filosofÍa humana · el caso es que las pasiones tienen demasiadas fuentes y demasiados nutrientes...
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Año 1 No.7 Febrero 2020
Revista de divulgación científica - cultural
FILOSOFÍA HUMANA
CONTENIDO No 7
P05 EL DUELO COMO PASIÓN MTRO. PSIC. MARCEL ARCHUNDIA RODRÍGUEZ
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EL SER HUMANO EN LA VIDA LA VIDA EN EL SER HUMANO LIC. LUIS MACÍAS BECERRIL, FUNDACIÓN LAMB, CRECIENHSA, A.C.
AMAR, SER AMADO Y.. ¿SER LIBRE?
ROXANA VILLANUEVA MADRID, MTRA. FILOSOFÍA, UNAM
EL CÓDIGO ALLISON NOVELA PARTE 7
ARIEL LECRAM
P49 LA PERSONA Y EL AMOR
SUSANA ZAMORA ROSAS, LIC. ANTROPOLOGÍA FÍSICA
FUNDACIÓN LAMB, CRECIENHSA, A.C.
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FEBRERO 2020
U n i v e r s i d a d
La Salle México ISSSTE
EL DUELO COMO PASIÓN MTRO. PSIC. MARCEL ARCHUNDIA RODRÍGUEZ
actividades, relaciones, facultades, riquezas, oportuni- dades, romances, dependencias, etc., tomando en cuenta que toda persona está condicionada a tener y quitar. ¿Cuáles reacciones? Pasionales, emocionales, sentimen- tales, intelectuales, corporales, inesperadas, insospecha- das, repulsivas, extrañas, inciertas, etcétera. ¿Qué es divino? Aquello que ha inventado el hombre a partir de su experiencia, necesidad y resolución. Cada evento que ha superado lo ha atribuido a algún dios por lo que el hombre se proyecta en sus dioses y tales dioses representan su propia historia. ¿Qué es terrenal? Agua, aire, tierra y fuego: cueva, pieles y cuántos más, son los elementos de que se ha servido la humanidad para conquistar vida, civilización, ciencia, religión, riqueza y demás bienes terrenales. Cada cosa que ha usado la ha nombrado por lo que sus dioses son paraísos, imágenes de fertilidad, de lluvia, divinidad, etc. ¿Qué son las pasiones? Son monstruos, debilidades que cada cual manda al calabozo a base de esfuerzos cons- cientes y cognitivos, pero que siempre están a punto de escapar para seguir haciendo de las suyas. Vemos las pasiones en las películas, en personajes elegantes, sinies- tros, macabros y cuántos más. ¿Cuáles son las pasiones? Básicamente, los celos aunque pueden sentirse dolorosas otras reacciones como: angus- tia, envidia, temor, asco, amenaza, rencor, voracidad, venganza. También las conocemos como pecados capi- tales: avaricia, lujuria, pereza, gula, sobervia, envidia e ira. Eso que se siente cuando otro logra lo que uno desea o evita es la pasión, la cual, puede ser sumamente intensa o sentirla apenas como un poco de malestar. ¿Qué tienen que ver divino y terrenal con las pasiones? Las pasiones son reacciones naturales de vitalidad y
¿Qué es duelo? Complejo (conjunto desordenado) de reacciones, generalmente, dolorosas ocasionadas por la pérdida de algo o alguien en relación sostenida, prolonga- da, importante y necesaria. ¿Solamente las pérdidas? No, también la falta de algo ne- cesario e importante genera múltiples reacciones desorde- nadas tendientes a prolongarse mientras no se resuelvan. ¿El duelo es parecido a otros padecimientos? No, los pa- decimientos por trastornos, fijaciones, deficiencias, repre- siones, regresiones, alteraciones conductuales, etcétera, ocasionan reacciones únicas, predecibles, uniformes o estables a pesar de ser contrarias a la salud, mientras que en el duelo todo puede suceder: desde una gran ternura hasta el peor de los odios para de inmediato mostrar perdón, amabilidad y así sucesivamente aparecerán y desaparecerán todo tipo de reacciones. ¿Cuánto dura? Desde unas cuantas horas hasta muchos años, similar a la estancia de los datos memorizados. ¿Qué faltas y qué pérdidas ocasionan duelo? Personas, capacidades, estatus, libertad, expectativas, intereses,
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EL DUELO COMO PASIÓN
conquista que por ser naturales carecen de objeto y finalidad. El grupo humano en su largo andar ha impuesto objeto y finalidad a cada una de sus experiencias con la inesperada consecuencia de separarse por su género, o sea, el hom- bre y la mujer, por lo que ahora tienen que relacionarse conscientemente porque de manera natural-animal- libre, simplemente, ya no pueden. ¿Hombre-mujer, padecen al relacionarse? En la tradición juedeo cristina, antes de existir la consciencia (Adán y Eva) la relación hombre-mujer era natural y por tanto, no padecían celos, enamoramientos, rivalidades ni mil cosas más. ¿La relación consciente es pasional? Solamente en la pareja humana resulta ser padecimiento, porque los animales siguen desgarrándose y bramando hasta lograr el objetivo, no así los humanos quienes primeramente llevan a cabo una relación con nombre, tiempo, reglamento y objetivo de compromiso ya después son pareja cada cual portando su diferente personalidad y obligándose a con- vivir aunque sea casi imposible hacerlo. A esa obligación por convivir la conocemos con el nombre de amor y este es el más largo y doloroso de los padecimientos anímicos, o el más profundo y duradero motivo de felicidad, sea, es la pasión más compleja y difícil de sostener. ¿Quiénes sacan provecho de las pasiones? Adultos codiciosos que explotan enamoramiento, deseo, ilusión a fin de obtener poder y riqueza. Personas hábiles que sin medir consecuencias hablan y prometen mundos perfec- tos colmados de bienestar. Productores que por mostrar sus ideas y proyectos se sirven de las pasiones juveniles privando a, estos, de desarrollar sus propios beneficios y poderes (conocimiento, consciencia, semejanza, relación) ¿Qué beneficio hay en las pasiones? Devienen pensa- miento, imaginación, proyectos, trabajo práctico, trabajo estético, trabajo social, yo organizado, justo y progresivo. ¿Cómo logran el objetivo tales pasiones? Se mueven por
dos senderos: uno, cae en la ladera, el otro, se mantiene sobre tierra. Uno, calla boca, pensamiento y decisión, el otro conmina a la acción hasta volverla actividad propia, perseverante, triunfadora. Las pasiones aplanadas tiradas a la ladera devienen la persona quieta, sin opinión, sin protesta ni reclamo; las pasiones vueltas actividad ofrecen toda clase de dichas. ¿Hay enfermedades pasionales? Fanatismo, mente deli- rante (paranoia, obsesión), aislamiento, odio, padeci- mientos circulatorios, gástricos, nerviosos encuentran cau- sa pasional cuando no corresponden a etiología orgánica. ¿Hay curación natural para tales pasiones? De hecho, tales manifestaciones, son la curación a la falta pasional o a los excesos pasionales. Algunas personas encuentran alivio en las adicciones, dependencias y en la delincuencia, otros en el trabajo excesivo y enajenante hasta dejar de funcionar y no pocos buscan desesperadamente quien cargue con sus mal encaminadas pasiones. ¿Hay alguna forma de curarse intencionalmente? El equi- librio pasional requiere consciencia, esfuerzo, voluntad y ánimo por hacer el bien. Para lograr estas virtudes, la persona interesada en curarse de celos (locura de odio por cada triunfo o logro ajeno) tendrá que aceptar su pade- cimiento (pasión infructuosa) obligándose a llevar a cabo actos inconscientes, incontrolados, no pensados, desea- dos ni cuerdos. Tendrá que renunciar a su perfeccionismo,
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EL DUELO COMO PASIÓN
justificación, racionalismo. Sabrá que su exceso de cons- ciencia, interpretación, observación y audacia son los causantes de su locura de odio. Sucede que llevando a cabo tales actos injustificados sufrirá: insomnio, dolores de cabeza, tensión muscular, calambres, tics y otros síntomas pero por esfuerzo y voluntad se propondrá no justificar ni buscar explicación alguna hasta que logre soñar bueno o malo. No deberá recordar tales sueños y por ningún motivo tratará de interpretarlos. Tal voluntad de no justificar ni interpretar tendrá que ser su compañera por siempre si es
que quiere mantenerse equilibrado.
duo siente dolorosos, aunque algunos de tales cambios debieran ser placenteros o sensibles como la saciedad, el amor o la dicha. Las pasiones también encuentran explicación en la imita- ción, el contagio, la filiación, el ejemplo y particularmente en las reacciones emocionales secundarias como el orgullo, la bondad, la identificación, la solidaridad. Obviamente, también pueden ser explicadas a partir del movimiento o impulso hacia la satisfacción de la necesi- dad, lo desconocido y la relación donde, entre tales impul- sos, predominan los instintivos, como: asir, trepar, prote- gerse, reproducirse, huir, juntarse (gremio), pintar su raya (delimitación territorial), etc.; los impulsos curiosos, como: Pasión: Reacción generalizada en los individuos de la
especie humana consistente en sentir dolor por seres divinos y terrenales; por sucesos, relaciones, actividades, sentimientos, necesidades y deseos. Tal reacción dolorosa encuentra explicación en el sistema nervioso al contar, este, con mayor número de células, fibras y conexiones motoras que neuronas sensibles con objeto de formar las diferentes respuestas al movimiento del organismo. Esto es, las fibras motoras provocan secreciones quími- cas, ajustes mecánicos y flujos inmediatos que cada indivi-
adquirir fluidez, poseer,
conocimiento y observar forma, color, tamaño, etc.; impulsos dominantes derivados, como intimidar, esclavizar, construir, etc.; impulsos
ascendentes, como crecer, organizar, legalizar, considerar al prójimo, atender, servir, etc. El caso es que las pasiones tienen demasiadas fuentes y demasiados nutrientes dado que son la base del progreso, dominio y evolución de la especie humana que arrastra consigo la naturaleza del planeta. El tiempo y la práctica amortiguan las pasiones tanto indivi- duales como sociales, por ejemplo, la desigualdad que tanto afectaba las pasiones de quienes fueron sometidos, derrotados o conquistados ha ido disminuyendo a través de las guerras y matanzas millonarias donde ahora con- templamos manifestaciones, reclamos, peticiones y desacuerdos muy diferentes a aquellos que narra la histo- ria de los imperios.
Semejanza y trato. Saberse semejante, de la misma especie, con similares facultades, necesidades, reacciones y formas de resolver resulta ser una de las empresas de desarrollo de mayor dificultad para la mayoría de las personas debido a tres acciones de inevitable condición: percepción de sí mismo,
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EL DUELO COMO PASIÓN
percepción del exterior y la conveniente relación entre ambas percepciones. La persona identificada semejante dice y entiende lo que es y debe ser, también entiende el exterior a su ser pero lo que más trabajos le exige es relacionarse con el exterior en base a lo que es y debe ser. Esto que ya parece un juego de palabras es la tarea de todos los días hasta lograr tratar, con ciertas condiciones, aquello que hay que confrontar dentro y fuera de casa. Los mejores, se empeñan en enseñar el trato afectuoso (cariñoso, amable, cordial, cortés); otros, instruyen el trato formal, importante; otros, las ambiciones y los logros, y otros, la bondad, equidad, justicia, libertad. El caso es que el avance en los intentos afectivos se ha servido de producciones gigantescas a fin de amortiguar las pasiones malsanas y en esas andanzas sigue la yegua jalando la carreta. Villanos (ruines, canallas) y maltratados padecen de lo mismo: falta de cariño, incapaces de conocer el amor. De entre ellos, algunos empezaron a desarrollar afecto pero algo muy grave e injusto les interrumpió su esfuerzo por lo que perdieron la oportunidad de tratar todas las cosas reduciendo su trato a base de prohibiciones, amenazas, peligros, evitaciones, además de quedar atrapados por las misteriosas fobias. Otros, perdieron por muerte o abandono al otro del maltra- to, ya quien lo daba ya quien lo recibía, y resulta que pade- cen de tal manera que nada ni nadie les reconforta, por ejemplo, la madre que maltrataba sin cesar a su hijo resulta que, este, la llorará desesperadamente pero su dolor será porque ella jamás le pidió perdón y al no hacerlo el hijo vivirá aislado, sin derecho a pertenencia alguna, invadido de fantasías, motivado por caprichos, asediado por la miseria y, para colmo, debido a su extrañeza será incapaz de solicitar cualquier tipo de atención. Para unos y otros, ante esta falta, conviene anulen (borren, echen fuera, despotriquen) intencionalmente las invasio- nes de maltrato empezando por sus recuerdos a fin de que
no siga dándose golpes ni golpeando, primeramente, ha- ciendo consciencia de su manera de tratarse y luego, lo demás.
Divino-Terrenal Basta reflexionar un poco para darse cuenta que el varón inventa poderes mientras que la mujer se sirve del planeta real. La religión femenina conserva el fruto de la tierra, la religión masculina avasalla la vida del planeta inventando otra vida (dimensión) de muy dudosa existencia. Aún así, esa es la relación entre hombre y mujer… ¿Qué esa forma de relacionarse ha traído problemas y desgracias?, eso nadie lo pone en duda pero que ambas formas son los pistones que impulsan la base funcional de la humanidad a través del tiempo tampoco lo podemos dudar, de tal modo, donde no hay divinidad ni tierra fértil no hay especie humana… imperaría la ley de la selección natural, del equi- librio o del más hábil, o bien, sería planeta estéril, planeta muerto. El humano en su separación sexual desde desarrollar cuerpo y mente diferente hasta defender y hacer progresar valores, gustos e intereses, no sólo diferentes sino opues- tos, da -sin quererlo- en el clavo para mantener, dirigir y aumentar la extraordinaria dinámica funcional, evolutiva y
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EL DUELO COMO PASIÓN
expansiva que caracteriza a la especie. Hay hombres faltos de divinidad, son pasivos, su padeci- miento es el mismo de aquellos que ocupan los infiernos de Dante. Hay mujeres que perdieron o nunca establecieron contacto con la vida terrenal, tal falta les hace estériles, adictas, cínicas, enfermas de muerte a eso huelen y por eso sólo los locos creen sus mentiras y promesas. Cuando un hombre carece de seres divinos, ya objetos internos ya externos, la tarea de hacerse creer será posible hasta que se permita sentir el intenso dolor por la pérdida de algo o alguien real pues mientras no sienta rugir sus entrañas por el dolor no físico sino anímico recurrirá al ser divino que toda su vida ha evitado. Cuando la mujer carece o no se da cuenta de sus dioses terrenales (hijos, riqueza, fiesta, etc.) tenderá a pensar en un hombre único hasta percibirlo solo, desamparado, asustado, ilusionado, siempre niño creyéndose algo que no es ni puede ser, esforzándose, ella, en entender que la naturaleza de aquel le exige inventarse poderes para
Objetos. Hay diferentes objetos capaces y sobrados de remover las pasiones, como: amor, uso, remuneración, emoción, amistad, etcétera. El objeto de amor conviene sea una persona semejante, principalmente humanizada, aunque, se puede amar a Dios o lo que uno encuentre interesante, tierno y atento. El objeto de uso conviene sea una herramienta actual y servible (enseres, artefactos, equipos, etc.) aunque demasiados toman a las personas como sus herramientas particulares ya para enriquecerse ya para mostrar sus poderes. El objeto de remuneración es el trabajo también la inver- sión, la finanza, el cambio de valores pero aún prevalece la explotación, la trata, la esclavitud y la ociosidad pagada, a veces, muy bien pagada. El objeto emocionante conviene sea externo, activo, llama- tivo, incierto, interesante, valioso, complejo, en constante cambio y progreso, etc. no obstante, sabemos de dema- siados que insisten en emocionarse por sí mismos y para ellos mismos llenándose de fantasías, deseos, síntomas, adicciones a la larga sumamente aburridas, todo lo opuesto a las emociones como reacción a las cosas de la vida. El objeto de amistad conviene sea una persona (amigos), una actividad humana, una empresa, un oficio, un ideal o la vida misma porque amistad significa dar y recibir de aquello con que se entable ya sea: saber, riqueza, religión, arte, ciencia, justicia, bienestar y cuántas más. Hay otros objetos que conviene sean los apropiados para vivir libremente con ellos como el objeto del matrimonio que es la familia, el objeto del trabajo remunerado que es la producción de bienes comunes, el objeto social que es la gente y sus costumbres, etc., el caso es que cada objeto tendrá que ser entendido y elegido, de otra forma, causa encuentros, no pocas veces, violentos.
despertar, levantarse tendrá que impulsar.
y salir, poderes que ella misma
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EL DUELO COMO PASIÓN
Relación de objeto Las formas de relación con los diversos objetos son varia- bles y abundantes tales como: horizontales, verticales, conflictivas, provechosas, amenas, peligrosas, amena- zantes, lucrativas, interesantes y mil formas más. Sabemos de personas que prefieren una única forma de relación para con todas las cosas, lo cual, además de predecibles les hace aburridos como si se estancaran sin hallar gusto a sus vidas. Esto es, no se puede tratar de la misma manera a su cónyuge que a su hijo y, mucho menos, igual que a su empleado o amigo pues las formas de rela- ción han de ser congruentes al objeto y diferentes para entender su existencia y su falta en el propio ser. La relación de objeto que importa es la que se da entre divino y terrenal, la cual, se aprecia en todo su esplendor entre hombre y mujer en relación íntima o comprometida. Cuando alguien carece de relaciones o se queda sin las pocas que sostenía, entonces, conviene se esfuerce en aprender un idioma extranjero y se exija aprender tocar un instrumento, no se permitirá descansar sino hasta haber logrado los últimos objetivos de ambos enlaces con las cosas. Muchos no se relacionan porque no tienen el medio, el recurso para hacerlo y los principales recursos de rela- ción son lenguaje y percepción sensorial.
que les deja tal ausencia. Incertidumbre, sin lograr orientar sus actividades sin encontrar razones a sus actos sin justificar su lentitud, torpeza e incredulidad pues todo se le hace pesado, difícil, molesto. Pasividad, sin apetito dejado sin defensa ni proyecto alguno en peligro de ser atrapado por vicios desviados o delincuentes, incapaz de superar la pérdida ni su falta de vitalidad. Lentitud, culpabilidad, premura, reacciones estas muy comunes ante cualquier derrota en las pérdidas impor- tantes, resultan verdaderos síntomas insistentes, enfer- mizos, desesperantes tanto que la persona acaba por correr, gritar y golpearse hasta llorar de rabia.
