La cruz, después de morir Jesús, siguió siendo un signo maldito. Por eso la cruz de Cristo fue enterrada junto con otras cruces.

Los cristianos usaban otros signos como el Buen Pastor o el pez. Pero no rechazaban la cruz, sino que la llevaban en su corazón.

En el año 312, el emperador Constantino tuvo un sueño la víspera de una gran batalla. Vio en los cielos una cruz con estas palabras: “Con este signo vencerás”. Mandó poner la cruz en los estandartes venciendo en el puente Milvio. Entonces exclamó: “Creo en el Cristo en quien cree mi madre Elena”. Y llegó la libertad para los cristianos.

El 14 de Septiembre del año 320 santa Elena, madre del emperador, encontraba la cruz, donde había muerto Jesús. Pero, habiendo tres cruces,

debía averiguar cuál era la verdadera.

Sobre una mujer muy enferma pusieron la primera y se puso más enferma. Pusieron la segunda y seguía enferma. Pusieron la tercera y aquella mujer sanó totalmente. Esta tenía que ser la cruz de Jesucristo.

Santa Elena mandó construir una gran basílica en Jerusalén para guardar la cruz de Jesús, que fue bien arreglada.

La cruz era venerada en Jerusalén, hasta que los persas la robaron. El año 629 el emperador Heraclio volvía a conquistarla para los cristianos. Este acontecimiento se celebraba el tres de Mayo. Ahora la Iglesia ha unificado las dos fiestas.

Se cuenta que el emperador, lujosamente vestido, no podía avanzar con la cruz. El obispo le dijo que lo propio sería ir descalzo y pobremente vestido. De esta manera pudo llevar solemnemente la cruz de Cristo.

Desde entonces, para que no hubiera peligro de robo de toda la cruz, se dividió en partes, y sus reliquias fueron a distintas partes del mundo.

Venerando a una reliquia de la Cruz, estamos honrando al mismo Jesús que en esa cruz dio su vida por nosotros.

El de este día de la exaltación de la santa Cruz corresponde al evangelista san Juan.

EVANGELIO

Capítulo 3, 13-17

Dice así:

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:

Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto

para que todo el que cree en él tenga vida eterna.

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.

Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

Palabra del Señor

Jesús nos dice que la salvación viene por medio de la Cruz.

Quien la mire buscando salvación, la encontrará.

Jesús pone el ejemplo de la serpiente de bronce.

La salvación venía de Dios en quien se ponía la fe.

La cruz no es el final, pero sí es un medio necesario.

El final es la resurrección y la gloria que esperamos tener con Jesucristo.

Esto será si nuestras cruces de cada día las unimos con la cruz de Jesús, que es sobre todo AMOR.

Que la Virgen María, que acompañó a su Hijo en todo su dolor, nos obtenga acompañar a su Hijo en la alegría de la Gloria.

AMEN