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FINANZAS & DESARROLLO PUBLICACIÓN TRIMESTRAL DEL FONDO MONETARIO INTERNACIONAL Marzo de 2008 • Volumen 45 • Número 1

ARTÍCULOS DE FONDOBOOM DE LOS PRODUCTOS BÁSICOS: ¿CUÁNTO DURARÁ?

10 Viento a favorEl alza de precios de los productos básicos podría tener un impacto duraderoThomas Helbling, Valerie Mercer-Blackman y Kevin Cheng

18 Cambio climático y economíaLas políticas para reducir la emisión de gases de efecto invernadero no tienen por qué perjudicar a la economíaNatalia Tamirisa

23 Calentamiento mundial y agriculturaSi no se toman medidas para limitar las emisiones de carbono, la productividad agrícola podría decaer drásticamente, sobre todo en los países en desarrolloWilliam R. Cline

28 El precio del cambio climáticoLos gobiernos deben regular los incentivos para que los hogares y las empresas hagan frente y se adapten al cambio climáticoBenjamin Jones, Michael Keen y Jon Strand

32 La era verde de los mercadosLos mercados financieros pueden desempeñar una valiosa función frente al cambio climáticoPaul Mills

37 Sube la temperatura y aumentan los riesgosUn desarrollo más sostenible ayudará a combatir el cambio climáticoMohan Munasinghe

TAMBIÉN EN ESTE NÚMERO

44 África estrecha sus lazos con ChinaCómo aprovechar al máximo la creciente presencia económica de China en ÁfricaJian-Ye Wang y Abdoulaye Bio-Tchané

48 Empleos en otras tierrasRelocalizar los empleos del sector terciario en otros países puede afectar la economía y las actitudes frente a la globalización de los países industrialesDavid T. Coe

FDFinanzas & Desarrollo es una publicación trimestral del Fondo Monetario Internacional. La revista se publica en árabe, chino, español, francés, inglés y ruso.Edición en español: ISSN 0250-7447

DIRECTORALaura Wallace

REDACTORES PRINCIPALESJeremy CliftElisa DiehlArchana KumarJames RoweSimon Willson

ASISTENTES EDITORIALESMaureen BurkeNatalie Hairfield

DIRECTORA DE ARTES GRÁFICASLuisa Menjivar

DISEÑADORA GRÁFICALai Oy Louie

AYUDANTES DE REDACCIÓNLijun LiKelley McCollumRanda Elnagar

————

ASESORES DE LA REDACCIÓNBas BakkerEduardo BorenszteinAdrienne CheastyAlfredo CuevasMarcello EstevaoDomenico FanizzaJames GordonPaul HilbersPaolo MauroJan-Willem van der VossenJeromin Zettelmeyer

EDICIÓN EN ESPAÑOLDepartamento de Tecnología y Servicios Generales

TRADUCCIÓNCarlos Viel

CORRECCIÓN DE PRUEBASPatricia Fernández Ostolaza

COMPOSICIÓN GRÁFICAChristine K. Brown

Toda consulta sobre publicidaddebe dirigirse a:IMF Publication Services700 Nineteenth Street, NWWashington, D.C. 20431, EE.UU.Tel.: (202) 623-7430Fax: (202) 623-7201Correo electrónico: [email protected]

El fran queo pa ra pu blicaciones pe riódicas se pa ga en Was hington y en las de más ofi-cinas de co rreo. Edi ción im pre sa por United Lithographers Inc., Ashburn, VA. Al Je fe de Correos: Se rue ga no tificar los cam bios de domicilio a la di rec ción men cionada.

© 2008 Fondo Monetario Internacional. Reservados todos los derechos. Las solici-tudes de autorización para reproducir artículos con fines no comerciales deben dirigirse a: Editor-in-Chief, Finance & DevelopmentInternational Monetary FundWashington, D.C. 20431, EE.UU.Tel.: (202) 623-8300 / Fax: (202) 623-6149Internet: www.imf.org/fanddLa autorización para la reproducción con fines comerciales puede tramitarse en línea a través del Copyright Clearance Center(www.copyright.com) a un cargo nominal.

Las opi niones ex pre sadas en es ta pu blicación son las de los au tores in dicados y no re flejan necesariamente la po lítica del FMI.

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La carestía de los productos básicos

EN los últimos meses, el petróleo, el níquel, el estaño, el maíz y el trigo han alcanzado precios máximos que contrastan marca-damente con los mínimos de 2000 y que plantean interrogantes acerca de la duración del auge y su efecto en las economías. Los

países productores y exportadores sin duda han salido benefi ciados, pero los importadores y consumidores han empezado a sentir cómo la escala-da de precios desgasta su poder adquisitivo. Se han registrado revueltas por los precios de la soja y el trigo en Asia y África, y por los precios del maíz en América Latina. Y los medios de comunicación ya vaticinan que pronto menguará el crecimiento y repuntará la infl ación.

Así pues, en este número de F&D se ahonda en el reciente boom de los productos básicos, que difiere de anteriores en que ahora el contexto es de un crecimiento mundial vigoroso. En “Viento a favor” se señala que las repercusiones en el crecimiento y la inflación hasta ahora han sido mode-radas, e incluso más leves de lo previsto, pero que el efecto en la inflación global podría persistir a lo largo de 2008 —aun sin nuevas alzas— y los saldos comerciales de los países de ingreso bajo y mediano que son impor-tadores netos de productos básicos podrían deteriorarse. Las autoridades deberían garantizar el funcionamiento eficiente de las fuerzas del mercado a escala mundial —por ejemplo, liberalizando el comercio de los biocom-bustibles e incorporando los costos de las emisiones a los precios de los combustibles— y apresurarse a proteger a los más pobres.

* * * * *

El calentamiento mundial es cada vez más evidente, y estas recomenda-ciones sobre la energía concuerdan con la campaña mundial para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y desarrollar combustibles alternativos. En diciembre de 2007, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas advirtió que, de no realizarse un esfuerzo serio para moderar las emisiones, en 2100 la temperatura media mundial habrá subido unos 3 °C por lo menos con respecto a los niveles de 1980–99. Y aun con menos emisiones, las temperaturas seguirían subiendo por la gran acumulación atmosférica de emisiones anteriores.

En este número, expertos externos y del FMI analizan las consecuen-cias del calentamiento mundial en los países ricos y pobres, tomando como punto de partida los riesgos y las incertidumbres que han seña-lado los científicos. Una conclusión es que el problema podría ser abor-dado sin sacrificar la estabilidad macroeconómica ni el crecimiento y sin exigir más de la cuenta a los países menos capacitados para afrontar los costos de las políticas. Otra es que no deben menospreciarse los riesgos para la agricultura, y que si no se reducen las emisiones de carbono, la productividad agrícola disminuirá notablemente, sobre todo en los paí-ses en desarrollo. Una tercera es que en los mercados financieros está despegando el comercio de derechos de emisiones, derivados sobre el clima y bonos para catástrofes. Y una última es que existen mecanis-mos para integrar la respuesta al cambio climático en las estrategias de desarrollo sostenible, lo cual debería ayudar a disipar el temor de que se roben valiosos recursos a otras cuestiones de desarrollo más acuciantes, como el crecimiento y la pobreza.

Laura WallaceDirectora

DEPARTAMENTOS2 Cartas a la Directora

4 Notas breves

6 Gente del mundo de la economía En pos de reglas

Prakash Loungani entrevista a John Taylor

16 Bajo la lupaEnergía mundial: Cada vez másinsostenibleLorcan Lyons

42 Vuelta a lo esencialRegímenes cambiarios: ¿Tipos fijos o flotantes?Mark Stone, Harald Anderson y Romain Veyrune

52 Críticas de librosGlobal Imbalances and the Lessons of

Bretton Woods, Barry EichengreenRussia’s Capitalist Revolution: Why

Market Reform Succeeded and Democracy Failed, Anders Åslund

54 Hablando claroSimon Johnson: Riesgos internos

57 Panorama nacional: Sudáfrica

A LOS LECTO

RES

IIustraciones: pág. 33, Dale Glasgow.

Fotografías: Portada, Richard Hamilton Smith/Corbis; pág. 4, Hassan Anmar/AFP, Tim Chapman/Getty Images; pág. 5, Tyler Hicks/Getty Images; pág. 6, Unidad de Fotografía del FMI; págs. 10–11, Corbis, Piotr Malecki/Panos, Pete Turner/Stone; Unidad de Fotografía del FMI; págs 16–17, Don Hammond/Corbis; pág. 18, Peter Essick/Aurora/Getty Images; pág. 23, Howard Burditt/Reuters; pág. 28, Charles O’Rear/Corbis; pág. 37, Reuters/Corbis; pág. 44, Xinhua/Landov; pág. 48, Gautam Singh/AP; págs. 52–54, Unidad de Fotografía del FMI.

Finanzas & Desarrollo marzo de 2008 1

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La campaña contra el SRASQuiero felicitarla por el excelente nú-mero sobre el gobierno internacional (diciembre de 2007). En “Gestión inter-nacional de la salud”, David Bloom des-taca la campaña contra el síndrome res-piratorio agudo severo (SRAS) y señala que “una acción acertada [...] [lo] con-troló rápidamente” y que “los organis-mos hicieron a un lado sus intereses en conflicto, y coordinaron esfuerzos a través del rápido estableci-miento de redes mundiales epidemiológicas, clínicas y de labora-torios”. Esta afirmación es cierta, pero se olvida de los detalles.

Hay una diferencia entre establecer redes y lograr que real-mente funcionen. Si bien hubo un intercambio inicial de expe-riencias sobre el SRAS y una acción concertada, solamente funcionó de manera óptima la red de laboratorios, a través de la cual se intercambiaron especímenes inmediatamente y, por lo tanto, se descubrió la causa del SRAS y se establecieron las pruebas esenciales. En el ámbito epidemiológico y del clima, se establecieron redes eficaces. Sin embargo, nunca se recopiló ade-cuadamente el conjunto de datos epidemiológicos mundiales de la Organización Mundial de la Salud (OMS), y la red clínica tuvo dificultades para llegar a un consenso sobre el tratamiento ade-cuado y los ensayos necesarios. Lo más importante fue el inter-cambio inicial de experiencias entre los centros afectados bajo la dirección de la OMS con respecto a la propagación del virus y los métodos de control.

¿Mejorará la respuesta mundial frente al próximo SRAS y la llegada de una pandemia? El nuevo Reglamento Sanitario Internacional dispone un marco jurídico concertado para este tipo de labor, y muchos más países han establecido centros y pro-cedimientos de emergencia. Sin embargo, por lo menos un país se ha negado a intercambiar especímenes de la gripe aviar en huma-nos. Además, ahora los representantes nacionales e internaciona-les participan en este proceso más activamente que en 2003 y, por lo tanto, los sistemas técnicos son más políticos. Si esto significa que no se intercambiarán especímenes, datos o experiencias por consideraciones políticas, el resultado podría ser demoledor.

Como se señala en F&D, el número de participantes en el ámbito de la salud mundial es cada vez mayor e incluye al grupo denominado “Health 8” (el Banco Mundial, FMSTM, FNUAP, la Fundación Gates, GAVI, NUSIDA, la OMS y UNICEF). Pero ¿a quién rinden cuentas? Toda reforma del gobierno internacio-nal debería supuestamente incluir un órgano mundial eficaz que determine las políticas generales de salud y en el cual los esta-dos nación tengan voz y voto. Este órgano es evidentemente la Asamblea General de la Salud, que está integrada por casi todos los países del mundo, pero que actualmente solo supervisa la labor de la OMS. Obviamente, esta asamblea en su forma actual o reformada debería desempeñar una función de gobierno más amplia que abarcara a todos los integrantes de “Health 8”.

Angus NicollExperto Principal, Coordinación de la Gripe

Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades

Estocolmo, Suecia

Un “sistema” fallidoLa pregunta planteada a Joe Cerrell, Helene Gayle y J. Stephen Morrison, y Tore Godal, “¿Quiebra del sistema mundial de salud?” (diciembre de 2007) supone que existe un “sistema”. En el mejor de los casos, los esfuerzos actuales en el ámbito de la prestación mundial de servicios de salud pueden califi carse de esporádicos, caóticos e inadecuados. Un sistema no puede rom-perse, pero puede fallar. Y este falla, con un costo de millones de vidas, sobre todo niños, al año.

Es admirable que estas cuatro mentes prestigiosas reconoz-can ya que estamos lejos de alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) centrados en la salud, pero ninguna ofrece un método infalible para generar oportunamente los recursos adecuados para lograrlos. La señal más alentadora es que estos y otros expertos mundiales consideran ahora que estos objetivos internacionales son una prioridad de seguridad nacional.

Todos los ODM pueden medirse, son asequibles y pueden alcanzarse para 2015 si se proporcionan los medios financieros necesarios. La voluntad política es mucho más importante que las fuerzas del mercado. Las necesidades de salud esenciales y urgentes de los pobres no generan, por sí solas, una respuesta rápida y con recursos suficientes ni en las naciones más ricas (véase la respuesta al huracán Katrina). Las fuerzas del mer-cado pueden mejorar la prosperidad general de la mayoría, pero millones de personas aún morirán afectadas por problemas que pueden prevenirse fácilmente cuando existen tratamientos o medios de prevención. El costo actual de la terapia de rehidra-tación oral (el tratamiento más revolucionario del siglo, según The Lancet en 1977) sigue siendo de unos pocos centavos por paciente y, aun así, casi un millón de niños mueren cada año de deshidratación.

El mundo necesita un sistema de salud realmente internacio-nal: una red mundial de centros de atención de la salud comu-nitarios con el personal suficiente, con la formación y el equipo necesarios, y el financiamiento adecuado para prevenir, detectar o responder rápidamente y de forma eficaz a cualquier amenaza mortal o excepcional a la salud. Actualmente existen la tecnología,los recursos y los conocimientos necesarios. Lo único que falta es la voluntad política y la sabiduría para reconocer que no tene-mos un sistema mundial de salud o un sistema con el financia-miento adecuado, pero ambos son necesarios lo antes posible.

Chuck WooleryEx Director, Consejo Nacional de Salud Internacional

Consejo Mundial de SaludRockville, Maryland, Estados Unidos

Falta de regulación adecuada en la crisis hipotecariaLe agradezco su explicación excelente y clara de la crisis de las hipotecas de alto riesgo (“Los tentáculos de la crisis hipotecaria”, diciembre de 2007). Respondió a muchas de mis preguntas.

No obstante, hay algunas cuestiones relacionadas con esta crisis que me habría gustado que Randall Dodd incluyera en su análisis, como la falta de regulación adecuada y la corrupción en Fannie Mae. Sería interesante examinar el impacto de la “falacia de la tendencia” —es decir, suponer que la tendencia al alza de los precios de la vivienda se mantendría indefinidamente— que

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RTA

SA LA DIRECTORA

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predominó durante los cinco años anteriores a la crisis y el hecho (según me han informado) de que alrededor del 40% de las viviendas construidas fueron “inversiones especulativas” en lugar de casas construidas para compradores concretos.

Cuando escucho las continuas peticiones de asistencia al gobierno federal, muchas veces no se mencionan estas cuestio-nes y, por lo tanto, se ocultan algunos problemas que contribu-yeron a la crisis.

James AngresanoProfesor de Política Económica, The College of Idaho

Caldwell, Idaho, Estados Unidos

Respuesta del autor:Por cuestiones de espacio no pude examinar todos los aspectos de la crisis fi nanciera en el artículo, y las mismas cuestiones li-mitan ahora mi respuesta al Profesor Angresano. Me centraré en la falta de regulación adecuada, su inquietud principal. Efectiva-mente, existen vacíos en la regulación del mercado hipotecario de Estados Unidos. Los prestatarios están protegidos por leyes federales que abarcan la declaración de veracidad en los présta-mos, la discriminación y las prácticas abusivas en la concesión de préstamos.

No obstante, las normas de suscripción de hipotecas se basan en gran medida en la práctica utilizada en el sector. La norma en relación con las hipotecas de “alto riesgo” se deriva de la de las hipotecas “conformes” establecida por Fannie Mae cuando era una empresa estatal, pero esta norma no era obligatoria con-forme a la ley. En cambio, Fannie Mae creó incentivos para “estar conforme” a esa norma. Los préstamos de alto riesgo se otorga-ron fuera del mercado hipotecario de Fannie y Freddie Mac con-forme a la ley. Estos préstamos crecieron con el aumento de los valores respaldados por hipotecas emitidos por el sector privado y las obligaciones de deuda garantizadas (CDO) emitidas por las principales empresas de Wall Street. Las leyes de valores regu-laban la divulgación de información y la negociación de estos valores, pero no restringían su contenido. Algunos supervisores financieros respaldaron abiertamente estos avances.

El comercio de petróleo y la OMCEn “Gestión del sistema de comercio mundial” (diciembre de 2007), Uri Dadush y Julia Nielson presentan un resumen muy útil de la mayor parte de las difi cultades que enfrenta el sistema de comercio multilateral. No obstante, me decepcionó que los au-tores no examinaran la conveniencia de incorporar la gestión del comercio mundial del petróleo en el ámbito de competencia de la Organización Mundial del Comercio (OMC). No cabe duda de que, de jure, el petróleo se encuentra dentro de la jurisdicción de la OMC, como lo estuvo dentro del Acuerdo General sobre Arance-les y Comercio (GATT). No obstante, de facto, las cuotas de pro-ducción impuestas por los países miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) para aumentar los pre-cios nunca se han denunciado conforme a las normas de la OMC. Y al parecer los compromisos de liberalización negociados por los países de la OPEP al acceder a la OMC nunca abarcaron estas cuo-tas, especialmente en el caso reciente de Arabia Saudita.

La incapacidad de la comunidad internacional de ejercer su autoridad en este ámbito legitima la actividad de la OPEP como un cartel dedicado principalmente a restringir la oferta para aumentar los precios del crudo. Este comportamiento deliberado —y con frecuencia eficaz— parece estar en contradicción fla-grante con el sistema de comercio multilateral liberal. Desde un punto de vista práctico, es casi seguro que ha aumentado el nivel medio de los precios del crudo a lo largo del tiempo. Si en el sec-tor manufacturero, el de servicios y en la agricultura deben impe-rar la competitividad y la liberalización, obviamente el comercio de petróleo debería estar sujeto a normas comparables, salvo si se promulga una exención explícita en la OMC.

James M. ArrowsmithNueva York, Estados Unidos

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¡Háganos llegar su opinión! Diríjanos sus comenta-rios, que no podrán exceder de 300 palabras, a [email protected] o a Editor-in-Chief, Finance & Development,International Monetary Fund, Washington, D.C., 20431, EE.UU. Las cartas serán editadas.

FMIBoletínConsulte la versión electrónicadel Boletín del FMI en

www.imf.org/imfsurvey

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Medición de los riesgosUna estrategia efi caz ante la deuda puede ayudar a proteger a un país frente a los cambios bruscos y negativos en los merca-dos y las turbulencias fi nancieras. Para analizar la solidez de la gestión de la deuda pública de un país, el FMI ha elaborado varios instrumentos que pueden ser utilizados por los equipos del FMI y las autoridades nacionales para medir los riesgos de la deuda pública de los mercados emergentes.

Estos instrumentos ayudan a los encargados de la gestión de la deuda pública a ser más conscientes del impacto de los cambios en las circunstancias económicas y financieras sobre sus obligaciones de deuda y a estar en mejores condiciones de elaborar respuestas de política para abordar estos cambios.

La medición de estos riesgos es un primer paso esencial para gestionar la deuda, ya que favorece la reducción de las vulne-rabilidades, incluidos los shocks financieros internacionales. Los países de mercados emergentes y más pequeños son más vulnerables a estos shocks porque sus economías son menos diversificadas, tienen una base de ahorro financiero interno

más pequeña y sistemas financieros menos desarrollados, y además son más susceptibles al contagio financiero.

El marco sobre Indicadores de Riesgo —que incluye dos planillas basadas en Excel— presenta estimaciones del nivel de riesgo de la deuda pública de un país con respecto al de otros países con un nivel de desarrollo similar. También proporciona información sobre la calificación crediticia de un país, su acceso a los mercados internacionales de capital y las perspectivas de colocación de su deuda en estos mercados.

Las planillas facilitan el cálculo de varios indicadores, nue-vos y convencionales, entre los que figuran los que captan los riesgos de tasas de interés y de tipos de cambio (duración, con-vexidad y valor en riesgo, o VAR), los riesgos de crédito (aná-lisis desde la óptica de los créditos contingentes) y los riesgos de liquidez derivados de una posible falta de negociación en el mercado de instrumentos de deuda pública.

Para obtener información y una copia de las planillas de Indicadores de Riesgo, sírvase ponerse en contacto con Marcos Souto ([email protected]) o Michael Papaioannou ([email protected]).

Año de los arrecifes de coralLos expertos y defensores de los arrecifes de coral han designa-do 2008 el Año Internacional de los Arrecifes y han solicitado redoblar los esfuerzos para luchar contra el cambio climático y proteger el complejo ecosistema oceánico mundial. Los científi -cos calculan que el mundo ya ha perdido 30% de sus arrecifes de coral, principalmente debido a los efectos de la pesca excesiva, la contaminación de nutrientes y la conversión del hábitat, pero el blanqueamiento de los corales y la acidifi cación de los mares, efectos asociados al cambio climático, exacerban estos problemas y empujan muchos arrecifes coralinos al borde del desastre.

Una investigación de 17 científicos publicada en Science su-giere que una concentración de CO2 de 450 partes por millón (ppm) en la atmósfera podría ser el punto de inflexión para los arrecifes de coral. Hoy, los niveles de CO2 se acercan a los 380 ppm. “Queda muy poco tiempo para actuar”, señala Marea E. Hatziolos, experta del Banco Mundial y coautora del documento de Science. “Los arrecifes de coral que conocemos hasta ahora habrán desaparecido en el año 2050 si no tomamos medidas inmediatas para reducir drásticamente las emisiones de CO2”.

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NO

TAS

BREVES

El cambio climático afecta a los arrecifes de coral.

Gestión de los manglaresEl planeta ha perdido alrededor de 3,6 millones de hectáreas de manglares desde 1980, lo que equivale a una pérdida alarman-te del 20% de la superfi cie total, según un reciente estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Asia sufrió la mayor disminución neta de manglares desde 1980, con más de 1,9 millones de hectáreas des-truidas, fundamentalmente debido a cambios en el uso de la tie-rra. La FAO cita la alta presión demográfi ca, la conversión a gran escala de las zonas de manglares para la cría de peces y camarones, la agricultura, las infraestructuras y el turismo, además de la con-taminación y los desastres naturales, como las principales causas de la destrucción de los manglares.

Los manglares son bosques perennes resistentes a la sal que se extienden a lo largo de litorales, lagunas, ríos y deltas, y forman ecosistemas importantes que suministran madera, alimentos, forraje, medicinas y miel. También son hábitats para muchos ani-males, como cocodrilos, serpientes, tigres y pájaros. Australia, Brasil, Indonesia, México y Nigeria representan conjuntamente alrededor del 50% de la superficie total de manglar del planeta.

Los manglares protegen los litorales de la erosión, los ciclones y el viento.

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Juegos de guerraUnos 250.000 niños en todo el mundo son reclutados para combatir en confl ictos bélicos, violando el derecho internacional, según el último informe de las Naciones Unidas sobre los niños y los confl ictos armados, que abarca el período de octubre de 2006 a agosto de 2007. Los niños están siendo reclutados por grupos en Afganistán, Burundi, Chad, Colombia, Fi-lipinas, Myanmar, Nepal, la República Centroafricana, la República Democrática del Congo, Somalia, Sudán, Sri Lanka y Uganda. Del lado positivo, en el informe se señala que no se han declarado casos de reclutamiento infantil en Côte d’Ivoire. Sierra Leona y Liberia, que antes utilizaban niños soldado, ya no se encuentran en “la lista de la vergüenza” del informe.

Nivel récord de inversión extranjera En 2007, la inversión extranjera directa mundial (IED) alcanzó un nuevo récord de US$1,5 billones, según anunció la Confe-rencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD). Este organismo atribuyó este nivel récord al creci-miento de las empresas transnacionales y al sólido desempeño económico en muchas regiones del mundo. A pesar de la crisis fi nanciera y crediticia que comenzó a fi nales de 2007, el nivel global de IED no se vio afectado.

El año pasado, los flujos de IED hacia los países desarrolla-dos crecieron por cuarto año consecutivo y alcanzaron US$1 billón. Estados Unidos siguió siendo el principal país receptor y la Unión Europea en su conjunto, la principal región receptora, atrayendo casi el 40% de los flujos de IED en 2007.

Los flujos de inversión extranjera hacia los países en desarro-llo y las economías en transición crecieron el año pasado —un 16% y un 41%, respectivamente— y alcanzaron niveles sin pre-cedentes. En África, la inversión se mantuvo relativamente vigo-rosa, llegando a un nivel récord —US$36.000 millones— gracias al continuo aumento de los precios de los productos básicos mundiales.

No obstante, las perspectivas para 2008 son más moderadas. La UNCTAD advierte que los continuos desequilibrios mundia-les externos, las fuertes fluctuaciones de los tipos de cambio, el aumento de las tasas de interés y las crecientes presiones infla-cionarias, así como los precios altos e inestables de los productos básicos, plantean riesgos que pueden afectar negativamente a los flujos mundiales de IED.

Niños soldado en Sudán.

Calendario de 200817–19 de mayo, Sharm El Sheikh, EgiptoForo Económico Mundial sobre Oriente Medio 200818–19 de mayo, Kiev, UcraniaReunión Anual del BERD de 20083–4 de junio, París, FranciaCambio Climático, Prosperidad y Estabilidad/OCDE5 de junio, Wellington, Nueva ZelandiaDía Mundial del Medio Ambiente 2008 - PNUMA7–9 de julio, Hokkaido, JapónGrupo de los Ocho principales países industriales,

Cumbre de Toyako, Hokkaido

Obtenga información detallada o ejemplares de esta publicación en www.imfbookstore.org/pr/P0803GNO-FD o escriba a [email protected] y utilice el código de promoción P0803GNO-FD.

Sub-Saharan Africa Forging New Trade Links with AsiaKevin Carey, Sanjeev Gupta y Ulrich Jacoby

La obra estudia los nuevos destinos y productos del comercio exterior de África subsahariana a raíz del reciente despegue del crecimiento de China y otros países de Asia y el consiguiente auge de los precios de los productos básicos. ¿Ha diversifi cado la región sus ventas en favor de los bienes manufacturados? Es el momento para que África subsahariana eleve el valor de sus productos básicos e impulse las exportaciones basadas en bienes manufacturados que emplean mucha mano de obra.

US$27. Inglés. © 2007. 64 págs. Rústica.ISBN 978-1-58906-667-0. Stock# ISIEA2007002

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EN ECONOMÍA, como en las demás ciencias, es un honor que se bautice un concepto con el nombre de uno. El profesor de Stanford John Taylor es uno de los macroeconomistas más laureados de su ge-

neración. De hecho, son tantos los conceptos que llevan su nombre, que el presidente de la Junta de la Reserva Federal de Estados Unidos, Ben Bernanke, decía en broma que “nos abrieron el apetito con la regla de Taylor, el principio [de

Taylor] y la curva [de Taylor], y ahora estamos impacientes por conocer la máxima de Taylor, la hipérbola de Taylor y hasta el enigma de Taylor”.

Quizás el más conocido de estos conceptos sea la regla de Taylor, una sencilla ecuación postulada por Taylor en 1992 para describir la reacción de la meta de la tasa de interés de la Fed ante las oscilaciones de la inflación y el ciclo económico. La ecuación sirvió para des-cribir y prescribir: describió el mecanismo utilizado por la Fed para fijar la meta de la tasa de interés y prescribió lo que esta debía —y podría— hacer posterior-mente. Pronto se generalizó entre los bancos centrales el uso de la ecuación como guía de la política.

A quienes conocen bien a John Taylor no les sorprende este éxito. En una conferencia en su honor celebrada en Dallas

el año pasado, el Primer Subdirector Gerente del FMI, John Lipsky, que fue compañero de Taylor en la escuela de pos-grado, dijo: “Si hubiéramos tenido un anuario en Stanford, debajo de la foto de John habría dicho: ‘Mejor candidato para crear una buena regla de política monetaria’. Sus intereses y estudios sin duda apuntaban hacia ello”.

Taylor acepta que su trabajo académico ayudó a sentar las bases, pero confiesa que lo que “hizo que todo cuajara”

fueron sus dos temporadas en Washington, trabajando en política económica en el Consejo de Asesores Económicos (en inglés, CEA). “Dudo que hubiese tenido esa idea sin

la experiencia en el CEA”. Efectivamente, la carrera de Taylor se ha distinguido por un constante ir y venir entre la universidad y el gobierno, últimamente como princi-pal funcionario del Tesoro encargado de asuntos internacionales. En la universi-dad, enseña e investiga con un entusiasmo

poco característico de un funcionario del gobierno de Washington: una vez, para despertar la atención de los estudiantes en una clase sobre la oferta y demanda agrí-cola, se paseó por el salón disfrazado de uva pasa al ritmo de la canción “I Heard It Through the Grapevine”, de Marvin Gaye.

En pos de reglas

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DE LA ECONOMÍA

Prakash Loungani

entrevista a

John Taylor

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De la discrecionalidad a las reglasHasta los años setenta, un manto de misterio cubría el trabajo de la Fed y otros bancos centrales. La política monetaria era un tema esotérico determinado por los técnicos. El problema es que esa discreción solía llevar a costosos errores: por ejemplo, durante la Gran Depresión, cuando la Fed originó una caída de la economía en vez de pisar el acelerador, o durante la gran infl ación de los años setenta, cuando permitió que la infl ación alcanzara los dos dígitos.

La solución, según economistas conservadores como el recordado Milton Friedman era obligar a la Fed a seguir unas reglas bastante rígidas. De hecho, Friedman llevaba déca-das abogando por una regla que obligara a la Fed a mante-ner fijo el crecimiento de la oferta monetaria a un nivel del 3, 5% anual, o sea, prácticamente dejar la política monetaria en manos de una computadora. No obstante, cuando la Fed intentó este tipo de regla basada en la oferta monetaria a prin-cipios de los ochenta, no tuvo éxito: la relación a corto plazo de la oferta monetaria con la economía era demasiado ines-table y las reglas no ofrecían una buena orientación para la política monetaria.

Taylor, quien al igual que Friedman prefería las reglas a la discrecionalidad, fue uno de los macroeconomistas conser-vadores jóvenes que se interesaron por una regla de política monetaria que diera mejor resultado. Su gran capacidad y for-mación lo pusieron al frente del estudio de una regla moneta-ria práctica. Como estudiante en Princeton a mediados de los años sesenta, escribió una tesis premiada que simulaba la reac-ción de la economía a diferentes tipos de políticas. Durante su posgrado en Stanford aplicó estas bases para investigar, con la ayuda de estadísticos famosos como T.W. (Ted) Anderson, los denominados problemas conjuntos de estimación y control: complicados métodos estadísticos para modelizar simultá-neamente el comportamiento de la economía y la elección de políticas económicas óptimas.

En la Universidad de Columbia, su primer empleo des-pués de graduarse, elaboró, junto con Edmund (Ned) Phelps —ganador del Premio Nobel de 2006— modelos de precios y salarios rígidos o lentos. Al rechazar la tendencia, común en las universidades por esos días, de suponer precios y salarios flexibles, Taylor logró impartir más realismo a sus modelos y hacerlos más aceptables para los investigadores de la Fed y otros bancos centrales.

Taylor dice que su paso por Columbia fue inolvidable por el desafío intelectual de estar cerca de “estrellas reconoci-das, como Ned Phelps y Phil Cagan, y futuras estrellas, como Guillermo Calvo (véase la edición de marzo del 2007 de F&D)y Carlos Rodríguez”. Posteriormente, Taylor y Calvo entre otros logros académicos, abrieron la puerta a la investigación de pre-cios y salarios rígidos. De hecho, las expresiones “contratos de Taylor” y “contratos de Calvo” han pasado a integrar el léxico de la economía para referirse a propuestas para captar com-portamientos lentos de los precios y los salarios.

¡Viva Taylor!Durante su paso por el CEA Taylor descubrió el lado práctico de la formulación de la política monetaria. Como integran-

te del cuerpo de economistas de la institución en 1976–77, comprendió la importancia para la aplicación de la política monetaria de medir conceptos como el PIB potencial y la tasa natural de desempleo. Uno de los principales logros del CEA durante esta época, dice, fue elevar la estimación, del 4% al 4,9%, de la tasa natural de desempleo de Estados Unidos. “Los políticos temían llegar al 5%”, dice Taylor con burla. “Era algo así como poner el precio del galón de gasolina a $1,995 en vez de a $2”.

En 1989 —habiendo abandonado Columbia por Stanford— Taylor regresó a Washington cuando el Presidente de Estados Unidos, George H.W. Bush, lo nombró uno de los tres inte-grantes del CEA. Una de sus funciones era servir de enlace con la Fed. “Pude ver que el comportamiento de la Fed no era tan caótico ni discrecional como se decía. Los funcionarios de la Fed consideraban que su reacción a los fenómenos de la eco-nomía era bastante sistemática”, dice Taylor.

Donald Kohn, por muchos años funcionario de la Fed y ahora Vicepresidente del Consejo, recuerda esas conversaciones con Taylor: “Empezaron en serio a fines de los ochenta, cuando John estaba en el CEA, y no se limitaban a oficinas y aulas en Washington y Stanford, o a conferencias por todo el mundo, sino que también ocurrían en cenas en Washington y Palo Alto y hasta en caminatas por los campos de Vermont o Wyoming”.