Consciente Aconsejan: el tiempo, ayuda a curar las reacciones, pero si la persona no es capaz de desatar el lazo que le unía a aquello que perdió, simplemente, no lo logrará por lo que asegurar que la reacción pasará no siempre es tan eficien- te como se espera. Conviene descubra el vínculo para saber a qué decirle adiós, por ejemplo, la niña pubescente que pierde a su padre cuando lo amaba, entonces, el adiós deberá dirigirlo, no a olvidar al padre, sino al amor que sentía por él. Otros vínculos son la necesidad, diversión,
Reacciones ante la pérdida: pasión y duelo Hay reacciones inmediatas ante la pérdida de libertad existencial, como: extrañeza, dolor, ofensa, incertidumbre, pasividad, lentitud, culpabilidad, premura y cuántas más. Extrañeza en cuanto a no entender donde se está situado, ni quien se es, ni a donde deberá ir, ni qué tendrá que hacer. Dolor que sin ser producto de lesión física o enfermedad alguna, sí llega a sacudir a la persona intensamente hasta amenazarle de muerte sin hallar alivio haga lo que haga. Ofensa que sin ser agresión, humillación o desprecio pro- duce ruindad, indignidad, humildad y no pocos se marchi- tan (ajados, deslucidos, secos, flacos, etc.) por el hueco
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EL DUELO COMO PASIÓN
entusiasmo, motivos, motivación, justicia, riqueza, etc., los cuales, serán el objetivo del auto tratamiento y no el objeto perdido. Conviene que la persona, esté enterada y consciente que la pasión es el padecimiento que acompaña al individuo humano desde su nacimiento; que sin ser el afecto, el ánimo, la necesidad ni la reacción, la pasión, sí es aquello que va junto a las acciones afectivas como asco (rechazo), vergüenza, tristeza, temor, cariño, dicha, etc.; que es inseparable de la acción anímica, como voluntad, bienes- tar, entusiasmo, vigor, alegría, enamoramiento, etc.; que es aquello que asiste unida a cualquier necesidad ya ur- gente ya esporádica ya efímera como hambre, antojo, apetito, ansia y que es demasiado común que aparezca antes o al mismo tiempo que la reacción emocional, nerviosa, muscular, glandular, como miedo, risa, mofa, premura, orgullo, indignación. O sea, la persona sabrá que su pasión está pegada a su funcionamiento general. ¿Qué provoca tal padecimiento interpretado como duelo, dolor, molestia, urgencia, empaño (obscurecer imagen, honor y fama)? Siempre un agente externo, el cual, enfer- ma de una enfermedad que bien podría llamarse muerte donde si la muerte fuera un microorganismo este invadiría hasta el último rincón del cuerpo pero al no ser microbio la tarea se complica porque esa reacción generalizada, no pocas veces, llega a matar. Por ejemplo, la reina desplazada y sentenciada a vivir aislada pierde más que la vida misma cosa que la marchita en una mal llamada melancolía porque lo que la mató fue el insuperable duelo o complejo de reacciones destructivas… Hay millones de casos que nos enseñan que el dolor por separarse de algo vital es invariablemente provocado por terceros o por eventos de cualquier índole pero es rarísimo que una persona se quite lo que usa y lo que le sirve pega- do a su pasión ya transformada en beneficios personales, de tal modo que ni el mismo suicidio logra que la persona
se quite lo que le aqueja, mucho menos, lo que le sirve.
Trato consigo. En firme, conviene saber que tal padecimiento invaria- blemente es provocado por algo que deberá considerarse culpable de la pérdida y conviene saber que para alcanzar el equilibrio funcional y el uso indiscriminado de las propias decisiones no ha de trabajarse con el objeto perdido ni con el agente detractor sino con el vínculo a fin de retirarlo y ponerlo nuevamente a su servicio. ¿Cómo hacerlo? Conociendo la función de las pasiones… habrá que dejarlas salir de su prisión hasta que tengan que volver porque celos, envidias y demás exageraciones no son buenas consejeras en la vida diaria pero si magníficos recursos para entender el verdadero daño y para propor- cionar la fuerza suficiente y la frialdad necesaria para retirar eso que la persona necesita para vivir, o por lo menos para andar, ya sea amor, ocupación, riqueza, prestigio o lo que sea. Sabiendo de la utilidad pasional habrá que dejarse sufrir en toda su intensidad, no conviene guardar las lágrimas ni el dolor de pecho ni los vómitos ni los temblores ni los gemi- dos porque esas pasiones están haciendo el trabajo ver- gonzoso que no se puede llevar a cabo en situaciones comunes.
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INSTITUTO DE SEGURIDAD Y SERVICIOS SOCIALES DE LOS TRABAJADORES DEL ESTADO
UNIVERSIDAD LA SALLE MÉXICO
CENTRO MÉDICO NACIONAL 20 DE NOVIEMBRE, ISSSTE
COMITÉ EJECUTIVO DE LA SECCIÓN V DEL SNTISSSTE
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EL SER HUMANO EN LA VIDA LA VIDA EN EL SER HUMANO LIC. LUIS MACÍAS BECERRIL FUNDACIÓN LAMB, CRECIENHSA, A.C.
cualidad más grande de este ser: la vida. Pero todos sabemos que compartimos la vida con otros seres, unicelulares, vegetales y animales. Compartimos el máximo bien con otros seres de este mundo llamado tierra: la vida.
La vida El universo, el mundo y la vida son motivo constante de asombro para el ser humano que no está conforme con ver y contemplar, sino que busca una explicación; y por supuesto se incluye también el origen del mismo ser que pregunta o sea el ser humano. Es decir ¿cuál es el origen de nosotros mismos? La vida considerada como un acto prodigioso, es atribuida a un ser más prodigioso todavía, un creador todopoderoso. Y es que se considera un acto y un proceso de tal perfec- ción y armonía sólo atribuible a un ser perfecto, creador de todas las cosas y de la obra maravillosa de la vida. Las religiones dan cuenta de los orígenes de todas las cosas, por ejemplo las que se sustentan en la Biblia, en el Génesis se dice: En el principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra era algo caótico y vacío, y tinieblas cubrían la superficie del abismo, mientras el espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie de la aguas. En el Popol Vuh dice: Al principio todo estaba en suspenso, inmóvil, silencioso. Todo vacío en el cielo y en la tierra. No había un solo hombre, un solo animal. No había madera, piedra, caverna o selva. Sólo el cielo existía. La faz de la tierra no aparecía; sólo la mar limitada y todo el espacio del cielo. No había nada reunido ni junto. Todo invisible, todo inmóvil en el cielo. No existía nada edificado. Solamente la inmovilidad,
Celebrando al ser humano ¿Qué es celebrar? Tomemos del diccionario el significado que nos interesa: Alabar, aplaudir, // regocijarse de las gracias de alguien // Conmemorar algún acontecimiento. Debido que nosotros somos seres humanos pues nosotros nos autofestejamos, nos alabamos, nos conmemoramos nos regocijamos de ser lo que somos: humanos. Aunque es costumbre celebrar reuniendo los mejores recursos para halagar los sentidos en favor de momentos de dicha y alegría alrededor del pariente festejado o el amigo, este es un festejo de reconocimiento de las virtudes del ser humano que contribuye a dimensionar su grandeza o por decirlo de otro modo: admirar sus atributos ilimitados. Y ello, limitado en espacio y tiempo de lo que se puede decir aquí. Todas las cualidades, facultades o capacidades que se pudieran enumerar del ser humano se inician por la
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EL SER HUMANO EN LA VIDA LA VIDA EN EL SER HUMANO
silencio, tinieblas, sólo noche. Sólo los Constructores, Procreadores, Engendradores estaban sobre el agua. Sus símbolos estaban envueltos en las plumas verdes; sus nombres eran Serpientes Emplumadas. Son grandes Sabios. Así es el cielo, así son también los Espíritus del Cielo. Entonces vino la palabra; vino aquí de los Poderosos del Cielo, en las tinieblas, durante la noche. Los Poderosos del Cielo hablaron, entonces celebraron un consejo, pen- saron, se comprendieron, unieron sus palabras y sabidu- ría. Meditaron en el momento del alba: decidieron crear al humano. Con este breve fragmento podemos destacar que primero se impone el orden; pero no se trata que todas las cosas estén en su lugar sino que también debe haber armonía en el sentido que cada elemento funcione adecuadamente. Incluso en la explicación biológica-científica se puede apreciar que si algo se excede tanto en cantidad como en su función entonces perturba el proceso biológico; lo mismo si existe insuficiencia. Acomoda muy bien la expresión del filósofo griego Heráclito en el fragmento 30: Este mundo, el mismo para todos los seres, no lo ha creado ninguno de los dioses o de los hombres, sino que siempre fue, es y será fuego eternamente vivo, que se enciende con medida y se apaga con medida. No es mi interés contrastar una concepción religiosa con una materialista, al contrario, observar la coincidencia del orden y la armonía señalada aquí con los términos, se enciende con medida y con media se apaga. No obstante la armonía, el mismo filósofo la indica en el fragmento: Todo lo que es contrario se concilia y de las cosas más diferentes nace la más bella armonía, y todo se engendra por vía de contraste. Volviendo al ilustrativo relato del Génesis: dijo Dios: brote la tierra verdor hierbas de semillas y árboles frutales que den sobre la tierra fruto con su semilla dentro. Se creó un proceso donde se garantiza la existencia de los
seres atribuidos de vida para dar otras vidas. También se crearon las condiciones adecuadas para el advenimiento de la humanidad con todo y su libre albedrío en el sentido de conocer del bien y del mal. El texto reza así en el último párrafo de la Caída: Y dijo Yahvéh Dios: “¡He aquí que el hombre ha venido a ser como uno de nosotros, en cuanto a conocer el bien y el mal! Ahora, pues, cuidado, no alargue su mano y tome también del árbol de la vida y comiendo de él viva para siempre”. El hombre se volvió peligroso para el mismo Dios, que lo saca del paraíso para evitar tomase fruto del mismo árbol de la vida pues ya había alargado su mano al árbol de la sabiduría; y lo corre junto con su mujer. Observemos para regocijo nuestro e imaginario que el hombre estuvo a punto de agregar otra virtud afortuna aparte de la vida: la eternidad, vivir para siempre. En cierto modo y a costa de su trabajo la humanidad a dado un paso en este anhelo de vivir para siempre, el promedio de vida actual ya rebasa los setenta años gracias a la vocación y denodado empeño de hombres y mujeres ubicados en la compleja división del trabajo de la sociedad dedicados a la medicina y a la investigación en favor del bienestar de la humanidad.
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Aunque son muchos los miembros de la sociedad sin los servicios de la salud que les corresponde por derecho. Ahora bien, podemos observar que el libre albedrío no es decidir como me venga en gana, se trata de una libertad cuyo ejercicio implica la capacidad de juzgar para poder optar. Y a la vez ello implica el conocimiento y todo esto significa trabajar. Categóricamente lo mandó a trabajar cuando le dijo: “Maldito sea el suelo por tu causa: con fatiga sacarás de él el alimento todos los días de tu vida. Espinas y abrojos te producirá, y comerás la hierba del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste tomado, porque eres polvo y al polvo tornarás.” Esta cita es muy recurrente, especialmente en dos enunciados: con el sudor de tu frente comerás el pan y porque eres polvo y al polvo tornarás. Aparte de pertenecer a las sentencias de nuestros padres y de nuestros abuelos contienen una sabiduría cuyo significado apuntaremos mas adelante. Aquí el trabajo ya aparece como un castigo y por tanto pertenece a la maldición que Jahvé le impuso al hombre en la persona de Adán por haber comido del árbol prohibido, situado en medio del jardín del paraíso y aconsejado por la
mujer en la persona de Eva y ella a la vez seducida por la serpiente personificando la maldad. El Popol Vuh, al respecto de la creación primera dice: Los Procreadores dieron sus casas a los animales de la tierra. Estando pues todos terminados, les fue dicho: “Hablen, griten. Que cada uno haga oír su lenguaje según su clan, según su manera”. “En adelante digan nuestros nombres, alábennos, a nosotros sus madres, sus padres. En adelante llamen a Maestro Gigante Relámpago, Huella del Relámpago, Esplendor del Relámpago, Espíritus del Cielo y de la Tierra. Invóquennos, adórennos”, se les dijo. Pero no pudieron hablar como hombres: solamente cacarearon, mugieron, graznaron; no se manifestó forma de lenguaje. Cuando los Procreadores oyeron sus palabras impotentes, se dijeron unos a otros: “No han podido decir nuestros nombres”. “No está bien”, se respondieron y dijeron: “He aquí que serán cambiados porque no han podido hablar. Cambiaremos nuestra palabra. Su sustento, alimentación, moradas, los tendrán: serán las barrancas, selvas. Su adoración es imperfecta si no nos invocan. ¿Podrá haber adoración, obediencia, en los seres que haremos? Así les fue impuesto ser comidos, ser matados, aquí sobre todos los animales de la superficie de la tierra. En seguida fueron ensayados seres construidos, seres formados. “Que se pruebe todavía. Ya se acerca el alba. Hagamos a nuestros sostenes, a nuestros adoradores. Retomando el camino de nuestro asunto de la vida, cabe destacar que en nuestro mundo, precisamente en esta armonía y orden puntualizados tanto en los relatos del origen como en el juicio filosófico, se propicia la vida. Y la vida en su más alta expresión es la de la humanidad en cuanto que produce una cultura. Pues esta armonía del mundo o la naturaleza con todos sus seres vivos está en jaque por la depredación de los modos de producción prevalecientes en un mundo globalizado. Para evitar el jaque mate es necesario mover las piezas
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con la intervención de todos los seres vivos que gozan de la fortuna de la razón. Me salgo de este asunto que era inevitable señalar, pues de lo que se trata aquí es de celebrar primero a la vida. Con esto quiero decir: a darnos
cuenta qué tan grandiosa es la vida.
