fernández vicente, antonio - la ideología neoliberal de la competitividad

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:: portada :: Opinión :: 18-03-2015 La ideología neoliberal de la competitividad Antonio Fernández Vicente Rebelión Georges Rouault, Le pendu (1944-48). Centre Georges Pompidou, París Uno de los dogmas fundamentales del neoliberalismo hace de la competencia el pilar fundamental de la organización social. Con el Mercado como institución axial, la lógica de la competitividad se expande en todos los campos de actividad. Es, como el capitalismo, algo más que un sistema económico: un ethos, una forma de vida que irrumpe en cada una de nuestras decisiones. Estamos adiestrados o, mejor dicho, amaestrados para la competición. Representa los valores hegemónicos del éxito, liderazgo o la fórmula recurrente del capitalismo arcaico que es el culto al emprendedor: el "empresario aventurero" que retratase Werner Sombart desde el idealismo capitalista. Pero, es obvio que no todo el mundo puede tener éxito, ser líder o devenir emprendedor. Todas estas nociones llevan implícita la desigualdad de llegada que se añade a la de partida. Dicho de otra forma, para que haya éxito competitivo es preciso que sólo unos pocos puedan alcanzarlo. Y jamás page 1 / 5

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Fernández Vicente, Antonio - La Ideología Neoliberal de La Competitividad

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  • :: portada :: Opinin ::

    18-03-2015

    La ideologa neoliberal de la competitividadAntonio Fernndez VicenteRebelin

    Georges Rouault, Le pendu (1944-48). Centre Georges Pompidou, Pars

    Uno de los dogmas fundamentales del neoliberalismo hace de la competencia el pilar fundamentalde la organizacin social. Con el Mercado como institucin axial, la lgica de la competitividad seexpande en todos los campos de actividad. Es, como el capitalismo, algo ms que un sistemaeconmico: un ethos, una forma de vida que irrumpe en cada una de nuestras decisiones. Estamosadiestrados o, mejor dicho, amaestrados para la competicin. Representa los valores hegemnicosdel xito, liderazgo o la frmula recurrente del capitalismo arcaico que es el culto al emprendedor: el "empresario aventurero" que retratase Werner Sombart desde el idealismo capitalista. Pero, esobvio que no todo el mundo puede tener xito, ser lder o devenir emprendedor. Todas estasnociones llevan implcita la desigualdad de llegada que se aade a la de partida. Dicho de otraforma, para que haya xito competitivo es preciso que slo unos pocos puedan alcanzarlo. Y jams

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  • contaremos con las mismas oportunidades. Lo que hay que conculcar es la propia lgica de lacompeticin por sus implicaciones inicuas para el estar-juntos.

    En las escuelas se entroniza la competencia desde la rivalidad y lucha absurda por calificacionesque al mismo tiempo descalifican a los menos adaptados al sistema competitivo. El propio sistemaeducativo se rige por competencias. Otro tanto ocurre en las universidades, donde profesores einstituciones luchan contra otros en procesos competitivos que son los nicos indicadores vlidospara las agencias de evaluacin. Y se refleja tal lgica en los planes de estudio de donde seeliminan las asignaturas que "distraen" frente a las que "sirven". Las operativas y puramenteinstrumentales son las que se pliegan a formar seres competitivos. Lo dems es superfluo, unafruslera.

    Como las universidades, sus estudiantes tambin tendrn que someterse a las lgicas obsesivas ykafkianas de los rankings, cuyas categoras de jerarquizacin nos estn vedadas. Lucharn unoscontra otros porque han entrado en la partida y deben calcular sus jugadas. No podemos cambiarlas reglas del juego como si de Carroll se tratase en su Alicia. Y no parece haber otra alternativa,olvidando que ni Scrates ni Platn jams evaluaron a nadie, ni fueron evaluados ms que por laHistoria Cultural.

