fonagy-persistencias_transgeneracionales_del_apego.pdf

Upload: roberto-rj

Post on 02-Jun-2018

214 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • 8/11/2019 Fonagy-Persistencias_Transgeneracionales_del_Apego.pdf

    1/13

    Revista webde Psicoanlisis "APERTURAS PSICOANALTICAS" Diego de Len 44 " 3 izq." Madrid 28006-Espaa e-mail:[email protected]

    PERSISTENCIAS TRANSGENERACIONALES DEL APEGO:UNA NUEVA TEORIA

    Peter Fonagy *

    Trabajo presentado en el "Grupo psicoanaltico de discusin sobre el desarrollo", reunin de laAsociacin Psicoanaltica Americana, Washington DC, 13 de Mayo de 1999. Traducido conautorizacin del autor.

    El sistema de apego como un mecanismo de regulacin bio-social de regulacinhomeosttica.

    La teora del apego, desarrollada por John Bowlby (1969, 1973, 1980), postula una necesidadhumana universal para formar vnculos afectivos estrechos. Como ncleo de la teora seencuentra la reciprocidad de las tempranas relaciones, la que es una precondicin del desarrollonormal probablemente en todos los mamferos, incluyendo a los humanos (Hofer, 1995). Lasconductas de apego del infante humano ( p.ej., bsqueda de la proximidad, sonrisa, colgarse) soncorrespondidas con las conductas de apego del adulto (tocar, sostener, calmar), y estas respuestasrefuerzan la conducta de apego del nio hacia ese adulto en particular. La activacin deconductas de apego depende de la evaluacin por parte del infante de un conjunto de seales delentorno que dan como resultado la experiencia subjetiva de seguridad o inseguridad. Laexperiencia de seguridad es el objetivo del sistema de apego, que es, por tanto, primero y porencima de todo, un regulador de la experiencia emocional (Sroufe, 1996). En este sentido, se

    encuentra en el centro de muchas formas de trastornos mentales y de la totalidad de la tareateraputica.

    Ninguno de nosotros nace con la capacidad de regular nuestras propias reacciones emocionales.Un sistema regulador didico se desarrolla en el que las seales de los nios de cambios en susestados, momento a momento, son entendidos y respondidos por el cuidador/a pemitiendo, por lotanto, alcanzar la regulacin de esos estados. El infante aprende que la activacinneurovegetativa en presencia del cuidador/a no dar lugar a una desorganizacin que vaya msall de sus capacidades de afrontar tal situacin. El cuidador/a estar all para reestablecer elequilibrio. En estados de activacin incontrolable, el infante ir a buscar la proximidad fsica conel cuidador con la esperanza de ser calmado y de recobrar la homeostasis. La conducta del infante

    hacia el final del primer ao es intencional y aparentemente basada en expectativas especficas.Sus experiencias pasadas con el cuidador/a son incorporadas en sus sistemas representacionales alos cuales Bowlby (1973) denomin "modelos internos activos" (Trad.: traducibles, tambin,como "modelos internos de trabajo"). Por tanto, el sistema de apego es un sistema regulador bio-social homeosttico abierto.

    Patrones de apego en la infancia

    La segunda gran pionera de la teora del attachment, Mary Ainsworth (1969; 1985; Ainsworth,Blehar, Waters y Wall, 1978) desarroll el bien conocido procedimiento de laboratorio paraobservar los "modelos internos activos" de los infantes mientras stos estaban transcurriendo. Los

    infantes, brevemente separados de su cuidador/a, en una situacin no familiar para ellos muestranuno de cuatro patrones de conducta. Los infantes clasificados como Seguros exploranrpidamente en presencia de su cuidador/a primario, estn ansiosos ante la presencia del extraoy le evitan, son perturbados por las breves ausencias de su cuidador/a, buscan rpidamentecontacto con el cuidador/a cuando ste retorna, y son reasegurados por ste. El infante retorna ala exploracin. Algunos infantes, que aparecen como menos ansiosos por la separacin, puedenno buscar la proximidad del cuidador/a despus de la separacin, y pueden no preferir alcuidador/a ms que al extrao; estos infantes son designados como Ansiosos/evitativos. Unatercera categora, infantes Ansiosos/resistentes, muestran limitada exploracin y juego, tienden aser altamente perturbados por la separacin, pero tienen dificultad en reponerse despus,mostrando agitacin, tensin, y continan llorando o molestan de una manera pasiva. La

    presencia del cuidador/a o los intentos de calmarlo fracasan en reasegurarlo, y la ansiedad delinfante y la rabia parecen impedir que obtengan alivio con la proximidad del cuidador/a.

    1

    http://www.1-posicionamiento.com.ar/mailto:[email protected]:[email protected]://www.1-posicionamiento.com.ar/
  • 8/11/2019 Fonagy-Persistencias_Transgeneracionales_del_Apego.pdf

    2/13

    Las conductas de los infantes seguros estn basadas en la experiencia de interacciones biencoordinadas, sensibles, en las cuales el cuidador/a es raramente sobrestimulante y es capaz dereestabilizar las respuestas emocionales desorganizantes del nio. Por lo tanto, ellos permanecenrelativamente organizados en situaciones de estrs. Las emociones negativas son sentidas comomenos amenazantes, pueden ser experienciadas como teniendo un sentido y ser comunicativas

    (Grossman, Grossmann y Schwan, 1986; Sroufe, 1979; Sroufe, 1996).Se supone que los nios con apego Ansioso/evitativo han tenido experiencias en las cuales suactivacin emocional no fue reestabilizada por el cuidador/a, o que ellos fueron sobrestimuladospor conductas parentales intrusivas; por lo tanto, sobreregulan su afecto y evitan situaciones quepudieran ser perturbadoras. Los nios con apego Ansioso-resistente subregulan, incrementandosu expresin de malestar posiblemente en un intento de despertar la respuesta esperada por partedel cuidador/a. Hay un bajo umbral para las condiciones amenazantes, y el nio se convierte enalguien preocupado por tener contacto con el cuidador/a, pero est frustrado incluso cuando estecontacto se halla disponible (Sroufe, 1996).

    Un cuarto grupo de nios exhibe conductas aparentemente no dirigidas hacia un fin, dando laimpresin de desorganizacin y desorientacin (Main y Solomon, 1990). Los infantes quemanifiestan inmovilizacin, golpeteo con las manos, golpeteo con la cabeza, el deseo de escaparde la situacin an en presencia de los cuidadores son denominados como"Desorganizados/desorientados". Se sostiene generalmente que para tales infantes el cuidadorha servido como una fuente tanto de temor como de reaseguramiento, consecuencia de lo cual laactivacin del sistema conductual del apego produce intensas motivaciones conflictivas. No es deextraar que una historia de severa desatencin o de abuso sexual o fsico est asociada a menudocon este patrn (Cicchetti y Beeghly, 1987; Main y Hesse, 1990). Yo considerar este grupo conmayor detalle esta tarde (Trad.: corresponde al trabajo que Fonagy present en la misma reuninpor la tarde, a publicarse en el nmero 4 de "La revistawebAperturas Psicoanalticas").

    La continuidad de los patrones de apego

    Bowlby propuso que los "modelos internos activos" del self y de los otros proveen prototipospara todas las relaciones ulteriores. Tales modelos son relativamente estables a lo largo del ciclovital (Collins y Read, 1994). Las tempranas experiencias de acceso flexible a los sentimientospropios son consideradas como formativas por los tericos del apego. El sentimiento autnomodel self emerge completamente a partir de relaciones seguras entre los padres y el infante (Emdey Buchsbaum, 1990; Fonagy et al., 1995a; Lieberman y Pawl, 1990). Ms importante an, elincrementado control que tiene el nio "seguro" le permite moverse hacia aduearse de suexperiencia interna, y hacia comprenderse a s mismo y a los otros como seres intencionales cuyaconducta est organizada por estados mentales, pensamientos, sentimientos, creencias y deseos(Fonagy et al., 1995a; Sroufe, 1990). Coherente con esto, la investigacin longitudinalprospectiva ha demostrado que los nios con historia de apego seguro son evaluadosindependientemente como con mayor capacidad de resistencia, autoconfiados, orientadossocialmente (Sroufe, 1983; Waters, Wippman y Sroufe, 1979), empticos para el malestar(Kestenbaum, Faber y Sroufe, 1989), y con relaciones ms profundas (Sroufe, 1983; Sroufe,Egeland y Kreutzer, 1990).

