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Falsa bandera

Falsa banderaPublicado en Peridico Diagonal (https://www.diagonalperiodico.net)

Falsa banderaEnviado por pabloelorduy el Vie, 12/11/2015 - 07:29 Artculos relacionados portada: La violencia humanista de Occidente, ayer en ParisFoto portada:

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Antettulo Largo (interior): Atentados en ParsInfo de la autora: Investigador en el Centro de Estudios sociales de la Universidad de Coimbra.

Lo reconozco. Cuando recib la noticia de los atentados en Pars, mi primera reaccin no fue pensaren el dolor de los familiares de las vctimas, ni en sus traumticos efectos sobre las quesobrevivieron, ni en la irreparable prdida de las vidas de quienes no lo hicieron. Mi primera reaccinfue un profundo sobrecogimiento ante la anticipable cadena de efectos, incluyendo futuras vctimas,que en su nombre se iban a desencadenar. Era este un sobrecogimiento acompaado por un anconfuso pero creciente sentimiento de rabia ante los usos mediticos, polticos, estratgicos, blicosy policiales que, con toda probabilidad, se iban a desplegar en los das, semanas y meses queseguiran a aquel da. Es ms, lo reconozco, junto a mi sbita incapacidad para aproximarme, notodava, a la empata con el sufrimiento desencadenado durante los atentados, haba tambin algoms. Una irracional certeza de que todo aquello encajaba tan bien con los intereses de quienespretenden tener a su lado a la opinin pblica europea para justificar sus propias polticas delterror, su propia construccin inhumana de las relaciones con la otra, la extranjera, lamusulmana, la africana, la refugiada que muere en las costas de la Europa fortaleza que, sinduda, algo tendran que ver con su gestacin. Dos palabras se destacaban ya en mi reaccin viscerala la noticia: falsa bandera.

Por supuesto, las imgenes, los relatos, los detalles de lo que se acababa de vivir en Parsneutralizaron, brutal y rpidamente mi incapacidad para hacerme cargo del irreparable sufrimientode las vctimas. No sin que por ello o, mejor dicho, gracias a ello dejara de darme cuenta de hastaqu punto depende esa oportunidad de participar del duelo colectivo del conocimiento de esospequeos y mltiples detalles, historias e imgenes que nos ponen en contacto directo con lasentraas de cualquier tragedia. Los mismos que, por su capacidad de humanizar a muertas ysupervivientes, nos son sistemticamente negados en tantos otros escenarios. Empezando, enprimersimo lugar, por aquellos en que pierden la vida las vctimas colaterales de las intervencionesmilitares de occidente.

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Superada mi muy preocupante insensibilidad inicial, quedaba por resolver la repentina alerta sobreel origen de los propios atentados. La aparicin del famoso y falso pasaporte sirio cerca del cuerpode uno de sus artfices, al milagroso estilo del hallado intacto ente las ruinas de las torres gemelas,haba terminado de acaparar mi maltrecha capacidad de raciocinio. Por suerte, habra de venir en mirescate un artculo, ledo tiempo atrs, de la ya fallecida terica queer Eve Kosofsky Sedgwick. Ensu Lectura paranoica y lectura reparativa o, eres tan paranoico que probablemente piensas queeste ensayo es sobre ti comienza recordando la reflexin de otra activista acadmica, Cindy Paton,sobre el posible origen militar del virus del VIH:

"Cualquiera de sus posibles orgenes podra haber sido accidental o deliberado. Pero tengodificultades para interesarme por ello. Es decir, supn que estuvisemos seguras de cadaelemento de una conspiracin: de que las vidas de los africanos y de los afroamericanos notienen valor a los ojos de los Estados Unidos, de que gays y usuarios de drogas sondespreciados cuando no activamente odiados, de que el ejrcito deliberadamente investigaformas de matar no combatientes a los que ve como enemigos, de que las personas quedetentan el poder contemplan tranquilamente la probabilidad de cambios medioambientalesy demogrficos catastrficos. Suponiendo que estuvisemos seguras de todas esas cosas,qu sabramos de lo que no estuviramos ya seguras?"

Con esta crucial pregunta se salvaron mis neuronas de las improductivas aguas de la inquietudconspiranoica. A la vista del recrudecimiento de los bombardeos de la coalicin occidental en Siria,del estado policial desatado en Francia y Blgica, de las medidas legislativas y de la reforma previstade la constitucin francesa para permitir, entre otras cosas, limitar el control judicial de lasactuaciones policiales, de la espectacular subida de la extrema derecha islamofbica del FrenteNacional, de la total fusin entre las medidas para gestionar la crisis de refugiadas y las propuestasen nombre de la seguridad frente al terrorismo, de la cada vez ms enrgica puesta en cuestin dela continuidad del espacio Schengen, de la represin policial de las manifestaciones pacficasdurante la Cumbre del Clima en Pars, de la alarmante proximidad entre la lucha contra elterrorismo y la criminalizacin del enemigo interno de la protesta social (que comenzaraa su vez, en nuestro pas, con el conjunto de las leyes mordaza y que contina ahora con lapromocin de la denuncia conciudadana de formas incipientes de radicalizacin), de los proyectosde ley para multar el uso del wifi pblico y de cualquier programa que permita proteger la identidadde las usuarias de internet en Francia, todo ello, en fin, mientras se guarda el ms ominoso silencioinstitucional sobre el control de las formas de financiamiento o de compra de armas por parte de losgrupos terroristas que se pretende combatir, cabe preguntarse, qu podra aportar cualquieraproximacin de corte conspiranoico? Qu sabramos de lo que no estuviramos seguras ya?

Lo que tenemos a la vista, a plena luz, demanda por s solo la atencin de la totalidad de nuestracapacidad crtica. La gravedad de la ms inasimilable de las posibles mentiras sobre el origen de losatentados palidece ante la confluencia de intereses que se regodea en sus efectos. Adems, ahoraque hasta Hillary Clinton entona el mea culpa por el financiamiento directo de terroristas por partede Estados Unidos, bien podemos ahorrar energas. Las verdades ocultas carecen de inters cuandola conclusin manifiesta es que la falsa bandera, mucho ms que una propiedad atribuible aacontecimiento concreto alguno resulta ser, ms bien, una situacin estructural. Al fin y al cabo,todas las banderas son falsas y las fronteras no son sino fosas comunes estratgicamentedistribuidas en el mapa.

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Pie de foto: Homenaje a los fallecidos en los atentados de Pars.Edicin impresa:

Seccin principal: GlobalTematicos: guerra civil en SiriaGeogrficos: FranciaBlgicaPosicin Media: Cuerpo del artculoAutora foto: Cyberien 94Compartir:

Autora: Pablo Prez NavarroFormato imagen portada: grande

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