ferrocarril de antioquia

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FRANCISCO JAVIER CISNEROS Y EL FERROCARRIL DE ANTIOQUIAResea Histrica

GABRIEL LATORRE 1924

Nota: Este libro se transcribi exactamente igual al original, respetando la ortografa y la redaccinutilizadas en la poca.

EL INICIADORAl frente del suntuoso edificio de la Estacin Medelln del Ferrocarril de Antioquia, en la plaza que, por Acuerdo loable del Ayuntamiento de la Ciudad, lleva hoy el nombre de CISNEROS, se alza, condensado en mrmol y en bronce, el cordialsimo recuerdo que la voluntad del pueblo antioqueo genuinamente representado en esta ocasin por su Honorable Asamblea y la Direccin de la Empresa, secundada con inters por la Sociedad de Mejoras Pblicas. ha ordenado erigir a uno de sus ms grandes benefactores, a uno de sus ms legtimos amigos, al inaugurador de su obra magna. al procero campen de su progreso.

A FRANCISCO J. CISNEROSInteligente y Valeroso Ingeniero Iniciador de los Trabajos del Ferrocarril de Antioquia, en homenaje de Admiracin y Gratitud. As, bajo la estatua en bronce del hroe, en severo relieve sobre el pedestal de mrmol blanco, reza la inscripcin del monumento que el genio creador del artista antioqueo Marco Tobn Meja ha ideado y realizado, para perpetuar la memoria del precursor y el reconocimiento leal de los favorecidos con su obra. *** La necesidad urgente de romper la clausura y aislamiento en que mantenan a Antioquia las desfavorables condiciones geogrficas de su territorio, venan preocupando de tiempo atrs a todos sus habitantes, que sentan, ms o menos conscientemente, embarazado el progreso y anuladas sus iniciativas industriales por tan formidables barreras. Desebase ahincadamente la rpiday barata salida a un ro navegable, para acercarnos a otras regiones del pas con las cuales pudiramos tener ms activo intercambio, y para hacer menos demorada y difcil nuestra comunicacin con el Extranjero, que era entonces lenta y pesada.

Por los aos de 1864 a 1873 empez a tratarse seriamente la cuestin en las altas esferas oficiales, y hasta se lleg, por parte del Gobierno de Antioquia, a algn convenio para el estudio de una va frrea al Ro Magdalena, proyecto que no pudo llevarse a cabo. A fines del ltimo ao citado, Don Jos Antonio Cspedes, nacido en la Costa Atlntica y residente en Coln, despus de haber relacionado a CISNEROS por medio de correspondencia, con los gobernantes de Antioquia, vino con l a Medelln en 1874, y el 14 de Febrero se firm el tratado inicial, modificado ms tarde, de nuestra grande obra ferroviaria. Afortunada anduvo Antioquia en haber topado para tal empresa con tal hombre. Fura de sus otros talentos y virtudes, CISNEROS fue un modelo vivo de tesn y de valenta; y si no tuviramos que agradecerle algo tangible y concreto, cual es el arduo principio de esa redentora va, germen del progreso actual y fundamento de nuestras ms caras esperanzas, Antioquia debiera, aun sin ello, glorificarlo, por haberle dejado lo que vale ms que todo para el porvenir: un ejemplo! *** Naci FRANCISCO JAVIER CISNEROS en la ciudad de Santiago de Cuba, el 28 de Diciembre de 1836. Proceda de preclara familia espaola, de la cual fue vstago ilustre en remota poca el eminente estadista Cardenal Francisco Jimnez de Cisneros, Confesor de Isabel de Castilla y Regente del Reino de Espaa a la muerte de Felipe el Hermoso y a la de Fernando el Catlico. El fundador de la familia cubana fue D. Pascual Jimnez de Cisneros, militar; y el padre de FRANCISCO JAVIER, Don Hilario Cisneros y Saco, jurisconsulto de altas prendas. Hizo estudios en el Seminario de San Basilio; pas lugo a la Habana al Colegio regentado por el famoso institutor Don Jos de la Luz y Caballero; se gradu de Ingeniero Civil en la Universidad de aquella metrpoli en 1857,y complet su carrera con un nuevo grado recibido en los Estados Unidos en el Instituto Politcnico de Troy. Inmediatamente despus de haber alcanzado con lucimiento este nuevo triunfo escolar, fue contratado por un sindicato ingls para trabajar como ingeniero en ferrocarriles de Cuba. En este carcter y en el de Director y Administrador, labor con plena eficacia en varias importantes empresas, aleccionndose en la instructiva prctica y retremplando su ingnito vigor para toda clase de luchas, hasta que en 1868, despus de unos diez aos de actividad profesional fructuosa, ardientes anhelos, de su alma, ebria de libertad, lo llevaron a servir a su oprimida patria en otros campos. ***

Agitbase por entonces con propsitos de emancipacin, ardientes patriotas cubanos, que sostenan por la prensa activa campaa en pro de una reforma liberal en la vida poltica de la Isla, con lo cual iban preparando una franca revolucin que los libertara al fin del eterno yugo de la opresora madre Espaa. CISNEROS, llamado a colaborar en tan noble lid, tom a su cargo La direccin del peridico fundado antes con ms moderados fines y que, rebautizado por aquella poca con el ttulo de El Pas, adquiri bajo su gobierno un carcter ms decidido, como cuadraba al temperamento combativo y a la audaz resolucin de su nuevo jefe. No se limitaba a escribir sugestivos artculos en apoyo de sus ideas, sino que, prctico siempre emprendi, so pretexto de inspeccionar sus agencias en distintos puntos esparcidas, una entusiasta cruzada en favor de la causa revolucionaria, inflamando los corazones con el verbo de su elocuencia y allegando en todas partes recursos para una prxima guerra. Habase fijado para plocamarla el ao de 1869; pero la impaciencia de los patriotas y el espionaje artero del Gobierno espaol precipitaron los acontecimientos, y el 10 de Octubre de 1868 estall en Yara la revolucin, an no madura. CISNEROS, notorio revolucionario, sorprendido en la Habana por el prematuro alzamiento y perseguido muy de cerca por los agentes del Gobierno, escap, gracias a su valerosa diligencia, de caer en poder de ellos; se ocup por algn tiempo en casa de un amigo insospechado y se fug a poco, descalzo y disfrazado con vulgares ropas de goajiro, a bordo de un vapor americano, que lo desembarc a los cinco das en Nueva York, sano y salvo, y listo para las grandes luchas de la patria. Su fuga fue un hermoso rasgo de audacia y serenidad que raya en los dominios de lo heroico, y no menos bellas y asombrosas fueron sus otras acciones blicas en los tres aos subsiguientes; pues, incansable en sus patriticos empeos, para llevar elementos de guerra a los hermanos que en Cuba estaban combatiendo y aumentar sus mermadas huestes con nuevos contingentes de soldados, prepar y condujo personalmente siete expediciones por mar, de las cuales fueron de buen suceso cuatro o cinco. Prodigios de actividad, de inteligencia, de energa y de un supremo valor son todas ellas, y dignas por su grandeza de canto pico. Para integrar una de esas expediciones, efectuada en 1870, vino por primera vez a Colombia y enganch en el Estado del Cauca una partida de voluntarios, que se batieron en Cuba como leones, segn lo expresara l mismo, agradecido. Fue en tal ocasin cuando conoci a Don Jos Antonio Cspedes, su futuro introductor ante el Gobierno de Antioquia.

En la ltima de aquellas arriesgadas empresas, hubo de permanecer por algn tiempo en la Isla batalladora, en cumplimiento de difciles encargos del Comit revolucionario; y como su presencia fuese conocido por los espaoles, que lo haban condenado a muerte, recurri de nuevo a la fuga, y usando su acostumbrado atrevimiento y utilizando su astucia, logr entrar sin ser descubierto a Santiago, su tierra nativa, de donde se escap una vez ms de las garras de los enemigos, embarcndose en un buque mercante que llevaba rumbo hacia Kingston. Su muerte, que todos tenan por cierta, fue anunciada por los peridicos; y cuando su primera esposa, Doa Magdalena Morilla, residente por entonces en Nueva York, estaba para recibir la infausta noticia de labios de un buen amigo de la familia, que la visitaba con tal fin, viose aparecer en el saln al presunto muerto, ms vivo y animoso que nunca. Aunque elevado al grado de General por el Gobierno revolucionario, decidi, por razones que pertenecen a la historia ntima de la revolucin cubana y que quiso tener en reserva, separarse del servicio activo a fines de 1871; y en 1872, convencido de que en Cuba no dejara de ser sbdito de Espaa, solicit la ciudadana americana ante una corte de Nueva York; dos aos despus le fue concedida, y bajo ella se abrig satisfecho hasta conclur su existencia. Abri en aquella ciudad, a tiempo en que haca la solicitud aludida, una oficina de ingeniera civil, en asocio de su amigo Don Aniceto G. Menocla, Director de la Empresa del Canal de Nicaragua, y en asuntos de su profesin march al Per en 1873. Poco antes, en 1871, haba publicado una obra de carcter poltico, Verdad histrica de los sucesos de

Cuba; y una memoria presentada a la Sociedad de Ingenieros Prcticos de Nueva York, en la cual formabacon honor, sobre la debatida cuestin de ferrocarriles de va angosta, de que era decidido partidario para pases de incipiente cultura, como el nustro. Haba dado a la patria lo mejor de su corazn, su mente poderosa y su brazo, aadiendo a tan ricos dones su fortuna: y se hallaba, a la postre, en pobreza grande y sin ms recursos que su oficio para empezar de nuevo la vida. No se acobard por ello, sin embargo, sino que acept con humor jovial aquella situacin precaria, pues los obstculos que la suerte haba opuesto a su actividad, y seguira amontonndose hasta el fin en su accidentada vida, solan acrecentar sus fuerzas de titn, hacer ms ferviente su fe y ms fecunda y plena su constancia. En el Per se encontraba a fines del ao antes indicado, cuando el Gobierno de Antioquia lo llam. Y Antioquia vino.

Quin era el hombre a quien sta iba a confiar la conversin a la realidad de su gran sueo, bien claro lo est diciendo los procedentes datos biogrficos apenas mero bosquejo de la meritoria vida de aquel joven, que contaba tan solo treinta y seis aos cuando lo arroj el destino hasta estas breas, donde su recuerdo palpita. *** Era Presidente del Estado Soberano de Antioquia en 1874 el distinguido ciudadano Don Recaredo de Villa, y tena por Secretarios a los Sres. Don Abraham Garca, de Gobierno; Don Luis M. Meja Alvarez, de Hacienda; Don Marco Aurelio Arango, de Fomento. Lleg CISNEROS a Medelln en los comienzos de Febrero de dicho ao, y entr inmediatamente a trabajar con los gobernantes. Tan de aprisa anduvieron las cosas, por la diligencia usual del contratista, el anhelo de los mandatarios y la entusiasta impaciencia del pblico, que el da 4 fue presentada la propuesta al Secretario de Fomento; y el 14 fue firmado y aprobado solemnemente el primitivo contrato con que se inici la ansiada obra. El ferrocarril deba partir de Puerto Berro, a orillas del Ro Magdalena, y llegar hasta el paraje de Aguas Claras, en el Distrito de Barbosa, poblacin que se comunicaba con la ciudad capital por una buena va carretera. Las estipulaciones principales del contrato eran las siguientes:

Parte tcnica. Ancho de la va, 914 milmetros gradientes, 4% como mximo, y, en casos excepcionales,6%; radio mnimo de las curvas, excepcin hecha de los apartaderos, 70 metros; efectividad de transporte para locomotoras que pudiesen arrastrar por lo menos 80 toneladas, incluyendo su propio peso, a una velocidad de 15 kilmetros por hora; puentes y viaductos definitivos de hierro, piedra o ladrillo; rieles de carril americano con peso de 14 kilogramos por metro lineal; durmientes de maderas finas, con una longitud de 1 metro y 80 centmetros, 20 centmetros de ancho y 12 de espesor, colocados a 75 centmetros; lastre y solidez suficientes; todas las estaciones y pasajes requeridos para el cmodo trfico; el material rodante necesario.

