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Experiencia Amazónica Luis Delgado del Valle ([email protected]) Formación Habiendo nacido en mi la inquietud inicié la formación VOLPA con Entreculturas. Sabía que por mis circunstancias laborales no tendría posibilidad de irme con ellos a hacer un voluntariado internacional, pero consideraba importante tener esa formación (de la que me habían dado buenas referencias) si en algún momento mi vida podía tornar en esa dirección. Conociendo esto, una amiga me puso en contacto con un amigo suyo, un jesuita que formaba parte del Equipo Itinerante en la Amazonia, Fernando López. Aterrizaje en Manaus Llegué a las 9:30 tras haber dormido más de 10 horas entre los 2 aviones. Me vino a recoger Fernando, al menos era un calco del tipo de la foto de Google, con sus pendientes, su camiseta, sus cholas... Lo acompañaban Arizete, religiosa indígena que junto con Fernando formaban en aquel momento el núcleo de Manaus, y Farías, líder de la comunidad del barrio en el que vivía el Equipo. Si alguien se pensaba, como yo, que mi llegada a la Amazonia iba a ser una experiencia en plan Indiana Jones, estaba equivocado. Los 2 primeros días estuve con Fernando en su casa de Manaus, en un barrio de palafitos, uno de esos construidos con tablas de madera a unos metros sobre un arroyo, afluente del Río Negro. En la parte de atrás de algunas casas hay canoas, algo así había visto en Venecia, pero nada que ver. El Equipo Itinerante vive inserto en el barrio, cuando no itinera. Hay dos casas, una para los hombres (Fernando y yo durante mi estancia) y otra para las mujeres (sólo con Arizete). En esta última también estaba la oficina y la cocina. Era el único al que le parece que esto temblaba. La altura a la que estábamoss

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Page 1: Experiencia Amazónica · que tenían, atravesamos tablas a media altura de la habitación en la que estaba el escritorio y sobre ellas colocamos los muebles. En esos momentos la

Experiencia Amazónica Luis Delgado del Valle ([email protected])

Formación Habiendo nacido en mi la inquietud inicié la formación VOLPA con Entreculturas. Sabía que por mis circunstancias laborales no tendría posibilidad de irme con ellos a hacer un voluntariado internacional, pero consideraba importante tener esa formación (de la que me habían dado buenas referencias) si en algún momento mi vida podía tornar en esa dirección. Conociendo esto, una amiga me puso en contacto con un amigo suyo, un jesuita que formaba parte del Equipo Itinerante en la Amazonia, Fernando López. Aterrizaje en Manaus Llegué a las 9:30 tras haber dormido más de 10 horas entre los 2 aviones. Me vino a recoger Fernando, al menos era un calco del tipo de la foto de Google, con sus pendientes, su camiseta, sus cholas... Lo acompañaban Arizete, religiosa indígena que junto con Fernando formaban en aquel momento el núcleo de Manaus, y Farías, líder de la comunidad del barrio en el que vivía el Equipo. Si alguien se pensaba, como yo, que mi llegada a la Amazonia iba a ser una experiencia en plan Indiana Jones, estaba equivocado. Los 2 primeros días estuve con Fernando en su casa de Manaus, en un barrio de palafitos, uno de esos construidos con tablas de madera a unos metros sobre un arroyo, afluente del Río Negro. En la parte de atrás de algunas casas hay canoas, algo así había visto en Venecia, pero nada que ver.

El Equipo Itinerante vive inserto en el barrio, cuando no itinera. Hay dos casas, una para los hombres (Fernando y yo durante mi estancia) y otra para las mujeres (sólo con Arizete). En esta última también estaba la oficina y la cocina. Era el único al que le parece que esto temblaba. La altura a la que estábamoss

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sobre el agua cada vez era menor y se preveía la mayor crecida de la historia documentada, mayor incluso que la de 2009. Para no aburrirnos, estuvimos buscando cajas de cartón donde cargar los libros del Equipo Itinerante. Después los trasladamos a un espacio que los Capuchinos ofrecieron para acoger la oficina.

