forja n° 8 - marzo 1970

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ESCRITOS DE INTENCIÓN POLÍTICA FORJA UNA PATRIA UN ESTADO UN DESTINO Nº 8 FEB / MAR 1970 PRECIO Eº 1.50

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Digitalización del N° 8 de Marzo del año 1970 de la Revista FORJA

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  • ESCRITOS DE INTENCIN POLTICA

    FORJA UNA

    PATRIA

    UN ESTADO

    UN

    DESTINO

    N 8 FEB / MAR 1970

    PRECIO E 1.50

  • Revista FORJA Edicin digitalizada para www.mrns.cl

    EDITORIAL En los inicios de este rgimen a travs de una publicacin-ASPAS-antecedente de este quehacer editorial de FORJA,

    denunciamos los turbios manejos en torno a una de las reformas que trajo la democracia cristiana: la "reforma

    uterina", expresada a travs del eufemismo de "control de la natalidad". En sus postrimeras, un hombre que en el exiguo espacio de las "Cartas al Director", de diferentes

    publicaciones logr encender la polmica, nos presenta un anlisis con valor de testimonio.

    Hemos credo oportuno publicar el discurso del General (R.) Viaux, porque es un documento pblico que condensa

    muchos temas que son ya familiares a los lectores de FORJA. Ms all de las doctrinas y de los hechos,

    comienza a surgir la figura de un hombre: lder en busca de su pueblo.

    Uno y otro configuran un tipo de hombre escaso en nuestro pas; y que piensa que la razn no es del que la tiene, sino

    del que la posee.

    Frente a esta afirmacin de la razn, se presenta un esquema de la razn y sin razn de la poltica, en la teora de ciertas escuelas, en el Estado, y en la situacin extrema

    que se presenta en lo que se llama: racionalizacin de lo irracional.

    El mito y el apasionado ejercicio de la inteligencia son las perspectivas a partir de las cuales tiene que ordenar el nacionalismo su actuar contingente, si quiero subsistir

    como reserva poltica de Chile, ms all de este apocalipsis de opereta que son las elecciones

    presidenciales.

    El trabajo en la intrahistoria har surgir al pueblo como unidad, dueo de su destino y creador de su propio

    Estado.

    Tal es el signo y la seal.

    La Direccin

    FORJA

    ESCRITOS DE INTENCIN POLTICA

    AO 1 N 8

    FEBRERO / MARZO 1970

    PRECIO DEL EJEMPLAR EN TODO EL PAIS

    E 1.50

    ___________________

    PROPIETARIO: Misael Galleguillos

    Vsquez

    DIRECTOR: Eugenio Cceres Contreras

    REPRESENTANTE LEGAL: Renato Carmona Flores

    ___________________

    FORJA: Acepta canje de

    publicaciones y colaboraciones en

    material periodstico e informativo.

    Sus artculos pueden reproducirse

    libremente con la sola mencin de su origen.

    DIRECCIONES:

    Casilla 672 - Antofagasta Clasificador 609 - Santiago Casilla 831 - Via del Mar Casilla 1886 - Concepcin

    En este nmero: - Razones y sin razones de la poltica. - Viaux habla a las Fuerzas Armadas. - Antinatalidad y aborto. - Viaux, un lder en busca de un pueblo.

  • Revista FORJA Edicin digitalizada para www.mrns.cl

    La Revista FORJA fue fundada por el M.R.N.S. el 5 de agosto de 1969 en

    Valparaso, y se editaron 32 nmeros hasta el ao 1978. Fue un medio de

    expresin escrito que contribuy fuertemente al desarrollo del pensamiento

    Nacional Sindicalista chileno de esa poca, as como tambin a que el

    pueblo chileno en general, y los nacionalistas en particular, tomasen clara

    conciencia del peligro que significaba un gobierno marxista en Chile. Fue la

    continuacin de otros medios escritos del M.R.N.S. tales como los diarios

    Bandera Negra, Guerra Obrera y Aspas.

    Ahora presentamos a nuestros lectores a travs de Internet, la digitalizacin

    de FORJA, la revista doctrinaria de proposiciones e ideas con la cual el

    nacional sindicalismo revolucionario inici la sntesis del pensamiento

    fundacional y la proyeccin analtica del Estado de Comunidad Nacional. El

    sentido misional y siempre actual del pensamiento nacionalsindicalista

    revolucionario, cobra vida y es testimonio por si slo de nuestra vigencia

    como nica posibilidad de desarrollo de un Chile grande en unin y justicia

    por sobre los sistemas cerrados y economicistas a ultranza del marxismo y

    el neoliberalismo.

    El M.R.N.S agradece a todos los camaradas que han colaborado en esta

    enorme tarea de recuperacin de material histrico, en especial al camarada

    de Valparaso Rodrigo Maturana, por su excelente trabajo de digitalizacin

    de numerosas ediciones de FORJA.

    Enero de 2009

    M.R.N.S.

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    Razones y Sin Razones de la Poltica. En una sociedad en la cual tienden a dominar las masas, las irracionalidades que no han sido integradas en la estructura social pueden abrirse camino hasta la vida poltica. Esta situacin es peligrosa, porque el aparato selectivo de la democracia de masas abre la puerta a irracionalidades en aquellos sitios donde la direccin racional es indispensable. De este modo la democracia misma produce su propia anttesis, e incluso proporciona armas a sus enemigos". KARL MANHEIM

    1.- ANTECEDENTES.

    Polticamente Manheim viene a plantear lo que mucho tiempo atrs planteara Federico Nietzsche: "la marea del nihilismo avanza". Terminada la temporada de vacaciones, la marea del irracionalismo de la campaa electoral, pronto invadir el pas, y estas lneas son un intento de pensar framente.

    Una de las empresas de la razn es tratar de encuadrar a su contrario, la "sin-razn" o, lo "irracional" en lo racional, esto es, someterlo a norma, ley o, visando una palabra de alta prosapia, a logos

    La claridad de los dioses griegos estaba limitada por la majestuosa incomprensibilidad de la "Moira". Scrates antes de emplear la razn escuchaba la voz de su "demonio". Platn reconoce que la "enajenacin mental" siendo menos que la razn, operada por Dios es superior a ella. Aristteles observa que existen hombres -los alogoi- cuyas empresas salen bien sin la razn y contra la razn. En el cristianismo se da la lucha en la razn y la fe. En la poca del racionalismo se oponen a nombres como Descartes, Hobbes y Grocio, hombres como Pascal, Vico y Bayle. Nietzsche, Kierkegaard y Bergson, son puntos extremos de este proceso, sin considerar todava al romanticismo alemn.