Parte econmica. Derecho exclusivo para construir y explorar por 30 aos; prelacin para los posiblesremales; concesin para la explotacin de la obra por 55 aos, contados a partir del 1 de Marzo de 1883, fecha en que se juzgaba que deba estar concluida; traspaso en propiedad al Gobierno de toda la empresa y sus anexidades a la expiracin del plazo de la concesin; cesin gratuita de los terrenos del Estado necesarios para la construccin, o de los materiales que en ellos se encontrasen aptos para tal fin;

contribucin del Estado para la construccin, a razn de $ 11.000 por kilmetro concludo, sin que por ningn motivo pudiera exigirsele ms de $ 2.000.000 como subvencin total. Su contribucin kilomtrica indicada, daba derecho al Gobierno a ser considerado como accionista por una tercera parte de la empresa y a participar en esa proporcin de sus productos netos, pero ceda al concesionario las dos terceras partes de su cuota, reservndose lo restante, igual a una novena del producto lquido total, por todo el tiempo de la concesin, si era necesario, hasta que el concesionario se hubiese reembolsado del capital invertido y de sus intereses al 7%. El Estado poda comprar el camino 20 aos despus de entregado al servicio pblico, por $ 4.000.000; a los 30 por $ 2.300.000; y a los 40 por$ 1.500.000. Si el Gobierno, antes de pasados 8 aos, lo exiga, el concesionario se obligaba a continuar la va de Aguas Claras hasta Medelln, con estipulaciones idnticas y como incorporacin al contrato. Por ltimo, el concedente se comprometer a solicitar del Gobierno Nacional el otorgamiento de algunas concesiones, que se consiguieron efectivamente ms tarde (Ley 18 de 4 de Mayo de 1874), a saber: cesin de terrenos de propiedad nacional para la lnea y sus dependencias; extencin de derechos de importacin; exencin del servicio militar para los empleados y obreros; propiedad de 100.000 hectreas de baldos a inmediaciones de la va; cesin de tierras a orillas del Magdalena en Puerto Berro y permiso para construr en ellas muelles, depsitos y oficinas. Es de justicia hacer constar que, por la mencionada Ley, la Nacin auxiliaba la obra con $ 100.000 anuales por 10 aos. Esto es lo esencial del Contrato. Puede prescindirse de detalles; pero conviene citar, como muestra de hidalgua del Gobierno y de la confianza en su persona que CISNEROS tena el dn de inspirar, el siguiente artculo del pacto: Aunque Cisneros ha ofrecido al Gobierno del Estado una garanta personal para asegurar el resultado o buen xito del contrato relacionado por los precedentes artculos, esto no obstante, el Gobierno confiado, como confa con sobra de razn, en la elevacin de carcter de aquel seor y en la honorabilidad de sus precedentes, se conforma con la seguridad que resulta de las estipulaciones que constan en el presente acto, y rehusa la garanta que ofrece el concesionario. Supo apreciar este noble rasgo el favorecido, pues en carta escrita desde Nueva York a Don Abraham Graca, con fecha 27 de Abril de 1874, declaraba: Prodzcame o no utilidad, eso nada influir en mi nimo: hecho el contrato, mi honor est empeado en su cumplimiento; y doblemente empeado, porque ustedes, demasiado entendidos en negocios, han sabido no exigirme fianza para afianzarme ms. Al da siguiente de formalizado el convenio, y despus de haber designado a Don Juan de S. Martnez como su representante legal, parti CISNEROS para los Estados Unidos, en busca del capital necesario y de colaboradores tcnicos para la obra.

*** Despus de unos cuantos das de permanencia en Coln, lleg a Nueva York el 1 de Abril, y como no consiguise all los fondos requeridos, parti para Europa al conclur del mes, esperando correr mejor suerte en Londres, y visit tambin Pars con igual objeto. En una cruda porfia, en que agot al parecer todos los recursos, sin haber podido alcanzar sus fines sino a medias, emple la mayor parte del ao, y el 27 de Noviembre desembarc en Puerto Berro, acompaado por un experto grupo de Ingenieros. Fueron sus primeros auxiliadores Ernesto L. Luaces, Vicente Marqueti, Juan Francisco Prez, Denning J. Thayer, Ingenieros, y Rafael M. Merchn, su ms fiel amigo, que actuaba como Secretario, de los cuales dijo en su Memoria sobre la construccin del Ferrocarril: Estos son los que han sobrellevado la parte ms dura y penosa del trabajo. Sus sudores han regado, por espacio de un ao, las rocas solitarias de la Cordillera y las entradas profundas de la selva. Cuando Antioquia recoja la cosecha de bienestar que este ferrocarril va a repartir por todo el mbito del Estado, yo le suplico que no olvide los nombres de esos colaboradores denodados que abrieron el primer surco de su progreso, sin miedo a las fatigas, al hambre, a escaseces de todas clases, devorados por fiebres pertinaces, y en desiertos probablemente no hollados por planta humana en el transcurso de siglos. Figuraba tambin entre los Ingenieros de aquella poca Manuel F. Daz, quien, segn lo expresaba su jefe, trajo el precioso contingente de su larga prctica de muchos aos en el Ferrocarril de Panam; y que dotado de una gran actividad e inters por el xito de la empresa, ha prestado importantes servicios en las difciles circunstancias porque hemos atravesado en la iniciacin de la obra. Tan pronto como hubo llegado a Puerto Berro, empez CISNEROS, que nunca conoci la ociosidad, a organizar los trabajos. Todo comenzar es difcil; pero en este caso particular suban de punto las dificultades, y se sumaban hasta un total aterrador cuantas en empresas anlogas se hayan presentado aisladas, para cerrar el paso al invasor osado que pretende violar a la brava naturaleza y subyugarla. Selvas intrincadas y vrgenes, terrenos cenagosos e infectos, inundaciones destructivas, fieras temibles, serpientes, alimaas venenosas de toda clase, emanaciones deletreas, mosquitos que roban el sueo e inyectan la fiebre, clima ardoroso y enervante, dificultad de comunicaciones, lejana de los centros poblados, escasez o falta total de vveres, ausencia de los ms precisos elementos de construccin o de labor, impedimentos que la soledad de un extenso radio y lo malsano de la comarca oponan a la oportuna consecucin de trabajadores, ignorancia de las condiciones topogrficas de la regin por carencia de datos cientficos, necesidad ineludible de vivir por largos perodos a la intemperie en aquel desierto malfico, en

cuyo seno medroso no saban lo que iran a encontrar y del cual acaso no saldran ya, ni vivos ni muertos, los exploradores atrevidos. Cuando se viaja hoy en cmodo carro de primera, sobre una lnea frrea slida y bien balastada, contemplando desde la ventanilla el interesante paisaje, las aberturas de las prsperas fincas, las dehesas donde pasta silenciosamente el ganado, las risueas moradas de los colonizadores, los numerosos caserios traficantes que orlan a uno y otro lado el camino, los retazos de jardn y de huerto que amenizan el cansancio del viaje, y aquel rosario alegre de estaciones donde los curiosos se amontonan, difcilmente puede uno imaginarse toda la enorme labor realizada para conquistar esos primitivos desiertos, para poder hacer transitables esas profundas cinagas hostiles que tragaban tierra, y hombres, y dinero, y fe, y esperanza, con voracidad de fauces siempre hambrientas. Necesitbase, a la verdad, una arraigada confianza en s mismo y en la efectividda de la obra, para perseverar en la ardua brega; una fortaleza fsica invencible para poder salir con vida de ese infierno. Ocupbame yo dice CISNEROS en su citada Memoria de explorar el terreno y fijar a cada una de las dos secciones la direccin general que deban seguir. Poco antes de encontrarse dichas secciones, fue preciso abandonar todo el trabajo hecho desde Puerto Berro hasta el Ro Alicante, porque aquel puerto haba desaparecido a causa de haberse depositado all una gran cantidad de arena, arrastrada por una avenida del ro, impidiendo el atraque de vapores en dicho punto. Acercbase el da fijado en el contrato para dar principio a los trabajos de construccin, cuando tuve que convencerme de la necesidad de abandonar la idea de arrancar la lnea de Puerto Berro. Trat de hallar un puerto ms al Norte; y aunque encontr que el de Murillo reuna condiciones muy favorables, no pudo aprovecharse, por cerrar la entrada una gran barra de arena. Los capitanes de los vapores haban manifestado su determinacin de no atracar en dichos puertos: y como ya haban empezado a llevarse a nare las cargas para la empresa, ocasionando un gasto mayor, porque de Nare se remitan a Puerto Berro en canoas, fue preciso buscar sin demora un puerto ms hacia el Sur. El resultado de esa exploracin fue encontrar el de Remolino Grande, cuyo nombre ha sido cambiado por el de Puerto Berro, en memoria del ilustre patricio que fue el adalid ms entusiasta del progreso de Antioquia y sobre todo de este ferrocarril. Hllase este nuevo Puerto Berro a nueve millas prximamente del anterior. Preferible hubiera sido encontrarlo hacia el Norte; pero en ese caso la longitud de la lnea aumentada considerablemente; lo cual no era discreto aceptar dada la naturaleza del contrato. Ms al Sur del actual Puerto Berro existen otros puertos que, reuniendo las mismas condiciones, acaso hubieran permitido reducir la longitud de la lnea; porque la simple inspeccin del mapa del Estado indica que estn menos distantes de Medelln que aqul. Ambos casos estaban fuera de consideracin para m; porque adems de la razn aducida en el primero, uno y otro demandaban nuevas exploraciones que hubieran obligado a aplazar

por algn tiempo la construccin de la va; lo cual podra haber equivalido al fracaso del proyecto, dada la impaciencia reinante en el pas. ..........He credo necesario llamar la atencin sobre este punto y narrar lo que aconteci, para que bien pesadas las consideraciones expuestas, no se hagan ms tarde injustas inculpaciones, si la experiencia demostrare que tal o cual va pudo reportar tales o cuales ventajas mayores que la presente. Semejantes embarazos y trabas en lo material, y, en lo moral, el justo temor de impresionar con no bien interpretadas demoras a un pblico como el nustro, cuya morbosa impaciencia racial y el desconocimiento casi absoluto en empresas de tal magnitud, le han causado y siguen ocasionndole graves daos, eran ms que suficientes para amilanar a cualquiera, mucho ms en los principios de una obra de dificultades ignoradas, pues los primeros triunfos traen nimo para combatir tropiezos futuros, y CISNEROS no slo estaba batindose con la naturaleza hirsuta de soberbia y previniendo el fallo de los hombres, sino que no contaba en medida amplia con la omnipotente palanca del oro, ya que sus esfuerzos para obtenerlo en el Exterior no haban sido fructuosos sino a medias. Pero no era hombre para desanimarse por tal causa el expedicionario intrpido y constante en la guerra titnica de Cuba. Deca su compaero C.P. Yeatman, en una sentida ofrenda necrolgica: Fu a Puerto Berro en 1877 como empleado suyo, y recuerdo que cuando conoc esas horribles cinagas, esas interminables serranas, esas espesuras inmensas, me sent sobrecogido de admiracin, pensando en qu clase de hombre era se que haba tomado a su cargo la construccin de una va frrea a travs de aquellas selvas nunca holladas, lejos de todos los recursos alimenticios, de trabajadores, de materiales y de todo lo dems que se necesita para la ejecucin de tal obra. No poda yo creer que l se hubiera dado cabal cuenta de lo que tena acometido, ni que en realidad esperase poder dar algn da trmino a la empresa. Pero cuando hube contemplado su semblante, todas mis dudas se disiparon. Nadie poda mirar dentro de aquellos claros e impvidos ojos y dudar de que viesen todas las dificultades, y que hallara l medios de vencerlas; y observando la expresin de su imperiosa nariz de grandes fosas, cada vez se senta uno ms seguro de que, mientras le durase la vida, no se dara aquel hombre un punto de reposo, hasta dominar todo obstculo que le interceptase el camino. Para poder formarse idea ms ntima de las penalidades que sufrieron entre la brava selva los primeros exploradores, nada ms persuasivo e impresionante que el ingenuo relato de uno de los peones de CISNEROS en aquellas jornadas iniciales, Cipriano Tobn, nacido en Medelln, donde an vive, y que con orgullo noble se ufana de haber participado en tan bella empresa, recordando siempre con el ms respetuoso cario a su gran jefe. De su original narracin tomamos los siguientes paisajes:

