falacias
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Petición de principio
Es la falacia que ocurre cuando la proposición a ser probada, es decir la conclusión del
argumento, se encuentra implícita o explícitamente entre las premisas. Por ejemplo, el
siguiente argumento es una petición de principio:
-Yo siempre digo la verdad.
-Por lo tanto, yo nunca miento.
En este argumento, la conclusión está contenida en la premisa, pues decir la verdad es
sinónimo de no mentir. Las peticiones de principio resultan más persuasivas cuando son
lo suficientemente largas como para hacer olvidar al receptor que la conclusión ya fue
admitida como premisa.
Formalmente, las peticiones de principio son argumentos deductivamente válidos, pues es
deductivamente válido que de A se sigue A. Existe desacuerdo acerca de por qué algunos
argumentos deductivamente válidos se consideran peticiones de principio y otros no. Una
propuesta es que la diferencia es psicológica: si la conclusión nos parece demasiado
obvia con respecto a las premisas, entonces consideramos que el argumento es una
petición de principio; de lo contrario, no.
La petición de principio es una forma de razonamiento circular y, como tal, puede dejar de
ser falaz si es lo suficientemente amplia. Por ejemplo, en los diccionarios las definiciones
son siempre circulares (pues definen palabras a partir de más palabras), pero no por eso
dejan de ser informativas y por lo tanto no se consideran problemáticas. Del mismo modo,
una petición de principio lo suficientemente amplia puede dejar de ser un círculo
vicioso para pasar a ser un círculo virtuoso.
Afirmación del consecuente
Se comete al razonar del siguiente modo:
-Si A, entonces B
-B
-Por lo tanto, A
Por ejemplo:
-La gente honrada está en libertad.
-Yo estoy en libertad.
-Por lo tanto, soy honrado.
La primera premisa solo nos da información de qué pasará si se es honrado, pero no dice
nada sobre qué sucede si se está en libertad. Uno puede no ser honrado pero estar en
libertad por no haber sido descubierto y juzgado.
-Todos los perros son bonitos.
-Doggy es bonito.
-Por lo tanto, Doggy es un perro.
Lo falaz de este argumento se puede ver con mucha claridad en la siguiente variación.
-Todos los perros son bonitos.
-El Sol es bonito.
-Por lo tanto, el Sol es un perro.
La conclusión puede llegar a ser verdadera de manera casual. En este caso podría
coincidir que hubiese un perro al que llamasen Doggy o el Sol. Aun acertando, el
razonamiento seguiría siendo una falacia, ya que esto no depende de la conclusión, sino
del razonamiento en sí mismo.
Generalización apresurada
Es una falacia lógica en la que se llega a una generalización inducida basada en muy
pocas pruebas.
Ejemplo: «Me encanta esta canción, por lo tanto me gustará también todo el álbum en el
que está». Es una falacia porque el álbum puede no ser tan bueno como la canción
escuchada.
Una muestra sesgada es una muestra que ha sido falsamente considerada como la típica
de una población de la cual ha sido tomada.
Ejemplo: Alguien puede decir «A todo el mundo le gustó la película» sin mencionar que
«todo el mundo» fue él y tres de sus compañeros, o un grupo que son fans del artista. Los
sondeos en línea y las muestras por llamadas voluntarias son un tipo particular de este
error, porque las muestras están implícitamente preseleccionadas o autoseleccionadas.
En el mejor de los casos, esto significa que las personas que se preocupan más sobre el
asunto responderán u opinarán y en el peor de los casos, solo aquellas que sintonicen
una radio particular, un periódico particular o una lista política.
Ejemplo: «He visto a hombres (Pedro y Juan) jugar bien al fútbol, por consiguiente todos
los hombres juegan bien al fútbol». Todas las citadas son falacias de generalización las
cuales se pueden agrupar dentro de una de las trece falacias identificadas por Aristóteles;
la falacia de destrucción de la excepción o accidente (falacia) a dicto simpliciter ad dictum
secundum quid. Ejemplo: 1) Cortar a personas con cuchillos es un crimen [aunque en
algunos casos esto no es cierto; es permisible, por ejemplo, en defensa propia]; 2) los
cirujanos cortan a las personas con cuchillos; 3) los cirujanos son criminales.
