exceso nervioso, locura y ciencia médica en chile urbano (1840-1860)

Upload: piiceg

Post on 10-Jan-2016

10 views

Category:

Documents


3 download

DESCRIPTION

María José Correa G

TRANSCRIPT

  • 1

    Exceso Nervioso, Locura y Ciencia Mdica en Chile urbano (1840-1860)

    Mara Jos Correa G.1

    Publicado en Anales de Historia de la Medicina

    Vol. 18 (2) noviembre 2008

    Para citar: An. Hist. Med. 2008; 18:151-167

    A mediados del siglo XIX lo nervioso comenz a circular como una categora mdica

    que abarcaba el estudio de la organizacin corporal, del temperamento y de ciertos

    padecimientos. Su carcter plural, expresado en una variada gama de textos y en un

    reducido nmero de historias mdicas, incidi directamente en el estudio mdico de la

    locura. Su presencia posibilit primeras aproximaciones al entendimiento de las

    enfermedades mentales, incidi en el estudio de sus causalidades y efectos y sent bases

    para el desarrollo de la cultura alienista de fines de siglo.

    Palabras claves: nerviosidad, locura, discurso mdico, temprana psiquiatra

    1 Estudiante de Doctorado. Wellcome Trust Centre for the History of Medicine

    University College London

    Correo electrnico: [email protected]

    Este trabajo se inscribe en mi investigacin doctoral sobre locura en Chile en el siglo XIX que realizo en

    Wellcome Trust Centre for the History of Medicine, University College London con el apoyo de WT

    Doctoral Studentship y UCL ORS. Una versin preliminar de este texto fue presentada en octubre de

    2008 en el Seminario History of Psychiatry and Psychology organizado por Wellcome Trust Centre for

    the History of Medicine y British Psychological Society.

  • 2

    Nervousness, Madness and Scientific Medicine in Urban Chile (1840-1860)

    By the mid-nineteenth century nervousness started to circulated as a medical category

    which addressed the study of corporal economy, temperament and some afflictions. Its

    plural character, which was mirrored trough a wide range of medical texts and a few

    number of medical cases, influenced the medical study of madness. This presence

    represented first approximation to the understanding of mental disorders, influenced the

    study of causes and effects of madness, and served as a basis for the development of late

    nineteenth-century alienism.

    Key words: nervousness, madness, medical discourse, early psychiatry

  • 3

    Los padres de esta seora fueron sanos; pero su madre tuvo

    cuando nia lo que llaman Baile de San Vito. Ella por su parte

    ha tenido algunos ataques de histeria y aunque hace ya mucho

    tiempo que estos ataques han desaparecido, la seora es muy

    impresionable. (...)

    Parece que usted, Reverendo Padre, no ha dejado nada que

    preguntar y que el cuadro es completo: causas predisponentes y

    ocasionales (...)

    De modo, dijo el franciscano, que mi confesada es una

    enferma?

    Sin duda alguna, replic el doctor, con la mas profunda

    conviccin. (1).

    Tentativas de diagnsticos, conclusiones fragmentadas y conflictos

    epistemolgicos marcaron el despertar de la ciencia mdica y su inters en la locura.

    Este despertar patolgico y su lineamiento bajo las incipientes normativas mdicas

    estuvieron marcados por la competencia entre autoridades religiosas y cientficas, la

    constante incertidumbre de la enfermedad mental, la tensin entre sntoma y

    enfermedad, la llegada de nuevas propuestas nosolgicas, y sobre todo, la irrupcin de

    la nerviosidad y su vnculo con una epistemologa nutrida desde el relato biogrfico.

    Hacia 1850 nuevos planteamientos en torno a las estructuras mrbidas,

    fisiolgicas y anatmicas, incidieron en el desarrollo de una compleja relacin entre

    locura y nerviosidad. Este dilogo fue central para el surgimiento de una creciente

    produccin terica que, apoyada del mayor prestigio y credibilidad de la ciencia,

    enmarc el estudio e institucionalizacin de la enfermedad mental y acompa la

    gradual especializacin de los primeros alienistas por medio, entre otros contextos, de

    la prctica mdica general, del ejercicio como mdico de ciudad, de su gestin en la

    Casa de Orates (1852), de su participacin en el curso de Enfermedades Nerviosas y

    Mentales en la Universidad de Chile y del ejercicio clnico especializado (2).

    Adicionalmente, esta relacin sent durante la segunda mitad del siglo XIX parte de las

    bases que propiciaran durante el temprano siglo XX la articulacin de las ctedras de

    psiquiatra y neurologa y sus respectivas ramificaciones. En este sentido, lo nervioso

    instalado como una categora flexible y plural, intercept las bsquedas y debates en

    torno a la locura desde una amplia gama de espacios que incluyeron discusiones sobre

    la base funcional u orgnica de la enfermedad, entre otros.

    Bajo esta lnea, este trabajo busca explorar la relacin entre ciencia mdica y

    nerviosidad con el objetivo de abordar el entendimiento mdico de la locura a mediados

    del siglo XIX y problematizar las tempranas capas que alimentaron el desarrollo de la

  • 4

    posterior cultura psiquitrica y neurolgica. Junto al inters por situar estas bases me

    interesa comprender lo nervioso per se, su dimensin histrica y su direccionalidad.

    Esta categora, entendida en tanto sistema, temperamento y afeccin nerviosa es decir

    como base y enfermedad fue introducida en los diagnsticos, clasificaciones y

    teraputicas, deslizndose en la comprensin de locura durante los dos ltimos siglos.

    Adicionalmente, el ejercicio de pensar histricamente lo nervioso da cuenta de la

    fluidez y los intercambios del saber mdico, cuestiona traducciones absolutas y deja ver

    el carcter fragmentario, pendiente, abierto y paradjico de la disciplina cientfica.

    La historia del estudio mdico de la locura en Chile se puede abordar desde

    variadas direcciones, dado que esta emerge pese a su inexistencia formal en tanto

    disciplina como una plataforma cultural nutrida y entendida desde diversos frentes.

    Polticamente se articula con los debates sobre los lmites y posibilidades de las

    responsabilidades ciudadanas, socialmente se tie con la carga patolgica de las

    herencias coloniales y de los procesos de urbanizacin, e intelectualmente se une al rol

    central ejecutado por las elites de la Universidad de Chile, entre varios otros.

    Considerando esta porosidad, el anlisis presentado en este texto se enmarca en la

    autoridad mdica surgida alrededor de la universidad y en la produccin terica

    emanada de esas aulas hacia 1850. Me interesa el estudio de lo nervioso en este periodo

    por su carcter de laboratorio, por su correspondencia con un tiempo en el cual las

    fronteras de especializacin apenas comienzan a esbozarse. El medio siglo, de esta

    manera, gesta nuevos significados y causalidades asociadas a una nerviosidad que,

    reconfigurada, acompa el surgimiento y posterior desarrollo de la ciencia mdica y su

    entendimiento de la locura.

    Ciencia mdica y locura

    Durante las primeras dcadas del siglo XIX, el estudio y ejercicio de la

    medicina pareca aun conservar parte importante de su atmsfera colonial. Thomas

    Leighton, cirujano britnico instalado en Valparaso, describa en un reporte enviado al

    Royal College of Physicians de Londres el carcter del paisaje mdico local Los

    mdicos son en su mayora viejos espaoles que han llegado en diferentes momentos

    con la armada y unos pocos mulatos educados en Lima; desde la revolucin se han

    instalado algunos ingleses y franceses (...) La profesin no es considerada honorable y

  • 5

    de hecho, salvo donde abundan los extranjeros, no es mas lucrativa que el comercio

    artesanal (3). Sus apreciaciones, al igual que las de otros viajeros como Mary Graham

    o Edward Poeppig, daban cuenta de la continuidad de una cultura mdica que no

    responda a las demandas del cientificismo europeo y de un paisaje que comenzaba a

    mutar de acuerdo al nuevo escenario que se expresaba tras la independencia. Como

    recuerda Poeppig en sus crnicas, slo haca poco tiempo los mdicos haban

    comenzado a disfrutar de un mayor respeto pblico y haban dejado de ser considerados

    como gente ignorante de un nivel poco superior a un barbero (4).

    Los problemas asociados al ejercicio de la medicina reflejaban parte de las

    ansiedades provenientes de un medio en trnsito que demandaba mayor organizacin

    acadmica y profesional. La autonoma chilena apoy un movimiento educacional,

    econmico y cultural del cual la medicina fue parte central. Este proceso propici una

    gradual profesionalizacin que corri paralela al posicionamiento alcanzado por el

    Instituto Nacional y la Universidad de Chile. A travs de ambas instituciones, el saber y

    el hacer mdico comenzaron a moldearse y acomodarse en dilogo con el debate

    poltico, el surgimiento de nuevas plataformas para la circulacin de las ideas

    cientficas y la entrada a Chile de profesionales extranjeros que en conjunto con los

    mdicos chilenos, cumpliran un rol central en el desarrollo de la disciplina (5).