1er contacto indígena Tras pasar la noche en bus camino de Boa Vista, capital de Roraima. Descansamos un par de horas hasta que vino a recogernos Jacir, líder indígena, de los Makuxí. Si alguien se pensaba, como yo, que los indígenas van con taparrabos y cerbatana se equivocaba. Jacir viste con camisa y chinos impecablemente planchados. Tiene una ranchera que conduce uno de sus hijos y en la que fuimos 8 adultos y 5 niños.

Fueron 14 horas de viaje por caminos de tierra hasta llegar a Maturuka, principal comunidad Makuxí que se encuentra en la Tierra Indígena Raposa Serra do Sol (TIRSS). Allí nos quedaríamos durante una semana. La excusa para ir hasta allí era que Fernando iba a bautizar al decimonoveno hijo de Jacir. Se habían hecho muy amigos en la lucha que desde hacía tiempo mantenían para conquistar el territorio y en defensa de sus derechos indígenas. Además los Makuxí son hoy en día mayormente católicos o evangélicos. Al día siguiente de nuestra llegada hubo una ceremonia concelebrada por Fernando y Mario, el misionero consolato destinado allí. En aquella misa se celebraron 67 bautizos (entre ellos el de Fernandinho, el hijo de Jacir) y 8

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bodas. Más de un centenar de personas se juntaron para festejar, en la misa y en la mesa, la Vida.

Tamanduá Al día siguiente Arizete, Fernando y yo fuimos a Tamanduá, para conocer sobre el terreno el problema que aquella comunidad tiene con una empresa hidroeléctrica. El tuxaua (líder de la comunidad) Hélio da Silva nos explicó que hoy la comunidad tiene un total de 27 familias con una población de 178 personas; 1 escuela con 32 alumnos y 2 profesores; 1 puesto de salud; 1 iglesia; 1 asociación de madres. La comunidad cuenta con una buena producción, varios huertos familiares y comunitarios, ganado, caballos y otros animales de granja. Tamanduá se encuentra junto al rio Cotingo, y la empresa que propuso al gobierno la construcción de una presa ignoró los asentamientos indígenas existentes. La respuesta indígena fue clara, construir aún más cerca del río, haciéndose más visibles y empezando por los principales espacios comunitarios: iglesia y escuela. Por solidaridad, las demás comunidades Makuxí habían decidido llevar a sus hijos a la nueva escuela de Tamanduá.

El día de nuestra visita estaba lluvioso y no había nadie trabajando en la construcción de aquellos espacios. El Equipo Itinerante escribimos un pequeño artículo de denuncia de la situación, recordando la lucha de los pueblos de la región contra esa y otras presas.

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Día de piscina La siguiente jornada Fernando y yo fuimos a dar una vuelta por la sierra, acompañados por un grupo de chavales de aquella comunidad. Fuimos hacia el este hasta llegar al río Maús, frontera con Guyana, y lo seguimos algunos kilómetros aguas arriba hasta cortar con un pequeño afluente. Subiendo a la sierra entre 2 cascadas nos sorprendió una piscina natural que no desaprovechamos. Después de la parada seguimos subiendo hasta la cumbre. Por el camino encontramos un par de arroyos de los que pudimos beber y comimos los víveres, que eran las sobras de la celebración de un par de días atrás.

Reunión de tuxauas Los siguiente días, asistimos a una reunión que mantenían los tuxauas de todas las comunidades indígenas de la TIRSS. En ella, se discutían problemas comunes y se planteaba cómo afrontar los retos a los que cada comunidad o el conjunto de ellas tenían que enfrentarse. Allí se trató el tema de Tamanduá, se recordaron a los tuxauas que habían dado su vida en los últimos años por defender a su pueblo y su tierra, se propusieron soluciones para la recuperación de cabezas de ganado de las comunidades con menos recursos, etc. Se proponían alternativas conjuntas para los distintos desafíos que se les planteaban. Nosotros, privilegiados testigos de aquello, echamos una mano un poco con la organización. También preparamos un pequeño artículo de denuncia sobre la situación de la TIRSS.