Post hoc ergo propter hoc
Es una expresión latina que significa «después de esto, luego a consecuencia de esto» es
un tipo de falacia que asume que si un acontecimiento sucede después de otro, el
segundo es consecuencia del primero. Es verdad que una causa se produce antes de un
efecto pero la falacia viene de sacar una conclusión basándose solo en el orden de los
acontecimientos, es decir, no siempre es verdad que el primer acontecimiento produjo el
segundo acontecimiento. Esta línea de razonamiento es la base para muchas
creencias supersticiosas y de pensamiento mágico.
Falacia del francotirador
Es una falacia lógica donde la información que no tiene relación alguna es interpretada,
manipulada o maquillada hasta que ésta parezca tener un sentido. El nombre viene de un
tirador que disparó aleatoriamente varios tiros a un granero y después pintó una diana
centrada en cada uno de los tiros para autoproclamarse francotirador. Tiene que ver con
el sesgo cognitivo ilusión de serie donde las personas tienden a ver patrones donde solo
hay números aleatorios. Esta falacia no se aplica cuando uno tiene una predicción o una
hipótesis particular antes de observar los datos. Uno podría tener una teoría de cómo
debería comportarse algo o el patrón que debe seguir algo y comprobar mediante pruebas
empíricas o datos que de hecho es así (método científico). Alternativamente, se pueden
tomar los datos observados para construir una hipótesis tal como hace el francotirador
pero luego es necesario ensayar la hipótesis con nuevos datos. Véase test de hipótesis.
Uno no puede usar la misma información para construir y después ensayar o testar la
hipótesis ya que incurriría en la falacia del francotirador.
Falacia del hombre de paja
Es una falacia lógica basada en la confusión de la posición del oponente. Generar un
«hombre de paja» es crear una posición fácil de refutar y luego atribuir esa posición al
oponente para destrozarlo. En realidad el argumento real del oponente no es refutado
sino el argumento ficticio que se ha creado. El nombre viene de los hombres de paja que
se usan para entrenar en el combate y que son fáciles de abatir. Es decir, se atacan los
flecos o posibles malinterpretaciones que se puedan hacer de la premisa. Ejemplo: Pedro:
«Pienso que los niños no deberían correr por calles con mucho tráfico». Juan aprovecha y
crea una posición clara de ataque: «Yo pienso que sería estúpido encerrar a los niños
todo el día sin respirar aire limpio». De esta manera, Juan puede atacar una posición
radical y fácil que Pedro nunca quiso dar a entender. La única manera de evitar el hombre
de paja es que Pedro lo destruya antes que Juan o poner en evidencia la intención de
Juan de crearlo para confundir.
Falacia del alegato especial
Esta falacia tiene lugar cuando alguien, en su argumentación, recurre o hace alusión a
una visión o sensibilidad especial del tema objeto de debate y, bien sea de manera
implícita o explícita, esta persona mantiene que el oponente posiblemente no puede
comprender las sutilezas o complejidades del tema en cuestión, porque no alcanza el
nivel de conocimiento o la empatía que supuestamente se requiere. Detrás de tal alegato
especial o pretensiones de una visión profunda o empatía se presume que las opiniones
del sujeto no pueden ser evaluadas por el oponente porque este no tiene la capacidad de
hacer ningún juicio válido. Todas estas pretensiones se deben tratar con profundo
escepticismo. Los alegatos especiales pueden tomar muchas formas y ser empleados en
una amplia variedad de contextos, siendo muy comunes en las columnas de opinión de
periódicos, discursos políticos, debates televisivos y similares. Con frecuencia
las religiones y las pseudociencias los utilizan como recurso retórico, al carecer
de argumentos válidos para demostrar o defender sus tesis.