    El libro de Georg Lukacs -Asalto a la Razn- es un inteligentsimo panfleto destinado a mostrar el camino de la irracionalidad desde Schelling a Hitler. Tal inventario, con todo, lejos de aclarar el problema, viene a subrayar la importancia y vigencia de la Irracionalidad.

    2.- LA RAZN UNIVERSAL.

    La filosofa liberal, parte de un lugar comn que ha hecho fortuna desde Aristteles para ac: el hombre es un ANIMAL RACIONAL. Un segundo paso, desde sus supuestos, es que este hombre est insertado en un ambiente con consecuencias polticas: "la razn universal" repartida entre todos los hombres. Esta razn se actualiza mediante la discusin -recordemos el refrn: de la discusin nace la luz-. El lugar propio para esta actualizacin es el Parlamento.

    Esto es en lo que a poltica respecta. En cuanto a la sociedad, existe consenso unnime dentro de filsofos y economistas de esta escuela respecto a que ella se constituye mediante un contrato recordemos a Rousseau: el Contrato Social anlogo a los contratos de derecho privado.

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    3.- PERSPECTIVA CRTICA.

    En lo social, tal teora no pasa de ser un mito. Pero donde el mito trae consecuencias perjudiciales es en la interpretacin que se hace del paso de lo social a lo poltico. En primer lugar, la sociedad poltica se construye a partir del hombre aislado de sus comunidades naturales; en segundo trmino, en la misma gnesis del sistema, Rousseau denuncia algo cierto: el poder puede delegarse pero no la voluntad general o razn; en tercer trmino la teora de la representacin, adems de defectos estructurales ha evolucionado de lo pblico, a la representacin de intereses privados; en cuarto trmino el Parlamento en su situacin actual no es ms que la consecuencia irreversible de todos los errores implcitos en la doctrina.

    Sobre todas estas razones, est el hecho de la aparicin de la sociologa, que viene a derrumbar todos los supuestos "racionales" del sistema demoliberal.

    La verdad de las cosas es que en nuestra poltica criolla, los nicos supuestos de cierta trascendencia exhibidos por los representantes de este sector de pensamiento es el de la "economa de mercado" y de la "competencia" trminos ambos que desde un pensamiento racional constituyen una peticin de principio que ser necesario discutir.

    4.- LA RAZN MARXISTA.

    La inversin de la frmula hegeliana: todo lo racional es real, todo lo real es racional, determina el punto de partida de esta escuela de pensamiento. Sus primeras armas las hicieron contra el liberalismo poltico y econmico, mostrando los supuestos econmicos escondidos detrs de la defensa de ciertos valores. Un ejemplo claro de la aplicacin de este mtodo lo podemos encontrar en Hernn Ramrez Necochea -El Imperialismo en Chile- que frente al historiar de batallas y tratados, propio de la historiografa demoliberal, mostr al desnudo una galera de "prohombres" del siglo pasado.

    As como la, filosofa demoliberal parta del hombre animal racional y se insertaba en una "razn universal", el "hombre econmico" de la filosofa marxista se encuadra, en una "razn de clase" (conciencia de clase); sta toma de conciencia marca el paso del hombre individualmente considerado a hombre poltico. Sin esa Integracin no existe poltica.

    5.- EL MITO DE LA ECONOMA.

    Como suele suceder en las filosofas que atribuyen a una sola causa el movimiento sociopoltico -racismo, determinismo geogrfico, biolgico, etc. la causa nica de que se trate, termina convirtindose en mito, a su vez, de que la libertad humana deja de ser un atributo de la personalidad para ser un mero efecto de la causa de que se trate. En otros trminos, se tienen derechos si se pertenece a tal o cual raza, a tal o cual clase, etc.

    Las predicciones de Marx, son ejemplo claro de, que no todo lo real es racional. La revolucin no estall en Inglaterra, contra todas las expectativas, sino en Rusia. Recordemos paralelamente que otro hombre, Donoso Corts -que tuvo problemas con la Iglesia justamente a causa de su posicin frente a la razn- fue el que pronostic el -advenimiento de la Revolucin en el pas de los Zares. Un anlisis de todas las predicciones marxistas es un interesante itinerario de fracasos e Inconsecuencias. Magnficos explicadores de derrotas, pero psimos profetas, frente al futuro para animar a sus bases, deben recurrir a todo lo que ellos condenan como Irracional: la esperanza (ellos debieran hablar de consecuencias) la poesa.

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    Concretamente, dentro de la poltica, es ya clsica la contradiccin entre su pretendida sociedad sin Estado y los Estados marxistas concretos que son expresin de uno de los poderes ms fuertes surgidos en la historia universal. Por otra parte, el planteamiento de la poltica, que de la denominacin de las personas tericamente debe quedar reducido a la mera administracin de bienes, no se da, sino que, corolario de la afirmacin anterior, es una poderosa denominacin de personas.

    6.- LAS POSICIONES CONCRETAS.

    Era necesario recordar, aunque brevemente, los supuestos de las filosofas implcitas de sectores que apoyan a dos candidatos, que a juicio de los comentaristas polticos tienen las primeras opciones para el clsico presidencial. Las posiciones concretas, no trasuntarn nada de lo expresado. "La razn universal" la "razn de clase" se enfrentarn en formas que son "argucias de la razn", y se dar nuevamente, en forma perfeccionada, la "racionalizacin de la irracionalidad" esto es la organizacin de los intereses, pasiones, grupos de presin, grupos de poder, en suma de todo aquello que Max Scheler llamara "democracia de humores" y que como mtodo introdujo la Democracia Cristiana en nuestro pas.

    Nos guste o no nos guste, la afirmacin de Wilfredo Pareto cobra una extraordinaria actualidad: "Las consideraciones tericas de la Inteligencia slo Influyen en la vida poltica por obra de los factores sentimentales que se esconden detrs de la teora. El pensamiento emprico y lgico, poco o nada puede contribuir por razn de sus propiedades tericas a la configuracin de la sociedad, que depende de otros factores diferentes y mucho ms importantes", y viene a enlazarse con aquella otra cita de Manheim con la que empezramos estas reflexiones.

    7.- ETAPAS DEL SABER POLTICO.