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Centro Surumú Dejamos Maturuka tras varios días participando en la reunión de los tuxuas. Saliendo de la TIRSS paramos en el Centro Surumú. La Misión de la Consolata creó en 1996 el centro de formación y cultura Raposa Serra do Sol. Las diversas comunidades de la región (etnias Makuxi, Wapichana, Taurepang, Patamona e Ingarikó) enviaban a uno o dos jóvenes durante varios meses para que, además de cursar la enseñanza media y aprender técnicas en agricultura, ganadería, fruticultura o piscicultura, y recibieran formación política que les permita ayudar a defender los intereses de la comunidad y construir su futuro. El centro fue quemado en septiembre de 2005. Por la noche fue asaltado y quemado mientras dormían los indígenas y misioneros responsables del centro. No hubo víctimas mortales, pero se llegó a saber quien era el responsable del ataque y aún hoy no se ha actuado.

Hoy día y después de aquello, los consolatos no están a cargo del centro. Los que fueron alumnos en las primeras promociones, convencidos del proyecto, imparten ahora la formación, para que siga habiendo indígenas formados. Universidad Indígena de Venezuela Después de 3 días de viaje que incluyeron hacer autostop, repostar gasolina de contrabando, cruce fronterizo a pié, lecciones de medicina natural, encuentro con amigos Sevillanos y demás imprevistos, llegamos a la Universidad Indígena de Venezuela (UIV).

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Una semana cada semestre el Equipo Itinerante imparte las clases en la universidad. Si alguien se pensaba, como yo, que había algún requisito para dar clase en una universidad se equivocaba. Nos tocó desarrollar nuestro lado docente. La UIV se encuentra a mitad de camino entre Ciudad Bolivar y Caicara. Es un centro de formación con la misma filosofía que el Centro Surumú, reconocido como universidad oficial por el gobierno venezolano. Fue una intuición de un jesuita, el hermano Korta. La idea es tener un centro de formación superior para indígenas llevado por ellos mismos, donde se difunda su cultura, amenazada por la occidental, y se les conciencie del mundo en el que vivimos, con sus amenazas...

Nuestra tarea se enfocaba en esta última parte, ubicándolos en la realidad de la Amazonia y los intereses que suscita para empresas y gobiernos (tierras, minería, madera,... ). Tratamos que conozcan historias de indígenas de otros países y que aprendan de esas experiencias.

La semana en la UIV fue muy provechosa. Una de las tardes estuvimos en las pequeñas aldeas donde los alumnos viven mientras están allí (4 de cada 6 meses). Nos enseñaron cómo se distribuían en la cabaña para dormir, dónde pescaban, los árboles de donde cogían fruta, un gimnasio que se habían construido con elementos de la selva, etc. Se notaba que les gustó mucho que fuésemos a verlos, y al despedirnos nos dieron algo que llevar para la cena.

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Pronunciamiento UIV Durante el desarrollo de los talleres que trabajábamos, llegó la triste noticia del asesinato de dos Yukpa, etnia indígena que vive en la Sierra Perijá. La noticia cambió las dinámicas de la universidad, nos afectó profundamente a todos, y sobre todo a los alumnos, que compartían reflexiones desesperanzadas sobre el destino de violenta muerte que les esperaba. Con gran iniciativa, los estudiantes decidieron que la universidad debía pronunciarse ante este hecho. Todos los alumnos contribuyeron con diversas aportaciones a un documento que la coordinación de la universidad unificó, y propuso para su aprobación en asamblea. Párrafo a párrafo el documento fue aprobado por todos los integrantes de la UIV.

Manifestación en Manaus Salimos para Boa Vista, donde estuvimos un par de días evaluando la estancia en la UIV, terminando el relato que el Equipo hace de cada itinerancia que realiza y viendo a gente. Conocí a una pareja de Málaga que habían estado por el Centro Arrupe de Sevilla y teníamos amigos comunes, me dio alegría. Al llegar de vuelta a Manaus, la crecida había empezado a inundar las casas del barrio de palafitas. La casa de las mujeres estaba ya con agua y estuvimos mudando cosas durante todo el día a la casa de Fernando y ayudando a los vecinos con lo suyo. La verdad es que fue muy entretenido. Salimos en la tele, apareció Protección Civil por miedo a "disturbios"... Para no aburrirse.

