f so*Ía - iapsop.com

40
f SO*ÍA í^etíista ,p©°5Ófiea JSatyat násti páro dharmah. NO HAY RELIGIÓN MÁS ELEVADA QUE LA VERDAD La Sociedad Teosófica no es responsable de las opiniones emitidas en los artículos de esta Revísta, siéndolo de cada artículo el firmante( y de los no firmad*^ la Dirección. EL CRISTIANISMO ESOTÉRICO Ó LOS MISTERIOS MENORES por A nnie B esant (Ccniinuajiíin.) Est/k es el primario y no interrumpido sacrificio, derrame de Vida que el Amor origina, voluntario y gozoso vertimiento del Yo, para que otros y oes se formen. Este es «el gozo de tu Señor» (i) en que entra el siervo fiel; sentencia cuyo significado es manifiesto por la declaración que sigue, de que Él tiene hambre y sed, y es huésped, y está desnudo, y está enfermo y en prisión en cada uno de los hijos de los hombres. Para el Espíritu libre el entregarse es regocijo; mientras más se difunde, con más intensidad siente su propia vida. Cuando más da, crece más; pues es ley del crecimiento de la vida desarro- llarse por la difusión, no por la adquisición— dar, no tomar. Es, pues, el Sa- crificio un gozo en su significación primaria; para hacer un mundo, se es- parce el Logos, y al ver el parto de Su alma, queda satisfecho (a). Pero con esta idea ha venido á asociarse el sufrimiento; y así se ve que en todos los ritos religiosos de sacrificio se presenta algún sufrimiento, aun cuando no sea más que una ligera pérdida del sacrificador. Conviene saber cómo se ha verificado este cambio, pues siempre que se habla de «sacrificio», nos asalta de modo instintivo el pensamiento de algo penoso. (0 San Mateo XXV, si, Ji-45- (a) Is., Lili, n .

Upload: others

Post on 08-Jul-2022

10 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: f SO*ÍA - iapsop.com

f

SO*ÍAí^etíista ,p©°5Ófiea

JS a ty a t n ásti p á ro d h arm ah .NO HAY RELIGIÓN MÁS ELEVADA QUE LA VERDAD

La Sociedad Teosófica no es responsable de las opiniones emitidas en los artículos de esta Revísta, siéndolo de cada artículo el firmante( y de los no firmad*^ la Dirección.

EL CRISTIANISMO ESOTÉRICO

Ó LOS MISTERIOS MENORES

p o r A n n i e B e s a n t

(Ccniinuajiíin.)

Est/k es el primario y no interrumpido sacrificio, derrame de Vida que el Amor origina, voluntario y gozoso vertimiento del Yo, para que otros y oes se formen. Este es «el gozo de tu Señor» ( i ) en que entra el siervo fiel; sentencia cuyo significado es manifiesto por la declaración que sigue, de que Él tiene hambre y sed, y es huésped, y está desnudo, y está enfermo y en prisión en cada uno de los hijos de los hombres. Para el Espíritu libre el entregarse es regocijo; mientras más se difunde, con más intensidad siente su propia vida. Cuando más da, crece más; pues es ley del crecimiento de la vida desarro­llarse por la difusión, no por la adquisición— dar, no tomar. Es, pues, el Sa­crificio un gozo en su significación primaria; para hacer un mundo, se es­parce el Logos, y al ver el parto de Su alma, queda satisfecho (a).

Pero con esta idea ha venido á asociarse el sufrimiento; y así se ve que en todos los ritos religiosos de sacrificio se presenta algún sufrimiento, aun cuando no sea más que una ligera pérdida del sacrificador. Conviene saber cómo se ha verificado este cambio, pues siempre que se habla de «sacrificio», nos asalta de modo instintivo el pensamiento de algo penoso.

(0 San Mateo XXV, si, Ji-45- (a) Is., Lili, n .

Page 2: f SO*ÍA - iapsop.com

XO<í>IA4« [ F e b r e r o

La explicación se encuentra cuando pasamos de ía Vida que se ma­nifiesta, á las formas en que se encarna, y miramos la cuestión del sacrificio desde el punto de vista de esas formas. Mientras que la vida de la Vida consiste en dar, la vida ó persistencia de las formas consiste en tomar, pues éstas se gastan con el uso, se menoscaban con el ejercicio. Para durar, tienen que extraer de fuera de si materiales nuevos con qué reparar sus pérdidas; de lo contrario, decaen y se deshacen. L a forma tiene que coger y guardar, y construir en sí misma con lo que ha cogido; de no hacerlo así, es imposible que persista; la ley de crecimiento de la forma es tomar y asi­milarse lo que le ofrece el universo amplísimo. Y como la conciencia se identifica á sí propia con la forma, considerándola como sí misma, de aquí que el sacrificio adquiera aspecto penoso; claramente se percibe que dar ó perder lo ganado quebranta y socaba la duración de la forma; de este modo la Ley de Sacrificio viene á ser ley de sufrimiento en vez de ley de regocijo-

E l hombre tenía que aprender de la constante destrucción de las formas, y del sufrimiento que le es inherente, que no debe identificarse á sí mismo con tales cosas, mudables y quebradizas, sino con la vida creciente y dura­dera. Lección ha sido ésta, no sólo de la naturaleza externa, sino también de los Maestros que, al dar las religiones, la incluyeron en sus enseñanzas.

En estas religiones nos es dado distinguir cuatro grandes etapas de la enseñanza de la Ley de Sacrificio. Primeramente fué enseñado el hombre 1 sacrificar parte de sus bienes materiales, para conseguir mayor prosperidad material; y, en su virtud, hizo sacrificios en caridad de sus prójimos y en ho­locausto á sus Dioses, segün lo vemos por las escrituras de los hindus, maz- deistas y judíos, y aun de todo el mundo. El hombre daba algo de lo que tenía en estima, para asegurar la prosperidad futura suya y de su familia, comunidad y nación. Sacrificaba de presente, para ganar en el porvenir.

En segundo lugar, viene una lección algo más dura de aprender; en vez de la prosperidad física y de los bienes terrenales, es la dicha celestial el fruto que hay que ganar con el sacrificio. Hay que conquistar el cielo; la felicidad ha de gozarse del lado de allá de la muerte -- tal es la recom­pensa de los sacrificios hechos mientras se vive en la tierra. Grande fué el paso dado por el hombre cuando aprendió á desprenderse de las cosas que su cuerpo ansiaba, por consideración á un bien lejano que ni podía ver, ni demostrar. Aprendió á ceder lo visible por lo invisible, y al obrar así, se elevó en la escala del ser; pues es tan grande la fascinación de lo visible y tangible, que cuando el hombre llega á ser capaz de cederlo en gracia de un mundo no visto en que, sin embargo, cree, es porque ha adquirido una gran fuerza, y ha andado mucho camino para entender lo que ese mundo velado sea. E l martirio sufrido, la calumnia afrontada, la soledad resistida, y toda cuanta pena y vergüenza y miseria puede fraguar la humanidad soportadas con paciencia ante la perspectiva de lo que está al otro lado de la tumba. Ciertamente en todo esto se ve todavía el deseo de la celeste gloria; pero no es poca cosa el poder estar solo en la tierra, sin otro amparo que el de espi-

Page 3: f SO*ÍA - iapsop.com

I 9 ° 3 3 EL CRISTI AÍÍISM0 ESOTÉRICO Ó LOS MISTERIOS MENORES 43

ritual compañía, firmemente apegado á la vida interna, cuando la externa es una continua tortura.

La tercera lección vino cuando el hombre, considerándose parte de una vida más extensa, se sintió dispuesto á sacrificarse para el bien del todo, y llegó á ser bastante fuerte para reconocer que el sacrificio era debido, que una parte, un fragmento, una unidad de la suma de la vida ha de subordi­narse A la totalidad. Aprendió entonces á obrar el bien, sin preocuparse del resultado respecto á Su propia persona; á cumplir su deber, sin aspirar á cosa alguna para sí mismo; á sufrir, porque estaba obligado i'ello, no para mere­cer una corona; á dar, porque la humanidad era su acreedora, no porque es­perase ser recompensado por el Señor, El alma héroe, asi aleccionada, esta­ba en condiciones de recibir la cuarta lección: que el sacrificio de todo cnanto posee el fragmento separado, debe ofrecerse, p *que el Espíritu no está realmente separado, sino que es parte de la Vida divina, y al no reco­noce!* diferencia, al no sentir separación alguna, el hombre se vierte á sí mismo como parte de la Vida Universal, y como expresión de esta Vida, participa de la alegría de su Señor.

El aspecto doloroso del sacrificio sólo se da en las tres primeras etapas. En la primera, el sufrimiento es pequeño; en la segunda, la vida física y cuanto es capaz de dar la tierra, puede ser sacrificado; la tercera es la gran época de prueba, de esfuerzo, de crecimiento y de evolución del alma hu­mana. Porque en esta etapa el deber puede exigirle todo aquello que parece constituir 3a vida, y el hombre, identificado por el sentimiento con la forma, aunque sepa en teoría que la transciende, ve que se le pide todo lo que sien­te ser su vida, y así se pregunta: «¿Si dejo ir esto, que me que dará?» Parece que la conciencia misma va á acabar con tal desprendimiento, pues debe desasirse de cuanto pueda tocar, sin que del lado de allá vea cosa alguna de qué echar mano. Una convicción dominante, una voz imperiosa le manda hacer entrega de su propia existencia. Si retrocede, tornará al vivir munda­no, al vivir de la sensación, de la inteligencia, y como allí sólo encuentra los goces que no tuvo el valor de resignar, experimenta una decepción con­tinua, una ansia constante, un disgusto y falta de placer no interrumpidos, comprendiendo al cabo cuán verdadero fué el dicho de Cristo de que «cual­quiera que quisiera salvar su vida, la perderá» ( i), y que la vida que amaba y par la que tanto apego sentía, ha huido de él en definitiva. Mientras que si lo arriesga todo, para acudir al llamamiento de la imperiosa voz, si se des­prende de su vida, entonces, perdiéndola, la encuentra en la vida eterna (2), y descubre que la vida que entregó, era sólo muerte en vida, que todo lo que cedió era ilusión, y que ha hallado la realidad. E d esta elección se prueba el metal del alma, y sólo el oro puro sale del ardiente horno donde parece que se entrega la existencia, pero donde, por el contrario, se conquista. A

(*) San Mateo X Y I, 25.(*) San Juan XII, 35.

Page 4: f SO*ÍA - iapsop.com

4 4 ^ M A [F ebrero

esto sigue el alegre descubrimiento de que la vida así conquistada, ha sido conquistada para todos, no para el yo separado; que el abandono de este yo separado ha venido á resultar el hallazgo del Yo Supremo en el hombre, y que la renuncia al límite, que parecía lo único que hacía posible la existen­cia, ha parado en esparcimiento de formas infinitas: vívidez y plenitud no sofiadas, «la virtud de vida indisoluble» {i ).

Tal es el bosquejo de la Ley de Sacrificio, fundada en el Sacrificio pri­mario del Legos, del cual son reflejos todos los demás sacrificios.

Hemos visto cómo el hombre jesús, el discípulo hebreo, cedió su cuerpo alegremente para que un Poder excelso pudiese descender y encarnar en la forma por Él voluntariamente sacrificada, y cómo por tal acto llegó á ser un Cristo en toda su plenitud, para servir de Guardián al Cristianismo, y derra­mar Su vida en la gran religión fundada por el Ser Poderoso con quien Su sacrificio le había identificado. Hemos visto el Alma-Cristo pasar á través de grandes Iniciaciones; nacer como un niño pequeño; entrar en la cofrien- te de las penalidades del mundo, con cuyas aguas debía ser bautizado, para ejercer las funciones activas de su ministerio; transfigurarse en la Mon­taña; marchar al escenario del último combate, y triunfar de la muerte. Ahora hemos de ver en qué sentido es él una expiación; de qué modo la Ley de Sacrificio encuentra expresión perfecta en la vida del Cristo.

E l principio de lo que pudiera llamarse el ministerio del Cristo llegado á la virilidad, está en aquella permanente é intensa simpatía con los humanos pesares que se simboliza en la entrada en el río. Desde ese momento puede resumirse su existencia en una frase: «Él se dedicó á hacer bien»; pues aquellos que sacrifican la vida separada, para servir de canal á la Vida divi­na, no pueden tener otro interés en el mundo que ayudar á los demás. Él aprende á identificarse con la conciencia de los que le rodean, á sentir con ellos, á pensar con ellos, á gozar cuando ellos gozan, á sufrir cuando ellos sufren, transportando así á su vida activa diaria el sentimiento de su unidad con los otros, que en las regiones más elevadas del ser experimenta. Debe desarrollar una simpatía que vibre en armonía perfecta con la cuerda de tonos múltiples de la vida humana, de suerte que pueda ligar en sí mismo las vidas humana y divina, y servir de mediador entre la tierra y el cielo.

El poder entonces se manifiesta en él, porque en él mora el Espíritu, y comienza así á aparecer á los ojos de los hombres como uno de los capaces de ayudar á sus hermanos menores á recorrer el sendero de la existencia. Conforme se juntan á él, sienten el poder que emana la Vida divina en el Hijo reconocido del Altísimo. Las almas hambrientas acuden á él, y reciben el alimento de pan de vida; los enfermos de pecado se le acercan, y los sana con la palabra viva que cura la enfermedad y da salud al alma; los que la ignorancia tiene ciegos, le buscan, y él abre sus ojos con la luz de su sabi­duría. Es nota capital de su ministerio que los más bajos y los más pobres,

(i) Heb. VII, ló.

Page 5: f SO*ÍA - iapsop.com

J903] EL CRISTIANISMO ESOTÉRICO Ó LOS MISTERIOS MENORES 45

los más desesperados y abyectos sienten, al aproximársele, que no hay ba­rrera que de él les separe, experimentan cuando se agolpan en torno suyo, algo como un saludo de bienvenida, jamás nada que les repela, pues irradia de él un amor que los entiende, y que, por tanto, no puede rechazarlos. Por rebajada que esté un alma, nunca siente al Alma-Cristo encima de sí, sino más bien á su lado, hollando con pie humano la tierra que ella pisa; pero, así y todo, lo siente poseído de un extraño poder que tira á lo alto, con el cual la eleva, y la colma además de nuevos impulsos é inspiraciones.