En 1991, al final de su segundo paso por el CEA, Taylor empezó a pensar seriamente en formular “una regla sencilla y práctica”, una ecuación que ayudara a los profanos a com-prender el comportamiento de la Fed y un patrón para que esta midiera su desempeño. Taylor presentó esta ecuación en la conferencia Carnegie-Rochester en noviembre de 1992. Pronto ganó aplausos no solo en los círculos académicos, sino también gubernamentales y del sector privado. Lipsky, por ese entonces en Salomon Brothers, fue uno de los pri-meros en aceptarla. “En nuestro pronóstico de diciembre de 1993 usamos la ecuación de Taylor para indicar que una con-tracción monetaria era más que inminente”, dijo Lipsky en la conferencia del año pasado en Dallas. “Efectivamente, la Fed elevó las tasas en febrero de 1994, en contra del consenso de los mercados”.

La ecuación que Taylor propuso fue la sencillez misma; tanto que la pudo escribir en el reverso de su tarjeta de presentación (recuadro 1). Según ella, de 1987 a 1992, dos factores habían motivado a la Fed para fijar su instrumento de política, la tasa de los fondos federales:

• Cuán cerca estaba la tasa de inflación de Estados Unidos del 2%. Si superaba esa cifra, la Fed tendía a elevar la tasa objetivo de los fondos federales a fin de enfriar la inflación.

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La ecuación que Taylor propuso fue la sencillez misma; tanto que la pudo escribir en el reverso de su tarjeta de presentación.

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• Cuán lejos estaba de su potencial el ingreso real de la economía. Si estaba por debajo, la Fed tendía a reducir la tasa objetivo a fin de estimular la economía.

Taylor demostró que si se hubiera observado su ecuación en los años setenta, los resultados económicos habrían sido superiores. La inflación no se habría disparado, ya que, a cada aumento de la tasa de inflación (de más del 2%), la Fed habría respondido con un aumento más que proporcional de la tasa de los fondos federales. Esta reacción de las tasas de interés más que proporcional ante la inflación se ha consagrado como el principio de Taylor.

Usando su regla, Taylor califica de regular el comporta-miento de la Fed. El año pasado, en la conferencia económica de Jackson Hole, Wyoming, Taylor demostró que entre 2002 y 2005, la Fed incrementó la tasa objetivo de los fondos federales a un ritmo más lento que lo que aconsejaría su regla. Según Taylor, si la Fed hubiese seguido la regla, quizá se habría miti-gado gran parte del auge, y la consiguiente caída, de la cons-trucción de viviendas.

¿Por qué una simple ecuación logró ser aceptada como regla de política monetaria? Una razón era la fama de Taylor de haber trabajado con modelos multipaíses de la economía mundial mucho mayores y complicados, sobre todo en una época en que pocos macroeconomistas lo hacían. Andrew Levin, uno de los varios estudiantes de posgrado de Stanford preparados por Taylor que tiene un alto cargo en la Fed, dice que Taylor tenía fama de “exigir lo máximo de la supercomputadora de Stanford” para resolver sus modelos. Que una persona así propusiera una regla sencilla le daba una credibilidad inusitada.

La cooperación en medio del caosEn 2001, Taylor regresó a Washington, esta vez como Subsecre-tario del Tesoro para asuntos internacionales en el gobierno del Presidente George W. Bush. Su trabajo se centró en conseguir el apoyo político de los ministros de Hacienda para congelar

los activos de terroristas tras los atentados del 11-S. Taylor se enorgullece de que la Comisión 11-S que analizó las medidas del gobierno tras los atentados califi cara la tarea de congelar el fi nanciamiento del terrorismo “con la nota más alta, una A-, en medio de las D y F” que recibieron otros aspectos de la guerra contra el terrorismo.

Taylor también tuvo que tratar otra vez con los bancos cen-trales, pero en otro contexto. Supervisó la creación de un banco central independiente en Irak y los enormes desafíos logísticos de introducir una moneda nueva, el dinar iraquí. La tarea se complicó por la orden de Saddam Hussein de sacar US$1.000 millones en efectivo de las bóvedas del banco central poco antes de la caída de su régimen en 2003. Ello significaba que si la nueva moneda no tenía éxito y la gente quería cambiarla por dólares de EE.UU. o euros, el banco central no tendría forma de hacerlo. “La imagen del banco central iraquí con sus reservas de divisas agotadas bastaba para causar escalofríos en un econo-mista monetario como yo”, escribió Taylor en su libro de 2007 Global Financial Warriors. Cuando gran parte del dinero robado apareció enterrado en el palacio de Hussein, Taylor quería que lo devolvieran al banco central; pero, dice, “la mayoría de la gente creía que era mejor utilizar los fondos para proyectos de recons-trucción”, como acueductos y alcantarillados.

Así que no hubo mucho margen para errores en la introduc-ción del nuevo dinar. El nuevo dinero “llenaba 27 aviones 747”. Fue enviado a Irak por vía aérea desde siete imprentas de dis-tintas partes del mundo y se distribuyó a 240 lugares del país en convoyes militares. Por fortuna, la moneda resultó tan popular que la gente empezó a cambiar sus dólares de EE.UU. por los nuevos dinares. De ese modo, las reservas de divisas del banco central empezaron a aumentar. “Cuando superaron el nivel de los 1.000 millones de dólares, suspiré aliviado,” escribe Taylor en su libro.

Su labor en Irak le valió la medalla de servicio distinguido del Tesoro de Estados Unidos. En retrospectiva, Taylor mani-

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Recuadro 1

A la medida de TaylorLa llamada regla de Taylor fue una simple ecuación que John Taylor presentó en una conferencia en 1992 y explicó en un libro en 1999:

r = 1,5p + 0,5y,donde r es la desviación de la meta de la Fed para la tasa real de los fondos federales frente a su promedio a largo plazo, p es la desviación de la tasa de inflación frente a una meta de infla-ción, e y es la brecha entre el producto efectivo y el potencial. La tasa de los fondos federales es el interés que se cobran los bancos entre sí por los préstamos a un día de reservas supera-vitarias y constituye la herramienta clave de mercado que uti-liza la Fed para aplicar su política monetaria.

Como precepto, la ecuación aconseja a la Fed elevar la tasa de interés objetivo por encima de su nivel neutral cuando la inflación supera la meta del banco central (explícita o implí-cita) o cuando el producto sobrepasa su potencial.

En resumen, la ecuación le exige a la Fed que “vaya contra la corriente”. También expresa lo que se ha reconocido como el

principio de Taylor: el banco central debe reaccionar ante un aumento de la inflación con un aumento más que proporcio-nal en la tasa objetivo de los fondos federales.

Taylor demostró que en 1987–92 esta ecuación también describía el comportamiento efectivo de la tasa de los fon-dos federales y postuló que el buen desempeño de la política monetaria en este período obedeció a la aplicación implícita de esta regla.

Si bien fue la regla de Taylor la que lo hizo famoso, no era necesaria para asegurarse su fama como destacado macroeco-nomista. En los años setenta, trabajó en lo que se conoce ahora como la curva de Taylor. Al igual que la famosa curva de Phillips, es una relación entre la inflación y el desempleo; pero mientras la curva de Phillips establece una relación entre el nivel de la inflación y el desempleo, Taylor demostró que la disyuntiva en realidad está entre la volatilidad de la inflación y el desempleo. Unas buenas políticas del banco central pueden facilitar la elec-ción al reducir no solo la volatilidad de la inflación, sino tam-bién la del desempleo.

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fiesta que le sorprendió “la gran cooperación internacional y diplomacia que requirió”. Los programas de congelación de activos eventualmente llegaron a más de 180 países, anota, y este es uno de los mejores ejemplos de cooperación interna-cional “al menos desde la fundación de las instituciones de Bretton Woods”.

Nuevas reglas para el FMIEl paso de Taylor por el Tesoro de Estados Unidos también fue notable por sus ideas para orientar la reforma del FMI. De conformidad con su interés en las políticas basadas en reglas, Taylor pensaba que “uno de los problemas del FMI era la falta de un comportamiento sistemático. ¿Rescatará o no a un país? ¿Cuándo?” Piensa que esta falta de comportamiento sistemáti-co ayudó a crear incertidumbre en los mercados y fue una de las razones por las que hubo “tanto contagio” durante las crisis fi nancieras de los noventa.

Por lo tanto, Taylor apoyó decididamente las reformas del FMI encaminadas, en sus palabras, “a someter la institución a más reglas”; entre ellas, la decisión de 2003 de clarificar los cri-terios bajo los cuales los países tendrían derecho a préstamos muy grandes del FMI. En un artículo de 2005, Taylor escribe que esta aclaración ayudaría a “reducir la incertidumbre y crear

los incentivos correctos para las autoridades y los inversionistas privados”. Por los mismos motivos, también defendió la adop-ción de cláusulas de acción colectiva para los bonos soberanos, que brindan más previsibilidad en caso de reestructuración de la deuda. Las cláusulas se adoptaron por primera vez para la deuda emitida por el gobierno de México en 2003 y se han convertido en la norma del mercado.

Según la prensa, el trabajo de Taylor sobre estos contratos le valió un agrio enfrentamiento con su antigua colega de Stanford, Anne Krueger, a la sazón Primera Subdirectora Gerente del FMI, quien había sugerido la creación de un mecanismo centralizado de reestructuración de la deuda soberana. Taylor dice que se opuso a ese mecanismo, pero en Global Financial Warriors escri-bió que “la idea de que Anne Krueger y yo tuviésemos algún tipo de rencilla personal era ridícula [. . .] jugábamos juntos al golf en la cancha del FMI en Bretton Woods, Maryland, y en Stanford, California. Como ex compañeros de universidad, era natural tener diferencias de opinión sobre cuestiones profesionales y seguir siendo amigos”. ¿Quien ganó en el golf? Estábamos “bas-tante igualados”, responde Taylor.

Taylor también defendió la creación por parte del FMI de un Instrumento de Apoyo a la Política Económica en 2005, que con-sidera un “programa del FMI sin el crédito”. Taylor arguye que este nuevo instrumento —que hasta el momento ha sido utili-zado por Cabo Verde, Mozambique, Nigeria, Senegal, Tanzanía y Uganda— brinda a los países los beneficios de un programa del FMI, como el asesoramiento técnico para el diseño de pro-gramas económicos, aunque no tengan necesidades financieras urgentes. Sin este instrumento, dice Taylor, “los préstamos del FMI debían ser renovados porque esta era la única forma” de enviar señales a los mercados y a los donantes de que los países habían recibido “el importante sello de aprobación” del FMI.

Entre Stanford y WashingtonEn 2005, Taylor decidió que era el momento de regresar a Stan-ford después de “cuatro años muy intensos” en el Tesoro de Es-tados Unidos. Apenas tiene 61 años y ha regresado a la docencia (recuadro 2), la investigación, y a seguir vigilando a la Fed. Ha apoyado las medidas de la Fed durante la reciente conmoción mundial, incluida la drástica reducción de 75 puntos básicos de la tasa de los fondos federales sin esperar a la siguiente reunión del Comité de Operaciones de Mercado Abierto de la Reserva Fe-deral. Taylor le dijo al Financial Times que este recorte “equivalía a adelantar algo que de todos modos había que hacer. Me parece buena la idea de hacerlo en medio de un período muy difícil para el mercado”.

Este año, al igual que en varias elecciones anteriores para la presidencia de Estados Unidos, John Taylor asesora al partido republicano en temas económicos y forma parte de la campaña del senador John McCain, por lo cual visita Washington con mucha frecuencia. Al preguntarle cuál cree que será el resultado de las elecciones, Taylor ríe y responde: “Qué pena, ¡no tengo una regla de Taylor para predecir el resultado de las elecciones!” ■

Prakash Loungani es Jefe de División en el Departamento de Relaciones Externas del FMI.

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Recuadro 2

El arte de transgredir las reglasCuando se trata de enseñar economía, John Taylor cree que vale la pena infringir las reglas. El recuerdo que tienen muchos de las clases de economía en la universidad es la imagen de algún profesor desabrido que habla y habla sobre algún concepto abstracto. Taylor considera que los profeso-res de economía “deben tratar de divertir educando” y estar dispuestos a “coquetear con el peligro” para dar vida a un concepto económico abstracto.

Además de plasmar sus ideas sobre pedagogía en su popu-lar libro de texto sobre principios de economía, que ya va por su sexta edición, Taylor suele intercambiar vivencias con otros profesores mediante la presentación de ponencias en conferencias. En una de ellas, instó a los profesores a practi-car la “economía de la sorpresa”, que según dijo consiste en hacer clases de economía “menos abstractas, más intuitivas, más pertinentes y más memorables”. Fiel a su convicción, Taylor —además de disfrazarse de uva pasa— ha tratado de hacer memorables sus clases pasando por los altavoces del salón de conferencias “la voz de Adam Smith”.

Su dedicación a la enseñanza le ha granjeado el cariño de toda una generación de alumnos de Stanford —y le ha merecido premios de pedagogía— pero dice que su alumno más famoso fue uno que “se le escapó”. En el otoño de 1995, el golfista Tiger Woods, que poco después abandonó Stanford, tomó el curso de introducción a la economía de Taylor. “Quizás expliqué el concepto del costo de oportuni-dad con mucha claridad”, bromea. Añade que ahora utiliza el ejemplo de Woods —y los US$40 millones en ingresos que habría sacrificado si se queda en Stanford— para expli-car el concepto del costo de oportunidad a los estudiantes de primer año. “Entienden la idea de inmediato”.

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LOS MERCADOS de productos bási-cos están en auge. Los precios de muchos de estos productos —los del petróleo, el níquel, el maíz y el trigo—

han alcanzado niveles récord en los últimos meses a pesar de la turbulencia en los mercados de crédito y la desaceleración de la actividad en muchas economías avanzadas (gráfi co 1). El auge actual también ha benefi ciado a más sec-tores y ha sido más prolongado de lo habitual, y contrasta claramente con los años ochenta y noventa, cuando los precios de la mayoría de los productos básicos mantuvieron una tendencia a la baja. Con todo, a pesar de la aparente recupe-ración, los precios ajustados para tener en cuen-ta la infl ación de muchos productos básicos aún están muy por debajo de los niveles de los años sesenta y setenta.

El auge de los precios ha transformado total-mente el panorama de los productos básicos. Los países exportadores de estos productos se han beneficiado del rápido aumento de los ingresos de exportación. De hecho, varios analistas con-sideran que los altos precios de los productos básicos han contribuido notablemente al creci-miento pujante de muchas economías emergen-tes y en desarrollo. La inversión en el sector de los productos básicos se ha acelerado tras un largo período de escaso dinamismo. Y, en los mercados

financieros, los productos básicos se han con-vertido en una categoría más dentro de la gran variedad de activos. Además, los importadores y consumidores de productos básicos han comen-zado a sufrir los efectos del aumento de los pre-cios y existe la preocupación por el impacto que éste podría tener en los pobres de las economías emergentes y en desarrollo.

Aunque el crecimiento mundial vigoroso de los últimos años es solo una de las razones de los altos precios, las previsiones que apuntan a la desaceleración de la actividad económica mundial en 2008–09 suscitan preocupación con respecto a las perspectivas de los mercados de productos básicos. En un estudio llevado a cabo recientemente por el FMI para com-prender mejor las razones que explican el auge de los productos básicos y su posible impacto macroeconómico en todo el mundo se señala que este auge refleja muchos factores cíclicos y estructurales. También se observa que, si bien el impacto en la economía mundial de este auge, impulsado principalmente por la demanda, ha sido limitado hasta la fecha, el creciente aumento de los precios de los productos básicos comienza a plantear riesgos inflacionarios y podría causar dificultades de financiamiento externo para algunos países, en particular los importadores netos de estos productos de bajo ingreso.

El alza de precios de los productos básicospodría tener un impacto duradero

Thomas Helbling, Valerie Mercer-Blackman y Kevin Cheng

Terminal de trigo en Minnesota, Estados Unidos.

Viento a AUGE DE LOS PRODUCTOS BÁSICOS

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Factores de la demanda y la oferta¿Por qué son tan altos los precios de los productos básicos? Además de los factores relacionados específi camente con estos productos —como los riesgos geopolíticos, las condiciones meteorológicas y las plagas agrícolas— el auge actual de los precios está impulsado por la demanda y la oferta, que se refuerzan mutuamente en un entorno fi nanciero favorable.

Primero, las economías emergentes han impulsado la de-manda de algunos productos básicos y es probable que esta tendencia continúe. Los aumentos anuales del consumo mun-dial de los principales grupos de productos básicos en 2001–07 fueron más altos que en los años ochenta y noventa (gráfico 2). Además, aunque el crecimiento mundial vigoroso fue un factor clave, su impacto se vio reforzado por un fuerte aumento del ingreso per cápita, la rápida industrialización, el uso más inten-sivo de productos básicos en la economía y el rápido crecimiento demográfico en algunas de las principales economías emergen-tes (especialmente, China, India y Oriente Medio). Todos estos factores han contribuido al rápido ritmo de crecimiento de la demanda en los últimos años.

En el mercado petrolero, la demanda de China, India y Oriente Medio representó más del 56% del crecimiento del consumo de petróleo en 2001–07. Este crecimiento obedeció en parte al creciente número de propietarios de vehículos relacionado con el aumento del ingreso per cápita. Las ventas de automóviles en China, por ejemplo, se quintuplicaron en 2001–07 (véase “Bajo la lupa” en este número). Al mismo tiempo, la industrialización y la urbanización de los mercados emergentes, especialmente en China, han incrementado la demanda de electricidad basada en

los combustibles. En consecuencia, los precios de otros combus-tibles —en particular el carbón— también han subido rápida-mente en los últimos meses.

En algunos casos, el aumento de la demanda de combustibles en algunas economías emergentes también obedece a factores políticos, especialmente los precios internos al usuario final que están desvinculados de los precios mundiales de mercado y, por lo tanto, están cada vez más subvencionados, en particular en las eco-nomías exportadoras de petróleo. Y la Agencia Internacional de Energía ha proyectado que el crecimiento del consumo de petróleo

Gráfico 1

Precios récordLos precios de muchos productos básicos han alcanzado nuevos máximos en los últimos meses.

(Precios reales de los productos básicos; precios constantes de 2005,

2005 = 100)

Fuentes: FMI, base de datos del Sistema de Precios de los Productos Básicos y de International Financial Statistics.

0

40

80

120

160

200Alimentos

Petróleo

1980 83 86 89 92 95 98 2001 04 07

Metales

Materias primas agrícolas

Plataforma petrolífera en el Golfo de México. Fábrica de acero en Katowice, Polonia.

favor

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en las economías emergentes y en desarrollo continuará supe-rando el de las economías avanzadas y aumentará en alrededor del 3!/2% anual en 2007–12, frente al 1% en este último grupo.

Las economías emergentes también están contribuyendo nota-blemente al auge de los mercados de productos básicos no petro-leros. Concretamente, la industrialización y la urbanización de China han impulsado el consumo de metales básicos. En 2000–06, por ejemplo, China contribuyó en alrededor del 90% al aumento del consumo mundial de cobre y, en 2006, contribuyó en una quinta parte al consumo mundial de trigo, arroz y soja. De hecho, China es el principal importador de soja del mundo y consume un 40% de las exportaciones mundiales de este producto.

En segundo lugar, los biocombustibles han impulsado la demanda de cultivos alimentarios específicos. Otro factor prin-cipal que explica la diferencia entre este auge y los anteriores es el papel de los biocombustibles. Los altos precios del petróleo en los últimos años, junto con la generosa política de apoyo de Estados Unidos y la Unión Europea, han contribuido a incrementar el uso de los biocombustibles, en particular en las economías avan-zadas. En 2005, Estados Unidos superó a Brasil como principal productor mundial de etanol, y representa más del 80% del uso mundial de biocombustibles. La Unión Europea es el principal productor de biodiesel.

La producción de biocombustibles está afectando mucho a los mercados de alimentos —se está desviando entre el 20% y el 50% de los productos destinados al alimento de animales, espe-cialmente el maíz y la colza, en los principales países productores hacia los biocombustibles— aunque no influye en los mercados de productos petroleros, en que los biocombustibles constituyen menos del 1½% de la oferta de combustible para transporte. Este cambio está creando una asimetría de los precios, lo que significa que los precios de los productos petroleros están determinando los precios al por menor de los biocombustibles, y el crecimiento de los biocombustibles, a su vez, está afectando fuertemente a los

precios de los productos destinados al alimento de animales (en particular, el etanol es un producto derivado del maíz y el azúcar).

Las ambiciosas decisiones de Estados Unidos y la Unión Euro-pea sobre el uso de biocombustibles implican que la desviación de los cultivos hacia la producción de biocombustibles conti-nuará por lo menos durante otros cinco años, cuando la segunda generación de biocombustibles —producidos a partir de materia vegetal no comestible que no compita por la tierra ni los recur-sos de agua utilizados para el cultivo de los principales productos alimentarios— sea viable comercialmente. En Estados Unidos, la Ley de la Energía de 2007 casi quintuplica la meta de biocom-bustibles, hasta 35.000 millones de galones en 2022, y la Unión Europea ha resuelto que el 10% de los combustibles para trans-porte deben utilizar biocombustibles en 2020, lo que significa que la presión al alza sobre los precios de algunos de los principales cultivos alimentarios se mantendrá durante algún tiempo.

En tercer lugar, la respuesta lenta de la oferta ha ampliado las presiones sobre los precios. El aumento de la demanda por sí solo no puede explicar el alza notable y persistente de los precios de los productos básicos observada en los últimos años. Los factores de la oferta también contribuyen a estas presiones. La respuesta lenta de la oferta en las fases iniciales de este auge impulsado principal-mente por la demanda no fue una sorpresa, dados los límites al incremento de la producción a corto plazo. El exceso de demanda se absorbe a través de la disminución de las existencias mientras aumentan los precios: un patrón observado en muchos mercados de productos básicos en los últimos años. Dado que la demanda de estos productos tiende a ser inelástica a los precios, los efectos del rápido aumento de los precios en la demanda durante estas fases tiende a ser limitado, lo que en parte explica los grandes picos observados con frecuencia en los mercados de productos básicos.

No obstante, además de los problemas iniciales de respuesta de la oferta, una nueva característica clave del auge actual del mer-cado de productos básicos en todos los sectores es el papel cada vez más importante del ajuste lento de la oferta al aumento de la demanda. Estos problemas estructurales han sido particular-mente agudos en el sector del petróleo, donde el aumento de la capacidad en respuesta a los precios persistentemente altos ha sido desalentador en los últimos años (gráfico 3). Y, a medida que se confirmaban las perspectivas pesimistas con respecto al creci-miento de la capacidad, estas expectativas han avivado las pre-siones sobre los precios, particularmente en 2007. Algunos de los obstáculos principales han sido la reducción del tamaño medio de los yacimientos y los desafíos tecnológicos derivados de la cre-ciente dependencia de la explotación de yacimientos no conven-cionales (como los yacimientos en el fondo del mar o las arenas petrolíferas). Estas rigideces de la oferta, junto con el aumento de la demanda de equipo y servicios relacionados con el petróleo, han empujado los costes marcadamente al alza. Por lo tanto, a pesar del aumento del 70% de la inversión nominal en 2004–06, la inversión real en el sector de producción de crudo apenas se ha incrementado. Aunque algunos aumentos de los costos relacio-nados con la demanda elevada de insumos son cíclicos y se redu-cirán cuando el equipo y la oferta de mano de obra cualificada en el sector petrolero alcancen un nivel equiparable, estos problemas geológicos y tecnológicos conexos probablemente persistirán durante algún tiempo.

Gráfico 2

Demanda crecienteEl aumento de la demanda, especialmente en los mercados emergentes, es un factor clave del alza de los precios de los productos básicos.

(Contribuciones de algunas regiones al aumento del consumo anual; promedio del período)

Fuentes: Departamento de Agricultura de Estados Unidos; Oficina Mundial de Estadísticas del Metal, British Petroleum, y personal técnico del FMI.

1Los metales se expresan en cientos de miles de toneladas métricas. Los principales cultivos alimentarios (maíz, arroz, soja y trigo) y el petróleo se expresan en miles de toneladas métricas.

2Los principales cultivos alimentarios son el maíz, el arroz, la soja y el trigo.

–2.000

2.000

6.000

10.000

14.000

18.000

22.000

26.000

30.000

Otras economías emergentes y en desarrollo

1985–90

1991–2000

2001–06

1980–90

1991–2000

2001–07

1980–90

1991–2000

2001–07

Metales1

(aluminio y cobre)Petróleo1 Principales cultivos

alimentarios1, 2

OCDEChina

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Finanzas & Desarrollo marzo de 2008 13

Con el tiempo, los saldos de mercado de otros productos básicos también se han reducido. Las existencias de muchos pro-ductos básicos han caído a niveles muy bajos a pesar del sólido crecimiento de la producción, dado el auge de la demanda. Por ejemplo, las existencias de petróleo comercial de las economías avanzadas se redujeron marcadamente en 2007, las de los prin-cipales metales comunes se han mantenido en niveles mínimos críticos en los últimos dos años, y los saldos de los principales cultivos alimentarios (como el trigo y el maíz) se sitúan en los niveles más bajos en dos décadas (gráfico 4).

Cuatro, los vínculos importantes entre los productos bási-cos transmiten los aumentos de precios. Los vínculos entre los mercados de varios productos básicos además de los relaciona-dos con las condiciones macroeconómicas comunes también han contribuido a los aumentos recientes de los precios. Por ejemplo, la demanda de biocombustibles no solo ha empujado al alza los precios del maíz, sino también los de otros produc-tos alimentarios porque el maíz se utiliza como insumo en su producción (la carne, el pollo y los productos lácteos) o como sustituto casi perfecto. En Estados Unidos, por ejemplo, esta demanda ha ejercido una importante presión al alza sobre los precios de la harina y el aceite de soja, lo que ha contribuido al aumento de los precios de otros aceites comestibles a través de los efectos de sustitución.

El aumento de los precios del petróleo también ha tenido un efecto importante en otros productos básicos, no solo a través del mecanismo tradicional del alza ocasionada por los costos (por-que el petróleo se utiliza como insumo en la agricultura y en la producción de metales como el aluminio), sino también a través de los efectos de sustitución. Por ejemplo, los precios del caucho natural se han incrementado porque su sustituto es el caucho sintético basado en el petróleo.

Quinto, las bajas tasas de interés y la depreciación efectiva del dólar han sido un factor complementario. Con la rápida expansión de los mercados financieros de productos básicos en los últimos años, muchos precios de estos productos están expuestos de forma más directa a los distintos shocks macrofi-nancieros. La razón principal es que los precios al contado de un número cada vez mayor de productos básicos se determinan en operaciones basadas en los tipos de cambio. Aunque este tipo de operaciones existe desde hace mucho tiempo para el comer-cio de algunos productos básicos agrícolas como los granos, recientemente es más común en el caso de otros productos. Por ejemplo, los precios del petróleo se determinaban principal-mente a través de contratos a largo plazo entre los productores de petróleo y las compañías petrolíferas hasta finales de los años setenta, pero ahora se determinan en los mercados de futuros, en los cuales la oferta y la demanda determinan los precios al contado y de entrega a plazo (precios de futuros). Además, dado que muchos contratos de futuros se liquidan en efectivo en lugar de a través de la entrega de los productos básicos subyacentes, los inversionistas ajenos al sector de los productos básicos pue-den utilizar estos productos para diversificar sus carteras y, por lo tanto, reforzar los vínculos entre los mercados de futuros de productos básicos y otros mercados financieros. Esta situación ha creado nuevas oportunidades para los participantes del mer-cado, pero también nuevos desafíos (véase el recuadro).

Además del vínculo estrecho que mantienen con el crecimiento de la economía mundial analizado anteriormente, los precios de los productos básicos también se han visto respaldados por otras condiciones macrofinancieras, en particular las bajas tasas de interés y la depreciación del tipo de cambio efectivo del dólar de EE.UU. Estas tasas pueden estimular la demanda agregada, lo que aumentará la demanda de productos básicos. Además de este efecto relacionado con el crecimiento, las condiciones de liqui-dez favorables asociadas con las bajas tasas de interés también tienden a aumentar la demanda de activos relacionados con los productos básicos (en parte porque las letras del Tesoro de bajo rendimiento son menos atractivas) y los incentivos para mante-ner existencias de productos básicos al reducir los costos de man-tenimiento, siempre que las demás condiciones no varíen.

El tipo de cambio del dólar de EE.UU. afecta a los precios de los productos básicos porque la mayoría de estos productos —en particular, el petróleo crudo, los metales preciosos, los metales industriales y los granos— se cotizan en dólares de EE.UU. Por lo tanto, la depreciación efectiva del dólar en los últimos años ha contribuido a que los productos básicos sean menos costosos para los consumidores que no pertenecen a la zona del dólar, lo

Gráfico 3

Bajo crecimiento de la capacidadLa oferta de muchos productos básicos, en particular de petróleo, ha respondido lentamente al aumento de los precios.

(Demanda mundial de petróleo crudo; capacidad de producción y capacidad excedentaria; millones de barriles diarios)

Fuentes: British Petroleum Statistical Review; U.S. Energy Information Administration, Agencia Internacional de Energía y personal técnico del FMI.

Capacidad excedentaria (escala de la der.)

1970 75 80 85 90 95

2000 05

Capacidad (escala de la izq.)Demanda (escala de la izq.)

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5

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80

90

Gráfico 4

Reducción de las existenciasLa fuerte demanda es uno de los factores clave de la reducción de las existencias de los principales cultivos alimentarios.(Demanda de los principales cultivos alimentarios; variación interanual; millones de toneladas métricas) (Número de días)

Fuente: Departamento de Agricultura de Estados Unidos.1Promedio del período.

Maíz utilizado en la producción de etanol en Estados Unidos(escala de la izq.) Países industriales (escala de la izq.)

China(escala de la izq.)Países industriales y en desarrollo (escala de la izq.)

1990–951 1995–20001 2000–051 2006 2007

Días de existencias (escala de la der.)

–20

0

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14 Finanzas & Desarrollo marzo de 2008

que ha aumentado la demanda de estos productos. Del lado de la oferta, la reducción de las utilidades en moneda local de los pro-ductores que no forman parte de la zona del dólar ha ejercido presión sobre los precios de los productos básicos. Una disminu-ción del valor efectivo del dólar también reduce los rendimientos de los activos financieros denominados en dólares en moneda extranjera, lo que puede contribuir a que los productos básicos se conviertan en una categoría de activos más atractivos para los inversionistas extranjeros (véase el recuadro). Por último, la depreciación del dólar puede dar lugar a la aplicación de una política monetaria menos restrictiva y a la reducción de las tasas de interés en otras economías, especialmente en los países cuyas monedas están vinculadas al dólar, lo que también aumenta la demanda de productos básicos.

Impacto duraderoDesde que los precios del petróleo comenzaron a aumentar a prin-cipios de 2002, un motivo de preocupación en muchos sectores han sido los posibles efectos adversos de los altos precios del petró-leo en la economía mundial. Los analistas y las autoridades econó-micas han evocado la situación de los años setenta y la estanfl ación —es decir, un período en el que coincidieron una producción por debajo de la capacidad y un aumento de la infl ación— que se pro-dujo después del llamado primer shock de los precios del petróleo. En retrospectiva, hasta el momento los efectos adversos de los altos precios del petróleo en el crecimiento mundial y la infl ación han sido menos signifi cativos de lo previsto.

Estos efectos limitados reflejan varios factores. Esta vez el aumento de los precios del petróleo está impulsado por la de-manda en lugar de la oferta, a diferencia de los años setenta,

cuando los picos de los principales precios estaban relacionados con perturbaciones de la oferta. Dado que el firme crecimiento empuja al alza la demanda de petróleo, los aumentos de los precios del petróleo son un tipo de estabilizador automático: limitan pero no contrarrestan el impacto positivo del shock básico que impulsa el crecimiento mundial. Por analogía, el mismo argumento se aplica a los aumentos de los precios de los productos básicos.

En segundo lugar, aunque el aumento de los precios del petró-leo ha incrementado los costos de producción y ha ejercido pre-sión al alza sobre los precios globales, el impacto inflacionario en las economías avanzadas se ha limitado en general a la infla-ción global. A diferencia de los años setenta, en los últimos años la inflación básica no se ha visto mayormente afectada, porque el fortalecimiento de la credibilidad de la política monetaria ha anclado las expectativas de inflación, especialmente en las econo-mías avanzadas. En comparación con ese período, las presiones sobre los costos también se han moderado gracias a la reducción del uso intensivo de energía en la producción en las economías avanzadas y la mayor flexibilidad del mercado de trabajo.

Es posible que el impacto sea más duradero, dado que en 2007 el rápido aumento de los precios del petróleo coincidió con el de los alimentos. Esto obedece en parte a los incrementos muy signi-ficativos de estos precios en los últimos meses; y su impacto en la inflación global probablemente persistirá durante gran parte de 2008, aunque no se produzcan nuevos aumentos.

El impacto del aumento de los precios de los productos básicos en el crecimiento mundial y la inflación no es el único motivo de preocupación. El alza a gran escala de los precios de estos produc-tos puede aumentar las vulnerabilidades externas de los impor-tadores netos de productos básicos de mediano y bajo ingreso

Los productos básicos como activos fi nancierosLos mercados financieros relacionados con los productos básicos han crecido rápidamente y han ganado importancia en los últimos años. Por ejemplo, las posiciones abiertas de futuros —definidas como el número específico de contratos abiertos de futuros y de opciones sobre productos básicos pendientes al final del día, ya sean de compra o de venta— del petróleo crudo negociadas en la Bolsa Mercantil de Nueva York se han triplicado desde 1995. También han aumentado las operaciones extrabursátiles de instrumentos derivados, y los datos disponibles parecen indicar que podrían ser mucho mayores que las de las bolsas organizadas, en particular para el petróleo crudo.

