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Alegría en la adversidad. El análisis de los factores que mantienen las emociones positivas en situaciones aversivas EMOCIONES POSITIVAS Y SALUD MENTAL Las emociones positivas tienen buena prensa. No hace falta más que echar un vistazo a la sección de autoayuda de cualquier librería o estar atento a los reportajes y noticias de revistas y magacines. No se tardará en encontrar algún alegato a favor de las emo- ciones positivas, defendiendo que son la clave de la felicidad y de la salud. Terapias, o más bien pseu- doterapias basadas en la risa, en ver el mundo de color de rosa, en concentrarse en olvidar las desgra- cias, desconectar y relajarse, como lo llaman, y un sinfín de maneras de procurase placer psicológico alejándose de penas, preocupaciones o sufrimiento. De todas maneras, este interés por las emociones positivas es necesario y, en el fondo, un soplo de aire fresco en la psicología científica. De hecho, la curio- sidad por las emociones positivas en la psicología es tardía, posiblemente porque siempre ha atraído más lo problemático y porque las emociones negativas son más prominentes y destacan sobre cualquier otro estado psicológico. Naturalmente, la verdad es que todo el mundo preferiría, en situaciones normales, estar alegre y risueño antes que enfadado, triste o preocupado. Bienvenido sea, por tanto, este interés por las emociones positivas. Sin embargo, hay un pequeño detalle que no se puede pasar por alto: la realidad. En la vida hay frus- traciones, desencuentros, discusiones, enfermedades, muerte y crueldad. Ante la dura realidad, los gurús © Ediciones Pirámide JORDI FERNÁNDEZ CASTRO de estilo New Age predican que la alegría está en el interior, pero ... ¿De qué sirve la alegría si se pierde todo lo demás? ¿Qué puede hacer alguien alegre y contento en medio de la desolación? ¿Es eso salud mental? Esto recuerda la trágica y cortante interpela- ción de Pilar Manchón a los miembros de la comisión de investigación del l l-M de las cortes españolas. ¿De qué se ríen, señorías? ¿Cómo se puede estar alegre y feliz ante el sufrimiento ajeno? ¿Cómo se puede reír alguien ante un inocente que sufre? ¿Quién muestra más salud mental? ¿Quién está siempre alegre pase lo que pase o quién está alegre cuando hace falta y triste cuando ello es lo adecuado? Posiblemente a todas las personas les gustaría poder experimentar emociones positivas permanentemente, pero, ciertamente, no es posible y, probablemente, tampoco sea siquiera conveniente. De hecho hay dos puntos de vista encontrados en esta cuestión: el primero defiende que las emociones negativas son nocivas para la salud, que la ansiedad y la depresión no sólo representan una quiebra de la salud mental, sino que tienen efectos devastadores en la salud física, son un sufrimiento inútil puesto que merman a quien lo experimenta y no tienen ninguna función po- sitiva. Por tanto, según este punto de vista, hay que eliminar las emociones negativas y sustituirlas siempre por estados emocionales positivos; sería la única ma- nera de asegurar una buena salud y calidad de vida (Álava, 2003). El otro punto de vista defiende que todas las emociones humanas tienen su función y su sentido, aunque subjetivamente provoquen dolor y desconcier-

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Alegría en la adversidad. El análisisde los factores que mantienen

las emociones positivasen situaciones aversivas

EMOCIONES POSITIVAS Y SALUDMENTAL

Las emociones positivas tienen buena prensa. Nohace falta más que echar un vistazo a la sección deautoayuda de cualquier librería o estar atento a losreportajes y noticias de revistas y magacines. No setardará en encontrar algún alegato a favor de las emo-ciones positivas, defendiendo que son la clave dela felicidad y de la salud. Terapias, o más bien pseu-doterapias basadas en la risa, en ver el mundo decolor de rosa, en concentrarse en olvidar las desgra-cias, desconectar y relajarse, como lo llaman, y unsinfín de maneras de procurase placer psicológicoalejándose de penas, preocupaciones o sufrimiento.

De todas maneras, este interés por las emocionespositivas es necesario y, en el fondo, un soplo de airefresco en la psicología científica. De hecho, la curio-sidad por las emociones positivas en la psicología estardía, posiblemente porque siempre ha atraído máslo problemático y porque las emociones negativas sonmás prominentes y destacan sobre cualquier otroestado psicológico. Naturalmente, la verdad es quetodo el mundo preferiría, en situaciones normales,estar alegre y risueño antes que enfadado, triste opreocupado. Bienvenido sea, por tanto, este interéspor las emociones positivas.

Sin embargo, hay un pequeño detalle que no sepuede pasar por alto: la realidad. En la vida hay frus-traciones, desencuentros, discusiones, enfermedades,muerte y crueldad. Ante la dura realidad, los gurús

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JORDI FERNÁNDEZ CASTRO

de estilo New Age predican que la alegría está en elinterior, pero ... ¿De qué sirve la alegría si se pierdetodo lo demás? ¿Qué puede hacer alguien alegre ycontento en medio de la desolación? ¿Es eso saludmental? Esto recuerda la trágica y cortante interpela-ción de Pilar Manchón a los miembros de la comisiónde investigación del l l-M de las cortes españolas.¿De qué se ríen, señorías? ¿Cómo se puede estaralegre y feliz ante el sufrimiento ajeno? ¿Cómo sepuede reír alguien ante un inocente que sufre?

¿Quién muestra más salud mental? ¿Quién estásiempre alegre pase lo que pase o quién está alegrecuando hace falta y triste cuando ello es lo adecuado?Posiblemente a todas las personas les gustaría poderexperimentar emociones positivas permanentemente,pero, ciertamente, no es posible y, probablemente,tampoco sea siquiera conveniente.

