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Gerhardo van Junker

Feria de sensaciones

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Feria de sensaciones

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Índice

Charlatán de feria

La alergia

El cuadro observa

Ernesto y las estrellas

El misterio de Ignacio

El llamado del instinto

El fenómeno

Encuentro a medianoche

El aprendiz

La leyenda de Yafé

La estatua

Dos chusmas

Desayunando entre libros

El entrenador

Tres escenas y una muerte

Cuando el teléfono suena

El bosque

Cuento extraño

El café debe beberse amargo

El final perfecto

Bombas

El incidente

Te atrapé

AGRADECIMIENTOS

Sobre el Professor

Contribuciones especiales

Cuestiones formales

Catálogo

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A VALQUIRIA Y VERÓNICA.

DARÍO OLIVA Y ARCADIA.

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Demuestre que usted es un autor “inteligente”; en esa forma nadie sabrá que es inteligente de verdad, cosa peligrosísima.

Alberto Laiseca

Mi solitario juego está gobernado por dos leyes polares. La primera me permite ensayar variantes de tipo formal o psicológico; la segunda me obliga a sacrificarlas al texto ‘original’ y a razonar de un modo irrefutable esa aniquilación…

Jorge Luis Borges

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Charlatán de feria Ever el duende abre su puesto en la feria. Acomoda el

botín de la última noche (varios micro–relatos) en los estantes.

Quita los títulos y los cambia por etiquetas de género. Lleva por

ojos dos cruces y su sonrisa tiene los dientes más blancos que

cualquier otro duende.

Tose un poco para aclarar la garganta, se acomoda las

mangas de la camisa a rayas rojas y blancas, y agita el bastón en

el aire mientras dice:

¡Pasen, pasen y lean!

Sueños de magia,

hombres que alcanzan la gloria,

pesadillas echas realidad.

¡Pasen señores pasen!

Conozcan los retratos de la locura,

leyendas del pasado,

y encuentros sobre naturales.

¡Adelante, lean… vamos!

Los juegos de la imaginación,

tiernas aproximaciones al amor,

he aquí los relatos perdidos del profesor.

¡Lean, lean, rápido!

Antes de que el autor,

los encuentre…

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La alergia Me pincharon el brazo, me dieron pastillas y jarabe...

Ofertón! Todo por brote alérgico... Salir de un capítulo para

entrar en otro... así es la vida como una novela o un cuento largo

si se quiere.

En este capítulo tenemos a un escritor principiante que se

encuentra con picazón; la noche que transcurre se torna

insoportable; el ardor lo lleva al límite: El esfuerzo mental que

representa mantenerse cuerdo durante las horas en que su familia

está despierta y a la vez, esconder su locura, va a romperse. La

picazón se transforma en nervios; los nervios afectan al control.

Nuestro Antihéroe sale a las 3 de la mañana en una

bicicleta violeta hacia el hospital de día Yohana Austral. Son 8

cuadras de viaje; en el transcurso sus brazos, piernas, torso,

caderas y cuellos, son invadidos por ejércitos de hormigas

inexistentes. Ellas recorren cada porción de su masacrada piel y

la hacen una obra arte: la pintan de colorado entremezclado con

rosa.

Al llegar al hospital, se encuentra con el sereno y le

comunica que no tienen servicio de guardia.

El regreso adquiere carácter de interminable y los minutos

que lo separan, desatan una guerra mundial (suponiendo que

cada cuerpo es un mundo).

Ya en su hogar se acuesta. Intenta dormir, no lo consigue.

Da vueltas y termina por agarrar un libro, al cabo de media

hora… ¡lo devora!

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Entra en un estado en donde los ojos le pesan, siente

fatiga; su cuerpo late o al menos eso piensa, libra una batalla

contra sus deseos de rascarse. Siendo las 6 de la mañana se

levanta, toma un café y lee un poco de Stephen King. Su novia

se levanta y le dice que vaya al médico, la locura asoma y

accede.

Se duerme y no acude hasta el mediodía. La espera de ser

llamado al consultorio es intolerable en exceso, la picazón es el

peor castigo posible, y sus manos se debaten entre no rascar,

moverse con aire nervioso y golpear las paredes. Por fortuna

tiene el segundo turno y lo llaman: Pastillas, jarabe y pincharle

el brazo, esa es la fórmula, ese el tratamiento.

La locura bajo control y el escritor escribe un relato

similar a este.

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El cuadro observa Me desperté, la niña dormía en el regazo maternal.

Siempre las veo a madre e hija, Verónica y Valquiria en la

misma habitación, cada día, cada hora. Reposan en el suave sofá

donde la niña se siente entre nubes de almidón y la madre con la

mirada engolosinada, le cuenta historias y acaricia los inocentes

hilares castaños.

Esperan el regreso del padre. Desde el ventanal pueden

ver asomarse el carruaje negro entre los árboles, con el ocaso de

fondo que inunda de matices y atraviesa el rectángulo del

ventanal. Esta vez el cuento ya empezó y casi no puedo

escucharlas; sus palabras brotan como susurros. Si no estuviera

presa entre estos cuatro barrotes, me acercaría.

En lo profundo asoma el carruaje, las damas se alegran, la

pequeña se incorpora de un salto y corre al patio. La madre se

pone de pie, alisa el vestido con las manos y da unos pasos. Me

dirige una mirada y se acerca, endereza mi marco y sale a recibir

a su esposo.

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Ernesto y las estrellas Ernesto y yo salimos del pueblo porque el Intendente

Zafallardi nos contrató pa’ levantar un molino que se había

caído.

–Pobre molino –dijo Ernesto al Intendente.

En el campo nos tocó un sol, que el mismísimo diablo

habría sudado como puerco, pero nos aguantamo’ como bien

machos que somos, gracias al estanque de al lado de las patas del

molino.

A la noche prendimos juego y cociné guiso de fideos con

pollo, acompañado por un tinto. Es cierto, comimo’ a lo pichicho

prestado.

Yo me eché panza arriba, mientras el Ernesto afinaba la

viola y se disponía a cantar una cueca. Se puso a ladrar: “las

estrellas…” y las miré. ¡Pucha, qué linda noche, majestuoso lo

que hizo el padrecito divino con tantas luces! ; y el Ernesto

seguía ladrando, ladrando y más ladridos…

–¡Cerrá el buche, bicho fiero! –le increpé– Te doy una

estrella pa’ que te callés.