    Prediccin a partir de medidas del apego de adultos

    La estabilidad del apego est demostrada por estudios longitudinales de nios evaluados con elprocedimiento de la "Situacin extraa" y seguimiento hasta la adolescencia o temprana adultezcon la Entrevista de apego adulto (AAI) (George, Kaplan y Main, 1996). Yo supongo que lamayora de ustedes est familiarizada con este instrumento clnico, magnificamente estructurado,que produce historias narrativas de las relaciones de apego de la infancia -las caractersticas delas tempranas relaciones, experiencias de separacin, enfermedad, castigo, prdidas, maltrato oabuso. El sistema de evaluacin AAI (Main y Goldwyn, 1994) clasifica a los individuos enAutnomos-seguros, Inseguros/despreocupados (Trad.: "dismissing", despreocupado en elsentido que se desentiende mentalmente), Inseguros-preocupados, o No resuelto en relacin a laprdida o al trauma, categoras basadas sobre las cualidades estructurales de las narraciones detempranas experiencias. Mientras que los individuos autnomos valoran las relaciones del apego,integran coherentemente memorias en una narracin con sentido y las consideran a stas comoformativas, los individuos inseguros son pobres en integrar las memorias de la experiencia con elsignificado de esa experiencia. Aquellos que se despreocupan del apego muestran evitacin al

    2

    http://www.1-posicionamiento.com.ar/http://www.1-posicionamiento.com.ar/http://www.aperturas.org/http://www.aperturas.org/http://www.1-posicionamiento.com.ar/
  • 8/11/2019 Fonagy-Persistencias_Transgeneracionales_del_Apego.pdf

    3/13

    negar recuerdos, idealizando o devaluando (o ambas, idealizan y devalan) las relaciones. Losindividuos preocupados tienden a estar confusos, enojados o pasivos en relacin a las figuras deapego, a menudo quejndose en la actualidad de ofensas en la infancia, de manera similar a lasprotestas de los infantes resistentes. Individuos de la categora "no resuelto" (Trad.: otratraduccin posible: no elaborado) dan indicaciones de desorganizacin significativa en su

    representacin de la relacin de apego mediante confusiones semnticas o sintcticas en susnarraciones relacionadas con traumas en la infancia o una prdida reciente. Nuevamente, nosotrosrevisaremos esta tarde este grupo clnicamente muy importante.

    Tres estudios longitudinales mayores (Hamilton, 1994; Main, 1997; Waters, Merrick,Albersheim, Treboux y Crowell, 1995) han mostrado una correspondencia del 68-75% entre lasclasificaciones de apego en la infancia y las clasificaciones de apego en la vida adulta. Este es unnivel notable de consistencia entre las conductas observadas en la infancia y las que resultan en lavida adulta. Obviamente, tales diferencias individuales pudieran muy bien ser mantenidas tantopor ambientes que se hayan mantenido invariables as como tambin por patrones establecidosen el primer ao de vida.

    Las relaciones de apego juegan un papel clave en la transmisin transgeneracional de ladeprivacin. Los adultos seguros tienen 3 4 veces ms probabilidad de tener nios que estnapegados con seguridad a ellos (van IJzendoorn, 1995). Esto es verdad an cuando el apegoparental es evaluado antes del nacimiento del nio (Benoit y Parker, 1994; Fonagy, Steele ySteele, 1991b; Radojevic, 1992; Steele, Steele y Fonagy, 1996; Ward y Carlson, 1995). Lospatrones de apego de los padres predicen variancia en adicin a las medidas de temperamento o afactores contextuales tales como acontecimientos vitales, apoyo social y psicopatologa (Steele,Steele y Fonagy, en preparacin) Cmo es mediatizada tal transmisin transgeneracional? Lagentica podra aparecer como proveyendo una explicacin obvia. Los hallazgos preliminares deun estudio en curso en nuestro laboratorio sobre gemelos no ha producido evidencia de nivelesdiferentes de concordancia de la clasificacin de apego entre gemelos idnticos y no idnticos(Fearon, 1998). Los tericos del apego han supuesto que los adultos con apego seguro son mssensibles a las necesidades de sus nios por lo cual promueven la expectativa en los infantes deque la desregulacin ser rpidamente y efectivamente enfrentada (Belsky, Rosenberger y Crnic,1995; De Wolff y van IJzendoorn, 1997). Pero resulta frustrante el hecho que las medidasestandard de sensibilidad del cuidador/a no parecen explicar de una manera completa las buenaspersistencias transgeneracionales en las clasificaciones del apego (van IJzendoorn, 1995).

    Apego y capacidad de mentalizar: el cambio desde una interpretacin teleolgica hacia unamentalstica de las relaciones de apego en el desarrollo

    Tenemos que explorar un otro aspecto de los determinantes del apego. Mary Main e IngeBretherton, independientemente, llamaron la atencin sobre lo que el filsofo Dennett denomin"actitud intencional". Dennett (1987) enfatiz que los seres humanos tratan de entenderse losunos a los otros en trminos de estados mentales: pensamientos y sentimientos, creencias ydeseos, con la finalidad de otorgar sentido y, an de mayor importancia, de anticipar las accionesde los dems. Si el nio es capaz de atribuir a la actitud aparentemente rechazante de una madreque no responde como que es debida a su tristeza por una prdida en vez de sentirsesimplemente impotente frente a esa actitud, el nio est protegido de la confusin y de unavisin negativa de s mismo. El sello distintivo de una actitud intencional es el reconocimientopor parte del nio, alrededor de los 3 a 4 aos, de que la conducta puede estar basada en unacreencia ernea. Los psiclogos del desarrollo han diseado numerosos tests acerca de la calidadde la comprensin de las falsas creencias y tienden a referirse a esta capacidad como "una teorade la mente". Nosotros preferimos la expresin capacidad de mentalizar o funcin reflexiva quedenota la comprensin de la conducta de uno mismo y de los otros en trminos de estadosmentales.

    Say, un nio de tres aos, ve a su amigo Maxi esconder un trozo de chocolate en un caja almismo tiempo que Maxi dice que l saldr pero volver para comerlo ms tarde (Perner, 1991).Despus de que Maxi sale, el nio ve al experimentador cambiar el chocolate a un cesto. Se lepregunta al nio: "Dnde buscar Maxi el chocolate cuando l vuelva?". El nio de tres aostiende a predecir que Maxi mirar en el cesto donde el chocolate est en realidad ms que en lacaja donde l lo dej. Los nios de cuatro y cinco aos son ya capaces de predecir la conducta deMaxi sobre la base de lo que se esperara que seran las creencias de Maxi, es decir, que el

    chocolate estar donde l lo dej. Se dice que el nio de cuatro aos tiene una "teora de la

    3

  • 8/11/2019 Fonagy-Persistencias_Transgeneracionales_del_Apego.pdf

    4/13

    mente", lo cual est indicado por su habilidad de atribuir falsas creencias (Wimmer y Perner,1983). Adopta una actitud intencional y razona en trminos de las creencias que pueden seratribuidas a Maxi. El nio de tres aos, sin embargo, basa su prediccin en su propiarepresentacin de la realidad y no en el estado mental del otro.

