figuraciones: lo que me costó perder a eurídice

1
Figuraciones: lo que me costó perder a Eurídice. Los paisajes del Inframundo, en su indescriptible trayecto, no permiten coincidir tortura alguna con la desesperación tajante de la presencia sin rostro. Hades lo supo al otorgarme aquella sombra bella. En la existencia metafísica de las almas errantes se produce, por desprecio divino, el destierro espiritual de quienes todavía las reclaman de este lado del río Aqueronte. La impaciencia como pecado de los amantes, se transforma en agonía cuando no se les permite vislumbrar la figura que se pretende reconocer. Hades lo supo, promulgó lo que a simple vista yo contemplé como un aletargamiento de las cualidades que lo llevaron a reinar el Inframundo. Pero lo supo: jamás abandonaría su poderío ante los espectros por un simple enamorado. En mi trayecto, la lira no es más que un aditamento estético a las condiciones de aquel sentimiento. Ni Cerbero ni Caronte poseen la frivolidad para comprender tal desprestigio; ésta los elevaría a candidatos al reino de los muertos. Hades lo supo, pero mis actos pretenderán ser recordados como frutos de la cobardía. A estas acusaciones me adelanto: quien se atreva a reiterar que la nobleza del amor está en morir por él y no en hacerlo renacer; que se proponga vivir y revivir la tortura, la silueta desapareciendo en el aire absorbida por el Inframundo, en cada uno de los pasos que acerquen a ella, pasos que tienden a un mismo patrón, una misma dirección: el reino de las sombras. Hades lo supo y ya siento a los Spinettas cantar: “Si vas a perder tu amor, alguien te ha dicho ya, aunque no eres real vas a perder tu amor. Figurate que pierdes la cabeza”

Upload: manuelcurin95

Post on 22-Dec-2015

6 views

Category:

Documents


1 download

DESCRIPTION

Pequeño ¿cuento?

TRANSCRIPT

Page 1: Figuraciones: lo que me costó perder a Eurídice

Figuraciones: lo que me costó perder a Eurídice.

Los paisajes del Inframundo, en su indescriptible trayecto, no permiten coincidir tortura alguna con la desesperación tajante de la presencia sin rostro. Hades lo supo al otorgarme aquella sombra bella. En la existencia metafísica de las almas errantes se produce, por desprecio divino, el destierro espiritual de quienes todavía las reclaman de este lado del río Aqueronte. La impaciencia como pecado de los amantes, se transforma en agonía cuando no se les permite vislumbrar la figura que se pretende reconocer. Hades lo supo, promulgó lo que a simple vista yo contemplé como un aletargamiento de las cualidades que lo llevaron a reinar el Inframundo. Pero lo supo: jamás abandonaría su poderío ante los espectros por un simple enamorado. En mi trayecto, la lira no es más que un aditamento estético a las condiciones de aquel sentimiento. Ni Cerbero ni Caronte poseen la frivolidad para comprender tal desprestigio; ésta los elevaría a candidatos al reino de los muertos. Hades lo supo, pero mis actos pretenderán ser recordados como frutos de la cobardía. A estas acusaciones me adelanto: quien se atreva a reiterar que la nobleza del amor está en morir por él y no en hacerlo renacer; que se proponga vivir y revivir la tortura, la silueta desapareciendo en el aire absorbida por el Inframundo, en cada uno de los pasos que acerquen a ella, pasos que tienden a un mismo patrón, una misma dirección: el reino de las sombras. Hades lo supo y ya siento a los Spinettas cantar:

“Si vas a perder tu amor,alguien te ha dicho ya,

aunque no eres real vas a perder tu amor.

Figurate que pierdes la cabeza”