folleto vidas de santos_san nicolás

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Ocupa San Nicolás un puesto preeminente entre los Santos que go- zan del favor popular. Y no lo debe precisamente al brillo de su vida, poco conocida en general, sino al encanto de las leyendas que esmaltan su existen- cia, convirtiéndola en un hermoso li- bro de estampas maravillosas y siem- pre gratas de contemplar. Nació San Nicolás hacia 270, en Patara, opulenta ciudad marítima y ca- pital de Licia, en la extremidad meri- dional de Asia Menor. Sus padres, no- bles y ricos, eran extraordinariamente piadosos. Apenas el niño abrió sus ojos a la luz, se abrió su alma al conoci- miento de Dios y, no bien supo lo que es comer, ya conoció la práctica del ayuno. Se dice que los viernes y sába- dos tomaba una sola vez el pecho y ello a la hora señalada por la regla discipli- naria del ayuno. A los cinco años empezó Nico- lás a frecuentar la escuela; primero en su ciudad natal y luego en una locali- dad próxima que en aquellos siglos reunía en su seno a la juventud estu- diosa. Muy solícito en evitar los perni- ciosos ejemplos de sus camaradas, tan sólo trababa amistad con los buenos y virtuosos. Preservaba su corazón de todo apetito desordenado, evitaba los CONVERSIÓN DE UN VÁNDALO Cuando los vándalos invadieron a Calabria, devastaron todo el territo- rio. Uno de ellos, viendo en casa de un cristiano una imagen del Santo, se la llevo sin saber lo que hacía; los cristia- nos le aseguraron que era el retrato de un Santo, por mediación del cual Dios obraba milagros. Cierto día en que el vándalo salía apresuradamente a sus ocupaciones, dejó la casa sin otra cus- todia que la protección de San Nicolás a quien suplicó que le guardase los ha- beres. No bien hubo salido el vándalo, ya unos ladrones se entregaban al sa- queo. De regreso, al darse cuenta de lo sucedido, se puso a golpear la imagen, y amenazó con quemarla si no le era devuelto lo robado. En aquel mismo instante se apareció San Nicolás a los ladrones, y les intimó la restitución. Así lo hicieron, y el vándalo se convirtió junto con toda su familia. Los hagiógrafos griegos y latinos gustan de relatar milagros obrados por el Santo para librar de la esclavitud y de sus molestias a los niños prisione- ros; tal, por ejemplo, la historia de uno llamado Basilio, del cual se cuenta que habiendo sido arrebatado por los sa- rracenos cerca de Mira, fue devuelto sano y salvo a sus padres un año des- pués del secuestro. CULTO Y PATROCINIO DE SAN NICOLÁS El culto de San Nicolás, comen- zado ya en los años inmediatos a su muerte, se extendió y se mantuvo en medio de las vicisitudes religiosas de la Iglesia oriental. Pronto fue instaurado por los griegos en Roma y en toda Ita- lia. Desde la traslación de sus reliquias a Bari, no han cesado los peregrinos de afluir a aquella ciudad, especialmente el día 19 de mayo, aniversario de la traslación a Bari. Su fiesta fue elevada a rito doble por Clemente X el 6 de di- ciembre de 1670. Las futuras madres suelen pedir al Santo venturoso nacimiento y la gracia del santo bautismo para sus hi- jos. Gran número de corporaciones le han escogido como titular. Marineros, pescadores, caminantes y peregrinos, así como las víctimas de robos o erro- res judiciales, se acogen también a su tutela. Los toneleros le veneran por- que, se cuenta, hizo salir vivos de un tonel a “tres niños” -como se refiere en una célebre composición- a quienes un carnicero había degollado “y cortado en menudas tajadillas que luego pusiera en sal como los perniles”. Este último pro- digio, el más popular de todos, no obs- tante el mutismo de la hagiografía e iconografía griegas respecto de él, ha valido al Santo el gracioso patronazgo de la juventud. 12 SAN NICOLÁS (270-341?) OBISPO DE MIRA FIESTA: 6 DE DICIEMBRE 1

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Folleto. Vida de San Nicolás

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Ocupa San Nicolás un puestopreeminente entre los Santos que go-zan del favor popular. Y no lo debeprecisamente al brillo de su vida, pococonocida en general, sino al encanto delas leyendas que esmaltan su existen-cia, convirtiéndola en un hermoso li-bro de estampas maravillosas y siem-pre gratas de contemplar.