    El saber poltico inicia su carrera con grandes ilusiones. Los filsofos han de ser gobernantes, o los gobernantes comenzar a filosofar. Es el mito de Platn. En otros trminos: el que sabe debe gobernar.

    El cristianismo da como imperativo aqul de que el que gobierna debe saber puesto que la vida no es un simple espectculo, sino radicalmente obligacin, sea cual fuere el estamento social al que se pertenezca.

    En tercer trmino, Maquiavelo representa un nuevo itinerario: el que manda con xito "sabe". Sin embargo, saber y poder estn todava unidos. En el absolutismo las funciones se separan, y el "saber" reside en unos pocos consejeros; el proceso histrico hace radicar en la discusin amplia el saber: es la hora de los clubes polticos y los partidos. En esta etapa, principalmente, que coincide con la aparicin de la prensa, el saber en su funcin poltica no es gobierno, no es previsin, no es Ilustracin, sino que es crtica.

    Absolutismo, aristocracia y democracia, sin embargo, representan una suerte de creencia en alguna verdad, total o parcial. Sin embargo, la verdad como categora poltica desaparece para ser reemplazada por la "ideologa". Y la funcin social que le queda reservada al saber es desenmascarar ideologas.

    El saber -y es la perspectiva planteada por la "tecnoestructura de que habla Galbraith en su "Estado Industrial"- se hace cada da ms sicologa de masas y tcnica publicitaria, destinada a estimular factores muy adjetivos en las etapas de la produccin y del consumo, o en el

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    planeamiento de la economa. El saber poltico termina as su circuito relegado a un nivel poco decoroso.

    8.- RECAPITULACN.

    Estos breves apuntes nos llevan a sealar dos hechos entre los cuales debe existir una constante, que por el momento no interesa averiguar: apogeo de la irracionalidad, crisis del saber poltico. Existe, por otra parte, conciencia de que se emplear una maquinaria monstruosa para racionalizar lo irracional.

    9.- PERSPECTIVA DESDE EL ESTADO.

    Para completar esta crnica de los extravos de la razn, baste recordar que el Estado en su poca de esplendor tena como uno de sus elementos constitutivos la discutida "razn de Estado", pero como acertadamente ha apuntado Fernndez de la Mora, se ha pasado de la razn a la "pasin de Estado". Puede hablarse sin temor a errar de un "Estado sensual". Este es un hecho que todos podemos percibir.

    10.- PERSPECTIVAS PARA EL NACIONALISMO

    Este es el horizonte del cual debe partir toda consideracin del actuar nacionalista.

    La experiencia de la historia nos seala algo de Importancia: el ciudadano paulatinamente toma conciencia de que es un simple pen en este juego de la racionalizacin de la baja irracionalidad (intereses, temores) y reacciona desde la fibra cordial de su ser mediante mitos, integrados por valores y nobles ambiciones. De repente suea con el imperio, con la nacin, con la misin cultural o religiosa. En que cada ciudadano se siente un prncipe y se libera de su condicin de esclavo de una sociedad de consumo. En que surge la solidaridad nacional.

    El nacionalismo siempre ha estado presente en la creacin de esos mitos. Hacen falta poetas a riesgo que los modernos "Platones" los expulsen de la ciudad.

    Pero, al mismo tiempo, y es la dialctica propia del nacionalismo, hace falta un apasionado ejercicio de la inteligencia, que es algo ms amplio que la razn, que en buenas cuentas es slo una manera de ejercicio de la inteligencia.

    Y, conjuntamente, es necesario vivir de acuerdo a lo que se piensa. Cuando aparecen hombres que marcan su actuar poltico con un juramento, firme voluntad de accin en concordancia con los principios, es ndice inequvoco que en Chile comienza a amanecer.

    RENATO CARMONA FLORES

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    Viaux habla a las Fuerzas Armadas.

    Texto completo del discurso del General Roberto Viaux Marambio, pronunciado con motivo de la comida ofrecida por personal de las Fuerzas Armadas en retiro y amigos personales, en el Crculo Espaol de Santiago, el sbado 7 de febrero de 1970. He llegado hasta aqu, obedeciendo a vuestro cordial y espontneo llamado, cierto de que esta manifestacin con que me honris, tiene el claro significado de un desagravio y de una protesta de parte de Uds. y de tantos compaeros y amigos de las FF.AA., a quienes s presentes en espritu, pero que por razones obvias, se han visto impedidos de concurrir personalmente. Para todos, mis agradecimientos ms profundos y permanentes. He dicho "de desagravio y de protesta" y agrego: ante una injusticia irritante que no es solamente el fruto del atropello a compromisos formales y de honor, sino que tambin de un criterio anacrnico sobre los deberes y los derechos de los militares como hombres y como integrantes de una democracia, concebida como un rgimen de convivencia inspirado en la dignidad humana. Las aspiraciones de la Oficialidad y de la SubOficialidad del Ejrcito de las cuales fui intrprete por su espontnea decisin, sin importarme las consecuencias que para m podra tener esa actitud, pues las vena compartiendo con firme perseverancia, se pueden sintetizar en los siguientes puntos: 1.- Equipamiento material del Ejrcito y de las FF.AA., en general; medida indispensable aconsejada por una necesidad apremiante y por una previsin patritica elemental. 2.- Aumento de las plantas y de la conscripcin, con los mismos fines precautorios de la seguridad nacional y como nica forma de mantener un trabajo eficaz y de trascendencia. 3.- Reestructuracin del Alto Mando, para proveer a una mayor eficiencia Institucional, formando un verdadero Ejrcito de soldados profesionales, con elementos, con medios y con mstica. 4.- Y en ltimo lugar, un pronto y adecuado mejoramiento de las remuneraciones, para dar a los integrantes de las FF.AA., Carabineros e Investigaciones, un trato ms digno en esta materia, dado que las en vigencia eran lacerantemente limitativas del ms mnimo bienestar. Para lograr esos objetivos constitutivos de los problemas esenciales de las FF. AA., trat infructuosamente de usar el conducto regular, el que de hecho me fue cerrado. Mi actuacin en pro de los objetivos enunciados fue, empleando una expresin del lxico vulgar, "tramitada", y desde la sombra, hipcrita y solapadamente, se descarg sobre mi la maquinaria gubernativa y reglamentaria mercenaria de individuos moralmente descalificados, que posteriormente recibieron su paga mediante la apertura de los caminos para llegar a los ms altos grados de la Institucin. Ante el cierre del conducto regular, envi una carta al Presidente de la Repblica, como ltimo recurso formal para hacer llegar hasta l, como Jefe de Estado y Generalsimo de las FF.AA., las justas aspiraciones aludidas. No tuve respuesta alguna. En suma: negado el conducto regular; conocida la invulnerable inercia del Alto Mando; vctimas los hombres de las FF.AA. del Incumplimiento de promesas reiteradas, una de las cuales fue revestida de una espectacular solemnidad, y generalizado el convencimiento de que estbamos siendo objeto de una prolongada y estril tramitacin, agotadora de toda esperanza de soluciones propias y adecuadas, la Oficialidad y la Sub-Oficialidad me dio su representacin. Decidiendo lo que haba que hacer, se descart la posibilidad de seguir esperando con paciente mansedumbre y medroso silencio, lo que, como se comprende, no se concilia con la virilidad que debe caracterizar