    Ejemplo de esto fue la llegada al pas del mdico Jos de Passamn quien form

    en 1828 junto a Jos Joaqun Mora el Mercurio Chileno, una publicacin miscelnea

    sobre ciencia, educacin y derecho cuyos artculos, adems de ser de los primeros en

    problematizar la relacin entre locura y crimen, dejaron ver los temores liberales por el

    vaco cientfico que expresaba el pas en un contexto de gestacin de nacin y de

    definicin de ciudadana (6). Parte de las preguntas propuestas en el peridico se

    refirieron a la responsabilidad de los actos criminales, a la relacin entre enfermedad y

    delito, y de paso, a los compromisos sociopolticos adjuntos al proyecto de la ciencia

    mdica (7). Indagando en la patologizacin de la transgresin, el peridico se

    preguntaba por la posibilidad de asimilar los efectos de las pasiones a los de la

    enajenacin mental, el furor de un hombre irritado por la clera, los celos o la

    desesperacin al de un loco: o mas bien, si mientras dura la accin de una pasin

    violenta, puede ser considerado como demente (8). La interrogacin dejaba ver el

    nuevo rol que la ciencia mdica estaba llamada a cumplir. Gracias a ella, sealaba,

    llegar el da en que se conocern bien los criminales involuntarios, y sern tratados

    como los insensatos que tenemos a la vista(9). A travs de ella tambin, y en dilogo

  • 6

    con la jurisprudencia y la poltica, se comprendern las causas de la locura, del delirio,

    de la inconsciencia, la embriaguez y las pasiones violentas y se podr conocer no solo

    el porqu de la mente enferma sino tambin el camino que conduce a la destruccin de

    la libertad moral (10).

    Sin duda, las ansiedades generadas por las transgresiones sociales y criminales

    en un marco de urbanizacin y desplazamiento, alimentaron la necesidad de indagar en

    los comportamientos anormales, sus causas y su relacin con la voluntad y con la

    locura. Como subraya Hacking en el marco del desarrollo cientfico europeo el

    quiebre del determinismo nutri la necesidad poltica de comprender lo irregular y en

    esta bsqueda la ciencia, la estadstica y la medicina se transformaron en agentes

    fundamentales en la tarea de rastrear, entender y modificar la alteracin (11).

    En el Chile republicano, la responsabilidad de pensar y diagnosticar mdica y

    acadmicamente la locura recay en el pequeo grupo de profesionales que gravitaba

    en torno a la enseanza de la medicina en el Instituto Nacional y luego en la

    Universidad de Chile y a su ejercicio en las ciudades de Santiago y Valparaso (12).

    Ellos fueron los primeros en privilegiar el estudio de la locura en un contexto marcado

    por la incorporacin de nosologas, instrumentos y prcticas mdicas, nuevas

    regulaciones civiles y criminales, construccin de hospitales, dispensaras, asilos y la

    primera casa de Orates.

    Ahora bien, la aproximacin a la insania realizada por estos profesionales fue

    asistmica, sobrepuesta, marcada por el inters de entender causalidades mrbidas

    desde aproximaciones hbridas y en competencia. Su produccin terica no explor

    directamente la locura en tanto patologa, sino mas bien su expresin en una amplia

    gama de dolores y situaciones de conflicto individuales y sociales. Dentro de estos

    contextos la nerviosidad surgi como origen y destino, en tanto causa y efecto, como

    trmino para definir patrones de locura y como medida de las condiciones que parecan

    afectar o modificar patrones generales de sanidad. La geografa mdica, la anatoma, la

    fisiologa y la teraputica, entre otras materias, fueron exploradas con el objetivo de

    comprender causalidades, planteando tempranas conceptualizaciones en torno a las

    enfermedades mentales y a sus caracteres sintomticos (13).

    En este contexto se gestan los primeros textos sobre las afecciones nerviosas y

    sobre los modos en que las diferentes aproximaciones a la locura comenzaron a ser

    presentadas y defendidas desde la variopinta produccin cientfica de mediados de siglo

    y desde los informes emitidos a propsito de la historia de Carmen Marn. Ambos

  • 7

    registros, estudios mdicos y caso Marn, ofrecen los primeros retratos sobre las

    afecciones nerviosas e inauguran una produccin de conocimiento mdico asociada a la

    presentacin de historias clnicas. De este modo, la reapropiacin realizada por los

    mdicos de la historia de la Marn en tanto caso materializ parte de la abstraccin

    terica expresada en los estudios mdicos contemporneos. En otras palabras, la

    historia de Carmen, les entreg herramientas pragmticas para comenzar a pensar en

    trminos concretos y palpables la diversidad de ideas que ordenaban lo nervioso y que

    intentaban explicar la locura hacia el medio siglo. La controversia generada en torno al

    caso junto con la masiva cobertura alcanzada a travs de la prensa, condimentaron la

    historia y forzaron a los mdicos a legitimar sus posiciones en torno a la locura y a

    defender sus incipientes intentos de profesionalizacin y especializacin.

    Lo Nervioso hacia 1850, entre sistema, temperamento y afeccin

    La centralidad y los esfuerzos mdicos por comprender lo nervioso

    respondieron tmidamente al pulso que dominaba Europa y en particular a los cambios

    establecidos en Francia, Inglaterra y Alemania en torno al estudio del cuerpo, de la

    mente y sus enfermedades (14). En este escenario el sistema nervioso, como han

    planteado Porter y otros autores, comenz a situarse desde mediados del siglo XVII

    como elemento central a los estudios fisiolgicos y patolgicos (15). El temperamento

    se estableci en tanto base constitutiva y las afecciones nerviosas en tanto patologas a

    mitad de camino de la locura. La histeria, siguiendo a Shorter, fue entendida desde

    variadas perspectivas constituyendo para mediados del XIX un estigmatizado trmino

    usado para enmarcar una serie de conductas hbridas de preferencia femeninas, para

    definir desrdenes convulsivos, como sinnimo de enfermedades psicosomticas y

    tiempo despus como un tipo de desorden de la personalidad (16).

    En paralelo a lo nervioso, la locura y su transitoriedad comenzaron a ser

    abordadas desde variados frentes. En Francia, el trabajo y la experiencia de Pinel

    (1745-1826) como profesor de patologa mdica en la Escuela de Medicina de Pars y

    como mdico jefe en la Salptrire se tradujo en su Trait mdico-philosophique sur

    lalination mentale, ou la manie (1801) el cual grab las directrices del llamado

    tratamiento moral y defini una teraputica orientada hacia un manejo del intelecto y de

    las emociones por sobre las presiones corporales (17). Su discpulo Esquirol (1772-

    1840) acu en el primer decenio del XIX una nueva entidad nosolgica monomanie o

    monomana en referencia a una patologa mental determinada por ideas fijas, sin delirio

  • 8

    ni prdida del entendimiento. Como seala Goldstein, la exitosa incorporacin de esta

    terminologa como entidad patolgica estuvo rodeada por la reconceptualizacin terica

    llevada a cabo (y que continu en actividad) y la consecuente renovacin de los

    sistemas clasificatorios. El marco ingls tambin vino a condimentar el escenario, entre

    otros, con el concepto de moral insanity o locura moral de Prichard (1789-1848) que

    como plantea Huertas, pese a distanciarse de la nocin de monomana, se asemej en su

    registro de anomalas sin alteracin de la inteligencia. (18) Ambos trminos

    monomana y locura moral representaron en el temprano siglo XIX la apertura

    conceptual en torno a las insanias transitorias y a las problemticas sociales asociadas a

    ellas.

    El escenario chileno de mediados del XIX reuni parte de esta amalgama de

    nuevos significados considerando lo nervioso asociado a la locura transitoria y

    comenz a explorarlo en relacin a la herencia y a la adquisicin de los caracteres

    mrbidos. La reflexin mdica se inici desde la exploracin de las causalidades que -

    por sobre la existencia o no de una lesin- apelaban a entender los mecanismos por

    medio de los cuales despertaba o se gestaba la amplia gama de afecciones que se

    interceptaban en menor o mayor grado con la locura. Desde este prisma, hacia 1850,

    pocos estudios abordaron en especfico las locuras morales, parciales o monomanacas,

    as como las afecciones histricas, hipocondracas y melanclicas (19). Sin embargo,

    una gran cantidad explor la locura en base a las condiciones de la nerviosidad,

    sentando bases centrales de la aproximacin mdica decimonnica a la locura.

    Durante este periodo la prdida o debilitamiento de las facultades mentales fue

    nombrada como enajenacin, furor, mana, demencia, fatuidad, histrico, locura, entre

    varios otros trminos. En general, mientras algunos, como la fatuidad, se relacionaban

    con la llamada idiotez e imbecilidad, que apelaba a la carencia de intelecto, otros se

    acercaban a las cada vez mas aceptadas locuras transitorias representadas parcialmente

    por las afecciones nerviosas.

    Lo nervioso se entendi como nutriente de este estado intermedio, en tanto

    sistema que coordinaba las leyes de organizacin corporal, temperamento que sentaba

    las bases constitutivas personales y las afecciones nerviosas en s mismas (20). En base

    a estas lneas, lo nervioso fue pensado y estudiado desde tres contextos

    interrelacionados: como sistema, como temperamento y como gama de patologas

    representadas por la hipocondra, la histeria y la melancola, entre otras. La friccin de

    estos tres espacios de interpretacin apoy la gestacin de un cctel nervioso, que en

  • 9

    dilogo con otros contextos teraputicos, polticos, sociales o familiares, adscribi an

    ms sentidos a su peso patolgico.

