eyzaguirre. fisonomía

5
Historia de la Historiografía Jaime Eyzaguirre, Fisonomía histórica de Chile, Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 1998. Pedro de los Santos López En esta obra Jayme Ezaguirre hace un análisis de la historia de Chile poniendo especial énfasis en el “alma” particular que caracteriza colectivamente, tanto a la nación, como al pueblo chileno. Esta alma nace es halla caracterizada por la particular fisonomía de Chile, la cual nace como respuesta de la colonización española, especialmente en su apartado humanista, pero sobre todo el religioso, así como a partir de la fuerza estatal y el respeto a la ley que surge con el periodo portaliano. El hecho de que en la época que escribe el autor se hayan desvinculado estos valores de la sociedad chilena, explica los problemas y crisis que surgen en la misma. En cualquier caso, Eyzaguirre responde a los valores generales que caracterizan a la escuela historiográfica Nacionalista Conservadora, como iremos viendo en lo sucesivo. De aquí se deriva su visión del proceso de independencia, su rechazo a la historiografía positivista que le precede, o su pensamiento pesimista respecto a la realidad que le rodea. No obstante, Eyzaguirre profesa un especial hispanismo que caracteriza a su obra (notablemente influido por autores como Ramiro de Maeztu). Esta visión histórica fue la que defendió desde su posición de maestro de Historia del Derecho en la Universidad Católica, en donde, junto a él y en torno a la revista Estudio, se reunirían una serie de discípulos de Eyzaguirre que tendrían una notable importancia en la historia posterior de Chile como Gonzalo Vial, o Jaime de Guzmán. Volviendo sobre su obra histórica, Jaime Eyzaguirre procede inicialmente a criticar la “visión incompleta y adulterada

Upload: pedro-dsl

Post on 13-Dec-2014

16 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: Eyzaguirre. Fisonomía

Historia de la Historiografía

Jaime Eyzaguirre, Fisonomía histórica de Chile, Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 1998.

Pedro de los Santos López

En esta obra Jayme Ezaguirre hace un análisis de la historia de Chile poniendo especial énfasis en el “alma” particular que caracteriza colectivamente, tanto a la nación, como al pueblo chileno. Esta alma nace es halla caracterizada por la particular fisonomía de Chile, la cual nace como respuesta de la colonización española, especialmente en su apartado humanista, pero sobre todo el religioso, así como a partir de la fuerza estatal y el respeto a la ley que surge con el periodo portaliano. El hecho de que en la época que escribe el autor se hayan desvinculado estos valores de la sociedad chilena, explica los problemas y crisis que surgen en la misma.

En cualquier caso, Eyzaguirre responde a los valores generales que caracterizan a la escuela historiográfica Nacionalista Conservadora, como iremos viendo en lo sucesivo. De aquí se deriva su visión del proceso de independencia, su rechazo a la historiografía positivista que le precede, o su pensamiento pesimista respecto a la realidad que le rodea. No obstante, Eyzaguirre profesa un especial hispanismo que caracteriza a su obra (notablemente influido por autores como Ramiro de Maeztu). Esta visión histórica fue la que defendió desde su posición de maestro de Historia del Derecho en la Universidad Católica, en donde, junto a él y en torno a la revista Estudio, se reunirían una serie de discípulos de Eyzaguirre que tendrían una notable importancia en la historia posterior de Chile como Gonzalo Vial, o Jaime de Guzmán.

Volviendo sobre su obra histórica, Jaime Eyzaguirre procede inicialmente a criticar la “visión incompleta y adulterada de la Historia” que le precede. De hecho estima que obviar el “origen hispánico” de los pueblos americanos conlleva, además de un claro error histórico, todo un “propósito doctrinario”. El objetivo es inculcar la “religión del progreso”, una religión de inspiración francesa y anticlerical, que obvia el papel que tuvo la difusión del cristianismo en Chile como gestor del alma colectiva. Es esta alma colectiva, marcada por el valor cristiano, lo que hace funcionar en equilibro el estado chileno, viéndose este inmerso en crisis cuando falla este sentimiento de comunión y permanencia en la nación.

En cualquier caso, el concepto de fisonomía parece heredarlo Eyzaguirre de Andrés Bello, quien estimaba que cada pueblo tiene su tipo peculiar, y éste no podrá nunca borrarse ante la influencia extranjera, ni sería conveniente de hacerlo en caso de ser posible. Como se ha dicho la fisionomía de Chile se halla caracterizado, por un lado, por sus orígenes hispánicos, pues Eyzaguirre desestime cualquier contribución al alma chilena de los pueblos indígenas, despreciando especialmente al pueblo mapuche. Sería Valdivia quien forjaría una “nueva nación”, y gracias a su heroica empresa llega la universitas christiana a la tierra chilena. A partir de aquí se suceden toda una serie de

Page 2: Eyzaguirre. Fisonomía

elogios al alma que los españoles instauran en Chile, el cual se halla caracterizado por “los valores del espíritu”. Para Eyzaguirre los españoles traen la moral, la igualdad de todos los hombres, y unos grandes beneficios culturales, no hallando apenas pegas a la colonización hispánica. A partir de entonces, “el hispano-chileno camina seguro, porque tiene dentro de sí una respuesta clara para todos los problemas y el completo engranaje de su filosofía le da un tono armónico a su existencia”. De esta manera podemos observar como las connotaciones que conlleva el periodo colonial para Eyzaguierra, que son ante todo positivas, son ampliamente diferentes a la negatividad con que este periodo es estimado por los autores positivistas.