La vida es lo que importa Si lo que importa es la vida pues primero es la vida también se puede expresar. Aunque la vida es primero se le toma en cuenta hasta el final, en los momentos de enfermedad, cuando por un accidente se pone en riesgo o cuando la vida se sostiene con altibajos hasta la vejez. La vida importa cuando vemos su contraparte: la muerte; cuando personalmente observamos un cadáver, un cuerpo sin vida, es entonces que preguntamos por la vida. Constituye una de las vivencias más impactantes y más todavía si se trata de un pariente. Si este inusual episodio sucede en la niñez queda bien grabado y permanece el cuestionamiento interno. Mientras, a la vida le pasa lo que ilustra el refrán: Nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido, en tanto se tiene con gran vigor no se le valora o aprecia, incluso recibe desafíos y atentados frecuen- temente y resiste: excesos de bebida, de tabaco, de sustancias dañinas, de fatiga, pero de tal magnitud, que es un milagro el despertar a la vida otra vez. Tal vez se piense que me refiero al cuerpo y no a la vida, independientemente que se conciba al cuerpo como el encierro de la vida y que la vida es el alma del cuerpo, ese soplo divino que transmigra o que estará en un paraíso. Lo cierto es que el cuerpo es la estructura organizada y compleja que posee la vida y el deterioro del cuerpo y los impactos dañinos a zonas vitales son también a la vida. ¿Porqué ese desdén hacia la vida si la vida es primero? Si todos los días hiciéramos un refrendo para continuar con la vida y nos fuera concedida con ciertas reservas, entonces su valor se acrecentaría y obligaría a sus cuidados y enton- ces, sólo entonces, le tendríamos devoción a la vida. Hay
que reconocer el papel de la religión en este sentido, contiene rezos de gratitud hacia el ser perfecto dador de vida por permitir este día como un día mas de vida; o con periodos semanales reunidos los feligreses en su templo agradecen al señor los bienes dados. Sin embargo, debido que la vida es primero nos olvidamos de la vida. Nuestro nacimiento se inicia con la vida, nuestro primer acontecimiento, el de cada quien, es la vida. La vida nos la dieron nuestros progenitores hayamos sido parte de un proyecto o no, el hecho es que se produjo un alumbra- miento, un dar a luz, término idóneo para ilustrar el naci- miento, pero este emerger quedó atrás, sigue el desarrollo, el crecimiento y la madurez. A quien no se le olvida el nacimiento es a la madre quien pasó por un momento doloroso, y de gran sufrimiento. Pero la vida sigue abrién- dose camino sin detenerse y salvando obstáculos que se olvida de sí misma.
Autogeneración de la vida Corresponde a la naturaleza humana definir las cosas, es parte de la aspiración del conocimiento, es reunir todas las partes que le corresponden a un objeto para tenerlo en la mano, por así decirlo, tener la idea mas precisa y completa; pero reunir estas partes no es fácil porque quizá algunas no
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persona altera su temperatura corporal y que la pone en riesgo de un colapso si no es controlada. El crecimiento es una propiedad de todos los seres vivos. La vida se abre paso para cumplir su ciclo programado debido que un ser vivo no crece estrepitosamente sino de manera paulatina. Todo ser vivo reacciona ante el medio ambiente. Es decir, posee sensores que detectan la luz, el sonido, las sustancias químicas y muchos otros factores nocivos o benignos con el fin de responder adecuada- mente ante el medio externo. Esta última característica de los seres vivos, es a mi parecer la más admirable y digna de reflexión. En el ámbito metafísico, que pregunta por la última causa, se dice que Dios lo dejó ya establecido: Y creó Dios los grandes monstruos marinos y todos los seres vivientes que bullen serpeando en las aguas según su especie, y toda ave alada según su especie. Y vio Dios que estaba bien. Los bendijo diciendo: Sed fecundos y multiplicaos y llenad las aguas de los mares; y multiplí- quense las aves en la tierra”. Y atardeció y amanecióel día quinto. En el Popol Vuh dice: Los Poderosos del Cielo se regocijaron: “Sean bienvenidos, oh Espíritus del Cielo, Maestro Relámpago, Huella del Relámpago, Esplendor del Relámpago”. Primero nacieron la tierra, los montes y llanuras; se pusieron en camino las aguas; los arroyos caminaron entre los montes; así fue fecundada la tierra cuando ellos la fecundaron. Los animales de las montañas, guardianes de todas las selvas, fueron fecundados: venados, pájaros, pumas, jaguares, serpientes y víboras. Entonces los Procreadores dijeron: “¿No habrá más que silencio, inmovilidad, al pie de los árboles? “Que haya guardianes”; dijeron, fecundando los venados y los pájaros. Entonces dieron sus moradas a los venados y a los pájaros. “Tú, venado, sobre el camino de los arroyos, en las barrancas vivirás, en las hierbas, en las selvas fecundarás; sobre cuatro pies irás y vivirás”. Así fue hecho. Entonces fueron
le corresponden, así que hay que depurarlas. Además, como ya se había dicho en un principio, la admiración lleva al ser humano a explicar los fenómenos que le rodean y la vida es uno de ellos. La vida es un acto extraordinario, cuando pretendemos responder ¿qué es la vida? no es fácil responder con un enunciado; sin embargo la biología que cursamos en la educación media nos dio algunas respuestas principal- mente en relación con sus características de las cuales quiero hacer énfasis en una de ellas y quizá la compartan conmigo. Para que se dé la vida se requiere de un cuerpo o una estructura organizada y compleja para que se den las otras funciones del ser vivo. Aparece ya la otra función: alimentación, aunque este proceso se distingue como la capacidad para adquirir materiales y energía de su medio y convertirlos en diferentes formas mediante la capacidad metabólica. Los seres vivos para que todos sus compo- nentes funcionen eficazmente se requiere de estabilidad. Es decir, los organismos deben mantener condiciones constantes dentro de su cuerpo. Es lo que se llama ho- meostasis (del griego “permanecer sin cambio”) que se puede ilustrar con la sensación de desequilibrio, cuando la
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también dadas las moradas de los pájaros. “Pájaros, anidarán sobre los árboles; engendrarás, te multiplicarás sobre las ramas de los árboles”. Así fue dicho y todos tomaron sus moradas. Los seres vivos poseen el atributo de la reproducción, de dejar descendencia, a condición de otro carácter, la evolu- ción. Las especies concebidas como un todo cambian a lo largo de muchos períodos de vida. Recordando nuestras clases de biología, la fuerza mas importante en la evolución es la selección natural, proceso mediante el cual los organismos con rasgos adaptativos sobreviven y se reproducen de manera más satisfactoria que otros que carecen de tales rasgos. Estos rasgos surgidos de la mutación genética que incrementa la super- vivencia pasa a las siguientes generaciones. Dos carac- teres perfectamente imbricados la reproducción y la evo- lución. Considerada la vida como totalidad en cada especie se puede pensar que se alargó la mano del árbol de la vida. De tal modo que la vida sea perpetua. ¿Cómo ha sucedido la continuidad de la vida reprodu- ciendo cada especie descendientes del mismo tipo? Ahora se explica por el material genético. Los rasgos pasan de un generación a la otra valiéndose de una “huella genética” contenida en moléculas de adn, se trata de un código o programa para la construcción y para el funcionamiento del cuerpo de la siguiente descendencia. Aún con todos los descubrimientos de las fases complejas de la vida la pregunta continúa ¿ Cuál es la primera causa de la vida? y ¿Qué es la vida? Toda respuesta va a implicar la complejidad de una estructura a menos que se deno- mine como una sustancia en sí, es decir, sin estar en algún cuerpo. Podría decirse que se trata de la sustancia con la capacidad autoregulativa; de todos modos esta capacidad no se ejerce en sí misma sino para otro que es el ser vivo. Hay un filósofo idealista Hegel, que en su Fenomenología del Espíritu trata de la vida con características desde otra perspectiva. La vida posee tres momentos: la infinitud, la
independencia y la temporalidad. La infinitud se explica por el movimiento por el cual la vida no termina nunca, sino que se mantiene y sostiene en unidad de la diferencia. Aunque se dan una gran diversidad de fenómenos dialécticos, es la esencia de la vida. Si la infinitud es, como señala Hegel, la esencia de la vida, el alma del mundo, la sangre universal, es porque ella es la oposición absoluta y la superación de la oposición, pero no la supresión del ser de la oposición, porque la oposición, la contradicción, no puede desaparecer, en tanto es la que constituye el movimiento, la inquietud de la vida. La independencia, como segunda característica se relacio- na con lo que se había dicho de autorregulación. Se trata de un movimiento que se realiza en sí, por cuenta propia y no desde otro. Se convierte la vida en el eje desde donde se da toda la multiplicidad de diferencias, es lo que podría llamarse fluido universal.
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Si la vida es infinita, independiente, también es temporal no en el sentido que se dé término a la vida porque esta es infinita. Se trata de un devenir, dándose la multiplicidad de los miembros diferenciados, de individuos vivientes que son para cada uno y se encuentran desplegados en el tiempo y en el espacio. Cada ser viviente nace, crece, se reproduce y muere. La vida sigue en otras generaciones de la especie. Aquí se ha definido la vida en sí misma abstraída de los seres vivos; sin embargo, ahora sabemos que la infinitud de la vida no es tal en cuanto que sólo pertenece a nuestro planeta el cual corre riesgos internos y externos. Y la vida es tan frágil que una atmósfera débil la puede cancelar.
La otredad de la vida Otro carácter de la vida es el otro, sí, el otro. La vida no se concibe sin el otro; tú no eres tú sin el otro, planteado de otro modo ¿Quién va testimoniar que tú eres, lo que eres y que existes? Pues otro igual a ti, de tu especie. Se podrá refutar, pues te hablas a ti mismo, te ves en un espejo, sí pero todo se queda en ti. Una aproximación a la soledad es la ausencia de otro, no tenemos otro para compartir; aunque en la soledad, aún incluyendo sus momentos depresivos se crea. En este estado de creatividad se está produciendo para otro, pen- semos en los poetas, no creo que hagan sus metáforas y a cada palabra le pidan el consentimiento al otro; no obs- tante, están produciendo para otro. De la soledad dice Octavio Paz: La soledad es el fondo último de la condición humana. El hombre es el único ser que se siente solo y el único que es búsqueda de otro. Regresando a nuestro asunto de la otredad de la vida, el mismo Paz tiene un significativo poema en Piedra de Sol: Si se observa extenso pues es más extenso todavía, este es sólo una parte. ¿La vida, cuándo fue de veras nuestra?¿Cuándo somos de veras lo que somos? Bien mirado nos somos, nunca somos
a solas sino vértigo y vacío, muecas en el espejo, horror y vómito, nunca la vida es nuestra, es de los otros, la vida no es de nadie, todos somos la vida… soy otro cuando soy… los actos míos más míos si son también de otros, para que pueda ser he de ser otro, salir de mí, buscarme entre los otros, los otros que no son si yo no existo. Los otros que me dan plena existencia, no soy, no hay yo, siempre somos nosotros, la vida es otra… (Piedra de sol) De hecho estamos aquí venerando la vida e invocamos a todos los demás que no están y quizá no tienen presente,
Lo que importa es la vida No nada más el poeta referido da constancia de la otredad. El mismo Hegel, filósofo no fácil de leer y menos en su obra la Fenomenología del espíritu dice: La autoconciencia es en sí y para sí en cuanto que y porque es en sí y para sí para otra autoconciencia; es decir, sólo es en cuanto se le reconoce la autoconciencia es sólo del ser humano, pero
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ésta no puede dar certeza de sí mismo sino es relación con otro. Amalia Sandoval (2009), se dedicó a revisar la otredad en esta obra y le permite afirmar que el hombre necesita vivir en comunidad porque irremediablemente es un ser incompleto. (Aunque aquí se refiere al conocimiento se puede decir conciencia de la vida misma.) Sandoval ve en la Fenomenología de Hegel que el hombre no puede llegar de manera aislada al conocimiento de lo que es en sí mismo porque el está irremediablemente ligado al otro hombre. Y es en ésta relación intrínseca con el otro donde se da la posibilidad de la reflexión, del retorno de sí mismo. El hombre contiene en sí mismo la dimensión de la otredad, él es únicamente en la medida que es con el otro o los otros. Podemos decir con ello que cada fase de nuestro ser en el presente, en el pasado y futuro, somos en función del otro. Independiente de este significado universal de la otredad, veamóslo a título individual: todo lo que hacemos hasta en su mas mínimo detalle es para los demás o el otro.
Finalmente la conciencia es lo que nos permite amar, entregar el ser, tener paz, ser libres, reír, admirar la belleza, entre tantas más que hacen la vida. Pero el humano no nace consciente. En la Biblia, Adán y Eva viven en absoluta libertad, sin carencia, preocupación, deber u obligación. Son puros en cuerpo y espíritu, no conocen la mentira, los celos, ni los placeres del cuerpo o la mente. Podemos decir que son felices porque, irónica- mente, no aman, no sufren por amor, no lo desean y no lo hacen porque, ante todo, no son conscientes, ni de sí mismos, ni de sus cuerpos, ni de la vida. El estado de pureza se interrumpe y a cambio el humano se vuelve consciente: de la vida, de sí mismo, de su cuerpo, de sus ideas y sus deseos, es consciente de la belleza del mundo que le rodea, entonces se sabe parte y no dueño de la vida, se sabe vivo por obra y no por naturaleza. El humano entiende lo que ve a su alrededor, admira el cielo, las estrellas y se maravilla de su mundo, entonces quiere poseerlo, no ser parte sino dueño, ser dueño de su vida, de sus pensamientos, de su libertad. Pero no hay castigo en ello, no hay razón para no querer el El Ser
Reflexionar sobre la vida necesariamente nos lleva al ser. Siempre hemos de preguntar: ¿somos esas personas que decimos ser porque somos conscientes de nosotros mismos? Para contestar es preciso determinar qué es la conciencia. La anterior no es una cuestión sencilla dado que abarca la totalidad de la vida. Para ponerlo en términos que podamos discutir durante este tiempo, podemos decir que la conciencia es el conocimiento primero en la vida, del ser, de los otros. Es la certeza de estar vivos, de ser algo aunque no una persona, es la certeza de pertenecer primeramente a la vida. La conciencia también es nuestro principal y más impor- tante problema existencial. Es la raíz de cada uno de nues- tros duelos, de cada cosa que detestamos, de la soledad, del odio, la envidia, los celos y tantas más de las que llama- mos desgracias.
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conjunto hacen claro su concepto. Sin embargo, pienso es útil el guarecer la postura desde un lugar allanado y firme, cimentados en reflexiones ya elaboradas y por ende acreditadas en donde su intención es el esclarecimiento conceptual del objeto que nos ocupa. Preguntar por el ser de algo o el ser en sí, es hacerlo queriendo encontrar su verdad o la Verdad. El ser es esencia, es forma, es sentido. Decimos, es lo que hace que algo sea. Cuando nos proponemos dar razón en sentido estricto e inequívoco. Cuando tenemos como objeto y sentido establecer las notas distintivas del objeto de atención, entonces nos referimos a su ser. El ser es, y nosotros ocupamos un lenguaje que nos permita enunciarle o hablar de él. El ser es forma captada por el entendimiento y enunciado o expresado por vía del lenguaje. Pero nunca lo poseemos, solo lo captamos con los ojos del alma, (con la razón) por decirlo de manera poético-literaria. Es claro se vislumbre desde ya que ser y verdad se unen en matrimonio indisoluble. Tal vez sean uno, pero ser y verdad en mi opinión son dos maneras de referirse a lo mismo. El ser del humano es lo que éste verdaderamente es, y lo que en verdad es, esto es propiamente su ser. Pero, ¿Cuál es nuestra postura en este caso? Creo muy cierta la afirmación que tradicionalmente se le atribuye al sabio griego Pitágoras (570ac), (a reserva de todas las precisiones que con respecto a su legitimidad pueden afirmarse), cuando sostuvo que un filósofo es el que ama el saber, esto es el que sólo anhela poseer el conocimiento más real, más último y verdadero de las cosas (amar se vincula más con anhelar que con poseer). Y lícito es, a mi parecer, el que se conciba ese saber
regalo de saberse a sí mismo, de estar vivo, de saber que pertenece a la vida.
