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Los Cuadernos del Pensamiento FANTASIA DEL ORIGEN Germán L. García E n el discurso de Freud el «origen» apa- rece en múltiples conexiones, supuesto como ndamental en la articulación de la ntasía. No se encuentra, sin em- bargo, una definición del origen según el psicoaná- lisis. ¿Cómo podría el psicoanálisis definir aquello que supone una invención, sin quedar preso en la invención misma? En efecto, decir que el origen es una invención es entrar en el juego del origen que se define . siempre de alguna manera. No basta, entonces, con reducir el origen a una fanta- sía. Freud dice que no hay recuerdos de la infancia, sino recuerdos reridos a la infancia. ¿Qué es la inncia como tiempo de rerencia del recuerdo? La inncia es la pérdida del origen y es también su preservación. Algo que no existe se preserva, se perpetúa como perdido, en tanto el recuerdo está referido a la infancia. La lógica de Brentano, conocida por Freud, presta su relación entre la cosa ( das Ding) y su predicado, y la certeza de que el predicado supone la pérdida de la cosa. El origen como cosa, como antecedente, se pierde en la infancia que lo predica como su consecuente. En la inncia se predica sobre el origen, según la determinción de la fantasía: origen de la dife- rencia de los sexos, origen del deseo, origen de la propia vida. Al parecer, ahí se encuentran los temas de la infancia según los recuerdos que se refieren a la misma. La fantasía como predicado del origen, supone la imposibilidad de un discurso que diga algo real. De lo re del origen sólo sabemos que existen fantasías que lo sitúan como pérdida y por lo mismo como falta (deseo y tam- bién culpa). El origen lta porque los padres cometieron una falta en el origen. Nuestro cueo, nuestro deseo, nuestra diferen- cia con otros cueos, son el testimonio encar- nado de esa falta en el origen y de la falta de ongen. Por este lugar nos encontramos con el pecado. ¿Qué otro pecado original que el origen mismo? Si el seto pudiera olvidar, como suponía Nietzs- che, ninguna culpabilidad, ninguna falta, ninguna deuda, ningún pago, sería sostenible. Referirse a " .5 18 una inncia, preservar un origen: la falta como culpa, la falta como deseo. ¿No dice el pecado original que el deseo y la culpa son la misma cosa? En efecto, sólo como deseable el seto puede ser inocente y sólo puede ser deseante por la culpa. OMBLIGO DEL SUEÑO Por definición cada elemento de un sueño re- mite por lo menos, a dos, cada uno de ellos remite a su vez a por lo menos dos... abierta esta cadena que sigue las leyes de los significantes, las asocia- ciones conducen a una red que amenaza la disper-

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Los Cuadernos del Pensamiento

FANTASIA

DEL ORIGEN

Germán L. García

En el discurso de Freud el «origen» apa­rece en múltiples conexiones, supuesto como fundamental en la articulación de la fantasía. No se encuentra, sin em­

bargo, una definición del origen según el psicoaná­lisis. ¿Cómo podría el psicoanálisis definir aquello que supone una invención, sin quedar preso en la invención misma? En efecto, decir que el origen es una invención es entrar en el juego del origen que se define . siempre de alguna manera. No basta, entonces, con reducir el origen a una fanta­sía.

Freud dice que no hay recuerdos de la infancia, sino recuerdos referidos a la infancia. ¿Qué es la infancia como tiempo de referencia del recuerdo? La infancia es la pérdida del origen y es también su preservación. Algo que no existe se preserva, se perpetúa como perdido, en tanto el recuerdo está referido a la infancia. La lógica de Brentano, conocida por Freud, presta su relación entre la cosa ( das Ding) y su predicado, y la certeza de que el predicado supone la pérdida de la cosa. El origen como cosa, como antecedente, se pierde en la infancia que lo predica como su consecuente.

En la infancia se predica sobre el origen, según la determinción de la fantasía: origen de la dife­rencia de los sexos, origen del deseo, origen de la propia vida. Al parecer, ahí se encuentran los temas de la infancia según los recuerdos que se refieren a la misma. La fantasía como predicado del origen, supone la imposibilidad de un discurso que diga algo real. De lo real del origen sólo sabemos que existen fantasías que lo sitúan como pérdida y por lo mismo como falta (deseo y tam­bién culpa).