    Como acusaba el doctor Noguera hacia 1849, los mdicos deban prestar

    atencin al valor y consecuencias del elemento nervioso, Reflexionad un momento

    sobre el trastorno que levanta una pasin desbordada. Como tan profundamente mina

    la existencia y devoran el principio vital el temor, los celos, la envidia, la nostalgia, un

    amor contrariado! (...) No es conocido el poder de la imaginacin para producir y

    curar enfermedades? Los males mas tristes, la melancola, la desesperacin, la funesta

    propensin al suicidio y en general todos los males del espritu con sus sntomas, (...)

    reconocen su causa jeneral en el desorden del sistema nervioso (21). Las advertencias

    del Dr. Carmona sobre como el otrora frtil y hermoso paisaje chileno se haba

    transformado para el medio siglo en un vasto hospital poblado por las cada vez ms

    conocidas afecciones nerviosas, tan peculiares a las grandes poblaciones(22)

    confirmaban una presencia que se plasmaba en otros espacios como la publicidad y la

    literatura.

    Efectivamente, el consumo de lo nervioso en la capa urbana nutri un frtil

    negocio teraputico, que sin duda contribuy a posicionar el ingreso de nuevas

    terminologas mdicas. Una serie de remedios invitaba a combatir los problemas

    asociados a la pobreza de sangre, los plidos colores, las constituciones dbiles,

    el agotamiento del sistema y las perturbaciones nerviosas en general. A la venta se

    encontraba una gama de alimentos nervinos, fumigadores pectorales, cataplasmas,

    jarabes y pldoras, todos los cuales prometan curar, o al menos calmar el sistema

    nervioso (23). Adornados con medallas y diplomas de mrito, acompaados de

    testimonios de enfermos y avalados por la reputacin de -muchas veces desconocidos-

    mdicos del viejo mundo, la publicidad participaba tambin del espacio que el exceso

    nervioso ocupaba en Chile.

    Histerias, clorosis, dispepsias, neuralgias y tos convulsiva, comenzaron a

    aparecer en el raciocinio mdico y en las escasas historias clnicas que encontramos

    para el medio siglo. Dentro de estas, el caso de Carmen Marn, proceso encargado por

    el Arzobispo de Santiago entre los meses de julio y agosto de 1857 y orientado a

    determinar si la joven sufra un desorden natural o supernatural, da cuenta de la

    variedad de aproximaciones frente a lo nervioso, de las estructuras de poder que

    promovieron estas tempranas conceptualizaciones y de las condiciones de conocimiento

    mdico sustentadas en el preponderante rol de la biografa como instancia de

  • 10

    diagnstico. A travs de un proceso de seleccin y anlisis de los diversos hechos de la

    vida de Carmen, los mdicos postularon dos hiptesis: la posesin demoniaca y la

    afeccin histrica. Ambos diagnsticos se articularon con criterios religiosos y mdicos

    y ambos dieron cuenta de un proyecto de medicalizacin caracterizado por su carcter

    heterogneo y plural en el modo de entender la enfermedad en general y la locura en

    particular.

    La historia de Carmen Marn est marcada por su biografa y enlazada con la

    creacin e interpretacin de causalidades que buscan explicar el carcter de sus ataques.

    Tras perder a sus padres a corta edad, Carmen fue criada por familiares en Valparaso y

    en el campo, hasta quedar de interna en un colegio catlico donde ella cuenta haber

    sufrido su primer ataque. Despus de este incidente fue diagnosticada con locura o

    ataque del cerebro, practicndosele sangras, refrigeracin de la cabeza y baos fros.

    Tras estos inefectivos tratamientos fue enviada primero al principal hospital del puerto

    donde estuvo por mas de un ao y donde sum un intento de suicidio que le vali el

    alejamiento del personal y de su familia. Desde el puerto fue trasladada a la capital e

    ingresada por catorce meses en el Hospital San Francisco de Borja desde donde fue

    enviada en 1857 al asilo de pobres u Hospicio de Santiago manejado por las Hermanas

    de la Caridad.

    Una vez llegada al asilo su supuesta condicin de espirituada comenz a darse a

    conocer, motivando una investigacin mdica comisionada por la Iglesia Catlica.

    Entre los mas de quince profesionales que visitaron a Marn, solo ocho enviaron sus

    reportes finales. Uno de los reportes apoy la idea de posesin, cuatro concluyeron que

    sufra de histeria y colapso nervioso y tres se abstuvieron de definir la naturaleza de su

    condicin para no promover nombres falsos o teoras absurdas (24).

    Benito Garca defendi la hiptesis de posesin demoniaca. Educado en la

    Universidad de Madrid y titulado en Chile en 1851 con un trabajo sobre homeopata y

    alopata, Garca era conocido en los crculos mdicos por sus publicaciones

    homeopticas que incluyeron la primera traduccin chilena del tratado de Hahnemann y

    una revista mdica que circul en Santiago desde 1856 y que utiliz como medio para

    responder a la crtica que a consecuencia de su diagnstico lo situ como referente

    del obscurantismo colonial.

    Garca presenta la posesin como la causa del sufrimiento de Carmen (25). Sin

    embargo, su afn por descartar los posibles orgenes naturales de un desorden

    asemejado peligrosamente a la histeria, la epilepsia, la idiotez, la mana feliz y la

  • 11

    monomana diablica, lo llevan a extenderse ampliamente en las ideas mdicas

    contemporneas sobre las enfermedades nerviosas, el magnetismo y la ficcin.

    Considerando el saber frenolgico, las ideas sobre el temperamento y la propia historia

    de la posesa, junto a signos tales como la aparente habilidad de Carmen para hablar

    en lenguajes extraos, su insensibilidad al dolor, sus contorsiones y el hecho que sus

    ataques terminaran con la lectura del evangelio de San Juan, Garca concluye el

    carcter sobrenatural de su condicin. A travs de esta propuesta establece uno de los

    puntos centrales del debate mdico: los aspectos religiosos y seculares de la

    enfermedad; aspectos que incidieron en otras respuestas mdicas, tensionaron

    perspectivas dualistas o monistas sobre el ser humano, recalcaron la reapropiacin y el

    uso de estas por parte de los mdicos y reflejaron el marcado inters por cartografiar

    hacia 1857 las enfermedades nerviosas.

    Pese a la gradual patologizacin de la locura la idea de posesin demoniaca

    continu presente en la prctica acadmica y profesional, del mismo modo que la

    supuesta cientificacin no implic una unin ni una total secularizacin del

    pensamiento mdico (26). Los profesionales participantes, todos nombrados como parte

    de la tradicin catlica, defendieron sus diagnsticos y los calificaron como

    compatibles con el pensamiento de su iglesia; aquellos que rechazaron la hiptesis

    demoniaca fueron calificados por Garca y por Zisternas de ateos y herejes, criticados

    por transgredir los lmites de sus propios dominios y desafiar desde sus apreciaciones

    materialistas tanto la autoridad mdica como la catlica.

    Una segunda aproximacin fue presentada por Juan Jos Bruner, educado en

    Europa y Chile, socio corresponsal de la Sociedad Mdico Quirrgica de Berln y

    miembro desde ese mismo ao de la Universidad de Chile, quien postul que la

    enfermedad de Marn corresponda a una histeria originada en el cerebro (27). Bruner,

    llegado a Chile en 1847 a los 23 aos como parte de una expedicin cientfica, abord a

    travs del caso algunas de las ideas que vena explorando desde tiempo atrs sobre la

    relacin entre forma y funcin cerebral (28). Guiado por los nuevos conocimientos en

    torno al eje cerebro-espinal, por su inters de distanciarse de las teoras uterinas y por la

    necesidad de refinar la vaguedad crnica de la histeria a travs de nuevas metodologas

    basadas en la investigacin microanatmica, en la anatoma comparada y en los

    ensayos qumicos, Bruner entendi la enajenacin de Marn como un problema cerebral

    (29). Desde su visin, la condicin de Carmen se explicaba en el intenso miedo

    experimentado antes de su primer ataque y en la influencia que esta impresin haba

  • 12

    dejado sobre ciertas partes del encfalo, parcialidad que permita el carcter transitorio

    de su alienacin mental (30). A pesar de gestarse en el cerebro, era a travs de los

    nervios sensibles y los sentidos como prolongaciones del cerebro, que el ataque

    adquira esa fisonoma particular que lo haca confundirse con diabolismo, erotismo,

    histerismo, lucidez y ficcin (31). Lo nervioso permita de esta forma entender

    primero, la penetracin de impresiones en un cerebro abierto a recibirlas y segundo, las

    consecuencias de las lesiones cerebrales sobre respuestas sintomticas de otras regiones

    del cuerpo.

    Mientras Bruner ubic la enfermedad en las an desconocidas lesiones del

    cerebro, Manuel Antonio Carmona, subray el rol central jugado por los rganos

    reproductivos y por el sistema nervioso en las enfermedades del cuerpo y de la mente.

    Carmona se posicion como figura importante en la escena nacional, representante de

    las primeras generaciones tituladas tras la independencia y editor de una revista mdica

    que circul espordicamente tiempo antes. Movido, en sus palabras, por el triste deber

    de contradecir a amigos y colegas que sealaron que la enfermedad de Marn era

    inclasificable e inexplicable, por la responsabilidad de vindicar la injuriada medicina

    local y por el inters de entender las fronteras entre sntomas y causas, Carmona se

    entreg a su tarea de etiquetar a Carmen y a las enfermedades nerviosas. Rechaz el

    principio vitalista homeoptico de Garca y el modo en que ste se enfrent a la agencia

    diablica, distante del estricto protocolo planteado por la Iglesia Catlica (32). Se

    distanci de lo que l llam la retrica de Bruner y lo excluy de su libro, publicacin

    que compil parte de los informes mdicos del caso y que ayud a situar su hiptesis

    uterina en una posicin dominante.

