folleto escuela de laicos adultos

PresentaciónLa catequesis, es necesario reconocerlo, generalmente se ha centrado en la etapa de la niñez en donde han concentrado la organización, los recursos, la formación, las estructuras, la creatividad y los métodos. ¿Resultados? Un alto porcentaje de adultos no suficientemente evangelizados, poco practicantes y hasta alejados...la catequesis se ha centrado en el sacramento de la Eucaristía, en LA PRIMERA COMUNION.

Es necesario, entonces, devolver a la catequesis su sentido más original. Hemos de dar un viraje fundamental para que la catequesis con adultos “SEA CONSIDERADA COMO LA FORMA PRINCIPAL DE LA CATEQUESIS, A LA QUE TODAS LAS DEMÁS, CIERTAMENTE NECESARIAS, DE ALGUNA FORMA SE ORDENAN. ESTO IMPLICA QUE LA CATEQUESIS DE OTRAS EDADES DEBE DE TENERLA COMO PUNTO DE REFERENCIA Y ARTICULARSE CON ELLA EN UN PROYECTO CATEQUETICO COHERENTE DE PASTORAL DIOCESANA” (DGC 59 Y CT 43).

Hablar de la catequesis con adultos significa que también la edad adulta tiene necesidad de ser catequizada, que haga descubrir la fe en su permanente actualidad, como promotora de creatividad. Sin embargo nos damos cuenta que la catequesis con adultos ha estado deficiente y pobre o inclusive, si existe este tipo de catequesis ha sido más bien una catequesis con el mismo esquema de la catequesis infantil.

Por ello como Comisión Diocesana de Catequesis de Adultos, nos hemos unido en este esfuerzo diocesana de la Escuela de Laicos, para dar un nuevo impulso en comunión como Iglesia.

Presentamos ahora este subsidio para que pueda servir de apoyo y profundización en esta misión de la Evangelización de los Adultos.

Comisión Diocesana de Catequesis de AdultosDiócesis de Colima

Sábado 25 de Julio9:30

10:15 La Catequesis de Adultos en el Magisterio de la Iglesia

Pbro. Alberto Rivera 6

10:30

11:15Análisis de la Realidad

Pbro. Javier Armando Espi-nosa

15

11:30

12:15Plan Diocesano de Pastoral - Marco Doctrinal


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12:30

13:15

Plan Diocesano de Pastoral - Decreto de Pastoral - Proyec-to Diocesano de Cat. de Adultos

Pbro. Eduardo De la Mora 19

13:30 Comida

15:30

16:15 Proyecto Diocesano de Cat. de Adultos


16:30

17:15 Misión Parroquial y Primer anuncio


17:30

18:15 Kerigma (pregones)


18:30

19:15Kerigma (pregones)

Pbro. Eduardo De la Mora

Domingo 26 de Julio

9:3010:15

Proceso Evangelizador - Ren-ovación de los Sacramentos


64

HORARIO DE CLASES

10:30 11:15

Renovación de los Sacramen-tos (Bautismo)


68

11:3012:15

Renovación de los Sacramen-tos (Confirmación y Eucaristía)


87

12:301:15

El Testimonio de Vida Cristia-na y Tareas

Lic. Alfredo Don Juna

Pbro. Eduardo De la Mora

106

1:30 Comida

Sábado 1 de Agosto

9:30 10:15

Revisión de Tareas y Téstimonios

Pbro. Javier Armando Espinosa

10:30 11:15

La Iglesia en los Hechos de los Apóstoles

Pbro. Álvaro Guerrero

107

11:30 12:15

La Iglesia en los Hechos de los Apóstoles


12:30 13:15

La Iglesia “Pueblo de Dios”


141

13:30 Comida

15:3016:15

Revisión de Tareas y Testimonios


16:3017:15

Acción Pastoral: ¿Cómo debe ser la Parroquia?


189

17:3018:15

Acción Pastoral: ¿Cómo debe ser la Parroquia?


18:3019:15

Reflexión: La práctica pastoral en tu parroquia


Domingo 2 de Agosto9:30

10:15 Compartir Reflexión y Cuestionamientos a tu parroquia


10:3011:15 Taller de Planeación

Pastoral


11:3012:15

Planeación y Calendarización Diocesano


12:3013:15 Planeación y

Calendarización Decanal


13:30 Comida

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Diócesis de Colima

VOCACIÓN DEL CATEQUISTA

(Canto)

¡Qué hermoso es ver correr al mensajero, que nos trae la Buena Nueva! Presencia del Señor para su pueblo, que en El espera. Profeta del Señor que ha sido enviado, a proclamar su Palabra,Por algunos sentirás ser rechazado, por ser un siervo fiel a mi llamado.

CATEQUISTA, PROFETA DEL SEÑOR, CATEQUISTA, TU ERES EL SEMBRADOR; NUNCA OLVIDES RECIBISTE LA MISIÓN, SER DISCÍPULO Y ENVIADO DEL SEÑOR. Caminaste junto a mí por el camino, sin haberte conocido, Encendiste un gran gozo en mi pecho, te quedaste tú conmigo, En el Pan de tu Palabra compartido, que he reconocido, Me alimentas cada día con tu amor, en mi entrega por tu pueblo tan sufrido.

CATEQUISTA, PROFETA DEL SEÑOR...

Ha sido enviado tú a prepararle los caminos al Señor, Caminos de justicia y de esperanza y reconciliación, El discípulo no es más que su maestro, será siempre un servidor, Dar la vida por tu pueblo alegremente, Que tu nombre ya en el Reino escrito está.

CATEQUISTA, PROFETA DEL SEÑOR...

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Escuela de Laicos · Catequesis de Adultos

ORIENTACIONES BASICAS PARA UNA CATEQUESIS CON ADULTOS, SEGÚN EL PNICA

(Proceso Nacional de Iniciación Cristiana con Adultos).

1.- OPCION POR UNA CATEQUESIS CON ADULTOS. 1.1 EL POR QUÉ Y PARA QUÉ DE UNA CATEQUESIS CON ADULTOS. El siglo XX fue de mucha conciencia y creatividad de la Iglesia, especialmente en la Catequesis. El Concilio Vat. II, es sin duda el acontecimiento más importante que ha renovado toda la vida de la Iglesia. Son dos documentos, que son puntos de referencia obligados, que han cristalizado en gran parte, lo vivido en la Catequesis: EL CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA (1992) y EL DIRECTORIO GENERAL PARA LA CATEQUESIS (1997). Como podemos ver, la renovación de la catequesis con adultos es relativamente reciente.

la catequesis, es necesario reconocerlo, generalmente se ha centrado en la etapa de la niñez en donde han concentrado la organización, los recursos, la formación, las estructuras, la creatividad y los métodos. ¿Resultados? Un alto porcentaje de adultos no suficientemente evangelizados, poco practicantes y hasta alejados...la catequesis se ha centrado en el sacramento de la Eucaristía, en LA PRIMERA COMUNION.

Es necesario, entonces, devolver a la catequesis su sentido más original. Hemos de dar un viraje fundamental para que la catequesis con adultos “SEA CONSIDERADA COMO LA FORMA PRINCIPAL DE LA CATEQUESIS, A LA QUE TODAS LAS DEMÁS, CIERTAMENTE NECESARIAS, DE ALGUNA FORMA SE ORDENAN. ESTO IMPLICA QUE

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Diócesis de Colima

LA CATEQUESIS DE OTRAS EDADES DEBE DE TENERLA COMO PUNTO DE REFERENCIA Y ARTICULARSE CON ELLA EN UN PROYECTO CATEQUETICO COHERENTE DE PASTORAL DIOCESANA” (DGC 59 Y CT 43). ¿CUALES SON LAS RAZONES PARA PROMOVER ESTE CAMBIO?

1.2 Hablar de la catequesis con adultos significa que también la edad adulta tiene necesidad de ser catequizada, que haga descubrir la fe en su permanente actualidad, como promotora de creatividad. Sin embargo nos damos cuenta que la catequesis con adultos ha estado deficiente y pobre o inclusive, si existe este tipo de catequesis ha sido más bien una catequesis con el mismo esquema de la catequesis infantil. Constatamos esto que afirmamos a través de hechos muy concretos como son:

+ UNA PROFUNDA CRISIS DE IDENTIDAD. En la Iglesia existe una gran cantidad de bautizados, que aunque recibieron los sacramentos de iniciación, viven al margen de la Iglesia y muchos de ellos, aunque cumplen con algunas prácticas religiosas, ninguna de ellas inciden en la vida personal, familiar, eclesial y menos social.

+ANALFABETISMO RELIGIOSO. Se constata una religiosidad en muchos, más de tradiciones que de convicciones, tienen una cierta fe pero carecen de los fundamentos de la misma. Es una fe, más dirigida a buscar seguridades que dispuesta a traducirse en responsabilidades y servicios; una religiosidad más de conservación de tradiciones que de fermento de renovación. Este analfabetismo religioso se queda a un nivel teórico que no es capaz de darle sentido y orientación a la vida del adulto.

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+CRISIS DE COHERENCIA. El concepto pragmático y eficientista de la actual sociedad, ha provocado en muchos adultos una FRACTURA EXISTENCIAL entre valores ideales y modelos reales, entre el deber ser y la vida cotidiana. Esta fractura se refleja también en la esfera religiosa entre FE CREIDA Y FE VIVIDA.

+DEBIL SENTIDO DE PERTENENCIA A LA IGLESIA. la Iglesia es más vista como una institución en donde se solicitan ciertas prestaciones o servicios, que como comunidad en donde se pertenece y con la cual se debe colaborar responsablemente. Es valorada más instrumento de estabilidad y de conservación del orden, que como estímulo de la renovación deJa sociedad. Aumento del subjetivismo religioso y la indiferencia hacia la parroquia y los pastores.

Son estas pues, las motivaciones principales que empujan a un renovado empeño por la evangelización de los adultos.

1.3 ALGUNAS RAZONES.

+RAZON HISTORICA. En la más genuina tradición cristiana la catequesis propiamente dicha ha sido la de adultos; recordemos el catecumenado bautismal de los primeros siglos que se convirtió en el modelo de la catequesis.

+LA IDENTIDAD CRISTIANA. En un mundo secularizado como el de nuestros tiempos, la meta de todo proceso catequístico, debe ser sin duda, forjar la identidad cristiana. Vivimos dentro de un cada día mayor pluralismo religioso, dentro de un relativismo ético-moral y un sincretismo religioso postmoderno. HOY SE REQUIEREN CRISTIANOS ALEGREMENTE CONFESORES DE LA FE RECIBIDA, SE NECESITA UNA

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Diócesis de Colima

CATEQUESIS NO SOLO PARA ADULTOS, SINO UNA CATEQUESIS ADULTA.

+LA EDAD DE LAS OPCIONES FUNDAMENTALES. Son los adultos los que tienen la capacidad de vivir el mensaje cristiano bajo su forma plenamente desarrollada (CT.43). El Concilio Vat. 11, abunda en esta misma razón (Apostolicam Actuositatem 30, (decreto sobre el apostolado de los seglares)). El adulto, como persona que ha realizado en su vida abundantes proyectos, alcanzado unos y no logrado otros, es quien, cuando toma la decisión, puede mejor aceptar libremente y comprender el carácter salvífica de la fe cristiana.

Son los adultos los que llevan la conducción de la familia y de la sociedad, sus responsabilidades y decisiones están sujetas a cambios y crisis profesionales. la catequesis, con la Palabra de Dios, vendrá a ser la que de sentido, unidad y esperanza a la vida personal, familiar y social (Cfr. DGC 173). En esta edad es cuando la persona es más capaz de adherirse, personalmente a Cristo; y, al mismo tiempo, puede ser transmisora de la fe; las demás edades volverán su mirada a esta etapa para comparar su pensar y obrar; las nuevas generaciones irán creciendo con la imagen que los adultos les ofrezcan. SON LOS ADULTOS LOS CONSTRUCTORES DE LA SOCIEDAD.

+ LA REALIDAD DEMOGRAFICA. El aumento numérico de los adultos en nuestro País, es un hecho innegable e irreversible: los adelantos en la medicina permiten una existencia humana más prolongada; en México, mucha gente superan los 80 años de vida; los matrimonios mexicanos actualmente tiene entre uno y tres hijos. Esta realidad, tendremos que tomarla en cuenta para potenciar la catequesis con adultos en nuestro País; además, por ser los adultos en la familia los primeros educadores de sus hijos podrían desempeñar mejor

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dicho compromiso olvidado en las últimas décadas.

+ LA REALIDAD PASTORAL.

Desde la perspectiva pastoral, la vida adulta nos interesa en dos vertientes:

1.- Por diversas causas, gran parte de los cristianos no llegan a la madurez de la fe y de vida cristiana... Viven la fe en un nivel prevalentemente infantil. La catequesis se vuelve ocasional y frecuentemente no responde a realidades concretas de las personas.

2.- Unida a esta preocupación, se encuentra la necesidad de que la fe cristiana se encarne en los ambientes y realidades donde se desenvuelve la vida adulta.

TENIENDO EN CUENTA ESTA SITUACIÓN OPTAMOS:

+ Por una propuesta de catequesis con adultos que integre a la persona en su ser, que organice su personalidad alrededor de la fe cristiana asumiendo todas sus dimensiones.

+ Por una catequesis con adultos en íntima relación con la comunidad; la comunidad es origen, lugar, y meta de la catequesis.

+Por una catequesis que asuma la religiosidad popular en toda su riqueza, como acción evangelizadora .

+Por una catequesis que tome en cuenta la demanda que hace el pueblo de Dios de servicios religiosos, principalmente la petición de sacramentos.

1.4 LA CATEQUESIS CON ADULTOS EN LOS DOCUMENTOS DE LA IGLESIA.

En los inicios de la Iglesia, la catequesis tenía como destinatarios primeros a los adultos en la etapa del CATECUMENADO. No fue, sino hasta cuando se introdujo el bautismo de los niños, cuando se dejó de lado

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Diócesis de Colima

la atención a los adultos. Más adelante, en el Concilio de Trento (siglo XVI), se hicieron nuevos intentos, como respuesta a la grave situación den ignorancia religiosa del pueblo, de llegar a las personas adultas. El Concilio de Trento (CON El CATECISMO DEL PARROCO), dictamina como obligación, que se imparte instrucción religiosa a los fieles cristianos, especialmente los domingos por la tarde.

Ha sido ahora, sobre todo a partir del Concilio Vaticano 11 donde la reflexión y las experiencias se orientan hacia la catequesis de esta edad.

¿CUÁLES SON LOS DOCUMENTOS, QUE DESPUES DEL CONCILIO, HABLAN DE LA CATEQUESIS CON ADULTOS

1.- EL DOCUMENTO DE MEDELLIN (Colombia 1968). En su número 8,9, insiste en una catequesis evangelizadora, que no debe presuponer la fe, dice:

“...Se hace necesaria una evangelización de los bautizados, como una etapa en la educación de sufe...”

2.- EL DIRECTORIO CATEQUISTICO GENERAL (DCG 1971). En su número 20 dice:

“Recuerden también que la catequesis de adultos como dirigida a los hombres capaces de una adhesión plenamente responsable, debe considerarse como la forma de catequesis principal a la cual deben encaminarse todas las otras formas siempre necesarias”.

Tomar la catequesis con adultos como punto de referencia, a partir de la cual deben ordenarse las demás edades, parecen ser los puntos principales de la aportación del Directorio

3.- LA ENCICLICA DEL PAPA PABLO VI: “EVANGELII NUNTIANDI” (Para anunciar el Evangelio) de 1975.

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Esta encíclica es considerada como la “CARTA MAGNA DE LA EVANGELIZACIÓN”. El papa Francisco ha dicho que es, hasta ahora, la carta jamás superada.

En esta Carta, el Papa Pablo VI, al referirse a la catequesis con adultos en el número 44, afirma que ES URGENTE QUE SE LLEVE A CABO BAJO LA MODALIDAD DE UN CATECUMENADO.

4.- LA CATECHESI TRADENDE (1979), en su número 22 afirma:

“...La auténtica catequesis es siempre una iniciación ordenada y sistemática a la Revelación que Dios mismo ha hecho al hombre en Jesucristo. Pero esta Revelación no está aislada de la vida ni yuxtapuesta artificialmente a ella”. Y en el número 43 continúa diciendo: “...El mundo en que los jóvenes están llamados a vivir y a dar testimonio de la fe que la catequesis quiere ahondar y afianzar, está gobernado por los adultos: la fe de estos deberla igualmente ser iluminada, estimulada o renovada sin cesar con elfin de penetrar as realidades temporales de las que son responsable”.

5.- EL CONSEJO INTERNACIONAL PARA LA CATEQUESIS (COINCAT), en 1988, este órgano consultivo de la Congregación para el Clero, encargada de la catequesis en el mundo, tuvo su sexta reunión plenaria en Roma dedicándola al tema: “LA CATEQUESIS DE LOS ADULTOS EN LA COMUNIDAD CRISTIANA”. El documento conclusivo ofrece orientaciones que invitan a intensificar los esfuerzos en el campo de la catequesis con los adultos.

6.- LA GUIA PASTORAL PARA LA CATEQUESIS EN MÉXICO (1992). En sus números 90-95, afirma lo siguiente:

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Diócesis de Colima

“Especial atención merece hoy la catequesis de los adulto1 que sin olvido de la catequesis tradicional de niños1 adolescentes y j6venes1 es considerada como modelo de toda catequesis...Los destinos del mundo1 los cambios y el rumbo de la historia son resultados de decisiones adultas...La sociedades están en manos del adulto que refleja sobre ellas su calidad humana, espiritual y morar’.

LA GUIA PASTORAL, insiste en continuidad con la Iglesia Universal, en la URGENCIA de pasar a una CATEQUESIS CON ADULTOS; como algo prioritario y de colocarla como referencia para las otras edades de la vida; que le exija a la catequesis un empeño serio por buscar lenguajes y métodos que respondan a las características propias de los adultos.

7.- DOCUMENTO DE APARECIDA (Brasil 2007). En sus números 286-292, insiste en impulsar una catequesis con adultos en verdaderos procesos insertados en una pastoral evangelizadora, que lleven al creyente a una iniciación o reiniciación de su fe.

2.- LA CATEQUESIS CON ADULTOS DENTO DEL PROCESO EVANGELIZADOR.

2.1 EL PROCESO EVANGELIZADOR. A partir de la “Evangelii Nuntiandi”, la Evangelización ha sido considerada en un sentido amplio como realidad rica, compleja y dinámica (No.24). La Evangelización así, abarca el conjunto de acciones que la Iglesia realiza para anunciar y hacer realidad el Reino de Dios. Se trata de un proceso con todos estos elementos que deben ser considerados como complementarios y que se enriquecen mutuamente.

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En Aparecida nuestros Obispos se han comprometido a impulsar una Evangelización para responder a los desafíos que el mundo de hoy nos plantea. En el No. 548 afirma que: “No podemos desaprovechar esta hora de gracia. ¡Necesitamos un nuevo Pentecostés! ¡Necesitamos salir al encuentro de las personas, las comunidades y los pueblos para comunicarles y compartir el don del encuentro con Cristo que ha llenado nuestras vidas de “SENTIDO”, de verdad y amor, de alegría y de esperanza!. Y proponen UNA MISION CONTINENTAL PERMANENTE, que lleve al creyente a recuperar su identidad cristiana.

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Diócesis de Colima

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Diócesis de Colima

DIRECTRICESPARA EL TRABAJO PASTORALEN LA DIOCESIS DE COLIMA

Mayo de 2006

1.- Plan Diocesano de Pastoral

2.- Unidad de CRITERIOS

3.- La pasión por la misión, opuesta al desaliento

4.- La Vida Consagrada y los Presbíteros

5.- Formación del Laicado

6.- Formación permanente del Presbiterio

7.- La Pastoral Vocacional

8,- Tiempo de Gracia

9.- La Asesoría a los Movimientos Laicales

10.- Otras Comisiones diocesanas

DOCUMENTO

La paz esté con Ustedes” Jn 20,26). Me dirijo a mis hermanos sacerdotes en este tiempo pascual para comunicarles que, después de haber escuchado con fe en los tres niveles del pueblo de Dios (laicos, religiosos y presbiterio) la situación que se vive en la Iglesia particular de Calima, he descubierto, junto con el equipo de sacerdotes que he llamado para colaborar en esta tarea pastoral, los problemas más sentidos en nuestra realidad

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diocesana, y veo conveniente, después de haberlo pensado seriamente, señalar algunos puntos iniciales para el trabajo pastoral entre nosotros, sin pretender que sean los únicos pero que tienen importancia singular para este momento que vivimos.

Alentado por la sugerencia que se me ha hecho desde el principio de mi ministerio.. en esta Diócesis, para indicar el camino por dónde debemos transitar todos en nuestra tarea evangelizadora como guías del pueblo de Dios, siendo muy consciente de que “al obispo corresponde suscitar, guiar y coordinar la obra evangelizadora de la comunidad diocesana, a fin de que la fe del evangelio se difunda y crezca (AA 162), teniendo presente que la comunión eclesial que debemos buscar “llevará al obispo a un estilo pastoral cada vez más abierto a la colaboración de todos”, y que hay una cierta interrelación entre lo que el obispo debe decidir bajo su responsabilidad personal para el bien de la Iglesia confiada a sus cuidados y la aportación que los fieles pueden ofrecerle” (PG 44). Por lo anterior, presento a ustedes las siguientes DIRECTRICES P ASTORALES que nacen de lo que hemos ido viviendo en estos meses y que serán, sin duda, un impulso para nuestra acción futura.

1.- Plan Diocesano de Pastoral

Se siente muy viva la necesidad de caminar hacia el trabajo que nos lleve a diseñar un Plan Diocesano para nuestra acción pastoral, que sea integral y sencillo, que pueda ser entendido y ejecutado con facilidad por todos, que promueva la comunión, la unidad y la coordinación en los niveles de iglesia (centro de evangelización, parroquia, zona, diócesis), así como la coordinación de los tres sectores eclesiales (laicos, vida consagrada

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Diócesis de Colima

y presbíteros) para lograr una vivencia comunitaria y adulta de nuestra fe en Jesús resucitado. Por lo tanto:

1.1 Todas las Comunidades Parroquiales y Rectorías presentarán un plan de trabajo escrito, con el objetivo, las metas, tomando en cuenta los criterios diocesanos, buscando siempre la unidad afectiva y efectiva, la coordinación con los niveles de iglesia señalados, la integración de los tres sectores del pueblo de Dios, para impulsar una pastoral de procesos, más misionera y adulta en su confesión de fe en Jesucristo.

2.- Unidad de CRITERIOS

2.- Aparece con insistencia la necesidad de buscar la unidad de criterios comunes para el trabajo pastoral de la Diócesis. Nos ayudarán a evitar la dispersión, a dar continuidad a la acción pastoral, a promover y respetar los procesos y a dar impulso, de modo claro y definitivo, a la comunión entre nosotros. Por lo tanto:

2.1.- Conocidos los criterios, corresponde a los Asesores Diocesanos y zonales en coordinación con los asesores zonales, impulsar su aplicación y ajuste, así como buscar la asesoría y acompañamiento, evaluar permanentemente en comunión con el Vicario de Pastoral y su equipo. El Obispo con la Vicaria de Pastoral, serán los responsables de analizar, aprobar, acompañar y vigilar para que los criterios se asuman debidamente en las Comisiones Diocesanas. El Coordinador de cada zona tendrá la misma tarea en su respectiva región pastoral.

3.- La pasión por la misión, (opuesta al desaliento)3.- Se manifiesta en algunos un poco de desaliento, resentimientos, una cierta desilusión por su sacerdocio

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y un tanto de olvido de la pasión por la misión que tenemos como pastores de la Iglesia y discípulos de Jesucristo; en otros, en cambio, se experimenta la urgencia de recuperar el entusiasmo por todas las vías posibles, de sanar heridas e impulsar la reconciliación entre nosotros y con la Iglesia, convenciéndonos de que el Señor continúa con su llamado y quiere consolar y acompañar a su pueblo. Lograremos esto si todos nos implicamos y sumamos esfuerzos en esta misión. Por tanto:Cada uno de los miembros del presbiterio debe reconciliarse con Dios, con las Iglesia diocesana, con sus compañeros y estar involucrado activamente en el trabajo pastoral de su zona, animando alguno de los equipos de servicio. Todos los presbíteros, exigidos por su caridad pastoral, deben apoyar, promover y acompañar afectiva y efectivamente las iniciativas de las Comisiones diocesanas y las de cada zona para que las parroquias y demás centros de evangelización se hagan vivas y dinámicas. Desempeña aquí un rol importante el Vicario de Pastoral.

4.- La Vida Consagrada y los PresbíterosPor las diversas aportaciones hechas en los distintos sectores de la Iglesia diocesana se percibe claramente que se ha establecido una marcada distancia de los presbíteros con la Vida Consagrada y, al mismo tiempo, se ve la necesidad de recuperar este valor de la Iglesia, que en Colima es abundante y rico. Por lo tanto:

4.1.- Debemos buscar la integración paulatina y responsable de los miembros de la Vida Consagrada en los trabajos pastorales, tanto en las parroquias como en las Comisiones diocesanas en las que sea posible, respetando sus respectivos carismas, apoyando sus labores y caminando en la búsqueda de mejores relaciones, vivificados siempre por la caridad. A las diferentes comunidades religiosas que realizan su servicio evangelizador en la diócesis, les pedimos nos

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ayuden a hacer juntos el camino y a evangelizar por todos los medios posibles en la caridad y en comunión. En cuanto a los servicios catequéticos que ofrecen en las escuelas, les pedimos se guíen por los criterios dados para la catequesis en la diócesis e intenten el constante diálogo con las respectivas comisiones u organismos diocesanos.

4.2.- Donde las Religiosas ya colaboran en las parroquias, les rogamos continúen haciéndolo en comunión, ya sea en la educación, en la pastoral o en algún otro sector. A la Vida contemplativa pedimos que no falte su oración al Señor para que construyamos juntos la Iglesia de Dios y sintamos su apoyo espiritual, que sabemos insustituible en la obra de Dios.

5.- Formación del Laicado5.- La formación de los laicos siempre ha sido y será una singular tarea, sobre todo la de aquellos que de modo más cercano ejercen algún ministerio y la de los demás que también están urgidos de instrucción. Se constata que se han ofrecido espacios de formación, pero se experimenta una formación fraccionada, sin llevar un proceso integral y pedagógico de crecimiento y maduración en la fe. Existe el Instituto de Teología para laicos, que debe revisarse, hay escuelas parroquiales de formación de agentes que parecen urgidas de mejor planificación y urgidas de un sostenimiento sólido, por otra parte, es poca la formación bíblica que se ofrece a los fieles y se percibe hambre y posibilidad de presentar una mejor oferta. Por lo tanto:5-1.- Para todo presbítero es un deber primordial la tarea de la formación de los laicos y debe implicarse en ella, de manera especial en la catequesis, en todos los niveles. El sacerdote es el primer catequista de su comunidad. Esta formación deberá ser integra en cuanto sea posible (humana, espiritual y técnica). Debe repensarse el Instituto de Teología para laicos, las Escuelas de Pastoral y podemos considerar la posibilidad de una buena

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escuela bíblica con proyección diocesana o zonal, u otras opciones.

5.2.- El Vicario de Pastoral y los coordinadores de las zonas serán los responsables de promover la formación de los laicos, formar, coordinar e impulsar estas experiencias; el párroco no podrá eximirse de esta obligación prioritaria.5.3.- En la formación de los laicos deben tener espacio prioritario las tareas fundamentales de la Iglesia: la pastoral profética, la litúrgica y la social. En esa triple tarea se expresa la naturaleza íntima de la Iglesia (Cf. “Deus Caritas est” n. 25). Organícense estas tres tareas de modo que den vida a la comunidad parroquial y se crezca en el conocimiento de la fe, en una celebración digna, bien cuidada y participada y en un aterrizaje concreto de la fe por las obras de caridad. (Cáritas parroquial). Debe darse cabida en las parroquias a otros movimientos apostólicos.5.4.- No podrá quedar fuera del ámbito de nuestra actividad pastoral la atención a los Jóvenes, la Familia, la Vida y las Vocaciones. En todas las Parroquias y Rectorías deberá organizarse esta pastoral y tendrá lugar prioritario.

6.- Formación permanente del Presbiterio6.- Como pastores de la Iglesia debemos ser conscientes de la necesidad de ser guías del pueblo de. Dios, de que nuestra misión no es para realizarse de manera solitaria sino en comunión, que es tarea nuestra buscar acuerdos que no se basen en gustos o aficiones personales sino en aquello que nos lleve a vivir con mayor compromiso y pasión la misión de ser evangelizadores. Por lo tanto:

6.1.- Todo presbítero tiene la obligación de participar en las asambleas diocesanas, en las zonales y en los demás espacios de formación permanente, ya que son lugares privilegiados de colegialidad y comunión presbiteral, y estas se buscan y trabajan, no nacen espontáneas.

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Estas reuniones serán ocasión para tomar conciencia de nuestra identidad sacerdotal, para crecer en nuestra formación, para fortalecer nuestra espiritualidad y asumir nuestros compromisos sacerdotales, a sabiendas de que no se pueden sostener si los medios conocidos se abandonan y no nos buscamos a nosotros ni ofrecemos el apoyo que sí podemos realizar.

7.- La Pastoral Vocacional7.- Está muy claro que se debe impulsar con nuevo entusiasmo y sumo cuidado e intensidad la pastoral vocacional desde el momento en que se escoge a los candidatos, cuando han ingresado al seminario, durante todo el tiempo de la formación inicial hasta el momento en el que el seminario los entrega para la ordenación sacerdotal. Desde la búsqueda debe cuidarse que sean jóvenes que tengan un cierto conocimiento de su fe y sanos afectivamente (varones), se buscará dar siempre el mejor acompañamiento en la etapa formativa y, si debe retirarse de este camino, se le indicará oportunamente, con honestidad y transparencia, las razones para dejar la institución seminario. Debe haber un sacerdote responsable de esta pastoral diocesana. Por lo tanto:

7.1- El obispo, como primer responsable de las vocaciones en la Diócesis, nombrará un sacerdote responsable diocesano de la pastoral vocacional y este formará un equipo de colaboradores en el que debe incluir a religiosos y laicos. El responsable es parte del equipo formador, vivirá en el Seminario y debe establecer obligado contacto y vinculación directa y constante con el Equipo formador del seminario.7.2.- En cada zona pastoral se elegirá un responsable de la pastoral vocacional u procurará darle impulso, en comunión con el responsable diocesano. Búsquense los caminos para crear en cada parroquia un equipo eclesial que trabaje esta línea de la pastoral. El promotor diocesano de esta pastoral buscará, en armonía con el seminario, dar impulso a la experiencia de “seminaristas

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en familia” y alentar al equipo parroquial.7.3.- El rector del seminario, juntamente con su equipo de formadores, tendrá la obligación de presidir, juntamente con el obispo, la comisión que revise, ponga al día y encuentre los caminos adecuados para crear la renovada estructura que necesita el seminario para la formación de los candidatos al sacerdocio. El equipo formador deberá poner especial cuidado en las áreas humana y espiritual y buscar la atención esmerada a los miembros. Se buscará mejorará el ingreso económico de los formadores.

8.- Tiempo de Gracia8.-Aunque en el presbiterio se perciben signos que disminuyen las energías, al mismo tiempo se capta y se vive un tiempo en el que la esperanza se aviva, se siente el kairós del Espíritu de Dios y estamos ante la oportunidad de vigorizar el carisma que está en nosotros (Cf2 Tim 1,6) Y que recibimos en la ordenación sacerdotal. Necesitamos disponemos positivamente para retomar energías, redescubrir todos los elementos de nuestra espiritualidad, asumidos y reemprender el camino como pastores del pueblo de Dios. Por lo tanto:8.1.- Dejándonos guiar por el Espíritu de Dios, por ser el verdadero Maestro interior que conduce a su pueblo, comenzaremos las reuniones del presbiterio auxiliados por nuestros biblistas que nos guiarán y enseñarán a orar con la “Lectio divina” y a espiritualizar y dinamizar nuestras asambleas.8.2.- El equipo de formación permanente del clero integrará en su plan anual elementos de formación que nos ayuden a fortalecer nuestra identidad sacerdotal y a crecer humana y espiritualmente.

8.3.-EI equipo que impulsa la formación de los sacerdotes jóvenes, se reforzará para programar lo mejor posible las actividades anuales y continuará promoviendo e invitando a quienes aún no se hacen sensibles con su respuesta.