Albedrio El castigo verdadero que tenía reservado el creador va mucho más allá del conocimiento. El humano cobra con- ciencia del otro. Somos conscientes de los demás y ese, es nuestro mayor problema con la vida. Todo, absolutamente todo cuanto nos sucede, es por otros, todo cuanto somos, lo somos como consecuencia de los otros, nuestro duelo es por los otros y obviamente nuestra felicidad se la debemos a los otros. ¿Por qué lloramos ante la muerte? ¿Por qué celebra- mos el amor? ¿Por qué nos duele el sufrimiento de un niño, una madre, un padre, un anciano? ¿Por qué amamos? ¿Por qué somos capaces de odiar y destruir? Es habitual que expresemos la palabra “ser” sin dete- nernos a reflexionar lo que con ello queremos decir. Dentro de la tradición filosófica occidental, la palabra ser remite a la esencia o elementos fundamentales de la cosa que se enuncia, por ejemplo; el ser del caballo tendría como elementos integradores las características propias que permiten se identifique a ese animal, elementos que en su
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esencial, como el que con ganada legitimidad se refiere al ser. Se nos hace claro también el que sin muchos rodeos o especulaciones de por medio, nos encontremos de pronto ya sumergidos en la temática propia de la ontología, es decir en el estudio sobre el ser y por extensión en el estudio sobre la verdad. Pero claro, muy legítimo es también el que nos preguntemos en que se funda la imposibilidad de poseer el ser de las cosas o bien es posible la posesión sin más de la verdad. El responder a una pregunta de esta naturaleza nos llevaría no poco tiempo y no menos esfuerzo. Sin embargo, utilizaré una metáfora para ejemplificar lo dicho hasta aquí. Pensemos que el ser es como un pez y nuestro lenguaje una red. Con ella queremos atrapar al pez, pero sus compartimentos o rejillas son lo suficiente elásticas para abrirse y permitir la huida del pez en virtud de su condición resbaladiza. El lenguaje no puede contener al ser, este se le escapa, pues es demasiado escurridizo para poder someterse a su captura, impidiendo así poseerlo. Así ocurre con las teorías o ciencia misma, creamos grandes construcciones teoréti- cas, que parecen explicar la verdad en su ámbito, pero más
tarde surge algo nuevo que refuta o derrumba esa teoría y lo que se implica es que lo anterior era menos verdadero que lo nuevo, y por tanto no pudimos poseer la verdad, el ser de ello, sino sólo lo anhelamos. Ahora, para profundizar más en estas cuestiones ontológicas resulta muy ilustrativo exponer la postura o actitud de los filósofos a la hora de intentar darse luz en estas cuestiones. Para ello quiero traer a colación aquí una polémica suscitada hace más de 2,500 años en la antigua región griega. Y lo hago por dos razones, primera; es ahí donde se inicia la reflexión sobre el ser (la verdad) en el mundo occidental y dos; la historia nos muestra un par de posturas visiblemente antagónicas que ilustran lo complicado del tema. Me refiero específicamente a la postura de Heráclito y Parménides. El primero, Heráclito, pensaba que el ser era como el fuego, el fuego siempre está en movimiento, no se paraliza nunca “todo fluye” nos dice. Uno de sus grandes aforismos dictaba “no puede uno bañarse dos veces en el mismo río” , las aguas han pasado, otras hay en lugar de las primeras y aun nosotros mismos somos ya otros. Analizando esta afirmación se infiere que el ser nunca permanece estático, por tanto las cosas cambian y su definición participa del dinamismo. Semejante afirmación parece sustentarse en la acción de los sentidos con respecto al mundo, ellos nos comunican el constante fluir de las cosas, el hombre, los pueblos, las sociedades, el mundo entero y el universo celeste se mueven sin cesar, todo es movimiento y dinamismo. Empero si el ser es dinámico, eso nos impide definirle en sus características más esenciales pues lo que hoy digamos enseguida ya no será, ya que se ha movido.
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¿Cómo hablar de la verdad si hoy es y mañana no es? Que certeza tenemos cuando es imposible aprender la verdad y el ser. Sin embargo, habría de surgir un pensador que decidió optar por un camino de reflexión muy distinto al del sabio de Éfeso, y ese fue Parménides de Elea. La filosofía de Parménides intenta mostrar que las meditaciones heracliteanas distan mucho de poseer la verdad sobre el ser. Nada más incierto que el afirmar la movilidad como propiedad intrínseca del ser. Parménides dirá que es la inmovilidad lo característico del ser. El movi- miento es sólo ilusión de los sentidos. Al establecer la quietud permanente del ser Parménides entrega al hombre la posibilidad de conocer la verdad en tanto definición o aproximación al ser en su realidad última e inmutable. El ser es en tanto permanece hoy mañana y siempre. Y la verdad radica en el ser permanente y atemporal, eterno, uno, siempre igual a sí mismo. Es por lo tanto en opinión de Parménides necesario pensar que el ser es inmutable. Pues cuando queremos expresarnos con verdad esto implica no cambiar en tanto participamos de lo verdadero, pues si el ser cambiara, entonces hoy sería lo que mañana no será y mañana será lo que hoy no es. Y si esto es así, el ser en tanto identidad con la verdad, sería en un mismo momento verdadero y falso, es decir contradicción explícita. Pues es verdadero que hoy sea esto, pero falso que sea aquello otro y es falso que mañana sea lo que hoy es, es decir ¿cómo pensar que la verdad pueda llegar a ser falsedad? Esto implicaría necesaria- mente que lo pensado con anterioridad como verdadero nunca lo fue. En consecuencia el camino para la expli- cación del ser por el que opta Heráclito sería equivocado en opinión de Parménides pues de sus afirmaciones se
pueden inferir ciertas contradicciones. Por ejemplo: si se afirma que el ser es perfecto, se tendrá que aceptar que en tanto se mueve lo hará hacia lo que no es, es decir se aproximará a la imperfección, y así el ser perfecto dejará de serlo ya que su movimiento lo aparta de su estado de reposo y perfección. Ahora si las cosas son así, nos queda irremediablemente la trágica sensación de que es imposible la apropiación del ser, pues al ser noso- tros finitos y temporales nos es imposible contener lo infinito y atemporal. Todo indica, sin remedio alguno, que el ser se nos escapa llevándose consigo a la verdad, verdad en su sentido más puro y fundamental. De ahí aquella frase socrática tan llena de conciencia con respecto a la condi- ción humana, “yo sólo sé que nada sé”. Si analizamos las cosas desde lo dicho hasta aquí, el panorama se nos muestra un tanto oscuro en la posibilidad de adquirir las verdades últimas. Tal vez sea cierto lo que se deja entrever en el texto platónico del Fedón, a saber, que la verdad y el ser no es posible conocerlos dentro de los límites de la vida finita y temporal. Y así, a su vez, la ciencia parece estar condenada a ser sólo creencia o inclu- so conocimiento relativo, pero nunca conocimiento puro universal y legítimamente verdadero.
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No se pueden negar que las reflexiones presentes son un tanto extensas, sin embargo resulta enriquecedor realizar el ejercicio de comenzar con la respuesta y terminar con la pregunta. Este orden resulta un tanto extraño y poco común, pero si se observa con ojo crítico se verá entonces que no es bajo ningún modo pernicioso, pues incluso la enseñanza misma se adhiere a este principio, el de que es necesario saber sobre lo que se pregunta para poder responder correcta- mente a lo que se nos cuestiona. Así entonces, se muestra como posible una respuesta satisfactoria a la pregunta, ¿por qué es tan difícil ser algo que se decide ser? Dicha pregunta, pienso nos es legítimo decirlo, puede muy bien ubicarse dentro del horizonte que comprende el estudio de la antropología filosófica, es decir estudio sobre la verdad de lo que el hombre es en su sentido más absoluto y real, por extensión estudio sobre el ser del hombre.
Los aderezos son la conciencia (de nuestro ser, de nuestra vida y del ser y la vida de los otros) y la pertinencia principalmente. La vida implica decisión, responsabilidad, actitud, hechos, procesos. La decisión de cómo ejercer nuestra vida está en cada uno de nosotros. Consideremos la conciencia y junto con ella, la pertinencia, relegadas por el cúmulo de acontecimientos en un mismo día, por la cantidad de información que nuestros sentidos perciben en un solo momento. Articulemos conocimientos, sabiendas y enseñanzas de otros campos cognoscitivos que enriquezcan nuestro proceder a diario en los diferentes espacios que nos conforman. No cesemos de encontrar aproximaciones con el mundo que vivimos, eso es vivir, esa es la vida.
Conclusión La vida es todo lo que se puede vivir, y estar en ella es un oficio. El oficio de vivir representa un conjunto de procesos complejos, heterogéneos y continuos, de los que somos protagonistas o actores secundarios, pero una opción o la otra, siempre compartimos escena unos con otros en el mismo escenario: la vida. La dedicación a esculpir y labrar nuestra participación en la vida es menester de cada uno de nosotros. La elección de todo aquello que profesaremos en la vida es una labor de labranza que implica responsabilidad. Esto es dar respues- ta a nuestros actos, que alguien hable por nuestros actos. Ese es el ejercicio de la vida.
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U n i v e r s i d a d
La Salle México ISSSTE
AMAR, SER AMADO Y.. ¿SER LIBRE?
ROXANA VILLANUEVA MADRID MTRA. FILOSOFÍA, UNAM Ya que tenemos libertad de hacer, estar y, sobre todo, de
ser, el humano se enfrenta a uno de sus más grandes problemas: el amor. Pero no hay que confundirnos, el amor es un problema porque hay que cuidarlo mucho, si podemos llamar a este cuidado un intensivo uso de toda clase de recursos emocionales, físicos y por supuesto mentales. Por eso es que representa un gran peso en el alma humana, lo primero que se quiere cuando se ha encontrado el amor es mantenerlo, hacerlo más grande y mejor, para ambas partes, se quiere satisfacer y agradar a la otra persona, lo mismo que se pide satisfacción a uno mismo. Cuando se ama se cuida, se pretende bienestar en todo y para todo, si en ello va la mentira, pues sea el mecanismo para cuidar a alguien, para resguardarle. Se me ocurre un ejemplo: El señor llega a casa después de haber sido despedido del trabajo por lento y descuidado; su esposa puede decir la verdad y confirmar que es lento y mal hecho, o bien puede decir que se equivocan y debe seguir adelante. ¿Qué respuesta refleja mejor el sentimiento de amor? Ambas lo hacen, sin embargo, ambas destruyen. Al decir la verdad mostramos respeto, ponemos a la otra persona a la altura de la inteligencia y la realidad confiando y afirmando sus propias facultades de entendimiento. Al mentir cuidamos sus emociones, sus sentimientos y resguardamos su propia imagen. Es aporético, por tanto será una decisión tomada en su momento. Una persona es capaz de amar, es un acto la mayoría de las veces, al menos las primeras, involuntario. Se ama la vida, a la madre, al padre, a la familia, a la sociedad, etcétera, se ama en la vida, por la vida y claro, durante la vida. Pero este amor resulta ser demasiado personal, no hay quien sienta exactamente lo mismo que otros, unos aman más y otros menos a la misma persona o la vida en su conjunto.
¿Es posible amar, ser amado y además ser libre?, o, en todo caso, ¿es posible dar libertad al ser amado? Esta dicotomía (libre, libertad) bien puede resolverse de una manera que resulte conveniente para todos, al menos para los que tengamos el problema intrínseco entre amar y dejar en libertad, es decir, para todos a quienes en algún momento nos asaltó la duda (si es que podemos llamarla así) o el egoísmo concentrado en los sentimientos más profundos, promovidos, por supuesto, por esto que llama- mos amor y libertad. Empecemos, si no hay reparo en ello, por definir libertad: Claro está que el acuerdo al que lleguemos en este punto, tal vez no convencerá a todos, pero, entre otras cuestio- nes, no podemos darnos el lujo de extender tanto nuestras disertaciones sobre particulares que bien podemos sos- layar. Así que dejaremos que libertad sea toda aquella cosa que hacemos en el uso absoluto de nuestra conciencia y del libre albedrío, aunque a veces no se utilice para esto la razón.
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AMAR, SER AMADO Y.. ¿SER LIBRE?
deslinde de sus consecuencias, siempre habrá a quien culpar. En la libertad de actuar y decidir, no hay otro responsable. Como mencioné al principio, es lamentable, pero la libertad que se tiene y que se puede dar a quien se ama, está supeditada a lo que se quiere, o se puede esperar, de otra persona. Y aunque en realidad no hay razones para quitar o prohibir la libertad, siempre es más sencillo controlar que afrontar. Lo paradójico es que una persona busca toda su vida, al menos gran parte de ella, el amor y la libertad, quizá porque al final estos dos traigan consigo la felicidad. Y es paradójico porque en muchos casos cuando se ama no se quiere ser libre y cuando se es libre no se quiere amar. Esto tal vez porque se equivoca la libertad y también el amor, se confunden y a veces hasta se fusionan. El amor representa una prisión, es cierto, lo que quizá no sea tan cierto es que ésta es resguardada por otra persona, al contrario, es la persona prisionera de su propio amor, de su natural miedo a perder aquello que le satisface y le hace ser frente a otro. Entonces, tal vez, no sea tan aventurado decir que es, quien ama, el primero que no quiere ser libre, y, por ende, no planea dejar a la otra parte en libertad.
Así que siendo tan personal como es, también lo es la manera en la que se manifiesta y lo que del amor se puede decir en cada persona. Si pudiéramos dejar en libertad a alguien que se ama, tendríamos que ponerlo más o menos así: si quieres puedes alejarte. Esa sí que es libertad. No me tengas amor porque yo lo necesito, tenme amor porque tú lo sientes. Esto implica que la persona no sólo es capaz de decidir, sino que deberá usar toda su razón, toda la moral, el conocimiento y la fuerza para amar a otra persona. Es libre de hacerlo, es libre de no hacerlo. Pero, ¿el otro ser humano estará dispuesto a aceptar esta condición? De suyo el humano se pregunta: ¿por qué si me amas me dejas en libertad de hacer lo que quiera, será entonces que no me amas como dices? Es una pregunta justa, pero desafortunada, resulta que sería menos doloroso saber que alguien no ama o deja de hacerlo, porque así lo decidió y no porque así se le impuso. Así que ahora imaginemos una vida en la que podamos ser libres para todo. Supongo que primero habría libertinaje, después anarquía absoluta, con el paso del tiempo tal vez nos acostumbramos a este nuevo orden y seríamos por fin discretos con la libertad. Pero este proceso sólo servirá para que la oxidada razón de hacer las cosas esté engrasada y dispuesta en todo acto del ser humano. ¿Por qué no empezar con el amor? Es simple, hay y siempre habrá quien no pueda soportar la responsabilidad de amar lo suficiente, y lo que es peor, habrá siempre quien no sea capaz de mantener ese amor que despierta en otros.
Si quieres puedes hacerlo El problema de la libertad es que al hacer uso de ella en la vida, también se acepta la responsabilidad de los actos, se acepta el éxito y el fracaso que de esos actos se obtenga. Cuando no se hacen las cosas en libertad siempre existe el
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AMAR, SER AMADO Y.. ¿SER LIBRE?
Vamos a poner las cosas en claro, y frías como son: Quien ama quiere conservar a la persona amada para siempre, al menos hasta que deje de ser lo suficientemente buena para hacerle sentir bien. El amor se siente por quien representa en la vida una razón, un por qué, un para quién, por alguien o algo que le satisface en muchos terrenos, desde lo estrictamente sentimental hasta lo económico, social, familiar, etcétera. Aquí el problema es que hay quien logra despertar amor y es capaz de llenar a otra persona, pero a veces resulta que es la otra persona quien no está en esa condición, en la de satisfacer. Ahí uno de los más grandes problemas de las relaciones humanas en general: la desigualdad, si uno persigue otros ideales, otras formas de vida, no funciona, eso nos lo demuestra cualquier estdística de divorcios en el mundo. Mientras que uno luchará por mantener a una persona a su lado el otro estará siempre buscando la manera de salir de esa relación. En tanto que, dos personas en igualdad de condiciones (emocionales, sentimentales, ideales), po- drán satisfacerse una a la otra, de tal manera que es posible acceder a la libertad porque es un acto meramente voluntario el de amar y no una necesidad de alguno. Finalmente, la libertad en el amor es casi imposible, porque sólo funciona cuando dos personas deciden estar en igualdad de condiciones, cuando dos seres humanos son capaces de ver, cada uno en el otro, sus fortalezas y debilidades, sus valores y sus defectos, y después de ello, después de darse cuenta de quién es la persona con la que comparten su vida, igual deciden amarse; siempre en absoluta libertad de hacerlo, porque es lo que les conviene, lo que les llena y nunca lo que los obliga. Regresando a la cuestión inicial: ¿es posble amar y ser libre? Depende de lo que se entienda por libertad y sobre todo de para qué se quiera la libertad. Ser libre implica ser responsable de cada uno de los actos de la vida, de las
decisiones buenas y malas, ser responsable de mi cuerpo y mi alma. Sí puedo ser libre, siempre y cuando en esa libertad no afecte a otros. Ahí entra la razón: un acuerdo, todo fuera de ello es un engaño y engañar no es amar. Decir “te amo pero tienes que ser como a mi me gusta” es de suyo contradictorio, no es amor, ni repecto ni equidad, es simple necesidad de estar con alguien a modo. Cuando escuchamos: “te amo porque eres tú”, es libertad y acuer- do, sólo no mientas y si has de mentir hazlo porque eres respnsable de tu mentira, no porque yo sea la razón.