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    siempre la conducta del soldado. Se resolvi en cambio, estimular la atencin del Gobierno hacia los problemas esenciales de las FF.AA., de un modo activo y directo: as naci el acuartelamiento realizado en el Regimiento Tacna y ese fue precisamente su nico objetivo. Nadie ha discutido ni puesto en duda la conveniencia nacional e institucional, la legitimidad ni la justicia de las aspiraciones hacia las cuales se trat de despertar el inters del Gobierno con el acuartelamiento del Tacna. Por el contrario, hay consenso unnime para reconocer esa conveniencia, legitimidad y justicia; y tanto el Gobierno como el Congreso Nacional concurrieron en ello de modo muy elocuente. Sacudidos por el referido acuartelamiento, tomaron las iniciativas conducentes a dar satisfaccin a dichas aspiraciones, con una celeridad que contrastaba con la lenidad de antes. Sin embargo, hay quienes a pesar de reconocer que los objetivos perseguidos eran de conveniencia general, legtimos y justos, sostienen que el medio empleado para hacerse or no es aceptable. Sobre esta base se han adoptado medidas disciplinaras y de carcter penal que son conocidas de Uds. De este modo, un acto inspirado por motivos inobjetables, vale decir por motivos justos y con una intencin ajena del todo al campo de lo reprensible, se convierte por estos modernos escribas, en un acto delictuoso. Compaeros y amigos presentes y compaeros y amigos materialmente ausentes: Aristteles deca que lo "legalmente justo" no equivale siempre a lo "moral y esencialmente justo", sealando un camino a los intrpretes y ejecutores de la ley, para que atendieran ms a lo ltimo que a lo primero. como manera de hacer verdadera justicia. Seguir esa norma del filsofo inmortal, era ms imperioso en este caso, porque para arbitrar las medidas disciplinarias y penales, se ha partido de la vulneracin flagrante de compromisos formales y de honor, que se pisotean sin recato alguno. Cerrado el conducto regular, esto es, las puertas que deban conducirnos a un legtimo acceso, naci el derecho de abrirlas virilmente para hacernos or de quienes tienen el deber constitucional y moral de or. No estbamos reclamando una simple gracia, sino que ejerciendo el derecho de peticin, y s arbitrariamente se nos negaba todo acceso por las vas normales, debamos recurrir a otros medios. En consecuencia, calificar el acto del Tacna como un hecho ilcito, por hacer imperar obstinada y rigurosamente con sentido desviado, determinados preceptos, es propio de otras etapas ya superadas del desarrollo mental y jurdico y es conducente al absurdo de castigar un hecho de finalidades nacional e institucionalmente convenientes, legtimas y justas, y ajenas en absoluto de toda intencin delictuosa. Quiero agregar que como una demostracin ms de la eficacia del acuartelamiento del Regimiento Tacna las FF.AA., Carabineros e Investigaciones, tuvieron un aumento de remuneraciones, tanto para el sector activo como para el personal en retiro. A pesar de que a ste ltimo, de acuerdo con la ley, debe cancelrsele en su totalidad este aumento, ello no se ha hecho. Estoy seguro que todo el personal en retiro sabr, defender sus derechos con la firme voluntad y la decisin del que sabe que lucha por la justicia. En Chile no tiene por que existir una sub-clase humana; el personal en retiro y montepiados no son una sub-clase humana y sabrn defender firmemente lo que legalmente les pertenece, lo que es suyo. La actitud asumida con los Oficiales que hemos sido sancionados, contrasta violentamente con la asumida por la Corte Suprema con relacin al personal del Poder Judicial, que se vi impedido a llegar a una huelga para obtener que alguna vez se tomaran en serio sus peticiones. El Alto Tribunal no estim justo sancionar a ese personal, revelando tener un concepto muy distinto de la justicia, que el que sustentan quienes han adoptado e impulsado las sanciones que recaen sobre nosotros. Y debe tenerse present que el Poder Judicial est sometido a una rigurosa disciplina orgnica y funcional, enteramente similar a la que rige para las FF.AA. Y por qu es esta diferencia tan notoria y tan pronunciada?