El Ernesto dijo “bueno”, así que estiré el brazo a la noche,

agarré una estrella más chiquita que una bolita lechera, la bajé y

se la di al cantor.

Pucha que hizo caso, soltó la viola y se durmió.

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El misterio de Ignacio En el sur las noches son más largas en invierno, por eso

nuestros días de clase empiezan y terminan de noche.

Ignacio enfermó y faltó por varios días. Es feo, o al

menos eso dicen las mujeres. Tiene una verruga con pelos en

medio de la frente, como si fuera el cuerno de unicornio.

Cuando volvió parecía distinto y lo era: el frágil e

inseguro se transformó. Se creía Brad Pitt o Juan Darthés. Me

dijo: “voy a salir con la Cecilia”. “Vos perdiste la cabeza”

respondí incrédulo. Cecilia es una rubia despampanante y muy

inteligente, en otras palabras, fuera de su alcance.

Al día siguiente estaban los dos de la mano. Una cosa de

locos y más aún, porque salieron tres días y después él la dejó.

Entonces el tumbado se fijó en la Laura –morocha, misma

categoría que Ceci–, y también salió con ella una semana y la

dejó.

Así siguió con Martha y Gervasia –las dos a la vez– que

luego terminaroncon el “efecto Ignacio”: las ex enfermaron;

primero palidecían, perdían muchísimo peso y caían en cama.

Todo muy extraño, como una especie de epidemia.

Creo que fui el primero en darme cuenta. En esos

tiempos, la tele transmitía mucho Scooby–Doo, quien en gran

medida me influenció.

Decidido entonces a resolver “el misterio de Ignacio”,

entrevisté una a una a las convalecientes.

Pero nada raro: besos, caricias, tomarse la mano y una

foto; más tarde cortaba la relación. Volví a mi casa sin nada.

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Soñé con Ignacio que se sacaba fotos con las chicas y después

las dejaba.

No sé por qué pero ese tramo giraba en torno a la cámara.

Desperté con la sensación de que no cerraba algo. En la mañana

hablé con ellas. Les pregunté: “¿Exactamente en qué momento

cortó con vos?”; a lo que respondían “después de la foto con la

cámara rara”. Me la describieron como una polaroid, las cámaras

instantáneas. Ahora tenía una pista. Restaba ir a la casa de

Ignacio.

En lo más alejado de la cordillera, ahí se levantaba su

ranchito. Aplaudí y salió su mamá.

–Hola Doñita, ¿puedo hacerle unas preguntitas sobre el

Ignacio?

La señora se echó a llorar y se metió adentro. Al rato salió

el padre:

–¿Qué querés pingo?

–Hablar del Ignacio, ¿Por qué anda muy raro?

–M’hijo está enterra’o, se lo llevó la hepatiti’ A.

El padre decía la verdad por las lágrimas que se

escabullían, pero entonces ¿quién era el que se hacía pasar por

Ignacio?

El lunes en la escuela quedé sorprendido y atemorizado

por verlo a él con mi hermana. Ella no era una chinita fiera pero

tampoco linda como las ex de él.

Le advertí a mi hermana de la cámara, cuando me acerque

a saludarla.

Los seguí e Ignacio intentó sacar la foto; mi hermana

puso el grito en el aire. Aparecí de atrás y lo tumbé. Puse mi

humanidad encima, pero me tiró al diablo. Su cara se hinchó y

de su boca emergieron colmillos; estaba a punto de morderme

cuando mi hermana lo amenazó. Sostenía una piedra grande

encima de la cámara. Él dijo: “si me la das, no les hago nada y

me voy”. “¡Rompela! ” grité. El espectro de Ignacio se retorció,

se prendió fuego y en menos de un minuto se redujo a cenizas.

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Por suerte hoy, al momento de escribir esto, las ex están

mejor y la Laura estaba tan agradecida que ahora es mi novia.

Igual no me explico cómo engordaron tan rápido, pareciera que

están… embarazadas…

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El llamado del instinto Lobo camina por la nieve. La tormenta cae leve sobre él.

Sigue un rastro de sangre que lo cautivó; despertó la sed de

carne fresca, la sed de desgarrar. El más elemental llamado del

instinto.

El rastro lo llevó hasta un árbol, en él se postra Cuervo.

Lobo aúlla y Cuervo grazna, se estudian. De lo profundo del

bosque se escucha un disparo. Lobo alcanza a esquivarlo y

entiende quien hirió a Cuervo. Sale al trote, en busca del

humano. Lo acecha sabiendo lo peligroso que es este tipo de

animal. El arma dispara hasta que agota las municiones. Lobo

ataca y le zampa sus garras sedientas de carne, Cuervo se lanza

en picada directo a la cara. Los ojos son el suculento manjar que

despedazara con su pico. El hombre intenta defenderse pero no

puede luchar con el instinto que emana de lo profundo del alma.

Saciados del cuerpo sabroso de quien come por gula y

mata por deporte.

Cuervo anida en el lomo de Lobo y ambos, bajo la

tormenta de nieve, caminan el ocaso.

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El fenómeno Hay un fenómeno de difícil explicación. Sucede una vez

por centuria.

Cuando lo hace: el bosque enmudece, los pájaros se

detienen, los ríos cambian de sentido y las hojas caídas vuelven

a sus ramas. El cielo se alegra tanto, que llueve. Las piedras se

esponjan y la luna danza un vals con el sol.

Semejante hecho sobrenatural nace profundo de tu

garganta y se escapa de las teclas de tu boca. Se mece por el aire,

llega a mis oídos, viaja por mi cuerpo y anida en mi corazón.

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Encuentro a medianoche Los engendros del caos se reúnen en ronda. Vitorean los

sucesos devastadores de la inminente guerra entre Patagonia y

Caxinki por el hielo.

Inundan de carcajadas la noche… les divierte ver que la

realidad pronto se verá reducida a la nada. Eso quieren, CAOS.

–Donde mueren las luces –exclama una voz y destroza las

risas.

Los engendros lo observan, se lee miedo en sus ojos,

credulidad.