Nació San Nicolás hacia 270, enPatara, opulenta ciudad marítima y ca-pital de Licia, en la extremidad meri-dional de Asia Menor. Sus padres, no-bles y ricos, eran extraordinariamentepiadosos. Apenas el niño abrió sus ojosa la luz, se abrió su alma al conoci-

miento de Dios y, no bien supo lo quees comer, ya conoció la práctica delayuno. Se dice que los viernes y sába-dos tomaba una sola vez el pecho y elloa la hora señalada por la regla discipli-naria del ayuno.

A los cinco años empezó Nico-lás a frecuentar la escuela; primero ensu ciudad natal y luego en una locali-dad próxima que en aquellos siglosreunía en su seno a la juventud estu-diosa. Muy solícito en evitar los perni-ciosos ejemplos de sus camaradas, tansólo trababa amistad con los buenos yvirtuosos. Preservaba su corazón detodo apetito desordenado, evitaba los

CONVERSIÓN DE UN VÁNDALO

Cuando los vándalos invadierona Calabria, devastaron todo el territo-rio. Uno de ellos, viendo en casa de uncristiano una imagen del Santo, se lallevo sin saber lo que hacía; los cristia-nos le aseguraron que era el retrato deun Santo, por mediación del cual Diosobraba milagros. Cierto día en que elvándalo salía apresuradamente a susocupaciones, dejó la casa sin otra cus-todia que la protección de San Nicolása quien suplicó que le guardase los ha-beres.

No bien hubo salido el vándalo,ya unos ladrones se entregaban al sa-queo.

De regreso, al darse cuenta de losucedido, se puso a golpear la imagen,y amenazó con quemarla si no le eradevuelto lo robado. En aquel mismoinstante se apareció San Nicolás a losladrones, y les intimó la restitución. Asílo hicieron, y el vándalo se convirtiójunto con toda su familia.

Los hagiógrafos griegos y latinosgustan de relatar milagros obrados porel Santo para librar de la esclavitud yde sus molestias a los niños prisione-ros; tal, por ejemplo, la historia de unollamado Basilio, del cual se cuenta quehabiendo sido arrebatado por los sa-rracenos cerca de Mira, fue devueltosano y salvo a sus padres un año des-pués del secuestro.

CULTO Y PATROCINIO DE SAN NICOLÁS

El culto de San Nicolás, comen-zado ya en los años inmediatos a sumuerte, se extendió y se mantuvo enmedio de las vicisitudes religiosas de laIglesia oriental. Pronto fue instauradopor los griegos en Roma y en toda Ita-lia. Desde la traslación de sus reliquiasa Bari, no han cesado los peregrinos deafluir a aquella ciudad, especialmenteel día 19 de mayo, aniversario de latraslación a Bari. Su fiesta fue elevada arito doble por Clemente X el 6 de di-ciembre de 1670.

Las futuras madres suelen pediral Santo venturoso nacimiento y lagracia del santo bautismo para sus hi-jos. Gran número de corporaciones lehan escogido como titular. Marineros,pescadores, caminantes y peregrinos,así como las víctimas de robos o erro-res judiciales, se acogen también a sututela. Los toneleros le veneran por-que, se cuenta, hizo salir vivos de untonel a “tres niños” -como se refiere enuna célebre composición- a quienes uncarnicero había degollado “y cortado enmenudas tajadillas que luego pusiera ensal como los perniles”. Este último pro-digio, el más popular de todos, no obs-tante el mutismo de la hagiografía eiconografía griegas respecto de él, havalido al Santo el gracioso patronazgode la juventud.

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SAN NICOLÁS (270-341?)