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ARIEL LECRAM
EL CÓDIGO ALLISON ARIEL LECRAM
diálogo solicitando que el dispositivo fuera insertado para
su lectura, Allison no podía creer que estuviera temblando.
¿Por qué le importaba tanto David Burns? No lo había
visto más que una vez en su vida y él no fue precisamente
cortés con ella, de hecho, había sido el culpable de una
fuerte discusión con Víctor. No había razón para
defenderlo…, pero tampoco había una razón para hacerle
daño.
Conocía a Anna de la universidad, no eran amigas pero
ella nunca había dejado de saludarla y contestarle el
saludo, nunca le había negado algún dato, siempre de
manera cordial. Tampoco había razón para dejar que le
hicieran daño. Ella podía evitarlo, y estaba determinada a
hacer lo necesario para evitarlo. Eran, en el mejor de los
casos, medios, recursos.
Introdujo la tarjeta, se quedó mirando fijamente al monitor
mientras los datos se descargaban. Terminó el proceso,
hasta el último bit de la computadora de Osana, ahora
estaba en sus propios discos duros. Reinició el sistema, el
proceso de clonación había terminado con éxito.
Algo no correspondía. Allison se sentía sobrepasada y eso
no le gustaba nada. Entre los hackers hay una especie de
rivalidad que no se ve en ninguna otra ocupación honesta o
deshonesta. Trataba de entender el sistema que había
clonado, era simplemente una interface, no había
ventanas, cuadros de diálogo, interacciones, nada, sólo un
botón: “iniciar análisis”, que permitía el funcionamiento
de los procesadores con un nuevo dato ingresado.
De momento pensó que había cometido un error al clonar
el sistema, pero los datos de uso en la tarjeta decían lo
contrario, había suficientes archivos y suficientes exten-
siones de aplicaciones que correspondían a un sistema
NOVELA PARTE 7
Introduzca una fórmula
Allison llegó a su casa, se habían convertido en rutina
diversas medidas de seguridad, entre las que estaban des-
de las más extravagantes, como abrir un poco la puerta y
echar los zapatos en espera de que se activara algún
dispositivo explosivo, hasta las más simples como reco-
rrer los pasillos tanto de abajo como de arriba del departa-
mento.
Una vez que comprobó que no había nadie, ni dentro ni
fuera del edificio o en el departamento, cerró todas las
cortinas, otra rutina consecuente con su trabajo. Aún había
suficiente luz natural aunque no duraría más de una hora.
Encendió una de sus computadoras –la que menos valor
tenía, para Allison–, en realidad era una extraordinaria
computadora armada por ella misma, capaz de procesar
datos con al menos diez veces más velocidad que la más
moderna vendida para el público abierto. Mientras se
cargaba el sistema decidió darse una ducha y ponerse
cómoda, sabía que esa noche sería larga.
Se preparó un sándwich que llevó junto con una taza de
café cargado a la mesa de trabajo. Se devoró de pocas
mordidas su escueta cena y encendió un cigarro. Estaba
nerviosa, le costaba trabajo esperar a que la aplicación
correcta para desencriptar los datos de la tarjeta, que había
preparado minutos antes, iniciara y pudiera utilizarse.
Cosas que generalmente hacía maravillada de la capaci-
dad de sus computadoras, hoy se tornaban tortuosamente
lentas. Sabía bien que lo que encontraría en esa tarjeta no
le gustaría nada.
La aplicación terminó de ejecutarse, se abrió un cuadro de
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EL CÓDIGO ALLISON NOVELA PTE 7
de millones de seres humanos. La computadora no
necesitaba recibir los resultados de los análisis de una
persona recién nacida para obtener su ADN, en eso radicaba
la genialidad del sistema completo. Sólo bastaba un
reporte de quien era la madre y automáticamente
determinaba la cadena correspondiente, de entre los
millones de hombres, determinaba las coincidencias para
completar las cadenas. Ahí es donde entraba el trabajo de
Anna; los sistemas de conjuntos cerrados expresados de
tal manera que la máquina pudiera interpretarlos y
corregir errores en la identificación.
Allison entendió la importancia de las fórmulas de Anna,
recordó: “ni yo misma sé para qué sirven”, le había dicho
la única vez que habló con ella. Allison le creía, la habían
estado utilizando y ella no tenía la menor idea. La estaban
utilizando, entonces lo que había acariciado durante un
tiempo era posible.
La cabeza le daba vueltas, era demasiada información,
demasiadas implicaciones y demasiado peligroso tener
eso guardado en sus sistemas. Pero se había metido y no
había marcha atrás. Cerró la aplicación y buscó en los
archivos el código que les mostrara Osana horas antes.
El código ahí estaba, era, tal como habían dicho, una
aplicación que confundiría las cadenas de ADN haciendo
inutilizables los datos. Al menos esa parte no representaba
una desagradable sorpresa. Ahora sólo había algunas
preguntas que necesitaban respuesta urgente ¿Por qué
habría de hacer una aplicación que destruiría su propia
creación?
La respuesta era mucho más simple de lo que podía
imaginar: porque no la iba a destruir, él tenía control del
sistema, se trataba de un engaño, vaciaría la aplicación y
operativo complejo. Si había un error no era de la tarjeta y
tampoco uno que hubiera cometido ella.
Lo único que quedaba por hacer era lo más obvio,
presionar con el puntero el único botón disponible. Lo
hizo, en la pantalla por fin había algo de movimiento, un
cuadro de diálogo que rezaba “introduzca fórmula”.
Allison se desesperaba, sabía que eso no era natural en un
hacker, de hecho se jactaba de su gran capacidad para
esperar pacientemente los resultados de las instrucciones
dadas al ordenador. ¿Qué carajo es formula?, se pregun-
taba mientras tamborileaba los dedos sobre la mesa.
Son fórmulas. ¿Dónde hay fórmulas?, se decía. Buscó en
su librero, en los cajones, en el baño y no tenía ni una sola
revista o libro de matemáticas. Buscó en internet y
encontró varios postulados, algunas tesis y teorías
expresadas en fórmulas. Tomó una al azar e introdujo los
datos “∪F = ∀x ( ∃y ( y ∈F ∧x ∈y ) )∩F = ∀x ( ∀y ( y ∈
F –> x ∈y ) )” pese a que no tenía la menor idea de lo que
significaba. Se abrió otro cuadro de diálogo: “especifique
datos”. Otro callejón sin salida. Presionó la tecla entrar. Se
abrió otro cuadro “espere…” Esperó.
La pantalla se puso en negro, arriba a la izquierda un guion
parpadeaba. Quería presionar algo, pero decidió esperar.
Pasaron más de diez minutos, al parecer algo había salido
mal. Se levantó decepcionada a servir otra taza de café.
Regresó a la mesa y lo que vio en el monitor la dejó
completamente congelada. Había clonado un imposible.
Osana era el creador de Agatha.
El sistema era genial en toda su estructura. Tan simple que
no podía creer que funcionara. Abrió la aplicación para
sustraer los códigos de programación, sólo había una
directriz. El sistema era la base de datos de ADN de miles
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conectó a internet a través de su propio servidor. Cuánto
extrañaba esos tiempos en los que sentía que podía hacer
todo. Víctor había cambiado el sentido de su vida, ella
simplemente tenía el don, ahora, tenía el poder. Pero su
forma también había cambiado, sus ideales dejaron de ser
tan mundanos, se convirtieron en verdaderas exigencias,
unos, otros en quimeras. Entró a la deepweb; encontraría a
Osana.
Una tras otra las sorpresas sobre el menudo e indefenso
sujeto aparecían en la pantalla. Osana era megalómano,
dejaba rastros en todas y cada una de sus incursiones a la
red. Sus logros tenían firma por todos lados, en realidad no
era tan difícil dar con él.
Después de recorrer durante más de una hora blogs,
perfiles, mensajes y un sinfín de idioteces que publica la
gente en internet, llegó a una página, tan a la vista que no le
había prestado atención. Todo cambió, todo se acomodó,
cobró sentido y al mismo tiempo lo perdió completa-
mente.
Su nombre era Joseph Zavala, fue internado a los siete
años de edad, educado, alimentado y cuidado en una casa
hogar que durante todos los años que estuvo ahí nunca
tuvo necesidad de pedir un solo donativo. Un niño
traumatizado, nunca dejó de estar en terapia psiquiátrica,
sus delirios de grandeza aumentaban conforme crecía.
Nadie se metía con él, nadie le contradecía, corregía y
menos trataba mal.
Joseph tenía la certeza de quien era su padre y lo que hacía,
se aseguraba de que nadie lo olvidara. Recibió educación
escolar dentro de la casa, sus maestros le tenían miedo, eso
era claro al momento de redactar sus evaluaciones, sin
embargo, todos coincidían en una cosa: el niño era por
posteriormente tendría control total sobre el proyecto.
¿Por qué no lo hacía él mismo, si tenía las herramientas
para llevar a cabo la eliminación masiva? Porque Zavala
se había encargado de que sólo funcionara con las
variables de Anna, por eso la mantenían en estricta
vigilancia. ¿Por qué no replicaba el programa de David?
Porque a pesar de tener los recursos, él sabía que el
programa instalado no servía; lo replicaría cuando fuera
necesario. Por eso tenía que eliminarlo, pero él no lo haría,
dejaría evidencias para que lo siguiera Zavala e hiciera el
trabajo sucio en su lugar. Sólo faltaba una pregunta. ¿Por
qué decía que Martín lo había utilizado? No había
respuesta.
Se aseguró de que la tarjeta tuviera toda la información,
incluido el código de acceso. Tomó la galleta Oreo que le
había dado Osana, abrió la envoltura, hizo un corte a
medida en el relleno cremoso e introdujo la tarjeta, cerró
meticulosamente la bolsa y la guardó para el momento
correcto.
¿De verdad quieres jugar así?
Allison dejó la galleta envuelta en una dulcera. A la vista
de todos es el mejor lugar para ocultar algo. No era sólo
un dicho popular, también era, según ella misma lo había
comprobado, una verdad inalienable de las redes. Apagó
las luces, la oscuridad era absoluta, a tientas llegó a la
cama, se recostó, cerró los ojos. La misma escena una y
otra vez, Osana diciendo cuánto odiaba a David. ¿Cómo lo
había utilizado Martín? Era ridículo tratar de dormir,
estaba demasiado alterada con lo que había descubierto.
Se levantó de la cama, ella también tenía algunos recursos
que podía utilizar. Encendió una de sus computadoras. Se
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EL CÓDIGO ALLISON NOVELA PTE 7
Había entrado a sus sistemas a través de su servidor, de
momento no había nada que hacer. Podría solucionar el
bloqueo a sus computadoras incluso desde la universidad,
lo que no sería así de fácil era explicar por qué en una de las
máquinas estaba cargado el sistema operativo de Agatha.
Casi involuntariamente se levantó y caminó a su cama, se
quedó dormida. Cuando despertó tenía tanta hambre que
en lo único que podía pensar era en comer, miró el reloj,
había dormido cerca de seis horas, se sentía bien. Abrió las
cortinas, se metió a la regadera, se vistió con un pantalón
de mezclilla usado que encontró en el piso, una playera y
tenis para correr. Por alguna razón que ni ella misma
entendía sentía que tenía que darse prisa, como cuando se
tiene un pendiente importante, sólo que ella no sabía qué
es lo que tenía que hacer.
Se montó en su coche, puso la llave en el encendido, giró el
encendido. Nada, un sonido de traqueteo indicaba que no
había marcha. Llegan a ser condiciones más que respues-
tas conscientes a situaciones específicas, Allison llamó
desde su celular a un servicio mecánico.
Mientras esperaba veía pasar a la gente, tal vez tratando de
entender lo que querían hacer utilizando Agatha. El por
qué iba mucho más allá del poder de que había hablado y
aprendido de Víctor, este era un acto de maldad pura, no
tenía justificación, simplemente era ver a los demás como
poco menos que insectos, el proyecto era producto de la
enfermedad, odio, sencillamente. Ella podía cambiar eso,
a veces, dos más dos sí es cuatro ¿qué la detenía?: nada, sin
querer, al menos conscientemente, tenía posibilidades,
podía cambiarlo.
El mecánico se acercó, guiado por el número de placa, al
vehículo en cuestión. Llevaba en la mano un largo cable
mucho más inteligente que cualquiera de su edad y tenía,
por mucho, más problemas mentales que cualquiera de los
niños que había en la casa.
Los soberbios tienen un problema, son ciegos. Cómo todo
ciego, depende de lo que escucha y siente; sin embargo, a
diferencia del ciego, el soberbio nunca verifica, sino que
está completamente seguro de que lo que escucha y siente
es lo mejor, sólo porque él lo hizo. Osana tomaba
decisiones fundamentadas en el principio más primitivo
de los humanos: el instinto. Todo lo que hacía respondía a
la necesidad de mantenerse a salvo, lo convertía en sujeto
peligroso, carente de razones, y también lo convertía en
alguien muy capaz. La única forma de detenerlo era a
través del engaño.
Allison recordó: “a pesar de lo que he hecho, a pesar de
todo lo que tuve que sufrir, de todo lo que vi, él lo respeta,
a mí sólo me ha utilizado”. No se refería a Martín, habla
de su padre. El maldito quiere destruir a David por celos.
Se sentía amenazado, el trabajo consistía en cambiar la
fuente de la amenaza.
Convencerlo de que el enemigo no era David, ni el pro-
grama. ¿Cómo haces para que un cazador decida dispa-
rar a otra presa? Pones al chivo expiatorio enfrente de él.
La pregunta es ¿quién es lo suficientemente bueno para
cambiarlo?, ¿tal vez Martín?
La pantalla de la computadora cambió, Allison sabía que
no podía hacer nada. Blanco absoluto, en medio un
letrero: “¿De verdad quieres jugar así?” Un guion indica-
ba la espera de una respuesta. Allison contestó “No” y
enseguida desconectó el tomacorriente. Sabía que come-
tió un error y ese había sido subestimar a Osana. Encendió
otra computadora, la pantalla en blanco.
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de la gasolina.
–Su novio le puso un rastreador –dijo el mecánico con
tono de burla pero también compasivamente.
–No fue mi novio –contestó Allison mientras sentía que el
estómago se le encogía.
Llenó sin ver el reporte y la orden de trabajo. Recibió la
tarjeta del mecánico, el rastreador y la copia del recibo.
Sólo había dos posibilidades, Osana sabía dónde vivía o
Iván sabía en donde se ocultaban. Cualquiera de las dos
sólo significaba malas noticias.
Regresó a su casa, tomó el teléfono, se sentía extraña,
como si alguien la hubiera despojado del mundo. No había
tenido tiempo de pensar en lo de sus computadoras, en la
amenaza de Osana, el ataque de Iván. Parecía como si
hubiera obviado todo aquello, como si no tuviera tanta
importancia y es que había encontrado soluciones para
cada cosa, sólo que ahora esas respuestas, esas posibili-
dades, se habían ido para no volver.
Allison se sentía, quizá por primera vez en su vida, com-
pletamente indefensa. Tomó la decisión, ahora le tocaba a
ella.
Marcó al teléfono de Martín, necesitaba su ayuda, al
menos decirle lo que había pasado, sonó un par de veces.
De repente recapacitó, ¿qué podía hacer Martín, cómo
podría ayudarla si él estaba en peores condiciones? Dejó el
aparato a un lado, se tumbó en la cama, sólo consiguió que
todo le diera vueltas. No tenía opción, tomó de nuevo el
teléfono.
–Agente Deveraux, necesito verlo en el lugar de siempre
–dijo tratando de que la voz no se le quebrara al teléfono,
tenía que sonar segura, al menos controlada. Después de
todo ellos habían dicho que era inestable.
para pasar corriente. ¿Era tan frecuente quedarse sin
batería que el hombre ni siquiera se molestaba en verificar
si otra cosa estaba mal? Posiblemente. Pidió las llaves,
abrió el coche, el cofre y salió enseñando la barriga. Se
paró frente al motor como lo haría un cirujano aprendiz
frente a un abdomen que iba a explotar por un apéndice
inflamado. Calculaba sus movimientos, Allison lo veía
interrogativamente ¿será que poner un par de cables en la
batería requiera alguna ciencia?
