío de la política

Desde la ética de la indignación se llegó a la pregunta por el quiénes en la política y desde el

quiénes arribamos al vacío. Cuando pensamos la política desde la indignación lo primero que

tenemos que admitir son los agujeros que anuncian su destrucción. El problema es doble: uno ver

la desustancialización de la política y dos admitir la desustancialización del vacío. En cierto sentido,

todavía estamos atrapados en el narcisismo político de creer que el adversario tiene que ser

vencido, o no hay política sin enemigo, o el adversario es indispensable para hacer la política. En

consecuencia, nos contentamos con la encarnación de la subjetividad victoriosa al considerar que

todo esto hace la política. No renunciamos a seguir creyendo que el pueblo es invencible según

Lenin o que la voz del pueblo es la voz de Dios como lo repite el Populismo. Repetimos los clichés

políticos que son iguales a frases sin sentido.

A pesar de todo, no podemos ocultar el expediente del mal que ha escrito una política que recurre

al bien. La política siempre ha estado ligada a la moral pero no como una moral de la política sino

como una politización de la moral. Nietzsche nos advirtió que la política moderna no puede ser

vista sin la religión [18] , -del mismo modo que Spinoza intentó hacer una política sin religión- y

desde la religión uno se pregunta si lo que ocurre aquí es un asunto de historia, de cultura o de

destino, o si vivimos en la crucifixión necesaria y el único remedio son los remordimientos, las

flagelaciones pues solo ésto puede estar a la altura del crimen absoluto hegeliano–la ley es el

crimen absoluto, afirma Zizek-.

El grito “que se vayan todos” ni es un reciclaje ni un mea culpa. Este mismo grito aparece en

Buenos Aires, La Paz, Paris, Génova, Roma. No hay que buscar los límites de la política en los

archivos del diablo sino en el núcleo de una moral. En otras palabras, no hay que buscar la

indignación en los errores de Gutiérrez sino en los acontecimientos que la política crea. Shalamov

en los Relatos de Kolyma dice: “¿Y de qué puede servirme saber que Ivanov es un puerco, Petrov

un espía y Zaslavski un testigo falso?” Este sistema de reclusos y esclavos, de funcionarios, de

políticos que sirven a intereses económicos de empresas, que lo único que les interesa es el poder

y el dinero, de movimientos que hacen de la política una manera de vivir, con sus condenados y

sus abogados con mentalidad de truhanes, ese sistema no puede producir sino este tipo de

líderes-truhanes.

La política solo tiene una única pregunta clave, piensa Spinoza y es: ¿ Por qué aceptamos la

servidumbre? Este sistema es el que organiza una especie de producción social del monstruo, y

esa monstruosidad se encuentra entre nosotros y nos hace truhanes, y cuando no podemos ser

sino truhanes al ingresar a la política, el problema no es la política sino su ausencia, pues la

debilidad de la política nos ha llevado a adoptar la moral de los truhanes donde los intelectuales

también nos perdemos.

En realidad desde la ética de la indignación no se lucha contra el desvío de la política sino contra

su ausencia. Esta ausencia se agudiza con el sostenimiento de la dialéctica. En efecto, los

escenarios actuales carecen de significación dialéctica. En este mundo las victimas lo son por azar,

por eso el vacío y la irrupción de la ética. De hecho las víctimas se encuentran en un apoliticismo

profundo. Todo ha quedado fuera de la dialéctica y fuera de la política. Así, la única razón del

genocidio de las víctimas es por ser inocentes.

Decir que la antigua política ha muerto no es matarla, es simplemente levantar un acta. No

aceptarlo es seguir haciendo esa política que no entra en ninguna cuestión radical, que solo le

interesa conservar, volver al Estado de Derecho del Liberalismo. Todo lo que habría que hacer es

aliarnos a formas parlamentarias occidentales, democracia al estilo europeo, participativa, discutir

la manera de ser más honestos, libertades, aumento de sueldos para los burócratas, consensos,

sin darnos cuenta que todo esto se convierte en una política reactiva.

En consecuencia, la indignación ética no nos coloca solo en un gran vacío sino en el ser de la

destrucción tal como apunta Badiou. Esto implica que antepongamos lo real a lo ideológico. Solo

desde la aceptación de la destrucción en la radicalidad de la indignación podemos proponer

nuevos conceptos. No hay nada más cínico hoy que proponer el regreso al Orden y la Constitución.

Construir a partir de su destrucción es admitir que todo orden es un torcimiento. Si no podemos

habitar en el lugar de la destrucción cualquier política es un desvío. En cierta manera hoy tenemos

que apostarle a la política de lo imposible confiando en que lo real contiene lo que necesitamos.

Esta nueva política que irrumpe desde su destrucción no se puede asegurar ni por esencias –

participación, gobernabilidad, autonomía, descentralización, honestidad- ni por estructuras –mas

oficinas de control y control para los que controlan y así hasta el infinito. Tampoco podemos seguir

creyendo que la política es un asunto de construcción de sentidos –filosofía de la caída del

caballo [19] - Hay que sostener la política en el acontecimiento y no en los sondeos o en las

campañas de medios. Comentar la política no es hacer política ni ser democrático. El comentario

es el murmullo de la impotencia y la impotencia es el mal que está representada, según Spinoza,

en el tirano, el sacerdote y el esclavo.

Tercero, del vacío de la política a su sentido originario: la lucha contra toda dominación.

Sartre hablaba de la obligación de tener que decidir en tanto que sentido profundo de la libertad.

Pero el grave problema, según el artículo de Liberation, es la decisión del canalla que consiste en

justificar su decisión porque no tiene otra opción. Así, cuáles son las decisiones que podemos

tomar en política? Hoy las decisiones más importantes en política externa e interna, ya están

tomadas. La política externa e interna vive en la decisión del canalla. Así el desafío no es que

tengamos que decidir sino que no tenemos otra opción. Las decisiones están tomadas, venga

quien venga, gobierne quien gobierne. Podemos cambiar las cortes, que las mujeres tengan el 50

% de representación, hacer de los forajidos un partido o un movimiento, crear dos cámaras, y

mucho más, sin cambiar nada.

Platón en el Gorgias nos lleva a una disyunción interesante que nos puede ayudar a entender algo

fundamental: él separa la política de los políticos y la política de los filósofos. Dicha disyunción nos

sitúa en dos ilusiones: primero creer que los filósofos entendemos la política mientras que los

otros no. Segundo, creer que la filosofía es la disciplina más apta para la organización de la

política. En realidad lo que interesa reflexionar es que la política escoge la organización de

la citecon las leyes mientras que la filosofía política escoge una posición molesta, conflictiva e

incómoda de la política. Cuál es? Se trata de reconocer que la política esconde algo dentro de su

propuesta original por la igualdad y es que ella nunca es posible. Nunca podemos ser iguales ni

alcanzar la igualdad en tanto que un asunto de una pura geometría de las reparticiones o un

cálculo aritmético del equilibrio.

La política es conflictiva desde la perspectiva de la igualdad y la repartición. Hablar de repartición

no es una anomalía. Eso es lo propio a lo político y de sus grandes problemas pues la mayoría de

los conflictos se originan en la repartición. Sin embargo, lo que advierten algunos filósofos es que

en la política hay un defecto de entendimiento o un mal entendimiento. Ranciere dirá que es la

mesentente. En el fondo lo que se descubre es que la política tiene un problema de entendimiento

y este lo encontramos no cuando alguien dice blanco y otro negro, sino cuando los dos dicen

blanco, o los dos dicen negro. Entonces, el problema no es que unos digan democracia y otros

dictadura, el conflicto está cuando los dos dicen democracia, los dos dicen reformar la política, en

suma cuando los dos están de acuerdo. El desacuerdo no está fuera sino dentro del acuerdo e

invisible a él por eso la pregunta de Spinoza. Pero por qué la mesentente?

Esta falta de entendimiento no es un problema de desconocimiento por un lado. Si el problema

fuera desconocimiento entonces sería solo un asunto de ignorancia que podrían resolver los

intelectuales y la educación. Por otro lado, tampoco es un problema de imprecisión de las

palabras, una disimulación concertada o una ilusión constitutiva pues diremos que las palabras son

equívocas. Todo el problema se superaría definiendo, abandonando las palabras que no definen,

para evitar la confusión homoniíica. Rorty o el primer Wittgenstein acertarían en la solución

porque la confusión estaría con las palabras. La política se superaría por educación de los políticos

o por lógica del lenguaje, a través de la conciencia y la precisión de la proposición. En efecto,

hablando las mismas palabras entendemos y no entendemos. No es ninguna de las dos soluciones,

lo que percibimos es un escándalo mayor.

En realidad, no es que no entendamos por la irrupción de la heterogeneidad o porque seamos

diferentes –Lyotard decía que en la diferencia hay una incapacidad de tener reglas neutrales para

juzgar los discursos heterogéneos, de ahí el diferendo -.

Repartir bien es suprimir una cierta equivocación política. La equivocación está en la repartición.

Repartir utilidades, equilibrar ganancias y pérdidas, esto sería una buena política. Seguir esta vía es

creer que la virtud es igual a evitar el daño, sin embargo el daño no se puede evitar en política.

El blaberon de Aristóteles es consustancial a la política. Ranciere dirá que la justicia no existe

cuando nos dedicamos a evitar el tort. No somos buenos por evitar el mal si quisiéramos

plantearlo en términos del bien y del mal o no somos mejores porque no estamos en lo peor. En el

fondo el problema es que terminamos por considerar que la justicia es una buena repartición al

seguir los parámetros de la justicia distributiva. De este modo, lo que hacemos con la justicia es

equipararla con lo útil y separarla de lo inútil.

Hacer política no es aprender a repartir bien, no es una armonía geométrica de las partes de la

comunidad. Sería muy simple decir que el problema es por la falta de equidad o que no hay orden

o que la política olvidó las diferencias por su lógica de la homogeneización. La política tiene un

equivocación fundamental, afirma Ranciere y esa equivocación no tiene ni derecho ni razón. Ella

revela una cuenta de partes de la comunidad la cual siempre es una falsa cuenta y ésto lo

descubrieron los clásicos de la política. En consecuencia la política esconde una gran decepción.

Ella no es la bella armonía que se reduce a la aritmética de los intercambios. La libertad es una

mala cuenta del pueblo. El pueblo no es una propiedad determinable, es más bien una categoría

abstracta. La libertad impide gobernar por el simple juego de las ganancias. Así, la libertad hace

parte de la mesentente.

Ranciere dirá que el hecho que haya política y no simplemente dominación es porque existe esta

mala cuenta. En política existe una imposible ecuación, una imposible igualdad. En realidad, por

esta equivocación es que hay política porque hay una parte de los que no tienen parte. Así, el

motivo de la política no es la ética, ni la política, es lo social, pero desde la política, es decir, no

como caridad. De esta manera la política es la ruptura del orden natural de la dominación. Por tal

motivo, es imposible que la política no venga como caos o desorden. Además, esta interrupción no

puede ser legitimada por el derecho o por la economía pues sus explicaciones serían cínicas. En

realidad, la política se encuentra en los que están fuera, en los forajidos –así nos parezcan que no

representan nada y por ello no sean portavoces del pueblo bajo ese gran vacío de significante-

Fuera de aquí no hay política, solo existe un orden de la dominación.

En consecuencia, cuando hacemos política interrumpimos el orden de los señores de la guerra y

de los reyes, de los dueños de este mundo debido a unos seres que se conciben como poseedores

de una libertad vacía, en la mayoría de los casos, y que logran actualizar la libertad última. En

consecuencia, la política desde la libertad rompe el orden, sin olvidar que solo puede pretender a

un orden contingente. Este es el escándalo de toda democracia, pero sobretodo de toda política.

Lo que tenemos en política es una pura contingencia. No hay arkhe. Cronos no tiene modelos para

la política. Vivimos en el corte de la sin razón. La política no se puede curar de sus males, por tal

motivo tenemos que recurrir normalmente a la mentira pues es una de las maneras privilegiadas

de legitimidad de la política de la dominación.

En conclusión, la expresión “que se vayan todos” nace en el vacío de la política y nos coloca en su

sentido originario, el cual no es compatible con ningún orden pues la política no puede escapar a

la contingencia que la destruye y la renueva constantemente.

[1] Herodoto, REVOLTE DES ESCLAVES, Paris, Ed PUF, 1975

[2] Michel Foucault, DITS ET ECRITS, Paris, Quarto Gallimard, 2002 Tomo I

[3] Jacques Ranciere, LA MESENTENTE, Paris, ed, Galillee 1997 2002

[4] La expresión en Spinoza está dividida en formas geométricas que se dividen en principios,

axiomas, colorarios. Spinoza distingue la expresión del signo. El signo busca la obediencia mientras

que la expresión produce autonomía y emancipación. Guilles Deleuze estudia a Spinoza en su tesis

doctoral a partir de la expresión. Ver Spinoza, ETICA COMO DEMOSTRACIÓN GEOMÉTRICA, Paris,

PUF, 1987

[5] Lo real solo lo conocemos por medio de la realidad tal como lo explicará Bergson, pero éste

aparece embestido del horror, es por eso que el mito intenta apaciguar su carácter escandaloso.

Luego lo real es el pánico.

[6] Utilizare la palabra Acontecimiento, en el sentido que emplea el filosofo francés Alain Badiou y

que desarrolla en su libro ON PEUT PENSER LA POLITIQUE?

[7] Ver Freddy Javier Álvarez LA ETICA DE LA INDIGNACIÓN publicación realizada por la CCCC y

traducida al italiano por la Universidad de Teramo y la Universidad de Roma.

[8] Expresión que utiliza Claude Lefort cuando se refiere a la Política del Príncipe en su brillante

libro MAQUIAVELO

[9] Seguiré el sentido que da Alain Badiou en sus publicaciones, L' ETRE ET L' EVENEMENT, y ON

PEUT PENSER LA POLITIQUE?

[10] La distinción entre realidad y real proviene de Bergson y lo podemos encontrar en DATOS

INMEDIATOS DE LA CONCIENCIA pero sobre todo en MATERIA Y MEMORIA

[11] Concepto utilizado por Jacques Poulain en L'HOMME, Paris Harmattan 2004

[12] Expresión utilizada por Humberto Maturana

[13] Ver HISTOIRE D'UNE ILUSION de Fouret

[14] Ver Edgar Morin CONNAISSANCE DE LA CONNAISANCE.

[15] La palabra cambio es pertinente cuando logra cambiar los modos de interpretar y de

intervenir, afirma el pensador latinoamericano Jose de Souza Silva en EL ARTE DE CAMBIAR LAS

PERSONAS QUE CAMBIAR LAS COSAS, ed Silva Quito, 2005

[16] Margalit filosofo judío presento un libro hace algunos años sobre LA SOCIEDAD DECENTE

donde replantea el concepto de decencia con respecto al discurso de los derechos humanos.

[17] Para Levinas la responsabilidad antecede a la libertad de lo contrario, ella deviene en un gran

arbitrario. Ver Levinas TOTALITE ET INFINIE

[18] Spinoza luchara en el Tratado Teológico Político contra la presencia de la religión en la

política.

[19] Se cree que todo es un problema de sentidos, así, el hombre que se cae del caballo, se dice a

sí mismo, “menos mal que ya me iba a bajar” . Todo tiene que ver con un sentido que rehuye al

escándalo y al dolor.

LA SOCIEDAD DE LOS ILEGALISMOS Jorge Luis Gómez Rodríguez

Sobre una mesa, casi una bandeja de depósito de cadáveres, el cuerpo inerte y sangrante del

presidente yace mudo frente a la indiferencia de tres espectadores. Los tres sujetos muestran

fastidio, indiferencia, malestar, pero un extraño interés, una extraña esperanza… La ansiedad de la

espera se ve reflejada en la forma como los tres espectadores sostienen sus cabezas. Codos y

manos empuñadas denotan un tiempo pasajero, una coyuntura ya conocida. Los tres espectadores

son indiferentes al suceso. Su interés se concentra más allá de la escena.

De izquierda a derecha, el tercero de ellos, nos muestra hacia dónde apunta la espera. El mira de

reojo al futuro, como haciéndonos ver que el cadáver no significa nada para él, que la

institucionalidad que representa no es nada. El primero de ellos, observa al cadáver como quien

observa una piedra, como quien observa algo que verdaderamente no le interesa.

La pintura “Forajidos” , de Carlos Echeverría Kossak, es desconcertante. Desconcierta por la

frialdad de sus personajes, por su extrema indiferencia. Pero, más aún, desconcierta por el extraño

interés que muestran en algo que no aparece inmediatamente en la pintura. Cómplices del

desenvolvimiento futuro de la historia nacional, los personajes parecen esperar, sin

remordimiento ni escrúpulo alguno, un lugar preciso en el próximo gobierno. Esta disposición de

estar y no estar de los “forajidos” en la escena de la pintura es lo más desolador que hay en ella. La

mirada de reojo del tercer personaje cala hondo en los observadores. Una extraña complicidad

entre el ver interesado del tercer personaje de la pintura y nosotros los espectadores, se abre

como un diálogo oculto, como un saber en el que estamos y no estamos, en el que vivimos y no

queremos vivir.

Las imágenes que nos enseña la pintura, la crudeza que refleja, me recordó la fotografía que

muestra al cadáver del presidente Gabriel García Moreno, postrado y sangrante frente a algunos

soldados de la época, portando viejos uniformes y viejas bayonetas, con alpargatas de indígenas,

indiferentes a la historia y a los acontecimientos, testigos mudos de una historia que, a pesar de

las distancias y las diferencias de los sucesos, lamentablemente se repite. En ambas imágenes se

refleja el resultado de un particular desarrollo social, de una lógica interna en la que es perentorio

reflexionar. Quisiéramos desarrollar esa incomodidad, ese malestar de la cultura en la que

vivimos, mediante una reflexión sobre el concepto de “ilegalismo” que Michel Foucault expone en

“Vigilar Castigar. El nacimiento de la prisión” . Las conecciones entre el concepto mencionado y la

realidad nacional son asuntos que, si bien obedecieron a los propósitos iniciales de esta

investigación, deberán ampliarse y profundizarse en futuros intentos.

I. El concepto del Ilegalismo en Foucault.

Por lo general, el sujeto ilegal y las prácticas ilegales se ven refutadas por la ley y lo jurídico. Lo

ilegal siempre es comprendido desde su contrario. En el caso del uso del término “ilegalismo” en

“Vigilar y Castigar “(1975) de Michel Foucault, sucede lo contrario. Foucault borra los contornos de

la pareja legal-ilegal, para darle con el “ismo” un contenido real y positivo en la dinámica del

poder, una sustancia de hecho histórico que no responde a un sujeto determinado, sino a un

hecho social anónimo pero constituyente de la sociedad como de la dinámica del poder. La pareja

legal-ilegal queda superada con el término ilegalismo de Foucault, Con la creación de este “ismo” ,

el autor intenta darle no solo una elasticidad más amplia a la realidad social que designa, sino

también elimina la relativización para sacar de él el contenido moral y el desprecio conceptual en

el que el término vive.

Si creemos a Francois Boullant el término “ilegalisme” es “un neologismo inventado por Foucault”

(“M. Foucault y las prisiones” Ed. Nueva Visión. Buenos Aires 2004. pag 73). Toda sociedad es

generadora de ilegalismos como conductas desviadas de las normas y al margen de la ley. Los

ilegalismos son prácticas intersticiales que evitan el control y las normas de la ley y que son, en

cierta medida, generadoras de utilidad como también son factores de la dinámica legislativa que

intenta controlarlas o extirparlas. El problema surge cuando se intenta desde lo legal y el ejercicio

de la ley, acabar con los ilegalismos. Trascendiendo esta contraposición, situándonos más allá de

ella y dándole a los ilegalismos un contenido interticial positivo, el ilegalismo puede incluso ser

factor de progreso y motor de la reforma. En sentido estricto, no se puede acabar con los

ilegalismos, en la medida que ellos son factores determinantes de la dinámica del poder en la

sociedad.

Como hecho positivo, el ilegalismo también puede crecer e instalarse de por vida en la sociedad.

En cierta medida, los ilegalismos triunfan cuando la sociedad no puede controlarlos mediante la

reforma. Por eso, el límite de los ilegalismos es la propia reforma. Sin embargo, la reforma no

erradica a los ilegalismos, sino solo los controla.

Desde este peculiar punto de vista, el juego entre tolerancia e intolerancia de los ilegalismos

constituye el motor de la legislación. Mediante los vacíos irracionales que se le escapan a la ley,

mediante los juegos del poder que siempre viven de los ilegalismos, el espacio intersticial

construye sus posibilidades y desarrolla así un margen o umbral que le permite prolongar un

beneficio que sobrevive, siempre y cuando la legislación no lo declare intolerable. El juego de la

tolerancia –intolerancia de los ilegalismos, termina por controlarlos cuando los degrada en la

ilegalidad frente a la ley.

La idea foucaultiana de una sociedad estructurada sobre la base de los ilegalismos, una sociedad y

una ciudadanía que interpreta a su modo a la ley producto de la total desconfianza en el Estado y

el gobierno, una sociedad en donde el paro y la rebelión popular no sean más que funciones útiles

al secuestro del poder por vía ilegal, una sociedad en la que cambiar al presidente de la república

una vez al año es una verdadera fiesta popular, el verdadero Inti Raymi del ilegalismo, en fin, una

sociedad en la que el gobierno ilegal busca asentarse en el poder mediante la acusación pública de

las ilegalidades cometidas por el gobierno anterior (también ilegal), me llevaron a pensar en lo

fructífero que sería esta vía en la que piensa el autor de “Vigilar y Castigar” , para reflexionar

desde la filosofía en el proceso político y social del Ecuador en las dos últimas décadas.

Pero no solo bastaría con denunciar esta situación y los peligros evidentes que entraña. También

sería necesario, en la medida de lo posible, intentar mostrar que a falta de poder y de gobierno, la

constante teatralización de los ilegalismos no solo vuelve obsolescente a la ley (y en última

instancia a todo orden), sino conlleva un ejercicio que concientemente beneficia a los grupos de

poder y a la dinámica del poder que ellos promueven en la sociedad. De algún modo, la sociedad

de los ilegalismos más que interesarse verdaderamente en transformar los ilegalismos mediante

su degradación en lo ilegal y fuera de la ley, produce más ilegalismo a través de la punición

generalizada con la que, aparentemente, busca frenar la dinámica interna del poder y de los

grupos de poder. En cierta medida, la teatralización de los ilegalismos como acusación y

reacusación pública, con la que supuestamente se busca frenar la reproducción de los ilegalismos,

solo logra afianzar aún más el clima de inseguridad jurídica, tanto como compromete a la reforma

política mediante su poder de transformar la misma legalidad en el más concreto y efectivo “más

allá de la ley” .

La preocupación que nos amenaza se presenta hoy, como sugieren algunas opiniones, del lado de

la refundación del Estado, de un Estado sobre el Estado o de un gobierno fuerte que le de al

Estado Nacional (o le devuelva) el verdadero lugar que le corresponde. Tanto en el orden jurídico

como en el orden económico, aumentan a diario las ideas del viejo Estado monopólico. Pero no

importa esta amenaza por lo viejo de sus ideas, sino más bien, por la amenaza que representan a

las libertades individuales.

Sin embargo, el fantasma del totalitarismo está a la vuelta de la esquina. Ya el gobierno

recientemente expulsado, nos presentó un esquema “dictócrata” (sic veniat verbo ¡) no por ello,

ajeno en sus funciones al modelo de una refoma radical de los ilegalismos. El problema, en este

caso, no reside en la capacidad del totalitarismo para erradicar los ilegalismos. Más bien, no se

trata de radicalidad ninguna, ni de extremismo en el freno a la corrupción generalizada. La

corrupción no se la puede erradicar por decreto, ni de un día para otro. Se trata del poder de

controlar los ilegalismos. El juego entre ingenuidad y radicalidad frente a los ilegalismos hace las

veces de catalizador de la futura reforma política. No solo sería ingenuo erradicar la corrupción en

el Ecuador, sino también de nada serviría el traducirla en la utilidad de los intereses particulares.

En ambos casos, el remedio siempre es peor que la enfermedad!

Algo de este paso infructuoso entre ilegalismos y reforma nos narra Foucault en el libro

mencionado. La visión que nos presenta cuando describe el nacimiento de la prisión en el siglo XIX

francés, nos muestra que la reforma no logra regular los ilegalismos, Si la reforma busca

administrar el juego de la tolerancia-intolerancia de los ilegalismos, no logra más que imprimir un

falso sello de diferenciación y administración, una economía general de los mismos pero no su

control.

Sin duda que la formulación de Foucault es desconcertante a todas luces. La idea del filósofo es

mostrarnos que la lógica interna del poder en la modernidad occidental, hace de la

instrumentalización de los ilegalismos su principio de reproducción. A la falta de control de los

instrumentos que utiliza el poder, debido a que éste hace uso de un horizonte que encubre con el

juego de la legalidad-ilegalidad sus verdaderos propósitos, la reforma política solo puede ser

concebida como “cierto campo de libertad a algunos, haciendo presión a otros, excluyendo a una

parte para hacer útil a la otra, neutralizando a éstos, para sacar provecho de aquellos” (277). Si la

reforma política no es más que un sutil “control diferencial de los ilegalismos” (288), no podremos

esperar de ella más que un reformismo cosmético.

¿Quedará un resquicio de salvación de lo legal y la legalidad en el Ecuador? ¿Será posible reparar

en la legalidad de los ilegalismos para allí, reconfigurar un proyecto de reordenación y

readministración de los mismos?

Por lo pronto, nada sacaríamos con buscar el origen de los ilegalismos en el Ecuador. Sin embargo,

la burguesía ecuatoriana es y será un factor detonante en la multiplicación de los mismos, pues,

como dice Foucault, “la delincuencia propia de la riqueza se halla tolerada por las leyes y cuando

cae bajo sus golpes está segura de la indulgencia de los tribunales y de la discreción de la prensa” .

(294)

Pero las vías de erradicación de los ilegalismos no deben ser en sí mismas productoras de su

difusión en el cuerpo social. Este es el sentido oculto, como la mala comprensión, de la última

arenga social que se hizo popular en el levantamiento de Quito: “Que se vayan todos''! Con ella no

se hace otra cosa que reproducir los ilegalismos, pues la sociedad sin sujeto representa, en toda la

diversidad de sus querellas y conflictos, una vía radical que no expresa otra cosa que nuevos

lenguajes y perspectivas, nuevas reconstrucciones coyunturales de las mismas estrategias del

ilegalismo que intenta trascender.

A buen entendedor sobran las palabras: no se puede erradicar la corrupción. Sólo se necesita

controlarla.

II La sociedad sin sujeto.

Con el crecimiento indiscriminado del umbral entre legalidad e ilegalidad nace la sociedad de los

ilegalismos. En ella los instrumentos del poder, para poder vivir y sobrevivir, necesitan de un

margen de tolerancia, una coherencia o lógica interna, como una economía propia. Frente al

consentimiento inconciente, a la negligencia o a la imposibilidad efectiva de imponer la ley, el

ilegalismo es capaz de generar su propia tolerancia. Esta tolerancia es de lo más singular.

Al buscar el beneficio en el umbral de la ley y de la ilegalidad, conquista mediante la imposición, la

fuerza y la obstinación su espacio de desenvolvimiento. Este espacio vital es defendido con la

misma obstinación con la que se luchó para conquistarlo. El ilegalismo vive de la obstinación-

imposición como un recurso eficaz para prolongar su permanencia. En la medida que es capaz de

imponerse en el tiempo, triunfa cuando distribuye la obstinación-imposición en todo el cuerpo

social. Por eso acapara todo los rencores y venganzas, todas las insatisfacciones y marginalidades,

todos los abandonos y delincuencias, toda la voluntad creadora degradada en el

“quemeimportismo” social, hasta provocar la desaparición del sujeto social. Mientras más

ilegalismo, más crece la obstinación-imposición en el cuerpo social, tanto como más tiende a

distribuirse la obsolescencia del sujeto social. El amparo de estas prácticas no solo se distribuye

desde el gobierno nacional, sino de la Cámara de Diputados, de los partidos políticos que lucran

con el descontento social, en los medios de comunicación, en la opinión ciudadana.

La multiplicación de la justicia, la diversidad hermenéutica de justicias que crecen como paliativo

al descontento generalizado, nacen del seno mismo de la sociedad sin sujeto. La legislación

parcializada le cierra el paso a la efectividad de la ley. Gran parte de las reformas a la ley se la

obtiene mediante infracciones a la misma. Las 17 Constituciones del Ecuador no pueden ser

pensadas como diversas formas de reformas a la ley, sino más bien, como 17 formas históricas de

quebrantamiento de la legalidad. Los ocho meses sin Corte Suprema de Justicia, son tiempo

suficiente para alimentar el proceso de obstinación-imposición en toda la república.

Como decimos, el ilegalismo se alimenta mediante la solidaridad de la obstinación-imposición en

todos los órdenes. El juego recíproco de los ilegalismos mantiene el apoyo, distribuyendo su fuerza

para vivir en cada individuo como en cada organización social. El umbral entre legalidad e

ilegalidad se transforma en el modus vivendi de la sociedad.

Pero la solidaridad entre los ilegalismos no solo crece día a día en la sociedad sin sujeto, también

es capaz de desvanecer toda pretensión de gobernabilidad y representatividad política. En cierta

medida, todos los conceptos tradicionales, tales como democracia, Estado, política, familia, huelga

etc, tienden a perder su estatuto y configuración clásica, para orientarse en el umbral de la

legalidad-ilegalidad. El verdadero gobierno de la sociedad de los ilegalismos es la obstinación-

imposición con la que las prácticas del ilegalismo, en la distribución solidaria de sus conductas

cotidianas, es capaz de producir en el cuerpo social.