OBISPO DE MIRA

FIE

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E

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ban a acercarse a tierra, se les mostróSan Nicolás en figura de un ancianovenerable que pilotaba una embarca-ción. Ordenó a los navegantes quearrojasen al mar aquel vaso que el dia-blo, disfrazado de mujer, les había da-

do, asegurándoles que su viaje seríapróspero. Obedecieron al punto y en elsitio en que el aceite cayó se produjoun fuego tan espantoso y fétido queatestiguaba elocuentemente el origeninfernal de aquel peligroso encargo.

espectáculos peligrosos y domaba sucuerpo con vigilias, ayunos y cilicios.Dios nuestro Señor, atento siempre alas necesidades de sus santos, recom-pensó sus esfuerzos y plegarias, conce-diéndole una precoz sabiduría.

Habiendo muerto sus padres,entró en posesión nominal de grandesriquezas. En posesión nominal, ya quenada quería para sí: los reales herede-ros fueron los indigentes, entre quienesresolvió Nicolás distribuirlo todo.

CARIDAD INGENIOSA

Vivía cerca de Nicolás un hom-bre de ilustre nacimiento y en otrostiempos rico, a quien ciertos reveses defortuna habían sumido en la mayormiseria. Le ocurrió no poder dar esta-do a sus tres hijas, aunque hermosas,pues no tenía con que dotarlas. El des-naturalizado padre, a quien su antiguopasado le hacía desear un modo de vi-da que lógicamente no podía ya cum-plir, o que creía no poder encontrar so-lución mejor para sus apuros, se atre-

vió a proponerles un vergonzoso tráfi-co con el pretexto de que sólo así po-dían verse libres de su miseria y aban-dono.

Se enteró Nicolás de lo que enaquel hogar pasaba y del gravísimo pe-ligro que corría la virtud de las tresdoncellas y ya no pensó sino en ponerremedio a semejante situación.

Tomó, pues, de sus bienes unacuantiosa suma, la envolvió en un sim-ple lienzo que no pudiera delatar laprocedencia del donativo, se llegó, a fa-vor de las tinieblas, al hogar de las des-dichadas jóvenes, arrojó su paquetepor una de las ventanas y se retiró alpunto de aquel lugar.

Al despertar aquel hombre, que-dó estupefacto del hallazgo; pero pron-to entendió con gran contento que se-mejante don, sólo de una mano amigapodía proceder. Se volvió a Dios y dán-dole gracias con lágrimas en los ojos,dispuso el casamiento de su primogé-nita. Nicolás, más gozoso aún de haberobrado el bien que el otro de haberlo

recibido, renovó su anóni-mo gesto en favor de la se-gunda hija, que también secasó. Quiso una vez másrepetir el rasgo caritativo yseguir ignorado, pero elagradecido padre montótan perfectamente la guar-dia que el joven bienhe-chor fue descubierto.

-¿Por qué? -le dijoaquel hombre echándose a

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San Nicolás y el milagro de los tres niños.

sus pies-, ¿por qué os ocultáis así? ¿Porventura no queréis que os manifiestecuan agradecido os estoy? Vos sois miauxilio y mi remedio; habéis librado ami alma y a las de mis hijas del infierno;por vos, el Señor ha sacado a este mise-rable pecador de la vergüenza y la in-mundicia.

Nicolás, confundido, encarecióa aquel hombre el secreto. Más todofue en vano, porque Nuestro Señorquiso que se hiciera pública esta bue-na acción, para que la caridad y hu-mildad de su siervo nos sirvieran deejemplo.

SU DESIGNACIÓN PARA LA SEDE MÍRENSE

Murió por entonces el obispo deMira, y el pueblo y el clero, así como

los prelados de la provincia, elevabanal cielo fervorosas plegarias en deman-da de luces para la elección de un dig-no pastor. Ahora bien, aconteció queNicolás llegaba a la ciudad donde pen-saba vivir desconocido. Por una inspi-ración de lo alto, los electores habíancoincidido en nombrar obispo al pri-mero que al siguiente día entrara enla iglesia. Y he aquí que el primero quefranqueó el umbral del templo, sin co-nocer en absoluto el acuerdo aquel,fue precisamente nuestro Santo.