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8.4.- El equipo responsable de la futura “Casa del Sacerdote” tendrá todo el apoyo del Señor Obispo para lograr este objetivo que va teniendo un buen principio y debe continuar motivando adecuadamente a todos los miembros del presbiterio para hacer unidad en torno a este proyecto que es para bien de todos.

8.5.- El presbiterio estará atento a las sugerencias y determinaciones que vengan del Secretariado diocesano de Evangelización y Catequesis para colaborar en el avance de los programas de catequesis para la confirmación, los pre-sacramentales y otras actividades de su área.

9.- La Asesoría a los Movimientos Laicales9.- Se siente la necesidad de que nuestra pastoral tenga guías sencillas y realizables por todos los miembros del presbiterio y por los laicos, de modo que se puedan evaluar fácilmente y cada año.

9.1.- El Vicario de Pastoral deberá ofrecer asesoría y acompañamiento para los movimientos laicales, promoverá reuniones periódicas con los asesores y con los miembros de dichos movimientos y se irán buscando criterios diocesanos que, en comunión con los párrocos y con la Iglesia universal fortalezcan la construcción del Reino.

10.- Otras Comisiones diocesanas10.- La reestructuración de los distintos niveles de la Iglesia diocesana debe incluir la revisión de los límites de las parroquias, las comisiones o equipos que desempeñan otras tareas, el mejoramiento de la administración económica diocesana y parroquial, la retribución de todos los presbíteros con un sentido más evangélico y la superación de la idea de parroquia “beneficio” personal. Esto exige cambio do criterios y refuerzo de la economía diocesana con un sentido más práctico y con transparencia evangélica. Por tanto:

10.1.- El Obispo formará una Comisión Diocesana, con

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miembros de todas las zonas pastorales que se dediquen al estudio de estos puntos y a presentar posibles soluciones, tanto la revisión de los límites parroquiales, como la de los emolumentos de todos los sacerdotes y demás cuestiones administrativas.

Invito a todos los miembros del presbiterio a que asumamos ya estas DIRECTRICES, con libertad, con entusiasmo y pasión para convertirlas en instrumentos que impulsen seriamente nuestra vida sacerdotal y a que aporten lo quo crean conveniente para todos. Debemos evitar caer en una serie de buenos deseos sin trascendencia en nuestra vida. Vayamos descubriendo entre nosotros el misterio del pueblo de Dios Uno y Trino que camina con nosotros construyendo la Iglesia y que se alimenta de los sacramentos y demás medios (LG 1). Que demos al mundo lo que le falta, es decir, a Dios. La respuesta está en nuestras manos.

En la Pascua de la Resurrección, Colima, Col., a 15 de mayo del 2006.

+ José Luis Amezcua Melgoza X Obispo de Colima

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DECRETO PASTORAL

JOSÉ LUIS AMEZCUA MELGOZA, POR LA GRACIA DE DIOS Y DE LA SANTA SEDE APOSTÓLICA, X OBISPO DE COLIMA, AL PUEBLO DE DIOS QUE ESTÁ EN COLIMA Y QUE CREE EN CRISTO JESUS.

Hoy me dirijo a toda la Diócesis de Colima, a los Pastores y las Comunidades, para darles estas orientaciones con carácter de Decreto Pastoral y que nuestra Diócesis se consagre en una Diócesis en estado de MISION PERMANENTE y que los hombres y mujeres que viven en cada comunidad, den el paso del encuentro con Jesucristo, y caminemos por los senderos de la comunión y la solidaridad para con todos.

I. Introducción (Saludo) - (1-2)

II. Prefesión de Fe (3-9)

III. Memoria histórica (10-18)

IV. Nuestra realidad vivida (19-35)

V. Opciones Pastorales (36-83)

1.- La Diócesis de Colima abierta a la Misión Permanente (39-49)

2.- Rasgos misioneros de nuestra Diócesis de Colima (50-76)

3.- La Visita Pastoral (77-81)

4.- Comisión Diocesana de Animación Pastoral (82-83)

VI. Despedida y Oración (84-87)

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I. Introducción

A los sacerdotes, Religiosas, Religiosos y Laicos de la Iglesia de Dios que peregrina en Colima.

¡Que la paz de Dios esté con Ustedes!

II. Prefesión de Fe

• Creo en la vida en Dios (padre, Hijo y Espíritu Santo)

• Confieso mi admiración y respeto por todas las mujeres y hombres de nuestra diócesis que han tomado distancia de Dios y no lo aceptan.

• Creo que fuimos creados a su imagen y semejanza y por ello creo en el trabajo pastoral de conjunto

• Creo en ustedes prebíteros, en su lucha constante, en su donación, predicación y creo que Dios Padre los ha llamado a trabajar en su viña.

• Creo con admiración, cariño y respeto en la vida Consagrada.

• Creo profundamente en los laicos que han sido consagrados por el bautismo.

III. Memoria histórica• Primer plan de trabajo (Necesidad de una conversión del

Presbiterio)

• Objetivo. “Impulsar la vida espiritual del presbiterio que nos lleve a asumir la experiencia de Iglesia”.

4 metas:

1. Clarificar y asumir la espiritualidad del presbiterio diocesano.

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Diócesis de Colima

IV. Nuestra realidad vivida• Dios conoce nuestra realidad vivida y puede responder a

ella de modo adecuado

• Vivimos un cambio de época, marcado por la crisis en todos los niveles

• Advertimos en hombres y mujeres: Infantilismo, fanatismo y escepticismo. Dejándose manipular por la astrología, las cartas, la hechicería, adivinación y por propuestas religiosas como la santa muerte y otras

• Se vive una situación de estrés por el fenómeno de la globalización

• Los jóvenes viven bombardeas de imágenes, modas que arrastran y ruido que hace difícil reflexionar

• Vivimos situaciones de ingobernabilidad y de poca participación civil por la voracidad del poder a todos los niveles

• Percibo relaciones superficiales y poco comprometidas

• En las familias: Gran fragilidad en los matrimonios y decisiones superficiales en torno a su vida y la de los otros

• Al mundo le ha faltado aprender a ser feliz, por ello la drogadicción, crecimiento de albergues de recuperación y el número preocupante de divorcios que destruyen las personas y las familias

• Percibo indiferencia religiosa y no creencia; crisis de identidad cristiana y un deficiente proceso de iniciación cristiana y de la transmisión de la fe a las nuevas generaciones

• Divorcio entre fe y vida, entre fe y cultura

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V. Opciones Pastorales 1.- La Diócesis de Colima abierta a la Misión Permanente• Recomenzar desde Cristo (kerigma)• Actitud de conversión permanente del Obispo, presbíteros, consagrados y laicos a partir de la “Lectio Divina” 2.- Rasgos misioneros de nuestra Diócesis de Colima2.1 Iglesia diocesana servidora del Reino de Dios 44. Nuestra Diócesis de Colima deberá ser una ferviente y humilde “servidora de la humanidad”, esto implica considerar que la Iglesia no existe para sí misma, sino al servicio de un proyecto divino que supera con mucho los límites de la realidad y de la acción eclesial: el proyecto del Reino de Dios. Este proyecto grandioso de Dios sobre la humanidad, que, en Cristo y por medio del Espíritu, se realiza en la historia y más allá de la historia.

2.2 Las mediaciones de la Iglesia diocesana

a) ÁREA DEL SERVICIO ECLESIAL

b) AREA DE LA COMUNIÓN ECLESIAL

c) AREA DEL TESTIMONIO ECLESIAL

• Catequesis de adolescentes y jóvenes.

• Catequesis de adultos, que será el paradigma de toda catequesis en la diócesis.

• Catequesis para matrimonios de 0 a 5 años.

• Catequesis presacramentales.

d) AREA DE LA CELEBRACIÓN ECLESIAL

2.3 El proceso de evangelización de la Iglesia diocesana

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ACCIÓN MISIONERA (KERIGMA). Es el primer paso en el proceso de la evangelización, se dirige a los no creyentes o a todos aquellos que viven en la indiferencia religiosa (cfr. DGC 49), y toma diversas formas; presencia, servicio, diálogo, testimonio, hasta el primer anuncio explícito del Evangelio, el kerigma.

ACCIÓN CATEQUÉTICA (CATEQUESIS). Comprende todo el conjunto de actividades dirigidas a todos aquellos que se interesan por la fe y quieren convertirse o reconvertirse cristianos, siguiendo el camino de la iniciación cristiana: acogida, acompañamiento, catequesis de iniciación, ritos y sacramentos de iniciación, mistagógica. La acción catecumenal es una función esencial de la vida de la Iglesia, expresión de su maternidad (cfr. DGC 48).

ACCIÓN PASTORAL (PASTORAL). El ámbito tradicional de actuar “ad intra” de la comunidad eclesial, en el ejercicio de las bien organizadas funciones: culto, celebraciones, sacramentos, predicación, catequesis, vida comunitaria, servicio de caridad, etc.

ACCIÓN Y PRESENCIA EN EL MUNDO (EVANGELIZACIÓN). Merece una atención particular, sobre todos porque muchas veces ha sido descuidado, este normal desemboco de la acción eclesial en las diversas maneras de testimonio evangélico en la sociedad: promoción humana, acción social y política, acción educativa y cultural, promoción de la paz, compromiso ecológico. Son ámbitos de presencia donde la Iglesia está llamada a salir de su recinto para ponerse decididamente al servicio del Reino de Dios en el mundo.

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3.- La Visita Pastoral 4.- Comisión Diocesana de Animación Pastoral

VI. Despedida y Oración (78-79)

Fijando los ojos en Cristo, digámosle :

Quédate con nosotros, Señor, acompáñanos aunque no siempre hayamos sabido reconocerte. Quédate con noso-tros, porque en torno a nosotros se van haciendo más densas las sombras, y tú eres la Luz; en nuestros corazones se insi-núa la desesperanza, y tú los haces arder con la certeza de la Pascua. Estamos cansados del camino, pero tú nos confortas con la fracción del pan para anunciar a nuestros hermanos que en verdad tú has resucitado y que nos has dado la misión de ser testigos de tu resurrección.

Quédate con nosotros, Señor, cuando en torno a nuestra fe católica surgen las nieblas de la duda, del cansancio o de la dificultad: tú que eres la Verdad misma como revelador del Padre, ilumina nuestras mentes con tu Palabra; ayúda-nos a sentir la belleza de creer en ti. Quédate con nuestras familias, ilumínalas en sus dudas, sostenlas en sus dificulta-des, consuélalos en sus sufrimientos y en la fatiga de cada día. Quédate con aquellos que en nuestra sociedad son más vulnerables… y con los que has llamado a seguirte más de cerca. Fortalece a todos en su fe para que sean tus discípulos y misioneros. Amén (cfr. D.A. 554).

El presente DECRETO PASTORAL entrará en vigor el martes 23 de septiembre del presente año del Señor 2008, consagra-do al Apóstol San Pablo, el gran Apóstol de la Gentes.

+ José Luis Amezcua Melgoza

X Obispo de Colima

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PROYECTO DIOCESANOSección de Catequesis de Adultos

Objetivo Diocesano de Catequesis de Adultos

Propiciar un encuentro con Jesucristo, que nos ayude a convertirnos en discípulos misioneros, para ir a los mas alejados y tengamos vida en Él.

Metas Diocesanas de la Catequesis de Adultos

1. Establecer el proceso evangelizador integral.

6 al 11 de Enero de 2014

2. Fomentar la espiritualidad laical

13 de Enero al 20 de Abril de 2014

3. Valorar el trabajo de conjunto

21 de Abril al 30 de Septiembre de 2014

¿Qué hemos hecho?

• Se definió con los coordinadores de zona el proceso de evangelización en Diciembre de 2013

• Se presentó el proceso en la formación permanente de enero de 2014

• Se dio inicio en la Semana Santa de 2014 una misión diocesana con este proceso de evangelización

• Se tuvieron reuniones con algunas zonas para presentar el proceso diocesano.

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Meta 1: Proceso de Evangelización

El decreto Pastoral de la Diócesis de Colima en el 2008, lo divide en dos momentos fundamentales:

1. Acción Misionera o Kerigma

2. Acción Catequética o Catequesis

Hemos definido sólo la Primera Paste del Proceso de Evangelización conocido como “Acción Misionera” o “Fase Kerigmática”, que consta de:

5 Momentos claves:

• Primer Anuncio (Invitación personal, visita casa por casa o inquietud personal)

• Encuentro con Cristo (Experiencia de Vida)• Encuentro con Cristo (En los Sacramentos)• Encuentro con Cristo (En la Familia)• Encuentro con Cristo (En su Palabra)Proceso de Evangelización

Experiencia de Vida Sacramentos

de Iniciación

La Familia

Lectio Divina

Acción Misionera

Primer Anuncio

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Diócesis de Colima

Materiales Impresos

1. Primer Anuncio

• Mediante el primer anuncio convocamos a nuestros hermanos que necesitan la Buena Noticia de Jesús.

• El instrumento más eficaz e importante es: la visita a las casa en la que entramos en contacto con aquellos hermanos que pueden estar viviendo alejador de Dios, de la fe y de la Iglesia.

• En esta visita, casa por casa (o primer anuncio), nos

convertimos en instrumentos de Jesús que dice: “Mira que estoy a la puerta y llamo, si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo” (Ap 3, 20).

2. Experiencia de Vida

• A todos los que responden a ese primer anuncio y se congregan en los distintos lugares de reunión, les compartimos de una forma más explícita el mensaje apoyados en los “Pregones para la Misión”, que desarrollan el llamado a la conversión y al encuentro personal con Jesucristo Vivo por medio de testimonios de vida.

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• Impulsados por la acción del Espíritu Santo, motivamos a todos los que reciban este mensaje de esperanza para que se incorporen al proceso de Reiniciación Cristiana.

• Son 9 encuentros dispuestos en dos bloques que culminan con una celebración de la Palabra hecha por un Laico.

• Se complementa por un material audiovisual para cada encuentro.

• Los esquemas de los pregones son sólo una guía de apoyo para la proclamación testimonial de la propia experiencia de fe. El coordinador no es el “maestro que enseña”, más bien, es el “creyente que comparte” su Testimonio de vida al descubrir el Amor de Dios

3. Sacramentos de Iniciación

Así como los Primeros Cristianos, iniciamos un seguimiento más serio de Cristo a ejemplo del Catecumenado (Iniciación Cristiana) pero como una Renovación Sacramental después de descubrir a la Persona de Cristo en Nuestra Vida.

El objetivo es lograr que las Personas descubran en los Sacramentos el lugar privilegiado de Encuentro con Dios,

recibiendo de los Sacramentos la fuerza que necesitan para su perseverancia en la fe.

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Diócesis de Colima

Esquema General:• Bautismo (6 Encuentros, 3 Catequesis y 1

Celebración)

• Confirmación (3 Encuentros, 1 Catequesis y 1 Celebración)

• Eucaristía (6 Encuentros, 1 Catequesis y 1 Celebración)

Promueve:• La Creación de pequeñas comunidades en las Casas.

(Enc. 12)

• La integración en la vida ministerial (Enc. 13)

• La comunidad es guiada por 4 Animadores (Mediaciones Eclesiales - Prioridad Diocesana)

• Promueve el Diálogo Personal, Conyugal, Familiar y con los Vecinos y Cada Encuentro concluye con un Compromiso Familiar y Comunitario.

4. La Familia

• La familia es el nivel de comunidad más fundamental o “Primera Iglesia”, por eso, además de ser la célula de la sociedad, es la célula viva de la Iglesia.

• Inspirado en “Familiaris Consortio” de Juan Pablo II desarrolla la enseñanza de la Iglesia sobre la Familia en 15 Encuentros de 2 Sesiones c/u.

• Al igual que el Manual 1 continúan 4 Animadores,

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el Diálogo Personal, Conyugal, Familiar y con los Vecinos y cada Encuentro concluye con un Compromiso Familiar y Comunitario.

5. Palabra de Dios• La Tercer Parte se centra en el encuentro con la Palabra de Dios por medio de la “Lectio Divina”.• 21 Lectio Divina.• Esta etapa pretende ayudar al cristiano a descubrir en la Lectura Orante de la Palabra de Dios un estilo personal de vida.• Igual que los Manuales anteriores se continúa con la misma estructura comunitaria.

MATERIAL ADICIONAMaterial adicional impreso:

Material Impreso Adicional para la Misión

Eucaristía Envío de Misioneros por la “Misión Parroquial”

Intercesión Horas Santas

por la “Misión Parroquial”

Visiteo Casa por Casa

por la “Misión Parroquial”

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Diócesis de Colima

Material digital disponible en:

• www.amazon.com.mx - formato PDF

• apple/ibookstore - formato ibooks

• Ademas de talleres en Powerpoint para preparar el visiteo, el equipo de intercesión y la Misión Parroquial

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ACCIÓN CATEQUÉTICA

Falta definir la etapa Catequética.

Se han presentado 4 propuestas que se están aplicando en diferentes comunidadeas de nuestra diocesis:

1. El proyecto que encabeza el Obispo Crispín Ojeda Márquez

1. Proyecto denominado “Lectio Pastoralis”, inspirado en el Catecismo de la Iglesia Católica y el Catecismo para Adultos de USA.

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Diócesis de Colima

3. Proyecto de formación para laicos de la Arquidiócesis primada de México

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4. Proyecto Nacional de Catequesis de Adultos

METAS 2 Y 3

Las otras dos metas sobre la Espiritualidad laical y el trabajo de Conjunto se difinió trabajarlo desde el proceso de Evangelización.

OBSTÁCULOS ENCONTRADOS• La realidad pastoral de algunas zonas no permitió iniciar

el proceso de evangelización de CA• Hay confusión entre los sacerdotes sobre proceso de

formación para laicos en nuestra Diócesis• Han recibido poca información los lacios de nuestra

diócesis• Ausencia de representantes zonales en las reuniones

diocesanas• Diversidad de procesos y materiales

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Diócesis de Colima

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Diócesis de Colima

MISIÓN PARROQUIAL

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Diócesis de Colima

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Diócesis de Colima

PRIMER ANUNCIO “VISITEO CASA POR CASA”

INTRODUCCIÓN

La tarea más importante de la Iglesia es llevar el Evangelio a todos los ámbitos de nuestra sociedad, especialmente a aquellos grupos humanos en los cuales la Palabra de Dios no ha sido todavía escuchada, o es difícilmente acogida.

Teniendo presente el mandato de Jesús: “Vallan por todo el mundo y prediquen el Evangelio” (Mc 16, 15), los que hemos tenido la fortuna de experimentar la fuerza de la Palabra de Dios, debemos sentir con mayor intensidad la imperiosa necesidad de transmitir el mensaje de la salvación a todos cuantos quieran escucharnos.

Es necesario salir al encuentro de las personas, particularmente a través de las visitas domiciliarias que permiten tener un contacto más cercano con la realidad que vive la gente. Y es que el hogar es el ambiente propio de cada persona. Visitar cada una de las casas es descubrir la gran sed que nuestros hermanos tienen de Dios, el deseo de llenar el hueco que deja en muchos de ellos la falta de valores que impera en la sociedad de nuestros días.

No es real pensar que, por el hecho de que exista una iglesia cercana, toda la gente ha tenido la oportunidad de escuchar el Evangelio. Muchas familias esperan con anhelo la visita de alguien que les haga experimentar la cercanía de Dios.

Porque sólo Dios es capaz de dar sentido a su existencia, de hacerle sentir que los problemas y sinsabores tienen solución si son clarificados por la luz que proyecta la

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Palabra de Dios.

La importancia de la visita a las casas está principalmente en que es uno de los instrumentos más eficaces para entrar en contacto con aquellos hermanos que pueden estar viviendo alejados de Dios, de la fe, de la Iglesia, lo cual es una razón para proponerles un camino distinto, trazado e iluminado por la fuerza de la Palabra de Dios.

En esta visita, casa por casa (o primer anuncio), nos convertimos en instrumentos de Jesús que dice:“Mira que estoy a la puerta y llamo, si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo” (Ap 3, 20). El afecto y cercanía mostrados por el que visita llena de aliento los corazones de las personas y produce en ellas alegría y agradecimiento y, por esta misma razón, los dispone a comenzar una renovación profunda de sus vidas.

El que visita debe creer que, a pesar de las dificultades, es posible depositar la semilla del amor de Jesucristo en aquellos corazones frecuentemente maltratados por la dureza de la vida. Como Dios Padre envío a su Hijo, ahora es Él quien nos envía a nosotros para hacer presente su Reino (cf. Jn 17, 18) en medio de los hombres y mujeres de nuestro tiempo.

Teniendo presente lo anterior debemos saber que, si somos rechazados, no es a nosotros a quienes rechazan, sino al mismo Dios a quien se niegan a acoger. Por este motivo, en el corazón de los misioneros que salen al encuentro de sus hermanos, no debe existir nunca el desánimo sino la seguridad de que uno es el que siembra y Dios el que hace germinar la semilla plantada cuando Él dispone.

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Diócesis de Colima

ORIENTACIONES GENERALES

1. Vive el Evangelio. Que la Palabra del Señor se haga carne en tu vida. Que otros se replanteen su existencia por tu forma cristiana de vivir y quieran seguir tu ejemplo (cf. Mateo 5, 14-16; 1Pedro 3, 16).

2. No te preocupes por el resultado. Los triunfos o los fracasos no se pueden valorar desde un punto de vista meramente humano.Al visitador se le pide plantar la semilla del amor; el Señor se encargará de la cosecha.

3. Con tu entusiasmo y vida de fe trata de hacer a Jesús y a la Iglesia atractivos a los demás: los hechos dicen más que las palabras.

4. Sé sincero. Las personas se dan cuenta cuando no lo somos.Así que no trates de fingir.

5. Haz sentir a la persona que es alguien importante, que nadie más puede ocupar su lugar en la Iglesia. La persona debe saberlo y es necesario decírselo.Trata de transmitir calidez humana. Interésate de forma sincera por la persona y no veas al alejado sólo como una oportunidad de “ganar puntos” con el Señor.

6. Que la persona a quien hablas no tenga la sensación de que le estás repitiendo un mensaje aprendido de memoria como si fueras un vendedor de aspiradoras. El mundo de hoy está cansado de discusiones estériles, pero está hambriento de valores que sirvan de guía para el diario vivir. Regálale valores cristianos y dale palabras de ánimo (cf. 1 Pedro 3, 1-4).

7. Recuerda que las personas se encuentran en diferentes niveles de desarrollo espiritual y necesitan enfoques diferentes. Es preciso que te pongas en sus zapatos.

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Esfuérzate en saber cuáles son sus valores y su forma de entender la vida, y piensa cómo responderías al Evangelio si estuvieras en su lugar (1 Corintios 9, 20).

INDICACIONES CONCRETAS

• Evita las horas de las comidas para realizar la visita, así como otros momentos que puedan ser un inconveniente para las familias.

• Mide con cuidado el tiempo de la visita. Que no sea tan corta como para no dar tiempo a comunicarse, pero tampoco tan larga que aburra al interlocutor.

• Utiliza en la conversación un lenguaje que se entienda bien.Algunas de las palabras que utilizamos en el lenguaje eclesiástico no son comprensibles para muchas personas. Procura expresarte en términos del lenguaje cotidiano y de acuerdo con la cultura de tu interlocutor.

• Organiza el plan de visitas de modo que nadie sea pasado por alto o se le haga sentir sin importancia.

• No te desanimes ni te preocupes por las malas experiencias con las que puedas encontrarte, pues llegarán con toda seguridad.

• El seguimiento es importante. Reza por las personas que visites, antes y después de hacerlo.

• Nunca discutas. La polémica no lleva a nada, ni es éste el propósito de una visita evangelizadora. Céntrate en lo positivo del mensaje cristiano y en lo que éste tiene que ofrecer a la vida de tu interlocutor.

• La apariencia externa es importante: lenguaje adecuado, confianza, seriedad, y una forma adecuada de vestir que sea natural y aceptable.

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Diócesis de Colima

• El nerviosismo que puedas tener es natural. Respirar profundo y poner cara amable ayuda a disipar la timidez y revela deseos de amistad. Recuerda que habla no sólo tu boca sino todo tu cuerpo.

• Mira a la persona, no al suelo, al techo o a cualquier otro sitio; sobre todo mira al punto que está entre la nariz y los ojos, pues los ojos son las ventanas del corazón.

MOMENTOS DE UNA VISITA MISIONERA

• El momento de escuchar a quien visitamos. Nos habla de su vida (sufrimientos, alegrías, aspiraciones, enfermedades...) si lo escuchamos de corazón, con interés, transmitiendo confianza.

• Si se presenta la situación, consolar a las personas visitadas y orar junto con ellas.

• Solidarizarse con el sufrimiento, sobre todo si la persona es pobre, e indicarle dónde puede encontrar ayuda para salir de su pobreza.

• Al terminar la visita prometer volver en breve.

• Cuando la persona esté preparada, invitarla a las reuniones que tendremos en los diferentes centros de evangelización con motivo de nuestra misión parroquial.

ESQUEMA DE UNA VISITA

1. Haga(n) oración antes de realizar la visita domiciliaria.

2. Bendiga(n) la casa conforme se acerca.

3. Salude cordial y respetuosamente a la persona que vive en la casa.

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4. Identifíquese primeramente por su nombre y como miembro de la comunidad parroquial.

5. Pregunten su nombre

6. Manifieste el motivo de su visita: “Nos estamos tomando el tiempo para visitar a los parroquianos con el fin de hablar personalmente con ellos y escuchar sus problemas o comentarios acerca de la parroquia... ¿Nos puede brindar un poco de su tiempo?

7. Escuche(n) la realidad y sentimientos que pudieran requerir de una respuesta sacerdotal.

8. Preguntas sugeridas (también puede emplearse algún tipo de Senso Parroquial):

• Algunas formas con las que nuestra parroquia puede ayudar a quienes desean profundizar en su fe son...

• Si ustedes fueran el párroco y pudieran hacer algo por nuestra parroquia, ¿qué sería?

• Nuestra parroquia se esfuerza por ser una comunidad de oración, ¿Tiene Usted algunas necesidades por las que quisiera pidiéramos en oración?

• (Opcional) ¿Tiene oportunidad de asistir a Misa con regularidad? Si no fuera así, ¿hay algo que podamos hacer para entusiasmarlo a venir más seguido?

9. Hacer la invitación a la reunión (misión parroquial) donde tendrá la opotunidad de conocer su fe y descubrir como la presencia de Dios en nuestras vidas nos hacen ser mas felices y libre.

10.Agradecer su atención y confirmar con ellos que contamos con su presencia para que pueda conocer un poco mas su fe.

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Diócesis de Colima

11. Pedir permiso para hacer una pequeña oración por su familia.

12. Despedirse cordialmente, dejar una pequeña estampita, el horario de los encuentros y desearle la Bendición de Dios.

CUESTIONES PRÁCTICAS

¿Dónde consultar el número de familias de nuestra Parroquia?

• www.inegi.org.mx

• http://mexico.pueblosamerica.com

Obtener los Planos actualizados

• https://maps.google.com.mx/

¿Cómo determinar cuantas personas se ocupan para un visiteo? Formula: F / R / D / 10 = No. de visitadores por día

Formula: F / R / D / 10 = No. de visitadores por día

F = No. Familias

R = No. Regiones

D = Días para visitar

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EJEMPLO 1: CUAUHTEMOC

• Población de Cuauhtemoc 8165 habitantes y 2224 familias

• Dividiendo en 2 Regiones: 1112 familias

• Dividiendo en 5 días: 222 familias por día

• Familias visitadas por día en 2 horas, dedicando un promedio de 10 minutos por visita = 10 familias.

• 222 fam. / 10 fam = 22 parejas de visitadores por día

EJEMPLO 2: QUESERÍA

• Población de Quesería 8079 habitantes y 2006 fam.




EJEMPLO 3: ALCARACES

• Población de Cuauhtemoc 1175 habitantes y 480 familias




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Pregones para la Misión“Kerigma”

ORIENTACIONES PARA LA UTILIZACIÓN DE LOS ENCUENTROS

• Son 9 encuentros dispuestos en dos bloques y culminados por una celebración. El primer bloque (seis encuentros) apoya la proclamación gozosa del primer anuncio llamando a convertirse a Jesús. El segundo bloque (tres encuentros) motiva a profundizar la opción por Cristo, dando a conocer el énfasis prioritario de nuestro caminar diocesano.

• El esquema es similar en todos los encuentros: título, objetivo, saludo y enlace, aspectos de la vida comunitaria, la Palabra de Dios me ilumina, la Palabra de Dios en mi vida, Reflexión final, oración, compromiso familiar y comunitario, despedida y lectura complementaria. Las variantes resultan de lo propuesto por el objetivo y las dinámicas que se sugieren.

• Resulta indispensable que el coordinador y sus auxiliares preparen el ambiente y la secuencia del encuentro, teniendo presente que los esquemas de los pregones son sólo una guía de apoyo para la proclamación testimonial de la propia experiencia de fe. El coordinador no es el “maestro” que enseña, más bien, es el creyente que comparte su fe y acompaña a sus hermanos en el descubrimiento del Amor de Dios que está con nosotros en Cristo.

• Los ocho Encuentros juntos y la celebración, en su formato de folleto, es para que lo utilicen los coordinadores. Para los participantes se tendrá un folleto sin las indicaciones y sugerencias para el coordinador.

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De esa manera, en cada encuentro el participante irá recibiendo el material correspondiente.

• Es importante que al término de cada encuentro el coordinador oriente a los participantes para la siguiente reunión, de tal forma que asistan preparados y con motivación.

• El equipo de Coordinadores deberá estar integrado mínimo por 5 personas, de manera que los testimonios que se compartan puedan ser diferentes cada día.

• La duración de cada encuentro será de 90’ minutos aproximadamente, aunque esto dependerá de la buena organización del equipo coordinador.

MATERIALES REQUERIDOS

1. Una mesa donde se coloque un Cirio, una Biblia, una plantita y un Crucifijo.

2. Folletos de los encuentros para los participantes.

3. Televisión o proyector (cañon).

4. Computadora o reproductor de DVD

5. Equipo de sonido para la reproducción de los audios.

6. Rotafolio, papel bond y plumones.

7. En cartulinas las preguntas guías de cada encuentro.

8. Material requerido para cada oración o reflexión final

ESQUEMA DE LOS PREGONES

1. Saludo y Bienvenida

2. Presentación General del Tema (Esquema)

3. Enlace con el tema anterior

4. Oración (Invocación al Espíritu Santo)

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5. Aspectos de la Vida (Dinámica)

6. La Palabra de Dios nos ilumina

• Video ilustrativo sobre el Texto

• Texto del Evangelio

• Canto: Escuchar tu Palabra

• Testimonio de Vida

7. Para Reflexionar

• Preguntas

• Idea Central del Tema

8. Canto o Video para Reflexionar

9. Comentarios

• Reflexión Final (Conclusión del Tema)

• Oración Final (Dinámica)

• Compromiso familiar o Comunitario

• Tarea (Lectura Complementaria)

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INDICE

Primer Semana

• 1er. Enc. DIOS ES UN PADRE QUE ME AMA COMO SOY

• 2° Enc. HE RECHAZADO EL AMOR DE DIOS

• 3o. Enc. LA SOLUCIÓN DE DIOS: LA MUERTE Y RESURRECCIÓN DE JESÚS

• 4° Enc. ACEPTO A JESUCRISTO COMO MI SALVADOR

• 5° Enc. EL PADRE DIOS ME DA SU ESPÍRITU

• 6o Enc. CELEBRACIÓN: NOS PONEMOS EN CAMINO DE CONVERSIÓN PORQUE HEMOS DESCUBIERTO EL DON DE SER HIJOS DE DIOS

Reuniones Semanales

• 7° Enc. DIOS PADRE, POR SU HIJO, EN EL ESPÍRITU SANTO NOS UNE EN COMUNIDAD

• 8° Enc. TODOS SOMOS INVITADOS A COLABORAR EN LA CONSTRUCCIÓN DEL REINO DE DIOS

• 9° Enc. UN NUEVO Y VIGOROSO PROYECTO MISIONERO

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“El Proceso Evangelizador”

A.- 1ra. Etapa. EL KERIGMA:

Objetivo: Comunicar a los alejados el gusto que tengo por las cosas de Dios, Para llevarlos a adherirse a Jesús.

1.- Paso de convocación:

• Se trata del encuentro con el otro(s), del afecto, de la cercanía, del trato humano.

• Se trata de la admiración, de la simpatía (Marcos 1, 21).