En la sociedad sin sujeto, el ilegalismo consigue reemplazar a la ley. La transforma en una fría e

inútil formulación decantada en mera positividad. Sin relación alguna a los sujetos y sus conductas

diarias, independientes de nuestro juicio y de nuestra razón. La ley se presenta como una muerta

objetividad, al igual que los animales disecados de los gabinetes de historia natural. Por un lado

está la actividad autónoma del sujeto social y, por otro, la muerta objetividad y positividad de la

ley. Esta disolución de la ley en mera positividad, representa no solo la total enajenación y

extrañamiento del sujeto social y su libertad, sino también, como dice Hegel, “la subjetividad

absorvida por la sustancia” .

Pero no sería suficiente observar este tipo de prácticas en las conductas familiares, en las formas y

estilos argumentales de las reuniones políticas y barriales, en el periodismo nacional, en el tránsito

vehicular, en el diálogo con los vecinos, en las relaciones profesor-alumno, en las relaciones de

pareja, en el libre opinar de la calle. Bastaría con señalar los niveles de complejidad en los que se

distribuye el ilegalismo, para abandonar de inmediato el intento de atrapar su racionalidad

omniabarcadora.

Por lo pronto, el ejemplo que nos ofreció Octavio Paz en su “Laberinto de la soledad” , con el

“valemadrismo” mexicano, nos debería servir para considerar al “valeverguismo” ecuatoriano (sic

veniat verbo ¡) como uno más de los canales de distribución del ilegalismo en las prácticas y

conductas diarias de la sociedad.

III Del espectáculo al espectador de los ilegalismos.

El espectáculo público de la corrupción, su articulación mediática, su representación como triunfo

de la denuncia y la “justicia” , su manipulación desde el gobierno, expresa también una

glorificación y una enseñanza de la viabilidad astuta de la corrupción y de la injusticia: “La

proclamación póstuma de los crímenes justifica la justicia, pero glorifica también al criminal” (81)

La mejor forma de evitar esta publicidad de la corrupción, como paliativo a la reproducción de los

ilegalismos, sería suprimiendo la expresión pública de la denuncia, canalizarla por las vías de la

expresión del derecho, como asunto judicial y administrativo, más como pudor administrativo que

como publicidad y acicate de los derechos ciudadanos. Si bien el derecho y la ley necesitan de esta

expresión pública, al mismo tiempo que son capaces de proclamar la necesidad de la ley y su

cumplimiento, producen el descontento popular como la fuerza desarticuladora de los ilegalismos.

En cierta medida, en la sociedad sin sujeto, la ineficacia de la ley, su obsolescencia, conduce a la

justicia al sitio del espectáculo público. Esta teatralización constante de las conductas del

ilegalismo, del juicio y del aparente ejercicio de la justicia, sobre todo en manos de los medios de

comunicación, no representan un remedio a la crisis, sino son una expresión más de la verdadera

enfermedad que aqueja al paciente. Mientras más publicidad se hace a las instituciones que

resguardan el orden público, más aumenta y se despierta el descontento popular frente a su

pretendida eficacia.

En este tipo de sociedad, el ciudadano es llevado al rango de espectador y de testigo, degradado

en el personaje que no logra satisfacer su sed de justicia más que como espectáculo punitivo. En él

no triunfa el verdadero ejercicio de la ley, sino, por el contrario, el resplandor de la ley queda

degradado solo en el goce del descuartizamiento público del condenado, en la intriga familiar y en

la deshonra pública de la acusación.

Pero la acusación y recriminación pública del delito no elimina el delito, sino lo promueve

indiscriminadamente. Al salir la ley del Palacio de Justicia y prostituirse en la acusación pública, se

degrada en una constante teatralización. Por un lado, sirve para justificar a la ley, pero, por otro,

invita a transgredirla.

El motor de la rebelión popular en la sociedad de los ilegalismos es esta teatralización de la

acusación pública. Cada cierto tiempo, las alforjas de la tolerancia ciudadana se llenan de actos

luctuosos, de conductas delincuenciales, de acusaciones y reacusaciones, de malas

administraciones y administradores, de transgresiones flagrantes a la ley. Condenados por la

misma sociedad a ser espectadores de este teatro de la ambigüedad, soportan este proceso

acumulativo hasta explotar en la rebelión popular.

Pero la rebelión popular no expresa en la sociedad de los ilegalismos una verdadera reivindicación

de las libertades individuales y grupales. Ni siquiera es capaz de ser una expresión mitológica del

descontento generalizado. Más bien, la rebelión popular en la sociedad de los ilegalismos al no

estar sustentada en la libre disposición del sujeto del descontento social, solo sirve para que los

espectadores se vuelvan parte del espectáculo. Como actores que reconocen su actuación en la

misma pantalla de la impunidad de la ley, no son capaces de reconocer su actuación en la gran

telenovela de los ilegalismos.

El pueblo levantado en armas, en la extrema venganza contra el poder y contra todos, no hace

otra cosa que satisfacer su sed de ilegalismos cuando intenta erradicarlos. Como coejecutores del

ilegalismo, la gran masa que practica la estampida popular buscando ingresar en la ley por la

puerta de la rebelión, no consigue más que refundar y ampliar en múltiples brazos al ilegalismo.

Cuando el poder se vuelve cómplice y acicateador del espectáculo punitivo, no queda otro camino

que responderle con otro espectáculo.

Al esclavizar al ciudadano como espectador de los ilegalismos, la sociedad sin sujeto priva al

ciudadano de una libre relación con su mundo externo. Al transformarlo no en testigo eficaz de los

ilegalismos, sino en generador de los mismos, desvía y prostituye sus intenciones reformistas en

más ilegalismo del que necesita. No le ofrece la posibilidad de ser el motor de una reforma, sino

solo le ofrece el espectáculo como paliativo a su descontento.

El papel de espectador del ciudadano en la sociedad de los ilegalismos, queda retratado

plenamente en esta imagen que Foucault nos comunica del suplicio público en el siglo XVIII:

“(al pueblo)…se le convoca para que asista a las exposiciones, a las retracciones públicas; las

picotas, las horcas y los patíbulos se elevan en las plazas públicas y al borde de los caminos; se

deposita en ocasiones durante varios días los cadáveres de los supliciados bien en evidencia cerca

de los lugares de sus crímenes. Es preciso no sólo que la gente sepa, sino que vea por sus propios

ojos. Porque es preciso que se atemorice; pero también porque el pueblo debe ser testigo, como

el fiador del castigo, y porque debe hasta cierto punto tomar parte en él. Ser testigo es un derecho

que el pueblo reivindica; un suplicio oculto es un suplicio de privilegiado” (63)

La sociedad de los ilegalismos desarticula la dinámica del poder y contrapoder, en el teatro del

espectáculo punitivo. El juego del poder sucumbe en la venganza múltiple, en el rencor total. Al

tomar parte en la venganza, ciudadano y poder se identifican con la realización del ritual punitivo.

Mediante la teatralización de la punición, el pueblo entra a viva fuerza en el mecanismo punitivo,

pero redistribuye sus efectos en otro sentido, para continuar impulsando “la violencia de los

rituales punitivos” (66)

IV La reforma de los ilegalismos.

La justicia tradicional se ha desnaturalizado por los privilegios sociales que ampara, por la venta de

la sentencia al mejor postor, por la confusión “entre dos tipos de poder: el que administra la

justicia y formula una sentencia aplicando la ley y el que hace la ley misma” (82).

La justicia es irregular pues depende de una multiplicidad de estructuras encargadas de su

cumplimiento. Hay diversidad de justicias en la sociedad de los ilegalismos, tantas como para

desnaturalizarla por completo. Al existir esta multiplicidad, se multiplican las instancias que velan

por su cumplimiento neutralizándose hasta volverse “incapaces de cubrir el cuerpo social en toda

su extensión” (83).

La desorganización total de la sociedad de los ilegalismos, también se manifiesta como exceso de

poder. Todos tienen poder. Miles de juridicciones inferiores, poder local, poder y arbitrio en cada

segmento de la sociedad, barrio, municipio, provincia, partido, familia, consejería, ventanilla. Se

multiplica sin control la arbitrariedad, del mismo modo que se ejerce el poder con severidad

cuando no se lo necesita o se es excesivamente indulgente. Cada ciudadano interpreta la ley a su

antojo, cada barrio, cada familia toma resoluciones que no le competen. Se identifica el poder de

castigar y los derechos particulares como poderes personales al infinito. El panorama lo define

Foucault de la siguiente manera: “La parálisis de la justicia se debe menos a un debilitamiento que

a una distribución mal ordenada del poder, a su concentración en cierto número de puntos, a los

conflictos y a las discontinuidades resultantes” (84). Se trata más bien de “asegurar una mejor

distribución de este poder, hacer que no esté ni demasiado concentrado en algunos puntos

privilegiados, ni demasiado dividido entre unas instancias que se oponen” (85).

Pero la reforma como control al interior del torbellino del ilegalismo es y será siempre una ilusión,

una utopía. Como dijimos, la capacidad de reforma de los ilegalismos exige, antes que nada, un

poder de ordenamiento jurídico que el ilegalismo no tiene.

La posibilidad de una consideración “realista” de los ilegalismos y sus capacidades de reproducción

en el cuerpo social, por lo pronto, ofrecen una vía para considerar una “racionalidad ilegal” que

también podría ser “legal” a su modo. Reconsiderar a los ilegalismos como mecanismo y

dispositivo funcional al desarrollo social y al poder en una legalidad formal concreta, no estuvo

lejos de las ideas de Foucault sobre el tema.

Tanto el reformismo al interior de la sociedad sin sujeto, como la lucha contra la corrupción son

imposibles, en la medida en que no asuman al ilegalismo y piensen desde él, es decir, lo vivan

diaramente y sin miramientos.

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Como en la pintura de Carlos Echeverría, donde observamos y no observamos una indiferencia,

una opción oculta, una vía desoladora y desconcertante de los personajes de la escena, nuestras

reflexiones intentan, por su lado, el adentrarnos en esa conciencia cómplice que se replica

misteriosamente en el espectador de la pintura. Estar implícitamente evocados en la pintura es ya

una exhortación, un incentivo para intentar resolver la encrucijada en la que vivimos.

Cumbayá, 15 de Octubre del 2005.

La Espada de Bolívar: Bolivarianismo en Ecuador Carlos Espinosa Fernández de Córdova

El mito de la Espontaneidad

La revuelta ¨forajida¨fue--según sus propios mitos—un movimiento espontáneo, cívico, auto-

convocado. Carecía de líderes y expresaba el hastío ciudadano con un presidente corrupto y

autoritario y con una clase política desprestigiada. Ciudadanos pertenecientes a las clases media y

alta de Quito salieron a forzar una sucesión irregular al margen de todo grupo organizado o

agenda ideológica aparte del civismo democrático. Como dijo un editorialista forajido: ¨abril no

tuvo color¨(ideológico). Los testimonios de la espontaneidad no solo provienen de los actores, sino

también de los centros académicos. Los autores de un competente volumen colectivo de la

FLACSO, sobre el tema, por ejemplo, reprodujeron esta visión idealizada de los forajidos, a la que

llamaremos las mil y una noches de abril. El politólogo Julio Paltán resumió el consenso académico

al señalar:

¨Fue una movilización que convocó mayoritariamente la clase media. Fue espontánea, original, y

levanta(ba) como objeto de lucha temas que nunca antes…habían sido factor de protesta: …la

institucionalidad pérdida… [1] ¨

Estos idealistas relatos de abril—las mil y una noches de abril-- pasan por alto el rol que las

minorías organizadas de activistas con una agenda ideológica cumplen en la acción colectiva. Éstas

logran dirigir las explosiones sociales y canalizarlas en direcciones que poco tienen que ver con las

aspiraciones cotidianas de los que luchan en las calles y barricadas. La pugna sobre la Asamblea

Constituyente de octubre 2005 ha revelado quienes fueron los que impulsaron la aparentemente

espontánea revolución forajida y sobre todo que definieron el llamado ¨mandato forajido¨. Se

trató no de ciudadanos independientes movidos por un espíritu cívico sino de grupúsculos de

activistas de corte globofóbico (anti-globalización), ultra-nacionalista y bolivariano. Cuando los

partidos políticos (ID y Pachakutik) perdieron control sobre la reacción en contra de Gutiérrez, los

grupúsculos ideológicos de activistas solapadamente llenaron el vacío y controlaron la agenda.

Los grupúsculos ideológicos ejercieron influencia por medio de varios canales: a través de su

portavoz, Radio La Luna, el chantaje al vicepresidente en CIESPAL y su cercanía a un vicepresidente

que simpatizaba desde un inicio con ¨valores progresistas¨.

Hubo dos segmentos amplios entre los forajidos. Por un lado, había una masa atomizada de

ciudadanos independientes que buscaban destituir a Gutiérrez y restaurar el estado de derecho.

Éstos eran especialmente visibles en las grandes manifestaciones en la avenida de los Shyris. Se

trataba de miembros de los estratos medio y alto de Quito que estaban hartos de un presidente

de extracción popular y anhelaban restaurar el estado de derecho trastocado por el relevo

irregular de la Corte Suprema. Y por otro lado, estaban los grupúsculos con una agenda

izquierdista, bolivariana y ultra-nacionalista que finalmente fueron quienes definieron el mandato

de los forajidos y las políticas contra-hegemónicas y populistas de la agenda inicial del gobierno de

Palacio.

El desapercibido triunfo de los grupúsculos ideológicos sobre la masa atomizada en la pugna por la

definición del mandato resuelve una paradoja que es clave para la compresión de los sucesos

recientes. ¿Por qué una revuelta de elite inspirada en el revanchismo racial, y el respeto al estado

de derecho—muy similar a las protestas anti-Chavéz en Venezuela--derivo en un ¨mandato

forajido¨marcado por reivindicaciones izquierdistas, bolivarianas y ultra-nacionalistas y en un

gobierno con una retórica y hasta cierto punto políticas contrarias a la integración comercial con

EEUU, al Plan Colombia, y el Fondo Monetario Internacional y a favor de una política energética

¨anti-imperialista¨y una Asamblea Constituyente destinada a la formación de una izquierdista

república popular? La respuesta es el influjo de los grupúsculos ideológicos, especialmente los

bolivarianos, quienes contaban con el apoyo de una potencia externa y sobre todo que poseían

una ideología que sintetizaba en un potente elixir una amplia gama de reivindicaciones

izquierdistas.

La referencia al chavismo apunta a otro vacío de las idealizaciones de los sucesos de abril. Los

elogios de abril hacen caso omiso del contexto internacional en el que se desenvolvió la crisis de

abril, contexto internacional que como argumentó la politóloga norteamericana Theda Skocpol es

ingrediente infaltable de todo proceso de cambio político [2] . La llamada revolución de los

forajidos y sus séquelas se desenvolvieron en el contexto de la rivalidad entre la potencia

dominante EEUU y una potencia emergente, la Venezuela chavista. Sobre las dimensiones

internacionales de la rebelión de los forajidos, los politólogos de la FLACSO no dijeron una sola

palabra en su reciente volumen colectivo.

En lo que sigue destaco el papel desempeñado por minorías bolivarianas y globofóbicas antes,

durante y después de abril y su influencia en el gobierno post-abril. Al mismo tiempo examino el

rol de actores externos—estatales y no estatales--en el derrocamiento de Gutiérrez y en las

sorprendentes políticas adoptadas por el gobierno post-abril de Alfredo Palacio. Se trata de una

serie de fragmentos que enfocan el rol de minorías ideológicas y el contexto geopolítico en los

sucesos recientes.

Bolivarianismo y Abril

Como un tumor maligno el bolivarianismo de Chávez se está desperdigando por la región. No se

trata del desgastado culto al fundador Simón Bolívar que ha formado parte del protocolo

republicano de los países andinos desde la Independencia. Todos conocemos ese ritual cansino y

vacío—custodiado por las llamadas sociedades bolivarianas--que ha fungido de ceremonial

legitimador en las repúblicas herederas de la gesta de Bolívar. Se pensaba que esas

manifestaciones del patriotismo tradicional tenderían a desvanecerse con la globalización. Pero no

desaparecieron sino que pasaron por una inesperada metamorfosis. Hoy nos encontramos ante un

bolivarianismo resurgente, amenazante para algunos y esperanzador para otros, que responde a la

doble crisis del neo-liberalismo y la democracia y al desencanto con la globalización.

El bolivarianismo hoy día es una ideología que mezcla populismo económico (anti-FMI, pro-gasto

fiscal), contra-hegemonismo (anti-norteamericanismo) y rechazo a la democracia liberal. Además

invoca la memoria histórica e identidades nacionales y regionales. En Ecuador, el bolivarianismo

rememora a Bolívar y Eloy Alfaro; en Bolivia, a los líderes de la rebelión anti-colonial de Tupac

Katari; en Perú, a las guerrillas caceristas anti-chilenas de la Guerra del Pacífico. La mezcla de

políticas anti-mercado, contra-hegemonismo, celebración de identidades y crítica de la

democracia liberal es un potente cóctel. Es tentador para muchos en momentos en que el

Consenso de Washington se diluye y la hegemonía norteamericana tambalea y en el que la

pérdida de fe en la democracia representativa es notoria. El bolivarianismo que emana desde la

República Bolivariana de Venezuela y que convierte al régimen chavista en modelo supuestamente

reproducible se ha convertido en una fuerza en Bolivia, Ecuador y Perú, como también en

Nicaragua, y el Caribe. Es cierto que el chavismo en estos países habita primordialmente el

imaginario político, siendo un fantasma invocado por la derecha y una vana esperanza entre la

izquierda, pero sus efectos reales no deben ser subestimados. Se sienten en el equilibrio de

fuerzas regional y en el juego político y las políticas internas.

Donde existe competencia geopolítica aguda, en este caso entre el hegemón regional reinante,

EEUU, y potencias sub-regionales emergentes (Venezuela y Brasil), las potencias rivales influyen en

la política y sobre todo las crisis políticas de los países débiles dentro de su esfera de influencia. Se

da por hecho que la mano de Chávez ha estado presente en la inestable y efervescente Bolivia al

borde de convertirse en estado fracasado. Tanto en el derrocamiento de Gonzalo Sánchez de

Losada como en la renuncia de Carlos Mesa, el apoyo de Chávez a grupos de izquierda e

indigenistas como el MAS ha sido innegable. Recientemente, el actual candidato presidencial Jorge

Quiroga pidió por tercera vez a Chávez que no interfiera en el proceso político boliviano. En

Nicaragua, las acciones de Chávez a favor de la poderosa oposición sandinista son aun más

visibles. El petróleo descontado del que pronto gozarán los numerosos municipios sandinistas les

dará una ventaja enorme en la próxima contienda electoral en ese país centroamericano.

El Ecuador como nación en crisis crónica—y además heredero del legado histórico bolivariano--es

también vulnerable a la irradiación chavista. Abril fue entre otras cosas (reacción contra un

presidente impopular, pugna entre mafias políticas) un proceso de desestabilización de baja

intensidad y con resultados limitados impulsado por la red transnacional bolivariana que está

vinculada al estado venezolano. La desestabilización ocurre cuando un grupo político o red

transnacional vinculada a una potencia externa contribuye a un clima de agitación con el objetivo

de lograr un cambio de gobierno que favorezca a los intereses de la potencia externa. En la

desestabilización, el bolivarianismo contó con la complicidad inconsciente o consciente de grupos

globofóbicos e incluso ultra-nacionalistas quienes por afinidades ideológicas hicieron peso a favor

de los objetivos bolivarianos.

Los simpatizantes ecuatorianos de Chávez vinculados al continental Congreso Bolivariano de

Pueblos y a grupos locales bolivarianos como el Movimiento por la República Bolivariana en

Ecuador cumplieron un papel activo en la sucesión presidencial irregular de abril. Agitaron desde

el 2003 a favor del derrocamiento de Gutiérrez e intentaron moldear la agenda de los

manifestantes—el llamado mandato forajido--y la orientación del gobierno sucesor de Alfredo

Palacio. El mandato impulsado por los bolivarianos era anti-neoliberal, contra-hegemónico y pro

democracia directa. Este último elemento estribaba en el mito bolivariano de la Asamblea

Constituyente para fundar lo que el bolivariano Alexis Ponce denominó la ¨república popular¨.

El activismo bolivariano conjuntamente con el protagonismo de grupos afines casi vuelca la

política externa, incluyendo las alianzas y la posición frente a Plan Colombia, como también la

política energética y económica del Ecuador hacia el eje Castro-Chávez-Lula-Kirchner. El anhelado

giro geopolítico de 180 grados buscaba inclinar el equilibrio de poder a favor del eje Castro-

Chávez- Lula-Kirchner, conocido por los chavistas como el Bloque Regional de Poder (BRP).

Acto seguido Chávez buscó cosechar los frutos de las acciones de sus simpatizantes en Quito.

Inició una ofensiva diplomática basada en generosas ofertas energéticas, financieras y de

cooperación bilateral para convertir al Ecuador en estado satélite. Estos contactos fueron

promovidos y fraguados por los movimientos bolivarianos ecuatorianos—una muestra de cómo

confluye el difuso poder en red con el poder concentrado de los estados nación con capacidades

significativas. Si bien Chávez había dejado de lado la zona de la C. A. N. (Comunidad Andina de

Naciones) por considerarla entregada a E. E. U. U. , el caudillo venezolano actuó en su traspatio

cuando identificó una oportunidad para atraer a su emergente bloque un país del antiguo

territorio de la bolivariana Confederación Andina. La obvia injerencia de Chávez en Bolivia es

prueba del interés que Chávez mantiene en el original blanco de las ambiciones de Bolívar: la

cordillera andina.

Una Historia del Presente: el Chavismo en Ecuador

Lucio Gutiérrez como Clon de Chávez

En realidad, el Ecuador ha pasado por dos momentos de influencia chavista en los últimos años. El

primero se lo puede denominar bolivarianismo militar. Éste se inició en Ecuador con el golpe de

estado del 21 enero 2000 operado por militares jóvenes aliados con los indígenas; continuó con la

amnistía y el sorpresivo triunfo electoral de Lucio Gutiérrez en el 2002 y culminó con la estrategia

de concentración de poder y la puesta en escena de la lucha pueblo-oligarquía de los últimos

meses de Gutiérrez. Este ciclo siguió paso por paso el consagrado guión chavista de los años 90 en

Venezuela y fue fomentado directamente en varias coyunturas por la red continental bolivariana e

incluso directamente por Hugo Chávez. Los hermanos Humala—también vinculados al chavismo

continental—hoy intentan poner en marcha esta misma estrategia con miras a las próximas

elecciones en Perú: insurrección, absolución, victoria electoral.

Gutiérrez era, por lo menos en su primera encarnación, y hasta la primera vuelta de las elecciones

del 2002, un militar golpista rodeado de dirigentes populares y algunos intelectuales de izquierda,

con una retórica anti-imperialista y contraria a la clase política tradicional. Asistía a congresos

continentales de la izquierda en los que el bolivarianismo era dominante, recibió apoyo de

organizaciones de izquierda extranjeras para las elecciones del 2002 y estaba en contacto con las

F. A. R. C colombianas. Todo indica que Gutiérrez tomó a Chávez como modelo.

La otra explicación para el fenómeno del caudillo militar populista y mesiánico es la larga tradición

en Ecuador de participación de los militares en la política. Por un lado, encontramos las

intervenciones institucionalistas de los militares desde la Revolución Juliana a las juntas

¨progresistas¨de los años 60 y 70 [3] . Por otro lado, está el emergente caudillismo militar de los

años 80 y 90 que nace repentinamente con la inesperada acción de Frank Vargas contra el

gobierno de Febres Cordero en 1986, continúa en los años 90 con las primeras incursiones de Paco

Moncayo en la política, para culminar en la actuación de Lucio Gutiérrez entre el 21 de enero y

octubre 2005. A pesar de la existencia de esta arraigada tradición vernácula de militares activos en

la política, no es casual que la figura de Gutiérrez irrumpió en el Ecuador en el contexto del triunfo

de Chávez en Venezuela.

El entusiasmo suscitado en la red continental bolivariana por la irrupción de la figura de Gutiérrez

reforzó los matices bolivarianos del 21 de enero. Hans Dieterich, el máximo ideólogo de la

emergente red continental del bolivarianismo, vino a Quito poco después del 21 de enero

acompañado por el controvertido militar bolivariano Guillermo Lora, quien acababa de ser

removido del ejército colombiano por sus ideas bolivarianas. El activista de derechos humanos

Alexis Ponce quien recién iniciaba su carrera como una de las figuras claves del bolivarianismo en

Ecuador actuó como el enlace local para los contactos entre los rebeldes del 21 de enero y la

emergente red continental chavista [4] . La red bolivariana continental, incluyendo sus actores

locales, dio un significado bolivariano al golpe del 21 de enero y promovió el giro bolivariano que

experimentaron algunas de las derivaciones políticas del movimiento 21 de enero en Ecuador,

incluyendo el proyecto electoral de Lucio Gutiérrez y las acciones de los bolivarianos anti-

gutierristas que emergieron en el 2003-2004. De hecho Hans Dieterich incluyó una extensa

entrevista al coronel Jorge Brito, uno de los artífices del golpe del 21 de enero en su manifiesto,

la Cuarta Vía de Poder, que anunciaba al mundo el inminente triunfo de la revolución bolivariana

en el llamado ¨triángulo de Bolívar¨: Venezuela, Colombia y Ecuador [5] . En el libro también

figuran entrevistas a los dirigentes indígenas Blanca Chancoso, Antonio Vargas, Salvador Quishpe y

Miguel Lluco.

Una vez en el poder, Gutiérrez en el 2002 retuvo el modelo del caudillismo militar redolente de

chavismo pero lo escindió de la agenda ¨progresista¨, manteniendo solo un lado de la ecuación

chavista: el autoritarismo. Así Gutiérrez mantuvo una relación estrecha con los militares e invocó

la seguridad nacional como principio de gobierno, mientras contradictoriamente se adhirió a las

prescripciones del F. M. I. y cooperó plenamente con las iniciativas de seguridad regional

norteamericanas. En los fatídicos últimos meses de su gobierno, Gutiérrez no solo que reforzó su

programa de concentración de poder inspirado en Chávez, al anular la independencia del poder

judicial, sino que estuvo a punto de reestablecer sus anteriores vínculos con la república

bolivariana venezolana. Hacia el final de su presidencia, Gutiérrez se dio cuenta que sus tendencias

autoritarias le podrían crear dificultades con un E. E. U. U. que había anunciado la política de

apoyo al Poder Popular (People Power) y buscó, aunque demasiado tarde, diversificar sus fuentes

de respaldo internacional. Su excompañero Patricio Acosta quien pasó a la oposición, en varios

ocasiones señaló que Gutiérrez buscaba ¨incesantemente¨al final de su presidencia una cita con

Chávez que no fue concedida [6] . Así Ecuador escenificó la ironía singular de una desestabilización

bolivariana que cortó a tiempo un proyecto autoritario de corte chavista que sin duda hubiera

recibido el apoyo del palacio de Miraflores, sede de Hugo Chávez.

El Bolivarianismo anti-Gutiérrez

El segundo momento chavista ha sido civilista y orientado hacia la refundación de la patria a través

de la mítica Asamblea Constituyente, una variante del chavismo análoga a la que se ha puesto en

marcha en Bolivia. El segundo momento chavista que continúa en la actualidad ha estado

dominado por varios disidentes del movimiento 21 de enero y de la coalición de gobierno inicial de

Gutiérrez. Es la respuesta de los traicionados por Gutiérrez a la traición al bolivariansimo.

A lo largo del 2003 varios dirigentes indígenas que se sintieron traicionados por el ¨felón¨Gutiérrez

se volcaron hacia el bolivarianismo y la ¨solidaridad con la república bolivariana de Venezuela¨.

Entre ellos estaban dirigentes de Pachakutik o la CONAIE, como Gualberto Talaghua, Humberto

Cholango, Leonardo Iza y Blanca Chancoso. Esta última en septiembre 2003 se vínculo con el

Instituto Nacional de Tierras de Venezuela. En una red de prensa en la que estaba presente Evo

Morales, Chancoso elocuentemente elogió la revolución bolivariana venezolana: ¨Venezuela es en

estos días el único gobierno que ha reconocido la legitimidad (de los pueblos indígenas) y su

derecho a la vida, entregándoles las tierras, haciendo que regresen a sus dueños¨[7] . Humberto

Cholango de su lado asistió al segundo Congreso Bolivariano de los Pueblos en Maracaibo donde

exhortó a los asistentes a ¨convertirse en ríos como el Amazonas para hacer incontenible esta

Revolución comandada desde Venezuela por Hugo Chávez¨[8] . Gilberto Talahua actual

coordinador de Pachakutik anunció la creación del movimiento bolivariano ecuatoriano en el

programa Alo presidente. Chávez respondió a la noticia efusivamente: ¨es desde abajo que se

impulsara la verdadera integración de esta tierra¨[9] . En el 2003 se organizó una reunión en

Ecuador de dirigentes indígenas con Eduardo Chávez, el máximo líder de los círculos bolivarianos

en Venezuela, una organización chavista paramilitar [10] . Pachakutik comenzó a figurar en listas

de movimientos sociales asociados al bolivarianismo conjuntamente con los piqueteros, los Sim

Terra de Brasil, el MAS boliviano y los Sandinistas.

Por algunos meses en el 2003 la nueva fase de bolivarianismo parecía que iba ser dominada por

líderes indígenas pero en el 2004 el movimiento bolivariano pasó a manos de exmilitares,

activistas y políticos de clase media y los indígenas tendieron a pasar a segundo plano.

