familia cómo construir la democracia en familia

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DOCUMENTOS DE ESTUDIO Cómo construir la democracia en la familia. doctora Elsa Galán Sarmiento. Todas las ciencias humanas se preocupan hoy de la familia. La aguda crisis nacional tocó todos los ámbitos de la vida colectiva. Se plasma en descomposición social, aumento de la violencia, presencia de antivalores, desequilibrios profundos, ausencia de oportunidades, poco acceso a un nivel de ingreso justo, depauperización de la calidad de vida. En la familia confluyen géneros, generaciones, historias de vida y esfuerzos pro desarrollo. Forjando una cultura alrededor de los derechos humanos, la democracia quiere llegar hasta la familia. Pensar en la familia es ubicarla como primera red de relaciones en las diferencias, es el espacio cotidiano donde confluye la vida, el amor y el desamor, el encuentro, el desencuentro y la muerte, en donde entretejemos historias, diálogos, sueños, logros y contradicciones, esencia del devenir. Algunos hechos de este particular devenir marcan huella y florecerán en amplias gamas de redes familiares con el pasar del tiempo. Todo esto está supeditado a las interacciones afectivas o desafectivas, en sus distintos niveles, que generan dinámicas de solidaridad o de ausencias, abandono, maltrato, autoritarismo, insatisfacción de necesidades básicas. El afecto marca la diferencia en el respeto a los derechos humanos. El desafecto es deshumanización, siempre. Los integrantes del núcleo familiar, al participar activamente en procesos educativos, construyen colectivamente valores, relaciones y vivencias democráticas, que al ser aceptadas y apropiadas por los grupos humanos, se convierten en normas de conducta social, fortalecen la conciencia crítica, generan actitudes de diálogo y movilización para el cambio de las inequitativas y arcaicas estructuras sociales de la nación

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Page 1: Familia cómo construir la democracia en familia

DOCUMENTOS DE ESTUDIO

Cómo construir la democracia en la familia.doctora Elsa Galán Sarmiento.

Todas las ciencias humanas se preocupan hoy de la familia. La aguda crisis nacional tocó todos los ámbitos de la vida colectiva. Se plasma en descomposición social, aumento de la violencia, presencia de antivalores, desequilibrios profundos, ausencia de oportunidades, poco acceso a un nivel de ingreso justo, depauperización de la calidad de vida.

En la familia confluyen géneros, generaciones, historias de vida y esfuerzos pro desarrollo. Forjando una cultura alrededor de los derechos humanos, la democracia quiere llegar hasta la familia.Pensar en la familia es ubicarla como primera red de relaciones en las diferencias, es el espacio cotidiano donde confluye la vida, el amor y el desamor, el encuentro, el desencuentro y la muerte, en donde entretejemos historias, diálogos, sueños, logros y contradicciones, esencia del devenir.Algunos hechos de este particular devenir marcan huella y florecerán en amplias gamas de redes familiares con el pasar del tiempo. Todo esto está supeditado a las interacciones afectivas o desafectivas, en sus distintos niveles, que generan dinámicas de solidaridad o de ausencias, abandono, maltrato, autoritarismo, insatisfacción de necesidades básicas. El afecto marca la diferencia en el respeto a los derechos humanos. El desafecto es deshumanización, siempre.

Los integrantes del núcleo familiar, al participar activamente en procesos educativos, construyen colectivamente valores, relaciones y vivencias democráticas, que al ser aceptadas y apropiadas por los grupos humanos, se convierten en normas de conducta social, fortalecen la conciencia crítica, generan actitudes de diálogo y movilización para el cambio de las inequitativas y arcaicas estructuras sociales de la nación

Las culturas y subculturas familiares en cada región son evidentes. Lo urbano y lo rural determinan muchas cosas de acuerdo con los elementos interactuantes. Las categorías de la modernización y la modernidad debemos tenerlas en cuenta a la hora del análisis. La modernización se refiere a los procesos de cambio en las formas de producción y consumo lo que produce modos de vida; la modernidad alude a la transformación de la percepción del mundo y de la historia, de los valores, las normas y las significaciones sociales (Daniel Pecaut).

Una característica de la modernización fue la asimilación o reducción del concepto de desarrollo al de crecimiento económico, apoyado en criterios tecnocráticos, de racionalidad económica y de globalización del consumo, sustentados en una filosofía del progreso. Lucero Zamudio, Virginia Gutiérrez y Ligia Echeverri Angel señalan algunas características de la familia actual:

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Pluralismo y polimorfismo de tipologías de familia, cambiantes y dependientes de la región, el grupo étnico y el estrato socioeconómico.

El impacto de la modernidad golpea las familias de forma diferente de acuerdo con las anteriores variables.

Los cambios económicos, sociales, políticos y culturales modifican la estructura de la familia e inciden en sus antiguas formas de organización. Los cambios no son homogéneos.

Cambio de funciones, relaciones y estructura en la familia, creándose una situación de ambigüedad derivada de lo que se espera de sus miembros y de sus propias expectativas.

Tendencia a la feminización en la jefatura a pesar del dominio masculino. Factores: separación, viudez, madresolterismo, ingreso al sistema productivo, irresponsabilidad económica del varón.

Reestructuración de los principios patriarcales lo que genera una ruptura en los modelos de hombre y mujer y en la concepción de la sexualidad. Todo esto trasciende la línea tradicional de poder y autoridad.