De hecho hay dos puntos de vista encontrados enesta cuestión: el primero defiende que las emocionesnegativas son nocivas para la salud, que la ansiedad yla depresión no sólo representan una quiebra de la saludmental, sino que tienen efectos devastadores en la saludfísica, son un sufrimiento inútil puesto que merman aquien lo experimenta y no tienen ninguna función po-sitiva. Por tanto, según este punto de vista, hay queeliminar las emociones negativas y sustituirlas siemprepor estados emocionales positivos; sería la única ma-nera de asegurar una buena salud y calidad de vida(Álava, 2003). El otro punto de vista defiende que todaslas emociones humanas tienen su función y su sentido,aunque subjetivamente provoquen dolor y desconcier-

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to. El miedo, la rabia, la tristeza sirven para reaccionary superar adversidades; quien eluda la realidad y bus-que simplemente estar contento y feliz ante los proble-mas y las dificultades será una persona con muy pocacapacidad de adaptarse a este mundo que nos toca vivir.Por lo tanto, las emociones negativas tienen una fun-ción que depende de la interacción con el entorno; lasemociones, tanto las positivas como las negativas, sonadaptativas o no en función de las situaciones de cadamomento (Palmero y Fernández-Abascal, 1998).

En este capítulo vamos a defender, a pesar detodo, las emociones positivas, pero desde el segundopunto de vista de los expuestos, vamos analizar lasemociones ante la adversidad y su función adaptativay vamos a defender que se pueden mantener estadosemocionales positivos incluso en situaciones adver-sas, aunque no cualquier estado emocional positivo yno de cualquier manera, sino aquellos que ayuden asuperar la situación. Por lo tanto, las razones parapromover las emociones positivas no son únicamentesubjetivas, no se trata solamente de que sea más agra-dable estar contento que sufrir, sino que las emocio-nes positivas pueden ser necesarias para hallar la víade superación de las adversidades.

En resumen, estar contento cuando todo va bienno tiene ningún secreto, es lo normal; la pregunta essi se puede estar alegre cuando las cosas van mal y sieso sirve de algo, o si se puede estar alegre de unamanera diferente.

Vamos a analizar la tristeza, la angustia y la pena«normales» de las personas normales desde el puntode vista de los modelos transaccionales de las emo-ciones. Vamos a explorar el origen de la irritación yla frustración ante problemas graves pero que le pue-den pasar a cualquiera. También nos preguntaremossi una persona puede regular su propio estado emo-cional y sobreponerse a las reacciones negativas quese corresponden con una realidad adversa y si sepuede mantener la alegría en la adversidad.

2. EL PROCESO DE AFRONTARLA ADVERSIDAD

La primera escena del tercer acto de la obra deteatro Hamlet consiste en un monólogo, quizá el más

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famoso del teatro universal, que no es precisamentecómico sino crudamente trágico. Este monólogo co-mienza con las siguientes palabras: ¿Ser o no ser?¡He aquí el problema! ¿ Qué es más noble para elespíritu, sufrir los dardos y los golpes de la insultan-te Fortuna o tomar las armas contra un piélago decalamidades y, haciéndoles frente, acabar con ellas?Sin duda alguna, este pobre Hamlet era un angustia-do; dudaba entre sufrir y actuar, y continuaba diva-gando sobre cuál de sus opciones era más moral. Peroqué acertado el planteamiento del genial WilliamShakespeare, porque, al menos en nuestra opinión,cuando se trata de infortunios, penas y calamidades,lo más importante es ser o no ser o, dicho de otramanera, actuar o sufrir, vamos a ver por qué.

El modelo transaccional del estrés (Lazarus,1984; Lazarus, 2000; Lazarus, 1991; Lazarus, Laza-rus, Campos, Tennen y Tennen, 2006; Smith yLazarus, 1993; Smith, 1993) significó un cambioradical en la forma de analizar la adaptación psico-lógica a las situaciones adversas a finales del si-glo xx. Según este modelo (véase la figura 11.1), elestrés es un estado resultante de la relación que seestablece entre una persona y su entorno cuando éstaevalúa que la situación pone en peligro su bienestary es superior a los recursos de los que dispone parasuperarla. Es importante resaltar que el conceptoclave de este modelo es la interacción entre la per-sona y su entorno, que se plasma en cómo la perso-na percibe -evalúa- la situación y en cómo laafronta. La evaluación cognitiva es una categoriza-ción continua de los acontecimientos y sus diferen-tes facetas respecto a su significado para el bienestarde cada uno. Es decir, que el estrés depende profun-damente de la perspectiva, las metas y los valoresde cada persona.

Ante cualquier acontecimiento vital, hay dos ti-pos de evaluación: la evaluación primaria y laevaluación secundaria. Empezaremos con la eva-luación primaria, que se refiere a lo que está enjuego en un acontecimiento en concreto. La evalua-ción primaria consiste en responder a preguntascomo: ¿Qué significa lo que pasa para mí? ¿Me pue-de beneficiar? ¿Me puede perjudicar? ¿Me es indife-rente? ¿Va a cambiar algo ahora mismo, o en el futu-ro? ¿Es seguro que va a pasar algo o tan sólo es una

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Evaluación

Figura 11. l.-Modelo transaccional del estrés y el afrontamiento de Lazarus y Folkman (1984).

Un acontecimiento es evaluado como irrele-vante cuando no cambia nada del entorno,cuando es lo acostumbrado; puede ser másagradable -como llegar a casa y descan-sar- o desagradable -como levantarse e ira trabajar-, pero forma parte de las rutinasdiarias que están asimiladas.Un acontecimiento se percibe como benignocuando se consigue algo deseable, comocuando a uno le toca la lotería o le hacen unregalo por sorpresa.Una pérdida o un daño implica que algoperjudicial ha sucedido y que las posibilida-des de sentirse perjudicado son muy amplias:el daño puede ser físico, como estar herido o

enfermo; material, pérdida de dinero o debienes; psicológico, pérdida de autoestima ode confianza en uno mismo, o social, pérdidade personas queridas.Una amenaza significa que algo desagra-dable y no deseado puede pasar, igualque una pérdida o un daño pero 'en el futuro.Es un hecho aversivo que aún no ha ocurri-do, como por ejemplo la sospecha de perderel empleo cuando corren rumores de ajustesde plantillas en una empresa, o cuando al-guien siente un dolor inesperado y no sabesi puede ser un síntoma de alguna enfer-medad.Un reto significa que algo bueno o desea-do puede pasar en el futuro, siempre y cuandouno mismo sea capaz de hacer lo adecua-do para conseguirlo. Como, por ejemplo,cuando una persona opta a un puesto de tra-bajo mejor o se plantea conseguir una metadifícil. La diferencia entre un reto y un hechobenigno es que este último se ha obtenido sinninguna condición, mientras que el reto es

osibilidad? El resultado de esta evaluación puede serIasificar el acontecimiento como benigno, irrelevan-e o estresante; es en este último caso cuando se poneen marcha el mecanismo de afrontar la situación deestrés. Además, las situaciones evaluadas como estre-antes pueden ser clasificadas en tres tipos: amenaza,érdida/daño o reto.