    Una forma de interpretar este hallazgo es que las expectativas de un nio de tres aos estnbasadas en un modelo no mentalista de la conducta, "teleolgico", ms que en un modelointencional mental (Gergely y Csibra, 1997). Dentro de este modelo teleolgico simple, laconducta de los objetos humanos es interpretada en trminos de los resultados visibles y no dedeseos inferidos, y en trminos de restricciones de la realidad fsica ms que ser atribuidos a lascreeencias acerca de la realidad. El nio de tres aos en la tarea de la que Maxi es partcipe basasu prediccin en un supuesto de una accin racional, suponiendo que el otro har lo que sea msracional para conseguir la futura meta (comer el chocolate), dado el actual estado de la realidadexterna (que el chocolate est en el cesto).

    En realidad, la capacidad para discriminar entre acciones racionales y no racionales ha sido

    demostrada como teniendo lugar a una edad tan temprana como los 9 meses (Gergely, Nadasdy,Csibra y Biro, 1995). Se les mostr a infantes una imagen animada por ordenador en el cual unpequeo crculo repetidamente saltaba sobre una pared y hacia contacto con un crculo mayor delotro lado. Con la repeticin de estas presentaciones, los infantes se "habituaron", perdieroninters en lo que se les mostraba. Entonces, al infante se le presentan una o dos nuevas imgenesanimadas. En ambos casos la pared es removida: en un caso, el pequeo crculo ahora seaproxima al mayor directamente (en lnea recta); en el otro, realiza exactamente la mismaaproximacin mediante un salto como en la primera experiencia. Los infantes muestran sorpresaen este ltimo caso pero no en el primero (cuando el crculo primero se acerca en lnea recta)indicando que ellos esperaban que el crculo actuase "racionalmente", es decir, que se aproximasea su objetivo mediante el camino ms corto disponible. Nosotros argumentamos que lainterpretacin teleolgica del nio pequeo con respecto a la accin se transforma en una de tipo"mentalizante" durante el segundo y tercer ao de edad. Hacia los 18 meses (pero no todava a los14) los nios muestran una comprensin mental del deseo (Meltzoff, 1995; Repacholi y Gonpik,1997), siendo ya capaces de comprender que las acciones de la otra persona pueden serimpulsadas por deseos diferentes a los del propio nio. En este estado, el nio pequeo llega aser capaz de inferir las intenciones del otro cuando la persona usa nuevas palabras paradenominar objetos no familiares para el nio (Baldwin y Moses, 1996; Tomasello, Strosberg yAkhtar, 1996). Durante el segundo ao los nios ya hablan acerca de estados de deseo de s y delotro, y en el tercer ao la conversacin acerca de creencias tambin emerge. Una habilidadmentalizante acabada, tal como se demuestra por la capacidad de atribuir falsas creencias en lastareas de teora de la mente, es alcanzada hacia el final del tercer ao (Perner, 1991).

    La adquisicin de una "teora de la mente" est lejos de alcanzar el punto final de este proceso dedesarrollo. En verdad, se podra argumentar que la funcin reflexiva nunca es alcanzadatotalmente. En momentos de alta activacin emocional, en el contexto de relaciones ntimas,encontramos difcil el construir representaciones exactas del mundo mental del otro.Razonamosacerca de la conducta de aquellos cercanos a nosotros sobre la base de lo que parece obvio, de loque es visible, de lo fsico ms que del mundo mental. Si usamos estados mentales, stos tiendena ser estereotipados, distorsionados, o confusos, demasiado fragmentarios e inexactos. Nosotroshemos intentado operacionalizar diferencias individuales en las capacidades de los adultos paramentalizar. Nuestra operacionalizacin fue relativamente simple, basada en la presencia dedescripciones inequvocas de estados mentales (p.ej., falsas creencias) en las narraciones. Parapuntuar alto en estas evaluaciones las narraciones de apego tenan que mostrar la percatacin deestados mentales, manifestar esfuerzos explcitos para desentraar las razones internas detrs dela conducta, mostrar la percatacin que los pensamientos del nio y sentimientos sonprobablemente diferentes de los del adulto, y reflejar una sensibilidad a los estados mentales delentrevistador (Fonagy, Target, Steele y Steele, 1998). La medida se correlaciona de manerainsignificante con el cociente Intelectual y con el nivel educacional. Nosotros tenamoscuriosidad por saber si la medida de las observaciones reflexivas acerca de los estados mentalesde s mismo y de los otros en las narraciones del AAI (Entrevista de Apego del Adulto) podranpredecir la seguridad del infante. Las puntuaciones de la capacidad reflexiva hechas antes delnacimiento del nio predecan fuertemente el apego seguro del nio en su segundo ao de vida.Tanto los padres como madres que obtenan altas puntuaciones en esta capacidad reflexiva

    tenan tres o cuatro veces ms probabilidad de tener nios conapego seguro comparados con los

    padres cuya capacidad reflexiva era pobre(Fonagy, Steele, Moran, Steele y Higgitt, 1991a).

    4

  • 8/11/2019 Fonagy-Persistencias_Transgeneracionales_del_Apego.pdf

    5/13

    La capacidad de entender los estados mentales que yace por detrs de la conducta de los padrespuede ser particularmente importante cuando el nio es expuesto a experiencias desfavorables, enextremo, de abuso o trauma. Nosotros dividimos nuestra muestra entre aquellos que s habaninformado de deprivacin significativa (hacinamiento, enfermedad mental) y aquellos que no.Nuestra prediccin fue que las madres en el grupo deprivado (separaciones en la infancia)

    tendran ms posibilidad de tener nios con apego seguro si su puntuacin en la funcin reflexivaera alta. Todas las madres en el grupo deprivado con altas puntuaciones en su capacidadreflexiva tenan nios que posean un apego seguro con ellas, mientras que slo 1 de 17 madres

    deprivadas con bajo puntaje lo tenan. Nuestros hallazgos implican que este ciclo de desventajapuede ser interrumpido si el cuidador/a, ha adquirido una capacidad de reflexionarproductivamente sobre la experiencia mental (Fonagy, Steele, Steele, Higgitt y Target, 1994).

    Mentalizar y el desarrollo del self

    No solamente los padres con capacidad reflexiva promueven con ms probabildiad un apego

    seguro en el nio, particularmente si sus propias experiencias de infancia fueron adversas, sinoque tambin el apego seguro puede ser un elemento facilitador clave de la capacidad reflexiva(Fonagy et al., 1995a). En nuestro estudio longitudinal de 92 nios, la proporcin de nios conapego seguro era doble en el grupo que super la tarea de falsa creencia, comparado con el grupoque fracas. La funcin reflexiva de la madre estaba tambin asociada con el xito del nio. El80% de los nios cuyas madres estaban por encima de la media en la funcin reflexiva pasaron laprueba mientras que slo el 56% de aquellos cuyas madres estaban por debajo lo hicieron. Lafuncin reflexiva del cuidador/a predij la seguridad en el apego, la cual, a su vez, predij laadquisicin precoz de una teora de la mente. El apego al padre tambin pareca contribuir a estelogro en el desarrollo. En un test de habilidades de la capacidad de mentalizar de segundo orden,en el que al nio se le requiere predecir la conducta de una persona sobre la base de las creenciasde esa persona acerca de las falsas creencias de un tercero, aquellos que tenan apego seguro conambos padres fueron ms capaces de tener xito mientras que aquellos que no tuvieron apegoseguro con ninguno de los padres fueron menos capaces de lograrlo.

    Estos resultados sugieren que la capacidad de los padres para observar la mente de los niosfacilita la comprensin general que los nios tienen de las mentes a travs de la mediacin delapego seguro. Un cuidador/a reflexivo incrementa la probabilidad del apego seguro del nio, elcual, a su vez, facilita el desarrollo de la capacidad de mentalizar. Nosotros suponemos que unarelacin de apego seguro provee un contexto tambin seguro para que el nio explore la mentedel cuidador/a, y de esta manera conozca ms acerca de las mentes. El filsofo Hegel (1807)sugiri que es solamente a travs de la exploracin de la mente del otro que el nio desarrollauna completa captacin de la naturaleza de los estados mentales.La capacidad reflexiva en elnio es facilitada por el apego seguro. El proceso es intersubjetivo: el nio consigue conocer lamente del cuidador/a de acuerdo a cmo el cuidador/a intenta comprender y contener el estadomental del nio.