Se le introdujo en seguida en laasamblea, fue presentado a los fieles yaclamado por obispo. Se resistió Nico-lás cuanto pudo a ser consagrado, perono tuvo más remedio que ceder a la vo-luntad de Dios, que de una manera tanostensible se había manifestado en fa-vor de su elección. Con tal conformi-

biógrafo, la resume en pocas líneas, en-tre dos relaciones de hechos milagro-sos. “Habiendo regido -dice- la Iglesiametropolitana de Mira y embalsamadoel país con el perfume de una santísimavida sacerdotal, trocó esta vida perece-dera por el reposo eterno. Allí, mezcla-do entre los coros angélicos y la multitudde los patriarcas, goza de la dicha perdu-rable, intercediendo sin cesar por los quele invocan con fe y devoción, singular-mente por los afligidos con la desgracia olas públicas calamidades”.

Respecto a la fecha de su muer-te, según una antiquísima tradicióndebió de ser el sexto día de diciembre.Quizá en 352 o, tal vez, en 341, si es

cierto que la traslación de su cuerpo aBarí (Italia meridional) el 9 de mayode 1487, se efectuó, de acuerdo con al-gunas crónicas, 746 años después.

MILAGROS POSTUMOS

Nuestro Señor, que había hon-rado a su siervo con estupendos mila-gros durante su vida, le glorificó aúnmás después de su feliz tránsito. Mana-ba de su cuerpo un maravilloso licorque sanó a innúmeros enfermos. Aunhoy día persiste el portento y los canó-nigos que componen el cabildo basili-cal del Santo, en Barí, facilitan actual-mente frasquitos sellados, con este li-cor que llaman “maná de San Nicolás”.

Se encontraban varios peregri-nos a punto de embarcar con objeto deir a venerar las reliquias de San Nico-lás. El demonio, lanzado en otro tiem-po del templo de Diana, quiso vengar-se del Santo en sus devotos. Adoptó lafigura de una mujer que sostenía ungran vaso de aceite; y dirigiéndose a losviajeros, les dijo que ella sabía perfec-tamente el motivo de su travesía y queles acompañaría con gusto, si no se loimpidiera su debilidad. Y añadió: “Yaque no puedo ir con vosotros, os ruegoque llevéis este aceite y lo ofrezcáis de miparte para alimentar las lámparas en-cendidas ante el sepulcro del Santo”. Losperegrinos, engañados por las aparien-cias, aceptaron el encargo.

Al segundo día sucedió una grantempestad y, como muchos se inclina-

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Nacimiento de San Nicolás, su vocación y la ayuda a las tres doncellas.

Relicario de una falange del Santo.

rrido aquel peligro a causa de sus pe-cados; les descubrió algunas particu-laridades secretas de sus vidas y lespidió que hiciesen penitencia.

MUERTE DEL SANTO

Se diría que la muerte de SanNicolás no fue más que un entreactoen una prolongada sucesión de bene-ficios. El archimandrita Miguel, su

dad acabó colmando el júbilo del pue-blo todo.

Su vida había sido hasta enton-ces ejemplar. Nadie habría podido re-procharle nada; pero los Santos, tan in-dulgentes para con los demás, son se-veros para consigo mismos. Nicolásjuzgó que la dignidad de que acababade ser revestido le obligaba a mayorvirtud: “Nicolás -se decía a sí mismo-,esta dignidad requiere otra vida: hastahoy has vivido para ti; ahora hay que vi-vir para los demás; si quieres que tu pa-labra persuada a la grey que Dios te haconfiado, tienes que dar eficacia a tusexhortaciones con el ejemplo de una vi-da perfecta”. Desde entonces fue toda-vía más austera. Comía una sola vez aldía y no probaba la carne; escuchaba,mientras comía, santas lecturas y pasa-ba las noches en oración, y los breves

momentos que dedicaba al descanso lohacía sobre una dura tabla o sobre elfrío suelo. Se levantaba antes del alba ydespertaba a sus clérigos para cantarcon ellos himnos y salmos al Señor;apenas salido el sol, se encaminaba a laiglesia y consagraba el resto del día a laadministración diocesana y al serviciode los fieles.