Bajmos una legua hasta el Tambo de San Cayetano, abertura de D. Ezequiel Vlez, hijo de D. Guillermo. All estaba el Sr. Cisneros con sus compaeros. Eran las tres de la tarde ms o menos. Le manifest que deseaba acompaarle en su exploracin. El guard silencio por un momento y lugo me dijo: Slo le hago presente que vamos a entrar en una montaa de que no tenemos seguridad de salir; podemos perdernos o que nos mate una fiera; demoremos la salida hasta maana para que Uds. piensen. En seguida orden a Si Flora nos preparar algo. Despus de haber comido, entrmos en conversacin sobre quines ramos, cmo llambamos y que hacamos en esos puntos. Los muchachos le dijeron que pensaba seguir a Bogot y que sus profesiones eran: talabartero, Beltrn, y Gmez, impresor; pero que haban resuelto regresar a Medelln porque carecan de recursos para continuar el viaje. Entonces les dijo: Ustedes resuelvan; si quieren volver a Barbosa, all est el seor Zea para entrar a una exploracin por el Porce; yo les doy una boleta para que l los ocupe, si los necesita. Al da siguiente, despus de tomar desayuno, les dijo: -Qu han resuelto? Pues seor, volvernos. Y dirigindose a m: Y Ud. Tobn? He pensado seguir con Ud. Eramos ocho compaeros: el Seor Cisneros, Po Bermudez y su mujer, Flora Castao, ambos de Yolomb, de 55 a 60 aos de edad y veteranos monteadores. Los otros cinco eran Julin Parra, Aparicio Morales, de Medelln; Jenaro Alvarez y Rudesindo Arteaga, que as como los dos anteriores eran reclusos de Las Colonias, y que el Sr. Garca, como Capitn, haba entregado al seor Cisneros, pues tena orden para suministrarle los que necesitaba para sus trabajos. El seor Cisneros me dijo: Tobn, a Ud. le entrego la brjula para que vaya con ms cuidado. Tommos provisiones para diez das, ms o menos.

Primera Jornada:El 27 de Abril de 1875 entrmos a la montera de La Malena. Era Domingo de Ramos. Este primer da anduvimos cuatro millas por el amagamiento donde principian los nacimientos de La Malena. El segundo da avanzmos tres millas, porque la caada iba estrechndose y el amagamiento presentaba saltos y abismos peligrosos.

Segunda Jornada:El tercer da fue ms corta la jornada, por razn de que los saltos y los chorros se iban prolongando. Este da llegmos a un punto donde fue necesario bajar uno a uno, amarrados de la cintura con una piola, y por laderas sumamente pendientes. El primero que emprendi la bajada o descenso fue Julin Parra, que cargaba a la espalda un costal con parte de las proviciones. Una vez atado a un extremo de la piola, yo, que estaba ms libre, di vuelta a sta en un palo, y a medida que aflojaba la cuerda l apoyaba los pies en las grietas de la pea. haba bajado dos metros, cuando dijo:Aqu hay una culebra; sbanme. Inclin el cuerpo para cerciorarme mejor, y alcanc a ver parte de las vueltas en que ella se hallaba doblada en un descanso

de la pea. Entonces le dije: Permtame un momento. Di segunda vuelta a la cuerda para mayor seguridad y evitar as la cada del compaero al abismo. Faltaran unos tres metros para caer al descanso del chorro. El seor Cisneros, que estaba ms atrs dijo: Tome mi revlver; dselo para que dispare al bicho. Pero como Julin estaba un poco abajo y con ambas manos coga la piola no poda recibirlo. Entonces coj la piola con la izquierda y zaf mi escopeta del hombro, y con la mano que me quedaba libre prepar y dispar a la parte del animal que alcanzaba a ver. La culebra se retorci y cay al descanso del chorro, dentro del agua. Entonces afloj la cuerda para que Julin acabara el descenso. El segundo que baj por el mismo sistema fue el seor Cisneros; y yo, que era el ltimo, mont la cuerda por sobre el palo y cogiendo los dos extremos baj. Esta operacin dur como dos horas; lugo, todos abajo, curiosebamos la culebra, que tendra 5 pies de largo, color cenizo, manchas a cuadros por encima, algo negras. Por ltimo, ninguno supo qu clase de culebra era; slo Si Po dijo que era una Mapan yori......Continamos la marcha y avanzmos 4 o 6 cuadras por una vega un poco estrecha, cuajada de una mata que llama bijao o vitagua. All dijo el Sr. Cisneros que debamos quedarnos; seran las cuatro de la tarde..... Pronto hicimos un rancho empajado con hojas de bijao, que eran las ms abundantes. Cerca del anochecer omos unos pujidos a poca distancia, y el Sr. Cisneros dijo: Qu bicho ser se que puja? Si Po contest que eran paujes. El Sr. Cisneros me dijo: Tobn, preste ac la tercerola. Yo se la entregu, y l se fue internando cautelosamente, y a poca distancia dispar, y volvi a poco con la compaera del pauj, tan grande, poco ms o menos, como una pisca, de un sarabeado menudo y muy bonito. La recibi Aparicio y se hizo cargo de ella para limpiarla y comrnosla al da siguiente. Entretanto, Si Flora tena el fogn listo y estaba preparando el caf para el Sr. Cisneros, y avivando la cena.

Tercera Jornada.Al da siguiente continumos la marcha y empezmos a encontrar algunas partes lagunosas y muy cerradas de bejuqueros tunosos. El Sr. Cisneros cogi el cuchillo para ayudar a Si Po, y avanz algunos metros; al entrar a una parte muy cerrada de vitagua, dio con un avispero de unas avispas amarillas y rayadas, muy grandes. Cada avispero se compone de seis u ocho. Lo pincharon, una en el cuello y otra en una mano. Retrocedi y pidi la caja con medicamentos, sac un frasco de lcali, se aplic en las partes afectadas, pero no fue suficiente. Orden se colgara la hamaca. Sera la una de la tarde. Pronto le subi la fiebre, y all permanecimos hasta el da siguiente.

Cuarta Jornada.En este da avanzamos muy poco, porque uno de los compaeros, Julin Parra, fue atacado de un fuerte vmito. El Sr. Cisneros estuvo hasta las tres de la maana al pie del enfermo, aplicndole medicinas,

hasta que calm el vmito. Tom su hamaca para reposar un poco, y nosotros continumos en pie porque nos hallbamos sobre una laguna donde era imposible acostarnos.

Quinta Jornada:Esta da sucedi igual cosa, es decir, avanzmos muy poco porque las cinagas no daban paso en la direccin que llevbamos; para lograrlo tenamos que retirarnos de la va de la quebrada y cambiar de rumbo.

Sexta Jornada:Este da avanzamos un poco ms favorable; dimos con un trayecto como de una milla, siempre con cinaga, pero no profunda, cubierta de palmas de tagua y que se prestaba mejor para andarlo.

Sptima Jornada:Este da avanzmos muy poco porque encontrmos caos muy profundos, y tenamos necesidad de derribar rboles o palmichos para hacer puentes. En algunos caos entrmos con el agua al cuello, y el paso tena por lo menos de 15 a 30 metros de ancho. Al salir a la orilla opuesta, llegbamos con las piernas cubiertas de sanguijuelas, cosa que extraernos la poca sangre que tenamos, en diez minutos, y, sin embargo, todos pasbamos. El Sr. Cisneros entraba con ropa y polainas para escurrirlas; las medias apenas las escurra y as se las volva a poner para seguir la marcha. El nos deca que se andaba mejor sin ropa, pero que l tena asco a los bichos, como sanguijuelas y rayas, que abundaban en esos caos.

Octava Jornada:Este da anduvimos muy poco. Avanzmos 10 cuadras ms menos, por pantanos hediondos y calurosos que impedan al Sr. Cisneros sacar los pies con botas y polainas. Estbamos sentados en un voluminoso basurero que se haba formado en una palizada y que era el lugar ms seco. Hara un cuarto de hora que estbamos descansando, y el Sr. Cisneros con la mano puesta sobre la frente, poco nos hablaba; apart la mano y le notmos en la cara una extraa palidez y que estaba baado en copisos sudor. Si Po le pregunt si se senta mal. Contest: S, cuelgue la hamaca inmediatamente. Si Po la colg de palmicho a palmicho; lugo le quit las polainas y le ayud a subir; en seguida dijo el Sr. Cisneros que le buscaran un frasco de lcali, y que en medio pocillo de agua le pusieran siete gotas; se las tom y se qued quieto. En vista de que no continumos la marcha, Si Flora hizo fuego, puso la sartn para cocer un poco de arroz que quedaba, y ste con tajada de pltano casi podrido, fue nuestro almuerzo. Si Po pregunt al Sr. Cisneros: Toma una cucharada de arroz o de caf?. No, reptame la toma de lcali y preparen modo de pasar la noche, hasta ver cmo sigo; estoy fuertemente atacado al hgado. Los cuatro peones, Parra, Morales, Arteaga y Alvarez, cortaron ocho palmichos; los dividieron en trozos de tres varas de largo o menos; los arrimaron, formaron un tendido para quedar algo separados del pantano; se form un rancho de vara en

tierra, que se empaj con la misma hoja de palmicho. Eran las cuatro de la tarde. El Sr. Cisneros, siempre mal; fiebre a altos grados; ese da por la maana de haba tomado unos tragos de caf. Si Flora le prepar una agua con cogollos de caa-agria que ella conoca; le puso azcar refinada, de que todava haba unas pastas; al fin logr hacerle tomar unos tragos; como a las diez de la noche le atac vmito, que le dur como una hora; entonces dijo que le dieran una toma de la bebida que haba tomado, pero que le agregaran las gotas de lcali; tom la bebida y pas el resto de la noche ms calmado. Al da siguiente, a eso de las ocho o nueve de la maana, dijo: Vamos a ver si podemos avanzar algo, pues creo que no estamos bien de proviciones y podemos sufrir.