    Carmona define el desorden de Marn como una neurosis crnica localizada en

    el tero, cuya expresin secundaria sera una clara afeccin al cerebro (33). Sus

    argumentos siguen algunas ideas de Pinel (1745-1826) sobre la histeria como neurosis

    genital y de Cullen (1710-1790) sobre el rol del sistema nervioso en la administracin

    de la economa del cuerpo. A nivel local su trabajo se apoya en el estudio del mdico y

    especialista en desrdenes nerviosos Antonio Mara Mendiburu, quien public hacia

    1848 uno de los primeros textos sobre el sistema nervioso en Chile (34).

    Mendiburu aborda la autoridad del sistema en la administracin corporal y su

    responsabilidad en la dispersin de la enfermedad. Lo describe como el gobierno ms

    importante de la organizacin humana, responsable de conducir la incitacin y de

    manejar desde los sencillos procesos de absorcin y exhalacin, hasta la elevada

  • 13

    funcin del pensamiento. Enlazando lo nervioso con la sanidad corporal y mental,

    enmarca su reflexin en la preocupacin contempornea entre locura y debilidad de los

    centros nerviosos.

    La estabilidad del sistema garantizaba el funcionamiento del cuerpo, el poder

    para obligar y someter a su influjo la voluntad, y sujetar al encfalo a prestar al ser

    viviente el auxilio de sus funciones, constituyendo as el mecanismo de las necesidades,

    el instinto y las pasiones (35). Lo nervioso coordinaba el cuerpo y un sistema mal

    constituido lo coordinaba nocivamente permitiendo el ingreso de impresiones negativas

    facilitadoras de las insanias. Adicionalmente a travs de las simpatas cerebro-

    ganglionares y ganglio-cerebrales las condiciones de un sector del cuerpo se vean

    inducidas por las alteraciones sufridas en otro (36). Tomemos un ejemplo planteaba

    Mendiburu una fuerte emocin produce palpitacin de corazn: la impresin se ha

    operado primeramente en el cerebro, el cual ha irradiado su accin a los ganglios

    cervicales y cardiacos; este fenmeno es una simpata cerebro-ganglionar. En otros

    casos, la causa del desorden se manifestaba en el sistema ganglionar y sus efectos se

    irradiaban hacia el sistema cerebral constituyendo una simpata ganglio-cerebral (37).

    Para Carmona la afeccin de Carmen Marn se explicaba en esta ltima

    relacin. De este modo, siguiendo tambin a Vigueras, Carmona postulaba para el caso

    de Carmen la existencia de una simpata local establecida por el tero hacia las vsceras

    y el resto del sistema nervioso ganglionar, seguido por una lesin consecutiva de todos

    los centros nerviosos y del eje cerebro-espinal. Ahora bien, cules eran las razones

    para esta crisis?

    La aspiracin mdica europea por apartarse de las teoras humorales propone,

    desde fines del XVII, causalidades asociadas a alteraciones en procesos qumicos,

    mecnicos o cerebrales en el entendimiento de las enfermedades (38). La comprensin

    de las afecciones nerviosas en Chile se nutre de estos nuevos marcos interpretativos y

    de la pervivencia de ideas precedentes que dan consistencia y presencia a la mezcla

    nerviosa. A travs del caso de Carmen Marn y por sobre la tensin entre patologa y

    posesin o la competencia entre origen uterino y cerebral, vemos una compleja red de

    ideas que busca entender las causalidades patolgicas. En ellas lo nervioso cumple un

    rol central, sea como sistema, temperamento o afeccin nerviosa, o como categora

    hbrida.

    Mendiburu, referente de Carmona, establece un estudio de causas

    predisponentes y causas excitantes especiales, relacionadas con la autoridad de la base

  • 14

    y el contexto en la razn de la patologa. Sus conclusiones reflejan un pensamiento

    mdico que problematiz las circunstancias que otorgaban variabilidad a las dolencias y

    un entendimiento de lo nervioso unido con las nuevas funciones sociales asignadas a la

    idea de locura y a la enfermedad mental.

    En trminos generales, la causalidad fue entendida por Mendiburu como toda

    aquella condicin que apartara al sistema nervioso de sus funciones propias,

    distinguiendo entre las causas predisponentes, que imprimen en los rganos cambios

    funcionales que se oponen a la formacin de una sangre rica en elementos

    reparadores y nutritivos, y las excitantes basadas en el antagonismo entre el

    predominio de la fuerza asimilacin y los fenmenos nerviosos (39). Entre las

    predisponentes encontramos las generales y las individuales. Entre las primeras se

    encuentran el aire, las localidades y los alimentos, junto al estado de civilizacin y al

    desarrollo de las instituciones polticas de los pueblos. En las individuales en cambio

    encontramos, entre otras, el temperamento, el origen, el sexo, la edad y el hbito. Las

    causas excitantes se definen por aquellas fuerzas que provocan la aparicin de una

    enfermedad y que uniendo su accin a las predisponentes se convierten en gatilladoras

    del espasmo como las pasiones alegres o las tristes.

    Carmona pese a no seguir la estricta organizacin planteada por Mendiburu

    coincide en la responsabilidad atribuida a condiciones medioambientales,

    constitucionales y morales; as como en la distancia (no siempre clara) entre las

    caractersticas adquiridas y congnitas y en la preocupacin sobre las consecuencias

    patolgicas de la relacin de los cuerpos con sus agendas.

    Carmona sigue el inters de sus contemporneos, quienes tambin se detuvieron

    inspirados por herencias humorales o como resultado de la atraccin extranjera por la

    peculiaridad del paisaje local, a explorar cmo la geografa y el clima incidan en la

    salud de la poblacin (40). De este modo, las localidades y sus condiciones se

    instalaron como causales capaces de alejar al sistema nervioso del cumplimiento de sus

    funciones y de imprimir tintes patolgicos sobre los individuos. Diversos estudios

    recorrieron las caractersticas de escenarios especficos con el objetivo de determinar

    cmo la altitud, la influencia martima, la temperatura, los vientos y la cordillera

    desataban la enfermedad con mayor o menor intensidad y frecuencia, o como, en

    palabras del Dr. Tocornal, la naturaleza del suelo, clima, situacin y dems

    circunstancias que pueden favorecer la accin de los ajentes que obran sobre nuestro

    organismo modelaban la constitucin de las personas o propiciaban patologas (41).

  • 15

    Una parte importante de la produccin mdica de mediados de siglo se orient,

    por tanto, al estudio de lo que Tocornal llam topografa mdica. Mientras Santiago

    fue presentado como un lugar donde abundaban las enfermedades del corazn, hgado y

    de la cavidad abdominal, La Serena fue retratada, a consecuencia de su bajo nivel de

    electricidad atmosfrica, como el lugar con el mayor nmero de idiotas y

    monomaniacos del pas mientras que, paradjicamente, casi no se conocan en ella

    ciertas enfermedades nerviosas como el histerismo y la corea. La influencia de la

    electricidad en las variaciones atmosfricas, afectaba la movilidad, energa y actividad

    muscular, as como las facultades intelectuales y la imaginacin estimulaban al

    hombre, segn sus hbitos, al ejercicio de altas virtudes o a la perpetracin de grandes

    crmenes (42). Adicionalmente, la atmsfera pareca afectar no slo el temperamento

    de un pueblo, sino las reacciones individuales y el despertar de la lucidez. Tal era el

    caso de un hombre interno en el hospital de La Serena, cuyo sano juicio emerga

    solamente cuando la atmsfera esta muy despejada, pues apareciendo las nieblas y

    aquellos das en que parece hay menos electricidad, el infeliz se echa en su cama i

    apenas sale de all (43).

    Como Bruner haba sealado en su estudio sobre la higiene en Santiago la

    salud de un pueblo depende del lugar donde vive, de los alimentos de que vive y del

    modo como vive. No solo las cargas atmosfricas y las geografas sino la dieta se

    entendieron como forjadoras del temperamento. Explorando las caractersticas de la

    capital, Bruner indag en la fiscalizacin realizada por los mdicos de ciudad sobre la

    alimentacin entregada por los colegios; esta deba ser saludable y econmica, pues de

    ella dependa en parte la fisonoma morbosa o sana de un pueblo. El excesivo uso de

    pan y papas, de cochos y mazamorras farinceas a que la juventud tiene tanta

    propensin por ejemplo, fomentaba el desarrollo de afecciones tuberculosas y

    lombrices que excitaban (por medio de la medula espinal) los rganos sexuales (...),

    contribuyendo indirectamente a pervertir la disposicin moral de la mujer (44).

    A juicio del Dr. Santos Hurtado en el concepto de temperamento se encontraba

    el mejor indicativo de lo que suceda en el interior de nuestra mquina pues

    corresponda a una cubierta exterior que retrataba las afecciones del alma, abre al

    mdico el camino que debe seguir en el tratamiento de sus dolencias, y prepara las

    premisas de un juicio en la diagnosis y prognosis (45). Para Mendiburu el

    temperamento obligaba o modificaba el sistema nervioso, lo apartaba de las funciones

    que le eran propias, condicionaba inteligencias y talentos, espritus, placeres y pasiones,

  • 16

    as como tendencias espasmdicas (46). El temperamento, en otras palabras, era espejo

    pero a la vez causa, daba espacio para un desarreglo que favoreca el despertar de crisis

    nerviosas, insanias transitorias y locuras.