En el 2004 varios disidentes ex militares del 21 de enero como Patricio Acosta y el coronel Jorge

Brito pasaron a la oposición activa contra Gutiérrez, proclamándose abiertamente como

bolivarianos. A éstos se unieron exmilitares de larga trayectoria y dirigentes de derechos humanos

entre otros. A la expectativa de la caída de Gutiérrez, se multiplicaron las organizaciones

bolivarianas anti-Gutiérrez en el país. Hubo una fiebre de sesiones solemnes en lugares históricos

del centro de la capital como la Sala Capitular de San Agustín y el Museo de Manuela Sáenz en las

que se condenaba el imperialismo ¨monroeista¨y al entreguista Gutiérrez y se invocaba en arengas

fogosas a los héroes de la Independencia continental contra España. En una de estas sesiones se

fundó el influyente Movimiento por la República Bolivariana en el Ecuador integrado por el

general en retiro Rene Vargas, experto en temas petroleros, Alexis Ponce, dirigente de la

Asamblea Permanente de Derechos Humanos, Víctor Hugo Jijón, otro experto en temas petroleros

vinculado a Pachakutik, y Luis Maldonado Lince, empresario quien sería el Ministro de Producción

de Alfredo Palacio en el 2005 [11] . Algunos bolivarianos como René Vargas y Patricio Acosta,

eventual fundador del Movimiento Revolucionario Victorioso y del Movimiento Bolivariano

Ecuatoriano, realizaron peregrinajes a Caracas para estrechar lazos con autoridades venezolanas y

en algunos casos aparecer en el programa Aló Presidente con el mismo presidente venezolano. El

general Vargas, por ejemplo, confió a Chávez en ese programa que: ¨es la segunda vez que yo

vengo en forma consecutiva acá a Caracas y usted lo sabe señor Presidente, a saludarles, a darles

el abrazo fraterno y decirles que ustedes no están solos, que es la revolución latinoamericana que

a ustedes les ha llegado nuevamente el honor de encabezarla, pero que es la representación de la

voluntad de todos los pueblos latinoamericanos ¨[12] .

Paralelamente, el Grupo de Monitoreo del Plan Colombia se consolidó como una influyente

organización filo-bolivariana presidida por Rene Vargas, el Coronel Brito y el historiador Marcos

Ramos, especialistas en seguridad. Este grupo destinado a observar y denunciar los efectos

adversos del Plan Colombia en Ecuador y la Base de Manta atizó el resentimiento en Ecuador

frente al involucramiento del país en el Plan Colombia. Las críticas al Plan Colombia de los

bolivarianos aportaron al emergente anti-norteamericanismo que afloró en los meses anteriores a

la caída de Gutiérrez para luego convertirse en uno de los pilares del nuevo gobierno constituido

en abril. Entre los líderes que cayeron bajo la influencia del Grupo de Monitoreo estaba Mauricio

Gándara que más tarde lideraría el grupo ultra-nacionalista Acción Democrática Nacional. Éste se

reunió con varios bolivarianos integrantes del Grupo de Monitoreo en septiembre 2004 para

delinear una respuesta común contra-hegemónica. La reunión celebrada en la Sala Capitular de

San Agustín selló la alianza anti-Gutiérrez de los ¨marqueses progresistas¨ultra-nacionalistas de la

futura A. D. N. como Mauricio Gándara y Antonio Parra Gil con los ¨bolivarianos criollos¨del M. B.

R. E. , alianza que funcionó en la revuelta de los forajidos y en los primeros meses del gobierno de

Alfredo Palacio y luego en la agitación por la Asamblea Constituyente en octubre 2005 [13] .

La mutuación en la composición social del bolivarianismo—de ser un movimiento indígena a uno

de clase media--hizo que Ecuador y Bolivia siguieran caminos distintos en este terreno. En Bolivia,

el bolivarianismo encontró un campo fértil entre los movimientos populares indígenas y cocaleros,

mientras en Ecuador finalmente se ha afincado entre políticos, exmilitares y activistas de clase

media. La diferencia es significativa ya que en el Ecuador el bolivarianismo cuenta con mayor

acceso a los círculos de poder, pero a la inversa con menor profundidad social. Esto hace que se

caracterice por victorias piricas basadas en contactos personales con el poder en lugar de la lenta

construcción de una base social.

Obviamente los encuentros de los bolivarianos locales con las autoridades venezolanas y la red

continental bolivariana deben haber girado en torno al inminente derrocamiento de Gutiérrez, y el

giro hacia el bolivarianismo que podría experimentar el Ecuador una vez derrocado el ¨régimen

entreguista¨de Lucio Gutiérrez. Es más, es posible que los diálogos giraran en torno a la ¨Espada

de Bolívar¨.

¨La Espada de Bolívar¨según rumores insistentes que circulaban entre grupos de ¨escuálidos¨en

Venezuela en 2004 era un ambicioso plan para desestabilizar a varios estados latinoamericanos

fraguado en el Primer Congreso de Círculos Bolivarianos en Venezuela que reunió a dirigentes de

la Izquierda latinoamericana a fines del 2003. Según una versión del plan Espada de Bolívar, en

Bolivia los bolivarianos ¨arreciarían la presión en contra del gobierno de Carlos Mesa¨para forzar

una convocatoria a una ¨Asamblea Constituyente reeditando el modelo venezolano¨y en Ecuador

¨se derrocaría a Gutiérrez previa desestabilización progresiva¨[14] . Si bien esta versión resulta

creíble, hay que admitir que la agenda formal de ese Congreso se limitó a propuestas más

generales como apuntalar el ALBA, impulsar consultas populares contra el ALCA y organizar la

solidaridad continental con Venezuela.

En todo caso, hacia el 2005 el interés de Chávez y de la red continental bolivariana en Ecuador

despunto al tiempo que los bolivarianos en Ecuador redoblaban su oposición a Gutiérrez. Chávez

de su lado tuvo buenas razones para buscar la caída del corrupto Gutiérrez. Gutiérrez era el ¨mejor

aliado¨de Washington en la región, ¨un monroeista¨(exponente del destino manifiesto)

enfrentado con el proyecto bolivariano, según la visión dualista de los chavistas. Chávez veía la

necesidad de ¨quebrar¨el ¨eje del Pentágono¨en los Andes—Colombia-Ecuador-Perú-Chile, que

bloqueaba su proyección regional en una zona simbólicamente clave para el bolivarianismo [15] .

Qué mejor forma de quebrar el eje que a través de un cambio de gobierno que llevaría a Ecuador a

desertar del eje del Pentágono y unirse al llamado Bloque Regional de Poder (El contra-eje Castro-

Chávez-Lula-Kitchner). La VI Conferencia de Ministros de Defensa del continente en Quito fue la

ocasión para que Chávez pensara en una integración paralela de ejércitos latinoamericanos que

excluyera a EEUU lo que implicaba la remoción de Gutiérrez del tablero de juego geo-estratégico.

A principios del 2005, el ubicuo Hans Dieterich—máximo ideólogo de la red continental--hizo una

serie de precisiones estratégicas sobre la inminente caída de Gutiérrez para asegurar que la misma

fuera aprovechada por los bolivarianos ecuatorianos y redundara a favor del Bloque Regional de

Poder: el eje Caracas-Cuba-Brasil-Argentina. Criticó a Patricio Acosta por presentarse en Caracas—

según Dieterich—como protagonista de un futuro nuevo gobierno bolivariano post-Gutiérrez. De

acuerdo a Dieterich, Acosta había recibido de alguien la promesa de un cargo clave en el gobierno

sucesor de Gutiérrez por revelar los escándalos de corrupción en el gobierno de Gutiérrez.

Dieterich descalificó a Acosta como líder bolivariano y planteó que era indispensable ¨un

programa de salvación nacional bolivariano y un equipo definido que conduzca la crisis (en

Ecuador) conforme a los intereses populares y de la integración latinoamericana y que haga

alianzas dentro de las fuerzas destituyentes, por ejemplo con Alfredo Palacio sobre ambos

puntos¨. ¨Todo esto era necesario para ¨la refundación de la patria de Manuela Sáenz dentro de la

gran patria de Bolívar¨[16] . Según él, al MRBE correspondía el rol de vanguardia bolivariana.

A principios de abril se reunió el Primer Encuentro Nacional Bolivariano en Riobamba, acaso una

alusión al lugar en el que se fundó la república del Ecuador. El simbolismo no puede haber sido

accidental.

Un abril bolivariano

Afirmar que el bolivarianismo tuvo un papel en la transición de poder en Quito parece a simple

vista un disparate. Los forajidos—me refiero a la masa atomizada de independientes-- no pueden

haber sido más disímiles a los grupos radicales aliados con Chávez fuera de Venezuela. De clase

media y alta y esencialmente pro-democracia, no parecían tener nada en común con los activistas

indígenas bolivianos, los exmilitares de extracción popular en Perú que endiosan a los hermanos

Humala o los piqueteros argentinos con su inefable grito de ¨Fuera Todos¨. Casi todos los forajidos

de la masa atomizada—los más visibles-- se sentirían perdidos en las bizantinas discusiones sobre

los males de la globalización sostenidas en Porto Alegre. Sus odios raciales y su saludable

exaltación del Estado de Derecho serían poco apreciados entre los militantes globofóbicos.

El grupo disidente al que más se asemejaban los forajidos independientes—la masa atomizada--

era precisamente la Coordinadora Democrática en Venezuela que ha buscado obsesivamente

derrocar a Chávez en nombre de la democracia y la economía de mercado y solapadamente en

nombre de la restauración de la jerarquía social. Incluso el nombre de forajidos recuerda al

término ¨escuálidos¨--oprobio oficialista que fue apropiado por la derecha venezolana en su lucha

contra Chávez [17] . Lo que el filosofo Hegel llamó la Astucia de la Historia se ha repetido en una

época decididamente post-hegeliana: los chavistas venezolanos y ecuatorianos consiguieron que

la versión ecuatoriana de los anti-chavistas sirvieran de fuerza de choque para una revolución

quasi-bolivariana en contra de un traidor al bolivarianismo continental!

Pero la imagen mediática de los forajidos de clase media e incluso alta reunidos en la avenida

Shyris para gritar consignas contra el ¨longo Gutiérrez¨y la ruptura del estado de derecho no

captura todos los matices de la compleja revuelta de abril. Entre sus líderes había una minoría de

activistas de la izquierda bolivariana. Éstos pertenecían principalmente al Movimiento por la

República Bolivariana en el Ecuador y estaban vinculados al continental Congreso Bolivariano de

Pueblos, ¨un espacio de coordinación¨para los bolivarianos que opera en el Internet y congresos

periódicos. Otros grupúsculos de activistas influyentes fueron los ultra-nacionalsitas de ADN.

En abril cuando los forajidos en las calles, entiéndase la masa de ciudadanos atomizados,

derrocaron a Gutiérrez e instauraron a Palacio, fueron los bolivarianos y grupos afines como los

nacionalistas de la ADN que moldearon el mandato asumido por Alfredo Palacio. La ADN

compartía con los bolivarianos el anti-americanismo y sueño de un bloque latinoamericano

independiente de EEUU finalmente abanderados por Mauricio Gándara y sobre todo el canciller

Antonio Parra Gil en los primeros meses del gobierno de Alfredo Palacio. No hay que creer que

ultra-nacionalismo e izquierdismo son polos opuestos. Hoy estos extremos convergen en contra de

la globalización y la hegemonía norteamericana. De hecho el bolivarianismo es una mezcla potente

de izquierdismo y nacionalismo como lo es también el fenómeno de los hermanos Humala en

Perú.

La agenda ultra-nacionalista y bolivariana se vio reforzada por la presencia en abril del 2005 de

grupos tipo Porto-Alegre o globófobicos—aliados naturales del chavismo como vimos en la

reciente Contra-Cumbre en Mar del Plata en noviembre 2005. En las marchas anteriores a abril y

en abril esta tendencia estuvo representada por el Foro Alternativo liderado por Eduardo Delgado

y Luis Maldonado Lince [18] , el Polo Alternativo por la Refundación [19] , la Asamblea Popular

reunida en la Universidad Salesiana vinculada al movimiento Ecuador Decide, y los forajidos de las

Asambleas territoriales de algunos barrios de Quito [20] . Chávez es el héroe de Porto Alegre en

cuyas acaloradas sesiones se repite la consigna: ¨alerta, alerta, La Espada de Bolívar recorre

América Latina¨. Los activistas Porto Alegristas ecuatorianos abanderaban en abril posiciones

similares a las bolivarianas, desde la oposición al Plan Colombia a la alineación con la chavista zona

de integración comercial: el ALBA.

De hecho las conexiones directas entre los globofóbicos antes y después de abril abundaban. Uno

de los líderes del Foro Alternativo era Maldonado Lince quien también figura como miembro del

MRBE. Asimismo, los días posteriores a abril algunas de las asambleas territoriales de Quito (barrio

Parque Italia, y Valle de los Chillos) como también la Asamblea Popular de la Salesiana vinculada al

movimiento Ecuador Decide plegaron explícitamente al bolivarianismo, participando en el

Segundo Congreso Nacional Bolivariano celebrado el 24 de mayo en la casa de Manuela

Sáenz [21] . Asimismo, en la Universidad Salesiana que era uno de los focos del forajidismo radical

operaban grupos de Jóvenes Bolivarianos como existen también en la Universidad Central.

Los vínculos entre globofóbicos y bolivarianos sugieren que de la noche a la mañana el

bolivarianismo se ha convertido en la Nueva Izquierda en Ecuador como en otros países

latinoamericanos. Ha copado el espacio que en los sesentas pertenecía al castrismo, en los 70s a la

nueva canción, en los 80 a los movimientos sociales y en los 90 al movimiento anti-globalización.

No sorprende que el continental Congreso de la Juventud y Estudiantes en Caracas en agosto 2005

convocara a una nutrida delegación ecuatoriana de más de 600 jóvenes y a 17. 000 del

mundo [22] .

El bolivarianismo actúo con los objetivos de destituir a Gutiérrez y definir una agenda de cambio

básicamente en cuatro escenarios en Abril: Radio la Luna, la corte del vicepresidente, la CIESPAL y

la red continental bolivariana conocida como el Congreso Bolivariano de Pueblos.

Radio La Luna obviamente no era una estación bolivariana. Sin embargo, en los meses anteriores a

Abril, Radio La Luna dio espacio a foros radiales auspiciados por los bolivarianos ecuatorianos

como el que tuvo lugar para condenar la VI Conferencia de Ministros de Defensa de América

Latina en Quito en noviembre 20 2004 [23] . El foro tuvo como consigna ¨Todos contra Rumsfeld¨.

Paralelamente, antes y después de Abril, Radio La Luna expresaba consistentemente puntos de

vista globofóbicos, anti-TLC, anti-Plan Colombia, anti-Base de Manta, anti-F. M. I. , anti-

dolarización, sin faltar las ocasionales apologías de la Venezuela de Chávez. Cuando los canales

normales de representación, como la Asamblea de Quito dominada por la ID se cerraron, Radio la

Luna se convirtió en el medio de comunicación de las protestas. La estación intencionalmente o

por su arraigado sesgo ideológico dio un giro globofóbico y bolivariano a las reivindicaciones

cívicas de los forajidos en las calles. Incluso el ¨Fuera Todos¨que parecía ser una consigna

espontánea generada por la frustración con la clase política era de origen piquetero, movimiento

globófobico argentino con conexiones bolivarianas. Si bien los micrófonos estaban abiertos al

público, había una auto-selección en cuanto a quien llamaba a la alternativa Radio La Luna,

mientras comentarios de Velasco sobre las opiniones vertidas por el público obviamente

codificaban los mensajes.

En el entorno de Radio La Luna en las jornadas de abril estuvieron varios bolivarianos, incluyendo

el ubicuo coronel Brito quien estaba a cargo de la seguridad de la estación y el bolivariano Alexis

Ponce, quien la defendía contra la persecución gutierrista. Éstos sin duda contribuyeron a la

diseminación de mensajes izquierdistas que como por arte de magia convirtieron a un alzamiento

básicamente de derecha en un una revuelta izquierdista. La rebelión de los forajidos terminó con

la misma agenda que las casi contemporáneas marchas bolivianas (Asamblea Constituyente,

nacionalización de la inversión extranjera energética, anti TLC, oposición a la política anti-

narcóticos de E. E. U. U.) a pesar de que en Ecuador los indígenas en las calles apoyaban a las

contramarchas gutierristas.

Los bolivarianos ecuatorianos, especialmente, el Movimiento por la República Bolivariana en el

Ecuador mantuvieron informada a la red bolivariana continental que tanto interés había mostrado

en provocar la caída de Gutiérrez. Presentaron a la revuelta forajida como un alzamiento

esencialmente de izquierda frente a los movimientos que integran la Red continental bolivariana

por lo que los forajidos que luchaban contra ¨el longo Gutiérrez¨y la ruptura del estado de derecha

irónicamente recibieron las felicitaciones de organizaciones étnicas e izquierdistas de todo el

continente. El Frente Peruano Bolivariano, por ejemplo, celebró ¨la gran victoria del hermano

pueblo ecuatoriano¨concluyendo su misiva electrónica con la inconfundible consigna chavista,

¨Alerta, Alerta, La Espada de Bolívar Camina por América Latina¨[24] .

De la misma manera está claro que los bolivarianos reportaron directamente al Palacio de

Miraflores que el gobierno sucesor tendría una agenda filo-bolivariana tal como había anticipado

Patricio Acosta meses antes. La inteligencia proveída por los bolivarianos ecuatorianos explica

porque las autoridades venezolanas y cubanas reaccionaron rápidamente a favor del cambio de

gobierno en Quito a pesar de que las imágenes que transmitían los medios internacionales

sugerían que se trataba de un suceso similar al golpe de derecha en contra de Chávez en abril

2002. Así el embajador venezolano ante la O. E. A. se refirió de manera efusiva a los sucesos en

Quito el 22 de abril, 2005. La misma reacción tuvo Fidel Castro quien ridiculizó a Gutiérrez

afirmando que había intentado presentarse como militar bolivariano pero que no llegaba a las

suelas de Chávez.

CIESPAL fue otro espacio en el que los bolivarianos cumplieron un papel clave. La situación en

CIESPAL en la tarde del 20 de Abril aún no se aclara, ya que queda por esclarecer si los violentos

manifestantes que golpearon a los diputados y que se rehusaban a reconocer a Alfredo Palacio

como presidente eran gutierristas, infiltrados de la vieja Izquierda (Juventud Revolucionario

Ecuatoriana, MPD) o forajidos radicales. Tampoco se ha determinado por qué los militares dejaron

sin protección al nuevo gobernante lo que indicaría que no estaban seguros si lo reconocerían. Es

probable que los manifestantes eran forajidos de la corriente globofóbica como indica su

conformación in situ de una Asamblea Popular Forajida. Los bolivarianos jugaron un papel de

mediadores entre los forajidos radicalizados y el atemorizado presidente, Alfredo Palacio, lo que

les permitió aportar a la definición del mandato de los forajidos. Palacio pidió ayuda

desesperadamente a Alexis Ponce y el coronel Brito para que le ayuden a apaciguar a los

manifestantes y evacuar el edificio. Los bolivarianos lograron que Radio La Luna se pronunciara a

favor de Alfredo Palacio y efectuar la salida del presidente de CIESPAL a todas luces a cambio de

que éste se comprometiera a una agenda bolivariana, globofóbica y ultra-nacionalista centrada en

la Asamblea Constituyente, el anti-norteamericanismo y el repudio al neo-liberalismo. El día

siguiente el coronel Brito comunicó directamente a un temeroso Alfredo Palacio el significado del

incidente de CIESPAL. Brito advirtió a Palacio que ¨si fracasaba el proyecto de refundar la nación,

la próxima reacción no iba a ser de carácter pacífico¨.

La versión más detallada de la llamada agenda de los forajidos la elaboró la Asamblea Popular

Soberana de la Salesiana, grupo globofóbico cercano a Ecuador Decide y susceptible a influencias

bolivarianas como sugiere la existencia en la Universidad Salesiana de un grupo de Jóvenes

Boliviarianos. El manifiesto emitido por la Asamblea Popular Soberana el 26 de abril recordó a

Alfredo Palacio la llamada promesa de CIESPAL y especificó que esperaban del gobierno de Palacio

y que no iban a aceptar:

La Asamblea ve con creciente alarma que el régimen de Palacio, que se comprometió a respetar y

acatar las iniciativas de la Asamblea Popular de los Forajidos en el edificio de CIESPAL, ahora está

dando marcha atrás permitiendo la continuidad del espurio convenio de la Base de Manta, que

viola la soberanía nacional, de la misma manera está permitiendo que sean los mismos entes

económicos internacionales, como el FMI, el Banco Mundial y los Acreedores de la Deuda, quienes

continúen mandando por sobre la voluntad soberana del pueblo; y, al interior de su gobierno, ha

alentado el retorno de los mismos politiqueros de siempre, que ahora están en su gabinete,

contrariando este mandato. La Asamblea rechaza categóricamente el cínico reinicio de sesiones de

un Congreso Nacional deslegitimado y corrupto, que continúa con sus avezados métodos de

bloques de mayoría (como el de PSC-ID-PK) para nuevamente usurpar el control de Cortes,

Tribunales y demás espacios de poder, control, político y económico [25] .

Uno de los personajes más interesantes presentes en CIESPAL fue el coronel Servio Samaniego

quien desconoció la autoridad del recién posesionado presidente y pidió conjuntamente con sus

adeptos que le acompañaban una Asamblea Constituyente y un gobierno popular. El

bolivarianismo de Samaniego se desprende de los siguientes elementos: carismático militar

proponiendo en un momento de crisis de representación la Constituyente y un ¨gobierno

popular¨. Es posible que Servio Samaniego representara a un oculto grupo de oficiales

bolivarianos, entre el ¨mando medio militar¨, mencionado por uno de los adeptos del coronel, que

buscaban una salida radical a la sucesión que otorgara un papel rector a los militares jóvenes [26] .

Éste grupo, si es que existió, aparentemente no estaba aliado al coronel Brito porque el último se

pronunció a favor de Palacio si éste a cambio aceptaba impulsar una agenda progresista. No

obstante, Servio Samaniego estaba dentro de la matriz bolivariana, siendo uno de los múltiples

ecos que ha tenido el chavismo venezolano en Ecuador.

Más allá de CIESPAL, el vicepresidente era inherentemente receptivo a ideas bolivarianas y sirvió

como otro vector para los actores que impulsaban una agenda contra-hegemónica. Las tendencias

bolivarianas de Palacio se pueden inferir del comportamiento de su Movimiento Blanco, colectivo

de médicos cercanos a Alfredo Palacio. Este movimiento se convirtió en asiduo asistente de

conclaves bolivarianos poco antes de abril [27] . Entre los asesores de Palacio en los primeros días

estaba un influyente bolivariano Patricio Acosta con quien parece haber mantenido contacto antes

de abril. Es revelador que en una entrevista frente a los medios en junio 2005, el entonces

presidente declaró que su ¨pensamiento era el de Simón Bolívar y de nadie más¨[28] .

Claro que Palacio en su ahora conocida inconsistencia era mucho más que un simpatizante un

tanto ingenuo del bolivarianismo. Era también amigo de los social cristianos, y estaba bajo la

influencia de los llamados círculos ocultos: representantes de grupos económicos de la costa y

parientes y amigos en desesperada búsqueda de puestos y contratos. Su indecisión y las presiones

a las que estaba sujeto por parte de los otros miembros de su difusa, débil y cambiante coalición

de gobierno y más aún por la disciplina de la banca nacional y los organismos multilaterales han

amortiguado en gran medida el influjo del bolivarianismo en su gobierno. Era fácil para los

poderes fácticos asustar al temeroso Palacio con escenarios catastróficos de lo que pasaría si se

alejaba de la ortodoxia. Esta estrategia de sugestión logró reencauzar al presidente en el sendero

de la ortodoxia económica y geopolítica.

Los activos de poder del Chavismo

Muchos han hablado de los petro-dólares de Chávez como el secreto de su creciente influencia en

la región, incluyendo su influjo sobre grupos radicales afines en países vecinos, entre los cuales se

cuentan el MAS de Evo Morales en Bolivia, los hermanos Humala en Perú, los bolivarianos

ecuatorianos y los Piqueteros en Argentina. Sin duda Chávez es esencialmente producto del oro

negro. Su triunfo en Venezuela se basó en prometer la participación de toda la nación en la

supuestamente inagotable riqueza petrolera. Tanto su exuberante populismo dentro de Venezuela

como su proyección externa son posibles por la renta petrolera que ha alcanzado niveles históricos

entre el 2003 y 2005.

Pero el influjo de Chávez sobre grupos de izquierda en otros países latinoamericanos no depende

exclusivamente de su gruesa billetera. Los seduce con su poder suave: con la ilusión del éxito del

modelo venezolano, su capacidad para desafiar a EEUU, el sueño de la integración latinoamericana

y en general su habilidad para definir una agenda ideológica e internacional aparentemente

plausible. Al poder suave se suma obviamente el poder duro de los petrodólares que le permiten

convocar a la izquierda latinoamericana a deslumbrantes congresos y seminarios y sin duda

financiar a estos grupos aunque lo último no es fácil comprobarlo.

El chavismo ejerce el poder suave entre grupos radicales en otros países estableciendo redes de

poder suave en el exterior. Una red de poder suave—concepto aun incipiente en las relaciones

internacionales—es un grupo multinacional de activistas agrupado en torno a un estado con poder

suave. Simpatizan con esa potencia externa prestigiosa y activamente buscan promover sus

intereses y reproducir su modelo en el país en que viven. A diferencia de las quintas columnas

tradicionales, las redes continentales bolivarianas operan en el cyber-espacio y si bien están en

contacto con la potencia matriz mantienen un tráfico de información entre si. La literatura

sociológica nos ha familiarizado con las redes anti-globalización inter-contectadas por el Internet.

Las redes de poder suave son similares y se superponen con las últimas salvo que están

estrechamente vinculadas a un estado poderoso.

Influencia de Bolivarianismo en el Gobierno de Palacio

El seudo-mandato forajido definido por los grupúsculos ideológicos más la influencia directa sobre

el presidente de la de ADN y los bolivarianos se vieron reflejados en la composición, retórica y

algunas políticas del gobierno sucesor de Alfredo Palacio. El círculo de Palacio en los primeros días

se mostró contrario al TLC y FMI, arremetió contra la presencia militar norteamericana en Manta y

la colusión del Ecuador con Plan Colombia, criticó las fumigaciones anti-coca en la frontera y

planteó la posibilidad de una alianza estratégica con Petrobras, haciendo eco al sueño de

Petroamérica, cartel de empresas energéticas públicas sudamericanas promovido por Chávez.

Además prometió la mítica Asamblea Constituyente que refundiría la patria ex-nihilo. Toda esta

actividad inicial siguió la guía del llamado mandato forajido forjado por los grupúsculos

extremistas.

El Movimiento por la República Bolivariana Ecuatoriana tuvo un alto grado de acceso al gobierno

especialmente en el mes de mayo 2005. De acuerdo a la prensa, el presidente Palacio estuvo a

punto de nombrar a Rene Vargas, uno de los bolivarianos más destacados, a la cabeza del

estratégico ministerio de energía. No está claro porque se frustró este nombramiento que hubiera

significado una política clara de cooperación energética con Venezuela. A pesar de no estar al

frente de la cartera, Vargas actúo como enlace entre las autoridades energéticas y económicas

ecuatorianas, incluyendo Rafael Correa, y sus contrapartes en Venezuela. Todo indica que Vargas

fue quien puso en marcha en una reunión en Guayana las negociaciones para la iniciativa del

refinamiento de crudo ecuatoriano en Venezuela y la venta de bonos a Venezuela [29] . El coronel

Brito fue nombrado por Palacio asesor de seguridad nacional, pero este nombramiento fue vetado

por el ministro de defensa Solón Espinosa, quien se oponía a colaborar con un veterano del 21 de

enero. Brito sin duda hubiera intentado montar una estrategia de seguridad autónoma frente a

EEUU y promovido la neutralidad ante el conflicto vecino. El integrante del MRBE, Luís Maldonado

Lince, en cambio, llegó a desempeñar el cargo de ministro de Producción. Alexis Ponce del MRBE,

de su lado, colaboró con el régimen de Palacio desde las calles. Como activista apoyó las iniciativas

de política exterior de Antonio Parra Gil (la neutralidad frente al conflicto Colombiano, el pedido a

Colombia del cese de fumigaciones y el acercamiento a Venezuela). Además fue un actor clave

para el intento de Palacio de convocar la Constituyente.

El ministro de economía, Rafael Correa obviamente simpatizaba con el bolivarianismo.

Aparentemente fue recomendado a Palacio por un grupúsculo de activistas conocido como

Ruptura 25, que si bien era en el fondo un idealista movimiento cívico, mostraba tendencias

globofóbicas: era muy escéptico del TLC. Correa apareció en el escenario político ecuatoriano en el

2002 como discípulo del economista globofóbico Joseph Stieglitz. Compartía con Stieglitz la tesis

de que el Fondo Monetario Internacional contribuye al subdesarrollo al exigir políticas fiscales

restrictivas. Además Correa era anti-TLC y estaba a favor de una política energética nacionalista.

Correa aparentemente descubrió las virtudes del bolivarianismo cuando se incorporó al gobierno

de Palacio. En su camino a Damasco entendió que su agenda anti-fondomonetarista y anti-

globalización coincidía con la ideología del chavismo. Además el bolivarianismo tenía la virtud de

enmarcar el rechazo al neo-liberalismo en una visión de la geopolítica continental, que

contraponía el bloque contra-hegemónico a la hegemonía reinante, y ofrecer una alternativa a los

préstamos condicionados del Fondo Monetario Internacional. Pablo Dávalos su vice-ministro

expresó bien el rol que Venezuela vino a cumplir en la agenda anti-fondomonetarista:

El objetivo del acercamiento con Venezuela se inscribe dentro de una geo-política y de los

horizontes que implican conseguir fuentes de financiamiento, fuera de las multilaterales: BID,

Banco Mundial y FMI. Queríamos demostrarle al país que podemos obtener financiamiento sin

condicionalidades” [30] .

El posterior acercamiento del candidato a la presidencia Rafael Correa al Movimiento Bolivariano

que ha brindado su apoyo para su candidatura presidencial comprueba los lazos ubicuos entre

globofóbicos y bolivarianos.

Otra prueba del influjo bolivariano en el gobierno de Palacio son las similitudes y coincidencias

entre el programa anunciado por el congreso nacional bolivariano reunido en Quito en mayo del

2005—conclave que incluyó a representantes de varias asambleas forajidas—y los

pronunciamientos oficiales iniciales y en menor grado las políticas finalmente adoptadas por el

gobierno de Palacio. El congreso bolivariano en Quito exigió el reestablecimiento de la soberanía

nacional, pidió la caducidad del contrato de la OXY, el desmantelamiento del FEIREP, la

reactivación productiva basada en préstamos blandos, distribución de los fondos del IESS,

reestablecimiento de la CFN como banca de primer piso, y la Consulta para Convocar la Asamblea

Constituyente.