    Al dilucidar este proceso quisiera sugerir tres componentes crticos. Estos son: (1) el papel de laespecularizacin (mirroring), (2) el cambio hacia la interpretacin de la conducta del cuidador/aen trminos intencionales ms que teleolgicos, y (3) la integracin de una forma primitiva dualde realidad psquica en una representacin mentalizante nica de la mente.

    1. El papel de la especularizacin

    Las representaciones de segundo orden (o simblicas) de estados mentales, desde nuestraperspectiva, se desarrollan en el contexto de relaciones de apego. El concepto del nio de lasemociones es alcanzado mediante la introspeccin (Gergely y Watson, 1996; Target y Fonagy,1996). La ansiedad para el nio, por ejemplo, est asociada con una mezcla confusa deexperiencias fisiolgicas, conductas e imgenes visuales. Una vez que stas devienen ensimblicamente ligadas, la experiencia correspondiente en un nivel simblico secundario omentalizado ser una experiencia de temor o de ansiedad. Este proceso de ligazn simblica esesencial para que el nio sea capaz de nombrar la experiencia como correspondiente a unaemocin especfica. Este conocimiento no es inherente. Supongamos que el self constitucional ofsico del nio se encuentre en un estado de activacin. Asociado con esto hay seales(expresiones no verbales, faciales, as como vocales). El cuidador/a resuena con estas seales eidealmente se refleja en su experiencia interna y genera una expresin apropiada como respuesta.

    5

  • 8/11/2019 Fonagy-Persistencias_Transgeneracionales_del_Apego.pdf

    6/13

    Tales despliegues especularizantes son innatos y no conscientemente generados por el cuidador/a(Meltzoff, 1993). La representacin que tiene la madre del afecto del infante es representada porel nio, y "mapeada" sobre el estado constitucional del self del nio (Rogers y Pennington, 1991).La discrepancia entre la experiencia original del nio y la internalizacin de la representacinespecularizante del cuidador/a es til en la medida en que permite que esta representacin de

    alguna manera modificada (es simultneamente la misma y, sin embargo, no es la misma) seconvierta en una representacin de orden superior de la propia experiencia del nio.

    Dentro de este modelo especularizante esperaramos que fracase si esta demasiado prximo a laexperiencia del nio o demasiada alejado de la misma. Si la especularizacin es demasiadoexacta, la percepcin en s misma se puede convertir en una fuente de temor y pierde su potencialsimblico. Si no esta disponible, o esta contaminada con la preocupacin de la madre, el procesode desarrollo del self est profundamente comprometido. Podemos suponer que los individuospara quienes los sntomas de ansiedad significan catstrofe (p.ej., ataque al corazn, muerteinminente) tienen representaciones de segundo orden de sus estados emocionales que no puedenser limitados en intensidad a travs de la simbolizacin, quizs porque la especularizacin porparte del cuidador/a primario exageraba las emociones del infante.

    Reconocemos que este es un modelo especulativo, pero es pasible de ser puesto empricamente aprueba. Podra ayudar a responder a la espinosa pregunta de por qu los individuos con trastornode pnico atribuyen inmenso significado a desequilibrios biolgicos de grado relativamentemoderado. Lo que se sugiere aqu es que la representacin secundaria del afecto, o representacinsimblica, en estos casos contiene demasiado de la experiencia primaria; por lo tanto, en vez deque el hecho de nombrar la experiencia tenga el potencial de atenuarla, tiende a estimular yexacerbar los sntomas del estado afectivo, los que a su vez acentan la expresin secundaria, enun ciclo de pnico que se realimenta. En un estudio reciente (Fonagy et al., 1995b) hemosconfirmado que las madres que calman ms efectivamente a sus angustiados nios de 8 mesesdespus de que stos reciben una inyeccin son las que reflejan la emocin del nio, pero estaespecularizacin est mezclada con otros afectos (sonren, interrogan, hacen desplieguesgestuales burlones, y cosas por el estilo). Al desplegar tal "afecto complejo" (Fonagy y Fonagy,1987) ellas aseguran que el infante reconozca sus emociones como anlogas, pero no isomrficas,con lo cual su experiencia y, por tanto, el proceso de formacin de smbolo puede comenzar. Deesta manera el "mapeado" representacional entre el afecto del self y las emociones de los otros, elintercambio de afecto entre el nio pequeo y el cuidador/a, proveen una especial fuente deinformacin para el nio acerca de sus estados internos.

    El nio que busca una manera de manejar su malestar identifica, en la respuesta del cuidador/a,una representacin de su estado mental que l puede internalizar y usar como una estrategia deorden superior de regulacin afectiva. El cuidador/a seguro calma al combinar unaespecularizacin con un despliegue emocional incompatible con el afecto del nio (por lo tanto,quizs implicando ya capacidad de afrontar la situacin). Esta formulacin de sensibilidad tienemucho en comn con la nocin del psicoanalista britnico Wilfred Bion (1962) sobre lacapacidad de la madre para "contener" mentalmente al estado afectivo intolerable para el nio yde responder en trminos de cuidado fsico de una manera que reconoce el estado mental delnio pero que sirve para modular sentimientos inmanejables. El hallazgo que la claridad ycoherencia de la representacin que la madre tiene del nio acta de mediadora entre su estatusde apego y su conducta es ciertamente consistente con este modelo (Slade, Belsky, Aber yPhelps, en prensa).

    Nosotros sugerimos que el significado o el sentimiento de afecto se desarrolla a partir de larepresentacin integrada del afecto en el self y en el otro. La combinacin de la representacin dela experiencia del self y de la representacin de la reaccin del cuidador/a transforma el modoteleolgico de la mente por parte del nio, y en ltima instancia le faculta para interpretar y paracomprender las demostraciones afectivas en los otros, as como a alcanzar la regulacin y controlde sus propias emociones. El "mapeado" emocional de las muestras de emocin y de laexperiencia del self es visto aqu como un ejemplo prototpico de sensibilidad por parte delcuidador/a quien, como trataremos de demostrar, constituir probablemente un importantecomponente en el desarrollo de la capacidad de mentalizar. La funcin reflexiva del cuidador/aestimula al nio para comenzar a organizar una experiencia del self de acuerdo a grupos derespuestas que, eventualmente, vendrn a ser etiquetadas verbalmente como emocionesespecficas (o deseos). La respuesta altamente contingente es el medio mediante el cual este

    mapeado tiene lugar. A las experiencias afectivas del nio se les da significado adicional al

    6

  • 8/11/2019 Fonagy-Persistencias_Transgeneracionales_del_Apego.pdf

    7/13

    quedar asociadas con un conjunto de restricciones de la realidad dentro de la interaccin padres-infantes (conduciendo a creencias rudimentarias acerca de las causas y consecuencias de suestado emocional).

    2. Parentalizacin reflexiva y el cambio desde modelos mentales teleolgicos a modelos

    intencionalesNosotros adoptamos el punto de vista que la adquisicin de la capacidad de mentalizar es parte deun proceso intersubjetivo entre el infante y el cuidador/a (vase Gopnik, 1993, para unaelaboracin altamente elegante de un tal modelo). Desde nuestro punto de vista, el cuidador/afacilita la creacin de modelos mentalizantes a travs de procesos lingsticos y casi lingsticos,primariamente a travs de comportarse con el nio de una manera que conduce a ste a vereventualmente que su conducta puede ser entendida mejor al suponer que l tiene ideas ysentimientos que determinan sus acciones, y las reacciones de los otros con respecto a l, lo quepuede entonces ser generalizado a otros seres vivientes. El cuidador/a se aproxima al nio quellora con una pregunta en su mente: "Quieres un cambio de paal?" , "Necesitas una caricia?".