    El entendimiento del temperamento se expres en paralelo al desarrollo de la

    idea de herencia -en circulacin en Chile hacia 1850-, la cual comenz a explicar los

    cdigos de organizacin del cuerpo y promovi el estudio de los caracteres

    estructurales congnitos y heredados. La herencia respondi tambin a la carga

    patolgica inherente a una constitucin, trmino que remite al temperamento y a la

    estructura corporal en su conjunto (47).

    A consecuencia de esto, numerosos artculos mdicos se dedicaron a explorar

    los modos de operacin de la herencia y a advertir los peligros asociados a ella. Estos

    males estaban expresados principalmente por las enfermedades hereditarias, definidas

    por Miquel como ciertas disposiciones orgnicas, transmitidas por medio de la

    generacin que reconocan como causa primitiva y esencial un estado especial del

    organismo que dispone el cuerpo a ser atacado de las enfermedades a que han estado

    sujetos nuestros predecesores (48).

    La moral de los nios, por ejemplo, poda verse afectada por el influjo

    transmitido por las nodrizas durante la lactancia. De carcter anlogo a los traspasos en

    el vientre materno, la lactancia marcaba pasiones y pronunciaba inclinaciones, dando

    cuenta del poder y de las consecuencias de una constitucin viciada. Como Miquel

    planteaba hacia 1854, pese a que las ideas sobre el carcter hereditario estaban muy

    lejos de dar resultados concretos, a travs de la generacin y lactancia se asuma la

    posibilidad de heredar enfermedades como el vicio venreo, el escrofuloso, la sarna, la

    epilepsia, la melancola y las afecciones histricas e hipocondracas. Ante este

    escenario los mdicos apelaban a una serie de recursos destinados a prevenir la

    aparicin de enfermedades hereditarias, combatirlas o bien destruir el grmen y

    detener su transmisin. Entre estos, los recursos considerados ms eficaces fueron la

    asociacin matrimonial y la modificacin de las condiciones cotidianas. El primero

    enseaba como en las familias en donde la locura o mana es hereditaria, se deben

    elegir mujeres y hombres que por temperamento tengan ideas y propensiones opuestas

    a dicha enfermedad, y que pertenezcan a otra familia, que se haga notable por su

    tranquilidad moral y calma en sus pasiones (49). El segundo propona corregir la

    disposicin individual a la enfermedad a travs de cambios que incidieran en la

    constitucin. Para ello se deba intentar mudar de lugar, pas y clima. La epilepsia o

  • 17

    gota coral y dems enfermedades del sistema nervioso como el delirio maniaco y la

    mana, podan preverse, por ejemplo, poniendo a los nios un ama de robusta

    constitucin y de carcter poco susceptible de experimentar vivas emociones, se

    evitar con cuidado todo lo que pueda asustarlos ni darles miedo, ni permitir se

    encolericen y entristezcan, se les expondr al aire libre en especial en la campaa,

    los alimentos sern sencillos y de fcil digestin, se les ensear a no abusar de los

    placeres del amor y a sortear todo lo que pueda exaltar los deseos, producir pesares

    profundos y evitar las pasiones, llevando una vida sobria y regular, y no sometiendo

    las facultades intelectuales sino a un grado moderado de ejercicio (50).

    A la herencia en tanto causa predisponente, se sumaba tambin el hbito.

    Mendiburu lo menciona como una dominacin que poda derivar en el agotamiento y

    perturbacin de las funciones. Padn, un ao despus de Mendiburu, lo define no solo

    como la repeticin de impresiones formadoras de la costumbre de un rgano sino en el

    desarrollo de una organizacin predispuesta y organizada para contraer el hbito;

    (...) como la visin, el olfato o el gusto (51). Ahora bien, adems de esta esfera

    material, plantea la existencia de la esfera de los sentimientos y la inteligencia donde

    se adquieren tambin hbitos que muchos autores (...) llaman intelectuales. Para el

    Dr. Hurtado, y en relacin a los modificadores del temperamento, el hbito tambin

    actuara como agente sanador pues regulariza o equilibra las funciones de los rganos

    templando la exaltacin de unos e impulsando el ejercicio de otras: de modo que

    perfecciona la constitucin tanto moral como fsica e intelectual de los individuos

    (52).

    En ambas plataformas el hbito es presentado como funcin vital que

    perfecciona las funciones de la economa y que conserva la higiene propia de los

    rganos. Que sera de todos los sentidos y de la inteligencia que careciesen del

    hbito cuando estos sufriesen la accin de los agentes que nos rodean o que

    introducimos en nosotros mismos? El problema radicaba en que el hbito adems de

    ubicarse en un terreno obscuro donde escapaba al escrutinio del ojo fisiolgico

    experimental, poda ser deficiente, y en forma excesiva poda producir segn Padn

    dos estados fatales: la irritabilidad de las funciones fsicas y la locura, entre stas la

    monomana (53).

    El estudio de la causalidad patolgica se model a la sombra de constructos de

    gnero y edad (54). El tero fue considerado por gran parte de los mdicos

    decimonnicos como un elemento que, en distintos grados, trastornaba la economa

  • 18

    femenina. Desde l se explicaban languideces, males de corazn, leucorreas, neuralgias,

    dispepsias, amenorreas, clorosis y desde l tambin, siguiendo las ideas de Carmona

    sobre las simpatas, se explicaban muchos desarreglos y afecciones nerviosas.

    Las ansiedades de lo nervioso y la carga del gnero se complementaron

    mdicamente alrededor de los avatares de la edad. Para Mendiburu el temperamento

    nervioso fue condimentado en las mujeres por el entendimiento de los ciclos femeninos

    y abordado a travs de preguntas que buscaban comprender la movilidad nerviosa y

    la mayor sensibilidad de la mujer. En algunas la explicacin radicaba en el fcil

    establecimiento del imperio de los rganos reproductores, mientras en otras, la edad

    y en particular la pubertad anunciaba futuras perturbaciones violentas y adelantaba la

    dominacin del sistema por el organismo (55).

    Carmona presenta la histeria como una enfermedad del movimiento y del

    sentido afectada por el exceso de civilizacin de las grandes ciudades del pas (56).

    Subraya la prevalencia de este desorden entre las mujeres, basado en la tirana de su

    organizacin nerviosa y en las mrbidas consecuencias de sus crisis biolgicas. Ahora

    bien, pese al aparente exceso nervioso desplegado por lo femenino en los textos

    mdicos, este se basa en un contexto particular, en una discursividad nerviosa que

    incorpor a hombres, mujeres, ancianos, nios y adolescentes (57). De este modo la

    poblacin en su conjunto fue considerada apta para sufrir debilidades en su sistema

    nervioso, de poseer temperamentos predisponentes y de desarrollar patologas

    nerviosas. Tanto hombres como mujeres, afectos por su geografa, su gnero y las

    fronteras de la edad, podan heredar o desarrollar las condiciones para el destape de

    contextos y condiciones nerviosas que representaron un primer paso a la insania.

    Biografas nerviosas

    La geografa, la alimentacin, el temperamento, la herencia, el hbito, el sexo y

    la edad, entre otros, ayudaron a instalar las cargas mrbidas de la nerviosidad,

    entendida esta ltima en tanto base y patologa. Comprendiendo los cursos a travs de

    los cuales se desplazaba o desarrollaba la enfermedad, y previo a los conocimientos

    bacteriolgicos que comenzaron a circular en Chile en las ltimas dcadas del XIX, la

    higiene emergi como mxima teraputica y la biografa como narrativa epistemolgica

    (58).

    En este contexto, la higiene emergi como una teraputica cotidiana, imagen de

    orden y deber ser. Las espordicas publicaciones de los aos 40 anuncian en su control

  • 19

    sobre las habitaciones, el aire, el sueo, el vestido, el aseo y la dieta y en su deseo de

    conformar una herramienta de disciplina individual, su tmida presencia reguladora.

    Cimentada en traducciones europeas o a travs de estudios nacionales, estas obras

    resaltaron medios de prevencin y de combate de los excesos patolgicos unidos a la

    nerviosidad, preocupndose por ejemplo de advertir a todo nervioso de huir de los

    perfumadores, de los comerciantes en colores, de los floristas, y sobre todo de los

    boticarios y fabricantes de productos qumicos pues as como las pinturas recrean la

    vista pero a la vez fomentan pasiones, los perfumes agitan los nervios y satisfacen mal

    los deseos que despiertan (59).

    La gradual creacin de mapas patgenos y la responsabilidad asociada a

    hombres y mujeres en el desarrollo de la enfermedad explican el crecimiento

    experimentado por la higiene en dcadas posteriores y la ansiedad mdica por

    conceptuar y precisar los mecanismos que gestan lo mrbido y que gobiernan las

    adecuadas conductas de los individuos. De ah la llamada -cada vez ms frecuente- a

    los higienistas a ensayar planes que evitaran el desvo del hbito, promovieran la

    domesticacin del cuerpo y de sus conductas y anularan las bases nerviosas sensibles de

    atraer, conquistar e incorporar la enfermedad.

    As como la higiene se instal asociada a un proyecto de levantar nuevas

    disciplinas colectivas e individuales, el relato biogrfico se present como narrativa

    epistemolgica, como un espacio interpretativo, como lugar de archivo y de gestacin

    de conocimiento. El entendimiento y la interpretacin de la enfermedad hacia 1850,

    estuvo claramente marcada por el contexto personal y social del enfermo. Su historia se

    instal como hilo conductor del caso mdico, como dador de sentido, como contexto

    en el cual las historias mrbidas cobraron significado a travs de las causalidades y de

    la puesta en contexto de la teora mdica. Para el caso de Carmen Marn la biografa,

    junto con la observacin clnica, emergieron como recursos centrales a la formacin de

    saber. Los mdicos observaron los sntomas entregados por Carmen y los incorporan en

    su historia personal, esta se transform en una herramienta recorrida e interpretada

    desde las condiciones morales y materiales de su pasado, desde una amplia historia de

    responsabilidades de gnero fallidas. En este contexto Carmen es diagnosticada a la

    sombra de las lneas seculares y catlicas y en concordancia con los valores burgueses.