Argumento a silentio
Consiste en considerar que el silencio de un ponente o interlocutor sobre un asunto X
prueba o sugiere que el ponente es un ignorante sobre X o tiene un motivo para
mantenerse en silencio respecto a X. En relación con esta falacia, es necesario hacer
referencia a la doctrina jurídico-procesal llamada «de los actos propios», por la cual, en
una de sus aplicaciones más frecuentes, si una de las partes en un proceso no alega
cierto hecho, dato, prueba o argumento disponiendo de trámite para hacerlo, se presumirá
que carece del mismo. Por tanto, aunque lógicamente el argumento a silentio o ex
silentio es una falacia, porque el silencio de un interlocutor no puede tomarse como
prueba de certidumbre de lo dicho por un interlocutor contrario, en el terreno de la pura
retórica puede ser un indicio de falta de argumentos o de falta de capacidad para
contrarrestar dialécticamente los argumentos expuestos por la adversa. Esta presunción
se realiza en el terreno jurídico por ser este un terreno subjetivo marcado por leyes que
están hechas para que la mayoría pueda quedar satisfecha. Y esto es así porque la
mayoría posee el prejuicio de que el silencio de un interlocutor implica la falta de
argumentos o un motivo particular para tenerlo y también porque el que rompe el estado
de normalidad tiene la obligación de probar con argumentos las acusaciones.
Argumento ad consequentiam
Es un argumento que concluye que una premisa (típicamente una creencia) es verdadera
o falsa basándose en si esta conduce a una consecuencia deseable o indeseable. Es una
falacia porque basar la veracidad de una afirmación en las consecuencias no hace a la
premisa más real o verdadera. Asimismo, categorizar las consecuencias como deseables
o indeseables es intrínsecamente una acción subjetiva al punto de vista del observador y
no a la verdad de los hechos.
«El presidente no ha robado fondos del Estado, porque si lo hubiera hecho, habría
perdido las elecciones».
«Dios debe de existir, porque si no existiera no habría moral y el mundo sería
horrible».
«El jugador hizo todo lo que pudo, porque, si no, no hubiéramos ganado el partido».
Argumento ad baculum
Es un argumento donde la fuerza, coacción o amenaza de fuerza es dada como
justificación para una conclusión. Es un caso especial negativo del argumentum ad
consequentiam. Este tipo de falacia se da en los casos en los que se duda en intervenir o
no, en un conflicto. Se basa la decisión en algunos, en la consecuencia de actuar o no
actuar, lo que justifica la intervención. Sin embargo, aunque estas decisiones preventivas
previas, modifican forzosamente las predichas y subjetivas consecuencias, no aclaran la
necesidad de actuar o no aseguran la verdad de las premisas en las mismas. El miedo a
las consecuencias no puede ser el motor de ninguna decisión ni es capaz por sí mismo de
hacer más veraz una posibilidad.
Ejemplo: «Iraq tiene armas de destrucción masiva. Como esto puede provocar una
guerra muy peligrosa debe ser verdad y por tanto es necesaria una intervención».
Ejemplo: «Debes creer en Dios, porque si no lo haces irás al infierno».
La única manera de saber la veracidad de una afirmación es basándose en los
argumentos que la apoyen. La intervención, que es una manera específica de resolución,
es también una acción que es independiente de la veracidad de la afirmación, y tiene más
que ver con la inteligencia para discernir cuál es la mejor manera de actuar, esta vez sí,
en función de las consecuencias deseadas y a partir de las verdades encontradas,
situación, entorno, etc. También es posible que se sea consciente de lo falaz de nuestra
lógica y que igualmente por otras razones como egoísmo, intereses o por miedo a la
simple probabilidad no nula de amenaza, prefiera uno equivocarse y actuar como si
estuviera seguro a esforzarse en hallar la verdad.
Argumento ad hominem
Consiste en replicar al argumento atacando o dirigiéndose a la persona que realiza el
argumento más que a la sustancia del argumento. Tu quoque en el que se desvelan
trapos sucios suele ser un mecanismo.
Por ejemplo, dices que este hombre es inocente pero no puedes ser creíble porque tú
también eres un criminal.
Argumento ad ignorantiam
Un argumento ad ignorantiam o argumentum ad ignorantiam, también conocido
como llamada a la ignorancia, consiste en sostener la verdad o falsedad de una
afirmación alegando que no existe evidencia o prueba de lo contrario, o bien alegando la
incapacidad o la negativa de un oponente a presentar pruebas convincentes de lo
contrario. Quienes argumentan de esta manera no basan su argumento en el
conocimiento, sino en la ignorancia, en la falta de conocimiento. Esta impaciencia con la
ambigüedad suele criticarse con la frase: «la ausencia de prueba no es prueba de
ausencia». Es decir, se comete esta falacia cuando se infiere la verdad o falsedad de
una proposición basándose en la ignorancia existente sobre ella. Un argumento ad
ignorantiam no respeta el principio de suficiencia, y viola también el principio de que la
carga de la prueba para cualquier afirmación general recae en la persona que establece la
afirmación.