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Si alguien pensaba, como yo, que bastaba con dar gracias por tener un techo bajo el que dormir, se equivocaba. No menos importante es el suelo. Mudamos la cocina a la casa de los hombres, vaciamos los cuartos de todo lo que tenían, atravesamos tablas a media altura de la habitación en la que estaba el escritorio y sobre ellas colocamos los muebles.

En esos momentos la gente del barrio se acuerda del proyecto de urbanización cuyo comienzo se retrasa meses y no se sabe cuando comenzará. Las administraciones a distintos niveles habían prometido ayudas para la crecida y la urgencia de las mismas pone nerviosa a la gente. De manera espontánea se organiza una manifestación. Todo el barrio sale a la calle con pancartas y un gran altavoz, rápidamente cortaron la calle con dos troncos y otras cosas: neumáticos, un televisor, un colchón, etc. Los primeros coches dan la vuelta mientras los niños juegan al futbol en medio de la avenida… Aparece en primer lugar la policía local que intenta organizar el tráfico y desviarlo por la primera bocacalle...

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La gente avanza hasta ese punto dando a conocer a la gente que pasa el motivo de la manifestación y corte de la avenida... Llegan los primeros medios de comunicación y comienzan las declaraciones de los dirigentes barriales y los vecinos… Llega la policía militar y el batallón de choque… La tensión crece. Desde los manifestantes se insiste en que es una manifestación pacífica reivindicando respeto a su dignidad y atención a la situación de emergencia en la que vive todo el barrio y otros muchos barrios de Manaus.

Tras algunas negociaciones entre los líderes de la comunidad y los responsables policiales se llamó a un representante del gobierno para que acuda. A cambio la gente retrocede hasta la entrada al barrio, cortando sólo un carril de la avenida. Se insiste en que no se trata de un acto de vandalismo, sino una acción reivindicativa y se pide disculpas por las molestias ocasionadas, pero los moradores del barrio no tienen otra forma de ser escuchados por las autoridades. Finalmente, después de más de 5 horas de manifestación llega el representante del gobierno. Promete realizar un catastro y traer madera en 2 días. A los 2 días no había llegado nada. Área Sateré Después de la manifestación y asegurarnos que no quedaba nada a ras de suelo en la casa de las mujeres (más baja que la otra), salimos para el área Sateré. Fuimos por el mismo arroyo hasta el puerto de la ciudad. Además de ser lo más rápido, nos ahorramos las tasas del puerto. Abordamos el barco, colgamos las hamacas y nos acomodamos para las 19 horas de viaje que teníamos por delante. Da tiempo a todo: leer, escribir, rezar, comer, dormir, mirar el paisaje… Vimos cómo la crecida no sólo afectaba a la ciudad, el río se ensanchaba inundando las casas de los riberiños. Del agua sobresalían las copas de algunos árboles que habían quedado sumergidos. Durante un tiempo, acompañaron al barco delfines de agua dulce.

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Maués es la ciudad que hace de entrada al área Sateré. No tiene carretera de acceso y por ello se utiliza el río para acceder. Allí nos acogió la familia de Arizete (los padres y la menor de las hermanas), que ya asumen que su casa es la del Equipo cuando toca ir al área Sateré. Con toda naturalidad se integra al nuevo, preparan habitaciones, comparten la nevera y se ponen lavadoras (Dios las bendiga). Al día siguiente salimos Arizete, Fernando y yo en una lancha para visitar algunas comunidades con nombres tan poco indígenas como "Nueva Nazaret" o "Santa María". Ir ahora a decirles que tienen que promocionar su cultura (que no pierdan su lengua, danzas, instrumentos, tradiciones...) es para no aclararse. Nuestro objetivo en esas comunidades era contactar con las personas que irían con la expedición en busca de vestigios de indígenas aislados en las cabeceras de los ríos de la zona, para documentarlos y poder demarcar las tierras. La gente de las aldeas conocidas está muy concienciada de la importancia de proteger a sus "parientes" aislados y su modo de vida, que todavía no se ha mancillado como el suyo. Los sateré todavía hacen pan de tapioca para desayunar, cogen la fruta de los árboles (que plantan astutamente alrededor de las aldeas), hacen “fariña” (harina de mandioca) en grandes cantidades y la comen a todas horas. Lo mismo beben el agua del río que del coco y saben tratar el guaraná (planta sagrada Sateré), le sacan un zumito rico. Con los arroyos desbordados que inundan los valles da para bañarse entre las copas de los árboles (donde por cierto casi encayamos con la lancha por tomar un "atajo"). En una de las comunidades fuimos a pescar, cogimos una canoa y nos alejamos unos metros de la orilla. Si alguien pensaba, como yo, que no iban a picar, se equivocaba. Pican. Yo nunca había pescado y fui el triunfador de la jornada. Comimos unas sardinas de río que nos supieron a gloria.