    Sus tempranos aos en el heterogneo puerto de Valparaso, su contexto familiar, la

    relacin de su primer ataque con el inicio de la pubertad, con la impresin y el miedo,

  • 20

    su intento de suicidio y su comportamiento fueron considerados claves al momento de

    evaluar rastros patolgicos que pudiesen explicar su condicin.

    Las narrativas mdicas muestran que a pesar de las fuertes conexiones

    establecidas a travs de la universidad, existieron caminos muy diversos para

    aproximarse, analizar y teorizar la enfermedad. Parte de estas variaciones pueden ser

    explicadas por la heterognea formacin de la elite mdica asociada a la Universidad de

    Chile. El vnculo internacional de este grupo dentro de una comunidad profesional

    reducida jug un rol central a la hora de entender cmo los mdicos se ubicaron

    intelectual y profesionalmente en las cambiantes circunstancias del Chile de mediados

    de siglo. El caso de Carmen Marn muestra la competencia entre las teoras mdicas y

    los modos en que representantes de ciertos modelos y espacios de poder negociaron los

    significados de los desrdenes nerviosos y mentales. Para el caso de Marn, estos

    modelos reflejan tres aproximaciones a la histeria, marcadas por la primaca del diablo,

    del tero y del cerebro, los que representan en cierto sentido, tres opuestos pero

    interrelacionados marcos usados por los mdicos para promover teoras fisiolgicas y

    anatmicas contemporneas que les ayudaron a caracterizar las leyes patolgicas de la

    locura y a instalar su autoridad cientfica y laboral.

    La produccin presentada da cuenta de un incremento del debate mdico a

    mediados del siglo. Este comenzar a refinarse a partir de 1870 gracias al aumento en la

    produccin cientfica, asociado al surgimiento de la revista mdica en 1872, a una

    mayor cantidad de tesis monogrficas sobre afecciones nerviosas y mentales y a un

    crecimiento en los diagnsticos e historias clnicas sobre dichas afecciones. Este

    material refleja las herencias recibidas por el marco pre-psiquitrico de los setenta,

    visible en la persistencia de ideas sobre el temperamento y sus agentes modificadores

    (en palabras de Hurtado) y sobre las causas que incidan en el sistema nervioso

    (siguiendo a Mendiburu). De este modo, el histrico, definido hacia 1878 por Santander

    como una afasia cerebro-espinal caracterizada por el rompimiento del equilibrio

    normal que existe entre el cerebro y la medula espinal sigui siendo explicado por una

    variedad de discursos que responsabilizaban a las emociones morales fuertes, las

    depresiones, los pesares, el cambio de una posicin social, las pasiones sexuales no

    satisfechas, los desrdenes menstruales, las lesiones crnicas del tero y la

    alimentacin, entre varias otras (60).

    La hipocondra definida por Tobar en 1877 como una afeccin eminentemente

    nerviosa sin lesin local ni cambio en la circulacin y calorificacin, caracterizada

  • 21

    por desrdenes mas o menos notables en las facultades afectivas y sensoriales, y cuyo

    punto de partida se halla de preferencia en una enfermedad antecedente de los rganos

    dijestivos y sus anexos, reprodujo parte de las ideas trabajadas veinte aos antes. Los

    nerviosos reafirmaron su carcter susceptible de contraer la afeccin o de verse

    afectado por impresiones desagradables. La edad sigui siendo central en el desarrollo

    de la nerviosidad que es como quien dice una mquina elctrica pronta a dar chispa;

    el amor, la clera, la tristeza, todas las pasiones, como almacenadas, son electricidad

    en tensin (61). La afeccin respondi de este modo a un contexto difcil de

    jerarquizar, toda vez que ocio y trabajo se patologizaron dependiendo de cargas

    sociales, de gnero y de clase. La fantasa, las pasiones, los vicios, se confundieron en

    tanto causa y efecto, son muchas veces efectos de una alma enfermiza de por s, pero

    en otras son el foco de diversas enfermedades de nimo y de cuerpo. Causas

    predisponentes algunas veces, trnanse otras en determinantes (62).

    La conceptualizacin psiquitrica como seala Bullough, se enlaza con ideas

    preexistentes de enfermedad, con las epistemologas asociadas a lo nervioso, con las

    capas de conocimiento heredadas, se cubre de significados que dificultan y al mismo

    tiempo enriquecen el estudio de la locura y de sus usos (63). Parte de la pervivencia

    nerviosa en las primeras categorizaciones sobre las enfermedades mentales se

    transparenta en el caso de Carmen Marn y tambin en el informe presentado en 1863

    por el Dr. Elguero tras tres aos como mdico de la Casa de Locos. Tras problematizar

    la clasificacin de las enfermedades mentales y optar por su ordenamiento causal,

    Elguero destaca el lugar de la biografa y revela la presencia de las ideas trabajadas en

    el decenio anterior, identificando causas morales (religin, amor y celos, pesares,

    reveses de fortuna, ambicin y orgullo), relativas a excesos (libertinaje, onanismo,

    abuso de bebidas alcohlicas), mrbidas (sfilis, meningitis, desrdenes de partos

    laboriosos, abortos e idiotismos) orgnicas (irritabilidad excesiva) y desconocidas (64).

    Tras diez aos de funcionamiento de la Casa de Locos, este estudio parece ser el

    primero en gestarse desde los incipientes espacios formales de la cultura pre-

    psiquitrica y en dar cuenta cmo las ideas mdicas sobre la locura representadas

    mayormente en el asilo por las manas- se forjaron desde un hbrido entre nuevos y

    viejos marcos interpretativos, conectados no slo con los tmidos ideales de la anatoma

    patolgica sino con una heterogeneidad asociada a la nerviosidad. El cctel nervioso se

    enlaz con nuevas aspiraciones clnicas, mientras los planteamientos sobre lesiones

  • 22

    anatmicas comenzaban a ser disputados por los mdicos. Como plantea Valderrama

    Si la tendencia a localizar, carcter dominante de las escuelas antomo-patoljicas,

    es en muchas ocasiones til para el estudio y el diagnstico de una afeccin mrbida

    cualquiera, no es menos cierto que esta localizacin y las descripciones hechas en la

    sala de diseccin no son las mas a propsito para descubrir el carcter de las

    enfermedades (65). Ahora bien, junto a las sospechas despertadas por el mtodo

    clnico y siguiendo los resquemores planteados por Bruner, aparecen las dudas sobre la

    transparencia de lo nervioso. Actualmente, (...) el nmero de (...) asmas puramente

    nerviosas, ha disminuido de una manera muy considerable, puesto que nadie duda de

    que con harta frecuencia se consideraban como asmticas muchas personas que

    padecan de una enfisema pulmonar (66).

    Las dcadas posteriores al medio siglo acompaaron la gradual

    conceptualizacin mdica de la locura. En este escenario, las autoridades continuaron

    cuestionando, en paralelo al incremento de la estadstica y al afn cuantitativo

    desplegado por el estado, el porqu de la anormalidad. Como adverta hacia 1859 un

    informe del Ministerio del Interior, mientras Francia contaba con un imposibilitado

    fsicamente por cada 137 habitantes y uno intelectualmente por cada 800 habitantes

    Chile presentaba un individuo imposibilitado corporalmente por cada 89 habitantes, y

    un imposibilitado intelectualmente (loco o fatuo) por cada 772 habitantes. En este

    escenario, la autoridad mdica continu en ascenso mientras la ciencia sigui

    presentando nuevas ideas sobre el cuerpo, la mente y la enfermedad mental situando a

    Chile y a sus ciudadanos como contextos centrales a analizar Acaso entre nosotros

    los rganos de los sentidos o la razn individual son mas dbiles e imperfectos? El

    clima, el mtodo de vida y la constitucin fsica pueden tener alguna influencia en la

    repeticin de estos hechos? (67).

    El entendimiento mdico de la locura y el desarrollo de la temprana psiquiatra

    no se entienden sin las condiciones de gestacin de una elite mdica, sus modos de

    produccin y circulacin de conocimiento, sus debates y bsquedas en torno a la idea

    de enfermedad. En este paisaje la nerviosidad surge como parte de las capas

    transversales que dieron forma a las diversas aproximaciones a la locura y que se

    articularon tanto con las futuras ideas que ordenaron y levantaron la disciplina, como

    con los conocimientos, representaciones y constructos que rodearon la idea de la

    enfermedad mental a fines del siglo XIX.

  • 23

    NOTAS Y REFERENCIAS

    1. Valderrama A. Casada con un muerto. En: Obras escogidas en prosa de don

    Adolfo Valderrama, Imprenta Barcelona, Santiago, 1912, p. 519

    2 La enseanza de estas afecciones cuenta con un primer intento en 1869 y un

    segundo en 1881 cuando se acuerda crear esta clase asociada al curso de patologa

    interna. Boletn de Instruccin Pblica. En: Anales de la Universidad de Chile (AUCh)

    LX, Imprenta Nacional, Santiago, 1881, p. 467.