    El cuidador/a sensible de manera improbable encarar la situacin teleolgicamente, sin tener a lapersona en mente, de modo que es poco probable que se diga a s mismo: "Estas mojadoalrededor de tu culito?", o "Has estado solo demasiado tiempo?" El cuidador/a sensible puedecubrir el hiato entre focalizarse en la realidad fsica y la atencin dirigida hacia el interior, lo quees suficiente para que el nio identifique contigencias entre experiencia interna y externa. Por fin,el nio llega a la conclusin que la reaccin del cuidador/a hacia l puede ser entendida comoracional dado el supuesto de un estado interno de creencia o de deseo dentro de l.Inconscientemente, y de manera profunda, el cuidador/a adscribe un estado mental al nio con suconducta, trata al nio como un agente mental, lo que es percibido por el nio y usado en latransformacin de los modelos teleolgicos y, entonces, en el desarrollo de un sentimientonuclear de mismidad mental. Nosotros suponemos que esto es, en gran medida, un procesocotidiano que ocurre rutinariamente a todo lo largo de la vida, sobre el que no se reflexiona y, porlo tanto, es raramente modificado. Los cuidadores, sin embargo, difieren en sus formas de llevar acabo esta natural funcin humana. Algunos pueden estar particularmente alerta a las tempranasindicaciones de intencionalidad; otros, pueden necesitar indicaciones ms intensas antes depercibir el estado mental del nio y modificar su conducta de acuerdo a este estado mental. Otros,como hemos descrito en el contexto de la temprana infancia, pueden sistemticamente percibirerrneamente los estados mentales del nio, con la consiguiente deformacin del sentimiento delnio de s mismo.

    La capacidad de los padres de observar los cambios, momento a momento, en el estado mentaldel nio, por tanto, est en la raz del cuidado sensible, lo que es visto por los tericos del apegocomo la piedra angular del apego seguro (p.ej. Ainsworth y col., 1978; Grossmann, Grossmann,Spangler, Suess y Unzner, 1985; Isabella y Belsky, 1991). El apego seguro provee, a su vez, labase psico-social para adquirir una comprensin de la mente. El nio con apego seguro se sientetranquilo, seguro, al hacer atribuciones de estados mentales para dar cuenta de la conducta de sucuidador/a. En cambio, el nio con apego evitativo se escapa en alguna medidad del estadomental del otro; mientras que el nio con apego resistente se centra en su propio estado mental demalestar con exclusin de intercambios intersubjetivos estrechos. Los nios con apegodesorganizado pueden representar una categora especial: hipervigilantes de la conducta delcuidador, ellos usan todos los indicadores disponibles para predecir, y pueden ser agudamentesensibles a los estados intencionales; pueden, por tanto, estar ms preparados para construir unaexplicacin en trminos mentales de la conducta del cuidador/a. Nosotros argumentaremos (vasems abajo) que en tales nios la capacidad de mentalizar puede ser evidente pero no tiene el rolcentral y efectivo en la organizacin del self que caracteriza a los nios con apego seguro.

    Creemos que lo ms importante para el desarrollo de una organizacin mentalizante del self esque la exploracin del estado mental del cuidador/a sensible capacite al nio para encontrar en sumente una imagen de s mismo como motivada por creencias, sentimientos e intenciones; en otraspalabras, como un ser que mentaliza. Hay considerable evidencia que apoya el punto de vista deque el apego seguro incrementa el desarrollo de la seguridad interna, de la autovala y de laautonoma (p.e. Londerville y Main, 1981). Los nios con apego desorganizado, an en el casoque adquieran la capacidad de mentalizar, fallan en integrar sta con su organizacin del self.Puede haber un nmero de razones ligadas para esto: a) el cuidador del nio con apegodesorganizado es menos confiablemente contingente en responder al estado del self del infante y,

    sobre todo, muestra sistemticas distorsiones en su percepcin y reflexin acerca de este estado;

    7

  • 8/11/2019 Fonagy-Persistencias_Transgeneracionales_del_Apego.pdf

    8/13

    b) el estado mental del cuidador/a evoca intensa ansiedad ya sea a travs de conductasatemorizantes que sugieren malevolencia hacia el nio, o de conductas que sugieren temor, quepuede incluir el temor que el cuidador/a tiene del nio; c) el nio necesita usar recursosdesproporcionados para entender la conducta parental a expensas de lo que sera reflexionar sobresus estados del self. Estos factores se combinan, quizs, para hacer que los nios con apego

    desorganizados se conviertan en agudos lectores de la mente del cuidador/a en determinadascircunstancias, pero (nosotros sugerimos) pobres lectores de sus propios estados mentales.

    3. El cambio desde la realidad psquica dual a la singular (nica)

    En dos trabajos anteriores hemos usado tanto la evidencia clnica como la proveniente de lainvestigacin para mostrar que la experiencia normal de la realidad psquica no es una propiedadinherente de la mente sino, ms bien, un logro evolutivo (Fonagy y Target, 1996; Target yFonagy, 1996). Es la consecuencia de una exitosa integracin de dos modos diferentes dediferenciar entre lo interno y lo externo. Consideramos al l desarrollo del nio como cambiandonormalmente desde una experiencia de la realidad psquica en la cual los estados mentales no son

    considerados como representaciones, a una visin crecientemente compleja del mundo interno, laque tiene como sello la capacidad para mentalizar, para pensar flexiblemente acerca de lospensamientos y sentimientos en los otros y en uno mismo. Inicialmente, la experiencia del niode la mente es como si fuera un aparato de grabacin, con correspondencia exacta entre estadointerno y realidad externa. Nosotros usamos el trmino "equivalencia psquica" para denotar estemodo de funcionamiento, para enfatizar que para un nio pequeo los acontecimientos mentalesson equivalentes en trmino de poder, causalidad e implicaciones, a los acontecimientos en elmundo fsico. Equiparar lo interno a lo externo es, inevitablemente un proceso a doble va. Nosolamente se sentir el nio pequeo compelido a equiparar la apariencia con la realidad (lo queparece, es lo que es) sino que tambin las representaciones internas distorsionadas por la fantasasern proyectadas sobre la realidad externa de una manera no modulada por la comprensin deque la experiencia del mundo externo pudiera estar siendo equivocadamente construida de estamanera.

    Quizs porque puede ser aterrorizante que los pensamientos y sentimientos sean experienciadoscomo concretamente "reales", el nio desarrolla una forma alternativa de construir estadomentales. En la "modalidad de simulacin" (Trad.: "hacer como si",) el nio experiencia lossentimientos e ideas como totalmente representacionales, o simblicos, como no teniendoninguna implicacin para el mundo exterior. An cuando el nio de 2 aos de edad sepa que susimulacin de ser un polica no es real, no es porque l comprenda que est siendo un "policasimulado" sino, ms bien, porque el modo de realidad psquica que prevalece en ese momentopresupone una estricta separacin con respecto a la realidad (Gopnik y Slaughter, 1991). Por lotanto, su juego por s mismo no forma un puente entre la realidad interna y externa. Solamentegradualmente, y a travs de la estrecha participacin de otra mente que puede simultneamentemantener juntas la simulacin del nio y las perspectivas reales, esta integracin de dosmodalidades da lugar a una realidad psquica en que las ideas y sentimientos son conocidas comointernas, aunque en estrecha relacin con lo que est afuera (Dunn, 1996).

