fascismo el rostro oculto de la oposición venezolana

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  • Fas ci s mo Primera Parte 1

    fascismo

  • Javier Biardeau, Hc tor snchez, Robert Galbn, Pedro carvajal y Juan Barreto equipo multitud y comunajuan barreto comPilador

    fascismo El rostro oculto de la oposicin venezolanaL a g u e r r a p e r m a n e n t e c o n t r a l a m u l t i t u d

  • A nuestro amigo y maestro eterno R i g o b e r t o L a n z quien con su vida form una generacin en el compromiso libertario por un sujeto colectivo y una sensibilidad otra al servicio de la libertad, la risa y el goce no fascista.

  • Fascismo Primera Parte 7

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    PRimERa PaRTE el fascismo eterno

    como aquel 11 de abril del ao 2002, la historia se repite, el ahora

    candidato perdedor, Henrique Capriles Radonsky, llama a sus seguidores a manifestarse y se activan sus grupos de choque. l sabe lo que ha incubado desde sus das en la plaza Altamira y hoy no le tiembla el pulso: ordena salir a la calle a expresar la arrechera. El monstruo despierta como un autmata al pulso de un botn remoto, mostrando el rostro del odio. l sabe del miedo y de sus usos tal vez lo ha experimentado siempre, es una rabia ansiosa. En su adolescencia lo dejaba escapar atrincherndose en el clido regazo de una patota del Este caraqueo. Tambin sabe lo que es el goce de sentirse fuerte intimidando a los dems. Ahora es El Jefe. Su rostro encarna la vinculacin orgnica con la cultura de la muerte propia del fascismo. Y, das despus, all est l, imperturbable ante la muerte de ms de una decena de compatriotas que su llamado dej como saldo, hablando de paz y reconciliacin. Veamos por qu.

    introduccin

    Conversar es un arte colectivo. Quisimos estructurar un poco nuestras tertulias cotidianas y le dimos un nombre comn, fuimos apelando a trminos y conceptos familiares. As surgi el equipo poltico Multitud y Comuna

    dirigido o convocado a ratos por el camarada Juan Ba-rreto, suerte de anfitrin y recopilador amable de estos debates. De este modo, compartiendo la amistad y el compromiso, surgi este cuaderno. Javier Biardeau, Hctor snchez, Robert Galbn, Pedro carvajal y Juan Barreto; los panas que nos pusimos de acuerdo para conversar, compartir preocupaciones, revisar saberes e informaciones, intercambiar seas y desempolvar libros. Tambin poda ser que alguien pusiera un tema sobre la mesa y nos encontrramos de pronto debatiendo alrededor de un asunto cotidiano, escudriando ideas para dar con un problema central de las ciencias sociales: la construccin poltica democrtica y la suerte de las conquistas sociales de los tiempos que corren. Quisimos omitir quin dijo qu, dejando el ego de lado porque no es lo relevante.

    De este experimento colectivo nace un papel de trabajo, desordenado como el habla y las pasiones. Un ensayo de todos, en donde sin negar la consistencia, nos alejamos del rigor acadmico de la metodologa, para que sea ledo en clave de texto urgente; un papel que quiere contribuir al dilogo fecundo, abrir y profundizar un debate cada vez ms necesario en el seno de la revolucin bolivariana y de la continental; ideas que esperamos den consistencia a la necesaria caracterizacin del momento

  • Fascismo Primera Parte 9

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    poltico en los tiempos que corren y que, evocando a Line-ras, alimenten la construccin de la multitud plebeya en Nuestramrica.

    i. invocacin a un orden desptico

    Estar contra el fascismo sin estar contra el capitalismo,

    equivale a reclamar una parte del ternero y oponerse a sacrificarlo.

    Bertolt Brecht

    Algunos intelectuales de izquierda han denunciado el peligro del resurgimiento de un viejo problema: el vigor de nuevas corrientes fascistas. Hagamos un poco de historia para contextualizar ese debate. Segn Franz Leopold Neuman en Behemoth: The Structure and Practice of Natio-nal Socialism, 1933-1944, el fascismo fue la complicidad absoluta entre el gran capital y el Estado. El fascismo se anda muy cerca cuando los intereses del gran capital pasan a ser los que mueven a la poltica. Tambin el fascismo constituy la respuesta contrarrevolucionaria a todos los intentos de avance decisivo en la construccin del socialismo.

    Se afirma constantemente que el fascismo niega la lucha de clases, pero debemos tener claridad en que detrs de una retrica de unidad, conciliacin y colaboracin de clases, el fascismo es el brazo polticomilitar del mando del capital. Aterroriza a los estratos populares, urbanos y rurales, intenta construir una lnea de penetracin y re-clutamiento de masas en la clase media y la masa popular marginada, a travs del descontento y la desmoralizacin provocados por la crisis econmica. Contra la izquierda y la clase trabajadora organizada en el movimiento sin

    dical revolucionario, utiliza grupos de choque y bandas armadas como paramilitares para reducir por medio de la fuerza bruta a socialistas, sindicalistas, obreros y movimientos sociales. Lderes fascistas fueron mussolini, Hitler, franco, Pinochet y toda la plyade de dictadores que, apoyados por Estados Unidos, las oligarquas y las fracciones del Gran Capital, intentaron detener por la fuerza el avance de las luchas de la multitud popular hacia la comuna y el socialismo.

    Ciertamente, en medio de los efectos devastadores de una crisis econmica marcada por fenmenos de estanflacin (estancamientodepresin econmicainflacin), se crean algunas de las condiciones de posibilidad del fascismo.

    Asimismo, un clima de resentimiento y revancha social que incuba los fenmenos psicosociales de la personali-dad autoritaria (adorno dixit) o la estructura de carcter sadomasoquista asociada al miedo a la libertad (fromm), acompaan a fenmenos de degradacin moral como efecto de la experiencia blica, ya sea producto del avance concomitante de las fuerzas socialistas. Esto explica el fascismo como parte de un movimiento reactivo que comienza a mostrar sus sntomas de crecimiento en los procesos electorales. En 1924, Hitler obtuvo solo 6,5% de los votos. En 1932, obtiene 37,2%, con lo cual accede al poder y lo utiliza para anular a los restantes partidos liberales, moderados y democrticos.

    Deliberadamente queremos citar ac un poema cuya historia ha estado atravesada por el error frecuente, la contradiccin existencial, el cambio permanente de sus formas y que muy frecuentemente se ha atribuido al gran Bertolt Brecht. Reconocemos cierta decepcin por

  • este equvoco, pero tambin que su historia real* se nos hace reveladora:

    Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.Luego vinieron por los judos y no dije nada porque yo no era judo.Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.Luego vinieron por los catlicos y no dije nada porque yo era protestante.Luego vinieron por m pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada.

    El fascismo convoca a las masas reaccionarias, pero es parte de una apologa del destino manifiesto de la minora selecta. La mayor parte de sus dirigencias vienen de las clases altas e instauran sistemas jerrquicos y autoritarios. Charles maier, historiador, recalca que hacia 1927, 75% de los miembros del partido fascista italiano vena de las clases media y media baja; solo 15% era obrero y 10% proceda de las lites. Sin embargo, ellas ocupaban las altas posiciones y eran quienes en definitiva fijaban sus objetivos y polticas. Hitler establece el principio del caudillo-providencial: cada funcionario usa a sus subordinados despticamente como le parece para alcanzar la meta, y responde solo ante su superior.

    La historia de este famoso poema est atravesada por el error frecuente, la contradiccin existencial, el cambio permanente de sus formas, la aprobacin post mortem de su versin escrita y la desfachatada falacia de ciertos demcratas. No pertenece a quien con frecuencia se le ha atribuido; nunca fue escrito exactamente como lo conocemos por su verdadero creador; sufri numerosas modificaciones en su construccin; la versin finalmente aprobada es la que dio la segunda esposa del autor, Sibylle Sarah Niemoeller-von Sell, cuando ste ya haba fallecido; y, adems, fue vaciado de un fragmento de su contenido real por aquellos que se autoproclaman asiduamente los mximos exponentes de la democracia y el pensamiento libre.

    Desmenucemos entonces cul es la historia de un poema sin ttulo pero que suele ser presentado como Ellos vinieron. Lo primero que hay que decir es que el error lo ha acompaado por aos, ya que ha sido atribuido en reiteradas ocasiones al dramaturgo y poeta alemn Bertolt Brecht (18981956) sin que el mismo tuviese ninguna responsabilidad al respecto; error que se ha multiplicado hasta el hartazgo desde que existe Internet. Este medio maravilloso que ha revolucionado la historia de las

    comunicaciones, transmitiendo a gran velocidad y a una enorme cantidad de seres humanos distribuidos en todo el mundo informacin y conocimientos verdaderos, tambin es el responsable de amplificar errores y falacias como ninguno. Ocurre que el verdadero gestor de lo que hoy se conoce como el poema Ellos vinieron fue el alemn Friedrich Gustav Emil Martin Niemller (18921984), quien a lo largo de su curiossima historia de vida recorri el largo camino que va desde la condicin de comandante de un submarino alemn durante la Primera Guerra a pastor, y de su inicial apoyo como pastor al nazismo hasta la lucha contra las guerras desatadas por el imperialismo, al punto de visitar en 1965 Vietnam del Norte para reunirse con Ho Chi Minh.

    Niemller tena una visin prejuiciosa del movimiento obrero y manifestaba serias simpatas por el antisemitismo, todo lo cual lo condujo casi con naturalidad en la Alemania de los aos treinta hacia el apoyo a Hitler. Sin embargo, sus diferencias con el rgimen se fueron desarrollando poco a poco, pasando a la indiferencia y luego a oponerse a que su iglesia fuese funcional a las imposiciones nazis, pues consideraba que su nico referente slo poda ser Dios. Esta nueva situacin lo condujo, como era de esperar

    en una coyuntura poltica dominada por la expresin ms brbara que ha gestado el capitalismo, en un primer momento a prisin y luego a los tenebrosos campos de concentracin del nazismo, siendo recluido tanto en Sachsenhausen como en Dachau.

    Recin cuando en 1945 termina la Segunda Guerra recuper la libertad regresando a su actividad como pastor protestante. Y fue precisamente durante sus sermones cuando comenz a gestar paulatinamente, con modificaciones introducidas en cada uno de ellos, el poema que estoy considerando. Pero la que finalmente se convertira en la versin escrita aprobada es la que dio su esposa Sibylle Sarah Niemoellervon Sell, quien haba escuchado por primera vez al que muchos aos ms tarde sera su compaero cuando era apenas una nia. Esta mujer, que provena de una aristcrata familia prusiana, siendo ya una adolescente lleg a enfrentar a los nazis con un arma en sus manos. En Argentina uno de los mejores recitados del poema considerado es el de la talentosa actriz Cipe Lincovsky. En 2006, al cumplirse 50 aos de la desaparicin fsica de Bertolt Brecht ella realiz el unipersonal Cipe dice a Brecht.