La expansión de los mercados financieros de productos básicos crea nuevas oportunidades y retos. Por una parte, los mercados financieros pueden mejorar la liquidez, la profundidad y la fluidez de las operaciones, lo que contribuye al descubrimiento de precios: una función que se realiza de forma más eficaz en las bolsas. Estos mercados también contribuyen a la asignación eficiente del riesgo. Los participantes en los mercados de productos básicos pueden uti-lizar la cobertura de riesgos financieros para reducir los vinculados con la volatilidad excesiva de los precios de estos productos, que dificulta la planificación presupuestaria, financiera y de inversión.

Por otra parte, el aumento de los precios y el interés de los inversionistas en los futuros de productos básicos en los últimos años podría ampliar el impacto de los desequilibrios entre la oferta y la demanda en los precios. Algunos señalan que la expansión de

la actividad inversionista ha acentuado la volatilidad de los precios y ha empujado los precios por encima de los niveles justificados por las variables fundamentales, lo que incrementa el potencial de inestabilidad en los mercados de productos básicos y de energía.

¿Qué indican los datos empíricos? Los problemas estadísticos y metodológicos, como la dificultad para identificar las operaciones especulativas y las relacionadas con la cobertura de riesgos, com-plican el análisis formal. No obstante, varios estudios recientes parecen indicar que la especulación no ha contribuido sistemáti-camente al aumento de los precios de los productos básicos o de la volatilidad de los precios. Por ejemplo, el análisis realizado por el personal técnico del FMI (véase la edición de septiembre de 2006 de Perspectivas de la economía mundial, recuadro 5.1) muestra que la actividad especulativa tiende a responder a los movimientos de los precios (y no lo contrario).

Además, la Comisión de Operaciones de Futuros de Productos Básicos ha señalado que es posible que la especulación haya redu-cido la volatilidad de los precios al aumentar la liquidez en el mer-cado, lo que permitió a los participantes en el mercado ajustar sus carteras y esto, a su vez, alentó la entrada de nuevos participantes.

Por último, aunque muchas transacciones se consideran espe-culativas, tal vez reflejan un deseo de protegerse ante la incerti-dumbre. Por ejemplo, la preocupación por la escasez en el futuro —en particular de petróleo— podría generar un deseo real de los consumidores de ampliar sus existencias, lo que empujaría los precios al alza, siempre que las demás condiciones no variaran.

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Finanzas & Desarrollo marzo de 2008 15

Grandes perdedores (el saldo comercial se ha deteriorado más del 1% del PIB de 2006)Pequeños perdedores (el saldo comercial se ha deteriorado menos del 1% del PIB de 2006)Pequeños ganadores (el saldo comercial ha mejorado menos del 1% del PIB de 2006)Grandes ganadores (el saldo comercial ha mejorado más del 1% del PIB de 2006)No se dispone de datos

a través del deterioro de sus balanzas de pagos. En este sentido, la ampliación gradual del auge de los precios de los productos básicos hacia los metales y los alimentos ha ayudado a muchas economías emergentes y en desarrollo a compensar los efectos adversos del alza de los precios del petróleo a través del aumento de los precios de sus exportaciones netas de estos productos (véase el mapa). Los términos de intercambio relacionados con estos productos básicos también han estimulado los ingresos rea-les, la demanda interna y el crecimiento.

Implicaciones de políticaEl auge actual de los precios de los productos básicos ha plantea-do nuevas cuestiones de política. Desde una perspectiva multila-teral, los esfuerzos de política deberían centrarse en asegurar el funcionamiento efi ciente del mercado a nivel mundial porque los mercados de muchos productos básicos están muy integrados. En el mercado del petróleo, por ejemplo, las prioridades de política deberán garantizar el traslado oportuno y completo de las varia-ciones de los precios del petróleo a los precios al usuario fi nal y mejorar los incentivos para la conservación de energía del lado de la demanda. Ello contribuirá a que la demanda de petróleo sea más elástica a los precios, lo que podría reducir el alcance de la volatilidad de los precios del petróleo en respuesta a las fl uctua-ciones de la demanda o la oferta. Del lado de la oferta, la reduc-ción de los obstáculos y la incertidumbre política con respecto a la inversión en el sector petrolero y los metales podría contribuir a acelerar el fortalecimiento de las capacidades.

En los mercados de los principales productos agrícolas, las polí-ticas que garantizan un uso eficiente y realista de los biocombus-tibles y desalientan el proteccionismo contribuirán a reducir los precios del maíz y los aceites comestibles. Las políticas actuales en Estados Unidos y en la Unión Europea deberán ajustarse conside-rablemente, dados los subsidios de gran alcance y la preferencia

por la producción interna, aunque sea relativamente ineficiente. Por ejemplo, las estimaciones parecen indicar que el etanol de Brasil derivado de la caña de azúcar es menos costoso de producir (en términos equivalentes de energía) que la gasolina o el etanol basado en el maíz producidos en Estados Unidos. Además, el eta-nol derivado de la caña de azúcar produce el 91% menos de emi-siones de gases de efecto invernadero por kilómetro recorrido que la gasolina, mientras que los efectos medioambientales del etanol basado en el trigo y el maíz con respecto a la gasolina son poco significativos. Por lo tanto, la política óptima sería permitir el libre comercio de biocombustibles e incorporar los costes de las emi-siones en los precios de todos los combustibles.

Además de las políticas que pueden mejorar el funcionamiento de los mercados mundiales de productos básicos, una de las prin-cipales preocupaciones de política es cómo mitigar el impacto del aumento de los precios de los alimentos y los combustibles en los hogares pobres. Varios países, preocupados por razones de segu-ridad alimenticia, han adoptado medidas proteccionistas, que tal vez hayan agravado la situación en el mercado mundial. En cam-bio, los países deberían considerar las transferencias en efectivo destinadas a los hogares más pobres, o los subsidios temporales a algunos alimentos consumidos por este grupo, si la primera opción no es posible. Del mismo modo, en lugar de otorgar sub-sidios internos generales a los combustibles, que tienen un costo fiscal considerable, fomentan el consumo excesivo de energía y tienden a beneficiar de forma desproporcionada a los hogares más ricos, muchos países exportadores de petróleo deberían reducir el efecto de los altos precios de los combustibles en los hogares pobres a través de redes de protección social bien focalizadas. ■

Thomas Helbling es Asesor, Valerie Mercer-Blackman es Economista Principal, y Kevin Cheng es Economista del Departamento de Estudios del FMI.

Ganadores y perdedoresAl expandirse el auge de los precios del petróleo hacia los metales y los alimentos, algunas economías emergentes y en desarrollo se han beneficiado de las exportaciones de productos básicos, pero algunos países importadores han experimentado pérdidas sustanciales.(impacto inmediato de todas las variaciones de los productos básicos en 2007 en los saldos comerciales)

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EL SISTEMA mundial de energía es cada vez más insostenible. Solo con su tamaño, China e India están transfor-mándolo, y la Agencia Internacional de Energía (AIE) ha indicado en la última edición de World Energy Outlookque los precios de la energía permanecerán en niveles altos. Convendría recurrir a políticas más fi rmes que incentiven la efi ciencia energética y un mayor uso de la energía renovable y nuclear.

16 Finanzas & Desarrollo marzo de 2008

Energía mundial:

El predominio de los combustibles fósiles —petróleo, gas natural y carbón— continuará si los gobiernos no alteran sus políticas, y un 74% del aumento total de la demanda corresponderá a los países en desarrollo. (Miles de millones de toneladas métricas de equivalente de petróleo)

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1980 1990 2000 2010 2020 2030

Otras energías

NuclearHidráulica

Gas

Biomasa

Carbón

Petróleo

renovables

La mayor dependencia del petróleo de Oriente Medio agravará los vulnerables cuellos de botella de su transporte.

A los mercadosde la cuencaatlántica

A Australia y Nueva Zelandia

De África occidental

A Extremo OrienteFlujo de petróleo

(mbd, 2006)Proporción de la demandamundial de petróleo (%)

20062030 (escenario de referencia)

Suez

Malaca

Ormuz

Bab el-Mandab

3,9

4,7 5,3

16,0 30,5

14,3 18,14,2 4,9

3,9

12

13,4

3,5

Alrededor de un 60% del aumento mundial de emisiones en 2006–30 provendrá de China e India. (Emisiones acumuladas de CO2 relacionadas con la energía)

0 100 200 300 400 500

1900–2005

India

China

Japón

UniónEuropea

EstadosUnidos

2006–30

Miles de millones de toneladas

En 2030, más del 30% del crudo mundial pasará por el estrecho de Ormuz. El petróleo con destino a China tam-bién tiene que franquear una ruta angosta y congestionada: el estrecho de Malaca, entre Indonesia, Malasia y Singapur.

Estas tendencias no son buenos augurios para las emisio-nes acumuladas CO2 y el cambio climático. Históricamente, Estados Unidos y la Unión Europea fueron responsables del 53% de esas emisiones; China de un 8% e India de apenas un 2% en 2005. Pero la proporción de China representará gran parte del aumento en el futuro.

Si persisten las tendencias actuales, China e India serán responsables de más del 40% del aumento mundial del uso de energía hasta 2030.(Aumento de la demanda de energía primaria entre 2005 y 2030 como proporción del total mundial)

0

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100

Petróleo Otras energías

renovables

TotalHidráulicaNuclear

Resto del mundoIndiaChina

GasCarbón

BA

JOLA LUPA

China e India son los nuevos gigantes del mundo de la energía. Poco después de 2010 China desbancará a Estados Unidos como mayor consumidor de energía. En 2005, la demanda estadounidense era un 34% mayor que la demanda china.

Si los gobiernos no toman medidas para modificar el con-sumo, la demanda mundial de energía subirá un 55% en 2005–30, y en términos absolutos el uso del carbón regis-trará el mayor aumento.

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Cada vez más insostenible

En 2016 China superará a Estados Unidos como mayor mercado mundial de automóviles.(Ventas de vehículos, millones)

China supera las ventas de Japón

2

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12

14

16

18

1995 2000 05 10 15 20 25 30 0

China supera las ventas de Estados Unidos

El fomento de la eficiencia energética y las normas más estrictas pueden marcar una gran diferencia. (Emisiones acumuladas relacionadas (Teravatios hora por año)1 con la energía, millones de toneladas)

Escenario de referencia

IndiaChina

Escenarioalternativo

1990 2000 10 20 30

SO2

NOx

2015 20 301Teravatio hora = 1 millón de megavatios hora.

Ahorro en aire acondicionado

Presa de las Tres Gargantas (85 TWh)

0

3

6

9

12

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0

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160

200

Ahorro en refrigeradores

Nota: SO2 = dióxido de azufre, NOx = óxidos de nitrógeno.

Los gobiernos aún pueden limitar las emisiones y fomentar las fuentes alternativas de energía.(Emisiones de CO2 relacionadas con la energía, gigatoneladas )1

10

15

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35

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2005 10 15 20 25 30

Escenario de referencia

Electricidad más eficiente

CAC en la industria2

NuclearCAC en generación de energía2

23 GT

42 GT

27 GT

11 gigatonelada = 1.000 millones de toneladas métricas.2CCAC = Captación y almacenamiento de carbono.

Consumo de combustible más eficiente

Cambio de carbón a gasRenovable

Escenario de estabilización de la AIE

Según un escenario de la AIE, las políticas para reducir el consumo de crudo moderarían las importaciones netas.(Millones de barriles diarios de petróleo, aumento neto de las importaciones, 2006-30)

OCDEAmérica del Norte

OCDEEuropa

OCDEPacífico

China

Escenario de referenciaEscenario alternativo

India Otros países de Asia

–2

0

2

4

6

8

10

China ilustra la magnitud del problema: en 2030 el país ten-drá 270 millones de vehículos, que incrementarán la impor-tación de petróleo y la contaminación; de 20 propietarios de vehículos por cada 1,000 personas en 2005 se pasará a 140; y el sector transportista representará el 55% del consumo de petróleo del país, frente al 35% en 2005.

De acelerarse la adopción de políticas para ahorrar energía y reducir las emisiones, el aumento mundial de las emisio-nes se nivelará, e incluso retrocederá según un escenario de la AIE. Así, el calentamiento mundial elevaría la temperatura media solo 3°C con respecto a los niveles preindustriales, y no 6°C.

Con normas más estrictas de eficiencia para los refrigeradores y las unidades de aire acondicionado, China podría ahorrar la energía que generaría la presa de las Tres Gargantas en 2020. En India, el endurecimiento de las normas podría reducir las emisiones de las fábricas a carbón y los vehículos.

Aunque el consumo de crudo en Asia seguiría en franco aumento, podrían adoptarse políticas que reducirían la demanda mundial de petróleo en 14 millones de barriles diarios, es decir, la actual producción conjunta de Estados Unidos, Canadá y México.

Preparado por Lorcan Lyons, Agencia Internacional de Energía. Los gráfi cos se tomaron del informe World Energy Outlook, de 2007, de la AIE.

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Cambio climáticoy economía

Las políticas para reducir la emisión de gases de efecto invernadero no tienen por qué perjudicar a la economía

EL CAMBIO climático y sus posibles secuelas económi-cas plantean un dilema a las autoridades. Las políticas tienen efectos inciertos que benefi ciarían sobre todo a generaciones futuras, pero sus costos pueden ser más

inmediatos y generalizados. Sin embargo, las consecuencias de no hacer nada son irreversibles, quizás catastrófi cas, y proba-blemente afectarían más a los países pobres que a los desarro-llados. Además, incluso si cesara de inmediato la acumulación atmosférica de gases de efecto invernadero (GEI) que calientan el clima, las temperaturas seguirían subiendo durante algunas décadas, debido a las emisiones ya acumuladas.

Por lo tanto, las autoridades económicas son cada vez más conscientes de la necesidad de mitigar el calentamiento mundial —primero, frenando el aumento de las emisiones de GEI y, a la larga, revirtiéndolo— y de adaptarse a los efectos de las emisio-nes pasadas y futuras. Además, coinciden en que las políticas de mitigación, en particular, pueden tener consecuencias inmedia-tas y de gran alcance.

Para determinar el efecto de las políticas en la economía de los países, el FMI comparó hace poco tres modelos: impuestos sobre emisiones de GEI, comercio de derechos de emisiones, y sistemas que combinan elementos de ambas políticas. Una con-clusión positiva fue que el cambio climático puede ser abordado sin sacrificar la estabilidad macroeconómica ni el crecimiento, y sin presionar demasiado a los países que se verían más afec-tados por los costos. Si las políticas se diseñan bien, sus costos deberían ser manejables.

Natalia Tamirisa

18 Finanzas & Desarrollo marzo de 2008

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Posible impacto económicoEl supuesto en los escenarios de no intervención es que para fi na-les del siglo se habrá producido un cambio drástico del clima. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climá-tico (IPCC, 2007), proyecta que, de no controlarse las emisiones, para 2100 las temperaturas mundiales habrán subido 2,8 °C en promedio (las aproximaciones varían entre 1,8 °C y 4 °C, según el Informe Especial sobre Escenarios de Emisiones), y con cierta probabilidad de que los aumentos sean aun mayores. Nicholas Stern (2008) señala que si no se toman medidas y las concentra-ciones de GEI (equivalente de CO2) se estabilizan en 750 partes por millón (ppm) a fi nales de siglo, como lo prevén los últimos escenarios del IPCC, hay un 50% de probabilidades de que las temperatura mundiales suban más de 5 °C, con consecuencias potencialmente catastrófi cas para el planeta.

Cualquier estimación de los daños económicos debidos al cambio climático está cargada de incertidumbre. Según el escenario de referencia del Stern Review (emisiones relativa-mente fuertes, efectos de mercado y no de mercado y riesgos catastróficos) la reducción del PIB per cápita hasta 2200 sería de entre 3% y 35% (intervalo de confianza de 90%), con una estimación central de 15% (gráfico 1, panel 1).

La incertidumbre tiene varias fuentes. Una es que la ciencia sobre los procesos físicos y ecológicos del cambio climático aún está en evolución. Por ejemplo, no se sabe con qué rapidez se acumulan los GEI en la atmósfera, cuán sensibles serán los sis-temas climáticos y biológicos a las mayores concentraciones de los gases, ni cuáles son los “puntos de inflexión” que, una vez rebasados, dan lugar a catástrofes climáticas, como la fusión de la lámina de hielo o permafrost de la Antártida occidental, cam-bios en el comportamiento de los monzones o la reorganiza-ción de la circulación termohalina del Atlántico. Otro factor es la dificultad de estimar la capacidad de adaptación de la gente a las nuevas condiciones climáticas. Y un tercer factor es la difi-cultad de asignar un valor presente a los daños que sufrirán las generaciones futuras.

Además, las estimaciones moderadas de los daños ocultan amplias diferencias entre los países (gráfico 1, panel 2). El cam-bio climático se sentirá antes y más acusadamente en los paí-ses menos desarrollados, al menos en relación con el tamaño de sus economías. Esas economías dependen más de sectores sensibles al clima (agricultura, silvicultura, pesca y turismo), tienen poblaciones menos saludables y más vulnerables a los cambios ambientales, y cuentan con menos servicios públicos, que suelen ser de menor calidad. Entre las regiones que proba-blemente se verán más afectadas están África, el sur y el sudeste de Asia, y América Latina. India y Europa están expuestos al riesgo catastrófico debido a cambios en el comportamiento de los monzones y la reorganización de la circulación termohalina en el Atlántico. En cambio, China, América del Norte, los países avanzados de Asia y las economías en transición (en especial Rusia) son menos vulnerables e incluso podrían beneficiarse de un calentamiento leve (por ejemplo, con mejores cosechas).

Facilitar la adaptaciónLas sociedades siempre han sido capaces de adaptarse a los cam-bios ambientales, y cabe esperar que las personas y las empresas

modifi quen su comportamiento de acuerdo con las nuevas con-diciones; por ejemplo, recurriendo a cultivos más resistentes a la sequía y abandonando las costas expuestas a inundaciones y huracanes. Pero los gobiernos también tendrán que intervenir en el proceso de adaptación para cubrir posibles fallas del mercado (empresas y hogares que no puedan aprovechar todas las venta-jas sociales de la adaptación), generar bienes y servicios que faci-liten la adaptación, o complementar la capacidad de adaptación del sector privado, por ejemplo en los países pobres.

Los análisis cuantitativos sobre los costos de adaptación son escasos, pero los estudios sobre los costos en el sector público indican que la adaptación puede ejercer presión en los presu-puestos públicos, sobre todo en los países en desarrollo con poca capacidad de adaptación y más vulnerables al cambio climático. Se estima que los costos en esos países ascenderían a decenas de miles de millones de dólares anuales, niveles comparables a los de los países avanzados. Y dichas estimaciones podrían ser bajas porque no incluyen algunos costos probables, como los debidos a la mayor volatilidad de los patrones meteorológicos.

Algunas de las mejores medidas para incrementar la capaci-dad de adaptación de los países son las siguientes:

Finanzas & Desarrollo marzo de 2008 19

Gráfico 1

Los costos suben junto con la temperaturaLa incertidumbre acerca del impacto económico mundial de los aumentos de la temperatura es considerable, y crece conforme la estimación se extiende hacia el futuro . . .1

(Reducción porcentual, PIB per cápita)

–40

–30

–20

–10

0

2000 50 2100

Intervalo de confianza de 90% Estimación central

África

India (con riesgo catastrófico)

India (sin riesgo catastrófico)

JapónEstados UnidosPaíses de ingreso mediano bajo

Países de bajo ingreso

Economías en transición

China

Países de ingreso medianoPaíses de la OPEP de ingreso alto

Otros países de ingreso alto

Países europeos de la OCDE (con riesgo catastrófico)

Países europeos de la OCDE(con riesgo catastrófico)

50 2200

0 5 10 15 20 25 30–1

0

1

2

3

4

5

6

. . . pero está claro que las pérdidas afectan desproporcionada-mente a las economías emergentes y en desarrollo2.(Reducción porcentual del PIB)

Fuentes: Stern (2007); Nordhaus y Boyer (2000).1El gráfico indica las estimaciones correspondientes al escenario de referencia de cambio

climático del informe Stern. El escenario supone que para 2100 los aumentos de temperatura serán de 3,9 °C. Las estimaciones tienen en cuenta efectos de mercado y no de mercado y el riesgo de catástrofes.

2Efecto de un calentamiento de 2,5 °C. La línea de la regresión incluye solo observaciones sin riesgo catastrófico. Los datos sobre la composición de los grupos de países pueden consultarse en Nordhaus y Boyer (2000).

PIB per cápita, 1995 (miles de dólares de 1990)

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Desarrollo económico e institucional. El desarrollo facilita la diversificación y una menor dependencia de sectores muy expuestos; mejora el acceso a salud, educación y agua potable;y reduce la pobreza. La solidez de las instituciones también incrementa la capacidad de adaptación de los países.

Autoseguro fiscal. Los presupuestos públicos deben prever los gastos de adaptación, y deben reforzarse las redes sociales, sobre todo en los países más vulnerables. Los países pobres con recursos internos muy escasos podrían necesitar financia-miento externo, y desde las Naciones Unidas se ha puesto en marcha recientemente una iniciativa en tal sentido.

Régimen cambiario y políticas laborales y del sector finan-ciero. Las decisiones que se tomen pueden alentar a empresas e individuos a adaptarse a los shocks que probablemente acom-pañarán al cambio climático. La flexibilidad cambiaria y las reformas para hacer más adaptables los mercados financieros y del trabajo pueden ayudar a reducir el costo macroeconómico de los shocks climáticos. Dichos shocks suelen destruir las inversiones e interrumpir la producción, y para superarlos es necesario movilizar trabajadores y capitales dentro y fuera de los distintos sectores. Estas medidas, en general, pueden apli-carse rápidamente y sin mayores costos presupuestarios.

Mercados financieros. Pueden servir para reducir los costos macroeconómicos de la adaptación si emiten señales de pre-cios que incentiven a la gente a trasladarse a zonas de menor riesgo y a redirigir los capitales a nuevos sectores productivos y nuevas regiones (véase “La era verde de los mercados” en este número). La capacidad de estos mercados para diversificar los costos y trasladar el riesgo a quienes mejor pueden soportarlo también ayudará a reducir los costos de adaptación.

Reducir las emisiones de GEIPero no basta con adaptarse. Hay que reducir las emisiones de GEI. Si a las emisiones se les asignara un precio equivalente al daño que causan, los consumidores y las empresas tendrían un incentivo para abandonar los bienes que generan fuertes emisio-nes y optarían por bienes y tecnologías limpias. El precio de las emisiones suele denominarse precio del carbono porque el dióxi-do de carbono es el GEI que más contribuye el cambio climático.

Para la mitigación se han considerado diversos instrumen-tos de política: impuestos sobre emisiones de GEI (impuestos sobre carbono); sistemas de topes y comercio, que restringen la cantidad de emisiones que las empresas pueden liberar pero permiten el canje de derechos de emisiones y políticas híbri-das, que combinan elementos de los dos sistemas anteriores.

El sistema impositivo tiene una gran ventaja sobre el de topes y comercio porque crea un precio estable para las emisio-nes, factor crucial para las empresas a la hora de invertir en tec-nologías limpias a largo plazo. Además, el sistema impositivo genera ingresos que pueden destinarse a mejorar la eficien-cia (reducción de otros impuestos) o la equidad (compensa-ción de grupos afectados por la política); pero no garantiza la reducción de las emisiones y puede enfrentarse a obstáculos políticos. Por otro lado, las desventajas de los sistemas de topes y comercio pueden paliarse mediante un instrumento híbrido. Por ejemplo, para reducir la volatilidad de los precios pueden utilizarse válvulas de seguridad que le permitan al gobierno

vender permisos temporales cuando los precios superen un nivel predeterminado. Las políticas híbridas también pueden centrarse simultáneamente en los precios de las emisiones (a corto plazo) y en los niveles de emisiones (a largo plazo).

Ventajas y desventajasPara determinar el efecto económico de cada política de mi-tigación en la economía mundial y en las de los países, el FMI utilizó un modelo dinámico global, que es la versión de 2007 del modelo G-cubed (McKibbin y Wilcoxen, 1998) (recuadro).

Sistema impositivo e híbrido con válvula de seguridad. Se examinaron los efectos macroeconómicos de una política mun-dial de mitigación que obligue a los países a acordar un precio común del carbono, es decir, un impuesto mundial uniforme sobre el carbono o un sistema híbrido en que los países adoptan una válvula de seguridad común (con el precio de los permisos adicionales vinculado a la tasa del impuesto). Suponiendo que todos los países adoptan el precio en 2013 y lo mantienen a largo plazo, la tasa se ajusta de tal manera que las emisiones lleguen a un máximo aproximadamente en 2018 y después disminu-yan en forma gradual hasta que 2100 sean equivalentes al 40% del nivel de 2002. Este esquema coincide en general con la idea de que para 2100 las concentraciones de equivalente de CO2 se estabilicen en 550 parte por millón por volumen (ppmv). Para lograrlo, el precio del carbono tendría que subir paulatinamente hasta alcanzar los US$86 por tonelada en 2040 (una tasa media

20 Finanzas & Desarrollo marzo de 2008

El modelo G-cubedEste modelo permite evaluar las repercusiones de las políti-cas de precios del carbono en los distintos países a lo largo del tiempo. Los modelos de los precios relativos ayudan a describir cómo el aumento de los precios del carbono incentivaría la sustitución de tecnologías de uso intensivo de carbono con otras más limpias, frenaría el gasto en bie-nes que generan muchas emisiones y alteraría los términos de intercambio y la balanza de pagos. En este último caso se tienen en cuenta no solo los flujos de comercio, sino también los flujos internacionales de capital, los cuales han recibido poca atención en otros modelos utilizados para analizar las políticas sobre el clima.

El modelo no considera los beneficios a largo plazo de la reducción de emisiones, sino que más bien se centra en los costos de mitigación en las tres primeras décadas. En ese plazo, los beneficios de las políticas serán pequeños, ya que los cambios en los flujos de las emisiones tienen un efecto retardado en el clima. Las simulaciones tienen por objeto ilustrar los mecanismos económicos que entran en juego una vez que se adoptan las políticas de mitigación, y no deben considerarse pronósticos macroeconómicos a largo plazo. Las fuentes alternativas de energía, como los biocom-bustibles y la energía nuclear y renovable, no se analizan explícitamente en el modelo, pero las inversiones de capital para reemplazar los combustibles fósiles y las mejoras en la eficiencia energética pueden considerarse como sustitutos de esas fuentes de energía. Se supone que la tecnología es trans-ferible entre los países.

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anual de US$3 por tonelada), es decir, un aumento de 21 cen-tavos en el precio del galón de gasolina hasta 2040 y un alza de US$58 en el precio de la tonelada corta hulla grasa.

Al tener que pagar por sus emisiones de carbono, todas las empresas empiezan a adoptar tecnologías de uso menos intensivo de carbono, y los hogares modifican su consumo en el mismo sentido. El alza de los precios del carbono eleva los costos de las empresas, y la productividad y la producción disminuyen. La inversión agregada cae porque se reduce el producto marginal medio del capital, y el consumo baja junto con el ingreso real. Si son previsores, los hogares y las empresas reaccionan de inmediato a los precios futuros y hacen más efi-caz la política. Si bien la actividad real disminuye permanen-temente con respecto al nivel de referencia, el shock tiene solo un efecto transitorio en las tasas de crecimiento del PNB, que con el tiempo retornan a sus niveles de referencia. Los saldos en cuenta corriente tienden a mejorar en los países que redu-cen considerablemente las emisiones, ya que la inversión dis-minuye más que el ahorro.

Los costos totales de reducción varían según la eficiencia de cada país para reducir las emisiones y según el monto de la reducción. En el modelo G-cubed, los costos más altos corres-ponden a China, la economía menos eficiente en el uso de la energía (nueve veces más emisiones por unidad de producción que Japón y cinco veces más que Estados Unidos). Se supone que China puede reducir las emisiones a un costo incremen-tal mínimo si mejora la eficiencia con que las empresas y los hogares usan la energía. Hasta 2040, el valor presente neto del consumo en China disminuye un 2% con respecto al nivel de referencia (gráfico 2). En otras economías y en el mundo en general, la disminución es de aproximadamente 0,6% en el mismo período. Los costos son más altos si se miden en rela-ción con la producción agregada de bienes, y para 2040 el valor presente neto del PNB mundial disminuye un 2% con respecto al nivel de referencia. Pero aún así el PNB mundial es 2,3 más alto en 2040 que en 2007 (se usó el PNB como indicador de la producción, en lugar del PIB, porque el PNB incluye el valor de las transferencias entre países, que ocurrirán sobre todo con los sistemas de topes y comercio).

Los costos totales de mitigación en el modelo in G-cubed son más altos que en muchos otros estudios, pero caen den-tro del rango de estimaciones del IPCC. Las estimaciones más altas se deben sobre todo a que el aumento de referencia de las emisiones es relativamente fuerte y a que los supuestos sobre la disponibilidad de tecnologías que permiten producir sin emi-tir GEI son conservadores.

Política de topes y comercio. Se compararon los efectos de las políticas basadas en precio con los de una política mundial que asigne a los países un monto inicial acordado de derechos de emisión y que disponga su comercio. A partir de 2013 cada país recibe una cuota anual de derechos de emisión propor-cional a su contribución a las emisiones mundiales en 2012. El precio común de los derechos surge de su comercio internacio-nal. Las economías en que los costos marginales de reducción de las emisiones (CMR) son más altos compran derechos a las economías con CMR más bajos, compensándolas por asumir una reducción mayor que la requerida por su contribución a

las emisiones. La trayectoria real de las emisiones de cada eco-nomía difiere de las asignaciones iniciales de derechos, pero la trayectoria mundial se ajusta a lo proyectado.

Para la mayoría de las economías, las transferencias son pequeñas y los efectos macroeconómicos de esta política son similares a los de los sistemas impositivo e híbrido. En los casos de China (receptor), otras economías emergentes y en desarrollo (pagadores) y las economías de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (receptores), las transferencias ascienden en 2040 a 10%, –2% y 1% del PNB, respectivamente. China recibe la mayor cantidad de transferencias porque su uso de energía es comparativamente ineficiente, por lo tanto, en el modelo G-cubed se supone que puede reducir las emi-siones a un costo mucho más bajo que otras economías. Las economías avanzadas, emergentes y en desarrollo compran derechos de emisión a China porque les es muy costoso redu-cir sus emisiones. Los costos para las economías que pagan por las transferencias (Europa, Japón, Rusia, y otras economías emergentes y en desarrollo) son más altos con los sistemas de topes y comercio que con los sistemas impositivos e híbridos, en tanto que los costos para las economías receptoras (China, OPEP y Estados Unidos) son más bajos. Los resultados sobre la dirección y la magnitud de las transferencias dependen mucho de los supuestos sobre los costos marginales de reducción en cada economía, así como del diseño específico de los sistemas de topes y comercio, y sobre todo de la regla que se utilice para asignar los derechos a los distintos países.

Según la mayoría de los estudios, las economías avanzadas —en especial Europa occidental y Japón— tendrían que com-prar derechos de emisiones. Pero el caso de las economías de mercados emergentes es ambiguo: su enorme potencial de cre-

Finanzas & Desarrollo marzo de 2008 21

Gráfico 2

Los costos de reducir las emisiones de carbonoLos costos mundiales1 de mitigación podrían ser moderados entre 2013 y 2040, pero varían según el país y la política adoptada.(Desviación del consumo con respecto al escenario de referencia, porcentaje)

Fuente: Estimaciones del personal técnico del FMI.1Los costos son el valor presente neto de la diferencia entre la trayectoria del consumo en el

experimento de la política y la trayectoria del consumo en el escenario de referencia dividido entre el valor presente neto de la trayectoria del consumo en el escenario de referencia. La tasa de actualización se mantiene constante a lo largo del tiempo y en las distintas regiones en 2,2%, que es la diferencia entre las tasas mundiales de interés a largo plazo y las tasas tendenciales de crecimiento del PNB. El valor presente neto de los agregados de consumo varía en cuanto al nivel de consumo a lo largo del tiempo

2Ponderado en función de las proporciones del PNB en 2013.3Ponderado en función de las proporciones de la población en 2013.

–2,5

–2,0

–1,5

–1,0

–0,5

0

0,5

1,0

1,5

2,0

Población mundial3

PNBmundial2

OPEPOtraseconomías

emergentes y en desarrollo

ChinaEuropaorientaly Rusia

Europaoriental

JapónEstadosUnidos

Topes y comercio, asignación basada en la proporción de la población

Impuesto uniforme sobre elcarbono y política híbridaTopes y comercio, asignación basada en la proporción inicial de emisiones

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cimiento implica una fuerte demanda futura de derechos de emisiones, pero la gran cantidad de dióxido de carbono que emiten por unidad de producción hace pensar que tienen amplio margen para mejorar la eficiencia y que podrían ven-der derechos de emisiones.

Reglas alternativas de asignación. Las transferencias inter-nacionales y los efectos macroeconómicos de los sistemas de topes y comercio dependen mucho de cómo se asignan los derechos de emisiones. Si las asignaciones no dependieran de la contribución inicial de cada economía a las emisiones, sino de su porcentaje de la población mundial a partir de 2013, la evolución del comercio internacional de derechos y los efectos macroeconómicos serían muy diferentes. En ese caso, las otras economías emergentes y en desarrollo venderían derechos y recibirían transferencias por un monto equivalente a 1% del PIB en 2020 y 2030, lo cual reduciría el costo de mitigación es esos países.