Así vive y trabaja, Salvador verdadero de los hombres, hasta que es tiempo de que aprenda otra lección, donde pierde por algún espacio la con­ciencia de aquella Vida divina, expresión de la cual ha venido siendo de más en más la suya propia, Lección que enseña que el verdadero centro de la Vida divina está dentro, no fuera. El Yo Supremo tiene su centro dentro de toda alma humana— ciertamente «el centro está en todas partes», pues Cristo está en todo, y Dios en Cristo— y ningún ser encarnado, nadie, «salvo lo Eterno» ( i), puede prestarle ayuda en su necesidad más tremenda. Tiene que aprender que la verdadera unidad del Padre y del Hijo debe encontrarse dentro y no fuera, lección que sólo puede recibir en el más extremo aisla­miento, cuando se siente abandonado por el Dios que consideraba fuera de sí. A l ver cómo se acerca la prueba, grita á los que le acompañan, que per­manezcan con él en vigilia durante la hora de las tinieblas; y entonces, rota toda humana simpatía, desvanecido todo humano amor, se encuentra rein­tegrado en la esencia del divino Espíritu, y sintiéndose en co&sciente unión con el Padre, clama á Él que el cáliz le sea apartado. Por su soledad de todos, menos del divino Auxilio, es merecedor de afrontar la última prueba, el desvanecimiento del Dios exterior, que da lugar á la presencia del Dios interno. «¡Dios mío, Dios mío, por qué me has desamparado!», es su amargo grito de amor y de espanto. Está en el postremo aislamiento; el abandono y la soledad le anonadan. Y sin embargo, nunca está el Padre más cerca del Hijo, que en la hora en que el Alma-Cristo siente su desamparo, pues cuan­do toca al extremo de su angustia, comienza á clarear la aurora del triunfo. Entiende entonces que es Él mismo el Dios á quien clama, y al experimen­tar la última agonía de la separación, da en la unidad eterna, ve dentro de sí la fuente de vida, se reconoce perdurable.

No se puede lograr la altura de un perfecto Salvador del mundo, ni al­canzar completa simpatía hacia todos los sufrimientos humanos, si no se ha hecho frente y dominado el pesar, el temor y la muerte por sí mismo, y sin otra ayuda que la del Dios que mora dentro de nosotros. Es fácil el sufrir cuando la conciencia se mantiene sin interrupción entre lo superior y lo in­ferior, ó por mejor decir, no existe sufrimiento mientras esa conciencia sea continua, pues la luz de arriba hace imposible la obscuridad abajo, y el do­lor no es tal dolor cuando es sobrellevado ante la sonrisa de Dios, Pero hay

(i) Zuf en el Sendero, g 8.

Page 6: f SO*ÍA - iapsop.com

2 0 <Í>IA

&A

V46 [ F e b r e r o

un sufrimiento que el hombre ha de afrontar, al que todo Salvador tiene que hacer cara: el de la obscuridad de la conciencia humana, donde ni un rayo de luz penetra; él tiene que conocer las angustias de la desesperación que se apodera del alma humana, cuando, rodeada de tinieblas, y la con­ciencia á tientas, no da con mano alguna que agarrar. A tal obscuridad des­ciende todo Hijo de Hombre antes que se alce en triunfo; por esta experien­cia, amarga entre las más amargas, tiene que pasar todo Cristo antes que «pueda salvar eternamente á los que por él se allegan á Dios» (1).

Semejante ser se ha hecho en verdad divino, Salvador de los hombres, con lo que toma á cargo la obra del mundo, para la cual todo esto ha sido una preparación. Dentro de él deben verterse todas las fuerzas que actúan contra el hombre, á fin de que en él se transformen en fuerzas ayudadoras. Así se convierte en uno de los Centros de paz del mundo, que transmutan las fuerzas de combate, las cuales de otro modo aplastarían al hombre. Los Cristos son estos Centros de paz, en quienes se sumen todas las fuerzas guerreadoras, para sufrir un cambio dentro de ellos, y difundirse luego como fuerzas hacedoras de armonía.

Parte de los sufrimientos del Cristo aún no perfecto, nacen de este tra­bajo de armonizar las fuerzas que ponen la discordia en el mundo. Aunque es un Hijo, está todavía aprendiendo mediante el sufrimiento, y así llega «á hacerse perfecto» (2). L a humanidad se vería más trabajada de disensiones y más desgarrada de luchas, á no vivir en ella discípulos de Cristo que á muchas de las fuerzas contendientes reducen á armonía.

Cuando se dice que Cristo sufre «por los hombres», que Su fortaleza, Su pureza y Su Sabiduría reemplazan la debilidad, el pecado y la ignorancia de éstos, se dice verdad; pues de tal manera se hace el Cristo uno con ellos, que ellos forman parte de Él y Él de ellos. No es cierto que se substituya en su lugar, sino que abarca sus vidas en la Suya propia, y vierte la Suya propia en las de ellos. Elevado al plano de unidad, es capaz de repartir todo lo que ha adquirido, de dar todo lo que ha ganado. Estando por encima del plano de separatividad, y mirando desde allí á las almas sumidas en ella, puede llegar á cada una, mientras ellas no pueden llegarse unas á otras. E l agua puede salir de un depósito por muchas llaves abiertas á él, mas cerra­das por lo que respecta á la comunicación mutua; así puede el Cristo deri­var Su vida hacia cada alma. Una condición solamente se requiere para que un Cristo pueda compartir su fuerza con un hermano más joven: que éste quiera abrir su conciencia humana á la divina, que quiera hacerse receptivo á la vida que se le ofrece, y tome el presente que con liberalidad se le dona. Pues con tal reverencia mira Dios á ese Espíritu, que es Él Mismo en el hombre, que no derramará corriente alguna de fuerza y de vida dentro de alma humana que se niegue á recibirla. Debe haber abajo la abertura por

(1) Heb, VII, 35. (í) Heb. V, 8, 9.

Page 7: f SO*ÍA - iapsop.com

V. 19 0 3 ] EC CRISTIANISMO ESOTÉRICO Ó LOS MISTERIOS MENORES 47

donde penetre lo que de arriba se vierta: receptividad en la naturaleza in­ferior, como hay voluntad de dar en la superior. Este es el lazo entre el Cristo y el hombre; esto es lo que han llamado las iglesias el derramar de la «divina gracia»; esto es lo que significa la «fe» necesaria para que la gra­cia sea efectiva. Giordano Bruno dijo que el alma humana tiene ventanas que puede mantener cerradas. El sol brilla fuera con luz igual; si las venta­nas se abren, el sol entrará á torrentes. La luz de Dios da en las v e n tea s de toda alma humana; cuando aquéllas se abren, el alma queda iluminada. En Dios no hay cambio, sólo le hay en el hombre: y no puede hacerse fuerza á su voluntad; de otro modo se atascaría en él la debida evolución de la Vida divina.

Así, pues, con cada Cristo que surge, se eleva el nivel humano, y Su sa­biduría amengua la ignorancia del mundo entero. Todo hombre es menos débil en razón de Su fortaleza, la cual se derrama sobre toda la humanidad, penetrando en las almas separadas. De esta doctrina, considerada de un modo estrecho, y, por tanto, trastrocada, nació la idea de la Redención sub­rogatoria, como transacción legal entre Dios y el hombre, y en ella se asignó áJesús el puesto del pecador. No se comprendía cómo el Ser que alcanza

. tal altura, es, en verdad, uno con todos Sus hermanos; la identidad de natu­raleza fué tomada por substitución personal, y así quedó desvanecida la ver­dad espiritual en la aspereza de una permutación jurídica.

«Él llega á conocer entonces cuál es su puesto en el mundo, cuáles sus funciones en la naturaleza—ser un Sp.lvador, y redimir á las gentes del pe­cado, Encuéntrase en lo íntimo del Corazón del mundo, en el Santuario de los Santurios, Sumo Sacerdote de la Humanidad. Es uno con todos Sus her­manos, no por substitución, sino en virtud de la unidad de una vida común. ¿Hay alguien pecaminoso? El Cristo es pecador en él, para limpiarlo con su pureza. ¿Hay alguien apenado? El Cristo es en él el hombre de las amargu­ras; todo corazón destrozado rompe el suyo; su corazón sangra en todo co­razón herido. ¿Hay alguno alegre? Es Cristo quien se regocija, vertiendo en él toda su dicha. ¿Se muestra alguno ansioso? Pues es Él quien siente la ne­cesidad, para colmarlo de su mayor satisfacción. Él posee todo, y como suyo, es de Sus hermanos. Él es perfecto; pues ellos lo son con ÉL, Él es fuerte; ¿quién habrá débil, si Él está en ellos? Ascendió á su alto sitial, para fluir sobre todo lo de abajo; vive, para que todo pueda compartir su propia vida, El mundo entero eleva consigo, conforme sube. Y pues Él ha andado el camino, éste resulta más fácil para todos los hombres.

»Todo hijo de hombre puede llegar á ser tal Hijo manifestado de Dios, tal Salvador del mundo. En cada Hijo de éstos está 'Dios manifestado en carne’ (i }, la redención que ayuda á todo el género humano, el poder vivo que renueva todas las cosas. Una sola condición es necesaria para que ese poder ejerza su actividad en el alma individual: que ésta abra la puerta y L e dé

(1) I. Timoteo III, rS.

Page 8: f SO*ÍA - iapsop.com

48 2 0 * I A [ F e b r e r o

entrada. Pues, aunque Él todo lo compenetra, no puede abrirse camino for­zando la voluntad de Su hermano; la voluntad humana puede sostenerse igualmente contra Dios que contra el hombre; y es ley de evolución, que se asocie espontáneamente á la acción divina, no que sea reducida á sumisión enojosa. Si la voluntad abre la puerta, la vida inundará el alma. Mas si aquélla permanece cerrada, sólo podrá hacer que pasen al través ligeros so­plos de su indecible fragancia, para que venzan con su dulzura allí donde no puede llegar la fuerza.

»Esta es parte de la realidad de un Cristo; pero, ¿cómo podrá pluma mortal reflejar lo inmortal? ¿Cómo han de expresar las palabras lo que está más allá del poder de todo lenguaje? No hay lengua que pueda declarar?- ni mente no iluminada que pueda concebir lo que es este misterio del Hijo que se ha hecho uno con el Padre, y que lleva en Su seno á los hijos de los hom­bres» (i).

Los que quieran prepararse á alcanzar la altura de una vida como ésta en el porvenir, deben comenzar, aun abora, en la vida inferior, á marchar por el sendero que traza la Sombra de ¡a Cruz, sin abrigar duda alguna sobre su propio poder para realizarlo, pues otra cosa sería dudar del Dios que llevan dentro. «Ten fe en ti mismo», es lección que aprende el hombre cuando logra ejercitar su conciencia superior, pues esta fe recae realmente en el Dios interno. Para que la vida común del hombre quede bajo la som­bra protectora de la vida de Cristo, debe aquél ejecutar todos sus actos como un sacrificio, no por lo que pueda aprovecharle, sino por lo que pueda aprovechar á otros; y así, cambiando de motivo en la vida diaria respecto á los pequeños deberes, á las acciones insignificantes, á los intereses estrechos, todo se cambia. No es preciso variar cosa alguna de la vida externa; en cualquiera situación se puede ofrecer el sacrificio; sean cuales fuesen las cir­cunstancias, se puede servir á Dios, Marca el desarrollo espiritual, no lo que el hombre hace, sino el cómo lo hace; se cifra la oportunidad del crecimien­to, no en las circunstancias, sino en la actitud del hombre hacia ellas, «Y á la verdad, este símbolo de la cruz puede ser para nosotros piedra de toque que nos haga distinguir el bien del mal en muchas dificultades. 'Solamente aquellas acciones que el brillo de la cruz penetra, son dignas de la vida del discípulo5, dice un versículo de un libro de máximas ocultas; lo cual, inter­pretado, significa que cuanto haga el aspirante, ha de inducirlo la amorosa efusión del propio sacrificio. El mismo pensamiento aparece más adelante en este versículo: ‘A l entrar en el sendero, se pone el corazón sobre la cruz; cuando la cruz y el corazón se funden en unidad, se ha llegado á la meta’. Así, quizá, podremos hallar la medida de nuestros progresos, observando quién domina en nuestras vidas, si el egoísmo ó la abnegación» (2).

La existencia que de este modo empieza á conformarse, está aparejando

{*) TheosopkicaJ Dicíem, 1898, págs, 344, 345> Por Annie Besant.(2) The Ckristían Crrrdt pá£S« 6 r, 6a, por C, W . Lesdbentef,

Page 9: f SO*ÍA - iapsop.com

LA EVOLUCIÓN DE LA CONCIENCIA 491903 J

la cueva en que ha de nacer el Niño Cristo, convirtiéndose en redención continua que importa lo divino más y más en lo humano. Tal vida crecerá hasta alcanzar las proporciones de un «Hijo muy amado», y en él obtendrá la gloria del Cristo. Todo hombre puede marchar en esta dirección, eje­cutando sus actos y ejercitando sus facultades en son de sacrificio, hasta que el oro se purgue de la escoria, y quede sólo el metal puro.

(Se continuará).

LA EVOLUCIÓN DE LA CONCIENCIA

(Continuación).

L a Conciencia F ísica

E n el plano físico es donde la Conciencia tiene que convertirse prim ero en Conciencia P ropia, donde debe tener conocim iento de un mundo externo que choca con ella, aprendiendo á atribu ir esos choques á ese mundo externo y á comprender como propios los cambios que sufre por consecuencia de ellos. M ediante pro­longadas experiencias aprende á identificar consigo m ism a el sentim iento de placer ó de dolor que signe á tales im presiones, y á considerar como extraño á su yo lo que toca su superficie externa. De este modo hace su tosca distinción prim era entre el «yo» y el «no yo». A m edida que aumenta la experiencia, el «yo» se retira más y más hacia adentro, y velo tras velo de m a­teria pasa al exterior como perteneciendo a-1 «no yo»; pero aunque cam bie su contenido, esta distinción fundam ental entre el sujeto y el objeto perm anece siempre. E l «yo» es la Con­ciencia que quiere, piensa y actúa, .m ientras que el «no yo» es todo lo que quiere, todo aquello sobre lo que piensa y actúa. M ás adelante tendremos que considerar el modo como la Con­ciencia se convierte en Conciencia Propia; pero ahora sólo de­bemos ocuparnos de su expresión dentro de las form as y del papel que las form as desem peñan.

E sta Conciencia se despierta en el plano físico, y su expresión es el átomo perm anente. E n éste yace e lla dorm ida: «duerme en el m ineral», y a llí debe tener efecto el paso á un sueño menos

Page 10: f SO*ÍA - iapsop.com

5® S O Í I A [ F e b r e r o

profundo, de suerte que salga del profundo sueño sin ensueños y se h aga lo bastante activa para pasar al g r ^ > que sigue: «sueña en el vegetal» . *

A hora bien; el L o go s, al actuar en las A lm as-G rupos, co­m unica su energía á los átomos físicos perm anentes, y por la mediaoión de los R esplandecientes, como hemos visto ya , los sum erge en los diversos estados que presenta el reino m ineral, donde cada uno atrae á sí muchas p artícu las m inerales. D esde luego vemos aquí una gran variedad de posibles contactos que conducen á una variedad de experiencias, las cuales se traducen en líneas divisorias en el A lm a-G rupo. Unos son lanzados á lo alto para caer en torrentes de ardiente lava; otros son expues­tos al frío de las regiones polares; otros al calor tropical; éstos son aplastados y envueltos en m etales fundidos en las entrañas de la tierra; aquéllos se encuentran en las arenas violentam ente agitadas por las olas im petuosas. U na variedad infinita de cho­ques externos sacuden, golpean, quem an, hielan; y la dorm ida Conciencia responde vagam ente con vibraciones sim páticas. Cuando cualquier átomo perm anente ha llegado á cierto grado de aptitud para responder, ó cuando una form a m ineral— esto es, las p artícu las á que se ha ligado un átomo perm anente— es rota, el A lm a-G rupo atrae ese átomo de su encierro. Todas las experiencias adquiridas por ese átom o, ó sean las vibracio­nes que ha tenido que verificar, perm anecen como poderes para vibrar de cierto modo ó como «poderes vibratorios». E ste es el resultado de su vida como form a. E l átomo perm anente, al perder su vestim enta y perm anecer por un tiempo desnudo, por decirlo así, en su A lm a-G rupo, y al continuar repitiendo esas vibraciones, repasando dentro de sí mismo las experiencias de su vida, origina pulsaciones que discurren por la envoltura del Alm a-Grupo y se transm iten de este modo á otros átomos per­m anentes; y así cada uno afecta y ayuda á los dem ás, a l paso que perm anece siendo el mismo. L os átom os perm anentes que han pasado por experiencias de carácter sem ejante, se afectan entre sí más fuertem ente que aquéllos cuyas experiencias han sido m uy d istintas, y de este modo se opera cierta segregación en el A lm a-G rupo, y seguidam ente se desarrolla un ligero muro separatorio, desde la envoltuíra h acia adentro, qne divide estos grupos segregados unos de otros; y de este modo habrá un nú­mero siem pre creciente de A lm as-G rupos, cuyos contenidos

Page 11: f SO*ÍA - iapsop.com

L A E V O L U C IÓ N D E L A C O N C IE N C IAI9°3.1 51

m uestran una distinción de Conciencia siem pre creciente, al paso que com parten las características fundam entales.