El capitán de las sombras, el que tomó por asalto La

Capital, los mira con desprecio.

–Donde el caos prevalece encerrado. Allí donde quieren

gobernar –y señala a Renacentía– les será imposible.

Los engendros del caos desaparecen en el alba. Hoy la

guerra empieza.

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El aprendiz Observa obras de arte anonadado. A los pocos minutos

siente un toqueteo en el hombro. Se voltea.

–¡Buuuuuu! –dijo en tono de broma, al que casi le

provoca un paro cardiaco– ¿Se asustó?

–No, cómo me voy a asustar –respondió con sarcasmo.

–Disculpe. Soy un ilusionista en entrenamiento y vengo a

este lugar a practicar.

–¡Ah, no! ¿Y a usted le parece bonito andar por allí

asustando a la gente?

–No, no me parece nada bonito, pero nadie se presta a

ello.

–¿Por qué me asustó?

–Porque lo único que tengo es esto. Disculpe no lo voy a

volver a molestar –desapareció y esta vez, no volvió.

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La leyenda de Yafé Hace años trabajaba en la envasadora de Aguas del Norte.

Las personas metían cualquier cosa dentro de los bidones de

agua vacíos: lápices, piedras, autitos de juguete, relojes,

auriculares, etc. Lo más curioso que encontré fue una hoja, la

que reproduzco a continuación:

"En los tiempos antiguos, Miguel se elevó a los cielos

para reinar con severidad sobre sus hijos. Tras varios siglos de

paz, el sabio anciano Carlos fue consultado por los caciques de

la tribu en busca de soluciones.

Las fuertes sequías que atacan la tierra, provocan

incendios. Se atribuyen a Damián, señor de las nieblas.

Carlos dictaminó que debían mudar a la tribu hacia el

sur donde los esperarían tiempos de vendimia. Los jefes rogaron

a Carlos que los acompañara en su viaje, pero su cuerpo –

enfermo y agobiado– no resistiría el viaje.

La tribu empezó su exilio. Yanina se quedó a cuidar a su

progenitor: Las primogénitas permanecían al lado de sus padres

hasta que este concebía el permiso de volar.

La fresca brisa sopla. Carlos y Yanina cazan; ella tiene

en la mira de su arco a un ciervo cuando aparece un hombre de

edad madura, quien se presentó como Santiago, un enviado de

Miguel. Les dijo que ser sabio tenía su recompensa y su misión

es sanar.

El imponente curó a Carlos y además guardaba otro

regalo. Extendió sus brazos, las nubes emergieron del día

despejado, pronto los refucilos y truenos se oyeron. La tormenta

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era furia y el enviado juntó las manos en un golpe seco que

llamó a un relámpago del cielo.

El cielo se despejó rápido. Con un ademán se acercaron

al sitio donde impactó el rayo. Había un brote de planta, nacida

del trueno. La llamaron Yafé.

Yanina obtuvo su permiso de volar y a Carlos le enseñó a

preparar un brebaje con su fruto, para que sanara a todo

hombre bueno lastimado por Damián." Me maravilló la imaginación de algunos, ojala pudiera

tomar Yafé.

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La estatua La calle es mágica:

cuando los rayos de sol la

calientan, uno puede freír un

huevo o arrancar una fina

película de hielo durante

invierno. La lluvia –se dijo–,

puede dificultar la estabilidad y

la conducción, pero qué bella es.

Llueve, eso es cierto. Las

gotas se deslizan por el

parabrisas y son arrastradas a los

bordes por el viento. La radio se

enciende y lo sobresalta.

Había olvidado que la

programó ayer... el volumen al

máximo: ¡Maldita radio! Se

inclina sobre el aparato y aprieta

los botones. Siente el brusco

impacto y sale volando, con la

frente rompe el vidrio, imágenes

difusas aparecen a su alrededor.

La humedad impregna su cuerpo

y la sangre el asfalto, en un juego

recíproco. Antes de perder el

conocimiento vio la estatua de

La Bruja en el centro de la

fuente.

Abre los ojos y se levanta

sin dolor. No lo cree: nada, ni un

rasguño.

Entonces la estatua le

habla:

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–Tienes vida por tu azar, tu porvenir continúa en la

siguiente habitación.

Atravesó el umbral y se sintió distinto, como si un terrible

pesar se fundiera a su alma. Insoportable oscuridad lo invade;

sombrío corazón tendrá que llevar si no se marcha de la

habitación. Caminó por los suburbios, atravesó el túnel. Sin

notarlo llegó al puente. Ya está sobre el barandal, miró hacia

abajo y saltó.

La estatua de La Bruja tomó la forma de un cuervo y se

echó a volar, mientras la fuente del parque se quedó vacía.

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Dos chusmas –Vos fíjate que arrugó, se achicó.

–¡Hay madre santa! Pero ¿qué le pasó?

–Y… mirá… lo que a mí me dijo la Martha fue que

perdió mucho peso y la piel se arrugó todita todita… entonces la

llevaron al médico y le dieron unas pastillas pero coso, las

pastillas la encogieron y quedó chiquitita chiquitita, más

pequeña que un alfiler.

–¡Ah, qué tragedia! Igual no era muy buena que digamos;

está bien lo que le pasó.

–Toda la razón, comadre. ¿Querés tomar mates? Dale

pasá y sigamos charlando.

Dentro de la casa charlaron y matearon. Sin embargo el

mate se cansó. Estaba muy lavado y con los oídos estropeados

por tanto chamullo. Decidió rebelarse contra las dos chusmas.

Entonces cuando la comadre volvió a verter agua dentro de él,

éste la vomitó. La vieja corría levantándose el vestido que

quemaba. La otra no sabía qué hacer y el mate se mataba de la

risa.

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Desayunando entre libros Germán entra al bar del sindicato de escritores. El mozo

se acerca con la carta y se la entrega. Ojea y piensa, luego lo

mira a los ojos:

–Por favor tráigame de entrada dos capítulos de Los 7

Locos de Arlt; como plato principal La lluvia de fuego de

Lugones aderezado con Continuidad de los parques de

Cortázar… de guarnición La metamorfosis de Kafka y de postre

Matando enanos a garrotazos de Laiseca.

–Perfecto –dijo mientras anotaba– ¿Y qué le traigo de

beber?