Principios rectoresLa mitigación puede tener efectos macroeconómicos pernicio-sos y, para atenuarlos, las políticas de precios del carbono debe-rían observar los siguientes principios:

• Ser creíbles y a largo plazo. El cronograma de aumento de los precios mundiales del carbono tiene que ser creíble para la gente y las empresas. Los aumentos no tienen que ser fuertes; por ejemplo, un aumento inicial de un centavo en el precio del galón de gasolina y aumentos de dos centavos adi-cionales cada tres años. Si empiezan pronto, estos aumentos graduales permitirán diluir el costo del ajuste a lo largo de más tiempo.

• Exigir a todos los grupos de países —avanzados, emer-gentes, en desarrollo— que empiecen a fijar el precio de sus emisiones. Un marco de política que no incluya las economías emergentes y en desarrollo (en especial las economías grandes y pujantes, como Brasil, China, India y Rusia) sería sumamente costoso y políticamente inalcanzable (por ejemplo, si creara un retraso o si fijara metas iniciales menos estrictas) ya que se prevé que dichas economías generarán el 70% de todas las emisiones en los próximos 50 años.

• Establecer un precio mundial común para las emi-siones. Así se garantizaría que las emisiones se reduzcan allí donde cueste menos hacerlo. En particular, las economías emergentes y en desarrollo probablemente puedan reducir las emisiones a un costo mucho menor que las economías avan-zadas. Por ejemplo, si tuvieran acceso a tecnologías similares a las de Japón y Europa, China e India podrían reducir conside-rablemente sus emisiones al racionalizar su uso de la energía y disminuir su dependencia del carbón. A escala mundial, los costos serían 50% más bajos si el carbono tuviera un precio internacional común. Los países tendrían que armonizar la tasa del impuesto al carbono, coordinar los precios de activa-ción de la válvula de seguridad en un sistema híbrido o per-mitir el comercio internacional de emisiones bajo un sistema de topes y comercio.

• Permitir la flexibilidad necesaria para enfrentar las fluctuaciones cíclicas. A las empresas les costará más reducir sus emisiones cuando la demanda sea fuerte, y viceversa. Los

costos de reducción se abaratarían si las empresas pudieran regular sus emisiones según el ciclo económico, lo que per-mitiría lograr un determinado nivel medio de reducciones a mediano plazo. A diferencia de los sistemas impositivos e híbri-dos, la política de topes y comercio podría ser restrictiva en las etapas de crecimiento fuerte, debido al alza de la demanda y de los precios de los derechos de emisiones, salvo que existan mecanismos para controlar la volatilidad de los precios.

• Distribuir los costos de mitigación equitativamente entre los países. Ciertas políticas de mitigación —por ejemplo, un impuesto uniforme, un sistema de topes y comercio que asigne derechos según la proporción de emisiones de los países, o un sistema híbrido— crearían costos elevados para algunas economías emergentes y en desarrollo. Quizá sean necesarias transferencias internacionales cuantiosas para incentivar la participación de estas economías y ayudarlas a enfrentar los efectos negativos. Los ajustes tributarios en frontera para alen-tar la participación de los países podrían provocar reacciones proteccionistas contraproducentes.

Además, los países quizás tengan que complementar la fija-ción del precio del carbono con políticas macroeconómicas y financieras acertadas. Por ejemplo, en un sistema mundial de topes y comercio, la compra y venta de derechos entre los paí-ses industriales y los países emergentes y en desarrollo podría alcanzar volúmenes considerables. Las transferencias reduci-rían los costos de la fijación del precio del carbono en los paí-ses emergentes y en desarrollo y alentarían su participación. Pero también podrían provocar una apreciación considera-ble del tipo de cambio real en los países receptores, perjudi-cando la competitividad de ciertos sectores. Para atenuar esos efectos macroeconómicos, los países deberían ahorrar parte de las afluencias, seguir mejorando el clima empresarial y, dependiendo del régimen cambiario, dejar que al menos parte de la apreciación se deba al tipo de cambio nominal y no a la inflación. ■

Natalia Tamirisa es Subjefa de División en el Departamento de Estudios del FMI.

Referencias:

Fondo Monetario Internacional, 2008, “Climate Change and the Global

Economy”, Perspectivas de la economía mundial, abril (Washington).

Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático,

2007, Cambio Climático 2007: Mitigación. Contribución del Grupo de

Trabajo III al Cuarto Informe de Evaluación del Grupo Interguberna-

mental de Expertos sobre el Cambio Climático, B. Metz, O.R. Davidson,

P.R. Bosch, R. Dave y L.A. Meyer a cargo de la edición (Cambridge, Reino

Unido: Cambridge University Press).

McKibbin, Warwick J., y Peter J. Wilcoxen, 1998, “The Theoretical and

Empirical Structure of the G-Cubed Model”, Economic Modelling, vol. 16

(enero), págs. 123–48.

Nordhaus, William, y Joseph Boyer, 2000, Warming the World: Economic

Models of Global Warming (Cambridge, Massachusetts: MIT Press).

Stern Nicholas 2008, “The Economics of Climate Change”, Richard T. Ely

Lecture, reuniones de la AEA, Nueva Orleans, 4 de enero.

———, et al., 2007, Informe Stern: La economía del cambio

climático (Cambridge: Cambridge University Press).

22 Finanzas & Desarrollo marzo de 2008

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EN LA novela Las uvas de la ira, John Steinbeck nos pinta un fresco de lo su-cedido en Estados Unidos durante la gran sequía de California de los años

treinta, que provocó la emigración de granjeros arruinados de Oklahoma y Texas. Esta experien-cia histórica y quizá la actual sequía en Australia, de proporciones bíblicas, debería alertar a las au-toridades internacionales sobre los riesgos que acechan a la agricultura mundial si hacia fi nales de este siglo el clima se torna más caluroso y seco debido al calentamiento del planeta.

En la larga lista de problemas que podría plantear este fenómeno, los riesgos para la agricultura mundial se cuentan entre los más importantes. Sin embargo, en los estudios publicados en los últimos años se tiende a restar importancia a este riesgo, argumentán-dose incluso que un par más de grados Celsius podría beneficiar a la agricultura mundial. Pero,

en general, estos estudios abarcan un horizonte limitado, que suele llegar hasta 2050. También se centran en el cambio global de temperatura (que incluye los océanos) más que en los cam-bios que se producirán en las zonas continen-tales (que se calientan con mayor facilidad y rapidez que el agua), y específicamente en las tierras agrícolas.

En general, se reconoce que los países en desarrollo pueden verse más perjudicados que los países industriales por los efectos del calen-tamiento mundial. La mayoría de los países en desarrollo tienen menor capacidad para adaptarse que sus vecinos más ricos. La mayo-ría están situados en las zonas más cálidas del planeta, donde las temperaturas ya rondan o sobrepasan los límites a los cuales el calenta-miento reducirá la producción agrícola en vez de aumentarla. Además, la agricultura repre-senta una proporción mayor en las economías

Si no se toman medidas para limitar las emisiones de carbono, la productividad agrícolapodría decaer drásticamente,sobre todo en los países en desarrollo

Calentamientomundialy agricultura

William R. Cline

Cultivo de maíz afectado por la sequía en Zimbabwe.

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Cuadro 1

Más calorSi siguen sin reducirse las emisiones de carbono, para el decenio de 2080 las temperaturas en las zonas terrestres y agrícolas subirán abruptamente . . .

Zonas terrestres Zonas agrícolasNiveles de referencia Temperatura1 13,15 16,20 Precipitación2 2,20 2,44Para el decenio de 2080 Temperatura 18,10 20,63 Precipitación 2,33 2,51

. . . y la productividad agrícola se deteriorará en todo el planeta, pero con mayor severidad en los países en desarrollo.(Variación porcentual del potencial de producción agrícola)

Sin FC3 Con FC4

Total mundial Ponderada por el producto –16 –3 Ponderada por la población –18 –6 Mediana por país –24 –12Países industriales –6 8Países en desarrollo5 –21 –9 Mediana –26 –15 África –28 –17 Asia –19 –7 Oriente Medio y Norte de África –21 –9 América Latina –24 –13

Fuente: Cline (2007).1Temperatura media diaria en ºC.2La precipitación se mide en milímetros por día.3Suponiendo que el aumento del dióxido de carbono en la atmósfera (fertilización carbónica)

no beneficia el rendimiento de las cosechas.4Suponiendo un efecto positivo en los rendimientos debido a la fertilización carbónica (FC).5Excluida Europa.

en desarrollo. Pero ha sido difícil estimar qué probabilidad tiene cada país de verse afectado.

Por esta razón, este estudio (Cline, 2007) tuvo por objetivo obtener una mejor evaluación a largo plazo de los efectos a nivel mundial en base a las políticas actuales (el llamado escenario de referencia) y comprender el probable impacto en los distintos países y regiones. El plazo se extiende al promedio de 2070–99, el denominado “decenio de 2080”. Se cuenta con proyecciones de modelos climáticos comparables para este período, que es sufi-cientemente distante en el futuro como para que se produzca un calentamiento considerable y se materialicen los daños poten-ciales, pero lo suficientemente cercano como para despertar la inquietud pública. Según el estudio, hay razones de peso para no desestimar los riesgos para la agricultura.

Cómo afecta el clima a la agriculturaEl cambio climático puede afectar a la agricultura en diversas formas. Más allá de un cierto rango de temperaturas, el calenta-miento tiende a reducir el rendimiento, debido a que se acelera el proceso de las cosechas, con lo cual se reduce la producción de granos. Asimismo, las altas temperaturas interfi eren con la capa-cidad de las plantas para obtener y aprovechar la humedad. La evaporación del suelo se acelera cuando las temperaturas suben y se incrementa la transpiración de las plantas, a través de las hojas. El efecto combinado se denomina “evapotranspiración”. Dado que es probable que con el calentamiento mundial aumen-ten las lluvias, el impacto neto del aumento de temperaturas en la disponibilidad de agua es una carrera entre una mayor evapo-transpiración y mayores precipitaciones, carrera que en general gana la evapotranspiración.

No obstante, un factor clave culpable del cambio climático —las emisiones de carbono— también puede favorecer la agri-cultura al promover la fotosíntesis en muchos cultivos importan-tes (como el trigo, el arroz y la soja). Sin embargo, dista mucho de haber una confirmación científica sobre los beneficios de la ferti-lización carbónica. Pero sí sabemos que este fenómeno no ayuda mucho a otros cultivos (como la caña de azúcar y el maíz) que representan alrededor de un cuarto del valor total de cosechas.

Haciendo cálculosPara estimar el impacto del calentamiento mundial en la agri-cultura de cada país si se mantienen los niveles actuales de emi-siones de carbono, en el estudio se combinan dos conjuntos de modelos ya existentes, uno tomado de la climatología y el otro de la agronomía y la economía. A partir de seis importantes modelos climatológicos se estimaron los futuros cambios de temperatura y precipitaciones en una superfi cie dividida en aproximadamen-te 2.000 zonas. Estos cambios se sumaron a datos climatológicos actuales (unas 22.000 zonas) y se promediaron para obtener una proyección consensuada a partir de unas 4.000 zonas. Las estima-ciones se transfi rieron a los modelos del impacto en las cosechas desarrollados en el campo de la agronomía y la economía, a fi n de obtener estimaciones de rendimientos, que posteriormente se promediaron a escala de países y regiones.

El consenso de los seis modelos muestra que si se duplica la concentración de carbono en la atmósfera se producirá un calentamiento global de 3,3 ºC. Esta estimación se aproxima a la

obtenida por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas para lo que se denomina “sensibilidad climática”, que mide el calentamiento mundial a largo plazo que cabe prever si se duplica el dióxido de carbono en la atmósfera con respecto a los niveles preindustria-les, lo cual indica que las predicciones de estos modelos se alinean con las predicciones estándar.

Para obtener estas estimaciones, se incorporaron a los mode-los climáticos las proyecciones de las emisiones en el escenario de referencia, basadas en el escenario más usado en el Tercer Informe de Evaluación publicado por el IPCC en 2001. Actualmente, las emisiones anuales de combustibles fósiles ascienden a unos 7.000 millones de toneladas de carbono. Según la estimación del IPCC en el escenario de referencia, aumentarían a unos 16.000 millo-nes para 2050 y 29.000 millones para 2100, en parte debido a un mayor uso de carbón. Las correspondientes concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono ascenderían a 735 partes por millón (ppm) para 2085, frente a un nivel preindustrial de 280 ppm y un nivel actual de 380 ppm.

El estudio divide el mundo en 116 países y regiones. Para el decenio de 2080, los seis modelos climáticos predicen que, en pro-medio, el aumento de la temperatura de la superficie se acercará a los 5 ºC ponderando el área terrestre, y a alrededor de 4,4 ºC ponderando el área agrícola (panel superior del cuadro 1). Este aumento es mayor que el calentamiento medio mundial de 3 ºC, debido a que las áreas terrestres se calientan más que los océanos. Las precipitaciones también aumentan alrededor del 3%.

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Como paso siguiente, las proyecciones del cambio climático se aplican a los modelos de impacto agrícola para obtener dos conjuntos de evaluaciones del efecto del cambio climático en la productividad agrícola. Un conjunto, los “modelos basados en las cosechas”, relacionan la producción agrícola con la calidad de los suelos, el clima, el uso de fertilizantes, etc. (Rosenzweig e Iglesias, 2006). El otro, los “modelos ricardianos”, infieren estadís-ticamente cómo influyen la temperatura y las precipitaciones en la productividad agrícola, examinando la relación entre el precio de la tierra y el clima: la productividad agrícola mejora cuando las temperaturas aumentan de frías a templadas, y viceversa (Mendelsohn y Schlesinger, 1999). En el caso de Canadá, Estados Unidos, India y muchos países de África y América Latina se dispone de modelos que relacionan los datos para cada departa-mento o establecimiento agrícola sobre el valor de la tierra o los ingresos netos con factores como la calidad del suelo, así como la temperatura y las lluvias. Ambos conjuntos de modelos tienden a generar resultados similares. En el estudio se combinaron para obtener una estimación de consenso de los rendimientos de las cosechas tanto sí el aumento de dióxido de carbono no genera mayores rendimientos como suponiendo que la fertilización carbónica produzca efectos positivos.

Impacto en el rendimiento de las cosechasLos resultados no dan muchas razones para el optimismo. A nivel mundial, el impacto global de un calentamiento de la Tierra según el escenario de referencia para el decenio de 2080 es una reducción de la productividad agrícola (producción por hectárea) del 16% sin fertilización carbónica, y una reducción del 3% si los benefi cios de dicha fertilización llegaran a materializarse, cuan-

do los resultados se ponderan por la producción (panel inferior del cuadro 1). Las pérdidas son mayores cuando se ponderan por población o por país.

Las pérdidas se concentran sobre todo en los países en desa-rrollo. Mientras que para los países industriales los resultados van desde pérdidas del 6% sin fertilización carbónica hasta ganancias de 8% con la misma, las regiones de países en desarrollo sufren pérdidas de alrededor de 25% y de 10%–15%, respectivamente. En los países en desarrollo, la pérdida media sería de 15%–26%, y la pérdida media ponderada según el producto sería de 9%–21%. Las pérdidas podrían ser devastadoras en algunos de los países más pobres (en Senegal y Sudán superarían el 50%).

En general, los daños serán mayores en los países más cerca-nos al ecuador (gráfico), donde las temperaturas ya se acercan a los niveles de tolerancia de los cultivos. La altitud del país tam-bién influye. Por ejemplo, debido a que la altitud es mayor y las temperaturas medias son más bajas, Uganda se ve ante pérdidas menores (17% sin fertilización carbónica) que Burkina Faso (24%), aun cuando este último país está situado alrededor de 10 grados más al norte del ecuador. Mientras que las mayores pérdidas se concentran en las latitudes más bajas, las ganancias, cuando se producen, ocurren en las latitudes más altas. Si la fer-tilización carbónica no produce un efecto positivo, los países más afectados están situados en África, América Latina y el sur asiático, aunque en casi todo el mundo se deteriora la produc-tividad agrícola (mapa 1). ¿Serán de gran ayuda los beneficios de la fertilización carbónica? La respuesta parece ser sí y no. Se observan de todos modos resultados muy adversos para países de África, América Latina y el sur asiático, aunque algunos países y subregiones específicos correrían mejor suerte (mapa 2).

En un mayor desglose por países y regiones, el estudio arroja los siguientes resultados (cuadro 2):

En América del Sur, las pérdidas potenciales son considerables en Argentina y Brasil si no se materializa el efecto de la fertiliza-ción carbónica; en Brasil las pérdidas serían moderadas incluso con dicho efecto, pero Argentina saldría más beneficiada.

Finanzas & Desarrollo marzo de 2008 25

El precio del solCuanto más cerca está un país del ecuador, mayor es la probabilidad de que su agricultura sufra los efectos del calentamiento mundial.

(Variación del potencial de producción agrícola, en porcentaje)

Grados de latitud (±)

Fuente: Cline (2007).Nota: Cada punto representa un país.

0 20 40 60–60

–40

–20

0

20

Cuadro 2

Qué suerte corre cada paísTanto si el impacto del cambio climático se proyecta mediante modelos económicos como agronómicos, casi todos los países se ven perjudicados.(Variación porcentual de la productividad agrícola)

Modeloricardiano1

Modelobasado en las

cosechas1 Promedio ponderadoSin FC Con FC

Argentina –4 –18 –11 2Brasil –5 –29 –17 –4Estados Unidos 5 –16 –6 8 Planicies del sudoeste –11 –59 –35 –25India –49 –27 –38 –29China 4 –13 –7 7 Región centro sur –19 –13 –15 –2México –36 –35 –35 –26Nigeria –12 –25 –19 –6Sudáfrica –47 –20 –33 –23Etiopía –31 –31 –31 –21Canadá 0 –4 –2 12España –4 –11 –9 5Alemania 14 –11 –3 12Rusia 0 –15 –8 6

Fuente: Cline (2007).Nota: Los modelos ricardianos infieren estadísticamente en qué medida las temperaturas y

precipitaciones contribuyen a la productividad agrícola, examinando la relación entre el precio de la tierra y el clima, mientras que los modelos basados en las cosechas relacionan la producción agrícola con la calidad de los suelos, el clima, el uso de fertilizantes, etc.

1Sin los efectos de la fertilización carbónica (FC).

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26 Finanzas & Desarrollo marzo de 2008

En América del Norte, la variación es enorme de norte a sur. Para Estados Unidos, el resultado global iría desde un deterioro global del 6% sin fertilización carbónica hasta un aumento del 8% con ella. Con todo, tras este promedio se ocultan las grandes pérdidas potenciales de las llanuras del sudeste y sudoeste, donde el promedio ponderado de los modelos ricardianos y los mode-los basados en las cosechas muestran pérdidas que van desde el 25% si la fertilización carbónica produce algún beneficio hasta el 35% sin dicho beneficio. Para Canadá, al igual que para Estados Unidos, los resultados muestran pérdidas limitadas sin fertiliza-ción carbónica y ganancias moderadas con ella. En México, las pérdidas serían del 25% al 35%.

En África las pérdidas son cuantiosas. En Nigeria son de entre 6% y 19%, y en Sudáfrica y Etiopía son mucho mayores.

En Europa, Alemania muestra pérdidas limitadas sin fertili-zación carbónica y ganancias moderadas con ella. En el caso de España, los resultados son algo menos favorables, lo cual se debe a la latitud de la región. En Rusia, sin fertilización carbónica, la productividad disminuye 8%; con ella, las ganancias son de 6%.

En Asia, el contraste entre los dos países en desarrollo más grandes y dinámicos es impactante. El caso de India quizá sea el más alarmante, ya que las pérdidas van del 30% al 40%. Para China el rango es más moderado: desde una pérdida de 7% hasta una ganancia de 7%. Los resultados se asemejan a los de Estados Unidos: los efectos son, en promedio, relativamente neutros; pero en las regiones sureñas las pérdidas son considerables. El con-traste con India es estrictamente coherente con su mayor cerca-nía al ecuador. En China y Estados Unidos, el centro de latitud se sitúa a los 38º norte aproximadamente, mientras que en India aproximadamente a los 22º norte.

¿Un rescate tecnológico?Hay quienes sostienen que los rápidos cambios tecnológicos in-crementarán los rendimientos agrícolas en tal medida para fi nales de este siglo que la reducción que pudiera causar el calentamiento mundial quedaría fácilmente compensada. Pero el cambio tecno-lógico es una falsa panacea por varias razones.

Primero, la revolución verde ya se ha desacelerado. Según cálculos basados en datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), los rendi-mientos de granos, que aumentaron a una tasa anual del 2,7% en los años sesenta y setenta, solo se incrementaron el 1,6% anual en el último cuarto de siglo. Aunque los crecientes precios agrícolas podrían crear incentivos para disminuir o invertir esta desaceleración, no puede asegurarse que así suceda.

Segundo, aún sin una mayor desaceleración, es probable que la carrera entre el aumento de la demanda de alimentos y el aumento de la producción sea muy pareja. Se prevé que la demanda mundial de alimentos prácticamente se triplicará para el decenio de 2080, debido al aumento de la población mundial y de los ingresos. También parece probable que una proporción considerable de las tierras se destine a la producción de biomasa para generar etanol. Por consiguiente, el equilibrio entre la oferta y la demanda es bastante precario, y se vería agravado si el calen-tamiento mundial produce un fuerte shock adverso.

Hay mucho en juegoLas estimaciones que se presentan en este estudio ponen de relie-ve la importancia de una acción internacional coordinada para limitar las emisiones de dióxido de carbono y evitar el calenta-miento y los daños que se producirían si no se adoptan medidas,

ND< –25–25 a –15–15 a –5–5 a 00 a 55 a 1515 a 25>25

Mapa 1

Sin fertilización carbónicaSi el aumento del dióxido de carbono no tiene efectos positivos, la producción agrícola disminuye en casi todo el mundo, y de maneracatastrófica cerca del ecuador.(Variación porcentual de la productividad agrícola provocada por el clima entre 2003 y el decenio de 2080)

Fuente: Cline (2007).Nota: ND significa que no hay datos disponibles o, en los casos de Alaska y el norte de Canadá, que la información no es aplicable.

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no solo en la agricultura, sino también al subir el nivel del mar e intensifi carse los huracanes, entre otras cosas.

Asimismo, es probable que las pérdidas efectivas a nivel mundial sean peores que las descritas aquí. Ni los modelos basados en las cosechas ni los modelos ricardianos pueden explicar qué influencia tendría el probable aumento de fenó-menos climáticos extremos, como las sequías y las inundacio-nes, y de las plagas. Las estimaciones tampoco tienen en cuenta las pérdidas agrícolas asociadas al aumento de los niveles del mar, una consideración sumamente importante para países como Bangladesh y Egipto. Y algo aún más importante es que, al pintar un panorama estático del decenio de 2080, las estima-ciones no captan los daños mucho mayores que podrían espe-rarse si, al no tomarse medidas para limitar las emisiones de carbono, el calentamiento mundial en el siglo XXII fuera aún mucho más grave.

Los que mayor riesgo corren son los países en desarrollo, por lo cual redunda en su propio beneficio su activa participación en los programas mundiales de reducción de las emisiones de dióxido de carbono. China ya produce mayores emisiones que la Unión Europea y pronto superará a Estados Unidos. Las emisiones globales de los países en desarrollo (incluidas las derivadas de la deforestación) prácticamente equivalen ya a las de los países industriales, y están aumentando con rapidez.

Los dos mayores países en desarrollo, India y China, parecen tener intereses potencialmente contrapuestos con respecto a los programas internacionales de reducción de emisiones. Dado que los efectos en su agricultura serían neutros o incluso posi-tivos, China podría estar menos interesada en dichos programas que India, que podría sufrir grandes pérdidas si no se modifican

las políticas mundiales sobre las emisiones. Pero aun en China algunas subregiones clave corren riesgo.

Afortunadamente, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, celebrada en Bali, Indonesia, en diciembre de 2007, los países convinieron en empezar a negociar un nuevo acuerdo internacional que reemplace al Protocolo de Kioto para 2009. En los dos países que se han resistido a firmar el acuerdo de Kioto ha habido giros: Australia lo firmó hace poco tras un cambio de gobierno; y en Estados Unidos los principa-les candidatos presidenciales de ambos partidos han propuesto reducciones relativamente ambiciosas de las emisiones de dióxido de carbono de ese país. Si las naciones en desarrollo líderes, como Brasil, China e India, también se muestran más dispuestas a reducir las emisiones, las nuevas negociaciones podrían sentar las bases para la adopción de medidas internacionales significativas de reducción de las emisiones de carbono en la era pos-Kioto. ■

William R. Cline es Investigador Principal en el Peterson Institute for International Economics y en el Center for Global Development.

Referencias:

Cline, William R., 2007, Global Warming and Agriculture: Impact

Estimates by Country (Washington: Center for Global Development y

Peterson Institute for International Economics).

Mendelsohn, Robert, y Schlesinger, Michael E., 1999, “Climate Response

Functions”, Ambio, vol. 28 (junio), págs. 362–66.

Rosenzweig, Cynthia, y Ana Iglesias, 2006, “Potential Impacts of Climate

Change on World Food Supply: Data Sets from a Major Crop Modeling Study”;

http://sedac.ciesin.columbia.edu; disponible el 9 de agosto de 2006.

ND< –25–25 a –15–15 a –5–5 a 00 a 55 a 1515 a 25>25

Mapa 2

Con fertilización carbónicaSi algunos cultivos se benefician de un aumento del dióxido de carbono, el impacto mundial es menos drástico y en las zonas más alejadas del ecuador podría registrarse un aumento de la productividad agrícola.(Variación porcentual de la productividad agrícola provocada por el clima entre 2003 y el decenio de 2080)

Fuente: Cline (2007).Nota: ND significa que no hay datos disponibles o, en los casos de Alaska y el norte de Canadá, que la información no es aplicable.

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LOS DATOS climatológicos indican que las activida-des humanas están calentando la Tierra, pero aún no se conocen a ciencia cierta las características y la magnitud de los riesgos. Los economistas deben

formular políticas racionales para abordar esos riesgos y las incertidumbres implícitas. En particular, es necesario que los especialistas en fi nanzas públicas examinen la función de los instrumentos fi scales —especialmente, impuestos y gasto público— en la lucha contra el cambio climático.

Con respecto al cambio climático, los programas naciona-les de adaptación y mitigación son bastante similares, pero tienen diferencias clave. La adaptación —cambios relati-vamente leves de comportamiento— ocurrirá en su mayor parte a través de los mercados privados, aunque podrían requerirse ciertas medidas de política para facilitarla; por ejemplo, mejorar las predicciones meteorológicas.

En cambio, la mitigación debe estar impulsada en mayor medida por una política explícita. En gran parte, la adapta-

ción puede y debe tener lugar una vez que el proceso climá-tico haya seguido su curso; de poco sirve adaptarse ahora a cambios que ocurrirán en 30 o 100 años. Pero la mitigación debe iniciarse mucho antes de producirse el daño, que no es resultado de las emisiones actuales, sino de la lenta acumula-ción atmosférica de gases de efecto invernadero (GEI).

En este artículo se sostiene que los instrumentos fiscales son indispensables para mitigar el cambio climático y adap-tarse. Se explica cómo una política fiscal eficiente puede ayudar a minimizar sus efectos, y se examinan las opcio-nes para los gobiernos. Los instrumentos fiscales no brin-dan una solución cabal, pero los impuestos y el gasto público son esenciales para ofrecer incentivos adecuados a los hogares y las empresas y para lograr una distribución justa de los costos y beneficios. También pueden ayudar a garan-tizar el pago de un precio adecuado por la emisión de GEI, y generar los recursos necesarios para afrontar el cambio climático.

Los gobiernos deben regular los incentivos para que los hogares y las empresas hagan frente y se adapten al cambio climático

Benjamin Jones,

Michael Keen

y Jon Strand

Chimeneas industriales en Eureka, California, Estados Unidos.

El precio delcambio climático

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¿Cuánto puede costar la adaptación?Incluso si la política fi scal no se modifi ca, el cambio climático puede afectar el ingreso impositivo (la decreciente producti-vidad agrícola o una intensifi cación de fenómenos climáticos extremos, como tempestades, inundaciones y sequías podría erosionar la base tributaria) y el gasto público (por ejemplo, ante una mayor prevalencia de la malaria). En algunos casos, el efecto neto podría ser favorable, pero lo más probable es que el fenómeno, como un todo, exacerbe problemas en los países más afectados por el cambio climático (en muchos casos, los más pobres).

Las secuelas más probables del cambio climático incluyen el aumento del nivel del mar, las pérdidas de productividad en sectores como el turismo y la agricultura y una mayor intensidad y frecuencia de los fenómenos climáticos extre-mos. Todos ellos pueden perjudicar la situación fiscal y la estabilidad externa.

Las sociedades humanas probablemente se adaptarán a la mayoría de estos cambios, pero habrá costos, y no siempre será evidente cómo minimizarlos, ni la función que deberían cumplir los gobiernos. El costo de una adaptación total que elimina todos los efectos climáticos y los daños sería dema-siado alto. También hay que optar entre tomar precaucio-nes anticipadas o esperar hasta obtener mejor información: la decisión de fortalecer las defensas costeras solo parecerá acertada si los temporales se intensifican.

No se sabe bien cuál será el costo agregado de la adap-tación, pero se han hecho cálculos aproximados. Según unestudio, ascendería a no más del 25% del costo total del impacto climático (Tol, 2005). Por tanto, si la duplicación de las concentraciones de GEI (algo que podría ocurrir este siglo si no se toman medidas) tiene un costo global equi-valente a 1%–2% del PIB mundial, el costo aproximado de adaptación sería de 0,2%–0,5% del PIB mundial, o sea, entre US$70.000 millones y US$150.000 millones al año. El Banco Mundial (2006) estima que el costo anual de adaptación en los países de bajo ingreso ascendería a decenas de miles de millones de dólares.

Dada la importancia de adaptar ciertos bienes públi-cos (como las defensas costeras y los servicios de salud), el Estado tendría que cubrir una parte importante de esos cos-tos (según cálculos del Banco Mundial, alrededor de la ter-cera parte). No obstante, para afrontar los riesgos fiscales del cambio climático es crucial comprender mejor los posibles costos fiscales de la adaptación para los países.

Mitigación: Subsanar las deficiencias del mercadoPara lograr una mitigación efi caz de las emisiones probable-mente se requerirán instrumentos fi scales para subsanar una gran defi ciencia del mercado: los que se benefi cian sin asu-mir carga alguna. Los gobiernos, las personas y las empresas asumen todo el costo de reducir sus emisiones de GEI, pero el resultado (menos calentamiento mundial) benefi cia tanto a propios como a ajenos. Esta falta de incentivos se traduce en un nivel excesivo de emisiones y poco empeño por crear alternativas a los combustibles fósiles.

Un menor uso de combustibles fósiles puede reducir la contaminación a nivel local o nacional, pero sin eliminar la dificultad fundamental: todos preferirán que sean otros los que paguen por reducir las emisiones. Si se mitiga ahora, los beneficios serán, en gran medida, para las generaciones futuras y, por tanto, el gasto se justifica en la medida en que se atribuya importancia al bienestar de esas generaciones y a la probabilidad de que su situación sea mejor que la actual. Por consiguiente, la tasa de descuento usada para comparar costos corrientes con beneficios futuros es fundamental para evaluar y formular políticas de mitigación, más aun que en el caso de otros análisis de costo-beneficio, ya que los horizon-tes temporales son excepcionalmente largos.

La segunda deficiencia del mercado guarda relación con la creación de nuevas tecnologías energéticas que permitan reducir sustancialmente las emisiones. En su mayoría, las tareas de investigación y desarrollo (I+D) estarán —y, por motivos de eficiencia, deben estar— en manos de particula-res y empresas que procuran obtener ganancias, pero que en general no podrán explotar todos los beneficios de sus inno-vaciones, lo cual crea un riesgo de subinversión en I+D sobre el clima.

El problema es común en el ámbito de la I+D, y actual-mente muchos gobiernos ofrecen generosas exoneraciones y ventajas fiscales para fomentar la I+D con fines comerciales. No obstante, la importancia que hoy se atribuye a la inves-tigación relacionada con el clima y la energía (incluidos los aspectos de seguridad energética) y los grandes riesgos para los inversionistas (en particular, relacionados con la creaciónde tecnologías más decisivas o “avanzadas”, como la captura y el almacenamiento de las emisiones de CO2 y los proce-dimientos de geoingeniería para contrarrestar el cambio climático) podrían justificar un respaldo adicional a esas investigaciones. Sin embargo, el nivel actual de I+D en el área de energía es muy inferior al máximo observado en los años setenta.

El precio de las emisionesOtro problema complejo es cómo fi jar el precio de las emisiones. En principio, la política óptima para reducir las emisiones es simple: el emisor debe pagar un precio por unidad de emisiones, equivalente al valor neto actualizado del daño que causa (además del precio del carbón u otros recursos básicos). Para minimizar el costo de reducir las emisiones, el cargo deberá ser el mismo para todas las emi-siones, independientemente de dónde y cómo se produzcan. Por ejemplo, la tasa cobrada por el uso de un combustible fósil (el “precio del carbono”) deberá corresponder a su contenido de carbono y, por tanto, al CO2 que se emite al consumirlo.