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Maromba Arreglado el asunto de la expedición en busca de indígenas aislados, regresamos a Manaus. Allí el agua había crecido más rápido de lo que se esperaba, la casa de los hombres iba a inundarse y las ayudas gubernamentales no habían llegado todavía. Urgía la construcción de “marombas”, un falso suelo sobre el que poder estar hasta que las aguas vuelvan a su curso normal. Al día siguiente, Fernando y yo buscamos madera, sobre todo la cogimos de la casa de las mujeres, ya cubierta hasta media pierna por las aguas del arroyo. Farías, líder de la asociación de vecinos de la comunidad Artur Bernardes, nos ayudo a montarla. Él sabía mucho mejor que nosotros cómo proceder. Fijamos unos tacos de poco más de un metro sobre algunas tablas del suelo y cogimos el resto de tablas para montarlo sobre esos tacos. Tras todo ese proceso tuvimos que subir la cocina, con la bombona de gas y la nevera.

Nos aseguramos que la instalación eléctrica quedaba por encima del nivel del agua e hicimos una pasarela para llegar al baño. Las tuberías que llevaban el agua hasta la casa quedaron sumergidas y era seguro que entraban pequeños parásitos. Durante el resto de los días hervimos el agua antes de beberla, al

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contrario que en las comunidades indígenas, donde bebimos de los ríos que ellos nos indicaban sin procesar el agua. El resto de la semana estuvimos ayudando a construir accesos a algunas casas y a subir muebles a los vecinos. A los pocos días llegó la ayuda del gobierno, madera para reforzar las casas y agua mineral. Había vecinos que vivían a esas alturas entre aguas fecales. Fin de la experiencia Cuando la situación en el barrio se hubo estabilizado, aproveché para conocer un poco la ciudad, acompañado varios días por una de las hermanas de Arizete y su hija. Visité el teatro Amazonas, la catedral, el mercado de artesanía, el museo del caucho … Reflexiones Durante la experiencia, y sobre todo tras ella surgen reflexiones que van madurando. Si son realmente profundas, te tocan hasta cambiar tu vida. Comparto algunas de ellas. En primer lugar, resulta increíble pensar que haya una sociedad tan distinta a la nuestra. Somos incapaces de imaginar un modo diferente de hacer nuestro día a día, de vivir nuestra vida. De una empresa en la que trabajé se decía que los empleados trabajaban media jornada: 12 horas al día. Para lo que aquí entendemos por trabajo, los pueblos indígenas no emplean más de 3 o 4 horas al día. El resto del tiempo lo dedican a dormir, jugar, explorar, bañarse en el río, estar con sus mujeres, contar historias, enseñar a cazar a sus hijos, visitar parientes, construir canoas, mejorar sus casas… Se dedican a vivir, ¡qué no es poco!. El valor económico que le damos a todo no se entiende. Habrá un día en que nos demos cuenta de que el dinero no se come. Para los pueblos indígenas es inconcebible la mercantilización que hacemos de todo, y en concreto de la naturaleza. Las plantas, árboles, madera, los animales, peces, aves, el agua, la tierra, el aire… nos ha sido dado para disfrutarlo y usarlo en la medida que nos de vida. Porque formamos parte de una Madre Tierra (Pachamama) a través de la que Tupana (Dios) nos dará lo que necesitemos mientras la cuidemos. ¿No nos venden algo parecido ahora bajo el nombre de sostenibilidad? Otro asunto que me llamó la atención a la vuelta es que las frutas que aquí comemos no tienen semillas. Estando en interior se come mucha fruta, directamente cogida del árbol. Con los cítricos, por ejemplo, terminábamos escupiendo pepitas, que después se utilizan para artesanías, juegos, o dinámicas del Equipo.