Novena Jornada:Este da anduvimos poco, pues salmos tarde y el Sr. Cisneros iba muy fatigado. Llegmos a un punto menos lagunoso, como a las tres de la tarde. El Sr. Cisneros dijo: Si Po, cuelgue la hamaca. Prepremos un rancho lo mejor posible para pasar la noche; el Sr. Cisneros tom unas cucharadas de arroz con agua de azpucar, y nosotros algo. Colgmos el farol en la punta de la vara del rancho y nos fumos quedando en silencio; dormir era imposible, pues la nube de plaga era intolerable; con aquel aguijonazo cada momento y aquel zumbido nadie poda dormir; esto era desde las tres o cuatro de la tarde hasta las diez u once de la noche; llevbamos cuatro o cinco noches de no dormir absolutamente nada. Lugo se desat una tormenta de las que yo no haba conocido, a pesar de haber estado donde las saben hacer, como en el puerto de Murind. El huracn era horrible; tuvimos que sacar al Sr. Cisneros de la hamaca, que estaba cubierta con el encauchado porque los torrentes de agua corran por las cuerdas y lo empapaban de tal manera que no era posible resistir, hasta que terminara la tempestad, que dur por lo menos cuatro horas. Despus de estar todos bajo el rancho en cuclillas, fue calmando el tremendo temporal. Como a la media hora empezmos a sentir que el agua iba subiendo por sobre los pies, y tuvimos necesidad de salirnos del rancho, porque era muy bajo y no podamos pararnos; seran las cuatro de la maana, nos era imposible cambiar de sitio porque el farol antes nos encandilaba. Todo era ya un gran charco que nos suba hasta la rodilla. El Sr. Cisneros dijo: Debemos permenecer aqu, porque si nos movemos podemos dar con un cao profundo y es peor; creo que el agua no suba ms, pero tampoco bajar pronto. Eran las cinco y media de la maana y, sin embargo, no se vea bien.

Dcima Jornada:Este da avanzmos como hasta la una de la tarde, sin haber tomado ningn alimento, en primer lugar porque no se haba podido hacer fuego, y en segundo, principalmente, porque las proviciones se haban agotado. El Sr. Cisneros sentado en al orilla de la quebrada, pensativo y fumando cigarrillo, es interrumpido por Si Po, que le dice: Mi opinin es que tenemos que volvernos; mientras ms avancemos, ms

profundas sern las cinagas, y no saldremos al ro. El Sr. Cisneros contest: Atrs, ni un paso; hay que

echar pa lante, porque si no salmos de aqu a maana, tenemos que entrar en un sorteo, inclusive......... (yse seal), para que se salven los que queden. A ver, Si Flora cmo estamos de provisiones? Tenemos, contest ella, media pucha de arroz y un poquito de caf. El dijo: Ponga usted la sartn y prepare el arroz. Si Flora, hizo fuego sobre unos palos muy mojados, con dificultades que logr vencer, y puso la sartn con el arroz. Todos permanecamos en silencio, exmines de fatiga. El Sr. Cisneros me dijo que le presentara la brjula, y lugo que la vio, sobre el palo en donde estaba sentado, nos dijo que debamos de tener el ro al frente, pero que no sabindose la distancia, haba que continuar por la quebrada, que era la nica que poda llevarnos hasta l. Saqu del guarniel un anzuelo, que nunca me ha faltado, lo mismo que mi escopeta, porque la caza y la pesca han sido siempre mis diversiones acostumbradas. No encontraba all qu poner de carnada, hasta que al fin d con una punta de pltano podrido, nico resto de las proviciones, que coloqu en el anzuelo; la quebrada estaba sumamente sucia y haca una represa frente de donde estbamos; me acerqu y fui dejando correr el camo o cairo, y a pocos minutos sent correr la cuerda, y que algo estaba cogido; tuve que pasar frente al Sr. Cisneros, que estaba sentado en el tronco haciendo apuntes en su cartera; fu templado, y era un pescado largo, como de doce pulgadas, y unas cinco de ancho, regularmente grueso. El Sr. Cisneros, que era el ms inmediato, dijo: Tenemos el almuerzo; pero tenemos que hechar para adelante a buscar la comida. Este pescado se agreg al arroz; comimos todos, y hasta el Sr. Cisneros, que estaba muy fatigado; tambin tommos un poco de caf. Eran las 5 de la tarde; habamos arreglado el rancho para pasar la noche; estbamos ms bien contentos porque habamos matado algo de agona, pero siempre con el sobresalto del sorteo que para el da siguiente nos estaba anunciado. Lugo que dejmos todo arreglado, colgmos la hamaca junto a la puerta del rancho y encendimos el farol para evitar se acercaba alguna fiera, pues no faltaban ruidos sospechosos. Como a las ocho ms o menos, nos pusimos a hablar de la marcha de siguiente da, y Julin propuso al Sr. Cisneros que por la maana se adelantaran l y Aparicio, escoteros, para andar ms aprisa y ver si encontraban salida al ro, y que volveran a nuestro encuentro pronto. El Sr. Cisneros contest: Sabes que tengo la orden del Gobierno de no dejar separar a ninguno de ustedes de mi vista; pensar y por la maana te aviso.

Undcima Jornada:Despus de haber cogido todos los enseres que cargbamos, dijo el Sr. Cisneros a Julin: He resuelto que te adelantes con Aparicio, siguiendo siempre la va de la quebrada; y si dentro de seis horas no han encontrado salida, se devuelven a encontrarnos: nosotros seguiremos la pica de ustedes para no perdernos antes de llegar la noche. Pronto desaparecieron de nuestra vista, pues iban escoteros; slo llevaba cada uno

su machete; los que bamos atrs, llevbamos los corotos de ellos. Avanzmos hasta las tres de la tarde, siempre por la huella que dejaban, aunque en algunas partes tenamos que calcular, porque era agua y no quedaba rastro visible. El Sr. Cisneros dispuso que nos quedramos en ese punto por estar ms baja la cinaga. La noche lleg, y los que tommos la media pucha de arroz, no habamos vuelto a tomar nada absolutamente, porque no tenamos y porque las provisiones fueron calculadas para 8 o 10 das, y llevbamos 13, la mayor parte de ellos luchando con la cinaga. All pasmos la ltima noche, resueltos a morir de hambre ms que de otra cosa.

ltima Jornada:El Sr. Cisneros dijo: Vamos a ver si avanzamos algo ms y si encontramos a los muchachos. Arteaga, que vena desde haca cuatro o cinco das con fiebres, estaba cadavrico, y sintindose muy mal, dijo: Sr. Cisneros, pueden irse; yo me siento morir: ya saben en dnde quedo. Cisneros contest: No podemos dejarlo; yo me llevo el morral, y los dems lo llevan de la mano, porque, o salimos todos, o morimos todos. Seguimos la pica que haban dejado los muchachos; avanzmos algn trayecto por cinagas y pantanos, muy despacio, porque Arteaga estaba muy mal: Alvarez y Si Po lo llevaban del brazo. El Sr. Cisneros llevaba los

corotos de Julin, Aparicio y Arteaga; y yo atrs, con Si Flora de la mano, que tambin iba cargando unatalega con trastos de cocina. Como a las dos de la tarde suspendimos la marcha para descansar un poco; pero nadie hablaba ni una sola palabra. A poco de estar all omos golpes como los que se dan sobre las canoas, y Cisneros dijo: Somos de vida; parece que oigo golpes de barca. Despus de algunos minutos, se repitieron los golpes, y entonces el Sr. Cisneros dispar su revlver; a poco omos hablando. All habamos suspendido la marcha porque una represa de la quebrada nos detuvo. La canoa lleg, y en ella Julin, Aparicio, o Pedro Len y su compaero de canalete. Traan un taburete, una olla con sancocho con pltanos y gallina, una botella larga de brandy Golondrina, que era el que ms introduca en ese tiempo. El Sr. Cisneros dispuso que entrramos todos a la canoa y que nadie tocara el sancocho porque poda morir inmediatamente; destap la botella y a todos nos dio un trago mezclado con agua, y despus que l tambin hizo lo mismo, emprendimos la marcha a las tres y media de la tarde, muy despacio, porque la canoa llevaba diez personas, y haba puntos con muchas palizadas. Al fin salmos al ro, oscurenciendo. o Pedro Len ofreci su rancho al Sr. Cisneros y le dijo que si l lo dispona nos quedbamos en l y al da siguiente bajbamos al Puerto. El contest: Bote usted la canoa al ro, que dentro de una hora estaremos en el Puerto. A l llegamos a las ocho, ms o menos, y all encontrmos a Daz, Marquetti y Prez, y tambin

a Pedro Ochoa y a Marcelo Gonzlez, que en ese tiempo entraban a negociar con cacharros; adems estaban all Primitivo Acebedo, Vicente Balczar, hijo de Silvestre, y el negro Tranquilino, cocinero de los ingenieros. El Sr. Cisneros dijo al cocinero que nos diera nicamente un pocillo de caf, sin azcar, de rato en rato, hasta nueva orden, porque estbamos pasados de hambre, y tenamos que comer poco y sin sal. As pasmos la noche, bien o mal, y al da siguiente se nos dio una pequea cantidad de alimento, continuando as por tres das: *** El Sr. Cisneros orden que se prepararan Daz y Marquetti para entrar a La Malena, por el punto que ya estaba sealado, a medir y nivelar lo ms recto posible; que l segua a Medelln y regresara pronto, para dar otras disposiciones. Lugo, dirigindose a m, me pregunt: Ud. los piensa acompaar? Contest: S. Entonces ganar Ud. quince pesos de a ocho dcimos mensualmente, que le pagar de mi bolsillo, porque nos ha acompaado en esta expedicin de La Malena, porque los obreros que necesito para esta clase de trabajos me los da el Gobierno, de los reclusos de Las Colonias. Al da siguiente baj el vapor Tairona y marcharon para el Carare Pedro Ochoa y Marcelo Gonzlez. Los que estbamos preparados para entrar a La Malena a la medida y nivelacin de lo que hoy se llama la Recta de la Malena, ramos: Encargado principal de la medida, el Sr. Daz; Marquetti, para la nivelacin; y como compaeros, D. Mario Latorre, Vicente Balczar, Jos Vanegas, Manuel Hidalgo y Dolores Becerra; stos ltimos, marido y mujer, eran de Cceres. El 15 de Mayo subi el vaporBismarck, y en l subimos hasta el punto sealado para empezar la medida y nivelacin, dejando en Puerto Berro viejo al Sr. Prez, a Tranquilino y a Primitivo Acebedo. El 16 empezmos el trabajo, tom la cadena el seor Daz y me dijo: Tome la cadena y estire el brazo para que quede cogiendo el agua: una vez extendida, donde marc los primeros cien pies se clav una

estaca con el nmero 1, por D. Mario Latorre; as, sucesivamente, fumos, entrando hasta retirranos nuevemillas del ro. En este trayecto gastamos 3 meses. Las proviciones las entraba en canoa Pedro Len, por La Malena. Lugo salimos al ro, y bajmos en canoa a Puerto Berro viejo; este trayecto es ms o menos de 3 millas. All permanecimos dos das, y luego partmos para Las Colonias por el camino de herradura hecho por D. Carlos Greiff y el Dr. Benito Balczar. Los seores Prez, Marquetti, Primitivo y yo llegmos al segundo da a Las Colonias. All nos encontrmos con el seor Cisneros, que ya haba regresado de Medelln.