    La historia del poema no es ajena a la propia historia de vida del Martin Niemller, quien en un giro de 180 pas de su inicial complicidad con el rgimen nazi hacia el compromiso militante por la paz. Su increble metamorfosis ideolgica lo condujo en el final de su vida, cuando ya haba alcanzado los 90 aos y se autodefina como un revolucionario, a expresar irnicamente que si viviera hasta los 100 quizs acabara siendo anarquista. Este hombre pues ha sido el verdadero responsable de un poema famoso que recorri el mundo rodeado de equvocos.

    Como dato nada menor, para culminar el sinttico relato de esta apasionante historia, cabe acotar que all donde el capitalismo occidental intenta definir lo que sera su paradigmtico estilo de vida, Estados Unidos de Norteamrica, y en un espacio reservado a la muy necesaria memoria del horror, como es el Museo del Holocausto en Washington, la presentacin del poema tiene una curiosa e inquietante particularidad (otra ms), se le ha amputado nada menos que su primera frase, aquella con la que Niemller invariablemente iniciaba su exposicin:

    Primero vinieron a buscar a los comu-nistas y no dije nada porque yo no era comunista.

    SoBre la increBle HiStoria de un Poema Que Bertolt BrecHt nunca eScriBi Por alBerto J. Franzoia cuaderno de la izQuierda nacional | cuaderno de la ciencia Social

  • Fascismo Primera Parte 13

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    Como seal Gramsci, refirindose al liderazgo fascista en su texto El Jefe:

    ...mientras haga falta el Estado, mientras sea histricamente nece-sario gobernar a los hombres, cualquiera que sea la clase dominan-te, se plantear el problema de tener jefes, de tener un jefe.

    Pero los socialistas que siguen llamndose marxistas y revolucionarios no confunden la clsica frmula de la dictadura revolucionaria del proletariado, con la dictadura reaccionaria de los jefes donde el mando desptico est personalizado.

    Plantea Gramsci que en la cuestin de la dictadura prole-taria el problema esencial no es el de la personalizacin fsica de la funcin de mando sino que consiste en la naturaleza de las relaciones que los jefes o el jefe tengan con el partido de la clase obrera y de las que existan entre ese partido y la clase obrera. Son relaciones puramente jerrquicas, de tipo militar, o lo son de carcter histrico y orgnico? El jefe, el partido, son elementos de la clase obrera, son una parte de la clase obrera, representan sus intereses y sus aspiraciones ms profundas y vitales, o son una excrecencia de ella, una simple sobreexposicin violenta?, cmo se ha formado ese partido?, cmo se ha desarrollado?, qu proceso se ha dado para la seleccin de los hombres que lo dirigen?, por qu se ha convertido en partido de la clase obrera?, ha ocurrido eso por casualidad?

    Estas cuestiones fundamentales permiten diferenciar el liderazgo de Lenin del de mussolini, por ejemplo. Hasta un burgus ruso comprenda que Lenin no habra podido llegar a la jefatura de Estado, ni mantenerse en ella, sin el dominio del proletariado, sin que el Partido Comunista fuera el partido de Gobierno. Y contina Gramsci:

    En Italia conocemos el rgimen fascista y a la cabeza del fascismo

    est Benito Mussolini, y hay una ideologa oficial en la cual se defi-

    na al jefe, declarndolo infalible, preconizndolo como organiza-

    dor e inspirador de un renacido Sacro Imperio Romano.

    De esta manera se va diseminando casi imperceptiblemente una racionalidad de la obediencia ciega, que pasa del microfascismo al macrofascismo. Esta va conformando un tipo especfico de carcter social, aqul concentrado en el pequeoburgus rabioso, feroz, mezcla de todos los detritus dejados en el suelo nacional por los varios siglos de dominio, resentimiento y revanchismo para pasar a convertirse en dictador de la burguesa, que ama los rostros feroces cuando vuelve a hacerse tirnica, que espera ver en la clase obrera el mismo terror que ella senta por el giro de aquellos ojos y por aquel puo amenazador.

    Por eso en trminos clsicos, Gramsci defina a la dictadura revolucionaria del proletariado como una frmula expansiva, no represiva. En la dictadura revolucionaria se produce un continuo movimiento de arriba hacia abajo, un recambio permanente a travs de todas las capilaridades sociales, una continua circulacin de hombres. Algo muy distinto en la dictadura reaccionaria, donde el deseo social que se produce por el jefe fascista amplifica los dispositivos de las estructuras de carcter sadomasoquistas y paranoicoagresivas. Como dira spinoza, la apologa de las pasiones tristes.

    Benito mussolini conquist el gobierno y lo mantuvo con la represin ms violenta y arbitraria. No organiz una clase, sino al personal de una administracin corporativa. Su doctrina est enteramente contenida en la mscara fsica, en el rodar de los ojos en las rbitas, en el puo siempre dispuesto a la amenaza...

  • Fascismo Primera Parte 15

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    De all que no hay que perder de vista el carcter profundamente racista del fascismo. El fascismo sacrifica a los pueblos o culturas que desprecia para el logro de sus fines. Albert speer, ministro de Industria de Guerra de Hitler, alarg la Segunda Guerra Mundial, dos o tres aos, con la produccin armamentista activada por tres millones de esclavos de razas inferiores.

    Como ha planteado Luis Britto Garca:

    Fascismo y capitalismo tienen rostros aborrecibles que necesitan

    mscaras. Los fascistas copian consignas y programas revoluciona-

    rios. Mussolini se deca socialista, el nazismo usurp el nombre de

    socialismo y se proclamaba partido obrero (Arbeite); en su progra-

    ma sostena que no se deba tolerar otra renta que la del trabajo.

    Por su falta de creatividad, roban los smbolos de movimientos de

    signo opuesto. Los estandartes rojos comunistas y la cruz gamada,

    smbolo solar que en Oriente representa la vida y la buena fortuna,

    fueron confiscados por los nazis para su culto de la muerte.

    Por tanto, es preciso conjurar a travs de la praxis revolucionaria (unidad de la teora crtica radical y la praxis poltica revolucionaria) el retorno del Monstruo. El fascismo regresa como rostro oculto del monstruo de la derecha imperial a travs de diversos sntomas de nuestro tiempo y de la escena contempornea: racismo, discriminacin tnica, neoliberalizacin espiritual, sobreexplotacin del trabajo asalariado, xenofobia, violencia contra las minoras, bsqueda de identidades populistas de derecha, anticomunismos reciclados y neofundamentalismo reac cionario.

    El fascismo, sin duda, es la etapa superior de la poltica desptica presente en la estructura de mando y metabolismo social del Capital. Esta tesis la asumimos como

    nuestra y gua la orientacin transversal presente en el siguiente documento.

    Observamos con estupor como en pases del Norte capitalista como Alemania, Francia, Gran Bretaa y Norteamrica los ataques racistas y de connotacin racista son constantes. Se ha diseminado de manera capilar una nueva epidemia. De la denuncia de los microfascismos en la vida cotidiana, pasamos a enfrentarnos a comportamientos, afectos y agenciamientos de enunciacin de carcter molar: formaciones polticas fascistas y neofascistas, con sus intentos de recuperar una estructura de mando estatal y de la llamada sociedad civil, para garantizar las condiciones de un nuevo ciclo de reproduccin ampliada de la lgica del Capital, y por tanto, diseminar toda una biopoltica neoconservadora y reaccionaria.

    Las ltimas noticias de Europa nos alertan sobre el reagrupamiento de varias organizaciones ultraderechistas, con la intencin de crear plataformas unitarias reaccionarias con ms fuerza. No nos dejemos atemorizar ni intimidar por ello. Tambin en el Sur capitalista, las derechas y ultraderechas pretenden recomponer el mapa de la geopoltica imperial en las periferias poscoloniales. A todo este esfuerzo poltico contribuyen los dispositivos massmediticos y ncleos financieros, comerciales, industriales y rentistas del gran capital, tratando de construir una lnea de masas para proyectar de nuevo, una contraofensiva reaccionaria de un movimiento de masas hegemonizado aparentemente por sectores de la pequea burguesa transnacional. Cules son los elementos que necesitan para llegar al poder, y por tanto, para ser derrotados?

  • Fascismo Primera Parte 17

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    Hace algunos aos, casi todos los comentaristas demoliberales y buena parte de la izquierda socialdemcrata en Europa consideraban que inquietarse por el crecimiento de partidos fascistas era cosa de conspiranoicos. Hoy en da, ste, el rostro del monstruo, se hace cada vez ms visible. Los asesinatos racistas en Alemania y Francia, la participacin de ministros fascistas en el gobierno italiano y el sorprendente xito de la ultraderecha nacionalista en Rusia, han demostrado que existe un verdadero peligro de revivir la dcada de 1930.

    Tambin en Nuestramrica insurgente, la multitud popular que desafi abiertamente la lgica globalizadora del capitalismo neoliberal y que ha pujado por la puesta en escena del poder constituyente se enfrenta a nuevas reagrupaciones de derecha y ultraderecha. Los gobiernos progresistas de Sudamrica se enfrentan a esas nuevas oposiciones de derecha y ultraderecha: Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador y Venezuela, entre otras experiencias, cada una con sus especificidades y particularidades, ha visto resurgir el viejo anticomunismo, fraseologas falangistas, nostalgia por los Estados de Seguridad Nacional, formas de discriminacin tnicoracial de los pueblos indgenas, racismos de todo calibre, populismos de derecha y, en fin, todas las familias ideolgicas de derecha y ultraderecha para diseminar un nuevo sentido comn profundamente marcado por el regreso del monstruo fascista.

    No podemos minimizar o desestimar estas amenazas a las luchas de la multitud plebeya y a la izquierda gubernamental de Nuestramrica. De la mano de lvaro Uribe Vlez, de sectores de la ultraderecha chilena, peruana o paraguaya, se apoya el preocupante crecimiento de partidos y movimientos que no pueden dejar de ser calificados

    como de procedencia o filiacin fascista. Reconocer que el crecimiento de una base de masas para la poltica de derecha y ultraderecha fascista representa un verdadero peligro, es un paso cada vez ms urgente, sin el cual no es posible organizarnos para detener el avance del fascismo. Pero tambin tenemos que comprender los flancos dbiles del fascismo, de otro modo corremos peligro de quedar paralizados por el pnico y las pasiones tristes.