• Se realizan visiteos, campañas de convivencia.

• Se busca entusiasmas a la persona con todas las actividades para integrarlos.

• Hacerse presente por la caridad (AG 11).

2.- Paso del encuentro experiencial con Jesús:

• Momento de la recepción del que ha sido convocado.

• Momento de la aceptación al grupo.

• Lograr que el otro se quede con Jesús.

• Ejemplo: Andrés descubre a Jesús y comunica el entusiasmo a Pedro.

3.- Paso de los retiros:

• Llamados a la conversión.

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• Invitados al Encuentro con Cristo.

• Suscitar la fe.

• Se realizan retiros.

4.- Paso de los sacramentos: Método catecumenal.

• Momentos de redescubrir el valor de cada sacramento que manifiestan y sostienen la adhesión a Cristo.

• Tiempo para renovar los sacramentos de iniciación.

5.- Paso de la Sagrada Escritura. Tiempo para profundizar en la persona de Jesús.

A.- Preparamos nuestro interior (breve oración-pedir la apertura de nuestro corazón).

B.- Lectura atenta del texto (Lectio).

• Proclamación en voz alta.

• Silencio. Todos leen el texto de nuevo.

• Compartir. Aquello que descubren, les sorprenda, no entienden.

C.- Nos dejamos interpelar por el texto (Meditatio).

• Explicación de los elementos del texto.

• La atención se centra en descubrir el mensaje del texto en nuestra situación personal, comunitaria, social.

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D.- La palabra nos exige una respuesta (Oratio-actio).

• Se puede hacer a través de una oración, de un compromiso personal.

E.- Conclusión.

• Se hace una plegaria para pedir a Dios la fuerza para llevar a término el compromiso que hemos asumido.

B.- 2da. Etapa. LA CATEQUESIS:

Objetivo: Que el creyente por medio de una formación doctrinal adecuada sepa dar razón de su fe.

• Se trata de todos los contenidos doctrinales que vamos a utilizar para formar la vida del discípulo.

• Una fe informada y formada, para que no sea un seguimiento subjetivo.

• Integrado a la catequesis en proceso y de acuerdo a su edad.

• Que vaya asimilando las cuatro áreas de la vida cristiana (Servicio, Comunidad, testimonio y Celebración).

C.- 3er. Etapa. LA PASTORAL:

Objetivo.- Que el discípulo se integre al trabajo parroquial, para que sea fermento para los que quieren conocer a Jesús.

• Que sea nuevo líder. Que se integre al trabajo de grupos evangelizadores.

• Que asimile la lectio pastorales (Todos los elementos

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de formación pastoral, para trabajar en diversos ministerios, que le ayuden a tener una visión completa del quehacer cristiano, en la parroquial).

• Que viva las cuatro áreas de la vida cristiana, desde su propio grupo de comunidad y las promueva, en el mismo grupo.

• Acompañe, guíe y anime la vida de la Iglesia.

• Que motive, organice y proyecte la vida de comunidad eclesial.

• Que fortalezca los Centros de Evangelización o impulse la sectorización de la parroquia, provocando la participación y sentido eclesial.

D.- 4ta Etapa. LA EVANGELIZACIÓN: (Presencia en el mundo).

Objetivo.- Que desde el trabajo en el mundo se convierte en verdadero discípulo y misionero, que transforme las estructuras y sea fermento del reino de Dios.

• Que aproveche los espacios en que se mueve para llevar la Buena Nueva.

• Que asimile al Doctrina Social de la Iglesia, para que evangelice la cultura, las artes, la política, la economía, etc.

• Que desde su estado de vida sea un verdadero misionero

• Que esté integrado a la vida de comunidad.

HOY NOS FIJAREMOS EN EL CUARTO PASO, PARA VER LA RENOVACIÓN DE SACRAMENTOS Y SU CELEBRACIÓN.

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Renovación del Bautismo

¿Cómo puedo hacer públicamente este cambio de vida?

Renueva y celebra tu Bautismo

ANDREA DEL VERROCHIO El bautismo de Cristo, 1472-75, Galería de los Uffizi, Florencia.

“Pero tenemos que alegrarnos y hacer fiesta, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida,estaba perdido y ha sido encontrado” (Lc 15,32).

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OBJETIVO:Renovar y celebrar el Sacramento del Bautismo como una experiencia profunda de reconciliación consigo mismo, con Dios, con los demás y la naturaleza; para poner las bases de una vida nueva que llegue a dar frutos de comunión y solidaridad.

Recomendaciones generales:Cualquiera que sea la estructura de la celebración, recomendamos resaltar 3 momentos:

• Momento penitencial.

• Momento de entrega y ofrecimiento.

• Momento del signo de la paz y felicitaciones.

Esta celebración se recomienda que se haga en un retiro, con la finalidad de lograr mejores resultados.

Es necesario preparar bien la celebración de tal manera que, el celebrante, los evangelizadores, los animadores del retiro, el coro, etc., propicien un verdadero clima de encuentro, de reconciliación y renovación del Bautismo.

DESARROLLO

DE LA CELEBRACIÓN

Coordinador: En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

El Dios de la esperanza, que por la acción del Espíritu Santo nos colma con su alegría y con su paz, permanezca siempre con todos ustedes.

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R./ Y con tu Espíritu.

Hermanos, iniciamos ahora el momento de diálogo con nuestro Padre Dios. Es ahora el momento en que dejando a un lado todas nuestras preocupaciones nos centremos en él. Abramos nuestro corazón y nuestra mente a la acción del Espíritu Santo que busca hoy tocar de una manera especial nuestras vidas.

Hablemos al Señor, roguemos que toque nuestras vidas y que las transforme según su voluntad.

Hagamos nuestra petición comunitaria de este momento de oración:

ORACIÓN:

“Infunde en nosotros, Señor, el espíritu de inteligencia, de verdad y de paz, para que conozcamos de veras lo que a ti te agrada y, una vez conocido, lo realicemos con un mismo sentir y querer. Por Jesucristo nuestro Señor”. Amén.

I. MOMENTO PENITENCIAL

Coordinador: Vamos a hacer ahora entre nosotros la presentación de los signos, de los encuentros kerigmáticos vistos en este primer bloque.

(Se colocan al centro, a la vista de todos)

• Luego entronizamos la Palabra de Dios, al centro la Biblia y a los costados dos velas encendidas. Al llegar al centro se le venera con un beso y se lee el siguiente texto.

Del santo evangelio según san Lucas 15, 11-32

Breve reflexión:

• Tras un momento de silencio ubicar y recapitular en

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clave celebrativa el contenido y las experiencias de este primer bloque.

• Animar a los asistentes a dar el paso y decidirse a aceptar a Jesús y su proyecto de vida (5 minutos).

Confesión de pecadosEs el momento de tocar fondo; para esto, hay que echar mano de una buena creatividad espiritual. Este momento puede acompañarse con música grabada o en vivo, con tal de que sencillamente haga el servicio de música de fondo.

Toma conciencia Aquí y ahora, ante la mirada del Señor, el Gran Reconciliador de la Cruz, toma conciencia de las tensiones, conflictos, divisiones, rupturas… que sangran el Cuerpo de Cristo y rompen la armonía consigo mismo, con Dios, con los demás y con la naturaleza, (momento de silencio).

Reconcíliate contigo mismo. Esto es lo primero. Lo demás no podrá ser sin eso. Déjate invadir y amar por la mirada de Dios. Y cómo Él posa tus ojos tiernamente sobre ti; mírate con confianza. Acéptate sin desgarramientos; reconoce así, como María, que el Señor también puede hacer en ti maravillas. Ámate a ti mismo para poder amar a tu prójimo, no desprecies nada de aquello que pueda ayudarte a unificar tu personalidad, sobre todo la gracia de Dios, (momento de silencio).

TODOS RESPONDEMOS: “Perdón Señor, perdón”.

• Por no valorarme ni reconocerme como imagen y

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semejanza de Dios.

• Por no ser amigo de mí mismo.

• Por no aceptarme ni quererme.

• Por no aceptarme como soy y avergonzarme.

• Por renegar de haber venido al mundo.

Canto: A ti levanto mis ojos

Reconcíliate con Dios. Disponlo todo para un encuentro con la Trinidad. Déjate recrear de una manera más maravillosa que cuando Dios te creó. Dios es fiel a su proyecto de amor. Acepta esta llamada y entra en la economía de la Reconciliación, Tú, cada hombre, cada pueblo, han sido llamados a gozar de la paz. (Momento de silencio).


• Por no relacionarme contigo como tu hijo.

• Por no amarte sobre todas las cosas.

• Por tener ídolos como substitución de ti.

• Por no tenerte como centro y Señor de mi vida.

• Por no conocerte por medio de tu Palabra.

• Por no alimentarme de ti en la Santa Eucaristía.

• Por utilizar tú nombre y las cosas sagradas según mis intereses personales.

Canto: A ti levanto mis ojos.

Reconcíliate con los demás: Aceptando, llamando, ahora en tu corazón, todas las diversidades y diferencias que vives en la convivencia

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diaria. Toda sana diferencia es signo de la inagotable riqueza de la Iglesia de Jesucristo. Como el padre del hijo pródigo y María Santísima acepta con ternura a cada uno de los hermanos que son la comunidad donde debes construir y promover la comunión. Conviértete entonces un poco más al rostro de tu hermano para que puedas corregir lo que en tu propia visión pueda haber de particularismo, (momento de silencio).


• Por no relacionarme con los demás como hermano.

• Por explotar y oprimir a mis hermanos.

• Por sentirme superior o inferior ante los demás.

• Por no querer entender que el mayor es el último y el servidor de todos.

• Por la falta de amor, entrega y servicio a mis hermanos.

• Por mantener resentimientos, odios, rencores y no perdonar.

• Por toda injusticia, rechazo y desprecio a mis hermanos.

• Por todo engaño, difamación y calumnia.

• Por las envidias, celos, discordias, avaricia, codicia y robo.

• Por todo adulterio, fornicación e impureza.

• Por no cumplir debidamente con mis deberes ciudadanos y políticos.

• Por no ser factor activo en la renovación de la sociedad.

• Por no cumplir con mi profesión o trabajo de acuerdo a tu voluntad, y como servicio a los demás.


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Reconcíliate con la naturaleza: Ella es el escenario donde compartimos nuestra felicidad, también ella es expresión del Amor de Dios y lo manifiesta, nos lleva a Él; en cada uno de los seres, Dios ha impreso su huella: La Unidad. En la naturaleza hay tal diversidad de seres y es tan fuerte su integración que son imagen de Dios uno y diverso. En medio de ella Dios te ha puesto a ti como su amo y Señor, (momento de silencio).


• Por no relacionarme con el mundo como “Señor”.

• Por amar a las cosas y usar a las personas.

• Por no abrir las manos, para ayudar a los pobres.

• Por no ser solidario con los enfermos y todos los que sufren.

• Por mi adicción a las cosas materiales e inmateriales como el prestigio, el poder, el honor, el placer y la buena reputación.


RENUNCIAS A SATANÁSRESPONDEMOS EN SINGULAR: “Sí renuncio”.

¿Renuncias y rechazas a Satanás y a todas sus obras?

• A todo tipo de ocultismo, esoterismo y superstición.

• A todo afán de conocer lo oculto y lo futuro al margen de Dios, en cualquier forma de adivinación y sortilegio.

• A la astrología y a los horóscopos.

• A la lectura de las cartas, de la mano y del café.

• A toda invocación de los muertos.

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• Al uso de la ouija.

• A toda asistencia y prácticas de los templos espiritualista.

• A todo afán de poder y de control al margen de Dios.

• A todo tipo de curanderismo, magia, brujería y hechicería.

• A todo estudio y prácticas de esoterismo.

• A toda posesión o uso de amuletos y talismanes.

¿Renuncias a todo esto a nombre de tus antepasados que hayan estado metidos en ello?

ORACIÓN DE PERDÓN POR LOS RESENTIMIENTOSCerremos nuestros ojos y permitamos ser tomados de la mano por Jesús. Para El no hay tiempo ni espacio. El está presente ahora mismo en aquel momento en el que fuimos heridos, dañados y lastimados. El puede sanar eso desde la raíz.

• Si nuestra MADRE no supo ser para nosotros lo que nosotros esperábamos de ella. Si nos rechazó desde que supo que nosotros íbamos a nacer. Si no nos cargó en sus brazos en aquellos momentos en los que ella era todo para nosotros. Digámosle, como si estuviera aquí presente y mirándola a los ojos: «Mamá, yo te perdono, que Dios te bendiga».

• Si nuestro PADRE no nos dio el cariño y la seguridad que esperábamos. Si no estuvo presente en nuestra infancia, por trabajo o por otra razón. Si fuimos golpeados, o sufrimos algo fuerte de parte de él. Si tomaba. Si nunca nos estrechó fuertemente en sus brazos. Digámosle, como si estuviera aquí: «Papá, yo te perdono, que Dios te bendiga».

• Si nuestros HERMANOS, por alguna razón nos

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lastimaron. Si no supieron hacerse merecedores de nuestra confianza. Si alguno de ellos parecía ser más preferido por nuestros padres. Llamando a ese hermano o hermana por su nombre, expresemos el perdón y pidamos a Dios que lo bendiga.

• Si nuestros PADRES, en los años del crecimiento, no supieron ser para nosotros lo que esperábamos de ellos. Si rompieron la armonía del hogar por cualquier causa. Si se olvidaron de nosotros o tenían muchas cosas que hacer. Si sufrimos castigo tras castigo. Veamos a los dos, como si estuvieran frente a nosotros y digámosles: «Papá, mamá, yo los perdono en nombre del Señor, que Dios los bendiga».

• Si algún MAESTRO nos defraudó o nos castigó injustamente. Si fuimos guardando día a día coraje contra él. Si nos ridiculizó ante los demás. Si se aprovechó de nosotros en cualquier forma. Llamémosle por su nombre y perdonémosle.

• Si algún AMIGO o COMPAÑERO DE ESCUELA nos creaba continuamente problemas. Si tuvimos que pelear muchas veces con él. Si también defraudó nuestra confianza. Si no supo cumplir con la amistad. Llamémosle por su nombre y perdonémosle.

• Al comenzar a conocer el mundo del amor y del sexo, si alguna persona o algún NOVIO o NOVIA no correspondió a lo que nosotros sentíamos en el corazón. Si se aprovechó de nosotros en alguna forma. Si nos engañó y lastimó profundamente. Viéndolo a los ojos, como si estuviera presente, digámosle por su nombre: «Yo te perdono, que Dios te bendiga».

• Si con quien nos casamos, y se convirtió en nuestro ESPOSO o ESPOSA, no supo ser para nosotros lo que nosotros esperábamos. Si no estuvo a la altura de nuestro ideal, de aquello que habíamos soñado para toda la vida. Si desde entonces se han juntado pequeñas y grandes cosas. Si actúa y es de determinada manera y no parece cambiar. Viéndolo a

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los ojos, expresemos el perdón. Y SI ESTÁN PRESENTES, EN UN APRETÓN DE MANOS, EXPRESEN ESE PERDÓN.

• Si algún HIJO o HIJA no ha correspondido a lo que nosotros sentimos haber hecho por él o por ella. Si nos sentimos defraudados por su comportamiento. Si nos ha lastimado. Viéndolo a los ojos, como si estuviera presente, perdonémosle y pidamos a Dios que lo bendiga.

• Si algún COMPANERO DE TRABAJO se aprovechó de nosotros. Si consiguió estar mejor en el trabajo a costa de nosotros. Si defraudó nuestra confianza. Expresemos el perdón y pidamos a Dios que lo bendiga.

• Si algún AMIGO, algún FAMILIAR NUESTRO o DE NUESTRA ESPOSA, se ha encargado de hacernos la vida difícil. Si ha tratado de destrozar nuestra familia. Si nos ha herido y lastimado seriamente. Llamémosle por su nombre y perdonemos.

• Si algún SACERDOTE, RELIGIOSO o RELIGIOSA, no supo estar a la altura de lo que nosotros pensábamos de él o ella. Si su manera de ser o de vivir nos alejó de la fe. Si nos lastimó o se aprovechó de nosotros. Viéndolo a los ojos, como si estuviera presente, digámosle: «Yo te perdono en nombre del Señor. Que Dios te bendiga».

Ahora, habiendo perdonado a quienes nos han ofendido, podemos rezar de una manera nueva la oración que Jesús nos enseñó: “Padre Nuestro...” (lo podemos cantar tomados de la mano)

Oración colecta: Dios nuestro, que nos haces participar del misterio de la muerte y resurrección de tu Hijo, concédenos que, animados del Espíritu de hijos adoptivos, progresemos continuamente en esta nueva vida. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

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Primera Lectura: Del libro del profeta Ezequiel: 36, 24-28

Salmo Responsorial: Salmo 22

R. El Señor es mi pastor, nada me faltará.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO

Aleluya:

Tanto amó Dios al mundo, que le dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él, tenga vida eterna.

Aleluya.

EVANGELIO

+ Lectura del santo Evangelio según san Juan 3, 1-6

(Breve homilía)

II. MOMENTO DE ENTREGA Y OFRECIMIENTOOración para recibir a Jesús

Habiendo pedido perdón por nuestros pecados, perdonado a los que nos han ofendido y renunciado a Satanás y a todas sus obras, podemos invitar a Jesús a nuestro corazón.

Todos repitan conmigo: (pág. 105) “Ven Señor Jesús. Te necesito, te abro la puerta de mi corazón y de mi vida; te acepto personalmente como mi Salvador, Concédeme experimentar tu amor, tu salvación, tu liberación; dame tu vida en abundancia. Límpiame, purifícame, libérame, renuévame, transfórmame. Entra en mi corazón y en mi vida, y llénala de Ti. Haz de mí lo que quieres que sea.

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María, Madre del Señor y madre mía, llévame a Jesús y enséñame a ser su fiel discípulo”.

Cada quien, en silencio, ratifique con sus propias palabras la oración. Agradézcanle a Jesús. El vive en nosotros ya.

RENOVACION DEL BAUTISMO:Hoy nos hemos reunido aquí para recordar y renovar lo que nuestros padres prometieron por nosotros en el día de nuestro Bautismo. El bautismo nos incorporó a la Iglesia y nos hizo partícipes de la misión sacerdotal, profética y real de Cristo. Es el primer sacramento la vía de acceso para conseguir la vida eterna y entrar en el Reino de Dios. El Bautismo exige la respuesta humana de la conversión, además, supone un nacimiento de lo alto, un milagro de Dios, el don del Espíritu.

(Se bendice el agua. Luego todos con las velas encendidas renuevan sus promesas bautismales y hacen profesión de fe. También se termina con la aspersión de los fieles con el agua bendita).

BENDICIÓN DEL AGUA:

Que el poder del Espíritu Santo, por tu Hijo, descienda sobre el agua de esta fuente para que todos los que en ella reciben el bautismo sepultados con Cristo en su muerte, resuciten también con él a la vida eterna.

Se encienden las velas.

RESPONDEMOS EN SINGULAR: “Sí renuncio”.

• ¿Renuncian al pecado para vivir en la libertad de los hijos de Dios?

• ¿Renuncian a todas las seducciones del mal, para que

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no domine nosotros el pecado?

• ¿Renuncian a Satanás, padre y príncipe del pecado?

También profesamos la fe de la Iglesia Católica, esto es:

RESPONDEMOS EN SINGULAR: “Sí creo”

• ¿Creen en Dios Padre, creador de todo cuanto existe?• Creen en Jesús, hijo de Dios, Salvador y Señor.• Creen que se encarnó en el seno de María por obra del Espíritu Santo.• Creen que por su pasión y su Cruz nos ha salvado.• Creen que por su sangre ha limpiado nuestros pecados,• Creen que su resurrección nos ha dado vida nueva, • Creen que está glorificado a la derecha del Padre.• Creen que está vivo y es el Señor.• Creen en el Espíritu Santo.• Creen en la Santa Iglesia Católica congregada y animada por el Espíritu Santo.• Creen en la comunión de los santos y en el perdón de los pecados.• Creen en la resurrección y en la vida eterna.

ORACIÓN: Que Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos regeneró por el agua y el Espíritu Santo y que nos concedió la remisión de los pecados, nos guarde en su gracia, en el mismo Jesucristo nuestro Señor, para la vida eterna.

TODOS: Esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia que nos gloriemos de profesar en Cristo Jesús. Amén.

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ORACION DE LOS FIELES Oremos a Dios Padre todopoderoso y ya que es una la fe, la esperanza y el amor, que el Espíritu Santo ha infundido en nosotros, que nuestra oración sea también unánime ante la presencia de nuestro Padre común. Digamos a una sola voz: ESCUCHANOS PADRE.

1. Por la Iglesia que formamos todos juntos y en la que participamos todos aportando nuestro granito de arena, para que la viva de tal modo que revele a los hombres y mujeres el verdadero rostro de Dios, buscando siempre el Reino y su justicia con el esfuerzo de todos. Roguemos al Señor.

2. Por los pueblos que viven en conflicto a causa de la injusticia, la guerra y la violencia, para que el Espíritu les conceda el don de la paz y el bien, inspire a los gobernantes y a todos los ciudadanos, sentimientos pacíficos y sustituyan la fuerza de las armas por el diálogo y la reconciliación. Roguemos al Señor.

3. Por todos nosotros y nuestras familias que hoy nos alegramos por la renovación de nuestro Bautismo, para que con la fuerza del Espíritu sepamos mantener un clima de unidad y amor, donde cada uno de los nuestros encuentre en el otro la comprensión, la ayuda y la acogida. Roguemos al Señor.

4. Por nuestra comunidad parroquial, que hoy acoge y renueva con alegría el Bautismo de los presentes, para que también esté atenta a la solidaridad y acogida de los más necesitados y marginados, descubra cuáles son sus necesidades reales y cree cauces que solucionen sus carencias. Roguemos al Señor.

5. Por los amigos que nos acompañan en las buenas ocasiones y en los malos momentos, para que con la

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gracia de Dios, nuestra voluntad y el empeño constante sepamos construir entre todos un mundo mejor y más fraterno. Roguemos al Señor.

6. Por los asesores de nuestra comunidad cristiana, especialmente por los que nos han acompañado durante nuestro proceso de maduración y crecimiento de la fe, para que siempre sean conscientes de la responsabilidad que han asumido ante la Iglesia, y para que el Espíritu Santo les siga animando y sosteniendo en sus tareas. Roguemos al Señor.

OREMOS:

Señor Dios nuestro, que diste a los apóstoles el Espíritu Santo, y quisiste que por ellos y sus sucesores fuera transmitido a todos los fieles, atiende nuestras súplicas y concédenos que lo que tu amor realizó en los comienzos de la Iglesia, se realice también hoy en el corazón de los creyentes. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS: A quienes te presentamos este pan y este vino, Señor, permítenos participar de tu mesa, de modo que, al celebrar con gozo el banquete celestial, podamos contarnos entre tus santos y amigos. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

Prefacio del Bautismo

Antífona de comunión

Mirad hasta qué punto nos ha amado el Padre, que no sólo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos.

Entrega y bendición del signo de la Cruz

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BENDICIÓN DE LAS CRUCES

Señor, Padre santo, que hiciste de la cruz de tu Hijo fuente de toda bendición y origen de toda gracia, dígnate bendecir estas cruces y has que quienes las llevan a la vista de los hombres y mujeres se esfuercen por irse transformando a imagen de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.

R, Amén.

ENTREGA DE LA SANTA CRUZ

Según las circunstancias, el celebrante pronuncia la fórmula de entrega de la Santa Cruz “a cada uno” o una sola vez para todos, diciendo en voz alta:

“Reciban este signo del amor de Cristo y de nuestra fe; prediquen a Cristo, y éste crucificado fuerza de Dios y sabiduría de Dios”.

R. Amén.

Oración después de la comunión:Oremos: Por la fuerza de este sacramento, concédenos, Señor, poder dar testimonio con nuestra vida del misterio de la muerte y resurrección de tu Hijo que hemos anunciado con esta celebración. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Oración general de liberaciónComo consagración al Señor de nuestros sentidos y de todo nuestro ser, hagamos una cruz en lo que vaya diciendo, como si nuestro dedo fuera un punzón.

• Hagamos la señal de la cruz en la frente, para que sea purificada nuestra mente.

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• Hagamos la señal de la cruz en los ojos, para que veamos la luz y claridad de Dios.• Hagamos la señal de la cruz en la nariz, para que percibamos el buen olor de Cristo.• Hagamos la señal de la cruz en nuestros labios, para que podamos confesar la fe y ser testigos del Señor.• Hagamos la señal de la cruz en nuestros oídos, para que podamos escuchar la voz de Dios y querer hacer su voluntad.• Hagamos la señal de la cruz en nuestro pecho, para que podamos creer en Dios, y que Cristo habite por la fe en nuestros corazones.• Y tú demonio maldito reconoce tu sentencia y da lugar al Dios vivo y verdadero, y a Jesucristo el Señor. No te atreverás a violar esta cruz con la que han sido sellados estos hijos de Dios, que te han rechazado y que han reconocido a Jesús como su único Señor. Apártate de ellos, de sus personas, de sus familiares, de sus cosas. Yo en nombre de Jesús desato toda atadura que hayas hecho en ellos y te ordeno que te retires para siempre. Ve a postrarte a los pies de Jesús y de su Madre Santísima.

Señor Jesús, protege a estos hijos tuyos y guárdalos para siempre. María, Madre del Señor, cúbrelos con tu manto. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

III. MOMENTO DEL SIGNO DE LA PAZMONICIÓN

Ahora hermanos. Del gozo de la Reconciliación vamos al gozo de la Comunión; en el Espíritu Santo que se nos ha dado, pidamos a Dios nos haga instrumentos de comunión y de paz.

ORACIÓN DE LA PAZ. (pág. 105)

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TODOS:

Señor, haz de mí un instrumento de tu paz.Donde hay odio, que yo ponga amor.Donde hay ofensas que yo ponga perdón.Donde hay discordia, que yo ponga unión.Donde hay error, que yo ponga verdad.Donde hay duda, que yo ponga fe.Donde hay tinieblas, que yo ponga luz.Donde hay tristeza, que yo ponga alegría.Haz, Señor, que busque más que ser comprendido;amar, más que ser amado.Porque dando es como se recibe,olvidándose de sí mismo, es como uno encuentra;perdonando es uno perdonado,muriendo se resucita a la vida eterna.

MONICIÓN. Ama la Paz

Celebra lo que une, hazte fuerte en la comunión lograda para que puedas promover la que aún falta. Alaba todo esfuerzo por la comunión y no ceses de reconocer en ella la presencia del Espíritu. Agradece todo paso y no te engañes por el éxito o el fracaso. Todo lo que se realiza en el amor siempre lleva al crecimiento.

Bendice al Señor por sus dones y a tus hermanos por haberlos recibido y ofrecido para compartirlos.

Admira, contempla, gusta, goza, alégrate por cada detalle que lleve a la paz y anúncialo. Deja resonar en tu corazón; felices aquellos que sin verme creyeron. “Estén siempre alegres en el Señor, les repito, estén alegres. Que todo el mundo los conozca por su bondad. El

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Señor está cerca. Que nada los angustie; al contrario, en cualquier situación presenten sus deseos a Dios orando, suplicando y dando gracias. Y la paz de Dios, que supera cualquier razonamiento, protegerá sus corazones y sus pensamientos por medio de Cristo Jesús” (Fil 4, 4-7).

Dense fraternalmente un abrazo donde se transmitan la paz del Señor.

Abrazo de paz y felicitaciones.

Bendición y despedida.

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Renovación de la Confirmación

¿Qué puedo hacer para vivir en el Espíritu Santo?

Renueva y celebra tu Confirmación

ANÓNIMO,Pentecostés.

“Nadie puede decir: ¡Jesús es Señor! si no está movido por el Espíritu Santo” (1Cor 12,3).

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OBJETIVO:Crear un clima espiritual que propicie el encuentro de las personas con la Santísima Trinidad, para que se consagren al Señorío de Jesús, y reciban el Don del Espíritu.

Recomendaciones generales:• Se prepara el salón para la celebración, de tal modo que sea acogedor y haya suficiente espacio para que se ore por cada persona con el signo de la imposición de las manos. También se puede hacer en un retiro.

• Se realiza en un ambiente tranquilo, sin espectadores, participando sólo el equipo evangelizador y los participantes al retiro. Se ora imponiendo las manos, pidiendo conscientemente al Espíritu Santo: vida nueva, lengua nueva, corazón nuevo, etc.

• Hay que evitar el propiciar o provocar cualquier ambiente emotivo artificial, que produciría falsos efectos sensibles en los participantes. Todo debe desarrollarse en serenidad y tranquilidad, sabiendo que no depende de nosotros o nuestras palabras el que sea derramado el Espíritu, y los posibles efectos que verdaderamente vengan de Él.

• En esta celebración conviene resaltar tres cosas:

• El ambiente de encuentro cálido fraterno.

• La oración de consagración al Señorío de Jesús, para abrirse al Espíritu Santo, acompañado del signo de la imposición de las manos.

• El signo de la entrega de la luz.

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DESARROLLO DE LA CELEBRACIÓNCantamos: “Muévete en mí”, “Entraré”, y otros cantos para invocar al Espíritu Santo.

Saludo: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

R. Amén.

El Dios de la vida, que ha resucitado a Jesucristo, rompiendo las ataduras de la muerte, esté con todos ustedes.

R. Y con tu espíritu.

MONICIÓN

A los cristianos, que ya están configurados con Cristo muerto y resucitado por el Bautismo, el Señor los unge con su Espíritu por el sacramento de la Confirmación. Al que ya es miembro del pueblo de la nueva alianza, la Confirmación le confiere el don del Espíritu Santo, que lo capacita para cumplir su compromiso de vivir el precepto de amarnos mutuamente como Cristo nos amó, con su Amor, Además, nos impulsa a ser testigos fieles del amor de Dios a los hombres. La Confirmación nos configura con Cristo ungido por el Espíritu Santo, para el cumplimiento fiel de su misión.

OREMOS

Envía, Señor, sobre nosotros tu Espíritu Santo, para que, llevándonos a la unidad de la fe y fortaleciéndonos con su amor, contribuyamos al perfeccionamiento de la Iglesia y hagamos que el cuerpo de Cristo alcance su plenitud. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

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I. LITURGIA DE LA PALABRAMONICIÓN

Con el sacramento de la Confirmación, los renacidos en el Bautismo reciben el don inefable del mismo Espíritu Santo, por el cual son enriquecidos con una fuerza especial y, marcados por el carácter del mismo Sacramento, quedan vinculados más perfectamente a la Iglesia, y más estrictamente obligados a difundir y defender con la palabra y las obras, la propia fe como auténticos testigos de Cristo.

Que la Palabra de Dios, que vamos a escuchar, nos fortalezca para vivir nuestro compromiso cristiano.

PRIMERA LECTURALectura del libro de los Hechos de los Apóstoles: 8, 1. 4.

14-17

SALMO RESPONSORIAL del salmo 103

R. Envía, Señor, tu Espíritu a renovar la tierra.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr. Ap 1, 5-6

R. Aleluya, aleluya.

Jesucristo, testigo fiel, primogénito de los muertos, tú has hecho de nosotros un reino de Sacerdotes para nuestro Dios y Padre.


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EVANGELIOLectura del santo Evangelio según san Juan: 7, 37-39

Breve Homilía

ORACION DE LOS FIELES

Sacerdote: Oremos a Dios todopoderoso y ya que es una la fe, la esperanza y el amor, que el Espíritu Santo ha infundido en nosotros, que nuestra oración sea también una ante la presencia de nuestro Padre común.

A cada invocación respondemos: ESCUCHANOS PADRE.

1. DON DE SABIDURIA:

El Espíritu es lo que anima nuestro cuerpo y nuestra vida, es lo más íntimo de cada uno, lo que mueve y da fuerza a nuestros cuerpos.

Señor, concédenos el DON DE SABIDURIA para saber discernir en nuestra vida la voluntad de Dios y saber actuar de acuerdo a ella en todo momento. Oremos.

2. DON DE ENTENDIMIENTO

El Espíritu se llama Santo, porque santifica, consagra, y hace que todo llegue hasta Dios. Danos Señor el DON DE ENTENDIMIENTO para tener un conocimiento más profundo de ti, para así poder amarte y seguirte como verdaderos discípulos tuyos. Oremos.

3. DON DE CIENCIA

El Espíritu Santo penetra al ser humano, le da la vida de Dios y las cualidades que lo asemejan a Dios. Señor concédenos utilizar el DON DE CIENCIA para buscar

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siempre el bien de los demás, una vida digna para todos, a favor de la misma humanidad. Oremos.