A h ora bien; las respuestas de la Conciencia á los estím ulos estem o s en el reino m ineral son mucho más grandes de lo que las gentes pudieran figurarse, y algunas de ellas son de una na­tu raleza que dem uestra que h ay tam bién una Conciencia que alborea en el átomo astral perm anente; pues los cuerpos simples exhiben distintas atracciones m utuas, y las relaciones m aritales quím icas se desorganizan constantem ente por la intrusión de parejas, alguna de las cuales tiene una afinidad más fuerte con una de las partes del prim itivo m atrim onio que el consorte ori­g in al. A s í, una pareja hasta entonces fiel que form a una sal de p la ta , resultará repentinam ente infiel entre sí, si otra pareja, ácido hidroclorídrico, entra en su apacible morada; y la p lata penetrará en el cloro y lo tom ará por esposo, prefiriéndolo á su consorte anterior, y form ará una nueva morada como cloruro de p lata , dejando al desamparado hidrógeno que se case con su propio abandonado consorte. Donde quiera que se verifican estos cam bios m utuos, hay un ligero m ovim iento en el átomo astral por consecuencia de las fuertes vibraciones físicas o rig i­nadas por la violencia del rom pim iento de unos lazos íntim os y form ación de otros, apareciendo vagos estrem ecim ientos in ter­nos. Lo astral tiene que ser despertado desde lo físico, y la Con- ciencia en el plano físico lleva rá por largo tiem po la je fa tu ra en la evolución. E stos ligeros estrem ecim ientos del átomo astra l perm anente atraerán en torno suyo una pequeña nube de m ate­r ia astral, pero de un modo m uy suelto y sin ninguna o rgan iza­ción. E n esta etapa parece que no se produce vibración ninguna en el átomo m ental.

Después de edades de experiencias en el reino m ineral, a l­gunos de los átomos perm anentes se hallan en disposición de pasar a l reino vegeta l, en el cual son distribuidos por la agen ­cia de los Resplandecientes. íTo debe suponerse que cada hoja de yerb a , que cada planta, tiene un átomo perm anente en ella, que se desarrolle m archando hacia la hum anidad durante la vida de este sistem a. L o mismo que pasa en el reino m ineral sucede en este; el reino veg eta l constituye el campo de evolución para estos atomos perm anentes, y los R esplandecientes los gu ían hacia una m orada tras otra, de m anera que experim enten las vibraciones que afectan al mundo vegeta l, las cuales alm acenan

Page 12: f SO*ÍA - iapsop.com

5Z E O $ 1 A [ Febrero

como poderes vibratorios del mismo modo que antes. L os prin­cipios del cam bio m utuo y de la consiguiente obra de segrega­ción funcionan como anteriorm ente, y las A lm as-G rupos en cada corriente de evolución se hacen más numerosas y más di­ferentes en sus características principales.

H ay más activ id ad perceptible en el átomo astral perm anen­te durante el curso de la acum ulación de las experiencias vege­tales del átomo físico , y atrae á su alrededor m ateria astral que es ordenada por los R esplandecientes de un modo algo más de­finido. E n la larg a vida de un árbol del bosque esta creciente agregación de m ateria astral se desarrolla en todas direcciones como la form a astral del árbol, experim entando la Conciencia en esta form a astral vibraciones que causan placer y disgusto m acizos, las cuales son resultado de las que se originan en el árbol físico por la acción de los rayos del sol, de las tem pesta­des, de los vientos, llu vias, frío y calor. A l perecer este árbol, el átomo perm anente se retira á su A lm a-G rupo, entonces esta­blecida en el plano astral, con un rico depósito de experiencias adquiridas en la m anera que se ha descrito antes.

Más adelante, á medida que la Conciencia se hace más capaz de responder en lo astra l, envía hacia el plano físico ligeros es­trem ecim ientos, y éstos originan sensaciones que se perciben como si se originasen en lo físico, pero que realm ente provienen de lo astral. Donde ha habido una larg a vida separada, como sucede en el árbol, la unidad m ental perm anente principiará tam bién á atraer alrededor de sí una pequeña nube de m ateria m ental, en la que la repetida sucesión de las estaciones se im ­prim irá gradualm ente como una débil m em oria, que in e v ita ­blem ente se convierte en una débil anticipación (1).

F inalm ente, algunos de los átomos físicos perm anentes llegan á estar en disposición de pasar al reino anim al y de nuevo la agencia de los R esplandecientes los g u ía á ingresar en form as anim ales. D urante las ríltim as etapas de su evolución en el m un­do vegeta l, parece que la re g la es que cada tr ia d a — átomo f ís i­co, átomo astral y unidad m en tal— debe tener una existencia prolongada en una sola form a, á fin de que puedan experim en­tarse algunos estrem ecim ientos de vida m ental, y que la triad a pueda así prepararse para aprovechar la vida vagabunda del

(1) Véase El Poder del Pensamiento, su Dominio y Cultura.

Page 13: f SO*ÍA - iapsop.com

I,A e v o l u c ió n d e l a c o n c ie n c ia 531903]

anim al. Pero tam bién parece que en algunos casos el paso al reino anim al tiene lugar en un período anterior, y que el prim er estrem ecim iento líe la unidad m ental ocurre en alguna de las form as estacionarias de la vida anim al y en organism os anim a­les m uy inferiores.

E n el reino anim al, el átomo perm anente recibe vibraciones m ucbo m ás variadas y se d iferencia más rápidam ente, dism i­nuyendo el número de triadas en un A lm a-G ru po con la misma rapidez, á medida que la diferenciación contim ia, por lo que la m ultip licación de A lm as-G rupos aumenta en proporción. A me­dida qué se aproxim a el período de la individualidad, cada tr ia ­da se posesiona de su envoltura propia, obtenida del A lm a-G ru ­po, y tom a cuerpos sucesivos como entidad separada, aunque continuando dentro de la qaja envolvente de la protectora y nu- tridora esencia m onádica.

U nidad de la Conciencia F ísic a

E n medio de las innum erables variedades de los reinos m i­neral, veg eta l, anim al y humano, se ha perdido de vista la uni­dad fundam ental de la Conciencia física, estableciéndose ambas líneas divisorias que en realidad no existen. L a vida ha sido por completo negada al m ineral y regateada al vegeta l, y H. P . B la- va tsk y fue puesta en rid ículo por declarar que una V ida y una Conciencia vivificaban é inform aban todo.

«Cada día la identidad entre el animal y el hombre físico, éntrela planta y el hombre, y hasta entre el reptil y la roca en que anida y el hombre, se muestra más y mis claramente, por verse que son idénticos ios constituyentes físicos y químicos de todos, La ciencia química puede muy bien decir que no hay diferencia entre la materia que constituye ai buey y la que forma al hombre. Pero la doctrina oculta es mucho más esplícita. Dice: tío sólo sen los componentes químicos los mismos, sino que las mismas Vidas invisibles é infinitesimales componen los átomos da los cuer­pos de la montaña y de la margarita, del hombre y de la hormiga, del elefante y del árbol que le da sombra. Cada partícula, ya se le llame orgánica ó inorgánica, es una Vida» (1).

S i esto es verdad, debe ser posible obtener de tales m inera­les, vegetales, anim ales y hom bres vivientes la prueba de una identidad de vida, de sensación, de respuesta al estím ulo; y al

(1) Dotirima Secreta, yol. 1, pág. 281 de la ed. inglesa.

Page 14: f SO*ÍA - iapsop.com

54 S O <1* IA [Febrero

paso que podamos adm itir librem ente que debem os encontrar gradaciones de sensación, que á m edida que ascendemos en la escala de la vida debemos suponer que las m anifestaciones son más com pletas y más com plejas, sin em bargo, algun as m an ifes­taciones de sensación definidas deben encontrarse en todos los que com parten una vida. Cuando H . P . B la v a tsk y escribió lo que antecede, fa ltab a la prueba de esto, pero en la actualidad y a ex iste , y proviene de un hombre científico oriental, cuya rara habilidad le ha asegurado la bienvenida en Occidente.

E l profesor Jagadish Chandra Bose, de C alcuta, ha prohado definitivam ente que la llam ada «materia inorgánica» responde

.á estím ulos, y que la respuesta es idéntica en los m etales, ve­getales y anim ales y — por lo qne ha podido experim entarse hasta ahora— , en el hom bre.

Construyó aparatos para medir los estím ulos aplicados y m o straren curvas, trazadas en un cilindro giratorio , la res­puesta del cuerpo que recibe el estím ulo. L uego com paró las curvas obtenidas del estaño y otros m etales con las obtenidas del m úsculo, encontrando que las curvas del estaño eran idén­ticas á las del músculo, y que otros m etales daban curvas de na­tu raleza sem ejante pero variadas en el período de restableci­m iento.

<a) S e r i e DB BEEPUESTA3 ELÉCTR IC A S Á ESTÍM ULOS MECÁNICOS SUCESIVOS A. INTE UVAL OS BE HEDIO MINUTO DEL ESTACO. (&] HESPUKSTAS MECÁNICAS DEL MÚSCULO.

Se produjo el tétano, tanto com pleto como incom pleto, de­bido á choques repetidos, obteniéndose resultados sem ejantes, así del m ineral como del músculo.

Page 15: f SO*ÍA - iapsop.com

fc

19 0 3 ] L A E V O L U C IO N D E L A C O N C IE N C IA 55

E fectos análogos del (a) tétano incompleto y (fe) completo en el estaño . (a) Tétano incompleto y í6j completo en el jiúscvlo .

Los m etales m ostraron fa tig a , y el que menos el estaño. Los reactivos quím icos, tales como drogas, producían en los m etales resultados sem ejantes á los conocidos que originan en los ani­m ales— excitan tes depresivos y m ortales. (Por m ortales se en­tiende cuando resulta la destrucción del poder de responder).

U n veneno m ata un m etal produciendo un estado de inm o­vilidad, de suerte que no se obtiene respuesta alguna.

S i se acude á tiem po, un antídoto puede salvar la vida al m etal envenenado,

*/VA/V /\/\AA*a

(ft) Respuesta kobual; (¿0 bfbcto del veneno r (c) vuelta á la vida por medioDEL ANTÍDOTO,

U n estim ulante aum enta la respuesta; y los efectos conocí* dos de grandes y pequeñas dosis de drogas, de m atar ó estim u-

Page 16: f SO*ÍA - iapsop.com

1 0 $ I A [ F e b r e r o56

lar respectivam ente, se han visto resultar en los m etales. «Entre sem ejantes fenóm enos», pregunta el P rofesor B ose «¿Cómo se puede trazar una línea de dem arcación y decir ‘ aquí term ina el proceso físico y a llí principia el fisiológico’? No existe sem ejan­te barrera» (1).

E l Profesor Bose ha verificado una serie de experim entos se­m ejantes en las p lan tas, obteniendo igu ales resultados. U n p e­dazo de troncho de col fresco, una hoja fresca de un vegetal cualquiera, puede ser estim ulado m ostrando curvas sim ilares; puede ser fatig ad o , excitado, deprimido y envenenado. H ay algo de p atético en ver cómo el dim inuto punto de vida, que registra las pulsaciones de las p lantas, m archa en curvas más y más dé­biles, cuando la planta está bajo la influencia del veneno, cae finalm ente en una línea recta y — se detiene. L a p lan ta ha m uerto. Uno siente como si se hubiese com etido un asesinato— y realm ente así ha sido (2).

E stas series adm irables de experim entos han establecido sobre una base definida de hechos físicos, la enseñanza de la cien cia oculta acerca de la universalidad de la vida,

Mr. M arcus P e e d ha hecho observaciones m icroscópicas que dem uestran la presencia de la Conciencia en el reino vegeta l. Ha observado síntom as de espanto cuando se dañan los tejidos, y además ha visto que célu las m achos y hem bras, flotando en savia, reconocen m utuam ente su presencia sin contacto; la c ir ­culación se apresura y se ponen en acción el uno hacia el otro (3).

Podem os, pues, alegar que la Conciencia que obra en la m a­teria fís ica responde á varias clases de estím ulos, y que la res­puesta es la misma y a provenga del m ineral, del veg eta l ó del anim al. L a Conciencia m uestra el mismo funcionam iento carac­terístico , es la m ism a. L a diferencia que, como hemos dicho, se observa á medida que se asciende, consiste en la m ejora del aparato físico , un aparato que perm ite que se m anifiesten en el plano físico las actividades astrales y m entales— no las fís ic a s—

(1) Estos detalles se han tomado de un escrito presentado por el Profesor Bose al Instituto EeaJ, Mayo 10 de 1901, titulado «Respuesta de la Materia Inorgánica al Estímulo».

(2) Que yo sepa, el Profesor no ha publicado aún esta conferencia, pero tuve la suerte de oírla y de ver más adelante los experimentos repetidos en su propia casa donde podían ser observados muy de cerca.

(3) «La Conciencia en la Materia Vegetal», PallM all Magmne, Mayo 1902.

Page 17: f SO*ÍA - iapsop.com

X,A E V O L U C IÓ N B E L A C O N C I E N C IA 57I9®3]

de la Conciencia. Los hombres y anim ales sienten y piensan mejor que los m inerales y vegetales, porque su Conciencia, más altam ente evolucionada, ha formado para sí propia en el plano físico un aparato mucho más perfecto: pero aun así, nuestros cuerpos responden como lo hacen los cuerpos inferiores al mismo estímulo, y esta Conciencia, puram ente física, es la mism a en todos.