El apogeo del acercamiento del gobierno de Alfredo Palacio a Chávez se dio en julio 2005. Rafael

Correa y Antonio Parra Gil precedidos por el bolivariano Rene Vargas viajaron a Caracas y pactaron

varias iniciativas bilaterales. Rene Vargas, líder máximo del Movimiento por la República

Bolivariana en el Ecuador jugó un papel clave en el acercamiento. Las iniciativas bilaterales que se

discutieron fueron la compra de bonos del Ecuador para escapar de la condicionalidad del Fondo

Monetario Internacional, refinamiento del petróleo ecuatoriano en Venezuela, y envío de las

misiones venezolanas-cubanas de educación y salud a Ecuador. Es posible que también se haya

contemplado la construcción por Venezuela de una refinería en Ecuador. Se trató de un ensayo de

alianza estratégica que, sin embargo, finalmente no se concretó totalmente ya que solo la venta

de bonos se ejecutó en el 2005.

También en julio 2005, Parra Gil mantuvo una línea anti-Uribe, proponiendo la neutralidad frente

al conflicto colombiano y la oposición a las fumigaciones en la frontera colombiana-ecuatoriana.

Alexis Ponce agitó enérgicamente a favor de estas iniciativas. La oposición a Plan Colombia entre

los bolivarianos se relaciona con cálculos geopolíticos en torno al equilibrio de fuerzas: Uribe es

aliado de EEUU y por tanto anatema, mientras las FARC son una fuerza bolivariana a la que hay

que ayudar solapadamente. Así la política energética, la política económica, y la política frente a

Colombia y anti-narcóticos se vieron moldeadas por las acciones de los bolivarianos.

La ofensiva diplomática que Chávez dirigió hacia Ecuador en la que participaron bolivarianos

ecuatorianos forma parte de su estrategia para América Latina. El objetivo al que se dirigen estas

rimbombantes ofertas es erigir a Chávez en líder regional de un bloque opuesto al liderazgo

norteamericano en América Latina. Este bloque se plasmaría en un mecanismo de integración

comercial, el ALBA, la argolla energética, Petro-América, un banco prestamista de último recurso

conocido como Banco Sur, un mando integrado de Fuerzas Armadas, y un sistema satelital de

comunicación, el TELESUR.

A pesar de su proximidad al gobierno sucesor, los bolivarianos han contemplado otras estrategias

políticas. En el tercer congreso nacional bolivariano en Manabí, uno de los oradores, Marcelo

Larrea declaró: ¨esta revolución, que empezamos a construir donde nació Eloy Alfaro, es también

una revolución armada como lo es la revolución del Presidente Chávez en Venezuela. . . ¨[31] En

ese sentido son preocupantes los lazos políticos y simbólicos que se han tejido entre

boliviarianismo y alfarismo encarnados en la llamada Alianza Bolivariana-Alfarista, dada la

asociación histórica del alfarismo con la violencia política revolucionaria. Otra posibilidad que

encierra el término ¨lucha armada¨es el golpismo militar. Los rumores de la existencia de un grupo

armado bolivariano, el Ejercito de Liberación Alfarista, supuestamente entrenado en Caracas, son

creíbles si consideramos que Venezuela se está preparando para una guerra asimétrica contra

EEUU en la que su ejercito adoptaría la guerra de guerrillas para reproducir el éxito de los

insurgentes en Iraq [32] . Chávez en otras palabras tiene la capacidad para entrenar guerrilleros y

vocación guerrillera.

La Asamblea Constituyente a fines del 2005 se ha convertido en el último capitulo de la ofensiva

bolivariana en el Ecuador. El mito de la Asamblea Constituyente es de inspiración chavista.

Recordemos que el primer acto de Chávez como presidente fue convocar una Asamblea

Constituyente que literalmente refundo el país, formando la quinta república. También son de

filiación chavista los conceptos de refundación de la patria y democracia participativa. La

refundación tiene que ver en el Ecuador con la mitología bolivariana de la Tercera República, la

tercera refundación heroica de la patria [33] . La primera—según los bolivarianos--fue la creación

de la Gran Colombia y la segunda, la Revolución alfarista. La tercera será la culminación de la

revolución de los forajidos. La consigna de la democracia participativa o directa a su vez deriva de

la pretensión absurda del chavismo de ser una democracia más avanzada que la democracia

liberal. A pesar de ser un modelo autoritario, el chavismo se presenta como el adalid de la

democracia verdadera y ha logrado infiltrar el movimiento cívico (pro-democrático) en América

Latina. La asamblea constituyente ha sido impulsada por los mismos grupos que operaron la

revolución forajida y definieron su mandato: los bolivarianos, la A. D. N. ahora liderada por

Manuela Gallegos y Ecuador Decide de Eduardo Delgado. Esta es la alianza ultra-nacionalista-

bolivariana-globófobica [34] .

Conclusiones

El bolivarianismo inspirado por Chávez se ha convertido en un movimiento político influyente y

además ha logrado penetrar el movimiento indígena, la izquierda armada, el movimiento anti-

globablización y los grupos estudiantiles. Su influjo en los sucesos de abril especialmente en la

definición del mandato forajido es una muestra de su peso desproporcionado en relación a los

escasos números de sus cuadros.

Adicionalmente el bolivarianismo está incidiendo en un incipiente nuevo consenso post-neoliberal

a favor del fortalecimiento de ineficientes empresas públicas, especialmente Petro-Ecuador, de la

erosión de las defensas construidas frente al narco-terrorismo, y en contra del cumplimiento de

las obligaciones crediticias externas, la disciplina fiscal y el libre comercio. Igualmente, está

canalizando el movimiento cívico hacia un asambleismo constituyente como mecanismo para

crear repúblicas populares izquierdistas en el continente al tiempo que aumenta el riesgo de lucha

armada y golpismo militar. Si bien la argolla energética continental es una propuesta

aparentemente atractiva, ésta es relevante para los países importadores de petróleo como

Argentina más no para los exportadores. Igualmente, la venta de bonos a Venezuela es una

transacción única y no un mecanismo sostenible para equilibrar las finanzas públicas como es la

relación con FMI. Los riesgos del bolivarianismo exceden con creces los beneficios. Hagamos caso

al llamado de los chavistas antes de que sea demasiado tarde: "alerta, alerta, la espada de Bolívar

recorre América Latina".

[1] Julio Paltán, ¨La crisis del sistema político ecuatoriano y la caída de Gutiérrez¨, Iconos, 23,

septiembre, 2005, p. 51.

[2] Ver su clásico States and Social Revolutions, A Comparative Analysis of France, Russia and

China, Cambridge, 1979.

[3] Ver el interesante artículo de Berta García, ¨El 20 de abril, pasado y presente de un proyecto

militar corporativo¨, Iconos, 23, pp. 94-96.

[4] Correos, 75, febrero 21, 2001.

[5] La Cuarta Vía de Poder, ABYA-Ayala, Quito, 2001.

[6] ¨Ojalá Chávez nunca invite a Lucio Gutiérrez¨, Ecuadorinmediato, 05. 03. 13

7Venezuela lucha por la tierra y aprender de las luchas, Maracay, septiembre, 2004.

[8] ¨Instalado Segundo Congreso Bolivariano de los Pueblos¨, Corpozulia, 23 de noviembre, 2005.

[9] MRE - Boletínes. htm¨.

[10] ¨El chavismo apuntala su eco en Ecuador¨, Diario Expreso, 12. 07. 05.

[11] Invitación República Bolivariana del Ecuador, Novedades en Listas, 2 de septiembre, 2004.

[12] http://www.mre.gov.ve/Noticias/Presidente-Chávez/A2004/alo-189.htm

[13] Los marqueses y los bolivarianos, aporrea. org. 15. 07. 15.

[14] ¨Expansión en América Latina del Modelo Castrista¨, Mipunto. com. 01. 03. 2004.

[15] ¨Monroe, Bolívar y Fidel¨, Revista D, 3 de abril, 2005.

[16] Elcorreo_eu_org. htm

[17] Puente llaguno en Quito, Analítica. com. 25 de abril, 2005. Este interesante análisis de una

venezolana de derecha resalta las similitudes entre los forajidos y los escuálidos venezolanos para

luego expresar su asombro frente a las similitudes entre el discurso de Alfredo Palacio y Hugo

Chávez incluyendo el tema de la refudación y la Asamblea Constituyente.

[18] Para el Foro Alternativo que lideró la lucha contra Gutiérrez a principios del 2005 ver Por la

Refundación de la República, Qué se vayan todos, RedVoltaire, 21 de enero del 2005.

[19] Para la creación del llamado Polo Alternativo y sus demandas ver Ecuador Oggi arriva la

misione internazionale de defensori dei de diritti umani, PeaceLink, 3 de abril, 2005.

[20] Para la participación de activistas globofóbicos en los sucesos de abril ver Entrevista con Erika

Silva,

[21] ANNCOL - Ecuador-Alfredo Palacio debe respetar el clamor popular del 20 de abril. htm

[22] ¨Ecuatorianos viajaron a Caracas para asistir a XVI Festival¨, Prensa Latina, 8. 2005.

[23] ¨Todos contra Rumsfeld¨, IDIP , 15 de noviembre, 2004.

[24] aporrea_org - Opinión. htm

[25] ¨Forajidos advierten a Presidente Palacio¨, Ecuador Inmediato, 06-05-2005.

[26] Ver la interesante transcripción del discurso en Edison Hurtado, ¨Lo que pasó en CIESPAL,

apuntes etnográficos…¨, Iconos, 23, 2005.

[27] Ver por ejemplo participación de MB en el congreso bolivariano en Manabí,

http://www.llacta.org/notic/2005/not0625b.htm

[28] ¨El presidente desconoce brotes de violencia¨, Lukor, 23 de junio, 2003.

[29] GRAL. RENÉ VARGAS PAZZOS LOGRA “SÍ” DE VENEZUELA A PROPUESTA DE AYUDA

EMERGENTE AL ECUADOR, Congreso Bolivariano de Pueblos

[30] ¨Venezuela prestara dinero sin condiciones¨, Ecuador Inmediato, 08. 18. 2005.

[31] Volcán bolivariano-alfarista.

[32] Ver la versión del Miami Herald:

http://www.miami.com/mld/miamiherald/news/12972069.htm

[33] Ver Volcán bolivariano alfarista.

[34] Ver Palacio recalca que la Constituyente es irreversible, Diario El Universo, octubre 26, 2005.

Abril en Pedazos Cacerolada

Identificaciones

Chagras de Nuestros Tiempos

Maricón

Las voces unidas de Benetton

La inestabilidad al rescate

Créditos fotográficos

Cristina Albán

Maybritt Rasmussen

Pabel Muñoz

Radicales Libres

Introducción Radicales Libres: Educandor

Crédito: Cortesía de Beatriz León

La palabra surgió mientras andaba en automóvil, educandor, un híbrido que reúne varias

permutaciones de significado posibles. Educando, el recipiente del proceso de educación, que,

como todos sabemos, para aprender, debe dejar de recibir y empezar a transmitir; aunque

también resulta ser el gerundio del verbo educar, el proceso mismo de la educación en plena

marcha que, cuando funciona, absorbe al interior de su vorágine a todo espectador cercano.

Educador, hombre que educa, o que es o ha sido educado. Desde la perspectiva de Radicales

Libres hablamos de una iniciación en un proceso donde no hay certezas aunque sí esperanzas.

También encontramos en esta palabra un anagrama para Ecuador, aunque nos sobre una “d” ,

letra que se lee como preposición (“de” ) y que desechamos con plena conciencia de su

predilección por la propiedad, que desde estas páginas desoímos, aunque nos digan impropios.

Candor, sinónimo de sinceridad, o de sencillez. Tenemos entonces en Educandor una suerte de

descripción de la práctica educativa: educar con candor; o si se prefiere, educando

candorosamente en el ecuador. En este número pretendemos justamente sincerarnos con el

quehacer educativo en el Ecuador. Presentamos una visita y una entrevista al INEPE (Instituto de

Investigación, Educación y Promoción Popular del Ecuador), uno de los centros educativos más

notables del país y un ejemplo concreto de una práctica social transformativa, seguimos con las

impresiones de Andrea Moreno Wray estudiante universitaria y, en los últimos meses, dialogante

con una comunidad de hip hoperos urbanos en las duras calles y esquinas de Quito, continuamos

con el inicio de un intercambio epistolar (electrónico) entorno a la educación informal entre Alvaro

Alemán, editor general de LiberArte y Mary Ellen Fiewegger, profesora, historiadora, activista,

traductora, periodista y por ahora, editora del diario campesino de la comunidad de INTAG, en la

provincia de Imbabura. Por último, desde Montevideo recibimos impresiones y fulgores textuales

del educador uruguayo Francisco Bustamante que reflexiona sobre la neotenia y la preparación de

normalistas en el mundo globalizado de la Plata.

Educandor entonces, para esta entrega, abierta a la confusión y la esperanza de aquello a lo que

cantaba el gran poeta negro estadounidense Lanston Hughes: “un sueño diferido” .

NEOTÉNICOS COMO LOS AJOLOTES

Crédito: Cortesía de Edwin Fuentes

Francisco Bustamante

En uno de sus muchos cuentos magistrales, Julio Cortázar nos presenta a un alucinado sujeto que

concurre a diario al zoológico para observar a los ajolotes. Por horas los observa y loobservan, se

observan. Al cabo del cuento, el humano se convierte en ajolote o uno de estos se ha

metamorfoseado en uno de los nuestros. Los ajolotes (una palabra nahua que significa “muñeca

del agua” ) son unos anfibios que sólo se encuentran en el Lago Xochimilco en México. Han atraído

la atención de los biólogos por la rareza de alcanzar la madurez sexual manteniendo rasgos del

estado larval (como la respiración branquial). En experiencias de laboratorio que han forzado su

desarrollo maduro se ha comprobado que bajo esas circunstancias, los ajolotes se convierten en

otra especie, la más conocida y difundida salamandra. (Si te parece que yo también estoy

alucinando, te recomiendo que te dirijas a alguna enciclopedia).

Hace muchos años leí la obra La entrada en la vida. Ensayo sobre la no-terminación del hombre del

sociólogo francés Georges Lapassade. Allí, su autor toma el caso de los ajolotes para sostener su

analogía con los humanos: éstos “nacen antes de tiempo” , sin alcanzar su madurez como especie

(así lo demuestran ciertas características del cerebro y del esqueleto). Los humanos atraviesan un

largo período para completar el desarrollo de aquellos atributos que al momento de nacer sólo

tienen en potencia. A esta peculiaridad que consiste en la “persistencia en estado adulto de

caracteres embrionarios o larvarios” se la llama neotenia.

El recuerdo de esos exóticos bichos mexicanos y lo que mis discretas aptitudes científicas me

permitieron entrever sobre la neotenia, me ha estado viniendo a la cabeza en estos días de fin de

año lectivo en que contemplo a ciertos estudiantes desesperados.

Tienen sobre sus espaldas una presión enorme, la que sobreviene en el momento de egresar

definitivamente de su centro de estudios y comenzar a ejercer su profesión. Exigidos para

demostrar la adquisición de las capacidades que testifiquen sus habilidades como educadores. Son

estudiantes, pero tal vez, si han madurado o si tienen suerte, en poco tiempo se metamorfosearán

en profesionales de la educación media. Ello explica las angustias, los desmayos, las

enfermedades, la inasistencia a otras clases que no sean las vinculadas al temido examen en que

darán su última clase como “practicantes” .

Me pongo también en los zapatos de quienes deben acreditar que estas muchachas y muchachos

están aptos para enseñar a adolescentes y comprendo perfectamente que su responsabilidad es

formidable. Deben asegurarse que sueltan al ruedo de la docencia a personas capaces de

contribuir a elevar el nivel de la muy alicaída enseñanza uruguaya. Por más que los estudiantes -

sus víctimas- los ven como eso, como verdugos, habría que encarecerles a esos maduros

profesores que extremen el celo para cumplir su misión. Representan a la sociedad en la función

de comprobar que los aprendices de docentes ya están en condiciones de ejercer por su propia

cuenta. Y los miembros de la sociedad, que somos todos, queremos tener la tranquilidad de que

entregamos nuestros hijos a personas capaces de educarlos. Entre la ambición de egresar de los

practicantes y la responsabilidad de certificar sus aptitudes de los profesores, se halla

comprometida la enseñanza uruguaya y esta pulseada se debe resolver mediante la exigencia de la

mayor capacidad posible.

Sin embargo, quiero agregar mi perspectiva de cuando me hallé en ese mismo trance que describo

hace ya más de cinco lustros. Creo que del difícil arte de enseñar aprendí incomparablemente más

en los años inmediatamente posteriores a mi egreso del Instituto de Profesores “Artigas” . Ni los

cursos que recibí en las disciplinas específicas ni en las pedagógicas, ni menos aún en mis propias

experiencias como practicante bajo la vigilante tutela de experimentados profesores, me

enseñaron tanto como los primeros cursos que tuve que enfrentar bajo mi entera responsabilidad.

Recuerdo las noches pasadas en vela preparando minuciosamente las clases, luego temprano a la

mañana, tomaba el ómnibus que daba más vueltas para llegar a mi destino, de modo que podía ir

en el viaje ensayando lo planificado. Recuerdo el testimonio de mi maestro –dicho con modestia y

admiración- “El Lungo” José de Torres Wilson que contaba que el primer grupo que tuvo en

Enseñanza Secundaria fue en el Instituto Batlle y Ordóñez, unas chiquilinas que estudiaban como

locas y que lo ponían en mil aprietos, cuando estaba llegando al viejo IBO, se metía en el café que

está enfrente y se encerraba en el baño a repasar su clase como desesperado, ¡y resultó un gran

profesor de profesores y maestras que hasta cautivaba audiencias radiales por su capacidad de

comunicar densos conceptos a personas no especializadas!

Quiero decir con esto que nadie egresa de su casa de estudios profesionales siendo avezado en su

oficio, porque nadie salta del aprendizaje a la maestría por arte de magia. Todo el que estudia una

profesión egresa con un mínimo de aptitudes básicas que tendrá que desarrollar a lo largo de los

años. Por otra parte, no se adquiere la capacidad madura de una vez para siempre, si no que todo

profesional tiene un compromiso de formación permanente, de actualización de conocimientos

para ponerse al día con las novedades que las vertiginosas transformaciones del mundo imponen y

exigen. También es cierto, que muchos profesionales no se actualizan y que decaen en su calidad,

interés y dedicación a su labor, y los enseñantes no son los menos representativos de esta

tendencia.

Está claro que cualquier profesional recién egresado está apenas equipado para ponerse a ganar la

experiencia que lo convertirá en un experto en su profesión. La formación que ha recibido como

estudiante lo ha hecho un ejemplo de neotenia educativa. Por ello, pienso que quienes deben

certificar los conocimientos que poseen los estudiantes en el momento del egreso deberían

recordarse a sí mismos en aquel instante, y tal vez evocar sus traumas de parto y/o de nacimiento

y, hecho el debido ajuste de acuerdo a los cambios de los tiempos, mirar a ese balbuciente ser y

determinar si posee los conocimientos larvarios que tendrá que hacer madurar de ahora en más.

Lo contrario, sería esperar que un bebé pudiera brincar del seno materno y se pusiera a bailar

tango con cortes y quebradas.

Pancho Bustamante

Montevideo, 29 de octubre de 2005. -

Credito: Cortesía de Andrea Moreno Wray

Desde este lado del vidrio: aprendiendo el hip hop de la calle Andrea Moreno Wray

Tira esa moneda tira esa moneda. Las apuestas en el piso que ya empezó la pelea. Los gallos

empezaron a pelear, los perros al mismo tiempo empezaron a ladrar. Tira esa moneda que ya

quiero ganar.

Perlasa

Para variar las palabras están estancadas cómo no les voy a envidiar a los chamos que improvisan

y componen en un santiamén Pero mis sensaciones mis percepciones mis emociones se empujan

se chocan y se ignoran a la vez

Soy un relajo es que es difícil comprender este sistema que nos pone a unos aquí a otros allá y a

otros más perdidos que todos los que nos reconocemos perdidos

Quiero ser sincera con ustedes tuve miedo de entrar en el proyecto de dar clases de armar lazos

de ver esa realidad que está afuera escondida encerrada por nuestras mismas puertas

Cuando comencé la relación con los chamos sabía que me llevaría a cuestionar mi forma de vida y

mi apreciación de la realidad o las realidades que mis ideales mis creencias mis convicciones y

todas esas cosas que uno va agarrando para crearse y creerse se darían vuelta y que era probable

que todo se caiga y quede vacío o sea que yo quede sin relleno

Así que tenía en la mano derecha los pavores de darme cuenta de cosas escondidas y no sobrevivir

a la experiencia y en la mano izquierda la necesidad de calar las cosas y la curiosidad de ser

consecuente ¿Cómo será ser consecuente? ¿Habrá cómo ser consecuente desde aquí?

Otra vez aquí a decirte lo que pasa aquí en el Ecuador y muy cerca de tu casa

Ya estaba huyendo hacia la derecha (la mano derecha) cuando la segunda vez que les veía el

Perlasa (uno de los chamos) se me acercó me dio una palmadita en el hombro y me dijo “¡qué dice

Andrea!” Me pareció que calaba mi indecisión y mi miedo que me decía “tranquila loca” y como

quien dice “sí se puede” Con el abrazo (bueno) la palmadita del Perlasa el empujón de la Kari (la

pana que guía el proyecto) y la emoción y los consejos del Álvaro (uno de esos profes que sí me

han enseñado) que insiste en que hay que hacer las cosas y no sentarse a ver si uno las puede

hacer o no Me lancé al ruedo

Comencé el trayecto con algunas preocupaciones en la espalda ¿tengo algo que compartir que les

sirva? ¿puedo manejar una clase? ¿cómo les voy a acolitar en la composición de las letras sino

tengo idea de hip hop? si hay algo que me falta es improvisación y ritmo y para rematar la

paciencia no es uno de mis dones encima las dudas sobre el proyecto el terror al paternalismo y

¿será que sirve de algo todo esto?

Enseñar aprender/ Entregar dar

Muchos de mis profesores y profesoras han dicho estoy para enseñar pero también para aprender

de ustedes (a algun@s les creí pero a otr@s se les notaba que no gustaban del lugar del aprendiz)

ahora soy consciente de que no es fácil enseñar ni tampoco aprender es algo tan complicado

como dar y recibir en cualquier relación humana (afectiva laboral sexual o cualquier otra

categoría)

Los chamos tienen otra realidad que yo no puedo conocer ni juzgar están habituados a otros

códigos sociales y a otras formas de relacionarse Ser consciente (de verdad) de eso transforma lo

que yo espero y pido del otro (Sí llegar a la reciprocidad en las relaciones es un drama) ¿Cómo

lograr una relación que no caiga en la imposición y trabaje en función de una transformación

individual y colectiva?

Sea lo que sea digo que he aprendido mucho aunque me queda la impresión de no haber logrado

transmitir esas cosas que les podía servir a ellos Mientras hablaba me preguntaba si me estaban

escuchando si me estaban entendiendo si les estaba sirviendo además ellos esperaban que yo

corrija sus canciones para que queden listitas pero como dice el Ramiro Noriega “yo no corrijo

textos” porque eso me enseñó (aunque no lo aplique del todo todavía) hay que trabajar sacar

versión tras versión hasta quedarse con una Así que sentí la desesperación del otro lado ver

talento pero que va lento y de pronto a mí me toca incentivar al trabajo ¡cómo les caché a mis

profes! ha sido cosa complicada.

Te venimos a contar a la crisis no le juegues que te puede castigar

Esto de la reciprocidad me trae una sensación que me viene bastante al salir del trabajo con los

chamos yo estoy entregando y buscando mejorar mi entrega dando mi tiempo mi atención y lo

que les pueda servir de mi experiencia como estudiante y con mi proceso creativo al igual que

ellos están dando su tiempo que por cierto lo necesitan para trabajar y lograr pagar el hotel y la

comida diarios pero no creo que hay una apertura de parte de ellos para comprender al otro y no

juzgarlo (o sea a mi) yo soy la aniñada que es buena nota pero no dejo de ser una ricachona

guapetona que no tiene que luchar por nada en la vida El prejuicio no me gusta pero el asunto es

más complicado que eso ¿qué es lo que ellos ven? y ¿qué puedo decir yo frente a eso? que soy

ricachona seguramente frente a ellos sí lo soy y frente a otros ni fregando Ahí está la cosa no

tendría por qué depender de la comparación unos tienen más por que otros tienen menos no sé el

asunto me confunde

Ya que estoy escribiendo con sinceridad descubrí que me siento culpable me veo afortunada por

los taitas y ñaños que tengo y las oportunidades que me han caído del cielo soy consciente de que

las cosas me han resultado más fáciles que a mis taitas y mucho más fáciles que a los chamos pero

no creo que la solución esté en sentirme culpable tal vez soy cómplice pero mejor no acusarnos Si

buscamos culpables terminaremos todos anegados e inmóviles es un problema que está y hay que

ver qué se puede hacer

El espacio que compartimos es de los pocos lugares en los que consigo estar ahí y en ningún otro

lado si me despisto un segundo los guambras se van se arma el relajo se dan de quiños cualquier

cosa La violencia a la que están acostumbrados es tenaz pero es lindísimo ver como entre la

rudeza que aparentan la dulzura se les escapa.

¿Vivir del arte?

La idea del proyecto es que los chamos dejen de trabajar y vivir en la calle y que el arte sea una

herramienta de trabajo para ellos Me parece chévere porque tienen un talento impresionante

además los resultados de un proceso creativo totalmente distinto al académico enriquecen un

montón al arte ¿Quién dijo que el arte es un privilegio de las élites? las galerías son un privilegio

de las élites no la pintura o la escultura los coliseos son el privilegio no la música los teatros y no la

representación Los chamos no saben escribir pero no dejan de componer tienen una memoria

asombrosa y si algo se olvida capaz que algún pana se acuerda y si no inventan otra cosa y ya

Mi idea nunca fue llevarles a componer canciones protesta anti TLC anti capitalismo o qué sé yo si

no que se apropien de su voz y decidan qué es lo que quieren lograr con ella que cachen que en el

espacio del arte pueden ser escuchados y reflexionen sobre qué es lo que quieren decir

Un problema que tuve con el proyecto es que persigue resultados casi inmediatos por que

obviamente los chamos necesitan mantenerse económicamente pero el arte es el resultado de un

proceso y como todo proceso tiene etapas evolución hay que caminar (cada uno a su ritmo y en su

camino pero hay que caminar) no se puede obviar el proceso artístico para conseguir los

resultados económicos

Me preocupa que los chamos tengan falsas espectativas es un proceso que demanda tiempo

trabajo dedicación que te hurga por dentro pero me da la impresión de que creen que con unas

clasesitas y una que otra repasadita van a ser famosos y tener plata y comprarse un carro para

pasar por los semáforos y seguir cuando la luz se ponga verde sin tener que quedarse estancados

en la esquina Ahí es cuando dudo si hay chance de cambiar las cosas pero ¿qué puedo decir yo

desde este lado del vidrio?

Chuta y ¿desde cuándo es fácil vivir del arte? Sin ir muy lejos yo no tengo idea de qué voy a vivir el

rato que se me acabe el sucre y me toque mantenerme (y quién sabe a cuántos además de mí)

entonces ¿con qué cara les voy a decir que el arte les va a sacar de la calle?

Jamil Noboa Lucio todos desde el Palacio que nos prometió que nos ayudaría dándonos empleo

pan techo y comida. Pero no fue así pues nada cambió y en vez de bajar lo dolarizó. Todo lo que

baja tiene que subir. Pues pun, suben el arroz suben el aceite, no se que está pasando con el

presidente.

Crédito: Cortesía de Andrea Moreno Wray

Crédito: Cortesía de Andrea Moreno Wray

De: Alvaro

Para: Mary Ellen

Querida y recordada Mary Ellen: Qué grato es encontrarte de nuevo en este lugar abierto, el de las cartas. Hemos dejado de

corresponder por ya varios años (salvo el ocasional mensaje largo en el correo electrónico) y

confieso que tus apreciaciones sobre el placer epistolar, hechas hace ya tanto tiempo, nunca me

han abandonado del todo. Extraño el recibir y abrir cartas y enviarlas, sobretodo extraño el gusto

de leer un texto bien escrito dirigido a la particularidad de mi experiencia y la oportunidad de

responder con el rigor, la lucidez y el sentido de intimidad necesarios en ese ejercicio. Henos aquí

nuevamente pues, gringa, crecidos y distintos y ante una nueva circunstancia (¿ semi pública?) que

reclama nuestra atención.

El asunto es entonces la educación, pero no en un sentido convencional, sino como una pregunta

abierta. Para ponerlo en el lenguaje que elegí al proponer la sección Radicales Libres de la

publicación que, hoy por hoy, nos aloja o presta espacio se trata de pensar en una educación sin

garantías. Lo que tengo en mente al escribir aquello tiene mucho que ver con la necesidad de

retirar a la educación el cheque en blanco que recibió allá por el S XIX, con la fundación del

proyecto liberal. Me refiero al respaldo ideológico de postular el esfuerzo educativo como tarea

del Estado y como obligación del individuo. Este “pacto” , que deja sentadas las bases para la

institucionalización de la enseñanza y el aprendizaje (su conversión en un formalismo) enmarca

todo esfuerzo sucesivo que intente expresar el éxito o el fracaso del proyecto nacional (entre otras

cosas) Creo que a estas alturas esa lógica ha dejado de funcionar y que más bien hoy día vemos

que la educación no asegura, de por sí, ni el ascenso social ni el mejoramiento de los índices de

producción.