–Mmm… se me antoja algo de Borges

–La casa recomienda Historia de la noche.

–Perfecto.

El mozo se retira y Germán saca de su mochila un termo

con café y una taza azul. Al cabo de diez minutos llega su

pedido a la mesa.

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El entrenador Ricardo Salvador debutó como director técnico de

primera división de la República de Patagonia con el Reds F. C.

Logró salvarlo (valga la redundancia) del descenso. Su historial

cuenta con cinco equipos más que salvó (Halcones del Sur,

Estepario, Cerro Blanco y Patagones).

El azar, o el porvenir, lo puso en la misma situación: Reds

al borde del descenso y él designado entrenador del equipo.

El descenso es como la muerte y el campeonato pasado

nos salvamos de pepe, pensó: ¿en donde carajo me metí? Ahora

voy a tener que hacer milagros en serio.

Los años lo volvieron más sabio y aprendió algún que

otro recurso.

Convocó a una prueba de jugadores. En el predio

deportivo, 50 o 60 jóvenes se presentaron pero pocos tenían la

técnica, el nivel, el carácter y la visión necesaria. Al final del día

solo quedaron 9 jugadores, entre ellos, un joven de 16 años

llamado Darío Dinhamo. No eran los 15 refuerzos que tenía en

mente pero peor es nada.

En el país la primera está compuesta por 1 2 equipos, de

los que descienden los dos últimos. La primera fecha empezó

con una agónica victoria por 1 a 0 sobre Monitos. Le siguió la

vergonzosa derrota 6 a 0 contra Estrella del Norte. En la tercera,

mediocre empate a 0 frente a Cerro Blanco. Ríos Helados se le

impuso 2 a 1 . Dos empates seguidos, primero a 0 con Los

Lagartos y después a 1 con Esteparios. Un par de derrotas en

donde el Reds se mostró inexpresivo (1 –3 Halcones e idéntico

resultado con Patagones).

Page 27: Feria de sensaciones por Gerhardo van Junker (pdf)

Pero, el ya veterano Leandro Sirus, autor de los cinco

goles que tenían hasta ahí, se iluminó en el clásico frente a

Colegiales. El “V” negra lo sufrió y recibió 2 goles. Ese día

también se produjo el debut de Ciro Alonzo con la número 5.

Luego cayó 1 –3 con Sportivo Los Cuervos.

Transcurridas diez fechas, el fondo de la tabla mostraba a:

Lagarto (15 puntos); Chiquillos (11); Reds (9) y Monitos (3).

Falta un enfrentamiento: Reds vs. Chiquillos; el perdedor

se despide de primera división.

El clima en “el campo de los caídos” es atrapante. El

árbitro da el pitido y comienzan los primeros minutos; ambos

equipos se estudian, tratan de ser ordenados y mantener el

control de balón. Hasta que Alonzo se escapa por la banda

derecha y echa el centro para Sirus, quien conecta de cabeza.

¡Goool! El grito baja de la tribuna como un tsunami e

inunda todo a su paso. El Reds se quedaba en primera, la ilusión

ya se asomaba pero luego de sacar del medio, el áspero defensor

Talanga levanta por los aires al goleador, lesionándolo. Los

médicos le indican a Salvador que Leandro no puede seguir.

La voz del estadio anuncia: CAMBIO, Y SE PRODUCE EL DEBUT CON TAN SOLO

16 AÑOS DE DARÍO DINHAMO

El pibe entra en la cancha, tiene miedo y siente presión.

En un abrir y cerrar de ojos, Chiquillo empata y pasa al frente.

Al finalizar el primer tiempo el resultado es R. 1 –2 Ch.

–A ver chicos, júntensen... –dice Ricardo, detrás está la

pizarra del vestuario– yo sé que están dando lo mejor de sí pero

ahora les pido que dejen el alma. Ustedes saben lo que es esta

camiseta. Llevan la misma que usó Karl Stream, Patrick

Fernández, la de gente que no tenía oportunidades y sin embargo

se abrió paso y acarició la gloria. Si nos toca perder que sea de

pie, con honor, como verdaderos caballeros. ¡Ahora vayan!

En el campo, los rojos salen con energía renovada pero ni

bien comienza la segunda parte, les embocan el tercero y el

ánimo cae por el suelo.

Page 28: Feria de sensaciones por Gerhardo van Junker (pdf)

Ciro recibe la pelota, Talanga lo traba y lo revolea. Ahí

Salvador comprende: “Alonzo, un toque” grita. El joven no

entiende, pero Dinhamo sí. Se hizo con la pelota y se la pasó al 5

del Reds, quien estaba por pararla cuando vio la proyección de

Darío; ni siquiera reflexionó y usó el pie como punto de rebote

del balón y el mismo pasó entre dos Chiquillos y llegó a

Dinhamo. Treinta metros entre él y el arco; apuntó, pateó y la

pelota impacta en el travesaño, pica en la línea y ¡entra! ¡Goool!

El silencio anterior se transforma en el antónimo y la

hinchada festeja.

Chiquillos saca del medio y de inmediato Alonzo

recupera, levanta la mirada y divisa a Dinhamo corriendo solo

por la izquierda. Manda el pase de cuarenta metros. Darío la para

de pecho, sigue su marcha, se saca de encima a un defensor y

lanza un centro. El esférico hace una curva, muchas cabezas se

pasan de largo. La frente de Alonzo cambia la dirección, el

arquero intenta manotear pero no puede. Sin aliento, Alonzo se

tira al suelo, sus compañeros se arrojan encima. “¡Goool pibe,

gol! ”. El desafuero de Ricardo es incalculable.

Los jugadores visitantes se meten atrás y pelotazo va

pelotazo viene, los minutos se consumen. Sin embargo, Talanga

pifia y concede un córner. Ciro acomoda la pelota, retrocede tres

pasos y observa. Todos (inclusive su arquero) esperan ese tiro de

esquina. Suspira, está por desmoronarse. Traga saliva, toma

carrera y… la jugada transcurre en cámara lenta. La curva de la

pelota sobrevuela encima de algunos. En el caos del área, el

portero sale con los puños en alto y choca con un compañero;

uno con casaca colorada cabecea pero la dirección es algo

errática y termina la pelota picando en el piso. Dinhamo aparece

en escena para empujar el esférico al –¡Goool! –exhala afónico

Ricardo con los brazos extendidos. Luego se corrige: Aplaude de

pie el trabajo, la entrega y dedicación de esos dos pibes que

cambiaron el rumbo. El gesto es imitado por todos los

espectadores, inclusive los mismos jugadores aplauden a Ciro

Alonzo y Darío Dinhamo. 4 a 3 gana el Reds.