    Tenemos que entender tanto las diferencias como las semejanzas entre el crecimiento de las organizaciones fascistas, hoy en da, y en las dcadas entre ambas guerras mundiales. El avance electoral de los fascistas actuales es comparable, en muchos casos, al de aquellos de las dcadas de 1920 y 1930. En las elecciones de 1921 en Italia, mussolini obtuvo 7% de la votacin total. En las elecciones presidenciales de 1932, Hitler obtuvo 36,8%. En ambos casos, los dirigentes fascistas llegaron al poder menos de un ao despus.

    El fascismo no llega al poder solo con golpes de Estado, tambin recurre a elecciones aprovechando las debilidades y errores de las polticas de avance revolucionario de los gobiernos de izquierda. Si la profundizacin revolucionaria pasa por un momento de estancamiento, vacila o entra en un proceso de reflujo poltico, abre las condiciones de posibilidad para maximizar las oportunidades del resurgimiento fascista. Pero, afortunadamente, las formaciones sociales y polticas fascistas necesitan ms que meros xitos electorales. Para acumular fuerzas y ejercer el poder, requieren de otros dos elementos interrelacionados:

    a) Una base social de masas, capaz de penetrar todos los poros de la sociedad, sobre todo fracturando la unidad

  • Fascismo Primera Parte 19

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    revolucionaria de la clase trabajadora organizada y de la multitud popular, como bloque social de los explotados y los oprimidos. Necesitan ms que votos. Precisan de simpatizantes y militantes dispuestos a correr los riesgos necesarios para aplastar toda resistencia e insurgencia popular revolucionaria en cada calle, en cada barrio, en cada fbrica, en cada espacio social y en cada escuela. As fue como el partido de mussolini se constituy en los escuadrones armados de camisas negras que atacaban manifestaciones, incendiaban sedes sindicales y partidistas de izquierda, rompan huelgas y apaleaban a sus enemigos mucho antes de que mussolini estuviese en el gobierno. Y as fue como Hitler construy una organizacin de tropas de asalto; 100.000 en 1930 y 400.000 en 1932.

    b) Sectores decisivos de la clase dominante y de la mquina estatal que quieran un gobierno de derecha o ultraderecha fascista. Tanto Hitler como mussolini contaron con el apoyo de los diputados de los principales partidos burgueses el Partido Liberal Italiano y los partidos Nacional, Popular y del Centro en Alemania . Y fundamentalmente contaron con sectores reaccionarios de la polica y la Fuerza Armada, que colaboraban con los grupos de choque paramilitares fascistas para eliminar toda oposicin.

    Estas organizaciones de masas dedicadas a la lucha callejera fueron un elemento fundamental para que los fascistas consiguiesen el apoyo de la clase dominante y del aparato estatal. La clase dominante afrontaba una profunda crisis y comprenda que su nica salida era atacar el nivel de vida del pueblo trabajador hasta tal punto que ni los dirigentes sindicales ms cobardes lo aceptaran. Los fascistas posean organizaciones de masas que po

    dan colaborar con la polica y el ejrcito para aplastar a los sindicatos, otras organizaciones de los trabajadores y de la multitud popular.

    Los neofascistas de hoy en da tienen organizaciones de masas ms pequeas y dbiles que las de Hitler y musso-lini, pero no debemos minimizar la amenaza. La crisis econmica es lo suficientemente profunda para que gran nmero de personas desmoralizadas o desilusionadas con las polticas de izquierda, voten a favor de la derecha e incluso por protomovimientos fascistas. La clase dominante, por otro lado, quiere utilizarlos para lograr una rpida victoria en la lucha de clases que traera una paz y orden social cuyos trminos fuesen favorables a su propio dominio.

    Por lo tanto, exigen que los dirigentes fascistas puedan controlar a sus militantes y simpatizantes una vez que los echan a la lucha de calle. Una vez en el poder, tanto Hit-ler como mussolini atacaron a una parte de su propia base social de apoyo cuando lleg a desbordar la biopoltica reaccionaria. La instancia ms famosa es la noche de los cuchillos largos en 1934, cuando Hitler mand a asesinar a Roehm (jefe del SA) y a centenares de sus tropas de asalto.

    Esto nos da esperanzas de poder librar una lucha antifascista que consiga derrotarlos. No debemos quedarnos tranquilos. Debemos avanzar en una Plataforma de Lucha Antifascista. El fascismo basado en resultados electorales puede proveer una estructura dentro de la cual puede crecer el fascismo de calle. Por eso es tan importante llamar a organizarnos contra la derecha o ultraderecha fascista, desde ahora, intensificando sus debilidades y problemas internos, quitndoles la posibilidad de organizarse para llegar al poder en los prximos aos.

  • Fascismo Primera Parte 21

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    ii. El fascismo: sus smbolos sociales originarios

    Para Ernesto Laclau, partiendo de Lacan, en Misticismo, re-trica y poltica, el fascismo requiere de un alto grado de mistificacin. Esto significa, un proceso de elaboracin simblica capaz de transferir a la accin la experiencia de la plenitud y la trascendentalidad. El contenido positivo de esta discursividad dota a la prctica de un sentido cuasirreligioso.

    Esto puede verse de un modo especialmente claro en aquellas doc-

    trinas que plantean que Dios se muestra de alguna forma en sus

    acciones. Si el argumento es aceptado, en todas sus implicaciones,

    deberamos concluir que acciones que calificaramos de inmorales,

    expresan a Dios tanto como cualquier otra, ms si vienen inspiradas

    por El Lder. Esta es una conclusin que fue aceptada por algunas

    sectas msticas extremas: en la medida en que lucho por la verdad,

    vivo en Dios y todos mis actos se justifican. Estoy ms all de toda

    limitacin moral.

    Esto hace que el fascista se nutra de rituales y smbolos cuasirreligiosos.

    La economa de mercado, por ejemplo, ser presentada en ciertos

    discursos extremos, como el nico contenido capaz de proveer la

    plenitud y realizacin de la comunidad y en cuanto tal, ante tal gra-

    do de mistificacin, solo cabe la obediencia y la bsqueda de ese

    orden, por cualquier va. Aqu se genera una relacin equivalencial

    entre lo simblico y lo discursivo, con todas sus cadenas equiva-

    lenciales que orientan ciertas prcticas fundamentalistas. Una vez

    que el mercado se ha constituido como El Significante Amo de una

    cadena de equivalencias en un discurso, se instala tambin una

    disyuncin binaria y el anclaje en ciertas imgenes; el nombre mis-

    mo de la realizacin plena de la comunidad que se cierra sobre s

    misma, organiza un orden de pertenencia y otro de exclusin. Toda

    diferencia ser combatida por cualquier mtodo como una lucha

    entre el bien y el mal.

    Un imaginario que define y califica personas y lugares; zonas que invocan el peligro y niegan una totalidad abierta.

    Antes de profundizar en la semitica social originaria del fascismo, cabe traer a colacin la actualidad del fascismo de la mano de Umberto Eco en su anlisis del fascismo eterno.

    Para el semitico italiano, el fascismo fue, sin lugar a dudas, una dictadura, pero a pesar de que mostraba una profunda debilidad filosfica de su ideologa, contaba con una poderosa retrica de sincretismos reaccionarios. El fascismo sigue siendo, desde entonces, un totalitarismo borroso. No fue, ni es una ideologa monoltica, sino ms bien un collage de diferentes retricas polticas y filosficas y, por tanto, una colmena de contradicciones.

    El trmino fascismo se adapta a todo porque es posible eliminar de un rgimen fascista uno o ms aspectos, y siempre podremos reconocerlo como tal. A pesar de esta condicin, Eco considera que es posible indicar una lista de caractersticas tpicas del fascismo eterno. Muchas de ellas se contradicen entre s, dado el carcter de la amalgama de retricas que el fascismo pretende conjuntar, y que son tpicas de otras formas de despotismo o fanatismo; pero sepamos que basta con que una de ellas est presente para hacer coagular una nebulosa fascista:

    Culto de la tradicin, la familia, la propiedad, la revelacin recibida en el alba de la historia humana encomendada a los jeroglficos egipcios, a las runas de los celtas, a los textos sagrados o an desconocidos, o

  • Fascismo Primera Parte 23

    eq ui po multitud y comuna 22

    de algunas religiones transfiguradas como religiones de Estado: el nazismo o el sionismo, por ejemplo. La nebu-losa fascista maneja una cultura sincrtica, que debe tolerar todas las contradicciones. Es suficiente mirar la cartilla de cualquier movimiento fascista para encontrar a los principales pensadores tradicionalistas.

    La gnosis nazi se alimentaba de elementos tradicionalistas, sincretistas, ocultos. La fuente terica ms importante de la nueva derecha italiana, Julius Evola, mezclaba el Grial con los Protocolos de los Ancianos de Sin, la alquimia con el Sacro Imperio Romano.

    Rechazo de la Modernidad Poltica desde un romanticismo reaccionario. La Ilustracin, la edad de la Razn, se ven como el principio de la depravacin moderna. En este sentido, el fascismo eterno puede definirse como irracionalismo reaccionario.

    Culto de la accin por la accin. Pensar es una forma de castracin. Por eso la cultura es sospechosa en la medida en que se la identifica con actitudes crticas.

    Rechazo del pensamiento crtico. El espritu crtico opera distinciones, y distinguir es seal de modernidad. Para el fascismo eterno el desacuerdo es traicin.

    Miedo a la diferencia. El primer llamamiento de un movimiento fascista o prematuramente fascista es contra los intrusos. El fascismo eterno es, pues, racista por definicin.

    Llamamiento a las clases medias frustradas. En nuestra poca el fascismo encontrar su pblico en esta nueva mayora.

    Nacionalismo xenofbico y excluyente. Obsesin por el complot.

    Envidia y miedo al enemigo.

    Principio de guerra permanente, antipacifismo.

    Elitismo, desprecio por los dbiles.

    Herosmo, culto a la muerte.

    Transferencia de la voluntad de poder a cuestiones sexuales. Machismo, odio al sexo no conformista. Transferencia del sexo al juego de las armas.

    Populismo cualitativo, oposicin a los podridos gobiernos parlamentarios. Cada vez que un poltico arroja dudas sobre la legitimidad del parlamento porque no representa ya la voz del pueblo, podemos percibir olor a fascismo eterno.

    Neolengua. Todos los textos escolares nazis o fascistas se basaban en un lxico pobre y en una sintaxis elemental, con la finalidad de limitar los instrumentos para el razonamiento complejo y crtico. Pero debemos estar preparados para identificar otras formas de neolengua, incluso cuando adoptan la forma inocente de un popular reality show.