4. DON DE CONSEJO

El espíritu Santo transforma los corazones, cambia las mentes, dispone al hombre para conocer a Jesús y entregarse a él, inicia y construye la Iglesia.

Danos el DON DE CONSEJO Señor para saber actuar siempre regidos con los criterios de tu evangelio ante las diferentes situaciones que se nos presentan en la vida. Oremos.

5. DON DE PIEDAD

La obra principal del Espíritu Santo en el hombre es llenarlo de lo que El es: la Caridad que es el amor. Fortalece Señor en nosotros, el DON DE PIEDAD para que se refleje a través de nuestras obras de amor y servicio para con nuestros hermanos. Oremos.

6. DON DE TEMOR DE DIOS

Jesús dio el Espíritu Santo a sus discípulos el día de la resurrección como las primicias de su obediencia total al Padre, como fruto de su trabajo por la realización plena de los hombres.

Danos el SANTO TEMOR DE DIOS para que siempre estemos atentos a su voz, lo escuchemos en su palabra y lo acojamos en nuestra vida con una gran confianza de sentirnos hijos de un mismo Padre. Oremos.

7. DON DE FORTALEZA

El que se convierte a Dios y cree que Jesús es el único Salvador y, por lo tanto, se entrega a él, recibe al Espíritu Santo en la medida de su fe.

Concédenos Señor el DON DE FORTALEZA para

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perseverar en nuestra fe, en la misión que como bautizados nos has confiado en la Iglesia animados siempre por tu Espíritu. Oremos.

II. LITURGIA DE LOS SIGNOS

1. MOMENTO PARA ENTREGAR EL SIGNO DE LA LUZ

MONICIÓN

Cuando fuimos bautizados, se nos entregó una vela encendida, señal de Cristo resucitado, Luz del mundo. Hoy, al renovar nuestro compromiso de confirmación, seamos testigos de esta Luz.

Se entregan y se encienden las velas

Algunos se acercan al Cirio y encienden su vela en el Cirio Pascual y la comparten a los demás.

Canto: “Sumérgeme”

2. RENOVACIÓN DE LAS PROMESAS BAUTISMALES(Si no se considera oportuno hacerlo por lo reciente de la celebración anterior, se pasa a la Oración de Consagración al Señorío de Jesús).

MONICIÓN:

Es necesario que manifestemos ahora públicamente nuestra convicción de servir a Dios mediante una vida santa, fortalecida con la gracia de la Confirmación y los demás sacramentos.

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RENUNCIAS

Para ser verdaderos cristianos, debemos esforzarnos por evitar todo aquello que lleva el pecado, que es negación de Dios, renunciando:

• al egoísmo, que no tiene en cuenta el interés de los demás;

• a la violencia y la venganza, como contrarias a las enseñanzas de Cristo.

• a la mentira y la hipocresía, como contrarias a la doctrina de Cristo;

• a la envidia y al odio, que pueden llevar a causar daño a los demás;

• a toda injusticia que lesiona los derechos de los demás. ¿Renuncian, pues, a todo esto?

R. Sí, renuncio.

¿Evitarán todo aquello que lleva al pecado y es negación de Dios, amando a los demás a ejemplo de Cristo:

• reconociendo lo bueno que haya en los demás;

• perdonando sus errores, aunque les hayan causado algún daño;

• no burlándose de las deficiencias de los demás;

• respetando las opiniones diferentes a las de ustedes, y ayudando a todo aquél que lo necesite?

• ¿Se comprometen a amar así a los demás?

R. Sí, me comprometo.

¿Están dispuestos a llevar el Evangelio a los demás?

R. Sí, estoy dispuesto.

¿Creen que Dios es nuestro Padre, que creó el cielo y la tierra?

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R. Sí, creo.

¿Creen que Jesucristo es Hijo único de Dios, que nació de la Virgen María, que es nuestro hermano, que murió y resucitó por nosotros?

R. Sí, creo.

¿Creen en el Espíritu Santo, enviado a los hombres como dador de vida y que nos ha sido dado de un modo especial por el sacramento de la Confirmación, como les fue dado a los Apóstoles el día de Pentecostés?

R. Sí, creo.

¿Creen en la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, que nos da la esperanza de vivir con Dios para siempre?

R. Sí, creo.

Esta es nuestra fe. Esta es la fe de la Iglesia, que nos gloriamos de profesar en Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

De acuerdo a esta fe, y queriendo vivir plenamente el sacramento de la Confirmación:

• ¿Prometen confiar en Dios en todas las circunstancias de la vida y tratar de cumplir siempre su voluntad?

R. Sí, prometo.

• ¿Prometen evitar caer en la idolatría del dinero, del poder, de la fuerza, del placer, de la fama?

R. Sí, prometo.

• ¿Prometen tratar a todos los hombres como hermanos?

R. Sí, prometo

• ¿Prometen compartir con los más necesitados los dones que Dios les ha dado?

R. Sí, prometo.

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• ¿Prometen dar ejemplo de vida cristiana a todos los hombres?

R. Sí, prometo.

• Que Dios nos lo conceda a todos con la ayuda del Espíritu Santo.R. Amén.

Oración de consagración al Señorío de Jesús, para abrirse al Don del Espíritu.

• Se sugiere la siguiente oración (pág. 142)

Jesús mi Salvador, impulsado por el Espíritu Santo, te reconozco como el Señor, te acepto como mi Señor, te invito a mi corazón como Señor, te proclamo como el Señor del universo, quiero que seas Señor de mi vida, te entrego las llaves de toda mi vida. Quiero que seas:

• Señor de mi salud y enfermedad.

• Señor de mis penas y alegrías.

• Señor de mi tiempo.

• Señor de mi trabajo y mi descanso.

• Señor de mi dinero y posesiones.

• Señor de mi vida familiar (Señor de mi cónyuge, Señor de mis hijos, Señor de mi noviazgo).

• Señor de mis relaciones, en mi escuela, en mi trabajo, con mis familiares.

• Señor de mi vocación y misión.

• Señor de mi cuerpo, alma y espíritu.

• Señor de mi vida y de mi muerte.

Me entrego totalmente a Ti. Ven Señor Jesús y toma posesión de lo que es tuyo. Por manos de María y a

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su ejemplo, hago consagración de mi ser y de mi vida entera como una hostia viva, para gloria del Padre y salvación del mundo.

Para vivir este señorío tuyo, Jesús, yo no puedo solo. Necesito de tu Espíritu.

Padre bueno, derrama sobre mí el Don de tu Espíritu. Jesús, bautízame en tu Espíritu.

Espíritu Santo, ven sobre mí, lléname de ti. Dame un nuevo corazón para conocerte, una nueva lengua para alabarte. Purifícame, renuévame, libérame, úngeme. Da testimonio de Jesús en mi corazón. Concédeme tu gozo y tu paz. Hazme testigo de Jesús.

María, Madre del Señor, acompáñame y dispón mi corazón, para recibir el Espíritu Santo.

(Puestos de rodillas en actitud de oración se hace la Letanía de los Santos)

Oración e imposición de manos a cada persona, por el sacerdote y los miembros del ministerio del kerigma (u otros que se designen previamente), Tiempo de oración espontánea de alabanza y de acción de gracias. (cantos)

III RITOS CONCLUSIVOSINTRODUCCIÓN

Dirijámonos ahora al Padre con las palabras que el Espíritu del Señor resucitado pone en nuestros labios:

R. Padre nuestro...

ORACIÓN.

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Sacerdote: Ven Espíritu Santo llena los corazones de tus fieles

Todos: Y enciende en ellos el fuego de tu amor.

Oración para la Consagración al Espíritu Santo (pág. 143)

Espíritu Santo: Te consagramos nuestra Patria. Intercede y vela por quienes vivimos en ella. No nos dejes perdernos por caminos sin Dios, reorientándonos al gozo de la fe y la verdad.

Espíritu de paz, perdón y misericordia líbranos de la violencia y la discordia y enséñanos a hablar las lenguas siempre nuevas de la fraternidad.

Espíritu de alegría, consuelo y fortaleza, sánanos del desánimo, el miedo y la tristeza. Espíritu de generosidad y de justicia, apártanos del egoísmo y la avaricia e inspíranos acciones para crear condiciones que permitan a todos vivir con dignidad. Tú que eres la fuente de la Vida rescátanos de la cultura de la muerte, fecúndanos con Tus dones, Tus frutos y Carismas.

Ilumina nuestra tierra, renueva las naciones, ven como en Pentecostés, e incendia con Tu fuego de amor los corazones. Amén.

Oremos: Dios nuestro, que santificas a tu Iglesia universal en medio de todas las naciones, derrama tu Espíritu por toda la tierra, para que cuanto hiciste por medio de sus dones en los comienzos de la predicación evangélica, lo renueves ahora por la acción de tus fieles. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

Canto final y convivencia si se cree oportuno.

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Renovación de la Eucaristía

¿Encontré el sentido de mi vida! ¡Soy Feliz!

Ahora renueva y celebra tu vida y tu trabajo en la Santa Eucaristía

Misioneros”.

“Hagan esto en memoria mía” (Lc 22,19).

OBJETIVO:Agradecer y celebrar las maravillas que Dios ha hecho entre nosotros durante el Retiro de Evangelización, para experimentar y asumir la Santa Eucaristía como imagen, culmen y fuente de la vida cristiana en comunidad.

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Recomendaciones generales:• Preparar con mucha y buena creatividad pastoral esta celebración con la que termina el Retiro y comienza la vida cristiana en los círculos bíblicos o pequeñas comunidades.

• Conviene resaltar cuatro momentos importantes:

• La bienvenida y encuentro de los círculos bíblicos o pequeñas comunidades en el atrio del templo.

• Elegir las lecturas con mucho cuidado y comentar con atención la Palabra de Dios.

• Preparar bien la entrega de la Biblia a todos los participantes y los signos (la Biblia, el Cirio, el Crucifijo, una Plantita) a los animadores de los ministerios al interior de cada círculo formado.

• Realizar una convivencia fraterna al final de la Eucaristía.

DESARROLLO DE LA CELEBRACIÓN• Las Pequeñas Comunidades de Catequesis de Adultos esperan en el atrio del templo.

• El celebrante, acompañado por los acólitos, se dirige a recibir a los participantes reunidos por Comunidades establecidas durante el Retiro.

I. RITOS INICIALES

MONICIÓN INICIAL DE BIENVENIDA

Nos gozamos con toda la Iglesia en este día de gracia en el que nuestros hermanos vienen a ratificar su seguimiento y unidad con Cristo y con nuestra comunidad cristiana.

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¡Sean bienvenidos!

• Procesión• Canto de entrada• Saludo• Rito penitencial

• Gloria

Oración colectaPadre Bueno, que deseas y procuras sin cesar la salvación de todos los hombres, mira con amor a tus hijos y concede tu especial protección a quienes hoy, delante de la Comunidad van a reiniciar el seguimiento de tu Hijo Jesús.

Renueva en ellos los dones de tu Espíritu para que puedan continuar la maduración de su vida cristiana, apoyados por la ayuda de sus hermanos en la fe.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

R. Amén.

II. LITURGIA DE LA PALABRA

MONICIÓN

Dios en su designio salvífico nos ha hablado en diferentes momentos en el proceso de la historia. Hoy nos habla por medio de su único Hijo. Atendamos.

PRIMERA LECTURA: Ez 36,24-28

SALMO RESPONSORIAL: 23(22) El Señor es mi Pastor.

SEGUNDA LECTURA: Ef 4,1-6.


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“Ustedes no me han elegido a mí, sino que yo los elegí a ustedes”, dice el Señor.


EVANGELIO: Lc 8,4-15

INCORPORACIÓN A LA COMUNIDAD (pág. 219)

MONICIÓN DE PRESENTACIÓN

Presentamos ante ustedes a estos hermanos y hermanas que, por gracia de Dios Padre, hoy se presentan para reiniciar con una fuerza mayor su seguimiento en la senda de Jesús Camino, Verdad y Vida, después de haber vivido un tiempo de acompañamiento, de oración y reflexión de la Palabra de Dios, para profundizar su conversión y su encuentro con nuestro Señor.

Respuesta:

• (Si se ve prudente cada integrante del grupo de reiniciación cristiana se presenta diciendo su nombre y, enseguida, en unión con todos los reiniciados, manifiestan su decisión de perseverar en la Comunidad para continuar su proceso).

Yo: ____________________________________________

Con la ayuda del Espíritu de Dios, quiero manifestar mi voluntad de vivir con más intensidad mi Bautismo, uniéndome activamente a la Comunidad en la plegaria, en la escucha de la Palabra, en la celebración Eucarística y en la práctica de la caridad. Después de haber vivido la reiniciación cristiana, deseo, con la ayuda de ustedes, continuar profundizando mí fe para colaborar en la construcción del Reino de Dios entre nosotros.

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SACERDOTE:

Hermanos y hermanas, la Comunidad los recibe con gran alegría. Ahora ustedes pueden nuevamente ocupar un lugar entre nosotros. Vengan, pues, para escuchar la Palabra de Dios, orar, celebrar los divinos misterios y glorificar a Dios en el servicio dentro de nuestra comunidad parroquial. Le ruego a Dios que ustedes sean un fermento que aliente nuestra fe y entusiasmo para seguir a Cristo.

TESTIMONIOS• Una vez que han ocupado sus lugares, el celebrante invita a algunos del grupo de reiniciación cristiana a dar su testimonio del proceso recorrido en el camino de la fe.

HOMILÍA• Una vez terminadas las participaciones, el celebrante dirige su homilía, resaltando la importancia de la reiniciación cristiana.

PRESENTACIÓN DE LAS COMUNIDADES• Un monitor va llamando por su nombre a cada una de las comunidades, las cuales a su vez van recibiendo por manos del sacerdote los signos de la Animación.

ENTREGA DE LOS SIGNOS A LOS CUATRO ANIMADORES DE CADA PEQUEÑA COMUNIDAD.

• un Cirio (a cada animador de la coordinación),

• una Biblia (a cada animador de la catequesis),

• un Crucifijo (a cada animador de la oración),

• una Plantita (a cada animador del amor solidario)

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FORMULA PARA LA ENTREGA DEL CIRIO:

Nombre: ________________________ Recibe este cirio, signo de la luz de Cristo, para que iluminado por Él, y en comunión con tu sacerdote, seas luz para tus hermanos por medio del servicio de la coordinación.

FÓRMULA PARA LA ENTREGA DE LA BIBLIA:

N. _____________________________ Recibe las promesas hechas a tus antiguos padres, recíbelas cumplidas en nuestro Señor Jesucristo.

Que esta Palabra por ti aceptada te lleve a la vida eterna.

R. Amén

FÓRMULA PARA LA ENTREGA DEL CRUCIFIJO:

N. _____________________________ Recibe este crucifijo, signo de nuestra oración que se eleva al cielo, para que desempeñes el servicio de coordinar la animación de la plegaria en tu comunidad.

FÓRMULA PARA LA ENTREGA DE LA PLANTITA:

N. ________________________________ Recibe esta plantita, signo de nuestro amor a la vida digna al hermano, para que promuevas un amor solidario, tanto con los miembros de tu comunidad, como de ellos hacia los demás hermanos.

Oración de los Fieles (pág. 219)

Oremos, hermanos y hermanas, a nuestro buen Padre Dios, por todos los que ahora se empiezan a acercar más a Dios, y por todos los que los acompañamos en su

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camino, diciendo: Escúchanos, Padre.

• Para que aumentes cada día su deseo de vivir con Cristo.• Para que viviendo en la Iglesia encuentren en ella felicidad.• Para que les concedas fortaleza y perseverancia en su proceso de fe.• Para que tu amor aleje de ellos todo temor y desaliento.• Para que el Señor lleve a buen término esta obra iniciada en nuestros hermanos.• Para que nuestra Comunidad creciendo en su capacidad para testimoniar el Evangelio incorpore a los que el Señor vaya llamando.

SACERDOTE:

Padre de bondad, que hiciste renacer en estos hermanos el deseo de renovar su compromiso cristiano, fortalécelos en su fe y anímalos en su perseverancia. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

III. LITURGIA EUCARÍSTICA • La celebración continúa como de costumbre.

CONVIVENCIA FRATERNA• Realizar una convivencia de bienvenida a la vida en comunidad.

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La Iglesia en el Libro de los Hechos de los Apóstoles.

Objetivo: lograr que el alumno descubra el modelo de Iglesia que se encuentra en el Libro de los Hechos de los Apóstoles para que enriquezca el modelo actual en la diócesis.

Programa:

0. Introducción

1. Dar un breve repaso al Libros de los Hechos de los Apóstoles

2. Analizar algunos textos especiales: Pentecostés, La elección del suplente de Judas Iscariote, La elección de los 7 diáconos, Las primeras comunidades, etc.

3. Conclusión

INTRODUCCIÓNEn los Hechos de los Apóstoles se encuentra un primer esbozo de una eclesiología católica; así lo admiten en la actualidad incluso los exegetas protestantes, que llaman a San Lucas frdhkatholisch (católico primitivo) y lo critican por esta razón. San Lucas desarrolla su programa eclesiológico en los dos primeros capítulos de los Hechos, especialmente en el relato del día de Pentecostés.

Quisiera, pues, presentar en esta clase una breve visión general de los elementos principales de la eclesiología, partiendo del relato de Pentecostés tal como se nos transmite en los Hechos.

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Pentecostés representa para San Lucas el nacimiento de la Iglesia por obra del Espíritu Santo. El Espíritu desciende sobre la comunidad de los discípulos -”asiduos y unánimes en la oración”-, reunida «con María, la madre de Jesús» y con los once apóstoles.

Podemos decir, por tanto, que la Iglesia comienza con la bajada del Espíritu Santo y que el Espíritu Santo «entra» en una comunidad que ora, que se mantiene unida y cuyo centro son María y los apóstoles.

Cuando meditamos sobre esta sencilla realidad que nos describen los Hechos de los Apóstoles, vamos descubriendo las notas de la Iglesia.

1. La Iglesia es apostólica, «edificada sobre el fundamento de los apóstoles y de los profetas» (/Ef/02/20). La Iglesia no puede vivir sin este vínculo que la une, de una manera viva y concreta, a la corriente ininterrumpida de la sucesión apostólica, firme garante de la fidelidad a la fe de los apóstoles. En este mismo capítulo, en la descripción que nos ofrece de la Iglesia primitiva, San Lucas subraya una vez más esta nota de la Iglesia: «Todos perseveraban en la doctrina de los apóstoles» (2,42).

El valor de la perseverancia, del estarse y vivir firmemente anclados en la doctrina de los apóstoles, es también, en la intención del evangelista, una advertencia para la Iglesia de su tiempo -y de todos los tiempos-. Me parece que la traducción oficial de la Conferencia Episcopal Italiana no es suficientemente precisa en este punto: «Eran asiduos en escuchar la enseñanza de los apóstoles». No se trata sólo de un escuchar; se trata del ser mismo de aquella perseverancia profunda y vital con la que la Iglesia se halla insertada, arraigada en la doctrina de los apóstoles; bajo esta luz, la advertencia de Lucas se hace también radical exigencia para la vida

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personal de los creyentes.

¿Se halla mi vida verdaderamente fundada sobre esta doctrina? ¿Confluyen hacia este centro las corrientes de mi existencia?

El impresionante discurso de San Pablo a los presbíteros de Efeso (c.20) ahonda todavía más en este elemento de la «perseverancia en la doctrina de los apóstoles». Los presbíteros son los responsables de esta perseverancia; ellos son el quicio de la «perseverancia en la doctrina de los apóstoles», y «perseverar» implica, en este sentido, vincularse a este quicio, obedecer a los presbíteros: «Mirad por vosotros y por todo el rebaño sobre el cual el Espíritu Santo os ha constituido obispos para apacentar la Iglesia de Dios, que El ha adquirido con su sangre» (20,29).

¿Velamos suficientemente sobre nosotros mismos? ¿Miramos por el rebaño? ¿Pensamos en qué significa realmente que Jesús haya adquirido este rebaño con su sangre? ¿Sabemos valorar el precio que ha pagado Jesús -su propia sangre- para adquirir este rebaño?

2. Volvamos al relato de Pentecostés. El Espíritu penetra en una comunidad congregada en torno a los apóstoles, una comunidad que perseveraba en la oración. Encontramos aquí la segunda nota de la Iglesia: la Iglesia es santa, y esta santidad no es el resultado de su propia fuerza; esta santidad brota de su conversión al Señor. La Iglesia mira al Señor y de este modo se transforma, haciéndose conforme a la figura de Cristo. «Fijemos firmemente la mirada en el Padre y Creador del universo mundo», escribe San Clemente Romano en su Carta a los Corintios (19,2), y en otro significativo pasaje de esta misma carta dice: «Mantengamos fijos los ojos en la sangre de Cristo» (7,4). Fijar la mirada en el Padre,

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fijar los ojos en la sangre de Cristo: esta perseverancia es la condición esencial de la estabilidad de la Iglesia, de su fecundidad y de su vida misma.

Este rasgo de la imagen de la Iglesia se repite y profundiza en la descripción que de la Iglesia se hace al final del segundo capítulo de los Hechos: «Eran asiduos -dice San Lucas- en la fracción del pan y en la oración». Al celebrar la Eucaristía, tengamos fijos los ojos en la sangre de Cristo.

Comprenderemos así que la celebración de la Eucaristía no ha de limitarse a la esfera de lo puramente litúrgico, sino que ha de constituir el eje de nuestra vida personal. A partir de este eje, nos hacemos «conformes con la imagen de su Hijo» (Rom 8,29). De esta suerte se hace santa la Iglesia, y con la santidad se hace también una. El pensamiento «fijemos la mirada en la sangre de Cristo» lo expresa también San Clemente con estas otras palabras: «Convirtámonos sinceramente a su amor». Fijar la vista en la sangre de Cristo es clavar los ojos en el amor y transformarse en amante.

3. Con estas consideraciones volvemos al acontecimiento de Pentecostés: la comunidad de Pentecostés se mantenía unida en la oración, era «unánime» (4,32). Después de la venida del Espíritu Santo, San Lucas utiliza una expresión

todavía más intensa: «La muchedumbre... tenía un corazón y un alma sola» (/Hch/04/32). Con estas palabras, el evangelista indica la razón más profunda de la unión de la comunidad primitiva: la unicidad del corazón. El corazón -dicen los Padres de la Iglesia- es el órgano propulsor del cuerpo, tó egemonikón, según la filosofía estoica. Este órgano esencial, este centro de la vida, no es ya, después de la conversión, el propio

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querer, el yo particular y aislado de cada uno, que se busca a sí mismo y se hace el centro del mundo. El corazón, este órgano impulsor, es uno y único para todos y en todos: «Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí» (Gál 2,20), dice San Pablo, expresando el mismo pensamiento, la misma realidad: cuando el centro de la vida está fuera de mí, cuando se abre la cárcel del yo y mi vida comienza a ser participación de la vida de Otro -de Cristo-, cuando esto sucede, entonces se realiza la unidad.

Este punto se halla estrechamente vinculado con los anteriores. La trascendencia, la apertura de la propia vida, exige el camino de la oración, exige no sólo la oración privada, sino también la oración eclesial, es decir, el Sacramento y la Eucaristía, la unión real con Cristo. Y el camino de los sacramentos exige la perseverancia en la doctrina de los apóstoles y la unión con los sucesores de los apóstoles, con Pedro. Pero debe intervenir también otro elemento, el elemento mariano: la unión del corazón, la penetración de la vida de Jesús en la intimidad de la vida cotidiana, del sentimiento, de la voluntad y del entendimiento.

4. El día de Pentecostés manifiesta también la cuarta nota de la Iglesia: la catolicidad. El Espíritu Santo revela su presencia en el don de lenguas; de este modo renueva e invierte el acontecimiento de Babilonia: la soberbia de los hombres que querían ser como Dios y construir la torre babilónica, un puente que alcanzara el cielo, con sus propias fuerzas, a espaldas de Dios. Esta soberbia crea en el mundo las divisiones y los muros que separan. Llevado de la soberbia, el hombre reconoce únicamente su inteligencia, su voluntad y su corazón, y, por ello, ya no es capaz de comprender el lenguaje de los demás ni de escuchar la voz de Dios. El Espíritu Santo, el amor

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divino, comprende y hace comprender las lenguas, crea unidad en la diversidad. Y así la Iglesia, ya en su primer día, habla en todas las lenguas, es católica desde el principio. Existe el puente entre cielo y tierra. Este puente es la cruz; el amor del Señor lo ha construido. La construcción de este puente rebasa las posibilidades de la técnica; la voluntad babilónica tenía y tiene que naufragar. Únicamente el amor encarnado de Dios podía levantar aquel puente. Allí donde el cielo se abre y los ángeles de Dios suben y bajan (Jn 1,51), también los hombres comienzan a comprenderse.

La Iglesia, desde el primer momento de su existencia, es católica, abraza todas las lenguas. Para la idea lucana de Iglesia y, por tanto, para una eclesiología fiel a la Escritura, el prodigio de las lenguas expresa un contenido lleno de significación: la Iglesia universal precede a las Iglesias particulares; la unidad es antes que las partes. La Iglesia universal no consiste en una fusión secundaria de Iglesias locales; la Iglesia universal, católica, alumbra a las Iglesias particulares, las cuales sólo pueden ser Iglesia en comunión con la catolicidad. Por otra parte, la catolicidad exige la numerosidad de lenguas, la conciliación y reunión de las riquezas de la humanidad en el amor del Crucificado. La catolicidad, por tanto, no consiste únicamente en algo exterior, sino que es además una característica interna de la fe personal: creer con la Iglesia de todos los tiempos, de todos los continentes, de todas las culturas, de todas las lenguas. La catolicidad exige la apertura del corazón, como dice San Pablo a los Corintios: «No estáis al estrecho con nosotros...; pues para corresponder de igual modo, como a hijos os hablo; ¡abrid también vuestro corazón!» (2 Cor 6,12-13). «Non angustiamini in nobis... dilatamini et vos!» Este «dilatamini» es el imperativo permanente de la

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catolicidad. Los apóstoles pudieron realizar la Iglesia católica porque la Iglesia era ya católica en su corazón. Fue la suya una fe católica abierta a todas las lenguas. La Iglesia se hace infecunda cuando falta la catolicidad del corazón, la catolicidad de la fe personal.

El día de Pentecostés anticipa, según San Lucas, la historia entera de la Iglesia. Esta historia es sólo una manifestación del don del Espíritu Santo. La realización del dinamismo del Espíritu, que impulsa a la Iglesia hacia los confines de la tierra y de los tiempos, constituye el contenido central de todos los capítulos de los Hechos de los Apóstoles, donde se nos describe el paso del Evangelio, del mundo de los judíos al mundo de los paganos, de Jerusalén a Roma. En la estructura de este libro, Roma representa el mundo de los paganos, todos aquellos pueblos que se hallan fuera del antiguo pueblo de Dios. Los Hechos terminan con la llegada del Evangelio a Roma, y esto no porque no interesara el final del proceso de San Pablo, sino porque este libro no es un relato novelesco. Con la llegada a Roma, ha alcanzado su meta el camino que se iniciara en Jerusalén; se ha realizado la Iglesia católica, que continúa y sustituye al antiguo pueblo de Dios, el cual tenía su centro en Jerusalén. En este sentido, Roma tiene ya una significación importante en la eclesiología de San Lucas; entra en la idea lucana de la catolicidad de la Iglesia.

Podemos decir así que Roma es el nombre concreto de la catolicidad. El binomio «romano-católico» no expresa una contradicción, como si el nombre de una Iglesia particular, de una ciudad, viniera a limitar e incluso a hacer retroceder la catolicidad. Roma expresa la fidelidad a los orígenes, a la Iglesia de todos los tiempos y a una Iglesia que habla en todas las lenguas. Este contenido espiritual de Roma es, por tanto, para los que

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hemos sido llamados hoy a ser esta Roma, la garantía concreta de la catolicidad y un compromiso que exige mucho de nosotros.

Exige:

--una fidelidad decidida y profunda al sucesor de Pedro; un caminar desde el interior hacia una catolicidad cada vez más auténtica, y también, en ocasiones, aceptar con prontitud la condición de los apóstoles tal como la describe San Pablo:

«Porque, a lo que pienso, Dios a nosotros nos ha asignado el último lugar, como a condenados a muerte, pues hemos venido a ser espectáculo para el mundo... como desecho del mundo, como estropajo de todos» (1 Cor 4,9.13). El sentimiento antirromano es, por una parte, el resultado de los pecados, debilidades y errores de los hombres, y, en este sentido, ha de motivar un examen de conciencia constante y suscitar una profunda y sincera humildad; por otra parte, este sentimiento corresponde a la existencia verdaderamente apostólica, y es así motivo de gran consolación.

Conocemos las palabras del Señor: «¡Ay cuando todos los hombres dijeren bien de vosotros, porque así hicieron sus padres con los profetas!» (Lc 6,26).

Nos vienen a la memoria también las palabras que San Pablo escribió a los Corintios: «¿Ya estáis llenos? ¿Ya estáis ricos?» (1 Cor 4,8). El ministerio apostólico no se compadece con esta saciedad, con una alabanza engañosa, a costa de la verdad. Sería renegar de la cruz del Señor.

En resumen: la eclesiología de San Lucas es, como hemos visto, una eclesiología pneumatológica y, por ello mismo, plenamente cristológica; una eclesiología

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espiritual y, al mismo tiempo, concreta, incluso jurídica; una eclesiología litúrgica y personal, ascética. Es relativamente fácil comprender con la mente esta síntesis de San Lucas; pero es tarea de toda una vida el compromiso de vivir cada vez con más intensidad esta síntesis y llegar a ser de este modo realmente católico.

JOSEPH RATZINGER, EL CAMINO PASCUAL, BAC POPULAR. MADRID-1990.Págs. 149-155

Material Complementario: LOS ORÍGENES DE LA IGLESIA

1. - ¿CUÁL FUE EL ORIGEN DE LA IGLESIA?. ¿CÓMO VIVÍAN LOS PRIMEROS CRISTIANOS?.

Para responder a estas preguntas hemos de acudir a dos fuentes de información muy importantes: éstas son el Libro de Hechos de los apóstoles y las cartas de san Pablo. El que más datos aporta es el libro de los hechos de los apóstoles (Hch.).

1.1.- El libro de Hechos de los apóstoles

El autor es el evangelista Lucas. El acontecimiento de Jesús que conecta el evangelio con el libro de Hch es la ascensión de Jesús:

El título que lleva el libro no se corresponde exactamente con su contenido pues el título da a entender todo lo que hacen los apóstoles y sin embargo el libro se centra en dos protagonistas importantes: Pedro como jefe de la Iglesia de Cristo desempeña el papel de protagonista en los capítulos del 1 al 12, y Pablo que será el protagonista en los capítulos del 13 al 28.

El tema principal que trata el libro de Hch es el nacimiento

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de la Iglesia que es la comunidad de gente que sigue a Jesús, que imita a Jesús y como estos seguidores van aumentando a lo largo de muchas ciudades del antiguo imperio romano hasta que aparece una comunidad en Roma la capital del imperio.

La primera Iglesia anuncia que Cristo ha muerto y ha resucitado y por eso nos salva de los pecados. Ese anuncio se llama Kerigma. Esto es lo más importante del mensaje del Evangelio. Al principio se anunció el evangelio a los judíos, pero después ese anuncio se realizará a los paganos (también se llaman gentiles y son los no judíos) Aunque el libro de hechos nos transmite la historia de lo que ocurrió al nacer la Iglesia, sin embargo no es una historia tal y como la entendemos hoy día. Más bien se trata de una catequesis o una enseñanza para los cristianos, para que nos demos cuenta de que es Dios quien guía siempre a su Iglesia, a pesar de los ataques a la Iglesia y los fallos de sus integrantes.

La fecha de composición se sitúa más o menos entre el 80 y 90 d. C.

El destinatario del Libro de Hch es un tal Teófilo, que no podemos tomar como un señor real porque Teófilo es un nombre griego compuesto de Teo (Dios) + Filo (amigo) por lo que deducimos que el destinatario real de la obra son todos los amigos de Dios y los amigos de Dios son todos los cristianos. Por tanto la obra se dirige a nosotros.

1.2. - El Nacimiento de la Iglesia.