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algo que se puede eventualmente obtener,o no.

Por su parte, la evaluación secundaria se refierea las opciones y posibilidades de manejar, afrontar ysuperar el acontecimiento evaluado como estresante.La pregunta clave en este caso es: ¿Qué se puede hacer,si es que se puede hacer algo?, y, en el caso de que sehalle una manera de afrontar la situación: ¿Seré yocapaz de hacerla? En este punto es importante recogerlas propuestas de Bandura (Bandura, 1986; Bandura,1997), que en su teoría social-cognitiva distingue entredos tipos de expectativas: la expectativa de resulta-dos, que es la creencia en que una determinada formade actuar puede producir un determinado efecto, eneste caso resolver la situación estresante, y la expec-tativa de autoeficacia, es decir, la creencia que tieneuna persona sobre su capacidad para realizar la ac-ción.

Veamos un ejemplo: ser despedido no se puedeconsiderar un hecho que haga feliz a nadie; es más,puede ser considerado una fuente de estrés muy po-tente. Sin embargo, no todo el mundo vive un despi-do de la misma manera: para una persona la pérdidadel puesto de trabajo (su evaluación primaria) puedeser experimentada como un gran fracaso personalmientras que otra puede considerarla un simple in-conveniente. Por otra parte, la confianza en superarla situación, es decir, hallar un trabajo igual o mejoral perdido (evaluación secundaria), también tiene unpapel importante. Por todo esto, en una situación dedespido colectivo, se puede encontrar desde quienencara la situación como un reto, es decir, un revésque se tiene que aprovechar para encontrar un traba-jo mejor, hasta quien la interpreta como una terriblepérdida irreparable ante la cual no se puede hacernada, porque va a ser imposible encontrar otro traba-jo como el que se ha perdido.

En este contexto, se puede entender la apariciónde emociones y también que no todas las personassientan lo mismo ante problemas similares. Se hademostrado repetidamente que ante situaciones vita-les estresantes (problemas económicos, laborales,familiares, etc.) la evaluación cognitiva determina losestados emocionales que se producen a largo plazo(Folkman y Lazarus, 1985; Folkman y Lazarus,

1988a; Folkman y Lazarus, 1988b; Lazarus y Folk-man, 1984). Los diferentes matices tanto de la eva-luación primaria como de la secundaria determinanel tipo concreto de emoción experimentada. Respec-to a la evaluación primaria, se debe considerar laimportancia de la situación, su congruencia (si escoincidente con la obtención de metas deseadas, lasemociones serán positivas; si no es así, serán negati-vas) y el tipo de implicación personal (lo que está enjuego, por ejemplo: la auto estima individual o colec-tiva, los ideales, el bienestar propio o de otros o losobjetivos vitales). Los aspectos de la evaluación se-cundaria que influyen en el tipo de emoción experi-mentada son el potencial de afrontamiento, la convic-ción personal de que uno es capaz de actuar paraeludir las amenazas o daños o para superar los retosy obtener beneficios y las expectativas de éxito.

De esta manera, para Lazarus (1991), la ansiedadsería el resultado de apreciar una amenaza con incer-tidumbre; la ira, una ofensa hacia uno mismo o el.grupo de referencia; la tristeza, una pérdida irrepara-ble; la felicidad, el avance hacia la consecución de unobjetivo; la esperanza, temer lo peor pero esperar lomejor, y la culpa y la vergüenza, haber transgredidouna norma moral o un patrón socialmente aceptado.

La evaluación cognitiva (primaria y secundaria)sería la responsable no solamente del estado emocio-nal, sino también de la elección de la estrategia deafrontamiento de la situación estresante, si bien estaelección también depende de los recursos efectivosde afrontamiento de los que se dispone y de las res-tricciones que una persona asume en la resolución delepisodio estresante.

Lazarus y Folkman (1984) formularon una defini-ción de afrontamiento que permite enfocar este pro-ceso de una manera amplia; para ellos el afrontamien-to está constituido por aquellos esfuerzos cognitivos yconductuales constantemente cambiantes que se de-sarrollan para manejar las demandas específicas ex-ternas y/o internas que son evaluadas como exceden-tes o desbordantes de los recursos del individuo (p.164). Es preciso destacar dos aspectos de esta defini-ción. El primero es el que se refiere al esfuerzo dehacer frente a las situaciones que provocan el procesoy no al resultado de dicho esfuerzo, es decir, afrontarquiere decir intentar solucionar un problema de forma

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satisfactoria pero no necesariamente conseguirlo, y elsegundo es que manejar, en esta definición, significatanto dominar o controlar, es decir, resolver activa-mente el problema planteado, como minimizar, tole-rar, evitar, sortear o aceptar el problema, las emocio-nes desatadas por el problema o ambas cosas.

Naturalmente, las posibles estrategias para afron-tar un acontecimiento estresante son muchas y muyvariables y dependen tanto de la situación como delindividuo, pero fundamentalmente hay tres tipos di-ferentes: las que se centran en el problema, las que secentran en las emociones y las que se centran en elsignificado (Folkman y Moskowitz, 2003).