    El fascismo eterno puede volver todava con las apariencias ms inocentes. Nuestro deber es desenmascararlo y apuntar con el ndice sobre cada una de sus formas nuevas, cada da, en cualquier parte del mundo. De all la importancia de conocer su procedencia histrica, recapturar su genealoga para comprender las fuerzas y sentidos de su efectuacin.

    El fascismo originario es una ideologa y un movimiento poltico que surgi en Europa entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial (19181939) y tuvo como crea

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    dor, entre otros, a Benito mussolini. El trmino proviene del italiano fascio (haz, fasces), y este a su vez del latn fasces (plural de fascis). Originalmente el fascio era el emblema de poder militar de los reyes etruscos, adoptado igualmente por los monarcas romanos; smbolo que pervivi durante la repblica y parte del imperio. Tradicionalmente, el fascio es concebido como un signo de poder y de organizacin del combate militar, representado como el haz de varas atadas de manera ritual con una cinta de cuero rojo, formando un cilindro que sujeta un hacha comn, su mensaje es la unin hace la fuerza, y el hacha transmite la justicia implacable sobre la vida y la muerte (el haz de varas para la flagelacin y el hacha para la pena de muerte).

    Desde sus smbolos sociales originarios el fascismo encarna una apologa a la cultura de la muerte. Actualmente, es usado en varios espacios de poder; entre los que resalta el Congreso de los Estados Unidos, flanqueando la tribuna del orador y a los lados de la frase In God We Trust (confiamos en Dios). El smbolo por s mismo tuvo una connotacin militar imperial y luego fue interpretado por mussolini para sus propios fines de organizacin poltica, de manera vulgar y oportunista, al igual que Hit-ler tom como smbolo la cruz gamada, desfigurando un smbolo de paz propio de la regin indoeuropea.

    El concepto de unidad de los fascistas implica el anhelo de una sociedad ideal sin contradicciones ni lucha de clases, en donde la disidencia es aplastada y el consenso se logra a partir de la aplicacin de la fuerza para el sometimiento de aquellos que se consideran inferiores y excluidos del conjunto de la minora selecta.

    La unidad para el fascismo es entendida como homogeneidad sin fisuras, como proyecto comunitario de un ideal reaccionario, el cual genera un espritu de formacin preparado para la enseanza de la muerte. Esta pasin por una comunidad reaccionaria permite comprender el fascismo en su radical anticomunismo y en el uso distorsionado del cambio social, como revolucin conser-vadora, en su carcter netamente contrarrevolucionario.

    La comunidad de sentimientos reaccionarios del fascismo apela a la amalgama y al sincretismo ideolgico, de manera que las fuerzas heterogneas quedan cohesionadas bajo la autoridad de un lder rodeado de una mesa de apoyo poltico asimilada como lite del poder fascista. El fascismo adems rechaza lo mltiple, lo diverso, lo heterogneo, intentando autoafirmarse en una frrea jerarquizacin del aparato estatal, cuya cualidad es la homogeneidad internalizada como deber, disciplina, jerarqua, violencia imperativa y orden consumado.

    En oposicin fundamental con la democracia liberal y con el socialismo revolucionario, el fascismo se caracteriza por una reunin orgnica y corporativa de clases, intentando alcanzar la cohesin de la identidad de sus miembros bajo un mismo palio autoritario, mecanismo garante de la integridad y seguridad comunitarias. Smbolo flico para la guerra que gua y protege. De all que el fascismo aparece como una comunidad para la muerte, justificadora de la accin genocida y de la idea de sacrificio de quienes son diferentes a partir de un mito de orden biopoltico.

    La unidad planteada en las polticas fascistas, y de la que tanto se ufanan en sus discursos, es de su desconocimiento del otro y se sostiene ms con el control directo

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    o indirecto, que con el debate y controversia de ideas. El fascismo no solo es sectario por naturaleza sino tambin excluyente, de all que el fascista se sienta superior a todo aquello que no coincida con su perfil de pureza en su ideal poltico.

    Histricamente el fascismo italiano y el nazismo alemn surgieron como resultado de los resentimientos derivados de la primera guerra mundial, de una crisis de la hegemona burguesa y de sus instituciones liberaldemocrticas. Esta se inclin por mantener su dominacin a travs de medios autoritarios, tambin contribuy a su aparicin el miedo que fue sembrado en los elementos reaccionarios de las clases medias ante el mensaje de la revolucin socialista y del uso de los estratos pobres, urbanos y rurales, que regresando de su participacin en la guerra fueron incorporados como brigadas de choque, contra los trabajadores y el movimiento socialista.

    iii. La crtica terica revolucionaria del fenmeno fascista

    a. antonio Gramsci

    Para Antonio Gramsci, uno de los pensadores de izquierda ms agudos con relacin a la cuestin fascista, la posicin de un ala ideolgica de derecha de la pequea burguesa constituy la base de masas para una contraofensiva reaccionaria contra el movimiento obrero y socialista. Para Gramsci la presencia del fascismo ocurre por la combinacin de la agitacin y propaganda demaggica de los sectores medios de derecha y un plan de revancha de la gran burguesa, contra cualquier intento de revolucin socialista.

    La victoria del fascismo en 1922 se ha de considerar, pues, no una victoria conseguida sobre la revolucin sino la consecuencia de la derrota producida a las fuerzas revolucionarias por sus errores, debilidades y defectos intrnsecos.

    El fascismo, como movimiento de la reaccin armada que se propone el objetivo de disgregar y desorganizar a la clase trabajadora para inmovilizarla, entra en el cuadro de la poltica tradicional de las clases dirigentes italianas, y en la lucha del capitalismo contra la clase obrera.

    Por este motivo, aqul se ve favorecido en sus orgenes, en su organizacin y en sus caminos, indistintamente por todos los viejos grupos dirigentes, de preferencia sin embargo, por los propietarios agrarios, quienes se sienten ms amenazados por la presin de la plebe rural. Sin embargo, socialmente el fascismo encuentra su base social en la pequea burguesa urbana y en una nueva burguesa agraria surgida de una transformacin de la propiedad rural en algunas regiones.

    Esto y el hecho de haber encontrado una unidad ideolgica y organizativa en las formaciones militares en las que revive la tradicin de la guerra (herosmo) que sirven en la guerrilla contra los trabajadores, permite al fascismo concebir y ejecutar un plan de conquista del Estado en oposicin a los viejos estamentos dirigentes. Absurdo hablar del fascismo como si fuera una revolucin. Las nuevas categoras que se reagrupan en torno al fascismo, en cambio, traen de su origen una homogeneidad y una mentalidad comn de capitalismo renaciente. Esto explica cmo es posible la lucha contra los hombres polticos del pasado y cmo aqullas pueden justificarse con una

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    construccin ideolgica en contraste con la teora tradicional de Estado y sus relaciones con los ciudadanos.

    En sustancia, el fascismo modifica el programa de conservacin y reaccin que siempre ha dominado la poltica de derechas solamente con un modo distinto de concebir el proceso de unificacin de la fuerza reaccionaria. La tctica de los acuerdos y los compromisos, es sustituida por el propsito de realizar una unidad orgnica de todas las fuerzas de la burguesa en un solo organismo poltico bajo el control de una nica central que debera dirigir conjuntamente el partido, el gobierno y el Estado. Este propsito corresponde con la voluntad de resistir a fondo a todo ataque revolucionario, lo que permite al fascismo recoger las adhesiones de la parte ms decisivamente reaccionaria de la burguesa industrial y de los terratenientes agrarios.

    En el campo poltico, ante todo, la unidad orgnica de la burguesa en el fascismo no se realiza inmediatamente despus de la conquista del poder. Fuera del fascismo quedan los centros de una cierta oposicin burguesa al rgimen autoritario de derecha. Por una parte, no queda absorbido el grupo que tiene fe en la solucin democrticoliberal del Estado. Este grupo se vincula a una seccin de la burguesa industrial y, con un programa de reformismo laborista, que ejerce cierta influencia sobre estratos obreros y de pequea burguesa. Por otra parte, el programa de fundar el Estado sobre una democracia rural y sobre la parte sana de la industria tiende a convertirse en programa de una organizacin poltica de oposicin al fascismo con base de masas en una suerte de Unin Nacional Democrtica. Es decir, los moderados reformistas democrticos quedan fuera progresivamente de cualquier alianza con el fascismo.

    El fascismo se ve obligado a luchar contra estos grupos democrticos y moderados sobrevivientes, dando lugar a una fisura en el bloque de las fuerzas conservadoras y antiproletarias, que en determinadas circunstancias pudo favorecer el desarrollo y la afirmacin del proletariado organizado como clase poltica revolucionaria como tercer y decisivo factor de una situacin poltica.

    En el campo econmico, el fascismo acta como instrumento de una oligarqua industrial y agraria para concentrar en las manos del capitalismo el control de todas las riquezas del pas. Esto no puede hacerse sin provocar el descontento en la pequea burguesa que, con el advenimiento del fascismo, crea llegado el tiempo de su dominio.

    El fascismo segn Gramsci adopta toda una serie de medidas para favorecer una nueva concentracin industrial, y a estas corresponden otras a favor de los sectores de propietarios agrarios y contra los pequeos y medios cultivadores (impuestos, arbitrios sobre el trigo, batalla del trigo). La acumulacin que estas medidas determinan no constituye un crecimiento de riqueza nacional, sino que es expoliacin de una clase en favor de otra, esto es, de las clases trabajadoras y medias a favor de la plutocracia.

    El designio de favorecer la plutocracia aparece descaradamente en el proyecto de legalizacin del nuevo cdigo de comercio y el rgimen de las acciones privilegiadas; un pequeo grupo de financieros se ve, de este modo, en condiciones de poder disponer sin control de enormes masas de ahorro procedentes de la media y pequea burguesa y estas categoras se ven privadas del derecho a disponer de su riqueza. De manera que la poltica econmica del fascismo ejecuta el programa de la plutocra

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    cia y de la minora industrial agraria con perjuicio de la gran mayora de la poblacin cuyas condiciones de vida empeoran progresivamente.

    Ante los peligrosos distanciamientos y los nuevos reclutamientos de las fuerzas que son provocados por una poltica de izquierda, el fascismo reacciona haciendo gravar, sobre toda la sociedad, el peso de una fuerza militar reaccionaria y un sistema de opresin que tiene a la poblacin sujeta al hecho mecnico de la produccin, sin posibilidad de tener una vida propia, de manifestar una voluntad y de organizarse para la defensa de sus propio intereses.