Claro que todo esto requiere pensar en qué entendemos por educación y qué función social

pensamos atribuirle. A mi entender la educación (me abstengo de decir la “verdadera” educación

por razones que se verán más adelante) no debe consistir ni en la producción de una

alfabetización funcional (aprender a leer, escribir y realizar operaciones matemáticas básicas) ni en

la reproducción automática y exclusiva de los saberes vigentes (conocimientos técnicos, modelos

de procesamiento de la realidad, socialización en las distintas profesiones). El asunto es complejo y

lo es más precisamente por el intento de pensar la educación al margen de su marca legitimante;

es decir, sin la garantía automática de que educar = progresar. Stuart Hall, un gran pensador

británico, migrante jamaiquino al Reino Unido, intenta hacer algo similar ante el marxismo: pensar

ese gran sistema de conocimiento sin el respaldo artificial de la victoria asegurada/augurada por el

materialismo dialéctico. ¿Qué sentido tiene hoy, en pleno triunfo global del capitalismo, regresar

sobre las categorías marxistas? Sea el que fuere ese sentido, no se puede ya confiar en la victoria

inevitable del proletariado (y en su conscientización detenida).

Digamos entonces que lo que te propongo es pensar la educación como una pregunta abierta,

inquietante, urgente, misteriosa porque ciertamente creo que lo que nos propone (o lo que yo

percibo) es la pregunta sobre el estar juntos o sobre la comunidad. Esta pregunta nos ha estado

vedada en los últimos siglos por el Estado nacional que ha propuesto una narrativa de

emancipación, una historia de libertad personal manejada por las instituciones educativas prestas

a hacernos libres mediante el acceso a la información (junto con una desaparición acelerada de

toda esfera pública). Por otro lado encontramos el modelo de un Estado multinacional corporativo

interesado en agregar a los individuos como consumidores de “productos educativos” . Entre el

Scylla de la libertad individual (¿una nueva forma de erudición?) y el Caribdis de la

comercialización educativa, ¿qué dirección tomar?.

En todo esto juega un gran papel mi propia experiencia educativa y mi propia labor como

educador en una institución universitaria, te confieso que mi visión al respecto, extraída de

muchas lecturas y lamentablemente pocas conversaciones apunta a la necesidad de un ejercicio

pedagógico (y aquí ya descendemos al nivel de la práctica educativa) que intente cuestionar la

llamada de sirena (para continuar con mis alusiones a la Odisea, creo, apropiadamente) de la

autonomía y la autoridad en mis estudiantes (y en mí mismo) y que apunte hacia la instrucción

como un sistema de obligaciones mutuas. En palabras de Bill Readings, uno de mis guías en esto

(en su estupendo The University in Ruins) se trata de pensar la enseñanza no como una búsqueda

de la verdad sino como una búsqueda de justicia. En mis mejores momentos en la sala de clases

percibo que la fuerza trasgresora de la enseñanza no descansa tanto en los contenidos impartidos

(que por momentos me parecen intercambiables) sino en la forma en la que la pedagogía

mantiene abierta la temporalidad de la pregunta (piensa en las preguntas retóricas cuando

funcionan en una sala de clases) de manera que ésta resista la clausura, ya sea en la forma de la

entrega de calificaciones o de títulos de grado.

Por esto es que tengo tanta curiosidad por tu trabajo, por saber la manera en que encaras la

situación (¿educativa?) de manejar el periódico de INTAG, la preparación de “escritores/as” , la

estructura organizativa del proyecto, los enlaces con la instrucción formal, el verdadero encuentro

con una alfabetización desatada de lo exclusivamente útil. Me interesa conocer tus opiniones

sobre esta posibilidad de “producir comunidad” por medio de la educación y de hacerlo al margen

del sistema formal de instrucción. Si bien para alguien como yo, inserto en el seno de la

universidad privada el “abandono” del Estado es un asunto, como dirían tus compatriotas,

“académico” , para ti y para tu comunidad esto se debe sentir de una manera completamente

distinta.

Pues me detengo aquí querida ME, curioso por conocer tus opiniones e interesado por extender el

alcance de este Inicio, tu amigo de siempre,

Alvaro

De: Mary Ellen

Para: Alvaro

Querido Alvaro,

Chuta, Álvaro, ¿por dónde comenzar? Con el tema más sencillo de los múltiples y muy

complicados que has tocado (con tu elocuencia de siempre, por cierto): el correo. Me refiero al

terrestre y no al electrónico que ha empujado a su antecesor al filo de la extinción. Al presentarse

algo nuevo en el hábitat de cualquier otro animal (y somos animales, por más que a muchas

personas les duela este hecho innegable), dicho ser se acerca con mucho cuidado, observándolo,

estudiándolo, husmeándolo y dándole empujecitos con el hocico o el pico o la pata, para ver cómo

reacciona, y se hace un sin fin de preguntas (los seres no humanos también tienen sus lenguajes),

hasta tomar una decisión sobre cómo proceder. Nosotros, en cambio, siendo bastante brutos (y

brutas también, pero en vista de la distribución de poder a lo largo de la historia humana, casi

todas las decisiones que nos han llevado a la situación crítica en la que estamos han sido tomadas

por el macho de la especie, otro hecho innegable), aplaudimos cada uno de los inventos que La

Ciencia nos presenta, sin pensarlo ni una y mucho menos dos veces, porque lo nuevo significa para

nosotros El Progreso con mayúscula, y nos hemos dejado convencer de que El Progreso es siempre

y en todas partes bueno, buenazo.

Pero volvamos al tema inicial: el correo terrestre. O la carta y qué es lo que estamos perdiendo

con su desaparición. Una carta se hace con cuidado y también, en la mayoría de los casos, con

cariño (al no tratarse de una carta escrita para mandarle a su destinatario a la mierda, pero hasta

en esta circunstancia el cuidado es un requisito). Ahora, c uidado en inglés es care, y el Diccionario

Internacional Simon y Schuster Inglés-Español indica que para care/cuidado existen varios

equivalentes: solicitud, atención, cautela, detenimiento, preocupación, ansiedad, inquietud. Diría

yo que una carta dirigida a un amigo/a, hija/o, amante, compañero/a apreciado/a, en fin, a una

persona querida, conlleva todas estas características. O sea, para que escriba una carta a tal o cual

persona, me tiene que importar suficientemente para que me ponga a expresarme con atención y

cautela y detenimiento porque, en primer lugar, estas palabras están allí, en un papel que va a

durar, un papel que yo he tocado, que la persona que lo recibe va a tocar, que será tocado por

varios desconocidos en su viaje, porque viaja, pero de veras. En fin, una carta es algo palpable que

ocupa espacio y tiempo.

Y, ¿el correo electrónico? No mandamos cartas sino mensajes, la mayoría obligatoriamente mal

escrita porque algún duende en el ciberespacio hace una sopa indescifrable de las enyes y tildes,

así que para ser entendidos convertimos los años en culos pero a nadie le importa porque lo que

cuenta no es la calidad sino la cantidad. Y para colmo, nos encanta este invento y aplaudimos cada

descubrimiento que nos hace posible recibir en menos tiempo más y más y más y medimos

nuestro valor vís-a-vís nuestros colegas/compañeras/ñaños/conocidas según el número de correos

recibidos. Un día en un futuro no muy lejano nadie comprenderá, sin múltiples anotaciones, lo

tierno, lo atento, lo cuidadoso de escritos como éste: “Cuando don Simón se marcha, Manuela

pide que le alcancen el cofre de plata. Lo abre con la llave escondida en el pecho y acaricia las

muchas cartas que Bolívar había escrito a la única mujer, gastados papeles que todavía dicen:

Quiero verte y reverte y tocarte y sentirte y saborearte. . .” . *

De hecho nos hace falta un don Simón. Sus ideas, al ser aplicadas en las escuelas y colegios, harían

un mundo de bien aquí o en cualquier parte. Escribió, por ejemplo, estas palabras: “La sabiduría de

la Europa y la prosperidad de los Estados Unidos son, en América, dos enemigos de la libertad. . .

Los estadistas de esas naciones no consultaron para sus instituciones sino la razón; y ésta la

hallaron en su suelo. . . ¿Dónde iremos a buscar modelos?. . . Abramos la historia: y por lo que aún

no está escrito, lea cada uno en su memoria” . *

Creo que esta cita nos lleva —por fin— al meollo del asunto: ¿Qué es lo que pretendemos con el

periódico INTAG? Como bien lo expresas, la visión que tenemos de nuestro medio comunitario es

netamente educativa. Pero entendemos la educación de nuestra manera. No tiene nada que ver

con lo que pasa en las aulas (mejor dicho, lo que no pasa, y que no puede pasar, debido al

ausentismo crónico de las maestras —y la mayoría son mujeres, por obvias razones— en las

escuelas rurales, ausentismo que llega a índices que serían escandalosos si se tratara del cuerpo

docente de los hijos e hijas de la gente de peso de este país y no de las hijas e hijos de campesinos

no más) de Intag y de otros sitios similares. Una buena parte de nuestra visión tiene que ver, como

tú lo mencionas, con “producir comunidad” .

Quieres saber cómo lo hacemos, pero ya te he hablado largo y me imagino que se está acabando

el espacio, así que guardo los pormenores para una próxima carta, dejándote con esta pista.

Ponemos mucha énfasis en el suelo y la memoria, dos elementos mencionados por Simón

Rodríguez. Y todo lo que hacemos, intentamos hacer con muchísimo cuidado, palabra

íntimamente relacionada con la palabra cura, un vocablo latín que es el nombre de una deidad

romana que, según se dice, hizo lo siguiente:

Un día la diosa Cura estaba cruzando un río cuando le llamó la atención un montículo de arcilla y

comenzó a moldearla. Y en eso llegó Júpiter y Cura le pidió que animara a la nueva criatura que

había creado y el dios accedió a la solicitud de su colega. Luego tanto Júpiter como Cura quería

ponerle su nombre. Tierra intervino también, insistiendo que le pusiera el suyo. Finalmente, para

resolver la disputa las tres deidades consultaron a Saturno, dios del tiempo y, por ende, el más

sabio de todos y el árbitro final del destino de todas las cosas. Y Saturno decretó que puesto que

Júpiter le había dado a la criatura su espíritu, lo recibiría cuando muriera, y en vista de que de

Tierra era el cuerpo, el cuerpo volvería a Tierra y la criatura se llamaría homo, un vocablo parecido

a humus, que quiere decir tierra. Finalmente, Saturno proclamó que a Cura, quien dio forma al

nuevo ser, le pertenecería a ella mientras viviera. **

Abrazos,

Mary Ellen

*Eduardo Galeano, Las caras y las máscaras, tomo II de Memoria del fuego, México:

Siglo XXI, 1984, págs. 211 y 216.

**Adaptado y traducido por la autora de: Bruce Rich, Mortgaging the Earth. The World Bank,

Environmental Impoverishment, and the Crisis of Development, Boston: Beacon Press, 1994, pág.

318.

INEPE: ejemplo y temple en el cerro Ungüí. Alvaro Alemán y Beatriz León.

El INEPE (Instituto de Investigación, Educación y Promoción Popular del Ecuador) nació de una

experiencia de trabajo popular en los barrios occidentales del sur de Quito hace 20 años. Su sede

está al pie del cerro Unguí, en el camino viejo que conduce a la parroquia de Lloa, en el sector de

Chilibulo, al sudoeste de Quito. El INEPE, además de un grupo de educadores, administradores,

padres y madres de familia y estudiantes de distintas edades, es un lugar de diferencias. Diferencia

a nivel del enfoque educativo, que intenta integrar la visión conscientizadora de P Freire al

contexto de un plantel educativo íntimamente vinculado con la comunidad a la que presta sus

servicios; diferencia con relación a la infraestructura, que, sin ser la mejor del país, ofrece al

estudiantado modernas instalaciones, equipos actualizados y una biblioteca bien nutrida;

diferencia a partir de la diversidad del alumnado y el profesorado, compuestos ambos por una

amplia y representativa gama de nuestra población: gente con discapacidades físicas y mentales,

personas de todas las razas y de varios niveles socioeconómicos, hijos e hijas de campesinos,

obreros, profesionales, servidores públicos. Pero la mayor diferencia, con seguridad se percibe a

partir del clima de alegría y esperanza que se respira en cada esquina del recinto educativo: niños,

niñas y jóvenes entusiastas, bien uniformados, alertas y alegres. Y al interior de las aulas más de lo

mismo: participación, diálogo, curiosidad, asombro permanente. Nos encontramos así, en un lugar

verdaderamente excepcional y nos apresuramos a agotar nuestro fardo de preguntas: ¿cómo se

inició todo esto? ¿Cómo se mantiene vivo? ¿Cómo es estar aquí, por dentro?

La realidad es que, después de mucho tiempo de pensar y leer sobre estrategias educativas,

planes, proyectos y metodologías, después de años de enseñar y aprender a distintos niveles y en

diferentes establecimientos, lo que vemos, oímos, preguntamos, observamos, sorprende. Entre

otras cosas porque no habíamos escuchado nunca antes sobre la existencia de un proyecto como

el que tenemos al frente, y que, pronto descubrimos, tiene 20 años de experiencia. Sorprende

también ver la frescura y curiosidad de nuestros interlocutores y su evidente orgullo al mostrarnos

el fruto de sus esfuerzos: Edificios amplios y bien tenidos, laboratorios apropiados, salas equipadas

y llenas de luz pero sobretodo, estudiantes lozanos y abiertos al diálogo y aprendizaje.

Hablamos con Patricio Raza que nos explica el inicio de este proyecto, hace 20 años, con un grupo

de jóvenes educadores que, a partir de los planteamientos de la educación popular, inspirada en la

práctica pedagógica de Paulo Freire, inician un proceso, junto con los pobladores de la zona, que

eventualmente se convertirá en este centro educativo ubicado al pie de un cerro, con una

majestuosa vista al valle sur de Quito y con la aún más inspiradora visión de un grupo de maestros

convencidos y de niños y jóvenes alegres y entregados a la tarea educativa. Para hablar en

términos cercanos a nuestros hábitos linguísticos, la educación popular consiste en abandonar la

práctica de “dar pensando” , de “dar hablando” y de “dar escribiendo” ; es decir, buscar socios

activos y participativos en los educandos, para la formación de líderes democráticos al servicio de

sus dirigidos, en la promoción de la rendición permanente de cuentas. Todo este proceso amplio

se sistematiza hacia 1989 con la constitución de una escuela formal, que intenta integrar las

diversas experiencias y vivencias hechas en la comunidad. Es importante entender que este

espacio educativo es el que los educadores eligen no sólo para los habitantes del barrio que

buscan servir sino para sus propios hijos e hijas.

La necesidad de contar con maestros y maestras capaces de empujar un proceso educativo

transformador desemboca en la creación de una Escuela de Formación Docente que busca

capacitar e integrar experiencias innovadoras en la práctica educativa a la vez que vincularse a un

esfuerzo permanente de aprendizaje para el cuerpo docente. A esto se suman talleres en las

distintas áreas de estudio. En primer lugar un Programa de Lenguaje y Comunicación, dirigido por

Simón Espinosa y posteriormente Programas de Matemáticas, de Desarrollo personal, en los que

reciben el apoyo de distintos centros educativos del país junto con el aporte de instructores e

individuos destacados en sus respectivos ámbitos: expresión corporal, salud mental y corporal,

arte. La investigación también forma parte clave del proceso y se introduce como un instrumento

de evaluación y de autoevaluación entre docentes y alumnos. La idea es una actualización

constante, con currículos exigentes, dirigida a una población que responde a las necesidades y al

reto de esta manera de hacer.

Patricio Raza nos habla, en nuestro recorrido a través del Centro, equipado de manera consciente

y suficiente, de las normas de convivencia y del compromiso establecido entre educadores y

miembros de la comunidad. Un compromiso de “dar lo mejor” de cada uno para el centro, de

manera que no se escatime esfuerzo ni actividad en la búsqueda de una educación y de una

comunidad de responsabilidades compartidas. De hecho todas las instalaciones físicas se

encuentran impecables, “nadie ensucia ni vandaliza” nos dice Raza, “porque esto es de todos” .

Y sorprende este concepto de una economía solidaria, en donde los pobladores del sector, que es

un sector de pobreza, contribuyen de acuerdo a sus posibilidades. Raza escribe de esto en

términos en que la palabra esperanza se repite: “El INEPE representa un espacio de esperanza y

futuro para los pobres y excluidos de nuestro país, por medio de un proceso en el cual se

construye un mundo en donde las relaciones económicas se fundamenten en la solidaridad, las

relaciones humanas en la tolerancia y comunicación desde la esencia de cada ser; un mundo en

donde todos vivamos con felicidad, en íntima armonía y relación con el planeta y el universo.”

Iniciamos un diálogo con los educadores del INEPE en la cafetería del lugar, entre sorbos de sopa y

el clamor alegre de los comensales:

LiberArte: ¿ Cuál es el punto de partida de un proceso educativo como el que Uds. Lideran?

INEPE: Hemos optado por otra propuesta que es la de la educación popular

La educación como práctica, la educación como participación, dialogo de saberes. En un país tan

diverso como el nuestro eso es indispensable, se parte de la comunicación y la solidaridad.

Entonces se intenta integrar las distintas áreas, el lenguaje, las matemáticas, las capacidades

creadoras infantiles, con el desarrollo de nuestra cultura, de las distintas cosmovisiones a nuestro

alcance y se busca construir una educación de calidad. Entonces cuando tú estás en el aula y miras

que estos son nuestros niños y jóvenes concretos y que hay que educar y ayudar, es otra cosa no?

Buscamos entonces una educación a nuestro alcance, pero de calidad, para los 40 ó 50 niños y

niñas, entonces, la realidad va por eso, entonces si tomamos esa experiencia que les decía, desde

la academia, la vivencia, la educación integral, estamos a cargo un grupo de educadores populares

y otros profesores de todo lado que se buscan vincular un currículo a partir de nosotros y acorde a

lo que somos no? Al desarrollo infantil y de los jóvenes, nos ha permitido crecer realmente. Hay

que buscar calidad educativa en el país, que cuesta, nos ha costado esfuerzo, sacrificio e intención

de vida no?

LiberArte:

Yo estoy muy impresionado por tu selección de términos: Calidad. Porque si seguimos a Bill

Readings por ejemplo, un autor canadiense, autor de La Universidad en Ruinas que rastrea los

cambios en el aparato institucional de educación superior a partir de los movimientos sísmicos de

la globalización. Bien, Readings sostiene que hay una manera de reemplazar el discurso antiguo de

la universidades en Occidente, junto a su discurso de las Artes Liberales y la instrucción de los

individuos para mejor servir al Estado, por otro discurso, el de la excelencia. Dice que la excelencia

no sirve como contenido, que es una forma vacua, aceptada por el discurso vigente pero

absolutamente maleable a cualquier tipo de criterio o propuesta; en otras palabras, que la

excelencia no significa nada, o a la inversa, que puede significar cualquier cosa. Por eso me

impresiona tu recurso a la calidad, que apunta a una categoría clara de rendición de cuentas

educativas, a diferencia del discurso falso de la excelencia. ¿Qué tienes en mente al hablar de

calidad, cómo se mide, qué es la calidad?

INEPE:

Tú sabes que en la educación popular hay una ruptura epistemológica entre la labor educativa e

investigar en el quehacer humano, no tirando hacia el modelo paternalista de las estadísticas que

no mide lo que queremos medir. ¿Cómo mides la labor del educador en el aula? ¿Cómo mides la

calidad de la relación que tienes con tus alumnos si no incorporas el sentimiento al proceso

estadístico? Se trata entonces de un proceso de integración de saberes y de tolerancia en donde

se busca el conocimiento otro, el conocimiento del Otro. Y todo aquello a partir de un aprendizaje

compartido. Eso es bien difícil en un sistema como el nuestro en donde la educación y la salud son

terriblemente autoritarios. Entonces queremos buscar una síntesis, ni una búsqueda absoluta de

lo cuantitativo en detrimento de lo cualitativo ni lo contrario. Se trata de buscar una educación

compartida, evitando la sanción arbitraria y en búsqueda de valores concretos como la

solidaridad. La cosmovisión andina, la del mundo negro y del mundo de las comunidades

amazónicas es una visión de solidaridad, de valores y de renovación profunda, ese es un punto de

partida para una revisión de lo educativo en el país, porque eso está ahí.

LiberArte:

Lo que creo que entiendo entonces parte de una diferencia radical de la práctica educativa basada

en el modelo liberal, porque desde ahí se concibe al individuo como un recipiente vacío dispuesto

a llenarse con conocimiento para proceder a ser libre, como individuo y lo que señalas más bien

implica un procedimiento participativo en donde el proceso es colectivo y pasa por una solución

común. Otra manera de decirlo es que el INEPE como proyecto puede leerse o como un ejercicio

dependiente (de la participación de la comunidad, de financiamiento externo) y precario o como

un proceso de solidaridad interno y externo a la vez. La diferencia radica nuevamente en una

precisión terminológica que denota un enfoque diferente: una decisión entre dependencia y

solidaridad en donde el primer término se vería como algo inconcluso y deficiente y el segundo

como algo necesario e imprescindible.

INEPE

¿Nos estás tomando la lección no?

LiberArte:

Ahora, ¿cómo dotar de contenidos a frases trilladas del proceso educativo ecuatoriano, como por

ejemplo, “a menos educción más corrupción” que es una verdad más grande que una catedral

pero que no nos da pistas sobre cómo proceder?

INEPE

Eso tiene que ver con el cómo educar en democracia. Y la respuesta pasa también por la frase

repetida mil veces en el pasado: con el ejemplo. Para que la escuela no se detenga en sus propias

puertas debemos participar continuamente en una conversación extendida con la comunidad

porque existe un doble discurso que los estudiantes están perfectamente en condiciones de

percibir y cuando observan que las cosas no son iguales al interior y afuera del proyecto y que sí

existe un compromiso de hacer las cosas de manera distinta, entonces podemos pensar, soñar en

una diferencia consustancial. En parte para lograr aquello debemos contribuir a la construcción de

una autoestima de todos nosotros, para demostrar que es posible abandonar la desesperanza,

para construir de forma rigurosa, con apego a lo que somos, un Ecuador fraterno, honesto y

solidario.

LiberArte:

¿Y eso se puede?

INEPE:

Sí, pero requiere de una relación de iguales, que es un asunto muy complejo de

Lograr en un tipo de sociedad como la que nos rodea, excluyente, opresiva, en

Donde prima la competencia desleal, el individualismo rampante. Se debe partir

De un diagnóstico de quiénes somos no? Y eso incluye el propio autoconocimiento de los

educadores, que debemos conocer nuestras propias locuras, antes de impartir nuevas locuras a los

estudiantes; se trata de un proceso que no termina, que implica reunir todas las partes dispersas

de un proyecto educativo; esto es, saberes cotidianos, aportes científicos y técnicos, conocimiento

corporal, artístico, espacial, trabajo intelectual y también afectivo, autoestima, construcción de

grupos, aportes en salud, investigación, capacitación continua y eficiente, etc. Porque hacer

educación en definitiva es hacer una vida entera y no solamente una actividad. Pretendemos

formar agentes de cambio, miembros activos y líderes comunitarios dispuestos a participar en la

tarea de lograr un cambio a través del compromiso. . .

LiberArte: ¿Así de fácil?

INEPE: Así de difícil

Credito: Cortesía de Departamento de Arte Crónicas

Caída Libre

Introducción Caída Libre: Crónicas.

Hace poco tiempo, el director y guionista ecuatoriano Sebastián Cordero fue elegido por una de

las grandes corporaciones mundiales de cine para dirigir una película de próxima aparición. La

prensa ecuatoriana celebró el acontecimiento con bombos y platillos y Cordero fue aplaudido y

entrevistado por la mayoría de los medios del país. Dentro de este contexto, sorprende la ausencia

casi absoluta de una mirada crítica sostenida sobre la obra de este cineasta cuyos largometrajes

(Ratas, ratones y rateros y recientemente, Crónicas) constituyen, a no dudarlo, algunos de los

documentos más importantes dentro de la cultura del Ecuador de los últimos tiempos. Caída Libre

se propone entonces, dar a la última obra de Cordero (Crónicas) el tratamiento crítico que hasta

aquí no ha obtenido: se trata de tres trabajos largos que abordan la cinta desde distintos

enfoques: en el caso de Gabriela Alemán, la historia cinematográfica nacional y la globalización;

para Alvaro Carrión, el afecto y los sentidos, para Alvaro Alemán, la literatura ecuatoriana y el cine

canónico. Queremos contribuir con estos ensayos a la creación de una crítica de cine más rigurosa

y menos impresionista que la que circula en los medios impresos a la vez que buscamos abrir un

espacio teórico más amplio para abordar el cine que se hace en el Ecuador.

El segmento también incluye reseñas sobre tres importantes textos publicados y difundidos hace

poco tiempo y que presentan perspectivas de gran interés para quienes nos interesamos por leer

nuestro entorno. Se trata de La globalización desde la mitad del mundo de Michael Handelsman, A

la zaga del animal imposible, de Iván Carvaja, Memorias de un sicario económico de John Perkins

y America latina desigual y descentrada de Martín Hopenhayn. Confiamos que los contenidos de

esta entrega estén a la altura de las expectativas de nuestras lectoras y lectores y como siempre,

aguardamos con gran interés sus comentarios y criterios.

Credito: Cortesía de Departamento de Arte Crónicas

La riesgosa naturaleza de lo Barroco: una mirada a Crónicas Gabriela Alemán

El 24 de septiembre (2004) fue el día que se estrenó comercialmente Crónicas en Ecuador, se

había presentado para ese entonces en el Festival de San Sebastián y en Cannes, donde integró la

sección “Un Certain Regard” de dicho festival. Se estrenó en Ecuador ocho meses antes de

lanzamiento mundial para que pudiera competir en la edición 2005 de los premios Oscar, en la

categoría de Mejor Película Extranjera. Fue pre-seleccionada junto a 49 otras películas que

compitieron por eso galardón. Entre los premios que ha logrado están los de mejor película, mejor

guión y mejor actuación (Damián Alcazar) en el Festival de Guadalajara (2005). Crónicas es el

segundo largometraje de Sebastián Cordero, en 1999 había dirigido y escrito el premiado Ratas,

ratones y rateros que ayudó a insertar a Ecuador, aunque precariamente, dentro del

actual boomdel cine latinoamericano.

My interest in this paper is to look at this film, co-produced by the Mexican Anhelo (Alfonso

Cuarón) and Tequila Gang (Berta Navarro and Guillermo del Toro), as an intersection of various

categories: those of authenticity, tradition and ethnography. These categories shape and, in many

ways, are shaped themselves by the international market and what it expects (or is thought to

expect) of Latin American films.

I would first of all like to explore what “authenticity” implies when speaking of film. In many of the

international and national news articles or reviews that have come out after “Crónicas” release,

the emphasis on the “real nature of the film” (El Comercio, Sept. 2004) or of it “being based on

true events that reflect aspects of the harsh Latin American reality” (http://www.doncinema.

com , 19/02/05), emerge again and again. This continual reference to its documentary nature, a

bona fide assurance that it functions as film, dates back to an earlier epoch of Latin American film,

to that of the New Latin American Cinema Movement which revolved around the concept of a

Third Cinema. A movement whose heyday was in the late 1960s. Forty years later it still seems to

be what is expected of Latin American Film, in and outside of Latin America. As Robert Stam points

out:

Third World filmmakers are supposed to speak for the oppressed… This Third-worldist film

ideology risks installing a formula for a correct cinema, but one which ignores the…traditions of

particular countries” (Stam: 2000, 283).

What complicates this insight, an insight which would permit critics to see Ecuadorian film in a

new light, is that “the tradition” which Stam speaks of is a lacking signifier in Ecuadorian cinema.

Since 1924, when the first feature fiction film was exhibited in Ecuador, till this day, only 40

feature movies have been made. Of those movies, those shot between the decades of 1920 to

1960, none exist; of those made and exhibited during the 60s and 70s, none are in circulation. The

national “Cinemateca” does not have copies of them, nor do they exist in video clubs or stores.

These are movies that have not been seen by the new generations of filmmakers and the public at

large and which have been black-listed because of their “commercial” nature in the few

Periodicals or Journals that have published articles concerning Ecuadorian film (Revista Cultura,

Cuadro a Cuadro). What is interesting about them, and especially in regard to this paper is that

they were mostly (7 of the 11 movies) co-productions with Mexico, as is “Crónicas” . Now, if there

exist no national referents, if an “Ecuadorian filmic tradition” is not in place; when representing

the country on screen, who does the filmmaker dialogue with? Whose gazes does she or he

confront?

Rey Chow points out that, “Like writing, filmmaking, too, is conditioned by the utterances of

others, the references other made in and of the past” (Chow: 2000, 176). She goes on to argue

that “a film about one's own culture is a certain kind of homecoming, how does one go about

mediating between the desire for portraying that “home” exactly as one thinks one knows it and

the allure of multiple images that are already made by others and seen…by others? (177).

Authentic, in many ways, can be defined as anything that is untainted by the gaze of others. With

this in mind, let us return to how Ecuador has been perceived on screen in more recent times;

those gazes that have reached Cordero's generation and those following his. The only national

reference would be Camilo Luzuriaga's oeuvre, composed to this day of 4 films (La Tigra, Entre

Marx y una mujer desnuda, Cara o Cruz and Mientras llega el día), three of which are based on

adaptations of canonized works of literature and all of which relate to the construction of a

national identity and which, esthetically, pertains to “auteur” cinema. One of the movies is a

historical piece set in the XIXth Century, the other is set in the idealic and nostalgic past of the

1930's, another in the turbulent years of the 70s in Ecuador and, finally, the last is set in the early

XXIth century. The central characters of all of Luzuriaga's films are middle class intellectuals and it

is in this locus: that of the middle class, that we see represented on film.