El libro de Hch en el 2º capítulo nos cuenta el nacimiento de la Iglesia el día de pentecostés (palabra que designa una fiesta que celebraban los judíos 50 días después de Pascua). Es el acontecimiento más importante para la Iglesia. Veamos los que ocurrió: “Al llegar el día de

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Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos. Se llenaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse”. (Hch 2,4-8)

El acontecimiento es que ha venido el Espíritu Santo que había sido prometido por Cristo (en Jn 1,33; 7,39; 14,16-20; 15,26-27; 16,7-15; 20,22). De repente los discípulos que se habían escondido hasta ahora por miedo a morir como su maestro, que estaban desorientados y desconcertados ante la muerte de Cristo, cambian radicalmente y comprenden cual es su tarea y misión. El Espíritu Santo les hace comprender que ellos eran elegidos por Jesús para continuar su obra y para darla a conocer a todos los pueblos. Por eso comienzan a anunciar que Cristo ha muerto y resucitado (este anuncio se llama Kerigma). Veámoslo en este texto: “Israelitas, escuchad estas palabras: A Jesús, el Nazareno, hombre acreditado por Dios entre vosotros con milagros, prodigios y señales que Dios hizo por su medio entre vosotros, como vosotros mismos sabéis, a éste, que fue entregado según el determinado designio y previo conocimiento de Dios, vosotros le matasteis clavándole en la cruz por mano de los impíos; a éste, pues, Dios le resucitó librándole de las ataduras de la muerte...

... Todos nosotros somos testigos. Y exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo prometido y ha derramado. Esto es lo que estáis viendo y oyendo... «Sepa, pues, con certeza todo Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado.». Estas palabras les traspasaron

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el corazón y dijeron a Pedro y a los demás apóstoles: «¿Qué hemos de hacer, hermanos?». Pedro les contestó: «Convertíos y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo; Los que acogieron su Palabra fueron bautizados. Aquel día se les unieron unas 3.000 almas.” (Hch 2,22-41)

La Iglesia nace cuando después de la predicación de Pedro se bautizan unas 3.000 personas. Este es el proceso del nacimiento de la Iglesia.

¿Podemos decir que Cristo fundó la Iglesia? Si que lo podemos decir. ¿Cómo fundó la Iglesia?: 1.- Eligiendo a 12 apóstoles. 2. - Muriendo y resucitando en la cruz para salvarnos del pecado y 3. - Enviando al Espíritu Santo.

1.3. - ¿Cómo vivían los primeros Cristianos?

Hemos visto que fueron muchos los que por la predicación de los apóstoles decidieron seguir a Jesús, es decir imitar a Jesús. Así, el pequeño grupo de los apóstoles fue creciendo y organizándose. ¿Cómo vivían esos primeros seguidores de Jesús?. El libro de Hch no lo transmite en estos textos:

Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones. Todos se impresionaban porque los apóstoles realizaban muchos prodigios y señales. Los creyentes vivían unidos y tenían todo en común; vendían sus posesiones y sus bienes y repartían el dinero entre todos, según la necesidad de cada uno. Acudían al Templo todos los días con perseverancia y con un mismo espíritu, partían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón. Alababan a Dios y gozaban de

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la simpatía de todo el pueblo. El Señor agregaba cada día a la comunidad a los que se habían de salvar. (Hch 2,42-46)

“En el grupo de los creyentes, todos pensaban y sentían lo mismo: lo tenían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de los que tenía. Los apóstoles daban testimonio con gran poder de la resurrección del Señor Jesús. Y gozaban todos de gran simpatía. No había entre ellos ningún necesitado, porque todos los que poseían campos o casas los vendían, traían el importe de la venta, y lo ponían a los pies de los apóstoles, y se repartía a cada uno según su necesidad.” (Hch 4, 32-35)

- ¿Cómo eran las comunidades en las que vivían?. ¿Cuales son los rasgos que los identifican?. De estos textos podemos resumir los siguientes puntos:

- Vivían unidos y formaban un grupo bien compacto; Seguían la enseñanza de los apóstoles y escuchaban sus testimonios de Jesús; Se reunían en las casas para rezar y celebrar la eucaristía; Se animaban mutuamente y vivían con alegría; Se comprometían a seguir a Cristo en un mundo hostil y contrario al Evangelio; Creían en un único Padre: Dios; La fuerza que les movía era el espíritu santo; El fundador y el modelo a seguir era Cristo; La autoridad visible era Pedro y los apóstoles; Su ley: el amor y el servicio; Un ideal: compartir bienes y sentimientos; Una preocupación constante: atender a los pobres y necesitados y que nadie pasara necesidad; Una misión urgente: transmitir a todo el mundo la salvación de Jesús; Un libro: La Biblia

-¿Cuales son las funciones de la Iglesia?. Siguiendo los rasgos de las primeras comunidades descritas en Hch podemos decir que la Iglesia primitiva y la actual desempeña tres funciones:

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ENSEÑAR O TESTIMONIO

CELEBRAR O LITURGIA

COMPARTIR O SERVICIO

- Seguían la enseñanza de los apóstoles y escuchaban sus testimonios de Jesús.

- Se comprometían a seguir a Cristo en un mundo hostil y contrario al Evangelio

- Una misión urgente: transmitir a todo el mundo la salvación de Jesús

- Se reunían en las casas para rezar y celebrar la eucaristía.

- Celebraban los otros sacramentos.

- Subían al templo a orar

- Vivían unidos y formaban un grupo bien compacto.

- Su ley: el amor y el servicio.

- Un ideal: compartir bienes y sentimientos

- Una preocupación constante: atender a los pobres y necesitados y que nadie pasara necesidad.

1.4. - Dificultades de la primitiva Iglesia.

Pero no todo fue fácil: ¿Qué dificultades tuvieron que sufrir los primeros Cristianos? Este ideal intentaron vivirlo lo mejor posible pero hubo muchas dificultades:

- “Los persiguieron y los metieron en la cárcel...” (Hch 4,3); “Les prohibieron totalmente predicar y enseñar en nombre de Jesús...” (Hch 4,18); Pero ante las prohibiciones ellos responden: “Nosotros tenemos que contar lo que hemos visto y oído...” (Hch 4,20); “Llamaron a los apóstoles, los azotaron y les prohibieron hablar en nombre de Jesús...” (Hch 5,40). Pero ellos “salieron contentos por haber merecido aquel ultraje en

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nombre de Jesús...”; El Sanedrín (tribunal de los judíos) autorizó (a Saulo) para traer presos a Jerusalén a todos lo que seguían el nuevo camino, hombres y mujeres, jóvenes y ancianos” (Hch 9,2).

1.5. - ¿Qué es la Iglesia?

Mucha gente habla y opina de la Iglesia, pero las opiniones sobre ella son dispares e incluso contradictorias. Es necesario no quedarse en las apariencias y en lo externo puesto que la realidad de la Iglesia es profunda y no sólo lo que aparece a simple vista

En primer lugar la Iglesia no es un edificio, ni una empresa, ni una secta, ni un resto del pasado, ni una organización de personas que “come el coco” a la gente, ni es un refugio para aburridos, ni es una fuente de poder.

La Iglesia es el grupo de los que creen en Jesús y tratan de imitarlo. Por eso podemos definir a la Iglesia como:

1. - Un Grupo - Comunidad que siguen un ideal: vivir como Cristo.

2. - Tienen una tarea común: Vivir como nos enseña Cristo y de esta manera transformar este mundo para que haya más paz, justicia y amor.

3. - La Iglesia es el pueblo de Dios, del que formamos parte y que junto con otros cristianos (de todas las lenguas, razas pueblos y naciones) estamos llamados a vivir como Cristo y de esta manera salvarnos.

Por tanto la Iglesia es el grupo de los seguidores de Jesús que deben estar unidos siempre:

- Unidos en un mismo pensar y sentir (1 Cor 1,10); Unidos en el amor (Jn 13,34-35; Jn 17,21-23, Flp 2,1); Unidos en el mismo compartir (Hch 20,25); Unidos en

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las mismas celebraciones y oraciones (Lc 11,2; Hch 2,42); Unidos en la misma vocación: Ser santos (2tim 1,9); Unidos en la misma misión: Ser testigos de Cristo (Hch 1,8). Por eso rezamos en el Credo que la Iglesia es Una: porque en todo el mundo se cree lo mismo, se celebra lo mismo, se reza lo mismo y se comparte lo mismo. Además nosotros también debemos trabajar por la unidad.

4. - La Iglesia es un cuerpo con muchos miembros: San Pablo nos lo explica en esa carta que dirigió a los cristianos de la ciudad griega llamada Corinto: “Pues del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, forman un solo cuerpo, así también Cristo. Porque todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres. hemos sido todos bautizados en un solo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu. Así también el cuerpo no se compone de un solo miembro, sino de muchos. Si dijera el pie: «Puesto que no soy mano, yo no soy del cuerpo» ¿dejaría de ser parte del cuerpo por eso?. Y si el oído dijera: «Puesto que no soy ojo, no soy del cuerpo» ¿dejaría de ser parte del cuerpo por eso?. Si todo el cuerpo fuera ojo ¿dónde quedaría el oído? Y si fuera todo oído ¿donde el olfato?. Ahora bien, Dios puso cada uno de los miembros en el cuerpo según su voluntad. Si todo fuera un solo miembro ¿dónde quedaría el cuerpo?. Ahora bien, muchos son los miembros, mas uno es el cuerpo. Y no puede el ojo decir a la mano: «¡No te necesito!» Ni la cabeza a los pies: «¡No os necesito!»... No hay divisiones en el cuerpo porque todos los miembros por igual se ocupan unos de otros. “ (1 Cor 12,12-21.25)

Por tanto san Pablo nos deja bien claro que la Iglesia es una comunidad formada por todos los bautizados. Todos

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tenemos la misma dignidad y misión. Pero en ella hay funciones y servicios diferentes: El papa, los obispos, los sacerdotes, los religiosos y los seglares. Cada uno aporta sus dones y cualidades para el bien de la comunidad

El Papa, Romano pontífice, Vicario de Cristo

Es el sucesor de san Pedro, Pastor de la Iglesia Universal que tiene como función guiar a la Iglesia en nombre de Cristo. Es además obispo de Roma

Los obispos Son los sucesores de los apóstoles. Están al frente de los cristianos de un territorio concreto que se llama Diócesis. Son maestros en la fe y velan por el buen funcionamiento de su diócesis

Los sacerdotes, curas o presbíteros

Son colaboradores de los obispos y animan las distintas comunidades cristianas y parroquias. Anuncian la Palabra de Dios, celebran la eucaristía y administran los sacramentos y servidores de la caridad

Los religiosos Viven de una manera radical los valores que vivió Cristo:

- La pobreza (el desprendimiento de los bienes materiales y la entrega a los más pobres).

- La obediencia (tiene que servir allá donde les manden sus superiores)

- La castidad (liberados y disponible para servir donde le manden)

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Los seglares o Laicos

Son llamados a ser santos en la familia, el trabajo, en el ambiente, en la parroquia, en su propia casa. Con su testimonio anuncian la Palabra de Dios a su familia y en la sociedad. Construyen un mundo nuevo, más justo, más humano, más pacífico. Colaboran en las necesidades de la Iglesia y la parroquia con la catequesis, los grupos, los movimientos, la caridad, las fiestas, etc.

5. - La Iglesia es una institución al servicio del mundo.

Todos los bautizados somos responsables del mundo en que vivimos. Y hemos de colaborar con nuestra ayuda para que las cosas mejoren y progresen. Son muchas las instituciones que colaboran en un mundo mejor (UNESCO, UNICEF, ONU, green Peace, Cruz Roja, Manos Unidas, Cáritas, etc.). La Iglesia es la institución benéfica más antigua. Desde siempre ha ayudado a los pobres y ha trabajado en favor de la justicia, la paz, el amor. Lleva ya 20 siglos de labor social.

El libro de Hch nos cuenta que los apóstoles tenían dificultad en atender las necesidades caritativas de la Iglesia por lo que decidieron establecer a 7 diáconos o servidores que hicieran esta tarea. El más famoso de estos diáconos es san Esteban que fue el primer mártir de la historia del cristianismo.

A lo largo de la Historia los misioneros no sólo han evangelizado sino que han lucha do por los derechos fundamentales de la persona, han luchado por la libertad, por la felicidad de la gente. Por ejemplo cuando los misioneros evangelizan a los países del tercer mundo también trabajan para sacarlos de la pobreza.

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Por eso, pesar de algunos fallos que cometen algunos miembros de la Iglesia, el mensaje en favor de los más desfavorecidos siempre ha estado presente en los miembros de la Iglesia. Ahí tenemos los ejemplos de la Madre Teresa de Calcuta, San Juan Bosco, San Francisco de Asís, San Vicente de Paul, etc.

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LA MISIÓN DE LA IGLESIA.

OBJETIVO: CONOCER EL QUÉ HACER DE LA IGLESIA (LA MISIÓN) EN EL LIBRO DE LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES PARA QUE A LA LUZ DEL ESE MISMO ESPÍRITU NOS PONGAMOS EN ESTADO DE MISIÓN.

PROGRAMA:

Introducción

1. Análisis de algunos textos bíblicos de Hechos de los Apóstoles (La Ascención de Jesucristo, El discurso de Pedro, El envío de Pablo, etc).

2. Analizar el Primer anuncio, el papel protagónico de Pedro y Pablo en Los hechos de los Apóstoles.

3. analizar el espíritu que recorre el Libro de los Hechos.

MATERIALES PARA PROFUNDIZAR.

• MISION DE LA IGLESIA… LA EVANGELIZACIÓN

Es todo lo que la Iglesia hace y proclama para hacer presente el Reino de Dios que Cristo realizó con su muerte y resurrección.

La misión de la Iglesia es la misma misión de Cristo, surge de su mandato: “como mi Padre me envió así los envío”.

Cristo es cuanto evangelizador anuncia ante todo un reino, el Reino de Dios. Es la razón de la encarnación del Hijo… y la razón de ser de la Iglesia.

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EVANGELIZAR CONSTITUYE, EN EFECTO, LA DICHA Y VOCACION PROPIA DE LA IGLESIA, SU IDENTIDAD MAS PROFUNDA. ELLA EXISTE PARA EVANGELIZAR, ES DECIR, PARA PREDICAR Y ENSEÑAR, SER CANAL DEL DON DE LA GRACIA, RECONCILIAR A LOS PECADORES CON DIOS. PERPETUAR EL SACRIFICIO DE CRISTO EN LA SANTA MISA, MEMORIAL DE SU MUERTE Y RESURRECCION GLORIOSA. ( E.N. N°9).

LA IGLESIA ES ENVIADA POR CRISTO A ANUNCIAR LA SALVACION A TODOS LOS HOMBRES.

Las tres formas de evangelizar son:

1. Anunciar la Palabra de Dios y denunciar todo aquello que no va conforme al pueblo de Dios.

2. Otra es celebrar mediante los sacramentos a Cristo mismo, celebrar la vida con sus angustias y esperanzas.

3. La última es servir a todos los hermanos, en la promoción humana, con el proyecto de Cristo. Llevar a todos los hombres hacia la liberación integrar.

En un mundo difícil, en el que se ha perdido los valores humanos y religiosos, en el que muchos se han alejado de la Iglesia, en el que muchos que se dicen cristianos y viven su fe con poco compromiso, urge una NUEVA EVANGELIZACION.

Todos, desde el Papa hasta el último laico, estamos llamados a darle un entusiasmo a la tarea evangelizadora, tendrá que ser nueva en su ardor.

Todos tenemos que hacer presente el evangelio con

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nuevas formas, con nuevas expresiones que hagan de la Palabra de Dios un mensaje vivo y atrayente; por tanto nueva también, en sus métodos (Doc. Santo Domingo).

La Iglesia llevará a cabo su misión si vive unida íntimamente a Cristo, no a una idea, sino al proyecto salvífico, que transformará el corazón humano y a los pueblos que necesitan ardientemente de la liberación ofrecida por Dios.

VEAMOS NUESTRA REALIDAD

Respondamos las siguientes preguntas sobre las tareas de la Iglesia:

1.- ¿Cuál de todas las actividades serán las más importantes de la Iglesia?

2.- ¿Cuándo podemos decir que la Iglesia hace presente el Reino de Cristo?

3.- ¿Cuándo podemos decir que la Iglesia no es fiel a su Misión?

ILUMINAR

Como núcleo y centro de su Buena Nueva, Jesús anuncia la Salvación. Ese gran Don de Dios que es la liberación de todo lo que oprime al hombre, pero es sobre todo liberación del pecado y del maligno, dentro de la alegría de conocer a Dios y de ser conocido por El, de verlo, de entregarse a Él.

ESTA TAREA TIENE QUE CONTINUAR…

La Iglesia lo sabe. Tiene viva conciencia de las palabras del Señor, siguiendo también las de san Pablo: “Porque,

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si evangelizo, no es para mí el motivo de gloria, sino que se me impone como necesidad. ¡Hay de mí, si no evangelizara!” ( 1Cor. 9,16).

El origen de la Iglesia surge de la acción evangelizadora de Jesús y de los Doce: “ Id, pues, enseñad a todas las gentes…” (Mt. 28,19)

¿Qué es evangelizar?

Significa para la Iglesia “llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde adentro, renovar a la misma humanidad…y la verdad es que no hay humanidad nueva si no hay en primer lugar hombres nuevos” (E.N. N°18).

La Iglesia tiene que retomar la vida del hombre, su cultura; porque desde la realidad humana, muchas veces llena de dolor pero también de esperanza, podrá entender mejor la palabra del Señor. El Reino que Jesús anunció no lo hizo en las nubes sino en la vida de los hombres. Por tanto la Palabra de Dios, que es como una espada, tiene que penetrar la conciencia, tiene que abarcar todas las esferas de la vida: económica, cultural, política, etc.

En la Diócesis de Colima ha existido la preocupación de ofrecer una Evangelizacion como Dios manda. Los Obispos se han preocupado por impulsarla a través del PLAN DOICESANO DE PASTORAL. Son tres cosas que nos pide este plan:

1.- LA FORMACION DE AGENTES, es decir, la capacitación de los laicos comprometidos, catequistas, religiosas, sacerdotes.

2.- LA CREACION DE COMUNIDADES ECLESIALES, Es decir, todos tenemos que crear esos pequeños niveles donde se vive la Iglesia; los movimientos y asociaciones

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tienen gran tarea de crear esas pequeñas comunidades.

3.- PASTORAL SOCIAL, que consiste en la promoción del hombre de una forma completa. Abarcando áreas como la salud, la economía, la educación, la conciencia política, la asistencia a situaciones críticas, etc.

¿Cómo vamos haciendo presente las prioridades que nos pide EL PLAN DIOCESANO en nuestra tarea evangelizadora? ¿Qué nos falta trabajar? ¿Qué pasos vamos a dar para ir conociendo y aplicando el plan a nuestra realidad parroquial?

La misión de la Iglesia en este momento difícil de la historia es:

UNA NUEVA EVANGELIZACION…EN SU ARDOR METODO Y EXPRESIONES

Sobre la Misión de la Iglesia:

La Evangelización

1. La Iglesia siempre es Misionera

Jesucristo mandó a los apóstoles que fueran por todo el mundo anunciando el evangelio. Veámoslo en estos textos:

“Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Mirad que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.»” (Mt 28,19-20)

“ Y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará.” (Mc 16,15-16)

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“Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.” (Hch 1,8)

Sabemos que todo el libro de Hch nos cuenta como los apóstoles, después de pentecostés cumplieron esta misión, comenzaron a predicar en Jerusalén que es donde nace la Iglesia, después predican en Antioquía y poco a poco predican en las ciudades más importantes del imperio romano, de esta manera aumenta el número de Cristianos. Y predican no sólo a los de religión judía sino también a los paganos.

- Dificultades a la hora de evangelizar a los paganos. El concilio de Jerusalén.

“Bajaron algunos de Judea que enseñaban a los hermanos: «Si no os circuncidáis conforme a la costumbre de Moisés, no podéis salvaros.». Se produjo con esto una agitación y una discusión no pequeña de Pablo y Bernabé contra ellos; y decidieron que Pablo y Bernabé y algunos de ellos subieran a Jerusalén, donde estaban los apóstoles y presbíteros, para tratar esta cuestión. Ellos, enviados por la Iglesia, atravesaron Fenicia y Samaria, iban contando la conversión de los gentiles y produciendo gran alegría en todos los hermanos.

Llegados a Jerusalén fueron recibidos por la Iglesia y por los apóstoles y presbíteros, y contaron cuanto Dios había hecho junto con ellos. Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían abrazado la fe, se levantaron para decir que era necesario circuncidar a los gentiles y mandarles guardar la Ley de Moisés. Se reunieron entonces los apóstoles y presbíteros para tratar este asunto.

Después de una larga discusión, Pedro se levantó y les dijo: «Hermanos, vosotros sabéis que ya desde los

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primeros días me eligió Dios entre vosotros para que por mi boca oyesen los gentiles la Palabra de la Buena Nueva y creyeran. Y Dios, conocedor de los corazones, dio testimonio en su favor comunicándoles el Espíritu Santo como a nosotros; y no hizo distinción alguna entre ellos y nosotros, pues purificó sus corazones con la fe. ¿Por qué, pues, ahora tentáis a Dios queriendo poner sobre el cuello de los discípulos un yugo (una carga) que ni nuestros padres ni nosotros pudimos sobrellevar? Nosotros creemos más bien que nos salvamos por la gracia del Señor Jesús, del mismo modo que ellos.» Toda la asamblea calló y escucharon a Bernabé y a Pablo contar todas las señales y prodigios que Dios había realizado por medio de ellos entre los gentiles” (Hch 15,1-12).

Hemos visto, con respecto al anuncio del evangelio a los paganos, como hubo una serie de dificultades que la primera Iglesia tuvo que resolver. El evangelio se dirige a tres grandes grupos de gente. Judíos que vivían en Israel. Judíos que vivían fuera de Israel y Paganos (no judíos). Los Israelitas tenían que cumplir una serie de leyes muy estrictas para practicar su religión: Guardar el sábado, rezar 5 veces al día, no comer carne de cerdo, no comer la sangre de los animales, lavarse muchas veces al día, no tocar cadáveres, sacrificar animales a Dios, no entrar en casa de paganos, etc. Si no cumplían esto quedaban impuros. Los varones que querían ser judíos y cumplir estas leyes religiosas tenían que circuncidarse pues era la señal de pertenecer al pueblo de Israel.

El problema que se plantea en la primitiva Iglesia era si los cristianos que eran paganos tenían que circuncidarse y guardar todas estas leyes o no. Para resolver el asunto se juntaron en Jerusalén los apóstoles, Pablo y algunos más. Y allí decidieron que para ser cristiano no hace

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falta circuncidarse ni cumplir las leyes judías porque para salvarse sólo se necesita la fe en Cristo.

San Pablo anunció el evangelio y fundó comunidades cristianas fuera del territorio de Israel, entre los griegos y los romanos.

- La Misión de la Iglesia Hoy día.

Y hoy día la Iglesia continúa desempeñando, no sólo la misión de evangelizar sino que realiza las tres funciones de las que ya hemos hablado anteriormente que sirven para transformar el mundo en el reino de Dios:

ENSEÑAR O TESTIMONIO

CELEBRAR O LITURGIA

COMPARTIR O SERVICIO

- Anuncia la Palabra de Dios por medio de la Catequesis y la enseñanza en las diferentes edades de la persona.

- Denuncia los males y las injusticias del mundo.

- Nos orienta nuestro modo de vivir y de actuar

- Educa a los cristianos de todas las edades y les

- La Iglesia ora a Dios por todos, da gracias a Dios por cuanto somos y tenemos, suplica a Dios perdón por los pecados...

- La Iglesia celebra los sacramentos.

- Revive a través del año litúrgico los acontecimientos principales de la vida de Cristo: n a c i m i e n t o , pasión, muerte, r e s u r r e c c i ó n , ascensión...

- La Iglesia es una comunidad de hermanos formada por todo tipo de gentes y de toso lo países, razas, y lenguas.

- La Iglesia ayuda a sus miembros más desfavorecidos y trabaja para que todas las personas e n c u e n t r e n acogida, calor, ayuda, justicia y paz.

- La Iglesia se esfuerza para que

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ayuda a formarse en los valores del evangelio: amor, respeto, justicia, solidaridad...

- Se preocupa por los que viven alejados y también por los que sufren

las leyes y las normas que rigen la vida favorezcan la dignidad humana y el bien común.

- Se lucha contra todo aquello que esclaviza al hombre

En definitiva la Iglesia, o sea, todos nosotros debemos trabajamos por un mundo mejor, mas solidario y justo, más centrado en Dios

2. - ¿Para que fundó Jesucristo la Iglesia? ¿Para qué sirve la Iglesia?

Evidentemente la Iglesia ha sido pensada por Dios para salvarnos del pecado y llegar a ser santos, o lo que es lo mismo, ir al cielo. Los cristianos creemos que después de la muerte viene la vida eterna, el cielo, el paraíso y veremos a Dios cara a cara.

- Creemos que el Señor volverá al final de los tiempos: “Aguardamos ... la venida gloriosa del gran Dios y salvador nuestro Jesucristo”. (Tito 2,13)

- Creemos que, como Cristo resucitó el primero de todos, también nosotros resucitaremos (1 Cor 6,14)

- Creemos que al final la muerte será vencida definitivamente: (1Cor 15,26; Ap 21,4 y 1 Cor 15,54).

- Creemos que nuestro cuerpo mortal será transformado en un cuerpo glorioso (Flp 3, 21).

Mucha gente ve la muerte como el final de la vida pero para los creyentes la muerte no es el final porque Dios quiere que nos salvemos. Para eso inventó la Iglesia,

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para que caminemos, junto con otros cristianos hacia el cielo. Por eso el Señor nos advierte en su evangelio que debemos estar preparados para cuando él nos llame (Mt 24,42: “Estad preparados porque no sabéis ni el día ni la hora”).

3.- La Iglesia tiene unos medios para hacernos santos: Los sacramentos.Los sacramentos son unos signos que inventó Jesús y que nos recuerdan a Cristo resucitado. Sabemos que todo signo tiene un significado. Los sacramentos significan a Cristo resucitado que nos salva.

El acontecimiento más importante para un cristiano es la resurrección de Jesús, porque gracias a la resurrección hemos sido liberados del pecado. Pero... ¿Cómo se celebra este acontecimiento?: Cada año lo celebramos el Domingo de Pascua. Cada semana lo celebramos en la Eucaristía del Domingo y cada persona lo celebra en los momentos más importantes de su vida: Los sacramentos.

SacramentoSituación

del cristiano

Signo visible

Significado del signo

1. - Bautismo C u a n d o n a c e m o s y nos abrimos a la vida

El agua:

También la Promesa, la unción con aceite,

La vestidura blanca

Y el cirio

El agua lava, regenera, restaura y da la vidaPrometemos seguir a JesúsSomos consagrados para la misión de ser santosEstamos limpios del pecado original Tenemos la misión de alumbrar al mundo con la luz de Cristo

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1.- Confirmación

C u a n d o ya somos mayores y p o d e m o s decidir por n u e s t r a cuenta

L a imposición de manos

La unción con aceite pe r fumado (el santo crisma)

La bajada del Espíritu Santo

Somos consagrado para seguir al señor. Somos marcados como seguidores de Cristo

3. - Penitencia C a d a vez que fallamos y s e n t i m o s el deseo de cambiar y ser mejores

Absolución d e l s a c e r d o t e : “Yo te absuelvo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu santo

Significa el perdón de los pecados. Pero para confesarse bien son necesarias 5 cosas: Examen de conciencia, dolor de los pecados, propósito de enmienda, decir los pecados al confesor y cumplir la penitencia

4. - Eucaristía C u a n d o queremos al imentar nuestra fe y compartir n u e s t r a vida con la de Jesús

Pan y vino Tras la consagración es convierten en el cuerpo y la sangre del Señor que es el alimento que da fuerzas para vivir con el Señor. Además la eucaristía es el sacrificio de la nueva alianza, memorial de la Pasión del Señor

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5. - Unción de enfermos

Cuando experi- mentamos la enfermedad y el dolor o la ancianidad o la proximidad de la muerte.

Unción con aceite

Alivia los dolores del cuerpo y del alma, fortalece y ayuda a vivir a los cristianos en la situación de enfermedad. Además perdona los pecados

6. - Orden sacerdotal

C u a n d o u n a persona es l l a m a d a por Dios p a r a entregarse totalmente a él y al servicio de los demás

Imposición de manos

Confía la misión de enseñar, celebrar y compartir en la Iglesia

7. - Matrimonio

C u a n d o una pareja d e c i d e v i v i r amándose siempre y formar una f a m i l i a , y de esta m a n e r a llegar al cielo

El consen- timiento, es decir cuando dicen el sí quiero

Compromiso de vivir siempre en mutua fidelidad y amor.

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4. - SAN PABLO: VIDA, VIAJES Y OBRA

San Pablo es una de las personas más fascinantes del N.T.

Nació en Tarso (Asia menor, actual Turquía), de familia judía, en el año 5 d. C. Recibió el nombre judío de Saulo y el romano Pablo. Pertenecía al grupo de los fariseos, como tal fue educado por sus padres y a los 15 años es enviado a Jerusalén a estudiar en la escuela de un rabino llamado Gamaliel. Por tanto Pablo conocía las dos culturas: la griega y la judía.

En Jerusalén obtiene permiso del sanedrín para perseguir Cristianos y en un viaje a Damasco, allá por el año 35 d. C. sufre un acontecimiento que le cambia totalmente su vida. Y es que asta entonces, el perseguidor de cristianos se convierte en Cristiano y a partir de entonces dedica todos sus esfuerzos a predicar a Jesús.

El mismo explica que se le apareció el propio Cristo y le dijo: “Saulo, Saulo, ¿porqué me persigues?”

Después de un periodo de casi 10 años del que apenas tenemos noticias y en el que Pablo consolidó su experiencia de Cristiano, comienza su actividad misionera. Realiza 4 grandes viajes misioneros fundando comunidades cristianas por todas las ciudades importantes del imperio romano. En los viajes que realizó por tierra y por mar sufrió toda clase de aventuras: tormentas, naufragios, prisiones, persecuciones, etc.

Las comunidades cristianas que fundó fueron en las ciudades de Corinto, Tesalónica, Filipos, en la región de Gálata, y allí destina todas sus cartas.

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El primer viaje de Pablo (Hch 13-14) comenzó en Antioquía de Siria y de ahí va a la isla de Chipre y recorre el sur de Asia menor: Salamina, Pafos, Pergue, Antioquía de Pisidia, Iconio y Listra.

El segundo viaje (Hch 15-18) comienza después de asistir al concilio de Jerusalén. Y visita Antioquía de Siria, Filipos, Tesalónica, Berea, Atenas y Corinto.

El Tercer viaje (Hch 18-21) visita Éfeso, las regiones de Galacia, Troas, Mileto Cesarea y regresa a Jerusalén.

El cuarto viaje lo realiza a Roma pero en cautividad. Cuando estaba en Jerusalén después del tercer viaje fue víctima de un plan trazado por los judíos para eliminarlo. Al final llega a Roma y a partir de ahí no sabemos nada más de Pablo. Hay dos teorías. Una es que muriera en la persecución de Nerón en el año 64 d. C. y otra es que fuera liberado y viajara incluso a Hispania para evangelizar, aunque no se sabe lo que ocurrió.

Con respecto a las cartas de Pablo, la tradición cristiana más antigua ha colocado 13 cartas bajo el nombre y la autoridad de Pablo, aunque hoy día sabemos que de

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su puño y letra no son las trece, las otras habrían sido escritas por sus discípulos.

Podemos dividir las trece cartas en:

AUTÉNTICAS DEUTEROPAULINAS

1 Tesalonicenses

1 y 2 Corintios

Gálatas

Romanos

Filipenses

Filemón

Colosenses

Efesios

1 y 2 Timoteo

Tito

2 Tesalonicenses

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LA IGLESIA, PUEBLO DE DIOS

OBJETIVO: profundizar en la Imagen de la Iglesia “Pueblo de Dios” para que potenciemos la vida de comunidad de nuestras Parroquias

PROGRAMA:

1. La imagen del Pueblo de Dios (LG 9-17; CEC 781-786)

2. Un pueblo sacerdotal (LG 10-11, 31; PO 2b; AA 2b, 3ª; CEC 783-784)

3. Un Pueblo en marcha: su misión (LG 17; AG; CEC 849-856)

4. Al servicio del Reino de Dios (LG 3 y 5; CEC 541-553)

5. Un Pueblo escatológico (LG 48-51; CEC 954-959)

CAPITULO VIII. LA IGLESIA, PUEBLO DE DIOS

Sumario

El Vaticano II dedicó un capítulo entero a la imagen de la Iglesia como Pueblo de Dios. Si la de Cuerpo de Cristo contempla a los fieles desde su intimidad con el Señor y manifiesta su carácter más místico, la de Pueblo de Dios los mira desde su comunión mutua y muestra su ligazón más societaria.