Reunidos en la Oficina los seores Cisneros, Merchn, Cspedes, Marquetti, Prez y Luaces, estando yo presente, dijo el seor Cisneros a Merchn: Hgame el favor de anotar en el libro todos los que nos han acompaado en las exploraciones de La Malena y dems; todos tendrn derecho a reclamar colocacin en la lnea, segn sus facultades, cualquier da. Lugo dijo: Ahora se har la exploracin del Nus. Luances, Marquetti y Prez medirn y nivelarn. Usted los acompaa, Tobn? Estoy algo mas de salud, contest; pero s lo acompao. Al da siguiente salmos de Las Colonias para San Laureano, situado un poco arriba de Patiburr, a la abertura de D. Jorge Bravo, donde viva en ese tiempo el Sr. Francisco Villa con su familia y el Sr. Juan de Dios Saudo, el cual an vive y es quiz el nico sobreviviente de los que aquella poca y que puede testificar sobre algo de mi labor de entonces. Por este punto entrmos a buscar el Nus. Descendimos por una quebrada que se llamaba la Monada; salmos a un punto llamado el Totumo, siguiendo la banda izquierda del ro, bastante abajo, hasta un punto llamado Tarrales. Haca unos ocho das que estbamos pasando muchos trabajos en nuestra exploracin, por lo peascoso y pendiente de la ladera. Un da en que descansbamos en un paraje llamado Los Tibes y en que aguardbamos las provisiones, que eran entradas por un seor Piedrahita, de Santodomingo, cada ocho das, aunque haba ocasiones en que se demoraba en llegar a donde estbamos por los inconvenientes y precipicios que encontraba y por lo cual nosotros suframos muchas hambres; estando en ese punto, como digo, y ya aburridos de descansar, nos dijo Luaces: Vamos a trabajar un rato para desaburrirnos un poco. Todos contestbamos que bueno; pero se me ocurri decir: Cuando ms nos picar una culebra por irnos a trabajar en da de fiesta y sobre todo de Corpus. Todos se echaron a rer. Emprendimos la marcha: los dos trochadores adelante; Prez a continuacin, con una punta de la cadena; y Luaces atrs, con la otra. Dicha cadena tena cien pies de largo. En seguida iba yo con la nivelita, y lugo Marquetti, con Primitivo, que era quien cargaba el teodolito; habamos avanzado unas cuantas cuadras con mucho trabajo, por la pendientey el peligro de caer al ro; de repente dio Marquetti un traspis y cay sobre el costado izquierdo, entrndole una estaca por l y quedando colgado de ella, lo que le vali para no caer al ro, que all era inmensos chorros. Yo, que iba un poco adelante, o que Primitivo grito: Corran que se aporre el seor Marquetti. Llam la atencin a Luaces y volvimos a donde estaba tendido, en la pendiente de una pea y sostenido por la estaca que le haba entrado por el costado, como antes dije; entre los tres lo desenganchbamos, y en compaa de Prez y los dos peones delanteros que llegaron en ese momento, lo alzmos en brazos y lo llevmos al rancho como a las dos de la tarde. Marquetti estba plido y no hablaba. Luaces mand a los dos peones trochadores que fueran inmediatamente a Sardinas a conseguir alcanfor y un litro de aguardiente.

Ellos emprendieron la marcha, pasando el ro por sobre grandes piedras, que brincaron, casi milagrosamente, con palanca; trochando al clculo atravesaron en la noche la cuchilla, alumbrndose con una linterna; al fin llegaron a Sardinas, consiguieron al aguardiente y el alcanfor y volvieron a donde nosotros, a eso de las dos de la tarde de siguiente da. Marquetti estaba malo y haba pasado la noche con bastante fiebre: Luaces le hizo tomar bastante cantidad de aguardiente mezclado con agua, lugo le puso un pauelo empapado en aguardiente alcanforado. All permanecimos cuatro das; en el ltimo dijo Luaces: Yo me quedo con Primitivo, cuidando a Marquetti, y ustedes van adelantando la pica y midiendo. El mismo da dijo Marquetti a uno de los peones llamado Luis, santarrosano, como de 35 aos, de constitucin fuerte, aindiado y boquineto: T te atreves a sacarme a Las Colonias? S, seor. Preprate pues, para por la maana. Eran las cinco de la tarde; Luis improvis una silleta, esa noche la arregl bien y al da siguiente march con Marquetti a las espaldas, y un machete en la mano; sali del Nus a las dos de la maana, trochando al clculo en direccin al camino de Las Colonias, y nos dijo que haba salido a l como a las cuatro de la tarde, a un punto o tambo llamado San Manuel, tres leguas ms arriba de Las Colonias, y que continu su camino, y a las ocho de la noche lleg a la casa que serva de Oficina y donde estaban Merchn y Cspedes. Al da siguiente volvi al Nus, donde nosotros continumos la pica hasta el punto llamado Tarrales. Llevbamos veintisis das abajo, por la banda izquierda del Nus. Como me senta bastante mal, pues haca ms de dos das que no me faltaba la fiebre, resolv decirle a Luaces que me hallaba incapaz de seguir acompandolos, y que pensaba hacer un esfuerzo para salir a Las Colonias. El me constest: Tobn, siento mucho la separacin de Ud.; bastante nos ha acompaado y bastante falta nos hace... pero es preciso que tome algunos medicamentos; voy a hacerle el vale de lo que se le debe para que lo presente al Sr. Merchn. Primitivo Avebedo, que se hallaba presente, manifest que me acompaara hasta Las Colonias y lugo regresara. Luaces nos dijo que aguardramos las proviciones que deban llegar al da siguiente, para que no sufriramos hambre en el viaje. Las aguardmos, pero como no llegaron oportunamente, emprendimos la marcha; nos dirigmos a los Tibes en busca de la pica por donde haba salido Marquetti. Luis, el que lo condujo a Las Colinas, nos dijo: Suban Uds. por la trocha hasta el rancho que all dejmos; al frente y a la derecha est la pica por donde entr son el Sr. Marquetti, y no perdindo sta, salen en el da al camino y llegan a Las Colonias. Emprendimos marcha a eso de las ocho; y poco antes de las nueve estbamos en Los Tibes; entrmos por la pica que nos indic Luis; no llevbamos mas proviciones que dos yucas asadas; yo me senta muy mal; haca un rato habamos perdido la pica porque el monte estaba muy claro y probablemente Luis haba picado las ramas a muchas distancias unas de las otras; lo cierto es que nos sorprendi la noche y se desat una tempestad violenta; era tal la oscuridad, que nos consolaba el brillo de los relmpagos. Primitivo se acobard mucho, y nada menos yo, que me senta con bastante fiebre. Le dije: Estmonos

quietos porque es peor que nos muerda una culebra. El daba gritos y renegaba y tambin deca: Ms nos valiera estar en la manga de los Muoces comiendo grillos. El aguacero calm un poco, pero l siempre gritaba; de repente omos una voz cerca a nosotros; Primitivo sigui gritando, y nos fuimos yendo cogidos de la mano, en busca de las voces, hasta que llegmos a una barranca al borde del camino, donde dijo el que estaba al pie: Quines son ustedes? Contestmos: -Primitivo Acebedo y Cipriano Tobn, que venimos del Nus y no hemos podido salir. Entonces dijo: Bajen un poco por el borde de la barranca para que salgan al camino. Una vez en l, nos reconocimos: Eran Francisco Villa, antiguo compaero del Dr. Balczar; Julin Alvarez y D. Carlos de Greiff. Seguimos algunas cuadras en su compaa hasta un punto, abajo del tambo de San Benigno, y all nos despedimos. Poco ms o menos a las 8 de la noche llegmos al tambo de San Victorio, donde viva D. Napolen de Greiff, como ya lo habamos dicho. All lo pasmos muy mal porque esa familia no tena nada que ofrecernos. Al da siguiente llegmos a Las Colonias, que estaban a cuatro leguas de all; me dirig a la oficina del seor Marchn a presentar el vale que Luaces me haba dado, el cual fue cubierto inmediatamente y vali 68 pesos de ocho dcimos. All estaba Marquetti, que segua mejor de la herida; de all mand un pen al Nus, para que le enviaran la estaca en que se haba herido, la cual tena una pulgada de grueso y le entr pulgada y media; Luaces la haba conservado cuidadosamente para envirsela a Marquetti. Lugo pas donde Gabriel, el Capataz de la Reclusin, y all permanec ocho das en cama. Cumpla su pena Julin Parra, y me dijo: D. Cipriano, estoy de marcha para Medelln; si usted quiere me comprometo a sacarlo, si no se muere en la trocha. Al da siguiente marchmos, Julin a pie y yo a caballo; donde me daba la fiebre bajaba de la bestia hasta que poda continuar. A los seis das llegmos a Barbosa; el 7 de Septiembre de 1875, a Medelln. Para terminar esos apuntes, voy a contar un incidente que nos refiri el seor Cisneros: Pocos das antes de nuestra exploracin en La Malena entr uno de los ingenieros a hacer una exploracin al ro Alicante, con cuatro compaeros y con orden de regresar a Puerto Berro viejo a los seis u ocho das; como transcurrieron ocho y los exploradores no salan, resolvieron enviar tres peones en su busca, los cuales entraron por la pica de los primeros, hasta llegar a orillas del Alicante; pero como sta se les acab en la orilla del ro, resolvieron pasarlo, y al otro lado volvieron a encontrarla y siguieron por ella hasta el cao de Regla o San Bartolom; visto que la pica no segua, resolvieron volverse porque llevaban cinco das andados y la provisin se les agotaba; al fin salieron al puerto, pero sin noticia alguna de los desaparecidos. El hecho fue que se perdieron todos cinco. El seor Cisneros deca que probablemente se haban quedado alguna

noche a orillas del ro, y que una creciente de ste los haba arrastrado, para despus ser devorados por los caimanes. *** Vencidas, a fuerza de perseverancia y de talento, las primeras dificultades, tuvo al fin CISNEROS la satisfaccin de poder comunicar, en oficio de 29 de Octubre de 1875, al Gobierno por quien trabajaba, que haba sido clavado el primer riel en esa fecha, particularmente fausta para Antioquia. Hasta entonces haba combatido el brioso Ingeniero contra la rebelde naturaleza de estas zonas, poderoso enemigo, a la verdad, pero de pasiva si bien muy ruda resistencia, que a la postre pudieron domar la ciencia y la constancia. Faltbale an sufrir las acometidas de ese dragn que guarda celoso a Colombia de las embajadas del progreso: nuestra prepotente poltica, la ms indomesticable de las fieras y contra la cual se hallaba inerte y amarrado. Apenas en la preliminar etapa de la obra, se encendi la guerra nacional de 1876; lugo las seccionales de Antioquia en 1879 y 1880, que, si ocasionaron naturalmente a los trabajos perjuicios de mucha consideracin, como los que toda contienda armada trae consigo, le hicieron adems a la empresa el mayor dao, no slo actual sino futuro, cual fue la prdida total y hasta la esperanza de crdito en el Exterior, que no habra de suministrar dinero a un pueblo brbaro o a quien all fuera a emplearlo en cualquier forma. Para facilitar la ejecucin del camino que tnto importaba a Antioquia, armonizando de buena fe sus intereses con los del concesionario, se hicieron al contrato primitivo modificaciones sucesivas, entre otras la prolongacin de la lnea hasta Medelln, que vinieron a concentrarse en el que se formaliz el 20 de Agosto de 1879, siendo Presidente del Estado el General Toms Rengifo y actuando en la negociacin el Dr. Isaas Cuartas, como Secretario de Hacienda y Fomento. Se daban all como terminados los primeros 13 kilmetros. Antes y dess acometi CISNEROS otras notables obras en Colombia, que merecen ser siquiera enumeradas: Ferrocarril del Cauca, partiendo del Puerto de Buenaventura; Ferrocarril de Girardot; Ferrocarril de La Dorada; Ferrocarril de Bolvar; Muelle de Puerto Colombia; Tranva de Barranquilla;