El principio es simple, pero su aplicación es compleja. Para atribuir un valor “correcto” al daño marginal de las emisiones—usaremos la expresión “precio del carbono”, aunque el principio es el mismo para todos los GEI— deben conside-rarse aspectos de índole sumamente especulativa (como el ritmo y las características del progreso tecnológico) y hasta filosófica (al seleccionar la tasa de descuento).

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El precio actual del carbono no es el único factor impor-tante. En las decisiones sobre inversiones arriesgadas en I+D, o en plantas generadoras que durarán décadas, debe considerarse el precio futuro de los combustibles fósiles y del carbono.

El precio del carbono probablemente aumentará gradual-mente en términos reales, al menos en el futuro inmediato; a medida que aumente el daño, aumentará el precio en térmi-nos del valor actual y, por tanto, aumentará el cargo. No obs-tante, si el precio aumenta demasiado rápido, puede crearse un incentivo para acelerar la extracción de combustibles fósi-les cuando el cargo aún es bajo, lo cual exacerbará los pro-blemas en el futuro (Sinn, 2007). Si bien no se sabe cuál es el ritmo apropiado de aumento, los responsables de la política deben crear expectativas de un incremento moderado de los precios.

En el gráfico 1 se exponen algunas de las ambigüedades e incertidumbres relacionadas con la evolución correcta del precio de las emisiones en base a simulaciones creadas al amparo del Programa Científico sobre Cambio Climático de Estados Unidos. Se usan dos modelos de evaluación integra-dos: el IGSM, del MIT, y el MiniCAM, de Pacific Northwest National Laboratories y la Universidad de Maryland.

Las estimaciones del precio futuro de las emisiones varían ampliamente según el año, el período, el modelo y las metas de concentración de GEI a largo plazo. (Por ejemplo, para 2040, el precio de la tonelada de carbono, tC, con una meta a largo plazo de 650 partes por millón, ppm, de carbono atmosférico será de US$13, según el MiniCAM, y de US$562/tC con una meta de 450 ppm, según el IGSM).

Las diferencias entre los modelos se deben a incertidum-bres sobre factores como el costo de la mitigación y el uso de energía; tampoco se ha determinado cuál es la meta “ade-cuada” de emisiones. Ciertas incertidumbres no se inclu-yen en los modelos; por ejemplo, los supuestos sobre des-cuento son los mismos en todos los cálculos (4% anual). En la mayoría de los casos, el precio corriente “correcto” de las emisiones oscila entre US$15/tC y $60/tC (el valor pro-puesto en el informe Stern de alrededor de US$330/tC es algo atípico).

Impuestos, topes y comercio de derechos, etc.El uso de precios del carbono plantea otros problemas. Hay dos sistemas basados en el mercado: los impuestos sobre el carbono, y los topes y comercio de derechos de emisión (un emisor al que la mitigación le resulta relativamente fácil vende o transfi ere permisos de emisión de cierto volumen de gases a un emisor al que la mitigación le resulta difícil). En la prác-tica, la mayoría de los sistemas son híbridos: por ejemplo, un sistema de comercio de derechos, que permite la intervención del gobierno para mantener los precios por sobre un cierto nivel mínimo. Pero estos dos sistemas opuestos ilustran mu-chas de las decisiones que se deben adoptar.

Si todas las cuotas de emisión en el marco de un sistema de comercio de derechos se subastan y adjudican al mejor postor, y existe certeza plena sobre las emisiones (y su pre-cio), ambos mecanismos son equivalentes: si el sistema de

comercio se reemplaza por un impuesto sobre el carbono a una tasa equivalente al precio de equilibrio de mercado del permiso, las emisiones y el ingreso público seguirán siendo los mismos.

No obstante, al haber incertidumbre no hay equivalencia. El sistema de comercio ofrece certeza sobre las emisiones acumuladas; los impuestos sobre el carbono ofrecen certeza relativa sobre los precios. Si hay incertidumbre sobre el costo de reducir las emisiones, los impuestos podrían ofrecer ven-tajas como instrumento de mitigación, pues equiparan mejor los costos marginales con los beneficios de la mitigación.

Supongamos que el costo de la mitigación es muy superior a lo previsto. Con el sistema de comercio, las emisiones no se verán afectadas, pero la mitigación sería muy cara. El sistema impositivo evitaría esos costos, pero las emisiones superarían el nivel perseguido, lo cual quizá no importe mucho pues en el corto plazo las emisiones tienen escaso efecto en las con-centraciones, que son lo que realmente importa.

Tampoco habrá equivalencia si, como ha ocurrido fre-cuentemente, los derechos de emisión se otorgan sin costo, en lugar de subastarse. Por ejemplo, en el marco del Régimen de Comercio de Derechos de Emisión de la Unión Europea, establecido para ayudar a implementar las obligaciones de la UE previstas en el Protocolo de Kioto, no puede subastarse más del 10% de las cuotas de emisión. Esto pro-duce una pérdida implícita de ingresos de alrededor de €40.000 millones al año y un nivel de redistribución elevado pero impreciso.

Esta “exención” puede tener otros efectos negativos. Las empresas podrían estimar que las asignaciones futuras pro-bablemente dependerán del nivel actual de emisiones, lo cual reduciría los incentivos para mitigar ahora. Las normas de entrada y salida también son importantes. Por ejemplo, si las empresas salientes pierden sus derechos (en lugar de poder venderlos), es menos probable que salgan, lo cual dificulta la mitigación. La exención puede haber sido una opción plau-

30 Finanzas & Desarrollo marzo de 2008

Gráfico 1

Diferentes resultadosEn el modelo IGSM, que supone un aumento base de las emisiones mayor que en el modelo MiniCAM, son necesarias tasas impositivas más altas para logar los niveles de emisiones fijados como meta.

(Tasas impositivas mundiales sobre el carbono, dólares por tonelada de carbono)

450 ppm

Modelo MiniCAM Modelo IGSM

550 ppm650 ppm

2020 40 60 2020 40 600

200

400

600

800

1.000

1.200

1.400

Fuente: Cálculos del personal técnico del FMI en base a los resultados del modelo MiniCAM.

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sible para la inversión cuando la fijación de precios del car-bono no era siquiera imaginable. La Comisión Europea ha propuesto eliminar esa exención durante la tercera etapa del Régimen de Comercio (2013 a 2020), lo cual es una medida acertada y un ejemplo a seguir.

¿Qué hacer con los ingresos?Los montos recaudados mediante la aplicación óptima de un sistema impositivo son importantes desde el punto de vista fi scal. En el gráfi co 2 se indican los ingresos previstos generados por cargos sobre las emisiones de carbono como porcentaje del PIB mundial para 2020, 2040 y 2060. Las tasas impositivas y las emisiones se calculan usando los modelos de evaluación integrados. Los ingresos oscilan entre 0,1% en 2020 con una meta de 650 ppm (MiniCAM) y más del 3% en 2060 con una meta de 450 ppm (IGSM). Se prevé un aumento gradual (sobre todo en el modelo MiniCAM) de la proporción correspondiente a los países de ingreso más bajo en el total de emisiones. Esto signifi ca que esos países recaudarán una pro-porción mayor del ingreso tributario total (en el MiniCAM excede el 65% en los países no miembros de la OCDE para 2060). Si estas equivalencias se cumplen, puede obtenerse el mismo ingreso total con un sistema de comercio en el que se subastan todos los derechos de emisión, pero la distribución de ingreso entre los países podría ser muy diferente.

Se da por supuesto que los ingresos del impuesto sobre el carbono se recaudarán en el país que produce las emisiones (aunque esto no impediría futuras transferencias internacio-nales). No obstante, si se opta por el comercio de derechos, debe adoptarse una norma para asignar esos derechos entre los países. Esa norma —por ejemplo, basada en la proporción de emisiones o de población actuales— puede influir consi-derablemente en el alcance y la evolución del comercio inter-nacional de permisos.

En general, se coincide en que India y los países de África probablemente venderán permisos (un incentivo para par-

ticipar en el sistema) y en que los países industriales los comprarán. Este sistema, además de desalentar la emisión, supondría una transferencia efectiva de recursos hacia los países de ingreso bajo. Naturalmente, para implementar esas transferencias se requeriría, en particular, un mecanismo para cerciorarse de que las emisiones de otros países no exce-den los límites fijados en sus permisos.

Para los gobiernos que necesitan dinero, el cambio climá-tico ofrece al menos la ventaja del posible ingreso generado mediante la fijación de precios del carbono. Esto les permiti-ría reducir el uso de impuestos más distorsionadores y afron-tar mejor las posibles dificultades creadas por la liberalización del comercio y la globalización. (Claro que hay a quienes les preocupa el despilfarro del ingreso adicional).

No obstante, los precios del carbono podrían agravar las distorsiones causadas por los actuales sistemas impositivos, reduciendo el nivel de actividad económica e intensificando los desincentivos marginales creados por el sistema tribu-tario. Por tanto, en general, conviene usar los ingresos del carbono para deshacerse de otros instrumentos tributarios más distorsionadores. Varios países europeos, por ejemplo, han tratado de aliviar los problemas del mercado laboral aumentando el impuesto a la energía para reducir las coti-zaciones sociales. También podría reducirse el impuesto a las sociedades.

Participación y equidadLas medidas fi scales también pueden alentar una participa-ción más amplia en la mitigación —para limitar las emisiones con el menor costo posible— y ayudar a repartir equitativa-mente la carga del cambio climático. Esto implica el uso de otros instrumentos para reducir el efecto distributivo de la fi jación de precios del carbono (lo cual puede ser muy difícil cuando se quiere aumentar el precio de la energía en países de ingreso bajo) y abordar problemas espinosos, como el posible uso de ajustes tributarios en frontera si los países vecinos no aplican tasas tributarias similares sobre el carbono.

Por tanto, cada vez está más claro que el diseño de las medidas fiscales será clave a la hora de enfrentar los desafíos que plantea el cambio climático. ■

Michael Keen es Asesor, Benjamin Jones es Economista y Jon Strand es Asesor en Asuntos de Asistencia Técnica, del Departamento de Finanzas Públicas del FMI.

Referencias:

Banco Mundial, 2006, Clean Energy and Development: Towards

an Investment Framework (Washington).

Sinn, Hans-Werner, 2007, “Public Policies Against Global Warming”,

CESifo Working Paper No. 2087 (www.csfi nfo.de).

Stern, Nicholas, et al., 2007, Informe Stern: La economía del cambio

climático (Cambridge: Cambridge University Press).

Tol, Richard S. J., 2005, “Adaptation and Mitigation: Trade-Offs in

Substance and Methods”, Environmental Science and Policy, vol. 8,

págs. 395–418.

Weitzman, Martin L., 1974, “Prices Versus Quantities”, Review of

Economic Studies, vol. 41, págs. 477–91.

Finanzas & Desarrollo marzo de 2008 31

Gráfico 2

Un negocio lucrativoEn el modelo IGSM, los ingresos son más cuantiosos que en el modelo MiniCAM, debido sobre todo a que la tasa del impuesto sobre las emisiones es más alta.

(Ingresos mundiales previstos del impuesto sobre el carbono, porcentaje del PIB mundial)

450 ppm

Modelo MiniCAM Modelo IGSM

550 ppm650 ppm

2020 40 60 2020 40 600

0,5

1,0

1,5

2,0

2,5

3,0

3,5

Fuente: Cálculos del personal técnico del FMI en base a los resultados del modelo MiniCAM.

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32 Finanzas & Desarrollo marzo de 2008

Los mercados financieros pueden desempeñar una valiosa función frente al cambio climático

NO RESULTA inmediatamente obvio qué papel pue-den desempeñar los mercados fi nancieros frente al cambio climático. Este cambio sucede con lentitud y repercute en el ambiente físico a escala mundial,

mientras que los mercados fi nancieros reaccionan ante las noveda-des en fracciones de segundo y casi no están atados a ningún lugar físico específi co. Debido al bajo consumo de energía del sector fi -nanciero toda reducción de las emisiones de gases de efecto inver-nadero (GEI) tendrá poco impacto en las operaciones físicas de los mercados e instituciones fi nancieras (a diferencia, por ejemplo, de sus efectos en la producción o distribución de electricidad).

No obstante, los mercados financieros podrían cumplir dos funciones importantes frente al cambio climático (véase el cua-dro). Primero, promueven las estrategias de mitigación de su impacto —es decir, las medidas tomadas para reducir las emi-siones de gases para un nivel dado de actividad económica— al mejorar la eficiencia de los mecanismos para fijar el precio de las emisiones y para reducirlas (por ejemplo, el comercio de derechos de emisiones de carbono) y la asignación de capital al desarrollo de tecnologías menos contaminantes y a industrias que usan estas tecnologías. Segundo, los mercados financieros pueden reducir los costos de las medidas de adaptación, es decir, las medidas adopta-das por las economías ante el cambio climático, al reasignar capital a nuevas regiones y sectores productivos y proporcionar cobertura frente a riesgos climáticos.

En los últimos años se registró un fuerte aumento del comer-cio de dichos derechos y surgieron grandes innovaciones en los mercados respectivos, instrumentos financieros derivados sobre riesgos climáticos y bonos catástrofe (bonos CAT), lo cual es un buen augurio. Pero si las políticas no se diseñan partiendo de una comprensión básica de los aspectos financieros, la política sobre el cambio climático puede sufrir una contramarcha. Por lo tanto, para definir las futuras políticas y reducir al mínimo sus costos será crucial reconocer cómo reaccionarán los mercados finan-cieros ante las iniciativas relacionadas con el cambio climático, y de qué manera estos mercados pueden promover las medidas de mitigación y adaptación.

Reducción de las emisiones de GEIEn cuanto a las medidas de mitigación, un gran número de países se ha comprometido, o probablemente se comprometa, a alcanzar metas para limitar las emisiones de GEI para el 2012 en el marco

del Protocolo de Kioto o del acuerdo que lo suceda. Además de res-tricciones regulatorias, esta meta puede lograrse mediante im-puestos sobre las emisiones o mecanismos para poner un tope a lasemisiones y permitir el comercio de derechos de contaminación. En un contexto de este tipo, los mercados fi nancieros pueden refor-zar la presión sobre las empresas para que reduzcan sus emisiones.

Uno de estos mecanismos son los fondos de inversión “verdes”.Estos fondos, que originalmente eran parte del movimiento a favor de inversiones “socialmente responsables” y “éticas”, fueron creados en los años ochenta para invertir solamente en compañías

La eraverdede los mercados

Identificar los instrumentos adecuadosLos instrumentos financieros pueden ayudar a contener el costo de reducción de las emisiones de GEI y la adaptación al cambio climático.

Comercio de emisiones

Inversiones relacionadas con el cambio climático

Mercado de riesgos de catástrofe y riesgos climáticos

Estrategias de mitigación Estrategias de adaptación

Instrumentos

Derechos de emisiones negociables

Fondos de inversión en secto-res que podrían beneficiarse del cambio climático (por ejem-plo, agua y energía nuclear)

Instrumentos de trans-ferencia de riesgos de catástrofe (por ejemplo, bonos y swaps CAT)

Futuros y opciones sobre derechos de emisiones

Fondos de inversión especia-lizados en tecnologías no contaminantes

Seguros de cosechas y de riesgo climático

Fondos que invierten en derechos de emisiones

Proyectos que generan créditos de carbono

Instrumentos derivados de cobertura del riesgo climático

Efectos buscados

Minimizar los costos de un nivel dado de reducción de GEI

Reasignar el capital de manera eficiente en respuesta al cambio climático

Distribuir los riesgos de catástrofes naturales y los riesgos climáticos

Suministrar nuevos capitales para financiar la mitigación del cambio climático

Mantener la asegurabi-lidad de los riesgos climáticos y reducir las primas

Transmitir señales de precios de los riesgos climáticos y los costos

Fuente: Deutsche Bank (adaptado).

Paul Mills

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que procuran limitar el daño ambiental que causan. Desde enton-ces, se han lanzado fondos especializados que invierten en com-pañías y tecnologías orientadas a reducir las emisiones de GEI. De hecho, algunos índices de acciones creados recientemente com-prenden solo acciones de empresas con bajas emisiones de dichos gases o que están invirtiendo en tecnologías para limitarlas. Las sumas invertidas en estos fondos “verdes” aún son pequeñas para tener un impacto importante en el desempeño global del mer-cado. Pero si como resultado de los acuerdos pos-Kioto se esta-blece un impuesto significativo sobre las emisiones de GEI o un precio muy alto para las mismas, las empresas con bajos niveles de emisiones o que están invirtiendo en tecnologías para limitarlas deberían tener un rendimiento superior al promedio del mercado. En realidad, parecería que esto es lo que prevén los inversionistas. Cuando se lanzó en octubre de 2007, las 300 acciones que integran el índice HSBC Global Climate Change habían superado al índice MSCF World en un 70% desde 2004.

En términos más generales, al gravarse o racionarse las emisiones de GEI, en la medida en que las empresas no puedan trasladar to-talmente estos costos, el costo del capital para las más contaminan-tes se incrementará en relación con el de sus competidores. Estas señales de precios reasignarán la capacidad hacia sectores y regio-nes donde la producción, la inversión y la investigación sean más rentables, suponiendo que el precio de las emisiones sea más alto.

Un segundo medio es el mecanismo para un desarrollo lim-pio (MDL) del Protocolo de Kioto, que permite que las Naciones Unidas certifiquen reducciones de emisiones en los mercados emergentes y los países en desarrollo, donde son más baratas, para que posteriormente estas reducciones certificadas se ven-

dan como créditos para compensar emisiones en países de alto ingreso. Se han recaudado fondos considerables para invertir en proyectos que se beneficiarán mediante estas reducciones certi-ficadas. En 2007 se vendieron créditos por un valor de €12.000 millones en el sistema de comercio de emisiones de la Unión Europea (UE), y actualmente los fondos destinados a proyec-tos de reducción del carbono superan los €10.000 millones. Sin embargo, la eficacia del MDL se ve limitada por la lenta acredita-ción de los proyectos, por inquietudes en torno a la calidad de los mismos y por dudas de que estos realmente limiten apreciable-mente el aumento de las emisiones en las economías emergentes.

Un tercer mecanismo, que ilustra claramente el papel potencial del mercado financiero en la mitigación del cambio climático, es el comercio de permisos de emisiones de carbono. Siguiendo el precedente del mercado estadounidense de permisos de dióxido de azufre (SO2) —que permitió reducir las emisiones de SO2 a bajo costo— en el Protocolo de Kioto se previeron este tipo de operaciones, y en la UE, Australia y Estados Unidos se desarrolla-ron mecanismos a tal efecto.

Intenso comercio en la Unión EuropeaEl mercado de derechos de emisión de la UE es el mayor en su tipo. En él se negociaron derechos de emisión por €9.400 millo-nes en 2005, €22.400 millones en 2006 y €28.000 millones en 2007 (gráfi co 1). El volumen negociado aumentó considerable-mente desde 2005. El comercio de derechos de emisión comenzó en la UE en 2005 con carácter experimental, y a principios de 2008 había entrado en la fase II, que tiene por objeto alcanzar desde 2008 hasta 2012 las metas de reducción de emisiones en

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el marco del Protocolo de Kioto. En la UE comenzaron a nego-ciarse futuros sobre derechos de emisión en 2004, y actualmente se negocian operaciones a futuro y al contado en cinco bolsas y mediante siete brokers, que se concentran en Londres. El volu-men de operaciones semanales se incrementó al equivalente de más de 20 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2), de las cuales el 70% se negocian a través de brokers. La liquidez ha mejorado mucho, y actualmente se pueden realizar opera-ciones instantáneas con márgenes de precios estrechos entre la compra y la venta. Inicialmente, participaban en el mercado primario empresas de energía, pero también han comenzado a operar activamente algunos bancos de inversión y hedge funds.

Estos mecanismos tienen por objeto reducir a un mínimo el costo de un nivel dado de reducción de la contaminación mediante la creación de derechos de propiedad para emitir, la limitación administrativa de la oferta de derechos al nivel fijado como meta, la distribución de los derechos (mediante subasta o asignación directa) y la posibilidad de que las empresas que los necesiten puedan adquirirlos de otras que ya no los necesiten porque han reducido la contaminación. Teóricamente, de esta manera, el costo marginal de la reducción de la contaminación equivaldrá al precio de un derecho dentro de este mecanismo, y los productores más eficientes reducirán las emisiones al menor costo, lo cual equivale a un impuesto óptimo sobre las emisiones de GEI (véase “El precio del cambio climático” en esta edición).

¿Ha tenido éxito el régimen de comercio de derechos de emi-sión de la UE? Se ha creado un mercado líquido de carbono cuyos precios reflejan la evolución de los mercados. El alto precio de los derechos de emisión ha generado incentivos para reducir la contaminación. Sin embargo, este mecanismo ha dejado algunas lecciones.

Primero, la inestabilidad de precios ha sido mayor que la nece-saria. Lo más notable es que los precios de los derechos cayeron abruptamente en abril de 2006 debido a rumores y a la publica-ción selectiva de información por parte de algunos países de la

UE, lo que indica que la distribución de derechos en la fase I fue excesiva (gráfico 1). Al confirmarse posteriormente en que la oferta neta era excesiva, los precios bajaron casi a cero. Si se hubiera per-mitido que los derechos no utilizados en la fase I se de-positaran y usaran en la fase II, se hubieran limitado la sensibilidad de los pre-cios y el riesgo para la credibilidad de este mecanismo. Asimismo,

una mayor frecuencia y cautela en la publicación de datos impor-tantes para los mercados habría reducido la innecesaria volatili-dad, y habría infundido más confianza en los precios.

Segundo, hasta el momento el comercio de derechos de emi-sión de la UE ha promovido la negociación de estos derechos, pero no ha tenido mayor impacto en la inversión a largo plazo.Cuando el precio de los derechos de la UE se situaba en lo más alto de la escala, algunas empresas de energía trasladaron su pro-ducción marginal de plantas contaminantes a plantas más lim-pias. Algunos productores también sostienen que el alto precio del carbono está alentandoinversiones encaminadas a ahorrar energía. Sin embargo, la atención se ha centrado en la compra de créditos fuera de la UE. donde los costos de reducción de la conta-minación son considerablemente más bajos. Asimismo, la fase II del mecanismo es lo suficientemente extensa en el tiempo como para ofrecer incentivos creíbles para la inversión en tecnologías energéticas más limpias. Por consiguiente, en la UE se desaceleró la reducción de la intensidad de carbono, pese al comercio de

derechos, y en los últimos años los resultados han sido peores que en Estados Unidos.

Estas lecciones llevan a comparar los requisitos para implantar con éxito el comercio de derechos de emisio-nes con los requisitos para aplicar una política monetaria creíble. Para que dicho comercio goce de credibilidad a largo plazo, debe delegarse la autoridad a una institución semejante a un banco central independiente que tenga como objetivo reducir las emisiones al menor costo. Esta institución debería publicar datos de manera transpa-rente y prudente, proteger los derechos de propiedad a largo plazo y tener la facultad para modificar discrecio-nalmente las posibilidades de depósito de los derechos o fijar un precio máximo para los mismos dentro de una gama de valores que le permita cumplir su objetivo.

Adaptación al cambio climáticoEn lo que respecta a las medidas de adaptación, los mer-cados fi nancieros pueden ayudar a reducir los costos del cambio climático de varias formas. Primero, deberían generar señales de precios para reasignar el capital hacia nuevas regiones y sectores productivos. Al trasladar las in-

34 Finanzas & Desarrollo marzo de 2008

Quizá la forma más clara en que los mercados financieros pueden contribuir a la adaptación al cambio climático sea a través de mejores posibilidades de cobertura frente al riesgo climático.

Gráfico 1

Un activo comercio ecológicoEl comercio de carbono en la Unión Europa ha crecido en la Unión Europea a pesar de la volatilidad de precios.

(Toneladas de CO2) (Euros por tonelada de CO2)

Fuente: European Climate Exchange (ECX).Nota: Datos al 5 de febrero de 2008.

Precio de los futuros a diciembre de 2007

(escala der.)

Volumen negociado en ECX

(escala izq.)

Precio de los futuros a diciembre de 2008

(escala der.)

Precios a término implícitos

May

. 05

Jul.

05

Oct.

05

Ene.

06

Abr.

06

Jul.

06

Oct.

06

Ene.

07

Abr.

07

Jul.

07

Oct.

07

Ene.

08

2009

2012

0

2.000

4.000

6.000

8.000

10.000

12.000

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10

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versiones hacia sectores y países con altas tasas de rentabilidad (por ejemplo, agua y productos agrícolas), los costos de adaptación se reducirían más que si el capital fuese infl exible.

Por ejemplo, es probable que el cambio climático modifique la dispersión e intensidad de las lluvias, lo cual impulsaría mayores inversiones en regiones que se vuelvan más áridas y en cultivos que requieran menos agua. La excelente evolución reciente de las empresas especializadas en purificación y distribución de agua es un indicio de que estos factores ya están comenzando a reflejarse en las cotizaciones bursátiles.

Pero quizá la forma más clara en que los mercados financieros pueden contribuir a la adaptación al cambio climático sea a través de mejores posibilidades de cobertura frente al riesgo climático.

Los instrumentos financieros derivados sobre el riesgo climá-tico ofrecen a los productores cuyos ingresos son vulnerables a las fluctuaciones a corto plazo de las temperaturas o precipita-ciones una forma de cubrir ese riesgo. Los instrumentos de este tipo negociados en bolsa se centran en el número de días en que las temperaturas son más altas o más bajas que el promedio esta-cional dentro de un determinado período futuro. Por ejemplo, si en el período de un contrato hay más días fríos que el promedio, quienes hayan adquirido un futuro para cubrir este riesgo recibi-rán un pago proporcional al exceso de días fríos. En el mercado de futuros los costos de transacción suelen ser bajos y la liquidez alta. Sin embargo, el parámetro utilizado para determinar el pago en un contrato de futuros puede no estar exactamente correla-cionado con las pérdidas que efectivamente sufriría una empresa si se produjeran fenómenos climáticos extremos. Por lo tanto, mediante estos productos derivados solo se obtiene una cober-tura aproximada del riesgo climático.

Tras un lento comienzo a finales de los años noventa, los mer-cados de seguros e instrumentos derivados sobre riesgos climá-ticos negociados en bolsa registraron un fuerte crecimiento en los últimos años (gráfico 2). El volumen negociado superó los US$19.000 millones en 2006–07, frente a un nivel de US$4.000 millones–US$5.000 millones en 2001–04. Estos contratos se cen-traron básicamente en operaciones a corto plazo sobre las tempe-raturas en determinadas ciudades de Estados Unidos y Europa, y actualmente la liquidez se concentra en los contratos a muy corto plazo, dado que los hedge funds y los bancos de inversión absor-ben una proporción mayor de las operaciones.

Los derivados sobre riesgos climáticos se complementan con swaps de riesgos climáticos y contratos de seguro frente a deter-minadas condiciones meteorológicas o agrícolas adversas. Por ejemplo, actualmente se venden pólizas de seguro que pagan una indemnización si en una determinada zona las temperaturas o las lluvias superan los niveles medios estacionales por un cierto margen. En algunos países de bajo ingreso (por ejemplo, India y Mongolia) los gobiernos están ofreciendo seguros agropecuarios para proteger a los productores más vulnerables. En 2006 se esta-bleció en Etiopía un sistema pionero de seguros contra sequía.

Los gobiernos pueden ayudar a establecer derivados y seguros de riesgo climático suministrando datos fiables e independientes sobre patrones climáticos que permitan a los mercados mode-lizar con más exactitud el riesgo climático en una determinada localidad, con lo cual pueden reducir la prima de este tipo de seguros. De la misma manera, mediante la neutralidad imposi-

tiva, el reconocimiento jurídico y el tratamiento reglamentario de los derivados y seguros de riesgo climático es necesario evitar que se creen barreras artificiales en este mercado.

Dado que se prevén más fenómenos climáticos extremos, los bonos CAT constituyen una nueva forma de dispersión del riesgo de catástrofes meteorológicas (Hofman, 2007). En su versión más sencilla, los fondos generados por la emisión de estos bonos se mantienen en una cuenta de garantía y se entregan al emisor si una catástrofe natural extrema, como un huracán o un terremoto, supera un determinado nivel. En este seguro, los bonistas reciben una prima por rendimiento, y el capital se reembolsa si hasta el vencimiento del bono no se activa el mecanismo de seguro.

Estas operaciones podrían tener consecuencias importantes para la continuidad de la oferta de seguro contra catástrofes climá-ticas y la protección de sectores vulnerables, como la agricultura y

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Gráfico 2

Frío y calorLa demanda de contratos que ofrezcan protección frente a temperaturas y lluvias extremas ha crecido considerablemente.

(Instrumentos derivados sobre riesgos climáticos; valor nocional negociado,

en miles de millones de dólares)

Fuente: PricewaterhouseCoopers.1La reducción del valor nocional negociado en 2006/07 se debe mayormente a que se

comenzó a operar con contratos mensuales en lugar de contratos estacionales en la bolsa de Chicago.

2000/01 01/02 02/03 03/04 04/05 05/06 06/070

10

20

30

40

50

2,5 4,3 4,2 4,79,7

45,2

19,21

Gráfico 3

Capear el temporalLa demanda de bonos CAT se aceleró en los últimos años porque los inversionistas se volcaron hacia riesgos no correlacionados con otros mercados financieros.(Emisión de bonos CAT y montos en circulación, en miles de millones de dólares)

Fuente: Swiss Re Capital Markets.

1997 98 99 2000 01 02 03 04 05 06 070

2

4

6

8

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12

14

16

En circulación

Emitidos

0,70,2 0,2 0,8 1,4 1,8

2,23,1

3,5

3,7

7,6

0,7 0,8 1,1 1,0 1,0 2,0 1,1 2,14,9

7,7

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las propiedades costeras, al ofrecer a los aseguradores mecanismos más flexibles de acceso a los mercados mundiales de capital.

Los bonos CAT fueron creados a principios de los años noventa, después del huracán Andrew de 1992, para que las com-pañías reaseguradoras pudieran transferir los riesgos extremos y economizar capital. Hasta 2005, se emitieron menos de US$2.000 millones anuales de estos bonos, pero después de que el huracán Katrina descapitalizara al sector asegurador, las emisiones aumen-taron extraordinariamente: en 2006 se emitieron US$4.900 millo-nes y en 2007 US$7.700 millones (gráfico 3). Ha habido una gran demanda de bonos CAT por parte de hedge funds e inversionistas institucionales ávidos de mayores rendimientos.

Aunque los bonos CAT y otras formas innovadoras de obtener capital para reaseguros relacionados con el riesgo climático consti-tuyen solo entre el 10% y el 15% de la capacidad mundial de rease-guro contra el riesgo climático extremo, su desarrollo como activo de inversión mundial permitirá que la industria reaseguradora se recapitalice con mayor rapidez a través de los mercados mundia-les si se descapitaliza debido a catástrofes climáticas. Las primas de seguro contra este riesgo son ahora más estables después de fenó-menos meteorológicos extremos, y sería posible mantener la ase-gurabilidad futura a un costo razonable aún si debido al cambio climático dichos fenómenos resultan más frecuentes.

¿Qué pueden hacer los gobiernos para que se mantenga la asegurabilidad de estos riesgos a pesar del cambio climático? Primero, las autoridades pueden limitar la construcción en zonas vulnerables a inundaciones o tormentas. Segundo, pueden inver-tir en medidas de prevención de inundaciones o conservación de agua para que los aseguradores privados puedan seguir ofre-ciendo cobertura a un costo razonable. Tercero, los gobiernos no deben subvencionar ni limitar las primas de seguro de inunda-ciones o huracanes debido a que, de hacerlo, alentarían conduc-tas arriesgadas e impedirían que el mercado de seguros privados genere señales de precios que favorezcan la adaptación al cambio climático. Permitir construcciones vulnerables significaría expo-nerse a un riesgo fiscal excesivo como consecuencia de catástrofes climáticas, tal vez incluso para los países de alto ingreso.

Los gobiernos podrían cubrir los riesgos fiscales emitiendo directamente bonos CAT (como hizo México en 2006 para ofrecer seguro contra terremotos) o participando en meca-

nismos colectivos de mancomunación de riesgos climáticos, por ejemplo frente a huracanes (como hicieron 16 países caribeños en 2007, en conjunto con el Banco Mundial).

Actualmente hay una extraordinaria demanda de nue-vos bonos CAT, por lo cual el seguro de nuevos riesgos debe ser de calidad relativamente alta. Las agencias calificadoras podrían mejorar la calificación de los emisores soberanos de bajo ingreso vulnerables a catástrofes climáticas si limitaran sus riesgos fiscales extremos mediante seguros. Como ocurre con los instrumentos derivados, la disponibilidad de datos fiables facilitaría una mejor modelización de los patrones cli-máticos, con lo cual se reducirían los costos.

Aprovechar las innovacionesEs probable que en el futuro los mercados fi nancieros participen activamente en el proceso de mitigación del cambio climático y adaptación al mismo. Los mercados de valores recompensarán a las empresas que desarrollen o adopten tecnologías no contaminantes. El comercio de derechos de emisiones de GEI parece ser el mecanis-mo de mitigación preferido por los países de alto ingreso, en cuyo caso los mercados mundiales donde se realice este comercio podrían convertirse en el principal mercado mundial de productos.