1. El Concilio no inventó esta imagen, sino que la halló con abundancia en la Sagrada Escritura, tanto en el Antiguo Testamento para denominar a Israel, como en el Nuevo para nombrar la Iglesia . Esta figura subraya la igualdad en dignidad y responsabilidad de los fieles, y se abre a recoger en si todos los pueblos.

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2. Dios eligió a Israel para que fuese “pueblo de su propiedad, sacerdotal y santo”. E hizo de la iglesia de su Hijo un “Pueblo de reyes, sacerdocio santo”. La misión sacerdotal de todos los cristianos consiste en orar y dar culto al Señor y consagrar (= santificar) el mundo. Cristo quiso, de entre este “sacerdocio santo” elegir a algunos para que sirvieran con su ministerio al resto del Pueblo, y consagrarlos a esta misión con la ordenación sacramental.

3. Como Jesús debía volver al Padre después de resucitar, quiso poner la misión que el Padre le había encomendado en manos de la Iglesia, para que la continuara como su mediadora en el mundo, ejerciendo a favor de los seres humanos sus oficios de Sacerdote, Pastor y Profeta.

4. De modo especial la Iglesia fue elegida por Cristo para continuar su misión de hacer presente en el mundo el Reino de su Padre. Éste está presente en ella, pero ha de irse extendiendo hasta sus confines. Existiendo siempre en semilla en este mundo, el Reino ya “subsiste” en la Iglesia que sin identificarse con él, está a su servicio. Sólo llegará a plenitud al final de la historia, cuando Cristo lo ponga en manos del Padre y Dios sea “todo en todo”.

5. Por lo mismo el Pueblo de Dios no fue elegido para llegar a su plenitud aquí en la tierra. Es y será siempre un Pueblo peregrino “escatológico” porque mira siempre en su último destino, que es la propia resurrección con Cristo.

No es posible poner en oposición las distintas imágenes de la Iglesia en la Sagrada Escritura, ni el Concilio pretendió hacerlo. Siendo la Iglesia un misterio, las diversas figuras que la expresan en la Palabra de Dios

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se complementan entre sí, porque unas acentúan un aspecto, otras un ángulo distinto de visión. Algunas son más ricas y abundantes que otras. El Vaticano II, aunque alude a varias de ellas, sin embargo eligió dos como centrales; la del Cuerpo de Cristo que ya hemos estudiado, y la de Pueblo de Dios, a la que dedica un capítulo entero. Ambas imágenes, aun expresando la totalidad de la Iglesia, la miran desde dos ángulos diversos: la de Cuerpo de Cristo, desde la unidad a partir de su Cabeza, es decir a partir de su elemento más místico; la de Pueblo de Dios, desde su aspecto más societario e histórico; la primera la mira más desde lo alto, la segunda desde su extensión. Aunque tampoco es posible contemplar esta segunda imagen si no es desde la cualidad sacramental, pues manifiesta la realidad concreta e histórica del misterio del plan salvífico de Dios en su realización terrena.

El Concilio siguió un orden preciso, y no al acaso. Nótese que, una vez que la Iglesia manifestó la consciencia de sí misma como misterio en el cap. I, centró el cap. II en esta imagen y en el cap. III trató sobre la jerarquía. El punto de partida de la eclesiología no es, pues, la jerarquía, pero tampoco los laicos (cap. 4); porque no son su base ni la primera ni los segundos, sino la comunión a la que todos los fieles en Cristo pertenecemos. Como veremos, la única diferencia entre los diversos miembros del mismo Pueblo de Cristo radica en el ministerio, es decir servicio al que cada uno está llamado a desempeñar al servicio de todo el Cuerpo. De ahí que todos los fieles, desde el Papa hasta el último de los bautizados, goce de la misma y única dignidad (ver LG 18ª), la de haber sido elegidos para ser el Cristo hijos de Dios por el Bautismo.

El Vaticano II es muy claro en afirmar la diversidad de ministerios dentro del Pueblo de Dios, pero también

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en subrayar que entre todos los fieles se da una sola vocación. También enfatiza y pone como primera consideración los factores comunes a todos los diversos tipos de personas llamadas a formar el Pueblo de Dios, los cuales provienen de su calidad de bautizados: de ésta dimanan la unidad, la igualdad en dignidad entre todos los que participamos de la misma vida cristiana, el hecho de que todos necesitamos igualmente de los medios de salvación (la Palabra y los Sacramentos) recibidos por mediación de aquellos a quienes el Señor ha elegido para servir a su Pueblo en calidad de sus ministros (por ejemplo ni siquiera el Papa puede darse a sí mismo la absolución).2 Es decir, la Iglesia, como misterio de comunión, nos hace a todos hermanos. El fin hacia el que todos peregrinamos es el mismo: la salvación eterna; los diversos ministerios, en que diferimos, son sólo medios. El Concilio ha señalado expresamente dos de los aspectos de base que constituyen el fundamento de esta igualdad, que trataremos más adelante: el sacerdocio común de los fieles y la común misión a la que hemos sido llamados.

“Esta eclesiología del Vaticano II que contempla la comunidad eclesial partiendo de la existencia de todos los regenerados en Cristo y no precisamente del ministerio Jerárquico, reconoce de modo Práctico y eficaz la prioridad de la dimensión espiritual y sacramental de la Iglesia sobre su dimensión Social e institucional… Las consecuencias práctico-pastorales que se desprenden de esta prioridad dada la comunio fidelium sobre sus diversas categorías de personas y de haber escogido como puntode partida la base sacramental de la regeneración cristiana de todos los fieles, en vez del vértice también sacramental de los llamados a ejercer una misión jerárquica de la Iglesia, se revelan extraordinariamente

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fecundas para una recta comprensión de las relaciones existentes dentro de la comunidad entre los simples fieles y los ministros sagrados y para una puesta al día del ejercicio concreto de la autoridad en la Iglesia”.

1. La imagen del Pueblo de Dios

(LG 9-17; CEC 781-786)

Esta figura ofrece sin duda muchas ventajas: no sólo sitúa la Iglesia dentro del desarrollo de la historia; sino que a cada uno de los fieles nos coloca dentro de la misma, preexistente a toda distinción de vocaciones; apunta a la igual dignidad de todos sus miembros, anterior a todo ministerio, basada sólo en el fundamento de la existencia cristiana; subraya la cualidad de la Iglesia como peregrina hacia su término, la resurrección con Cristo; y finalmente se abre para abrazar a todos los seres humanos, sin distinción de edad, sexo o raza, igualmente destinados a participar de la elección para la vida en Cristo. No menor provecho nos ofrece al ayudarnos a aceptar la Iglesia como formada por seres humanos de carne y hueso, con todas sus consecuencias: descubrimos sus elementos divinos a través de seres carnales que se desenvuelven en una historia humana y en medio de realidades temporales, con su historia de grandezas espirituales y de pecados, como grandes montañas coronadas de cumbres y abrazadas por abismos. El hecho de que sea un pueblo elegido para la salvación nos hace advertir que está encarnado en la historia de un hombre pecador, y que precisamente para él existe: para ponerse al servicio de su salvación como el Señor, quien no vino “a llamara a los justos, sino a los pecadores” (Mc, 2,17)

1.1. Riquezas de la imagen

También se le llama Pueblo de la Nueva Alianza, para

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señalar su origen, como heredera de Israel. De esta manera se ha puesto de manifiesto su carácter histórico. En este marchar en comunión, todos caminamos como un solo Pueblo. Sólo dentro de esta situación comunitaria es posible entender sin distorsiones las diferencias de los diversos grupos al interior de él, como son la jerarquía, los religiosos y los laicos. En efecto, no forman la Iglesia primordialmente los pastores, ni los fieles que les han sido encomendados, sino el conjunto del rebaño cuyo único Pastor supremo es Cristo, por más que en él hayan sido también elegidos ministros para que, como pastores, guíen al Pueblo ministerialmente a nombre y en representación visible de Cristo: de donde reluce el carácter sacramental de esta imagen bíblica que se expresa más en un tipo societario.

Nótese un dato de capital importancia: desde el principio del cap. II el Vaticano abre las perspectivas de este Pueblo. El plan salvador de Dios no se limita al interior de la Iglesia: “En todo tiempo y lugar son aceptos a Dios los que temen y practica la justicia (cf. Act 10,35)” (LG 9ª). Justos son en este texto los seres humanos rectos en la presencia de Dios, los cuales también gozan de la gracia divina en Cristo, aun cuando no lo supiesen (de hecho, en el texto citado de Hech, San Pedro se refiere a paganos). La Iglesia, pues, no tiene el monopolio de la salvación; sino que ha sido elegida porque el Señor quiso salvar a los seres humanos no de forma individual y aislada, sino constituir un pueblo que le conociera en la verdad y le sirviera santamente. Por eso Él mismo se formó primeramente a Israel y en seguida la Iglesia, Mas no para que éstos se cerraran de modo egoísta en su elección como si se tratase de una prerrogativa que canonizase el orgulloso individualismo humano, sino para el servicio del mundo: para que conociendo a Dios

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y sirviéndolo, se transformasen en fermento entre las naciones a favor de la salvación de todos.

1.1.1. Heredero del Antiguo Pueblo. En el Antiguo Testamento Israel conoció paulatinamente su elección, e históricamente fue ahondando en la Alianza con Yahvé, de modo que poco a poco aprendió la verdad de sus enseñanzas reveladas y la conducta moral que el Señor le exigía como testigo ante el mundo, así como las leyes de santidad par santificarlo. Fue un pueblo separado de entre las naciones para que preservase la pureza de su fe apenas balbuciente. La Alianza comprometía a las dos partes: Israel era un pueblo elegido y consagrado para dar culto a Yahvé, aunque su culto era marcadamente legal. Puede tipificarse en las palabras del Éxodo, dirigidas a los hebreos: “Si de veras escucháis mi voz y guardas mi enseñanza, seréis mi propiedad personal entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra; seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa” (Éx 19,5-6). Yahvé, por su parte, se comprometía a salvar a su Pueblo.

Pero desde Jeremías supo Israel que si misión era preparatoria, pues, a partir, de él, el Señor habría de hacer una Nueva Alianza con todas las naciones (ver Jer 31,31-34). Y el Deutero Isaías descubrió que el Siervo de Yahvé (representante del Pueblo) había sido elegido para convertirse en luz de todas las naciones (Is 49,6). Esta misión, sin embargo, no llegó a penetrar la consciencia del Pueblo, quien debía luchar continuamente por su supervivencia.

En el Nuevo Testamento la Iglesia descubre su vocación como heredera del llamado de Israel, de modo que en Cristo termina la división entre judíos y no judíos (ver Ef 2). La pertenencia al pueblo ya no será racial, por nacimiento natural (significada en la circuncisión);

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sino de fe, por su nacimiento en el Espíritu (significado en el bautismo). Así lo enseña el Concilio, citando las palabras de San Pedro, dirigidas a todas las naciones, incluso paganas, que en un tiempo no eran pueblo de Dios, y han sido llamadas a ser ahora su Pueblo “linaje escogido, sacerdocio real, nación santa de su propiedad” (1 Pe 2,9-10). Se ha abierto a todos los seres humanos, pues “Dios visitó a los gentiles para consagrarse de ellos un pueblo a su nombre”(Hech 115,14). A semejanza de Israel, “este pueblo mesiánico, aunque de momento no contenga a todos los hombres, y muchas veces aparezca como una pequeña grey, es, sin embargo, el germen firmísimo de unidad, de esperanza y de salvación para todo el género humano” (LOG 9b).

1.1.2. Igual dignidad y responsabilidad entre los cristianos. Quisiera subrayar este dato de singular importancia, porque el Concilio alude a él repetidas veces y de forma muy cualificada (ver LG 9b; 32b; CEC 782; 872; CIC 208); y sin embargo no logramos superar del todo la vieja estructura clerical que subconscientemente puede seguir pretendiendo dignidades y privilegios: -Si la Iglesia se prepara para dar una respuesta apta a las nuevas exigencias de los tiempos, deberá sacar de este principio de igualdad todas las consecuencias práctico-pastorales en la estructuración y el ejercicio de la autoridad.

La autoridad no sufre mengua cuando no exige dignidades o privilegios, porque Cristo la quiso no como de poder, sino de servicio (ver Mc 10,45). En vano buscamos en el Concilio que se presente al Pueblo de Dios como una democracia o con una forma de autoridad propia de los estados. En ella la autoridad es de comunión y enderezada al servicio, cada uno según el don del Espíritu para el bien común. Las decisiones

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en la Iglesia (por ejemplo para enseñar la verdad de fe, la moralidad de los actos, etc.) no se toman por votación democrática: ésta no decidiría que una enseñanza fuera más verdadera; lo determina la inspiración del Espíritu. La comunión no se ejerce en discusiones propias de una cámara de senadores o diputados, sino en formas diversas según los tiempos, en las cuales los miembros buscan, escuchan y expresan la voz del Espíritu. Desde el Santo Padre, pasando por el Colegio Episcopal, hasta la multitud de laicos, todo el Pueblo de Dios ejerce la autoridad de servicio a favor de la totalidad, cada uno según la vocación a la que ha sido llamado.

La responsabilidad común de todos los cristianos va a la par de su igual dignidad. Y es que a todos los bautizados se nos ha llamado a una misma vocación, y a cada uno el Espíritu Santo nos ha concedido o carismas o misterios encaminados para la construcción de todo el Cuerpo. Lo único que nos distingue también en este caso es sólo el orden de los ministerios (ver LG 32c). Pues –Cristo no sólo está presente en la Iglesia con la acción del sacerdocio ministerial, sino también con la distribución de sus dones y carismas, hechas por el Espíritu del Señor indistintamente a todos los fieles-. Cada fiel goza del don del Espíritu Santo para el bien común (1 Cor 12,7): los ministros han sido elegidos por el Señor para ejercer de modo estable y orgánico el oficio de pastores, es decir de guías de la comunidad que, toda ella, debe realizar la misión de la Iglesia en el mundo. No toca a los pastores guiar la misión común a la que ha sido llamado todo el pueblo cristiano, y en todo caso discernir los carismas que el Espíritu concede a cada fiel para llevar a cabo la vocación común (LG 30).

1.2. Limitaciones de esta figura

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Ninguna imagen, aunque sea bíblica, puede agotar el misterio. Necesita completarse y aun corregirse con otras. En este caso, tanto San Pablo como el Concilio complementan dos imágenes, una con la otra: la del Pueblo de Dios con la del Cuerpo de Cristo. La primera subraya más el aspecto social e histórico de la Iglesia, la segunda la dimensión interna y vital que le da consistencia como Cuerpo. El mismo Concilio se encarga de integrar ambas figuras y de dar al aspecto societario del Pueblo también su carácter sacramental: -Este pueblo mesiánico tiene por cabeza a Cristo… La condición de este pueblo es la dignidad y la libertad de los hijos de Dios, en cuyos corazones habita el Espíritu Santo como en su templo- (LG 9b).

1.2.1 El Nuevo Pueblo de Dios. La Iglesia estaba en germen en Israel, es heredera de su misión y de sus promesas, pero lo supera ampliamente; por eso San Pablo llama a su asamblea –la Iglesia de Dios-, tal como se llamaba Israel. Como el Pueblo de la Antigua Alianza, el de la Nueva es ekklesía, esto es, “llamada” o “convocada”. El primer Pueblo fue elegido en vista de “preparar los caminos del Señor” para esta eclosión de salvación universal en Cristo manifestada en y realizada por medio de la Iglesia. Más aún, es doctrina común en los Padres que ya el germen de la gracia de Cristo crecía en el antiguo Pueblo de Dios (recuérdese que, a partir del pecado de nuestros primeros padres, no hay otra gracia sino la redención en Cristo). Hay, sin embargo, en el Nuevo Testamento muchos signos tanto de la continuidad con Israel como de superación en el Pueblo de la Nueva Alianza. He aquí algunos ejemplos:

1º. Respecto a la Ley: en el A.T. estaba escrita en piedra (más formal), en el N.T. lo está en los corazones (ley del amor). Por este motivo en el pensamiento de San

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Pablo pasa de ser ley de siervos, a la ley de hijos que la cumplen por espíritu filial en la libertad del Espíritu. El Apóstol llama la Ley antigua “nuestro pedagogo hasta Cristo” (Gál 3,24). 2º. La misión del antiguo Israel de hecho se limitaba a las tribus hebreas. Esto tenía por consecuencia una interdependencia radical entre sus instituciones civiles y religiosas; mientras que la Iglesia, con una misión y destino universal, debe distinguirse y mantener su independencia respecto a las instituciones de las naciones y su cultura. 3º. En la Antigua Alianza el Espíritu Santo obraba (ya lo hizo desde la creación), dando vida, inspirando la palabra de los profetas, santificando y guiando a Israel, como su divino artesano; en el Pueblo de la Nueva Alianza habita como en su templo, y actúa “como el alma” de un ser humano en el Cuerpo de Cristo. 4º. Tanto el Antiguo como el Nuevo Pueblo son peregrinos, pero con una gran diferencia: el primero caminaba primero hacia una tierra prometida en este mundo, y, una vez llegados a ella, hacia el cumplimiento de la promesa mesiánica. Habiendo venido el Mesías, ha enfocado a su propio Pueblo hacia un fin escatológico, hacia la resurrección y la vida eterna, término insospechado para los antiguos.

1.2.2. Respecto al paradigma. La imagen del Pueblo de Dios, sin otro elemento de control que lo delimite, corre el riesgo de volver a ser interpretada según el modelo de las sociedades terrenas, si bien la calificación “de Dios” le proporciona un matiz de tinte un poco indefinido, que puede ser de tipo vagamente teísta, o a lo más de estilo religioso. ¡Y costó tanto a la Iglesia despojarse de la tendencia a mirarse reflejada en un espejo de fabricación propia de las sociedades puramente humanas como es el de la “sociedad perfecta”! Sin quizá atreverse a utilizar esta expresión, hoy muy devaluada, de hecho

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inadvertidamente se sigue soñando en ella como en una utopía cuando se confunde el Pueblo de Dios con proyectos de una sociedad humana (que precisamente se imagina “perfecta”) como una sociedad sin clases, la lucha por la justicia, la elevación igualitaria de los pobres y marginados desde el punto de vista prevalentemente económico, la institución de un pueblo democrático, la lucha por los derechos de la mujer, etc. Todos estos fines son sin duda dignos de un ser humano; pero son consecuenciales e integrales respecto al establecimiento del Reino de Dios hacia el que marcha su Pueblo, y no los constitutivos esenciales en los que el Pueblo de Dios agote sus frontera, y a los que hubiese que subordinar la Palabra de Dios y la sacramentalidad de la Iglesia. Conviene aquí citar un párrafo de W Kaspeer, por largo que sea:

“Dificilmente se encontrará otro aspecto de la doctrina conciliar que haya sido malinterpretado tan básicamente como éste. Primero, se ha malinterpretado el pueblo de Dios (laos tou theou) en el sentido de una unión nacional política (demos), y consiguientemente se ha exigido una democratización de la Iglesia. Luego se ha interpretado el término pueblo como sinónimo de la expresión gente humilde, en contraposición al establishment. Sin embargo, pueblo de Dios en el sentido del Concilio Vaticano II no significa, por ejemplo, seglares o la base como diferente o incluso contrapuesto a “Iglesia jerárquica”, sino que significa el todo orgánico y estructurado de la Iglesia, el pueblo congregado en torno a su pastor y dependiente de él, como dijo San Cipriano”.

La novedad que distingue al Nuevo Pueblo del Antiguo, es precisamente el envío del Hijo de Dios a nuestra carne, como cima del proyecto salvador del Padre; pero no para

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otorgarnos dicha salvación como un don “desde fuera” de la humanidad elegida, sino asumiendo y elevando a los seres humanos hasta la misma fuente de la gracia, que corre “por dentro” como la sangre de Cristo por su propio Cuerpo. Y lo que distingue a la Iglesia como Pueblo de Dios, de cualquier otro tipo de sociedad o estructura sólo humana, es que, siendo Cuerpo de Cristo, es también ante el mundo su sacramento: por eso el modo de ser y el estilo de unidad que define este Pueblo no es e4l de nación, colectividad, organización, estado o sociedad, sino el de comunión.

2. Un pueblo sacerdotal

(LG 10-11, 31; PO 2b; AA 2b, 3ª; CEC 783-784)

Ningún Concilio había enseñado el sacerdocio universal de los fieles, antes del Vaticano II, doctrina que por cierto fue muy común entre los Padres de la Iglesia. Más tarde se descuidó, y Concilio de Trento incluso la obvió, ya que era un tema de batalla para los reformadores, con el cual querían desconocer la sacramentalidad del sacerdocio ministerial. Tal fue el descuido, que muchos católicos llegaron a rechazar esta verdad por confundirla con doctrina protestante. “El ataque de Lutero contra el sacerdocio jerárquico en nombre del sacerdocio de todos ha tenido como consecuencia que los teólogos católicos se hayan esforzado cabalmente en poner el acento sobre la jerarquía y hayan guardado, por desgracia, un silencio demasiado reservado a propósito del sacerdocio común”.10

2.1. Qué es el sacerdocio del Pueblo de Dios

Una dificultad para tratar el tema es la imprecisión de significado de la palabra sacerdote, que no se puede definir, sino que se debe penetrar en su sentido a partir de su finalidad y oficio. No sería justo deducir su

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acepción tomando como punto de partida el sacerdocio pagano. Un punto de arranque debe ser el Antiguo Testamento, pero advirtiendo que la Carta a los Hebreos lo declara enteramente superado (no negado) por el misterio pascual, de modo que el punto de referencia en el cristianismo debe ser necesariamente el sacerdocio de Cristo. Yahvé eligió a Israel “a fin de que sea para mí un pueblo de sacerdotes y una nación santa” (Ex 19,6; ver Is 61,6; 2 Mac 2,14). Todo el pueblo hebrero fue, pues, sacerdotal por vocación en su propia estructura; y, sin embargo, de entre el pueblo fue llamada una clase sacerdotal especial, con un ministerio exclusivo y un sacerdocio diverso de aquel del que participaban todos sus hermanos, con oficio de ofrecer el sacrificio, interceder por los fieles y ser mediador entre Dios y su Pueblo.

En Éxodo se inspira el más importante texto del N.T., que se encuentra en la 1ª Carta de Pedro (que parece ser una predicación bautismal): “Acercaos a Él, piedra viva, desechada por los hombres, pero elegida, preciosa ante Dios. También vosotros, cual piedras vivas, entrad en la construcción de un edificio espiritual, para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, aceptos a Dios por la mediación de Jesucristo” (1 Pe 2,4-5). El Concilio también cita Ap 1,6: -(Cristo) hizo un reino de sacerdotes para Dios, su Padre- y alude a 5,9-10. Una atenta mirada a 1 Pe nos hace caer en la cuenta de que el Apóstol dice a los bautizados que han recibido al Espíritu Santo para construir un templo con su mismo cuerpo (es decir, con su propia persona, según el sentido hebreo del vocablo) como –piedras vivas-: ésta es, a partir de Pablo, una imagen común para significar la Iglesia, con un matiz de sacralidad. Y han sido elegidos para “un sacerdocio santo” en este

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“edificio espiritual”, y les asigna dos funciones: “para ofrecer sacrificios espirituales” (v.5) y “para anunciar las alabanzas de Aquel que os ha llamado de las tinieblas a su luz admirable” (v.9). Este segundo oficio es más de orden profético, pero en la línea de Malaquías “Los labios del sacerdote guardan la ciencia, y la Ley se busca en su boca, porque es el mensajero de Yahvé Seabaoth” (Mal 2,6).

La palabra griega de la Biblia hiereús (sacerdote) significa el que hace algo sagrado (semejante al sacerdos latino: “el que da lo sagrado”). Es oficio suyo también ser mediador y pregonero de las alabanzas de Dios. Ya esta etimología nos ayuda a comprender la finalidad que el Concilio nos ayuda a comprender la finalidad que el Concilio señala al sacerdocio de todos los fieles. ¿Cómo vive cada fiel su sacerdocio participando en el de Cristo?. El Concilio indica múltiples maneras, tan amplias que los límites del libro no nos permiten sino ofrecer algunos ejemplos. En realidad sus perspectivas son inagotables:

*El más elevado, y cumbre de todo nuestro sacerdocio es el ofrecimiento de la Eucaristía, que es el sacrificio de Cristo y de todo su Cuerpo, que es la Iglesia, sobre lo que tenemos una multitud de afirmaciones doctrinales (ver LG 10ª, SC 7bcd, 48; CEC 1368-1370). Y en la participación común del Cuerpo con Él (ver LG 7b, 11ª, 26ª; SC 106), es decir, la Iglesia. En ella el cristiano hace al Padre, junto con Cristo y la Iglesia, la oblación de su propia vida (ver PO 5c). Pero tenemos también muchos signos de la misma doctrina en la liturgia eucarística, por ejemplo: el presbítero que la preside siempre dice todas las oraciones en primera persona del plural (-te pedimos-, -te ofrecemos-), excepto las palabras del relato de la institución, porque en este caso

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el ministerio habla –in persona Christi-: es Cristo mismo, y no el Pueblo de Dios, quien por su Espíritu consagra su cuerpo y su sangre. Una de las invitaciones a orar, antes del prefacio: -Hermanos, oremos en el momento de ofrecer el sacrificio de toda la Iglesia-.

*Todos los cristianos estamos llamados a consagrar el mundo con nuestra actividad diaria, predicando de esta manera el Evangelio con un testimonio de vida que refleje a Cristo ante todos los seres humanos. Consagramos el mundo al Señor luchando por hacerlo más justo, movidos por la voluntad del Padre y nuestra oración de que –venga a nosotros tu Reino-. Así también estamos llamados a ser mediadores entre ellos y nuestro Padre intercediendo por todos nuestros hermanos continuamente, sobre todo en la Eucaristía (ejercitamos esta función sacerdotal, por ejemplo, en la oración comunitaria del Pueblo, tras la homilía y la profesión de fe).

*Finalmente proclamando las alabanzas del Señor y su Palabra, aunque este oficio se encuentre ya en las frontera de nuestra misión profética.

Nótese que el N.T. nunca denomina sacerdotes (hiereís) a los ministros del altar o a los dirigentes de la comunidad. El singular Sacerdote (hierús) está reservado a Cristo en la Carta a los Hebreos, y el plural sacerdotes a los del Antiguo Testamento, cuando habla de los ya superados por el sacerdocio de4 Cristo. También llama así a todos los cristianos cuando se refiere a la comunidad del Nuevo Testamento (es decir, precisamente, a los que participamos del sacerdocio de Cristo por el bautismo: ver Ap 1,6; 5,10; 20,6). Llamar sacerdotes a los obispos y presbíteros es un uso muy tardío en la Tradición de la Iglesia.

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2.2. Relación con el sacerdocio ministerial

proporcionalidad, es decir, que se predican de diversos sujetos de modo real y verdadero, pero de manera diferente en los diversos casos, de los cuales uno es el primario, y en los demás la predicación es verdadera en cuanto hacen referencia al primero. En el N.T. el único Sacerdote es Cristo (analogado primario); los demás lo somos de manera proporcional, es decir realmente, pero en diversa proporción, según la vocación a la que hemos sido llamados.11 Por eso, el Concilio es cuidadoso al distinguir el sacerdocio común de todos los fieles, del sacerdocio ministerial ordenado con un sacramento especial.12

Sin embargo, no los separa, sino que los integra en el servicio común a favor de todo el Cuerpo: -El sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial o jerárquico, aunque diferentes esencialmente y no sólo en grado, se ordenan, sin embargo, el uno al otro, pues ambos participan a su manera del único sacerdocio de Cristo- (LG 10b). Más aún, la Escritura nos enseña que –todo sumo sacerdote es tomado de entre los hombres (es decir de entre el pueblo sacerdotal) para ofrecer dones y sacrificios por los pecados- (heb 5,1), Lo mismo ha enseñado el Concilio: después de repetir la vocación de todos los fieles a participar por el bautismo en el sacerdocio de Cristo (ver OT 2ª), añade: -Ahora bien, el mismo Señor, con el fin de que los fieles formaran un solo cuerpo, en el que no todos los miembros desempeñan la misma función (Rom 12,4), de entre los mismos fieles instituyó a algunos por ministros, que en la sociedad de los creyentes poseyeran la sagrada potestad del orden para ofrecer el sacrificio y perdonar los pecados, y públicamente desempeñaran el oficio sacerdotal por los hombres en nombre de Cristo- (PO 2b).

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El ministro ordenado tiene como servicio propio consagrar a los fieles por medio de la predicación y los sacramentos, a fin de que éstos constituyan el Cuerpo de Cristo y el Pueblo de Dios; y en seguida en su oficio guiarlo en su vida cristiana hacia el fin que el Padre le ha asignado en la resurrección con Cristo. Ya estos tres ámbitos están señalando que de un modo especial el sacerdote ha sido ordenado para que toda su vida esté dedicada a realizar –in persona Christi-, a favor del Pueblo de Dios, el triple ministerio que el Padre encomendó a Cristo, de profeta, sacerdote y pastor. Como vimos arriba, no está separado el Pueblo sacerdotal, sino que sigue perteneciendo a él, sólo que con una vocación especial de dirección y presidencia.

Sobre la Eucaristía, por ejemplo, enseña el Concilio: “La sinaxis (=reunión) eucarística es el centro de toda la asamblea de los fieles que preside4 el presbítero” (PO 5c). Y, aunque la celebra toda la Iglesia representada en el Pueblo reunido, y se ofrece en sacrificio al Padre junto con Jesucristo y el presbítero que preside la predicación de la Palabra y las oraciones litúrgicas, sin embargo sólo toca a éste impersonar a Cristo en el relato de la institución, para consagrar las especies en virtud de la invocación del Espíritu Santo y las palabras del mismo Cristo (ver CEC 1357, 1375). También le toca representarlo para en su nombre conceder la absolución de los pecados. Como ministerio del sacerdocio del Señor, también es mediador entre Dios y su Pueblo, en representación de Cristo. Esta es, por ejemplo, la clave sacramental para ahondar en el significado de la Liturgia de las Horas, cuyo rezo está encomendado por la Iglesia a los ministros ordenados como una obligación de su ministerio: no es una oración privada, sino siempre litúrgica (aunque la rezase el presbítero en solitario),

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porque es la oración eclesial del mediador por su Pueblo.

3. Un Pueblo en marcha: su misión

(LG 17; AG; CEC 849-856)

El Pueblo de Dios es por naturaleza misionero; es decir, enviado. La palabra misión proviene de verbo latino mittere, que significa enviar. Es el equivalente latino del griego apostéllo, de dónde proviene el vocablo apóstol. Cuando confesamos nuestra fe en que la Iglesia es “una, santa, católica y apóstolica”, estamos diciendo que fue elegida y vive para una misión. Esto quiere decir que, si olvidase su misión, el Pueblo de Dios dejaría de ser Iglesia.

3.1. Motivos teológicos

El Concilio empezó la Constitución Lumen gentium (ver 2-4) señalando la Trinidad como el origen, medio y término de la Iglesia (“Ecclesia de Trinitae”). Ésta es, además, en la tierra, la imagen de aquélla. Ahora bien, aunque la Trinidad es eterna y está constituida por las relaciones interiores entre las tres Personas (ver el tratado de Dios uno y Trino), se ha manifestado en la historia humana mediante las misiones, que no tienen otro fin sino el proyecto salvador de los seres humanos.

“El hecho de proceder de la Trinidad le plantea a la Iglesia la exigencia constitutiva de la misión: la Ecclesia

De Trinitae es también la Iglesia en misión. Naciendo de las misiones divinas del Hijo y del Espíritu, la Iglesia en su actualización en el tiempo, la comunidad viva en la que, por la fuerza del Consolador, que nunca falla al pueblo santo de Dios, se hace presente Cristo para cumplir aquí y ahora su misión salvífica”.13

Para realizar su plan de salvación, el Padre (origen de

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todas las cosas y de toda la actividad divina) envió a su Hijo al mundo, y para consumar la obra de Jesucristo, Él y el Padre enviaron al Espíritu Santo. A su vez el Hijo y su Espíritu enviaron a los Apóstoles a llevar adelante la misión de Cristo, de donde surgió la Iglesia. Ésta no tiene otro sentido de existir, sino el mandato de Cristo, que especialmente se concentra en dos pasajes del N.T.: “Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en Judea y Samaria y hasta los confines de la tierra”. (Hech 1,8). “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros hasta el fin del mundo” (Mt 28,18-20). La misión de la Iglesia no tiene, pues, fronteras ni de espacio ni de tiempo, ni ésta puede subsistir sin aquélla: “La Iglesia peregrinante es, por naturaleza, misionera puesto que toma origen de la misión del Hijo y de la misión del Espíritu Santo, según el propósito de Dios Padre” (AG 2ª).