Page 29: Feria de sensaciones por Gerhardo van Junker (pdf)

El partido termina. Ricardo Salvador se despide con una

sonrisa. Ha vencido a la muerte, de nuevo.

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Tres escenas y una muerte Un estante en mi estudio contiene pociones. Está en un

compartimiento secreto detrás de la biblioteca. Las fabrico en el

laboratorio, pero las escondo allí hasta patentarlas. Hay tanta

maldad que son capaces de robármelas. Tengo pocimas de todo

tipo: de inteligencia, de ceguera, de sueños y pesadillas, de anti–

timidez y creatividad. Salieron de casualidad, a prueba y error;

en realidad busco una forma de enamorar a mi amada Jenny. No

hay forma de que ella le de pelota a un ser tan grotesco, que

mide un metro noventa, medio jorobado y con un bigote amarillo

que le tapa la boca.

A no ser que invente la poción no sucederá nunca.

Veneno de víbora, chocolate, leche, extracto de hortensia

y anestesia son los ingredientes de la formula #1 3. Falta

probarla... me la voy a jugar: cuando no mire vierto el contenido

en el vino y asé será mía. Bah, si funciona… y sino se muere,

pero es un riesgo que me dispongo a correr.

Le dejé una carta en el trabajo, un poema en Facebook

(claro que con una cuenta falsa, no me voy a mandar al frente

hasta la cena).

Tengo todo preparadito: el restaurant es el mejor de

Renacentía y he reservado el lugar más agradable. Solo falta

Jenny.

Solo falta Jenny.

¡Solo falta Jenny!

¡Solo falta Jenny! ¡No vino la muy desgraciada; me quedé

tuerto por conseguir esta cena y no vino! ¡Se terminó!

Page 31: Feria de sensaciones por Gerhardo van Junker (pdf)

–¡Mozo traiga whisky! –voy a tomar el elixir y me voy a

enamorar de la primera mujer que pase por esta mesa.

–Gracias mozo. ¡Por el amor! ¡Salud!

*****

–Hola, me llamo Jenny, me llegó una invitación anónima

a este restaurante. No sabía si venir porque una no sabe con qué

hombre se va a encontrar… así que aquí estoy.

–Sí, señorita, el señor Prometeo la está esperando en

aquella mesa.

–¿El señor que está gritando? No, deje. Mejor me voy

antes que me arrepienta.

*****

–¿Qué le pasó? –dice el policía.

–No se sabe, hay que esperar la autopsia.

–Es un fiambre muy grande.

–Sí, pobre. Gastar tanta plata en este lugar tan caro y

morirse antes de comer, eso es mala suerte.

–Mala –pensativo– suerte… che ¿venden café acá?

–La verdad que nos vendría bien uno.

–Y bueno, anda a preguntar mientras yo tapo al fiambre.

–Copiado, bigote –ríe y se acerca a la barra. Su colega

tapa el cuerpo del loco de las pociones.

Page 32: Feria de sensaciones por Gerhardo van Junker (pdf)

Cuando el teléfono suena ¡Qué placentero dormir en el aire! La ausencia de ruido,

silencio de noche sin estrellas. Abro los ojos y el cielo se torna

como el mar embravecido.

Tempestad: hojas, ramas y piedras se levantan. ¡Pareciera

que el tiempo perdió medida! Todo gira a mi alrededor con

fuerza. Demasiada.

Hojas me cortan y las heridas, manantial escarlata, brotan

golosas. Muy en el fondo el murmullo de un teléfono suena y me

veo por la ventana de la palabra en marcos de irrealidad.

Page 33: Feria de sensaciones por Gerhardo van Junker (pdf)

El bosque Camina con la cabeza baja por un sendero oscuro, vestido

de negro. Oye a su alrededor sonidos inentendibles, ecos

distorsionados por el viento, que lo trasporta desde un extremo

desconocido. No sabe a dónde se dirige, ni de dónde viene, o por

qué sigue el sendero, solo lo hace. Shawnie se oye en el eco,

sigue ese camino y al parpadear se encuentra en una colina. Allí

está Whity; lleva un inmaculado blanco, como el vestido.

La luna llena con sus rayos la baña de tal forma, que

realza su feminidad. Siente celos por no poseer la belleza de

Whity en aquel momento. Shawnie, le dijo con una sonrisa que

denotaba brillo en la oscuridad. Él se sentía anonadado por verla

de esa forma, con esos ojos que no deben prestarse a la sangre de

su sangre.

La colina está rodeada de altos pinos formando un círculo

casi perfecto; flores ornamentan la escena y la luna es anfitriona.

Ambos caminan a su encuentro. Cuando Shawnie la tiene frente

a sí, las exhalaciones que escapan de su nariz lo acarician. Los

cabellos tiernamente cubren uno de sus bellos ojos escarlata. Él

estira su mano y acomoda el cabello de Whity. En ese instante

sabe que su piel es más suave de lo que había imaginado. Sus

miradas se topan. Shawnie, seducido por la vampira, pierde su

vida en el bosque.

Page 34: Feria de sensaciones por Gerhardo van Junker (pdf)

Cuento extraño Poema persigue a Amor. Sus cejas –las de ella– se

enredan con sus cabellos; se camuflan infiriéndole misterio a su

apariencia.

Tropieza con las cenizas. Flota y corre bajo la lluvia en un

encuentro íntimo con las gotas. Ellas se deslizan atropellándose

por tocar la herida, lavarla y cicatrizarla.

Los leones duermen adentro del corredor con sus manos

en el azúcar.

–¡Glotones! , debían cuidar la copa de vino –les increpa.

Poema alcanza a Amor y se detiene a su lado, ambos

miran la copa: La luna y el espejo escapan y en su lugar dejan a

un hombre cobijado por el frío.