En este momento se implanta también, fruto del alma española, una de las características que darán forma a la nación chilena. Para Eyzaguirre, la aristocracia vasco-castellana (caracterizado en la figura del hidalgo, “expresión suprema de la raza, (que) guarda en ésta toda su filosofía de la vida, su conciencia de la igualdad esencial y alta dignidad de la especia humana”) trae consigo los valores de autonomía y libertad municipal, lo que conlleva que su apego a la nación, como elemento de poder central, se realice tan solo a través de su adscripción a unos valores nacionales, a un sentimiento colectivo. Para al autor este sentimiento es la religiosidad católica y su espíritu de comunidad universal, por lo que “cuando esta aspiración universal del espíritu flaquea o decae, los lazos de convivencia dentro del Estado se aflojan o cortan, acentuándose el impulso de regreso a la primaria comunidad regional”. No obstante, durante el periodo portaliano, se instaura en la nación una demanda a favor de un gobierno fuerte, que moralice a los ciudadanos; su concepción, basada en la autoridad, es diferente a la hispánica, basada en el aspecto espiritual, pero de nuevo “los intereses particulares y de grupo quedaban ahora fundidos en el bien más alto y supremo de la Comunidad Nacional”.

Al respecto de la independencia nacional, Eyzaguirre estima que ésta se debió a la invasión napoleónica y la falta de la figura del monarca. Sin ello, este proceso no hubiera ocurrido todavía, pero sí hubiera de haber sucedido finalmente pues el sentimiento de autonomía se hallaba ·”incubado en el fondo mismo de alama española”. Esta alma se había debilitado además desde el barroquismo del XVII, que pervierte la verdadera religiosidad, y el liberalismo y centralismo borbón del XVIII (liberalismo que, en varias ocasiones, es muy criticado por Eyzaguirre). Además, el centralismo había dado resultados contradictorios en las colonias, pues había dado aún más vida a los consejos municipales. Sea como fuera, a partir de la caída de la monarquía se sucede en el continente toda una “bacanal de sangre”, un “destino fatal” del que se salva Chile pues aquí su clase directiva, homogénea racialmente y de sangre europea, “estaba en condiciones de decidir por sí sola la suerte de todo el país”.

Serán en 1830, tras el fin del periodo de crisis, cuando se implante en Chile un nuevo sistema, basado en la autoridad e inspirado en la ley, parlamento, y modelo de estabilidad inglés, que condicionará de nuevo la fisonomía del alma chilena. A ello se le sumará la importancia cultural de hombres como Bello, quien además es capaz de implantar un modelo de impersonalidad a la actuación estatal; pero lo que es importante

Page 3: Eyzaguirre. Fisonomía

estimar es que “un nuevo orden no nace porque así lo desee una voluntad aislada, por genial y subyugante que sea. Sólo el querer de un pueblo es capaz de engendrarlo y sostenerlo para que no muera”. Este nuevo orden fundará un Chile una nueva tradición que perdurará durante un tiempo, pero que comenzará a sufrir durante la crisis eclesiástica del gobierno de Montt. A ello se le unirá la progresiva implantación de un liberalismo que minará la capacidad presidencial y facilitará la “conspiración” contra el Estado por parte del capitalismo financiero.

Finalmente la crisis del estado, pero sobre todo la crisis en el alma chilena, provocada por la mentalidad de unos hombres apartados de la religión, fascinados por lo francés, y faltos de moral, conllevará la guerra civil del 1891. Se habrá perdido entonces el sentido nacional, y desechado la tradición, tras lo que, con la derrota de Balmaceda, el Estado será secuestrado por liberales, terratenientes y financieros. La fisonomía histórica de Chile se verá aún más mermada por la enseñanza aplicada en los liceos, donde una enseñanza importada del extranjero gestará la “crisis del alma nacional”, con una educación de espaldas “a la historia y alma chilena”. Con estos apuntes finales vemos como para Eyzaguirre la sociedad chilena no ha hecho sino perder su verdadera alma, aquella forjada por la religiosidad, igualdad y honor hispánico, así como por la autoridad portaliana, mostrando con ello un claro síntoma de decadencia nacional, un tipo de lectura histórica que es común a la Escuela tradicional Conservadora.