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    Las FF.AA. en Chile, a pesar de los elogios que se les prodigan, muchas veces insincera e interesadamente, vienen siendo objeto de parte de influyentes sectores de la opinin, de una innegable, sub-estimacin. Asilados en el precepto constitucional que prohbe a los Cuerpos Armados deliberar, derivan conclusiones deprimentes para la calidad de hombres y de ciudadanos de quienes las integran, olvidando que el referido precepto fue establecido no para negar el derecho de sus integrantes a opinar y situarlos en una posicin de degradacin cvica y moral, sino que para someter a los Cuerpos Armados a obediencia al Poder Civil. Las desviaciones, vale decir, el abuso que se hace de esta disposicin constitucional, conduce a negar a los miembros de las FF. AA lo que no se niega ni se puede negar a nadie en una democracia. Merced a tal abuso, se ha podido hacer con las FF.AA. lo que han querido los gobernantes de turno, llevndolas muchas veces a ejecutar labores incompatibles con su misin y hasta con su dignidad. Surge la necesidad de elevar la condicin de las FF.AA. y de quienes las forman, de modo que se les d siempre el trato que les corresponde sobre una base igualitaria y justa. Sus hombres deben dejar de ser subciudadanos en la conciencia de todos. La que merecen est radicada fundamentalmente en el pueblo, puesto que las FF.AA. representan a la Nacin en Armas, o sea, son el pueblo mismo. Cuando se vive una poca de crisis de sistemas, en que todos los valores, incluso los que se crean inconmovibles, se estremecen, es indudable que la presencia de las FF.AA. se hace indispensable; no por cierto, para afianzar el estado de cosas en crisis, sino que para cooperar en el encauzamiento de las aspiraciones colectivas de progreso, dentro de un marco de eficiencia y de neutralidad filosfica, libre de las influencias de formantes de intereses econmicos, polticos y electorales y por encima de los proselitismos y de las guerrillas doctrinarias estriles, que invalidan impulsos e iniciativas edificantes y menoscaban el sentido unitario y nacional que ahora debe tener la accin pblica, dado que los problemas nacionales deben ser nacionalmente resueltos, sin perjuicio de utilizar y acoger los avances cientficos, tecnolgicos y espirituales de culturas de mayor desarrollo, pero adecuados y convenientes para el pas. Esa presencia de las FF. AA., debe traducirse marcadamente en su Incorporacin de modo activo al concierto nacional. En un mundo en que la paz universal sigue siendo una quimera -pese a los esfuerzos generosos que surgen para imponerla-, la misin esencial de las FF.AA. sigue en la plenitud de su vigor; pero en los prolongados tiempos de paz, ellas tienen el deber y el derecho de no slo limitarse a asegurar el orden interno. Deben participar en el estudio de los problemas bsicos del pas y sus sugerencias, regular y fundadamente manifestadas, deben merecer la consideracin del Poder Civil, sin perjuicio de lo que ste en definitiva resuelva. Mucho debe el pas a la ingerencia de las FF.AA. en la gestin pblica, pese a que ella se produjera rompiendo los moldes constitucionales, como ocurri en los casos de las revoluciones militares de 1924 y 1925, determinadas por el estado de caos poltico y moral en que se vena debatiendo el pas, con sus secuelas de vicios y de inconveniencias. De esos actos y de la actitud asumida por las FF.AA., bajo el patritico impulso de la Oficialidad joven, derivaron entre otras realizaciones trascendentales, la Constitucin de 1925 y un conjunto de leyes e instituciones que dieron una mejor organizacin a la administracin pblica y la aprobacin de las principales leyes sociales, impuestas en un acto que sobrepas los formulismos y las normas ordinarias y que constituyeron entonces, un paso de la ms relevante importancia en pro de las reivindicaciones esenciales de los trabajadores. El trmino del largo perodo llamado con justicia y razn "del desgobierno y de la anarqua parlamentaria", iniciado en 1891, con el sacrificio del Presidente Balmaceda, fue impuesto por la intervencin patritica de las FF. AA. con beneficio innegable para la repblica, que as pudo entrar a un nuevo camino hacia su progreso, hoy erosionado y entorpecido por el renacimiento de las tendencias, hbitos y vicios polticos que trat de proscribir la carta de 1925. Esa intervencin, eminentemente saludable para el pas, es demostrativa del espritu tradicional de progreso de las

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    FF. AA. y de su posicin, que no debe interrumpirse jams, de vigilante severo de los intereses superiores de la Patria. El panorama nacional es hoy francamente desolador, No necesito describirlo. Desgraciadamente, las perspectivas que ofrece la prxima renovacin constitucional del Poder Ejecutivo estn muy lejos de ser alentadoras, que sea el ciudadano que resulte entonces elegido para desempear la Primera Magistratura de la Nacin. En apoyo a este bastar tener presente. El nuevo Presidente de la Repblica se ver impedido de realizar su programa, por las ataduras del sistema, con la prontitud que las apremiantes necesidades nacionales exigen. Siguiendo los procedimientos ordinarios, caracterizados por la lentitud y porque son propicios a que las iniciativas de los gobiernos terminen careciendo de la unidad de criterio indispensable, su accin ser retardada y eso, en los tiempos actuales, equivale a la ineficacia y al estancamiento. Los defectos intrnsecos y formales del rgimen poltico y las prcticas viciosas de los partidos, aparte de otros factores concurrentes derivados de la, idiosincrasia nacional, hacen que el pas no avance significativamente, y estaremos expuestos a que el caos ms o menos tranquilo de hoy, se convierta en el futuro, en un caos violento y trgico. La conciencia pblica comprende sobradamente lo anterior y en vano se intentar adormecerla o desviarla con programas o consignas que a sus odos suenan a simples promesas electorales, las mismas que el profesionalismo poltico sabe sacudir como bandera de lucha para obtener sus metas y asegurar su supervivencia. Y qu hacer? Es imposible formularse una pregunta de ms vastos alcances. Yo estimo que hay que luchar para demoler y construir simultneamente sin perjuicio de conservar y perfeccionar las instituciones que deben sobrevivir. Para ello es previo que el pas se d una nueva Constitucin, llamada a concretar con claridad el pensamiento predominante de la ciudadana, hoy obscurecido por tanto postulado y tanta consigna que alimentan la lucha poltica, confusa, indefinida y contradictoria. Sin ese cimiento indispensable, es imposible construir slida y coordinadamente y con los efectos ms o menos permanentes que da, una Constitucin, porque evita los vaivenes y las incertidumbres que tiene una accin legislativa libre de las orientaciones y limitaciones constitucionales. En mi concepto, la nueva Carta Fundamental que Chile necesita, debe comprender substancialmente: a) La organizacin poltica del pas, perfeccionando radicalmente el sistema de gobierno, lo que involucra realizar una reforma poltica amplia y profunda llamada a producir, entre otros efectos, una, drstica depuracin de los vicios e inconvenientes actuales. b) La organizacin econmica y social de la Nacin, bajo la orientacin de asegurar justicia econmica y, sobre esa base esencial, el integral desenvolvimiento de la personalidad humana. Nuestra actual Constitucin y las leyes fundamentales de Derecho Pblico y Privado carecen de actualidad y, en lugar de facilitar el progreso, lo retardan y lo detienen. Estn fuera de poca y no se ajustan a las necesidades sociales, y como stas prevalecen o deben prevalecer, paradojalmente la Constitucin y esas leyes pueden ser una fuente de la quiebra del Estado de Derecho. Se podr lograr ese objetivo capital para la construccin de un fuerte eslabn de la cadena de nuestro progreso, por las vas normales? Las dudas las sugiere nuestra propia historia constitucional, pues la Constitucin de 1833 fue dictada y aprobada sin sujecin a las normas pertinentes de la Constitucin anterior. Igual cosa ocurri en 1925. La renovacin institucional es un imperativo de nuestra hora, pero no puede ser bajo moldes prefabricados. Es necesario producir una decantacin y una clarificacin de las ideas, proceso al