Aunque los instrumentos derivados sobre riesgos climáticos y los bonos CAT no son una panacea —hasta ahora solo ofrecen cobertura frente a riesgos climáticos y catástrofes por plazos de hasta cinco años—, se puede confiar en que las innovaciones y el desarrollo de estos mercados seguirán facilitando la adapta-ción al cambio climático. Dada la expansión de los hedge fundsy el mayor interés en activos de riesgo no relacionados con otros mercados financieros, es probable que se mantenga la demanda de instrumentos financieros que ofrezcan a los inversionistas una prima por asumir riesgos climáticos. Los elementos para que haya innovaciones están dados; los gobiernos deberían conside-rar de qué forma pueden promoverlas y aprovecharlas. ■

Paul Mills es economista principal en el Departamento de Mercados Monetarios y de Capital del FMI.

Referencia:

Hofman, David, 2007, “Frente a los desastres, previsión”, Finanzas &

Desarrollo, vol. 44 (marzo), págs. 42–45.

36 Finanzas & Desarrollo marzo de 2008

IMF Glossary: English–French–Spanish, 7th editionServicios Lingüísticos del Fondo Monetario Internacional

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EL CALENTAMIENTO mundial se está haciendo sentir. En Darfur, donde han perecido cientos de miles de personas por un confl icto interno,

el cambio climático ha exacerbado la escasez de agua y tierra (debido a la progresiva desertifi -cación), perjudicado la agricultura y estimula-do la lucha por obtener recursos escasos entre los pobres. En el Océano Pacífi co, el creciente nivel del mar podría inundar muchas islas (y las Maldivas) que apenas se elevan por en-cima del agua. En el Ártico, el derretimiento del hielo amenaza la fauna y la subsistencia de la población nativa.

Estos sombríos heraldos del cambio climático subrayan la necesidad de comprender mejor el fenómeno y abordar sus consecuencias. Según el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas, el calentamiento mun-dial es real y se debe probablemente a activida-des humanas recientes que han aumentado los gases de efecto invernadero (GEI). También se indica que el cambio climático (caracterizado por un aumento de la temperatura y el nivel del mar y por cambios en las precipitaciones) se intensificará en el futuro inmediato (recuadro 1),lo cual puede tener consecuencias desastrosas para el planeta y sus habitantes.

Los más vulnerables serán los pobres, los ancianos y los niños, incluso en países ricos. El

Ártico, África subsahariana, las islas pequeñas y los grandes deltas de Asia serán las regiones más afectadas. Los riesgos serán elevados en las zonas costeras bajas, y afectarán los recursos hídricos en las regiones tropicales y subtropica-les secas, la agricultura en las latitudes bajas, los ecosistemas fundamentales (como los arrecifes de coral) y la salud humana en las zonas pobres. También aumentará la intensidad de los fenó-menos climáticos extremos, especialmente los ciclones tropicales y las olas de calor. En con-secuencia, el logro de los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio para 2015 —incluidos la reducción de la pobreza, el mejoramiento de la salud y la educación, la igualdad de género y la protección ambiental— será aún más difícil.

La formulación de estrategias para abor-dar simultáneamente el cambio climático y el desarrollo sostenible es la mejor forma de inte-rrumpir este ciclo destructivo, dado que ambos aspectos están sumamente interconectados: el cambio climático afecta las perspectivas de desa-rrollo y la trayectoria del desarrollo afecta las condiciones climáticas futuras. En el contexto global, los países deben actuar de manera con-certada para reorientar las actividades huma-nas en una escala sin precedente, pero la tónica actual es poco promisoria (recuadro 2). A escala nacional el panorama podría ser más optimista, pues existen métodos para integrar medidas ambientales en las estrategias de desarrollo

Un desarrollo más sostenible ayudará a combatirel cambio climático

Finanzas & Desarrollo marzo de 2008 37

Lecho seco de un lago en la provincia de Hubei, China.Mohan Munasinghe

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sostenible. Esto deberá contribuir a disipar los temores de muchos responsables de la política que piensan que las medi-das para combatir el cambio climático pueden desviar recursos necesarios para abordar problemas de desarrollo más inmediatos como el crecimiento, la pobreza, la seguridad alimentaria, la mala salud, el desempleo y la inflación.

Cómo podemos abordar el problemaPodemos afrontar el cambio climático de dos formas: mitigán-dolo o adaptándonos. El objetivo de la adaptación es reducir la vulnerabilidad de los sistemas humanos y naturales a los efectos del cambio; el de la mitigación, disminuir o eliminar la emisión de GEI.

Medidas de adaptación. La labor de adaptación debe agili-zarse, pues el cambio climático, si no se mitiga, excederá proba-blemente la capacidad para adaptarse de los sistemas naturales, regulados (agricultura) y humanos. En general, los organismos y ecosistemas naturales se adaptan de manera autónoma (por ejemplo, los animales emigran al producirse cambios en su resi-dencia ecológica), aunque muchos podrían no sobrevivir si el aumento de la temperatura es demasiado rápido. Los seres huma-nos podemos planificar la adaptación, aunque muchas veces es necesario adoptar medidas reactivas. Existen métodos compro-bados de adaptación (como la construcción de diques, la crea-ción de cultivos resistentes a la temperatura o sequía y los seguros contra riesgos), pero deben ser mejor divulgados y aplicados por los gobiernos, las empresas y la sociedad civil. Por ejemplo, si el gasto en protección de zonas costeras amenazadas se mantiene constante, un aumento de 2 °C de la temperatura afectará a entre 55 millones y 90 millones de personas al año. Estas cifras pue-

den reducirse a entre 2 millones y 10 millones con un incremento marginal del gasto anual en protección costera equivalente a las tasas de crecimiento del PIB.

Medidas de mitigación. Los programas de mitigación —prin-cipalmente, para reducir la intensidad de las emisiones del uso de energía y aumentar la absorción de dióxido de carbono mediante la plantación de bosques— también deben mejorarse. Esto reduciría las concentraciones de GEI y la demanda de energía (aumentando así la seguridad energética) y mejoraría el nivel de

salud y la disponibilidad de energía en las zonas pobres y rura-les. Sabemos qué opciones tecnológicas y de política permitirían estabilizar las concentraciones de GEI entre 450 y 550 partes por millón por volumen (ppmv) dentro de los próximos 100 años. El costo medio estimado de estabilizarlas al nivel de 550 ppmv podría ascender a alrededor del 1,3% del PIB mundial para 2050 (equivalente a una reducción anual del PIB inferior al 0,1% anual

38 Finanzas & Desarrollo marzo de 2008

Recuadro 1

Los datos científi cosDurante décadas, el debate sobre el calentamiento de la tierra se redujo a unos pocos datos científicos y a numerosas hipótesis. En los últimos años, los científicos se han hecho escuchar, y en el Cuarto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) —organismo creado hace 20 años por las Naciones Unidas para aportar un análisis fehaciente de la información sobre el cambio climá-tico— muchos de los científicos más destacados del mundo se expresan con una sola voz. El mensaje es desalentador.

Lo que sabemos. Durante más de 10.000 años, las concen-traciones atmosféricas de dióxido de carbono se mantuvieron estables en alrededor de 280 partes por millón por volumen (ppmv), pero tras la revolución industrial aumentaron rápi-damente y ahora exceden las 380 ppmv. En consecuencia —y con otros gases de efecto invernadero (GEI) como el metano y el óxido nitroso— la superficie del planeta ha sufrido un calen-tamiento medio de 0,75 °C en los últimos 100 años, y el ritmo se está acelerando. El aumento sistemático del nivel medio del mar (unos 16 centímetros en los últimos 100 años), el derretimiento del hielo en las regiones polares y los glaciares, el daño causado por los fenómenos climáticos extremos, la disminución de la precipitación en zonas secas y su aumento en zonas húmedas, los apreciables cambios en los ciclos ecológicos y el comporta-miento de los animales son otras señales del cambio climático.

El IPCC estima que, sin un esfuerzo de peso por reducir las emisiones, para 2100 las concentraciones de dióxido de car-bono habrán alcanzado un nivel dos veces superior al existente antes de la era industrial (550 ppmv), la temperatura media mundial superará en alrededor de 3 °C los niveles actuales (es-cala de variación de 1,1 °C–6,4 °C) y el nivel medio del mar aumentará entre 35 y 40 centímetros. Los extremos climáticos y de precipitación serán más marcados, y el derretimiento del hielo se acelerará, debido al mayor calentamiento de las regio-nes polares. Según el IPCC, incluso con una reducción tajante de las emisiones, la temperatura habrá aumentado en al menos 1,5 °C para 2100.

Lo que no sabemos. El IPCC sigue tratando de llenar cier-tas lagunas importantes. Por ejemplo, no existe certeza cientí-fica sobre el nivel de concentración de GEI peligroso, aunque la Unión Europea ha estimado que 2 °C (correspondiente a 450–500 ppmv) es el margen de riesgo tolerable. Un paráme-tro fundamental, que debe determinarse con más exactitud, es la vulnerabilidad del clima frente a la concentración de GEI. También deben calcularse con más precisión los costos econó-micos de los efectos, sobre todo porque muchos tendrán lugar en un futuro distante. Dados los desfases, en muchos casos de decenios o siglos, ciertos efectos catastróficos, como el derreti-miento del hielo polar y los cambios en la circulación oceánica, son difíciles de predecir.

En el futuro inmediato, las emisiones per cápita de los países en desarrollo seguirán siendo muy inferiores a las de los países industriales, pero las emisiones totales en los países más populosos aumentarán progresivamente.

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hasta 2050), pero el costo de estabilizar al nivel de 450 ppmv podría exceder el 3% del PIB de 2050.

Los mecanismos de flexibilidad del Protocolo de Kioto de 1997 —por ejemplo, Desarrollo limpio, Aplicación conjunta y Comercio de derechos, que permite a los países industriales transferir parte de sus obligaciones de reducción de emisiones a otros países a cambio de un pago— son un aspecto esencial de la mitigación. En un país en desarrollo, el costo marginal de plantar un bosque para absorber carbono en el marco de un proyecto de desarrollo limpio sería de solo US$10 por tonelada de carbono. El carbono absorbido se acreditaría a un país industrial y se deduciría de sus obligaciones de reducción en el marco del Protocolo, que de otro modo lo habrían obligado a modernizar una central de ener-gía, con un costo de US$50 por tonelada de carbono. Este proceso es eficiente, pues la mitigación se logra al menor costo posible. La transferencia de fondos al país pobre es equitativa si excede el pago mínimo de US$10 por tonelada (para cubrir costos), o sea, si el país industrial comparte una porción de los US$40 que aho-rra. Los niveles de compensación han ido desde US$5–US$10 por tonelada en los países en desarrollo hasta US$50 en Europa.

Naturalmente, estas medidas de mitigación y adaptación plan-tean complejos problemas de equidad y distribución de la carga, que frecuentemente dominan los debates internacionales. Los paí-ses ricos emiten la mayor parte de los GEI (principalmente dióxido de carbono proveniente de combustibles fósiles y la deforestación). En 2004, la emisión media per cápita en los países industriales fue cuatro veces mayor que en los países en desarrollo.

No obstante, en el futuro los países en desarrollo deberán aumentar el consumo de energía (en muchos casos, con un uso intensivo de carbón) para aliviar la pobreza y promover el desa-rrollo. En el futuro inmediato, sus emisiones per cápita seguirán siendo muy inferiores a las de los países industriales, pero las emisiones totales en los países más populosos aumentarán pro-gresivamente. Según el Organismo Internacional de Energía, para 2015 China reemplazará a Estados Unidos como principal emi-sor mundial de dióxido de carbono, e India será el tercer principal emisor. Los países pobres serán los más afectados por el cambio climático, lo cual complica aún más las cosas. Por ahora, los países en desarrollo deberán concentrarse en la adaptación, sobre todo para proteger a los pobres. Los países ricos (que tienen más recur-sos financieros y técnicos) deberán encabezar la labor de mitiga-ción y respaldar los programas de adaptación y mitigación en los países pobres. Los países de ingreso mediano deben integrarse a la labor de mitigación a medida que aumentan sus ingresos.

Un marco de trabajoEs necesario convencer a las autoridades de que incorporen po-líticas sobre cambio climático en sus estrategias nacionales de desarrollo sostenible. En los últimos 15 años se han creado y apli-cado numerosos instrumentos para realizar esa labor. Un enfo-que promisorio —denominado “sustainomics” o “de desarrollo sostenible”— ofrece algunas medidas prácticas iniciales para facilitar la transición a un futuro más sostenible. Se basa en tres principios básicos:

• El principal objetivo debe ser un desarrollo más sostenible. Este enfoque gradual es más práctico y permite abordar priori-dades urgentes sin dilación, pues muchas actividades sostenibles son más fáciles de reconocer y aplicar (por ejemplo, conservar energía). El desarrollo sostenible se define como un proceso, más que un objetivo final.

• Debe lograrse un equilibrio entre los tres elementos (o vér-tices) del triángulo de desarrollo sostenible, o sea, deben consi-derarse los aspectos sociales (inclusión, habilitación y gestión), económicos (crecimiento, eficiencia y estabilidad) y ambientales(biodiversidad, recursos naturales y contaminación).

• El debate debe trascender las fronteras nacionales (e incluir disciplinas teóricas, los aspectos espaciales y temporales y a las partes interesadas). Es esencial un análisis multidisciplinar, pues los problemas y soluciones abarcan diversas disciplinas tradicio-nales. El cambio climático afectará a todo el planeta por siglos, y a todos los seres humanos.

Estos principios pueden guiar a los responsables de la política para alcanzar un consenso a largo plazo orientado a conciliar los costos de la mitigación con las aspiraciones de desarrollo. Como indica el gráfico, el nivel de riesgo ambiental en un país (repre-sentado por las emisiones de GEI per cápita) varía según su nivel de desarrollo (medido por el PNB per cápita). Un país en

Finanzas & Desarrollo marzo de 2008 39

Recuadro 2

Programas mundialesLa Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 1992, suscrita por 190 países, es el documento que guía la labor internacional. Se persigue “la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero a un nivel que impida interferencias antropógenas peligrosas en el sistema cli-mático [...] sobre la base de la equidad y de conformidad con sus responsabilidades comunes [de las Partes] pero diferenciadas y sus respectivas capacidades”. Se señala que “los países desarro-llados deberían tomar la iniciativa en lo que respecta a combatir el cambio climático” y se reconocen “las necesidades específicas y las circunstancias especiales de las Partes que son países en desarrollo”. Aceptando “el derecho a promover el desarrollo sos-tenible”, se indica como principio precautorio que “cuando haya amenaza de daño grave o irreversible, no debería utilizarse la falta de total certidumbre científica como razón para posponer las medidas para hacer frente al cambio climático”.

En 1997, a fin de implementar la Convención, los países par-ticipantes suscribieron el Protocolo de Kioto, que entró en vigor en febrero de 2005. En él se especifica que, para 2012, los países del Anexo I (industriales) reducirán sus emisiones en un 5% en relación con los niveles de 1990, y los países no incluidos en el anexo (en desarrollo) están exentos de las reducciones obliga-torias. Hasta la fecha, 174 países han ratificado el acuerdo, pero Estados Unidos (principal emisor de gases de efecto inverna-dero, o GEI) lo rechazó.

Las emisiones mundiales de GEI aumentaron en más de un 70% entre 1970 y 2004, y los principales incrementos se produ-jeron tras la entrada en vigor del Tratado. En la Reunión Cumbre de Bali de diciembre de 2007 se estableció un calendario para elaborar un acuerdo de mitigación —y ayudar a los países pobres a adaptarse al cambio climático (incluido un aumento de la asistencia financiera y técnica)— pero los participantes no lograron fijar metas específicas, principalmente debido a la renuencia de Estados Unidos.

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desarrollo representativo podría estar situado a lo largo de la curva AB y una nación industrial en la curva C. En teoría, los países industriales (que exceden los límites de segu-ridad del cambio climático) deberán mitigar y seguir la trayectoria de crecimiento futuro CE mediante una reforma de sus métodos de crecimiento, a fin de des-vincular las emisiones de carbono del crecimiento económico. Los países en desarrollo pueden usar la experiencia adquirida en el mundo industrial para adoptar políticas innovadoras y avanzar a lo largo de la curva BDE, situada por debajo del límite de seguridad. De este modo, pueden lograr un desarrollo más soste-nible, seguir una trayectoria de crecimiento con menor intensidad de dióxido de carbono y reducir su vulnera-bilidad al clima.

El marco ofrece también diversos instrumentos prácticos, a saber, métodos nuevos y tradicionales apli-cados de forma innovadora. En el ámbito nacional, modelos macrográficos y sectoriales, cuentas de resul-tados nacionales ecológicamente ajustadas, análisis de pobreza y la matriz de impacto ambiental (MIA); en el de proyectos, el análisis de costo-beneficio, el análisis de criterios múltiples y la evaluación ambiental y social.

Los instrumentos de política útiles comprenden la fijación de precios, impuestos y cargos, reglamentacio-nes y normas, controles cuantitativos, permisos tran-sables, incentivos financieros, acuerdos voluntarios, divulgación de datos e investigación y desarrollo. Estos instrumentos ayudan a identificar y aplicar políticas ambientales que benefician a todos y que son sosteni-bles desde los puntos de vista económico, ambiental y social. Y cuando hay objetivos contrapuestos, ayudan a resolver las disyuntivas.

Garantizar la seguridad alimentariaPuesto que es más útil que otros instrumentos “de desa-rrollo sostenible” para determinar la forma de integrar

los aspectos del cambio climático con los del desarrollo sostenible, la MIA es un medio muy útil para la adopción de decisiones en los ámbitos nacional, sectorial y de proyectos. Permite determinar de qué manera las principales políticas y metas nacionales de desarro-llo afectan las opciones fundamentales de adaptación y mitigación, y viceversa, y fi jar prioridades. Analiza los vínculos esenciales entre los factores económicos, ambientales y sociales, a fi n de identifi car los posibles obstáculos para un desarrollo más sostenible. Permite reconocer políticas y estrategias macroeconómicas que faciliten la toma de medidas de adaptación y mitigación.

En el cuadro 1 se indican los resultados obtenidos con una MIA en Sri Lanka en 2006. Las casillas con valores –3 y –2 indi-can los efectos más adversos y deberá dárseles mayor prioridad. Las casillas con valores 0 ó –1 pueden relegarse, pues los efectos son pequeños. Por ejemplo, en la hilera (S1), en que la casilla (S1, 6) tiene un valor de –3, se observa que el cambio climático tendrá un fuerte efecto negativo sobre los futuros recursos hídri-cos. La casilla (C6) también tiene un valor de –3, lo cual muestra que la falta de recursos hídricos afectará gravemente la seguridad alimentaria. En la columna (1) se observa que el cambio climá-tico también tendrá efectos sumamente negativos en la seguridad alimentaria por vía del sector agrícola, como indica el valor –3 en

40 Finanzas & Desarrollo marzo de 2008

Cuadro 1

Los vínculos entre el clima y el desarrollo en Sri LankaLa matriz de impacto ambiental ayuda a determinar los efectos de los factores fundamentales de vulnerabilidad frente al cambio climático en los principales objetivos y políticas de desarrollo, definir políticas que benefician a todos y buscar soluciones intermedias.

(1) (2) (3) (4) (5) (6) (7) (8) (9) (10)

Pro

ducc

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(S0) Situación (variabilidad natural)

–1 0 –2 –1 –1 –2 –1 0 2 2

(S1) Situación (+efectos del cambio climático)

–2 –1 –2 –2 –2 –3 –2 –1 –1 –1

Principales objetivos y políticas de desarrollo

(A) Crecimiento –1 –1 –1 –1 –1 –2 –2 –1 –1 –1

(B) Alivio de la pobreza –2 0 –1 –1 –1 –2 –2 –2 –1 –1

(C)Seguridadalimentaria

–3 0 –1 –1 –1 –3 –1 –1 0 0

(D) Empleo –1 0 –1 0 –1 –2 –1 –2 –1 –2

(E)Comercio y globalización

–2 –1 0 0 0 –1 –1 0 –2 –1

(F)Reducción del défi cit fi scal

–1 –1 0 0 0 0 0 –2 0 –1

(G) Privatización 0 1 1 0 0 1 0 0 –1 –1

Fuente: Munasinghe (2007).

Clasificación:+ Beneficioso– Dañino3 Elevado2 Moderado1 Reducido0 Sin efecto

Factores fundamentales de vulnerabilidad: sectores económicos y ecosistemas

Un nuevo rumboLos países en desarrollo deben evitar la trayectoria de crecimiento con uso intensivo de carbono que siguieron los países industriales.

Alto

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nes

de G

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ita)

Fuente: Munasinghe (2007).1Gases de efecto invernadero.

Nivel de desarrollo (ingreso per cápita)Bajo Alto

“Desvío”

ED

C

B

A

Límite de seguridad para las emisiones

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la casilla (C1). Se incluye una descripción detallada por separado para todas las casillas; por ejemplo, en el caso de la casilla (C1) se describe el rendimiento de los principales cultivos en diferentes regiones de Sri Lanka, bajo distintas condiciones de temperatura y lluvias.

En vista de la alta prioridad dada en la matriz a la seguridad alimentaria, la agricultura y el agua, se efectuó un estudio más detenido de esos factores. Se usó un modelo agrícola ricardiano para determinar de qué manera los cambios en la producción de cultivos importantes como el arroz, té, caucho y coco han depen-dido de las variaciones naturales del clima (especialmente la tem-peratura y las lluvias). Seguidamente, se usó un modelo climático regional reducido para hacer pronósticos detallados específicos de temperatura y precipitación en Sri Lanka. Los resultados com-binados de ambos modelos indicaron que el impacto sobre el futuro cultivo de arroz sería negativo y considerable (pérdida de producción de casi un 12% para 2050) y afectaría a los agriculto-res pobres en la zona seca, donde los ingresos son los más bajos. No obstante, ciertas áreas situadas en la zona húmeda, donde se cultiva té y los ingresos son más altos, se beneficiarían (aumento de producción de un 3,5% para 2050).

Estos resultados plantean importantes cuestiones de política. Primero, puesto que el arroz es el alimento básico y gran parte de la población depende de su cultivo, las medidas de adaptación son esenciales para garantizar la seguridad alimentaria nacional y la subsistencia y reducir la vulnerabilidad de los pobres en la zona seca. Segundo, los distintos efectos del cambio climático en los agricultores pobres y en los hacendados más ricos tienen conse-cuencias en la distribución del ingreso y la equidad que también deben abordarse. Tercero, el movimiento de población desde las zonas secas a las húmedas presenta riesgos que las autoridades deberán afrontar.

Promover la energía renovableSe creó otra MIA a nivel de proyecto para estudiar los vínculos entre la mitigación y las metas de desarrollo en Sri Lanka. Se de-terminó que la energía hidroeléctrica en pequeña escala es una opción promisoria en materia de energía renovable, lo cual plan-teó el problema de seleccionar las centrales. Se hizo un análisis de

criterios múltiples, a fi n de evaluar los indicadores sociales, econó-micos y ambientales. Esto permitió hacer un examen equilibrado de estas áreas, en gran parte cuantifi cando y sopesando objetivos contrapuestos, que son difíciles de comparar directamente. Por lo tanto, el análisis de criterios múltiples suministró información útil para complementar los datos económicos extraídos del aná-lisis de costo-benefi cio.

Como en todos los estudios de desarrollo sostenible, la selección de indicadores fue crucial. En este caso, el indicador económico fue el costo; el indicador social, el número de personas reinstaladas; y el indicador ambiental, un índice de pérdida de biodiversidad. Todos los indicadores se cuantificaron por tonelada de carbono mitigado en cada emplazamiento (pues la energía hidroeléctrica generada reemplazó el uso de combustibles fósiles).

La calificación más alta se dio a los proyectos hidroeléctricos que ofrecen la estrategia más equilibrada para integrar la miti-gación con los objetivos nacionales de desarrollo sostenible. En el cuadro 2 se indican los 10 proyectos (de 22 examinados) que obtuvieron la calificación más alta en base a un criterio com-puesto simple de sostenibilidad, que asigna la misma importan-cia relativa a los indicadores económicos, sociales y ambientales. Los dos mejores proyectos, E y V, también obtuvieron el puntaje más alto en el área económica, aunque el proyecto R, situado en tercer lugar, se calificó mejor que H, a pesar de que este último tuvo mejor puntaje económico.

Una posición más prominenteTres acontecimientos recientes —la publicación del Cuarto Infor-me de Evaluación del IPCC, la concesión del Premio Nobel de la Paz 2007 al IPCC y a Al Gore, y la Conferencia de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático cele-brada en diciembre de 2007 en Bali— han dado mayor relieve al cambio climático y han destacado las difi cultades que hallan los encargados de la política al afrontar este problema. Si bien existe un creciente consenso mundial sobre la necesidad de actuar pron-to, quedan por resolver importantes aspectos prácticos, incluidos los de distribución de la carga y equidad.

Si bien el cambio climático y el desarrollo sostenible son pro-blemas complejos e interdependientes que plantean un dilema, pueden resolverse conjuntamente integrando las medidas de adaptación y mitigación en las estrategias de desarrollo sosteni-ble. Tenemos los conocimientos necesarios para adoptar medidas iniciales conducentes a un desarrollo más sostenible y crear un porvenir más seguro y promisorio. ■

Mohan Munasinghe es Vicepresidente del Grupo Interguber-namental de Expertos sobre Cambio Climático, con sede en Ginebra, y Presidente del Instituto Munasinghe de Desarrollo (MIND), con sede en Sri Lanka.

Referencias:

Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, 2007,

Informe de síntesis del cuarto informe de evaluación (Ginebra);

www.ipcc.ch.

Munasinghe, Mohan, 2007, Making Development More Sustainable:

Sustainomics Framework and Practical Applications (Colombo, Sri Lanka:

MIND Press, Instituto Munasinghe de Desarrollo); www.mindlanka.org.

Finanzas & Desarrollo marzo de 2008 41

Cuadro 2

Orden de prioridad de pequeños proyectos de energía hidroeléctrica en Sri LankaEl análisis de criterios múltiples ofrece a los responsables de la política un método para seleccionar los proyectos de mitigación que mejor promueven un desarrollo más sostenible.Indicador Categoría del proyecto

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10Sostenibilidad1 E V R I P J U L H S Social2 L O P Q R V M I C E Ambiental3 G R I O Q L E V S T Económica4 E V H R I P J U L S

Fuente: Munasinghe (2007).Nota: Cada letra representa un determinado proyecto, que se clasifica en base a su impacto

social, ambiental y económico.1El índice de sostenibilidad es un índice compuesto en que se asigna la misma importancia a

los indicadores sociales, económicos y ambientales.2Medida en base al número de personas desplazadas.3Medida mediante un índice compuesto de pérdida de biodiversidad.4Medida en base al costo.

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EL DUEÑO de una tienda de tablas de surf en una isla del Pacífi co que calcula en marzo el costo de importar en julio 100 tablas desde California deberá considerar también el tipo de régimen cambiario de su país. El ré-

gimen cambiario determina el tipo de cambio, o sea, el valor de la moneda nacional frente a otras. Con un régimen de cambio fi jo —en que el valor de la moneda nacional está vinculado al del dólar estadounidense— el comerciante tendrá la certeza de que el precio de las tablas en moneda nacional no fl uctuará en los meses siguientes. En cambio, con un tipo de cambio fl exi-ble frente al dólar, el valor de la moneda nacional puede subir o bajar y el comerciante quizás tenga que reservar un monto mayor, o menor, de moneda nacional para la compra.

Si este escenario se hace extensivo a todas las transaccio-nes entre países, se observa que el régimen cambiario incide mucho en el comercio internacional y en los flujos financieros. El volumen y rápido aumento de esas transacciones pone de relieve la importancia crucial de los tipos de cambio hoy en día, por lo cual el régimen cambiario es un elemento central del marco de política económica.

Tipos de regímenesHay tres categorías generales de regímenes cambiarios. En un extremo del espectro están los regímenes de paridad fi ja (pa-ridad dura), que comportan el uso obligatorio de la moneda de otro país (la dolarización plena) o una disposición legal que obliga al banco central a mantener un volumen de acti-vos externos equivalente (como mínimo) al volumen de mo-neda nacional en circulación y las reservas bancarias (caja de conversión). En Panamá (que usa el dólar de EE.UU.) existe una dolarización plena y en la RAE de Hong Kong, una caja de conversión.

En general, la paridad fija va acompañada de una política fiscal y estructural adecuada y una inflación baja, y se man-tiene por períodos largos, lo que supone más certidumbre a la hora de calcular el precio de las transacciones internacionales. Sin embargo, con este sistema, el banco central no tiene una política monetaria independiente, pues no puede ajustar el tipo de cambio, y sus tasas de interés están vinculadas con las del país de la moneda ancla.

La paridad fija pero con mayor flexibilidad (paridad blanda) es un régimen intermedio, en que el valor de la moneda se mantiene estable frente a una moneda ancla o una cesta de monedas. El tipo de cambio puede vincularse al ancla dentro de una banda estrecha (+1% o –1%) o amplia (de hasta +30% o –30%) y, en algunos casos, la paridad fluctúa a lo largo del tiempo, dependiendo por lo general de las diferencias entre las tasas de inflación de los países. En Costa Rica, Hungría y

China se usa este tipo de paridad. Si bien se mantiene un “ancla nominal” fuerte (un precio o una cantidad nominal que sirve como meta de la política monetaria) para asentar las expecta-tivas inflacionarias, el sistema da cierta flexibilidad a la política monetaria para combatir los shocks. No obstante, estos tipos de régimen son vulnerables ante las crisis financieras (que pue-den provocar una devaluación fuerte o incluso el abandono de la paridad) y no suelen durar mucho tiempo.

En el otro extremo del espectro están los regímenes de flo-tación, en los que el tipo de cambio lo determina principal-mente el mercado. En los países con este sistema, el banco central interviene (comprando o vendiendo divisas a cambio de moneda nacional) ante todo para limitar sus fluctuaciones a corto plazo. Sin embargo, en algunos países (como Nueva Zelandia, Suecia, Islandia, Estados Unidos y los de la zona del euro), el banco central casi nunca interviene.

La flotación ofrece al país la ventaja de mantener una polí-tica monetaria independiente. En ese país, el mercado de divi-sas y otros mercados financieros deben estar suficientemente desarrollados para absorber los shocks sin sufrir fluctuaciones importantes del tipo de cambio. También se necesitan instru-mentos financieros para cubrir los riesgos creados por las fluc-tuaciones cambiarias. La mayoría de las economías avanzadas y de los principales países de mercados emergentes aplican un régimen de flotación.

Un lenguaje comúnPuesto que el régimen cambiario es una parte importante de la política económica y monetaria, las autoridades necesitan un lenguaje común para discutir las cuestiones cambiarias. Un ré-gimen cambiario puede ser fl exible para unos pero rígido para otros, y eso se debe, entre otras cosas, a la falta de información entre los participantes acerca de los mercados cambiarios y las intervenciones del banco central.

Como parte de su labor de supervisión de la política cam-biaria de los países, el FMI ha creado la terminología de uso más generalizado para clasificar estos regímenes. En el pasado, esta labor se basaba en la clasificación hecha por los propios países, o sea, en el régimen de jure. En 1999, el FMI comenzó a clasificar los regímenes cambiarios de facto —es decir, observados— en base a evaluaciones del personal técnico a par-tir de datos disponibles. La comparación entre los regímenes de jure y de facto muestra varias diferencias (véase el recuadro).

Evolución de la tendenciaEn la actualidad, 48 países tienen, efectivamente, una paridad fi ja; 60, una paridad fi ja más fl exible; y 79, un tipo fl otante. Esto representa un cambio importante con respecto a la situación

42 Finanzas & Desarrollo marzo de 2008

Regímenes cambiarios:

VU

ELTA

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OESENCIAL

Mark Stone, Harald Anderson y Romain Veyrune

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imperante a principios de los años noventa. Desde entonces se han observado dos tendencias básicas. La primera es una pro-pensión “a salirse del medio” iniciada alrededor de 1990 (véase el gráfi co), cuando los fl ujos mundiales de capital se habían acelerado gracias a la liberalización de la cuenta de capital y a la aparición de nuevos productos y mercados fi nancieros. No obstante, en muchos países, las entradas sufrieron una frenada brusca —generalmente en el contexto de un creciente défi cit en cuenta corriente—, produciendo una caída de la demanda de sus monedas. En algunos casos —especialmente en Europa oc-cidental en 1992 y Asia oriental a fi nes de los años noventa— la caída fue tan drástica que los países agotaron sus reservas in-ternacionales para defender la paridad y tuvieron que devaluar la moneda. La mayoría adoptó un tipo de cambio rígido, que resiste bien las afl uencias, o la fl otación, que hace innecesario el compromiso de mantener un determinado nivel de tipo de cambio.

Esta tendencia “a salirse del medio” duró hasta 2001. Desde entonces, las decisiones sobre el tipo de régimen cambiario han sido más mesuradas. Entre los países con tipo flotante, la mayoría usa una flotación dirigida, en lugar de una flota-ción independiente, y el uso de tipos menos rígidos ha recu-perado en parte su popularidad inicial. En muchos países no se puede ni se desea adoptar un tipo de cambio rígido, pero

la libre flotación tampoco es viable, debido a las deficiencias del mercado financiero y al posible efecto de las fluctuacio-nes cambiarias en el balance, la inflación y el crecimiento. En varios casos, la reorientación de facto hacia regímenes más dirigidos ha ocurrido sin un cambio anunciado (de jure) de la política cambiaria.

Perspectivas futuras¿Qué trayectoria seguirán los regímenes cambiarios? Por un lado, se sostiene que las ventajas de los bloques monetarios —grupos de países que usan una moneda única (probablemente el dólar de EE.UU., el yen o el euro)— son tales que el número de monedas independientes se reducirá inevitablemente, quizá a menos de 10. Esto simplifi caría las transacciones internacio-nales, pero impediría a los países participantes aplicar una po-lítica monetaria y cambiaria independiente.