El afrontamiento centrado en el problemaengloba las acciones cuyo objetivo es cam-biar la propia situación estresante actuandosobre el entorno o sobre uno mismo. Desarro-llar un afrontamiento activo puede ser trazar-se un plan, enfrentarse a algo o a alguien,intentar autocontrolarse, aumentar el esfuer-zo, buscar ayuda, etc.El afrontamiento centrado en las emocio-nes implica reducir la incomodidad o sufri-miento provocado por la situación y notanto cambiar la propia situación. Este tipode afrontamiento puede incluir intentar nopensar en la situación, evitarla, intentar re-lajarse, hacer otras actividades para distraer-se, etc.El afrontamiento centrado en el significadoconsiste en reinterpretar la situación contem-plándola desde otro punto de vista, por ejem-plo, viendo la parte positiva de las circunstan-cias negativas. Este tipo de estrategias deafrontamiento son especialmente importantesante la adversidad; se reinterpreta la situacióncuando ante un fracaso se valora que, aunqueno se ha conseguido el objetivo, se ha apren-dido mucho, cuado se consigue ver las ame-nazas como oportunidades de mejorar, cuandose valora la importancia de las relaciones afee-tivas en situaciones adversas, etc. En este casono se cambia la situación aversiva, ni se inten-ta cambiar o controlar las emociones; lo quecambia es cómo uno mismo evalúa y se orien-

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ta hacia la situación, es decir, se cambian lasmetas.

Naturalmente que, según cada situación concreta,una estrategia de afrontamiento puede cumplir conuna función u otra. Por ejemplo, trazarse un plan deacción en caso de que uno sea despedido, además deayudar a estar preparado en caso de que ello ocurra,aleja los pensamientos negativos y la ansiedad provo-cada por un futuro incierto. Por otro lado, podría serque la negación de un problema tuviera efectos prác-ticos; por ejemplo en el caso de enfermedades en queuno mismo no puede hacer nada, la ausencia de an-siedad producida por la negación puede ayudar amejorar el curso de la enfermedad.

Un aspecto importante de este modelo es queconsidera el afrontamiento del estrés como un proce-so en marcha que va evolucionando y no como unepisodio aislado. A medida que se desarrolla el pro-ceso de afrontamiento, se pueden ir modificando lasevaluaciones primaria y secundaria, lo que se deno-mina reevaluación. Por otra parte, las evaluaciones yemociones no son excluyente s y se pueden combinaro alternar a lo largo del tiempo: una persona queprepara unas oposiciones puede considerar su situa-ción una mezcla de reto, por lo que puede obtener sitiene éxito, y amenaza, por la pérdida de tiempo yesfuerzo si fracasa. De hecho, Lazarus y Folkmanrecogen aportaciones psicodinámicas yconductistasa la teoría del afrontamiento, pero en un modelo queno es unidimensional (puede haber dos emociones ala vez, se puede ver una situación como positiva ynegativa) ni unidireccional: los elementos del modelose influyen recíprocamente.

3. ALTERNATIVAS A LA ANSIEDADY A LA TRISTEZA

Una vez visto el modelo transaccional del estrésy el afrontamiento, nos podemos plantear otra vez elproblema de las emociones positivas en situacionesnegativas. ¿Tiene sentido promover las emocionespositivas en personas que están atravesando situacio-nes penosas o adversas? Ante la enfermedad, la inca-pacitación y la muerte propias o de personas cerca-

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nas, se pueden dar mensajes optimistas, se puededecir: «anímate, no pienses en eso» o «ríete de lo quete pasa». No parece lo más adecuado.

Pero mirémoslo al revés. Ante situaciones ad-versas vistas como amenazas inevitables o pérdidasirreparables, la primera reacción es la ansiedad, la .angustia, el sufrimiento o la depresión. Estos estadosemocionales, totalmente negativos desde el punto devista subjetivo, pueden tener una función de impulsara la acción, a cambiar una situación, a hacer algo,pero solamente durante una primera fase de choque.

Una cosa que se sabe con toda seguridad es queaquellas personas con problemas graves como enfer-medades crónicas, soledad, paro de larga duración,pérdida del cónyuge, etc., y que experimentan triste-za, angustia o depresión durante períodos prolonga-dos de tiempo, pueden llegar a tener graves proble-mas de salud (Steptoe y Appels, 1989).

Vemos, así, que las emociones negativas puedentener una función adaptativa y moderadora en fasestempranas y cortas, pero son nocivas a largo plazo.Por tanto, se deben sustituir estas emociones negati-vas por otras de signo positivo, pero no sólo porquesean más agradables, sino por dos razones de peso:primero porque las emociones positivas desplazan alas negativas (ansiedad y depresión), que tienen efec-tos nocivos sobre la salud, y segundo porque lasemociones positivas promueven las conductas másadecuadas para hacer frente a la adversidad, es decir,para afrontarla. Pero ¿cómo conseguir promover ymantener las emociones positivas en situaciones deadversidad? El modelo transaccional nos ofrece unabase para este cambio: se trata de transformar lasamenazas o las pérdidas en retos. Esto no significanegar u olvidar las adversidades sino aceptarlas, peroorientar las con unas metas a conseguir. Se trata deencontrar objetivos a alcanzar que produzcan satis-facción en situaciones adversas. Vamos a ver cómose puede realizar esta transformación en situacionesde enfermedad, discapacidad y muerte.