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    que deben concurrir todas las tendencias, todas las doctrinas, todos los intereses, jvenes y viejos: en suma, es una labor en que no debe haber exclusiones, realizada en una Convencin de carcter genuinamente nacional. Mientras esto pase, ser necesario un periodo de adaptacin que slo puede cumplirse con xito bajo la autoridad rectora de un gobierno fuerte, no en el sentido material del vocablo, sino en el sentido de fuerza moral, nacida del respaldo consciente de la ciudadana prestado en mrito de la justicia y del acierto de sus actos y en mrito de la conviccin del Gobierno, sinceramente practicada, en orden a que l no es de un partido o de una coalicin de partidos, ni de una tendencia ideolgica, sino que es de todos, es decir, de la Nacin. En su gestin depuradora, deber ofrecer un visible contraste con otros gobiernos especialmente en lo que respecta al orden moral y a la recta administracin del Estado. El trfico de influencias, el negociado, el compadrazgo y la venalidad reinantes como algo normal, no podrn quedar sin sancin ejemplarizadora para tender a recuperar el sentido del honor y de la honestidad en todos los actos del Gobierno y de la Administracin del Estado, hoy tan gravemente deteriorados. Es indispensable una enrgica reaccin en contra de este estado de corrupcin poltica y moral, Puede ser ello obra de los elementos implicados o comprometidos? De ninguna manera. Por el contrario; esos elementos que corroen el prestigio de los partidos -en los que naturalmente hay hombres de gran vala moral e intelectual. pero que estn en franca minora, cada vez que alguien se atreve a llamar la atencin sobre los vicios del sistema poltico, levantan maosamente el pendn en defensa del rgimen democrtico y lo declaran amenazado y califican a quien formula la crtica, como golpista o aventurero. Otros conformistas se encogen de hombros y dicen que el rgimen democrtico es el mejor, a pesar de sus vacos y defectos, como si eso fuera negado. Al criticar la corrupcin moral y poltica, no me lleva la intencin torpe de socavar el rgimen democrtico, sino precisamente de depurarlo y perfeccionarlo; no de destruirlo. Quienes lo destruyen son ellos, los que se sirven de l para escalar posiciones que no merecen, para saciar apetitos e intereses. Para realizar una autntica renovacin, es indispensable el concurso clarividente de la juventud, porque, repitiendo las palabras de un pensador latinoamericano, "todo porvenir es obra, de los que no tienen complicidad con el pasado y estn libres de prejuicios paralizantes". Los jvenes son la savia renovadora de las sociedades, porque ellos ignoran la esclavitud de las rutinas consagradas y no soportan las coyundas de ancestrales supersticiones. Los jvenes no necesitan programas dogmticos que marquen un fin, sino ideales que sealen un camino. La ruta importa menos que el rumbo. Quien ha puesto bien la proa no necesita saber "hasta" donde va, sino que "hacia" donde va. El progreso no tiene lmites definitivos. Por otra parte, ninguna honda transformacin social se puede realizar sin el empuje de la fuerza del pueblo; desde el minero al campesino; del empleado al pescador; del obrero intelectual al soldado; del ferroviario al marinero. Todos ellos y en suma, el pueblo trabajador, manual e intelectual, constituyen la palanca generosa de la accin. En ellos radica la energa que da vida real y concreta a todo movimiento social, produciendo su eficacia, porque no hay accin eficaz sin energa. Compaeros y amigos; seoras y seores: Agradezco profundamente esta manifestacin, no slo personalmente, sino tambin en nombre de todos los Oficiales y Sub-Oficiales de todas las Instituciones Armadas que me han acompaado y me acompaan con su simpata y con su aliento y, muy especialmente en nombre de todos aquellos compaeros del Ejrcito que protagonizaron conmigo el acto del Tacna. Mi esposa tambin les expresa por mi intermedio, su honda gratitud. Y como sntesis final de mi pensamiento, les digo al separarme de Uds. esta noche, que Chile necesita un profundo cambio para abrir el camino expedito de su progreso, superando las diversas

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    formas de inferioridad en que el pas se debate. Si hay en vosotros -como estoy seguro de que as es- conciencia sobre esa necesidad fundamental comprometmonos a estimular la voluntad nacional para producirlo y habremos cumplido el deber de la hora. Seor General don Hctor Martnez Amaro: deseo estrecharos en un fuerte abrazo y, en vuestra persona, a todos los asistentes a este acto generoso y amable, como tambin a los compaeros de las FF.AA. que se han visto impedidos de venir personalmente, como expresin de emocionado y clido agradecimiento. Renuevo ante vosotros, como profesin (le fe en los altos destinos de la Patria, el concepto fundamental del Juramento a la Bandera, que hiciera en mi niez al abrazar la carrera militar que tanto he querido y quiero: "Juro ofrendar todo, an mi vida, si fuera necesario, por la grandeza, de Chile y la felicidad de su pueblo", Muchas gracias. Roberto Viaux Marambio General.

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    Antinatalidad y Aborto.