    Tambin en el mbito laboral reina con despotismo la competicin, donde la escasez -la famosa raret (escasez) en Sartre, producida artificialmente por el sistema econmico- violenta a unoscontra otros para lograr las gratificaciones prometidas slo a unos pocos. Engendra violencias cuyoresultado son algunos miembros muertos, sobrantes para el sistema competitivo darwinista; y otrosmiembros supervivientes. El film Arcadia (Costa-Gavras, 2005) lo ilustr antes incluso de la crisiseconmica en el terreno de la confrontacin laboral. El discurso de la escasez era para Marx el de laideologa burguesa que necesita naturalizar y eternizar un modo de producir que se basa en lapenuria generalizada. La ideologa de la competitividad parece haber introyectado que su lgica noes una construccin social y, como tal, contingente: es indeleble e infranqueable as que, mejoradaptarse que perecer.

    En todos los casos mencionados, desde nios se concibe a los otros como rivales en una carreracontinua promovida por la envidia y el narcisismo. Es el juego neoliberal que nos enfrenta a unoscontra otros y en el que la llamada meritocracia premia no a los ms excelentes, a los aristos, sinoa los que mejor saben conducirse de acuerdo con las tcticas de guerrilla competitiva.

    La infelicidad en la competitividad

    En 1930, Bertrand Russell public La conquista de la felicidad. Inspirado por el sentido comn, sepregunt "qu hace desdichada a la gente?" No se trataba de causas externas, comoenfermedades o guerras. Hay algo en la vida moderna y civilizada que nos conduce sin remisin almalestar. Russell citaba el tedio de la infelicidad byroniana, el sentimiento de pecado, elaburrimiento y la excitacin desmesurada, la mana persecutoria, la fatiga, la envidia y lacompetencia.

    La ltima causa que he citado remite directamente al corazn del sistema de valores delneoliberalismo. En la educacin y en los medios de comunicacin como portadores de estilos devida y modelos ejemplares, se repiten de continuo los mantras sobre el liderazgo, la competitividad

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  • , el xito. Todos ellos son conceptos que implican la naturalizacin del Mercado, en sus diferentesdimensiones, como eje vertebrador de los comportamientos.

    Desde la escuela hasta la universidad, la lucha de unos contra otros parece ser el denominadorcomn. Se combate en la cotidianidad por el xito relativo pero no por razones de extremanecesidad: "Lo que la gente teme cuando se enzarza en la lucha no es no poder conseguirse undesayuno a la maana siguiente, sino no lograr eclipsar a sus vecinos" [i]. Siempre con una miradade soslayo a los bienes del vecino, la envidia que era para Russell uno de los fundamentos de lademocracia, se antepone a cualquier consideracin altruista. Y al mismo tiempo, hace de la vidauna rutina insoportable: "Por mi parte, lo que me gustara obtener del dinero es tiempo libre yseguridad. Pero lo que quiere obtener el tpico hombre moderno es ms dinero, con vistas a laostentacin, el esplendor y el eclipsamiento de los que hasta ahora han sido sus iguales" [ii].

    No se trata de denostar abiertamente todo xito. Urge comprender que no podemos fundamentarla educacin, el trabajo e incluso nuestros tratos personales solamente en una lgica que nosviolenta contra los dems, generando lo que Pierre Bourdieu llamaba violence structurelle. Desde elMercado, esta violencia se propaga a cada vez ms mbitos de la existencia. El resultado es ladecadencia general de todo aquello que no beneficie el posicionamiento estratgico en esta guerradiaria: los actos gratuitos, el arte de la conversacin, los intereses no personales... Todoconocimiento, toda nueva "amistad" viene a confluir en lo que Andr Gorz denominaba capitaleimmatriel. Trabajos 24/24 horas para acumular ventajas competitivas sobre los dems, desde elaprendizaje de un nuevo idioma a habilidades sociales. Es nuestra vida entera la que setransforma en valor intercambiable en el Mercado de afectos y competencias profesionales! Inclusoel ocio ha de ser conspicuo y exhibir obscenamente los marchamos del xito. A fin de cuentas, elMercado nos inculca que la vida es una competicin y que slo el vencedor merece respecto. Laindustria cultural se ha encargado durante decenios de implantarlo en el imaginario colectivo bajola divisa del american way of life. Historias de losers y winners.