3.1. Afrontando el cáncer

Actualmente, el cáncer de mama es una enferme-dad que puede ser diagnosticada precozmente y

además curada totalmente en un alto porcentaje decasos. Sin embargo, cuando una mujer descubre quepadece esta enfermedad, siente, lógicamente, unagran angustia. Por otra parte, el tratamiento del cán-cer de mama, aunque de gran efectividad, es largo ypenoso, y un estado de ansiedad e intranquilidadpuede interferir negativamente en su eficacia. Wat-son, Haviland, Greer, Davidson y Bliss (1999) estu-diaron las diferentes maneras de afrontar el cáncer demama e intentaron relacionarlas con el estado físicoy psicológico al final del tratamiento. Para ello desa-rrollaron la escala MAC (Mental Adjustment to Can-cer), basada en el modelo transaccional del estrés.Esta escala permite identificar diferentes estilos deafrontar el cáncer, cada uno de los cuales incluye unconjunto particular de evaluación cognitiva, un estadoemocional y unas estrategias de afrontamiento queson los siguientes:

Espíritu de lucha. Interpretan el diagnósticocomo un reto ante el que hay que crecerse,perciben un alto grado de control sobre lasituación, tienen una visión optimista delpronóstico y sus estrategias de afrontamientotípicas son la búsqueda moderada de informa-ción e intentar asumir un papel protagonistaen la recuperación y proseguir con la vidaactual. El tono emocional es positivo, aunquemanifiestan una ligera ansiedad.Evitación o negación. No aprecian ningunaamenaza en el diagnóstico. Tienen una visióndel pronóstico optimista y su estrategia deafrontamiento consiste en minimizar la enfer-medad y sus síntomas. Su tono emocional essereno.Fatalismo. Tienen una visión del diagnósticoque se traduce en una amenaza moderada. Noperciben ninguna posibilidad de control. Seplantean aceptar el desenlace de la enferme-dad, sea bueno o malo, con dignidad. Susestrategias de afrontamiento se centran en laaceptación pasiva, y no despliegan ningúntipo de estrategias dirigidas al problema.Indefensión y desesperanza. Consideran eldiagnóstico una amenaza terrible y segura.No perciben ninguna posibilidad de control.

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Son pesmustas respecto al pronóstico. Susestrategias de afrontamiento se reducen aexpresar su desesperación sin mostrar ningu-na iniciativa dirigida al problema. Su tonoemocional es depresivo.Preocupación ansiosa. Ven el diagnósticocomo una gran amenaza. Experimentan unagran incertidumbre sobre si se puede ejercercontrolo no sobre la situación. Su visión delpronóstico se caracteriza también por la in-certidumbre respecto al futuro. Sus estrate-gias de afrontamiento son la búsqueda com-pulsiva de seguridad (búsqueda excesiva deinformación y medicinas alternativas), la ru-miación y la excesiva atención a los síntomasfísicos dirigidos a detectar la recaída. Su tonoemocional se caracteriza por la ansiedad.

Los resultados de estas investigaciones indicaronque las mujeres con un elevado espíritu de luchamostraban un mejor ajuste psicosocial a lo largo deltratamiento, así como una menor presencia de sínto-mas físicos y de dolor; por otro lado, las mujeres queregistraron un alto grado de preocupación ansiosa ode indefensión y desesperanza fueron las que mostra-ron más desajuste, más interferencia con sus activi-dades cotidianas y más síntomas físicos y dolor.

Sin embargo, no todos los estudios que relacio-nan estrategias de afrontamiento y ajuste psicosocialy calidad de vida en enfermos de cáncer han usado lamismas categorías de estrategias de afrontamiento.Heim (1991) realizó una laboriosa investigación con-sistente en un metaanálisis de los estudios realizadossobre formas de afrontamiento y cáncer. Seleccionóun reducido número de investigaciones que ofrecíangarantías de solidez metodológica, tradujo las cate-gorías y definiciones de las formas de afrontar eldiagnóstico de cáncer a un único código y, luego,comprobó cuáles habían sido las más favorables ycuáles las peores para el curso de la enfermedad. Esteestudio lo realizó por separado para el ajuste o adap-tación psicosocial como variable dependiente y parael curso -biológico- de la enfermedad; quizá lomás interesante es que las estrategias más y menosefectivas coincidían en un alto grado. Las estrategiasmás adaptativas en el mayor número de investigacio-

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nes fueron asumir una actitud activa en el cuidado dela enfermedad (informarse, consultar, seguir escrupu-losamente consejos médicos, etc.), buscar el apoyoemocional y profesional de toda aquella personadispuesta a cuidar o a escuchar al paciente y mostrar-se optimista. Por el contrario, las estrategias que enningún caso fueron buenas ni para el ajuste psicoso-cial ni para el curso biológico de la enfermedadfueron resignarse, pensar que no se podía hacer nada,aislarse socialmente y dar vueltas continuamente a laspreocupaciones.

La conclusión general es que las estrategias acti-vas son mejores, aunque en realidad quizá no tenganun efecto muy grande, en principio, sobre la enfer-medad, pero en todo caso cumplen la función de nodejar lugar a la tristeza y a la depresión y mantener alas personas con objetivos; luchar contra la enferme-dad es el estado más positivo que puede experimentarun persona enferma.

3.2. Cuidando a enfermos crónicos

Tener que cuidar a un familiar próximo que debi-do a una enfermedad crónica no es capaz de llevar unavida autónoma es una situación dura que pone a prue-ba la capacidad de mantener el bienestar y el equili-brio. Es el caso de cuidadores de personas con la en-fermedad de Alzheimer, de discapacitados o deenfermos psicóticos. Vamos a centramos en este últi-mo caso, los familiares de enfermos psicóticos cróni-cos, que deben cuidarlos y convivir con ellos y se venafectados, a la larga, por esta tarea y sufren agotamien-to, ansiedad, depresión o angustia. Con el paso deltiempo, el estado emocional de los cuidadores empeo-ra e incluso puede desembocar, a su vez, en un agra-vamiento de la enfermedad del enfermo psicótico.

Realmente, estamos ante una adversidad muydura, y también aquí las emociones negativas la hacenpeor aún, aunque difícilmente se puede reducir elapoyo a los familiares cuidadores a recomendar queestén alegres y positivos. De todas maneras, el pro-blema es tan evidente que, en los últimos años, elpersonal médico que se ocupa de tratar a los enfermospsicóticos se ha empezado a preocupar más de losfamiliares que les deben cuidar, puesto que el éxito

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en mantener compensados a los enfermos depen-de mucho del bienestar y equilibrio emocional deéstos.