Otros subrayan las ventajas de la flotación y de la política monetaria independiente, y prevén que seguirá existiendo un gran número de monedas nacionales sujetas a diversas anclas nominales. Los efectos de que sigan existiendo numerosas monedas flotantes o de que estas se fusionen en unos pocos bloques monetarios serán muy diferentes para las empresas, las autoridades y hasta para los que venden tablas de surf. ■

Mark Stone es Subjefe de División, Harald Anderson es Auxiliar de Investigación y Romain Veyrune es Economista, del Departamento de Mercados Monetarios y de Capital del FMI.

Finanzas & Desarrollo marzo de 2008 43

¿Tipos fijos o flotantes?

Las opciones cambianEl abandono de la paridad blanda para adoptar un régimen flotante o un tipo de cambio fijo en los años noventa fue seguido de cambios menos drásticos a partir de 2001.

(Porcentaje del total)

Fuentes: Informes preparados por el personal técnico del FMI; y FMI, base de datos del Informe anual sobre regímenes de cambio y restricciones cambiarias.

Nota: Regímenes vigentes a fines de abril de 2007.

1990 92 94 96 98 2000 02 04 060

20

40

60

80

100

Regímenes de flotación

Paridad blanda

Paridad dura

¿Son decisivas las apariencias?

Durante más de 10 años los países han tratado de aparentar que aplican regímenes cambiarios más flexibles de lo que en realidad son, una tendencia cada vez más notable en el sis-tema de clasificación de regímenes cambiarios del FMI, que da cuenta de los regímenes de facto y de jure en todos sus países miembros. Los siguientes son dos ejemplos.

• A fines de los años noventa, cuando la tendencia era “a salirse del medio”, varios países declararon tener un régimen flotante que, no obstante, se clasificó como de tipo de cam-bio fijo. Posteriormente, las presiones del mercado obliga-ron a algunos países a aplicar una flotación de facto.

• Actualmente, 25 países declaran tener un régimen flexible, aunque de hecho aplican una paridad fija tradicio-nal. Otros 14 declaran que aplican un sistema de flotación independiente, pero de hecho la flotación es dirigida.

Estas discrepancias probablemente se deben al interés de los países en que se les considere economías orientadas al mercado y en evitar que se les vea comprometidos a mante-ner un determinado nivel de tipo de cambio.

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44 Finanzas & Desarrollo marzo de 2008

LOS SECULARES lazos comerciales entre África y China se han estrechado en los últimos años. A comienzos de los años noventa, la relación se reducía a la ayuda para el desarrollo e intercambios ministeriales; ahora, la re-

lación gira en torno a los mercados mutuos de exportación y a la demanda de infraestructura en África, y las empresas chinas y las operaciones conjuntas han desplazado a los organismos gu-bernamentales. En otras palabras, ahora África tiene en China no solo un donante, sino también un mercado importante, un fi nancista, un inversionista, un contratista y un constructor.

Este acercamiento económico es en general positivo, ya que la reducción de la pobreza es el principal de los Objetivos de Desarrollo del Milenio fijados para 2015. Pero cada vez es más preocupante el efecto que la creciente presencia de China podría tener en el desarrollo de África. A muchos países afri-canos les inquietan las posibles repercusiones en la industria y el empleo locales, y a los principales países industriales les preocupa la falta de coordinación de los donantes y la rea-cumulación de deuda en los países pobres que hace poco se beneficiaron de las condonaciones.

Esta creciente relación económica ha sido objeto de pocos estudios sistemáticos, y por eso el FMI se ha propuesto cuantificar —a partir de información disponible pero muy incompleta— la implicación económica de China en África. La idea es que, al comprender mejor esta relación, los países africanos sabrán sacarle el máximo provecho.

Despegue del comercioEl comercio bidireccional entre África y China ha crecido con rapidez. Entre 2001 y 2006, las exportaciones e importaciones entre ambos socios aumentaron en promedio más de 40% y 35%, respectivamente, es decir, mucho más que la tasa de cre-cimiento del comercio mundial (14%) y de los precios de los productos básicos (18%). Medido en dólares, el aumento de las exportaciones e importaciones fue de aproximadamente US$10.000 millones a más de US$55.000 millones (gráfi co 1). China es ahora el tercer socio comercial de África, después de Estados Unidos y la Unión Europea; su contribución al creci-miento anual de las exportaciones africanas casi se ha dupli-cado desde 2000 (gráfi co 2).

Los términos de intercambio —o sea, la relación entre los precios de las exportaciones de África y de las importaciones de China— se han inclinado a favor de África. Se estima que esta relación mejoró para África en un 80% a 90% entre 2001 y 2006, debido al alza del petróleo y de las materias primas, que son el grueso de las exportaciones de África. Estos aumen-tos obedecieron en parte a la fuerte demanda de China. En cambio, el comercio bilateral ha sido bastante equilibrado. En 2004–06 África registró un pequeño superávit comercial anual de US$2.000 millones con China.

La composición de ese comercio es similar a la del comercio de África con sus otros socios comerciales (gráfico 3). En 2006, el petróleo y el gas representaron más del 60% de las exportacio-

Grafico 1

Auge del comercioLas exportaciones de África a China despegan conforme mejoran los términos de intercambio.

(Miles de millones de dólares) (2000 = 100)

Fuentes: FMI, Direction of Trade Statistics; cálculos de los autores.Nota: Los términos de intercambio son los precios de las exportaciones de África a China en

relación los precios de las importaciones de China.

0

5

10

15

20

25

30

35

06050403020120000

50

100

150

200

Importaciones (escala de la izquierda)Términos de intercambio (escala de la derecha)

Exportaciones (escala de la izquierda)

Gráfico 2

Lazos más estrechos China contribuye cada vez más al crecimiento de las exportaciones de África.

(Porcentaje del crecimiento total anual de África)

Fuentes: FMI; cálculos de los autores.1Integrantes de la Unión Europea antes de la ampliación de 2004: Alemania, Austria,

Bélgica, Dinamarca, España, Finlandia, Francia, Grecia, Irlanda, Italia, Luxemburgo, los Países Bajos, Portugal, el Reino Unido y Suecia.

0

10

20

30

40

50

UE-151

2000 2006

Estados UnidosChinaAsia (excluida China)

África estrecha sus lazosCómo aprovechar al máximo la creciente presencia económica de China en África

Jian-Ye Wang y Abdoulaye Bio-Tchané

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nes de África a China, mientras que los otros minerales y metales representaron el 13%. África importó de China sobre todo produc-tos manufacturados y equipos de transporte, que constituyeron tres cuartos del total de las importaciones. Este paralelismo de la composición de los flujos comerciales de África hace pensar que el reciente aumento del comercio entre África y China se debe en gran medida a las ventajas comparativas de cada socio, dado el grado de desarrollo económico de cada uno, y no a un interés unilateral de China por explotar recursos naturales.

El comercio desplaza a la ayudaEl comercio de mercancías es solo un aspecto del creciente intercambio económico entre África y China. Los datos so-bre otros factores importantes —ayuda, deuda e inversión directa— son escasos. Pero de la información disponible se deduce que China ha representado diversos papeles en África: socio comercial, donante, fi nancista e inversionista, y contra-tista y constructor. Estas y otras actividades comerciales han superado a la asistencia ofi cial para el desarrollo (AOD) y ahora dominan el ámbito fi nanciero (cuadro 1).

Históricamente, la ayuda era un componente importante de la presencia económica de China en África. Como com-ponente del comercio, la ayuda disminuyó de aproximada-mente 20% a comienzos de los años noventa a un 3%–4% en 2004–05, pese a que China incrementó la AOD para África a raíz del primer Foro de Cooperación China-África en 2000. De hecho, los flujos anuales de AOD de China a África aumentaron de unos US$310 millones en 1989–92 a entre US$1.000 millones y US$1.500 millones en 2004–05 (Wang, 2007; Taylor, 1998). Sin embargo, es muy difícil estimar los desembolsos de ayuda de China, debido a la falta de series cronológicas oficiales y a problemas en la valoración de la asistencia técnica y la ayuda en especie.

En dos ocasiones recientes, China proporcionó, bajo sus propias condiciones, alivio de la deuda a países africanos. En 2000–02 canceló obligaciones vencidas por un monto total de 10.500 millones de yuan (US$1.300 millones), y en 2006 anunció la cancelación de otros 10.000 millones de yuan de la deuda de 33 países africanos muy endeudados y menos ade-lantados con los que mantiene lazos diplomáticos. Debido a que los datos son incompletos, es difícil comparar las condi-ciones del alivio de la deuda que proporciona China con las de la Iniciativa para la Reducción de la Deuda de los Países Pobres, el programa conjunto del FMI y el Banco Mundial.

Los créditos comerciales a mediano y largo plazo son un componente importante de los flujos financieros de China a África, y el Banco de Exportación e Importación de China (China Exim Bank) desempeña un papel clave al respecto. El banco no divulga sus actividades anuales por región, pero hay indicios claros de que está expandiéndose en África. Los datos recopilados por Moss y Rose (2006) y Broadman (2007) indican que el China Exim Bank financia sobre todo proyectos de infraestructura en África, por montos sin duda superiores a los de la AOD.

Según el Ministerio de Comercio de China, la inversión directa en África en 2000–06 fue de US$6.600 millones, pero la cifra quizá no refleja toda la inversión extranjera directa

Finanzas & Desarrollo marzo de 2008 45

Gráfico 3

Tendencias comunes del comercioLa composición del comercio de África con China en 2006 fue similar a la del comercio con otros socios.

(Miles de millones de dólares)

Fuente: UNCOMTRADE.

Materias primas (excl. el combustible)

Estados UnidosChina Estados Unidos

Importaciones

ChinaOtros

CombustibleBienes manufacturadosOtros

Maquinaria y equipos de transporte

Exportaciones

0

20

40

60

80

100

1

13

24 15

6384

55

6

3924

45

31

53

11

36 32

22

46

UE-15 UE-15

con China

Un experto chino y un pescador africano controlan la calidad del agua en Andé, Côte d’Ivoire.

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(IED) de las empresas chinas, que suelen financiar las inver-siones con utilidades retenidas y, en el caso de las empresas privadas, mediante acuerdos informales. La IED de China se disparó en 2007; por ejemplo, en octubre el Banco Industrial y Comercial de China decidió adquirir un 20% del Standard Bank Group de Sudáfrica, el banco más grande de África, por US$5.600 millones. Las inversiones también fluyen en sentido contrario, y en los últimos años se ha observado un aumento marcado de la IED de África en China.

África está convirtiéndose rápidamente en un mercado clave para los servicios de las empresas constructoras y de ingeniería de China. Según ese país, los “proyectos contrata-dos”, la “cooperación en mano de obra” y el “asesoramiento de diseño” en África sumaron menos de US$2.000 millones en 2001. En 2006, el movimiento de mano de obra contratada subió a US$9.500 millones, un 31% de los contratos chinos en el extranjero (PBC y CBD, 2007). El tráfico bidireccional de servicios es especialmente dinámico en el sector del turismo.

El surgimiento del sector privadoChina desmanteló el monopolio estatal sobre el comercio ex-terior hace 20 años, y desde entonces las empresas privadas y conjuntas de ese país han tomado las riendas de la actividad. Así sucedió en África, donde el sector privado chino domi-na el comercio, la inversión directa y la construcción (Wang, 2007). Últimamente, los grandes contratos que han fi rmado las petroleras estatales de China han supuesto inversiones millonarias de las empresas privadas chinas en África, prin-

cipalmente en los sectores textil y minero, pero también en servicios, agricultura, y procesamiento y manufactura. Las constructoras privadas de China crecen con rapidez en nú-mero, tamaño y capacidad, y están compitiendo intensamente en África.

Las políticas y las instituciones financieras estatales incen-tivan la creciente influencia del sector privado. El objetivo de los nuevos compromisos con África para 2007–09, anun-ciados por el Presidente Hu Jintao en noviembre de 2006 durante la Cumbre de Pekín del Foro de Cooperación China-África, es que el comercio y la inversión beneficien a todas las partes. Además de ampliar la lista de exportaciones africanas libres de aranceles, China está otorgando créditos comercia-les preferenciales y creando un importante fondo para apoyar la IED de China en África a través del China Exim Bank y del Banco de Desarrollo de China. El nuevo programa encaja con la estrategia china de globalización, que alienta a las empresas del país a competir por recursos y mercados en el exterior. En la Cumbre también se pactó duplicar el comercio bilateral entre África y China, para que en 2010 llegue a US$100.000 millones.

Cosechar los frutosA medida que el vínculo económico entre China y África se base más en el comercio que en la ayuda, las relaciones entre ambos dependerán cada vez más de cómo evolucionen las ventajas comparativas y las cadenas mundiales de la oferta. Para benefi ciarse, los países africanos tendrán que utilizar el aumento del comercio y de la inversión para lograr el creci-miento sostenible del sector privado, y para ello tendrán que prestar especial atención a varias políticas internas.

Reducir el costo de la inversión y las transacciones comer-ciales. Los países africanos podrán atraer y usar más capital solo si reducen considerablemente los obstáculos burocráticos que frenan el desarrollo de la actividad privada. Pese a avances recientes, la inversión y el clima empresarial de África subs-ahariana están a la zaga de los de otras regiones (cuadro 2).Según la Corporación Financiera Internacional —que mide el tiempo y el costo que implica cumplir los requisitos guber-namentales de constitución, operación, tributación y cierre de las empresas—, 24 de los 30 países más onerosos están África subsahariana. Un entorno comercial más propicio supone un sistema tributario no discriminatorio, aduanas que faciliten el movimiento de bienes y servicios y regulacio-nes que velen tanto por la flexibilidad laboral como por los derechos de los trabajadores. La mala calidad de la infraes-tructura —sobre todo en energía y transporte— es una de las principales trabas de la actividad empresarial en África (Foro Económico Mundial, 2007), y mejorarla es esencial para que los países puedan beneficiarse de la globalización comercial e industrial.

Crear condiciones igualitarias. En el Foro de Cooperación China-África de 2006, ambas partes reiteraron su intención de forjar una nueva alianza estratégica basada en la igualdad y el beneficio mutuo. Los países africanos tienen que garanti-zar que la competencia por los proyectos sea justa y que todos los inversionistas extranjeros reciban el mismo trato. Para

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África está convirtiéndose rápidamente en un mercado clave para los servicios de las empresas constructoras y de ingeniería de China.

Cuadro 1

Ayuda, comercio e inversiónEl volumen de transacciones entre África y China ha aumentado desde comienzos del siglo.

(Miles de millones de dólares)

2001 2006Comercio total 10,8 55,5 Exportaciones de África 4,8 28,8 Importaciones de África 6,0 26,7Asistencia oficial para el desarrollo (AOD) ... 2,3 AOD proporcionada por China ... 1,0 Alivio de la deuda proporcionado por China 1,3 1,3Inversión extranjera directa (IED) IED de China en África ... 0,9 IED de África en China 0,3 1,1Proyectos contratados Proyectos chinos en África 1,8 9,5

Fuentes: Datos sobre comercio de las estadísticas de aduanas de China. Todos los otros datos fueron obtenidos por Wang (2007).Nota: ... indica no disponible.

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fomentar el buen gobierno y garantizar un uso más eficiente de los valiosos recursos de África, conviene aplicar iniciativas internacionales, como la Iniciativa para la transparencia de las industrias extractivas, que hagan más transparentes todas las transacciones estatales.

Gestionar con eficiencia las finanzas públicas. Hay que priorizar todos los proyectos de infraestructura —incluidos los de terceros—, usando prácticas óptimas de análisis de costo-beneficio, separado la formulación y el financiamiento de los proyectos, garantizando que las licitaciones sean real-mente competitivas y optando por el financiamiento de con-diciones más favorables, es decir, evitando las transacciones paralelas que dificultan la comparación de las opciones de financiamiento.

Evitar la acumulación de deuda insostenible. En África, la acuciante necesidad de financiamiento para crear infraes-tructura y capacidad productiva se enfrenta a las deficiencias de las bases de producción y exportación, que limitan los montos de financiamiento externo que pueden obtenerse. Será necesario gestionar prudentemente la deuda y vincular el endeudamiento a la capacidad potencial de producción y de generación de divisas. La responsabilidad de minimizar la vulnerabilidad que crean los capitales creadores de deuda en África atañe a deudores y a acreedores.

Proteger el medio ambiente. El comercio exterior de muchos países africanos depende de sus abundantes recursos naturales, que suelen ser agotables. El caso de China demues-tra que el desarrollo de un país puede salir muy caro si el impacto ambiental de la explotación de los recursos natura-les no se controla pronto ni se mitiga a base de planificación, normas exigentes y supervisión firme (Banco Mundial, 2007).

Avanzar en la cadena de valor. Para lograr el crecimiento sostenido, los países africanos, y en especial los de África sub-

sahariana, tienen que diversificar sus exportaciones y pasar de la exportación neta de materia prima al procesamiento o a actividades que añadan valor. Las reformas más eficaces consisten en reducir las barreras a la circulación de bienes y eliminar las restricciones de la oferta. Las empresas chinas han aprendido a añadir valor a sus productos, y las empre-sas africanas podrían aliarse con ellas para recibir tecnología con más facilidad, elevar el valor de sus exportaciones y pre-pararse para incursionar en los mercados mundiales, y sobre todo en el dinámico mercado chino.

* * * * *

Así como África tiene que aprovechar al máximo las ven-tajas de su relación económica con China y otros países, China tiene que cerciorarse de que su alianza económica con África sea mutuamente ventajosa. Merced a su espectacu-lar crecimiento, China influye cada vez más en el comercio y las finanzas mundiales, y eso acarrea responsabilidades. Concretamente, África podría coordinar las actividades de los donantes si China divulgara más datos sobre los flujos de ayuda; y la ayuda sería más eficaz si respaldara las priori-dades definidas en las estrategias de reducción de la pobreza de los países. Las condiciones y los volúmenes de los présta-mos deben respetar el marco de sostenibilidad de la deuda de los países de bajo ingreso que rige en muchos países afri-canos. Por último, la adquisición interna de repuestos, equi-pos y mano de obra para fomentar la transferencia eficaz de tecnología estimularía el crecimiento del ingreso en África subsahariana y, por tanto, el tamaño del mercado, lo cual beneficiaría a China y a África. ■

Jian-Ye Wang, Subjefe de División, y Abdoulaye Bio-Tchané, Ex Director, del Departamento de África del FMI.

Referencias:

Banco Mundial, 2007, The Cost of Pollution in China: Economic

Estimates of Physical Damages (Washington).

Broadman, Harry G., 2007, Africa’s Silk Road: China and India’s New

Economic Frontier (Washington: Banco Mundial).

Foro Económico Mundial, 2007, Africa Competitiveness Report

2007 (Washington: Banco Mundial); http://www.weforum.org/

africacompetitiveness.

Moss, Todd, y Sarah Rose, 2006, “China Exim Bank and Africa: New

Lending, New Challenges” (Washington: Center for Global Development);

http://www.cgdev.org.

PBC y CDB, 2007, “Development Financing and China-Africa

Cooperation—Concept Paper”, elaborado por el Banco Popular China y

el Banco de Desarrollo de China para un seminario celebrado durante las

Reuniones Anuales del Banco de Desarrollo de África, Shanghai.

Taylor, Ian, 1998, “China’s Foreign Policy Towards Africa in

the 1990s”, Journal of Modern African Studies, vol. 36 (septiembre),

págs. 443–60.

Wang, Jian-Ye, 2007, “What Drives China’s Growing Role in

Africa?” IMF Working Paper 07/211 (Washington: Fondo Monetario

Internacional).

Finanzas & Desarrollo marzo de 2008 47

Cuadro 2

Clima de inversiónÁfrica subsahariana es la región en la que la actividad empresarial enfrenta más trabas.Economía Facilidad de la actividad empresarialPaíses mejor clasificados Mauricio 27 Sudáfrica 35 Namibia 43 Botswana 51 Kenya 72 Ghana 87Países peor clasificados Burundi 174 República del Congo 175 Guinea-Bissau 176 República Centroafricana 177 República Democrática del Congo 178Promedios regionales Asia oriental y el Pacífico 77 América Latina y el Caribe 87 Asia meridional 107 África subsahariana 136

Fuente: Doing Business 2008, CFI.Nota: Cuanto más alta es la clasificación mayor es el costo de la actividad empresarial

en las 178 economías analizadas. No se tienen en cuenta variables como la calidad de la infraestructura o los índices de delincuencia.

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48 Finanzas & Desarrollo marzo de 2008

Relocalizar los empleos del sector terciario en otros países puede afectar la economía y las actitudes frente a la globalización de los países industriales

EL SURGIMIENTO de China y, más recientemente, India, como potencias mercantiles coincide con la aparición de un nuevo tipo de comercio inter-

nacional: la relocalización de empleos auxiliada por la tecnología, especialmente de empleos que se consideraban inmunes a la competencia in-ternacional.

La creciente participación de China e India en las exportaciones mundiales (gráfico 1) es un fenómeno de gran alcance para la econo-mía internacional y tiene un fuerte impacto en el empleo, los salarios y la producción en los países desarrollados. Se está haciendo evidente que la relocalización —la subcontratación en otros países de servicios u operaciones para producir insumos intermedios— puede tener efectos a largo plazo en el empleo, los salarios relativos y la estabilidad laboral en las econo-mías avanzadas.

La mayoría de los economistas y responsables de la política coinciden en que, a largo plazo, este repunte de la globalización tendrá efectos económicos positivos en las economías avan-zadas y en sus socios comerciales de mercados emergentes. No obstante, a corto plazo podrían producirse grandes perturbaciones, especial-mente en los países con un mercado laboral menos flexible. Nuevos grupos de trabajadores han quedado expuestos a la competencia inter-nacional debido al gran número de empleos que podrían relocalizarse. Esos trabajadores

podrían acoger en medida creciente el protec-cionismo de ciertos grupos de interés.

El reciente fenómeno de la relocalización de servicios empresariales ha estimulado el debate en muchas economías avanzadas. En Estados Unidos, los dos bandos de la discusión teórica están probablemente mejor representados por los economistas Gregory Mankiw, en Harvard, y Alan Blinder, en Princeton.

En 2004, cuando era Presidente del Consejo de Asesores Económicos (CEA) del Gobierno estadounidense, Mankiw señaló que, a largo plazo, la relocalización es un factor positivo para la economía, sin efectos cualitativamente dis-tintos a los del comercio tradicional de bienes. Según Blinder —miembro del CEA durante la presidencia de Clinton y ex Vicepresidente de la Junta de la Reserva Federal— no se discuten los beneficios económicos básicos, que él mismo reconoce, sino el hecho de si la integración de China e India en la economía mundial es o no un fenómeno trascendental. Blinder (2007) sostiene que sí lo es pues impulsará cambios importantes en la estructura industrial y los empleos, los salarios, la seguridad del empleo, la rotación de personal y —al menos en el corto plazo— el empleo y el desempleo.

La importancia de la relocalización depende de varios factores: de cuántos empleos se han “perdido” ya, de cuántos podrían perderse, de cuán rápido se crean otros nuevos, del posible impacto en los ingresos y la seguridad laboral

Empleos enotras tierrasDavid T. Coe

Un médico en Bangalore, India, analiza una ecografía con un colega en Estados Unidos.

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para los distintos tipos de trabajadores y de la probable duración y suavidad de la transición.

La amenaza de la relocalizaciónExisten pocos datos fi dedignos sobre el número real de empleos perdidos en las economías avanzadas debido a la relocaliza-ción, aunque las estimaciones parecen indicar que las pérdidas se han limitado, aproximadamente, a entre 0,3% y 0,7% del empleo total en Estados Unidos y los países europeos para los cuales se dispone de datos (Baldwin, 2006). Sin embargo, los datos indican que la relocalización de servicios ha aumentado continuamente en los últimos años.

El número de empleos en el sector de servicios que podrían ser afectados es mucho mayor. Van Welsum y Vickery (2005) estiman que en 2003 la relocalización de servicios —posibilitada por la tecnología de la información y las comunicaciones— ha afectado cerca del 20% del empleo total en los países de la Unión Europea, Australia, Canadá y Estados Unidos. Blinder calcula que en Estados Unidos el porcentaje sería de entre 22% y 29%. Los porcentajes estimados en otros estudios también son altos.

En el debate público se pasa por alto, muchas veces, la distin-ción entre las estimaciones del presunto número de empleos en el sector de servicios que podrían estar expuestos a la compe-tencia internacional y el número efectivo de empleos perdidos. En muchos casos se da por supuesto que los países industriales no tendrán ventajas comparativas en ningún sector de servicios recientemente expuesto a la competencia, es decir, que solo relo-calizarán empleos al exterior, pero no que los atraerán, o impor-tarán. Sin embargo, Estados Unidos, el Reino Unido y varias otras economías avanzadas son exportadores netos de servicios, y en muchos casos este excedente neto ha ido aumentando. Las economías avanzadas podrían importar más servicios de los que relocalizan. Además, el incremento de la productividad de las empresas que relocalizan podría impulsar la contratación y producir un aumento neto del número de empleos. En el Reino Unido, por ejemplo, el crecimiento del empleo es más rápido en las empresas que importan servicios (Hijzen et al., 2007).

Ingresos y estabilidad en el empleoUn aspecto crucial es si el efecto de la relocalización sobre los salarios relativos será distinto al registrado en otras etapas de la globalización. Lo más probable es que en las economías avanza-das la relocalización sea un factor importante si reduce los in-gresos de los trabajadores semicalifi cados y altamente califi cados (muchos de los cuales anteriormente no estaban expuestos a la competencia internacional), pero no si restringe principalmente los salarios de trabajadores poco califi cados (que, en general, ha sido el efecto de la globalización y el progreso tecnológico, que favorece la especialización). Los hechos demuestran que podrían surgir presiones a la baja sobre los salarios de trabajadores cali-fi cados: en India, especialistas examinan radiografías, crean pro-gramas de informática y preparan declaraciones de impuestos para clientes de economías avanzadas. Ciertas labores poco cali-fi cadas, como las de jardinería, recolección de basura y asistencia social, no se pueden realizar en el extranjero, y por tanto en esas áreas la relocalización probablemente no afectará los salarios.

Al final, si en un determinado país se relocalizan en el exterior o se importan ciertas funciones altamente calificadas en el área de servicios, con las consiguientes presiones sobre los ingresos, dependerá de sus ventajas comparativas. Si bien el aumento de la relocalización de algunos servicios calificados ha sido rápido en ciudades como Bangalore, es probable que las ventajas compa-rativas de países como China e India sigan concentrándose por algún tiempo en actividades poco calificadas o semicalificadas, dada la dificultad de aumentar la calidad y los niveles medios de la educación de sus enormes poblaciones.

En general, la relocalización no parece tener un impacto demasiado marcado sobre las tareas calificadas en las econo-mías avanzadas. Naturalmente, esto puede cambiar si ciertos empleos altamente calificados que podrían relocalizarse de hecho se relocalizan. No obstante, por ahora los efectos parecen ser congruentes con los resultados divulgados en la mayoría de las publicaciones sobre el tema. En general, los avances tecnoló-gicos que favorecen la especialización reducen los salarios de los trabajadores poco calificados.

La relocalización también podría repercutir mucho en la esta-bilidad del empleo, real o percibida, y en el poder de negocia-ción de la mano de obra. Esto se observa en Estados Unidos, por ejemplo, donde los trabajadores en áreas de actividad vinculadas con bienes transables expresan un mayor nivel de inseguridad económica que los de otros sectores. Lógicamente, la inseguridad aumentará si el impacto de la relocalización en los trabajadores es brusco e impredecible, como ha ocurrido generalmente.

¿Cuán difícil es la transición?Diversos factores macroeconómicos y estructurales determinan si la relocalización tiene lugar sin altibajos o mediante una tran-sición a gran escala con efectos perturbadores. Las políticas ma-croeconómicas, comerciales y cambiarias en China e India y en sus socios comerciales industriales son factores importantes que determinarán el tamaño y confi guración de los saldos mundia-les en cuenta corriente. Las políticas estructurales también son importantes, pues los países con mercados de productos y labo-rales fl exibles, instituciones de enseñanza y sistemas de capacita-ción adecuados, y políticas de empleo e innovación efi caces se

Finanzas & Desarrollo marzo de 2008 49

Gráfico 1

Presencia que se fortaleceDesde 1990, la participación de China en las exportaciones mundiales ha registrado un aumento extraordinario, y la proporción correspondiente a India también ha crecido.

(Porcentaje de las exportaciones mundiales totales de bienes y servicios)

Fuente: FMI, base de datos de Perspectivas de la economía mundial.

India

China

1990 92 94 96 98 2000 02 04 060

2

4

6

8

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adaptarán más rápido a los retos y oportunidades derivados de la intensifi cación del comercio y la relocalización.

El número real de actividades que pasan a ser transables y la rapidez con que se empiezan a transar también dependerá de la capacidad, en China, India y otros países en desarrollo, para absorber nuevos tipos de actividad desde las economías avan-zadas. Probablemente pasará tiempo antes de que China e India adquieran ventajas comparativas amplias en áreas de servicios tecnológicamente más avanzados. En India también será nece-sario mejorar la infraestructura; en China deberán reforzarse la habilidad lingüística en inglés, los derechos de propiedad, la aplicación de los derechos de propiedad intelectual y el estado de derecho. Dados estos problemas estructurales, la transición podría ser muy lenta.

La transición dependerá también de la evolución de los sala-rios del limitado número de trabajadores calificados idóneos en China e India. Existen indicios de un incremento de los salarios reales y escasez de mano de obra en las regiones costeras de China y en Bangalore. En igualdad de condiciones, el aumento de los salarios reales en las regiones más importantes de China e India erosionará sus ventajas comparativas y limitará las activi-dades que pueden absorber de los países desarrollados.

Finalmente, surge la interrogante de cuántos otros países en desarrollo o en transición se transformarán en destinatarios de la relocalización, y con qué rapidez. La relocalización a países de África subsahariana, Oriente Medio, Asia central y América del Sur es limitada, o no existe. Por motivos relacionados con la proximidad geográfica, las similitudes culturales y lingüísticas, y las características excepcionales de la diáspora china e india, para otros países podría ser difícil emular el éxito de China e India como destinatarios de la relocalización (Coe, 2007).

Cuanto más prolongada sea la transición, menor será la posibilidad de que surjan perturbaciones. Independiente-mente de eso, es evidente que la actual integración de China e India en la economía mundial tendrá efectos perdurables en la distribución del ingreso y la estabilidad del empleo en las econo-mías avanzadas.

Globalización y desigualdadEl reciente repunte de la globalización ha coincidido con la per-cepción, entre muchos trabajadores en países industriales, de un continuo aumento de la desigualdad económica. Si bien las cau-sas del incremento de la desigualdad del ingreso no se compren-den bien, los estudios empíricos indican que los cambios tecno-lógicos que favorecen la especialización han contribuido más al aumento de la dispersión salarial que la globalización, que de por sí es refl ejo del progreso tecnológico (FMI, 2007).

Si bien el aumento de la desigualdad ha sido generalizado, en Estados Unidos, el Reino Unido y Australia, ha sido especial-mente agudo. Las diferencias entre los grupos de ingreso más ele-vado y el resto de la población son especialmente pronunciadas. Según ciertas estimaciones, en Estados Unidos la desigualdad en la distribución del ingreso ha alcanzado niveles no observados desde la década de 1920. Esto no solo afecta a trabajadores poco calificados: también está disminuyendo el ingreso real de traba-jadores con un nivel de educación relativamente alto (Aldonas, Lawrence y Slaughter, 2007).

El hecho de que en algunos países la globalización haya coin-cidido con el aumento de la desigualdad ha afectado mucho su nivel de apoyo entre el público. Los votantes cuyos ingresos se mantienen estancados, mientras la globalización impulsa los ingresos de unos pocos, podrían sentirse marginados e identifi-carse, cada vez más, con los desfavorecidos por la globalización. Esto puede ocurrir incluso si los votantes consideran (correc-tamente) que la tecnología es el motor en la evolución de los ingresos, pues el aumento del comercio podría ser el resultado más patente del avance tecnológico. Además, los votantes tienen la capacidad política para promover políticas que podrían des-acelerar, interrumpir o, incluso, hacer retroceder el proceso de globalización, pero difícilmente pueden influir en el ritmo del avance tecnológico.

Según encuestas de opinión pública en muchos países, existe un vínculo positivo muy fuerte entre la situación económica rela-tiva de una persona y las actitudes en pro del comercio (gráfico 2).Por ejemplo, Aldonas, Lawrence y Slaughter (2007) sostienen que el aumento del proteccionismo en Estados Unidos se debe al estancamiento o caída de los ingresos, no a un desconocimiento de los beneficios de la globalización. Esto parece indicar que el público sabe que las utilidades de los favorecidos por la liberali-zación del comercio exceden las pérdidas de los desfavorecidos. No obstante, también sabe que la liberalización solo beneficiará a la nación como un todo si los desfavorecidos son efectivamentecompensados, lo cual no ocurre casi nunca.

El principal efecto del éxito de China e India y del aumento de la relocalización en materia de política podría deberse a que ambos fenómenos coinciden con la percepción de un aumento generalizado de la desigualdad económica en muchas economías avanzadas. La gran cantidad de empleos que podrían relocali-zarse expone a la competencia internacional a nuevos sectores de trabajadores no manuales, muchos de los cuales podrían involu-

50 Finanzas & Desarrollo marzo de 2008

Gráfico 2

Actitudes frente a la desigualdad y el comercio internacionalEn los países industriales, cuanto más alto es el nivel de desigualdad del ingreso, menos positivas son las actitudes frente al comercio internacional.