    La llamada legislacin fascista deseara marcar el fin de la participacin de las masas en la vida poltica y administrativa del pas. El control sobre las asociaciones impide toda forma permanente legal de organizacin de las masas. La nueva poltica sindical priva a la Confederacin del Trabajo y a los sindicatos de clase de la posibilidad de celebrar acuerdos para excluirla del contacto con esas masas que se haban organizado en torno a ella. La prensa proletaria se ha visto suprimida; el partido de clase del proletariado, reducido a la vida plenamente ilegal. La violencia fsica y la persecucin de la polica se emplean sistemticamente, sobre todo en el campo, para infundir terror y mantener una situacin de estado de sitio.

    El resultado de esta compleja actividad de reacciones y opresiones es el equilibrio entre la relacin real de fuerzas sociales y la relacin de la fuerza organizada, por lo que un aparente retorno a la normalidad y a la estabilidad corresponde a una agudizacin de los contrastes prontos a prorrumpir, en todo instante, a nueva vida.

    No debe subestimarse el hecho de que el fascismo se aprovecha de las debilidades de la poltica socialista, de sus fallas, errores y descuidos con el fin de construir una base de masas para la restauracin capitalista. Por eso el fascismo es parte de una contraofensiva burguesa, ante las vacilaciones de la direccin poltica de la revolucin socialista y responde finalmente a los intereses del gran capital.

    Los gobiernos fascistas fomentan tanto la entrada del capital internacional como la intervencin directa en el control de la economa de los grandes monopolios nacionales. De all su servicio a las clases privilegiadas, imponiendo a las clases trabajadoras los mayores sacrificios y, por tanto, el mantenimiento de la explotacin y la opresin social.

    b. Jos carlos maritegui

    Para el marxismo crtico y heterodoxo de Jos Carlos maritegui, fascismo y Mussolini son dos palabras consustanciales y solidarias. mussolini es el animador, el lder, el duce mximo del fascismo. El fascismo es la plataforma, la tribuna y el carro de mussolini.

    mussolini manipul eficazmente sentimientos de decepcin y de depresin nacionales para tratar de activar una violenta reaccin nacionalista de derecha. Esta fue la raz del fascismo. De all que la clase media descontenta fuera peculiarmente accesible a los ms exaltados mitos patriticos, xenofbicos y excluyentes. La clase media italiana, por ejemplo, se senta distante y adversaria de la clase proletaria socialista. No le perdonaba los altos salarios, los subsidios del Estado, las leyes sociales que durante la guerra y despus de ella haba conseguido.

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    Estos malos humores de la clase media encontraron un hogar en el fascismo. mussolini atrajo as la clase media a sus fasci di combatimento (maritegui dixit).

    Algunos disidentes del socialismo y del sindicalismo se enrolaron en los fasci aportndoles su experiencia y su destreza en la organizacin y captacin de masas. No era todava el fascismo una secta programtica y conscientemente reaccionaria y conservadora. El fascismo, antes bien, se crea revolucionario pero su propaganda utilizaba matices subversivos con fines demaggicos. Sus principios estaban impregnados del confusionismo mental de la clase media que, instintivamente descontenta y disgustada de la burguesa, era adems vagamente hostil al proletariado.

    Asustada por las chances de la revolucin, la burguesa arm, abas-

    teci y estimul solcitamente el fascismo. Y lo empuj a la perse-

    cucin truculenta del socialismo, a la destruccin de los sindicatos

    y cooperativas revolucionarias, al quebrantamiento de huelgas e

    insurrecciones. El fascismo se convirti as en una milicia numerosa

    y aguerrida. Acab por ser ms fuerte que el Estado mismo y, en-

    tonces, reclam el poder. Las brigadas fascistas conquistaron Roma.

    Mussolini, en camisa negra, ascendi al gobierno, constri a la mayora del parlamento a obedecerle e inaugur un rgimen y una

    era fascistas.

    mussolini fue un agitador avezado, un organizador experto, un tipo vertiginosamente activo. Su actividad, su dinamismo, su tensin, influyeron vastamente en el fenmeno fascista. mussolini, durante su campaa, hablaba en tres o cuatro ciudades un mismo da. Usaba el avin para saltar de Roma a Pisa, de Pisa a Bolonia, de Bolonia a Miln. mussolini fue un tipo volitivo, dinmico, verboso, italiansimo, singularmente dotado para agitar masas y

    excitar muchedumbres. Y fue el organizador, el animador del fascismo. mussolini, como otros lderes fascistas, extrajo de un estado de nimo un movimiento poltico, pero no model este movimiento a su imagen y semejanza. El fascismo social dio su espritu a mussolini. Su consustanciacin, su identificacin ideolgica con los fascistas, oblig a mussolini a exonerarse, a purgarse de sus ltimos residuos socialistas.

    mussolini necesit asimilar, absorber el antisocialismo y el chovinismo de la clase media para encuadrarla y organizarla en las filas de los fasci di combatimento. Y tuvo que definir su poltica como una poltica reaccionaria, antisocialista, antirrevolucionaria.

    mussolini salt del socialismo ms extremo al conservatismo ms extremo. No atenu el socialismo de formacin inicial sino que lo abandon total e integralmente. Sus rumbos econmicos, por ejemplo, son adversos a una poltica de intervencionismo econmico, tratando de restaurar el tipo clsico de Estado recaudador y gendarme. mussolini, como otros lderes fascistas, conserv del socialismo la emocin revolucionaria pero la encuadr en conceptos reaccionarios, como seal acertadamente Wilheim Reich en su anlisis de la psicologa de masas del fascismo.

    mussolini no fue nunca cerebral, sino ms bien sentimental. En la poltica, en la prensa, no ha sido un terico ni un filsofo sino un retrico y un conductor. Su lenguaje no ha sido programtico, principista, ni cientfico, sino pasional, sentimental. Los ms dbiles discursos de mus-solini han sido aquellos en los que ha intentado definir la filiacin, la ideologa del fascismo. El programa del fascismo es confuso, contradictorio, heterogneo, contiene

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    conceptos liberales y sindicalistas mezclados. Dicho de otra manera, mussolini no le ha dictado al fascismo un verdadero programa sino un plan de accin. mussolini trata de lograr el trnsito de la revolucin a la reaccin por una va sentimental, no conceptual.

    Tambin seala maritegui que las brigadas de choque del fascismo se llamaron inicialmente haces de combatientes. El fascismo fue una emanacin de la guerra. Se senta por encima de la lucha de clases, por encima del conflicto entre la idea individualista y la socialista, por encima de la economa y de sus problemas. El fascismo tom posicin en la lucha de clases. Aprovechando la ojeriza de la clase media contra el proletariado, la encuadr en sus filas y la llev a la batalla contra la revolucin y contra el socialismo. Todos los elementos reaccionarios, todos los elementos conservadores, ms ansiosos de un capitn, resuelto a combatir contra la revolucin, que de un poltico inclinado a pactar con ella, se enrolaron y concentraron en los rangos del fascismo. De manera que el fascismo ha crecido y ha vencido como movimiento reaccionario bajo el liderazgo de un poltico tumultuario y demaggico.

    Como dira maritegui:

    El fascismo necesitaba un lder listo a usar, contra el proletariado socialista, el revlver, el bastn y el aceite castor (). El fascismo conquist, al mismo tiempo que el gobierno y la Ciudad Eterna, a la mayora de los intelectuales italianos. Unos se uncieron sin reservas a su carro y a su fortuna; otros, le dieron un consenso pasivo; otros, los ms prudentes, le concedieron una neutralidad benvola. La In-teligencia gusta de dejarse poseer por la Fuerza. Sobre todo cuando la fuerza es, como en el caso del fascismo, joven, osada, marcial y aventurera.

    Los fascistas predicaron a las nuevas generaciones el culto del hroe, de la violencia y de la guerra. Los filsofos del fascismo hicieron una apologa de la cachiporra. El fascismo suele engalanarse de retrica imperialista y disimular su carencia de principios bajo algunos lugares comunes literarios; pero ms que a los artesanos de la palabra ama a los hombres de accin. mussolini era un hombre demasiado agudo y socarrn para rodearse de literatos y profesores. Le sirve ms un estado mayor de demagogos y guerrilleros, expertos en el ataque, el tumulto y la agitacin.

    Para maritegui, los intelectuales en el fascismo pasaron a formar la clientela del orden, de la tradicin, del poder, de la fuerza, etc., y, en caso necesario, de la cachiporra y del aceite de ricino. Algunos espritus superiores, algunas mentalidades creadoras escapan a esta regla pero son espritus y mentalidades de excepcin.

    El partido fascista, antes de la marcha a Roma, era una informe nebulosa. Durante mucho tiempo no quiso calificarse ni funcionar como un partido. El fascismo, segn muchos camisas negras de la primera hora, no era una faccin sino un movimiento.

    Y contina maritegui:

    El fascismo pretenda ser, ms que un fenmeno poltico, un fen-meno espiritual y significar, sobre todo, una reaccin de la Italia vencedora de Vittorio Veneto contra la poltica de desvalorizacin de esa victoria y sus consecuencias. La composicin, la estructura de los fasci, explicaban su confusionismo ideolgico. Los fasci reclu-taban sus adeptos en las ms diversas categoras sociales. En sus rangos se mezclaban estudiantes, oficiales, literatos, empleados, nobles, campesinos y hasta obreros. La plana mayor del fascismo no poda ser ms policroma. La componan disidentes del socia-lismo como Mussolini y Farinacci; ex combatientes, cargados de

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    medallas, como Igliori y De Vecchi; literatos futuristas exuberantes y bizarros como Filippo Marinetti y Emilio Settimelli; ex anarquistas de reciente conversin como Massimo Rocca; sindicalistas como Cessare Rossi y Michele Bianchi; republicanos mazzinianos como Casalini; fiumanistas como Giunta y Giuriati; y monarquistas or-todoxos de la nobleza adicta a la dinasta de Savoya. Republicano, anticlerical e iconoclasta en sus orgenes, el fascismo se declar ms o menos agnstico ante el rgimen y la iglesia cuando se convirti en un partido.

    La bandera de la patria cubra todos los contrabandos y todos los equvocos doctrinarios y programticos. Los fascistas se atribuan la representacin exclusiva de la italianidad. Ambicionaban el mo-nopolio del patriotismo. Pugnaban por acaparar para su faccin a los combatientes y mutilados de la guerra. La demagogia y el opor-tunismo de Mussolini y sus tenientes se beneficiaron, ampliamente, a este respecto, de la mal diestra poltica de los socialistas, a quie-nes una insensata e inoportuna vociferacin antimilitarista haba enemistado con la mayora de los combatientes. () Los fascistas se encontraron flanqueados por elementos liberales, democrticos, catlicos, que ejercitaban sobre su mentalidad y su espritu una influencia cotidiana enervante. En las filas del fascismo se enrola-ron, adems, muchas gentes seducidas nicamente por el xito. La composicin del fascismo se torn espiritual y socialmente ms he-terclita. Mussolini no pudo por esto, realizar plenamente el golpe de Estado. Lleg al poder insurreccionalmente; pero busc, en se-guida, el apoyo de la mayora parlamentaria. Inaugur una poltica de compromisos y de transacciones. Trat de legalizar su dictadura. Oscil entre el mtodo dictatorial y el mtodo parlamentario. De-clar que el fascismo deba entrar cuanto antes en la legalidad. Pero esta poltica fluctuante no poda cancelar las contradicciones que minaban la unidad fascista.