En los últimos años, y gracias a investigacionesmuy cuidadosas (Addington, Coldham, Jones, Ko yAddington, 2003; Harvey, Burns, Fahy, Manley yTattan, 2001; Joyce et al., 2003; Szmukler et al.,2003), han caído algunos tópicos sobre los cuidado-res de enfermos psicóticos, como, por ejemplo, quela angustia de los familiares depende directamentede la gravedad de la enfermedad. Es decir, hastahace poco se pensaba que los cuidadores que mássufren son los que tienen familiares con síntomasmás graves, con más conductas distorsionadas y másdependientes. Pues esto no es cierto: los pacientesmás afectados son los que evalúan más negativamen-te su situación y los que desarrollan estrategias in-eficaces para afrontar las dificultades planteadas,independientemente de la gravedad «objetiva» delproblema.

De hecho, los cuidadores evalúan tanto los aspec-tos negativos como los positivos de la situación decuidado; los aspectos negativos son evidentes, perolos positivos también existen. Por ejemplo, una partede los cuidadores expresan que el hecho de tener quecuidar a un familiar tiene también sus recompensas,sobre todo en el aspecto emocional, como pueden seruna relación especial con el familiar enfermo, el cre-cimiento personal propio y haber adquirido una vi-sión de la vida que permite valorar las pequeñas sa-tisfacciones.

La evaluación negativa y la evaluación positivano correlacionan negativamente, es decir, un cuidadorpuede tener, simultáneamente, un elevada evaluacióntanto de los aspectos negativos como de los positivos.Pero lo que es importante es que el agotamiento, elmalestar, la ansiedad y la depresión de los cuidadoresdependen de esa evaluación (Addington et al., 2003).

Otro tópico se refiere al afrontamiento eficaz; sesuponía que los cuidadores de enfermos más gravestenían más incidencia de trastornos emocionales yque ello era la causa de que tuvieran más dificultadespara afrontar eficazmente los problemas generadospor el cuidado. Sin embargo, Joyce et al. (2003) handemostrado que, independientemente de la gravedaddel problema, los cuidadores que afrontan más efi-

cazmente son los que tienen menos trastornos emo-cionales.

Resumiendo, ante la adversidad de tener quecuidar a un familiar no autónomo, las personas menosadaptadas son las que sólo son capaces de ver losaspectos negativos de la situación y no los positivos,aunque estos últimos sean menos. Además, las per-sonas que valoran los aspectos positivos son máscapaces de desarrollar estrategias eficientes de afron-tamiento de los problemas generados por el cuidado,cosa que produce bienestar, que, a su vez, repercuteen una evaluación más positiva y menos negativa dela carga que supone el cuidado.

3.3. Superar la amenaza y la impotencia

El resultado del análisis del estrés de cuidador deun enfermo crónico es, salvando las distancias, simi-lar al que hemos obtenido en relación al cáncer, Laspersonas que tiene que afrontar una adversidad gravesufren pero no por igual, unas lo hacen más que otras.¿De qué depende esta diferencia? No de la situaciónen sí misma o de su gravedad, sino de cómo es eva-luada y de cómo se afronta.

Ramon Bayés (2001), en su estudio sobre el su-frimiento y la muerte, analiza las causas del sufri-miento de los enfermos terminales, de sus familiaresy de los profesionales encargados de su cuidado. Sepuede sintetizar su estudio sobre la muerte y el sufri-miento con la idea de que la muerte, una situaciónadversa y naturalmente triste, no tiene que provocarde manera inevitable sufrimiento. Fruto de las inves-tigaciones del autor expuestas en esta obra, se ponede manifiesto que la ansiedad ante la muerte no esuna reacción ante este hecho biológico e ineludible,sino ante su significado vital.

El sufrimiento ante la muerte surge cuando apa-recen dos factores: vivir la muerte como una amena-za y sentir impotencia ante esta amenaza. Se sufreante la muerte cuando asusta la perspectiva del sufri-miento y el dolor y se siente impotente para evitarlo,cuando uno se siente solo y abandonado e incapaz depedir ayuda o compañía o cuando alguien al final dela vida se siente culpable y no cree posible obtener elperdón. Cuando se despejan las amenazas o la impo-

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tencia para afrontarlas, la muerte se puede aceptar demanera serena; por tanto, según el modelo que expli-ca psicológicamente el sufrimiento, no es la muerteen sí la que hace sufrir al enfermo, sino las circuns-tancias negativas que la acompañan y la sensación deimpotencia o incapacidad para superarlas.

Bayés (2001) aplica el mismo análisis al sufri-miento de los familiares y de los profesionales sani-tarios. El sufrimiento que provoca la muerte dependede las amenazas percibidas, desde el punto de vistade cada uno, y de la impotencia ante ellas. Por ejem-plo, cuando los familiares se centran en la perspecti-va de pérdida inminente, teniendo en cuenta que nopueden hacer nada ante ella, pueden sufrir mucho. Encambio, cuando ante la muerte de una persona alle-gada se plantean el objetivo de acompañar al familiarde la mejor manera y de conseguir el mínimo sufri-miento posible, la vivencia de este proceso deja deser negativa.

Nos encontramos ahora en situación de volver aplantear las emociones positivas. ¿Se pueden teneremociones positivas ante la adversidad? No es que sepueda, sino que, además, es la única manera de poderhacer frente a la adversidad. El camino para mantenerun estado emocional positivo no consiste en intentarrefrenar y negar la ansiedad, no se puede negar laexistencia de la adversidad e intentar estar alegrecomo si no pasase nada. El camino que se ha podidoobservar en las personas que mantienen su bienestara pesar de la adversidad es el de transformar las ame-nazas en retos. Las personas que mantienen su equi-librio emocional ante situaciones adversas no secentran en todas las consecuencias negativas quepueden experimentar, sino que se plantean qué pue-den hacer ante la adversidad. A veces se puede lucharpara que la enfermedad no prospere, pero si no es asíse puede luchar por limitar sus efectos negativos almáximo y buscar otras compensaciones basadas enestrechar los lazos interpersonales.