Cambio en el sentido de paternar y maternar. Se está superando la visión funcional para buscar una responsabilidad integral en el proceso de socialización.

Segmentación en los tiempos y espacios que se comparten en familia. Aparición de espacios de “desencuentro” entre el hombre y la mujer en la

vida cotidiana, para asumir roles y funciones diversas, casi siempre al servicio del sistema socioeconómico absorbente y discriminante. La familia quedó sometida a los códigos del mercado.

Agudización de la violencia en las diferentes redes, lo cual provoca silencio, exclusión, desconocimiento, injusticia y muerte.

Desplazamiento del control que la familia ejerce sobre sus miembros hacia lo jurídico.

Aparición de nuevas tipologías de familia, con reconocimiento y legitimidad por parte del Estado en cuento a derechos y obligaciones. Esto es producto inmediato de la urbanización e industrialización, la hegemonía de los medios de comunicación, la globalización dela cultura, el descenso de la tasa de natalidad, la migración de las familias rurales, el control de las tierras por parte de contendientes en guerra o con especiales intereses económicos.

Estos y otros factores están configurando una nueva conciencia nacional, con nuevas alianzas de clase, acuerdos interinstitucionales, surgimiento de líderes y experiencias comunitarias en la sociedad civil, agudización de la pugna por intereses contrarios

ALGUNAS PROPUESTAS METODOLOGICASPARA AFIANZAR LA CULTURA DE LA DEMOCRACIA

En Colombia, catalogado como uno de los países más violentos del mundo, florecen subculturas de violencia en distintos espacios, como la familia, la escuela, el vecindario, el trabajo... legitimadas en procesos de socialización y reforzadas por

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los medios masivos de comunicación. La violencia entonces se convierte en pauta de conducta ya sea para imponer “autoridad”, defender privilegios, luchar por ideas, suplir necesidades o como un mecanismo de defensa que esconde complejos y debilidades psicológicas..

Por experiencia encontramos en muchos sectores que sistemáticamente se ignoran los derechos de las mujeres, las niñas y los niños en el quehacer cotidiano y en las conversaciones habituales (chistes, rechazos y actitudes descalificantes), creándose así el contexto de maltrato infantil y violencia intrafamiliar que existe en el país y que por generaciones ha transmitido inequidad de género. Algunos medios de comunicación social se encargan de reforzar los estereotipos de mujer artículo y motivación para el consumo, y de la violencia como forma de vida positiva para triunfar y adquirir prestigio (noticieros, películas, telenovelas, propagandas)

El costo social que pagamos es muy alto: altos niveles de frustración, abandono afectivo, incremento del desempleo y de los cordones suburbanos de miseria, delincuencia juvenil, fuerte deterioro de la autoestima personal, grupal y nacional, daños emocionales irreversibles, pocas oportunidades educativas, apatía e insolidaridad, resentimiento hacia la clase dirigente y los administradores del Estado, desintegración, orfandad y viudez al interior de los núcleos familiares, narcotización de la economía y de la política, aumento de la drogadicción, gastos multimillonarios para la guerra, la represión, la prevención y la rehabilitación.

Por las anteriores razones evidenciamos que el conflicto está anclado en sistemas de relaciones y significados que lo mantienen y potencializan. Superarlo supone, necesariamente, cambio de estructuras. De no hacerlo la espiral de la violencia crecerá irremediablemente hacia lo peor y para entonces el lenguaje pacificante será obsoleto. Nos urge generar formas alternativas de interaccion, hacer del afecto y la reflexión prácticas cotidianas, recuperar el poder de las historias personales, crear una auténtica cultura de la democracia en todos los niveles, recuperar el sentido del compromiso y de los deberes sociales, manejar pacífica y asertivamente los conflictos, creer en la familia (renovada en sus roles), construir sentido de vecindad participante, impulsar los proyectos culturales y la búsqueda colectiva de la verdad, reconocer y respetar la dignidad de los demás.

Para impulsar pedagógicamente esta propuesta democrática quiero resaltar algunos elementos:

Propiciar la comunicación reflexiva, auténtica, abierta y participativa. Dialogar permanentemente sobre acuerdos, loros y desacuerdos. Escuchar activamente, sin afanes, prejuicios y queriendo aprender. Buscar la conciliación, el acuerdo y la consulta entre los participantes como

forma de fortalecer y sostener las negociaciones. Desarrollar el entendimiento, la confianza y el respeto mutuo a pesar de las

diferencias. Permitir la expresión de sentimientos, diferenciando claramente las razones

de las emociones. Generar sentido de pertenencia en la lucha contra los problemas.

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Establecer criterios de legitimidad, veracidad, equidad y justicia frente a los diversos conflictos y desacuerdos cotidianos.

Acompañar, motivar y evaluar sistemáticamente los procesos de diálogo y negociación.

Demostrar con hechos concretos y prácticos la validez de las propuestas y experiencias.

Cumplir eficaz y oportunamente los compromisos y acuerdos establecidos.

Estos y otros principios contribuyen a que no se nos derrumbe la sociedad, anclada en un esquema de egoísmo y competencia mal entendida donde para ganar otros tienen que perder. Es el reto actual de construir opciones humanistas, creativas y con alternativas sólidas, oportunas, válidas, factibles y colectivas.