    1.- LA MUERTE: SALVAVIDA DE UN ESTADO FRACASADO Como dijo el salmista, "de todo hay en la via del Seor". Hay lo bueno y lo malo, lo hermoso y lo feo, lo sano y lo enfermo. Pero sucede que, a fuer de "animales de costumbres", nos acostumbramos tanto a lo bueno y lo malo, etc., que terminamos por no darnos cuenta siquiera, donde termina lo uno o donde comienza lo otro. Y as, con la misma inconsciencia con que olvidamos mirar las estrellas, nos acostumbramos a convivir con realidades que, en s mismas, son repugnantes, Dgalo si no la tranquilidad con que nos hemos acostumbrado a aceptara antiqusima prostitucin, los modernos hippies... y la campaa antinatalista del SNS. Quin creyera en las apasionadas polmicas que este tema despert hace cuatro cinco aos, en las animosas campaas de promocin desarrolladas por los ms o menos espontneos centros o sociedades de proteccin (planificacin) familiar, en la explosin mundial que hace un ao y medio produjo la Encclica Humanae Vitae!.. Hoy da, cumpliendo consignas de clara raigambre nacional, por supuesto, (quin va a cometer la infamia de suponer orgenes forneos!), el organismo encargado de la salud nacional sigue dedicado modosamente a impedir la sobrepoblacin de nuestro pas, Ya peligrosamente superpoblado (ayudando, de paso, a disminuir las angustias financieras de un Estado alicorto y fracasando, tambin de paso, en la solucin del aborto, problema-pretexto de la campaa), sin que nadie se moleste ni se sienta aludido como si esto sucediera en un pas donde se es extranjero. 2.- LOS EPIGONOS DE MALTHUS En estas lneas vamos a tener el mal gusto de traer ante la conciencia de quien nos lea la lividez y el hedor de esta herida que sangra en el costado da la nacin, herida que pareciera querer olvidarse, porque la cubren malamente los apsitos de la desidia de unos y la contumacia de otros. Que si el enfermo no tiene conciencia de la gravedad de su herida, no clamar ni dar voces para que se la curen. Y en este caso, los enfermos somos todos nosotros. Entremos en materia, recordando ante todo que esto de la sobrepoblacin no es un problema nuestro, con poco ms de 10 habitantes por km, no un problema nacional ni siquiera en el sentido de ser un problema mundial: es un problema EN el mundo, pero no DEL mundo; es un problema que afecta a sectores ricos de Europa y pobres de Asia, y pare de contar. Toda Amrica, toda frica, toda Oceana y an la parte perifrica de Europa, no sufren de sobrepoblacin, sino, en algunos casos, de todo lo contrario. Es un problema que esos pases, y no otros, debern resolver con la cooperacin de todos, s, incluso la nuestra, pero sin cometer la estupidez de tomar nosotros sus medicinas en nombre de ellos. 3.- HISPANOAMERICA DEBE MORIR Cmo ha sido esto? La respuesta es compleja. Por un lado ha habido una fra decisin de poltica internacional en el sentido de impedir el desarrollo nacional de estos pueblos nuevos (especialmente de Hispanoamrica) que podran

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    eventualmente entrar a compartir o competir el liderato mundial. Esta decisin ha sido acompaada por la correspondiente "promocin" de la idea del peligro de la explosin demogrfica, de la bondad de su remedio mgico, la contracepcin ("ms vale un dlar gastado en anticonceptivos que cien dlares aplicados al desarrollo", en conocidas palabras de una autoridad yanqui) y por la consecuente introduccin de tiles avanzadillas generosamente financiadas tanto en cada uno de esos pases, como en el seno de organismos mundiales que pudieran oponrsele. A lo primero corresponde lo que el Wall Street Journal afirm en 1967: "USA aporta nuevos mtodos para estimular la planificacin de la familia desde Mjico hasta Chile... Un beneficiario tpico de la ayuda norteamericana es una organizacin privada que tiene sus oficinas principales en Santiago. Como muchos de estos grupos latinoamericanos, lleva un nombre intencionalmente obscuro: Asociacin Chilena de Proteccin a la Familia". A lo segundo corresponden tanto los "autnticos grupos de presin", que desde 1963 "intervinieron con importantes medios financieros" para que la Comisin de Natalidad designada por el Papa "se pronunciara a favor de los mtodos contraceptivos", segn lo afirm en su oportunidad el Osservatore Romano, como las "poderosas organizaciones productoras de anticonceptivos que se infiltraron en las filas de la Iglesia'' y que "encabezan movimientos de rebelda contra la Encclica Humanae Vitae, haciendo firmar declaraciones a catlicos, a quienes logran convencer de que se pronuncien contra las inapelables decisiones del Papa", segn declarara hace ao y medio el arzobispo peruano Monseor Luis Bambaren. 4.- EL "DICTAT" DE LOS HECHOS Hay que reconocer que todos estos mtodos tuvieron un xito bastante amplio: el mito de la "explosin demogrfica" ha quedado establecido como una verdad inconclusa para los bienpensantes, los mtodos anticonceptivos han ingresado al campo de las cosas lcitas, que podemos comprar en cualquiera botica, la Iglesia ha sido herida profundamente (aqu en Chile, basta citar el caso de Mensaje), aunque demostrando de paso su enorme poder de reaccin, y los Estados han instaurado de hecho campaas antinatalistas francas o embozadas. 5.- ABORTO COMO PRETEXTO Es el caso de nuestra nacin. Todos recordamos (mejor dicho, algunos recordamos) la fanfarria con que sta campaa empez para "defender a las madres de la lacra del aborto", campaa que cont con el inefable aval de religiosos "progresistas" y "a tono con las, tiempos actuales". Nada de trasfondo natalista; no, cmo se le ocurre. Los mtodos eran los mismos, "pero ello no justifica homologar o confundir ambos trminos", segn expresara hace dos aos el Ministerio de Salud, porque una poltica poblacional global "excede de los lmites de su competencia". Excede indudablemente de los lmites de su competencia, pero curiosamente, cada vez que se ha tratado de medir los resultados de la campaa, stos se han dado en funcin del nmero de abortos? No: del ndice de natalidad. Para prueba (una entre muchas y ms all de las declaraciones verbalistas) una sola aparecida en la revista Ercilla a mediados de 1968 y no rectificada en ningn instante: "El promedio anual (de natalidad) se mantuvo desde 1958 a 1965 en un 35,1 por mil y en 1966 descendi a un 31,9. Este descenso fue calificado por el Ministro de Salud como "el ms valioso aporte que la salud ha entregado al desarrollo econmico y al progreso de la nacin, resultante de los programas de control de la natalidad puestos en prctica en el pas y el uso, cada da ms intenso, de anticonceptivos." Es curioso anotar que precisamente el ao del descenso de la natalidad, 1966. fue calificado en 1967 como "similar" a los anteriores por el entonces Director del SNS, valindose para llegar a tal conclusin, falsa pero