    No tardaron en manifestarse en el fascismo dos nimas y dos men-talidades antitticas. Una fraccin extremista o ultrasta propugna-

    ba la insercin integral de la revolucin fascista en el Estatuto del

    Reino de Italia. El Estado demo liberal deba, a su juicio, ser reem-

    plazado por el Estado fascista. Una fraccin revisionista reclamaba,

    en tanto, una rectificacin ms o menos extensa de la poltica del

    partido. Condenaba la violencia arbitraria. Los jefes o condottieri

    regionales del partido fascista, ejercan sobre las provincias una au-

    toridad medieval y desptica. Contra esta dominacin protestan los

    fascistas revisionistas.

    () Cuando el trabajo de definicin del fascismo haba llegado

    a este punto, Mussolini anunci la intencin de depurar las filas

    fascistas. Esboz, en un discurso en el Senado, bajo la presin de

    la tempestad desencadenada por el crimen, un plan de poltica

    normalizadora. A Mussolini le urga en ese instante satisfacer a los

    elementos liberales que sostenan su gobierno. El fascismo comen-

    z a perder sus simpatizantes y sus aliados. Las defecciones de los

    elementos liberales y democrticos que, en un principio, por miedo

    a la revolucin socialista, lo haban flanqueado y sostenido, aislaron

    gradualmente de toda opinin no fascista al gobierno de Musso-

    lini. Este aislamiento empuj el fascismo a una posicin cada da

    ms beligerante. Prevaleci en el partido la mentalidad extremista.

    Mussolini sola an usar, a veces, un lenguaje conciliador, con la es-

    peranza de quebrantar o debilitar el espritu combativo de la opo-

    sicin; pero en realidad, el fascismo volva a una tctica guerrera.

    En la prensa fascista, reapareci la tesis de que el Estado demoliberal deba ceder el paso al Estado fascista unitario. Por tanto, el fascismo es la condensacin de la reaccin poltica. El fenmeno reaccionario debe ser considerado y analizado ah donde se manifiesta en toda su potencia, ah donde seala la decadencia de una democracia antes vigorosa, ah donde constituye la anttesis y el efecto de un extenso y profundo fenmeno revolucionario.

  • Fascismo Primera Parte 39

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    maritegui seal en sus escritos que en Italia, el fascismo represent, plenamente, la antirrevolucin o si se prefiere, la contrarrevolucin:

    La ofensiva fascista se explica, y se cumple en Italia, como una con-secuencia de una retirada o una derrota revolucionaria. El rgimen fascista no se ha incubado en un casino. Se ha plasmado en el seno de una generacin y se ha nutrido de las pasiones y de la sangre de una espesa capa social. () El fascismo se form en un ambiente de inminencia revolucionaria ambiente de agitacin, de violencia, de demagogia y de delirio creado fsica y moralmente por la gue-rra, alimentado por la crisis post-blica, excitado por la revolucin rusa. En este ambiente tempestuoso, cargado de electricidad y de tragedia, se templaron sus nervios y sus bastones, y de este ambien-te recibi la fuerza, la exaltacin y el espritu. El fascismo, por el con-curso de estos varios elementos, es un movimiento, una corriente, un proselitismo. El experimento fascista, cualquiera que sea su du-racin, cualquiera que sea su desarrollo, aparece inevitablemente destinado a exasperar la crisis contempornea, a minar las bases de la sociedad burguesa, a mantener la inquietud post-blica. La democracia emplea contra la revolucin proletaria las armas de su criticismo, su racionalismo, su escepticismo. Contra la revolucin moviliza a la Inteligencia e invoca la Cultura. El fascismo, en cam-bio, al misticismo revolucionario opone un misticismo reaccionario y nacionalista. Mientras los crticos liberales de la revolucin rusa condenan en nombre de la civilizacin el culto de la violencia, los capitanes del fascismo lo proclaman y lo predican como su propio culto.

    Luego de la consolidacin del fascismo como formacin y rgimen poltico, el marxismo revolucionario tuvo que adoptar posiciones firmes contra este fenmeno. De las cenizas de la primera casa del pueblo que incendiaron las bandas fascistas en Italia surgi inevitable la pregunta: qu es el fascismo? No es, por tanto, un azar que el re

    nacimiento del marxismo creativo (renacimiento estimulado sobre todo por la radicalizacin masiva de los estudiantes) haya despertado el inters por la teora del fascismo.

    c. Len Trotsky

    Seguimos a Ernest mandel al asegurar que la teora del fascismo de Trotsky es el resultado del mtodo marxista de anlisis de la sociedad cuando se pregunta por la cuestin fundamental: el rgimen fascista, niega o verifica las leyes inmanentes que rigen el desarrollo del modo de produccin capitalista?

    mandel dice:

    La guerra y la economa de guerra no cayeron del cielo ni eran con-

    secuencia natural de la ideologa fascista. Ambas se hallan enrai-

    zadas en el mecanismo, preciso y especfico, de las contradicciones

    econmicas, de los conflictos imperialistas y de las tendencias ex-

    pansionistas que corresponden a los intereses de los grupos capi-

    tal-monopolistas que dominaban la sociedad burguesa alemana.

    () En consecuencia, la economa de guerra y sus leyes de hierro

    no deben considerarse como algo opuesto al capitalismo monopo-

    lista, sino ms bien como producto de ese capitalismo monopolista.

    La contribucin de Trotsky a la teora del fascismo demuestra claramente que el marxismo posibilita un anlisis correcto. De acuerdo a Ernest mandel, la teora del fascismo de Trotsky forma un todo compuesto de seis elementos; cada elemento posee una cierta autonoma y experimenta una evolucin determinada por el desarrollo de sus contradicciones internas; estos elementos pueden comprenderse como una totalidad dinmica, y solo su

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    interdependencia puede explicar el auge, la victoria y el declive de la dictadura fascista:

    a) El auge del fascismo es la expresin de una grave crisis social del capitalismo, de una crisis estructural que al igual que en los aos 1929-1933 puede coincidir con una crisis econmica clsica de su-perproduccin, pero que rebasa ampliamente semejantes oscilacio-nes de la coyuntura. Se trata, fundamentalmente, de una crisis de reproduccin del capital, es decir, de la imposibilidad de proseguir una acumulacin natural de capital, dada la concurrencia en el mbito del mercado mundial (nivel existente de salarios y de pro-ductividad del trabajo, acceso a las materias primas y a los merca-dos de productos transformados). La funcin histrica de la toma del poder por los fascistas consiste en modificar por la fuerza y la violencia las condiciones de reproduccin del capital en favor de los grupos decisivos del capital monopolista.

    b) Aunque en las condiciones de posguerra del imperialismo y de desarrollo del movimiento obrero contemporneo en los pases del Norte, la dominacin poltica de la burguesa se ejerci ms venta-josamente es decir, con los costos ms reducidos en el seno de la democracia burguesa que ofrece, entre otras, la doble ventaja de suavizar peridicamente las contradicciones explosivas de la sociedad mediante ciertas reformas sociales y de hacer participar, directa o indirectamente, a un sector importante de la burguesa en el ejercicio del poder poltico (a travs de los partidos burgueses, peridicos, universidades, organizaciones patronales, administra-ciones municipales y regionales, altos cargos del aparato del Estado, sistema de la Banca Central), con las contrarreformas neoconser-vadoras y neoliberales hay un cambio del equilibrio de fuerzas. Esta forma de dominacin democrtico-liberal de la gran burguesa en ningn caso, nica desde un punto de vista histrico depende del mantenimiento de un equilibrio altamente precario de las relacio-nes de fuerzas econmicas y sociales. Cuando este equilibrio se ve destruido por el desarrollo de las fuerzas socialistas, la gran burgue-

    sa tiene tan solo una salida: intentar poner en pie una forma supe-

    rior de centralizacin del poder ejecutivo para realizar sus intereses

    histricos, a costa de la renuncia al ejercicio directo del poder polti-

    co. Histricamente, por tanto, el fascismo es al tiempo la realizacin

    y la negacin de las tendencias inherentes al capital monopolista,

    advertidas en primer lugar por Hilferding, a organizar de forma to-

    talitaria la vida de toda la sociedad en su propio inters: realizacin,

    porque, a fin de cuentas, el fascismo cumpli esta funcin; nega-

    cin, porque contrariamente a las ideas de Hilferding, solo poda cu-

    brirla mediante una profunda expropiacin poltica de la burguesa.

    c) En las condiciones actuales del capitalismo industrial monopo-

    lista, una centralizacin tan enorme del poder del Estado, que im-

    plica adems, la destruccin de la mayor parte de las conquistas

    del movimiento obrero contemporneo (en particular, de todos los

    grmenes de democracia proletaria en el marco de la democracia

    burguesa, designacin que Trotsky daba muy justamente a las or-

    ganizaciones del movimiento obrero), es prcticamente irrealizable

    por medios puramente tcnicos, considerando la enorme despro-

    porcin numrica entre asalariados y detentadores del gran capi-

    tal. Una dictadura militar o un Estado meramente policaco por

    no hablar de la monarqua absoluta no dispone de medios sufi-

    cientes para atomizar, descorazonar y desmoralizar, durante un

    largo perodo, a una clase social consciente de varios millones de

    individuos y prevenir as todo relanzamiento de la lucha de clases

    ms elemental. Relanzamiento que se produce peridicamente por

    el simple juego de las leyes del mercado. Por esta razn, es necesario

    un movimiento de masas que active un gran nmero de individuos.

    Solo un movimiento semejante puede diezmar y desmoralizar a la

    franja ms consciente del proletariado, mediante un sistemtico

    terror de masas, mediante una guerra de hostigamiento y de com-

    bates en la calle y, tras la toma del poder, dejarlo no solo atomizado,

    como consecuencia de la destruccin total de sus organizaciones de

    masa, sino tambin desalentado y resignado.