CARIDAD Y CELO DEL SANTO OBISPO

Cuidaba de los pobres y practi-caba en sí mismo la pobreza volunta-ria: nada tenía como propio, y hastalos libros que usaba eran prestados. Seinformaba con cuidado de los pecado-res públicos y ponía freno al escándalode su conducta con dulzura o con seve-ridad, según convenía. Como todos losSantos, confiaba poco en sí mismo, ypedía consejo a los doctos y prudentes;y teniéndose por flaco, suplicaba conlágrimas al Señor que le ayudase. Undía que estaba orando, presa de angus-tia su alma, oyó una voz del cielo que ledecía: “No creas, Nicolás, que si cumplesfielmente mis deseos, vaya a ser Yo in-grato y te abandone”.

En los años 303 y 304, Diocle-ciano ordenó por edicto que en todo elimperio fuesen demolidas las iglesias yquemados los Libros Sagrados, prohi-bió las reuniones de los cristianos, lesprivó de sus cargos y dignidades, redu-jo a la esclavitud a los que ocupabanpuestos inferiores, y, finalmente, decre-

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Diocleciano (245-313)

Icono sobre la vida de San Nicolás.

tó la detención de obis-pos y fieles para que seles obligara a sacrificar alos ídolos. Los antiguosmanuscritos griegos re-fieren “que Nicolás,puesto que era en Mira elgran pontífice de los cris-tianos y que allí predica-ba las verdades de la fecon santa libertad, fuedetenido por los magis-trados, encadenado, so-metido a tortura y luegoencarcelado con muchosotros cristianos. Perocuando el grande y pia-doso Constanino ciñó ladiadema imperial, losprisioneros vieron caersus cadenas, fueron rein-tegrados a su libertad yNicolás volvió a Mira.”

Dios reservabaa su siervo para otrasluchas; el glorioso atleta iba a mos-trarse pronto, en un nuevo campo debatalla, como uno de los más intrépi-dos defensores de la ortodoxia católi-ca. Llamado a Nicea para confundir alhereje Arrio (325), logró la universaladmiración por sus virtudes, la bon-dad de su doctrina y su ardorosa elo-cuencia.

Una leyenda que data apenas delsiglo XIV pretende que cierto día, en elfuego de la discusión, el obispo de Mi-ra llegó a golpear al propio Arrio; los

demás padres del concilio, indignadospor semejante falta de caridad, le arre-bataron el palio y el libro de los Evan-gelios, insignias de sus funciones epis-copales y le condenaron a cárcel; pero -termina la leyenda- Cristo y la Virgen,que penetran el fondo del corazón, semostraron y le devolvieron las insig-nias de que había sido despojado.

El animoso campeón de la orto-doxia mostró parecido celo contra laidolatría, siempre vivaz en Oriente, in-cluso después de la conversión de

der. Tan sólo al saber la causa de su es-perada liberación gritó Nepociano:

-¡Oh Dios Todopoderoso, gra-cias te doy por haberte dignado escucharnuestros ruegos, enviando a Nicolás, tusiervo, para que dé testimonio de nues-tra inocencia!

Relató entonces la escena de lanoche anterior, y se defendió de lasacusaciones con tal acento de sinceri-dad que conmovió y convenció al pre-fecto y al emperador.

Constantino perdonó a los sen-tenciados y les dijo:

-No a mí, sino a ese santo ancia-no que ha venido en vuestro auxilio, es aquien debéis la vida. Id a agradecérselo ya decirle que yo he cumplido fielmentesus órdenes y que espero el socorro de susoraciones.

Mandó traer un ejemplar del li-bro de los Evangelios, escrito con letrasde oro, un cáliz engastado en piedras

preciosas y dos vinajeras de oro queentregó a los funcionarios con ordende ofrendarlos en nombre suyo a laiglesia de Mira para uso de su santopontífice.

En cierta ocasión, sucedió queunos marineros sorprendidos en altamar por la tormenta rogaron al Señorverse libres por los merecimientos desu siervo Nicolás. Al momento el obis-po de Mira se puso delante de ellos yles dijo:

-Aquí estoy para ayudaros; tenedconfianza en Dios, de quien soy siervo.