La responsabilidad de la misión recae sobre toda la Iglesia, es decir, sobre el Pueblo de Dios “convocado”, pues eso significa esta la palabra ek-klesía (“la convocada de”, la comunidad llamada de entre las naciones).

Esto quiere decir que nació de una vocación, es decir de una llamada para…” Así había sido convocado el Pueblo de Israel para una misión: ser un pueblo sacerdotal y nación santa en medio de las naciones: “para que narre las acciones de Yahvé y dé testimonio de ellas Sal 9,12; 96,3; 1015,1), para que convoque a las naciones (Sal 66; 117,1), porque Yahvé es el rey de todas las gentes y quiere establecer su señorío en toda la tierra (Sal 22,29;

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47,9; 96,10. 13; 98,9)”14

El Concilio señala con claridad la finalidad para la que esta comunidad ha sido convocada (es decir, hecha ek-klesía): “La Iglesia es en Cristo como un sacramento, o sea, signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano” (LG 1). Finalidad que repite de múltiples maneras en sus diversos documentos (ver LG 9ª).

Los Hechos de los Apóstoles nos marcan la pista de la misión que Cristo, por su Espíritu, encomendó a la Iglesia: una vez fundada ésta en una región, debe tomar a su cargo el enviar pregoneros de la fe para establecer y fortalecer nuevas Iglesias, y éstas últimas, a su vez, deben ser madres de nuevas Iglesias particulares; porque de la comunión de todas éstas dispersas en todo el mundo nace, como de la unión de sus miembros, el Cuerpo de Cristo, esto es la Iglesia. Por esto es católica, que por con siguiente ni siquiera existiría si no fuese misionera. Así como las Iglesias particulares nacieron de la misión, a partir de otras Iglesias que les comunicaron la fe, de la misma manera sólo pueden subsistir si a su vez la comunican: “La misión renueva la Iglesia, refuerza la fe y la identidad cristiana, da nuevo entusiasmo y nueva motivaciones. ¡La fe se fortalece dándola! La nueva evangelización de los pueblos cristianos hallará inspiración y apoyo en el compromiso por la misión universal” (RM 2c). Ahí mismo nos dice Juan Pablo II que el impulso misionero es siempre signo de vitalidad en la fe, así como su defecto lo es de crisis. Un teólogo descubre muy bien el principio que ha hecho brotar esta fe, que mana de su conciencia misionera:

“La Iglesia, sacramento de salvación para el mundo: es idea pone de manifiesto que la problemática de la Voluntad salvífica universal de Dios se puede

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expresar mejor y de un modo más realista sustituyendo el Modelo estático espacial –fuera del arca, el diluvio; fuera de las murallas de la ciudad, la muerte; fuera de La Iglesia, no hay salvación- por la idea dinámica de un proceso histórico donde el Espíritu de Dios está En acción y donde los seguidores de Jesús son un signo e instrumento de esta acción divina”.15

Por otra parte, ya hemos visto que, entre todos los elementos comunes que forman la comunión entre ellas (predicación de la Palabra, confesión de la misma fe, gracia de los sacramentos, preocupación pastoral por los problemas que surgen del respeto a la dignidad humana, etc.) el central y más importante es la celebración de la Eucaristía, que nos une con Cristo Cabeza y con los demás hermanos para formar un solo Cuerpo.16 La Eucaristía es, pues, misionera por naturaleza.

3.2. A quiénes toca y a quiénes se dirige la misión

Durante los siglos anteriores al Concilio se hicieron muy populares las “misiones”. En América Latina mucho se impulsó este espíritu a partir de Pío XII, que pidió su promoción de parte de todos los pastores y los fieles. De esta manera iniciaron los Congresos Misionales (COMLA) que se celebran periódicamente en nuestros continentes. Sin embargo, el Vaticano II amplió la mentalidad que era anteriormente tal común, de identificar “misiones” con algunos católicos (sobre todo sacerdotes y religiosas) que emigran de su propia tierra para ir a predicar el Evangelio e implantar la Iglesia en países o regiones donde no conocen a Cristo. A partir del Concilio la Iglesia ha contemplado la misión que el Señor le encomendó, desde nuevas perspectivas:

1ª Toda la Iglesia está en misión siempre y en todas partes. Por una parte sigue siendo verdadero que debe llevar el

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Evangelio y fincar la Iglesia ahí donde aún no ha llegado su anuncio (ahora suele llamarse este aspecto la “misión ad gentes”, es decir dirigida a las naciones, término que en la Escritura señalaba a quienes aún no pertenecían al Pueblo de Dios). Ciertamente esta misión es de primordial importancia. Sin embargo, es también misión suya ayudar a los fieles bautizados a ahondar en su fe y promover su vida cristiana. En una palabra, la misión de la Iglesia coincide con la de Cristo, su Cabeza. En efecto, la Iglesia ha sido enviada para procurar la salvación de todos los seres humanos (a “hacer discípulos a todas las gentes”: Mt 28,18) no sólo a “convertir” a quienes no conocer a Cristo: “El fin último de la misión no es otro que hacer participar a los hombres en la comunión que existe entre el Padre y el Hijo y el Espíritu de amor”. “La Iglesia, a quien esta verdad (que salva: 1 Tim 2,4) ha sido confiada, debe ir al encuentro de los que la buscan para ofrecérsela. Porque cree en el designio universal de salvación, la Iglesia debe ser misionera” (CEC 850-851; ver RM 10).

2ª La misión no es responsabilidad sólo de unos cuántos selectos miembros de la Iglesia, sino de todos y cada uno de quienes formamos el Cuerpo de Cristo, que por voluntad del Padre continúa la misión de su Cabeza. La responsabilidad de la misión no nos sobreviene por los votos religiosos o por la ordenación sacramental, sino por el bautismo: atañe, pues, a todos los bautizados, aunque a cada uno según la vocación a la que el Señor lo ha llamado. Bien lo expresa el Concilio cuando habla a los laicos: “Hay en la Iglesia diversidad de ministerios, pero una sola misión” (AA2b). A todo el Pueblo mesiánico se dirige el Concilio cuando dice: “Cristo, que lo instituyó para ser comunión de vida, de caridad y de verdad, se sirve también de él como de instrumento de la redención

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universal y lo envía a todo el universo como luz del mundo y sal de la tierra” (LG 9b).17

3.3. Campos a los que se extiende la misión

Este ámbito presenta problemas aún más complejos. En tiempos anteriores solía limitarse las misiones a la proclamación del Evangelio y a la catequización de los no creyentes, en materia estrictamente cultual y religiosa, con la común idea de que “el fin del hombre es salvar su alma”. Con frecuencia se tenían algunas obras de educación y de beneficiencia (como por ejemplo hospitales) vistos más como obras de caridad y misericordia (lo cual es del todo positivo), pero no como una parte necesariamente integrante del Evangelio, en cuanto éste nos exige impulsar la dignidad del ser humano y la justicia. En los últimos decenios la Iglesia advierte, cada día con mayor claridad, que la salvación que el Padre ofrece por Cristo a todo ser humano (hombres y mujeres), no se limita al “alma”, sino que se extiende a toda su persona. Este criterio debió haber quedado claro desde el tiempo de los Padres de la Iglesia, si no hubiese sido por nuestras debilidades y limitaciones.

Ya San Gregorio de Nacianzo había condensado en una frase lapidaria el principio de salvación que sirve como regla y norma a la correcta fe en Cristo: “Lo no asumido no es sanado: lo que está unido a Dios es lo que se salva”.18 Con este principio defendía la completa y total encarnación del Hijo de Dios, no por motivos teóricos, sino sobre todo porque de ello depende la total y completa salvación del ser humano. Tampoco proclamamos desde el bautismo: “Creo en la salvación del alma”, sino “Creo en la resurrección de la carne”. (Recuérdese que en la revelación bíblica la palabra “carne” indica todo el ser humano completo en su condición terrena: “El verbo se

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hizo carne”: Jn 1,14, quiere decir un hombre completo). La resurrección, que es el término de nuestra esperanza (cuyo logro escatológico es el fin de la misión de la Iglesia) no se aplica al alma, sino al ser humano en su total realidad, tal y como existe en la historia y en sus circunstancias concretas.

En repetidas ocasiones y de múltiples maneras el Concilio insiste en que la misión de la Iglesia, si bien parte del ser “el sacramento de salvación para todos los hombres”, llega necesariamente a serlo también “de la unidad del género humano” (LG 1). Especialmente amplía los campos de la actividad evangelizadora en AG 8, en GS 1 y en muchos párrafos de esta última Constitución Pastoral, por ejemplo en n. 3ª: “Es la persona del hombre la que hay que salvar. Es la sociedad humana la que hay que renovar. Es, por consiguiente, el hombre; pero el hombre todo entero, cuerpo y alma, corazón y conciencia, inteligencia y voluntad, quien será el objeto central…” Y, después de haber desarrollado en los siguientes capítulos los temas correspondientes a: 1º “La dignidad de la persona humana”. 2º. “La comunidad humana”. 3º. “La actividad humana en el mundo”, dedica el 4º. A la “Misión de la Iglesia en el mundo contemporáneo”, que explicita con las siguientes palabras:

“Nacida del amor del Padre Eterno, fundada en el tiempo por Cristo Redentor, reunida en el Espíritu Santo, la Iglesia tiene una finalidad escatológica y de salvación, que sólo en el siglo futuro podrá alcanzar plenamente”. “Al buscar su propio fin de salvación, la Iglesia no sólo comunica la vida divina al Hombre, sino que además difunde sobre el universo mundo, en cierto modo el reflejo de su luz, sobre Todo curando y elevando la dignidad de la persona, consolidando la firmeza de la sociedad y dotando A la actividad diaria

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de la humanidad de un sentido y un significado más profundos” (GS 40bc).

Pablo VI, en su exhortación apostólica Evangelii nuntiandi (ver EN 26 y 27) pone como el centro de la evangelización, el anuncio a todos los seres humanos acerca de la revelación que Dios ha hecho de sí mismo por medio de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo. Pero adelante añade los elementos integrales de esta salvación, cuyo anuncio y promoción incompletos constituirían una infidelidad al Evangelio. El papa apunta muy claras las dos posibles deficiencias en la misión por las que, en el mundo actual, los cristianos corremos el riesgo de ser infieles a la misión de la Iglesia:

1ª La primera es la de intentar predicar un Evangelio desencarnado, tal vez con un sano afán de “salvar las almas”, pasando por alto que el Hijo de Dios tomó carne como la nuestra para salvar nuestra carne, es decir, todo lo que somos como seres humanos. La finalidad de la creación del hombre no está en absoluto desarticulada del plan de salvación, en la voluntad del Padre; y éste es el Creador, no sólo del alma, sino de todo el ser humano, con todos sus elementos espirituales y materiales.19

“La evangelización no sería completa si no tuviera en cuenta la interpelación recíproca que en el curso De los tiempos se establece entre el Evangelio y la vida concreta, personal y social del hombre. Precisamente por esto la evangelización lleva consigo un mensaje explícito, adaptado a las diversas situaciones y constantemente actualizado, sobre la vida familiar sin la cual apenas es posible el progreso personal, Sobre la vida comunitaria de la sociedad, sobre la vida internacional, la paz, la justicia, el desarrollo: un Mensaje, especialmente vigoroso en nuestros días, sobre la liberación” (EN 29).20

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Esta deficiencia tiene su origen en una falla de formación de muchos cristianos (incluidos muchos presbíteros y obispos) respecto al plan salvador del Padre por Jesucristo, demasiado reducido a un cartabón de tipo “espiritualizante”, que se basa en una dicotomía muy radical (sea de tipo platónico, sea de cuño cartesiano) entre el cuerpo y el alma, con una especie de menor estima del primero (lo que no está muy lejos de la mentalidad sectaria gnóstica), para cargar todo el valor de la persona humana sobre la segunda. También en este caso, como cuando advertimos cualquier otra confusión en la fe cristiana, en el fondo descubrimos una deficiencia en la fe cristológica: sin negar teóricamente la encarnación del Hijo de Dios, por demasiado tiempo de hecho su humanidad (sin negarla) quedaba relegada a un segundo plano tanto en el ejercicio de la vida espiritual como en el estudio teológico.21 Debemos corregir un semimonofisismo que en la Iglesia hemos vivido por demasiados siglos de manera práctica e inconsciente.

2ª. La segunda va al extremo opuesto: pasar por alto el anuncio explícito del Evangelio, del ser de Dios y de sus promesas de salvación (no las nuestras) que culminan en la resurrección de la carne con su Hijo; y en cambio poner la finalidad del Evangelio en otros bienes humanos, individuales y sociales, pero sólo de tipo terreno. No es que se niegue a Jesucristo o su Evangelio; sino que se les toma en la práctica como “puntos de referencia” (casi diría como puntos de comparación), y no su anuncio explícito como la raíz de donde parte toda la misión, así como su savia que la alimenta y la fuente de energía que le da impulso.

“No (se proclama) una salvación puramente inmanente a medida de las necesidades materiales o

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incluso Espirituales que se agotan en el cuadro de la existencia temporal y se identifican totalmente con los deseos, Las esperanzas, las luchas temporales, sino una salvación que desborda todos estos límites para realizarse En una comunión con el único Absoluto, Dios, salvación trascendente, escatológica, que comienza ciertamente en esta vida, pero que tiene su cumplimiento en la eternidad” (EN 27).

Esta segunda deficiencia brota de muchas raíces que tienen en común el buen deseo de entre muchos cristianos, de corregir la falla anterior, volviéndose con urgencia a la transformación cristiana del mundo. Fin de suyo bueno, corre el peligro, según lo ha advertido Pablo VI, de dejar apresuradamente de lado (sin negarla propiamente) la reserva escatológica del Evangelio y por consiguiente de la misión de la Iglesia. Bien lo expresa un teólogo de nuestra época: “La Iglesia no puede renunciar a su envío misionero y religioso, si no quiere renunciar a su identidad. Por ello, hay que distinguir entre evangelización y sus implicaciones. Sólo así puede el cristiano y su diferencia con otras ideologías”.22

Sin embargo, fácilmente saltan a primer plano una serie de verdades que ciertamente integran el Evangelio, pero se han mantenido por mucho tiempo en la penumbra. Corren el peligro, de momento, de sobreponerse con su brillo, hasta opacarla, sobre la tarea evangelizadora cuyo contenido explícito y primario es la revelación por Cristo en el Espíritu, sobre quién es Dios y sobre su plan salvador, también realizado por Cristo en el Espíritu, a favor de los seres humanos. Sin poder hacer en un breve libro de texto un análisis adecuado, y mucho menos exhaustivo, apuntamos algunas de ellas:

Hoy se valora mucho la presencia del Verbo en los seres humanos, en su historia y en sus obras, como en las

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diversas culturas. Por lo mismo, para muchos cristianos su misión se limitaría a promover éstas últimas, para que se desarrollen en su pureza, y se prepare de esta manera al pueblo a fin de que el Verbo realice en él su obra latente. Tal vez estas personas no advierten que se han detenido en el plano de la creación, ciertamente legítimo; pero, aun llamándose cristianos, no han dado aún el paso firme para introducirse de lleno en el misterio de la encarnación. Tal vez sobreponen, hasta confundirlos, el plano de la creación con el de la redención. Estos cristianos muchas veces recurren al conocido pensamiento de San Justino Mártir, quien, en la relación tan estrecha que tuvo con los más exquisitos ejemplos de sabiduría pagana, descubrió en ellos al Lógos spermatikós (“el Verbo en semilla”). Siendo cierto este descubrimiento del Santo Mártir, sin embargo le es ajena la conclusión que de su principio sacan muchas personas. Porque, para él,

“El Verbo de Dios es su Sabiduría. Por medio de Él, y según Él, el Padre creó todas las cosas y en particular al hombre. Ese mismo Verbo de Dios se ha comunicado parcialmente a los filósofos y hombre justos en forma de semillas del Verbo; pero aún los más grandes filósofos y hombres Justos se han equivocado en cosas básicas y se han contradicho, porque no tenían la plenitud de la revelación. Pues sólo en su encarnación encontramos al Verbo plenamente comunicado; de Manera que siendo el Hijo quien por voluntad de Dios revela al Padre, quien no aceptase su mensaje sino que se mantuviese en la sabiduría de los pagano, en realidad rechazaría al Verbo, aunque Dijese aceptarlo por la sabiduría natural. Él se ha encarnado para revelarse a todos, judíos, griegosy paganos, de manera que en ningún otro sino en Él pusiésemos todos la esperanza”.23

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Otro elemento de reducción proviene de algunas enseñanzas del Concilio, que son ciertamente verdaderas, pero que deben leerse sin sacarse de su contexto de referencia: por ejemplo, es legítima la autonomía de las realidades terrestres que tiene su origen en el hecho de que éstas por Dios mismo fueron creadas y dotadas con sus propias leyes (ver GS 36): para ciertos fieles, llevar el Evangelio que culmine en la implantación de la Iglesia, sería una adulteración de tales valores autónomos. Por eso algunos creen que una persona debe dar su testimonio cristiano simplemente respetando dicha autonomía y ayudándola a desarrollarse. Pero esto último es quedarse, como dijimos de los anteriores, en el solo plano de la creación, en una especie de “estado paradisiaco”, olvidando la realidad histórica del pecado que ha tenido necesidad de redención, y por lo mismo en transformación por el Evangelio en una existencia nueva, encaminada en la escatología a la resurrección en Cristo.

También es verdad que el Concilio ha descubierto en las religiones no cristiana (monoteístas como el judaísmo y el Islam, o no monoteístas, como las religiones hindúes), una serie de valores humanos y aun divinos que proceden de una especie de “revelación natural” desde la creación. Ciertamente estos hermanos comparten con nosotros un mismo origen y un mismo destino (ver NAe 1-2). Si el mundo fue hecho por Dios, sin duda conservan una gran reserva de elementos divinos de los que nos conducen de modos diversos hacia el Creador. El Vaticano II afirma incluso que “la Iglesia católica nada rechaza de lo que en estas religiones hay de verdadero y santo. Considera con sincero respeto los modos de obrar y de vivir, los preceptos y doctrinas que, aunque discrepan en muchos puntos de lo que ella profesa y

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enseña, no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres” (NAe 2b; ver LG 15-16). Muchos temen que la predicación explícita del Evangelio pudiera faltar al respeto, de alguna manera, a dichos valores que son ciertamente dones de Dios. No caen en la cuenta de que no se trata de destruirlos, sino de completarlos y elevarlos. El mismo Concilio les da la respuesta: “(La Iglesia) anuncia y tiene la obligación de anunciar constantemente a Cristo, que es el camino, la verdad y la vida (Jo 14,6) en quien los hombres encuentran la plenitud de la vida religiosa y en quien Dios reconcilió consigo todas las cosas”.

4. Al servicio del Reino de Dios

(LG 3 y 5; CEC 541-553)

También podemos afirmar con el Concilio que la misión de la Iglesia no es otra que colaborar con Cristo resucitado en la implantación del Reino de Dios (ver DI 18). Al tratar de su origen Trinitario, hablando del Hijo, la Iglesia nos dice “Cristo, en cumplimiento de la voluntad del Padre, inauguró en la tierra el reino de los cielos, nos reveló su misterio y con su obediencia realizó la redención, La Iglesia o reino de Cristo, presente actualmente en misterio, por el poder de Dios crece visiblemente en el mundo” (LG 3; RM 12-20). Poco más adelante, reflexionando sobre su propio origen, descubre: “El misterio de la Iglesia se manifiesta en su fundación. Pues nuestro Señor Jesús dio comienzo a la Iglesia predicando la buena nueva, es decir, la llegada del reino de Dios prometido desde siglos en la Escritura… (Mc 1,15; Mt 4,17). Ahora bien, este reino brilla entre los hombres en la palabra, en las obras y en la presencia de Cristo” (LG 5).

4.1. La misión de Jesús en el Reino de Dios

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“Jesucristo tuvo como centro de toda su vida (predicación, obras, oración, signos y milagros), el Advenimiento del Reino de su Padre en medio de su pueblo. Poco a poco, conforme se desarrollaba La conciencia humana de su ser que él era desde el principio, y de su misión, y la manifestaba progresivamente a sus discípulos, fue preparando el camino para que éstos comprendieran que él mismo era quien hacía presente en su propia persona y actividad el Reino de Dios que éste había decidido poner en sus manos. Tras la resurrección de Jesús, el kerigma fundamental de la Iglesia predica que “Dios lo ha constituido Señor y Cristo” (Hech 2,36), y los discípulos inspirados por el Espíritu Santo, confesaron: “Jesús es el Señor” (Flp 2,11), y reconocieron que el Padre había puesto en sus manos todas las coas El Reino de Dios es, para los cristianos, el Reino de su Hijo en la carne y resucitado”.24

En efecto, la oración que Jesús enseñó a sus discípulos como la propia de sus seguidores, tiene como eje central “venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad” (Mt 6,10). En la exhortación a la vida cristiana, les dio como principio básico: “Buscad el Reino de Dios y su justicia” (Mt 6,33. “Buscar la justicia” no tenía para un hebreo de su tiempo un sentido vago: sino que significaba acatar en todo la voluntad de Yahvé y actuar, por tanto, conforme a la Ley de la Alianza. Al predicar, Jesús enseñaba que el Reino de Dios es de los pobres (ver Mt 5,3; Lc 6,20): en ellos el Señor reina, porque Él es su única roca, fortaleza y esperanza; no tienen a nadie ni nada en que confiar, y así su corazón le está enteramente abierto.

Pero de modo especial predicó el Reino en sus parábolas y lo realizó en sus signos y milagros (ver LG 5). En las parábolas agrícolas Jesús reveló sobre todo un aspecto escondido del Reino: éste es una gracia, un don que

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viene del Padre. Él reina gratuitamente sobre aquellos que ha elegido. En las parábolas escatológicas enseñó que la plenitud del Reino sólo se realizará al final de la historia, pero esta vida es el camino necesario: el hoy es el tiempo de discernimiento y de lucha por establecer el Reino; la segunda venida del Señor será el tiempo del juicio y del cumplimiento. También al instituir la Eucaristía como alimento del caminante hacia el Reino, Jesús contempló el Reino de su Padre en su dimensión escatológica bajo la imagen de un banquete (ver Lc 22, 14-16).

También los milagros de Jesús son signos del Reino. Como Yahvé en el Antiguo Testamento, así Jesús en el Nuevo ejercita el poder que como Hijo ha recibido del Padre, a favor de la salvación de todos los seres humanos. Los milagros son acciones de soberanía sobre la naturaleza, sobre la enfermedad y sobre la muerte, signos que indica el cumplimiento de la promesa mesiánica hecha por el Dios soberano Universal, de liberar la raza humana de toda esclavitud. Es decir, la liberación que Cristo nos ha ofrecido para establecer el Reino del Padre es del pecado y todas sus consecuencias, ya que el pecado es la raíz y origen de toda esclavitud. Por eso Jesús tomó ocasión de varios milagros para usarlos como signo de su dominio sobre el pecado (ver Mc 2,5; Mt 9,2; RM 14c).

Parece extraño que, habiendo invadido la predicación y actividad de Jesús a favor del Reino toda su vida pública, después de su resurrección este tema directo haya casi desaparecido de la boca y actividad de los discípulos, pues muy raramente el resto del Nuevo Testamento (fuera de los Evangelios) lo menciona. Es que a la luz de la muerte y resurrección de Jesús, los apóstoles advirtieron que el Reino del Padre había tomado cuerpo

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en su Hijo resucitado (ver RM 16ª), y de esta conciencia brotó el título divino con el que desde ese momento lo invocaron: “A este Jesús que habéis crucificado, Dios lo ha constituido Señor y Cristo” (hech 2,36): “Cristo murió y volvió a la vida para eso, para ser Señor de vivos y muertos” (Rom 14,9). Así los proclamaron los primeros himnos cristianos: “Y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria del Padre” (Flp 2,11). Los apóstoles ya no proclaman, como los judíos, la fe en un solo Hayvé, sino en “un Dios Padre del que proceden todas las cosas, y un solo Señor, Jesucristo” (1 Cor 8,5-6)

Por eso predicaron y siempre tenían en la boca ya no el Reino de Dios, sino el Señorío de Cristo, en cuyas manos el Padre había puesto su Reino.25 Esta es una verdad muy común en los inicios de la Iglesia. Un signo de excepcional valor es el título con el que Origenes llamó a Jesús resucitado: “autobasileía toú Theoú” (“el Reino mismo de Dios”).26 En nuestros tiempos el Papa Juan Pablo II recordó esta antigua doctrina:

“Jesús en persona es la “Buena Nueva”, como Él mismo afirma al comienzo de su misión en la sinagoga de Nazaret, aplicándose las palabras de Isaías relativas al Ungido, enviado por el Espíritu del Señor (cf. Lc 4,14-21), Al ser Él la “Buena Nueva”, existe en Cristo plena identidad entre mensaje y mensajero, entre el decir, el actuar y el ser” (RM 13ª).

4.2. La misión de la Iglesia en el Reino de Dios

La Iglesia no tiene ninguna misión respecto al Reino de Dios, que fuese sólo de ella o de ella misma brotase; sino porque fue llamada, convocada y fundada para llevar adelante, durante la vida histórica de la humanidad, la misma misión de Cristo. Y la tiene sea por la voluntad del Padre que la eligió, del Hijo que la convocó y del

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Espíritu Santo que la envió, sea porque es el Cuerpo de Cristo, que forma una perfecta unidad mística con su cabeza. Es por eso evidente que el sacramento del Reino de Dios por excelencia es la Eucaristía, que construye la Iglesia en torno a Cristo y la envía (“Missa”) al mundo.

Por mucho tiempo algunas teologías identificaron el Reino de Dios con la Iglesia. Se debió a que se restringió el sentido de la Iglesia al cuerpo estructurado y jurídico que la hacia visible en este mundo; y, además, porque muchos sostuvieron en un sentido muy estricto y excesivo que así debía entenderse el dicho de San Cipriano y de Orígenes: “Fuera de la Iglesia no hay salvación”: es decir, fuera de este cuerpo societario.

El Vaticano II usa una expresión que parecería también identificarlos: “La Iglesia o reino de Cristo, presente actualmente en misterio, por el poder de Dios crece visiblemente en el mundo (LG 3). Pero para poder entenderla en su sentido propio, debemos colocarla dentro del contexto de la teología que arrancó del Concilio.27 Éste no identifica simplemente la Iglesia total Cuerpo de Cristo con la Iglesia que hoy y aquí conocemos como la Iglesia católica, en el sentido jurídico.28 Podemos partir de la amplitud de significado que da a la Iglesia LG8: “La sociedad provista de sus órganos jerárquicos y el Cuerpo místico de Cristo, la asamblea visible y la comunidad espiritual, la Iglesia terrestre y la Iglesia enriquecida con los bienes celestiales, no deben ser consideradas como dos cosas distintas, sino que más bien forman una realidad compleja que está integrada de un elemento humano y otro divino”. Y poco adelante añade: “Esta Iglesia, establecida y organizada en este mundo como una sociedad, subsiste en la Iglesia católica…”

Así pues, por analogía la Iglesia puede llamarse el Reino de Dios en cuanto éste subsiste en ella, no en el sentido

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de que sea idéntica a ella o se agote en ella, sino que su misión es extenderlo (ver DI 19). Subsiste en ella porque trata de vivir el Evangelio tal y como Cristo lo predicó a fin de establecer el Reino de su Padre, y se esfuerza por colaborar con su Señor a que el Padre reine en el mundo, incluso en las estructuras y en los ambientes que jurídicamente quedan fuera de ella. Pero no agota el sentido del Reino, que es mucho más universal que ella: Dios reina también fuera de sus límites societarios, como en muchas ocasiones lo reconoció el Concilio. Por eso el documento de Puebla, tratando de hacer viva la doctrina del Vaticano II en nuestro continente, reconoció:

“El mensaje de Jesús tiene su centro en la proclamación del Reino que en El mismo se hace presente y viene. Este Reino, sin ser una realidad desligable de la Iglesia (LG 8ª), trasciende sus límites visibles. Porque se da en cierto modo donde quiera que Dios esté reinando mediante su gracia y su amor, Venciendo el pecado y ayudando a los hombres a crecer hacia la gran comunión que les ofrece en Cristo. Tal acción se da también en el corazón de hombres que viven fuera del ámbito perceptible de La Iglesia” (Pue 226).

En efecto, el Magisterio de las últimas décadas reconoce la amplitud de la obra divina en el mundo. El Padre es “Pantokrátor” (=”Soberano Universal”, es decir, Rey del universo) por motivo de la creación, como lo confesamos en el Credo.29 Por los mismo se extiende a todas las cosas hechas, al cosmos, a los seres humanos y a la historia. Pero la revelación cristiana va más adelante: este Reino de Dios no se ha desintegrado, pero sí es continuamente bloqueado y oscurecido por la realidad histórica del pecado. En este punto entra el plan de la redención, para realizar la cual el Hijo de Dios se hizo

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hombre. No para sustituir el plan divino de la creación, sino, al contrario, para hacerlo real y llevarla a sus consecuencias. Jesús no trató de establecer el Reino como si no existiese (de hecho para este fin fueron elegidos los Profetas, y el A.T. está lleno de su proclamación); sino para hacerlo presente entre los hombres pecadores, que por sus culpas le ponen trabas: tomó como su misión hacerlo real entre los seres humanos. Vino a integrar a éstos entre sí, con todo el cosmos y a cada uno consigo mismo, según la voluntad de su Padre.

Por este motivo la misión a favor del Reino desborda la Iglesia-institución, y por supuesto el ámbito privado de la fe y de la gracia, aunque las supone. La Iglesia, con todos sus elementos visibles (liturgia, sacramentos, predicación, jerarquía, trabajo a favor de los derechos humanos, de la justicia social, etc.) es servidora del Reino.

4.3. El ámbito del Reino

Sin la misión que continúe en el mundo la de Cristo, que vino a instaurar en este mundo pecador el Reino de su Padre, la Iglesia no tiene sentido; ni pasa de ser, si se limita a los aspectos cultuales y deficientemente llamados “espirituales”, una religión más a semejanza de las paganas; y si se restringe a las obras de transformación social para crear una situación de mejor justicia, no supera los límite de una asociación humanitaria con una cierta inspiración religiosa. Sólo es fiel a su misión si su objetivo es predicar el Evangelio, y hacerlo vida entre los seres humanos con todas sus consecuencias.

Por eso, respecto a su vitalidad en los individuos, Juan Pablo II escribe: “La liberación y la salvación que el Reino de Dios trae consigo alcanzan a la persona humana en su dimensión tanto física como espiritual” (RM 14c). Y

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poniendo a los seres humanos en su dimensión social, frente a sus hermanos, afirma:

“El Reino tiende a transformar las relaciones humanas y se realiza progresivamente, a medida que los hombres aprenden a amarse, a perdonarse y a servirse mutuamente… Por tanto la naturaleza del Reino es la comunión de todos los seres humanos entre sí y con Dios. El Reino interesa a todos:

A las personas, a la sociedad, al mundo entero. Trabajar por el Reino quiere decir reconocer y -Favorecer el dinamismo divino, que está presente en la historia humana y la transforma. Construir El Reino significa trabajar por la liberación del mal en todas sus formas. En resumen, el Reino de -Dios es la manifestación y la realización de su designio de salvación en toda su plenitud”(RM 15).