Ejemplo: Scully: «¿Que tu hermana fue abducida por alienígenas? Eso es ridículo».
Mulder: «Bueno, mientras no puedas probar lo contrario, tendrás que aceptar que es
cierto».
Argumento ad populum
Es un argumento falaz que concluye que una proposición debe ser verdadera porque
muchas personas lo creen así. Es decir, recurre a que «si muchas personas lo creen así,
entonces será así». En ética el argumento falaz sería «si muchos lo encuentran
aceptable, entonces es aceptable». Esta falacia hace uso del prejuicio efecto carro
ganador. Esta falacia es un tipo de falacia genética o basada en el origen de las cosas. Es
una falacia porque el mero hecho de que una creencia esté ampliamente extendida no
soporta o no la hace necesariamente correcta o verdadera. Esto se basa en que si una
opinión individual puede ser incorrecta, entonces la opinión sostenida por muchas
personas también puede serla. La veracidad o falsedad de una afirmación es
independiente o no reside en el número de personas que creen en ella. Esta falacia se
usa mucho en publicidad.
Ejemplo: «Cincuenta millones de fans no pueden estar equivocados».
Ejemplo: «La marca X es la marca líder en Europa, por eso deberías comprar
productos de esta marca».
Ejemplo: «La mayor parte de la gente del planeta cree en algún dios, y no se conocen
entre sí. Eso no puede ser coincidencia: Dios debe existir»
Ejemplo: «Los ecologistas dicen que el calentamiento global está sucediendo porque
la mayoría de los científicos dicen y lo creen así».
Esto es una afirmación falaz. Sin embargo, la ciencia trabaja sobre la prueba, no sobre el
voto popular, así es apropiado fijarse más en las pruebas que se presentan más que en el
número de personas que lo afirman o lo niegan. Esto lleva a que los resultados
en democracia no pueden catalogarse como buenos o malos por el número de votantes
tan solo se puede afirmar que el resultado es el que el mayor número de personas quiere
y eso en democracia debe ser suficiente. Votar por una solución o voto plural como
método para saber si una afirmación es cierta o falsa es falaz e incorrecto. Un espectador
de un juicio que observa una votación y no los argumentos no puede deducir después de
la votación o por el resultado si lo votado es cierto o no. Esto es así porque la votación
pudo haberse llevado a cabo a través de los prejuicios y no a través de los argumentos.
De igual manera si la lógica es llevada solo a través de argumentos sólidos no sería
necesaria la votación. Tanto la democracia como los juicios no obvian esto sino que
simplemente hacen la falacia irrelevante definiendo leyes que son subjetivas más que
objetivas. Es decir, no se trata de hallar la verdad o lo mejor posible sino de encontrar una
solución que agrade a la mayoría. En los juicios por votación, para evitar en lo posible
un efecto carro ganador, existe la presunción de inocencia y, además, la idea de que la
simple posibilidad, suposiciones o pruebas circunstanciales no deben ser tenidas en
cuenta por el jurado. Existen excepciones como en etiqueta y protocolo. Estas solo
dependen de la aceptación mayoritaria de estos, es decir, son totalmente subjetivos al
número así que un argumento ad populum no es falaz en estos casos. Ejemplo: En Rusia
la mayoría piensa que es cortés entre hombres besarse en cada encuentro. Por
consiguiente, es cortés para los hombres hacerlo en Rusia. Otra excepción es cuando
el argumentum ad pópulum implica implícitamente un argumento «de seguridad» por
convención pero no se centra en si es mejor o peor el sistema. Ejemplo: Todos conducen
por la derecha. Por tanto, para no tener problemas deberías conducir por la derecha.