    Normalmente el nio entonces integra estas modalidades alternativas para llegar a la capacidadde mentalizar, o modalidad reflexiva, en la cual los estados mentales pueden ser vividos comorepresentaciones. La realidad interna y la externa pueden entonces ser vistas como relacionadas,aunque son aceptadas como que difieren de maneras importantes, y no tienen entonces que serigualadas o disociadas una de la otra (p.ej. Gopnik, 1993). La capacidad de mentalizar pasa aexistir a travs de la experiencia del nio de que se ha reflexiona sobre sus estados mentales, porejemplo, a travs del juego seguro con un padre/madre o con un nio mayor. De una manerajuguetona, el cuidador/a otorga a las ideas y sentimientos del nio (cuando l est "solamentehaciendo como s") un vnculo con la realidad a travs de indicar la existencia de una perspectivaalternativa, la que existe por fuera de la mente del nio. El padre/madre o nio mayor tambinmuestra que la realidad puede ser distorsionada actuando sobre ella de una manera juguetona, y atravs de esta actividad ldica una experiencia mental simulada pero real puede ser introducida.

    El desarrollo del nio y la percepcin de los estados mentales propios y de los otros depende, porlo tanto, de su observacin del mundo mental de su cuidador/a. l es capaz de percibir estadosmentales cuando el cuidador/a est en una modalidad, compartida con el nio, de juego de dehacer como si (por tanto la asociacin entre la modalidad de "hacer como" y la primitiva

    capacidad de mentalizar), y muchas interacciones comunes (tales como el cuidado fsico y el

    8

  • 8/11/2019 Fonagy-Persistencias_Transgeneracionales_del_Apego.pdf

    9/13

    calmar, o conversaciones con compaeritos) tambin implicarn tal actividad mental compartida.Esto es lo que hace que sean inherentemente intersubjetivas las concepciones que se tengan sobreestados mentales tales como el pensar; la experiencia compartida es parte de la estricta lgica delas concepciones sobre los estados mentales.

    Para anticipar de alguna manera el tema que abordar esta tarde, en nios traumatizados, lasemociones intensas y conflictos conducen a una falla parcial de esta integracin, de modo que losaspectos de la "modalidad de simulacin" ("hacer como") de funcionamiento se convierten enparte de una modalidad psquica equivalente a vivir la realidad. Esto puede ser debido a quecuando el maltrato ha tenido lugar dentro de la familia, la atmsfera tiende a ser incompatible conque el cuidador "juege con" los ms oprimentes aspectos de los pensamientos del nio; stos sona menudo perturbadores e inaceptables para el adulto, de manera semejante a como lo son para elnio. La rgida, controladora conducta del nio preescolar con una historia de apegodesorganizado es, por lo tanto, vista como surgiendo a partir de una falla por parte del nio paramoverse ms all del modo de equivalencia psquica en relacin a ideas o sentimientosespecficos, de manera que l siente a stos con la intensidad que pudiera esperarse que ellostuvieran si fueran acontecimientos externos que estuvieran ocurriendo.

    En la relacin insegura, sern las defensas del cuidador aquello que tender a ser internalizado, yel malestar del nio es repetidamente evitado. De an mayor importancia, el proceso deldesarrollo del self ha sido comprometido. Las relaciones inseguras padres-nios pueden serconsideradas como que establecen las bases para subsecuentes distorsiones de la personalidad dedos maneras. Estas corresponden a los dos modos de vivir la realidad psquica. La madre puedehacerse eco del estado del nio sin modulacin, como en la modalidad de equivalencia psquica,concretizando o entrando en pnico ante la perturbacin del nio. O, ella puede evitar reflexionarsobre el afecto del nio a travs de un proceso similar a la disociacin, que coloca efectivamentea la madre en una "modalidad de como s" no relacionada con la realidad externa, incluyendo alnio. La madre puede entonces ignorar el malestar del nio, o traducir a ste como si fueraenfermedad, cansancio, etc.. Ambas condiciones despojan a la comunicacin del nio delpotencial de tener un sentido que l pueda reconocer y utilizar. Puede tambin conducir a unintercambio entre la madre y el nio en que se interpretan los sentimientos en trminos fsicos, demodo que el estado fsico es la cosa "real". Lynne Murray (1997), en su trabajo con madresafectadas de depresin puerperal, ha ofrecido algunas vvidas ilustraciones de tales madres queofrecen una realidad alternativa marcada por la exageracin asociada con afirmaciones norespaldas por la realidad, no relacionadas con la experiencia del infante. Los observadorespsicoanalticos de este tipo de interaccin identificaran rpidamente la operacin de negacinmasiva e, incluso, de defensa manaca. El infante no ha sido capaz de encontrar una versinreconocible de sus estados mentales en la mente de la otra persona, y la oportunidad de adquiriruna representacin simblica de estos estados se ha perdido, y un patrn de apego desorganizadoes lo que puede derivar a continuacin.

    Conclusin

    En resumen, el nio con apego seguro percibe en la actitud reflexiva de su cuidador/a una imagende s mismo como deseante y con creencias. Ve que el cuidador/a lo representa a l como un serintencional, y esta representacin es internalizada para formar el self. El "Yo pienso, por lo tantoyo soy" no constituir el modelo psicolgico del nacimiento del self. Quiz se acerque ms a larealidad el "Ella piensa de m como pensando y, por lo tanto, yo existo como un pensador". Si lacapacidad reflexiva del cuidador/a le ha permitido a l/ella describir adecuadamente la actitudintencional del nio, entonces ste tendr la oportunidad de "encontrarse a s mismo en el otro"como un ser con capacidad de mentalizar. En el ncleo de nuestros "selves" est la representacinde cmo nosotros fuimos vistos. Nuestra capacidad reflexiva es, por tanto, una adquisicintransgeneracional. Nosotros pensamos de los otros en trminos de deseos y creencias porque, yen la medida en que, nosotros fuimos pensados como seres intencionales. Solamente siguiendoeste proceso de internalizacin puede el desarrollo de la percatacin de los estados mentales ennosotros ser generalizado a otros, incluyendo al cuidador/a.

    La teora de la funcin reflexiva transgeneracional tiene estos componentes: 1.-Suponemos que lainternalizacin de las representaciones de segundo orden de los estados internos depende de lareflexin sensible por parte del cuidador/a y ofrece los ladrillos con lo cuales un modelo internoreflexivo con el que se trabaja es construido. 2.- El gradual cambio desde una actitud teleolgica

    hacia una intencional est intrnsicamente ligado a la experiencia de seguridad del nio en la

    9

  • 8/11/2019 Fonagy-Persistencias_Transgeneracionales_del_Apego.pdf

    10/13

    exploracin de la mente del cuidador/a para descubrir los sentimientos y pensamientos quepudieran dar cuenta de su conducta. Es innecesario decir que esta es ms fcil y ms segura en elcontexto de una relacin de apego seguro. 3.- El cuidador/a hace una contribucin adicionalimportante, quizs de manera an ms significativa en una etapa ulterior. De manea prototpica,mientras est involucrado en un juego de "hacer como si" con el nio, el cuidador/a implica

    simultneamente al mundo interno del nio mientras retiene una perspectiva basada en la realidadexterna. Esto es anlogo a las discusiones psicoanalticas sobre el impacto cognitivo de la tradaedpica, en que la realidad compartida de dos personas es bruscamente experienciada desde elpunto de vista del tercero. La implicacin parental en el mundo interno del ni lleva a ste msall de la concepcin de sus mentes como una replica del mundo externo.