Por tanto, se puede tener esperanza y alegría enla adversidad, en la medida en que las personas, enlugar de dejarse llevar por ella, se planteen objetivosa conseguir, aunque sean modestos. La pregunta quesurge ahora es que mientras que ciertas personas soncapaces de afrontar la adversidad de esta manera,aparentemente con poca dificultad, otras no lo consi-

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guen y quedan atrapadas por las sensaciones deamenaza e impotencia, ¿Dónde está la diferencia?

4. RECURSOS PERSONALES ANTELA ADVERSIDAD: LA COMPETENCIAPERSONAL PERCIBIDA

¿De qué depende que la gente afronte la adversi-dad centrándose en lo positivo o en lo negativo?Hemos visto que depende más de cómo se evalúa laadversidad que de la gravedad de ésta. Entonces, debeexistir algún tipo de predisposición o de habilidadpara ver las cosas aversivas de otro modo y poderafrontarlas positivamente.

Se han propuesto muchas ideas sobre cuáles sonlos moduladores personales responsables de la ten-dencia a adaptarse bien a las situaciones de estrés. Deentre todos ellos, el concepto de competencia perci-bida puede ser especialmente útil para explicar porqué unas personas se adaptan bien a situaciones deestrés y minimizan su impacto en la salud mientrasque otras no.

La competencia personal percibida (Wallston,1992), o más sencillamente la competencia percibida,es una creencia general sobre el grado en que unomismo es capaz de conseguir aquellas metas u obje-tivos deseados. Las personas con competencia perci-bida alta creen que, en general, son capaces de irsuperando las dificultades de la vida de forma razo-nablemente satisfactoria. La competencia percibidaimplica un locus de control interno, puesto que esteúltimo es una creencia en que lo que acontece en lavida depende de las acciones de cada uno y no defactores como el azar, la suerte u otros más podero-sos, pero con algo más, que es la creencia en que unomismo es capaz de hacerla.

La competencia percibida tal como la definióWallston (1992) tiene mucho en común con la expec-tativa de autoeficacia, pero mientras que ésta es unaexpectativa contextual, es decir, el grado en el queuna persona cree que será capaz de realizar una con-ducta concreta en un momento determinado, la com-petencia percibida es una creencia general.

Smith, Dobbins y Wallston (1991) estudiaron larelación entre competencia percibida y adaptación

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psicosocial en un grupo de personas aquejadas deartritis, puesto que en esta situación se da un ajustepsicosocial bajo y también una gran variabilidad in-dividual. Su hipótesis era que la competencia perci-bida era el mediador entre la enfermedad y la adap-tación psicosocial. Entrevistaron a un grupo de másde doscientos pacientes aquejados de artritis tres ve-ces a lo largo de un año y medio. Se evaluó el dolorreferido, la incapacidad social, las creencias de con-trol, el apoyo social, la competencia percibida, lasintomatología depresiva y la satisfacción vital. Losautores analizaron tanto las relaciones entre dichasvariables en cada uno de los tres momentos como suevolución a lo largo del tiempo.

Los resultados dieron un buen espaldarazo a lahipótesis de que la competencia percibida desempeñaun papel mediador entre los antecedentes, que en estecaso serían los problemas de salud (dolor, incapaci-dad, etc.) y la adaptación psicosocial, es decir, ausen-cia de depresión y satisfacción vital. Analizando cadauno de los momentos puntuales de la investigación,la competencia percibida mostraba una correlacióntanto con los antecedentes como con las consecuen-cias, pero la relación más fuerte y directa se hallóentre la competencia percibida y las medidas de adap-tación psicosocial.

Si se examinan los datos a lo largo de la duracióndel estudio, se puede demostrar que los pacientes quemantuvieron una competencia percibida alta, a pesarde los cambios en dolor e incapacidad, siempre ma-nifestaron mayor adaptación psicosocial que el restode la muestra. Sin embargo, dado que no pudierondemostrar que los cambios en los antecedentes (gra-vedad de la enfermedad) durante la primera mitad delperíodo son los responsables de los cambios en laadaptación en la segunda mitad, la hipótesis no pudoser corroborada totalmente, aunque tampoco rechaza-da. En todo caso, lo que se pudo ver fue que las durascondiciones que imponen la gravedad de la enferme-dad, junto con otros factores aún desconocidos, pue-den tener consecuencias negativas en la adaptaciónpsicosocial del paciente en la medida en que deterio-ren la competencia percibida, ya que si ésta perma-nece incólume la adaptación parece ser buena.

Veamos el papel que puede representar la compe-tencia percibida ante una fuente de estrés totalmente

diferente. En un estudio de nuestro grupo sobre lacompetencia personal (Femández-Castro, Álvarez,Blasco, Doval y Sanz, 1998) se compararon dos gru-pos de padres y madres, uno de los cuales se caracte-rizaba por tener un hijo con una discapacidad que leobligaba a asistir a un centro de educación especial.Ambos grupos estaban igualados respecto a la edad,el sexo y el número de hijos. Los datos obtenidosmediante un cuestionario revelaron que los padres dehijos con necesidades especiales manifestaban algu-nas diferencias notables con el otro grupo, como porejemplo en el grado de atención que requerían sushijos; sin embargo, no hubo diferencias en absolutoen el estrés percibido por los padres y madres deambos grupos. Por otro lado, también se administróa los participantes una adaptación española de la es-cala de competencia percibida usada por Smith et al.(1991); al dividir a todos los participantes en el estu-dio en personas con competencia percibida alta obaja, sin tener en cuenta si los hijos tenían discapaci-dades o no, se observó que las personas con unacompetencia percibida baja manifestaban un estréspercibido mayor ante los problemas causados por elcuidado de sus hijos. Estos resultados sugieren quepueden llegar a pesar más las características y creen-cias de las personas sometidas a estrés que la grave-dad y características de la propia situación que loorigina.

En una muestra de estudiantes sin ningún proble-ma de salud específico, también se halló una estrecharelación entre competencia percibida y manifestacio-nes de estrés (Fernández-Castro et al., 1998) y, ade-más, una alta correlación entre la competencia perci-bida y el locus de control interno. Por medio decorrelaciones parciales, se pudo demostrar que lacompetencia percibida predice mejor las manifesta-ciones de estrés que ellocus de control.