–Esto no está bien –dijo casi en automático–, hay que
llevar la unidad al taller, pero eso no lo cubre su servicio,
será cosa de ponernos de acuerdo.
Allison se sabía casi de memoria el cuento. Primero haces
que ves algo, te sorprendes, te levantas la gorra con una
mano, te rascas la calva con la otra, te pones la gorra, te
acomodas el bigote o al menos pasas la mano por las
comisuras de la boca, echas las manos para atrás y dices
con ese tono de “si no lo haces, yo no respondo”, que hay
que llevar el auto a otro lado y eso saldrá caro. Es un
clásico, a veces acompañado de “ya valió madre”.
–Mire, lo que debe hacer es conectar los cables, pasar
corriente y listo. Lleno su formulario y todos contentos,
¿le parece? –Dijo Allison en tono duro, demostrando que
hoy no sería fácil.
–No, señorita, su batería está quemada y otras cosas tam-
bién –decía mientras metía la cabeza al cofre. Jaló con
fuerza un par de cables hasta desprenderlos–. Mire estos,
están todos quemados, algo hizo corto aquí.
Allison asomó la cabeza y, sí, efectivamente, había mu-
chas cosas quemadas. Pidió al hombre que siguiera el
recorrido de los cables. Pasaban por debajo del motor y
llegaban a una pequeña caja pegada con un imán al tanque
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Aprovecharon la distracción y se dirigieron a la carrera a
las escaleras. Subieron con normalidad, después de todo
habían pasado por el control de acceso.
Allison los esperaba frente a su computadora. Tecleaba
impresionantemente rápido una serie de claves entre letras
y números. Trataba de acceder a una parte protegida de su
servidor, su única esperanza. Lo logró, sonrió satisfecha,
Osana no había visto ese detalle. Hizo señas para que se
acercaran los agentes, que en realidad no entendían nada
de lo que estaban viendo, pero lo disimulaban muy bien,
poniendo cara de inteligentes con los ojos entrecerrados
viendo el monitor y moviendo la cabeza de arriba para
abajo, era cómico.
–Lo que quiero que ven está de este lado de la pantalla
–ambos agentes desviaron discretamente la mirada sin
dejar de asentir–. Esto de aquí es el software de Agatha
–dijo Allison señalando una serie de símbolos mezclados
con letras y números–. Pero eso no es lo importante, al
menos por ahora. El quién es lo importante. El software lo
ha creado este sujeto –dijo mientras desplegaba una
imagen al otro lado de la pantalla–. Es el hijo de Zavala.
Los agentes ahora sí entendían. Conocían a Osana,
siempre les había dado mala espina y en más de una
ocasión habían sentido la necesidad de investigarlo, pero
como era tan insignificante, lo olvidaban frecuentemente.
–¿Estás segura de que es hijo de Zavala?– Preguntó la
agente Castillo asombrada. Le costaba trabajo creer que lo
que estaba viendo era obra de ese desgarbado uniformado.
–Cien por ciento, lo he corroborado, y saben que no fallo,
al menos no en esto –contestó Allison bajando la mirada.
No podía dejar pasar el hecho de que unas horas antes
había fallado en grande.
¿De qué lado está?
Allison se dirigió a la entrada del almacén en el edificio de
la rectoría. Llegó en un taxi destartalado, que cada
determinado tiempo, como si estuviera sincronizado,
emitía una explosión de carburador. No podía dejar de
pensar que de haber querido llamar la atención, no habría
aparecido nunca.
Los agentes Deveraux y Castillo la esperaban en el punto
ciego. Allison los vio y se le iluminó el rostro, nunca se
imaginó que ver a ese par le causara la mínima alegría,
pero hoy era diferente.
–Pensamos que no volveríamos a verte –dijo Castillo a
manera de saludo–. La verdad es que tu manera de actuar
deja mucho qué pensar. ¿Lo sabes verdad?
–Sí, y me disculpo –contesto Allison tímidamente, lo
curioso es que era sincera, de verdad lamentaba haber
actuado de manera impulsiva. Se sentía tan vacía sin
Víctor, había perdido sus emociones, y sin sus compu-
tadoras, también había perdido su profesión–. Pero ahora
es momento de trabajar, tengo información muy valiosa
que debemos tratar con mucho cuidado.
–Pues escuchamos –intervino Deveraux mientras cami-
naba para entrar al auto–. Platiquemos aquí dentro.
–No –protestó Allison–. Debemos subir a mi laboratorio.
Allison les dio el control para bloquear el sistema y des-
pués de unas rápidas instrucciones envió a los agentes a la
entrada principal de la rectoría. Serían las dos de la tarde,
la mujer amargada de la recepción debía estar saliendo a
comer, por lo que no sería excesivamente difícil entrar.
Los agentes hicieron el movimiento rápido y preciso.
Presionaron el botón y durante unos segundos en las pan-
tallas del centro de control sólo se vio “ruido blanco”.
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EL CÓDIGO ALLISON NOVELA PTE 7
adelante. ¿Cómo explicas eso matemáticamente? Cono-
ces a la persona con la que te casarás en una fiesta a la que
no debías o querías ir. Un día sin más te levantas de tu
cama con una terrible sensación de vacío y te informan
horas más tarde que tu abuela ha muerto. Eso simplemente
no lo puedes predecir y menos con números. Perdóname
Allison, pero creo que ahora sí estás alucinando.
–No me refiero a esas cosas a las que nadie encuentra
sentido y por las que creemos firmemente que hay un dios
o un poder superior sobre nosotros. Me refiero al hecho de
que todos los días tomas decisiones. Cambias una cosa por
otra porque siempre hay opciones. Los seres humanos no
percibimos la cantidad de posibilidades que tenemos
frente a nosotros, pero las matemáticas sí. Esas opciones
se llaman variables y es de lo que está hecho el programa
de David.
Allison se levantó de su silla y se plantó frente a los
detectives, continuó:
–Verás, puedes pensar que todo lo que haces tiene una
consecuencia. Ahora, qué pasa si no debes hacer caso de la
consecuencia sino de lo que la ha ocasionado. En la serie
de Fibonacci, 0 1 1 2 3 5 8 13, etcétera, el uno es conse-
cuencia del cero, el tres es consecuencia de la suma del
uno y del dos, el cinco corresponde a la suma del dos y del
tres, así sucesivamente. Entonces, sabes lo que pasará
siempre que logras entender lo que lo ocasionará. En el
programa de David es posible predecir lo que las personas
harán, porque ellos ponen el escenario que ocasiona las
consecuencias.
–Por eso es tan importante el trabajo de Anna Smith
–interrumpió Deveraux, con cierto entusiasmo, como
cuando un niño de primaria “adivina” la respuesta
–Obviamente necesitamos un plan –dijo Deveraux–.
Supongo que ya tienes alguna idea Alison, no veo porque
otra cosa nos llamarías.
–Efectivamente. Pero antes deben saber lo que planea.
Osana no es tan estúpido como parece, tal vez sí, pero por
ahora nos está ganado. Investigué un poco y resulta que
todos sus movimientos en internet tienen una especie de
registro, pero en realidad son piezas de un plan elaborado
desde hace mucho, años quizá.
–¿De qué se trata?– preguntó Castillo impaciente.
–Él me dijo que David había creado el software que él
había imaginado. Tiene mucho sentido, porque en su
mente enferma él siempre ha querido controlar las
decisiones de las personas, sólo que no sabía cómo
hacerlo. David le dio, sin saberlo, sin imaginarlo siquiera,
la respuesta: todo se reduce a lo que es capaz de hacer con
el programa de predicción.
–¿Pero qué hace ese mentado programa que ha
ocasionado tantos problemas?– intervino Deveraux,
ciertamente estaba intrigado, pero en sus ojos se reflejaba
un dejo de miedo, tal vez él mismo no quería saber todo lo
que podía hacer ese programa en manos enemigas.
–¿Qué puede hacer? La respuesta no es fácil de digerir.
Puede hacer lo que sea, las posibilidades son infinitas.
Todo lo que hacemos todos los días es predecible matemá-
ticamente, desde lo que desayunamos, hasta de quién nos
enamoramos, dónde viviremos, en qué trabajaremos.
Todo se puede reducir a una fórmula matemática.
–Eso es una estupidez –estalló Castillo–, ¿qué hay del
libre albedrío, qué hay de las cosas que resultan del azar?
No puedes negar que hay cosas inexplicables, como cuan-
do se pasa el bus y de repente choca unas calles más
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EL CÓDIGO ALLISON NOVELA PTE 7
–No necesariamente –contestó Allison asumiendo una
actitud de profesora apasionada con su materia–. Por eso
necesitamos la conexión simbiótica. Todo el trabajo de
Anna está monitoreado. Su vida personal nos importa un
bledo, por eso no necesitamos cámaras. Estableceremos la
conexión en su terminal de computadora, monitorearemos
cada cosa que haga como si la hubiéramos hecho nosotros
mismos.
–¿Cómo nos aseguraremos de que no salga lastimada si es
que es inocente y cómo daremos con ella si es que es parte
del plan? –pregunto Deveraux.
–No perderemos la conexión. Además está David, si Anna
llega a desaparecer, por la razón que sea, lo utilizaremos a
él para encontrarla. Es poco moral, pero me parece que no
tenemos muchas opciones.
–¿Cómo lograrás que David coopere? No lo hará si se
entera de que nosotros lo metimos en esto –preguntó
Castillo.
–Cuando David presentó el programa en la universidad yo
establecí una conexión simbiótica con su computadora
–Allison parecía confesar, más que aclarar una duda–.
Víctor no confiaba en él, es irónico que al final por esa
precaución lo acabaran matando.
–¿Cuánto tiempo necesitas para poner en marcha el plan?
–preguntó Deveraux, tratando de cambiar el orden de la
conversación.
–Dos semanas –contestó Allison con cierto arrepenti-
miento, aparentemente hasta ahora se daba cuenta de que
su estrategia podía costarle la vida a gente inocente–.
Ahora, quiero que vean esto. Se trata del verdadero plan y
por mucho que me cueste decirlo, no es de Zavala.
Los agentes Castillo y Deveraux se quedaron estupefac-
correcta–. Ella es quien hace posible que las opciones
aparezcan como variables lógicas –dicho esto, hasta él se
quedó sorprendido–. Entonces, la pregunta es ¿de qué
lado está Anna?
–No lo sé –contestó Allison. Le costaba trabajo creer que
estuviera involucrada en el genocidio más escalofriante
de la historia de la humanidad.
–Debemos ir por ella, debemos asumir que está
involucrada –terció Castillo.
–No creo que debamos adelantar conclusiones –protestó
Allison–. Tengo una idea que tal vez dé resultado. Si tengo
razón, y sé que la tengo, podremos acabar con Zavala, con
su maldito instituto y salvar millones de vidas, todo de un
tiro.
–¿Cuál es el plan? –preguntó Deveraux.
–En realidad es sencillo, debemos entrar a la computadora
de Anna Smith, establecer una conexión simbiótica, es
decir, ni ella, ni nadie, sabrá que existe, porque la
conexión es parte de la misma computadora. Como en el
embarazo; el niño depende de la madre, sin ella él muere,
sin él ella deja de ser madre.
–Osana ha diseñado un código –continuó Allison
entusiasmada– que es capaz de confundir la base de datos
de Agatha, algo muy técnico para explicarlo ahora.
Dejemos que lo introduzca, esa es la primera fase. Yo sé
que el código también es una trampa, dejemos que la
ponga. Cuando eso pase sabremos si Anna está invo-
lucrada. Debemos vigilarla en todo momento, esto le
podría costar la vida.
–¿Pero cómo sabremos qué pasa? La única forma es
poniendo cámaras y micrófonos en su casa y en cada lugar
en donde esté –intervino Castillo.
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extraño que su número celular y el de su esposa estuvieran
en la lista. Apagó la pantalla y aventó el aparato a la cama,
no vio, ni le pasó por la mente, que un recuadro indicaba
“sin servicio”. Regresó al cuadernillo.
El cuento parecía de Aldous Huxley en sus peores momen-
tos, una mezcla de filosofía y alucinación casi imposible
de entender, pero tenía cierto sentido que le llamaba la
atención a David. Después de leerlo un par de veces notó
algunos patrones en el orden de las ideas.
Sonrió cuando se dio cuenta de lo simple que era en
realidad. Tomó un block de notas de la mesita de noche y
empezó a hacer líneas. Los primeros dígitos del número
correspondían al orden en que aparecían ciertas palabras
en el cuento, el siguiente dígito indicaba la página y los
dos siguientes el renglón… David dedicó un buen rato a
copiar y crear un esquema ordenado de todos los datos.
Después de algunas horas tenía en sus manos el algoritmo
del programa que Osana había introducido desde la ter-
minal de Anna. Había descifrado el código Agatha, era
suyo. Puso a cargar la batería del teléfono y lo dejó encen-
dido sobre la mesita.
David sintió alivio al darse cuenta de que Martín no
necesariamente estaba relacionado a este asunto. Pero
quedaban números que no correspondían con el algorit-
mo. Tomó el paquete y comparó los nombres y los núme-
ros de teléfono de las identidades que él asumiría en ade-
lante, coincidían. Finalmente, sí había una agenda oculta
en el móvil. Había algunos nombres que no figuraban en el
paquete tal vez ya pagaron su cuota, pensó. Acomodó todo
y se tendió en la cama. Unos minutos después estaba pro-
fundamente dormido.
La alarma del teléfono sonó en punto de las seis de la
tos, la verdad es que ni por asomo les había pasado por la
mente la complejidad y la sencillez del fondo del asunto.
Después de un rato salieron del edificio de la rectoría de la
misma forma en la que entraron.
Allison esperó sola en su oficina, tecleó durante unos
minutos, con la mirada perdida en la pantalla de su
computadora. Una sonrisa se dibujó en su rostro, acto
seguido puso un mensaje: “Osana, debemos ejecutar”.
El código Allison
David terminó el trago y dejo el vaso sobre el buró. Reco-
rrió de nuevo la habitación, un lugar agradable y limpio.
Considerando que se trataba de un hotel “sin estrellas”, los
detalles y lo bien cuidado del mobiliario y los blancos,
hablaban de una excelente administración del lugar.
Lo único que quería era dormir largo y tendido al menos
hasta la mañana siguiente. Vació el contenido de sus bolsi-
llos y dejó todo sobre la cama. Le costaba trabajo creer que
su vida se había reducido a un pequeño paquete de iden-
tidades falsas y un montón de cosas que no entendía.
Tomó el cuadernillo que había encontrado en el comparti-
miento secreto del auto. Lo hojeó una y otra vez esperando
encontrar alguna manera lógica de acceder a la informa-
ción. El teléfono sólo tenía números, no había nombres o
algún otro indicio que indicara a quienes correspondían.
Volvió al punto de partida, su propio número y el de Anna,
al menos eso servía para iniciar. ¿Qué podría perder si
hacía una llamada? La recepción del hotel era la mejor
opción. Buscó el número telefónico, tecleó, esperó. Casi
se sentía ridículo por haber creído que de ese teléfono
pudiera conectarse la llamada. Entonces el teléfono, no
era precisamente un teléfono. Pero eso hacía aún más
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EL CÓDIGO ALLISON NOVELA PTE 7
salió. Fue al restaurante del hotel, desayunó, liquidó su
cuenta y se marchó del lugar.
En el auto trazó mentalmente una ruta y una forma para
entrar a su casa. Si todo estaba como hace unos días iba a
ser sumamente difícil entrar sin que lo vieran vecinos,
oficiales o investigadores. Tenía que entrar cual ladrón en
su propia casa, buscar la máquina y salir sin que nadie lo
viera.
Llegó a la calle, estacionó el auto a unos cincuenta metros
de su casa, miró alrededor, no había nadie paseando al
perro o caminando. El flujo de autos era muy escaso.