Mejora de la navegacin en el bajo Magdalena y regularizacin de la misma en la parte alta: Organizacin de las Compaas de Transporte de este ro; Navegacin del bajo Cauca; Servicio activo de Correos; Camino de recuas entre Pavas y Santodomingo y Telgrafo a Medelln, como complementos del Ferrocarril de Antioquia. Tal vez no sea completa esta lista; pero ella bastar para dar idea de la extraordinaria actividad de aquel luchador sin reposo y sin cobardas, de quien justamente dijo Anbal Galindo: Todo el alfabeto del progreso nos fu enseado por l. La multiplicidad de empresas a su cargo y la consiguiente dispersin de los no muy cuantiosos recursos, causaban, como es fcil de suponer, perjuicio a cada una; pero CISNEROS, como l mismo y sus defensores lo manifestaron pblicamente en repetidas ocasiones, no procedi de tal manera sino aobligado por las circunstancias. Algunos de los contratos que efectuara le fueron en cierto modo impuestos, como el del Ferrocarril del Cauca, por ejemplo; y otras operaciones de grande utilidad pblica, en todo caso, como la introduccin de buques apropiados para la nevegacin del Magdalena, eran necesarias obras auxiliares para el transporte de los materiales destinados a la construccin y explotacin de los ferrocarriles hacia el ro. Despus del Contrato Cuartas de 1879, ya citado vino otro, de 2 de Mayo de 1882, que se perfeccion el 25 de Agosto del mismo ao. En l se recopilaban anteriores disposiciones pertinentes, se haca una exacta liquidacin de cuentas, se daban como construdos 27 kilmetros de carrilera y se fijaban escalonadamente fechas ciertas para la conclusin y entrega de la va hasta Medelln. El primer trayecto, que llegaba hasta las orillas del Ro Nus, deba estar terminado el 31 de Diciembre de 1884. Con todo empeo trabaj el concesionario para dar extricto cumplimiento a su compromiso: los ltimos rieles fueron clavados en la sealada fecha por la noche, y a la una de la tarde del primer da de 1885, se inauguraba y se daba al servicio pblico el camino. Llegbase con l a Pavas. La lnea total meda ya 48 kilmetros. Los documentos oficiales relativos a la inauguracin y recepcin, tienen singular importancia, debido a acontecimientos posteriores, y merecen reproducirse. Dicen as: En el Distrito de Puerto Berrio, a primero de Enero del presente ao, se reunieron los comisionados por el Estado de Antioquia, los seores Doctor Pedro Restrepo U. y el ingeniero Luis Johnson, el comisionado por el Gobierno General, seor Juan de S. Martnez, y el comisionado por el Estado de Bolvar, seor Julin Vias P., con asistencia del empresario, seor Francisco J. Cisneros, y del Vicedirector de la Empresa, seor J.

B. Dougherty; quienes, en un tren especial, recorrieron la lnea hasta Pavas, donde termina declarndola en seguida inaugurada, al servicio pblico, despus de un resultado tan satisfactorio. Puerto Berro, 1 de Enero de 1885. Pedro Restrepo Uribe. Juan de S. Martnez. Luis G. Johnson. Julin Vias P.. *** Estados Unidos de Colombia. Estado Soberano de Antioquia. Seor Secretario de Hacienda y Fomento. Presente. Seor Secretario: En nuestro carcter de comisionados por el Gobierno del Estado, para la inauguracin y recepcin del trayecto del Ferrocarril construdo hasta la fecha, cumplimos con el deber de presentar al seor Secretario un informe preliminar sobre el particular, reservndonos para ms tarde, si se nos permite, la presentacin de una relacin tcnica de la obra construda, pues el estado actual de guerra no nos ha permitido coordinar y preparar los datos colectadas en Puerto Berro y Pavas relativos a la lnea frrea, sus estaciones, puentes, viaductos y dems obras de arte. Reservndonos, pues, para ms tarde el cumplimiento del deber de presentar tal informe, nos apresuramos a manifestar al seor Secretario que el 1 del presente mes, acompaados del seor Francisco J. Cisneros, empresario de la obra, del seor Julin Vias P., comisionado por el Gobierno del Estado de Bolvar, de varios empleados del Ferrocarril y de otras personas particulares, recorrimos el trayecto construdo entre Pavas, punto situado en la vertiente del ro Nuz y Puerto Berro, quedando satisfechos de la solidez, buenas condiciones, acertada eleccin del trazado y numerosas ventajas que presenta dicha obra. Igualmente quedamos satisfechos de la comodidad de las estaciones, bodegas y lugares de depsito anexos a la va, la cual es recorrida hoy, sin obstculos ni peligro, por trenes pesados, arrastrados por locomotoras de fuerza adecuada a la naturaleza de la va. Conviene advertir que aunque el contrato de 2 de Mayo de 1882, en su artculo 4, fija como trmino de la primera seccin de la va, en la orilla del ro Nuz, nosotros admitimos como tl la vertiente del ro Nuz en Pavas, pues por razones que en nuestro informe expondremos, no hay objeto en que la va toque dicha orilla. De Pavas a Puerto Berro mide una distancia de 47 1/6 kilmetros, o sean 29 millas, trayecto que est en perfecto estado de servicio.

Creemos que el presente informe, acompaado al acta oficial de inauguracin que ya presentmos al seor Secretario, sean suficientes por ahora para dar cumplimiento a las obligaciones del Gobierno del Estado para con el seor Empresario. De usted atentos y seguros servidores, Pedro Restrepo Uribe. Luis G. Johnson, Medelln, Enero 19 de 1885. *** Despus de faena tan improba y de tntas penalidades, realizado lo ms arduo del trabajo, ganada la batalla inicial contra el atrincherado ejrcito enemigo, era este acontecimiento el primer positivo triunfos de CISNEROS; y si alguna vez haba llegado a dudar de la coronacin final de su grande obra, desaparecan, en aquella grata jornada, de su nimo, iluminado por la esperanza, las fatdicas aves del temor, como huyen con la esplendente aurora los murcilagos. Pero poco dur la ilusin nos dice un convincente artculo de La Industria, -pues a las diez de la noche de ese mismo da, dos caballeros llegaron a Puerto Berro y anunciaron a Cisneros que haba comenzado una formidable revolucin. No hubo trfico, la lucha comenz a ser la preocupacin del da, y en breve la ms completa desorganizacin sucedi a la severa disciplina que antes reinaba. Lo que pas despus es bien conocido y harto desagradable para repetirlo. El avance y mejora del Ferrocarril, al amparo de la paz, y los productos que el animado trfico que surgiera haban de suministrar indudablemente a la obra, cuya parte ms difcil estaba hecha, daban razonable fundamento al empresario para esperar la consecucin de un emprstito, o de emprstitos sucesivos garantizados, para intensificar y hacer ms rpido el trabajo. Dada la imposibilidad de conseguir recursos en Europa sobre la base de garantas o subsidios del Gobierno de Colombia acaba diciendo el aludido artculo, -el plan de Cisneros era el nico prctico y seguro; su consagracin y la honradez con que se invertan los fondos nacionales, los del Estado y los ms que aport l mismo, debieron ser una garanta para que, lejos de hostilizarlo, se le ayudar; sin embargo, las cosas pasaron de muy distinto modo, y la verdad es que, desde 1880, tuvo que estar con el arma al brazo, por decirlo as, defendindose de los ataques que de todos lados se le dirigan. Se hubiera dicho que produca pesar su triunfo sobre las grandes dificultades que le opona la naturaleza abrupta contra la cual luchaba, y que de intento se le creaban otros embarazos para hacerle nula o amargarle la victoria. A pesar

de todo, la jornada de Pavas le abri las puertas de Medelln, que pocas horas despus la lucha de los partidos le cerr de nuevo. Cuatro revoluciones, cuatro desastrosas guerras civiles se haban abatido sobre la infortunada obra del Ferrocarril de Antioquia en su delicada infancia de diez aos; y su vigoroso empresario, aquel curtido batallador a quien no hicieron flaquear pantanos de tres leguas, ni enfermedades, ni hambres, ni penuria, cedi al fin ante esa ltima arremetida de aquel monstruoso que tntas veces ha ensangrentado, y devastado, y desmoralizado a la Repblica, y, con dolor de su corazn, hubo de decir adis a su hija predilecta. Por convenio celebrado el 18 de Agosto de 1885 con el Gobierno del Estado, presidio a la sazn por el General Jos M. Campo Serrano, a quien representaba en la negociacin Don Focin Mantilla, su Secretario de Hacienda, CISNEROS rescindi el ltimo contrato para la construccin y explotacin del Ferrocarril de Antioquia y se comprometi a entregar la lnea a los tres meses, despus de reparar los daos que, en gran parte, por causa de la revolucin haba sufrido. La entrega formal de la obra toda, de que el Estado tomaba por este acto posecin plena, se verific el 12 de Noviembre del mismo ao, segn acta firmada en Puerto Berro por el Sr. J. B. Dougherty, Vicedirector de la Empresa, en representacin de CISNEROS, Y EL Dr. Baltasar Botero Uribe, Administrador nombrado por el Gobierno. En este documento se encuentran las siguientes constancias: Se ha recorrido en varios viajes, en carros de mano y en trenes, la lnea frrea desde Puerto Berro a Pavas, hasta persudirse de que el servicio de ella se hace en buenas condiciones y que los trenes corren sin dificultad, con la velocidad y el poder necesarios para el trfico. El Administrador nombrado por el Gobierno del Estado declara: que el seor Ingeniero B. Dougherty, Vicedirector de la Empresa y representante del seor Cisneros, ha hecho cuanto humanamente puede hacerse, atendidas las circunstancias de lugar, tiempo y modo, y los tropiezos y dificultades naturales, de todo gnero, que ha tenido que vencer, para dar cumplimiento al contrato de rescisin y reparacin del Ferrocarril de Antioquia, y que queda satisfecho de los esfuerzos que, como Comisionado dle Sr. Cisneros y como Ingeniero Civil, ha hecho para cumplir honradamente su cometido". Con esto qued concluda en Antioquia la obra de CISNEROS. ***

Poca cosa parecer a primera vista, como resultado de una decena de aos de trabajo, una lnea, frrea de meros 48 kilmetros; y podramos decirlo as, efectivamente, si no nos detuviramos a pensar con juicio recto y sereno todas las desfavorables circunstancias. Recurdese qu formidables obstculos fueron los que la indmita tierra opuso desde el principio y por mucho tiempo al ingeniero; pinsese en los que hall el administrador, que no posea casi vveres ni obreros en aquel espantoso desierto donde actuaba, privado de tnta cosa indispensable y sin contar con elemento alguno preexistente, pues hasta las oficinas mismas de los empleados superiores eran prstamo de una msera colonia penal que el Gobierno haba fundado en esas remotas selvas, y pobres presidiarios, en su mayor parte, los peones; medtese en los que al hacendista le creaba la renuencia de los mercados extranjeros, donde no consigui ni suficientes fondos ni accionistas para semejante obra, costossima; considrese que no tuvo asociado alguno con quien compartir responsabilidades ni a quien consultar en casos apurados; que l, por s mismo, hubo de crearlo todo, donde nada haba, reglamentarlo todo, encaminarlo, ensear, conducir, trabajar personalmente y aun materialmente en los comienzos; que estaba absolutamente solo con sus penas; que su salud se vio mil veces quebrantada y su vida en graves peligros; que, como continua amenaza deprimente, senta encima de s los ojos inquisidores de millones de hombres impulsivos, a quienes la ignorancia y el carcter hacen entusiasmarse hasta el delirio o aborrecer con igual facilidad correlativa, en mpeti inconsciente, a la menor sospecha o desconfianza, o cuando la realidad de las cosas, como suele acaecer con harta frecuencia, no corresponde a la ideal belleza de sus sueos; que pronto, por suspicacias, por envidias, por recelos regionalistas, por impaciencias incolsultas, por la universal mana de tirar de los pies al que se eleva, empezaron a llover sobre l censuras en la prensa, eco de ocultas animadversiones a menudo, obligndolo a sostener en al capital de la Repblica un peridico, La Industria, a que ya se ha hecho alusin, para explicarse y defenderse; que la maldecida poltica tom por blanco de sus tiros al ciudadano extranjero, que como tntos otros s lo hicieron, para explotar a Colombia y ultrajarla,-no quiso nunca aprovecharse de esa privilegiada calidad en sus diferencias y litigios, y que el apasionamiento partidista le increpaba, sin probanzas, violaciones de la neutralidad, atribuyndole simpatas y aun servicios reales, ya a uno de los bandos combatientes, ya al contrario, suscitndole con ello injustas malquerencias, entorpeciendo su labor, ardua ya de suyo, y envenenndole con sus impuros miasmas el ambiente......... Acumlense todas estas adversas condiciones; examnense muchas ms, y resultarn todas impropicias. Tal vez no sea exagerado afirmar que, en su lucha de veinticinco aos en Colombia, jams pudo contar el gran CISNEROS sino una sola fuerza favorable: su persona! Su propia excelsa personalidad, con idiosincracia de hroe epnimo, que fue una bella encarnacin de la energa........