Y, tomando en sus manos el ti-món, dirigió la nave a través del proce-loso mar.

Los marineros fueron en segui-da a Mira magnificando a su liberta-dor. Le hallaron en la iglesia ocupadoen el divino servicio y, arrojándose asus pies, refirieron a los asistentes loque les había acontecido. El Santo,

confuso, los atajódiciendo:

-Dad glo-ria a Dios, hijosmíos, pues yo nosoy más que unmiserable peca-dor y un siervoinútil.

Luego, lla-mándolos apar-te, les declarócaritativamenteque habían co-

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Basílica de San Nicolás de Bari.

Basílica de Saint Nicolas de Port.

Constantino, y acabó con el templo deDiana que a manera de desafío se er-guía en su ciudad episcopal y era elcentro de la reacción pagana.

EL TAUMATURGO

Se extendían también sus cuida-dos a los intereses materiales de sus fie-les. En cierta ocasión de terrible ham-bre en Licia, unos barcos de Alejandría,con cargamento de trigo egipcio, hu-bieron de refugiarse en el puerto deAndriaki, cercano a Mira. Al saberloNicolás se apresuró a pedir a los arma-dores algo de su mercancía con que re-mediar la extrema necesidad de susovejas. Rehusaron aquéllos acceder asu demanda so pretexto de que aqueltrigo pertenecía al Estado e iba consig-nado a la capital del Imperio. Entoncesel prelado replicó vivamente: “Desem-barcad de cada buque cien medidas y yofío de todo perjuicio ante el administra-dor del Tesoro público en Constantino-pla”. Al final consintieron en ello y, unavez en calma la mar, se lucieron a la ve-la hacia el Bósforo. Al llegar midieronel trigo y se halló idéntica cantidad queal partir de Alejandría. Los marinerosrefirieron entonces el prodigio opera-do durante la travesía.

Una vez, supo Nicolás que elprefecto Eustaquio, engañado por fal-sos informes, había condenado a tresinocentes al último suplicio. Ya estabanlos acusados en el lugar de la ejecu-ción. Acudió Nicolás, libertó a los pri-sioneros y, al frente de la muchedum-

bre, fuese en busca del magistrado. Seordenó la revisión del proceso, encar-gándose de esa misión los tres comisa-rios imperiales Nepociano, Urso yHerpilio. Tras maduro examen fue re-conocida la inocencia de los acusados ylos funcionarios regresaron a Constan-tinopla, donde dieron cuenta de su mi-sión al emperador. Pero entonces losmalévolos e intrigantes los acusaron dehaberse dejado corromper con dinero.Se llegó a decir que los desgraciados aquienes habían declarado inocentes,habían conspirado contra la vida delemperador, en forma que dichos trescomisarios fueron condenados amuerte. La noche que precedió a suejecución, conversaban los tres melan-cólicamente en el calabozo. Súbita-mente Nepociano cayendo de rodillasexclamó:

-¡Dios de Nicolás, que en otrotiempo arrancaste de la muerte a los tresjóvenes hebreos: nosotros somos inocen-tes como ellos! Huérfanos ya de todo hu-mano socorro te suplicamos, por interce-sión de tu siervo Nicolás, que tomesnuestra defensa.

En aquel instante el emperadorvio en sueños un venerable ancianoque le intimaba:

-Levántate y ordena inmediata-mente la libertad de los tres funcionariosque acaban de ser condenados a muerte.

Constantino, estupefacto, sedirige al viejo:

-¿Y tú, quién eres para pedirmesemejante cosa?

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-Soy Nicolás -respondió el an-ciano-; soy el obispo de Mira.

Y desapareció la visión. Se levan-to el emperador y llamó a Ablano, pre-fecto del pretorio. Éste había tenido lamisma visión que su señor y había es-

cuchado la misma intimación. A pre-guntas de Ablano, el Santo sólo habíacontestado: “Soy un siervo de Dios”.

Se hizo comparecer a los trescondenados a muerte. Interrogadossobre el caso, no supieron qué respon-

San Nicolás socorriendo a los marineros.