L a Conciencia física es Conciencia obrando en las células y tejidos del cuerpo que recibe estím ulos físicos y responde á ellos, y que no es afectada por n inguna clase de transm isión de im pul­sos hacia los planos superiores, ni por ningún impulso enviado a l cuerpo físico desde esos planos. L a respuesta de esta Con­ciencia en el estaño y en e l anim al es la-misma; la pulsación in ­dicada por las curvas, el anim al las sentirá, al paso que el estaño no-— siendo ésta la función adicional de la Conciencia por medio de la m ateria astral. E sta función de la Conciencia en el plano físico se halla por debajo del «vestíbulo de la Conciencia» de los anim ales superiores y del hombre; se m uestra en.«la memoria dé la célula», en la secreción, asim ilación y otras funciones vi­tales. A l funcionar la Conciencia activam ente en los planos su­periores, sus funciones inferiores y a no atraen su atención, y aquéllas se deslizan por debajo del vestíbulo y se convierten en lo que llam am os autom áticas.

A hora bien; en el m ineral, la m ateria astral relacionada con el átomo astral perm anente es tan poco activa y la Conciencia duerme tan profundam ente en ella, que no h ay funcióñ percep­tib le desde lo astral á lo físico . E n las plantas superiores parece que h ay algo como el despuntar de un sistem a nervioso, pero nray poco desarrollado y organizado para poder servir más que a los más simples propósitos. L a m ayor actividad en el plano astral perfecciona la envoltura astral relacionada con la planta, y las vibraciones de la envoltura astral afectan á la parte etérea de la planta, y por consiguiente, á su m ateria más densa. De aquí el despuntar de un sistem a nervioso aui¡(p mencionado.

Cuando llegam os al estado anim al, la mucha m ayor a c tiv i­dad de la Conciencia en el plano astral causa vibraciones más poderosas, que pasan a l doble etéreo del anim al, form ándose así el sistem a nervioso por las vibraciones etéreas ocasionadas de ese modo. Su form ación es debida al L ogos por medio del A lm a- Ctrupo y á la activa ayu da de los R esplandecientes del T ercer

Page 18: f SO*ÍA - iapsop.com

E O <M A | F ebrero58R eino E lem ental, que dirigen el trabajo de loa E sp íritu s etéreos de la N aturaleza. Pero el impulso viene de la Conciencia en el plano astral que funciona en el átomo perm anente y en la en­voltura de m ateria astral por él mismo atraída, puesta en ac­tividad por el A lm a-G rupo. Cuando se form a el prim er sencillí­simo aparato, pueden percibirse choques más delicados del ex­terior, y estos choques ayudan tam bién á la evolución. L a acción y la reacción se suceden una á otra, y el mecanismo se perfec­ciona constantem ente en su habilidad para recibir y transm itir.

L a Conciencia no construye gran cosa en el plano astral en esta etapa, y funciona a llí en una envoltura no organizada; la organización se verifica en el plano físico por los esfuerzos que hace la Conciencia para expresarse— por más que estos esfuer­zos sean meros tanteos débiles y vagos— ayudada y d irigida por el A lm a-G rupo y por los R esplandecientes. E sta obra tiene que ser com pletada en gran parte antes que la T ercera Oleada de V id a emane de arriba, pues el hombre anim al se ha desarrolla­do con su cerebro y sistemas nerviosos, antes que venga esa gran corriente que proporciona al J ivátm á un cuerpo para fun ­cionar, y que hace posible la más alta evolución del hombre.

A nnie B esant.(Se continuará).

¥ ¥ ¥ ¥ ¥ ¥ ¥ ¥

L A T E O G O N ÍA Y L A M A G IAE N T R E L O S A B O R ÍG E N E S D E L B R A S I L

( e s b o z o )

Hace ya algún tiempo, Lehmann-Nitsche llamaba la atención desde la Revista, del Mmeo ie la Plata, acerca del estudio de las antiguas razas americanas. Condolíase el docto naturalista ar^kitiao de que la actual antropología, que tantos castillos en el aire viene levantando sobro su medía docena de datos (de relativa autenticidad), descuidase los positivos y transcendentales que podría suministrarle el estudio ínti­mo de las primitivas razas americanas, en sus actuales ó interesantísimas supervi­vencias salvajes.

Asimismo hacía notar el sabio argentino lo urgente que era en interés de la ciencia antropológica, arrancar dichas supervivencias del olvido á que pudieran quedar condenadas para siempre con la desaparición y confusión de antiguas razas

Page 19: f SO*ÍA - iapsop.com

I 9 ° 3 ] LA TEOGONÍA Y LA MAGIA 59

que actualmente se está verificando en el nuevo mundo americano. Nada más cierto. Las tribus de Sudamórica se extinguen rápidamente, y hemos de apresurarnos, si queremos perpetuar algo de su alma antigua, si intentamos hacer un verdadero análisis de su pasado. A esta obra contribuye el estudio que hoy publicamos. Los datos reunidos por su autor, el joven literato y catedrático brasileño, Sr. Darío Ve- llozo, tienden hacia el ideal soñado por Lehmann-Nitsche. Con ellos se salvan del olvido débiles ecos de una cultura remota, fragmentos de creencias .extinguidas, algo, en suma, interesante para los futuros investigadores del alma primitiva ame­ricana. -~(N. de la R.)

I . A n tes del des oabrim iento del país por los portugueses en 1500, extendíase la fam ilia salvaje por toda la región, for- man'do numerosas tribus de habla d iferen te, á las que se pudiera dividir en dos grandes razas: la autóctona y la conquistadora, R epresentaban la prim era los Aimorés y la segunda los T u p ís .

Sus creencias, si bien presentaban puntos de contacto, te ­m an caracteres distintos que la conqu^ta am algam ó y confun­dió. H oy parece casi im posible presentar los rasgos peculiares de cada raza ó tribu determ inándoles definitivam ente. Apenas puede hacerse otra cosa que recordar las prácticas y la T ra d i­ción en sus líneas generales, según se desprenden de las n arra­ciones de los cronistas y según aun hoy mismo perduran en tri­bus subsistentes.

Fundidas y a en parte las dos razas en tiempos del descubri­m iento, después de éste se aproxim aron más aún, asim ilándose recíprocam ente usos, costum bres, tradiciones y creencias. Aun hoy algunas tribus conservan costumbres y creencias pasadas; otras bastardeáronse perdiendo sus tradiciones en el maremag- num de razas invasoras.

Los contemporáneos"que, penetrando en las selvas, se han detenido eü el estudio del Aborigen apartado de contacto euro­peo, concuerdan en sus narraciones con los primeros cronistas.

Intentando enlazar lo Pasado con lo Presente, procuraremos o je tiv ar en un mismo conjunto expositivo, lo más incuestiona-

e de lo que pudiera llam arse Teogonia Indígena.F s im posible afirm ar unidad de creencias en pueblos que no

poseían unidad étnica. Unas tribus llegaban á elevarse hasta r aderas concepciones m etafísicas; otras apenas se aproxim a-

an al culto de la Naturaleza.

■ Una entidad suprem a, in visible, indefinida— Inconoscille orinaba el capitel de la colum na de las creencias aborígenes, nom inábanla los T upís: Monán (ó lupán ), E ra la divinidad

Page 20: f SO*ÍA - iapsop.com

6o £0<t*í A [ F ebrero

superior, ser de bondad, nunca maléfico, que sobre la cúspidedel Olimpo indígena, dom inaba al S o l , á la L u n a y á todos los s e r e s .

Adem ás de esta E ntidad benéfica, reconocían otra m a lé fica ,

de donde el dualismo de las fuerzas naturales — principio del Bien y principio del M al — base en Oriente del M azdeism o, el cual se resolvía en la U nidad.

A l principio del M al denominaban J e r ip a r i .

I II . L es era común la creencia en la inm ortalidad del alma.A n g á era el alma unida aún al cuerpo. D e s p u é s d e la v id a ,

las alm as volvían á los grupos de buenos ó malos espíritus que pueblan el orbe, revelándose á los m ortales en el canto del A c a u a n .

L as alm as en pena vagaban por las selvas, aterrorizando á á los vivos; llam ábanlas M b a é -a íb á (cosa mala).

E l su e ñ o era generalm ente un medio de com unicación con los muertos. Los p a g é s sabían producirle y evocarles, m anejan­do la f u e r z a n e r v io s a de las mujeres en tr a n c e , a costa de las cuales facilitab an al m u e r to la posibilidad de m anifestarse.

A d m itían la m etempsícosis. Y no sólo suponían la existen­cia de alm a en los animales de cualquier orden zoológico, sino que afirm aban la p o s ib i l id a d de que el a lm a h u m a n a volviera al cuerpo de los brutos, transform ándose el hombre en otros seres.

Sentíanse dichosos al ser visitados por las alm as de los m uer­tos que les fueron queridos.

Procuraban interpretar el sentido oculto de los sueños, y cuando no lo conseguían, recurrían á los p a g é s , mediadores en­tre la V ida y la M uerte,

E sta s creencias, que vinieron á ser supersticiones rid iculas, fueron seguram ente vestigios borrosos de antiquísim as tra d i­ciones, transm itidas oralm ente á través de tribus y de genera­ciones.

I Y . P a ra el aborigen todo lo existente emanó de algo pro­ductor y fecundo. De aquí que bajo la divinidad suprema, ig ­nota aparezca una triada de dioses superiores, mensajeros di­recto de lo Ignoto:

t G u a r a c i (el Sol) origen de todos los seres vivientes.J íic'í (la Luna) origen de todos los vegetales.P e r u d á ó U u d á (el Am or) promovedor de la reproducción de

los seres creados.

Page 21: f SO*ÍA - iapsop.com

LA TEOGONÍA Y LA MAGIA 6lI9°3]

Cada uno de estos dioses era servido por otros dioses subal­ternos, que á su vez poseían genios encargados de proteger mon­tes, bosques, campos, ríos, lagos...

A Guaraci obedecían entre otros: Guirapuru (pájaro ta lis­mán) protector de las aves; Uaniará, protector de los peces; Anhangá, protector de la caza del campo; Cahaporá, protector de la caza del bosque,

A Jaei estaban supeditados: Saci-ceréré.; Mboitatd (serpiente de fuego), protectora de los campos; TJrntaú (ave fantasma); Gurupirá, protector de las selvas,

A Rudá— que tenía á sus órdenes una Serpiente encargada de reconocer la virgin idad de las jóvenes— estaban sometidos:

Cairé (luna llena). . . . . . . . . j encargadas de despertar saudadesGatiti (luna n u e v a ).. . . . . ( en el amante ausente,Rudá era un guerrero que v iv ía en las nubes. D espertaba el

«m or y alim entaba sandades.L as jóvenes invocaban á Perudá al ponerse el Sol ó al po­

nerse la Luna á la hora de los ensueños, diciendo:— «¡Oh, Rudá, tú que estás en los cielos y que amas á las llu ­

v ia s...! Haz que E L se acuerde esta tarde de mí cuando el Sol se esconda en el ocaso.»

- */Luna N ueva , Luna Nueva! E xhala sobre... recuerdos de mí; heme aquí en tu presencia; haz que yo tan sólo ocupe su co­razón.»

E stas form ulas, que en cierto modo recuerdan las invocacio­nes m ágicas de los Caldeos, están directam ente traducidas del T u p í por el ilustre doctor brasileño Conto de M agaláes.

V . Creían en espíritus protectores que les precedían en los viajes, evitándoles los peligros, desviándoles de accidentes, guiándoles, en suma; se denominaban Maeachera.

Los M á n itó S f espíritus secundarios, tam bién p rotegían á los hombres. Cada salvaje poseía el suyo.

E l Curupirá, protector de las florestas, inspiraba ilusiones, alucinando y obcecando á los que intentaban inútilm ente des­tru ir los bosques,

V I . Jurupari oprim ía perversam ente con horribles pesadi- a s ' ^ ser6s a m anera de íncubos y súcubos eran enviados du-

el sueño a los míseros m ortales para seducirlos y fa sci­nar es. V ephialtas ahogaban y oprim ían á las criaturas. E ran á

Page 22: f SO*ÍA - iapsop.com

6a £ 0 $ I A [ F ebrero

modo de ilusiones de peligros inm inentes, de abismos pavorosos, que paralizaban la voz y los m ovim ientos.

V I I . E vitab an maleficios llevando en el ouello extraños en­cantos: huesos de carnívoros, arañas disecadas, sapos, y aun m i­nerales y vegetales*.,—

. Los Tupínambás tenían grandes hechiceros que se com unica­ban con los espíritus; proyectaban la muerte; obraban á distan­cia alucinando y aterrorizando la víctima. Dom inaban los genios; conocían fórm ulas de encantam iento, palabras kabbalísticas que sujetaban los espíritus; transportaban objetos á grandes distancias á través del espacio y los h acían retornar á voluntad al punto de partida.

V II I . E x istía n entre ellos brujos, curanderos y exorcistas, encontrándose, en general, confundido en un mismo individuo el brujo y el curandero.

E sta degeneración de sacerdocios por la que vinieron á pa­rar las más puras Tradiciones en los negros abismos de la goe- th ia , contribuyó ta l vez á m ezclar y confundir razas en un p rin ­cipio diversas, cuyos tradicionalismos derivaban de tendencias prim itivas.

Los conquistadores portugueses, uo habiendo sabido obser­var cuidadosam ente la civilización aborigen, mezclaron las creencias y los sacerdocios más antagónicos. A los curanderos, m agos, hechiceros y brujos dieron indistintam ente el nombre de pagés ó piagas.

Pagé era, sin em bargo, el sacerdote, el intérprete, el in ter­m ediario entre lo natural y lo extranatural. V iv ía en cabañas escondidas, en los huecos de los árboles ó en cavernas a cuya vecindad no se aproxim aban ni los más osados guerreros. Im po­níanse privaciones cruelísim as; austeros y m isteriosos velaban noches enteras en absoluto silencio. E ntregábanse á la m edita­ción prolongada, á la m aceración y al ayuno, tornándose excep­cionalm ente nerviosos y de una sensibilidad exquisita.

T res categorías había entre ellos. L a de los angaibas, que curaban por la succión; la de los pagés, propiam ente dichos, que ocasionaban la m uerte por prácticas goéthicas; y la de los Ca- raibelés, sacerdotes que recorrían el país visitando las Tabas.

Interpretaban el canto de las aves, en particular del acauan.E l Tamaraká, después de preparado por el pagé, se tornaba

Revelador y era utilizado en ceremonias especiales y peculiares.

Page 23: f SO*ÍA - iapsop.com

* 9 ° 3 j EL GÉNESIS DEL TALMUD 6 3

Servíanse de mujeres aptas para producir en ellas la lucidez sonam búlica ó el éxtasis. Y en este estado predecían lo futuro.

Em pleaban filtros, drogas, bebedizos; conocían las propie­dades terapéuticas de los vegetales, y disponían de un á modo de ritual kabbalístico. E ran á la vez adivinos y profetas, m édi­cos y videntes, y ejercían poderoso influjo sobre las tribus.

I X . Los aborígenes consultábanles sus enfermedades; con­sultábanles los sueños y el arte de confeccionar los amuletos y los talism anes, y les pedían filtros secretos que perm itían á los vivos penetrar en la región de los m uertos, mediante largos y y misteriosos sueños lúcidos.