Índice de Gini (porcentaje)

Fuentes: Förster y Pearson (2002) y Programa Internacional de Investigación Social (2007).Nota: El índice de Gini es un indicador de la desigualdad de los ingresos: 0 indica igualdad

total (todos reciben el mismo ingreso); 100 indica desigualdad total (una sola persona recibe todo el ingreso). El índice de Gini que aquí se usa es de mediados de la década de 1990. Los datos sobre actitudes frente al comercio internacional provienen de una encuesta de 2003.

Países BajosNoruega

FinlandiaSuecia

Actitud positiva frente al comercio internacional (porcentaje)

Austria

Alemania

JapónSuiza

Francia

Canadá

Irlanda

Hungría

Australia

Reino Unido

Estados Unidos

10 20 30 40 5022

24

26

28

30

32

34

36

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crarse en el proceso político. Si un gran número de trabajadores considera que sus empleos están expuestos y que la distribución de los beneficios de la globalización no es equitativa, probable-mente aumentará su apoyo a los intereses proteccionistas.

Crear consensoLas autoridades deben garantizar una distribución amplia de los benefi cios del comercio y adoptar políticas sociales para facilitar el ajuste de los trabajadores perjudicados por la globalización y el cambio tecnológico. Esto puede lograrse mejorando la edu-cación y capacitación. Sin embargo, a corto plazo el efecto será limitado, pues muchas veces las reformas educacionales son difí-ciles de aplicar y solo rinden benefi cios cuando las nuevas gene-raciones terminan sus estudios.

Las políticas de redistribución para compensar a los desfavo-recidos o marginados podrían ser cruciales para crear el respaldo político necesario para seguir participando en el proceso de glo-balización. En los países de la Unión Europea donde la redistribu-ción es relativamente mayor (según el porcentaje de prestaciones totales pagadas al 30% de la población en edad laboral de ingreso más bajo) el apoyo a la globalización también lo es (gráfico 3).

Si bien la necesidad de compensar a los menos favorecidos se reconoce ampliamente, el problema de cómo hacerlo eficaz-mente no ha recibido mucha atención. No obstante, dadas las cambiantes características de la globalización en los últimos años, en algunos países este aspecto podría adquirir creciente impor-tancia debido al aumento del número trabajadores que se con-sideran desfavorecidos. Por lo tanto, para mantener el respaldo político podría ser necesario compensar no solo a los que pierden su empleo debido a la liberalización del comercio, sino también a los trabajadores empleados que perciben los ingresos más bajos.

Sin embargo, la redistribución tendrá un efecto adverso en los incentivos, lo cual reducirá los beneficios económicos de la globalización. Esto destaca la importancia de crear sistemas de redistribución eficientes para maximizar los beneficios netos. Los sistemas de redistribución que mantienen los incentivos para trabajar permiten obtener beneficios relativamente impor-tantes de la globalización (Snower y Coe, 2008).

Afortunadamente, existen sistemas relativamente eficien-tes de redistribución, por ejemplo, el de crédito tributario por renta del trabajo en Estados Unidos y el de crédito tribu-tario para familias trabajadoras en el Reino Unido (OCDE, 2006). No obstante, también debe considerarse si el monto de la redistribución basta para crear y mantener consenso en torno a la globalización. ■

David Coe es Asesor Principal del Departamento de Asia y el Pacífi co del FMI.

Este artículo se basa en Coe (2007), un documento elaborado cuando el autor era

profesor invitado en la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos.

Finanzas & Desarrollo marzo de 2008 51

Gráfico 3

Transferencia de ingresos y globalizaciónEn la zona del euro, cuanto mayor es la redistribución del ingreso al 30% más pobre de la población, más positivas son las actitudes frente a la globalización.

(Porcentaje de la transferencia del ingreso al 30% más pobre)

Fuentes: Förster y Pearson (2002) y Comisión Europea (2003).Nota: Los datos sobre transferencia del ingreso son de mediados de la década de 1990; los

datos sobre actitudes frente a la globalización provienen de una encuesta de 2003.

Países Bajos

Finlandia

Suecia

Actitud positiva frente a la globalización (porcentaje)

Austria Alemania

ItaliaGrecia

Francia

Bélgica

Irlanda

Reino Unido

Dinamarca

30 40 50 60 7018

23

28

33

38

43

48

53

58

Referencias:

Aldonas, Grant, Robert Lawrence y Matthew Slaughter, 2007,

“Succeeding in the Global Economy: A New Policy Agenda for the

American Worker”, Financial Services Forum Policy Research Paper,

junio.

Baldwin, Richard, 2006, “Globalization: the great unbundling(s)”,

Informe para la Ofi cina del Primer Ministro de Finlandia, Consejo

Económico de Finlandia, como parte de la Presidencia de la Unión

Europea, septiembre.

Blinder, Alan, 2007, “Offshoring: Big Deal, or Business as Usual?”

CEPS Working Paper No. 149 (Princeton, Nueva Jersey: Universidad

de Princeton).

Coe, David, 2007, “Globalisation and Labour Markets: Policy

Issues Arising from the Emergence of China and India”, OECD Social,

Employment and Migration Working Papers No. 63 (París: Organización

para la Cooperación y el Desarrollo Económicos).

Comisión Europea, 2003, “Globalization”, Flash Eurobarometer No. 151b.

Fondo Monetario Internacional, 2007, Perspectivas de la economía

mundial, octubre (Washington).

Förster, Michael, y Mark Pearson, 2002, “Income Distribution and

Poverty in the OECD Area: Trends and Driving Forces”, OECD Economic

Studies, No. 34, págs. 7–39 (París).

Hijzen, Alexander, Mauro Pisu, Richard Upward y Peter Wright, 2007,

“Employment, Job Turnover and Trade in Producer Services: Firm-Level

Evidence”, University of Nottingham GEP Working Paper 2007/37, agosto.

International Social Survey Programme, 2007, “National Identity”.

Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, 2006,

Boosting Jobs and Incomes: Policy Lessons from Reassessing the OECD

Jobs Strategy (París).

Snower, Dennis, y David Coe, 2008, “Globalization Through

Redistribution”, Kiel Institute for the World Economy Working Paper (de

próxima publicación).

van Welsum, Desirée y Graham Vickery, 2005, “Potential Offshoring of

ICT-Intensive Using Occupations”, DSTI Information Economy Working

Paper DSTI/ICCP/IE(2004)19/FINAL/ (París: Organización para la

Cooperación y el Desarrollo Económicos).

Referencias adicionales en Coe (2007).

©International Monetary Fund. Not for Redistribution

Page 54: FD · 2018. 2. 27. · William R. Cline 28 El precio del cambio climático ... deberían garantizar el funcionamiento eficiente de las fuerzas del mercado a escala mundial —por

CR

ÍTIC

ASDE LIBROS

Barry Eichengreen

Global Imbalances and the Lessons of Bretton WoodsMIT Press, Cambridge, Massachusetts, 2006, 200 págs., US$26 (£16.95) (tela).

Desde hace casi 10 años, una pre-ocupación principal del FMI y muchos economistas ajenos

a la institución ha sido la sostenibilidad de los grandes desequilibrios mundiales de pagos: el actual défi cit en cuenta corriente de Estados Unidos y los supe-rávits correspondientes de otros países.

Sin embargo, algunos economistas han adoptado un enfoque más rela-jado. Hace cinco años, Michael Dooley y otros coautores señalaron que los desequilibrios eran sostenibles durante una década o más e indicaron que esta situación era parecida a la del sistema de tipos de cambio de Bretton Woods de 1946–71. También en este caso, Estados Unidos sirvió de “núcleo” de un sistema en el que los países de la “peri-feria” —antes Europa y Japón, y ahora principalmente los países de mercados emergentes de Asia, en especial China— impulsaban su crecimiento a través de las exportaciones, manteniendo sus tipos de cambio a niveles subvalorados que generaron superávits en cuenta corriente. A estos países les parecía bien prestar sus superávits, a través de la acumulación de reservas, al núcleo, aun a rendimientos bajos, para subvencionar el desarrollo de sus sectores de exporta-ción y aprovechar los mercados finan-cieros profundos y líquidos del núcleo. Según los autores, este sería el sistema de Bretton Woods II.

Agua para el molino

Este argumento es agua para el molino de Barry Eichengreen, uno de los princi-pales expertos en historia monetaria in-ternacional y su aplicación al análisis de política actual. El tema de este libro con-ciso y fascinante es que la historia parece indicar que, a diferencia del sistema de Bretton Woods II, la actual situación probablemente no dure mucho.

El libro consta de cuatro capítulos. El primero compara el sistema de Bretton Woods con la actual situación. Hoy, como entonces, los miembros de la periferia ven un interés colectivo en respaldar el dólar de EE.UU. para mantener el valor de sus reservas y su competitividad internacional, pero cada miembro tiene un incentivo para reducir sus tenencias de dólares y evitar pérdidas de capital si el dólar llega a depreciarse.

No obstante, Eichengreen señala varias diferencias. Los miembros de la periferia son ahora más numerosos y heterogéneos y menos comprometidos con el interés colectivo. El euro es un activo de reserva más atractivo que los existentes en períodos anteriores. Y, entonces, Estados Unidos registraba superávits en cuenta corriente que con-vertían al dólar en una moneda mucho más fuerte que ahora.

Además, las autoridades estadouni-denses ahora están mucho menos com-prometidas a mantener el valor externo del dólar. Por lo tanto, es menos pro-bable que los bancos centrales de la periferia sigan manteniendo dólares. Y los miembros de la periferia son cada

vez más conscientes de los costos de su estrategia —es más difícil esterilizar las reservas, cada vez más grandes, y conte-ner la inflación— y de la necesidad de diversificar más el crecimiento.

En los otros tres capítulos, Eichengreen profundiza en la búsqueda de enseñan-zas históricas. Se refiere al Pool del oro, creado en 1961 por Estados Unidos y ungrupo de países europeos para compar-tir la responsabilidad de mantener el pre-cio del oro en dólares en el mercado privado cercano al precio oficial que era un pilar del sistema de Bretton Woods. Al agudizarse la presión del mercado, a principios de 1966, el Pool no funcionó como se esperaba y se derrumbó en 1968. Eichengreen considera que las dificultades de ese mecanismo muestran los problemas de acción colectiva que probablemente afectarán al modelo de Bretton Woods II.

Eichengreen considera asimismo las enseñanzas de la política cambiaria de Japón en 1971–73 —la revaluación del yen, seguida de la flotación— en relación con el caso de China y la posi-ble aplicación de medidas orientadas a la apreciación y flexibilización del renminbi. Señala que la revaluación del yen no fue desestabilizadora ni dio paso a una fuerte desaceleración de las exportaciones o el producto. No obs-tante, obedeció en parte al crecimiento mundial excepcionalmente fuerte en 1972–73 y al apoyo fiscal. Una lección, desconcertante a principios de 2008, es que convendría que la apreciación del renminbi coincidiera con un fuerte cre-cimiento mundial.

Por último, Eichengreen se refiere al declive de la libra esterlina en el siglo XX y se pregunta si el dólar seguirá siendo la principal moneda de reserva del mundo, como parece indicar el mo-delo de Bretton Woods II. Observa que la proporción del dólar de EE.UU. en las reservas mundiales ha aumentado —aunque, de hecho, se ha reducido considerablemente desde su nivel máximo alcanzado a principios de esta década—, pero señala que la respuesta depende, por encima de todo, de las políticas estadounidenses, en particu-lar de su éxito en reducir el déficit en cuenta corriente y evitar la acumula-ción conexa de pasivos externos netos.

52 Finanzas & Desarrollo marzo de 2008

Enseñanzas de la historia

Una lección, desconcertante a principios de 2008, es que convendría que la apreciación del renminbi coincidiera con un fuerte crecimiento mundial.

©International Monetary Fund. Not for Redistribution

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Anders Åslund

Russia’s Capitalist Revolution

Why Market Reform Succeeded and Democracy FailedPeterson Institute for International Economics, Washington, D.C., 2007, 356 págs., US$26,95 (rústica).

La transformación de la Unión Soviética en 15 países indepen-dientes con economías de mer-

cado y sistemas políticos democráti-cos, o por lo menos no comunistas es, obviamente, un proceso que abarca muchos años. La evaluación de los avances en un momento determinado puede diferir de la realizada en otro momento. Por lo tanto, la desespera-

ción con respecto a Rusia que mu-chos rusos y otras personas sintieron durante los caóticos años noventa se ha transformado en mayor optimismo. En las postrimerías de la presidencia de Vladimir Putin, es oportuno examinar todo el período de la transición de Rusia.

La larga transición de Rusia

Un primer aspecto importante del libro es que el autor, Anders Åslund, examina los 22 años transcurridos desde las primeras reformas aplicadas durante la presidencia de Mikhail Gorbachev en 1985. Siete de los ocho capítulos se presentan por orden cronológico: dos corresponden al período de Gorbachev, más de tres al de Boris Yeltsin y menos de dos al de Putin.

Este orden permite al autor determi-nar las consecuencias de las reformas a lo largo de muchos años. Por ejemplo, las reformas económicas de Gorbachev crearon una máquina para enriquecerse a través de la cual algunos hombres de negocios avispados compraron petró-leo y otras materias primas a precios controlados y los vendieron a precios del mercado mundial.

Estas prácticas y otras similares se afianzaron y dificultaron la aplicación de otras medidas orientadas a imple-mentar mecanismos de mercado autén-ticos. La visión a largo plazo de Åslund contrasta con la perspectiva a más corto plazo de los que llegaron a Rusia en los años noventa y quisieron atribuir los resultados negativos a las reformas aplicadas por Yeltsin más que a la pro-funda transformación que se estaba produciendo.

Otro aspecto importante es que Åslund conoce Rusia extremadamente bien: no solo la literatura (la bibliogra-fía contiene más de 400 referencias), sino a muchos de los principales prota-gonistas, y ha pasado mucho tiempo en Rusia. Su descripción de la evolución y las políticas a lo largo de 22 años refleja sus conocimientos y su capacidad ana-lítica. Además, escribe de una forma clara e interesante.

Åslund tiene una opinión de la tran-sición económica de Rusia más positiva que muchos otros autores. Tiene razón al no estar de acuerdo con los que opi-

nan que Rusia podría haber mantenido una trayectoria más gradual y menos negativa hacia la economía de mercado. De hecho, demuestra con argumentos convincentes que muchos problemas obedecen a que las primeras reformas no fueron suficientemente firmes, como la prolongación de la zona del rublo y la desregulación lenta de los precios energéticos.

No obstante, Åslund tal vez pasa de-masiado por alto las desigualdades en la distribución de la renta y la riqueza derivadas de la forma en que los activos se transfirieron a manos privadas.

En el octavo y último capítulo Åslund examina la pregunta del sub-título del libro: ¿Por qué la reforma de mercado triunfó en Rusia y la demo-cracia fracasó? Su respuesta es que, a principios de los noventa, Rusia efec-tuó reformas económicas críticas, pero nada comparable del lado de la demo-cracia. No se definieron claramente las reformas democráticas necesarias, y se perdió la oportunidad de celebrar elecciones en la etapa inicial.

Posteriormente, la presidencia de Putin coincidió con la fase de estabi-lización posrevolucionaria, y no se impusieron los límites suficientes a sus tendencias autoritarias. De cara al futuro, Åslund señala que la contra-dicción entre la rápida modernización económica y la política reaccionaria se resolverá con una segunda fase de democratización. Esperemos que tenga razón, pero las contradiccio-nes pueden persistir durante mucho tiempo.

John Odling-SmeeEx Director, Departamento

de Europa II del FMI

Finanzas & Desarrollo marzo de 2008 53

DE LIB

RO

SCRÍTICAS

A largo plazo, la visión se aclara

Considera que el dólar probablemente perderá terreno con respecto al euro.

Para los que analizan las perspectivas de la economía mundial y para los estu-diantes del sistema monetario interna-cional, este libro debería ser prioritario. Podrían ponerse en duda algunas de las comparaciones históricas, y a pesar de los avances en el ajuste internacional, algunas características importantes de la economía mundial siguen siendo compatibles con el modelo de Bretton Woods II. No obstante, los argumentos del libro son, en general, convincentes y hacen hincapié en los riesgos que plan-tean los desequilibrios.

Graham HaccheSubdirector, Departamento de

Relaciones Externas del FMI

A principios de los noventa, Rusia efectuó reformas económicas críticas, pero nada comparable del lado de la democracia.

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54 Finanzas & Desarrollo marzo de 2008

LA OPINIÓN general hoy en día es que muchos de los problemas que han afectado al sector fi nanciero en el últi-mo año se debieron al cálculo erróneo

del “precio” del riesgo. Esta opinión sin duda tiene algo de verdad, ya que las principales en-tidades fi nancieras parecen haber subestimado riesgos considerables, especialmente durante los años de auge.

Pero también, desde julio de 2007, algunos de los indicios más fiables sobre la naturaleza exacta de las dificultades que surgían provi-nieron precisamente de esos mismos merca-dos de riesgo. Si se observa lo sucedido en los últimos seis meses, resulta evidente que esos mercados dieron un toque de atención más rápido y certero sobre los posibles problemas macroeconómicos que muchos indicadores convencionales.

Específicamente, podemos saber cómo ve el mercado la probabilidad de falta de pago de diversos valores observando el diferencial de precio de los instrumentos conocidos como swaps de incumplimiento crediticio (CDS, por sus siglas en inglés). Si uno desea invertir en un título y protegerse del riesgo de incumpli-miento, puede adquirir un seguro a través de este mercado, comprando la opción de vender el instrumento a un tercero si se incumple su pago. El diferencial del CDS es el precio (o la prima efectiva) de tal seguro. Como muchos CDS se negocian en mercados líquidos, ese precio se actualiza de manera rápida y transparente.

Ahora es posible asegurarse contra el riesgo de incumplimiento de muchos tipos de valo-res, y el mercado de ese tipo de seguros es, en general, grande (unos US$45 billones según algunas estimaciones). Pero últimamente los

precios más indicativos han sido los diferencia-les de los CDS de bancos y, más recientemente, de empresas. Sus movimientos dependen de noticias (y rumores), y por eso deben inter-pretarse con cuidado, pero aun así han sido y siguen siendo útiles. Si bien representan per-cepciones del mercado, desde mediados del año pasado hemos visto reiteradamente cómo las percepciones pueden convertirse rápida-mente en realidad, en particular en el caso de los bancos.

El diferencial de los CDS aumenta si el mercado considera más probable el incum-plimiento por parte de un banco o un grupo de bancos, y viceversa. Es una especie de ter-mómetro financiero de los bancos que indica quién tiene fiebre y quién puede contagiarse.

La partida de IKB y Northern RockLa sorpresa o shock del verano fue la compro-bación de que mercados fi nancieros de alto volumen y sólida trayectoria podrían volverse repentinamente ilíquidos. Los problemas de liquidez suelen convertirse en problemas de solvencia: quizás alguien no pueda pagar sen-cillamente porque no tiene efectivo a mano, pero otros pueden interpretar que sus pasivos exceden a los activos. Y si nadie le presta a causa de esos temores, quizás injustifi cados, se le hará difícil pagar a tiempo sus deudas, es decir, habrá incumplimiento.

Otra lección que aprendimos el pasado verano fue el grado en que los problemas de liquidez pueden propagarse a otras partes del sistema financiero aparentemente sólidas y no conectadas entre sí. Lo fundamental de la inesta-bilidad financiera es la forma en que se difunde la percepción de riesgo de incumplimiento. Por

Riesgos internosCuando la turbulencia fi nanciera tiene efectos importantes, los derivados de crédito dan una alerta anticipada para la macroeconomía

HA

BLA

ND

OCLARO

Simon Johnson es Consejero Económico y Director del Departamento de Estudios del FMI.

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Finanzas & Desarrollo marzo de 2008 55Finanzas & Desarrollo marzo de 2008 55

ejemplo, cuando a fin de julio de 2007 el banco alemán IKB cayó en cesación de pagos a raíz de inversiones fallidas en valores vin-culados a hipotecas de alto riesgo de Estados Unidos, se elevaron abruptamente los diferenciales de CDS correspondientes a diver-sos bancos europeos, especialmente aquellos muy activos en Alemania (gráfico 1). Ese fue el primer indi-cio de que las dificultades del sector financiero debidas a la crisis hipo-tecaria no se restringirían a Estados Unidos, situación que complicó y luego agravó las perspectivas de la economía mundial.

También permitió entrever que los bancos y demás agentes comen-zaban a preocuparse por la solvencia de otras entidades bancarias, temor que los impulsó a acaparar liquidez, es decir, a no prestarse fondos de la manera habitual, lo cual obligó al Banco Central Europeo (BCE) y a otros bancos centrales a inyectar más liquidez en el mercado para mantener bajas las tasas de interés. Esto planteó un grave problema a las autoridades monetarias de los países industriales durante el otoño de 2007, y el éxito que en general obtuvieron los principales bancos centrales con esa medida podría rastrearse, en parte, en la evolución de los diferenciales de CDS.

Esos diferenciales también fueron un indicador anticipado cuando el banco hipotecario Northern Rock del Reino Unido

comenzó a sufrir problemas de liquidez en septiembre de 2007. El Banco de Inglaterra también estaba dispuesto a proveer liquidez, pero por razones históricas solo presta contra garan-tía de títulos públicos y no contra hipotecas, a diferencia del

BCE. Como los activos de Northern Rock eran hipotecas, cuando nece-sitó financiamiento no podía uti-lizarlas para tomar préstamos del Banco de Inglaterra.

Hubo un intento inicial de dejar que Northern Rock se las arreglara solo. Pero los diferenciales de CDS indicaron que esta estrategia aca-rrearía problemas, ya que aumen-taron en los casos de Bradford & Bingley y de Alliance & Leicester, dos entidades hipotecarias del Reino Unido que tienen modelos pareci-dos al de Northern Rock (gráfico 2).Era evidente que los problemas no se limitarían a Northern Rock, y el gobierno se vio obligado a interve-nir más activamente.

Llegan los fondos soberanos de inversiónOcurre entonces, como hecho positivo, la ola de recapitaliza-ciones de grandes bancos de Estados Unidos registrada en los meses recientes. Los bancos han reconocido sus pérdidas y han captado un monto sustancial de capital nuevo, proveniente en parte de fondos soberanos, esas grandes concentraciones de capital extranjero acumulado en los últimos años por países

Gráfico 1

Efecto de desbordamientoCuando el banco alemán IKB cayó en cesación de pagos, aumentaron los diferenciales de los CDS, especialmente respecto de bancos muy activos en Alemania.

(Principales bancos; diferenciales medios de CDS a diez años; puntos básicos)

Jul.

2, 2

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Jul.

16, 0

7

Jul.

30, 0

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Ago.

13,

07

Ago.

27,

07

Sep.

10,

07

Sep.

24,

07

Oct.

8, 0

7

Oct.

22, 0

7

Nov.

5, 0

7

Nov.

19, 0

7

Dic.

17,

07

Dic.

3, 0

7

Dic.

31,

07

Ene.

14,

08

Ene.

28,

08

Feb.

11,

08

Fuente: Datastream.

0

20

40

60

80

100

120Estados Unidos

Alemania

Anuncio de BNP-Paribas

Reino Unido

Francia

Rescate del IKB

Baja de la calificación por S&P

Gráfico 2

Peligrosamente cercaLas tribulaciones de Northern Rock afectaron a dos entidades hipotecarias del Reino Unido que tenían modelos similares.

(Bancos del Reino Unido; diferenciales de CDS a diez años, puntos básicos)

Jun.

1, 2

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Jun.

15,

07

Jun.

29,

07

Jul.

13, 0

7

Jul.

27, 0

7

Ago.

10,

07

Ago.

24,

07

Sep.

7, 0

7

Sep.

21,

07

Oct.

5, 0

7

Oct.

19, 0

7

Nov.

2, 0

7

Nov.

16, 0

7

Nov.

30, 0

7

Dic.

14,

07

Dic.

28,

07

Ene.

11,

08

Ene.

25,

08

Feb.

8, 0

8

Fuente: Datastream.Nota: La franja sombreada indica el período en que Northern Rock buscó respaldo

de liquidez y el Banco de Inglaterra efectuó inyecciones extraordinarias en el mercado monetario.

Northern Rock

Bradford & Bingley

Alliance & Leicester

0

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200

250

300

Otra lección que aprendimos el pasado

verano fue el grado en que los problemas de liquidez

pueden propagarse a otras partes del sistema

fi nanciero aparentemente sólidas y no conectadas

entre sí.

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con cuantiosos superávits de cuenta corriente. ¿Se reduce en-tonces el riesgo de incumplimiento de los bancos?

Ciertamente, en esta situación es bueno contar con más capital. Pero lo llamativo es que en muchos casos el diferencial de los CDS aumentó después de anunciadas las inversiones de los fondos soberanos (gráfico 3). Está debatiéndose por qué se produjo este fenómeno, pero el hecho es que estas grandes inversiones externas por sí solas no eliminan del todo el riesgo de que continúen las turbulencias financieras.

Las acciones también hablanLos diferenciales de CDS no son el único indicador, a nivel de las empresas, que brinda información útil sobre el rumbo probable de la macroeconomía. Los precios de los diversos ín-dices accionarios sectoriales suelen ser ilustrativos: cuando se espera una recesión, por ejemplo, generalmente suben en el sector de bienes de consumo duraderos y bajan en el de servi-cios públicos.

Naturalmente, la probabilidad de incumplimiento incide en los precios de las acciones. Pero los precios de las acciones refle-jan las expectativas de utilidades, y estas podrían disminuir sin que ello supusiera un mayor riesgo de incumplimiento. Lo que atormenta a las autoridades son los casos concretos de incum-plimiento y el riesgo de que el fenómeno se propague a todo el sistema financiero.

No obstante, los precios de las acciones son reveladores, vayan o no acompañados de los diferenciales de los CDS. Por ejemplo, permiten saber dónde hay o no tensiones en el sistema bancario europeo, sobre todo en el caso de enti-dades más pequeñas que no cuentan con un mercado activo de CDS.

Además, en las economías emergentes, el mercado de dife-renciales de CDS relativos a valores de empresas es menos pro-

fundo. Sí es posible observar en cambio los diferenciales (tanto de CDS como de instrumentos más convencionales) de los bonos públicos y seguir los precios de las acciones de los prin-cipales bancos. Esta combinación ha sido un indicador bastante

fiable de los casos del último semestre, en los que la vulnera-bilidad ha generado presiones sobre diversos mercados emer-gentes, lo que les ha permitido a las autoridades tomar medidas correctivas a tiempo.

¿Qué pasará ahora?Si los diferenciales de CDS dicen lo correcto, habrá que espe-rar más turbulencia fi nanciera: los correspondientes a valores de empresas aptos para la inversión son ahora mayores que en julio y agosto de 2007; los de los bancos de Estados Unidos han vuelto a los niveles de noviembre de 2007, cuando arreciaban las preocupaciones, y los relativos a bancos europeos se encuentran hoy por encima de esos niveles.

En Estados Unidos ya hay importantes iniciativas de política anticíclica en curso, mientras que las autoridades de otros paí-ses están dispuestas a adoptar las medidas que correspondan, aunque en algunos casos la inflación y las expectativas infla-cionarias siguen siendo motivo de preocupación. El panorama cambia casi a diario. Lea a diario la prensa financiera para enterarse de las últimas novedades.

Quizá la lección más importante, aunque complicada, es que estos mercados de crédito brindan información útil a las autoridades, aun cuando las transacciones crediticias en sí estén bajo presión. Quizá sea conveniente fomentar el desa-rrollo de esos mercados en todo el mundo, en un contexto de fortalecimiento y profundización de los mercados financieros, como otra herramienta más para la detección anticipada de dificultades. Pero ese paso también podría ser prematuro, ya que el propio mercado de CDS está sometido a la desalen-tadora perspectiva que plantea el “riesgo de contraparte”, es decir, el peligro de que los mismos vendedores de seguros caigan en incumplimiento. Lamentablemente, aún es muy pronto para saber con certeza si el mercado de CDS será un mecanismo eficaz para transferir y distribuir el riesgo y adver-tir sobre las presiones del sistema, o si conviene tomarlo con pinzas, dado su posible impacto negativo en el sistema finan-ciero en general. ■

Gráfico 3

Capital nuevo El anuncio de inversiones de fondos soberanos elevó inicialmente los diferenciales de CDS.

(Ciertas entidades financieras; diferenciales de CDS a diez años; puntos básicos)

Ene. 1, 08Jul. 1, 07Ene. 1, 2007

Morgan Stanley

Fuente: Datastream.Nota: Las franjas sombreadas indican las fechas en que los fondos soberanos inyectaron

capital.

Merrill Lynch

Citigroup

UBS0

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60

80

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140

160

Quizá la lección más importante, aunque complicada, es que estos mercados de crédito brindan información útil a las autoridades, aun cuando las transacciones crediticias en sí estén bajo presión.

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PANORAMANA

CIO

NA

L

La fuerte demanda interna ha ayudado a estimular el crecimiento en los últimos años . . .(Variación porcentual anual)

Pero la intensa demanda, sumada al alza mundial de los alimentos y los combustibles, ha avivado la inflación, obligando al banco central a subir las tasas de interés . . . (Porcentaje)

. . . dando lugar a una continua reducción de la deuda pública y al primer superávit fiscal en décadas.(Porcentaje del PIB)

. . . y ha provocado un empeoramiento del déficit en cuenta corriente, debido a la caída del ahorro interno y al repunte de la inversión.(Porcentaje del PIB)

Hay que reducir el desempleo, que sigue siendo alto pese al vigoroso aumento de los puestos de trabajo.(Millones de personas) (Porcentaje de la fuerza de trabajo)

Hasta ahora las afluencias de capital han compensado con creces el déficit en cuenta corriente, pero los flujos de cartera incrementan la vulnerabilidad en el actual entorno globalizado. (Miles de millones de dólares)

2000 01 02 03 04 05 06 071 2000/01 01/02 02/03 03/04 04/05 05/06 06/07

Demanda internaPIB

IPC global (variación porcentual anual)

CPIX2

(variación porcentual anual)

Inversión extranjera directa neta

Inversión de cartera netaOtras inversiones netas (incluye errores y omisiones)

Tasa de las operaciones de recompra (fin del período)

2000 01 02 03 04 05 06 07

2000 01 02 03 04 05 06 073 2000 01 02 03 04 05 06 07

2000 01 02 03 04 05 06 071

Deuda pública (escala de la der.)

Saldo fiscal (escala de la izq.)

Desempleo (escala de la der.)

Empleo total (escala de la izq.)

Saldo en cuenta corriente (escala de la der.)

Ahorro interno bruto (escala de la izq.)

Inversión (escala de la izq.)

Fuentes: Banco de la Reserva de Sudáfrica; Statistics South Africa,y estimaciones del personal técnico del FMI.1Estimación.2Índice de precios al consumidor, excluido el interés de la hipotecas (proyección del Banco de la Reserva).3Hasta el tercer trimestre.

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30

SUDÁFRICASudáfrica vive su período más largo de expansión, atribuible en parte a acertadas políti-cas. Pero la infl ación ha subido, la escasez de energía frena el crecimiento, el creciente défi cit en cuenta corriente agrava la vulnerabilidad y el desempleo sigue siendo alto.

Finanzas & Desarrollo marzo de 2008 57

©International Monetary Fund. Not for Redistribution

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Global Financial Stability Report

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Perspectivas de la economía mundial es el producto de una labor internacional única de recopilación de información y análisis llevada a cabo por el personal técnico del FMI para orientar las principales iniciativas y servir a los países miembros de la institución. Perspectivas de la economía mundial —que se publica dos veces al año en inglés, francés, español y árabe— ofrece una panorámica completa de la situación económica internacional y las perspectivas futuras. Con sus análisis respaldados por los conocimientos y recursos de los más de 1.000 economistas del FMI, constituye una referencia singular. Las pequeñasfl uctuaciones económicas pueden provocar grandes oscilaciones fi nancieras; es esencial conocer las perspectivas más recientes y la forma en que evolucionarán los acontecimientos. En esta publicación encontrará análisis, proyecciones y cifras que podrá utilizar durante todo el año.

US$94. Rústica. ISSN: 0256-6877 Stock# OPTNEA4

Perspectivas de laeconomía mundialSuscripción anual

Seguimiento del riesgo de mercado y análisis de posibles vulnerabilidades

En este informe esencial procuran identifi carse las vulnerabilidades del sistema fi nanciero mundial que podrían generar una crisis, y ofrecer una panorámica de los mercados fi nancieros maduros y emergentes. Se centra en la situación de los mercados fi nancieros mundiales, haciendo hincapié en cuestiones relacionadas con los desequilibrios fi nancieros y de carácter estructural que podrían plantear riesgos para la estabilidad del mercado fi nanciero y el acceso de los prestatarios de mercados emergentes a los mercados. Incluye artículos sobre cuestiones estructurales o sistémicas relacionadas con la estabilidad fi nanciera internacional. Nota: Este informe constituye un análisis de los fl ujos internacionales de capital, que son esenciales como motor del crecimiento económico mundial, y sustituye al informe anual International Capital Markets, publicado desde 1980, y al informe electrónico trimestral, Emerging Markets Financing, publicado desde 2000.

US$57 (US$54 para catedráticos y estudiantes universitarios). Octubre de 2007. 160 págs. Rústica. ISBN 978-1-58906-637-3. Stock# GFSREA2007001

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