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Desde que regresé, no he encontrado una naranja con semillas. Estamos vendidos. El término “desarrollo” había sido utilizado con anterioridad, pero fue el 20 de enero de 1949 cuando cobró la fuerza y el sentido que hoy conserva. Ese día el presidente estadounidense Truman, equiparó en su discurso de toma de posesión el nivel de civilización en función del nivel de producción. De esta manera, se asignaba la etiqueta de subdesarrollo a formas de vida distintas. A partir de ese momento se ha ido creando una cultura que marca un camino unidireccional a todos los pueblos del mundo, a distintos ritmos, y que casi todos los gobiernos han ido adoptando. Red La oportunidad que yo tuve de vivir esta experiencia se propició gracias a una serie de circunstancias (económicas, laborales, conocidos, formación, etc.). Sería importante facilitar esas circunstancias para otras personas, en la medida de lo posible. Para eso es imprescindible el trabajo en red. En la situación actual, con un cambio de esquema que nace en la gente, ninguna organización debe encontrarse sola. Trabajar en red haría posible experiencias de este tipo, que ayuden a despertar esa sensibilidad, en esta u otra orilla.

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Despertar Para despertar, busca toda la ayuda que puedas, lee los libros que encuentres, asiste a los encuentros que te inviten, medita, respira y espera. Todo ayudará…, pero finalmente solo tú harás la alquimia, pues nada puede precipitarla, solo tu intención de que suceda. Y aún si no hicieras nada de nada, espera tranquilo, igual ocurrirá... Si ya has despertado y ves cómo duermen los demás a tu alrededor, entonces camina en puntillas, respeta su sueño y descubre la perfección de sus propios tiempos, así como fueron perfectos los tuyos. Cuando ellos abran sus ojos, el fulgor de tu brillo los ayudará a despertar sin necesidad que hagas nada. Si aún duermes, relájate y disfruta tu sueño, estás siendo arrullado y cuidado.

Despertar no es un acto de magia, aunque llenará de magia tu vida. Despertar no tiene nada que ver con tu mundo externo, aunque todo lo que te rodea parecerá tener un nuevo brillo. Despertar no cambiará tu vida, si bien sentirás que todo ha cambiado. Despertar no borrará tu pasado, pero al mirar atrás lo percibirás como la historia de alguien muy querido que aprendió muchas cosas, y sentirás que ese alguien ya no eres tú. Despertar no despertará a tus seres queridos, pero ellos se verán mas divinos ante tus ojos. Despertar no sanará todas tus heridas, pero ellas dejarán de gobernarte. Despertar no solucionará tu situación financiera, pero te sentirás millonario. Despertar no te hará más popular, pero ya no volverás a sentirte solo. Despertar no te embellecerá ante los ojos de los demás, pero te hará perfecto ante tu propia mirada. Despertar no te dará más poder, pero descubrirás el poder que tienes. Despertar puede que no disuelva los barrotes de tus cárceles, pero te dará la libertad de ser tú mismo. Despertar no cambiará el mundo, te cambiará a ti. Despertar no quita responsabilidad, muy por el contrario te dará conciencia de las consecuencias de tus actos y elecciones. Despertar no te hará tener siempre la razón, más bien ya no sentirás deseos de tenerla. Despertar no traerá caudales de amor a tu vida, descubrirás que ese caudal habita en ti. Despertar tiene poco que ver con lo que imaginas y tiene todo que ver con el amor. Despertar es amarte a ti mismo, con tus límites y con tus experiencias, es amar al otro como parte de tu ser y es amar a la existencia... Sí, amar esta bella vida tan sorprendente y variada en todos sus matices.

Permítete disfrutar de la experiencia de ser el maravilloso Ser que ya eres. Tu vida es un acto sagrado pues es la creación del Dios que hay en ti.