Los grandes actos de la vida eran determinados por los sue­ños. No se lanzaban á la guerra, ni á la caza, ni á viajes, ni mudaban de ta b á sin que fuesen avisados por el sueño. Ciertas festividades se verificaban segiin sanción divina, dada en sueño. Los espíritus interm ediarios entre M o n a n y el indígena tran s­m itíanle la voluntad suprema c u y a in terpretación explicaba el p a g é .

(Se continuará).D á b íO V e l l o z o .

(Curitiba. Brasil.)

E L G É N E S IS D E L T A L M U D

(Continuación,)

Í*o k tanto, basta la existencia mism a de los «Hombres de la G ran Asam blea» ha sido puesta en tela de ju icio por la in vesti­gación moderna, y se ha conjeturado, con m uchas probabilida­des de acierto, que el germ en histórico de la idea tradicional debe atribuirse á la asam blea general del pueblo, que era congregado para aceptar aquella L e y escrita por E zra después de la vuelta (NWj V I I I - X ) . «En el curso del tiem po, en lu gar de una asam­blea del pueblo para recibir la le y , se ideó un colegio de indivi-

uos transm isores de la le y , y esta noción parece que llena el v&ero entre los últim os profetas y aquellos escribas hasta quie-

Page 24: f SO*ÍA - iapsop.com

20<ͻI A. [ F ebrero64

nes aún se extendía la memoria de los tiem pos subsiguientes (1).Y por obscuro que sea lo demás, es, por lo menos, claro que

los rabinos de P alestina del período tanaita, ó prim era época ta l­m údica, se ocuparon mucho en establecer una «ortodoxia» r íg i­da para el Judaism o, fortaleciéndola contra las m últiples «here- gías» (2). L a historia de la herm osa literatu ra pasada de la nación, qne había producido no sólo los grandes monumentos de la es­critura que aún ponemos en los documentos del A ntiguo T esta ­m ento, sino mucho más, fue por completo olvidada. Y si los do­cum entos, algunos de los cuales sabemos ahora fueron escritos en época no más lejana que el período M acabeo, pudieron ser atribuidos con seguridad á un David ó á un D aniel, estamos ju s ­tificados en suponer que la autoridad dada por la T radición Oral era, en su m ayor parte, de nna n atu raleza igualm ente nada his­tórica. Sin duda a lgu n a, la herencia de los métodos empleados por el Tanaim podía ser atribuida, con grandísim as probabilida­des, á la época lejana del más prim itivo de los «Cinco Pares», aproxim adam ente en los principios del siglo segundo antes de nuestra Era; pero el hecho sorprendente de que la in vestigación más minuciosa sólo pudo descubrir los nombres de dos in stru c­tores en cada generación, parece indicar que, ó bien no se cono­cían otros, ó que muchos nombres y tendencias tuvieron que ser eliminados al buscar la paternidad de esa tendencia especial que el Tanaim erigió en el texto del Judaism o ortodoxo. E n cuanto á que la L e y Oral es contemporánea de M oisés, tenemos que co­locar ta l querida creencia en la mism a categoría que la p reten ­sión aún más sorprendente del K abalism o posterior, de que su

Tradición fué prim eram ente proporcionada por Dios mismo á A d án en el P araíso.

Por otra parte, el hecho de la apelación ó la autoridad de un origen oral en lu ga r de escrito, es á primera vista extraño, cuan­do recordamos que existían miles de libros, algunos de ellos con pretensiones á la autoridad de un Enoch ó de un Adán. A sí, el escritor d e l I V E s t i r a s , el cual, seg ú n , toda, probabilidad, s e com ­puso en tiem po de Dom iciano (85-Sfi después de nuestra E ra),

(1) A , Hislory ofiJie Jewish Peaple in the Time o f Chnsi, por E. Schrürer; tra­ducción inglesa. Londres, 18113. Div. II, vol. I, pég- 355.

(2) Véase Zur Genests der Aguda (Gottingen, 1901), de N. J. Wéinstein. «Die Minim», págs. 91-15(5, y «Kampf dos Fatriaretmts ge gen das Emdrigen poly thsis- tiacher Ideen in die Geielirten-Kreise des palastinischen .1 u den th urna», p&gs. 157-252-

Page 25: f SO*ÍA - iapsop.com

EL GÉNESIS DEL T A L M U D 651903 ]

nos dice (X I V 18 ff.) «que E zra ruega á Dios que le conceda suE sp íritu Santo á fin de poder escribir de nuevo los lib ro s...... qiiehabían sido quemados (con el tem plo, según comprendemos). Dios le ordeno que tomase cinco compañeros, y en cuarenta días con sus noches les dictó noventa y cuatro libros, de los cuales setenta son escritos esotéricos, y los veinticuatro restantes son el canon del A n tigu o Testam ento (1), E s de observar, adem ás, que los números difieren grandem ente en varias form as del testo; así tenemos ochenta y cuatro en lugar de noventa y cuatro, y tam bién 204, 904 y 974. Pero cualquiera que h aya sido el núm e­ro en el texto origin al, sabem os, por lo menos, que en fines del siglo prim ero, después de nuestra E ra, ex istía una opinión m uy diferente de aquélla en que tanto insisten los constructores del Talm ud, á saber: que había una tradición escrita m uy extensa, no sólo contem poránea del Torah, sino de la misma inspiración que éste, más aún, de naturaleza tan preciosa, que se guardaba aparte y se resguardaba de la circulación pública.

Los partidarios de esta opinión, quienes sabemos por las in ­dicaciones de las m uchas com unicaciones m ísticas de aquel tiem po, y tam bién de siglos anteriores, que eran m uy num ero­sos, parece, es verdad, que estaban tan ignorantes de la verda­dera h istoria del desarrollo de los veinticuatro libros del Torah,

como lo estaban los tanaim , y esto es extraño, porque, según toda probabilidad, h ay que asignar á sus predecesores los ele­mentos mas espirituales del mism o Torah. E stos esot-ericistas y sus com unidades, eran los que estaban en íntim o contacto con aquella tendencia espiritualizadora siempre creciente que pode­mos ver en el Esenism o, Terapeutism o, Eilonism o, Ham etism o y Grnoticismo; y sus escritos influyeron tan poderosamente en eldesarrollo del Cristianism o, como los veinticuatro libros del T o ra h .

Sin duda algun a todas estas escuelas y asociaciones tenían tradiciones tanto orales como escritas, pero su principal interés «ra la visión y la apocalíptica; se dedicaban al cultivo de la pro- ecía y á la p ractica de la contem plación, y toda su en ergía es­

taba concentrada en el estudio de esos m isterios de la vida ínter- . les daban la certeza de las cosas del oielo, al paso que el m terés principal de los tanaim era la separación de la vida na-

(l) Articulo de K. Budde «The Canon*. § 1 7 , Encyclovtdia B íb lica .

Page 26: f SO*ÍA - iapsop.com

66 Z 0 $ I A [ F ebrer o

cional del contacto de toda influencia relig iosa «extranjera», por medio de nna insistencia cada vez más exigen te sobre ese lega- lismo peculiar que los otros habían encontrado ó estaban encon­trando más y más enfadoso, ó habían por completo desechado por nna interpretación más liberal, apropiada á las necesidades de los que se habían reunido en torno de la cuna del infante P ro ­teo, que estaba destinado á desarrollar eventualm ente una nue­va fe en el mundo.

Parece como un signo de debilidad que en medio de tanto como se escribió, el conservatisino tu viera que apoyarse por com pleto en una tradición oral como autoridad. Como quiera que sea, sin em bargo, la fa lta de autoridad escrita para establecer el legalism o M isnáico como la ortodoxia de Israel, parece haber desarrollado gradualm ente por necesidad una virtu d , y encon­tramos expuesto repetidam ente en el Talm ud que la tradición no debe en modo alguno escribirse, sino tan sólo ser encargada á la m em oria. A la verdad, en tiem pos posteriores se pretendió que no solam ente el M isna nunca fué escrito, ni aun siquiera cuando alcanzó su form a final el año 200 después de nuestra E ra , sino tam bién que todo el contenido voluminoso del Com ple­m ento del Talm ud ó Gom ara, nunca se escribió hasta el tiem po de los Saboraer (1) (500-650 de nuestra E ra), los eruditos que se­guían al Am oráer ó los que tejieron al G em ara en el M isna,

Pero á pesar de lo que sabemos de la prodigiosa m emoria de los orientales (2), y á pesar de los fascinadores relatos que se referían de las m aravillosas proezas de memoria de los talm u­distas, al paso que pudiera inclinarnos á aceptar la tradición oral del tex to del M isna, mucho menos extensa y relativam ente menos com pleja, la m asa enorme y naturaleza por com pleto confusa y caótica del contenido del G em ara, hacen m uy d ifíc il creer que fuera transm itido únicam ente por repetición verbal. A la verdad, parece mucho más probable que el M isna fuese todo escrito en el tiem po de su redacción final, en 200-207 de nuestra Era; pues cuando oímos que se completó en esta época, es difícil comprender cómo una form a autorizada de codificación de seme-

(1) Véase Einleiiungin den Talmud, por II. L. S trael (Leipzig, 1900, tareera edición), pág. 55.

(2) Hasta los eruditos occidentales han declarado que ta tradición oral de un tex­to vaídieo, por ejemplo, es preferible á nna copia escrita.

Page 27: f SO*ÍA - iapsop.com

Í9°3] ÉL GÉNESIS DEL T A L M U D 67

jan te m aterial heterogéneo pudo haberse hecho tan sólo por me­dio de la memoria; y si esto es verdad acerca del M isna, mucho más debe serlo para la m ateria más vasta del G em ara.

ítesp ecto del contenido haláehico del M isna, puede suceder, por supuesto, que la tradición de ios precedentes en que los le ­trados basaron sus decisiones, h aya sido conservada secreta como propiedad hereditaria de una profesión especial; pero se­guram ente algunas notas previas habían existido, quizá tam bién se habían hecho colecciones privadas de notas aun antes no sólo del tiempo de nn A k ib a , al principio del siglo segundo, sino hasta de un G-amaniel en los días de Pablo.

¿Pero debemos creer que un Joshna ben P erachia y un N i- thai, un Judah ben T abbai y mi Sim ón ben Shetach , un She- m aiah y un A b ta lio n , un H ille l y un Sham m ai, un G anianiel y un A kib a, no dejaron nada escrito? Seguram ente lo hicieron. Y si esto es cierto respecto de la tradición del más autorizado H ala- choth, tanto más parece deber serlo con esa enorme m asa de le ­yenda y hom ilía agádica , y el ñotsam y jetsam de igu al n atu ra­leza de que está lleno el Talm ud, A la verdad, una revisión científica de los pasajes del Talm ud, relacionados con el asunto, revela el estado m ental más confuso sobre la cuestión, hasta en los muchos constructores de este trabajo de parches. A l paso que de una p arte vemos estrictam ente prohibido escribir el Ha- lachoth, hemos tropezado con referencias aisladas de un H ala- choth más viejo escrito; y aunque el escribir el H aggadoth está tam bién, al parecer, incluido en la prohibición general, nos en­contramos con referencias m uy precisas á libros h a g a d a y hasta colecciones de tales libros (1).

. En resumen: al paso que los rabinos m edioevales de F ran cia sostienen que el Talm ud nunca fué escrito hasta su com plem en­to final en las postrim erías del siglo quinto, los rabinos españo­les sostienen que el M isna fue escrito por R ab b i Jehuda (136-217} y el G em ara de P alestin a por E ab b i Joehanan (199-279) (2), y el G em ara de B abilon ia por R ab A sch i (395-427) y R ab A b in a (Ca­beza de la E scuela Sura, 473-499). E sta diferencia de pareceres

(1) Véase E in b lk lt, de Block, págs. VIII -IX, y EMeUung, de Strack, § 2. «Das Verbot des Schreibensv, págs. 411-55,

(2) Y esto frente al hecho de que muchas de las autoridades citadas eu el Gema­ra de Palestina, vivieron después de R. Jochaman; algunos hasta uu siglo después.

Page 28: f SO*ÍA - iapsop.com

68*S O < M A [ F ebrero

era probablem ente debida al hecho de que los rabinos franceses tenían que depender por completo de su m em oria, debido á la quem a de sus m anuscritos por la Inquisición , m ientras que los rabinos españoles de época anterior estaban aún en posesión de sn libertad literaria .

Pero cualquiera que h aya sido el modo preciso del génesis, desenvolvim iento y transm isión del testo hasta que alcanzó su completo desarrollo en la form a en que hoy se halla ante nos­otros, y por más d ifícil que sea entresacar datos históricos de confianza de la nebulosa y confusa indicación de sus asertos con­tradictorios, los tratados del Talm ud perm anecen como los te ­rraplenes de una gran ciudad enterrada del pasado, desafiando la industria y el ingenio del animoso explorador á que h aga nuevos esfuerzos, con la esperanza de poner al descubierto ves­tig ios con los cuales puedan reconstruirse los bosquejos de a lgu ­nos de los antiguos edificios.

Y para nadie encierra el Talm ud m ayor interés que para el estudiante de los orígenes del Cristianism o. No irem os tan lejos como decir con K eu ch lin que el Talm ud (y hasta el Misna) es un libro «escrito por los parientes más cercanos de Cristo», pero es innegable, como y a se ha indicado tan amenudo antes, que de todos los preceptos puram ente éticos de los E vangelios pueden encontrarse sus paralelos en el Talm ud en dichos atribuidos á los antiguos rabinos de Israel.

En el Talm ud tenemos una gran corriente de tradición que, generación tras generación — y pudiera decirse que año tras año— corre paralelam ente con el prim itivo riachuelo que tan r á ­pidam ente se convierte en el río , y finalm ente en el océano del Cristianism o. Sólo aquí podremos esperar encontrar inform e^de confianza respecto de cómo surgió la relig ión que luego se con­virtió en la gran re lig ió n de Occidente; quién fue su fundador, cuál fué la m ateria y el método de la enseñanza, y quiénes fu e ­ron los prim eros secuaces del M aestro.

Pero antes de discutir los pasajes que se dicen referentes á Jesús, debemos dar una ligera idea de la h istoria del Talm ud escrito, y m ostrar cómo sus pasajes fueron entresacados para form ar el fundam ento de la disputa y persecución más am argas.

G . B . S. M e a d .