El origen falta porque los padres cometieron una falta en el origen.

Nuestro cuerpo, nuestro deseo, nuestra diferen­cia con otros cuerpos, son el testimonio encar­nado de esa falta en el origen y de la falta de ongen.

Por este lugar nos encontramos con el pecado. ¿Qué otro pecado original que el origen mismo? Si el sujeto pudiera olvidar, como suponía Nietzs­che, ninguna culpabilidad, ninguna falta, ninguna deuda, ningún pago, sería sostenible. Referirse a

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una infancia, preservar un origen: la falta como culpa, la falta como deseo.

¿No dice el pecado original que el deseo y la culpa son la misma cosa? En efecto, sólo como deseable el sujeto puede ser inocente y sólo puede ser deseante por la culpa.

OMBLIGO DEL SUEÑO

Por definición cada elemento de un sueño re­mite por lo menos, a dos, cada uno de ellos remite a su vez a por lo menos dos ... abierta esta cadena que sigue las leyes de los significantes, las asocia­ciones conducen a una red que amenaza la disper-

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sión de cualquier saber. Dicho de otra forma: las leyes del significante no son «causales» puesto que sus articulaciones suponen una abertura donde la causa se encuentra siempre en otro lugar.

En psicoanálisis no se trata de causalidad, tam­poco de motivación, sino de repetición. Esa repe­tición, invertida en la transferencia, propone el juego regresivo y progresivo de la rememoración que se llama un análisis. Pero si la repetición es la ley de lo que se rememora se sustrae, por eso mismo, a lo rememorado. Las asociaciones en torno a un sueño, en torno a una historia, conclu­yen en un ombligo: nudo imposible de desatar, represión primaria, sustracción de algo real que la fantasía recupera como mito del origen.

'" Si la existencia del sujeto que habla aparece - _ . determinada por la historia de su deseo, esa histo­

ria a su vez no está determinada por nada que le pertenezca, por nada que su discurso pueda decir. ¿De qué habla el origen?: Del deseo de los prime­ros padres, fabulando sobre lo indecible.

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Da lo mismo que el sujeto quiera liberarse de la maldición del origen o volver a la pureza del ori­gen. La diferencia está en que en el primer caso es deseante y en el segundo se propone como desea-ble, pero en ambos casos su deseo se confunde con el deseo del Otro (los primeros padres). Desea en tanto Otro y desea como Otro: lo contingente se vuelve necesario, la suerte se convierte en des­tino. Culpable es el Otro, pero en tanto se desea como Otro la culpa se instala en cada uno. Como en el melancólico que se insulta para insultar al otro con el que se identifica, cada sujeto encuen­tra su deseo como falta para revelar y rebelarse en el deseo del Otro.

En tanto la fantasía da sentido y el sentido es religioso, se puede hablar de la religión como «neurosis universal» y de la neurosis como reli­gión particular.

LA SECULARIZACION

La versión secularizada de la creación se llama producción: el hombre no fue creado por el Otro (Dios), sino que se produce a sí mismo. El hombre matriz y medida de todas las cosas, es su propia madre y su propio padre. No tiene origen, sino proyecto.

Asistimos a una secularización que se basa en una inversión temporal: no desear según los pa­dres del origen, sino tratar de vivir el presente según el deseo de los habitantes del porvenir.

Millones de inocentes se alistan en esta lucha contra el origen, contra la culpa, contra el deseo.

Freud supone que nuestra cultura se encuentra en una vasta operación de secularización, despla­zando sobre las relaciones entre sujetos el len­guaje producido por la clausura. En el momento en que el eclesiástico es autorizado para vivir fuera de la clausura, es su lenguaje el que co­mienza a convertirse en lazo social fundamental. Ya no existe recinto interior, Jugar donde se ex­cluye al otro sexo: hombres y mujeres se hablan mediante 1afidelidad (es decir, la fe), aspiran a la comunicación y la comunidad (es decir, a la co­munión), quieren compartir todo como si fueran una sola persona (es decir, en unión mística). No hay espacio para la clausura en una sociedad que se identifica con ella al punto de clausurarse en los límites del discurso del religare: basta escuchar las palabras, en vez de fascinarse por lo que se supone que quieren decir.