Page 35: Feria de sensaciones por Gerhardo van Junker (pdf)

El café debe beberse amargo Entonces, lector, te advierto que si llegaste hasta aquí, es

tu turno para morir.

Deja el libro abierto sobre la mesa, no lo asustó la frase,

sino que hirvió el agua. El hombre toma la pava y vierte el

contenido en la taza azul. El café en saquitos tiñe el agua del

característico color negro. El hombre se sienta alrededor de la

mesa y ve cómo el vapor (caliente aún) forma pequeñas

espirales. 1… 2… 3 cucharadas contó de azúcar y las tiró con

ansias dentro de la taza. Revuelve el brebaje y, al sacar la

cuchara, ve cómo el reflejo se agita, de un lado a otro y en todas

direcciones, dejando en evidencia la barba de tres días que no

afeitó. Como no sabe a qué temperatura está el café, lo sopla y el

vapor le abre los poros de la cara.

Toma un trago que le quema la lengua. Repite este

accionar (soplar y beber), hasta que ya está tibio. Entonces, su

mente deja de mirar el reflejo y empieza a divagar, mientras sus

los ojos enfocan objetos (sillas, libreros, naipes, cajas), hasta que

se cruza un espejo y reconoce a un hombre viejo, solo y

amargado, con rulos castaños, ásperos, secos y rebeldes. Lo

divisa sentado en una mesa, bebiendo el café que exhala sus

últimos espirales de vapor. Más en las sombras ve una silueta,

parecida a una figura humana donde, no se destacaban sus

rasgos. Un haz de luz, como el reflejo de un metal brillante al

que alcanzan los rayos lumínicos, lo alarma. Entonces voltea y le

clavan un cuchillo. El extraño se acerca, saca el cuchillo del

cuerpo y lo deposita sobre la mesa; mira al hombre

Page 36: Feria de sensaciones por Gerhardo van Junker (pdf)

desangrándose, se inclina sobre él para observarlo mejor, tuerce

un poco la cabeza, acomoda sus cabellos que caían sobre el lado

izquierdo de la cara y los coloca detrás de la oreja; con la

derecha saca del bolsillo un atado de cigarrillos, golpea la ranura

abierta del paquete en su pecho, saliendo un cigarrillo; con sus

labios lo aprieta y con un encendedor lo prende. Tiene las manos

en los bolsillos y fuma, alguna que otra ceniza cae sobre su

pantalón beige. Su vestimenta no era para nada extraña: camiseta

gris con cuello de tortuga, camisa blanca, suéter azul escote en

“v”; exhala el humo con mirada fría, cierra el libro y lee:

–El café debe beberse amargo… como la muerte.

Page 37: Feria de sensaciones por Gerhardo van Junker (pdf)

El final perfecto Desde Renacentía partió Alex Kessler en busca de

cumplir su sueño. Hacía cuatro años que estaba en proceso de

escribir su primera novela y la meta que tenía era finalizarla en

el Jardín Botánico de La Capital.

Aprovechó la celebración de la Feria del Libro para

viajar. Tres meses pasó desde la última frase en estado de espera.

Llegado a la ciudad se dirigió al parque y examinó las

inmediaciones.

Dilucidó una fuente. La belleza de dos mujeres, que

sostenían los platos por donde el agua se escurría, le pareció por

demás exquisita.

Sacó el manuscrito que recelosamente llevaba polvo

acumulado.

–¿Usted es escritor?

El curioso se inmiscuía en su asunto y, en el arrebato,

metió el manuscrito en la campera.

–Disculpe, ¿lo molesto?

–Sí.

–Bueno –y se sentó junto a Alex.

–Le dije que me molesta.

–¿Qué le molesta?

–Usted.

–Y… qué se le va a hacer… no se le puede agradar a

todos.

–No sea cínico –agarró sus cosas y buscó un nuevo banco.

Se reinstaló…

Page 38: Feria de sensaciones por Gerhardo van Junker (pdf)

–¿De qué versa su novela?

Otra vez el curioso.

–No le interesa, aparte: ¿quién le dijo que es una novela?

–Me lo figuro por la extensión; no es como Los Sorias

pero importante es el tamaño, aunque hay que ver la calidad.

–Veo que ha leído al maestro Laiseca. ¿Qué le parece?

–Un genio, ya le llegará el reconocimiento que se merece.

La juventud lo sigue mucho.

–¡Ojalá fuera mi maestro; aprendería muchas cosas de él!

–Podés aprender, pero tenés que tener talento, si no es al

pedo.

–Ya he sido amable con usted –dijo Alex irritado– Ahora

podría dejarme terminar mi novela, ¿no?

–Lo haría de no ser que no sabe cómo terminarla.

–Tiene razón, pero no voy a poder avanzar nada si usted

me sigue interrumpiendo.

–¡Yo le daré el final! –Alex observa con atención; el

curioso camina hacia la fuente, saca un revolver, lo apoya en la

oreja izquierda y jala del gatillo.

El sonido rompe la calma del jardín. El cuerpo cae en la

fuente y tiñe de rojo el agua. Alex corre a la fuente. El cuerpo

desaparece, solo queda el agua roja y la ropa flotando.

–Ese... –sorprendido– es... el final perfecto.

Page 39: Feria de sensaciones por Gerhardo van Junker (pdf)

Bombas Apagué el amplificador. 30 minutos de ensayo en el

cuarto de lavado son suficientes para que las cicatrices, todavía

jóvenes de mis manos, ardan como la pasión que desato al tocar

la guitarra.

Enciendo la tele, pongo el noticiero: la guerra, Caxinki

bombardea a la Patagonia. Asustado apago el aparato, me quedo

mudo. Crece el zumbido en los oídos como el silencio en la

ciudad. Crece, se acaudala, silencio del puro y sagrado. Tomo la

guitarra y al momento de encender el amplificador: explosiones,

estruendos, gritos. Las bombas nos han alcanzado.

Me meto bajo la mesa. Al cabo de unos minutos puedo

salir. Me encuentro con un panorama desesperado, un retrato del

caos.

Escombros, fuego y silencio en el cielo. En la tierra,

gritos, llanto, corridas. ¿Dónde está la legión de antihéroes? ¿Por

qué no detuvieron a los bombarderos? Esto sucede cuando los

adultos son avarientos, idiotas y no dejan actuar a los que saben

y quieren el bien.