    3. Leighton T. Answer to the questions proposed by the Royal College of

    Physicians, Royal College of Physicians, Documento 3053, 1829, sin foja. Las

    traducciones son mas a no ser que se indique.

    4. Poeppig E. Un testigo de la alborada de Chile (1826-1829). Zig Zag, Santiago,

    1960, p. 205

    5. Cruz Coke R. Historia de la Medicina Chilena, Andrs Bello, Santiago, 1995 y

    Zrate S. Dar a luz en Chile, Siglo XIX, DIBAM, Santiago, 2007.

    6. El peridico contiene una de las primeras publicaciones sobre lo que podramos

    llamar psiquiatra forense, atribuidas al mdico Jos de Passamn formado en Pars con

    un trabajo sobre las pasiones. Ver Costa R. Jos de Passamn. Padre de la Medicina

    Legal en Bolivia, Universidad Mayor de San Andrs, La Paz, 2005.

    7. Las dcadas post Independencia estn marcadas por un tmido debate sobre

    ciudadana, responsabilidad civil y penal asociadas parcialmente a la demencia y a

    algunas conductas como la ebriedad. Esta ltima ser discutida durante todo el XIX y

    reflotada cada cierto tiempo segn contextos, debates o llegada de nuevos conceptos.

    Ver por ejemplo la diferenciacin entre beodez, exhilaridad y ebriedad hacia 1828 la

    borrachera tiene un influjo directo sobre los grandes crmenes, es necesario castigar

    con rigor. Por qu en los casos de robos y de otros crmenes, no se admite la escusa

    de beodez? Porque la ley concepta que un beodo no tiene bastante reflexin, ni

    aptitud para cometer este delito Y las tendr para dar una pualada de muerte? Es de

    toda la necesidad que nos pongamos en armona con las naciones de primer orden, y

    que trabajemos mas o adoptemos otro cdigo penal que nos rija. (Polica. Ataques a

    la Seguridad Pblica. El Mercurio Chileno, num VIII, noviembre, Imprenta Ramon

    Rengifo, Santiago, p. 363)

  • 24

    8. Medicina Legal. De la Libertad Moral. El Mercurio Chileno, Junio, 1828, p.

    117-118.

    9. Medicina Poltica. De la Libertad Moral. El Mercurio Chileno, Abril de 1828,

    p. 29.

    10. Comprender la enfermedad y sus causas preocupaba tanto a mdicos como a

    polticos e intelectuales que indagaban en la constelacin de la moral y el derecho. La

    moral, descrita por Lastarria como la ciencia general de la conducta o del bien humano,

    deba ayudar a los hombres a alcanzar su destino. Ella prescribe al hombre que tenga

    cuidado con su cuerpo, abandonando sin embargo, a la higiene y a la medicina los

    preceptos de la salud. Dlano LH (ed). Lastarria, Secretara de Ed. Pblica, Mxico,

    1944, pp. 130-131.

    11. Hacking I. The Taming of Chance, Cambridge University Press, Cambridge,

    2005.

    12. Antecedida por la intermitente ctedra de medicina de la Universidad de San

    Felipe (1756) y posteriormente, la enseanza mdica en el Instituto Nacional (1833).

    Ver por ejemplo Lira G. Ciento cincuenta aos de enseanza de la medicina interna en

    Chile independiente, An chil hist med, ao 2, vol 2, 1960, pp. 103-137. Para el perodo

    anterior ver, Costa C. Los estudios mdicos durante la colonia, An chil hist med, ao 2,

    pp. 37-103. Sobre la Universidad de Chile ver Jksic I, Serrano S. In the Service of the

    Nation: The Establishment and Consolidation of the Universidad de Chile, 1842-79.

    The Hispanic American Historical Review 70, num 1 (feb. 1990), pp. 139-171 y de

    Serrano S. Universidad y nacin. Chile en el siglo XIX, Universitaria, Santiago, 1994.

    13. Los estudios publicados corresponden a trabajos publicados en los AUCh,

    revistas mdicas espordicas, revistas laicas, peridicos y otros documentos.

    14. El marco europeo apropiado, cuestionado y adaptado es presentado en la gran

    parte de los estudios y artculos mdicos publicados en Chile durante el medio siglo.

    Ver por ejemplo, Blanco Cuartn M. Memoria sobre la historia de la filosofa y la

    medicina. La Semana, 3 y 10 de diciembre de 1859.

    15. Porter R. Nervousness, Eighteenth and Nineteenth Century Style: From Luxury

    to Labour. Cultures of Neurasthenia: From Beard to the First World War: 63 (Clio

    Medica/Wellcome Institute Series in the History of Medicine). Rodopi, London, pp. 31-

    48. 2001.

  • 25

    16. Shorter E. A Historical Dictionary of Psychiatry. Oxford University Press, New

    York, 1995 y: From Paralysis to Fatigue: A History of Psychosomatic Illness in the

    Modern Era, Free Press, New York, 1993.

    17. Goldstein J. Console and Classify. The French Psychiatric Profession in the

    Nineteenth Century, The University of Chicago Press, London, 2001. Para una mirada

    general sobre enfermedad mental en el XIX ver Bullough V. Concepts of Mental Illness

    in the West, Cambridge World History of Human Disease, Cambridge University Press,

    Cambridge, 1993, pp. 59-85

    18. Huertas R. El Siglo de la Clnica. Frena, Madrid, 2005

    19. Estas aparecen circulando en el paisaje mdico y legal chileno asociadas a

    estudios sobre teraputica, informes gubernamentales, estudios de derecho y a las

    evaluaciones facultativas de procesos judiciales, tendientes a determinar capacidades e

    incapacidades, as como responsabilidades e irresponsabilidades. Los significados de la

    locura a travs de sus usos judiciales, especficamente en procesos que abordan

    problemticas asociadas a la responsabilidad y a la capacidad civil, constituyen un

    aspecto central de mi investigacin doctoral.

    20. Las acepciones de los trminos nervio, nervino, nerviosidad y nervioso

    aparecidas en las diferentes ediciones del Diccionario de la Lengua Castellana durante

    el siglo XIX dan cuenta de la gradual instalacin de los nervios y de la nerviosidad

    como base de organizacin corporal y como padecimiento, respectivamente. El

    significado de lo nervioso pasa de ser identificado como lo que tiene propiedad de los

    nervios y es fuerte y robusto como ellos, en lo fsico o en lo moral (RAE, X Edicin,

    1852) a el que padece de los nervios (RAE, XI Edicin, 1869) y aplcase a la

    persona cuyos nervios se excitan fcilmente (RAE, XIII Edicin, 1899). Durante la

    segunda mitad del XIX el significado de lo nervioso se acerca cada vez ms a un

    padecimiento que involucra un problema en el sistema y que afecta, sea en tanto origen

    o efecto, la difusa frontera entre sensaciones, impresiones y facultades mentales.

    21. Noguera J. Del elemento nervioso de que se sirve la naturaleza como de una

    condicion primera para la produccion de la vida en todos los seres. AUCH, Santiago,

    1849.

    22. Carmona MA. Sobre las enfermedades que se estan padeciendo en Chile i los

    medios que se deberan emplearse, con el objeto de prevenirlas i desterrarlas. Revista

    Mdica. Imprenta Julio Belin, Santiago, 1853.

  • 26

    23. La relacin entre lo nervioso, la ciencia mdica y la sociedad de consumo a

    travs de la publicidad la he estudiado para el caso ingls en The Plague of Nerves

    Medical advertisements & Victorian Society, 1880-1910, tesis indita Master Medicine,

    Science and Society, Birkbeck College, 2007.

    24. La publicacin de Armando Roa (Roa A.. Demonio y Psiquiatra. Aparicin de

    la conciencia cientfica en Chile, Editorial Andrs Bello, Santiago 1974) contiene la

    edicin de Carmona de La Endemoniada de Santiago. Este presenta reportes mdicos

    del caso Marn ms el informe de Bruner publicado por El Ferrocarril en 1857. Algunos

    de estos textos circularon tambin como folletines en peridicos y en revistas mdicas.

    Los reportes solicitados y obtenidos en legal forma segn Carmona fueron nueve. El

    primero correspondi al presbtero Jos Raimundo Zisternas, el segundo a Andrs

    Laiseca, mdico de la Universidad de Bogot que identific la enfermedad como

    histrico, el tercero a Juan Mac Dermott, quien firma como miembro del Colegio Real

    de Mdicos de Londres y que considera el desorden como mal histrico. Eleodoro

    Fontecilla, Joaqun Baraao, Zenn Villareal y Vicente Padn se abstuvieron de dar un

    diagnstico, mientras que el espaol Benito Garca Fernndez aprob la posesin

    demoniaca y Manuel Antonio Carmona la histeria uterina.

    25. El reporte de Garca fue publicado en los peridicos Diario y Pas y adems en

    su Revista Mdica de Santiago usada como plataforma para la difusin de sus ideas

    homeopticas.

    26. Ver por ejemplo el vnculo entre las prcticas cientficas alternativas y las

    creencias supernatuales planteado por Vicua, 2006 y para el caso ingls ver Hayward

    R. Demonology, neurology, and medicine in Edwardian Britain. Bull Hist Med, The

    Johns Hopkins, v 78, 2004, University Press.

    27. Bruner J. La endemoniada de Santiago o el Demonio en la Naturaleza y la

    Naturaleza del demonio. Una monografa mdico-psicoljica, Imprenta El Ferrocarril,

    Santiago, 1857.