La consigna de Freud era la siguiente: hay que transformar la metafísica en metapsicología, hay que demostrar que cualquier aspiración es produ­cida por una trama de fantasías que son el montaje del deseo. Hay que demostrar que existe el deseo y el lenguaje y que entre estos dos términos viene a enrollarse el hilo de una estupidez sustancial.

La suposición del origen se anuda con el pecado que explica, a su vez, la pérdida de la omnipoten:

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cia. El origen, el pecado, el poder: tres términos que consumen cuerpos, que los enlazan como cuentas de un rosario.

¿Qué omnipotencia?: La divina, dice la religión. La omnipotencia de las palabras de los padres, dice el psicoanálisis. En tanto los padres enseñan las palabras y sancionan el sentido de las mismas, adquieren una obscura autoridad. Los padres se convierten en profetas, hablan por ese Otro que garantiza el valor y el sentido· del lenguaje. La palabra es acto, revelación y acción. Basta que alguno de los padres explique al hijo que existe el universo y diversos planetas, para que exista por esa palabra y desde ese momento lo que fue nom­brado. En un primer momento el padre no tras­mite la palabra, sino que constituye al mundo por ella. En un segundo momento, el padre aparece como el portador de algo que no funda con su palabra. Es lo que el psicoanálisis llama padre idealizado (primero) y padre muerto (después).

Cualquiera sea el valor de una conjetura como

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la anterior, sólo intenta señalar la dirección se­guida por Freud. A la inversa del proceso de secu­larización, no se trata de difundir el lenguaje de la clausura por toda la sociedad para hacerlo subsis­tir, sino de darle una vuelta para disolver la fasci­nación producida por sus resonancias.

Dicho de otra manera: el psicoanálisis escucha en sus analizantes los efectos deletéreos de esta secularización, de esta forma de sostener la omni­potencia por un resguardo del poder en la creencia del amor divino, y se ve llevado a interpretar la operación por el término narcisismo.

Ligar y religar, aparecen como la insistencia de un deseo surgido de la pérdida de la omnipotencia prima�ia. ¿Qué queda, para el argot, del religaredel ongen? «Ligar: Conquistar con fines sexuales Conseguir, agenciarse I Comprar/ Hurtar, robar/ Detener. Ligón: Persona con atractivo y simpatía que liga fácilmente. Ligue: Relación amistosa­sexual pasajera I Persona con la que mantiene este tipo de relación» (Víctor León: Diccionario de A�got español, .�lianza Ed., 1980). En Argentina «ligarla» es recibir una paliza, etcétera.

¿ Qué tipo de relación se quiere sostener? U na que habla de participación en la esencia de aquello con lo que. el suje�o se relaciona. Así, participa de la sustancia de D10s, como de la sustancia de la mujer que ama. Sin embargo la relación entre su­jetos de la palabra se reduce a ser de «intersec­ción» y se puede intuir por un conjunto vacío. El elemento «relacionante» no existe la relación misma es una ilusión. ¿No participa

,el mito de la

liberación sexual de una secularización de la uniónmística? Basta leer las metáforas del discurso de esa liberación, las apelaciones a la «pureza» del sexo, para darse cuenta de que las cosas son así.

CANIBALES

Participar en la sustancia del cuerpo del otro. Bebe de mi sangre, come de mi carne. Una simbó­lica del canibalismo muestra el pecado del origen, donde Eva se come la manzana y Adán se come a Eva. Si los predicadores comen cocos, los hom­bres comen mujeres.

Freud pudo situar el canibalismo en el centro de cualquier intercambio, mostrando que antes de ser economistas somos todos ecónomos. Hablar de «repartir» los bienes supone un Bien U nico que se divide en «partes»: cada uno es un culpable agra­decido de la parte que le toca. Hay que escuchar, en el lenguaje de ciertos vegetarianos, el rechazo de las más puras fantasías canibalísticas.

Los sobrevivientes del famoso accidente de aviación que lograron salvarse alimentándose con la carne de los muertos, tuvieron que apelar a un discurso religioso para poder digerir a los seme­jantes. Pensaron que Dios había puesto esos cuer­pos allí, conservados en la nieve, para que ellos se salvaran . . ,La metáfora ?e la_ comunión les permi- ....

t10 una buena digestión. ...,