  • Fascismo Primera Parte 43

    eq ui po multitud y comuna 42

    d) Un movimiento semejante solo puede surgir en el seno de la ter-cera clase de la sociedad, la pequea burguesa que, en la sociedad capitalista, existe al lado del proletariado y de la burguesa cuando la pequea burguesa se ve tan duramente afectada por la crisis estructural del capitalismo maduro y se sumerge en la desespera-cin (inflacin, quiebra de los pequeos empresarios, paro masivo de los licenciados, tcnicos, empleados superiores, etc.) entonces, al menos en una parte de esta clase, surge un movimiento tpica-mente pequeo-burgus, mezcla de reminiscencias ideolgicas y de resentimiento psicolgico, que ala un nacionalismo extremo y una violenta demagogia anticapitalista, al menos verbal, una profunda hostilidad con respecto al movimiento obrero organizado (ni mar-xismo, ni comunismo). En cuanto este movimiento, que se recluta especialmente entre los elementos desclasados de la pequea bur-guesa, recurre a la violencia fsica abierta contra los trabajadores, sus acciones y sus organizaciones, se puede decir que ha nacido un movimiento fascista. Tras una fase de desarrollo independiente que le permite convertirse en un movimiento de masas e iniciar accio-nes, necesita el apoyo financiero y poltico de importantes fraccio-nes del capital monopolista para llegar a la toma del poder.

    e) El debilitamiento y aplastamiento previos del proletariado, in-dispensables para el cumplimiento del rol histrico de la dictadura fascista, no son posibles ms que si en el perodo anterior a la toma del poder, el fiel de la balanza se inclina de forma decisiva en favor de las bandas fascistas y en perjuicio del proletariado.

    De manera que para Trotsky el auge de un movimiento fascista de masas constituye una especie de institucionalizacin de la guerra civil en la que, no obstante, ambas partes tienen objetivamente una oportunidad de vencer (esta es la razn por la que la gran burguesa solo financia experiencias semejantes en condiciones muy particulares, anormales, ya que esta poltica de todo o nada presenta indudablemente al principio una serie de riesgos).

    Si los fascistas logran barrer a su enemigo, es decir a la clase obrera organizada, paralizarla, desalentarla y desmoralizarla, la victoria les est asegurada. Pero si, por el contrario, el movimiento obrero consigue rechazar el asalto y tomar la iniciativa, el resultado ser una derrota decisiva no solo del fascismo sino tambin del capitalismo que lo engendr.

    Este juego de fuerzas se debe a razones de orden tcnicopoltico, sociopoltico y sociopsicolgico. En un principio, las bandas fascistas solo organizan a la fraccin ms decidida y ms desesperada de la pequea burguesa (su fraccin enloquecida). La masa de la pequea burguesa y la parte poco consciente y desorganizada de los trabajadores y, sobre todo, los obreros y empleados jvenes, oscilar normalmente entre los dos campos.

    Su tendencia ser la de alinearse del lado de aquel que manifieste mayor audacia y espritu de iniciativa; apostarn de buena gana por el caballo ganador. Esto es lo que permite afirmar que la victoria del fascismo traduce la incapacidad del movimiento obrero para resolver la crisis del capitalismo tardo de acuerdo con sus propios intereses y objetivos. De hecho las crisis de ese tipo proporcionan al movimiento obrero la oportunidad de vencer. Solo cuando el proletariado ha dejado escapar esa oportunidad y se encuentra sometido, dividido y desmoralizado el conflicto puede conducir a la victoria del fascismo.

    Si el fascismo consigue aplastar al movimiento obrero bajo su taln de hierro, entonces ha cumplido su misin a los ojos de los representantes del capital monopolista. Su movimiento de masas se burocratiza y se funde en el Aparato del Estado burgus, lo que no puede produ

  • Fascismo Primera Parte 45

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    cirse ms que cuando las formas ms extremistas de la demagogia plebeya pequeo burguesa, que formaban parte de los objetivos del movimiento, han desaparecido de la superficie y de la ideologa oficial. Esto no contradice en absoluto la perpetuacin de un Aparato de Estado altamente centralizado. Si el movimiento obrero ha sido vencido y las condiciones de reproduccin del capital en el interior del pas se han modificado en un sentido que resulta fundamentalmente favorable para la gran burguesa, su inters poltico se confunde con la necesidad de un cambio idntico a nivel del mercado mundial.

    La bancarrota amenazante del Estado acta en la misma direccin. La poltica del todo o nada del fascismo se traslada a la esfera financiera, no deja ms salida que la aventura militar en el exterior. Una evolucin como esta no favorece en absoluto un refuerzo del papel de la pequea burguesa en la economa y la poltica interior; provoca, por el contrario, un deterioro de sus posiciones (con excepcin de la franja que se alimenta de las prebendas del Aparato de Estado autonomizado). No significa el final de la sujecin a los prestamistas sino, por el contrario, la aceleracin de la concentracin de capital.

    Aqu se revela el carcter de clase de la dictadura fascista, que no se corresponde con el movimiento fascista de masas. Defiende los intereses histricos del capital monopolista, no los de la pequea burguesa. Cuando esta tendencia se ha realizado, la base activa y consciente de masas del fascismo disminuye necesariamente. La dictadura fascista tiende por si misma a reducir y destruir su propia base de masas. Las bandas fascistas se convierten en apndices de la polica. En su fase de declive, el fascismo se transforma de nuevo en una forma particular de bonapartismo.

    En esta disertacin de mandel se revelan los elementos constitutivos de la teora del fascismo de Trotsky. Se apoya en un anlisis de las condiciones especficas en las que se desarrolla la lucha de clases, en los pases altamente industrializados, durante la crisis estructural del capitalismo tardo (Trotsky habla de la poca de declive del capitalismo), y sobre una combinacin particular ca-racterstica del marxismo de Trotsky de los factores objetivos y subjetivos en la teora de la lucha de clases, as como en la tentativa de influir prcticamente sobre ella.

    Aos de mala conciencia han sido necesarios para que el movimiento comunista iniciase una discusin crtica de la teora del fascismo. La ruptura prctica con esa teora tuvo lugar, por supuesto muy pronto, cuando ya era demasiado tarde. El giro hacia la tctica de Frente Popular se produjo en 1935 e implic una completa revisin de la teora del socialfascismo.

    Adems de la de Trotsky, las dos contribuciones ms importantes a la teora del fascismo desde una ptica marxista en el curso de los aos veinte y treinta son las de Otto Bauer y August Thalheimer.

    d. otto Bauer y august Thalheimer

    El desarrollo de los movimientos fascistas y el establecimiento de regmenes fascistas en varios pases durante las dcadas de 1920 y 1930 enfrentaron a pensadores marxistas con problemas nuevos, donde se debatan dos cuestiones fundamentales:

    Cules haban sido las condiciones sociales y econmicas que haban dado lugar al fascismo?

  • Fascismo Primera Parte 47

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    Qu hizo posible la victoria del fascismo y la destruccin del movimiento obrero en varios pases?

    Otto Bauer emprendi un anlisis del fascismo considerndolo producto de tres procesos estrechamente conectados. Suscribimos a Pepe Gutirrez lvarez cuando los puntualiza: En primer lugar, la Primera Guerra Mundial excluy a un gran nmero de personas de experimentar tanto objetiva como subjetivamente las condiciones de vida que prometa la burguesa, convirtindolas en desclasadas y frustradas. Estos estratos sociales luego de la guerra formaron los grupos de choque fascistas, con su ideologa militarista, antidemocrtica y nacionalista conservadora. En segundo lugar, la crisis econmica de la posguerra empobreci de tal modo a una gran parte de la clase media baja y del campesinado, que abandono su respaldo a los partidos democrticoburgueses para unirse a las formaciones fascistas. En tercer lugar, la crisis econmica redujo los beneficios de las clases capitalistas, y para recuperarlos, aumentaron el nivel de explotacin, agregando un nuevo factor poltico a los factores ideolgicos y econmicos para vencer la resistencia de la clase trabajadora: el rgimen fascista. El poder totalitario surgi entonces como requerimiento de la recuperacin de beneficios del sistema de monopolios capitalistas.

    Cindose al anlisis que marx hizo en el siglo XIX del bonapartismo, Thalheimer estableci comparaciones entre el fascismo y el bonapartismo aunque subestimando las diferencias cualitativas entre estos fenmenos: en el caso del bonapartismo se produce una autonoma creciente del Aparato del Estado acompaada de una represin tradicional del movimiento revolucionario; en el caso del fascismo se produce una autonomizacin creciente del Aparato del Estado acompaada de la destruccin de to

    das las organizaciones de la clase obrera y de la tentativa de atomizar completamente a los trabajadores por medio de un movimiento pequeoburgus.

    Volvamos a Ernest mandel en su anlisis sobre El Fascismo:

    Otto Bauer, insisti en la unidad de tres elementos: el desclasamiento de sectores de la pequea burguesa a causa de la guerra; la depauperizacin de otros sectores debida a la crisis econmica, que los empuja a romper con la democracia burguesa; y el inters que posee el gran capital en elevar la tasa de explotacin de los trabajadores y que exige la eliminacin de la oposicin de la clase obrera y sus organizaciones.

    Creemos que Otto Bauer reconoci muy acertadamente que no fue en el momento en que la burguesa estaba amenazada por la revolucin proletaria cuando el fascismo gan, sino cuando el proletariado fue debilitado y reducido a la defensiva mucho tiempo antes, en el momento de la marea revolucionaria. Bauer contina:

    Los capitalistas y grandes propietarios no confiaron el poder del Es-

    tado a los grupos fascistas para protegerse de una revolucin pro-

    letaria amenazante, sino para reducir los salarios, destruir las con-

    quistas de la clase obrera y eliminar los sindicatos y las posiciones

    de fuerza poltica ocupadas por la clase obrera, no para suprimir un

    socialismo revolucionario sino para barrer las conquistas del socia-

    lismo reformista.

    Tanto Bauer como Thalheimer analizaron la victoria del fascismo como el resultado lgico de la contrarrevolucin que se haba extendido progresivamente tras la derrota de las iniciativas revolucionarias de los aos 1918 a 1923.