The “Other” gaze, that of the international representation of Ecuador on screen since the 1980s till

this day is pregnant with contradiction: Ecuador has served as a sort of empty signifier, a void to

be filled. When in the late 80s, Ken Kwapis, hanging on the tail of the highly successful “Indiana

Jones” series -shot in exotic locals around the world- looked for a fantasy El Dorado, where Cindy

Lauper and Jeff Goldblum, would play the main characters, Ecuador was chosen because the first

choice, Perú, was demeaned too dangerous (on account of Sendero Luminoso's activities); so an

invented copy of something resembling Machu Pichu, but not Machu Pichu, was constructed and

shot in the province of Azuay in Ecuador. Of the other three international big budget films of the

last decade shot in Ecuador, “The Dancer Upstairs” (John Malcovich), “Proof of Life” (Taylor

Hackford) and “María Full of Grace” (Joshua Marton), Ecuador stood in for Perú, an imaginary

Andean country, and Colombia, in that order. Ecuador has always served as a stand-in for

something else: a no-man's land signifying corruption, risk, ambiguity, lack-of-opportunity,

beautiful landscapes, untapped resources, the last virgin land. If the Ecuadorian gaze is centered

on the middle-class and the outside gaze invisibilizes Ecuador completely and if identity is

constructed through the negotiation between how we perceive ourselves with how others

perceive us, then the filmic representation of Ecuador will be of a negative nature.

In terms of tradition, and going back to Stam's appreciation, that is something that is still to be

created. Ecuadorian Cinema has been attempting that juggling act in the last few years and, doing

so, has found fissures in those fixed boundaries outlined in the late sixties of the three cinema

model. Let us remember that first cinema was outlined as commercial cinema; second cinema was

a brand of “art” or “auteur” film while third cinema sought to make politically emancipatory films.

These three alternatives now co-exist in Ecuador, I would argue “Crónicas” , with a 3 million dollar

budget, could enter into the first category; Luzuriaga's “Entre Marx y una mujer desnuda” and

Mateo Herrera's experimental “Jaque” would represent the second; while guerrilla documentaries

like “Me cago en el ALCA” or “How Bush won the elections in Ecuador” would invariably fit into the

last category. These last two documentaries never entered the commercial movie circuit and have

circulated in pirated copies made by the filmmakers themselves; “Jaque” , made without a screen

play and shot during two weeks on digital camera, played limitedly for two weeks in movie

theaters, in only one city, before the exhibitors pulled it; “Crónicas” on the other hand was shown

in all the major cities that now have movie-plexes (only four in all of Ecuador: Quito, Guayaquil,

Cuenca and Manta) and ran for more than two months and, since May of this year, will be

internationally distributed in Europe and the USA.

Ecuador, alongside Paraguay, are the only 2 countries in South America which have never passed

film laws; in Ecuador there exist no state subsidies, no loans with low interest rates for cultural

productions, no Film Institutes, Ecuador is still to sign with Ibermedia so international investment

will be a feasible option, there exist no cash incentives for production, no special tax breaks, no

obligatory cuota of Ecuadorian films shown in theaters or of shorts exhibited as a double-bill -as

has been the practice in many countries-, and as of this year, Ecuadorian films have to pay the

same taxes as any other international film if they are to be exhibited in movie theaters, that is 12%

of ticket sales. This means that, the possible $300. 000 dollar recovery of investment in a movie,

that is if the movie is a success and runs nationwide for two months, will be even lower. A movie

ticket cost $3. 50, of which the film makers now receive $1, in an economy that now runs under

the dollar and where the minimum wage is $150. The dwindling middle class is the only patron of

Ecuadorian cinema and with a market flooded with publicity for big budget international movies,

and no special protection for Ecuadorian cinema, it is becoming the loosing partner of an unsigned

deal. Paradoxically enough, film production has never been at it's highest, if in the 80s and 90s the

norm was 3 to 4 movies per decade, since the beginning of this century, five productions have

been made per year.

I excuse myself for such a long digression but I believe it is necessary to keep these facts in mind

when considering why the national debate surrounding film in Ecuador, in very concrete terms,

centers around the questions of tradition, authenticity, national culture, the notion of “selling out”

, marketability and international distribution. I believe that in the approximation to the mark of

what “commercial” means, lies the future survival or demise of Ecuadorian Cinema; a mark whose

flipside would be the national. Alongside commercial, is sanctioned the notion of the

“transcultural” . Many Latin American theorists have attempted such approximations when

speaking of national cultures, I would like to follow Arlindo Machado's direct reference to the

audio-visual medium as the “hybridization of alternatives” and in that line follow another of

Chow's arguments,

That film has always been, since its inception, a transcultural phenomenon, having as it does the

capacity to transcend “culture” -to create modes of fascination which are readily accessible and

which engage audiences in ways independent of their linguistic and cultural specificities (1998,

174)

Ecuador's filmic tradition seen under this light, is commercial cinema. When I say “commercial” , I

am thinking of a cinema made with the intention of recouping investment and making a profit. A

cinema, not thought of in terms of a “classical” grammar responding to capitalist narratives as in

the first cinema model, but a cinema which has an audience in view and because it does not have

any type of state support or subsidy depends solely on its commercial success for its survival.

Those little known in the present but successful films of the sixties and seventies would be the

predecessors of “Crónicas” ; hybrid films, attached to generic formulas: spy, comedy, horror and

adventure films that were produced under co-production models, thinking of international South

American audiences, and not only in terms of national audiences. Movies made to “engage

audiences” , with international “stars” such as El Santo, the renown Julio Jaramillo, Enrique

Guzmán. But as in any retelling, as Borge's Pierre Menard has taught us, nothing is the same. If

those co-productions with Mexico wished to show a modern Ecuador, an Ecuador were a James

Bond rip-off such as Alex Dinamo could feel at home; 40 years later the relationship with

international audiences has changed. The Ecuador that can now be shown through the co-

production formula, or that which is thought to much likely engage international audiences, is one

mixed with the allure of the “primitive” .

In the refashioning or creation of a “tradition” and a “representation” of Ecuador on film, that

seems to be one of the many options.

La verdad no es toda la verdad

¿Cuánto nos queda por conocer de lo primitivo? Y, ¿cuántas formas puede tener? Quisiera

argumentar que cualquier película hecha en Ecuador será leída como una película sobre Ecuador.

Como una manera de exhibirlo. Debido a la falta de representación de Ecuador en la pantalla y

justamente por ello, se tenderá a una lectura alegórica. Como señalan Shohat y Stam, “Cada

imagen negativa de un grupo poco representado se convertirá, dentro de la hermenéutica de la

dominación, severamente cargado de significados alegóricos (183)” . A través de esta reducción,

una película de una hora y media, condensa una manera de identificar a toda una cultura, una

suerte de etnografía moderna cargada de un inmenso poder metonímico. El problema se

encuentra en este callejón sin salida. Si el cine ecuatoriano es heredero de una tradición genérica

transcultural, tradición genérica dependiente en estereotipos y caricaturas, cómo puede escapar

de una lectura alegórica? ¿Cómo luchar contra la posibilidad de que un thriller de un asesino serial

como Crónicas se lea como la “realidad” del Ecuador? Pienso que Crónicas trata de negociar con

esa posibilidad, a través de su propia forma; al cuestionar la propia noción de lo que significa

“primitivo” en el siglo veintiuno.

El salvaje o lo primitivo es una categoría creada por la ciencia, una categoría que sitúa a un grupo

definido según sus características raciales en una etapa evolutiva anterior, en la historia de la

humanidad (Tobing Rony, 7). En Crónicas, es el primitivo estereotipado, el asesino identificable

racialmente, el que logra aprovechar los medios (y sus tecnologías) a su favor.

Bonilla, the reporter, of latino descent, who is uncomfortable in his “own” language Spanish and

how cannot function “adequately” in the ambiguous territory of Babahoyo, Ecuador; it is he, that

is finally cast into the role of the primitive. The “new” primitive who still believes himself in a

position of advantage because of where-he-comes-from, but is at a total disadvantage when

interpreting the vastly larger global space of the often called Third World. Bonilla himself is a

spawn of that world, a spawn who having adopted the mask of the colonizer, can no longer “see”

without it. The murder, the Monster, on the other hand, because of the increasing worldwide

access to the “international” syntax of a collective culture transmitted through TV and “English” ,

possess the advantage of knowing his adversary. He has power over him. This bind can perhaps be

clarified by what Ashis Nandy signals out in “Dialogue and Diaspora” ,

Even when we describe the totally unknown, we can do so only in terms of the partially known or

the known. Instead of admitting the failure of our categories, we love to clobber our empirical

experiences until they fit these categories. (102)

While the murderer does not adhere to fixed categories, the reporter Bonilla does.

But, before continuing, let me read a brief summary of the movie, one that boxoffice. com put up

in its website on the 19 th of February of this year,

“Crónicas” gets off to a slam-bang start as a small Ecuador village mourns the rape and murder of

three boys, the latest victims of a serial killer dubbed The Monster. As the funeral service winds

down, sweet-natured traveling salesman Vinicio accidentally runs over the brother of one of the

victims. The crowd, led by the dead boy's father, goes wild, kicking, hitting and setting Vinicio on

fire, until TV reporter Manolo Bonilla saves his life…Vinicio is jailed for involuntary manslaughter

and when Bonilla tries to interview him for his enormously popular (Miami based) news program

“One Hour with the Truth” , the accused offers an intriguing deal: if Bonilla uses his TV program to

expose his wrongful imprisonment (and probably save him from being murdered in jail), Vinicio

will provide information on The Monster's real identity…Bonilla agrees. And during numerous

exchanges, some with TV cameras rolling, Bonilla toys with Vinicio's desire for freedom while

Vinicio stokes Bonilla's desire to land the scoop of the year. Eventually, circumstantial evidence,

leads Bonilla to believe that Vinicio is The Monster (but only after he has been freed because of his

program) (Mark Keizer).

All the reviews that have appeared in the foreign and national press (since “Crónicas” entered the

festival circuit) have relied on the moral dilemma of Bonilla to “explain” the movie, just one

example:

From “Variety” , posted Feb. 4 th, 2005,

With considerable passion and more than a little anger, “Crónicas” argues that our appetite for an

increasing coarse and sensational type of news programming has skewed our compasses: The

public will say and do whatever it takes to get on TV, while the industry will air whatever they can

to ensure we will keep watching.

If the public will say and do whatever it takes to get on Jerry Springer in the US; this is not the case

in Babahoyo. Vinicio will use the knowledge he has over Bonilla to get out of jail, to get away from

being murdered inside it, the fate of any child molester in prison. In that difference lies what

Martín Barbero would call the “mediations of interpretation” coming from the periphery.

The “meaning” of the movie is not in the accusation formulated against sensationalist news media

or the moral dilemma of a reporter who travels to the Third World to unravel the truth; rather, the

dilemma lies at the very aesthetic conception of the complexities of movement and migration

across borders:

Across language, myth and metaphor there lie interconnections, but they do not automatically

lead to a shared recognition or identity. Language, myth and metaphor may be common, but they

are also inhabited in different ways. (Chambers, 25-26)

And what I would finally like to argue is that what is confronted in the movie are two categories or

world views, one stemming from the baroque and the other from realist notions of modernity.

Ecuador is presented under the category of risk, a category bound to an ethos of the baroque; and

that esthetically, many argue, is bound since the 17 th century to Latin America. Amongst the

many studies that link Latin America with this ethos, one of the most pertinent is Bolivar

Echeverría's “The Modernity of the Barroque” , in it he argues that in the “liberated

representation” found in Latin America, there is a continual interplay between opposites: between

the essential and the apparent, the real and the fictitious, the sane and the illusory, the pragmatic

and the utopian. In that dialogue there is never any attempt at reaching a classical dialectic

resolution but rather, what predominates is a visual and conceptual ambivalence. An ambivalence

that presents itself as risk.

At the center of Cordero´s concerns is that fraught territory:

I have always thought that serial killers were very stereotyped on screen, they loose all their

humanity (if they ever had one). I believe that even a ruthless killer can feel love, the same as any

family man, he can be good and caring and also harbor dark feelings…Driving through Babahoyo I

realized that it was the ideal location for this story. Babahoyo is a city which has flooded 2 to 3

meters during centuries for 5 months every year yet people continue to live there. Houses are

built on top of stacks and frail and narrow bridges made of bamboo connect the houses with the

main road. It is a city where children learn to swim before they learn to walk, the houses do not

have potable water, but they all have TV antennas. It is a beautiful and rich spot but it can also be

hell on earth. (Cordero, Nuestros Rollos, 09/10 2004)

In the finished film that last conjunction, but, is replaced by and: Babahoyo is beautiful and

richand hell. The baroque permits contradictions to subsist. It permits the phrase used in the

poster of the film and uttered by Vinicio during the film: The truth is not all the truth, to be more

then a moral judgment passed on the sensationalist press. That phrase is not analysis but

affirmation. The very esthetic of the movie is a “contrapunteo” between the reality effect of

Cinema Verité, which moves under the logic of realism and that is bound in the movie to the TV

camera and the reports who arrive from Miami and the representation of Babahoyo, Vinicio and

Vinicio´s world under the logic of the baroque. The five “characteristic features” of the baroque

according to Wölfflin are:

The predomination of movement over the static

The breaking of the close-up for an in-depth representation

The continual presence of that which is not present in the represented

An emphasis on the part representing the whole

The blurring of the ambiguous with the markedly different

All these tactics appear though out the film:

The first can be seen in the lynching, the continual presence of people and their movement in

Babahoyo, contrasting with the static reporters who discuss, edit, question but do not intervene.

They strive for the objectivity of not crossing borders. While a baroque logic invariably involves a

continual crossing of them.

There exists an in-depth representation of the city, its bridges and its ultramarine character. Those

takes are in clear contrast with the close-ups that same world is continually subjected to through

the lens of the TV camera. Breaking Babahoyo into neatly arranged compartments more readily

understood by an outside audience. The TV camera attempts an interpretation, a translation for

the First World. Not much different from Cordero´s attempt, and which would place “Crónicas” in

a mise-en-abyme situation, where the TV Crew are stand ins for the director and his attempts at

interlocution. In “Cosmopolitans and Celebrities” , Tim Brennan arrives at some very sharp insights

on how Third World artists (writers, intellectuals and I would add filmmakers), turned in many

ways into celebrities, serve as interlocutors of one “world” to the other.

Vinicio´s character incarnates the representation of the not represented. “The Monster” is a bible

salesman, sweet-natured, loved by his neighbors. A man accustomed to border crossing (he has a

Colombian accent in the film), in all senses.

The presence of the TV crew and their close-up shots plus their framing of the world approximate

their reports to ethnographic film and its metonymic and synechdoctal tendencies of taking the

part for the whole.

Finally, the blurring or disappearance of difference, is present in the juxtaposition of Vinicio with

Bonilla. It is never clear who the real monster is, or rather it blurs both of them into that category.

In baroque painting one of the techniques used was the “sfumato” , which consists of diffusing

contours onto the landscape. The landscape in “Crónicas” is as much a character as Vinicio and

Bonilla and both of them disappear into it.

If “Crónicas” very esthetic and structure is negotiating the possibility of belonging to a larger

tradition that will permit its entry into the global market; with its large budget (by Ecuadorian

standards) and high production values it is also “creating” a tradition that will be very hard to

emulate. And it is also setting the standard by which other Ecuadorian productions will be judged.

Not only by the critics or film reviewers but by the audiences themselves. I wish to end this paper

with one question in mind, How many casualties will that provoke within the frail structure of

Ecuadorian Cinema?

Bibliografía

Brennan, Timothy, “Cosmopolitans and Celebrities” , Race & Class, 31, 1, 1989

Munck, Ronaldo, “Postmodernism, Politics and Culture” in Cultural Politics in Latin America,

Brooksbank Jones, Anny & Ronaldo Munck Ed. , NY: St. Martin's Press, 2000.

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Shohat, Ella and Robert Stam, Unthinking Eurocentrism, London: Routledge, 1994.

Martín Barbero, Jesús, De los medios a las mediaciones, México: GG, 1987.

Credito: Cortesía de Departamento de Arte Crónicas

Crónicas como documento posliterario o cómo citar a Dávila Andrade

junto a Alfred Hitchcock. Alvaro Alemán

La obra de Sebastián Cordero inaugura una narrativa visual en el Ecuador de finales del S XX que,

fiel al más tradicional estilo radical y de ruptura, constituye un retorno a las bases. En el caso

ecuatoriano, esto significa un significativo gesto de incorporación de motivos, personajes, temas y

estilos que antes fueron ensayados por medio de la literatura nacional y que ahora vuelven a

nosotros en la forma lateral y a la vez directa, del largometraje. Quiero en lo que sigue plantear

una lectura de Ratas, Ratones y Rateros (1999) y Crónicas (2003) como un diálogo permanente con

textos seminales de la narrativa ecuatoriana; en concreto, con A la Costa (1901) de Luis A.

Martínez y “El hombre que limpió su arma” de César Dávila Andrade (1957). El objetivo no es

establecer una absurda prioridad de textos ni atribuir a la obra de Cordero una dependencia

fantasmal ante la tradición literaria sino reflexionar sobre el clima intertextual que Cordero

condensa en un par de obras que sin duda marcan los límites de un lenguaje que se aventura con

cada vez mayor seguridad hacia un espacio pos nacional y por ende, pos literario.

Ratas como vehículo pos liberal.

El título de la primera cinta larga de Cordero nos envía a un desvío por la historia de las letras

ecuatorianas. Entre otras asociaciones, nos remite a la novela de Alfredo Pareja Diezcanseco Las

Tres Ratas (1944), que, adicionalmente fue tomada para la elaboración de una película Argentina

en (1946). En aquella novela, Pareja Diezcanseco aborda la temática de la migración al narrar la

historia de tres hermanas que, desde el puerto de Guayaquil, encuentran un camino para

desplazarse a la ciudad de Nueva York en busca de una vida mejor. El trío de hermanas ya fue

previamente, motivo, tanto de una narrativa corta, en clave del realismo social de José de la

Cuadra, La Tigra (1935), como de una película ecuatoriana que adaptó el cuento para la pantalla

(La Tigra, C Luzuriaga 1985). La tríada reaparece en el curioso título de Cordero que, fiel a la lógica

del desplazamiento de significados antes descrito, añade al sustantivo ratas, el de ratones y

rateros. A las connotaciones despectivas, portuarias y fabulescas de los dos primeros términos de

la fórmula de Cordero se le añade un mexicanismo: rateros, pseudónimo de ladrones. Cordero se

propone entonces con su título, más que una lógica acumulativa, una razón asociativa y

transnacional. Las connotaciones son entonces políticas, económicas y morales. Ratas es una

película que, entre otras cosas, funciona a partir de códigos que trafican en un significado en

permanente flujo: las ratas son ratones son rateros; es decir, los registros político, estético y

cultural se entrelazan en un discurso que se va a interesar por narrar la inestabilidad del

significante.

Dicho en otros términos Cordero se apoya en el símbolo del roedor como elemento fluido, la rata,

parásito y habitante de los basurales, confluye con la reputación moral de humildad y trabajo del

ratón de los cuentos tradicionales que a la vez se transforma en el depredador urbano que es el

ratero. La rata es una figura de resiliencia, resistencia, capacidad de sobrevivir y a la vez símbolo

de la fluidez de lo popular, de su inmensa capacidad de polizonte en lo que después voy a

argumentar es la nave del Estado nacional. Como ya señalé antes, este gesto ya tiene

antecedentes en la historia de nuestras letras y resulta difícil evitar una asociación que parta de

una de las pocas novelas ecuatorianas de mediados de siglo que se atreve a explorar territorios

extranjeros (Las Tres Ratas) con un texto como el de Cordero en donde la migración (de

significados, de imágenes, de cuerpos) resulta ser su lógica profunda. Esta característica se puede

apreciar tanto en la película de Cordero como en las dos versiones de Las Tres Ratas a partir de la

historia migratoria del lenguaje vernáculo que las atraviesa. Históricamente, los puertos han sido

lugares de intenso tráfico lingüístico; el propio lunfardo es el resultado de procesos de

enajenación, apropiación y traslado de múltiples lenguas a contextos y circunstancias distintas.

En Ratas, en sus tres variantes, asistimos a este intercambio, que a la vez constituye una

fundación.

A la Costa.

La novela de Luis A. Martínez ha sido ponderada desde distintos frentes como precursora del

realismo social ecuatoriana al igual que la primera gran manifestación de la forma novelística en la

literatura ecuatoriana. La obra presenta una mezcla de registros expresivos que van desde el

romanticismo, pasando por el relato de costumbres hasta un realismo incipiente pero, aun más

importante que aquello, la obra se presenta como el primer intento sistemático de integrar el

espacio imaginativo ecuatoriano. La labor de incorporación regional que el liberalismo prepara

fundamentalmente a partir de la construcción del ferrocarril, Martínez extiende mediante un acto

imaginativo capaz de producir la confluencia (ficticia) de Sierra y Costa. Los dos personajes

encargados de unir estos mundos son el protagonista Salvador y su mejor amigo Luciano. En

esencia, A la Costa, desde una lectura afin al construccionismo nacional, es un libro de

reconciliación regional que traza mapas cognitivos para ocupar un país que aun es proyecto.

Ratas aborda la historia desde un lugar similar, en ambas obras el personaje Salvador (mesiánico

por la sugerencia de su nombre) busca y encuentra su destino en la Costa; en ambas, su

interlocutor principal representa un mundo desconocido. Para ambas obras la concepción

conservadora del ambiente familiar del protagonista resulta claustrofóbica y este se propone

explorar los límites externos de su mundo.

Crónicas como multimedia

Crónicas aloja una confluencia de significados y asociaciones mediáticas. Decir aquello no es sino

caracterizar la naturaleza plural de todo objeto cultural contemporáneo, atravesado por ecos,

imágenes, paralelismos y disonancias de distinta procedencia. La intertextualidad--la idea de la

interdependencia de textos literarios o de que cualquier texto es el resultado de un mosaico de

citas—si bien ha tenido una aceptación técnica aceptable en el mundo académico, y que

adicionalmente halla un corolario directo en el WWW, encuentra graves resistencias en el

momento de hablar del interfase cine-literatura. Esto se debe fundamentalmente al hecho de que

se asume que debe existir una relación de uno a uno entre filme y novela (la más frecuente

dirección de este tráfico de influencias). El caso de Crónicas plantea un problema interesante en

este sentido, puesto que voy a proponer un diálogo entre el largometraje de Cordero y “El hombre

que limpió su arma” , un texto que forma parte de Trece Relatos de César Dávila Andrade, una de

las obras cumbre de la narrativa ecuatoriana de mediados del siglo XX. También voy a proponer un

punto referencial importante en que Crónicas se mete con tres obras claves de la filmografía de

Alfred Hitchcock: Psycho, Topaz y The Birds. El asunto presupone entonces, la necesidad de tomar

en serio la idea de la contaminación junto con la dificultad de renunciar, de una vez por todas a la

idea de la prioridad de las formas, o de la originalidad impoluta. Ciertamente, el proyecto de

Cordero establece la intertextualidad como un problema que tiene una dimensión espacial y en

cierta medida Crónicas es el relato de la interconectividad global cuando hace caída en el espacio

ecuatoriano; pero ese pluricontacto efectivamente, se dispersa hasta los confines textuales por los

oficios de múltiples documentos precursores tanto de la literatura nacional como de otros cines.

No se trata entonces, en lo que sigue de partir de un planteamiento desde la adaptación (o de A la

Costa o de “El hombre que limpió su arma” ) en el cual invariablemente se acuda a la

argumentación de la fidelidad al texto (o de la originalidad), en la que, sin lugar a dudas, la obra

literaria siempre triunfa en el juego de semejarse mejor a sí misma. La razón del fracaso de una

lectura desde la adaptación casi siempre parte de razones institucionales; en particular desde la

defensa de la literatura ante la popularidad masiva del cine y de manera más concreta, desde la

valoración gremial de la autoría como principio en un clima teórico (posestructuralista) hostil al

mismo. Los estudios de cine hace ya mucho tiempo que rechazaron la estética como metodología

dominante para dirimir el valor de una obra y se pronunciaron a favor de una visión crítica

fundamentalmente teórica y analítica. Este es precisamente el problema al intentar hacer una

crítica especializada; en parte, la razón por la cual no han surgido lecturas importantes de la obra

de Cordero (entre otros), con honrosas pero minoritarias excepciones, tiene que ver con la

dependencia de la crítica existente en una visión desde la estética y desde la adaptación.

Las aclaraciones anteriores proponen un momento reflexivo interesado en establecer las bases

teóricas de mi lectura. En esta lectura, la confluencia de discursos y textos inicia su vorágine

comunicativa a partir de la forma de la crónica. Una crónica consiste en un registro de sucesos

ordenados en el tiempo y compuesta a veces de forma simultánea con los mismos eventos

registrados. Aunque existen antecedentes históricos de la crónica en la antigüedad, la forma

adquiere especial relevancia durante la Conquista de América, a tal punto que el propio discurso

de la Historia, como el registro de los grandes sucesos de la antigüedad, capitaneados por grandes

hombres, empieza a revisarse a la luz de la experiencia individual de los protagonistas de una

historia inmediata. La crónica entonces, delata su afinidad por ser un discurso de los medios, un

discurso mediático, tanto en cuanto sirve de intermediario entre el apetito popular por hechos

espectaculares y distantes y la necesidad de los protagonistas de registrar el presente para la

posterioridad. Lo interesante en la película de Cordero es la manera en la que llama la atención

sobre la congruencia de aplicar esta designación, históricamente asociada con la producción de

textos tórridos y monumentales (la conquista de Tenochtitlán, de Cajamarca, la pacificación de las

tribus rebeldes, etc.) a una historia y una región terriblemente—paradójicamente—rutinaria. La

escala se invierte de manera que la verdadera monumentalidad narrada en la película no es la de

la historia local (no importa cuán escabrosa) sino la de los narradores mismos. Es esta la historia

más importante de nuestros tiempos, y por eso la Crónica, como caracterización de esa historia se

justifica; la historia de cómo los medios construyen, producen, reducen, transforman y difunden,

SU interés (que por momentos se confunde con el morbo que aguardan los consumidores

planetarios). La película así puede verse como un ejercicio de historiografía, como un estudio de

las múltiples influencias que confluyen en el momento de la representación del pasado/presente.

Un estudio que opera a la vez a un nivel macro; como el diálogo imprescindible entre productores,

directores y reporteros de “Una hora con la verdad” el programa de difusión continental que dirige

desde una distante y categórica Miami, Víctor Hugo Puente, el personaje protagonizado por Alfred

Molina en Crónicas y a nivel micro; con la constante edición y reedición a la que somete el

camarógrafo del crew a las tomas extraídas de la cárcel y del grupo humano que relata su

percepción de Vinicio (el monstruo de Babahoyo). Este ejercicio de reordenamiento temporal de

las imágenes, que es el ejercicio maniqueo del cine (y del arte en general) denota algo que se

conoce ya con certeza desde hace algún tiempo: que quien controla el tiempo, controla la

sociedad. Crónicas es así, en la mejor tradición del cine metatextual, a la que pertenece Hitchcock,

una película sobre la mirada y sus (con)secuencias.

Las armas de Dávila Andrade

Trece Relatos se publican en 1955 y es, entonces y ahora, una obra desconcertante. César Dávila

Andrade, cuencano, como Cordero, alcanza una notoriedad importante como poeta con la

publicación de su célebre “Espacio me has vencido” y pasará más adelante a convertirse, mediante

la aparición, entre otros textos, de “Boletín y Elegía de las Mitas” en una de las voces más

importantes de la lírica ecuatoriana. El “Fakir” como se le conoce debido a su preferencia por el

misticismo de Oriente, paralelamente escribe relatos cortos que desorientan por su fuerte

orientación simbólica, por la densidad de un lenguaje rigurosamente poético y por su exploración

de un mundo sórdido, desolador y fundamentalmente misterioso. La obra narrativa de Dávila

Andrade, a diferencia de su obra poética ha recibido muy poca atención crítica, pese a que existe

un consenso general sobre la calidad de esa misma obra y sus cuentos han sido tratados casi

siempre colectivamente, sin la precisión que cada uno de ellos merece. De alguna manera, esta

ausencia crítica responde a una coyuntura similar a aquella que se desocupa de la obra de

Cordero: un abordaje desde la “estética” de la obra de Dávila Andrade va en contra directamente

de un proyecto narrativo que ve en el feísmo y la degradación su lenguaje mismo.

Para partir podríamos señalar que el contacto entre “El hombre que limpió su arma”

y Crónicasparte de mi identificación del cuento de Dávila Andrade en la película de Cordero desde

el mundo distintivo, el estilo y el tono característico que se desprenden de la obra de Dávila

Andrade. No sólo se trata de evocar particularidades textuales (que sí las hay) sino las

convenciones más amplias del mundo daviliano: personajes aislados entre sí, decadencia humana

y arquitectónica, degradación de las pasiones, personajes grotescos y finales desoladores. Un

ejemplo, derivado del encarcelamiento del protagonista de “El hombre” :

“Sus espaldas dormidas contra las pústulas del muro, se despegaron chirriando. Era otro día, sin

duda: el tercero o el cuarto. No podía precisarlo, el tiempo entraba en la putrefacción general, y él

descendía a ese “antes” nebuloso como a una edad de moho”

O este otro, formulado también por el mismo preso, enviado ahí por haber matado a un niño:

“Las paredes y el piso del calabozo tenían pústulas entreabiertas, rodeadas de costras blancuzcas,

hediondas, sudaba. A veces, oíase un burbujeo cándido, como el de la boca de un niño dormido” .

El relato de Dávila Andrade es simple en su anécdota. Simón Atara, guardián de la Empresa

Eléctrica de un pequeño poblado rural, deja escapar una bala mientras rastrilla su pistola y mata a

un niño; una turba enloquecida lo sigue para ajusticiarlo; finalmente es aprendido y entregado a la

justicia. Se lo encarcela y eventualmente se lo traslada a un recinto lejano (en el trayecto los

guardias le ofrecen dos bebidas “ron del olvido” , que liba y “ron del recuerdo” que rechaza)

donde el juez Carmona lo interroga, mientras se perfila su silueta contra un extraño ventanal. El

relato entonces empieza a alejarse de lo objetivo y se convierte en una narración perdida en la

cual aparecen cinco testigos a denunciar a Atara, luego a desdecirse. Atara experimenta una

suerte de descenso a las profundidades de su conciencia y el texto adquiere fuertes tintes

Kafkianos: el prisionero sabe que es culpable, aunque no necesariamente del accidente (se intima

que ha tenido episodios de violencia previa, contra una mujer embarazada). Finalmente el

magistrado pronuncia esta sentencia: “Su alma ha muerto antes que su cuerpo: puede arrastrarse

sin dolor” . El prisionero resume así su circunstancia:

Mientras atravesaba los resonantes corredores, Simón Atara creía comprender lo incomunicable

de su situación; las raras mutaciones de las cosas, transferidas desde otras épocas; los hilos

extraños que se había pegado como una baba de otro mundo a su cuerpo; y, sobre todo, la

conexión de ciertos instrumentos pardos—actuales—con los negros carretes de una edad negra

¡sepultada y viva!