Page 29: f SO*ÍA - iapsop.com

DESDE LAS CUEVAS Y SELVAS DEL INDOSTÁNpor H . P. B L A Y A T S K Y

^ (c o n t i n u a c i ó n )

Al entrar en el «refectorio», observamos inmediatamente cuáles eran las precauciones de los hindus para no ser manchados con nuestra presencia. piso de piedra del recinto estaba dividido en dos partes iguales. La división consistía en una línea trazada con greda, con signos ¡cabalísticos á cada ex­tremo. Una parte estaba destinada á la familia y amigos de nuestro huésped, pertenecientes á la misma casta, y la otra á nosotros. En nuestra división habla además un tercer cuadrado para hindus de casta distinta. El mueblaje de los espacios grandes, era exactamente igual. Junto á las dos paredes esta­ban extendidos estrechos tapices, cubiertos de almohadones y asientos bajos. Ante cada ocupante había un paralelogramo trazado también con greda sobre el suelo desnudo, y dividido, como un tablero de ajedrez, en pequeños cuadrados destinados á los platos y fuentes. Estos consistían en gruesas y fuertes hojas de la hatea frondosa; las fuentes grandes estaban hechas de va­rias hojas unidas con espinas; los platos y salseras eran de una hoja, con los bordes vueltos hacia arriba. Todos los platos de la cena estaban ya colocados en sus respectivos cuadrados; contamos cuarenta y ocho platos, que conte­nían otros tantos trozos de distintos manjares. Las materias de que estaban compuestos, eran en su mayor parte térra incógnita para nosotros, pero algu­nos de ellos tenían muy buen gusto. Todo ello era .alimento vegetal. No se veía ni asomos de carne, aves, huevos ó pescados. Había chutmys, frutas y vegetales conservados en vinagre y en miel; panckamrits, mezcla de bayas- pampello, tamarindos, leche de coco, miel de caña y aceite de olivo, y kusk- mer hecho de rábanos, miel y harina; había también ardientes pickles y es­pecies. Iodo esto estaba coronado con una montaña de arroz exquisitamente condimentado, y otra montaña de chapatis que se asemejan algo á doradas tortas. Los platos estaban en cuatro hileras, cada una con doce platos, y entre las hileras ardían trozos de maderas aromáticas del tamaño de peque­ños cirios de iglesia. Nuestra parte de la sala estaba muy alumbrada con velas verdes y encarnadas. Los candeleros en que estaban estas velas, tenían una forma muy rara. Representaban cada uno el tronco de un árbol con Una cobra de siete cabezas enroscada alrededor. De cada una de las siete kocas salía una vela de cera verde ó encamada, en forma de espiral, como

Page 30: f SO*ÍA - iapsop.com

s O <í> 1 \ [ Febrero7°un sacacorchos. Las corrientes de aire que soplaban por entre las columnas, hacían oscilar las luces, llenando el espacioso refectorio de fantásticas som­bras movientes, y haciendo estornudar con frecuencia á nuestros dos amigos tan ligeramente vestidos. Esta luz oscilante, dejando á los hindus en una relativa obscuridad, hacía aún más conspicuas las dos formas blancas, como si las convirtiese en una mascarda y se riese de ellas.

Los parientes y amigos de nuestro huésped entraron uno en pos de otro. Todos estaban desnudos hasta la cintura, todos descalzos, todos llevaban el triple cordón brahmánico y dhutis de seda blanca, y los cabellos sueltos. Cada shaib era seguido de su propio criado que llevaba su copa, su jarro de plata, y hasta de oro, y una toalla. Todos ellos, deqjtués de saludar al huésped, hicieron lo mismo con nosotros, juntando las palmas de las manos y tocán­dose la frente, el pecho, y luego el suelo. Todos nos dijeron: «Ram-Ram» y «Ñamaste* (yo te saludo), y luego se dirigieron á sus asientos respectivos con perfecto silencio. Sus cumplimientos me hicieron recordar que en la remota antigüedad era costumbre saludarse entre si, pronunciando dos veces el nom­

bre de algún antecesor.Todos nos sentamos, los hindus tranquila y majestuosamente, como pre­

parándose para una ceremonia mística, y nosotros cohibidos, temiendo co­meter una torpeza imperdonable. Un coro de voces femeninas cantaba un himno monótono, celebrando la gloria de los dioses. Eran una media docena de muchachas nautch de una pagoda próxima. Con este acompañamiento principiamos á satisfacer nuestro apetito. Gracias á las instrucciones del Babú, tuvimos mucho cuidado de comer únicamente con la mano derecha. Esto era algo difícil, porque teníamos hambre y prisa, pero por completo necesario. Si hubiésemos tan sólo tocado el arroz con la mano izquierda, legiones enteras de Rakshasas (demonios) hubieran sido atraídos á tomar parte en nuestro festín en el mismo momento; lo cual, por supuesto, hubiera hecho salir á todos los hindus íuera de la habitación, lío hay que decir que no había ni vestigios de tenedores, cuchillos ni cucharas. A fin de evitar el riesgo de violar la regla, puse la mano izquierda en el bolsillo y agarré mi pañuelo durante todo el tiempo que duró la comida.

El canto sólo duró unos minutos; en lo demás del tiempo reinó entre nosotros un silencio de muerte. Era lunes, un día de ayuno, y así la ausencia usual de ruido á la hora de las comidas, tenía que observarse más estricta­mente que nunca. Generalmente, el que se ve obligado á romper el silencio por algún incidente imprevisto, se apresura á sumergir en el agua el dedo de en medio de su mano izquierda, que hasta entonces ha permanecido oculta tras de su espalda, y luego humedece con ella los párpados. Pero un hombre realmente piadoso no se contenta con esta simple fórmula de purificación, sino que después que ha hablado, abandona el comedor, se baña por com­pleto, y luego se abstiene de todo alimento durante el resto del día.

Gracias á este silencio solemne, estuve en libertad de observar con aten­ción todo lo que allí pasaba. De vez en cuando, siempre que mi vista se en-

Page 31: f SO*ÍA - iapsop.com

1 9 ° j ] DESDE LAS CUEVAS Y SELVAS DEL INDOSTÁN 7 1

contraba con la del Coronel ó la de Mr. I., sentía la mayor dificultad del mundo para conservar mi gravedad. Me atacaban impulsos de loca risa cuando los observaba sentados y tiesos con una solemnidad tan cómica, y manejando tan torpemente hombros y manos. La larga barba de uno estaba blanca de granos de arroz, como plateada de escarcha; la mejilla del otro, amarilla de azafrán líquido. Pero la curiosidad no satisfecha venia afortuna­damente en mi ayuda, y seguía observando las extrañas maneras de los hindus.

Cada uno de ellos, después de sentarse sobre sus piernas cruzadas, vertía agua con la mano izquierda de la jarra traída por el criado, primeramente en su copa, y luego en la palma de la mano derecha. Después, lenta y cuidado­samente, rociaba alrededor de un plato que contenía toda clase de manjares, y estaba aparte destinado á los dieses. Durante este procedimiento, cada hindú recitaba un mantram védico. Luego, llenando la mano derecha de arroz, pronunciaba una nueva serie de coplas, y después de haber juntado á la derecha de su plato cinco puñados de arroz, se volvía á lavar las manos para contrarrestar el mal de ojo; después rociaba más agua, y derramando unas gotas en la palma de la mano derecha, la sorbía lentamente. En seguida de esto, comía seis puñados de arroz, uno tras otro, murmurando oraciones todo el tiempo, y humedecía sus ojos con el dedo de en medio de la mano izquier­da. Hecho esto, ponía finalmente la mano izquierda detrás de la espalda, y principiaba á comer con la derecha. En todo lo dicho, solo emplearon unos pocos minutos, pero fué ejecutado con toda solemnidad.

Los hindus comían con el cuerpo inclinado sobre la comida, lanzándola á lo alto y atrapándola con la boca tan hábilmente, que ni un solo grano de arroz se perdía, ni una sola gota de los diversos líquidos se derramaba. De­seoso de demostrar toda consideración á su huésped, el Coronel trató de imitar todas estas maniobras. Consiguió inclinarse sobre la comida casi hori- zontalmente, pero ¡ayl no pudo permanecer mucho tiempo en tal postura. El natural peso de sus poderosos miembros pudo más que él, perdió el equilibrio, y por poco cae de bruces, mientras las gafas se le escaparon y se sumergie­ron en un plato de leche agna y ajos. Este fracaso hizo al bravo americano abandonar sus intentos de «hinduizarse», y permaneció quieto.

La cena se terminó con arroz mezclado con azúcar, guisantes espolvo­reados, aceite de olivo, ajos y granos de granada, como de costumbre. Este u timo manjar se come precipitadamente. Cada cual mira nerviosamente de reojo á su vecino con un miedo mortal de ser el 'último en concluir, porque esto es considerado como muy mal presagio. Finalmente, todos toman un sor o de agua, murmurando al mismo tiempo oraciones, y ésta deben tragarla

a u / /J D e S g r a d a d 0 dd qUC SG atra^aüte! £ sto sería clarísima señal de q un ohuta se ha posesionado de su garganta. El desgraciado tiene que

ver por su vida y hacerse purificar ante el altar.Los pobres hindus están muy atormentados por estos perversos bhutas, amas de los que han muerto con deseos no satisfechos y pasiones terre-

Page 32: f SO*ÍA - iapsop.com

72 £ 0 4 > I A [ F ebrero

nales. Los espíritus hindus, si he de creer los unánimes asertos de todos, pululan constantemente alrededor de los vivos, siempre dispuestos á satisfa­cer su apetito con la boca de otra gente, y á satisfacer sus deseos impuros con ayuda de órganos que ocupan temporalmente á los vivos. Se les teme y se les maldice en toda la India. No se escatima medio alguno para librarse de ellos. Las nociones y conclusiones de los hindus en este punto, contradi­cen categóricamente las aspiraciones y esperanzas de los espiritistas occi­dentales.

«Un espíritu bueno y puro creen ellos que no dejará que su alma vuelva á visitar la tierra, si esta alma es igualmente pura. Alégrase de la muerte y de unirse á Brahmá, viviendo una vida eterna en Svarga (cielo), gozando de la compañía de los hermosos Gandharvas ó ángeles cantores. Se regocija en soñar durante eternidades, escuchando sus cantos, al paso que su alma se purifica por una nueva encarnación en un cuerpo mucho más perfecto que el que abandonó anteriormente.

Los hindus creen que el espíritu ó Atmá, una partícula del G ran Tono, que es Parabrahm, no puede ser castigado por culpas en que no tuvo par­ticipación, Manas, la inteligencia animal, y el alma animal ó J'iva, ambos semi ilusiones materiales, son los que pecan, sufren y transmigran de uno á otro cuerpo hasta que se purifican. El espíritu no hace más que cobijar sus transmigraciones terrestres. Cuando el Ego ha alcanzado el estado final de pureza, será uno con Atmá, y gradualmente se sumergirá, desaparecerá en Parabrahm. Pero esto no es lo que espera á las almas perversas. El alma que no consigue desprenderse de las cosas y deseos terrestres antes de la muerte del cuerpo, es arrastrada por sus pecados, y en lugar de reencarnarse en alguna nueva forma, con arreglo á las leyes de la metempsicosis, permanece sin cuerpo y condenada á vagar en la tierra. Se convierte en un bhuta, y por sus propios sufrimientos ocasiona sufrimientos indecibles á sus parientes. Esta es la razón por qué el hindú teme sobre todas las cosas el permanecer sin cuerpo después de la muerte.

«¡Es mejor entrar en el cuerpo de un tigre, de un perro y hasta en el de un halcón con patas amarillas después de la muerte, que convertirse en un bhutal;> — me dijo una vez un viejo hindú.— «Todo animal posee un cuerpo suyo propio, con derecho á usar de él honradamente; al paso que los bhutas son dakoits condenados, bandidos y ladrones, que siempre están acechando la ocasión de usar de lo que no es suyo. Este es un estado horrible, un horror indescriptible. Este es el verdadero infierno. ¿Qué espiritismo es ese de que tanto se habla en Occidente? ¿Es posible que los inteligentes ingleses y americanos estén tan locos?»

Y á pesar de todas nuestras afirmaciones, no quiso creer que hay real­mente gente á quien gusta los bhutas, y que darían cualquier cosa para atraerlos á su casa.

Después de la cena, los hombres volvieron al pozo de la familia para lavarse y luego vestirse,

Page 33: f SO*ÍA - iapsop.com

i 9°3Jd esd e l a s cu evas y se lv a s d e l in d o st á n 73

Generalmente, á esta hora d e la n o c h e , lo s hin dus se p o n e n maimalasias jm a e sp e cie d e ca m isa e strech a , tu rb an te b la n c o y san d a lias d e m a ­

d e ra c o n n udos m etid o s en tre los d ed o s d e lo s p ies. E s te cu rioso c a lz a d o lo

d e 'a n á la p u erta , m ientras sus dueñ os v u e lv en á la sa la y se sien tan sobre

tap ices y a lm oh ad on es c o lo c a d o s á lo la rg o d e la s p ared es, p a ra m ascar

b e te l fum ar h o o k a h s y cheroots, oir lec tu ra s sag ra d a s y p resen ciar lo s bailes

de'las n am ch es. P e r o a q u e lla n och e, p ro b a b lem e n te en ho n o r n uestro, todos

lo s hindus se v istiero n m a g n ífic a m e n te . A lg u n o s d e e llo s lle v a b a n darías d e riquísim o raso ra y a d o , un sin fin d e p en d ien tes d e o ro , d e co llares m o n ­

tad os co n diam an tes y e sm erald as, re lo jes y ca d en a s d e o ro , y tran sp aren tes

b a n d a s b rah m án icas c o n b o rd a d o s d e l m ism o m etal. L o s gru eso s d e d o s y la

oreja derecha d e n u estro h u ésp ed re sp la n d ecía n m ate ria lm e n te d e d iam an tes.

L a s m ujeres q u e n o s sirv ieron d u ran te la co m id a , d e sa p a re c ie ro n desp u és

p o r bastante tiem p o. C u a n d o vo lv iero n , e sta b a n tam b ié n lu josam en te a ta v ia ­

das, y n os fu ero n p re se n ta d a s fo rm a lm en te co m o la s señ oras d e la ca sa .

E ra n cin co : l a esp o sa d e l h u é sp e d , m u je r d e v e in tic in c o á vein tiséis a ñ o s d e

e d ad ; otras d os q u e p arecía n a lg o m ás jó v e n e s , un a de la s cu ales lle v a b a un

n iño d e p e c h o , y que c o n gran sorp resa n u estra nos fu e p resen ta d a co m o la

h ija ca sa d a d e n uestro h u ésp ed ; lu e g o la a n cia n a m a d re d e n u estro h u ésp ed

y un a ñifla d e siete a ñ o s, esp o sa d e u n h erm an o d e a q u é l. D e su erte q u e

n u estra h u ésp ed a e ra a b u e la , y su cu fia d a , q u e h a b ía d e e n tra r fin a lm en te

en e l m atrim on io d e n tro de d os ó tres a ñ o s m ás, p o d ría tam b ié n se r m a d re

antes d e cu m p lir lo s d o ce años. T o d a s e sta b a n d e sc a lza s , c o n sortijas e n

todos lo s d e d o s d e lo s p ies, y to d a s , e x ce p to la a n c ia n a , lle v a b a n gu irn ald as

d e flores n atu rales a lre d e d o r d e l c u e llo y en su n eg rísim o p elo . Sus e strech o s

corpifios llen o s d e b o rd a d o s , eran ta n co rto s, q u e en tre e llo s y el sari h ab ía

m u y b ie n un cu arto d e y a rd a d e p ie l d esn uda, L a s o b scu ras cin tu ras, co lo r

d e b ro n ce , d e estas b ie n fo rm a d a s m u je re s , se p re se n ta b a n atrev id am en te a l

exam en , y re fle ja b an la s lu ce s de la h a b itació n . Sus h e rm o so s b ra zo s y to b i­

llo s estab an cu b ierto s d e b razale tes. A l m e n o r d e sus m o vim ien to s p ro d u cía n

un ru id o argen tin o co m o d e c a s c a b e le s , y la cu ñ ad ita , que fác ilm e n te p o d ía

ser to m ad a p o r u n a m u ñ e ca au to m ática , ap en as p o d ía -m o v erse b a jo e l p eso

d e sus a d o rn o s. L a jo v e n a b u ela , n u estra h u ésp ed a, ten ia un a n illo en su n a ­

r iz izqu ierda, q u e le l le g a b a á la p arte in fe rio r d e la b a rb a . Su n ariz e sta b a

t m uy d esfig u ra d a p o r e l p eso d e l o ro , y ob servam o s cu á n ve rd ad e ra m en te

b e lla e ra , cu a n d o se lo quitó para p o d e r b e b e r un té c o n a lg u n a co m o d id a d .