Argumento ad nauseam
Es un tipo de falacia dirigida a las emociones en el que las personas creen que es más
posible que una afirmación sea cierta (o sea aceptada como verdad) cuanto más veces
haya sido oída. Esta falacia está dirigida a las emociones porque el hastío o ad
náuseam que se genera subjetivamente o en cada persona por la repetición de la
afirmación es tal que puede hacer cambiar el concepto de ésta sin llegar a escuchar
ningún argumento válido. De esta manera, un argumentum ad náuseam es aquel que
emplea repetición constante de una afirmación hasta que los receptores se convencen de
esta. Este tipo de técnica falaz es usada mucho en política, donde ―sin emplear
argumentos o pruebas de un hecho― se repite una y otra vez la misma afirmación hasta
la conversión. Sin embargo, por mucho más que se repita o más esfuerzo se ponga en
hacerlo, esto no hace a la afirmación más real o verdadera. Esta falacia viene de la falsa
creencia de que si alguien se molesta o dedica tanta energía para la repetición de un
mensaje es porque éste debe ser más veraz que otro que no se molesta o puede
rebatirlo. Véase efecto del carro ganador y sesgo de la debilidad y fortaleza.
Argumento ad verecundiam
Esta falacia lógica consiste en basar la veracidad o falsedad de una afirmación en la
autoridad, fama, prestigio, conocimiento o posición de la persona que la realiza. Un tipo
especial de esta falacia es la falacia argumentum ad crumenam donde se considera más
veraz una afirmación porque la persona que la realiza es rica o por el contrario
en argumentum ad lazarum porque el pobre o de menor clase quien la realiza. La
veracidad de un hecho o afirmación no depende, en último estado, de la persona que la
realice sino de las pruebas o argumentos que se presenten. Esta falacia también puede
considerarse una variante del argumentum ad hominem ya que también subjetiviza la
veracidad o falsedad de una afirmación en la calificación de un individuo. Sin embargo, al
igual que a través de la experimentación se tratan de encontrar excepciones y si no se
encuentran se puede considerar una teoría como verdadera, igualmente se puede hacer
con las autoridades. Un argumento que apela a la autoridad y no falaz sino lógico en
función de sus premisas sería:
-A realiza una afirmación B
-A nunca está confundido, equivocado o deshonesto
-Por lo tanto, la afirmación B debe ser tomada en consideración, que no como cierta.
Tanto como la premisa 2 sea cierta su conclusión también lo será. Así apelar a una
autoridad puede ser lógicamente correcto mientras haya sido suficientemente probada su
autoridad y no se hayan encontrado excepciones. Esto no quiere decir que la afirmación
sea cierta y no se encuentre una excepción pero esto es algo que es inevitablemente y
energéticamente hablando no puede evitarse por el número de pruebas y test que
deberían hacer para tomar decisiones. Ejemplos falaces son los siguientes: «esa
afirmación es verdad, porque lo he visto en televisión» o «esto debe ser verdad porque
aparece en Wikipedia» o «lo dice la revista científica Nature, por consiguiente debe ser
cierto». En todos estos casos si no se conocen o se ha experimentado con las fuentes se
genera un ipse dixit.
Argumento ad antiquitatem
Es una falacia lógica típica en la que una tesis es proclamada como correcta basándose
en que ésta ha sido tradicionalmente considerada correcta durante mucho tiempo. En
definitiva, «esto es correcto porque siempre se ha hecho de esta manera». Este
argumento hace dos suposiciones:
-Que la antigua manera de pensar fue probada como correcta cuando se introdujo (lo cual
puede ser falso, ya que la tradición puede estar basada en fundamentos incorrectos);
-Las razones que probaron este argumento en el pasado son actualmente vigentes para
hoy. Si las circunstancias han cambiado esto puede ser falso. Por otro lado, esta falacia
también asume que mantener el statu quóes preferible o deseable ante la posibilidad de
un cambio, lo cual puede ser también incorrecto.
Por ejemplo: «En Navidad siempre hemos traído a casa árboles arrancados del bosque,
¿por qué ahora tendremos que comprar uno de plástico?».
Argumento ad conditionallis
Es un tipo de falacia en la que el fundamento o prueba del argumento está condicionado.
Sin embargo, el argumento no puede ser probado, ya que el hecho no existe. Se
caracterizan por estar acompañados de verbos conjugados en el tiempo condicional,
como: “sería”, “habría”, etc. Es común verlos en los títulos de los periódicos o diarios y el
principal recurso es la especulación.