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    favorable a su tesis de no incidencia natalista de la campaa sedicentemente antiabortiva, de cifras "estimativas" y suposiciones "muy probables"... Pero, mientras tanto, la campaa sigue siendo "oficialmente" de prevencin del aborto. Resultados directos? A la verdad, hay muy pocos datos disponibles. A mediados de 1968 la doctora Tegualda Monreal "prob con cifras en una conferencia ofrecida en el Auditorium de la Sociedad Mdica de Chile" que "el uso de los anticonceptivos no ha disminuido el aborto legal en nuestro pas"; la misma profesional declar poco despus a otra revista que el aborto "no ha disminuido a pesar del descenso de la natalidad". En la primera reunin, el doctor Zambra afirm que "la campaa anticonceptiva no parece bastante"... 6.- LEGALIZACION DEL STATUS El mejor reconocimiento del fracaso de la campaa antiabortiva (entendmonos bien, no hablemos de fracaso de la campaa sino slo del fracaso de su fin declarado), el mejor reconocimiento, decimos, ha sido la presentacin al Honorable Congreso Nacional del proyecto de legalizacin del aborto. Los estruendos polmicas y publicitaros de este problema se han ido apagando y nuevos hechos ocupan hoy la atencin de nuestros compatriotas. Pero, mientras tanto, se sigue esterilizando a mujeres de nuestro pueblo, se sigue promoviendo calladamente, el uso de anillos, pldoras y otros artefactos de lo ms desalienantes, se contina la venta indiscriminada de anticonceptivos a nuestras juventud mientras, por otra parte se promueven desenfrenados teatros, libros, revistas, publicidad, con gran placer de quienes supieron en su momento promover estas campaas y, enseguida, perseverar callada y maosamente en sus fines. Se est destruyendo una de las claves del futuro de la nacin en aras de una posible disminucin de los problemas Inmediatos, y nadie o casi nadie dice una palabra. Es triste. Si no sabemos reaccionar corajudamente como hombres, como cristianos y como chilenos, da llegar en que nuestros hijos los que nacieron y los que no dejamos nacer, nos pidan cuentas por haber actuado como los "canemuti" del Evangelio. Ese da habr muchos (habremos muchos) que sentiremos miedo y remordimientos. Pero ser tarde.

    J.H.F.T.

    FEBRERO DE 1970

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    Viaux, un lder en busca de un pueblo.

    FORJA ha credo de inters publicar la versin completa del discurso pronunciado por el General (R) Roberto Viaux Marambio por las razones que pasa a exponer. Frente a l, un sector de la prensa se dedic a suponer intenciones (El Siglo y El Clarn). Otros, comenzaron a especular sobre la trascendencia de los "hechos" del Tacna. Panorama Econmico abri el fuego de la "inteligentza" criolla con una muy rastrera Interpretacin de los efectos econmicos. Portada, con una altura de miras que la honran como publicacin, se limit a dar un encuadre para comprender mejor los hechos. Nosotros nos pretendemos suponer intenciones ni hablar de hechos. Preferimos hablar de "actos". Los hechos son expresin de la naturaleza y de los hombres que llevan existencia mineral, vegetal o simplemente animal. El acto es la forma en que acta el ser Inteligente: con plena conciencia de la trascendencia y la responsabilidad. Si partimos de que la realidad es "sintaxtica", es evidente que lo del Tacna por ser realidad y no ficcin, fue un acto cvico, o poltico como quiera o deba llamrsele. Realizado por hombres que cometieron el terrible delito de deliberar, el acto ms propio de la razn, en un Estado donde el deliberar est vedado a un grupo humano por el hecho de que usen uniforme. Lo que pasa es que estos "actos", formalmente presentados como delitos, estn siendo juzgados polticamente, en un proceso en que los jueces pertenecen al Sanhedrn de los partidos polticos y cuyo expediente son los pasquines. Delito poltico: sostener que el sistema no da para ms. Podramos hacer una larga lista de citas de Presidentes, senadores, diputados y aspirantes a hombres pblicos que han dicho precisamente que el sistema no da para ms. Por qu las furias en un caso y las alabanzas en otro? Muy sencillo: es que resulta que los partidos proponen nuevos sistemas de los que ellos seguirn siendo detentadores y usufructuarios. En tales trminos, estos "jueces" resultan gravemente implicados para el conocimiento y fallo de la causa. El verdadero juez de este punto controvertido es la comunidad nacional: a ella queremos llegar. En cuanto al contenido del discurso, ninguno de sus puntos nos son extraos. Se integran en una doctrina que venimos sosteniendo en esta publicacin tal como lo hiciramos en su antecesora ASPAS. Por ser un movimiento civil, nos preocupaba la actividad de un militar en poltica. Sin embargo, estas aprehensiones fueron disipadas por la sola consideracin de que un hombre que tuvo en sus manos el poder real de esta Repblica, lo desechara. Justamente en un pas donde abunda tanto aquella pasin denunciada por Maquiavelo: la "brotta cupidit di regnare", el apetito del poder. Del tono de sus cartas, entrevistas y el discurso que transcribimos, pareciera ser que trata de suscitar el pueblo como elemento totalizador, base para un eventual actuar poltico. A algunos les ha molestado la reiteracin de conceptos tales como "honor" y "lealtad". Acostumbrados a la demagogia propia de Hrcules de Feria, les parece curiosa esta manera de buscar adeptos. Sin embargo, dentro del ejrcito tal lenguaje le vali la calidad de lder, tal como otrora un hombre como Ibez con carrasperas, toses y silencios moviliz a la nacin y como hoy amenaza movilizarla un hombre que se dedica a gruir a sus adversarios y partidarios. Cada cual con sus mtodos. A nosotros nos importa la intencin: movilizacin total del pueblo como entidad unitaria e indestructible, unidad anterior a toda pretendida unidad popular, que pretende hacer un gigante de una suma de enanos.

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    Vaux tiene los arrestos para la labor que al parecer se ha propuesto. Nos parece escuchar las crticas de izquierda: personalismo -como haba que condenar todos los ismos, comenzaron condenando el ismo de ser persona...- maniticos de la jerarqua, etc. Habra mucho que decir. Baste recordar que la obra de Maquiavelo fue una larga y sostenida esperanza del hombre que unificara Italia. La del Dante fue la ensoacin de la llegada del "Veltro", el lebrel de caza que ahuyentase a las vulpejas que Impedan el Imperio. En todo caso, ayudar a emerger al pueblo de la lpida de intereses, banderas, frustraciones, miseria, anarqua, liberarlo de la Corte de los Milagros de este sistema demoliberal e instalarlo en una Nueva Repblica, es una tarea tica, que no puede depender de la presencia o ausencia de hombres providenciales. Si los hay, en buena hora, si no, a seguir trabajando, porque lo que se nos pide no es el xito sino la militancia

    R.C.F.

    Edicin de Revista Forja digitalizada por el M.R.N.S. www.mrns.cl

    2009