P rin c ip io e l b a ile d e las jó v e n e s n au tch s. D o s d e e lla s eran m u y lind as,

u b a ile co n sistía p rin c ip a lm e n te en m ovim ien to s m ás ó m enos exp re sivo s

f e lo s o jos, d e la c a b e z a y h asta d e las o re jas; en un a p a la b ra , d e to d a la

*>arte sup erior d e l cu erp o. E n cu a n to á sus p iern as, ó n o se m o vía n n a d a , ó

16 m o vían co n ta l lig e re za , que a p a re c ía n e n vu eltas en n ie b la .

Después de este día accidentado dormí el sueño de los justos.Cuando se ha dormido muchas noches en una tienda de campaña, es

Page 34: f SO*ÍA - iapsop.com

SO<I>IA [F ebrero74c o s a m uy a g ra d a b le h a ce rlo en u n a v e rd a d e ra c a m a , au n qu e ésta sea c o l­

gan te . E l p la ce r se h u b iera , sin d u d a, au m e n tad o co n sid e ra b lem en te , si h u ­

b ie se sab id o q u e d o rm ía en e l le c h o d e un dios. P e ro e sta ú ltim a c ircu n sta n -

c ía só lo m e fu e re v e la d a á la m a ñ a n a siguien te: p ues a l b a ja r la esca lera ,

d e sc u b rí rep en tin a m en te a l p o b re general en chef, H a n u m a n , p riv a d o d e su

cu n a y a rrin co n ad o sin ce re m o n ia b a jo la esca lera . ¡D e cid id a m en te , lo s h in -

dus d e l s ig lo x i x so n u n a ra za d e g e n e ra d a y b lasfem al

E n e l curso d e la m a ñ a n a supim os q u e este b a la n c e a n te tro n o su yo y u n

a n tigu o so fá , eran lo s ú n ico s m u e b les d e la ca s a q u e p o d ía n ser co n vertid o s

en ca m as.N in g u n o d e nuestros d os c a b a lle ro s h a b ía p a sa d o b u e n a n o c h e . D u rm ie ­

ro n e n u n a to rre v a c ía q u e fue u n a v e z e l a lta r d e u n a a rru in a d a p ag o d a, y

q u e e sta b a situ ad a d etrás del ed ific io p rin cip a l, A l a sig n a rle s este extrañ o

lu g a r d e rep o so , n uestro h u ésp ed fué gu iad o p o r l a b u e n a in ten c ió n d e p ro ­

te g e r lo s c o n tr a lo s c h a c a le s , q u e lib re m e n te p e n e tra b a n en to d as las h a b ita ­

c io n es d e l p iso b a jo , p o r cu a n to están a trav esa d a s d e n um erosos a rco s y

c a re c ía n d e p uertas. L o s c h a c a le s , sin e m b argo , n o m o lestaro n m u ch o á

nuestros ca b a lle ro s a q u e lla n o c h e , e x ce p tu ad o q u e les d ie ro n un co n cierto

n octu rn o . P e ro ta n to M r. I. co m o e l C o ro n e l, tu v iero n q u e lu ch ar to d a la

n o c h e c o n un vampiro, q u e ad em ás d e ser u n a zorra v o la d o ra d e tam añ o

a n o rm al, e ra tam b ié n un esp íritu , co m o sup im os d e m a sia d o ta rd e p ara d e s ­

g r a c ia n u estra .H e a q u í có m o su ced ió . V o la n d o sin ru id o d e n tro d e la torre, e l v a m p iro

se p o s a b a d e v e z en cu a n d o so b re los durm ien tes, h a cién d o le s e strem e cer

c o n e l re p u g n a n te c o n ta cto d e su s a la s fría s y v isco sa s. S u in ten c ión e ra c la ­

ram en te co n segu ir u n a b u e n a ch u p ad a d e sa n g re eu ro p ea . F u e ro n d e sp e rta ­

d os p o r ta le s m a n e jo s lo m en o s d ie z veces, y á c a d a vez lo esp a n ta b an . P e ro

tan p ro n to co m o e m p e za b a n d e n u e v o á d o rm irse, e l m a ld ito m u rcié la go era

segu ro q u e v o lv ía á p o sa rse e n sus h o m b ro s, c a b e z a ó p iernas. P o r fin

M r. I., p e rd ien d o la p a c ie n c ia , a cu d ió á un g ran recu rso: lo co g ió y le to rc ió

el p e scu e zo .C o n sid e rá n d o se p er fe c ta m e n te in o cen te s lo s c a b a lle r o s , c o r ta r o n e l trá ­

g ic o fio d e l in op ortu n o m u rcié la go á su hu ésp ed , é in sta n tá n e a m en te a tra je ­

ro n so b re sus c a b e za s to d a s la s tem p e sta d es d e l c ie lo .

E l p atio e sta b a lle n o d e g en te . T o d o s lo s h a b itan tes se h a lla b a n d e lan te

de la e n tra d a d e la to rre , tristes, y c o n la c a b e z a b a ja . L a a n c ia n a m a d re d e

n u estro h u ésp ed se a rra n c a b a lo s c a b e llo s d e d e se s p e ra c ió n , y la n z a b a a g u ­

d os gritos en to d as las le n g u a s d e la In d ia . ¿Q u é es lo q u e les p a sa b a á todos?

N o p o d íam o s su p o n erlo ; p ero cu a n d o sup im os l a cau sa d e tod o e llo , n u estra

c o n fu sió n n o tu v o lím ite s .P o r c ierto s sign o s m isteriosos, co n o c id o s ú n ica m en te d e la fa m ilia b r a h ­

m án , h a c ía d ie z añ o s q u e se h a b ía d e c id id o que e l a lm a d e l h e rm a n o m a y o r

d e n uestro h u ésp ed h a b ía e n c a rn a d o en e ste m u rcié la go v a m p iro , sed ie n to

d e san gre. E s te h e ch o n o s fué re v e la d o co m o fuera d e to d a d u d a , D e s d e

Page 35: f SO*ÍA - iapsop.com

DESDE LAS CUEVAS Y SELVAS DEL INDOSTÁN*903] 75

hacia nueve años, el difunto Patarah Prabhu existía bajo esta nueva forma, cumpliendo las leyes de la metempsícosis. Pasaba las horas desde el amanecer á la puesta del sol, en un viejo árbol delante de la torre, colgado con la ca­beza hacia abajo. Pero por la noche visitaba la vieja torre dando fiera caza á le s insectos que buscaban refugio en aquel apartado rincón. Y así transcu­rrieron nueve años en esta dichosa existencia, dividida entre dormir y comer, y la redención gradual de antiguos pecados cometidos bajo la forma de un Patarah Prabhu. ¿Y ahora? Ahora su abandonado cuerpo yacía en el polvo á la entrada de su torre favorita, con sus alas medio devoradas por las ratas. La pobre vieja, su madre, estaba loca de pena, y lanzaba, á través de sus lágrimas, miradas de reproche á Mr. I., quien en su nuevo carácter de asesi­no despiada do, aparecía con una tranquilidad repugnante.

Pero el asunto empezaba á volverse serio. El lado cómico del mismo desaparecía ante la sinceridad é intensidad de sus lamentaciones. Sus des­cendientes, agrupados á su alrededor, eran demasiado bien educados para reprocharnos abiertamente; pero la expresión de sus caras no tenía nada de tranquilizadora. El sacerdote y astrólogo de la familia se hallaba al lado de la andana señora, Shastras en mano, pronto á principiar la ceremonia de purificación. Cubrió solemnemente el cadáver con un pedazo de lienzo nuevo, ocultando así á nuestra vista los tristes despojos, casi literalmente cubiertos de hormigas.

Mr. I. bacía lo posible por permanecer indiferente, pero Miss X., con su falta de tacto, se acercó á él expresándole en alta voz su indignación por estas supersticiones de una raza inferior; él, al menos, parecía acordarse de que nuestro huésped sabía el inglés perfectamente, y no la animaba con ma­yores muestras de simpatía. No le contestó, pero se sonrió desdeñosamente. Nuestro huésped se aproximó al Coronel con respetuosos saludos, y nos in­vitó á seguirle.

«Sin duda alguna nos va á pedir que dejemos la casa en seguida — fué mi penosa impresión.»

Pero mi aprensión no era justificada. En esta época de mi peregrinación india estaba yo lejos de haber profundizado el abismo metafísico de un co­razón hindú.

Sham Rao principió por pronunciar un prefacio elocuente por todo lo a to. Nos hizo presente que él, personalmente, era un hombre ilustrado, un

om re que poseía todas las ventajas de una educación occidental. Dijo que ebido ¿ esto, no estaba muy seguro de que el cuerpo del vampiro estuviese a 1 a o realmente por su difunto hermano. Darwin, por supuesto, y algunos

os gran es naturalistas de Occidente, parecían creer en la transmigración “ 133 aimas- Pero P°r to él podía apreciar, creían en ello en un sentido mentS°a ^ ° ^ S* SU ma<̂ re hubiese tenido un niño exactamente en el mo- aran 7 ,mUerte del vamPir0> «te niño hubiera tenido indubitablemente

tes átomo COn aqUel aDÍma1' P°r haUarse tan cercade eUa sus Recaden-

Page 36: f SO*ÍA - iapsop.com

v 0 < £ I A [ F ebrero76_.-jj0 esta la interpretación exacta de la escuela de Darwin? — nos pre­

guntó. jContestam os m odestam ente, que viajando com o habíam os estado casi

sin cesar durante el último año, no podíamos menos de estar algo atrasados sobre las cuestiones de la ciencia moderna, pues no habíamos seguido sus últimas conclusiones.

_[pero yo las he seguidol — replicó el bueno de Sham Rao con ciertapomposidad. — Y asi espero que se me permita decir que he comprendido y apreciado debidamente sus más recientes desenvolvimientos. Acabo pre­cisamente de estudiar la magnifica Antropogénesis de Haeckel, y he discuti­do cuidadosamente conmigo mismo sus lógicas y científicas explicaciones del origen del hombre de formas inferiores animales, por medio de la trans­formación. ¿Y qué es esta transformación, decid, sino la transmigración de los hindus antiguos y modernos, y la metempsícosis de los griegos?

No tuvimos nada que decir respecto de la identidad, y hasta nos aven­turamos á observar que, con arreglo á Haeckel, se le parece efectivamente.

_|ExactoI — exclamó con alegría.— Esto demuestra que nuestras con­cepciones no son necias ni supersticiosas, como sostienen algunos contra­rios á Mantt. El gran Manu se anticipó á Darwin y á Haeckel. Juzgad por vosotros mismos; el último deriva la génesis del hombre de un grupo de plasmas, desde la monera de apariencia gelatinosa; esta monera pasa á tra­vés de las amibas, de las ascidias, de los amphioxus sin cerebro ni corazón, y al octavo cambio transmigra á la lamprea, se transforma últimamente en un amnioto vertebrado, en un premamífero, en un animal marsupial,. . El vampiro, á su vez, pertenece á la especie de los vertebrados. Vosotros que sois gente instruida, no podéis contradecir tal aserto.

No se equivocó en su suposición; no le contradijimos.— En este caso, hacedme el honor de seguir mi argumentación.,.Seguimos efectivamente su argumento con la mayor atención, pero sin

poder presumir á dónde nos quería llevar.— Darwin— continuó Sham Rao— , en su Origen de las Especies ¡ vuelve á

restablecer palabra por palabra las enseñanzas palingenéticas de nuestro Manu. Ue esto estoy perfectamente convencido, y si queréis, os lo probaré libro en mano. Nuestro antiguo dador de leyes, entre otros dichos, expresa lo siguiente: ‘ El gran Parabrabm ordenó al hombre aparecer en el universo después de pasar por todos los grados del reino animal, y de surgir prima­riamente del seno del lodo de la mar profunda. El gusano se convirtió en serpiente, la serpiente en pez, el pez en mamífero y así sucesivamente. ¿No está esta misma idea en el fondo de la teoría de Darwin, cuando sostiene que las formas orgánicas han tenido su origen en especies más simples, y cuando dice que el protoplasma informe nacido en el lodo en los períodos laurenciano y siluriano— el ‘ lodo de los mares de Manu, me atrevo á de­cir— se transformó gradualmente en el mono aotropoide, y por último, en el ser humano?

Page 37: f SO*ÍA - iapsop.com

DESDE LAS CUEVAS Y SELVAS DEL INDOSTAN 77I9°3]Contestam os que así lo parecía.

— Pero á pesar de todo mi respeto por Darwin y su eminente partidario Hsekel, no puedo estar de acuerdo con sus conclusiones finales, especial­mente con las conclusiones del último — continuó Sham Rao. — Este exci­table y bilioso alemán es perfectamente exacto al copiar la embriología de Manu y todas las metamorfosis de nuestros antecesores, pero olvida la evo­lución del alma humana, la cual, según declara Manu, va mano á mano con la evolución de la materia. El hijo de Swayarabhuva, el Llegado por Sí Mis­mo, habla como sigue: 1 Todo lo creado en un nuevo ciclo, añadido á las cualidades de sus transmigraciones precedentes, adquiere nuevas cualidades, y mientras más se aproxime al hombre, el tipo más elevado de la tierra, tan­to $iás brillante se hace su chispa divina; pero una vez que se ha convertido éá un Brahma, entrará en el ciclo de las transmigraciones conscientes’ . ¿Comprendéis lo que esto significa? Significa que desde ese momento, sus transformaciones ya no dependen de las ciegas leyes de la evolución gra­dual, sino hasta en la menor de las acciones humanas, que traen consigo premio ó castigo. Ahora veis que depende de la voluntad del hombre el tomar la senda que conduce á Moksha, la dicha eterna, pasando de un loka á otro, hasta llegar á Brahmaloka, ó bien por el contrario, retroceder á causa de sus pecados. Vosotros sabéis que el alma humana, de desarrollo medio, una vez líbre de las encarnaciones terrestres, tiene que ascender de un loka á otro siempre en forma humana, aunque su forma crecerá y se perfecciona­rá con cada loka. Algunas de nuestras sectas entendieron que estos lokas significaban ciertas estrellas. Estos espíritus, libres de la materia terrestre, son los que llamamos Pitris y De vas, á quienes rendimos culto. Y vuestros kabaiistas de la Edad Media ¿no designaban á estos Pitris bajo la expresión de Espíritus Planetariosr Pero en el caso de un hombre muy pecador, ten­drá que principiar de nuevo en las formas animales por las que ya había pasado inconscientemente. Ni Darwin ni Híeckel tuvieron en cuenta, por decirlo así, este segundo tomo de su incompleta teoría; pero, sin embargo*ninguno de ellos expone argumento alguno, probando que es falso. ¿No es esto?