  • Fascismo Primera Parte 49

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    Un historiador clarividente como Arthur Rosenberg hace coincidir el final de la repblica de Weimar con el ao 1930. Escribe:

    En 1930 cay la repblica burguesa en Alemania porque su destino

    dependa de la burguesa y porque la clase obrera no era ya lo sufi-

    cientemente fuerte como para salvarla.

    e. Jorge Dimitrov

    Para Dimitrov, miembro del partido comunista de la URSS, el carcter especfico del fascismo solo puede ser comprendido en el marco del capitalismo imperialista de los monopolios. Pero advirtamos que en pases en los que la mayor parte del capital est en manos extranjeras y en los que las suertes de las naciones estn determinadas por la dominacin imperial, carece de sentido caracterizar de fascista a un movimiento de la burguesa nacional que busca, en su propio inters, la liberacin de esa dominacin. Nuevamente Ernest mandel hace una muy buena precisin:

    Un movimiento semejante puede participar de algunos rasgos su-

    perficiales con el fascismo: nacionalismo extremo, el culto al jefe,

    a veces incluso, el antisemitismo. Al igual que el fascismo, puede

    encontrar su base de masas en la pequea burguesa desclasada

    y depauperada. Pero la diferencia decisiva, en trminos de poltica

    econmica y social, entre un movimiento semejante y el fascismo

    resulta evidente si se consideran las posiciones del movimiento fren-

    te a las dos clases fundamentales de la sociedad: el gran capital y la

    clase obrera.

    El fascismo considera la dominacin del primero y le ofrece el ma-

    yor beneficio econmico, atomiza a la clase obrera y extermina sus

    organizaciones. Por el contrario, los movimientos nacionalistas de

    la burguesa nacional en los pases semi-coloniales infligen general-mente serios y duraderos golpes al gran capital, sobre todo al capital extranjero, creando al tiempo nuevas posibilidades de organizacin para los trabajadores. El mejor ejemplo lo constituye el movimien-to peronista en Argentina que, lejos de atomizar a la clase obrera, ha permitido, por primera vez, la organizacin generalizada de los trabajadores en los sindicatos, que hasta hoy vienen ejerciendo una considerable influencia en el pas.

    De manera que si bien es cierto que la capacidad de esta llamada burguesa nacional para maniobrar entre el imperialismo extranjero y el movimiento de masas del propio pas est limitada histrica y socialmente, y que oscilar continuamente entre estos dos polos principales, tambin lo es que solo con un avance revolucionario del movimiento comunista su inters de clase le llevar finalmente a concertar una alianza con el imperialismo, ya que un ascenso todopoderoso del movimiento de masas amenazara su propia dominacin de clase.

    Para Dimitrov los grmenes de un renacimiento potencial del fascismo estn contenidos en la plaga, conscientemente extendida en algunos pases imperialistas, formada por la mentalidad racista y xenfoba (contra los negros, los noblancos, los trabajadores emigrados, los rabes, etc.), en la indiferencia creciente ante los asesinatos polticos, en el resentimiento irracional hacia los acontecimientos hostiles cada vez ms frecuentes en la arena mundial, y en el odio, igualmente irracional, hacia las minoras revolucionarias y no conformistas.

    Dimitrov, como principal portavoz del frente popular antifascista, tambin seal en 1935:

    Uno de los aspectos ms dbiles de la lucha antifascista de nuestros Partidos consiste en que no reaccionan suficientemente, ni a su de-

  • Fascismo Primera Parte 51

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    bido tiempo contra la demagogia del fascismo y siguen tratando despectivamente los problemas de la lucha contra la ideologa fas-cista. () No debemos menospreciar, en modo alguno, esta fuerza del contagio ideolgico del fascismo. Al contrario, debemos librar por nuestra parte una amplia lucha ideolgica, basada en una argumentacin clara y popular y en un mtodo certero a la hora de abordar lo peculiar en la psicologa nacional de las masas del pueblo.

    Tambin seala Dimitrov que el fascismo en el poder, es la dictadura terrorista abierta de los elementos ms reaccionarios, ms chovinistas y ms imperialistas del capital financiero. El fascismo no es una forma de Poder Estatal, que est, como se pretende, por encima de ambas clases, del proletariado y de la burguesa. Sigamos a Dimitrov:

    El fascismo es el poder del propio capital financiero. Es la organiza-cin del ajuste de cuentas terrorista con la clase obrera y el sector revolucionario de los campesinos y de los intelectuales. El fascismo, en poltica exterior, es el chovinismo en su forma ms brutal que cul-tiva un odio bestial contra los dems pueblos.

    Hay que recalcar de un modo especial este carcter verdadero del fascismo, porque el disfraz de la demagogia social ha dado al fas-cismo, en una serie de pases, la posibilidad de arrastrar consigo a las masas de la pequea burguesa, sacadas de quicio por la crisis, e incluso a algunos sectores de las capas ms atrasadas del prole-tariado, que jams hubieran seguido al fascismo si hubiesen com-prendido su verdadero carcter de clase, su verdadera naturaleza.

    Seal Dimitrov que el desarrollo del fascismo y la propia dictadura fascista revisten en los distintos pases formas diferentes, segn las condiciones histricas, sociales y econmicas, las particularidades nacionales y la posicin internacional de cada pas. En unos pases, principalmente all donde el fascismo no cuenta con una amplia

    base de masas y donde la lucha entre los distintos grupos en el campo de la propia burguesa fascista es bastante dura, el fascismo no se decide inmediatamente a acabar con el parlamento y permite a los dems partidos burgueses, as como a la socialdemocracia, cierta legalidad.

    En otros pases siguiendo a Dimitrov donde la burguesa dominante teme el prximo estallido de la revolucin, el fascismo establece el monopolio poltico ilimitado, bien de golpe y porrazo, bien intensificando cada vez ms el terror y el ajuste de cuentas con todos los partidos y agrupaciones rivales. Esto no excluye que el fascismo, cuando se agudice de un modo especial su situacin, intente extender su base para combinar sin alterar su carcter de clase la dictadura terrorista abierta con una burda falsificacin del parlamentarismo:

    La subida del fascismo al poder no es un simple cambio de un go-bierno burgus por otro, sino la sustitucin de una forma estatal de la dominacin de clase de la burguesa la democracia burgue-sa por otra, por la dictadura terrorista abierta. Pasar por alto esta diferencia sera un error grave, que impedira al proletariado revolu-cionario movilizar a las ms amplias capas de los trabajadores de la ciudad y del campo para luchar contra la amenaza de la toma del poder por los fascistas, as como aprovechar las contradiccio-nes existentes en el campo de la propia burguesa. Sin embargo, no menos grave y peligroso es el error de no apreciar suficientemente el significado que tienen para la instauracin de la dictadura fas-cistalas medidas reaccionarias de la burguesa que se intensifican actualmente en los pases de democracia burguesa, medidas que reprimen las libertades democrticas de los trabajadores, restringen y falsean los derechos del parlamento y agravan las medidas de re-presin contra el movimiento revolucionario.

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    Para Dimitrov, en la movilizacin de las masas trabajadoras para la lucha contra el fascismo, tenemos como tarea especialmente importante la creacin de un extenso frente popular antifascista sobre la base del frente nico proletario. El xito de toda la lucha del proletariado va ntimamente unido a la creacin de la alianza de lucha del proletariado con el campesinado trabajador y con las masas ms importantes de la pequea burguesa urbana, que forman la mayora de la poblacin, incluso en los pases industrialmente desarrollados.

    El fascismo, en sus campaas de agitacin encaminadas a conquis-tar esas masas, intenta contraponer las masas trabajadoras de la ciudad y del campo con el proletariado revolucionario y asustar a los pequeoburgueses con el fantasma del peligro rojo. Nosotros tenemos que volver las lanzas y sealar a los campesinos trabaja-dores, a los artesanos y a los trabajadores intelectuales, de dnde les amenaza el verdadero peligro, tenemos que hacerles ver concre-tamente quin echa sobre los campesinos la carga de las contribu-ciones e impuestos, quin les estruja mediante intereses usurarios, quin, a pesar de poseer las mejores tierras y todas sus riquezas, ex-pulsa de su terruo al campesino y a su familia y le condena al paro y a la mendicidad. Tenemos que poner en claro concretamente, ex-plicar paciente y tenazmente, quin arruina a los artesanos a fuerza de impuestos y gabelas de todo gnero, rentas gravosas y de una competencia insoportable para ellos, quin lanza a la calle y priva de trabajo a las amplias masas de los trabajadores intelectuales.

    Pero esto no basta.

    Lo fundamental, lo ms decisivo, para establecer el frente popular antifascista es la accin decidida del proletariado revolucionario en defensa de las reivindicaciones de estos sectores y, en particular, del campesinado trabajador, de reivindicaciones que corresponden a los intereses cardinales del proletariado, combinando en el trans-

    curso de la lucha las aspiraciones de la clase obrera con estas reivin-dicaciones.

    Para la creacin del frente popular antifascista tiene una gran im-portancia el saber abordar de una manera acertada a todos aque-llos partidos y organizaciones que enrolan a una parte considerable del campesinado trabajador y a las masas principales de la peque-a burguesa urbana.

    Dimitrov estableci tres tareas prcticas para el movimiento comunista en su lucha contra el fascismo:

    a) La constitucin de un frente nico de fuerzas de izquierda.

    b) La constitucin de un frente amplio popular antifascista, cuya direccin deba estar en manos del frente nico anterior.

    c) Las tareas antifascistas del movimiento de los trabajadores organizados.

    Contra el fascismo en el movimiento sindical y especialmente contra los sindicatos fascistas debe llevarse a cabo una lucha sin cuartel, tenaz, despiadada y sin tregua en todas las lneas y en todos los frentes. El fascismo debe ser batido en todas partes donde se manifieste: en las empresas, establecimientos, organizaciones, en los medios de los desocupados, etc. La lucha de debe dirigirse concreta y activamente desde el punto de vista de la liberacin de clase del proletariado y en relacin indivisible con los intereses inmediatos de los obreros y empleados, as como con las tareas especiales de las mismas organizaciones sindicales.

    Esta lucha contra el fascismo debe llevarse a cabo simultneamente en el campo ideolgico, poltico y orgnico

  • Fascismo Primera Parte 55

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    del movimiento sindical en las siguientes direcciones principales:

    Primera. Contraponer decididamente la ideologa fascista y la ideologa revolucionaria de clase del proletariado. Desenmascarar y fustigar el nacionalismo y chovinismo y las teoras de una paz industrial y armona de las clases; liquidar la colaboracin de clases; todo gnero de reformismo.

    Desenmascarar el fascismo como destructor y sepulturero del movi-miento sindical; desenmascarar el fascismo como ideologa del ca-pital bancario y del imperialismo. Desenmascarar el fascismo como portador del peligro de guerra, especialmente de la guerra contra la gran Unin de Repblicas Soviticas. Popularizar ms amplia e in-cansablemente entre las masas el programa y la tctica de la Inter-nacional Sindical, la Internacional del movimiento sindical clasista.

    Segunda. Fortalecer orgnicamente los sindicatos clasistas e in-corporar a sus filas a las masas obreras no organizadas. All donde se ha hecho imposible la existencia de sindicatos clasistas legales (en el caso de los mineros y otros), es necesario crear grupos sindica-les ilegales que manteng