    Estos tres componentes (la representacin de segundo orden del afecto, la representacinintencional del cuidador/a y, por ltimo, la representacin intencional del self) equipan al niopara enfrentar a una realidad social algunas veces inadecuadamente dura. Yo continuarargumentando que el establecimiento slido de una funcin reflexiva tiene un efecto protector y,por contraste, su estatus relativamente frgil seala una vulnerabilidad para traumas ulteriores.Considero que el apego seguro y la funcin reflexiva son construcciones que se solapan, y lavulnerabilidad asociada con el apego inseguro subyace primariamente a la desconfianza del niopara concebir al mundo en trminos de realidad psquica ms que en trminos de realidad fsica.Producido un trauma de suficiente intensidad, incluso un vnculo seguro puede derrumbarse aveces, y en ausencia de presiones psicosociales la funcin reflexiva puede ofrecer slo unaventaja evolutiva marginal. Para comprender el trastorno severo de personalidad, como esperoveremos (Trad.:se refiere al trabajo que aparecer en el No. 4 de Aperturas Psicoanalticas), esimportante que estemos entonados con la capacidad de nuestros pacientes usar el lenguaje de losestados mentales tanto para la organizacin del self as como para la comprensin social.

    Ver "Apegos Patolgicos y Accin Teraputica"continuacin de este trabajo del mismo autor.

    Bibliografa

    Ainsworth, M. D. S. (1969). Object relations, dependency and attachment: A theoretical review of the infant-motherrelationship. Child Development, 40, 969-1025.

    Ainsworth, M. D. S. (1985). Attachments across the lifespan. Bulletin of the New York Academy of Medicine, 61,792-812.

    Ainsworth, M. D. S., Blehar, M. C., Waters, E., & Wall, S. (1978). Patterns of attachment: A psychological study ofthe Strange Situation. Hillsdale, NJ: Erlbaum.

    Baldwin, D. A., & Moses, L. J. (1996). The ontogeny of social information gathering. Child Development, 67, 1915-

    1939.

    Bartsch, K., & Wellman, H. M. (1995). Children talk about the mind. Oxford: Oxford University Press.

    Belsky, J., Rosenberger, K., & Crnic, C. (1995). The origins of attachment security: "Classical" and contextualdeterminants. In S. Goldberg, R. Muir, & J. Kerr (Eds.), John Bowlby's Attachment Theory: Historical, Clinical andSocial Significance (pp. 153-184). Hillsdale, NJ: Analytic Press.

    Benoit, D., & Parker, K. (1994). Stability and transmission of attachment across three generations. ChildDevelopment, 65, 1444-1457.

    Bion, W. R. (1962). Learning from Experience. London: Heinemann.

    Bowlby, J. (1969). Attachment and Loss, Vol. 1: Attachment. London: Hogarth Press and the Institute of Psycho-Analysis.

    Bowlby, J. (1973). Attachment and Loss, Vol. 2: Separation: Anxiety and Anger. London: Hogarth Press andInstitute of Psycho-Analysis.

    Bowlby, J. (1980). Attachment and Loss, Vol. 3: Loss: Sadness and Depression. London: Hogarth Press and Instituteof Psycho-Analysis.

    Cicchetti, D., & Beeghly, M. (1987). Symbolic development in maltreated youngsters: An organizationalperspective. In D. Cicchetti & M. Beeghly (Eds.), Atypical symbolic development. New Directions for ChildDevelopment (Vol. 36, pp. 5-29). San Francisco: Jossey-Bass.

    10

    http://www.aperturas.org/4fonagy.htmlhttp://www.aperturas.org/4fonagy.html
  • 8/11/2019 Fonagy-Persistencias_Transgeneracionales_del_Apego.pdf

    11/13

    Collins, N. R., & Read, S. J. (1994). Representations of attachment: The structure and function of working models.In K. Bartholomew & D. Perlman (Eds.), Advances in Personal Relationships Vol 5: Attachment Process inAdulthood (pp. 53-90). London: Jessica Kingsley Publishers.

    De Wolff, M. S., & van IJzendoorn, M. H. (1997). Sensitivity and attachment: A meta-analysis on parentalantecedents of infant attachment. Child Development, 68, 571-591.

    Dennett, D. (1987). The intentional stance. Cambridge, Mass: MIT Press.

    Dunn, J. (1996). The Emanuel Miller Memorial Lecture 1995. Children's relationships: Bridging the divide betweencognitive and social development. Journal of Child Psychology and Psychiatry, 37, 507-518.

    Emde, R., & Buchsbaum, H. (1990). "Didn't you hear my mommy?" Autonomy with connectedness in moral self-emergence. In D. Cicchetti & M. Beeghly (Eds.), The self in transition (pp. 35-60). Chicago: University of ChicagoPress.

    Fearon, P. (1998). Determinants of mother-infant attachment classification in twins. Unpublished PhD thesis,University College London, London.

    Fnagy, I., & Fnagy, J. (1987). Analysis of complex (integrated) melodic patterns. In R. Channon & L. Shockey(Eds.), In honour of Ilse Lehiste (pp. 75-98). Dodrecht, The Netherlands: Foris.

    Fonagy, P., Steele, H., Moran, G., Steele, M., & Higgitt, A. (1991a). The capacity for understanding mental states:the reflective self in parent and child and its significance for security of attachment. Infant Mental Health Journal, 13,200-217.

    Fonagy, P., Steele, H., & Steele, M. (1991b). Maternal representations of attachment during pregnancy predict theorganization of infant-mother attachment at one year of age. Child Development, 62, 891-905.

    Fonagy, P., Steele, M., Steele, H., Higgitt, A., & Target, M. (1994). The Emmanuel Miller Memorial Lecture 1992.The theory and practice of resilience. Journal of Child Psychology and Psychiatry and Allied Disciplines, 35, 231-

    257.

    Fonagy, P., Steele, M., Steele, H., Leigh, T., Kennedy, R., Mattoon, G., & Target, M. (1995a). Attachment, thereflective self, and borderline states: The predictive specificity of the Adult Attachment Interview and pathologicalemotional development. In S. Goldberg, R. Muir, & J. Kerr (Eds.), Attachment theory: Social, developmental andclinical perspectives (pp. 233-278). New York: Analytic Press.

    Fonagy, P., Steele, M., Steele, H., Leigh, T., Kennedy, R., Mattoon, G., & Target, M. (1995b). The predictivevalidity of Mary Main's Adult Attachment Interview: A psychoanalytic and developmental perspective on thetransgenerational transmission of attachment and borderline states. In S. Goldberg, R. Muir, & J. Kerr (Eds.),Attachment Theory: Social, Developmental and Clinical Perspectives (pp. 233-278). Hillsdale, NJ: The AnalyticPress.

    Fonagy, P., & Target, M. (1996). Playing with reality: I. Theory of mind and the normal development of psychicreality. International Journal of Psycho-Analysis, 77, 217-233.

    Fonagy, P., Target, M., Steele, H., & Steele, M. (1998). Reflective-Functioning Manual, version 5.0, for Applicationto Adult Attachment Interviews . London: University College London.

    George, C., Kaplan, N., & Main, M. (1996). The Adult Attachment Interview . Unpublished manuscript, Departmentof Psychology, University of California at Berkeley.

    Gergely, G., & Csibra, G. (1997). Teleological reasoning in infancy: The infant's naive theory of rational action. Areply to Premack and Premack. Cognition, 63, 227-233.

    Gergely, G., Nadasdy, Z., Csibra, G., & Biro, S. (1995). Taking the intentional stance at 12 months of age.Cognition, 56, 165-193.

    Gergely, G., & Watson, J. (1996). The social biofeedback model of parental affect-mirroring. International Journal ofPsycho-Analysis, 77, 1181-1212.

    Gopnik, A. (1993). How we know our minds: The illusion of first-person knowledge of intentionality. Behavioraland Brain Sciences, 16, 1-14, 29-113.

    Gopnik, A., & Slaughter, V. (1991). Young children's understanding of changes in their mental states. ChildDevelopment, 62, 98-110.

    11

  • 8/11/2019 Fonagy-Persistencias_Transgeneracionales_del_Apego.pdf

    12/13

    Grossman, K. E., Grossmann, K., & Schwan, A. (1986). Capturing the wider view of attachment: A reanalysis ofAinsworth's Strange Situation. In C. E. Izard & P. B. Read (Eds.), Measuring emotions in infants and children (Vol.2, pp. 124-171). New York: Cambridge University Press.