Enciendo de nuevo la televisión. “A los patagones que

quieran vivir, aquellos que no aceptan la voluntad de La Bruja;

las minorías cuando no individuos, la legión les ofrece refugio

en la Isla de los hielos.

Tomo mi long–board, mi campera de cuero, alisto una

mochila y salgo. No voy a quedarme a morir por decisiones

estúpidas, yo prefiero sobrevivir y pensar.

Page 40: Feria de sensaciones por Gerhardo van Junker (pdf)

El incidente Carlos está frente a su casa. Sube las escaleras, abre la

puerta, ingresa en la cocina en donde se quita los zapatos, va a la

heladera, se saca la remera y toma agua del pico de la botella.

Camina por el pasillo, se desabrocha el pantalón y lo pierde en el

trayecto. Llega a la habitación. Su cama está deshecha pero el

cansancio pesa más que la intención de tenderla. Con el pecho

pegado al colchón, la mitad de la cara en la almohada y un brazo

colgando, rememora situaciones ocurridas en el día, casi

adormilado cuando recuerda que olvidó cerrar con llave la

puerta. “¿Me levanto o no? Estoy tan cómodo…” Al final se

duerme.

Entre disparates, recreaciones del día y exageraciones,

sueña o cree soñar que entra en su hogar deja los zapatos, se saca

la remera, bebe agua, camina por el pasillo, se desprende y

pierde el pantalón; llega a la habitación, en donde se ve a sí

mismo tirado en la cama. Se sienta al lado de la cabeza del

durmiente y lo acaricia.

Las caricias parecen tan reales que lo despiertan, siente

extrañeza, se levanta y pasa por encima de los pantalones, bebe

agua de la heladera.

Recuerda la puerta y la cierra. Allí se da cuenta de dos

pares de zapatos.

Avanza y sobre la silla dos remeras de idéntico color.

Encuentra dos pantalones en el suelo y en la cama un durmiente

idéntico a él.

Page 41: Feria de sensaciones por Gerhardo van Junker (pdf)

Te atrapé En el inicio de este libro, Ever, el duende, hurtó cuentos

al Professor Gerhardo van Junker. Los acomodó en los estantes

de su puesto de feria, con una tapa que representaba la obra, así

La Estatua fue etiquetada de terror, El Fenómeno como de amor,

etc. Hizo esto porque aborrecía los títulos originales, le parecían

burdos y rebuscados; aparte de que los duendes no entienden un

carajo de nombres complicados. Todos esos versos que recitaba

los hizo como propaganda para cambiar los cuentos por comida

y vicios (entre ellos el alcohol).

El hambre descomunal del pequeño engendro (y la

abstinencia) lo llevaron a meterse en la casa del Professor (sí, ya

sé que profesor lleva una sola S, pero el señor van Junker

seseaba, lo que con los años lo llevó a duplicar la S al momento

de escribirla). Como el tipo no tenía más que una botella de

agua, medio limón y un saché de kétchup, no pudo calmar los

gritos de su estómago. Eso sí, había una botella de whisky Pata

Vieja en una repisa inalcanzable para él.

Buscó y revolvió a lo bobo. Cuando encontró el cofre del

escritor, tomó los cuentos. Algo podría hacer con ellos. Es más

listo que los demás duendes o al menos, se cree ese verso.

–¡Pasen, pasen!

–Te encontré, imbécil –dijo Gerhardo.

–¡Oh, pará loco! , bajá un cambio. No soy imbécil porque

ni soy viejo ni uso bastón.

–¡Sí, usás bastón! ¿Qué tenés en la mano sino?

¡Devolvéme mi legado!

Page 42: Feria de sensaciones por Gerhardo van Junker (pdf)

–No seás infantil, ni exagerhardo. Este puñado de cuentos

de puño demente, no conforman un legado.

–No me importa, devolvemelo y andate a la cucha.

Los demás bichitos rodeaban al humano. Se frotaban las manos

por el batifondo. Si esto sigue así, terminan a las piñas,

murmuraban.

–Dale… ¡qué esperás!

–Te propongo que me pagués con whisky. ¡Ojo! , no te

pido una botella grande… con la petaquita me conformo.

Las carcajadas amanecen del horizonte que forman la

lengua del Professor y el interior de la garganta.

–¿Cómo voy a pagar por algo que me pertenece por ser el

artífice? ¿Cómo voy a pagar por algo de lo que soy progenitor?

–Porque así son las cosas: Uno trabaja; puede crear de la

nada algo con mucho esfuerzo y luego viene el ladrón que te lo

arrebata y te explota. Lo que pasa es que cuando el que viene es

la “Gran” empresa, te da unas cuantas monedas y pensás que te

pagan tu trabajo. En realidad le estás vendiendo tu vida y tu

alma. Le vendés horas que no vas a recuperar. Nunca.

La coherencia de Ever sorprendió a Gerhardo y hasta a

mí. A lo mejor sí es inteligente.

–Cuánta razón tienen tus palabras, diminuto, pero eso no

justifica el robo.

–Y bueno… –dijo emitiendo tres “eh” como si fuera una

emulación de risa, pero con otros sonidillos cargados de

picardía– robar, tomar prestado son perspectivas.

–Sos un diminuto indignante.

–Vos: un petiso que se cree grande y es enarista.

–¿Y eso?... ¿Qué significa?

–Enarista es una persona que discrimina a los enanos.

–¡Pero si sos un duende, caramba!

La Brigada Nacional Anti Disturbios, comandada por

Pierge Lasteran, se presentó en el lugar y al ver el tumulto,

agarró un cono naranja (de esos de tránsito), apuntó a la punta

con su revólver desintegrador y lo usó como amplificador de su

voz.

Page 43: Feria de sensaciones por Gerhardo van Junker (pdf)

–¡Vayan ya cada uno a su casa! ¡Cucha!

Se comportaron como cucarachas y desaparecieron en el

acto. A Ever y el Professor los corrieron con palos y los

garrotearon; después los llevaron a la comisaria.

–Ves lo que provocaste por culpa de tus grititos

histéricos– dijo Ever en el calabozo.

–¿Yo? Si no me hubieras robado, no pasaba nada.

Guardaron silencio, enfrentados, cada uno con la espalda

en la pared.