Carmona continua con su juicio: “Es un culpable desconocido” —“Reclama, por lo tanto, un castigo

desconocido” . “Llévenle al filo del monte y abandónenle, a fin de que vaya por el filo del monte

hacia lo ignorado que aun le falta cumplir su. . .” “Dénle, pues, su desconocido resto de vida!”

Atara se aleja entonces, enigmático y abandonado cuando un soldado negro dice:

“Ahí va el hombre que limpió su arma.

--su alma—corrigió un sargento.

--su alma—repitió el negro, esforzándose”

Como se puede ver el cuento es esencialmente resistente a la paráfrasis, la dificultad no está en

las palabras en sí sino en una poética de insinuaciones y transferencias resistente a la cronicidad

simple. El cuento fundamentalmente aborda el tema de la culpa humana, el secreto del yo llevado

a la mirada de otros y ahí expuesto a la mayor desolación; aunque también es un texto de

traslados, de migración. Simón Atara, del que no sabemos nada de su pasado, es llevado a una

fortaleza lejana, al “distrito Atamaragua” (un anagrama de su nombre) para ahí (en la frontera) ser

puesto en “libertad” . El accidente, como en el texto de Cordero, se revela como su contrario, la

otra cara de una coincidencia que reúne a criminal y delito (aunque sin equivalencia clara). Existe

un aura de inevitabilidad en los hechos (No es una coincidencia que nos hayamos encontrado, le

dice Vinicio a Manolo en la cinta) y un aire acusatorio que no nos abandona incluso después de la

lectura. Fundamental en esto es la idea de inconmensurabilidad, de que los hechos no engarzan

con la interpretación; de que existe una insuficiencia definitiva ante un sentido, que gravita, casi

siempre hacia la complacencia (el final feliz). Por eso Atara dice:

creía comprender lo incomunicable de su situación; las raras mutaciones de las cosas, transferidas

desde otras épocas; los hilos extraños que se había pegado como una baba de otro mundo a su

cuerpo; y, sobre todo, la conexión de ciertos instrumentos pardos—actuales—con los negros

carretes de una edad negra ¡sepultada y viva!

Es decir, la realidad es fundamentalmente opaca, aunque siempre susceptible a la interpretación.

¿No resulta casi una tentación insoportable leer los “negros carretes” davilianos como

indicaciones de cinematografía? ¿No es este comentario el de un director que asiste a la filmación

de su propia condena? ¿No es la sepultura viva la imagen misma del cine?

Decía antes que “El hombre” es un texto que penetra la culpa, añadiría ahora, sin disolverla. En un

momento de la conversación larga entre Manolo (imagen del torero que legendariamente esquiva

y finalmente recibe una estocada a muerte del toro) y Vinicio (el que vino, al inicio); después de

que el reportero interroga al preso sobre cómo se sintió el monstruo, aquel le habla de culpa. ¿Y

Ud. No se siente culpable? Dice Vinicio. “La culpa hace daño personalmente, pero no destruye a

los demás” replica Manolo. “¿Ud. cree?” Responde Vinicio.

La película así, en línea con el cuento parece estar interrogando la posibilidad de una culpa

colectiva; que ciertamente pasa por la idea del pecado original, pero que encuentra su

manifestación más reciente en el entramado de relaciones mediáticas que hoy en día difuminan la

responsabilidad personal y la diluyen en culpa colectiva. El personaje de Manolo es a su vez un

“blanqueador” de conciencias que, de la misma manera en que Vinicio –y luego su esposa—

remojan la camisa a cuadros de una de las víctimas del monstruo en cloro, se encarga de restregar

la culpabilidad de su audiencia con la promesa vicaria de que su cobertura (he ahí una palabra

clave) producirá una catarsis de justicia social. El contacto ácido del cloro con las manos, la

irritación áspera de esa operación aséptica, que no constatamos pero que sentimos al ver a Vinicio

y su pareja laborar con la camisa, esa sensación ausente, irradia hasta englobar con su escozor la

totalidad de la película. Un ejemplo de esto llega desde un lugar inesperado: la semejanza física

entre Vinicio y Alfred Molina que traslada hacia la península de la Florida la misma táctica

disciplinada de liquidar la huella del crimen, entendiendo por crimen el proceso más amplio de

“maquillar” la miseria humana para el consumo masivo.

La idea del “doble” , explotada por la novela gótica en particular junto con la narrativa fantástica y

puesta en pantalla con asombroso acierto por el director británico-estadounidense A Hitchcock,

rodea la obra de Cordero. Por un lado a partir del (des)doblamiento lingüístico: la cinta se

desarrolla en dos marcos referenciales distintos, el de la lengua del poder y la autoridad (el inglés)

y el de los dialectos locales diversos que se desprenden del español (mexicano, ibérico, gringoñol,

costeño y serrano del Ecuador, colombiano). La aparición y desaparición de subtítulos (en ambas

lenguas, a medida que uno se instala en una de ellas) dan cuenta de la posición implícitamente

transnacional de la cinta. Para un público ecuatoriano se trata de una película para la

exportaciónen donde se entiende que el destino final (o por lo menos el más alto) del producto es

nuestro mayor aliado comercial. Desde este lado, el carácter metatextual de la cinta se siente con

particular insistencia: sabemos que ocupamos un lugar en la película que le corresponde

propiamente a un auspiciante (hinchas de la selección de fútbol del Ecuador en aras de asegurar

una plaza a la fiesta del Mundial, ahora somos observadores interesados en el éxito comercial de

un producto que convoca al mundo entero al Ecuador como marca) y que, independientemente

del contenido del largometraje, el lugar propio que nos ha sido asignado, desde una lógica

mediática-nacionalista, es, en el mejor de los casos, el de un bystander con compromiso. A aquello

se debe el vigor de varias opiniones contrariadas por Crónicas, resentido/as por la “mala imagen”

del país que expresa la cinta, junto con la sobredeterminación de la postura del/la espectador/a, la

reacción “normal” es el rechazo, no a la forma sino al contenido. La doble conciencia de estar ante

un producto formalmente aceptable pero temáticamente condenatorio, marca el inicio de la

doblez de Crónicas.

El “doblaje” nunca nos abandona a lo largo de la película, básicamente debido al enfoque intenso

de la cinta en su única “estrella” , el actor estadounidense John Leguizamo, cuya pronunciación

inconsistente e insegura contrasta con su imagen dinámica y metropolitana. El acento del poder

radica en el tono franco y directo con el que Leguizamo habla inglés pero se ve desautorizado

fonéticamente en su tentativo y molle uso del castellano. Para la cultura mediática del Ecuador

existe un adendo a todo esto y tiene que ver con el notable parecido entre Leguizamo y el actor

ecuatoriano Osvaldo Segura(“el conocido Felipe” ), una identificación que, para quien la considera,

desdobla aún más a la película, dotándole de un elenco alternativo en la imaginación nacional.

Hitchcock y el metaescepticismo

La obra clásica de A Hitchcock aparece con frecuencia en varias manifestaciones del cine

latinoamericano. En el caso de Cordero y Crónicas el intertexto más perspicuo es el

de Psycho(1960). La imagen de la casa abandonada junto a la laguna, escenario predilecto de los

crímenes psicóticos (dobles) de Vinicio es una evocación directa de la casa de Norman Bates,

situada sobre una colina. Esta imagen siniestra es la que cierra la película, vaciando cualquier duda

sobre su carácter simbólico. Estamos aquí, sin embargo ante una versión dilapidada de la casa que

preside el diseño escénico de Hitchcock, ahí donde en Psycho la casa, en su esplendor victoriano

(decorada con profusión y disciplina), divide el espacio interior de Bates en un arriba y un abajo,

en Crónicas la separación central opera entre un adentro y un afuera; es decir, a nivel de una

disociación casi inservible para distinguir entre la apariencia derruida de Vinicio y su igualmente

ruinoso estado interior. Tal vez la mayor incorporación de la naturaleza en la composición de estas

escenas, el verdor y el aislamiento apunten a una diferenciación más fecunda, aquella en donde la

casa marca un refugio ante un pasado de plenitud y abundancia agrícola y de ficción rural (la

escena de apertura del filme, evoca todo aquello, mientras mira en dirección de La Tigra(Luzuriaga

86), hasta que Vinicio irrumpe); un santuario dilapidado para la compulsión repetitivasin consuelo

posible para la nostalgia.

Psycho deja otras marcas en la cinta de Cordero. Por un lado esta la escena de la ducha en la

cárcel. Después de haberse embadurnado de excremento para evitar ser objeto de un atentado

contra su vida, Vinicio es ordenado por el alcaide a que tome una ducha. Esta escena invierte la

famosa toma de Hitchcock en la que Janet Leigh es apuñalada a muerte mientras se ducha. En el

caso de Psycho, la ducha se muestra como el espacio íntimo que es de pronto, inimaginablemente,

violado al producir una “intimidación del público” ; en Crónicas la ducha es un espacio

invariablemente público y es precisamente la “intimidad pública” la garantía contra la violación.

Otra escena cercana a la visión de Hitchcock es la de la “detención” del/los culpable(s). EnPsycho,

después de haber robado los 40 mil dólares que su jefe le había confiado para depositar en el

banco, Marion Crane se encamina a la ciudad de Phoenix y es abordada en la carretera por un

patrullero. En Crónicas, una vez que el trío de reporteros constata la culpabilidad de Vinicio en los

asesinatos, recibe la noticia de que su reportaje ha logrado liberar a quien ahora reconocen como

el monstruo; en ese momento, son compelidos a abandonar el país rumbo a nuevas

oportunidades profesionales que se les abren precisamente por su producción de la “inocencia”

de Vinicio. Mientras se enrumban al aeropuerto y debaten acaloradamente su complicidad en la

continuación de la ola de asesinatos, la policía local, en la persona del actor Camilo Luzuriaga, los

detiene e interroga. La conciencia culpable de Marion Crane aquí se triplica, mientras vemos como

uno de los modelos freudianos de la mente se desglosa en la represión ciega de Manolo (el

inconsciente), el superego torturado de Marisa Iturralde y el ego conciliador del camarógrafo, que

maneja el conflicto y concilia los extremos y que, no de manera gratuita, conduce el automóvil del

equipo productor. Es más, la apariencia física de Luzuriaga con el actor que hace el papel de

patrullero en la cinta de 1960 es sorprendente. Hitchcock y Cordero ordeñan sus respectivas

escenas de manera magistral, extrayendo toda la tensión dramática posible del encuentro de una

conciencia “iluminada” con un representante legal que habita las tinieblas de la detección pero

que sin embargo pone a su(s) interlocutor(es) al borde de la revelación definitiva.

Adicionalmente, encontramos el asunto de las aves. Una de las escenas más intrigantes

deCrónicas es aquella en la que Marisa Iturralde, la productora española de la cinta, sale a las

calles de Babahoyo a fotografiar una alucinante escena: miles de pájaros se posan sobre el

alambrado eléctrico de la ciudad e invaden la pantalla con su improbable vuelo. Este non

sequitur que, ostensiblemente, no añade nada a la intriga, ni al argumento, se puede leer

precisamente a partir de la presencia ubicua de aves en la obra de Hitchcock, desde The Lady

Vanishes, pasando porThe Trouble with Harry y Psycho hasta su culminación en The Birds, como

símbolos de caos y, según ciertas lecturas, exteriorizaciones de sentimientos reprimidos.

Por último vale mencionar el extraño caso de Topaz una obra menor de Hitchcock, producto de

muchas desavenencias con sus productores, que trata la coyuntura de la revolución cubana desde

la intriga del espionaje internacional. En este largometraje, ciertamente fragmentario e inorgánico,

el protagonista, en la versión original aprobada por Hitchcock, reta a su principal adversario a un

duelo. La muerte de uno de los dos sella la cinta y resuelve de esa manera los hechos inconclusos.

Los productores desautorizaron ese final, al igual que, aparentemente, se decidió darle

a Crónicas un final alternativo, menos pungente para las sensibilidades de un público internacional

acostumbrado a la resolución. Las escenas finales de Topaz y Psycho coinciden al cerrar sus

respectivas películas con el abordaje a un aeroplano por parte de una figura compungida y

claramente insatisfecha con su propio papel. El alivio de Leguízamo, al no tener que hablar más en

castellano, ni permanecer en esta locación, es visible, y corresponde con el fin de nuestra propia

incomodidad al tolerarlo en pantalla.

Crónicas resulta entonces, tal como su mismo nombre anuncia, una bitácora de viaje para un

director que, al aventurarse en las oscuras aguas del cine independiente moderno, termina no sólo

filmando una historia escabrosa sino el lado escabroso de la historia de los medios

contemporáneos; todo esto, de la mano de Dávila Andrade y Alfred Hitchcock.

Esta es una lógica distinta a la de la creación de un lenguaje nacional popular, en famosa

interpretación de Augustín Cueva sobre el trabajo lingüístico de la literatura ecuatoriana de los

años treinta. Se trata aquí, al contrario de un proceso de consolidación de una lengua propia, de

un intento de participar en un circuito internacional popular (latinoamericano) que otorgue a sus

practicantes, una certificación de autenticidad que permita la continuación del flujo intercultural.

Ver A Cueva, J: E Adoum, J Donoso Pareja, entre otros.

La discusión de B Anderson en Comunidades Imaginarias (datos) sobre la aparición de un

“capitalismo de imprenta” es relevante aquí, para Anderson, la nación sólo es posible a partir de

un sentido de “simultaneidad espacio temporal” que sólo la letra impresa otorga, en particular a

través de las formas extendidas de los diarios de circulación nacional y la novela. A la Costa cumple

a cabalidad con estas condiciones.

La polaridad entre ambos aquí es interesante, en la obra de Martínez, Salvador traba una amistad

reflexiva y antiautoritaria con su compañero de estudios, Luciano; en la obra de Cordero, Salvador

está emparentado con Angel, un personaje costeño que, aunque conserva el mismo sentido

antiestablishment de Luciano, invierte la relación equilibrada que aparece en la obra de Martínez.

Angel tienta a Salvador, al igual que Luciano, sus nombres tienen asociaciones bíblicas directas,

Luciano como el primer ángel caído, y representante de la razón ilustrada (Luzbel) y Angel como

confidente falso y representante de la “razón” del hampa.

Un ejemplo temprano es Fasti Consulares o Capitolini, textos romanos compilados durante el reino

del emperador Augusto

Walter Benjamín anota que, durante la revuelta general de la Revolución Francesa, miembros de

las milicias populares se detenían en las calles para disparar a los relojes.

Con notables excepciones, entre ellas la reciente tesis de grado de Santiago Rubio “Lo grotesco en

la cuentística de Dávila Andrade” PUCE 2005.

Ver en particular Shadow of a Doubt y Strangers on a Train; de forma menos evidente Rear

Window, Vertigo, . North by NorthWest, entre otras obras de este prolífico director.

El crítico James Y McDougal en Made into Movies: From Literature to Film (New York: Rinehart adn

Winston, 1985) opina que uno de los elementos fundamentales en el proceso de adaptación de

texto a pantalla es el casting o elección de elenco. La elección de John Leguízamo así, produce

efectos impensados al poner a circular en el mundo de Crónicas, de manera fantasmal, el espectro

de la familia (des)funcional de Mis adorables entenados. Leguízamo se convierte en un entenado

para el Ecuador.

Ver por ejemplo, la notabilísima intertextualidad entre La Virgen de los Sicarios y Vertigo, para

citar sólo uno de los casos más evidentes de los últimos tiempos. Ver también “Sombras

corporales y contornos luminosos: una mirada sobre Cuerpos Extremos de Shirma Guayasamín” de

Ayodele Dutka en el número previo de LiberArte para una discusión sobre los antecedentes

literarios compartidos entre Vertigo y Milagro en Roma.

Es la imagen que preside la obra, el lugar mismo donde se desenvuelven los actos brutales de

Vinicio (que incluyen la tortura y la violación de menores) y que se nos presenta en un plano

ominoso como escolta del significado final de la película, literalmente, la escena del crimen.

La casa se puede leer también como la quiebra de un proyecto cultural abandonado a la

desolación del mercado y apta simplemente para la repetición de actos artísticos abominables, la

CCE.

Me asalta la tentación de imputar a esta categorización psíquica un imaginario geopolítico en el

que Manolo, es el inconsciente y los EEUU, Marisa el superego y España e Iván Suárez, el ego, o

sea, México. La conciencia de culpa de España por la Conquista y por una repentina bonanza

desarrollista que la ha puesto nuevamente en una relación hegemónica frente al Ecuador (debido

a su circunstancia migratoria) produce así la culpabilidad extrema de Marisa, mientras que EEUU

(Manolo) cierra los ojos ante su complicidad en el despojo y México (Iván) sirve de interlocutor

(Pace Vicente Fox) de las demandas de su empleador principal (Miami y Víctor Hugo Puente).

Otro punto de contacto con Dávila Andrade por cuanto Simón Atara es guardián de la empresa

eléctrica.

Ver por ejemplo, , Margaret M. Horwitz, “The Birds: a Mother´s Love” en Marshall Deutelbaum y

Leland Pogue, A Hitchcock Reader. Ames: Iowa State UP, 1986.

Credito: Cortesía de Departamento de Arte Crónicas

CRONICAS: una mirada psicoanalítica. Álvaro Carrión

Los productos cinematográficos, sean cuales sean sus condiciones, sus bondades y sus defectos,

exigen la presencia de un espectador que codifique, decodifique, participe, se involucre, etc. Los

destinatarios de los filmes quedan en suspenso como sujetos frente a la vorágine de imágenes que

les remiten, en un doble movimiento, al hecho de la presencia de una particular película y al teatro

interno de su vertiente subjetiva. El segundo aspecto, en conjunción con el primero, permite la

construcción de un espacio en el que las imágenes cobran un sentido determinado, que no se

limita a lo que se busca representar en la pantalla de proyección, con exclusividad. La mirada

queda capturada por el juego escénico que contempla imágenes, sonidos, palabras, que

conforman un todo que adquiere sentido en el espectador.

Este artículo tiene por objeto la mirada, la que incluye una posición sui-generis del espectador, en

la medida que este vive en un determinado contexto historico-cultural y es sujeto de su historia

psico-individual.

Crónicas habla de la llegada de un grupo de periodistas extranjeros, a la ciudad de Babahoyo, con

el objeto de indagar sobre los crímenes de un numero enorme de niños y niñas (más de 150), de

un violador y asesino al que los periódicos de la zona llaman “monstruo” . Los periodistas en

mención trabajan para un programa de televisión internacional, “La Hora de la Verdad” , cuyo

objetivo es el de mostrar hechos del “mundo en su estado actual” , que adquieren alcance

noticioso, en funcion de su dimensión, del impacto que puede causar en los tele-observadores y

de su actualidad. A esto hay que añadir que en la caracterización del tinte que da a las noticias el

programa en mención, se halla la presencia del hecho noticioso que revela la inmediatez y crudeza

de los acontecimientos, a los que alude un relator que habla con un acento norteamericano desde

Miami. A la vez el relator deja la inquietud, en el público al que dirige su programa, de próximas

noticias de impacto que aparecerán en el subsiguiente capitulo.

La historia se complica cuando el personaje del periodista encargado de las entrevistas, Manolo

Bonilla, se involucra en una búsqueda que le liga a otro personaje, Vinicio Cepeda, que le ofrece

datos con respecto al “monstruo” , con la condición de que Bonilla le ayude a salir de la cárcel, en

la que se halla confinado por haber atropellado a un niño, hermano de una de las víctimas del

violador. En ese episodio Cepeda es prácticamente linchado por algunos pobladores de Babahoyo

y por el padre del niño atropellado. El hecho fortuito del atropellamiento y los acontecimientos

que se precipitan, muestra al espectador el clima de tensión y de dramatismo que vive la ciudad,

en la que suceden los acontecimientos, a la vez que genera sentimientos encontrados en aquel

que mira el film, en la medida que el espectador tiene frente a sus ojos la certeza del papel que

juega Vinicio Cepeda, a la vez que la equivocidad que le lleva a ser víctima de un linchamiento y

responsable de las muertes monstruosas de los niños de Babahoyo. Dato este último que queda

presente en la mirada del observador de la película y que se sostiene a lo largo de la misma, hasta

el develamiento de la posible autoria de los crímenes en el relato del film.

Vinicio Cepeda aparece, en una primera escena, tomando un baño en una pequeña laguna o en el

vado de un río. En esa escena aparece su mirada escrutadora en busca de un curioso

desprevenido, o de un posible testigo del acto, parece, perpetrado con anterioridad a esta escena

y sugerido en la misma. La mirada de Vinicio, al no encontrar lo que teme, muestra que su acción

ha pasado desapercibida y su presencia inadvertida. El juego de presencia-ausencia se mantendrá

en el film a la vez que cierta ambigüedad invade todas las escenas.

Con posterioridad a la escena del cuasi linchamiento, el ámbito de acción se centra casi con

exclusividad en la cárcel, en donde se producen situaciones de violencia en contra de Vinicio, por

lo que este busca salvarse mediante el concurso de Manuel. La revelación de algo que es precioso

dato para el periodista, permite la captura de su atención, cosa que Vinicio aprovecha en funcion

de su habilidad “para saber lo que quiere cada persona” . Desde ese momento Vinicio, como lo

refiere Iván, haciendo una parodia de la forma en la que el preso habla, “le tiene agarrado por los

huevos” a don Manolo.

Si tomamos de nuevo algunos elementos de la película, en especial la imagen con la que se inicia

el noticiero: un ojo que no parpadea, la mirada de una cámara que capta imágenes, prescindiendo

de la selección y edición de las mismas, el giro de los acontecimientos, en la medida que estos solo

adquieren sentido en funcion de su presentación o no presentación, vemos la importancia que

ocupa el exponer, el mostrar en la trama del film. A la vez, y como su contrario, aparece el

ocultamiento. Develamiento y ocultamiento juegan para atrapar a Manolo, en su papel de

reportero estrella e investigador astuto. Tanta perspicacia, claro está, termina enredándole de tal

forma que no encuentra las pistas que Vinicio le proporciona y seducido por un señuelo que le

deja apresado y paralizado, no puede mesurar lo que tiene.

Manolo hace lo que Vinicio le pide y a cambio este le revela “su secreto” . Hace con él lo que hace

con sus víctimas: “busca modos de ganarse su confianza” , “disfruta de tener el control de las

cosas” , “muchas veces pretende necesitar ayuda” , “es hábil para saber lo que quiere cada

persona” . Manolo y su equipo terminan siendo víctimas de Vinicio, y al mismo tiempo son

cómplices de un crimen, ya que el secreto que poseen es tan oneroso que los involucra y arrastra.

En dos ocasiones, por lo menos, tiene en sus manos Manolo a Vinicio: la una cuando Vinicio, que

hace referencia al relato del “monstruo” , asume como suyas las palabras del violador al decir que

aquel es un hombre solo, a lo que anade: “un hombre solo explora lugares que otro no explora” ,

y, en segundo lugar, cuando en el dialogo referido a la culpa dice Vinicio:” La culpa es un

sentimiento muy dañino, no es nada saludable” ; al preguntarle a Manolo si él siente culpa, luego

de manifestar lo que hace con sus víctimas el “monstruo” . Manolo esta mas involucrado de lo que

se imagina, ya que la constatación de la presencia en una fosa de un cadáver, cuestión que le fue

mencionada por Vinicio, para proveerle de un dato que diera valor a su afirmación de poseer

conocimientos sobre el “monstruo” , se ha convertido en un dato que si bien le confirma y certifica

que Vinicio sabe algo, no le resulta fácil referir esa información fundamental, ya que su propia

indagación se vería comprometida frente al efecto que produciría el testimonio y su veracidad en

la policía. Manolo no solo se halla capturado por Vinicio por aquello que “no puede revelar” , sino

en su ser más íntimo, en la medida que da paso a su sexualidad en el momento en el que más

perturbado esta por la visión del cadáver en la fosa, extraño momento para hacer evidentes sus

deseos por su compañera de trabajo y productora del programa noticioso. El y ella participan,

desde su más entrañable mismidad, del juego sexualidad-muerte. En momentos como esos

podemos ver que los personajes de Manolo y su equipo se hallan de tal manera atrapados, que su

juego de investigadores obtura cualquier salida y los encierra en una vorágine de sucesos trágicos,

donde ellos, por lo menos conservan la vida y libertad, a costa del sacrificio de “chino” , que

termina servido en bandeja al violador. Al salir del embrollo con su huida, Manolo, Iván y Marisa,

sienten los efectos de su propia acción y de la violencia de la manipulación de la que han sido

objeto. El destino que les espera es el de la ruptura y el desprecio de ellos contra sí mismos y sus

vínculos de trabajo. Frente a las cámaras aparecen, en su monumental estulticia, como los peones

torpes de una manipulación que los destruye y atenaza. El suspenso de la trama los mantiene

hasta el fin atrapados en el ojo de la tormenta de hechos que se precipitan, sin que ellos puedan

hacer nada por torcer un destino que les es adverso.

A la vez que el ojo del espectador se mantiene en suspenso, a la vez que el lente de la cámara se

mantiene en On, la trama se sucede y es manejada, en funcion de los señuelos que el “monstruo”

administra y maniobra. Todos entran en una trama que los atrapa y, finalmente, el destino trazado

se cumple, a la manera de una pesadilla espantosa y cruel.

El tema de la mirada contempla el de la posición de quien se sitúa en una determinada perspectiva

y junta el rompecabezas de imágenes y les da sentido. Desde este plano las posibilidades

interpretativas aparecen a partir de la óptica que organiza el material contenido en Crónicas. Es a

la vez, en el mismo film, donde se puede encontrar, sin que aparezca explícitamente formulado, el

problema de la construcción de la realidad. Construcción que, desde las cámaras, aparece como la

de una realidad-mundo vertiginosa en sucesos y acontecimientos. Por otra parte, en ese orden se

desliza el control, en cuanto las mediaciones entre los hechos que aparecen a través de las

cámaras, la intención y la manera en la que se los comunica, queda obturado de la imagen como

tal, la misma que aparece como lo más inmediato o lo más “objetivo” . Tal control hace que el

hecho pesquisado mediante la cámara que filma, el instrumento que reproduce, pueda ser

utilizado para producir efectos diversos en los espectadores. El poder que captura “la realidad” y la

proyecta al espacio televisivo puede constituirse en omnímodo y, metafóricamente, el film parece

ubicar tal cuestión. Solo la crítica o una mirada que tenga por horizonte un más allá, puede

desacoplar aquello que aparece como lo más rico en determinaciones y es en realidad lo más

pobre y vacuo, la imagen por sí sola, ya que nos deja encerrados en una sola posibilidad

interpretativa.

Decíamos, antes de la discreción que nos ocupó en el párrafo anterior, que en Crónicas el

problema del control, del poder y del manejo aparecen. Tal cuestión se manifiesta en cada acto de

los personajes que juegan el rol de periodistas. Su mirada escrutadora, sin embargo, no les

permite ver más allá de sus propios esquemas. La fórmula del programa al que sirven hace que

vean los hechos con una determinada óptica, mientras la “realidad” los supera por lo complejo de

los sucesos que tienen entre las manos. Por una parte Vinicio Cepeda, que oculta una información

que no es cualquier información. El ocultamiento que él realiza es de un cariz siniestro, conlleva,

nada menos, que la muerte brutal y abyecta de un numero enorme de niños y niñas. Las

posibilidades de pensar tal cosa se topan con el límite de la racionalidad para dar cuenta de

hechos como esos. Por otra parte, el mundo de Manolo Bonilla, que es el de la comunicación, el de

la eficiencia en el trabajo, al sostener su imagen de sujeto que se halla en el lugar adecuado en el

momento preciso. En el film Manolo se llega a posicionar como el héroe que logra revertir la

desdicha de un individuo y rehabilitar la noción de justicia salvando a un hombre inocente.

Dos mundos aquellos que se entrelazan de forma ominosa, pero en el que cada uno de los

personajes trata de buscar un provecho que le confina en las pautas de su propia búsqueda

subjetiva, en donde, con propiedad, las normas que les organizan en un contexto más amplio que

su propia subjetividad están escandidas. Vinicio Cepeda, el ¨monstruo¨, busca salir de su

confinamiento a toda costa, para continuar con su infame vida de personaje de delirio y desvarío.

Compromete a Manolo Bonilla, más allá de sus propias posibilidades, en su salida y en un juego

limite donde las piezas se engarzan con la zozobra de la presión del tiempo que apremia para la

presentación del material a Víctor, con el que Marisa y Manolo se hallan en falta. A lo que

añadiremos: la presencia del policía, sujeto que no tiene ninguna confianza en Manuel y su

equipo, confianza que tampoco quieren transmitirle los periodistas.

Los personajes de Manolo y Vinicio, por la desventura que les une, se encuentran fuera de la ley.

Vinicio, en su obscuro papel de perpetrador de crímenes infames. Manolo, en su condición de

sujeto posicionado mas allá de la ley, la misma que no rige su acción. Es esta posición la que le

hace afirmar: “Yo puedo sacarle más información que cualquier policía” , cuando decide insistir en

las entrevistas con Vinicio con el fin de buscar la confesión de este y brillar él como estrella. En la

medida que las normas que rigen universalmente no se hallan vigentes, los medios de los que se

valen ambos personajes no tienen límites. Es allí cuando el drama tiene sustento y permanece

anclado. Es allí cuando se precipita la tragedia: cuando el orden subjetivo está reñido con lo que

organiza la sociabilidad y prima sobre ella. Es, también, la captura visual desde el lugar de cada

sujeto, la que sostiene la tensión de la trama para el espectador, así como la posición de voyeur de

Manolo y el juego de espejos de Vinicio.