    Grossmann, K., Grossmann, K. E., Spangler, G., Suess, G., & Unzner, L. (1985). Maternal sensitivity and newbornorienting responses as related to quality of attachment in Northern Germany. In I. Bretherton & E. Waters (Eds.),

    Growing points in attachment theory and research. Monographs of the Society for Research in Child Development(Vol. 50 (1-2, Serial No. 209), pp. 233-256).

    Hamilton, C. (1994). Continuity and discontinuity of attachment from infancy through adolescence. Unpublisheddoctoral dissertation, UC-Los Angeles, Los Angeles.

    Hegel, G. (1807). The Phenomenology of Spirit. Oxford: Oxford University Press.

    Hofer, M. A. (1995). Hidden regulators: Implications for a new understanding of attachment, separation and loss. InS. Goldberg, R. Muir, & J. Kerr (Eds.), Attachment Theory: Social, Developmental, and Clinical Perspectives (pp.203-230). Hillsdale, N.J.: The Analytic Press, Inc.

    Isabella, R., & Belsky, J. (1991). Interactional synchrony and the origins of infant-mother attachment: A replication

    study. Child Development, 62, 373-384.

    Kestenbaum, R., Farber, E., & Sroufe, L. A. (1989). Individual differences in empathy among preschoolers'concurrent and predictive validity. In N. Eisenberg (Ed.), Empathy and related emotional responses: New directionsfor child development (pp. 51-56). San Francisco: Jossey-Bass.

    Lieberman, A. F., & Pawl, J. H. (1990). Disorders of attachment and secure base behavior in the second year of life:Conceptual issues and clinical intervention. In M. T. Greenberg, D. Cicchetti, & E. M. Cummings (Eds.),Attachment in the Preschool Years (pp. 375-398). Chicago: University of Chicago Press.

    Londerville, S., & Main, M. (1981). Security of attachment, compliance, and maternal training methods in thesecond year of life. Developmental Psychology, 17, 238-299.

    Main, M. (1997). Attachment narratives and attachment across the lifespan. Paper presented at the Fall Meeting ofthe American Psychoanalytic Association, New York.

    Main, M., & Goldwyn, R. (1994). Adult Attachment Rating and Classification System, Manual in Draft, Version 6.0.Unpublished manuscript: University of California at Berkeley.

    Main, M., & Hesse, E. (1990). Parents' unresolved traumatic experiences are related to infant disorganizedattachment status: Is frightened and/or frightening parental behavior the linking mechanism? In M. Greenberg, D.Cicchetti, & E. M. Cummings (Eds.), Attachment in the preschool years: Theory, research and intervention (pp. 161-182). Chicago: University of Chicago Press.

    Main, M., & Solomon, J. (1990). Procedures for identifying infants as disorganized/disoriented during the Ainsworth

    Strange Situation. In D. C. M.Greenberg & E.M.Cummings (Eds.), Attachment during the preschool years: Theory,research and intervention (pp. 121-160). Chicago: University of Chicago Press.

    Meltzoff, A. (1993). The role of imitation in understanding persons and developing a theory of mind. In S.Baron-Cohen, H.Tager-Flusberg, & D.Cohen (Eds.), Understanding Other Minds: Perspectives from Autism . New York:Oxford University Press, Inc.

    Meltzoff, A. N. (1995). Understanding the intentions of others: Re-enactment of intended acts by 18-month -oldchildren. Developmental Psychology, 31, 838-850.

    Murray, L., & Cooper, P. J. (1997). The role of infant and maternal factors in postpartum depression, mother-infantinteractions and infant outcome. In L. Murray & P. J. Cooper (Eds.), Postpartum Depression and Child Development(pp. 111-135). New York: Guilford Press.

    Perner, J. (1991). Understanding the Representational Mind. Cambridge, Mass: MIT Press.

    Radojevic, M. (1992). Predicting quality of infant attachment to father at 15 months from pre-natal paternalrepresentations of attachment: an Australian contribution. Paper presented at the 25th International Congress ofPsychology, Brussels, Belgium.

    Repacholi, B. M., & Gopnik, A. (1997). Early reasoning about desires: Evidence from 14- and 18-months olds.Developmental Psychology, 33, 12-21.

    Rogers, S., & Pennington, B. (1991). A theoretical approach to the deficits in infantile autism. Development andPsychopathology, 3, 137-162.

    12

  • 8/11/2019 Fonagy-Persistencias_Transgeneracionales_del_Apego.pdf

    13/13

    Slade, A., Belsky, J., Aber, L., & Phelps, J. L. (in press). Maternal Represetations of their toddlers: Links to adultattachment and observed mothering. Developmental Psychology.

    Sroufe, L. A. (1979). Socioemotional development. In J. Osofsky (Ed.), Handbook of Infant Development (pp. 462-516). New York: Wiley.

    Sroufe, L. A. (1983). Infant-caregiver attachment and patterns of adaptation in preschool: The roots of maladaptionand competence. (Vol. 16). Hillsdale, NJ: Erlbaum.

    Sroufe, L. A. (1990). An organizational perspective on the self. In D.Cicchetti & M.Beeghly (Eds.), The self intransition: Infancy to childhood (pp. 281-307). Chicago: University of Chicago Press.

    Sroufe, L. A. (1996). Emotional development: The organization of emotional life in the early years. New York:Cambridge University Press.

    Sroufe, L. A., Egeland, B., & Kreutzer, T. (1990). The fate of early experience following developmental change:Longitudinal approaches to individual adaptation in childhood. Child Development, 61, 1363-1373.

    Steele, H., Steele, M., & Fonagy, P. (1996). Associations among attachment classifications of mothers, fathers, andtheir infants: Evidence for a relationship-specific perspective. Child Development, 67, 541-555.

    Steele, H., Steele, M., & Fonagy, P. (in preparation). A path-analytic model of determinants of infant-parentattachment: limited rather than multiple pathways. .

    Target, M., & Fonagy, P. (1996). Playing with reality II: The development of psychic reality from a theoreticalperspective. International Journal of Psycho-Analysis, 77, 459-479.

    Tomasello, M., Strosberg, R., & Akhtar, N. (1996). Eighteen-month-old learn words in non-ostensive context.Journal of Child Language, 23, 157-176.

    van IJzendoorn, M. H. (1995). Adult attachment representations, parental responsiveness, and infant attachment: A

    meta-analysis on the predictive validity of the Adult Attachment Interview. Psychological Bulletin, 117, 387-403.

    Ward, M. J., & Carlson, E. A. (1995). Associations among Adult Attachment representations, maternal sensitivity,and infant-mother attachment in a sample of adolescent mothers. Child Development, 66, 69-79.

    Waters, E., Merrick, S., Albersheim, L., Treboux, D., & Crowell, J. (1995 May). From the strange situation to theAdult Attachment Interview: A 20-year longitudinal study of attachment security in infancy and early adulthood.Paper presented at the Society for Research in Child Development, Indianapolis.

    Waters, E., Wippman, J., & Sroufe, L. A. (1979). Attachment, positive affect, and competence in the peer group:Two studies in construct validation. Child Development, 50, 821-829.

    Wimmer, H., & Perner, J. (1983). Beliefs about beliefs: Representation and constraining function of wrong beliefs inyoung children's understanding of deception. Cognition, 13, 103-128.

    * Copywright: Peter Fonagy, PhD, FBAFreud Memorial Professor of Psychoanalysis, UCL

    Director of Research, The Anna Freud CentreCo-ordinating Director, Child and Family Center and Center for Outcomes

    Research and Effectiveness, Menninger Foundation

    Direccin:

    Sub-Department of Clinical Health PsychologyUniversity College London

    Gower StreetLondon WC1E 6BT

    E-mail: mailto:%[email protected]

    13

    mailto:%[email protected]:%[email protected]