Contó con la mirada y había ocho vehículos estacionados
en la misma calle. Seis de ellos eran de sus vecinos, los
había visto antes. Dos no estaba seguro de haberlos visto
pero estaban estacionados cerca de una de las casas
ubicada a unos treinta metros de la suya. Tal vez se trataba
de visitas. Esperó unos minutos, alcanzó a ver como salía
un hombre de la casa de su vecino, luego salió la esposa del
vecino. El hombre llegó a uno de los coches, abrió la
puerta y parecía subirse para marcharse, pero no lo hizo,
sacó una bolsa de papel y se regresó rápidamente a la
puerta. Tomó a la vecina de la cintura y le plantó zendo
beso en los labios, le apretó los glúteos y mientras ella se
contoneaba en sus brazos, echó una mirada rápida y cerró
tras de ella la puerta. Cosas que no debía ver nadie, sobre
todo cuando el marido de la vecina estaba trabajando. Al
menos sabía que uno de los autos tenía una buena razón de
estar ahí.
El segundo coche desconocido era un modelo reciente de
lujo. Mucho para un policía, pero tal vez solo fuera una
fachada. No era el Marquís negro, obviamente no lo
mañana. David la apagó, revisó a fuerza de costumbre que
no hubieran entrado llamadas, nada. Se bañó, vistió y se
sentó en la orilla de la cama.
Tenía que regresar a su casa, recuperar la computadora
que había armado con Max. Ahora, reproducir el progra-
ma que Osana había introducido era vital, quizá su única
ventaja. Además era hora de hacer algunas preguntas a
Martín.
Tomó todas sus cosas, y a punto de cerrar la puerta para
abandonar el lugar sonó una alerta en el teléfono. Tocó el
ícono en la pantalla, se trataba de un mensaje de texto: “no
dejes rastro de que has estado ahí”.
¿Lo seguían, alguien sabía todo lo que hacía?, ¿quién,
cómo? Regresó a la habitación, dejó el paquete sobre una
mesita, el teléfono y todo lo que traía en los bolsillos. Era
obvio que se trataba de la tarjeta de crédito, no es difícil
rastrear los movimientos si se cuenta con los recursos
necesarios. La única persona que David conocía capaz de
hacerlo era Osana. Evidentemente había alguien más,
igualmente capaz y enterado de todo. El mensaje decía
“no dejes rastro”, entre líneas algo como “te estamos
ayudando”. Pero eso no explicaba que el texto llegara a
ese teléfono ¿quién sabía que lo tenía? Peor, si lo sabían
también estaban enterados de lo que había pasado con
Osana.
David asomó la cabeza al pasillo, buscó cámaras de
vigilancia, sólo había una al final del pasillo y apuntaba
hacia los elevadores. Regresó, tomó la misma toalla con la
que se había secado al salir de la ducha, la mojó un poco
más en la orilla y limpió a conciencia el baño, la mesa,
sacudió la cama. No se le ocurría qué más podía hacer,
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puestos en el siguiente sonido que desgraciadamente no
era el que esperaba escuchar.
A punto de llegar a la ventana de la puerta de la cocina, el
ladrido de un perro le taladró los oídos, David sintió como
todo el cuerpo le convulsionaba, movió el pie hacia atrás
para no caer y golpeó las ollas que estaban en el piso. Se
levantó y tiró otras colocadas en la barra del desayunador.
El estruendo hubiera levantado a un muerto. Él sólo atinó a
protegerse la cabeza con las manos, como en posición fetal
y esperar a que fueran por él. Pasaron unos segundos,
nada. La casa estaba vacía.
Recobró la respiración, aunque el pulso no disminuía. Se
levantó, miró por la ventana circular de la puerta, nadie.
Confiado, abrió la puerta de par en par. Tenía muchas
cosas que hacer pero la más importante era llegar a su
estudio, tomar dinero, ropa, trabajar rápidamente en
alguna estrategia, cerrar y salir. Regresó por una botella de
agua del refrigerador, el susto le había dejado la boca seca,
con sabor a arena.
Cuando cerró la puerta de la nevera, escuchó que abrían la
puerta de entrada. El perro volvió a ladrar mientras una
voz masculina le gritaba que callara.
David tomó la máquina y echó a correr lo más rápido que
pudo. Sólo alcanzó a escuchar “alto” y después “ve por
él”, supo que le hablaban primero a él, luego al perro. Dio
la vuelta, atravesó el jardín y corrió despavorido hasta el
auto. Mientras corría apretaba el botón para abrir los
seguros, cuando al fin la señal llegó al auto, se encendieron
las luces y emitió el sonido de la alarma desactivada. Eso
hizo que quien estaba en la casa se percatara del auto.
Corrió en dirección a él, casi de frente a David, era como
una lucha por agarrar la bandera.
utilizarían más. David esperó unos diez minutos, no hubo
ningún movimiento en toda la calle. Ese era un vecindario
que se transforma en pueblo fantasma todos los días. Salió
del auto, caminó con la cabeza baja y pasó frente a su casa,
con el rabillo del ojo alcanzaba a ver que estaba cerrado,
no había cintas de la policía ni nada que indicara que
estaban dentro. Caminó hasta la cerca que dividía la
propiedad con la del vecino y dio la vuelta. Tenía planeado
entrar por la cocina. Se deslizó lentamente hasta llegar a la
puerta, estaba cerrada pero sin seguro.
Abrió lentamente, escuchó un débil golpeteo proveniente
de la sala de estar. Aguzó los oídos mientras permanecía
en cuclillas a un lado de la puerta, en una posición lo
suficientemente cómoda como para echar a correr a toda
prisa en caso de que saliera alguien a su encuentro. El
sonido disminuyó hasta hacerse inaudible. Avanzó en la
misma postura hasta que llegó a la puerta de la bodega,
abrió lentamente, entró y cerró la puerta. Encendió la luz,
en cosa de medio minuto, o menos, encontró la caja, sacó
la computadora, los cables de corriente y se dispuso a salir.
De nuevo, sin hacer nada de ruido abrió lentamente la
puerta. Se acomodó en cuclillas y caminó. Antes de salir
quiso corroborar quién hacía el golpeteo. Sus pensa-
mientos gritaban ya tienes la máquina, sal de aquí pero no
obedecía. Caminó hasta colocarse bajo la barra del
desayunador, habían vaciado las alacenas, dejaron las
ollas, algunas sobre la mesa otras en el piso. David sentía
sus propios latidos acelerados, le temblaban las manos y
no podía dejar de oír dentro de su cabeza “lárgate,
ahora”.
Se acercó a la puerta de la cocina, se acomodó lentamente
esquivando trastes. Toda la concentración y el oído
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valor suficiente para ver por el retrovisor, nadie lo seguía,
se sintió aliviado. Miró alrededor deteniendo la mirada en
un enorme anuncio. Sabía a dónde tenía que ir.
Llenó el tanque de combustible y manejó fuera de la
ciudad. Necesitaba estar en un lugar apartado y al parecer
había encontrado el ideal. Entró al estacionamiento de un
gigantesco centro comercial de la periferia, antes de salir
del auto cambió la identidad. Compró un par de maletas,
ropa de playa, equipo de natación, algunos Libros, una
computadora portátil, un repetidor se señal wifi y algo de
comida. En la farmacia retiró un poco de efectivo y
compró algunas cosas como para armar un botiquín.
Finalmente entró a una agencia de viajes y reservó para esa
misma noche una habitación en un hotel de lujo, pagó
sobreprecio por las molestias y la premura pero valía la
pena. Ahora era un respetado psiquiatra con una larga lista
de clientes. El doctor Miguel Olf había entrado al “club de
Martín” hace poco menos de un año. Osana lo había
localizado prácticamente por error al investigar a un
farmaceuta que gustaba de preparar brebajes milagrosos
de agua sucia que vendía en una fortuna a mujeres ricas
que no querían envejecer.
El buen psiquiatra necesitaba un descanso para
reencontrase con su profesión. Una semana de vacaciones
en un hotel con todas las comodidades del mundo
moderno, pero con la anhelada privacidad del mundo
exclusivo, le venía de perlas.
David tendría tiempo suficiente para reestructurar su
programa. Con suerte y mucho trabajo también podría
integrar en una aplicación utilizable el código que Osana
había utilizado en Agatha.
David aceleró lo más que pudo llevando la computadora
sujetada apenas con dos dedos bajo el brazo, sentía cómo a
cada paso se resbalaba y no podía darse el lujo de perderla,
eso no.
Llegó un par de segundos antes al coche, abrió la puerta y
literalmente se aventó al asiento, metió la llave en el
encendido y arrancó. El perro se paró frente al auto. Era
prácticamente su vida o la de animal. Sin detenerse lo
llevó entre las llantas, escuchó que el animal chillaba
mientras le pasaba el vehículo encima.
David miró por el retrovisor, vio que el sujeto sacaba un
arma y apuntaba en su dirección. Aceleró a fondo, al pasar
frente a la casa de la vecina, se percató de que el lujoso
auto ya no estaba, lo tranquilizó un poco. Volvió la mirada
al camino. La calma de nuevo se había ido, ahí estaba,
tapando la ruta de escape, el lujoso auto se dirigía a toda
velocidad hacia él.
Contuvo la respiración, no dejó de apretar el pedal del
acelerador, el coche hizo un ruido ensordecedor, cambió
la velocidad y obtuvo más impulso. Un par de centímetros
antes del impacto que acabaría con su vida, pero también
la del otro, el lujoso auto se desvió del camino dejando
libre la ruta. Sin detenerse, tenía miedo de voltear a ver
porque sabía lo que vería. Se incorporó a una vía de varios
carriles y se perdió en el tráfico de la mañana.
Había escapado. Sabía que su casa seguía siendo
peligrosa, pero sabía algo peor. No los iban a dejar.
Unas vacaciones
David manejó sin rumbo fijo. No podía regresar a su casa,
necesitaba estar en un solo lugar, perderse unos días.
Detuvo el vehículo en un alto, hasta ese momento tuvo
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imagen de su vientre, ver cómo trataba de protegerlo
poniendo en todo momento su mano delante, le hacía
perder la paciencia, pero al mismo tiempo lo llenaba de
valor, tenía un propósito y no se iba a permitir fallar.
Comió con mucho apetito a pesar de la tristeza que sentía.
Antes de volver a la habitación pasó a la recepción y
solicitó la clave de internet y anticipó el servicio de
desayuno al cuarto. Se paseó, a propósito de que lo vieran
y grabaran las cámaras de seguridad, por la alberca, el bar
del hotel y los jardines. Regresó, colocó el letrero de no
molestar y cerró la puerta. Oscureció completamente la
habitación, asegurándose de que no entrara, ni saliera luz.
Sincronizó su portátil en red, a través del repetidor
asignando una IP virtual. Encendió la otra computadora y
verificó que la IPdel hotel fuera diferente a la que él estaba
utilizando, así era. Puso en línea la computadora de su casa
dándola de alta como servidor Proxy, creando una red
privada con sus propios protocolos de acceso, lo que le
garantizaba que la comunicación entre Franky y su
computadora no pudiera ser interceptada.
Trabajó hasta que los ojos se le cerraban de sueño, para su
desconcierto eran poco menos de las once de la noche. Se
propuso recostarse un instante para despejar las ideas, lo
que menos quería era cometer un error que se podía evitar
descansando un poco. Tomó dos pastillas para el dolor de
cabeza, se puso una gorra de baño asegurándose de que no
saliera ningún cabello y se recargó en la almohada.
De repente alguien tocó la puerta. David abrió los ojos,
agradeciendo que lo hayan despertado, había descansado,
se sentía bien. Con precaución acercó el oído a la madera
esperando escuchar lo que sea que le diera idea de quién
estaba afuera a esa hora. Puso el ojo en la mirilla, era una
Salió del centro comercial y manejó prudentemente
durante siete horas. No excedió nunca el límite de
velocidad, no pasó ninguna señal y por ninguna razón tocó
el claxon. Sólo se detuvo menos de diez minutos al lado de
un cerro a observar el paisaje y acomodar algunas piedras
dentro del equipaje. Llegó al hotel, bajó del auto y encargó
al mozo las dos maletas cargadas, la mitad con piedras, la
mitad con ropa.
Había aprendido mucho en los días anteriores, se
memorizó las firmas, los nombres y las historias. Todo
tenía que ser coherente, el flujo de las cosas era esencial.
Llegó a la habitación, el mozo puso las pesadas rocas
sobre la mesita para desempacar. David le aseguró que
recibiría una buena propina cuando cerrara la cuenta. El
empleado, que aparentemente tenía experiencia con esa
clase de promesas, se limitó a dar las gracias groseramente
y salió del lugar.
Antes de tocar nada David se puso unos guantes de látex,
acomodó la ropa de su equipaje, guardó las maletas,
acomodó en la mesa las computadoras, el teléfono y el
cuadernillo. Escondió celosamente el paquete de identi-
dad tras la rejilla del aire acondicionado. Se cambió los
pantalones por unos nuevos de lino, se puso una holgada
camisa blanca de algodón, finalmente se calzó un par de
sandalias, unos anteojos oscuros, un sombrero playero y
salió al restaurante.
Una sensación de traición embargaba todo su ser. Hacía
mucho tiempo que quería tomar vacaciones con Anna, ir a
la playa y tirarse a tomar el sol. Él lo hacía ahora, las
condiciones simplemente le resultaban lamentables.
La imagen de Anna diciendo lo siento, con la cabeza baja,
la delgadez de su cuerpo le llenaba de enojo y miedo. La
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mujer, antes de abrir se aseguró de que fuera la camarera.
Abrió la puerta. La mujer de unos veinte años, lo miró un
tanto extrañada, pero acostumbrada a las excentricidades
de los ricos, no hizo mayor comentario acerca de que
tuviera puesta una gorra de alberca. Se limitó a informar
que dejaba el desayuno y se retiró.
David se sorprendió de que hubieran pasado nueve horas
desde que recargó la cabeza en la almohada, se tocó la
cabeza para despejarse y entendió la extraña expresión de
la camarera. Tomó el carrito con la comida y lo puso a un
lado de la cama. Sobre la mesa el teléfono había sonado la
alarma a las seis en punto, él no la escuchó. Abrió la tapa
para verificar si había alguna llamada, aunque sabía que
eso no pasaría, no se quitaba de la mente el hecho de que
estuviera su número de teléfono y el de Anna registrados,
lo dejó en la mesa. Se sentó a desayunar, después de todo
sería un día largo y hasta ahora no había avanzado gran
cosa en el trabajo. Reiniciaría después de tomar un baño.
El teléfono emitió un sonido, el corazón de David se
aceleró, a pesar de saber que lo seguían, a pesar de que él
mismo se había puesto al descubierto, no dejaba de
atemorizarle. La idea era que supieran que estaba lejos,
pero si eran capaces de verlo, seguramente sabrían lo que
estaba haciendo. Con la mano temblorosa tomó el
teléfono, presionó el botón de encendido, era un mensaje:
“no dejes rastro de que has estado ahí”. La misma hora, el
mismo texto. No lo seguían, nadie sabía dónde estaba,
A la mañana siguiente, después de lo que se había
convertido en una rutina de limpiar, esconder, y verificar,
se sentó a trabajar. Rehízo el programa, introdujo con
sumo cuidado cada uno de los datos de acuerdo con el
orden preciso que estaba marcado en el cuaderno. Se
sintió aliviado al darse cuenta de que, efectivamente se
había equivocado en unas cuantas instrucciones, y había
malinterpretado un par de secuencias de programación.
Un poco más satisfecho, creó una copia protegida y
reenvío la aplicación, ésta se instaló y ejecutó
automáticamente, hasta entonces todo era correcto de
acuerdo a la programación. Se quedó mirando fijamente a
la pantalla de la portátil, lisa y llanamente no podía creer lo
que estaba viendo.
El programa era sencillamente obra de un genio, en sí
mismo no había un solo rastro de lo que había sucedido. Es
decir, una persona sin conocimiento, un usuario promedio,
no sabría nunca lo que había pasado. Pero eso no era todo
lo sorprendente, resulta que después de ejecutarse y
guardar los cambios generados se eliminó completamente
del sistema, efectivamente, no había forma de detectarlo.
Lo que había dicho Osana no describía completamente la
genialidad del código Agatha. Reinició la portátil y todo
parecía normal, excepto que los archivos estaban
“revueltos”. Finalmente y más por no dejar dudas,
reestructuró el sistema, lo que había hecho la aplicación
era permanente y no había ningún indicio.
David se recargó en la silla, ya había llegado la tarde. Pidió
el servicio de limpieza y salió de la habitación. El res-
taurante, la alberca, el bar, los jardines. El mismo recorri-
do, ahora con una sola idea en la mente.