Reseñas

Leyendo la globalización desde la mitad del mundo: identidad y

resistencias en el Ecuador Michael Handelsman.

Quito: El Conejo, 2005.

Handelsman aparece en el escenario editorial ecuatoriano con una nueva obra, fruto de sus

esfuerzos en los últimos años por registrar e interpretar el movimiento global y del capitalismo a

medida que este deja huellas sobre la producción cultural del Ecuador. El libro, una colección de

ensayos de distinta índole, agrupados en torno a ideas de identidad y resistencia cultural, se divide

en 9 capítulos que tratan de manera sucesiva: la noción de lo plurinacional, de lo intercultural, el

afrocentrismo, la identidad cultural libresca, imágenes y representaciones mediáticas en la

narrativa, el teatro contemporáneo del Ecuador, las migraciones y la “teoría” ecuatoriana de la

globalización. El libro es desigual en el sentido de que se debate de manera visible entre los

imperativos transdisciplinarios y teóricos de los Estudios Culturales y una visión convencional del

arte literario que puja por la valoración estética y la promoción de “poéticas personales” . La

tensión se siente a lo largo del libro, en la medida en que Handelsman, un académico

estadounidense con fuertes vínculos intelectuales en el Ecuador, pugna por abrir un espacio

expresivo que produzca la habitual enmarcación institucional que requiere su trabajo a la vez que

insiste en acercar esos contenidos a un público (y un círculo) de ecuatorianos que evidencian una

distancia tal vez insalvable ante ese discurso: “Lo que presento a continuación es mi intento de

dialogar a través de mis lecturas con múltiples lectores dentro y fuera del Ecuador y, también

dentro y fuera de diversos espacios académicos.” (Introducción, p 22) Es decir, Handelsman aspira

a congregar, en torno de sus propuestas de lectura, a una masa crítica a la vez intra y

transnacional e intra y trans disciplinaria. No sé hasta qué punto este admirable espíritu

conciliador tenga éxito, fundamentalmente porque, por un lado, la comunidad interpretativa a la

que alude Handelsman (dirigida a obras, textos y materiales a veces efímeros y decididamente

inaccesibles desde fuera de Quito) sencillamente no existe en cantidades apreciables y por otro, su

intento de alinear la producción cultural “alta” con las manifestaciones “industriales” o “masivas”

de la cultura no encuentra eco en un país en donde, para sus dirigentes artísticos al menos, la

cultura continua debatiéndose en torno de ideas como la “autenticidad” y “esencia” . El mismo

libro de Handelsman extiende esta tendencia de pensar la producción cultural casi exclusivamente

en términos de identidad y resistencia; es decir, en la afirmación de una identidad “real” y en la

identificación y consolidación de nuevas formas de “resistencia” . El terreno donde esto se

produce, para Handelsman es doble y promisorio; o en el laboratorio académico de la Universidad

Andina Simón Bolívar donde se cocina una receta posoccidental de lectura emancipadora del

presente y de la marginalidad que arroja un saldo académico importante o en los textos más o

menos convencionales de los escritores ecuatorianos de las épocas recientes. En otras palabras

Handelsman ubica la identidad y la resistencia a nivel teórico y a nivel literario, lamentablemente

para su proyecto, estos dos territorios salvo en contados y reducidos casos (el de Juan Montaño es

un ejemplo) no resultan compatibles ni complementarios. Como ejemplos de glocalización literaria

no encontramos instancias de transculturación o plurinacionalismo, sino apenas alguna mención

episódica, que Handelsman se ocupa de cuidar con esmero, de algún medio masivo de

comunicación o alguna manifestación de tecnología. El mundo de la literatura ecuatoriana sigue

siendo, en gran medida, incompatible con un intento de pensar el imposible espacio global del

capitalismo contemporáneo, en buena parte porque sencillamente no le interesa y en otra porque

su arsenal expresivo y formal persiste en buscar en la poética personal y en la estética las pistas

indispensables para su propia realización. Para constatar aquello basta leer la sobreabundancia de

tesis dedicadas exclusivamente, con estricta prohibición institucional de hacer lo contrario, a la

explicación de los méritos artísticos y las destrezas narrativas de literatos ecuatorianos (casi

siempre varones) o asistir a los congresos literarios criollos que consagran una visión romántica del

autor y una práctica clientelar de los circuitos textuales educativos. Lejos está, de este contexto,

un esfuerzo como el de Handelsman, que busca, a veces forzando las cosas, rescatar del marasmo

ritual de formalismo la virtud redentora (y académicamente rentable) de lo nuevo. De alguna

manera la presencia elusiva de la novedad narrativa responde a la ausencia casi absoluta de una

crítica con otras prioridades; sorprende por lo tanto que Handelsman, un crítico agudo y bien

informado dedique sus esfuerzos casi siempre a celebrar los textos que pondera sin el menor

asomo de una visión inconforme con la oficialidad literaria que acapara su trabajo. Es una actitud

peligrosamente cercana a un paternalismo académico que busca “rescatar” malgré lui a los

escritores que se ponen a su alcance.

Por otro lado, la ausencia de un análisis de los medios masivos de comunicación (televisión, radio,

internet, video, clips musicales, rock, etc.) en el Ecuador y sus productos específicos, a partir de su

radical transformación en los últimos años, no forma parte en absoluto de la visión de

Handelsman. Seguramente su condición de visitante esporádico dificulta este trabajo, pero esto

no debería ser una excusa para alguien que se propone estudiar la globalización –un fenómeno

impensable sin la comunicación de masas—“en la mitad del mundo” .

En conjunto el texto es de interés general para quienes nos interesamos por la cultura

ecuatoriana, tanto por el espacio que le dedica a temas que no han formado parte de la agenda

cultural (la migración, lo afronacional) reciente como por las pistas que el libro ofrece para

entender el tortuoso estado de los estudios literarios tanto dentro como fuera del Ecuador. La

edición, sin embargo, deja mucho que desear, si bien el texto ha sido editado con esmero, el

montaje del mismo, a cargo de El Conejo, nos entrega una paginación deficiente y mal

ensamblada. La paginación colapsa a la altura de la página 120 de nuestra edición, cuando la

página 128 inicia un conteo regresivo hacia la 121 para seguir de inmediato con el número 129; el

resultado es caótico y preocupante a la vez que un indicio de lo que puede ocurrir cuando, en el

intento de leer “la globalización desde la mitad del mundo” , nos encontramos con este tipo de

resistencias locales.

A la zaga del animal imposible: Lecturas de la poesía ecuatoriana del siglo

XX. Iván Carvajal.

Quito: Centro Cultural Benjamín Carrión, 2005

El poeta quiteño Iván Carvajal publica, en este texto, una compilación de su labor crítica y

ensayística de la última década, dispersa en distintas publicaciones y charlas ahora, corregida y

aumentada para componer una auténtica contribución al debate contemporáneo sobre el destino

de la poesía nacional. No se trata, se dice en el Prefacio, de “establecer jerarquías, y menos

aquello que los anglosajones llaman un canon. He escrito sobre la poesía que me toca más

íntimamente y sobre los poetas con quienes siento o he sentido alguna afinidad” (P 11). Así, el

texto toca la obra de Carrera Andrade, de Gangotena y de Dávila Andrade así como la de Escudero,

Hugo Mayo, Jara Idrovo, Granizo, Ponce y Naranjo. El texto se divide en 16 comentarios distintos,

todos ellos tienen en común la búsqueda por hallar lo distintivo de cada voz poética así como

indagar en las razones históricas, sistémicas (del sistema literario) y culturales que, juntas,

contribuyeron a la formación de un discurso poético ecuatoriano en el siglo veinte.

Carvajal hace bien en instalarse en la forma del ensayo, al interior de cuyos extensos confines su

escritura encuentra un grado explícito de comodidad. Resulta grato seguir a Carvajal, como un

caminante sin apremio, a través de sus desplazamientos temporales y predilecciones personales

mientras hila un argumento tanto como un relato sobre su relación personal con estos poetas. La

lectura del texto es siempre amena y llena de satisfacciones al descubrir un giro de palabra o una

asociación histórica deslumbrante; el mayor placer, empero, seguramente sea el de observar a

Carvajal, un lector lúcido y sagaz, mientras practica la explication du texte de un sinnúmero de

líneas poéticas por él preferidas. El ensayo final de la colección, titulado, ¿Un juego inútil? explora

el destino de la poesía ecuatoriana contemporánea ante un entorno receptivo aparentemente

hostil sino supremamente indiferente. El argumento de Carvajal, elegantemente desplegado a lo

largo de toda la obra, apunta a un horizonte existencial, casi un retorno a Sartre, sino a Heidegger,

Carvajal se repliega en una visión atomista del quehacer poético “Nada tiene que ver, en última

instancia, el destino social de la poesía. Finalmente de lo que se trata es del destino singular del

poeta” . La respuesta es insólita en tanto apuesta por la tenacidad de la voluntad individual (un

argumento afín al imperativo “no desmayar” del filósofo francés contemporáneo Alan Badiou)

precisamente en el momento en que su exhortación por el sentido de la poesía se convierte en un

llamado al compañerismo literario. Escuchamos y respondemos a ese llamado, en primer lugar,

por el gusto de la prosa de Carvajal y en un segundo momento, por la endeble camaradería—

torneo de jorobados la llamó Milosz — a la que nos congrega, en esta ocasión, la poesía

ecuatoriana.

Las confesiones de un “sicario económico” Perkins, John. Confessions of an Economic Hit Man. San Francisco, CA: Berrett-Koehler, 2004.

250pp.

Economic hit men (EHMs) are highly paid professionals who cheat countries around the globe out

of trillions of dollars. They funnel money from the World Bank, the U. S. Agency for International

Development (USAID), and other foreign “aid” organizations into the coffers of huge corporations

and the pockets of a few wealthy families who control the planet's natural resources. Their tools

include fraudulent financial reports, rigged elections, payoffs, extortion, sex, and murder. They

play a game as old as empire, but one that has taken on new and terrifying dimensions during this

time of globalization.

I should know; I was an EHM.

Los sicarios económicos son profesionales muy bien remunerados que perjudican a países de todo

el planeta en billones de dólares. Ellos canalizan el dinero del Banco Mundial, de la Agencia de los

Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y de otras organizaciones de “ayuda”

internacional hacia las arcas de grandes corporaciones y hacia los bolsillos de unas pocas familias

ricas que controlan los recursos naturales del planeta. Sus medios incluyen informes financieros

fraudulentos, elecciones arregladas, coimas, extorsión, sexo y asesinatos. Este juego es tan viejo

como el imperio, pero ha adquirido nuevas y terroríficas dimensiones durante esta época de

globalización.

Yo debo saberlo: yo fui un sicario económico. (La traducción es mía)

Este es el párrafo inicial del Prefacio del libro de John Perkins, Confessions of an Economic Hit

Man, libro que permaneció varias semanas en la lista de los más vendidos del New York Times a

fines del 2004 e inicios del 2005. Su lectura es de especial interés para los ecuatorianos ya que su

autor fue voluntario del Cuerpo de Paz en nuestra Amazonía a fines de los sesentas;

posteriormente ha trabajado aquí en varias ocasiones; es co-autor, con Shakaim Chumpi, del

libro“Spirit of the Shuar” ; es el fundador y director de la organización Dream Change Coalition,

inspirada en la aserción Shuar que expresa que “el mundo es como uno lo sueña” ; con frecuencia

viene al Ecuador dirigiendo grupos de ambientalistas y, además, declara que siente un afecto muy

personal hacia este país, al que hace frecuentes referencias en su texto.

El libro consta de 35 capítulos agrupados en cuatro partes que cubren los períodos 1963–1971,

1971–1975, 1975–1981 y 1981-presente, respectivamente. No pretende ser una autobiografía, su

énfasis radica en el período en el que el autor trabajó como jefe de economistas de Chas T. Main

(MAIN), firma de consultoría internacional de Boston (1971-81), trabajo en el que, según su propia

confesión desempeñó la función de “sicario económico” (“economic hit man” , EHM).

Los EHMs son profesionales que trabajan oficialmente para el sector privado, pero son el

instrumento de lo que Perkins denomina “la corporatocracia” (“corporatocracy” ), un sistema que

se fundamenta en tres pilares: corporaciones poderosas, bancos internacionales y gobiernos que

se prestan al juego. La tarea encomendada a un EHM consta de varios pasos: producir informes

financieros convenientemente elaborados, no siempre veraces, que predicen el impacto

económico positivo que tendrá en un país la implementación de proyectos de infraestructura;

convencer a funcionarios del gobierno de ese país de la necesidad y viabilidad de esos proyectos;

ofrecer financiamiento a través de organismos internacionales; estipular que quienes llevarán a

cabo las obras serán compañías estadounidenses. Dice Perkins:

Como nuestras contrapartes de la mafia, los EHM hacemos favores en forma de préstamos para

desarrollar infraestructura – plantas de generación eléctrica, autopistas, puertos, aeropuertos,

parques industriales. Una condición importante es que estos proyectos deben ser construidos por

compañías de los Estados Unidos. En esencia la mayor parte del dinero nunca sale de los Estados

Unidos, simplemente se transfiere de las oficinas de bancos en Washington a corporaciones y

oficinas de ingenieros en Nueva York, Houston o San Francisco.

Perkins añade que de antemano se sabe que el país deudor, en la mayoría de los casos, no podrá

pagar el capital y los intereses; sin embargo, el objetivo ha sido presionarlo y tratar de lograr

compromisos con los Estados Unidos, tales como el apoyo en organismos internacionales (votos

en las Naciones Unidas), facilidades para la instalación de bases militares, acceso a recursos

importantes como el petróleo. Afirma que si los intereses de la “corporatocracia” son muy altos y

el EHM no tiene éxito en sus propuestas, con frecuencia entran en juego entes más siniestros a los

que identifica como “chacales” , generalmente asociados con la CIA. Resultado de la presencia de

estos chacales suelen ser los derrocamientos o las muertes inesperadas de líderes, en accidentes

violentos. Si también fracasan los chacales, se recurre a medidas aún más drásticas como son las

confrontaciones armadas (la guerra en Irak).

En 1968, cuando era voluntario del Cuerpo de Paz en el Ecuador, el autor conoció al Vice-

presidente de MAIN, quien se encontraba en el país realizando los estudios correspondientes a fin

de recomendar que el Banco Mundial prestase altas sumas de dinero para proyectos

hidroeléctricos. Una vez cumplido su período en el Cuerpo de Paz, Perkins estableció contactos y

fue contratado por MAIN en 1971. Luego de recibir el entrenamiento necesario, “semiclandestino”

, fue aleccionado sobre la esencia de sus funciones y asumió su papel de EHM. Como tal, fue

enviado a diferentes países entre los cuales constan Indonesia, Irán, Panamá, Ecuador y Arabia

Saudita.

La información referente a Arabia Saudita es muy importante y reveladora. Perkins anota que

luego de la crisis y el embargo petrolero de los años 1973 y 1974, por parte de los países árabes en

contra de los Estados Unidos, el gobierno de Nixon decidió que era indispensable establecer una

relación muy especial con uno de esos países a fin de asegurar su apoyo y evitar problemas

similares en el futuro. El autor fue un miembro clave del grupo de estadounidenses que visitó y

llegó a un acuerdo con la familia real saudí, la que se comprometió a invertir la mayor parte de sus

petrodólares en papeles y bonos del gobierno de los Estados Unidos. Los intereses generados por

estos papeles serían utilizados para contratar compañías de los Estados Unidos con el objeto de

realizar obras de generación eléctrica, parques industriales, carreteras, oleoductos, sistemas de

transporte y comunicaciones, puertos, aeropuertos, etc. La familia real, por su lado, se

comprometía a ejercer su influencia para mantener el precio del petróleo dentro de límites

aceptables. De esta manera, salía beneficiada la familia real, cuya aceptación popular se vería

favorecida por las obras de infraestructura, además de recibir de los Estados Unidos la promesa de

ayuda política y militar, si fuera necesaria. También se beneficiaban los Estados Unidos como país

y varias compañías estadounidenses de ingeniería. Perkins afirma también que se trató de llegar a

acuerdos similares con Irán e Irak, pero sus líderes no los aceptaron.

Al referirse a América Latina, el autor expresa un profundo respeto y admiración por los

presidentes Omar Torrijos, de Panamá, y Jaime Roldós, de Ecuador. Considera que eran

inteligentes, carismáticos, populares en sus países, pragmáticos pero no dogmáticos. No seguían la

línea de Fidel Castro ni de Gadhafi, no estaban asociados ni con la Unión Soviética ni con China, ni

tenían la orientación socialista de Allende. Eran nacionalistas pero no anti-USA. Eran líderes

probos que no cayeron ante las tentaciones presentadas por los EHMs ni se prestaron a los

intereses de la “corporatocracia” , más bien, pedían justicia en el tratamiento a sus respectivos

países y respeto a su soberanía. Torrijos había asumido una actitud firme con respecto al canal de

Panamá, y Roldós lo estaba haciendo con respecto al petróleo. Si, como se anotó anteriormente,

la “corporatocracia” se asentaba sobre tres pilares – corporaciones, bancos y gobiernos

confabulados – Torrijos y Roldós significaban la posibilidad de remover el tercer pilar. Por esta

razón, Perkins, aunque sin proporcionar pruebas, asevera que los decesos de estos líderes,

acaecidos el 24 de mayo de 1981 en el caso de Roldós y el 31 de julio del mismo año en el de

Torrijos, no fueron realmente accidentales sino hechos perpetrados por “chacales” de la CIA, a fin

de evitar que sus ejemplos fueran seguidos por otros jefes de gobierno.

En 1982, luego de haber renunciado a MAIN, Perkins empezó a escribir un libro cuyo título iba a

ser Conscience of an Economic Hit Man, dedicado a la memoria de Roldós y Torrijos. Sin embargo,

y según él mismo lo expone, “I was persuaded to stop writing that book” (se me persuadió que no

escribiera ese libro). En las dos décadas siguientes, trató de escribirlo nuevamente en cuatro

ocasiones, pero se abstuvo debido a amenazas o a jugosas ofertas de consultorías que estipulaban

que no debía continuar con el libro. Finalmente se decidió a hacerlo, sin importarle las

consecuencias, luego del 11 de septiembre del 2001, fecha en la que se encontraba en la

Amazonía ecuatoriana con un grupo de ambientalistas. Lo hizo, en sus propias palabras “porque la

gente de los Estados Unidos necesita comprender cómo funciona realmente nuestra política

exterior, cómo funciona la ayuda internacional, cómo funcionan nuestras corporaciones, cómo se

utiliza el dinero de nuestros impuestos; si lo comprenden, estoy seguro de que exigirán cambios” .

Varias editoriales consideraron el libro, reconocieron sus méritos, pero lo rechazaron debido a los

riesgos que implicaba su publicación. En 2003, el presidente de una importante casa editorial,

propiedad de una corporación internacional, lo calificó como “una historia fascinante que debe ser

contada” , pero lo rechazó argumentando que habría oposición por parte de los más altos

ejecutivos de la corporación. No obstante, le aconsejó a Perkins que lo convirtiera en obra de

ficción y le ofreció un tipo de publicidad similar al que reciben John Le Carré o Graham Greene,

connotados novelistas. Finalmente, fue publicado, en su versión original, por Berret-Koehler, una

editora que no pertenece a ningún conglomerado internacional.

Confessions of an Economic Hit Man es una obra importante, no solo para quienes están

interesados en política y relaciones internacionales, sino para el público en general. Se lee como

un libro de suspenso, un “thriller” , pero no es ficción. Su contenido llamará la atención y tal vez

chocará a algunos lectores, sin embargo, no ha sido refutado ni cuestionado. Para otros lectores,

significará la confirmación de rumores, sospechas, o de hechos que han aparecido abiertamente

en noticias o editoriales. Para el público lector latinoamericano, constituye una fuerte motivación

para cuestionar la verdadera necesidad e idoneidad, así como también las consecuencias e

implicaciones, de muchos de los préstamos que recibimos y que gradualmente elevan nuestra

deuda externa a niveles imposibles de pagar.

José J. Cisneros

América Latina y el positivismo. Comentario crítico al libro de Martín Hopenhayn “América Latina desigual y descentrada” (Norma

2005)

Por Jorge Luis Gómez Rodríguez

Coordinador de Filosofía de la Universidad San Francisco de Quito. Ecuador.

(jorgeg@usfq. edu. ec )

Al parecer la vieja “dicotomía conflictiva” entre barbarie-civilización, entre retroceso-progreso,

entre Ariel-Calibán, vuelve a manifestarse en el análisis sobre América Latina. Desde el Facundo

(1845) de Sarmiento, las reflexiones de Rodó e Ingenieros, tanto como la reflexión del positivismo

chileno con Lastarria, Bilbao y Lagarrigue, parecen asentarse en eso que Sarmiento llamó la

“dicotomía conflictiva” y que hace las veces de canon reflexivo del positivismo a finales del siglo

XIX y comienzos del siglo XX. Hoy al volver a observar este canon reflexivo en la obra que vamos a

comentar, debemos afirmar, sin lugar a dudas, que la ineficacia e inutilidad del positivismo

depende fundamentalmente de aquello que Kant llamó las “Antinomias de la razón” , ya que la

tensión entre dos opuestos no le permite a la razón “abandonarse a un escepticismo desesperado

o adoptar un dogmatismo obstinado” (I. Kant.” Crítica de la Razón pura” Ediciones Orbis. Tomo II.

pag 314). Precisamente este estado de irresolución en el que cae la razón es el resultado, como

dice Habermas, de “una paradójica asociación de actitud positivista y pretensión crítica” (J.

Habermas.” El discurso filosófico de la modernidad” Ed Taurus, pag 324).

Pero no pretendemos aquí, descalificar en este sentido el libro de Martín Hopenhayn “América

Latina desigual y descentrada” . No quisieramos adoptar aquí la divisa kantiana contra las

antinomias de la razón como “eutanasia de la razón” (Kant. Ibid pag. 314).

Por el contrario, nuestra intención es mostrar el vínculo que tiene el texto de Hopenhayn con el

positivismo latinoamericano, de cómo el positivismo de nuestro autor hace manifiesto un tipo de

investigación en donde América Latina es más un porcentaje y una estadística, un proceso

tensional entre cantidades, que una auténtica formulación del descentramiento y la desigualdad

en la que vivimos.

Y es precisamente el horizonte tensional que compone la totalidad del libro, lo que nos hizo

sospechar del pecado de positivismo en el que incurre. Las tensiones antinómicas se suceden una

tras otra, desde la introducción del libro, donde se repara en la antinomia entre intelectual-

mediocre, intelectual-ideal, hasta la confesión del mismo autor de moverse en el ambiente

personal entre “dos pies” , nada menos que como “dos ejes tensionantes” en los que se

desenvuelve la realidad (!!).

Pero la práctica indiscriminada de la tensión antinómica (tensión insular-global, apocalíptico-

integrado, mediocre-ideal, singular -plural. etc) describe sin disimulo alguno una aparente

solvencia del instrumento de análisis, una “sincronía de contrastes” en las que todo se vuelve

excesivamente convincente. El poder retórico de tensionar el texto, la excesiva enumeración de

polaridades, vuelve al texto rico en “antilogías” instrumentales (como los discursos del sofista

Protágoras), aunque frío e irresoluto por su neutralidad.

Pero el libro de Hopenhayn no solo está sembrado de contrastes antinómicos, sino también, de

dos tipos de investigación y exposición. Uno el investigar estadístico. Otro el análisis crítico. Uno el

desenvolvimiento institucional. Otro el análisis personal. Uno el investigador del mundo de

Internet, computadoras y cybercafés. Otro, el crítico que observa la presencia aun incipiente de la

red en nuestro continente. Entre ilusión-desilución, anverso-reverso, insular-global, entre los dos

ojos tensionantes, no hay una mediación victoriosa, ni dogma, ni escepticismo, ni apocalípticos, ni

integrados. Más bien, Hopenhayn postula un juego tensional como dinámica de un proceso ciego e

irresoluto, pues más le interesa captar el motor tensional del proceso histórico, que el verdadero

rol de los sujetos tensionantes.

Hasta la página 125 del texto, todo es internet y medios. Entre Castells y Canclini, entre Brunner y

García Barbero, del mismo modo como el discurso positivista del siglo anterior, Hopenhayn da

prioridad a los medios tecnológicos como factor e índice del progreso. El hecho tangible de los

televisores, radios, periódicos y computadoras nos enseña que el positivismo contemporáneo se

nutre de la reflexión sobre los medios de comunicación, para sobredimensionar el valor positivo

del medio tecnológico (como el tren para los positivistas decimonónicos y las máquinas de vapor

en general) por sobre la sociedad. Con este fin, articula antinomias como barbarie-progreso, homo

sapiens-homo videns, mestizaje-hibridación etc. , solo para considerar sus aspectos positivos como

epifenómenos instrumentales, como choque de trenes y máquinas de vapor, bajo la ideología de

la prioridad de lo positivo sobre lo real.

Como imágenes de noticiero, las antinomias se nos vuelven tan reales como el café en la mesa. Sin

embargo, la razón instrumental y técnica de las antinomias solo absorve la parte formal del café.

No su verdadero sabor. Con la imitación técnica y mecánica de lo concreto, solo consigue

despotenciar a lo real de su diversidad y complejidad, hasta volverse un frío y neutral instrumento

de análisis.

La realidad enajenada en el instrumento de análisis, en el porcentaje de la estadística, queda vacía

de contenido, enajenada de su verdadera ontología.

Algo parecido le sucedió a Rodó e Ingenieros, en su afán de tensionar las antinomias

latinoamericanas. Pero no solo la significación que buscaron en lo positivo de la realidad

latinoamericana, lo desarrollaron mediante “el análisis tensional” , del mismo modo como lo hace

Hopenhayn, sino también, vieron en el mundo instrumental y tecnológico, el fuego cruzado del

progreso sobre la barbarie, desarticulación de lo antiguo (estado nación, cultura y política) e

ingreso abrupto en lo nuevo, descentramiento de una modernidad a empujones, que a caballo

entre la paradoja y la conjetura, nos intenta advertir un orquestado primer acto de una tragedia

por venir.

La pasión por lo moderno a través de la concentración y obsecación en el mundo instrumental, nos

advierte que el ideario positivista de la conciliación de los contrarios en el positivismo (después de

conciliar la época teológica con la época metafísica) hoy en día se expresan, como ayer, en la

antinomia moderno-pasado mediante la estadística de los medios, en la conexión-desconexión de

la red. La divisa positivista de “libertad, orden y progreso” de Augusto Comte, al parecer, subyace

en el fondo de todo el optimismo tecnológico en el que se desenvuelve hoy como ayer el

positivismo.

Pero lo sorprendente del positivismo de Hopenhayn, no solo lo podemos apreciar en la estructura

misma del análisis tensional, sino también en las temáticas que aborda. De un lado, la crítica al

intelectual en el mismno horizonte tensional de “El hombre mediocre” (1914) de José Ingenieros.

De otro lado, el tema de la juventud desde la tensión hombre-adulto-tradicional y hombre joven-

progresista, como lo hace Rodó en el “Ariel” (1900). Pero a pesar de estas semejanzas, el análisis

tensional de Hopenhayn, manifiesta una vía nueva del positivismo investigativo el que, al contrario

del positivismo de comienzos del siglo XX, hace suyo un tipo de reflexión instrumental muy

preciso.

Con el análisis estadístico o de tendencias porcentuales, el positivismo investigativo

contemporáneo, muestra no solo su poder seductor a todas luces, sino su peligroso poder de

positivizar la realidad.

Con el análisis de las tendencias, no se hace más que tratar con potencialidades, pero no con

realidades. Como sucede con las encuestas a boca de urna, se intenta forzar al elector a elegir lo

que dice el porcentaje, pero no a decidir por sus propias estimaciones. Este es el peligro del

positivismo: absorber al sujeto y la sociedad mediante la primacía del instrumento tecnológico.

Sin embargo, el positivismo de ayer y hoy es peligroso en más de un sentido. Por lo pronto, al

transformar la tendencia porcentual en realidad, crea un instrumento de análisis que impone sus

condiciones a la realidad social. Este instrumento es útil a la hora del análisis de la coyuntura (es

útil en el mercado de las demandas porcentuales), pero es inútil cuando intenta servir a la solución

de los problemas reales. Como lenguaje técnico y científico, como mentalidad científica del

analista y de sus lectores, como análisis sustentado en “modernas técnicas matemáticas” , fuerza a

la realidad mediante un esquema reductor que, fundado en el progreso de la ciencia y la

investigación y en el aval institucional del que vive, llega a suplantar a la realidad.

En el plan argumental y retórico, el interés se enfoca únicamente en sustentar afirmaciones que

apoyan la generalidad de los casos (éste es el lado más “protagórico” del análisis). Lo que se le

escapa son los casos concretos. La concresión mínima, el cálculo infinitesimal, el caso específico

son los inefables de los que vive. La cuantitas suplanta a la cualitas. El bosque ilusorio no le

permite ver los árboles de la ilusión.

Pero lo verdaderamente peligroso del positivismo de hoy y de ayer es su intento de volverse una

teoría de la objetividad en general. Por este motivo, el evangelio positivista siempre fue temido

por otros evangelios y evangelistas. Su carácter totalizador y omniabarcante, siempre fue una

amenaza contra la autonomía de la razón y del sujeto.

El joven Hegel en sus escritos sobre el positivismo de la religión cristiana, nos dejó el mejor

testimonio del peligro y la amenaza que éste ejerce en la sociedad: El positivismo es “la

subjetividad absorvida por la sustancia” .

Sin sujetos reales y concretos, absorvida por los medios de comunicación y las estadísticas, por la

materialidad instrumental de las nuevas tecnologías, la América Latina de Hopenhayn tensiona la

substancia pero no tensiona los sujetos. Al parecer, la tensión antinómica del positivismo suplanta,

a la autonomía de la razón y del sujeto.

Quito, 16 de Septiembre del 2005.