A todo hizo frente CISNEROS sin flaquezas; pero su constante vigor para la acometida y para la resistencia altiva, nada pudo contra la barrera inmoble, contra el destructor incendio de la guerra. Al retirarse de Antioquia, arrojado por esa infernal potencia, indomable y devastadora a un tiempo mismo, nos dej como imperecedera remembranza ese preciado trozo de ferrocarril, que ha sido para nosotros la puerta del futuro. Y no se diga que no sea digna de promover gratitud una inconclusa obra, o que CISNEROS se mostr pusilnime al abandonarla, o que otros extranjeros hayan hecho lo que no pudo hacer el cubano egregio, pues bien sabido es que cuandoquiera que Antioquia ha recurrido a extraa ayuda en esta empresa, ha conseguido slo, casi infaliblemente, engaos y fracaso. Dos guerras ms, en 1895 y 1899, particularmente larga y desastrosa esta ltima, embarazaron por mucho tiempo la continuacin de la inicial va frrea que l nos dejara; si sta ha prosperado lugo, ha sido lenta y penosamente, dividindose en dos secciones discontinuas; y si hoy silba la locomotora en Medelln y se van a tender rieles hacia el Cauca, dbese, ante todo y por sobre todo, a la paz, a la vivificante y fecunda paz de que por primera vez disfruta Colombia en un seguido lapso de veinte aos. No es en todos los casos la finalizacin de una empresa lo que hace meritorio a quien la ha cumplido. Muchas hay que no acaban nunca, sin que por eso menge la merecida fama de sus iniciadores. La iniciacin es frecuentemente ms difcil, ms digna de alabanza siempre que la simple continuacin de lo empezado. Los justamente amados y reverenciados prceres de nuestra Independencia Nacional, nos dieron a Colombia libre, pero anrquica, y sera el colmo de la ingratitud negarles el debido tributo de nuestra admiracin y nuestro afecto, porque no completan su obra portentosa. CISNEROS conserv algunos intereses en Colombia, a la que lo ligaban an varias empresas. En Marzo de 1898 tuvo necesidad de ausentarse. Sali de Bogot enfermo y en camilla, no obstante lo cual se detuvo en Puerto Berro y recorri la lnea frrea, que haba avanzado ya hasta Caracol. Desde all dirigi al Gerente de la Empresa el siguiente telegrama, que fue como su despedida para esta tierra antioquea, regada con el sudor de su frente y cuya properidad haba inaugurado, dotndola con el principio o base de su ms preciosa obra de progreso: Caracol, 29 de Marzo de 1898. Fabricio Botero. Medelln. Ruego a Ud. se digne servir de intrprete ante los Miembros de la Junta del Ferrocarril de Antioquia, de las expresiones de reconocimiento con que recib el benvolo saludo que Ud. y dichos seores se han servido enviarme a mi llegada a Puerto Berro. He recurrido con verdadero placer la lnea desde el Puerto hasta el

extremo, y me es grato manifestarle que la he encontrado en perfecto estado de servicio, bajo una organizacin perfectamente adaptada a las circunstancias, y que si bien refleja un gran crdito para Ud. y los dems miembros de la Junta Directiva, no lo es menos para el Director de los trabajos, Mr. Whittekin, por cuya salud hago los mejores votos, para que pueda alcanzar a conclur esta obra de tnto vuelo. Tambin me permito dar por su conducto las ms sinceras gracias al Sr. Administrador y dems empleados del Ferrocarril, quienes han dispensado a mi familia y a los amigos que me han acompaado, las mayores atenciones en este memorable da para m. Afectsimo amigo, CISNEROS. Sigui lugo para Barranquilla, y se embarc en Puerto Colombia el 31 de Meyo, pocos das despus de heber partido de aqulla, en viaje de prueba, el vapor Antioquia, que l haba introducido especialmente, con destino a la navegacin de los ros Cauca y Nech. En Nueva York, adonde se dirigi directamente, enferm de neumona en Junio. Se recobr de este ataque; pero a poco cay de nuevo en cama y, vctima de una terrible enfermedad de los riones, contrada probablemente en sus andanzas por malsanas tierras colombianas, muri en el Hotel Windsor, de aquella ciudad, el 7 de Julio de 1898, a las seis y media de la tarde. No dejaba hijos. Su segunda esposa, Doa Carmen, viuda de su hermano Eduardo, fallecida en Diciembre del ao anterior, tena de su primer matrimonio dos hijas, Emma y Mara, institudas herederas de ese carioso to y segundo padre que con sin igual ternura las amaba. Despus de haber manejado millones y de haber trado la prosperidad comercial a zonas en clausura; despus de haber laborado en Colombia un cuarto de siglo en toda importante obra pblica de ingeniera o de transportes; despus de tnta brega y sacrificios, aquel atrevido empresario mora pobre. Su patria le fue deudora de nuevos servicios en las postrimeras de su vida. Al comenzar la nueva revolucin de Cuba en 1895, CISNEROS ofreci sus servicios y contribuy con su fortuna, con su actuacin en Europa y con el desempeo de una misin secreta ante el Gobierno de Washington en 1898, al triunfo de su causa. Pero no pudo gozar de l ni presenciarlo: apenas alboreaba la victoria, con la toma de su ciudad nativa de Santiago por las fuerzas revolucionarias; cuando cerr los ojos para siempre. ***

CISNEROS no era solamente un hbil Ingeniero. Como aquellos hombres prodigiosos del Renacimiento Italiano, una, en consorcio esttico, a un gran vigor fsico y moral, a una voluntad de hierro, las ms diversas prendas del talento y la capacidad activa ms variada. La resolucin terica y prctica, sobre el terreno mismo del trabajo, de intrincados problemas tcnicos, no monopoliz sus fuerzas ni su espritu. Fue escritor de estilo sobrio y elegante; periodista que saba apreciar la situacin y marcar el rumbo a las ideas; apstol de patriticas doctrinas, que persuada con su elocuencia y con su ejemplo; polemista de acerada pluma en la defensa y culto pero bravo en el ataque; abogado cuando la ocasin lo requera; conspirador, revolucionario, enviado diplomtico, activo expedicionario militar por mar y tierra; hacendista que logr crear recursos de la nada; cortesano de modales exquisitos, trato ameno y palabra fcil, que lo haca siempre vencedor en la dialctica, hasta el punto de que, como Santiago Prez Triana, famoso tambin en las ideas del pensamiento, se deca, aquellos que haban de discutir con l, se consideraban anticipadamente derrotados... La especializacin, la limitacin de facultades, el circunscribir la actividad humana a un corto radio, para hacer ms eficiente la labor, es ley econmica y social recomendable, pero en la cual slo encajan bien las medianas. Los grandes empresarios, los conductores de pueblos, los artistas verdaderamente grandes y gloriosos, los hroes que sintetizan en su persona un lapso histrico, los Pericles, los Napolen, los Goethe, los Leonardo da Vinci, los Bolvar, son genios omnmodos y, en el camino de la humanidad, postes miliarios. CISNEROS, talento universal de actividades mltiples, sintetiza cinco lustros de la historia de Colombia, en el ms importante ramo de su vida econmica, que hoy es considerado unnimemente como la primera de todas nuestras necesidades pblicas: los caminos. Las principales obras que en este campo del progreso tenemos concludas o empezadas, a l de deben. No medr personalmente con ellas; y si no logr terminarlas todas, no fue por falta de capacidad, que a l le sobraban fuerzas y talento, sino por las invencibles trabas ya apuntadas. Hubo en su vasta labor errores, se ha dicho con no siempre bien intencionada insistencia. Oh, los errores de CISNEROS! Fcil le hubiera sido no cometerlos. La receta es bien sencilla: no hacer nada; y si en la inactividad hubiese vivido, hoy no podra achacrsele yerro alguno. Todo hombre que ejercita su actividad en cualquier campo, a errar se expone. Por otra parte, cmo se determina con certeza lo que es un error? Descartada la religin, que no es negocio de la razn humana, y fura de unas pocas verdades que la humanidad posee por la ciencia, todo lo dems es cuestin de apreciaciones, y lo que unos hallan blanco, es negro para otros. El criterio para juzgar a todo el que ha ejecutado una gran labor social, es el de la benevolencia y el amor.

Correspondamos con lealtad al que aquel grande hombre, que fue dolo de sus amigos y subalternos por su inagotable bondad, profes a Antioquia, como tntos testimonios ciertos lo acreditan, y de los cuales el ms hermoso y tierno es esta carta: De nuestro Monasterio de Mount de Chantal. Wheeling W. Va. Marzo 23 de 1924. Muy distinguido Seor Gerente: Al recinto de este claustro sagrado en donde he pasado una gran parte de mi vida, me lleg en das pasados la feliz noticia publicada en uno de los diarios de esta prspera ciudad, de que la Empresa del Ferrocarril de Antioquia, de que es Ud. digno Gerente, proyectaba celebrar el quincuagsimo aniversario del comienzo de la lnea que, inaugurada por mi finado to e inolvidable padrastro, el Sr. Francisco Javier Cisneros (q. e. p. d.) en 1874, ha trado la prosperidad a las frtiles regiones de un pas tan privilegiado y bendecido por la mano de Dios como es Colombia. Es para m motivo de gran orgullo y reconocimiento ver la espontnea manifestacin que ha brotado del corazn de un pueblo civilizado, hacia la memoria de quien vio siempre en esa noble tierra su segunda patria y de quien consider a sus habitantes como a sus ms adictos amigos y sus ms leales colaboradores. Cbeme a m placer de haber sido testigo fiel de los sentimientos de cario que mi inolvidable to y padre (q. e. p. d.) manifest siempre por Colombia, y del inters tan ntimo que tuvo en toda ocasin por una empresa en que puso todo su corazn y sus mejores energas, puesto que desde un principio entrevi que se sera uno de los eslabones que con el tiempo ligara la cadena del progreso y traera la civilizacin a esas regiones de incalculables riquezas naturales. Qu orgulloso se sentira l hoy si puediera ver que su obra ha adelantado hasta el punto en que se encuentra actualmente, y que el rugir de la locomotora ha trado el contento y properidad a esas mismas tierras que l tanto admir y por las cuales tena una predileccin tan decidida! Es por este motivo que yo, uno de sus parientes ms allegados (mi hermana doa Mara Cisneros de Polter, vive en Londres), he querido, a manera de vocero de sus sentimientos, expresar en estas pocas lineas el hondo agradecimiento que abrigo por esta noble y bella manifestacin y los deseos tan vivos que me animan de que esa gran empresa contine en su va progresiva, para bin de esa patria tan heroicamente libertada por Bolvar. Mucho agradecer a Ud. expresar estos sentimientos a los dems miembros de la Empresa y aceptar los votos muy sinceros que hago por la properidad de Antioquia, por la dicha y ventura de todos los

colombianos y por que su bello pas contine, como hasta ahora, recorriendo la senda luminosa de la paz, del progreso y de la civilizacin. De Ud. humilde Sa. Sa. en Nuestro Seor, SOR MARIA ISABEL CISNEROS de la Visitacin de Sta. Ma. D. S. B. *** Antioquia no ha sido ingrata para con su benefactor. El 12 de Julio de 1898, cinco das despus de su muerte, el Gobierno del Departamento, presidido por el Dr. Dinisio Arango, expidi un expresivo Decreto de honores al ilustre finado, y la Direccin de la Empresa del Ferrocarril pag tambin su tributo con la siguiente resolucin: La Junta Directiva del Ferrocarril de Antioquia ha recibido con profundo sentimiento la nueva del fallecimienti del distinguido Ingeniero Sr. Francisco J. Cisneros, acaecido en Nueva York el 7 de presente mes. Deplora la lamentable prdida de aquel bizarro, primer campen de la Empresa; deja registrada en las pginas de sus actas esta fecha luctuosa; y, como prueba de la gratitud del pueblo antioqueo por su bienhechor, DISPONE: 1. La localidad de La Quiebra, llevar desde hoy, con los edificios que all erijan, el nombre de CISNEROS; y 2. A la entrada de la Estacin que all se construya, se levantar un monumento de mrmol con el nombre del ilustre amigo de Antioquia, y las fechas de la iniciacin de la obra del Ferrocarril y de la muerte del Sr. Cisneros. *** Esta disposicin fue ratificada y modificada por la Asamblea, as: ORDENANZA No. 57 (De 6 de Mayo de 1920) por la cual se dispone el cumplimiento de una resolucin (Estatua Cisneros).