La competencia percibida tiene mucho que vercon la buena adaptación a las situaciones de estrés,pero no la asegura. La competencia percibida es so-lamente una creencia general que no produce direc-tamente la adaptación psicosocial; posiblemente, loque pasa es que las personas con una competenciapercibida alta tienden a evaluar las situaciones adver-sas como retos y a afrontar el estrés de manera activay por lo tanto a adaptarse mejor. Esta idea se ha po-

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dido comprobar en un estudio reciente de nuestropo sobre la adaptación de los estudiantes a su

rimer año de universidad (Rovira, Femández-Castroy Edo, 2005). En este estudio se pudo comprobarcómo una competencia percibida alta predice la eva-luación de los exámenes más como un reto que comouna amenaza y que este tipo de evaluación predice, asu vez, un estado emocional positivo y estrategiasactivas de afrontamiento.

Ferguson, Dodds, Ng y Flannigan (1994) han de-mostrado que se puede diferenciar empíricamenteentre las expectativas de autoeficacia concretas, porejemplo de salvar una dificultad, y las creencias gene-rales, que son más abstractas y, también, más estables.Las expectativas de autoeficacia son los precursoresmás inmediatos de las conductas dirigidas a afrontaractivamente el estrés y se forman a partir de la expe-riencia propia y vicaria, la persuasión verbal y laspropias sensaciones orgánicas. En igualdad de condi-ciones, es muy probable que las personas con unacompetencia percibida alta puedan formar estas expec-tativas antes que las personas que se vean a sí mismascomo incompetentes. Ferguson y sus colaboradoresargumentaron, además, que las situaciones de estrésson, casi por definición, nuevas, extrañas, ambiguas oinciertas y que justamente por esta razón las expecta-tivas específicas y los hábitos aprendidos anteriores nosirven de mucho. Sin embargo, las creencias generalesen la competencia personal, al no depender de contex-tos concretos, pueden tener mucha importancia paramotivar los esfuerzos de afrontar activamente las si-tuaciones de estrés y adaptarse a ellas cuando los re-cursos habituales son insuficientes.

La competencia percibida también tiene sus li-mitaciones. La competencia percibida obtenida por

autoinforme, tal y como hemos explicado, podría seruna ilusión. Alloy y Abramson (1979) demostraronque la ilusión de control, en contextos experimenta-les, es un fenómeno que afecta a la mayoría de lagente; la ilusión de control es sencillamente creerque se controla algo que en realidad es producto delazar. Por lo tanto, una competencia percibida alta ensituaciones claramente no controlables podría serpoco adaptativa. Helgeson (1992), en una investiga-ción sobre la adaptación de enfermos crónicos, des-cubrió que la competencia percibida es buena cuan-do la amenaza (la gravedad potencial objetiva de laenfermedad) es moderada o grave, pero de dudosautilidad ante pequeños contratiempos de salud, pues-to que en este caso se dedica innecesariamente acontrolar amenazas sin importancia. También descu-brió que, en los enfermos que estudió, no aparecía elfenómeno de ilusión de control en términos absolu-tos sino que la creencia de control sobre la enfer-medad es beneficiosa siempre y cuando no sea ex-tremadamente mayor que el control que realmente sepuede ejercer.

La conclusión que se desprende de estos trabajoses que una competencia personal alta (incluso cuandono sea del todo realista) podría ser una creencia quefacilitase la formación de expectativas de autoeficaciaaltas y el desarrollo de evaluaciones positivas y deestrategias de afrontamiento activas especialmentecuando las personas están en situaciones nuevas enlas que no tienen una experiencia personal directa. Esposible que la competencia personal alta no sea be-neficiosa cuando la gente se propone alcanzar metaso superar dificultades poco importantes y cuando ladiferencia entre sus creencias y la realidad sea extre-madamente grande.

CONSIDERACIONES FINALESl" ..y. ...•..•...-. . . .•.. ' .. Ii\f\'i; •..;/~i).,esteiq~pítuIRnos hemosplante~go el papelu;' deJ~s emociones positivas ensituaciones 'objeti-'v va~ente~gyersas Y~egatiVas,HeIÚos criticado.el

pt;tf¡Jqde. vi§,{wque defiende Ia-promoción de emo-,cio:n.e.~ posi~iyás sin,.ul1a"re.1a.~ión directaconIos¿:;".PF9Qleillas.PQrlos é¡\J,e ~tr~yiesa, una persona. Pro-~;, . " •. ' o',' . -'--' __ ,_' ',' .' " _ . .~. ,1;

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mover la rela j ación:,ela: Tis~rxl<:tpf~tIll~:'alegría sin prestaratel1cióna.Jos.pro~le .atenazan auna persona que,§esiel1te~g1Jst:'no es efectivo o puede ser cotitrapí:Q~uét:(i1te5.R~Qfel contrario; se ha hecho uh.al1~l,isis d~io,s:t~ct~É~~que promueven los estados eJIlocjona1~spó~ttíYQs:'

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ante situ~c~ones a~yersasj~asánd?se en el modelotransacc}?e~~~e,~~~aI"úsF,folk1D¡an. Los puntosclave de este anahsls son.

,,¿ I- Elmodelo transaccional del estrés y el

aíróntamiento. partede la base de que lasí'é~~~~9pes .~~\las)pe~~onas 'ante las s~wa-~t?~e~ .•.~BXeI"~~~?~g~~Bende~.~.e~al~aciónp~ill1ar:ia~.~.ecutt~~ria qué" se' Baga de

~ésta~ y no difectarb.ente.de sus condicionesobjétivas.?" t

El inodelofransaccional del estrés y elafro.ntamie~!~'postul~ que 19s prosesos.evaluativos ·th;térdunan 'tanto las emocío-•. ,./,·¡.,·.·..'.\l·,.,,¡'· l.> "',F?· . 'i" •. ;

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