–Che, están buenos los cuentos.

Gerhardo meditó si encontraba sarcasmo en sus palabras.

Terminó por juzgar que no.

–Gracias, ¿de verdad?

–Sí, aunque los nombres son desastrosos, por eso los

cambié por Amor, Terror, Fútbol. Es más fácil de vender.

–Eso me dio bronca… y al menos los podrías haber

ordenado para que los estantes tuvieran una mejor presentación.

–Lo están.

–¿Cómo?

–No es alfabético, no se trata de género. A cada uno le di

una letra, los metí en una bolsa e iba sacando el orden que dejé

en la repisa… el orden lo impusieron las dos fuerzas mayores

que rigen el universo: El azar y el destino. Ambos se

complotaron para generar el resultado. Aparte, es genial la idea,

pensá que dentro de ese caos aparente, hay un orden.

–Interesante.

–Lo malo es que no pude vender ninguno.

–La única forma en que se pueden vender es que una

editorial me descubra o ganar un concurso literario.

–O la tercera opción: Hácelo vos.

La idea le quedó picando en la cabeza y dictaminó:

–No es factible.

–Sí lo es y usás mi método para explicar el orden.

–No, porque los títulos tuyos, diminuto, son sensaciones.

Page 44: Feria de sensaciones por Gerhardo van Junker (pdf)

–Exacto: El libro se llamaría Feria de Sensaciones.

Ever tenía más lógica de la esperada.

–Te doy otra idea… para la tapa usás cartón y lo pintas a

mano. Es más, me ofrezco para pintar yo y me pagás.

–Un libro hecho por un duende… ¿Cómo saber si va a

funcionar?

–Simple: agregás lo que nos pasó como un cuento más y

el que compre el libro va a sentir que tienen sentido bastantes

cosas… pará, ahora que me acuerdo, nombrás una guerra ¿de

qué trata?

–¿Querés saber más? Tenés que leer La Legión de

Antihéroes.

–¡Ah! , sos pícaro. Bueno está bien. Además, aprovechá

para agradecerle al público por leer y también le informás que

este es el

Fin.

Page 45: Feria de sensaciones por Gerhardo van Junker (pdf)

AGRADECIMIENTOS A Marian Alem y Javier Valero por sus contribuciones,

cada uno con su arte, para brindarle más valor a esta obra.

A Lucas Olivera (Funes el sensei) de Editorial Funesiana

por inspirar este e-book.

A Darío, maestro y hermano literario. A mis colegas del

Grupo Literario Arcadia, quienes son mi familia adoptiva.

A Agustina, Sebastián y Bianca por sus palabras e ideas

para que este hijo viera la luz.

A mi familia, la que sabe de mi locura y convive con ello.

A mi tridente supremo favorito: Laiseca, Borges y Poe.

Por sobre todo agradezco a Verónica –mi reina–, por

acompañarme y cuidarme en mi caminar por el sendero de la

locura. Y a mí hermosa hija Valquiria, sin ella seguiría en las

tinieblas.

Page 46: Feria de sensaciones por Gerhardo van Junker (pdf)

Sobre el Professor

GERHARDO VAN JUNKER

es el pseudónimo de Gerardo

Miguel Hidalgo. Nació (y vive) en

Villa Mercedes (San Luis), el 25 de

Noviembre de 1991. Participó en

diversas antologías tanto con su

producción poética, como narrativa

(incluidos prólogos).

Miembro del Grupo

Literario Arcadia desde agosto del

2009 (tesorero 2013-2015).

Fundador del proyecto Editorial

Rorschach.

Libros publicados

Feria de sensaciones, veintitrés microrrelatos (cuentos;

San Luis, Rorschach, 2013).

Sobre el croto y el campana (cuentos; San Luis,

Rorschach, 2013).

Inéditos

El sonido del cristal (poesía).

Distinciones

Primer Premio de Narrativa, Concurso Literario en

Homenaje a Mario Benedetti. Jurado: Grupo Literario Arcadia.

Cuento premiado: "Suicidio al fin de la noche" (2009).

Finalista concurso Palabras sin fronteras, Bruma

Ediciones. Cuento premiado: "Las manchas de Rorschach"

(2013).

Page 47: Feria de sensaciones por Gerhardo van Junker (pdf)

Contribuciones especiales

Diseño de portada:

Marian Alem. Vive en Santo Tome (Santa Fe). Fotógrafa

y diseñadora. Trabaja en un diario, una editorial y da clases de

fotografía.

[email protected]

http://www.flickr.com/photos/26889298@N06/

Ilustrador de La estatua:

Javier Valero. Nació en Bucaramanga (Colombia) en

noviembre de 1989. Dibujante desde nacimiento dice: los

primeros recuerdos que tengo son haciendo dibujos.

Su labor continúa en la actualidad, inclinándose en la

ilustración digital y animación 2D en los últimos tiempos.

Autodidacta.

Licenciado en Español y Literatura, egresado de la

Universidad Industrial de Santender.

http://xavierxvalero.blogspot.com.ar/

Page 48: Feria de sensaciones por Gerhardo van Junker (pdf)

Cuestiones formales

Gerhardo van Junker, 2013.

De esta edición:

Editorial Rorschach, 2014.

Contacto con la editorial:

[email protected]

Colección El navegante de la mancha

Primera edición digital: Febrero 2014

Diseño de cubierta: Marian Alem

Ilustración La Estatua: Javier Valero

Fotografía del autor: Verónica Gómez, 2013

Conversión a formato digital: Gerardo Hidalgo

Page 49: Feria de sensaciones por Gerhardo van Junker (pdf)

Catálogo Colección Editorial Emergente

[0001]

Dos ramas de un árbol

(Antología)

+Info

[0002]

Feria de sensaciones

(Gerhardo van Junker)

+Info

[0003]

El paso de los Furia

(Sebastián De Zaldúa Leveque)

+Info

[0004]

Eco-grafía

(Darío Oliva)

+Info

[0005]

Sobre el croto y el campana

(Gerhardo van Junker)

+Info

[0006]

Veinte poemas para gatos

(Silvina Avalle)

+Info

Colección El navengante en la mancha

[0007]

Feria de sensaciones

(Gerhardo van Junker)

+Info