En cuanto al ámbito del Reino y su realización en la tierra, encontramos en muchos miembros de la Iglesia los mismo extremos que observábamos al reflexionar en su misión:

a) En un primer extremo puede situarse una vieja mentalidad no superada, semejante a la que ya indicamos arriba al hablar de la misión, de confundir el Reino de Dios con las instituciones de la Iglesia visible, puestas al servicio de una visión muy intimista del hombre religioso. En la práctica pastoral, en muchos casos, el buscar el Reino se limita a una dimensión restringida al ser íntimo del individuo, a lo que muchos tendrían como “el bien espiritual”, pensando sólo en “la salvación del alma” de los cristianos individuales.30 Ni el Vaticano II, ni la exhortación apostólica Evangeli nuntiandi, ni el Magisterio de Juan Pablo II, ni las encíclicas sociales en conjunto avalarían esta mentalidad, que no puede

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resistir el examen de una teología católica seria.31 Sin embargo, puede contar con la complicidad de la vieja rutina y de una indisposición crónica, propia de muchos elementos de la Iglesia en todos sus estamentos, para afrontar los cambios necesarios de modos de pensar, de actuar y de instituciones enquilosados.32 Considerados los siglos en que ha privado una mentalidad y una práctica semejantes, ésta es tal vez la actitud más extendida.

b) En el extremo opuesto se hallan muchos otros enfoques del Reino de Dios, a los que Juan Pablo II llama “no siempre en sintonía con el sentir de la Iglesia” (RM 17a), más extendido actualmente. Suelen tener en común el estar muy atentos al plan universal del Dios Creador, tratando de establecer su Reino en todas las relaciones humanas, pero con frecuencia descuidan el anuncio explícito del Evangelio y de la salvación en Cristo, los que no se tienen sólo como un punto de inspiración y de referencia. El papa alude a dos modelos de este reduccionismo, pero hemos de reconocer que esto son ejemplos, y no agotan todas las posibilidades:

1º Grupos cristianos inspirados en un concepto de salvación y de misión puramente “antropológicas” en forma reductiva, están “centrados en las necesidades terrenas del hombre”. En este caso “el Reino tiende a convertirse en una realidad plenamente humana y secularizada, en la que sólo cuentan los programas y luchas por la liberación socioeconómica, política y también cultural, pero con unos horizontes cerrados a lo trascendente” (ibid.). 2º Un “reinocentrismo” (de inspiración genéricamente religiosa), que, afirmando justamente que “la Iglesis es para los demás”, así como lo es Cristo, de hecho vacíen esta verdad de su real significado para convertirla en instrumento de sus

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proyectos ideológicos humanos; de modo que restrinjan la misión cristiana, más aún católica, y la hagan coincidir con la promoción de lo que consideran “los valores del Reino”, como son la paz, la libertad, la fraternidad y la justicia (Ibid.)

De frente a ambos tipos tan limitados de concepciones del cristianismo, la encíclica de Juan Pablo II indica los siguientes principios que disciernen la mentalidad legítimamente cristiana: 1aEl Reino de Dios que conocemos por la revelación, no puede separarse de Cristo y de la Iglesia (ver RM 18ª). 2oEl Reino de Dios no puede ser una ideología, así como no es un ámbito terreno como un territorio, ni puede limitarse a proyectos históricos, así como no es justo encerrarlo en los límites de una pretendida salvación individual: “No es un concepto, una doctrina o un programa sujeto a libre elaboración, sino que es ante todo una persona que tiene el rostro y el nombre de Jesús de Nazaret, imagen del Dios invisible (RM 18b)

5. Un Pueblo escatológico

(LG 48-51; CEC 954-959)

Así como no se puede identificar sin más la Iglesia con el Reino de Dios, así tampoco se debe confundir su estado actual e histórico con la Iglesia total. Un día sí se identificarán, cuando todo el mundo y la humanidad se hayan consumado en Cristo. Entretanto, la Iglesia está al servicio del Reino de Dios, apenas iniciado aquí en la tierra, a fin de que un día sea completo en la casa del Padre. De la misma manera podemos decir que la Iglesia, como la vivimos en la historia, va en camino de su propia elevación y absorción en la Iglesia celeste.

5.1. Constitución escatológica de la Iglesia 33

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Ante todo debemos decir que el Vaticano II ha ofrecido desde el inicio de LG una imagen de la Iglesia que supera con mucho la que comúnmente predominaba en los últimos siglos. Nos habla, por ejemplo, de la “Iglesia desde Abel” (tema tan común en los antiguos Padres, pero bastante descuidado desde el Medioevo), hasta su perfecta34 realización en la gloria del Padre. Este es también el sentido más profundo de “la comunión de los santos”: “la unión de los peregrinos con los hermanos que ya durmieron en la paz de Cristo, de ninguna manera se interrumpe, antes bien, según la constante fe de la Iglesia, se fortalece con la comunicación de los bienes espirituales” (LG 49). Es decir, la Iglesia completa, como una comunión histórica de seres humanos que se desarrollan en el tiempo hacia una plenitud, está constituida por varias etapas: 1aLa “Iglesia desde Abel” en el Antiguo Testamento, que prefigura la de Cristo. 2aLa Iglesia de Cristo peregrina en este mundo hacia la casa (y verdadero templo) del Padre. 3aLa Iglesia consumada y celeste, la única que será real y verdaderamente universal, en la cual se reunirán en un solo Cuerpo de Cristo todos los elegidos, formada por aquellos a quienes el Padre “conoció de antemano y predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que fuera Él el primogénito entre muchos hermanos” (Rom 8,29; citado en LG 2).

Así pues, la estructural y jurídica que ahora vivimos es una etapa transitoria y peregrinante hacia una meta. No es una Iglesia “absoluta”, sino una Iglesia servidora de la definitiva en Cristo. Esta verdad no la desprecia en el sentido de que la convierta en uno de tantos caminos entre los que uno pueda escoger para llegar a una misma meta (es decir, de ninguna manera invita a un relativismo religioso). Es verdad que se salvarán, y formarán la

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Iglesia definitiva en el Reino del Padre, no sólo quienes pertenezcan jurídicamente a la Iglesia católica (ver el desarrollo más amplio del tema en el cap. XII); pero también es cierto que sólo llegamos a la casa del Padre cumpliendo su voluntad (hasta donde humanamente nos es posible conocerla a cada persona), y ésta ha sido la d enviar a su Hijo para establecer su Iglesia en el mundo a fin de que sea “en Cristo como un sacramento, o sea signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano” (LG 1).

Es decir, esta Constitución Dogmática prevé la existencia, hasta el fin del mundo, de una parte de la humanidad (diversa en proporción en cada época histórica) de personas que no conocen a Dios tan completamente como quienes hemos tenido la gracia inmerecida de ser evangelizados; y de un Pueblo convocado (=Iglesia) por el Señor, es decir, con la vocación para una misión, que es llevar adelante la de Cristo como salvador del mundo. Es verdad que, tratándose de una vocación (es decir de un llamado), la respuesta es libre; lo cual no significa que cada uno pueda realizar su meta como le plazca (pues ser libre necesariamente significa también ser responsable y tener que dar cuenta de sus actos), sino como ha sido llamado. El único totalmente libre es el Padre al llamarnos, que nos elige en Cristo por su Espíritu. De nuestra parte, la libertad en la respuesta es libre no en el sentido de que cada uno pueda hacer lo que mejor le parece, sino en cuanto es obedencial, es decir, con la obsequiosa acogida de un hijo respecto a la voluntad de su Padre (ver Rom 8, 14-15; Gál 5,1); no es que se tenga que “soportar esta llamada de Dios como si fuese la carga de un esclavo.

Lo antedicho nos lleva a un tema muy común en los Padres, aunque no llamado con el mismo título del

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Concilio: “índole escatológica de la Iglesia peregrinante, y su unión con la Iglesia celestial”, porque no corresponde a la cultura de su época; pero está sustancialmente presente en toda su teología:

“Cuando Orígenes escribía en el cap. 4 del periarchón: debemos atenernos a la regla de la Iglesia Celestial de Jesucristo, según la sucesión de los Apóstoles” (L. 4, c.2), es claro que la Iglesia celestial era para él idéntica a esta Iglesia que vive ahora sobre la tierra, histórica y visible, e incluso Jerárquica. Igualmente cuando San Zenón de Verona presentaba a los nuevos bautizados “Aquella Madre celestial que os ha dado a luz, alegres y libre” (Allocutiones paschales, 1). San Irineo había Reconocido también en la Iglesia de hoy, fundada por Cristo y sus apóstoles, a la “Jerusalén de de arriba” cuya figura y preparación había sido la antigua Jerusalén terrena (Adv. Haer., V, 35.2). San Hilario afirmaba lo mismo cuando comparaba el Cuerpo místico de Cristo a una ciudad, aludiendo a la Jerusalén celestial: “Por la participación de su carne como habitantes de esa ciudad” (In Math 14, 12: PL 9, 935) Y para San Agustín la Iglesia es esa Jerusalén “in misterio” (In Ps. 148, 4: PL 37, 1940)”35

Antes del Vaticano II era muy difícil enfocar el tema de la escatología desde el punto de vista eclesial, pues la eclesiología se restringía bastante, como hemos visto, a sus estructuras societarias, y tomaba como imagen primaria en la que se veía reflejada, la de “sociedad perfecta”, sacada de la experiencia de este mundo. En tales circunstancias, la escatología quedaban la fe cristiana como una apartado distinto y una materia que tenía en sí su propia consistencia. En cambio el Concilio, a través de todos sus documentos, y en especial de LG, al contemplar en toda su amplitud el concepto de la

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Iglesia, y sobre todo al considerarla primariamente como imagen de la Trinidad e incorporarla en la misión de Cristo y en el servicio al Reino de Dios, por necesidad debió reflexionar en la tendencia escatológica como su constitutivo.

Debido a la carga que nos impone la vieja costumbre, de considerar el fin del hombre como una doctrina un tanto separada, la idea que espontáneamente nos viene al hablar de escatología apunta sólo a lo que acaecerá en el futuro, cuando cada uno de nosotros muera y cuando pasará “la apariencia de este mundo” (1 Cor 7,31). En cambio, a la luz del Concilio, la escatología constituye la estructura misma de la Iglesia desde el principio, es decir, de la “Iglesia desde Abel”. Sólo al admirarla en el plan del Padre la vemos toda hermosa, pura, perfecta y consumada, “cuando se cumplan en ella plenamente las palabras de Dios” (DV 8).

Contemplar de esta manera lo que e la Iglesia, abrió al Concilio, y nos ofrece a nosotros, nuevas y extraordinarias perspectivas, desde las que podemos adentrarnos un poco mejor en su misterio. He aquí algunas de las principales: Ante todo, a considerar la plenitud de la Iglesia universal como la con sumada, a la que pertenecen “desde Abel hasta el último elegido, congregados en una Iglesia universal en la casa del Padre” (LG 2). Si el Vaticano II aceptó este principio como la descripción más plena de la Iglesia, debió ser consecuente y mirar la Iglesia visible que vivimos aquí y ahora, bajo luces nuevas, como las siguientes, entresacadas de entre sus innumerables secuelas:

“La Iglesia actual e histórica es un sacramento del plan de Dios a favor de su voluntad, pues quiere “que todos los hombre se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (ver Tim 2,4); “Todos los hombres están

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llamados a formar parte del nuevo Pueblo de Dios” (LG 13ª). Por lo tanto, el fin de su convocación por el Padre la desborda en su estado peregrino. Es y debe ser, por lo mismo, muy por encima de sus organizaciones y estructuras, un signo ante el mundo, que por lo mismo ante todo ha de hacer visible el plan salvífico divino.

*Se sigue por fuerza la actitud humilde de una Iglesia servidora no sólo de los fieles que constituyen su comunidad visible, sino de todos los seres humanos, en función del plan del Padre. Por ello, a este fin sublime subordina y relativiza todas sus instituciones.

*El Concilio ha reconocido que también existen elementos de salvación, que por tanto ha de reconocer, apreciar y apoyar,36 en otras religiones tanto cristianas como no-cristianas; y entre éstas tanto en las monoteístas (judaísmo e Islam), como en aquellas que no han llegado a conocer al único Dios, pero conservan muchos factores de una revelación que parte de la creación (ver LG 15 y 15; UR 4; Nae 2). Tomar en serio este reconocimiento, supone que la Iglesia católica comparte con sus hermanos no católicos todo esfuerzo legítimo al servicio del bien común y de la salvación humana.

*La Iglesia peregrina, mientras no haya llegado a su término, será una Iglesia “mixta”, como la llamaba San Agustín, formada por justos y pecadores. Y, sin embargo, es danta por su origen, por su término, y por su Cabeza que ya ha llegado a la plenitud que los cristianos caminantes esperamos alcanzar. La Iglesia es a la vez “santa y pecadora”, y por eso sus miembros de todos los órdenes y ministerios mantenemos la esperanza, y no nos desalentamos por nuestras debilidades, que debemos reconocer y confesar37 con sencillez, reconociéndonos objetos del cariño misericordioso del Padre, en cuyas manos nos abandonamos.

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*Aunque el Espíritu Santo, según la promesa de Jesús a sus Apóstoles, nos llevará “a la verdad completa” (Jn 116,13), sin embargo nunca les aseguró que ésta será consumada en este mundo (ver DV 8b); por eso la Iglesia católica reconoce con respeto los elementos de verdad que se hallan en otras Iglesia y aun en religiones no cristianas, aunque al proclamar el Evangelio debe completarlas, elevarla y en muchas ocasiones purificarla para que correspondan plenamente a la verdad divina.

5.2. “Hasta aquel que es la Cabeza” (Ef 4,15).

El Concilio advierte permanentemente que el carácter escatológico de la Iglesia se debe a que siempre tiende a unirse a Cristo, su cabeza, que ya está resucitado a la derecha del Padre. Y al mismo tiempo es su misión ser ante el mundo sacramento de esta unión, de manera que todos los seres humanos tengan acceso al destino para el cual el Padre los ha creado. Este es el punto en que confluyen en un solo proyecto del Padre su decisión creadora y su plan de salvación en Cristo:

“La Iglesia, a la que todos estamos llamados en Cristo Jesús y en la cual conseguimos la santidad por la gracia de Dios, no alcanzará su consumada plenitud sino en la gloria celeste, cuando llegue el tiempo de la restauración de todas las cosas (cf. Act 3,21) y cuando, junto con todo el género humano, también la creación entera, que está íntimamente unida con el hombre y por él alcanzar su fin, será perfectamente Renovada en Cristo” (LG 48a).

El mismo texto hace referencia a varias citas paulinas para mostrar que éste ha sido el plan de Dios desde el principio, y a favor del cual existe la Iglesia como humilde servidora: “Nos dio a conocer el Misterio de su voluntad, según el benévolo designio que en él se

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propuso de antemano, para realizarlo en la plenitud de los tiempos: hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en el cielo y lo que está en la tierra” (Ef 1,8-10); “Él es la imagen de Dios invisible, Primogénito de toda la creación, porque en él fueron creadas todas las cosas en los cielos y en la tierra… Él es también la Cabeza del Cuerpo de la Iglesia: Él es el Principio, el Primogénito de entre los muerto, para que sea el primero en todo, pues Dios tuvo a bien hacer residir en Él toda la Plenitud” (Col 1,15-19).

Desde el momento de la encarnación del Hijo de Dios, se realizó la unión de lo divino y de lo humano, de lo terreno y de lo celestial, de la vida de Dios y de la vida del hombre, de la materia y del espíritu, en el único ser personal de Jesucristo. Al encarnarse, comenzó a elevar la materia a su rango de portadora de la divinidad; es decir, a llenar la sed de todo el universo de llegar a su término: “La ansiosa espera de la creación desea vivamente la revelación de los hijos de Dios… en la esperanza de ser liberada de la servidumbre de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios” (Rom 8,19-21). Al resucitar consumó esta obra en sí mismo, y abrió los espacios para que, a nuestra vez, los seres humanos completásemos esta liberación en nuestro cuerpo, al unirnos definitivamente a su cuerpo glorioso. Éste es el camino de la Iglesia, Cuerpo de Cristo: como sacramento de Cristo es su misión en el mundo ser el signo visible del gran misterio: el estrato divino que se esconde bajo los velos de la carne humana y aun de la materia del cosmos.

En pocas palabras, la restauración de todo el universo (cosmos y ser humano) ya empezó con el misterio pascual: Cristo muerto y resucitado (después de Él María), ha iniciado en su propia carne el proceso de

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llevar toda la creación al destino definitivo para el cual el Padre la quiso desde el principio. Pero Él es sólo “la primicia de los que duermen” (1 Cor 15,20), y bien sabemos que el agricultor tras las primicias espera que madure la multitud de frutos. Hemos llegado al punto de afirmar que la dimensión escatológica de la Iglesia no hace otra cosa que desvelarnos, como sacramento visible, el misterio pascual que esconde en sus entrañas. Más aún, por ello llamamos a la Eucaristía el “sacramento pascual”. Y afirmamos con toda la Tradición que construye la Iglesia: porque nos une como un solo Cuerpo con nuestra Cabeza. Cristo resucitado. ¡Con razón escribió Santo Tomás que “en este sacramento se contiene todo el misterio de nuestra salvación”!38

“Cristo levantado sobre la tierra, atrajo hacia sí a todos (cf lo 12,32); habiendo resucitado de entre Los muertos (Rom 6,9) envió sobre sus discípulos a su Espíritu vivificador, y por Él hizo a su Cuerpo, que es la Iglesia, sacramento universal de salvación; estando sentado a la derecha del Padre, actúa sin cesar en el mundo para conducir a los hombres a la Iglesia y, por medio de ella, unirlos a sí más estrechamente, y para hacerlos partícipes de su vida gloriosa alimentándolos con su cuerpo y sangre” (LG 48b).

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¿ Cómo debe ser una parroquia?

Introducción

La Parroquia es una porción del pueblo de Dios, “no es principalmente una estructura, un territorio, un edificio, ella es la familia de Dios” (DSD 58). Se encuentra entre las casas de los hombres, y vive y obra profundamente inserta en la sociedad humana y es solidaria con sus aspiraciones y dificultades. Es un nivel de Iglesia, porque realiza una función en cierto modo integral de Iglesia (D. P. 644).

La parroquia está al servicio del Reino, por lo que es un signo, semilla, primicia, instrumento y mediación, en una palabra: sacramento (D.P. 277). Trata de vivir según el espíritu de Cristo resucitado. Está a la escucha de su palabra y busca vivirla uniendo la fe con la vida.

En la parroquia se promueve el espíritu misionero, por “el acontecimiento del encuentro con Cristo” (D.A. 145), y como “no hay discipulado sin comunión” (D.A. 156), en los fieles se debe despertar la vida comunitaria, para desarrollar la presencia del Reino de Dios, en ella y en la sociedad, multiplicando los ministerios laicales, “para concretar en signos solidarios su compromiso social” (D.A 176).

La parroquia es ministerio de comunión, porque su ser más profundo es ser comunidad de fe, comunidad Eucarística y comunidad orgánica (DSD 58); por eso, es centro de animación y coordinación de comunidades eclesiales de barrio, movimientos y asociaciones piadosas (D.P. 644), para qué: “se conviertan en un poderoso centro de irradiación de la vida de Cristo” (D.A. 362).

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La parroquia es comunidad que descentraliza y articula la misma vida eclesial (Med. 15, 34), por lo tanto: promueve, anima y acompaña a las comunidades de barrio, desde donde se promueven los servicios, ministerios y asambleas, pues es: “lugar privilegiado en el que la mayoría de los fieles tienen una experiencia concreta de Cristo y de su Iglesia” (D.A 304).

La parroquia necesita trabajar planificadamente y hacer opción por el pobre, quien ocupa prestar diversos servicios: promover la justicia, defender los derechos humanos, animar y orientar las organizaciones básicas, acompañar a quienes participan en organizaciones populares, ir a los alejados e impulsar la liberación integral.

La parroquia es promotora de la formación espiritual, vocacional y pastoral de los agentes, por medio de la oración, la reflexión de fe, las celebraciones, la capacitación sistemática y un método claro que les permita tomar conciencia del compromiso cristiano en la Iglesia y en el mundo, y todo esto porque es comunidad de amistad y convivencia, pues se trabaja en equipo, tratando de ser agentes de comunión, promotores de liberación, hermanos entre hermanos y misioneros del Reino (Cfr. D.A 306).

“La vocación y el compromiso de ser hoy discípulos y misioneros de Jesucristo requiere una clara y decidida opción por la formación de los miembros de nuestras comunidades, en bien de todos los bautizados, cualquiera que sea la función que desarrollen en la Iglesia” (D.A. 276).

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A.- La parroquia es comunidad al servicio del Reino:

El Concilio Vaticano II afirma que la Iglesia “por la misión recibida de Cristo, de anunciar y establecer el Reino de Dios, en medio de los pueblos, constituye en la tierra el germen y principio de este Reino” (D.V 5); además de decir que: “La Iglesia es en Cristo como su sacramento o señal e instrumento de íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano (D.V. 1).

Con estas dos afirmaciones teológicas entendemos que tanto la Iglesia como la parroquia están al servicio del Reino de Dios y que este servicio es su centro y la causa que persigue y anima su vida; por eso, todas sus estructuras deben estar aptas para esta misión, de otra manera no es Iglesia.

Los apóstoles trataron de cumplir esta misión de evangelizar a través de cuatro mediaciones: La comunidad, el servicio, el testimonio y la celebración (Hechos 2, 42-47). Mediaciones que no se pueden separar, porque son cuatro aspectos de la única misión de anunciar y establecer el Reino.

Por el servicio que la Iglesia presta al mundo, debe entenderse como fermento y sal, en el campo de la justicia, de la política, de la economía, de los medios de comunicación, de los derechos humanos (E.N. 70), porque la Iglesia tiene la misión de encarnar en la cultura de los pueblos y ser fermento de transformación; ya que toda evangelización para que sea auténtica debe ir liberando al hombre y a la mujer de toda esclavitud.

Toda la parroquia debe estar al servicio del Reino. Esta es la misión de la Iglesia que exige al presbítero promover al hombre integralmente, encarnar el evangelio en la cultura de cada pueblo y preocuparse por su transformación social, con una opción clara

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por el pobre, para que promueva la apertura hacia la realidad, con conciencia crítica y despierte, en todos, el sentido profético, para denunciar lo que está en contra del Reino; además de que debe ser facilitador y capacitar a los laicos, para discernir los signos de los tiempos, despertar la esperanza y ayudar a ver más allá de la Iglesia, con gran confianza en Dios, más que en los propios medios y recursos que posee, pero sin descuidar el sentido de pastor y pedagogo del pueblo. Amigo y compañero que anima el trabajo constructor del Reino

B.- La parroquia es Comunidad Misionera:

Jesucristo, el enviado del Padre, para anunciar y hacer presente el Reino de Dios, en medio de la humanidad; “llamó a los que quiso y vinieron a donde Él. Instituyó a los doce, para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar” (Marcos 3, 13-15).

Es por eso que la Iglesia desde los primeros años tiene conciencia clara de que ha sido CONVOCADA en torno a Jesús para ser ENVIADA; es decir: en función de una misión, basados en la vida de los apóstoles, decimos que el dinamismo esencial de la Iglesia es ser CONVOCACIÓN y MISIÓN, por lo que el Papa Paulo VI decía: “Nacida de la misión de Jesucristo, la Iglesia es a su vez enviada por Él “(E.N. 15), ya que quienes acogen con sinceridad la buena nueva se reúnen en nombre de Jesucristo, para buscar juntos el Reino, construirlo y vivirlo, porque ellos constituyen una comunidad que es a su vez evangelizadora (E.N. 13).

Asa que: la Iglesia es asamblea de convocados, que nacen de la misión de Cristo y la razón de su presencia en el mundo es continuar con la misión de Cristo. El

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Concilio Vaticano Segundo lo dice así: “ANUNCIAR EL REINADO DE Cristo y de Dios e instaurarlo en todos los pueblos constituye en la tierra el germen y el principio del Reino” (L.G. 5). Porque su fundador nos convocó para ser misioneros, por eso, la presencia y donación del Espíritu Santo es la garantía de que la comunidad eclesial puede cumplir esta misión (Mateo 28, 20).

El dinamismo misionero en la Iglesia debe ser interminable, porque la evangelización se entreteje con la historia, y la parroquia debe concretizar y actualizar la misma y única misión de Jesucristo, irradiando un espíritu misionero en todos los rincones y espacios (A.A. 10) y éste espíritu debe ser asumido por los grupos de comunidades de barrio, extendidos en toda la parroquia, para crear un nuevo estilo de pastoral, cercano a las personas y de promoción humana.

“La misión es considerada como un compromiso comunitario y una responsabilidad de la Iglesia local o parroquial, que tiene necesidad de misioneros para lanzarse a nuevas fronteras” (R.M. 27); por eso, debe mirar con esperanza a los laicos, para que tomen conciencia del derecho y del deber que tienen por su bautismo, y tomar parte activa en la misión evangelizadora (ChFl 33; L.G. 33; Puebla 787 y Ad Gentes 3).

“La Iglesia no es un signo perfecto de Cristo, entre los hombres, mientras junto a la jerarquía no exista y trabaje un laicado propiamente dicho, porque el evangelio no puede gravarse profundamente en los ánimos, en la vida y el trabajo del pueblo, sin la presencia activa de los seglares” (Ad Gentes 21).

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C.- La parroquia es comunidad de comunidades:

La Iglesia es misterio de comunión, su naturaleza es ser comunidad. Este ser comunitario tiene su origen en el mismo ser de Dios que es comunidad Trinitaria, y por tanto la mejor comunidad. La Iglesia aparece como un pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Cfr. D.A. 304). Nos dice Vaticano Segundo, en la constitución sobre la Iglesia (L.G.4): “La Iglesia es expresión y extensión terrena de la comunidad eterna de Dios. También la Iglesia tiene su origen en el anuncio y signos del Reino de Dios puestos por Jesús. Reino que nos pide como condición un pueblo reunificado, en el que se haga presente la salvación (Am. 9, 11-12; Mt. 6, 9-13; Ez. 20, 41-44; 36, 20-24). Los discípulos y discípulas de Jesús son signo profético de Israel restaurado y semilla del pueblo que Jesús funda después de su resurrección, como expresión de la comunidad que es fiel a la alianza de Dios, sellada en su muerte y resurrección.

En todos sus niveles la Iglesia debe vivir su naturaleza comunitaria, porque la Iglesia o es comunidad o no es Iglesia de Jesús, de forma que el futuro de la parroquia está condicionado a la calidad de su vida comunitaria.

El Documento de Santo Domingo en el No. 58 nos dice que: “La parroquia es comunidad de comunidades. Comunidad Eucarística, comunidad de fe y comunidad orgánica” por eso, debe fincar su vida en pequeñas comunidades eclesiales, en los diversos barrios (RMi 51). Estas pequeñas células permiten que crezca y florezca la vida comunitaria. Al descentralizar el trabajo de la parroquia, se garantiza qué la evangelización llegue a todos los lugares donde se tiene que hacer vida el evangelio, y así se pueda llegar a ser sal y luz de la vida parroquial.

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La parroquia debe ser epicentro dinámico de las comunidades; por eso dice el Documento de Medellín: “La parroquia ha de descentralizar su pastoral en cuanto a sitios, funciones y personas” (Med. 15.13); así que es necesario que los pastores visiten, acompañen y apoyen los barrios en donde se ha iniciado el trabajo de comunidades de barrio. Pero para que una parroquia sea comunidad de comunidades no basta descentralizar, es necesaria la articulación (1ª. Cor. 12, 12-55). Sólo así podrá promover, reforzar y asumir muchos servicios que se necesitan, para florecimiento de la vida de la Iglesia (D.P. 644).

La descentralización y articulación de la parroquia son dos dimensiones complementarias que le dan estabilidad a la misma vida parroquial.

D.- La parroquia es una Comunidad Ministerial:

La Iglesia no solo recibe de Jesús la misión de anunciar el Reino, sino también el modo de llevarla a cabo: POR MEDIO DEL SERVICIO.

Jesús, ungido por el Espíritu Santo (Lc. 4, 18), realizó su misión como servidor, porque para eso fue enviado (Lc. 4, 43), pues a las palabras Jesús unió hechos o acciones maravillosas y actitudes sorprendentes, que muestran que el Reino de Dios ya está presente (D.P. 191); por eso, para que sus discípulos desempeñaran esta misión les envió al Espíritu Santo y confortados con su virtud fueran sus testigos, hasta los confines de la tierra (Hech. 1, 8; 2, 1; 9, 1). Este encargo es un verdadero servicio, que en la Biblia se le llama diaconía o ministerio (Hech. 1, 17. 25; 21, 29; Rom. 11, 13, 1Tim. 1, 12; L.G. 24).

El ministerio fundamental de la Iglesia es la

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evangelización y ésta se hace posible por medio de servicios y ministerios, que nacen como fruto de la acción del Espíritu Santo y de la misma vida y necesidades de la Iglesia (Med. 15, 7).

Ministerio quiere decir servicio, y nacen de la vida de la Iglesia para ayudar a que esta crezca como cuerpo organizado y realice con fidelidad la misión que Cristo le confió (D.S. D. 65-66 y 142).

Los ministerios son una participación en el ministerio de Cristo el Buen Pastor (Jn. 10, 11), y hay dos clases de ministerios: Los ordenados o permanentes porque derivan del sacramento del orden (Chfl 22) y los ministerios temporales, que generalmente desempeñan los laicos quienes “en virtud de su condición bautismal y de su específica vocación, participan del oficio sacerdotal, profético y regio de Jesucristo, cada uno en su propia medida” (Chfl 23).

Los ministerios laicales son conferidos públicamente, por quienes tiene la responsabilidad de la unidad de la Iglesia (obispo o sacerdote), pues “se complementan y colaboran a vivir la comunión, ya que gracias a esta diversidad y complementariedad cada fiel laico se encuentra en relación con todo el cuerpo eclesial y le ofrece su propia aportación” (Chfl 20).

La parroquia tiene que promover la participación de los seglares en las responsabilidades pastorales (Chfl 26) sin que estos acaparen los servicios, pero todos promuevan la mística del servicio ya que la Iglesia es un pueblo de servidores (D.P. 270), cada uno según su carisma (D.P. 271).

Las pequeñas comunidades que integran la parroquia viven la ministerialidad, como respuesta a las necesidades de la evangelización y a las necesidades

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de la realidad; pero articulando la vida ministerial de todas las comunidades, porque todos los seglares deben ser sujetos activos en la tarea constructora del Reino de Dios, para que se dé la conversión pastoral, pues esta requiere: “que las comunidades eclesiales sean comunidades de discípulos misioneros en torno a Jesucristo, Maestro y Pastor. De allí nace la actitud de apertura, de diálogo y disponibilidad para promover la corresponsabilidad y participación efectiva de los fieles en la vida de las comunidades cristianas”.

Nota: En la siguiente parte deben estar juntos, para un plenario sólo los de la misma parroquia. Aquí van a poner primero en común lo que entendieron del aspecto que le tocó a cada uno de Los grupos, en que se subdividieron los de la parroquia, para luego leer la conclusión y definir:

¿Cómo le vamos a hacer en la parroquia para realizar el acuerdo que aquí se expresa?

4.- Conclusión y acuerdos

Hoy las parroquias requieren una valiente acción renovadora, a fin de que sean “espacios de iniciación cristiana, de la educación y celebración de la fe, abiertas a la diversidad de carismas, servicios y ministerios, organizadas de modo comunitario y responsable, integradora de movimientos de apostolado ya existente, atentas a la diversidad cultural de sus habitantes, abiertas a los proyectos pastorales y supraparroquiales y a las realidades circundantes” (D.A. 179). Porque todos los miembros de la comunidad parroquial son responsables

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de la evangelización de los hombres y mujeres en cada ambiente, pues la acción del Espíritu Santo no se limita al ambiente individual, sino que abre siempre a las comunidades a la tarea misionera (Cfr. Hech. 2, 1-13).

“La renovación de las parroquias, exige reformular las estructuras, para que sea una red de comunidades y grupos, capaces de articularse logrando que sus miembros se sientan y sean realmente discípulos misioneros de Jesucristo en comunión” (D.A. 172).

Toda parroquia está llamada a ser el espacio donde se recibe y acoge la Palabra, se celebra y expresa en adoración del Cuerpo de Cristo; por eso, ante el número de alejados y que muchos no conocen a Cristo:

1.- HAGAMOS UN EJERCICIO, PARA DESCUBRIR: ¿CÓMO SECTORIZAR UNA PARROQUIA Y POR QUÉ?

2.- ahora hagamos un análisis de nuestra propia parroquia: ¿Cómo está?

3.- COMPARTIR LA REFLEXIÓN HACER CUESTIONAMIENTOS A LAS PARROQUIAS.

4.- PLANEAR NUESTRA SECCION A NIVEL DIOCESANO Y DECANAL.

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Catequesis de Adultos

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