    Lejos queda lo que para Russell era la piedra angular de una vida dichosa: "El secreto de la felicidades este: que tus intereses sean lo ms amplios posible y que tus reacciones a las cosas y personasque te interesan sean, en la medida de lo posible, amistosas y no hostiles" [iii].

    La competitividad como pecado mortal

    Viajamos de 1930, un ao despus de la Gran Depresin, a 1973, con la crisis del petrleo. Eldiagnstico sobre los males del mundo le corresponde en esta ocasin al zologo Konrad Lorenz.Escribe acerca de Los ocho pecados mortales de la humanidad civilizada, desde su perspectivanaturalista. La competencia del hombre contra el hombre acaba por castrar las fuerzas activas ycreadoras:

    "Todo lo que es bueno y til para el hombre, lo mismo como especie que como individuo, haquedado olvidado ya bajo la presin de esa competencia entre los hombres. La abrumadoramayora de los hombres de hoy percibe como valor nicamente lo que resulta exitoso y apropiadoen la despiadada competencia para superar a su prjimo. Cualquier medio que sirva a ese propsitoaparece engaosamente como un valor" [iv].

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  • Por un lado el afn de lucro, el de ganar dinero que mide el xito es uno de los vectores de lacompetitividad. Se trata de una de las seas de identidad del pas capitalista por antonomasia:Estados Unidos. Y por otra, que advierte Lorenz del mismo modo, la prisa. El mundo se acelera cadavez ms impulsado por esta suerte de dromocratie -gobierno de la velocidad-, en trminos de PaulVirilio. El desgobierno absoluto. La premisa parece ser llegar antes que los dems. Como una scoop periodstica. Estamos obligados a atesorar ms episodios de vida en cada vez menos unidades detiempo, como nos dira el socilogo Harmurt Rosa. La competencia devastadora rechaza lostiempos lentos, destierra la vida tranquila tan querida para Russell; abole los ritmos pausados ysedimentarios del artesano explicados con maestra por Richard Sennett. El miedo a ser superadonos introduce de lleno en esa carrera vertiginosa que cada uno emprende desde su vehculo sinfrenos. Es el impulso que junto a la codicia nace del pavor y la vergenza de no ser reconocidoporque en un sistema competitivo, la visibilidad solo la obtienen los primeros en arribar a las metasocasionales. Con la prisa y la rapidez, se nos priva de esa base innata del aprendizaje que es la reflexin. Y tambin de la curiosidad que siempre ha impulsar el conocimiento cabal de nuestromundo. Se est tan ocupado, preocupado y distrado por la competicin que no nos olvidamosincluso de pensar en nosotros mismos al no soportar la soledad:

    "Una de las ms perniciosas repercusiones de la prisa ansiosa -o quiz del miedo que genera esaprisa- es la confesa incapacidad de los hombres modernos para estar solos consigo mismos,aunque sea por breves momentos. Evitan toda posibilidad de introspeccin y de recogimiento conuna diligencia angustiosa, como si temieran que la reflexin fuera a ponerles delante de unaimagen de s mismos poco agradable" [v].

    La lgica de la competitividad llevada hasta sus ltimas consecuencias supone la va segura haciala desintegracin social e individual. Como ya advirtiera Russell, es una de las causas directas de lainfelicidad del hombre moderno. Lorenz la conceba como el camino seguro hacia el aumentohipertrfico de la presin arterial y el consecuente desgaste de nervios. Las lgicas de lacooperacin, los tiempos lentos y las filosofas que se sitan ms all del utilitarismo extremo enforma de actos gratuitos contraponen resistencias y microutopas a un mundo desbocado que nitan siquiera toma conciencia de s mismo.

    Notas

    [i] Russell, B., La conquista de la felicidad, DeBolsillo, 6 edicin, Barcelona, 2013, p. 48.

    [ii] Idem.

    [iii] Ibdem, p. 135.

    [iv] Lorenz, K., Los ocho pecados mortales de la humanidad civilizada, RBA, Barcelona, 2011, p. 43.

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  • [v] Ibdem, p. 46.

    Rebelin ha publicado este artculo con el permiso del autor mediante una licencia de CreativeCommons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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