Si la aplicación no deja rastro alguno, cómo saben que
alguien ha modificado la estructura del sistema de
Agatha. Es seguro que cuando hablaban de un programa,
se referían a lo que Osana había hecho. Yo lo hice
nuevamente, repliqué cada uno de los pasos, cada una de
las instrucciones y ha funcionado a la perfección.
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Insistió en el lápiz, lo recibió y la dejó con la palabra en la
boca. Camino a la habitación comprendió lo que la mujer
decía, pero ya era muy tarde.
Como si su vida dependiera de ello, y no es que estuviera
muy equivocado, pasó el lápiz por la hoja de papel, el texto
era sumamente tenue, pero servía. Esta vez no había
cuento, estaban las instrucciones explícitas, siguió
diligentemente cada una de ellas, introdujo los dígitos y
guardó. Sentía que el corazón le salía del pecho. Envió el
programa, de nuevo se instaló, ejecutó y borró de manera
automática, excepto que esta vez había una variante.
Un rastro de la IP, el usuario y la hora de envío y ejecución.
Osana los había entregado. Por primera vez en su vida
David sintió lo que para él resultaba inconcebible, placer
de haber matado a alguien. Una pregunta volvió a su
mente ¿Por qué lo odiaba tanto?
David sentía que todo le daba vueltas, tenía la cabeza llena
de ideas que no le dejaban en paz. Entre la imagen de
Anna, el hecho de descubrir que Martín no lo había
traicionado; la imagen de Osana sosteniéndose de una
roca a un dedo de la muerte, finalmente la imagen de él
mismo sintiendo que había hecho el negocio de su vida.
Tomó un par de pastillas para el dolor, se metió a bañar con
agua fría y trató de dormir. Había terminado. Ahora venía
el contrataque.
Curiosamente durmió bien. Por la mañana limpió toda la
habitación. Un pensamiento atravesó por su mente y de
pronto se sintió ridículamente estúpido haciendo caso de
un mensaje programado, por quién sabe quién, para quién
sabe qué.
Algo en su interior, tal vez esperanza, le decía que no
revisara por última vez la computadora antes de salir. Pero
Introduje cada dígito del teléfono, excepto…
David echó a correr a la habitación, las ideas en su mente
fluían a una velocidad vertiginosa. Necesitaba hacer los
cambios al código lo antes posible. Cuando llegó vio que
la mucama aún no terminaba de hacer la limpieza a pesar
de que él tenía dos horas fuera. Eso lo enojó, al grado de
literalmente sacar a la mujer del cuarto pretextando que
tenía que usar el baño urgentemente. La mujer salió
diciendo algunas frescas entre dientes a lo que David
prefirió no prestar atención aunque alcanzó a escuchar
claramente cada insulto.
Sacó las portátiles de su lugar, reinstaló su red. Recién se
conectó a su computadora bajó a la portátil la copia de
seguridad que había dejado a riesgo de que alguien más la
descargara, riesgo que corrió muy a su pesar pero no
habría tenido tiempo de rehacer todo si es que no
funcionaba. Abrió el código, buscó desesperadamente en
el cuento la instrucción correspondiente. No había nada
que relacionara los dígitos. Buscó nuevamente en cada
una de las hojas del cuadernillo, nada. Ni un indicio de la
instrucción. De nuevo la desesperación se apoderó de él,
había estado tan cerca y ahora llegaba al mismo lugar. De
repente recordó la hoja suelta.
Buscó frenéticamente entre todas las cosas que había
sacado del compartimiento. Ahí estaba, no se veía nada
escrito. Puso la hoja encima de la lámpara, había marcas
de escritura, Osana la había arrancado de la libreta con
toda premeditación. Bajó corriendo a la recepción y
solicitó un lápiz. Al verlo ahí, la mujer a cargo le dijo que
las quejas debían escribirse con pluma en un formato
especial y extendió una hoja para que presentara su queja.
David no tenía la menor idea de lo que estaba hablando.
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sin hacer caso lo hizo. Sus temores no eran infundados,
había corrido el riesgo y tendría que pagar por ello. Ya
habían entrado a su computadora, vaciado toda la
información reciente, incluida la copia del código
Agatha. Lo único que servía de consuelo es que tomó la
precaución de protegerla, sin embargo, según veía, no
les sería difícil abrirla a pesar de la clave. La pregunta
era quien lo había hecho. Revisó las direcciones IP y
confirmó otra de sus sospechas, sabían en donde estaba.
De repente se le ocurrió que si tal vez pudiera conec-
tarse en la ciudad utilizando el mismo replicador.
Obtendría la misma IP, lo rastrearían e irían hasta donde
él estuviera, no era lo más elaborado que se le había
ocurrido, pero al menos sabría quién lo estaba
siguiendo. Por alguna razón que no alcanza a entender
completamente sabía que no era de la base.
Llegó el mensaje de celular, esta vez no le causo ni
asombro, ni gracia. Apagó el teléfono, empacó todas sus
cosas, pensaba en lo irónico que resulta que esos
paraísos tropicales, a los que van las personas con tanta
ilusión, y de donde aparentemente nunca se quisieran ir,
resultaban al cabo de una semana tan aburridos. Con eso
abandonó el lugar. De camino a la ciudad se acordó de la
propina del mozo, al final tenía razón, se le había
olvidado.
Ahora sólo debía recobrar el código de desbloqueo del departamento de Anna. Después de eso, las cosas debían inclinarse a su favor. Era hora de jugar según las reglas de Osana.
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LA PERSONA Y EL AMOR SUSANA ZAMORA ROSAS LIC. ANTROPOLOGÍA FÍSICA
racionalidad, ello los hace iguales a los demás, lo que los hace diferentes entonces es su subjetividad. La persona es un sujeto, no un objeto. Estamos llenos de subjetividad, cuando decimos que una opinión es subjetiva, es cierto, viene de nuestra manera de ver, de pensar y de vivir la vida, por ello los puntos de vista varían de uno a otro individuo, pero no por ello los juicios subjetivos son menos valiosos, al contrario, es la única manera de describir o definir sujetos. Incluso el conoci- miento que tenemos de nosotros mismos es subjetivo y sin embargo nadie puede conocernos mejor. La relación que establecemos con la mayoría de los demás es de utilidad o necesidad y esa no es una relación entre personas sino entre una persona y algunos objetos, o en el mejor de los casos, algunos seres humanos, ya que sólo los utilizamos como medios para lograr u obtener algo, como para obtener un trabajo, una mercancía o alguna ayuda, este tipo de relaciones se da entre un yo y un objeto. Con las personas nos relacionamos a través del amor que es la única relación de yo a yo o de sujeto a sujeto. Normalmente tenemos una manera de ser cuando esta- mos a solas y otra cuando estamos con otros (quien se relaciona poco con otras personas no desarrolla suficien- temente esta forma de ser). Cuando se reconoce a los demás no como otros sino como personas, con sus carac- terísticas propias, con sus diferencias, con su manera de ser, cuando no los utilizo como medios para mi fin, sino como fines en si mismos en busca de su propia realización, entonces podemos establecer una comunicación y cono- cerlos, a la vez que conocemos y desarrollamos nuestro ser con los demás. Solo ahí puede surgir el amor. El amor nos permite establecer una relación entre dos yo. Yo te amo porque eres tú, no por lo que yo quiero de otros, no por tus características determinadas, no por ser con quien había soñado sin conocerte, sino porque eres tú, y en esa relación, ambos (yo y tú) se aceptan así mismos y al otro, se quieren a sí mismos y al otro, y deben seguir siendo mejores, deben ayudarse a crecer, a ser, pero no deben
Una persona no es un objeto, es un sujeto, es un yo, dueño de sus actos, propietario de sí mismo, que se posee y se controla a sí mismo, a diferencia de los objetos que no decide por sus actos y son poseídos por otros. Toda persona es un ser humano y todo ser humano es persona, sin embargo estos dos conceptos no son sinóni- mos; el concepto ser humano hace referencia a aquello que todo los seres humanos tenemos en común, a nuestra naturaleza como la racionalidad o la vida, o como lo expre- sado en algunos derechos fundamentales. En cambio, el concepto de individuo persona refiere todos aquellos aspectos que nos hacen diferentes a unos de otros, aquello que nos identifica, a nuestra individualidad, a aquello que llamamos personalidad, aspectos derivados de la manera en que cada individuo vive su vida, el cómo nos construi- mos en respuesta a los estímulos que recibimos y la mane- ra como respondemos ante ello. Cada uno de nosotros tenemos ambas partes que son igualmente importantes y que se deben desarrollar. Mediante el intelecto y la voluntad, cada humano es res- ponsable ante el universo, ante las demás personas y es- pecialmente ante nosotros mismos de cuidar cada uno de estos aspectos. Lo que distingue a las personas no es su mentalidad o
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destruirse uno al otro (querer que cambie la persona que amamos, en ocasiones es querer destruirlo), deben respetar sus individualidades y compartir lo que tienen en común, deben perfeccionarse como personas tanto individual como intersubjetivamente (como pareja, como madre e hijo, como amigos etc.). Los yo no deben ser suprimidos en la relación y cada uno debe aprender a conocerse a si mismo y al otro y respe- tarse con responsabilidad. El amor puede extenderse a muchas personas siempre y cuando sea cada una reconocida en su dignidad aceptada y amada, el amor a los demás es una exigencia del yo para su desarrollo. El amor es entonces la capacidad y buena disposición para permitir que los seres queridos sean lo que ellos elijan para sí mismos sin insistir en que hagan aquello que a nosotros nos satisfaga o nos guste, incluso ayudándolos a lograr sus metas. Para amar a otro se necesita amarse a sí mismo, valorar lo que se es y lo que se tiene, cada uno determina lo que vale sin compararse con nadie y sin necesidad de dar explica- ciones. Amarse es reconocerse, es saber lo que se tiene y lo que queremos lograr, nadie es mejor ni peor que nadie, solo somos diferentes. Sólo quien se ama a sí mismo es capaz de amar verdade- ramente a otro y ese otro a quien amamos debe ser valo- rado por sus diferencias, por aquello que lo hace ser quien es.
mentira. La mentira existe primero en nuestras mentes y luego, cuando la expresamos ya interfiere en el conoci- miento de otros. La mentira no es un concepto filosófico que por sí solo tenga que ver con el bien y el mal, es un concepto lógico o epistemológico (hace referencia a la estructura del pensamiento o a la validez del conocimiento), ya que las personas no quieren conocer falsamente las cosas sino que todos queremos saber la verdad. En este sentido cuando una persona dice algo que es mentira pero no sabe que lo es, no se puede hablar de si es bueno o malo, ni de una intención de mentir, ya que el cree que es verdad. La verdad siempre es buena para la inteligencia, por ello, incluso Sócrates afirmaba que el único mal es la ignorancia. Sin embargo hay otro aspecto de la mentira, cuando se
La Mentira En filosofía no se define a la mentira como tal sino a la verdad, que es la adecuación entre nuestro conocimiento y la realidad, de tal manera que cuando esto no sucede, entonces estamos hablando de la mentira. Cuando la mente no se adecua a la realidad, cuando lo que creemos, pensamos, decimos o sabemos, no va de acuer- do con la realidad entonces no es una verdad, sino una
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falsea la verdad con la finalidad de obtener algún beneficio, cuando elijo no decir la verdad por conveniencia, entonces estamos abandonando el campo de la lógica y la episte- mología e ingresamos en el terreno de la Ética y es cuando podemos hablar de actos buenos o malos, ya que entra- mos en el terreno de la intencionalidad. Se dice que hay varios tipos de mentira: mentiras blancas- que no hacen daño- como el decirle a alguien que se ve bien aunque no lo creamos; mentiras piadosas -que impiden que las personas sufran- no decirle a alguien que le queda poco tiempo de vida; mentiras necesarias- que pueden causar un mal- no dar una mala noticia a alguien que tiene problemas cardiacos; o hasta mentiras didác- ticas- que permiten organizar los contenidos para ser enseñados- como el dosificar a los niños el conocimiento de cómo se conciben los bebés, etcétera.
Como puede verse, en todos casos anteriores ya estamos e el terreno de la intención y cuando ésta es mala, entonces el concepto de mentira puede ser sustituido por el de engaño, y aunque no es necesariamente malo (como en el caso de las bromas), lo es cuando es utilizado como un medio para lograr que las demás personas hagan lo que nosotros queremos, ya que al no tener información o tener información errónea, los otros estarán impedidos para tomar las decisiones apropiadas en cada caso. De esta manera la mentira es moralmente mala, constituye un abuso en la capacidad de comunicación, mata la con- fianza en las relaciones interpersonales y rebaja la digni- dad de la persona. En el momento en que la mentira es utilizada para manipular a otra persona, y peor aun si es la amada, rebaja la dignidad del otro e incluso la propia dignidad de la persona que la utiliza, en cuanto que no tiene la capacidad de darse a conocer o a amar sin necesidad d utilizar la mentira. Además es un acto intencional, que no puede ser atribuido a la ignorancia o a un buen fin, siempre está de por medio la utilización del amado y el no reconocer su dignidad. El humano tiene derecho a su dignidad personal y a buscar consejo sin el peligro de ser traicionado y menos aun por la persona amada. El proceso de comunicación entre dos personas depende en gran parte de la confianza que pueda tener el uno en el otro. El utilizar la mentira para conquistar a una persona, para seducirla, o para conservarla, puede, en efecto dar resultado a quien busca ese fin, sin embargo se está fo- mentando una relación ficticia que no permite la realización del yo ni del tú, sino de dos extraños que surgen en la rela- ción que se establece cuando se finge ser algo que no es. Tomando como base los conceptos anteriores y la relación entre ellos no nos queda más que establecer un compro- miso con cada uno de nosotros y con la persona que amamos con respecto al uso de la mentira en el amor. Siempre que se habla de temas que tienen relación entre
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dos yoes, es importante considerar que en ocasiones nos toca el ser el yo de un lado, pero en otras nos toca ser el del otro lado, lo que equivale a valorar que aquello que consi- deramos correcto cuando se lo hacemos a los demás, deberíamos considerarlo correcto cuando nos lo hacen a nosotros. A manera de conclusión debo decir que el mito de la mentira tiene serias consecuencias, no nos permite rea- lizarnos auténticamente como personas, no nos deja cono- cer la verdadera felicidad y nos impide conocer al otro, al que también estamos incapacitando para su pleno desa- rrollo. No solamente es falso que la mentira sea indispensable para el amor, en realidad lo imposibilita y cualquiera que crea que “en el amor y la guerra todo se vale” deberá estar conciente de que en el amor lo que más se vale es amar y que el mentir destruye la posibilidad de establecer una verdadera relación con el amado, por lo seguramente lo que está construyendo es una guerra. Decía Bertrand Russel: “El hombre feliz es el que no siente el fracaso de unidad alguna, aquel cuya personalidad no se escinde contra sí mismo ni se alza contra el mundo. El que se siente ciudadano del universo y goza libremente del espectáculo que le ofrece y de las alegrías que le brinda, impávido ante la muerte, porque no se cree separado de los que viven en pos de él. En esta unión profunda e instintiva con la corriente de la vida se halla la dicha verdadera. “El secreto de la felicidad es este: que tus intereses sean lo más amplios posible y que tus relaciones a las cosas y personas que te interesan sean, en la medida de lo posible, amistosas y no hostiles”. La felicidad plena sólo se consigue, pues, a través de una vida exterior plena, que deja a un lado el exceso de egocentrismo. Por medio de esta propuesta el ser humano puede llegar a vencer la infelicidad. Es lógico que un
individuo permanentemente centrado en sí mismo siempre se encuentre en estado de insaciabilidad absoluta pero en el momento en que ese mismo hombre sale de sí y se siente parte de un todo, se da cuenta de que su vida no se acaba en él mismo. La felicidad puede conseguirse, a través de sus hijos o del amor que puso en ellos, del cariño y de la influencia que ejerció entre sus familiares y amigos, y en todas las obras que realizó en favor de la humanidad. Es claro que la felicidad depende tanto de las circunstancias como de uno mismo, así mucha gente desgraciada, atribu- ye sus infortunios a sus ideas o factores intelectuales, cuando gran proporción de ella la constituyen los mismos síntomas y la actitud que uno adopte ante los problemas. Por eso Russell nos dice que “…el hombre feliz es el que no siente el fracaso de unidad alguna, aquel cuya personalidad no se escinde contra sí mismo ni se alza contra el mundo.” En otras palabras, es feliz, en el amor, la persona que reconoce al otro, que busca la verdad, no engaña, no utiliza, sino pone de sí mismo el ser para amar y ser amado.
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