La Asamblea Departamental de Antioquia, en uso de sus facultades legales,ORDENA:

Art. 1. La Junta Directiva del Ferrocarril de Antioquia, proceder en el ao econmico entrante (1920, 1921), a dar cumplimiento a la resolucin que dict el 13 de Julio de 1898, relativa a la ereccin de un monumento conmemorativo del ilustre Ingeniero D. Francisco Javier Cisneros, tomando de los productos de la empresa los fondos necesarios, para lo cual se le autoriza expresamente: Art. 2. El monumento expresado se levantar en la Plaza Cisneros de esta ciudad, pudiendo colaborar en la obra la Sociedad de Mejoras Pblicas. Dada en Medelln, a 6 de Mayo de 1920. El Presidente, Braulio Meja. El Secretario, Nicanor Restrepo Giraldo. *** En virtud de esta Ordenanza, debidamente sancionada en la misma fecha, la Junta Directiva encarg la Estatua al distinguido artista antioqueo Marco Tobn Meja, residente en Pars, modificando la primitiva resolucin en cuanto a inscripciones, y ha utilizado en este asunto los servicios de la Sociedad de Mejoras Pblicas de Medelln, que los ha prestado con gusto. La antigua estacin de La Quiebra, donde existe hoy una floreciente villa, que es cabecera de Distrito, lleva desde que se estableci, el nombre de CISNEROS. Con ocasin del cincuentenario de la firma del contrato inicial para la obra del Ferrocarril, dict la Junta Directiva la resolucin que va en seguida: La Junta Directiva del Ferrocarril de Antioquia, CONSIDERANDO: 1. Que el da 14 de Febrero del presente ao de 1924, se cumplirn 50 aos desde la celebracin del contrato inicial para la construccin del Ferrocarril de Antioquia, contrato que fue firmado entre el Seor Francisco J. Cisneros y el Seor Marco Aurelio Arango, obrando ste en representacin del Estado Soberano de Antioquia, como Secretario de Fomento; 2. Que la firma de dicho contrato debe considerarse como un acontecimiento fausto para Antioquia, por haber iniciado la ra de su progreso; 3. Que es un deber rendir tributo de agradecimiento a los que cooperaron en la fundacin de la Empresa y honrar su memoria, RESUELVE: Artculo 1. Celebrar el da 14 de Febrero de 1924, el cincuentenario del Ferrocarril de Antioquia en la siguiente forma:

a)

A las nueve a.m. Misa de Requiem, a gran orquesta, por el descanso del alma del

Sr. Francisco J. Cisneros y dems fundadores y benefactores de la Empresa y especialmente por los obreros y empleados que rindieron su vida al servicio de ella; b) Inauguracin oficial de los trabajos de construccin del Ferrocarril al Cauca en la Estacin Camilo C. Restrepo, con la bendicin de ellos por el Iustrsimo Seor Arzobispo y colocacin del primer riel. Artculo 2. Hacer acuar medallas de oro, con inscripcin y alegora adecuadas, para entregarlas a los obreros y empleados sobrevivientes que acompaaron al Seor Cisneros en los trabajos iniciales del Ferrocarril. Estas son las ms importantes manifestaciones oficiales; pero el nombre del iniciador de nuestro Ferrocarril es conocido y respetado en Antioquia entera, y todo antioqueo guarda en el fondo de su corazn sentimientos de cario y de gratitud para CISNEROS. Como homenaje particular y como el ms nutrido conjunto de informacin que se conozca acerca de l, nos permitimos recomendar el estudio que le dedico el malogrado joven Don Alfonso Javier Gmez y que fue inserto en el Repertorio Histrico, rgano de la Academia Antioquea de Historia, en Junio de 1914. *** Tarea noble es la de ensalzar a quien lo merece y en ella habramos de continuar indefinidamente, cumpliendo el tan grato encargo con que la Direccin del Ferrocarril de Antioquia nos ha honrado, pues hay en la hermosa vida de CISNEROS material para ms de un libro; pero es fuerza detenernos ya: es premioso el tiempo, y con esta sencilla Resea no se ha querido otra cosa que contribuir con algo breve a ilustrar a quienes no se hailaren bien enterados de la importancia y magnitud de la obra, y de los mritos raros de aquel ilustre cubano cuya estatua va a inaugurarse. Alzase sobre elegante pedestal de mrmol blanco, en cuyas tres caras principales, con altos relieves de concepcin espontnea y firme pulso, expres simblicamente el artista, con un acierto esttico exquisito, la idea madre que gener el obsequio y el afecto y admiracin que lo dictaron. Un mancebo atltico de musculatura impecable y serenidad helnica en el rostro, empua y hace obrar una palanca, para remover algn pesado obstculo invisible: es El Esfuerzo. A la vera del bosque, violado por el hombre conquistador y cuyos gruesos troncos se esbozan en el fondo como restos de un subyugado podero, el mismo esforzado obrero coloca con potentes manos el primer riel de hierro

sobre la ya sumisa tierra: es El Trabajo. Al fin, bajo la noble rama que premia al vencedor, doblada una rodilla y en actitud de paz, tiene el gallardo mozo, como ofrenda de simpata y devocin, una gruesa guirnalda de hojas de aquel rbol a cuya sombra se ha acogido; esto es El Triunfo. ESFUERZO, TRABAJO, TRIUNFO, tres emblemas que compendan sugestivamente la vida de aquel hombre vigoroso, activo, dominador de obstculos y de voluntades, que se esforz, trabaj y triunf en su lucha en pro de Antioquia; la cual, hidalga y reconocida, como cumple a su tradicin y a su carcter, le ofrece hoy la corona de gratitud que otorga la posteridad a los que por el bin pblico lidiaron. Sobre el capitel festoneado con lozanas mazorcas del cereal tan grato al antioqueo; imponente en su apostura, con serenidad simptica el semblante, se alza el prcer, eternizada su bizarra figura en el bronce duro, como fue duro su vigor para soportar el ml y hacer el bin. En el modesto atavio de campo del ingeniero, de pies, una pierna hacia atrs, firme la otra, erguido, apretando una niveleta y un libretn de notas con la mano izquierda, recogida, extendido hacia abajo en ademn viril el brazo derecho, cuya mano empua el lpiz fuertemente, como si acabara de apuntar alguna cifra, parece meditar sobre sus clculos; y, alta la noble frente, medio entornados los ojos, mira con insistencia reflexiba a lo lejano, cual si quisiese arrebatar a la naturaleza fiera su potencia y someterla, intrpido, a su yugo. Los rasgos de su estatua nos revelan lo que fue, antes que todo, y por sobre todo, como ya se ha dicho, el gran CISNEROS: UNA ENCARNACION EXCELSA DE ENERGIA!

PRESECUCION DE LA OBRATenamos en un principio el designio de presentar en la segunda parte de este opsculo, una relacin directa y contnua de la historia del Ferrocarril de Antioquia en la poca posterior a la separacin de CISNEROS, o sea, desde fines de 1885 hasta el ao de 1924, en que ahora estamos. Hubmos de renunciar, a pesar nuestro, a aquella idea porque, como en otro lugar lo insinumos, el plazo que se nos ha asignado para nuestra tarea es demasiado breve, dada la extensin y variedad del asunto, que no poda ser tratado en esa forma sino con tiempo y calma suficientes. Forzados, pues, a prescindir de la unidad deseada, que es primer requisito esttico de toda obra, vamos a reproducir de ajenos estudios, hechos por muy competentes servidores del Ferrocarril, Dr. Fabriciano Botero, antiguo Gerente, y Francisco E. Tobar, actual Abogado, aquellas partes de sus muy

valiosas Reseas que a nuestro propsito se adaptan, complementndolas, hasta donde fuere posible, con la exposicin de los ms importantes hechos posteriores. *** De la aludida Resea del Dr. Fabriciano Botero, fechada el 24 de Setiembre de 1897, son los siguientes prrafos: Trabajos por admnistracin. Habiendo pasado la Empresa al Gobierno del Estado, se dict el Decreto nmero 245, de 20 de Agosto de 1885, por el cual se nombr al Sr. Baltazar Botero U., Admnistrador, y al Sr. Clmaco Villa, Ingeniero. Continu la Empresa administrada por el Gobierno hasta Noviembre de 1888, en que se entreg provisionalmente al Sr. Chales S. Brown.

Contrato Brown. El 27 de Febrero de 1888, el Sr. Guillermo Restrepo I., Secretario de Hacienda yFomento, celebr un contrato con el Sr. Charles S. Brown , para la explotacion y construccin del Ferrocarril de Antioquia. En virtud de este contrato se entregaba la Empresa al Sr. Brown; se le conceda un privilegio por 30 aos y derecho de explotacin por 55, contados desde la terminacin de la obra, la que tendra lugar 6 aos despus de principiar trabajos, y se le pagaba una subvencin de $ 5.000 por cada kilmetro que construyera. En aquel contrato se estipul que el Contratista quedaba obligado a justificar ante el Gobierno del Departamento, a ms tardar dentro de 8 meses, contados desde la fecha de la aprobacin del contrato, que dispona del capital suficiente o tena constituda legalmente una Sociedad empresaria, que le suministrara los fondos necesarios para llevar a cabo la obra de los derechos que le concedan, ni contraa las obligaciones que le imponan. Como el Sr. Brown no cumpli con esta clusula ni pudo prestar las fianzas exigidas, se declar el contrato sin efecto, y el Gobierno volvi a hacerse cargo de la Empresa, la cual fue entregada al Administrador nombrado, Sr. Alejandro Restrepo R., el 10 de Abril de 1889.

Ordenanza nmero 16, de 25 de Julio de 1888. Por esta Ordenanza la Asamblea autoriz alGobernador del Departamento para que en caso de que no se llevara a efecto el contrato de Mr. Brown, celebrara con otra persona o Sociedad extranjera o del pas, otro contrato sobre el mismo asunto, con las bases que estimara convenientes.

Perodo de administracin por el Gobierno Departamental . Habiendo vuelto al Empresa a manosdel Gobierno se dictaron los Decretos nmeros 212 y 213, de 4 de Noviembre de 1889. Por el primero