    28. Por ejemplo la tesis presentada tras ocho aos de su llegada en los AUCh.

    Bruner J. El cerebro de los animales i del hombre reducido a sus tipos fundamentales

    como smbolos de su funcion psicolgica. AUCh, Santiago, 1855.

    29. Bruner sigue algunos de los postulados de Gall sobre las ideas naturalistas y

    monistas sobre la mente y la creencia que las facultades mentales deben ser vistas

    fisiolgicamente como funciones del cerebro.

  • 27

    30. Y sobre el miedo y sus efectos, Bastar decir que un susto puede causar la

    gota coral, la parlisis, la demencia y aun la muerte repentina. En las campaas y

    entre los sirvientes reina mucho la costumbre de contar a los nios esos cuentos

    absurdos, que les hacen temblar, poniendo su imaginacion bajo un pi de exaltacion

    considerable, que les obliga en la noche a asustarse y aun entrar en convulsion por el

    menor ruido (...) Todas las pasiones fuertes que afectan vivamente el alma, producen

    una violenta convulsion en el cuerpo, por cuyo motivo son muy nocivas a la salud

    (Miquel J. Catecismo Hijinico o Arte de Conservar la Salud, Prolongar la vida I

    prevenir las enfermedades. Adaptado al clima, temperamento, usos i costumbres de

    Chile, Imp. del Ferrocarril, Santiago, 1859, pp. 159-160.

    31. Bruner J. La endemoniada de Santiago.., op. cit., p. 363. Tambin en el texto

    publicado en el Ferrocarril, p. 23.

    32. En este ejercicio Carmona no hace ms que legitimar la experiencia de la

    posesion diablica, pese a que para el caso particular de Carmen Marn no aplica este

    diagnstico.

    33. Carmona MA. La Endemoniada de Santiago. Imprenta y Librera del Mercurio,

    Valparaso, 1857.

    34. Carmona sigue tambin las ideas planteadas por el mdico espaol Baltasar de

    Vigueras en su texto Fisiologa y Patologa de la Mujer, el cual es facilitado por

    Mendiburu.

    35. Mendiburu AM. Memoria sobre el Sistema Nervioso-Ganglionar, AUCh,

    Santiago, 1848, p. 466.

    36. Como plantean Clarke y Jacyna, (Clarke E, Jacyna LS. Nineteenth-Century

    Origins of Neuroscientific Concepts, University of California Press, 1987) el uso de las

    simpatas en el sistema nervioso en Europa data del siglo XVIII y juega un rol central

    hasta mediados del siglo XIX. Estas corresponden a transmisiones nerviosas que

    explican las relaciones entre sntomas y caractersticas mrbidas. En el caso de Carmen

    Marn por ejemplo la teora simptica ganglionar intent explicar la aparente anarqua

    entre el diagnstico uterino y su variada expresin sintomtica.

    37. Mendiburu AM. op. cit., p. 465

    38. Pickstone J. Ways of Knowing: Towards a Historical Sociology of Science,

    Technology and Medicine. British Journal for the History of Science, 26 (1993), pp.

    433-458.

    39. Mendiburu AM. op. cit, p. 470

  • 28

    40. El inters de los mdicos extranjeros por las temticas locales caus friccin

    con los mdicos chilenos. Algunos europeos fueron acusados de ignorancia en asuntos

    nacionales, usualmente tras estos reclamos estaba la necesidad de una comunidad local

    de legitimar su autoridad. Sobre este tema encontramos, por ejemplo, el problema de

    Indelicato y Blest en 1834. Sobre geografa mdica en Amrica Latina ver trabajos de

    Lossio y Garca.

    41. Tocornal J. Hijiene pblica. Causas principales de las enfermedades de

    Santiago, AUCh, Santiago, 1849, p. 35.

    42. Corts M. Influjo del temperamento de la Serena sobre las enfermedades mas

    comunes a esta ciudad, AUCh, Santiago, 1854, p. 22

    43. Corts M. op.cit..., p. 24.

    44. Bruner JJ. Fragmentos de una Hijine Pblica de Santiago. AUCh. Santiago,

    1857, p. 311.

    45. Hurtado S. De la exploracin de las enfermedades por el temperamento, AUCh,

    Santiago, 1852, pp. 422

    46. Mendiburu AM. op.cit..., p. 475.

    47. El temperamento, heredero de la tradicin galnica, fue reconceptualizado en

    Europa al alero de la tradicin localista planteada por la antomo-patologa, recibiendo

    el nombre, segn plantea Olby de diathesis. Olby R. Constitutional and Hereditary

    Disorders. En Bynum, W. y Porter, R. (eds). Companion Encyclopedia of the History of

    Medicine I. Routledge, London, 1993, pp. 412-437.

    48. Miquel J. Acerca de las enfermedades hereditarias en Chile i con especialidad

    en Santiago AUCh, Santiago, 1854, pp. 351-355, p. 351.

    49. Idem, p. 353.

    50. Miquel J. op. cit., p. 354. Cinco aos despus publica su catecismo donde

    vuelve a subrayar el peligro de una imaginacin desbocaba y el rol de la contencin y

    prudencia como prevencin de patologas. ...un susto puede causar la gota coral, la

    parlisis, la demencia i aun la muerte repentina. En las campaas i entre los sirvientes

    reina mucho la costumbre de contar a los nios esos cuentos absurdos, que les hacen

    temblar, poniendo su imaginacin bajo un pi de exaltacin considerable (...) Todas

    las pasiones fuertes que afectan vivamente el alma, producen una violenta convulsin

    en el cuerpo, por cuyo motivo son muy nocivas a la salud, si es que no causan la

    muerte.. Miquel J. Catecismo Hijinico o Arte de Conservar la Salud, Prolongar la

  • 29

    vida i prevenir las enfermedades. Adaptado al clima, temperamento, usos y costumbres

    de Chile, Imp. del Ferrocarril, Santiago, 1859, pp. 159-160.

    51. Padn V. Memoria sobre el Hbito, presentada a las Facultadas de Medicina y

    Ciencias Fsicas el 12 de junio de 1849. Revista de Santiago, T III, Imprenta Chilena,

    Santiago, 1849.

    52. Hurtado S. op.cit., p. 425.

    53. Padn V. Hbito, i si es propiedad vital, AUCh, Santiago, 1859, p. 155-157.

    54. Zrate, S. Dar a luz en Chile, Siglo XIX. DIBAM, Santiago, 2007 y Araya, C.

    La construccin de una imagen femenina a travs del discurso mdico ilustrado. Chile

    en el siglo XIX. Historia 39, PUC, Santiago, v. 1, 2006.

    54. Mendiburu AM. op. cit., p. 474.

    55. Carmona MA. Sobre la constitucion mdica reinante, con las esplicaciones

    consiguientes, para demostrar la realidad de tal hecho, su carcter peculiar i sus

    perniciosas influencias en los habitantes de Santiago, Revista Mdica, Santiago,

    Imprenta de Julio Belin, 1853, p. 31

    56. Como plantea Busfield la locura en el XIX tom muchas formas, algunas de las

    cuales se articularon a travs de diversas variantes con lo femenino y lo masculino.

    Problematizando el trabajo de Schowalter en su clsico The Female Malady, Busfield

    advierte sobre el peligro de anlisis aislados que anulen las relaciones de gnero, sobre

    representen la agencia de la ciencia sobre los cuerpos, minimicen las voluntades de los

    sujetos y reproduzcan una imagen femenina como enferma y nerviosa per se.

    Busfield J. The Female Malady? Men, Women and Madness in Nineteenth Century

    Britain, Sociology, v. 28, n. 1, pp. 259-277. 1994

    57. La hijiene o hijiotecnia es un arte que se propone por medio de los

    modificadores csmicos e individuales, mantener, colocar o restablecer al hombre

    sano o enfermo, aislado o reunido en sociedad, en las condiciones mas favorables al

    desarrollo regular de su organizacin fsica, intelectual y moral Allende R. De la

    hijiene en jeneral: conferencias populares en la Escuela Blas Cuevas. La Patria,

    Valparaso, 1873, p.4.

    58. Museo de Ambas Amricas II, 1842, p. 190. Los tratados de medicina

    domstica y teraputica se incrementan notoriamente hacia fines de 1860 y continan

    dando cuenta de la persistencia de las asociaciones entre sistema, temperamento,

    afeccin nerviosa y locura.

  • 30

    59. Santander F. Algunos casos de histrico causados por enfermedades del tubo

    digestivo. 1878. Manuscrito del Fondo Facultad de Medicina, Biblioteca Museo

    Nacional de Medicina Enrique Laval.

    60. Tobar C. Consideraciones sobre la Hipocondra. AUCh. Santiago, 1877.

    Tambin en Rev Med Chile, Santiago. Agosto, 1878, pp. 16-24.

    61. Tobar C. op. cit., p. 881

    62. Bullough V. Concepts of Mental Illness in the West. En op. cit., pp. 59-85.

    63. Elguero JR. Informe del Medico de la Casa de Locos, MMI, Imprenta Nacional,

    Santiago, 1863. Elguero subraya que su informe representa el primer trabajo de este

    tipo realizado en Chile.

    64. Valderrama A. Naturaleza de las enfermedades, AUCh, Santiago, 1862, pp.

    450-456, p. 451.

    65. Rossello M. Sobre la influencia que la anatoma patolgica ejerce respecto de

    algunas enfermedades, AUCh, Santiago, 1855, pp. 85-97, p. 93.

    66. Campos JA. Anexo en: Memoria del Ministerio del Interior. Imprenta Nacional,

    Santiago, 1859, p. 43.