Ninguno de ellos hace semejante cosa, ciertamente.— ¿Por qué, pues, en este caso— exclamó cambiando repentin amen ti ñá­

mente su tono de conversación por otro agresivo— , por qué, habiendo estu- iado yo las ideas más modernas de la ciencia occidental, creyendo yo en

sus representantes, por qué os habéis de figurar, como Míss X., que perte­nezco á la tribu de los híndus ignorantes y supersticiosos? ¿Por qué piensa6 a nuestras teorías perfectamente científicas son supersticiones, y nos­otros mismos una raza inferior degenerada?

Sham Rao se hallaba ante nosotros con lágrimas en ¡os ojos. No sabía- píos ̂ C0ntes*ar*e * encontrándonos en extremo confusos por esta ex-

— Mirad; yo no proclamo que nuestras creencias populares sean dogmas

Page 38: f SO*ÍA - iapsop.com

7$ I O P I A [ F e b r ik o

in fa lib les. L a s co n sid e ro co m o m eras teorías, y trato to d o lo q u e p u e d o de

re co n cilia r la c ie n c ia a n tigu a y la m od ern a. Y o fo rm u lo hipótesis co m o D a r-

w in y H te ck e l. A d e m á s , si h e co m p re n d id o b ien , M iss X . es u n a esp iritista,

d e su erte que cree en lo s bhu tas. Y c re y e n d o q u e u n bh u ta es c a p a z d e e n ­

trar en e l cu erp o d e un m éd iu m , ¿cóm o p u ed e n eg a r q u e un b h u ta , y m ás

aún un a lm a m enos p e c a d o ra , p u e d a en trar en e l cu erp o d e un m u rc ié la g o -

vam piro?C o n fie so q u e esta ló g ica e ra d em asia d o ce rra d a p a ra n oso tro s; p o r lo q u e ,

e v itan d o ú n a co n testa ció n d ire cta á u n a cuestión m e ta fís ic a d e sem ejan te

d e lica d e za , tratam os d e p resen tar n uestras excu sas y d e d iscu lp ar la g ro sería

de M iss X . lo m e jo r q u e p udim os.__f í o era su in ten c ió n o fe n d e ro s— le d ijim o s .— E lla n o h izo o tra co sa

que rep etir u n a ca lu m n ia q u e es fam iliar en tre lo s europ eos. A d e m á s , si e lla

hu biese re flex io n a d o so b re e l asu n to , segu ram en te n o se h u b iera e xp resad o

d e e se m o d o . . .P o c o á p o c o co n segu im o s tra n q u iliza r á n uestro huésp ed. R e c o b ró su

h a b itu a l b u en h u m o r, p ero n o p u d o resistir la ten tació n de añ ad ir algun as

p a la b ra s á su la rg a argu m en tació n . H a b ía p re cisam e n te p rin cip ia d o á re v e ­

la m o s ciertas p articu larid ad es d e l ca rá cte r d e su d ifun to h erm a n o, q u e á él

h a cía n e sta r p red isp u esto , á ju z g a r p o r las le y e n d a s d e l atavism o , á v e r su

re p etic ió n en la s p ro p en sion es d e un m u rc ié la g o va m p iro , cu a n d o M r. I. e n ­

tró rep en tin a m en te d o n d e estáb am o s y e ch ó á p erd er todos lo s re su ltad o s d e

n uestras p a la b ra s co n cilia d o ra s , g ritan d o cu a n to p o d ía . . , — |L a v ie ja se ha

vu e lto lo c a l S ig u e m a ld ic ién d o n o s, y d ic e q u e e l a sesin ato d e l m iserab le m u r­

cié la g o es ta n só lo la p rim e ra d e u n a serie d e d e sg ra c ia s acarre ad a s á su

c a s a p o r vo s , Sham R a o — d ijo d ir ig ién d o se a l co n fu n d id o p a rtid a r io d e

H aeck el. — D ic e q u e h a b éis m a n ch a d o vu estra san tid ad b ra h m á n ica in v i­

tán don os* ■ ■ C o ro n e l, h a ría is b ie n en m a n d a r p o r lo s e le fan tes. D e n tro d e

un m om en to toda esta m ultitud c a e r á so b re n o so tro s . . .

— P o r D io s , señ o res— e x c la m ó el p o b re S h a m R a o -*-ten ed a lg u n a c o n ­

sid erac ión c o n m is sen tim ien to s. E s una a n c ia n a , tie n e a lg u n a s su p ersticio ­

n es, p ero es m i m a d re , Y o s o tr o s sois p erso n a s e d u ca d a s , in stru id as. . .

A c o n se ja d m e , d e cid m e có m o p u e d o salir d e to d as estas d ificu lta d e s . ¿Q ué

h a ría is en m í lugar?— ¿ L o q u e y o h aría , señ or m ío ? — e x cla m ó M r. I . , y a fu era d e sí p o r e l

co m p leto rid íc u lo d e n u estra e m b a ra zo sa s itu ación . — ¿ L o q u e y o h a r ía : S i

fuera un h om b re de vu estra p o sició n y un cre y e n te en to d o lo q u e h a b éis

a p ren d id o , c o g e r ía m i re v ó lv e r , y en p rim er térm in o a c a b a r ía á tiros co n

todos lo s m u rc ié la g o s va m p iro s de lo s a lred ed o res, a u n q u e n o fu era s in o

p ara lib ra r á todos vu estros d ifu n tos p arien tes d e los cu erp o s a b y e c to s d e

ta le s b ich o s; y en seg u n d o lu g ar, trataría d e a p la sta r la c a b e z a d e l p re su n ­

tuoso fa lsario , qu e, b a jo la fo rm a d e un b ra h m á n , in ven tó to d a esta estú p id a

farsa. ¡E so es lo q u e y o h aría , señ o r m íol

P e ro este co n se jo n o e ra de la c o n v e n ie n c ia d e l d e sg ra c ia d o d e sc e n d ie n -

Page 39: f SO*ÍA - iapsop.com

13ESDE LAS CUEVAS Y SELVAS DEL INDOSTANi $°3 J d e s d e l a s c u e v a s y s e l v a s d e l in d o st á n 79

'le 'd e R á m - P ro b a b le m e n te h u b iera p e rm a n e cid o la rg o tiem p o in d e c iso s o -

b í e lo q u e d e b ía re so lve r, d e sg a rra d o c o m o se e n co n tra b a , entre los sa g ra ­

d os sen tim ien tos d e la h o sp ita lid a d , lo s tem ores in n atos h a c ia e l sacerd o te

"brahmán, y sus p ro p ias su p ersticion es, si n uestro in gen io so B a b u n o h u b ie ra

v e n id o en n uestro a u xilio . H a b ie n d o sa b id o q u e to d o s n os sen tíam o s m ás

ó m enos in d ign ad o s d e to d o e ste tum ulto, y q u e n os p re p a rá b a m o s á dejar

la t a s a lo m ás p ro n to p o sib le , n os p ersu ad ió q u e n os qu ed áram os, au n q u e

n o Fuera sino p o r un a h o ra , d ic ie n d o q u e n u estra p re c ip ita d a m arch a sería

un terrib le u ltraje p ara n u estro h u ésp ed , á q u ien , en to d o ca so , n o p o d ía m o s

'culpar. E n cu a n to á la estú p id a v ie ja , e l B a b u n os p ro m e tió p a c ific a r la p ro n -

ta m á ite ; ten ía su p la n p a ra e llo . M ien tras tan to — d ijo — h aríam o s b ien e n ir

á exa m in ar u n as ru in a s d e u n a a n tig u a fo rta le za ce rca d e a q u í.

- O b e d e c im o s d e m a la g a n a , p ero sin tien d o g ra n d ís im o in terés p o r süs

«planes». M arch am o s len tam en te . N u estro s c a b a lle ro s e sta b a n visib lem en te

d e m al hum or. M iss X , trató d e ca lm a rse h a b la n d o m ás q u e de o rd in a rio , y

N a ra y an , tan flem ático co m o siem p re, in d o le n te y b o n d a d o sa m en te le d a b a

b ro m as a cerca d e su s qu erid os «espíritus». M ira m o s a trás y vim os a l B a b u

a co m p a ñ a d o d e l sa c erd o te d e la fam ilia . A ju zg a r p o r sus ge sto s , d iscutían

c o n c a lo r . L a a fe itad a ca b e za d e l brah m án se m o v ía d e d e re ch a á izq u ierd a ,

su ro p a je a m a rillo flo ta b a c o n e l vien to , y sus m anos se le v a n ta b a n h a cia e l

cie lo , co m o lla m a n d o á lo s d ioses q u e d e sc en d iera n á a testig u a r l a v e rd a d d e sus p alab ras.

— A p u e s to m il d o lla rs á q u e n in g ú n p lan d e l B a b u servirá d e n a d a co n

sem ejan te fa n á tico —- o b servó c o n ven c id am en te el C o ro n e l, e n ce n d ie n d o su p ip a .

P e ro h a b lam o s e sca sa m en te a n d a d o u n o s c ie n pasos d esp u és d e esta o b ­

serva ció n , cu a n d o vim os a l B a b u c o rr ie n d o detrás d e n osotros y h a c ié n d o ­

n o s señ a s d e que u o s d etu viéram o s.

[T o d o h a term in a d o d e la m e jo r m a n era l— n o s gritó, a sí que p udim os

oírle.—O s d e b e n e sta r m u y a g r a d e c id o s .. . P a re c e que sois lo s ve rd ad e ro s

sa lv a d o re s y p ro tecto res d e l d ifu n to b h u t a . . . v o s o t r o s .. .

N u estro B a b u se d e jó c a e r e n e l su e lo , a g a rrá n d o se su estrech o p e ch o j a ­

d e a n te c o n a m b as m an o s, y re ía y re ía h asta q u e n oso tro s tam b ién ro m p i­m os á re ír a n tes d e s a b e r lo q u e h a b ía p asad o .

¿Q u é os p arece?— e m p ezó á d e c ir e l B a b u , y se d e tu vo d e p ro n to , p or­

q u e su g ran h ilarid ad n o le d e ja b a co n tin u a r.— (Q u é o s parece? T o d o e l

a rre g lo m e cuesta só lo d iez r u p ia s ., . le o fre c í c in c o a l p rin cip io . . , p ero n o

q u e r ía . . . D e c ía q u e se tra ta b a d e u n asu n to s a g r a d o .. , tP ero d iez n o n u d o resistir! Ja, ja , j a . . .

P o r fin sup im os la historia . T o d a la m etem p sícosis d e p e n d e d e la im a g i­

n ació n d e lo s Guras d e la fam ilia , q u e re c ib e n por sus b u en o s o ficio s d e

c ie n to á c ie n to c in cu e n ta ru p ia s a l año. C a d a rito es a co m p a ñ a d o por una

a d ició n m ás ó m en o s co n sid e ra b le a l b o ls illo d e la in sa c ia b le fa m ilia sa c e r­

d o ta l b ra h m á n , p ero lo s aco n tec im ien tos d ich o so s se p ag an m ás q u e los

Page 40: f SO*ÍA - iapsop.com

£ O <1> IASo [ F eb r e r o

tristes. S a b ie n d o to d o esto e l B a b u , p id ió a l b ra h m á n , sin m ás ro d eo s, q u e

e jecu tase un samadhi fa lso , esto es, q u e fin giese u n a in sp iración , y an u n cia se

á la a tr ib u la d a m a d re que la vo lu n ta d co n sc ie n te d e su d ifu n to h ijo e ra lo

q u e h a b ía cau sad o to d o lo su ce d id o ; q u e él era q u ie n h a b ía o ca sio n a d o su

fin en e l cu erp o d e l m u rcié la go ; q u e e sta b a ca n sa d o d e a q u e l estad o d e

tra n sm ig ra ció n ; q u e e sta b a d e se a n d o la m u erte p ara o b te n e r un estad o s u ­

perior en el re in o anim al; que es fe liz , y que le está p ro fu n d am en te a g ra d e ­

c id o a l sahib que le re to rció el cu e llo , lib e rtá n d o le a sí d e cu erp o a b y e cto .

P o r otra p arte, e l o jo o b se rv a d o r d e n uestro B a b u zah ori n o h a b ía d e ja ­

d o de n o ta r que un a v a c a d e l G u ru e sta b a e sp e ra n d o un ternero q u e e l

G u ru d e se a b a a rd ien tem en te v e n d er á Sham R a o . E s ta c ircu n sta n cia e ra u n

triu n fo d e b a ra ja en m an os d e l B a b u . Q u e e l G u ru an u n cia se , b a jo la in ­

flu en cia d e sam ad h i, que e l lib ertad o espíritu p ro y e c ta b a h a b itar e l cu e rp o

d e l futuro ni ñ o-b ú falo , y la v ie ja señ o ra co m p ra ría la n u eva e n ca rn ac ió n d e

su p rim o gén ito tan seg u ro co m o q u e e ra de d ía . E ste an u n cio sería seguido

p o r fiestas y n u ev o s ritos. ¿ Y qu ién sa ld ría g a n a n d o c o n to d o esto sino e l sa ­

ce rd o te d e la fa m ilia ?

A l p rin cip io el G ü ru ten ía sus re ce lo s , y ju ra b a por to d o lo sa g ra d o q u e

e l m u rcié la go va m p iro estab a re a lm en te h a b ita d o p o r el h e rm a n o d e Sham

R a o . P e ro e l B a b u sab ía d o n d e le a p re ta b a e l zap ato . E l G u ru term inó p o r

ap e rcib irse d e q u e su h á b il co n tra r io ve la A través d e sus triq u iñ u elas, y q u e

sab ía m u y b ie n q u e los Shastras e x c lu ía n la p o sib ilid a d de sem ejan te tran s­

m igra ción . A la r m a d o e l G u ru e m p ezó á c e d e r , y term in ó p id ien d o d iez ru ­

p ias y l a p ro m e sa d e l secreto re sp e cto d e la e je cu ció n d e l sam ad h i,

A n u estra v u e lta n os salió a l en cu en tro S h am R a o . q u e a p a re c ía ra d ia n ­

te d e a le g r ía . B ie n p o rq u e tem iese q u e n os riésem os d e él, ó q u e n o su p iese

có m o e xp lica rse esta n u eva m etam o rfo sis p o r m edio d e las c ie n c ia s positivas

e n g e n era l, y H a sck e l en p articu lar, no in ten tó e x p lica r có m o h a b ía to m a d o

e l asu n to tan rep en tin o b u e n sesgo. S ó lo n os d ijo , c o n b a sta n te e m b a ra zo ,

q u e su m ad re, d e b id o á ciertas n u ev as m isteriosas co n je tu ra s su yas, h a b ía

d e se c h a d o (todas sus a p ren sio n es re sp e cto d e l d estin o d e su h ijo m a y o r; y

lu e go p asó á h a b la r d e o tra cosa.

(Se continuará,}

Imp. y Lit, de J. Palacios. Avenal, 27.—-Madrid-